El Amor de Dios
El Amor de Dios
El Amor de Dios
Al pensar en esto descubrimos que como humanos tenemos poco en común con Dios.
No somos omniscientes ni omnipotentes ni omnipresentes; pero Dios es amor y El
desea que participemos de ese atributo con El y con los demás. ¡Qué privilegio tan
hermoso! Cuando amamos a otros es cuando más nos parecemos a Dios.
Es interesante comparar el versículo más conocido de la Biblia con otro versículo que
escribió el mismo Juan. Casi todos sabemos de memoria Juan 3:16, pero conviene
que veamos también 1 Juan 3:16, que dice: En esto hemos conocido el amor, en que
El puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los
hermanos. Estos dos versículos tienen un mensaje que se complementa: primero: el
amor es sacrificado. Segundo: El mundo sabe muy poco acerca de esta dimensión.
Si yo le preguntara por qué es que Dios lo creó a usted, ¿qué contestaría? ¿Por qué
nació usted? Usted y yo fuimos creados con el fin de que Dios pudiera expresar su
amor hacia nosotros y que nosotros, a la vez, pudiéramos corresponder a ese amor.
Debido a que El es amor y a que esa es su naturaleza en sí, El deseó tener un objeto
para su amor. Por eso creo al ser humano, a usted y a mí. ¿Cómo expresa Dios su
amor? De muchas maneras, pero veamos sólo unas cuantas.
1. Dios expresa su amor por medio de la creación. Los árboles, las flores hermosas
y fragantes, las montañas majestuosas, las estrellas fulgurantes, la luna en todas sus
fases, todo eso es expresión de su amor.
Es imposible viajar y ver la belleza que existe en la naturaleza y no sentir el amor que
tiene el Creador por nosotros. Al contemplar el océano no puedo menos que
reflexionar que el que hace que las mareas suban y bajen también se preocupa por
mí. Escalo las montañas en toda su majestad y observo que Aquél que las creó
también es omnipotente en mi vida. Dios expresa su amor por medio de su creación.
5. Dios expresa su amor controlando las circunstancias para nuestro bien y para
su gloria. Casi todos podemos repetir de memoria Romanos 8:28, pero pocos
captamos en realidad el significado de que El nos ama tanto como para hacer que
todas las cosas obren para nuestro bien.
Dios expresa su amor hacia nosotros al estar involucrado a profundidad en todos los
detalles de nuestra vida.
6. Dios expresa su amor hacia nosotros abriéndonos la puerta del cielo. Nosotros
nada tuvimos que ver en el asunto, pero su Hijo continúa ocupado preparándonos un
lugar en la casa de su Padre y nosotros podemos obtenerlo por la gracia de Dios.
Habiendo observado algunas de las maneras en las que Dios expresa nos expresa su
amor, necesitamos ver cómo es ese amor ya que El anhela que nosotros expresemos
esa misma calidad de amor hacia El y hacia los demás.
¿Cómo es el amor de Dios?
Para empezar, su amor es 1. perfecto, es todo lo que puede ser.
Su amor perfecto es un regalo, un obsequio. Nosotros no podemos ganárnoslo por
nuestros méritos. Si alguien obsequia un regalo y el que lo recibe trata de pagarlo al
que se lo obsequió, deja de ser un regalo. Pero Dios nos obsequia su amor y lo hace
conforme a su naturaleza. El no puede hacer menos que amarnos.
2. eterno. Necesitamos memorizar este versículo: Con amor eterno te he amado; por
tanto, te prolongué mi misericordia (Jeremías 31:3). Nosotros no podemos hacer nada
para impedir que Dios siga amándonos. El amor de Dios jamás se extingue.
3. incondicional. Algunas personas crecieron oyendo que les decían: "Yo te amo con
una condición . . ."; o: "Te volveré a recibir cuando . . ." El amor de Dios no tiene un si
condicional, ni un quizá, ni estipulaciones ocultas, ni notas explicativas; es totalmente
incondicional.
El jamás nos dice: "Volveré a recibirte cuando . . ."
4. sacrificado. Allí es donde interviene la cruz: De tal manera amó Dios al mundo
que dio . . .(Juan 3:16). El desea que nosotros tengamos ese mismo amor sacrificado
hacia los demás. No importa si nos desprecian o no, debemos expresarles nuestro
amor.
5. inconmensurable. El apóstol Pablo nos asegura que estamos arraigados y
cimentados en amor, y que necesitamos ser plenamente capaces de comprender con
todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura de ese
amor (Efesios 3:17-18). Más adelante añade que ese amor excede a todo
conocimiento (v. 19). Estoy convencido de que Pablo indica que, aunque sea
necesario captar todas las ramificaciones de ese amor perfecto en todos los órdenes,
es inconmensurable; jamás podremos asimilar todas sus implicaciones.
Ahora pensemos en los adjetivos que describen su amor: perfecto, gratuito,
eterno, incondicional, sacrificado, inconmensurable.
No es de extrañarse que su corazón se duela cuando yo no ando a la luz de su
amor ni me solazo en él.
¡¡¡Hemos sido llamados a amar a Dios!!! Los varones judíos recitaban todas las
mañanas y todas las noches el siguiente versículo: Amarás a Jehová tu Dios de todo
tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas (Deuteronomio 6:5). Hemos de
amarlo de todo corazón, la sede de nuestras emociones; de toda nuestra alma, el
centro de nuestra personalidad; con todas nuestras fuerzas, con lo que bulle dentro de
nosotros, consumiéndonos en amor por El.
Y, ¿cómo logramos esas metas en la vida cotidiana?
1. Por la obediencia (amor a Dios). En Juan 14 el Señor nos recuerda en tres
ocasiones que el amor significa obediencia. En esencia dice: "No me digan que me
aman si deciden tolerar el pecado". Nuestro amor debe ser evidente por medio de una
confesión instantánea cuando alguien nos señale nuestro pecado o nosotros lo
descubramos. Es entonces cuando El se convierte en el centro de mi atención y
cuando toda mi energía emocional se dirige hacia El.
2. Amor a mí mismo
Pero hay más. No sólo debo amar a Dios, sino que debo amarme a mí mismo: Amarás
a tu prójimo como a ti mismo (Marcos 12:31). Algunos dicen: "Eso refleja un espíritu
altivo y egoísta", pero el mundo ha corrompido el concepto del amor propio y lo ha
convertido en un lema: "Si yo no me preocupo por mí mismo, ¿quién lo hará?" La
Biblia no enseña eso, sino un amor sano y limpio debido a que somos la obra maestra
del Creador y dignos de ser amados.
¿Sabe usted cómo puede decir alguien si en verdad se ama como Dios lo prescribe?
Por la forma en que se trata a sí mismo. Si abusa de su cuerpo con el alcohol, el
tabaco u otras drogas, o comiendo demasiado, no se ama tanto como para cuidar de
su cuerpo. Satanás le dice: "No vale la pena que nadie te ame". Pero Dios ha dicho:
"Tú eres mi obra maestra. Te he hecho merecedor de que mi Hijo muriera por ti; eres
increíblemente valioso".
Necesitamos vernos tal y como Dios nos ve. Nuestro concepto de cuánto valemos no
debe proceder de lo que otros piensen de nosotros sino de lo que Dios dice de
nosotros.
3. Amor a mi prójimo
No sólo hemos sido llamados a amar a Dios y amarnos a nosotros mismos, sino
también a nuestro prójimo, esto incluye a nuestros enemigos.
Quizá este sea el más difícil de los tres mandatos. En Juan 14, 15, 16 y 17 el Señor
Jesús enfatizó que debemos amar a los demás pues así el mundo se convencerá de
que somos cristianos. Cierto que algunos parecen ser más dignos de ser amados que
otros, pero el amor no es una emoción, es una decisión.
Gracias a un acto de nuestra voluntad y con la ayuda del Espíritu Santo que mora en
nosotros y nos capacita para decidirlo, podemos amar.
Algunos no pueden aceptar ser amados; se sienten incómodos con todo tipo de afecto.
A veces están tan heridos emocionalmente que tienen temor de ser amados; temen
que demandemos amor de parte de ellos y están imposibilitados para amar debido a
los daños emocionales que han sufrido. Pero el amor genuino no espera ser amado
como respuesta, así que de todas maneras debemos amarlos.
Díganme si cuando suena el despertador en una mañana fría y lluviosa, nos alistamos
para ir a trabajar, nos guste o no nos guste. Por medio de un acto de nuestra voluntad
hacemos a un lado las cobijas y ponemos los pies en el suelo. Con frecuencia amar a
otra persona demanda de disciplina y determinación parecida a este ejemplo.