Bercherie Paul Los Fundamentos de La Clinica
Bercherie Paul Los Fundamentos de La Clinica
Bercherie Paul Los Fundamentos de La Clinica
PaulBer
cher
ie
LosFundament
osDeLaCl
íni
ca
Historia y estructura del saber psiquiátrico
Contratapa
Página 1 de 190
Página 2 de 190
Página 3 de 190
Indice
INTRODUCCIÓN............................................................................................................6
PRIMERA PARTE LA PRIMERA PSIQUIATRÍA CLÍNICA: LAS ESPECIES DEL
GENERO LOCURA.......................................................................................................11
Capítulo 1 Pinel............................................................................................................12
Capítulo 2 ESQUIROL..................................................................................................22
Capítulo 3 LA DESCENDENCIA DE ESQUIROL.......................................................27
Capítulo 4 GUISLAIN Y GRIESINGER.......................................................................35
SEGUNDA PARTE LOS FUNDAMENTOS DE LA NOSOLOGÍA CLASICA..........42
Capítulo 5 EL DESCUBRIMIENTO DE BAYLE.........................................................42
Capítulo 6 LA ENSEÑANZA DE J.P. FALRET............................................................49
Capítulo 7 MOREL........................................................................................................58
Capítulo 8 KAHLBAUM...............................................................................................67
TERCERA PARTE LA PSIQUIATRÍA CLASICA: LA CLÍNICA DE LAS
ENFERMEDADES MENTALES..................................................................................72
Capítulo 9 CONSIDERACIONES GENERALES.........................................................72
Capítulo 10 LA ESCUELA DE ILLENAU....................................................................75
Capítulo 11 MAGNAN..................................................................................................82
Capítulo 12 KRAEPELIN ANTES DE 1900................................................................90
Capítulo 13 SEGLAS Y EL GRUPO DE LA SALPETRIERE......................................99
La confusión mental.....................................................................................................100
Los delirios sistematizados...........................................................................................102
la demencia precoz.......................................................................................................108
CUARTA PARTE LA PSIQUIATRÍA MODERNA: LA ERA PSICODINAMICA....111
Capítulo 14 LOS CLASICOS FRANCESES...............................................................111
Sérieux y Capgras.........................................................................................................112
Gilbert Ballet.................................................................................................................115
Babinski........................................................................................................................117
Dupré............................................................................................................................120
Capítulo 15 LA CORRIENTE PSICODINAMICA ALEMANA.................................128
Las afecciones psicógenas............................................................................................129
La esquizofrenia............................................................................................................131
Kretschmer....................................................................................................................135
Capítulo XVI KRAEPELIN DESPUÉS DE 1900 - JASPERS....................................144
Kraepelin después de 1900...........................................................................................144
Jaspers...........................................................................................................................152
Capítulo 17 LA PSIQUIATRÍA FRANCESA DEL PERIODO DE ENTRE GUERRAS
......................................................................................................................................159
La corriente fenomenológica........................................................................................159
De Clérambault.............................................................................................................166
La Escuela de Claude....................................................................................................174
CONCLUSIÓN.............................................................................................................181
BIBLIOGRAFÍA..........................................................................................................187
ÍNDICE...............................................................................................................................
Página 4 de 190
Pues no somos más que la hoja y la corteza. La gran muerte que cada uno lleva en sí Es el fruto
alrededor del cual todo cambia.
Página 5 de 190
INTRODUCCIÓN
historia y el retorno a los textos son indispensables para la justa aprehensión del desarrollo
pasado así como de los problemas presentes.
Por lo tanto, es a la vez por todo lo que puede contener de positivo y de negativo, que
me pareció apasionante e indispensable adquirir una visión de la clínica que fuese lo más
precisa y global posible, tanto en su desarrollo histórico como en su extensión espacial. En
el Espacio, por ende, primero, dado que la clínica no ha progresado con un movimiento
igual y unificado, sino que su movimiento está animado por controversias de escuelas. Al
respecto, debe precisarse que se trata especialmente de un espacio franco-alemán, en
sentido lingüístico al menos, dado que las dos grandes escuelas estuvieron en
comunicación y en oposición constante durante todo el período que vamos a estudiar. Los
anglo-sajones no parecen haber gustado nunca de la clínica, su pragmatismo natural y su
desconfianza por los conocimientos sin consecuencias prácticas inmediatas los alejaron,
sin duda, de esta disciplina, en la que siempre tomaron de los franceses y alemanes los
rudimentos indispensables. En cambio, existió una escuela italiana muy interesante, cuyo
genio se dedicó más bien a madurar las nociones surgidas de las otras dos escuelas y a
remitírselas así afinadas, que a crear realmente nuevas nociones. Por eso le hemos
consagrado poco espacio.
En segundo lugar en el tiempo pues, como todo saber concreto, la clínica tiene una
historia, un desarrollo marcado por rupturas, por mutaciones, así como por escalones, en el
que son lentamente extendidos, ampliados, aplicados, los conceptos y los métodos nuevos.
Otro fenómeno notable reside en el hecho de que, como se verá, la clínica como método
consciente de sí mismo y sistemático apareció en una fecha precisa y con un autor
particular, Pinel. Poseemos, entonces, el punto de partida, la extensión en el espacio y,
como veremos, el momento de declinación y debilitamiento de ese vasto movimiento.
Cuando se lo considera en su conjunto aparece como animado por una progresión
dialéctica, efecto de la interacción de los métodos de investigación, de las hipótesis, del
saber acumulado por un lado, del encuentro imprevisible con los hechos, de la aparición
de medios técnicos y conceptuales por el otro.
Es necesario, sin embargo, precisar desde el principio los límites de este trabajo: se
dejaron sistemáticamente de lado los aspectos técnicos e institucionales, incluso jurídicos
y sociales, que forman parte del movimiento de conjunto de la clínica. Para hacer la
historia de ese saber, y sobre todo de los recorridos conceptuales que lo animaron y de los
hechos que encontró, era preferible limitarse a su movimiento, sin desconocer que estaba
lejos de ser autónomo respecto al resto del campo social. Intenté indicar brevemente, cada
vez que era necesario, los sistemas conceptuales en que se inspiraban los iniciadores de la
clínica, pues hubiera sido difícil comprender su recorrido sin ellos, pero entrar en detalles
hubiera sido demasiado largo. Finalmente y sobre todo, no se trataba de hacer un trabajo
de historiador, tanto por falta de capacidad como de motivación; es necesario entonces no
buscar en este trabajo una erudición completa, sino el estudio de los grandes ejes de
cuestionamiento y de conceptualización, de la dirección general de los problemas y de las
doctrinas que atraviesan y estructuran la historia de la clínica.
II
psiquiatría clásica1; ¿no hay igualmente al menos una clínica psicoanalítica? En realidad
es perfectamente posible practicar, en el interior del método específico que funda la
actitud psicoanalítica, una observación objetivante, incluso volver a relacionar los
resultados así obtenidos con materiales surgidos de un método de observación más basto,
similar a la clínica clásica. Se trata también aquí de la fuente de todos los conocimientos
transmisibles en psicoanálisis, así como de todas las tentativas de sistematización que
salpican su evolución. Pero esos estudios de casos, esas "viñetas" clínicas caras a los
anglo-sajones, no surgen directamente de un método de observación: la simple necesidad
previa del análisis personal basta para señalar que la observación está allí encuadrada por
otra cosa más compleja que genera los hechos psicoanalíticos antes de que sea posible
coleccionarlos. En cuanto a la naturaleza exacta de ese "algo", digamos que la concepción
que de él se tiene determina en gran medida la opción doctrinaria que define y separa las
diferentes escuelas que dividen el mundo analítico, como, por otra parte, la manera en la
cual se practica la cura.
En la clínica todo ocurre de modo muy diferente: la observación, más o menos compleja
en la modalidad de su mirada según las etapas y las escuelas, la define enteramente. Lo
que se muestra en su campo tiene ciertamente otras determinaciones, sociales e
institucionales por ejemplo, está lejos sin duda de no tener segundas intenciones,
permanece idealmente, se desea potencialmente, purificada de todo otro procedimiento.
Veremos con qué rigor los grandes maestros de la clínica, y Pinel inicialmente, fundan sus
principios. Esto es lo que hace el valor universal de la clínica y, al mismo tiempo, lo que
delimita sus estrechos bordes, la mirilla exigua a través de la cual mira el mundo de la
psicopatología. Se puede entonces hablar de clínica psicoanalítica con la condición de no
olvidar que, en esta expresión compuesta, el adjetivo es más importante que el sustantivo y
que los dos términos son inseparables.
2o) Por otra parte, debo explicarme detalladamente sobre la concepción epistemológica
de conjunto que guía este trabajo y me sorprendió mucho ver que se la consideraba
empírica o positivista. Me parece, en efecto, encontrar siempre en el origen de un saber, de
un conjunto sistematizado de conocimientos, un recorrido metodológico particular
fundado en un sistema conceptual más o menos elaborado, pero evidentemente que lo
guía. El hecho es que, en el uso sistemático de ese acceso a lo real que abre una dirección
particular, pasada una fase de extensión en todas direcciones, en la que se opera la primera
recolección de "datos" concretos así como las primeras generalizaciones sistematizadas,
termina por acumularse toda una masa de observaciones fortuitas, de excepciones a la
regla, de hechos difíciles de encuadrar en las doctrinas surgidas en la fase de expansión;
entonces comienza una fase de gestación en que se prepara una mutación conceptual que,
integrando los hechos irreductibles a las síntesis precedentes que una frecuentación
sistemática de la realidad en causa había suministrado, abre direcciones nuevas y una
nueva etapa de ese proceso cíclico que una espiral ilustraría mejor que un círculo. Así se
opera un ajuste progresivo, asintomático, del conocimiento con lo real, marcado por
rupturas, mutaciones y largas fases de progresos lineales: si la realidad permanece allí,
constantemente inalcanzable en su esencia, puede también decirse que ella es allí
constantemente aprehendida, en función de los medios y también de las necesidades de
una época. Como lo decía Henri Wallon 2: "desde el surgimiento del pensamiento racional
y de los logros científicos, el progreso de los conocimientos, posibilitado por los
1
Se trata naturalmente del campo psicopatológico: la clínica es primero y ante todo una acción médica,
aplicada en un segundo tiempo a lo que de entrada fue concebido como una rama de la patología del cuerpo.
Ese es el postulado de base de la clínica psiquiátrica, desde su origen en Pinel; las perturbaciones mentales
deben considerarse como una variedad particular de las perturbaciones somáticas.
2
Les origines de la pensee chez l'enfant, PUF, I, 1945, p. X-XI
principios racionales... termina siempre por entrar en conflicto con ellos. Un doble
movimiento de alternancia se reproduce sin cesar. Por una parte, lo que se fijó en forma de
hipótesis, teorías, principios, como aquello que parece necesario para hacer comprensible
la experiencia, tiende a desarrollar sus consecuencias lógicas y a suministrar las ciencias
deductivas que se anticipan a la experiencia. Por otra parte la experiencia así posibilitada
termina por desbordar los marcos, dando resultados cada vez menos conciliables con sus
premisas teóricas, y los cambios de hipótesis o de teorías que se imponen pueden llegar a
estremecer lo que parecía un principio definitivo, necesario o a priori de la razón. Así, los
conocimientos secretan la razón, proceden de ella y la trastocan por turno, bajo el empuje
de la experiencia, en la que las influencias tecnológicas y sociales son en cada época
solidarias del esfuerzo especulativo".
¡Cómo no encontrar harto ocioso o más bien bastante teológico, desde este ángulo, la
cuestión de saber dónde comienza la ciencia en este proceso! No he empleado hasta aquí
este término para calificar la clínica: arrastra ya demasiado idealismo para no tener que
evitarlo sistemáticamente, incluso en el campo de la física 3. Un proceso dialéctico como el
que acaba de describirse inspira en todo caso la historia de la clínica: lo veremos. Que este
movimiento esté ahora cerrado no indica más que una cosa: la mutación conceptual que
prepara la etapa siguiente está todavía en curso y es suficientemente profunda y
fundamental como para demandar una larga gestación. No es difícil, por lo demás, saber
de qué lado es necesario esperarla: desde hace tres cuartos de siglo el desarrollo del
movimiento psicoanalítico acumula en desorden sus materiales.
3o) Una vez planteada una concepción general, que no tiene por otra parte nada de
original, será más fácil justificar los principios que guiaron esta relectura de los grandes
textos de la psiquiatría clínica. Se trataba ante todo de evitar un escollo que sigue siendo la
cruz de toda investigación histórica en psicología: esa lectura del pasado en términos del
presente que, con la búsqueda de precursores, parece haber desaparecido de los trabajos
modernos de epistemología histórica, pero que florece todavía en nuestra disciplina.
Ciertamente, no es fácil dar el sentido real de la producción de autores ya antiguos sin
introducir en ella de antemano lo que puede leer allí quien otea toda una época histórica: si
los hechos sin duda variaron poco (todavía es éste un hecho difícil de dejar de lado) los
observaron y los cuestionaron desde un ángulo específico, imposible de superponer
directamente a aquél desde el cual los abordamos ahora. Este ángulo particular de
consideración de los fenómenos brinda su sentido al desarrollo histórico y para cada etapa
se debe intentar encontrar lo que parecía logrado y en qué sentido, lo que parecía plantear
problemas y exigir investigaciones más profundas o nuevas conceptualizaciones, en fin,
aquello de lo que se disponía para responder a tal exigencia, medios técnicos y
conceptuales nuevos, modelo particular surgido de un descubrimiento reciente o de otra
rama de la investigación.
Así se despeja progresivamente el sentido de esta sorprendente aventura que representa
la historia de cualquier saber. En lo que concierne a la clínica psiquiátrica veremos que se
puede obtener de ella toda una enseñanza. Antes de entrar en lo central del tema, debo
hacer una recomendación al lector. Este trabajo puede ser utilizado ciertamente como un
manual histórico si se busca en él información sobre tal o cual autor o sobre tal o cual
tema particular. Sin embargo, la intricación en el tiempo entre trabajos sucesivos que son
analizados aquí, la deriva progresiva de ciertos términos que siempre son utilizados con
sentidos diferentes, a veces a lo largo de ciento treinta años (manía, melancolía, paranoia,
3
En lo concerniente a esta última, su pasaje al rango de fetiche, debido tanto a su antigüedad y por
consiguiente al notable grado de formalización que alcanzó, como a su vínculo orgánico con la matemática,
objeto de una veneración supersticiosa desde siempre, sólo vuelve más obscura una génesis muy parecida a la
de otros saberes menos nobles porque más recientes.
AGRADECIMIENTOS
Debo expresar aquí mi agradecimiento hacia quienes hicieron posible este trabajo y su
publicación. Primero, al Señor Profesor Lantéri-Laura que despertó mi interés, así como el
de muchos otros, por la historia de la psiquiatría. Mi deuda también es grande con el
Doctor Deshaies, que sabe mantener viva la gran tradición clínica, tanto en su enseñanza
como en su trabajo cotidiano. Los presidentes de mis jurados de tesis y de informe, el
Señor Profesor Pélicier y el Señor Profesor Bourguignon, confiaron en mí desde el
principio y me demostraron simpatía e interés, y no podría agradecer suficientemente ese
estímulo. Que mi viejo compañero de trabajo, Gérard Mansuy, encuentre aquí una vez más
el testimonio de todo lo que le debo y de mi afecto.
Que la redacción de Ornicar?, y particularmente mi amigo Gérard Miller, tengan la
certeza de mi estima: aceptando publicar una obra de alguien que no pertenece a su
Escuela, manifiestan una amplitud de criterio de la que son incapaces quienes hacen pesar
sobre ellos una permanente acusación de sectarismo. Finalmente, debo expresar todo mi
reconocimiento hacia la Señora Laurence Bataille, quien se tomó el trabajo de revisar
completamente el manuscrito para su publicación.
Paul Bercherie
PRIMERA PARTE
4
Se encontrará al final del libro un índice detallado que restituye el plan del mismo, lo que, espero, facilitará
su utilización. Las notas se ubican al final de cada capítulo.
Capítulo 1
Pinel
Si se quiere apreciar la importancia que tuvo Pinel para sus contemporáneos, el carácter
fundante que atribuyeron a su obra y la tradición que origina en él la psiquiatría moderna,
es necesario considerar no los aspectos positivos de su obra, sino el espíritu de su trabajo.
En efecto, ni en el plano clínico, donde no agrega nada esencial a las descripciones de
los Antiguos o de sus predecesores inmediatos, ni en el plano nosológico, ni en el plano
institucional y terapéutico en el que toda la época instituyó nuevas prácticas (cf. Tuke,
Chiaruggi, o incluso en Francia, Daquin) sólo se encuentra en Pinel un espíritu claro y
sintético muy dotado para la observación y provisto de un dinamismo poco común.
En cambio, en el plano del método, veremos que funda una tradición: la de la Clínica,
como camino consciente y sistemático.
Pinel se vincula con el grupo de los Ideólogos, que representa en Francia la síntesis de
las comentes de pensamiento renovadoras y radicalizantes que marcaron el siglo XVIII
Comparte con ellos los principios metodológicos que les parecen estar en la base de todo
trabajo verdaderamente científico. Herederos de la tradición nominalista, consideraban
que el conocimiento es un proceso cuya base es la observación empírica de los fenómenos
que constituyen la realidad. A esos fenómenos, materiales brutos de la percepción, el sabio
debe agruparlos y clasificarlos en función de sus analogías y de sus diferencias; constituirá
así clases, géneros, especies, evitando introducir en ese trabajo de análisis y síntesis su
subjetividad propia bajo la forma de "ídolos", cuyo origen Bacon denunció en el linde de
la edad clásica: los ídolos de la tribu, antropomorfismo espontáneo del pensamiento; los
ídolos de la caverna, inercia que no cuestiona las nociones inculcadas por la educación, es
decir la cultura ambiente; los ídolos del foro, seducción de las palabras y de la retórica,
pero también clasificaciones establecidas del lenguaje vulgar; los ídolos del teatro,
prestigio de los grandes sistemas filosóficos.
En la cima del edificio, las categorías obtenidas de la experiencia recibirán finalmente
el nombre que les da existencia en la ciencia. Este es el sentido del aforismo de Condillac:
"la Ciencia no es más que una lengua bien hecha". En efecto, una lengua que funcionase
correctamente nombraría a lo real y no a los ídolos que son una herramienta sospechosa
para el conocimiento.
Una disciplina sirve de modelo y de ideal a esta investigación: la historia natural y,
Particularmente, la obra de Bufón 2. En toda la obra de Pinel se encontrará el llamado a un
método finalmente "histórico" en la consideración de la locura, a "el espíritu de orden y de
investigación que reinan en todas las partes de la historia natural" 3. Se dedicará a la
aplicación rigurosa de la doctrina en el campo completo de la práctica médica: en el
campo clínico, es su obra Medicina clínica o la medicina hecha más precisa y más exacta
por la aplicación del Análisis; en la nosología, es la gran Nosografía Filosófica o el
Método del Análisis aplicado a la Medicina; finalmente, en el dominio particular de la
alienación, es el "Tratado médico-filosófico de la Alienación Mental".
La filosofía de la que se trata, el análisis, es el método del cual acabamos de hablar, tal
como los ideólogos lo reciben de Locke y de Condillac. Es interesante saber que es con su
maestro, el médico Sydenham, con quien Locke, que también se inició en la profesión
médica, encuentra los lineamientos de su teoría. Sydenham es uno de los iniciadores del
retorno a Hipócrates que marca todo el siglo XVIII, es decir, del retorno, más allá de los
cuerpo. Pero esto no constituye un elemento del nivel causal, sino uno de los síntomas del
proceso mórbido, el que permanece inaccesible. Menos de diez años más tarde, Bichat
planteará el principio de base del método anátomo-clínico: la lesión local explica el cuadro
clínico y éste no hace más que manifestarla en el exterior. Michel Foucault, que presenta
un notable cuadro de la evolución de los conocimientos y de las doctrinas en medicina
durante este período5, opone demasiado estas dos etapas: una surge de la otra; Bichat
invoca a Pinel y la organización de la clínica ha suministrado tan sólo las bases necesarias
al método anátomo-clínico que, por otra parte, no hace caducar a la primera. El camino
empírico sigue siendo una condición previa necesaria para la investigación; debe
reconocerse, sin embargo, que cambia de aspecto al volverse orientado (hacia la
investigación de signos focales).
De la misma manera, veremos a Falret y su descendencia (Laségue, Falret hijo, Morel,
Kahlbaum) desbordar y conmocionar la clínica de Pinel y de Esquirol. Sin embargo, por
una parte, es sobre este fundamento como pudo realizarse la "revolución" de la segunda
mitad del siglo XIX; por la otra, y esto proviene de la especificidad del campo
psiquiátrico, la observación pura permanecerá al menos sectorialmente válida: sigue
siendo la condición necesaria, sino la finalidad última, del conocimiento.
***********
Ahora que el pensamiento de Pinel nos es más familiar, que hemos captado que el
último error que debe cometerse en relación a su obra es tratarla como un sistema
explicativo8, podemos comenzar a estudiar sus ideas positivas, las tesis muy prudentes y
bastante eclécticas que constituyen su doctrina psiquiátrica.
Pinel considera la alienación mental como una enfermedad en el sentido de las
enfermedades orgánicas, una perturbación de las funciones intelectuales, es decir, de las
funciones superiores del sistema nervioso9. Por eso las ubica en la clase de las neurosis 10
es decir, de las afecciones del sistema nervioso "sin inflamación ni lesión de estructura", y
que por lo tanto no entran ni en la clase de las flegmasías, ni en la de las hemorragias o
las lesiones orgánicas: son también afecciones sin fiebre. Debe indicarse sin embargo
que, tanto para la alienación mental como para las otras neurosis, cita numerosas causas
lesionales junto a alteraciones idénticas de la función sin lesión perceptible: lo importante
es que la lesión no es constante y que por lo tanto representa un elemento contingente. En
el capítulo de las lesiones orgánicas (clase 5 a- de la nosografía), sólo encontraremos un
capítulo sobre "las lesiones del cerebro y de sus meninges" a partir de la quinta edición
(1813); incluso sólo tiene cinco páginas y un contenido puramente crítico (en particular
para la doctrina de Gall) que volveremos a encontrar después en el Tratado de la
alienación mental.
La alienación mental forma parte de las neurosis cerebrales, siendo el cerebro el asiento
de la mente; estas neurosis cerebrales son de dos tipos: abolición de la función (afecciones
comatosas), perturbación de la función (vesanias). Las vesanias comprenden la alienación
mental, la locura propiamente dicha y algunas otras "enfermedades mentales" que no
hacen del sujeto un alienado en sentido estricto:
- la hipocondría: cuya perturbación no supera la interpretación permanente e inquieta de
las sensaciones viscerales que Pinel considera como suficientemente reales, atribuyéndoles
frecuentemente un fundamento orgánico.
- el sonambulismo: que es una locura corta, una locura limitada al período del sueño;
Pinel, por otra parte, incluye en él a la pesadilla11 .
- la hidrofobia: es decir la rabia, que en la primera edición había incluido dentro de las
neurosis espasmódicas a causa del espasmo laríngeo, y que termina clasificando dentro de
las vesanias, a causa de los trastornos psíquicos excitados y depresivos que constata en la
misma. Es entonces una transición hacia las neurosis motrices y viscerales, así como la
hipocondría es una transición, por sus múltiples parestesias, hacia las neurosis de los
sentidos. Efectivamente, una clasificación adecuada incluye clases de transición entre sus
gran des divisiones, siendo la naturaleza un continuo de formas 12.
Además, es necesario precisar que la alienación mental no forma una clase en la
nosografía, se vuelve a encontrar simplemente las cuatro especies que la constituyen en las
vesanías. Ella no es, en efecto, más que una categoría empírica, social, (las enfermedades
mentales crónicas justifican la internación), a eso se debe su dispersión en el seno de una
obra específicamente clasificatoria como la nosografía.
Ubicado el lugar y el estatuto de la locura 13, veamos su estudio concreto14. En primer
lugar las grandes clases en las que se reparten las manifestaciones mórbidas:
1) la manía propiamente dicha, en la que el delirio es general, es decir, que concierne a
todos los objetos, estando lesionadas muchas de las "funciones del entendimiento"
(percepción, memoria, juicio, afectividad, imaginación, etc.) y que se acompaña de una
viva agitación.
Pinel distingue, no obstante, una subvariedad que será la prenda de importantes batallas
futuras: la "manía sin delirio" o "manía razonante", en la que las funciones del
entendimiento están intactas y en la que no subsisten más que la alteración de la
afectividad y la excitación, a menudo furiosa.
2) La melancolía, en la que el delirio está limitado a un objeto o a una serie particular
de objetos, las facultades mentales permanecen intactas fuera de ese "núcleo" delirante y
el comportamiento sigue siendo coherente y comprensible, si se tiene en cuenta las ideas
delirantes. El estado afectivo y el tema del delirio pueden ser de naturaleza triste o de
naturaleza alegre y exaltada.
3) La demencia o abolición del pensamiento, y Pinel precisa que alude como tal al
pensamiento en el sentido de Condillac, es decir, el juicio. La demencia es entonces la
incoherencia en la manifestación de las facultades mentales, el desorden y la movilidad, la
existencia "automática"; la destrucción de la función de síntesis, se habría dicho un poco
más adelante.
4) El idiotismo u obliteración de las facultades intelectuales y afectivas, es decir, la
supresión más o menos completa de la actividad mental, quedando el sujeto reducido a
una existencia vegetativa, con restos esporádicos de actividad psíquica (ensoñaciones
dulces, sonidos semiarticulados, crisis de excitación). Puede ser congénita o adquirida, y
entonces a menudo transitoria.
Subrayemos enseguida el error profundo que constituiría toda tentativa de identificar
estas categorías, puramente sintomáticas, con nuestras entidades actuales. Los términos
que sobrevivieron podrían fácilmente inducir al error, y todavía se ve a historiadores según
los cuales Pinel habría descripto la melancolía o la manía, pero no habría aislado la
paranoia o habría confundido esquizofrenia e idiotez. Pinel, naturalmente, vio todo, pero
no con nuestra mirada; su nosología apunta a crear grandes clases fenoménicas, de
comportamientos, persuadido como está de que esas grandes divisiones recubren algo de
la esencia de lo real. Nosotros pensamos con categorías muy diferentes: son para nosotros
los pequeños signos los que importan y los que definen el fenómeno. La manía de Pinel (e
inclusive, excluyendo la manía sin delirio) incluye los estados de agitación, ya sea los que
consideramos actualmente maníacos o epilépticos, confusionales, esquizofrénicos,
delirantes, ansiosos, histéricos. Por otra parte, estas categorías pueden "complicarse" 15:
accesos maníacos en la demencia, el idiotismo, o la melancolía, idiotismo terminando la
manía o lo contrario, etc.
Es la misma concepción que hace de la alienación mental una unidad, pues empírica y
metodológicamente forma un grupo homogéneo de fenómenos, claramente diferente de las
otras enfermedades y, por ende, detrás de los fenómenos corresponden a algo de las
esencias 16. Es el lugar para precisar un punto que tendrá una cierta importancia en lo que
sigue: la Nosografía clasifica las enfermedades mentales en grandes categorías,
sirviéndose para ello de los síntomas más notorios; es entonces con las fiebres (primera de
las cinco clases) en parte y sobre todo con las flegmasías (inflamaciones: segunda clase)
donde es clasificado el delirio febril agudo, siendo allí el delirio un síntoma y no el
fenómeno esencial. Por lo tanto, sin que el problema esté bien explicitado, Pinel mismo
comienza el trabajo de separación de las locuras sintomáticas y de las locuras idiopáticas o
esenciales que continuará como veremos a lo largo de todo el siglo XIX a través de
Georget, Baillarger, Magnan y finalmente Kraepelin.
Para el trabajo de descripción clínica que emprende y que debe proseguirse, a partir de
las grandes clases que ha definido, hacia una precisión y una fineza cada vez más grande,
Pinel recomienda continuamente utilizar, tanto como se pueda, el trabajo de los psicólogos
y en particular el de Locke y Condillac. Para estudiar en su detalle las perturbaciones de
las funciones mentales en la locura, lo mejor es empaparse con sus observaciones, con el
análisis que realizaron de las funciones de la mente normal, lo que facilitará la descripción
de los trastornos de esas funciones en el alienado.
Así, lo que no constituía más que un pequeño capítulo de la primera edición del tratado
(p. 21 a 25) se transformará en la segunda sección de la segunda edición (p. 55 a 128),
ancestro de todos los capítulos de semiología de los tratados posteriores, donde se
examinan las perturbaciones de las diversas facultades del entendimiento: sensibilidad,
percepción, pensamiento, memoria, juicio, emociones y afecciones morales, imaginación,
carácter. La división es tomada de los análisis clásicos de esas facultades en aquella época.
Incluso allí, Pinel da pruebas de prudencia y eclecticismo y, por ejemplo, no se privará, a
propósito de la manía sin delirio, de criticar a Locke (p. 149, primera edición), a pesar de
su 'justa admiración" por haber supuesto siempre una lesión intelectual, es decir, una idea
delirante como fuente de la locura. El horror a los sistemas no se limita en él a los de sus
adversarios: aconseja para evitar "las divagaciones del Ideologismo" no pedir prestado a
esas ciencias "accesorias" ideas sino "con una suerte de sobriedad, sólo tomar aquellas que
son las menos cuestionadas" y agregarles la observación (p. 51 y 52 de la introducción,
primera edición).
El rechazo de todo sistema totalizante no impide a Pinel profesar una doctrina bastante
precisa sobre la alienación mental, que ahora resumiremos.
Hemos visto que, como Cabanis, es partidario de una concepción materialista psico-
fisiologista: la mente es una manifestación del funcionamiento del cerebro y las
"relaciones de lo físico y de lo moral en el hombre" 17 le parecen fundamentales y
permanentes. La locura, la concibe entonces como un desarreglo de las facultades
cerebrales, y propondrá a ese desarreglo cierto número de causas:
1) causas físicas primero:
— directamente cerebrales: un golpe violento sufrido en la cabeza, una conformación
viciosa del cráneo (mantiene en particular esta causa para algunos casos de idiotismo
congénito, a los que consagra la séptima sección de la segunda edición del tratado).
—- simpáticas, es decir que alcanzan el cerebro como consecuencia de sus lazos con
los otros órganos del cuerpo: supresión brusca de un exutorio o de una hemorragia 18, de
una afección cutánea o de un herpes, gota, consecuencias de diversas fiebres.
Se relacionan con este orden de causas, las causas fisiológicas (partos, edad crítica de
las mujeres) y el hábito de la ebriedad.
Las mismas ideas fundarán la concepción general del tratamiento. Por lo menos, al igual
que los dogmas y los sistemas que florecían todavía en aquella época, (humorismo
galénico, solidismo de Willis y Boorhave, iatroquimismo de Paracelso, animismo de Stalh,
etc...) Pine condena a los empíricos y a su búsqueda de un remedio "específico" por vía
del azar, con toda la charlatanería que esto puede implicar. Rechaza el activismo
terapéutico, el intervencionismo desatado e intempestivo de ambos, y la práctica de la
época no podía más que reforzarle esas ideas: las purgas y los vomitivos sistemáticos de
los antiguos (eléboro) habían sido suplantados por la sangría y, regularmente, Pinel recibía
del Hotel-Dieu alienados exangües y moribundos; si escapaban al tratamiento, a menudo
quedaban dementes e incurables. De Hipócrates retomará la idea de que la enfermedad tal
como se nos presenta es esencialmente una reacción saludable del organismo contra la
acción de causas que perturban su equilibrio, cuya terminación natural es la cura. Citemos
un poco más extensamente, por una vez, un pasaje que resume todo lo que hemos dicho
hasta aquí de la naturaleza de la locura (primera edición, p. 38-39): "Una afección intensa
adecuado para ejercer sobre él un poder irresistible y para cambiar el círculo vicioso de
sus ideas" (primera edición, p. 58: siguen ejemplos para ilustrar esta "verdad sensible")-
Para obtener este resultado, es necesario conducirse de una manera que suscite el respeto
del alienado y su confianza; y para obtener esa "transferencia paterna" Pinel no carece de
ideas. Primero, si a menudo es necesario intimidar al alienado, por ejemplo con
demostraciones de fuerza (primera edición, p. 66: un "aparato imponente de represión", es
decir, enfermeros numerosos y decididos), es necesario, sin embargo, no emplear nunca la
violencia ni los métodos degradantes: la dulzura y la comprensión bastarán a menudo; los
agitados, por ejemplo, los furiosos, no serán encadenados, sino que se los dejará "divagar"
por el parque del asilo, munidos simplemente del chaleco de fuerza, o en el peor de los
casos, se los encerrará en celdas.
En ciertos casos, se montan estratagemas: representaciones diversas que "realizan" más
o menos el delirio del enfermo, como ese melancólico convencido de que estaba en la lista
de sospechosos de la Convención y a quien tres hombres disfrazados de jueces van a darle
un certificado atestiguando su patriotismo 26.
A veces es el sarcasmo, el miedo, la confianza, un contrato firmado con el enfermo, la
visita inesperada y cuidadosamente calculada de personas queridas que determinan el
choque afectivo buscado y que sacan brutalmente al sujeto de su delirio. Otras veces, la
vida regular del asilo, el aislamiento y el reposo, las ocupaciones que distraen (trabajo, la
recuperación del pasatiempo favorito después de una larga interrupción) bastan.
Todo esto implica cierto número de recomendaciones institucionales: la proscripción de la
violencia y de las vejaciones inútiles (cadenas, visitas de extraños) ciertamente, pero
también la existencia de un personal numeroso y bien entrenado, habituado a observar y a
comprender a los enfermos, un supervisor jefe que controle perfectamente a sus hombres y
que esté totalmente consagrado al médico, locales que permitan aislar las diferentes
variedades de alienados entre sí, sustraer a los idiotas de la mirada, espacio, posibilidades
de trabajo para los enfermos. En suma, el asilo debe ser un centro de reeducación modelo
y "panóptico" 27 en el que la sumisión es el primer paso hacia la cura; como lo hemos visto
anteriormente, una educación mal hecha predispone a la locura; en el asilo, por el
contrario, el sujeto adquirirá una educación modelo que se prolongará en los consejos
profilácticos para evitar una recaída.
Vemos nuevamente perfilarse aquí las posiciones, éticas esta vez, de los Ideólogos: su
movimiento es esencialmente filantrópico y social. En todos los dominios apunta a una
reforma de las costumbres, a una sociedad sana y reglada, lejos de la decadencia del
Ancien Régime o del tumulto revolucionario. Creyeron un instante haber encontrado en el
primer cónsul al hombre que realizaría sus grandes proyectos sociales. De todas maneras,
estuvieron en el origen de un vasto movimiento de asunción y de regulación del espacio
social, por ejemplo, en el dominio de las prisiones 28.
**************
los casos (exceptuados los idiotismos congénitos en los que una malformación cráneo-
encefálica le parece frecuente), la locura está exenta de daño material del cerebro. Esta
toma de posición tiene una primera consecuencia, la de proporcionar a la idea de la
curabilidad de la locura una base teórica: el cerebro no está dañado, la mente solamente
está alterada en su funcionamiento, de donde surge la acción posible del tratamiento moral
y la curabilidad potencial de la locura en una proporción que estima muy elevada (cf.
segunda edición, p. 444 a 452), al menos para la manía y la melancolía no complicada. En
la demencia y el idiotismo las curas son raras: el entendimiento está tan disociado que el
sujeto permanece inaccesible a las percepciones exteriores y, por lo tanto, a las influencias
exteriores, éstas son sin embargo, posibles, especialmente en el idiotismo adquirido,
mediante el uso del tratamiento físico estimulante. Pinel se yergue así contra el dogma de
la incurabilidad de la locura, bastante extendido en esa época, y es esto lo que hace que le
otorgue tanta importancia a la "manía" intermitente que constituye el tema de su primera
memoria psiquiátrica (1797); aquella que versa sobre el tratamiento moral, y no es una
coincidencia, es del año siguiente 30; la intermitencia es, en efecto, el modelo y la prueba
de la curabilidad. Precisemos que la "manía" intermitente tiene aquí el sentido amplio de
alienación mental; Pinel no ha separado, todavía, sus categorías nosológicas: cita allí, por
ejemplo, cinco insensatos aquejados de una suerte de obliteración de las facultades del
entendimiento o de lo que se puede nombrar una "demencia de imbecilidad" (primera
edición, p. 39). Se trata del género de casos que denominará más tarde idiotismo
adquirido: ¡aquí lo da como ejemplo de manía intermitente! Entonces, no se puede
comprender aquí manía más que en el sentido amplio de locura, es lamentable que Pinel
mismo, en la memoria nosológica de 1799 31, remita, en el parágrafo sobre la manía (esta
vez en el sentido restringido), a la memoria sobre la manía intermitente para establecer el
carácter típico de un acceso de manía periódica para la manía en general. Es
probablemente este género de imperfecciones debidas a la constitución heterogénea de la
primera edición del tratado (cf. más arriba y G. Swain) lo que llevará a su reestructuración
completa en la segunda edición.
Pero, esta desconfianza hacia la anatomía patológica tendrá una consecuencia más
importante a mediano plazo; la de colocar muy rápidamente a Pinel contra la corriente del
gran movimiento anátomo-patológico que Bichat inauguró. Su posición escéptica en
relación a la clase de las fiebres (primera clase de la nosografía) le valdrá los ataques
furiosos de Broussais y finalmente una derrota completa 32. En relación a las neurosis y,
por lo tanto, a la locura, será muy rápidamente atacado por el mismo Broussais 33 y
abandonado por una parte de sus alumnos (ver más adelante el capítulo 3). Sin embargo,
por un tiempo su posición permanecerá más sólida, pues se corresponde más con la
realidad objetiva. Veremos cómo Bayle tendrá finalmente razón, con bastantes
dificultades, por otra parte. Pero es importante ubicar la suerte de hiato que se introduce
entre Pinel y su escuela psiquiátrica por un lado y el resto de la medicina de la época por
otro. Puede ser atribuido en gran medida a la especificidad de los problemas que plantea el
campo psiquiátrico y que, como veremos, es el factor dinámico de su organización en
saber.
Por el momento retengamos sobre todo la distancia que Pinel introduce entre la
observación de los fenómenos y el ensayo de presentar una teoría explicativa sobre los
mismos, que oriente el comportamiento del practicante. Esa distancia fundamental y la
jerarquía que se introduce así entre observación y explicación es la que funda la clínica y
la que constituye la ruptura que opera, con una consciencia aguda de su originalidad,
Philipe Pinel. Rompe así, en efecto, con esa suerte de unidad sincrética que hacía
interpenetrarse sin límite neto la forma mórbida y el concepto que daba cuenta de ella34
Capítulo 2
ESQUIROL
- casos de división del yo en los que la razón y la locura se alternan , el alienado no está
loco más que en el momento de sus actos delirantes y sigue lúcido fuera de esos períodos,
criticando entonces su comportamiento. Sostenía este punto de vista en nombre de la
unidad del yo.
Más tarde, cambia esta opinión y reconoce la existencia de impulsos a los que el yo no
puede siempre oponerse con éxito. El trabajo de análisis dejará finalmente una distinción
tripartita:
- monomanías intelectuales, donde delirio, ilusiones y alucinaciones están en un primer
plano.
- monomanía afectiva o razonante, en la que las alteraciones del carácter, de la afectividad
y del comportamiento son sostenidas por capacidades intactas de razonamiento y de
racionalización. La mayor parte de los casos de manía sin delirio de Pinel entran en este
marco, como la locura moral del Doctor Pritchard (se trata sobre todo de accesos
hipomaníacos).
- monomanía instintiva o sin delirio en la que "el enfermo es llevado a actos que la razón
y los sentimientos no determinan, que la consciencia reprueba, que la voluntad no tiene
más la fuerza de reprimir" (II, p. 2).
La monomanía instintiva causará una gran controversia debido a sus incidencias
médico-legales: juristas y jueces criticaron esta coartada fácil suministrada a los
criminales 8. La psiquiatría está en esa misma época construyéndose un lugar importante
en el campo de la jurisdicción penal y esa cuestión de la "monomanía homicida" se
encontrará en el centro del conflicto de competencia 9. En general, son casos de obsesión-
impulsión los que sirven de modelo a una teoría que se aplica sobre todo a las impulsiones
epilépticas o esquizofrénicas.
De ese largo trabajo de elaboración del marco de las monomanías quedarán algunas
imperfecciones y algunas vaguedades:
Una monomanía puede ser caracterizada por su coloración afectiva, triste o alegre, o por
su estructura psicológica. En la práctica, Esquirol describe claramente una lipemanía
razonante (I, p. 420), pero se trata de un caso de depresión con consciencia que, en estricta
lógica, no es ni razonante (porque no es asumida por el yo) ni instintiva (porque no se trata
aquí de la impulsión a un acto). De hecho, la división lipemanía-monomanía no se aplica
más que a las monomanías intelectuales (o delirantes), las otras monomanías permanecen
indivisas. Por ejemplo, el suicidio es una monomanía cuando debería tratarse de una
lipemanía instintiva o en rigor razonante.
Quedará la costumbre de llamar monomanía a toda suerte de actos mórbidos (incendio,
robo, asesinato, ebriedad, suicidio, etc.), ya sean estrictamente impulsivos o parte y
consecuencia de un estado delirante, incluso de otro cuadro clínico tal como manía,
demencia, idiotez. Las monomanías están así a caballo en el plano de los síntomas y en el
de los síndromes; esta decadencia conceptual justificará la reserva de los autores
(Griesinger por ejemplo o Falret y su escuela) y requiere un desmembramiento.
Como balance, la nosología de Esquirol se presenta como un progreso neto sobre la de
Pinel, pero también como imperfecta y virtualmente inestable. Sin embargo, su gran valor
clínico se impondrá durante un cuarto de siglo al menos. Debe indicarse al respecto, que
Esquirol considera a las formas que describe como teniendo un valor "genérico", aunque
reconoce que pueden combinarse o sucederse en cualquier orden y que corresponden a
"muchas afecciones de origen, naturaleza, tratamiento y terminación muy diferentes (I, p.
23). Como en Pinel, esos géneros "demasiado distintos para poder ser confundidos alguna
vez" (ibid) corresponden a esencias distintas que Esquirol, también, parece asimilar a tipos
de reacción cerebral. A eso se debe el acento puesto sobre la constitución física del sujeto
************
No haremos más que sobrevolar los otros problemas planteados por la locura y tratados
por Esquirol, siendo sus posiciones totalmente conformes con las de Pinel, con algunas
notas personales agregadas. Considera la alienación mental como debida a causas físicas y
morales, atribuyendo a estas últimas un neto predominio. Se extiende de manera detallada
sobre las causas físicas y en particular sobre la herencia, la "causa" predisponente más
común de la locura (I, p. 64), tesis destinada a tener un gran futuro. Sobre todo, se lo ve
con la herencia, su concepción de las causas es más fina, jerarquizada y multifactorial que
la de Pinel: las distingue en predisponentes y precipitantes, lo que permite hacer jugar en
cada caso un conjunto de causas morales y físicas. Como Pinel, ubica la sede principal de
la locura (en particular para las causas morales, las pasiones) en el sistema visceral: "tanto
las extremidades del sistema nervioso y los centros de sensibilidad ubicados en las
diferentes regiones, así como el aparato digestivo, el hígado y sus dependencias son el
asiento principal del mal" (I, p. 75).
En lo que se refiere a los principios del tratamiento, volvemos a encontrar también, en
sus grandes líneas, la concepción de Pinel: gusto por el método expectante hipocrático.
utilización moderada y adaptada a cada caso de la farmacopea (las indicaciones sobre la
misma son quizás un poco más largas y detalladas), insistencia sobre el tratamiento moral.
Es sobre todo a propósito de este último que se puede constatar, como lo hará notar más
tarde Leuret 11, un ligero deslizamiento de perspectiva, que proviene sin duda en parte de
la diferencia de personalidad de ambos autores: Esquirol parece menos autoritario y activo
que Pinel.
Se encuentra en él una gran insistencia sobre los medios de romper el círculo vicioso de
las ideas (aislamiento en un establecimiento especializado, viajes, ocupaciones, ya se trate
de distracciones o de trabajo) actuando, conforme con la teoría que tiene sobre las
Capítulo 3
LA DESCENDENCIA DE ESQUIROL
Puede considerarse que, durante una generación (1820-1850), la obra de Esquirol es, en
sus grandes líneas, objeto de un consenso general y los trabajos de los alienistas franceses,
sus alumnos, se refieren a puntos secundarios que los dividen ásperamente. Un hecho es
claramente revelador de esta situación: el tratado de Esquirol es la única obra
relativamente completa sobre las enfermedades mentales durante este período, siendo
todas las otras publicaciones, monografías sobre temas más o menos especializados. En
este capítulo, entonces, estudiaremos más bien las corrientes de ideas que los autores;
haremos sin embargo una excepción con Georget, debido a su importancia y a la claridad
de su pensamiento.
El más importante de los debates que dividen a los alumnos de Esquirol concierne a un
problema del que no hemos terminado de hablar: ¿la alienación mental tiene o no una base
anátomo-patológica? El problema se planteaba con creciente agudeza, primero, como lo
hemos visto, porque las posiciones de Pinel y de Esquirol ponen a la medicina mental en
una posición inestable respecto a toda la ortodoxia de la medicina científica; sus alumnos,
que hicieron sus estudios médicos desde esa perspectiva, claramente están tentados de
aplicar los mismo principios al campo psiquiátrico. Pero otra influencia juega un papel
cada vez más importante durante este período: es la frenología de Gall, es decir, la primera
doctrina coherente de las localizaciones cerebrales 1. Se sabe que Gall fue un neuro-
anatomista de primerísimo plano y el primero en haber establecido el papel fundamental
de la materia gris y, en particular, de la corteza cerebral en el funcionamiento nervioso; de
él proviene la localización cortical de las funciones intelectuales y psicológicas. A esos
aportes incuestionables, agrega una concepción pluri-orgánica de la corteza y por lo tanto
la idea de la localización de las diferentes funciones que ella asegura; es en la
determinación de esas funciones y de esos territorios corticales donde Gall se aventurará a
conclusiones prematuras. Partiendo del postulado del paralelismo de las superficies
craneanas y corticales, le agrega el de la relación proporcional entre el valor funcional de
un territorio y su volumen; finalmente determina una lista arbitraria de veintisiete
"facultades" localizadas que le parecen resumir la naturaleza del hombre incluyendo la
animalidad, y que van desde el gusto por los riesgos y los combates hasta el talento
poético, pasando por la memoria de las personas y el sentido de orientación. Las
capacidades, talentos o defectos se diagnosticaban entonces según la presencia de una u
otra protuberancia sobre la superficie craneana; de ellas nos quedó la "protuberancia de las
matemáticas". Gall tenía así la esperanza de encontrar para cada territorio una monomanía
que se correpondiese con aquél y una protuberancia concomitante en el examen del cráneo
del alienado. Agregaba bastante charlatanería o mitomanía a todo esto para encontrar en
todos lados la confirmación de sus doctrinas 2.
Pese a sus exageraciones, el sistema de Gall ejerció una verdadera fascinación sobre
muchos jóvenes alienistas, como por otra parte sobre el público intelectual de la época;
hombres del valor de Broussais o de A. Comte lo estimaban mucho. El papel de la corteza
y la doctrina de las localizaciones tenían una fuerza convincente que el futuro no haría
más que confirmar 3, desmintiendo a la vez a Gall. Quizá fue más la idea de las
localizaciones que la doctrina de las "protuberancias" la que tuvo una verdadera
influencia: sobre este punto la obra de G. Spurzheim, colaborador directo de Gall,
Observaciones sobre la locura, publicada en Francia en 1818, corresponde mejor a las
preocupaciones de los alienistas. Expone en ella la idea de que si la hipertrofia de un
territorio cortical se manifiesta por una perturbación mental, su irritación por un proceso
mórbido (inflamación o lesión orgánica) puede tener el mismo resultado 4 ; completando
así a Gall con Broussais, Spurzheim abre una dirección de investigación anátomo-
patológica.
Si muchos de los grandes alienistas de la época formaron parte, en un momento u otro, del
movimiento frenológico (puede citarse a Ferrus, Voisin, Scipion Pinel, Brierre de
Boismont), las influencias conjugadas del movimiento anátomo-patológico y de Gall
llevaron a todo un grupo a empecinarse en descubrir lesiones cerebrales en la alienación
mental, reanudando así la corriente "solidista" pre-pineliana. Algunos de los que
condenaban la frenología (Calmeil, Foville, Falret) no dejaban de proclamar un
"anatomismo" de principio. Entre los trabajos más importantes y más influyentes, debe
citarse las memorias de Parchappe 5, por otra parte opositor de Gall, que hicieron
"autoridad en la ciencia" 6.
A esa corriente se oponía otra que mantenía las posiciones escépticas de Pinel y de
Esquirol. Retomando sus argumentos (cf. Cap. 1 y 2), les era fácil mostrar la disparidad y
a veces las contradicciones de las observaciones de los anatomistas 7: las lesiones
encontradas en la autopsia de los alienados podían, ser consideradas o bien como la
expresión de enfermedades independientes, o bien como complicaciones o consecuencias
de la locura, lejos de ser su causa (es la doctrina oficial de la parálisis general). La
alienación mental les parece ser la consecuencia de una modificación funcional,
"semejante a la que producen los sueños, que ocasiona falsas convicciones en individuos
razonables, que excita los instintos y las pasiones"(Leuret, Tratamiento moral, p. 66).
**********
otro, las perturbaciones idiopáticas cuya causa precisa nos es desconocida, pero que
resultan, obviamente, de perturbaciones puramente funcionales. Son ellas las que
constituyen la locura propiamente dicha.
- el delirio agudo, término que elige para designar las perturbaciones mentales
sintomáticas, ya sean simpáticas de una afección de un órgano distinto al cerebro (delirio
febril, frenesías, etc.), secundarias a un daño lesional cerebral (golpes, caídas sobre la
cabeza, compresiones hemorrágicas...) o signos de una intoxicación mayor (alcohol, opio,
belladona, etc...) 10. Los distingue por caracteres clínicos donde se puede reconocer un
cuadro ya suficientemente preciso de la confusión mental (imperfección de las
sensaciones, abolición de las facultades afectivas y del juicio, discurso deshilvanado y sin
continuidad, amnesia, delirio de sueño), por caracteres evolutivos (curación o muerte
dependen de la alteración causal, siendo el delirio sólo su manifestación) y de terreno
(escaso alcance del factor hereditario, reconocible en más de la mitad de los alienados).
Traza su diagnóstico diferencial con la demencia en la que la alteración del juicio domina
la perturbación de la conciencia y de las percepciones.
- la locura propiamente dicha, para la cual retoma las categorías de la nosología de
Esquirol, aportándoles una modificación importante. Separa, en efecto, la demencia aguda
(idiotismo adquirido de Pinel) y hace de ella un género particular, la estupidez, "ausencia
accidental de la manifestación del pensamiento, ya sea que el enfermo no tenga ideas o
que no pueda expresarlas" (p. 52), síndrome estuporoso puro 11 en estricta conformidad
con la concepción "conductual" de las nosologías de este período. Así la demencia deviene
un estado incurable terminal, manifestación de una desorganización cerebral que la
parálisis general y la muerte completarán "en más de la mitad de los casos" (p. 55).Puede
ser secundaria a otras locuras o primitiva (senil).
- finalmente, clasifica aparte a la idiotez, pues "una falta originaria de desarrollo no es una
enfermedad en el sentido estricto" (p. 45).
Estas tres grandes categorías serán retomadas por Baillarger y Parchappe y tenderán a
perdurar hasta nuestros días, con reorganizaciones internas de las que daremos cuenta.
- el aislamiento, elemento pasivo pero fundamental, que saca al alienado de un medio que
causó y mantiene su perturbación, lo ubica en un medio nuevo que a la vez significa
cambio y lo obliga a adaptarse. Todo entonces está regulado para obtener la sumisión y la
confianza del alienado, al mismo tiempo que se proporcionan las condiciones para el
cambio de su estado mental.
Pero para terminar, Georget enuncia un principio que es una consecuencia lógica de la
concepción, finalmente muy organicista, que se hace de la locura, y que está en
contradicción con la exposición muy ortodoxa que acaba de hacer del tratamiento moral:
debe vigilarse, durante la enfermedad y la convalescencia, el empleo adecuado del órgano
enfermo, que es el cerebro: "¿qué se diría del médico que recomendara correr a un gotoso
o a un reumático?" (p. 146). Este principio tiende obligatoriamente a limitar el tratamiento
moral a lo que éste tenderá a convertirse cada vez más en el curso del siglo: una higiene
cerebral, en la que el aislamiento, el reposo y las distracciones juegan el papel principal,
pasando progresivamente a segundo plano el aspecto psicoterapéutico, en particular en sus
aspectos más espectaculares. Los principios que planteó Georget van en ese sentido; no
contradecir al alienado, no mantenerlo en su delirio, es prohibirse una acción directa sobre
éste. Algunos años más tarde, será categórico: "no se buscará para nada hacer razonar a los
alienados para conducirlos nuevamente al sentido común, pues errores son tan necesarios
como los desórdenes de toda función cuyo órgano está enfermo... Los errores de los
alienados son tan necesarios, son la consecuencia tan directa de la alteración de su cerebro,
como los desórdenes de una función cualquiera son la consecuencia del desorden del
órgano que preside a esta función" 17. Esta posición, coherente en el plano teórico, será
ampliamente adoptada, y conducirá a la declinación del tratamiento moral de Pinel. Leuret
intentará, varias veces, oponerse a este movimiento, especialmente en su gran obra de
1840, pero nada contra la corriente y él mismo está bastante lejos de Pinel; su técnica
reposa en efecto esencialmente sobre la intimidación y rechazará más de lo que
convencerá.
************
En las ideas de Georget hay una tesis sobre la que ya hemos llamado la atención y que será
rechazada, o más bien mantenida en silencio por la mayoría de los alienistas. Es la idea de
una división etiológica de las causas mentales: causas morales para la locura, físicas para
el delirio agudo, única afección "simpática" es decir secundaria de perturbaciones de otros
órganos.
Vimos que Pinel y Esquirol, y el grueso de sus alumnos los siguieron en esta vía, admiten
causas tanto morales como físicas para las mismas formas clínicas a las que consideran
como tipos de reacciones cerebrales, determinadas no por las causas, sino más bien por
factores dependientes del estado general del organismo en el momento de su acción y a su
"tipología" constitucional. Un autor algo marginal en la historia de la psiquiatría, pero
cuya influencia fue sin duda muy importante debido a su prestigio, Broussais, hará, al
contrario de Georget, de la simpatía el mecanismo etiológico esencial de la locura 18.
Considera las enfermedades mentales como la consecuencia de una inflamación
(irritación) cerebral o del proceso crónico que ella desencadena (atrofia, endurecimiento) y
considera que la perturbación primaria es casi siempre una afección del tracto
gastrointestinal que reacciona simpáticamente sobre el cerebro. Broussais no era, por otra
parte, alienista y sus consideraciones clínicas y terapéuticas son tomadas de Esquirol.
Debe recordarse en relación a este tema la importancia de las ideas frenológicas: permiten
admitir una predominancia de las causas morales y la ausencia de lesiones orgánicas en
ciertas locuras, sin por ello renunciar a la idea de una modificación material: en efecto, la
predisposición (hereditaria o congénita), la hipertrofia del órgano encefálico
correspondiente (y la protuberancia craneana que permite asegurarse de ello) son así los
responsables del desorden de las ideas. Ferrus particularmente defenderá esta posición que
permite ser dualista sin dejar de ser anatomista.
La segunda rúbrica concierne al trabajo de análisis de los cuadros que la clínica ya aisló,
como lo recomendaba Pinel. El principio es siempre reducirlos a perturbaciones
elementales cuyos modelos se pueden encontrar en la psicología normal. En algunos
autores, ese trabajo sirve para una clasificación de las especies mórbidas en grupos:
Esquirol nos dio un modelo con sus tres clases de monomanías que consisten de hecho en
reagrupar tres síndromes clínicos diferentes en base a un análisis psicológico idéntico
(lesión de una sóla facultad); igual que en las demencias agudas y crónicas. Así Ferrus
querrá separar las debilidades intelectuales (adquiridas: demencias; innatas: idiotez; o
accidentales: estupidez) de las perversiones intelectuales generales (manía) o parciales
(monomanía, hipomanía, alucinaciones)21. Pero el riesgo entonces es forjar un cuadro a
priori de las facultades mentales y querer completarlo a cualquier precio, oponiendo la
disminución y la exaltación de cada función; esta dirección conlleva un abandono del
principio clínico que inauguró Pinel y cuyo devenir tratamos de determinar. Scipion Pinel,
cuyos presupuestos frenológicos justifican su búsqueda, puede ser citado como ejemplo de
esta "desviación" que lo conduce, por ejemplo, a clasificar la manía en las lesiones
intelectuales (por exaltación) y la sobrexcitación maníaca en las lesiones de la motilidad
(por exaltación igualmente) junto a la corea y a las convulsiones, o a separar las ilusiones
y las alucinaciones (lesiones de los sentidos) de las monomanías intelectuales (lesiones
intelectuales), en resumen a escindir unidades clínicas por mentalidad de sistema 22. En
Delasiauve la misma búsqueda culminará en una clasificación extremadamente confusa de
las alienaciones parciales, donde la obligación de simetría lo obliga a crear lesiones
asténicas que se oponen a las lesiones activas y que no se manifiestan más que por la
hipertrofia de la tendencia antagónica, pura construcción teórica que ningún ejemplo
clínico sostiene 23. Los psiquistas alemanes (cf. Cap. 4) constituyen otro ejemplo de esta
mentalidad (cf. la clasificación de Heinroth) 24.
La primera, cuyo representante más conocido es Lélut 26, subraya el aspecto estésico de la
alucinación y, apoyándose en Locke, Condillac y los Ideólogos, concibe la alucinación
como el despertar del carácter esencialmente perceptivo de las imágenes mentales por un
proceso que Freud llamará, medio siglo más tarde, una "regresión tópica", cuyo modelo es
el sueño. Una discusión apasionada se entablará para decidir si esta regresión es siempre
patológica (opinión de Lélut) o si puede ser el efecto de una concentración de la atención y
por lo tanto producirse en un sujeto normal, incluso superdotado 27.
La segunda, que puede legítimamente reivindicar su paternidad en Esquirol (cf. Cap. 2),
analiza el fenómeno alucinatorio como una perturbación de la creencia, en la que la
consciencia debilitada se deja engañar por los fantasmas engendrados por la imaginación y
la memoria. De allí en más, como lo subraya Moreau de Tours 28, que extiende por otra
parte esta explicación al conjunto de la patología mental (delirios, perturbaciones
afectivas, impulsos irresistibles, desorientación témporo-espacial, exaltación maníaca), es
el "estado primordial" el que precede y explica la alucinación. Ese estado representa una
disminución de la vigilancia, una dominación del poder de síntesis y de control voluntario
del yo por las facultades inferiores exaltadas; su modelo es el sueño, y es lógico que
Moreau de Tours concluya en una identificación completa entre el estado de sueño y la
locura 29. Esta concepción es, ya se habrá notado, netamente mentalista y al mismo tiempo,
en lo esencial, más organicista que la precedente, ya que no podría admitir alucinaciones
"fisiológicas". Moreau es por otra parte uno de los primeros en sostener un organicismo
integral.
Leuret presenta una posición más flexible y más cercana a los hechos clínicos 30. Subraya
también el carácter estésico del hecho alucinatorio que desaparece en parte en la teoría de
la creencia y que le parece exigir "una acción particular de nuestros órganos"; sin
embargo, encontrando en los hechos de la inspiración un modelo, insiste en la disociación
mental: ésta engendra la desapropiación de pensamientos que le parecen tan ajenos al
sujeto que su contenido lo sorprende a menudo y a veces le enseña. Leuret inaugura
entonces las teorías llamadas psicosensoriales o mixtas cuya versión más completa dará
Baillarger 31, introduciendo la distinción, que se volvió clásica, entre alucinaciones
psíquicas (representación xenopática sin carácter estésico, en donde por ende la teoría de
Moreau y Esquirol es válida) y alucinaciones psicosensoriales, cuyo carácter netamente
estésico muestra la intervención de los aparatos perceptivos, donde la psicogénesis es por
lo tanto insuficiente, habiendo intervenido un factor de orden neurológico.
1. No podemos aquí más que volver a referir a los trabajos de G. Lantéri-Laura, que hizo mucho para dar todo su valor a la
frenología, más allá del juicio demasiado rápido de la historia. Cf. Histoire de la phrénologie y también su reciente obra
con Hécaen.
2. Cf.las anécdotas bastante mordaces de Leuret, Traitement moral, p. 49 a 51.
3. Cf. Lantéri-Laura y Hécaen, Evolution de les connaissances et des doctrines sur les localisations cerebrales.
4. Esta manera de enfocar las cosas lo lleva a negar todo valor a la forma clínica, puro efecto del azar de la extensión y de
la Iocalización del proceso. En esto se sitúa fuera de la corriente surgida 5. de Pinel.
5. Recherches sur Vencéphale, Premier et deuxiéme mémoires; Traite de la folie.
6. Comentarios de B. de Boismont en la bibliografía de su gran artículo "Des maladies mentales". 1866.
7. Cf. Lelut. Inducíions sur la valcur des altérations de l'alienation mentale; Leuret. Traitemenimoral, cap. I
8. De la Folie, 1820.
9. Cf. Su introducción, p. 16. a la reedición que nos procuró de la obra de Georget. Reedición desgraciadamente mutilada,
pero que reproduce lo esencial y cuya paginación utilizaremos por comodidad. No seguiremos integralmente el
comentario de J. Postel que muestra, sin embargo, el punto crucial.
10. Cf. p. 110-111.
11. Que Chaslin confundirá más tarde con el delirio agudo de Georget en su "confusión mental". como lo señala J. Postel.
No es, por otra parte, el primero en hacerlo (Etoc-Demazy, Delasiauve).
12. Es necesario, una vez más, subrayar la importancia de las posiciones de Georget: por primera vez. encontramos una
división de las formas clínicas de las perturbaciones mentales en función de la causa; la superposición de una división
etiológica y de una división patogénica (locuras sintomáticas e idiopáticas) oculta la originalidad de las ideas de Georget,
pero es la primera vez que esta idea se manifiesta y quedará oculta hasta Morel que la volverá a encontrar por su propia
cuenta.
13. Esto es, nos parece, lo que J. Postel entendió mal.
14. Como lo indicamos más arriba, Georget considera las habituales causas físicas de la locura (por ejemplo las
perturbaciones digestivas y la supresión de los derrames) como síntomas secundarios de éste, que aparecen
posteriormente.
15. Es uno de los argumentos de Georget para separar esta forma de la demencia.
16. Este tipo específico de reacción cerebral que es la locura exige una constitución especial, de la cual la herencia
suministra una explicación cómoda.
17. Art. "Folie" del Dictionnaire de médecine, 1829. Citado por Leuret: op. cit, p. 109.
18. Cf. De l'irritation et de la folie. Es igualmente, como lo indicaremos más adelante, la posición de la escuela somatista
alemana, contemporánea de Broussais y de Georget.
19. AMP, 1843. Utilizaremos en adelante las iniciales A.M.P. para citar los Anales Médico Psicológicos, a los cuales
deberemos remitir sin cesar.
20. De la Folie, 1840.
21. "Lecons cliniques sur les maladies mentales", Gazette medícale, 1833, 1834, 1836. Citado en R. Semelaigne, Pionniers
de La Psychiatrie Francaise, p. 151 a 164.
22. S.Pinel, Traite de pathologie cérébrale, 1844. Cité en Semelaigne, op. cit., p. 184 a 188.
23. Delasiauve, Essai de classification des maladies mentales, 1844.
24. Ver su Traite des perturbations de la vie mentale, 1822.,
25. Especialmente por Griesinger y Morel.
26. Le Démon de Socrate, 1836.
27. Opinión de Brierre de Boismont. Cí.Des hallucinations, 1845.
28. Moreau de Tours, Du hashish et de l'alienation mentale, 1845.
29. Cf. su memoria en los Annales Médico-Psychologiques, 1855.
30. Fragments psychologiques sur la folie.
31. "Physiologie des hallucinations", 1844, Recherches sur les makdies mentales, I, 1890.
32. Desde este punto de vista, la referencia constante al sueño como modelo de la alucinación es reveladora. Sirve a Leuret
para sostener la idea del carácter esencialmente psicológico de la locura (cf. más arriba). Moreau encuentra allí un
argumento organicista: soñar totalmente despierto no puede parecerse a la vida psíquica normal. Ey retomará esta
argumentación contra Freud.
33. Expresión muy gráfica que empleaba Mignard, un siglo más tarde.
Capítulo 4
GUISLAIN Y GRIESINGER
Para cerrar este primer período de la historia de la psiquiatría, debemos, todavía, dar
cuenta de la obra del fundador de la escuela alemana, Wilhelm Griesinger. Hasta él, la
"revolución pineliana" no había podido entrar en Alemania. Allí disputaban dos escuelas,
oponiendo entre sí dos sistemas cerrados y completos, de los cuales deducían su forma de
considerar los problemas concretos.
La escuela llamada "psiquista" consideraba la locura como una enfermedad del alma, una
pérdida de su equilibrio armonioso natural; buscaba su razón en una desviación de los
principios divinos (Heinroth) o éticos (Ideler) que deben regular la conducta del sujeto1;
las nosologías que proponía eran deducciones 'formales a partir de una construcción
racional a priori del espíritu humano. La escuela "somática", por el contrario, consideraba
que las enfermedades mentales eran siempre sintomáticas de una afección orgánica y casi
siempre simpática; partía, por otra parte, de una opción igualmente metafísica: la
inalienabilidad del alma, dado que sólo las enfermedades del cuerpo podían alterar la
mente (posición que volveremos a encontrar en Morel); atribuía según Jacobi 2, su
representante más prestigioso, sólo un carácter secundario al cuadro clínico, concentrando
todos sus esfuerzos sobre la investigación etiológica.
**************
1— Guislain considera las frenopatías (término que forjará para reemplazar el de locura,
muy impreciso y próximo al lenguaje común) como reacciones psicológicas a un estado de
dolor moral, de "frenalgia" 5. Encuentra el modelo de esas reacciones en los estados
psicológicos normales (tristeza, estupefacción, exaltación) o paranormales (bizarrerías del
pensamiento, del carácter, simpleza de espíritu); cuanto más próxima es la locura de los
tipos comunes de reacción, será más fácilmente reversible y mejor será su pronóstico. A la
frenalgia inicial le asigna, apoyándose en su larga experiencia de "médico privado" (es
decir vinculado a familias importantes), causas morales; en la inmensa mayoría de los
casos sus verdaderas razones no son confesadas al médico consultante, él, que tan a
menudo conoció "la otra cara de la medalla", lo sabe bien. Sin embargo, a veces admite
causas físicas, o mejor aún un concurso de causas, pero la predisposición hereditaria le
parece siempre esencial.
Esta idea de un dolor inicial, precediendo incluso las locuras de tonalidad afectiva alegre,
será discutida, pero finalmente reconocida bastante ampliamente como un progreso en la
comprensión psicopatológica.
delirantes primitivas de las formas en las que el delirio es secundario a las perturbaciones
afectivas (depresión, ansiedad, exaltación), aislando así, por primera vez, una clase de
psicosis delirante que los alemanes llamarán más tarde paranoia y que distingue de las
perturbaciones afectivas de tipo maníaco y melancólico 6. Esta distinción que veremos
retomada a lo largo de todo el siglo y que nos alcanzó, culmina el trabajo de
diferenciación propiamente sindromático comenzado por Pinel; en el plano nosológico, la
psiquiatría no puede ir más lejos manteniéndose en este punto de vista; siendo la
introducción de otros parámetros (etiología, patogenia, evolución) lo que producirá la fase
siguiente.
Podría sorprender que Guislain confunda en su demencia los casos congénitos (idiotez de
Esquirol), las formas adquiridas (demencia de Georget) y las formas accidentales 1
reversibles (delirio agudo de Georget). Pero sucede que no quiere introducir en su
clasificación ningún criterio extrínseco a la clínica descriptiva, uno de cuyos grandes
maestros tros fue; así se lo ve más cerca de Pinel que de Esquirol.
**************
"Siempre debemos ver antes que nada en las enfermedades mentales una afección del
cerebro" 9. Esta afirmación sin ambages y el considerar la afección cerebral siempre como
material, si bien no siempre aprehensible con los medios de la época, hicieron que se
considerara a Griesinger como el primero de los "organicistas". Los capítulos precedentes
nos parecen demostrar suficientemente la extrema banalidad de semejante afirmación; la
pertenencia de Griesinger a la corriente "anatomista" (cf. cap. 3), al menos a título de
ideal, no cambia nada. Lo que pesó considerablemente en esa apreciación, es que
Griesinger es el autor del primer verdadero tratado de psiquiatría. Efectivamente, vimos
que la obra de Esquirol fue una colección de artículos más que un tratado y que sus
alumnos sólo escribieron monografías. El tratado de Pinel, en su segunda edición al menos
(pues a la primera le caben las mismas objeciones que a la obra de Esquirol), tiene un
estilo muy de su época, bastante literario; las observaciones están mezcladas con las
consideraciones teóricas y no podía ser utilizado como un manual. Se vuelve a encontrar
esas características de estilo en los artículos de Esquirol. Por el contrario, la obra de
Griesinger se presenta ya con las divisiones (consideraciones generales, semiología, etío-
patogenia, formas clínicas, anatomía patológica, pronóstico y tratamiento) que pueden
todavía encontrarse en los tratados de fin de siglo e incluso de nuestros días; las
observaciones están separadas netamente de los parágrafos teóricos que ilustran; el estilo
es muy sobrio, salvo por la ausencia de un índice, la obra puede servir de manual de
referencia que puede consultarse sobre una cuestión que necesite esclarecimiento 10. Esto
explica su éxito y su prestigio, acrecentado en el caso de la traducción francesa por las
notas (y un largo apéndice sobre la parálisis general) de Baillarger mismo. JP. Falret
recomendará su lectura y su hijo la designará "la mejor obra que existe actualmente en
nuestra especialidad"11.
Griesinger se apoya en una psicología muy interesante, mucho más fina que la de los
autores franceses de la misma época. Toma sus tesis principales de Herbart pero sigue
siendo muy personal. Trataremos de aprehender sus grandes líneas, por una parte por su
interés intrínseco, y por otra porque, como veremos, anticipa concepciones que
encontraremos casi un siglo más tarde en Blondel, Guiraud y Jaspers, finalmente porque,
sin duda, influenció fuertemente a Freud; su ejemplar estaba "cuidadosamente subrayado
con lápiz"12; particularmente "es del mayor interés la acumulación de marcas en las
páginas en las que Griesinger presenta su teoría del ego y su concepción de la
metamorfosis del ego"12 en el delirio, tesis que Freud retomará muy ampliamente.
Apoyándose en las primeras conquistas de la neurología, asimila el cerebro a un inmenso
centro de acciones reflejas, en el cual... las excitaciones sensoriales ... se transforman en
intuiciones de movimiento" (p. 26) y considera entonces las actividades superiores como
formas diferenciadas de las actividades neurológicas inferiores (arco reflejo medular): "se
forma allí, por así decir, una esfera accesoria que está en el entre la sensación y la
impulsión motriz ... Esta esfera es la inteligencia" (p.28-29). Concibe la inteligencia como
una actividad asociativa cuya base son las representaciones mentales. Las representaciones
(clásicamente) surgen de las sensaciones y entre percepción y consciencia "una infinidad
de analogías importantes" (p. 32). tienen una tendencia espontánea a realizarse por medio
de actos adecuados, una suerte de impulsión motriz, pues las representaciones son
portadoras (representantes diría Freud) 'sensaciones que provienen de todo nuestro
organismo, pero particularmente de las vísceras, de los intestinos, de los órganos genitales
en tanto que necesidad (y que) nos impulsan...a actuar" (p. 43). De esos "móviles" que
subyacen a las representaciones, los más simples y fáciles de comprender son el hambre y
el instinto sexual" (p. 44). Ellos producen, primero, "movimientos oscuros de la
consciencia . . . que se designan en parte como sentimientos" (ibid), después, "complejos
de ideas relativas al objetivo a alcanzar y que luchan contra los obstáculos que se oponen a
su realización" (p. 45). "Cuando las ideas claras y de las cuales tenemos consciencia
llegan... a ejercer una influencia sobre los músculos, se da a ese fenómeno el nombre de
voluntad" pero "en el fondo, es el mismo proceso que en la acción refleja" (p.46); las ideas
cuanto más fuertes y persistentes son, más se transforman en voluntad" (p. 48).
A esta síntesis de asociacionismo y de materialismo psico-fisiológico, Griesinger agrega
una concepción de la conciencia y del yo que toma de Herbart. En efecto, las
representaciones y por su intermedio las tendencias que ellas representan luchan por
ocupar el campo de la consciencia, es decir para transformarse en acto; en esa struggle for
Ufe gana la más fuerte, pero a la larga, se entablan alianzas entre tendencias asociadas: "en
el curso de nuestra vida, se forman grandes complejos de ideas cada vez más sólidamente
encadenados" (p. 54). La naturaleza de esos complejos depende en cada uno de su historia,
de los acontecimientos exteriores que le sucedieron y también "de las influencias del
organismo entero, devenidas persistentes" (ibid). Esos complejos dominantes constituyen
el yo; las representaciones que le son conformes son "reforzadas" y pueden abrirse paso,
las otras son reprimidas (el término es de Herbart).
Pero el yo puede modificarse en el curso de la vida. En efecto, el yo no es una unidad sino
que numerosos conflictos de tendencias lo atraviesan y su relación de fuerzas puede
evolucionar con el tiempo y las circunstancias. La pubertad con sus modificaciones
orgánicas es un ejemplo de ello: una infinidad "de nuevas sensaciones, de ideas vagas o
netas, de nuevos impulsos" penetran poco a poco la consciencia y el "círculo de las ideas
antiguas, llegan a formar parte integrante del yo; éste deviene por esta razón totalmente
diferente, se renueva y el sentimiento de sí mismo sufre una metamorfosis radical" (p. 55).
Es el modelo de proceso por el que se produce la locura. "La enfermedad cerebral hace
nacer disposiciones e inclinaciones que devienen el punto de partida de emociones" (p.
65); modifica sutilmente la circulación de los pensamientos, el "tempo" de la actividad
mental, para emplear una formulación moderna, pero también el humor de base y los
diversos sentimientos; produce neo-formaciones psíquicas en "esta esfera sumergida en las
tinieblas y el crepúsculo, que es mucho más grande y característica para la individualidad
que el número relativamente pequeño de ideas que pasan al estado de consciencia. .. (y
que) contribuye poderosamente a determinar la disposición actual del carácter ... a dirigir
nuestros gustos ... nuestras simpatías y nuestras antipatías" (p. 30). El yo experimenta esos
fenómenos primero con un obscuro sentimiento de angustia, de dolor moral (frenalgia
inicial de Guislain). Puede dejarse llevar o al contrario reaccionar "si la fuerza motriz de
las reacciones mentales deviene libre" (p. 322), exaltarse y ser invadido por un estado de
humor inverso. De todas maneras, progresivamente, el novel estado mental genera nuevas
representaciones concordantes, "falsos juicios (ideas fijas) que el enfermo no puede
rectificar" (p. 65), al principio porque el estado emocional en que está no le da tiempo de
reflexionar, pero pronto, esas neo-formaciones se fortifican, se consolidan, "establecen
relaciones cada vez más fuertes con el complejo de ideas del antiguo yo ... que es
desvirtuado, convertido totalmente en otro" (p. 56); "los falsos juicios devienen parte
integrante del yo" (p. 65), así metamorfoseado. La lucha puede cesar, la tormenta mental
disiparse, el enfermo volver a encontrar un pensamiento "formalmente justo", pero las
ideas anormales se deslizan en él como premisas irresistibles"; "el enfermo no es más,
bajo ningún concepto, el mismo que era antes, es totalmente otro: su yo ha devenido un yo
nuevo y falso" (p. 56). Es la locura sistematizada ( Verrucktheitj. El proceso puede ser más
destructor: puede disociar al yo en muchas masas poco coherentes y contradictorias
(discordantes, se dirá más tarde), haciendo desaparecer la unidad de la persona en la
demencia.
La cura de la locura no puede ordinariamente producirse más que en las fases primarias, a
menudo largas, "en las que la locura consiste principalmente en un estado emocional" (p.
66); las disposiciones mórbidas desaparecen entonces con su sustrato afectivo y el yo
retoma sus derechos. En la fase secundaria en la que la agitación cesó, en la que "el
antiguo yo está viciado, corrompido, falseado en todas sus caras ... tan completamente
reprimido ... que el enfermo ha cambiado toda su personalidad por otra", la curación es
casi imposible (p. 67). Más aún en tanto que esas fases secundarias "que se pueden
designar . .. como enfermedades del entendimiento" están a menudo acompañadas por
lesiones cerebrales irreversibles, lo que no deja ninguna esperanza de curación.
Finalmente, su concepción del tratamiento es muy ecléctica ya que, si bien le acuerda gran
importancia al tratamiento físico, presenta una concepción del tratamiento moral muy
higienista y próxima a la inspiración de Georget, sin rechazar en ciertos casos el activismo
de Leuret, al que le gusta citar.
***********
5- Demencia apática (Blódsinn): aquí la actividad mental misma está casi abolida.
Finalmente:
7- Idiotismo y cretinismo: estados de debilitamiento congénito o adquirido tempranamente
en la infancia.
Puede señalarse que Griesinger niega toda autonomía a las monomanías razonantes e
instintivas de Esquirol, de las que decía que habían sido creadas "para desgracia de la
ciencia". Las vincula, siguiendo una tendencia que, por otro lado, ya estaba presente en
Esquirol, al menos en una primera fase de su pensamiento (cf. cap. 2), ya sea con la
melancolía, ya sea con la manía, ya sea con las formas secundarias. Igualmente, el estupor
no le parece más que un síntoma que entra la mayor parte del tiempo en el marco de la
melancolía (melancolía con estupor de Baillarger).
Debemos ahora analizar los grandes rasgos de originalidad de esta obra llamativa, a la vez
cierre de un período y apertura del siguiente.
No examinaremos la psicopatología de Griesinger, pero subrayemos el interés de la idea
de una perturbación generadora sutil, del orden de la experiencia vivida más que del
concepto claro, cuya forma mórbida acabada no es más que una elaboración intelectual. Es
la primera aparición de una fenomenología de las "vivencias delirantes primarias"
(Jaspers), así como de una distinción de estratos de estructura diferentes en la masa de los
fenómenos delirantes (idea que de Clérambault o Guirard retomarán posteriormente).
Sobre el plano nosológico, puede señalarse el progreso que representa el aislamiento del
grupo de los delirios crónicos, ya preparado por Guislain. Baillarger pronto impondrá las
mismas ideas en la psiquiatría francesa (1853). Que se los considere siempre secundarios a
un episodio agudo representa evidentemente una imperfección, cuyas razones se pueden
comprender y que Griesinger deberá corregir más tarde reconociendo la existencia de la
Verrücktheit primitiva de Snell (1865); Baillarger impugnará igualmente (nota de la página
396) la presencia constante de un debilitamiento intelectual, prefigurando el debate de los
años 1900 entre alienistas franceses y alemanes (Kraepelin) sobre las formas
SEGUNDA PARTE
LOS FUNDAMENTOS DE LA NOSOLOGÍA CLASICA
Capítulo 5
EL DESCUBRIMIENTO DE BAYLE
Puede sorprender que no se haya citado hasta aquí los trabajos de Bayle, a pesar de que
aparecen en la primera parte del período que acabamos de estudiar, desde 1822, fecha de
su tesis (1), hasta 1826 en que publica el primer tomo, el único que aparecerá, de su
Tratado de las enfermedades del cerebro, enteramente consagrado a la parálisis general.
Sucede que las ideas de Bayle fueron tan unánimemente rechazadas en esa época que,
decepcionado sin duda, abandona la psiquiatría y serán necesarios veinte años para que su
descubrimiento comience a ser reconocido, treinta años para que produciese efecto,
provocando una conmoción completa de la ciencia de las enfermedades mentales.
*************
Durante ese período continúa la elaboración de la clínica de los síndromes que había
inaugurado Pinel. Baillarger 2, después de Guislain y de Griesinger, pero más radicalmente
que ellos, separa la lipemanía del grupo de las monomanías; opone dos clases de delirios
generales, manía y melancolía (o lipemanía), en las que el conjunto de las facultades
mentales está afectado (afectividad, voluntad, intelecto), a un gran grupo en el cual el daño
mental es parcial y actúa sobre la voluntad (monomanía instintiva) o sobre el intelecto
Siguiendo la misma dirección vincula la estupidez5 con la lipemanía, cuya forma extrema
ella representaría (lipemanía con estupor) debido a la inhibición psicomotriz. en base al
argumento de que en la misma siempre se encuentran ideas delirantes o alucinaciones de
tonalidad triste o ansiosa. Precisemos una vez más que no se trata ya del síndrome
descripto por Georget, sino de un grupo bastante heterogéneo de estados estuporosos.
También Delasiauve 6 opondrá a Baillarger un análisis clínico muy notable de la confusión
mental en el que "la obscuridad intelectual incesante (es) atravesada por visiones
fantásticas fortuitas, incoherentes, cual rayos en una nube tormentosa" 7. En este síndrome
típico de las intoxicaciones y de las grandes neurosis 8 y que puede revestir una forma
excitada o apática, Delasiauve ve también una alienación general y una afección de las
funciones superiores; pero considera, como Esquirol, a las lipemanías como alienaciones
parciales en las que las funciones superiores están intactas y son arrastradas por la
perversión de una o varias facultades inferiores. Esta psicología pasablemente ecléctica le
permite más objetividad clínica que la teoría un poco dogmática de Baillarger. De todas
maneras el debate no podía ser definido en función de posiciones de análisis psicológico y
los parámetros de etiología y de evolución sólo tendrán valor nosológico en la etapa
siguiente.
Teniendo en cuenta la controversia Baillarger-Delasiauve que se definirá más bien en
favor del primero, puede presentarse el siguiente cuadro nosológico al cual se le otorga un
consenso bastante extenso.
A este cuadro le falta una entidad que todo alienista en esa época hubiera inscripto, pero
que trastoca su equilibrio; es la parálisis general, cuya historia trazaremos ahora.
*************
************
Tratemos ahora de comprender qué hay exactamente de radicalmente nuevo en las ideas
de Bayle. A primera vista, y es así como los alienistas de su época percibieron su trabajo,
se trata de la anátomo-patología de la parálisis general, y a este nivel el problema de
prioridades es difícil de zanjar, más aún en tanto que la descripción de Bayle es
incompleta, ya que no describe las lesiones primitivas de la corteza sobre las cuales
Calmeil y Delaye (después Parchappe) insistirán. Pero se trata, de hecho, de algo mucho
más esencial: lo que Bayle describe efectivamente y por primera vez en la historia de la
psiquiatría, es una entidad mórbida que se presenta como un proceso secuencial que
despliega en el tiempo varios cuadros clínicos sucesivos, que pequeños signos diferencian
de otros cuadros parecidos, asociando signos físicos y psíquicos simultáneos que reposan
sobre una base anátomo-patológica unívoca. En este proceso diacrónico, las entidades de
la nosología de Pinel y de Esquirol constituyen subelementos, síndromes, y el diagnóstico
se hace, no en base a cuadros globales, sino en base a síntomas accesorios (naturaleza de
las ideas delirantes, acompañamiento afectivo. pequeñas alteraciones motoras) y sobre
todo, en base al conjunto del ciclo clínico evolutivo que se vuelve cada vez más
característico al acercarse a su terminación.
Los contemporáneos inmediatos de Bayle no comprendieron esto. Confundidos por sus
exageraciones entusiastas, creyeron que proponía una anátomo-patología de los síndromes
mórbidos que ellos conocían, sin darse cuenta que la enfermedad que describía atravesaba
verticalmente toda la nosología horizontal de Pinel y de Esquirol. No se trataba de la
monomanía, de la demencia, de la manía, sino de un proceso específico que integraba
estados monomaniacos, maníacos, demenciales específicos que se podían distinguir de
otros estados del mismo orden.
En el plano inmediato, la discusión recaerá sobre la teoría "monista" (Baillarger) que
Bayle propone de la parálisis general, ya que considera las lesiones intelectuales y
motrices como simultáneas y dependientes de un mismo proceso mórbido, y también
Capítulo 6
LA ENSEÑANZA DE J.P. FALRET
Jean-Pierre Falret es el ejemplo vivo de esos hombres que a fuerza de buscar la idea
nueva, terminan, al final de su vida, por encontrarla. Desde la época lejana en que
publicaba Acerca de la hipocondría y el suicidio (1822), alineándose con las posiciones de
Georget, hasta la introducción del grueso volumen que reunió sus principales escritos (1) y
en el que intenta trazar su biografía intelectual, Falret no deja de profetizar una
reestructuración completa del campo de la psiquiatría. Primero quiere encontrarla en un
anatomismo militante: "creemos firmemente que en todos los casos, sin excepción, se
encontrará en el cerebro de los alienados o en sus membranas, lesiones apreciables"
(Acerca de las enfermedades mentales, p. VI). Algunos años de investigaciones
encarnizadas lo convencieron de que no lograría demostrar su tesis y que, de todas
maneras, "esas lesiones, por importantes que pudieran ser, no bastaban para explicar
científicamente" los fenómenos psiológicos de la locura (ibid). Entonces se lanzó sin
reservas a los escritos de los psicólogos (se trata de la psicología de la escuela escocesa
próxima a los espiritualistas) y en la búsqueda, en los alienados, de lesiones de las
diferentes facultades mentales (memoria, juicio, abstracción, asociación de ideas...),
aclarando la fisiología, como se debe y como lo enseñaba Pinel, la patología. Necesitó esta
vez una quincena de años para recobrar, por su propia cuenta, las posiciones de Pinel: "...
se libra de este modo a un trabajo artificial, que consiste en encontrar la lesión de una
facultad, para ponerla en paralelo con cada uno de los actos de esa facultad en el estado
normal. . • En lugar de hacer una distribución útil de los síntomas tal como los presenta la
enfermedad, ...se limita a un trabajo de abstracción. .. sin resultado práctico. Se señalan a
menudo hechos insignificantes para llenar un lugar vacío en el propio cuadro sinóptico y
se ignoran precisamente los hechos más importantes... Se arranca un hecho psíquico de
todo su entorno para hacerlo figurar en una misma categoría, al lado de otros hechos que
realmente están separados de él" (p. VIII-X). Falret llega pues a una crítica de las
posiciones que vimos representadas por Scipion Pinel o los psiquistas alemanes (en
quienes se inspiraba, por otra parte, en este período de su pensamiento).
Desemboca entonces en el tercer período de su vida, período de madurez, que él mismo
llama "clínico". Sin darse cuenta aparentemente de que está rehaciendo el camino de
Pinel2, profesa excelentes reglas metodológicas para la observación clínica : el médico
especialista debe dedicarse al estudio de los estados psíquicos complejos tal corno existen
en la naturaleza" (p. X), y no escindirlos en función de las teorías psicológica
preconcebidas. Debe intentar abarcar el conjunto del estado patológico, no solamente los
hechos más salientes, los más manifiestos y superficiales (grandes manifestaciones
delirantes), también los menores aspectos de su estado mental y, particularmente, las
disposiciones generales de sus inclinaciones y de sus sentimientos, el fondo afectivo de
sus perturbaciones. El alienista debe observar tanto los hechos negativos como los
positivos, las lagunas, omisiones, ausencia de manifestaciones, al mismo tiempo que los
actos o las palabras pronunciadas" (p. XVI): no debe, en una palabra, "reducir su papel al
de secretario de los enfermos". Los síntomas deben ser investigados tanto en el orden
psíquico como moral 4. Finalmente y sobre todo, debe observarse "la marcha de la
enfermedad, las diversas fases que atraviesa, las oscilaciones y las alternativas que
presenta"(ibid).
Antes de analizar las consecuencias que surgen de tales principios, debe insistirse sobre la
madurez que alcanza aquí el pensamiento clínico y el progreso realizado en una
cincuentena de años, desde los principios firmes pero rústicos de Pinel a las ideas de aquél
qué abre la era de la gran psiquiatría clásica.
************
Los principios enunciados por Falret se aplican primero a la teoría del delirio y de las
manifestaciones delirantes. Aparece en este punto más próximo a Griesinger, a quien cita
frecuentemente, que al espiritualismo ecléctico que inspira a los clínicos franceses de la
época (Baillarger particularmente).
También él considera la enfermedad mental como una enfermedad cerebral cuya
"modificación orgánica primitiva (nos es) desconocida en su esencia, pero perceptible en
sus efectos". Esos efectos no son directamente los fenómenos ruidosos de la alienación
mental, sino las modificaciones sutiles tal como las hemos visto descriptas por Griesinger
y que crean "la aptitud para delirar" (P. XIII).
Sobre ese fondo mórbido se instala la dialéctica propia del psiquismo como nivel
autónomo de fenómeno, es decir el engendramiento propio de las ideas y de los
sentimientos por las ideas y los sentimientos. De la misma manera, "el delirio ... se según
las leyes que le son propias ... y que se deben a ese trabajo de la sobre ella misma" (ibid).
Lo que da cuenta "de la variedad infinita de los delirios, la multiplicidad de sus formas, de
sus matices tan numerosos y delicados" (ibid); a esto debe la crítica tan pertinente que
dirige a los somatistas alemanes y a Moreau de Tours, eren asimilar pura y simplemente el
delirio agudo de las enfermedades somáticas y intoxicaciones (cuyas manifestaciones
estereotipadas se conoce) con el delirio de la locura. Esta concepción dialéctica, por otra
parte, "permite creer en la del tratamiento moral" que se apoya en la parte que permaneció
sana del psiquismo para ayudarla a luchar contra la invasión delirante: permite también la
descripción de tres etapas del proceso abandonado a sí mismo: fase de incubación, donde
aparece la frenalgia inicial de Guislain y la "aptitud para delirar" (el "humor delirante" de
Jaspers); fase de sistematización, donde "la perturbación vaga y general de las facultades
intelectuales y afectivas (se encuentra) formulada o encarnada en algunas series de ideas
determinadas (p.XIX) a través de una elaboración "continua y perseverante"; período
último en el cual el delirio, devenido estereotipado, inmodificable, es de allí en más
incurable. Este estudio de la evolución de las ideas delirantes le parece abrir un método de
descripción y de clasificación más interesante y útil" que el estudio bastante superficial de
los temas delirantes o de las facultades dañadas; ya se ha señalado su cercanía con las
ideas y la nosología de Griesinger.
En una primera etapa de la operación de renovación que se propone hacer, Falret
lógicamente atacará la noción de monomanía. Son menos los hechos lo que cree impugnar,
es decir, la existencia de la "alienación parcial" (término retomado de Ferrus), que la
doctrina que atribuye ese estado a la alteración de una facultad mental aislada: como
vimos es el conjunto del psiquismo lo que le parece dañado en la locura, las
manifestaciones ruidosas y superficiales de aspecto localizado reposan sobre un fondo de
perturbación general del que los estados de excitación y de depresión le parecen
suministrar un buen ejemplo (p. XIX). Morel, el primer discípulo importante de Falret.
entablará el debate al rechazar la noción de monomanía en sus Estudios clínicos de 1852 6:
en esa obra describe, a imagen de Griesinger, alienaciones depresivas (lipemanías) o
expansivas (manía), pudiéndose sistematizar ambas como alienación "parcial". Delasiauve
:
y Baillarger s intentan defender la teoría de la monomanía aportándole importantes
enmiendas: vimos que Baillarger separaba lipemanía y monomanía, no dejando en esta
última categoría más que los delirios crónicos puros; Delasiauve, por su parte, excluye de
las monomanías las "pseudo-monomanías" o locuras parciales difusas en las cuales. de
acuerdo a su teoría de la alienación parcial, las facultades superiores están intactas
(entonces no hay alienación general), pero estando lesionadas las facultades inferiores de
manera difusa, lo que explica un delirio múltiple y cambiante pero con integridad del
juicio. Da así una nueva base a las monomanías razonantes de Esquirol, clase clínica
bastante confusa que Jules Falret pronto desmembrará.
En 1854, Falret intervendrá en el debate publicando un informe más completo: Acerca de
la no existencia de la monomanía9 que impresiona fuertemente, como el resto de su
enseñanza, a la generación joven.
*************
Pero en realidad es todo "el edificio de las doctrinas de Pinel y de Esquirol... (del que) se
ve, cada día, caer algunas piedras" (p. XV) y que él espera trastocar. "En efecto, la manía,
la melancolía, la monomanía y la demencia, que en la clasificación reinante se consideran
como formas diferentes, no representan más que estados sintomáticos provisorios y no
reúnen ninguna de las condiciones necesarias para constituir especies verdaderamente
naturales" (p. XXIII-XXV). No se podría explicitar mejor todo lo que estaba implícito en
la obra de Bayle. Falret también argumenta en función del hecho de que "esas pretendidas
formas no tienen ningún curso especial y determinado" (ibid): ¿acaso no se complican sin
cesar las unas con las otras? Las formas "naturales" de Pinel y de Esquirol toman así el
rango de simples síndromes que "encierran" en su marco los hechos más dispares, que no
se acercan entre sí más que por sus caracteres exteriores (ibid).
De aquí en más debe primar, no ya el aspecto más aparente, el más "central", sino el
detalle de los signos, cuidadosamente recogidos (cf. más arriba), que permitirá vincular el
cuadro clínico por su periferia, sus matices secundarios, con una verdadera especie
mórbida. Examinando las grandes clases de la nosología de Esquirol 10, Falret muestra su
carácter global e inconexo, los estados diferentes que reagrupan: a propósito de la
**********
Jules Falret permaneció toda su vida como el fiel propagador de las ideas de su padre
Consagra su tesis (1853) y otros trabajos 22 a la parálisis general, sosteniendo la teoría
monista de Bayle y de Parchappe. Su discurso de 1860 sobre la clasificación de las
enfermedades mentales23 es la exposición más completa de las ideas de J.-P. Falret, y ya la
hemos citado. Publica también importantes informes sobre la locura circular 24 y las
perturbaciones mentales de la epilepsia 25.
En su esfuerzo por ayudar a la definición de las nuevas especies naturales, participa en la
discusión de 1866 26 en la Sociedad Médico-Psicológica sobre la locura razonante manía
sin delirio de Pinel, monomanías afectiva e instintiva de Esquirol). Conforme al espíritu de
las críticas dirigidas a la nosología de Esquirol por su padre, la considera no "como una
forma distinta de enfermedad mental. .. (sino como) una reunión artificial de hechos
inconexos, pertenecientes a categorías diferentes. .. confundidos hoy bajo ese mismo
nombre" (p. 489). Intenta por lo tanto describir "las categorías naturales" recubiertas por
ese "grupo informe" (p. 490):
8- La "alienación parcial con predominancia del miedo al contacto con objetos exteriores
(locuras de duda y locura del tacto)", próxima de la precedente, pero de todos modos
distinta, y en la que se reconoce, por primera vez, una descripción clara y completa de la
neurosis obsesiva.
Subrayemos de paso que los dos estados que Jules Falret distingue cuidadosamente
serán confundidos después por la mayor parte de los autores, que tratarán de incluir cada
uno de los dos cuadros en el otro, en nombre de sus numerosas formas mixtas. La
predominancia del primero da la psicastenia de Pierre Janet (cf. la bella descripción de los
sentimientos de incompletud); la del segundo, la neurosis obsesiva de Freud y 1os
psicoanalistas. En general, los psiquiatras franceses de fin de siglo seguirán, con Magnan. 3
Morel y englobarán estos estados en las locuras hereditarias.
Después será al delirio de persecución de Laségue al que Jules Falret aplicará el método
analítico heredado de su padre. Morel ya había completado su descripción agregándole la
fase tardía de delirio de grandezas. La primera fase y la segunda fase de Laségue se
fusionan, en general, en una sola fase de incubación y de interpretación delirante, lo que
mantiene tres períodos (a los cuales Magnan agregará un cuarto período de demencia
vesánica). Pero Falret tiene tendencia a dividir el segundo período en dos: primer término,
un segundo período de sistematización delirante caracterizado por la elaboración del
delirio y por las alucinaciones auditivas; luego un tercero en el que se manifiesta el
desdoblamiento de la personalidad por la multiplicación de las voces (diálogo permanente,
eco del pensamiento) y en la que aparecen los neologismos. Agregará después el criterio
de la entrada en escena de las alucinaciones cenestésicas, olfativas y gustativas (delirio de
persecución físico de Kraepelin).
Como veremos, Magnan considera infundada esta distinción: en particular, el síndrome
alucinatorio le parece alcanzar a menudo de entrada todos los sentidos; en cuanto al resto,
se trataría más bien de fenómenos que preludian la instalación del delirio de grandezas.
Pero es sobre un punto mucho más esencial donde se sitúa el aporte principal de Jules
Falret: Laségue había, en su enseñanza oral y sus prácticas, señalado que una parte de los
perseguidos, luego de haber sufrido pasivamente las persecuciones, pasaba a la defensa
activa y atacando directamente a sus enemigos supuestos, se volvían a su vez
perseguidores. Desde 1878 27, J. Falret señala que se trata en este caso de dos tipos
diferentes de enfermos. Su alumno Pottier presentará en 1886, en su tesis 28, el resultado de
los trabajos de su maestro:
"1 — Los alienados que sufren delirio de persecución devienen a menudo perseguidores
cuando han personificado su delirio... 2 - conviene admitir dos variedades distintas de
alienados perseguidores: unos, alucinados que siguen la evolución mórbida del delirio de
persecución esencial (tipo Laségue), otros que se vinculan con las locuras razonantes, no
alucinados y que presentan la mayor parte de los caracteres de los alienados hereditarios"
(op. cit., p. 72).
La descripción clínica de esta nueva variedad clínica, los perseguidos-perseguidores de
Magnan, de la que Sérieux y Capgras harán, veinte años más tarde, su "delirio de
reivindicación", es la parte original del trabajo de Pottier (p. 28 a 55): la personalidad
anterior de esos enfermos, netamente patológica, es muy diferente de la de los futuros
perseguidos de Laségue, desconfiados y recelosos pero "normales". Siempre presentaron
los estigmas 29 del desequilibrio psíquico, existencia cambiante e irregular, perversiones
sexuales, tendencia a la mentira y al engaño. Por otra parte, son inteligentes, activos, poco
excitados, "razonadores" (manía razonante) e incluso prosélitos (delirio muy
"contagioso"), orgullosos sin verdadera megalomanía delirante.
Su delirio es difícil de apreciar porque es verosímil y basado en hechos reales (no hay
alucinación, fabulación delirante ni interpretación simbólica). "El médico, para
pronunciarse, no puede contentarse con el examen directo del enfermo; está obligado a
consultar su legajo, es decir, a hacer una investigación retrospectiva que deberá establecer
la exactitud o la falsedad de los hechos afirmados por el enfermo" (p. 32).
Sobre todo son los actos los que los caracterizan. Su estado mental próximo de la
hipomanía los impulsa a "actuar" su delirio: procesos, amenazas, escándalos, actos
violentos y vías de hecho, graforrea, (cartas, panfletos, apelaciones al público).
Inagotables, de una tenacidad a toda prueba, persiguen sin tregua a su víctima; internados,
saben disimular su delirio y obtener de las autoridades su salida para recomenzar sus
actuaciones.
La evolución es también característica: el delirio deviene más complejo, pero no cambia
nunca de carácter ni deviene jamás hermético, paralógico e incoherente como el de los
verdaderos perseguidos (evolución hacia la demencia vesánica, cuarta fase de Magnan).
Tampoco presenta transformaciones de la personalidad ni megalomanía.
Pottier enumera las grandes variedades temáticas del futuro "delirio de reivindicación":
querulantes-procesantes, perseguidores hipocondríacos, perseguidores enamorados
(erotomanía de Clérambault), celosos, son frecuentes las formas mixtas y complejas.
La enseñanza de Jules Falret tendrá mucha importancia para la psiquiatría francesa. que
recibe de ella una tendencia analítico-clínica, que hará su originalidad en la "edad de oro"
de los años 1880-1920. Toda una escuela surge de él, ilustrada por Séglas, Chaslin. Ballet,
Cotard, Arnaud y muchos otros. Cierta tensión continuará separando este grupo de la
tendencia más sintética surgida de Morel (Magnan y su escuela: Garnier, Legrain, Sérieux
y Capgras, Clérambault). ¿J. Falret mismo no adoptaba, en relación a su amigo Morel, ese
"escepticismo benévolo" que mostraba ya su padre? Es que con el pensamiento de J.-P.
Falret, una distancia fundamental se introduce entre clínica y nosología, estrechamente
asociadas en las concepciones surgidas de Pinel; se trataba entonces de las especies
constitutivas de un mismo género, su recorte se operaba por el juego de diferencias y
semejanzas (es el método taxonómico, que estructura los saberes de la edad clásica: cf.
Foulcault, Las palabras y las cosas). Ahora bien, las "formas naturales" tienen una
existencia independiente de sus homólogas: la clasificación es un cuadro recapitulativo
provisorio, el balance de un momento de la investigación, tal como el que presentaba
Falret o la "clasificación nomenclatura" de Kraepelin. En Morel, lo veremos, sobrevive
pues un impulso clasificatorio, ya un poco retrógrado con respecto a las exigencias de
Falret, para quien sólo el descubrimiento de las formas nuevas debe orientar la
investigación.
Capítulo 7
MOREL
Apenas algunos años separan la iniciación por parte de Falret de una nueva dirección
clínica y nosológica de la tentativa de respuesta global que intenta Morel en 1860 1. Sin
duda, el paso del análisis a la síntesis parece un poco prematuro (ese es, por otra parte, el
sentido de la crítica, sin embargo elogiosa, de los dos Falret) y el grueso volumen del
tratado, a menudo de composición demasiado rápida, parece oscuro y confuso en bastantes
pasajes. Pero de todos modos se realiza un paso decisivo.
"Me parece que una clasificación esencialmente basada en el elemento etiológico era el
mejor medio para salir de la vía demasiado exclusiva que se había seguido hasta ahora, al
caracterizar a tos alienados según las perturbaciones o las lesiones de las facultades
intelectuales o afectivas" (p. 2); "el Tratado de las Enfermedades Mentales es la
confirmación del principio de que en cada forma de alienación se encuentra, en los
individuos afectados por el mismo mal, una manifestación similar de los mismos
fenómenos patológicos y que la naturaleza de la causa indica la naturaleza del tratamiento"
(p. 6). "Por eso es indispensable que la causa que produce la locura adquiera los elementos
de su actividad en un orden de hechos que se engendran y se determinan de manera tal que
generarán efectos determinados, fijos, invariables, que producirán con absoluta necesidad,
no solamente la locura con todas sus consecuencias, sino también tal variedad de locura y
no tal otra" (p. 252). Es entonces en la unidad de la evolución y de la causa del cuadro
clínico donde Morel espera encontrar la solución del problema de las "entidades naturales"
que Falret había planteado.
Señalemos primero que se trata, debido precisamente a su filiación falretiana, de una
tesis muy diferente de aquellas, ya numerosas en la época y que se multiplicarán, que
proponen una clasificación etiológica de las enfermedades mentales, aun manteniendo una
nosología clínica conforme con la de Esquirol. En su lección inaugural de 1865'-
Griesinger propone, por una parte, una clasificación "fisiopatológica" que prepara a
Wernicke (la forma clínica está relacionada con su supuesto punto de partida en una
perturbación de las esferas sensoriales y motrices del sistema nervioso central) —a la cual
le yuxtapone una clasificación "etiopatogénica" en la que se amontonan diversas rúbricas
causales (desde la anemia hasta la tuberculosis, pasando por el alcoholismo y el
paludismo)- que se superpone con su clasificación de 1845 (cf. cap. 4), a la que juzga ya
como puramente sindromática. Igualmente, Winge en 1860, Hack Tuke en 1870,
Maudsley en su tratado3 y especialmente Skae en 18734, proponen listas interminables de
causas (treinta y cuatro para Skae) a título de clasificación etiológica, pero conservando de
hecho, en el plano clínico, una nosología esquiroliana: ¡las locuras amenorreicas, post-
connubial, ovárica, tísica, gotosa, oxalúrica y fosfatúrica de Skae se prestan difícilmente a
la descripción de un cuadro clínico específico! Se trata, a guisa de nosología, de una
simple enumeración etiológica, finalmente bastante fantaseosa y no siempre homogénea.
Es totalmente diferente lo que pretende Morel. Establece una distinción fundamental entre
las innumerables causas "ocasionales", entre las cuales, aun admitiendo las causas físicas
variadas caras a los somatistas, otorga un lugar importante, conforme a la tradición
francesa, a las causas morales y a las causas determinantes, aquellas "que dan a la locura
«forma particular, que no permiten confundir una variedad de alienación con otra y a los
alienados pertenecientes a tal clase con los de tal otra clase" (p. 251). Esas causas
****************
perturbaciones mentales y deja de lado por ejemplo los casos que Esquirol llamaba
monomanías instintivas.
Queda el gran criterio que proponía J.-P. Falret en su artículo de 1838 "Acerca dé la
Alienación mental" 10: la comparación del individuo enfermo consigo mismo en las
diversas etapas de su existencia, es decir, la noción de una ruptura existencial profunda
entre el episodio patológico y el estado mental habitual del sujeto, justifican la idea de una
curación restitutiva. Puede decirse que hasta Morel, ese criterio era generalmente
adoptado, salvo, ya lo dijimos, en algunos casos excepcionales. Ahora bien, si sigue siendo
válido para el primer grupo de su nosología (las locuras sintomáticas de Baillarger) en las
que un "proceso" en el sentido de Jaspers interviene, ya no lo es para las locuras
hereditarias, en las que no solamente no existe solución de continuidad entre el estado
mental de un sujeto que está siempre en las "fronteras de la locura" (título de un libro de
Cullêre) y el episodio patológico, sino que, por el contrario, la filiación entre ambos
constituye su carácter distintivo11.
Como contragolpe, la apreciación del observador deviene el hecho esencial, con el riesgo
de normativización conformista que siempre implicará: "Comparémoslo (al enfermo) por
medio del pensamiento con la conducta, las ideas, los sentimientos o los actos habituales
de los hombres en general, en las condiciones en que él mismo ha vivido, juzquémoslo
con el criterio del sentido común general, de las ideas reinantes en su tiempo, de las
costumbres o de las convenciones sociales de su época. Veamos si su conducta se adecúa
al sentido común o al buen sentido general, y si no atacó frontalmente y demasiado
violentamente todas las ideas aceptadas, todas las convenciones generales, en una palabra,
el fondo común que constituye la razón general de la humanidad; pues es en esta
apreciación de la razón común, con sus numerosas variaciones y oscilaciones individuales
posibles, donde reside el punto de comparación fundamental que permite diferenciar en
último análisis la locura de la razón" . Así comienza la era de las incertidumbres y de las
impugnaciones, y los primeros textos anti-psiquiátricos, las primeras campañas de prensa
contra las "bastillas modernas", girarán alrededor de esos casos de monomanías razonantes
que constituyen la espina dorsal de las locuras hereditarias de Morel '3.
Es necesario señalar además que, aquí también, Morel trabaja como un buen discípulo
de J.-P. Falret; ¿acaso éste no aconsejaba, en la investigación del fondo patológico del que
nacían los síntomas, accidentes de un estado basal, "remontarse en el pasado de los
alienados, seguir su afección en su desarrollo, desde su origen más remoto hasta el período
en el cual se lo observa" (Acerca de las enfermedades mentales, p. XVI)? En la insistencia
que ponía Falret en recomendar la observación diacrónica de los alienados, Morel
representa la tendencia a estudiar especialmente el pasado, mientras que Kahlbaum,
veremos, se interesará más en el futuro, en los estados terminales; volveremos a encontrar
esta oposición treinta años más tarde entre Magnan y Kraepelin.
Nos falta indicar las causas asignadas por Morel a las degeneraciones 14:
1- Intoxicaciones: paludismo, alcohol, opio, constitución geológica del suelo (para el
cretinismo por ejemplo), hambrunas, epidemias, intoxicaciones alimenticias.
2- Medio social: industrias, profesiones insalubres, miseria.
3- Afección mórbida anterior o temperamento enfermizo.
4- Mal moral (la inmoralidad de las costumbres es efectivamente en sí misma una causa
de descendencia degenerativa).
5- Invalidez congénita o adquirida en la infancia.
6- Influencias hereditarias.
Se ve que se dividen entre las etiologías adquiridas de la locura: intoxicaciones
(rúbricas 1 y 2), afecciones idiopáticas o simpáticas (rúbricas 3 y 5) y la herencia (rúbricas
4 y 6). La idea de Morel es efectivamente que todas las locuras están emparentadas,
Pero para la hipocondría y la histeria, junto a los síntomas psíquicos admitidos por los
autores (perturbaciones carácterológicas, delirio onírico, acompañando o reemplazando el
acceso en la histeria) 19, Morel propone la noción de "neurosis transformada", en la cual
los síntomas clásicos desaparecen o pasan a un segundo plano para dar lugar a "nuevas
condiciones patológicas ... (que) reflejan siempre el carácter fundamental de la neurosis,
de la que son una transformación" (p. 264). Así describe una locura histérica y una locura
hipocondríaca.
La locura histérica se caracteriza por la extrema movilidad de los fenómenos
patológicos (sucesión de períodos de exaltación, de postración o de remisión completa), la
presencia de alucinaciones y de delirios "extravagantes", las tendencias impulsivas
(homicidio, suicidio, incendio y otros "actos de naturaleza maligna"), la tendencia a
"terminaciones deplorables", en el embotamiento, la degradación y una demencia precoz.
Se trata en este caso de perturbaciones que los otros autores consideran más bien como
complicaciones de la histeria (cf. Marcé, p. 562); sin embargo, Moreau de Tours 20 pronto
retomará esta concepción muy extensa de la histeria que permanecerá corriente, pese a su
confusión (denunciada, entre otros, por Jules Falret). hasta Magnan y Charcot.
La locura hipocondríaca es una transformación de la hipocondría simple 21 (primera
variedad de Morel) en delirio de persecución de Laségue (segunda variedad) con su fase
tardía, de mal pronóstico, de delirio de grandeza 21 (tercera variedad). La evolución en tres
fases no es automática y puede estar signada por períodos de remisión y de exacerbación.
Para terminar, pasemos rápidamente revista a los tres últimos grupos:
- las alienaciones mentales por intoxicación reagrupan las perturbaciones mentales
provocadas por las sustancias embriagantes y por ciertos productos industriales (primera
clase), una alimentación insuficiente o alterada (tipo: ergotismo, segunda clase) o
influencias palúdicas o geológicas (tercera clase). La constitución geológica del suelo está
particularmente en juego en la génesis del cretinismo (cuyo origen se comenzaba a
comprender en aquella época), junto a una fuerte predisposición degenerativa.
- las alienaciones idiopáticas se dividen en dos clases: las enfermedades crónicas del
cerebro y de sus envolturas (hemorragias, meningitis, reblandecimiento, atrofia, lesiones
traumáticas, etc.) por una parte, y por la otra, la parálisis general (o locura paralítica de
Parchappe). Para el reagrupamiento de estas diferentes entidades, Morel sigue las
concepciones de Calmeil en la gran obra que acababa de publicar (23).
- las locuras simpáticas, que desaparecen con la causa patológica que las provocó, salvo
en cuanto a "entrar de pleno derecho en uno de los (otros) géneros de la clasificación
general" (p. 270), ya sea que haya sido la reveladora de una predisposición hereditaria o
neurótica, ya sea que se haya transformado en lesión idiopática del cerebro, ya sea que
haya debilitado al enfermo hasta reducirlo a la demencia.
Persiste, entonces, en Morel con este último grupo, una clase de perturbaciones
mentales en sujetos libres de predisposición o de lesión cerebral adquirida. Para ese grupo,
cuyo pronóstico es excelente, Morel propone una concepción "somatísta". Volveremos a
encontrar este "resto" en todas las nosologías hasta Kraepelin.
Capítulo 8
KAHLBAUM
Como veremos, las concepciones psiquiátricas alemanas quedarán muy influenciadas
por las ideas de Griesinger, en particular su división evolutiva de las perturbaciones
mentales en estados primitivos y formas secundarias. Kahlbaum representa una de las
ramas salidas de esas concepciones, una rama visiblemente diferenciada debido al
contacto con las ideas de J.-P. Falret.
*****************
En 1863, en una monografía hoy inhallable1 propone a la vez una nueva clasificación de
las enfermedades mentales y los principios de una reforma de la organización del saber y
de la investigación psiquiátrica, siguiendo un método que llama simplemente "clínico".
A partir de esas bases teóricas Kahlbaum propone el esbozo de una nueva clasificación de
las enfermedades mentales y, al mismo tiempo, aisla cierto número de tipos nuevos. Un
boceto de inspiración etiológica le permite oponer las categorías siguientes:
1 - Vesanias: se trata de afecciones cerebrales idiopáticas en las que el delirio es general
(en el sentido de Esquirol y Ferrus), que se caracterizan por un curso esecialmente cíclico.
El enfermo recorre cierto número de etapas patológicas (melancolía, manía, Wahnsinn o
monomanía exaltada de Griesinger), puede fijarse o volver a ellas o bien recuperar la
salud. Si el proceso sigue su curso hasta su término desemboca en un estado de
debilitamiento secundario demencial, en el que pueden persistir algunas ideas delirantes
— de la senilidad: demencia senil o presbiofrenia (es Wernicke el que dará más tarde su
sentido moderno a este término).
— de la adolescencia: hebefrenia, a la cual Hecker, primer discípulo de Kahlbaum y su
único colaborador, consagra en 1871 un estudio importante. La describe como un proceso
mórbido, en el cual una imbecilidad profunda sucede a algunos accesos de depresión y de
excitación superficiales y poco coherentes, acompañados de perturbaciones del
pensamiento, del lenguaje y del comportamiento, en adolescentes cuya evolución
intelectual era hasta entonces normal o incluso brillante.
En 1890, Kahlbaum retomando la descripción que había propuesto de una "nueva forma
de locura moral" (1885), forja el término de heboidofrenia para designar lo que parece ser
una forma atenuada y curable de la hebefrenia. Mal humor, perturbaciones intelectuales
(pensamiento indefinido e impreciso), se acompañan en jóvenes degenerados con
perturbaciones del comportamiento sin ideas delirantes, sin excitación de tipo maníaco ni
accidente agudo.
Nos encontramos entonces frente a una segunda tentativa de aportar una respuesta
global a las exigencias de J. - P. Falret. Al igual que en Morel, esta respuesta se encontró
en el elemento etio-patogénico, pero el rechazo de Kahlbaum a la teoría de la
degeneración "que desgraciadamente ha (bía) comenzado ya a infiltrarse en la literatura
alemana" (p. 92), permite la elaboración de un conjunto original. El marco etio-patogénico
queda allí bastante indefinido: sobre todo es la descripción de cierto número de cuadros
************
Vamos ahora a examinar con un poco más de atención esa verdadera obra maestra clínica
que representa el trabajo de Kahlbaum sobre la catatonía o "locura de tensión". La define:
"una enfermedad cerebral de curso cíclico, alternante, en la cual la sintomatología psíquica
presenta sucesivamente el aspecto de la melancolía, de la manía, estupor, de la confusión
(Vewirrtheit) y de la demencia (Blódsinnj. Uno o más de esos síntomas pueden estar
ausentes... Además de los síntomas psíquicos, como síntomas típicos se presentan
procesos nerviosos locomotores, con un carácter general de convulsiones" (p. 83).
Ciertamente, es el estado de estupor el que caracteriza la afección; a veces es el efecto
de una ausencia completa de pensamiento y de una incapacidad para observar" (p. 46).
Otras veces, es una alucinación imperativa la que parece gobernar la actitud del paciente.
Otro grupo es "incapaz de indicar la razón de su silencio" (ibid). Kahlbaum piensa
entonces que se trata en todos los casos de un fenómeno sufrido por el enfermo (espasmo),
que se acompaña a veces de una justificación intelectual asociativa 4. En el plano físico, el
estado de estupor muy comúnmente está acompañado por una flexibilidad cerosa y
ataques de contracturas y convulsiones, más o menos localizadas, próximos a la histeria y
a la epilepsia; edema y perturbaciones tróficas son igualmente frecuentes (p. 50).
Desde los estadios primarios de la afección, pequeños signos hacen sospechar el
diaggnóstico, en particular en la fase de excitación:
un "singular comportamiento patético" marcado por "constantes declamaciones y recitados
acompañados de gesticulaciones animadas. Esto lleva a veces al deseo de ser actor o a la
ilusión de serlo realmente" (p. 34). "Otros pacientes hablan de temas triviales en un tono
que podría sugerir que se trata de un problema del más alto interés para la humanidad"
(ibid). Muchos evocan efectivamente temas extremadamente elevados, muy por encima de
su situación, mientras llevan una existencia "sin orden ni decencia". Piensan, sin verdadera
megalomanía, "que el mundo está profundamente interesado en las banalidades de su
existencia" (ibid).
- la verbigeración, síntoma patognomónico (que Kahlbaum asimila a una convulsión de
los centros cerebrales del lenguaje)" en el curso del cual el paciente produce un discurso
compuesto de palabras y de frases continuamente repetidas y desprovistas de sentido" (p.
41). Se trata de términos comunes o de neologismos, a veces de sonoridad extraña. El
paciente se comporta como si todo eso se dirigiese a un interlocutor y tuviese un sentido
preciso; pero no presta habitualmente ninguna atención a las personas presentes y no
reacciona a las tentativas hechas para interrumpirlo; frecuentemente verbigera sin
auditorio. "A veces, el oyente ... puede percibir un contenido inteligible en las palabras
pronunciadas" (ibid). La verbigeración debe ser distinguida tanto de la jerga de los
dementes como de la fuga de ideas o de las confabulaciones fantásticas. ~ de las formas
parciales de mutismo: musitaciones, discurso casi inaudible o incluso que no se traduce
más que por movimientos de los labios; respuestas muy cortas, de pocas palabras, a las
preguntas que se les hacen. Estos síntomas nos acercan a:
- la tendencia al negativismo en sus diversas formas: resistencia activa "a los esfuerzos
hechos para hacer cambiar de actividad al enfermo" (p. 48) negativismo "que brota de las
propias intenciones del sujeto (sin intervención exterior) y que es típico de esta
enfermedad: en las formas más severas, el paciente se niega a dejar la cama o a
alimentarse" (ibid); "crítica destructora". Kahlbaum señala que el rechazo a comer no tiene
otra motivación que la de oponerse a las voluntades del medio (inexistencia de un deseo
de suicidio o del miedo al envenenamiento, por ejemplo); como ocurre en la inhibición
motriz, a veces están presentes ideas delirantes, pero entonces parecen más bien
secundarias.
— la presencia de gestos particulares, más o menos bizarros y estereotipados. Se los
encuentra especialmente en el estadio de demencia, pero ya están presentes en los accesos
de agitación o de estupor (posturas bizarras rígidamente conservadas). Kahlbaum señala
en particular los espasmos de la musculatura facial, tal como el "hocico de cerdo".
— una tendencia general a las ideas místicas y religiosas y a las preocupaciones de este
orden.
Se ve la fineza de esta descripción a la que Kraepelin tendrá poco para agregar y que
Kahlbaum confronta sistemáticamente con la parálisis general y con la manía clásica (fase
de excitación de la Vesania típica). La catatonía le parece ser el contrapunto de la parálisis
general: los síntomas motores tendrían una tendencia predominante al espasmo y a la
contractura, en oposición a la parálisis. Ambas entidades se opondrían a la tercera forma
cíclica (Vesania típica) que no presenta perturbaciones motoras5. No nos extenderemos
sobre la anatomía patológica "específica" ni sobre la etiología, que lo es menos aún. Por el
contrario, es necesario insistir sobre el curso cíclico de la afección: un número
indeterminado de estados de agitación, de depresión, de estupor pueden producirse antes
de la demencia terminal: en cada etapa de ese ciclo puede haber regresión de los
fenómenos mórbidos. Es lo que motiva el buen pronóstico general de la catatonía y su
extensión demasiado grande, que la hace recubrir, alrededor de su núcleo típico, todos los
casos en que el estupor aparece. Kahlbaum no hesita, en efecto, en incluir en ella todo lo
que antes suyo fue descripto como estupidez, demencia aguda, melancolía con estupor,
arruinando la credibilidad de su trabajo. Es una de las razones de la desfavorable acogida
que recibirá: Séglas y Chaslin en el notable análisis que le consagran 6 concluyen "que se
reunió en esta afección, hechos más o menos diferentes desde diversos punto de vista y
que más bien se hizo la historia de un síntoma, o mejor. de un síndrome, que de una
verdadera enfermedad" (p. 65).
Cuando Kraepelin retome el mismo cuadro clínico, en verdad mejor delimitado, será
por el contrario universalmente aceptado.
1. Utilizaremos como texto de referencia la monografía sobre la catatonía, texto, por otra parte bastante raro
hasta la aparición reciente (1973) de una traducción inglesa.
2. P. 5. Ese gusto por los neologismos es una de las causas (con las dificultades de un estilo muy pesado) de la
poca influencia que tuvo Kahlbaum a corto plazo.
Arndt es uno de los pocos, en su tratado de 1883, en retomar una parte de las descripciones de Kahlbaum: vesania típica,
catatonía y paranoia primitiva a la cual asimila curiosamente la hebefrenia: (paranoia hebética).
Es lo que volverá a encontrar Baruk, sesenta años más tarde. Cf. "L'état mental au cours de l ´accés catatonique" AMP,
1934,1, p. 317.
Se debe tener en cuenta que entre 1863 y 1874 las concepciones de Kahlbaum sufrieron una cierta evolución. "La
catatonie", Archives de Neurologie, 1888.
TERCERA PARTE
LA PSIQUIATRÍA CLASICA: LA CLÍNICA DE LAS
ENFERMEDADES MENTALES
Capítulo 9
CONSIDERACIONES GENERALES
Entramos ahora en un período de unos cuarenta años (en términos generales desde el
Año l876, año del informe de Westphal sobre la paranoia, hasta los años 1910 1, en el que
nuevas ideas surgidas de la psicología dinámica y de la fenomenología comienzan a
penetrar y a conmover las concepciones clásicas en psiquiatría) que verá elaborarse la
mayor parte de las nociones y de las entidades nosológicas que aún manejamos. El todo
clínico alcanza entonces cierta perfección y llega hasta el límite de sus posibilidades. De
una mutación muy profunda se deberá esperar luego una profundización de los
conocimientos.
Este largo período se caracteriza por cierta homogeneidad de los puntos de vista y de las|
doctrinas y en particular por el papel de modelo que se arroga la neurología. Para el
conjunto de los alienistas de entonces, la psiquiatría es una rama de la neurología: un poco
una pariente pobre, debido a sus dificultades para darse un verdadero fundamento
anátomo-patológico; un poco también una pariente rica, pues se ocupa de las
perturbaciones de las funciones más complejas y más apasionantes del sistema nervioso
central. ente entonces, la psiquiatría entrará a la corta o a la larga en la neurología y, por lo
tanto, en la patología general: una parte de ese programa parece ya realizado con las
enfermedades mentales "sintomáticas" que aislaron Baillarger o Brierre de Boismont y
cuyo modelo sin par sigue siendo la parálisis general (por estar delimitada por la clínica y
la anátomo-patología). Los psiquiatras eran igualmente neurólogos en esa "situación de
techo de la medicina que desapareció completamente en nuestros días, pero que existía
realmente en la época que describimos: el jefe de servicio examinaba sus pacientes, tanto
de las experiencias anteriores agradables o desagradables son los que regulan en último
término el comportamiento del sujeto. El placer corresponde a la satisfacción de una
necesidad y por ende a lo que es positivo para el organismo; el displacer a lo que es
negativo o peligroso para el organismo, ya sean peligros o insatisfacción. Los
comportamientos y motivaciones superiores (valores sociales abstractos, amor, religión,
etc.) son explicados por medio de la complejización de ese gran esquema de base.
Para dar cuenta de la afectividad y del sentimiento de sí, se remite a una sensorialidad
general indiferenciada del cuerpo (somestesia o cenestesia) noción que ya encontramos
para explicar el humor de base en Griesinger y Falret.
Finalmente, las funciones psíquicas superiores (consciencia, apercepción, voluntad) son
explicadas de una manera un poco divergente, según que se las incluya en todo elemento
mental y que por ende se haga de ellas la resultante del conjunto del funcionamiento
psíquico (tendencia inglesa) o se las identifique con una función psicológica específica
(tendencia más bien alemana que ilustra "la apercepción" de Wundt) y a un territorio
cortical particular (zonas de asociación y especialmente corteza prefrontal). Señalemos
que la concepción del inconsciente 6 es bastante diferente según esas dos orientaciones:
sobre todo es la segunda, descendiente finalmente de Herbart, la que considerará la
consciencia como un "lugar" o una función limitada, dejando fuera de ella segmentos
enteros de actividad psíquica "a media luz", pero siempre prestos para invadir la
consciencia (teoría de la paranoia de Krafft-Ebing); la primera tendrá una concepción más
bien fisiológica del inconsciente: lo que no alcanzó el límite del nivel de la consciencia, el
nivel funcional de los fenómenos conscientes (concepción tipo Spencer-Jackson).
A esta concepción general del psiquismo ("frenología" de la corteza), se agrega una
interpretación vertical que escalona a lo largo de los grandes centros funcionales del
neuroeje las funciones autónomas: se calificarán fácilmente como "espinales" las
sensaciones hipocondríacas o ciertos actos impulsivos, se opondrá las manifestaciones
{Urticales y sub-corticales de las enfermedades mentales según su aspecto más o menos
voluntario y controlado (cf. la oposición, en Schule, de las manías típicas, en la que la
agitación se mantiene concordante, y las manías graves en las que la agitación deviene
puramente motriz) etc. . . No podemos extendernos más tiempo sobre estas concepciones
generales que son aplicadas por todos los autores de este período 7. Sin duda continúan el
pensamiento psicológico inglés y francés (Ideólogos y Espiritualistas son reconciliados
por el biologismo evolucionista de Spencer y Darwin); instituyen sin embargo un punto de
vista algo simple sobre los fenómenos psicológicos, muy rápidamente reducido a la
fisiología. El problema de la alucinación puede servir una vez más de modelo: Tamburini
impondrá una concepción basada en la idea de una "epilepsia de los centros sensoriales"
cuyo éxito es enorme, a pesar de su escasa pertinencia en clínica psiquiátrica y el
aplastamiento que entraña de una realidad rica y compleja que, sin embargo, habían
comenzado a diferenciar los autores del período precedente . Aquí también, un progreso
general de los conocimientos se paga con un retraso sensible en otros puntos.
1. 1911, en efecto, es el año en el que Bleuler publica su monumental trabajo sobre la esquizofrenia, Freud su estudio del
caso Schreber, Ballet sus trabajos inspirados en Janet sobre la psicosis alucinatoria crónica, la "Psychopathologie
genérale" de Jaspers es de 1913, la tesis de Blondel de 1914.
2. Hécaen y Lantéri-Laura, op. cit., p. 130-131.
3. Traite clinique et pratique des maladies mentales. 1881.
Capítulo 10
LA ESCUELA DE ILLENAU
*********
Indudablemente, es la escuela de Illenau -el gran asilo de Bade donde se suceden Shule y
Krafft-Ebing (quien obtendrá más tarde una cátedra de la Universidad de Viena)-la que
representa la corriente dominante en este período. Sus dos tratados gemelos. aparecidos
uno en 18786, el otro en 18797, tuvieron gran éxito y numerosas ediciones. Difieren en
algunos puntos secundarios (como el problema de la paranoia aguda) pero en lo esencial
están de acuerdo. Nos basaremos en el tratado de Krafft-Ebing cuya concepción general es
más clara. Su clasificación está basada en una serie de dicotomías; las psicosis (el término,
introducido por Feurchtesleben, devino muy corriente en Alemania) se dividen primero en:
1-- retardo del desarrollo psíquico: idiotez, imbecilidad, cretinismo y locura moral
considerada como una agenesia parcial), y
2-- psicosis del cerebro desarrollado: estas últimas acompañadas o no por lesiones
anátomo-patológicas.
2- la paranoia, profundamente enraizada en las anomalías del carácter que devendrán "la
constitución paranoica" (carácter reconcentrado y desconfiado, orgulloso, tendencia
imaginativa, emotividad, dificultades adaptativas y a veces tendencia a la violencia
excentricidades), y que se divide en una forma originaria y una forma tardía. De acuerdo
con los temas, la forma tardía es persecutoria (típica i.e. con transformación
megalomaníaca secundaria; querulante) o expansiva (delirio de invención, reformadores,
delirio místico, erotomanía). Como puede verse, no hay ninguna distinción entre las
formas alucinatorias y no alucinatorias en esta gran clase de "delirios crónicos".
3- la locura obsesionante (paranoia rudimentaria).
4- las locuras periódicas que reagrupan todas las formas periódicas y alternantes de
psiconeurosis (manía, melancolía, Wahnsinn, locura circular, formas con episodios de
estupidez) en una síntesis mucho más inclusiva que la noción francesa equivalente.
5- finalmente, las alienaciones mentales debidas a las grandes neurosis constitucionales
(epilepsia, histeria, hipocondría). Debemos detenernos en esta última categoría cuya
concepción general es, todavía, la surgida de Morel, pero que ha ganado en claridad.
Krafft-Ebing opone el estado mental habitual del neurótico (neuropsicosis 10, es decir
perturbaciones psíquicas que surgen de la afección difusa que produce la neurosis sobre el
sistema nervioso), y las psicosis con base neurótica, que son de dos tipos: accidentes
mentales que forman parte de la neurosis (como los delirios que acompañan o reemplazan
el acceso histérico), y las psicosis verdaderas (las neurosis transformadas de Morel) en que
la neurosis, como toda tara degenerativa, sirve de base al desarrollo de una psicosis-tipo,
particularmente de una paranoia, que presenta por esta razón algunos caracteres
específicos -la paranoia histérica utiliza los síntomas de la neurosis como base (delirio de
persecución física)-, las alucinaciones visuales, los temas místicos y eróticos son
frecuentes en ella; en la paranoia hipocondríaca, las cenestopatías ocupan el centro del
delirio. Se puede igualmente encontrar psiconeurosis de una forma particular y estados de
debilitamiento (demencia precoz).
A partir de la cuarta edición de 1890 (y por lo tanto en la traducción francesa de la
quinta edición), Krafft-Ebing introduce una modificación importante que desequilibra
fuertemente su sistema: agrega, en efecto, un capítulo sobre la neurastenia 11 a las neurosis
constitucionales y allí incluye la locura por obsesiones. La descripción de la "debilidad
irritable", con sus perturbaciones de la emotividad, sus cenestopatías, su humor depresivo,
sus innumerables manifestaciones vegetativas, coincide bastante desdichadamente con el
estado mental habitual del degenerado; la hipocondría, por otra parte, parece no
representar en ella más que una forma especial (así, nada distingue la paranoia
hipocondríaca de la nueva paranoia neurasténica).
*************
**************
Debemos decir una palabra de la psiquiatría italiana que, desde esta época y en adelante se
alinea con la alemana. A. Verga, su gran renovador, inspirándose en Baillarger, impulsa
una nosología largo tiempo oficial que distinguía13 las enfermedades mentales congénitas
(idiotez), las enfermedades mentales adquiridas simples (manía, melancolía, monomanías
intelectual e impulsiva, locura moral, locura circular, demencia) y complicadas locuras
"sintomáticas" de Baillarger: locura neurótica, puerperal, sifilítica, tóxica, paralílítica,
senil). Los autores que lo siguen presentarán en cambio concepciones inspiradas en la
evolución de la psiquiatría alemana (Illenau antes de 1900, Kraepelin después). Ellos se
distinguen por una manera muy original de considerar el problema de la degeneración.
Deben a Lombroso la idea que la degeneración es un retorno involutivo a etapas superadas
de la historia de la humanidad (14) : el criminal nato es una suerte de hombre de Cro-
Magnon perdido entre nosotros, con sus instintos salvajes y su ausencia de inhibición 15.
Siguiendo este enfoque los italianos se dedicaron a un análisis del pensamiento delirante
que les hace diferenciar mecanismos específicos (pensamiento mágico. simbolismo,
extensión de los conceptos, etc.) en un nivel global que contrasta en esta época de
atomismo psicológico.
En el plano nosológico por el contrario, el clásico tratado de Morselli (1885) podría
haber surgido de Illenau 16:
— primer grupo: retardo del desarrollo psíquico (idiotez).
— segundo grupo: anomalía del desarrollo cerebral. Este grupo degenerativo recubre:
• las degeneraciones psíquicas: psicosis criminal, locura "matoide" (idealistas apasiona
dos), locura razonante, inversión sexual, paranoia originaria.
• las psicopatías constitucionales simples (paranoia rudimentaria, locura periódica) o
graves (locuras neuróticas).
— tercer grupo: afección del cerebro completamente desarrollado: se trata, por una parte.
de las psiconeurosis (manía, melancolía, locura alucinatoria aguda, estupidez, catatonía) y
de sus formas secundarias; por otra de las encefalopatías orgánicas o tóxicas.
**************
Para concluir trataremos de definir los caracteres generales de las concepciones que
acabamos de revisar. Como señalamos, son esencialmente el efecto de la síntesis de las
ideas de Morel y de la tradición surgida de Griesinger. Es decir, que se trata de una
concepción clínica fundada sobre dos parámetros: la etiopatogenia y la forma sindrómica,
como nos lo indica Krafft-Ebing muy claramente: "en patología hay tres modos de
clasificación: anatómica . . ., etiológica . . ., clínica y funcional, según la forma particular
de las perturbaciones de las funciones producidas por el proceso mórbido" {Tratado, p.
339). En la medida en que no se pueden utilizar enteramente los dos primeros principios,
el tercero contribuye en forma importante a la diferenciación clínica; ahora bien, se trata
no de un punto de vista clínico-evolutivo, sino de una concepción sindrómica, todavía
muy próxima de Esquirol: Falret y Kahlbaum no han logrado todavía gran audiencia. Esto
explica:
- el carácter muy formal de conceptos como "la paranoia", que corresponde finalmente a
las monomanías intelectuales de Baillarger. Por eso se encuentra dispersa por doquier en la
nosología (psiconeurosis secundaria, degeneración psíquica, psicosis neurótica, incluso
cerebro-psicosis de Schule) y engloba una forma perfectamente individualizada como el
delirio de querulancia, que ahí se encuentra desdibujada17.
- las discusiones sobre la delimitación de la estupidez, de la paranoia aguda y de la
paranoia crónica, manejadas sobre bases puramente psicológicas.
- el aspecto muy confuso de las psicosis periódicas: cuando el criterio del curso está
utilizado, es a título patogénico y no en el marco de una concepción clínico-evolutiva- Por
eso entran en el grupo todas las especies clínicas intermitentes, sin tener en cuenta su
aspecto.
Un autor como Ziehen'8 podrá a la vez rechazar el concepto de degeneración como criterio
nosológico, presentar una clasificación de espíritu muy esquiroleano y permanecer muy
próximo de la Escuela de Illenau:
I - Psicosis sin déficit intelectual.
Capítulo 11
MAGNAN
Las concepciones de Magnan representan una síntesis de las grandes corrientes de ideas
que atraviesan la psiquiatría francesa en los años 1880: fue alumno de Baillarger y de
Lucas, el autor del Tratado de la herencia natural que tanto influenció a Morel, pero
también de J. - P. Falret, y los trabajos de Laségue y J. Falret lo influenciaron mucho.
Finalmente, es contemporáneo y amigo de Charcot y muchas veces colaboran en la
redacción de trabajos clínicos1; de este modo obtuvo un amplio provecho de la "psicología
cerebral" del maestro de la Salpétriére y del trabajo de desmembramiento de la histeria
que aquél llevaba a cabo desde 1870. En su esfuerzo por hacer finalmente la síntesis de la
"gran neurosis"2, Charcot, utilizando el método que ya le fuera tan exitoso en
neuropatología, busca constituir un "tipo clínico" completo reuniendo la mayor parte de
los síntomas conocidos y cuyos casos corrientes no son más que "formas frustradas" o
mixtas3: "el método del estudio de los tipos es fundamental en nosografía. Pero, una vez
constituido el tipo, ... es necesario aprender a reconocer los casos imperfectos, frustros,
rudimentarios. . . (y) los complejos nosológicos. . . que resultan de una asociación, de una
yuxtaposición, en la cual cada uno de los componentes conserva su autonomía" 4 . Opone
así en la histeria:
— estigmas permanentes: zonas de anestesia o de hiperestesia cutáneas o mucosas.
perturbaciones visuales, contracturas o paresias localizadas, temblores5.
***********
Las psicosis o locuras propiamente dichas se dividen en dos grandes grupos: las locuras de
los degenerados y las psicosis que se desarrollan en individuos que están, evidentemente,
predispuestos pero cuya tara permanece latente (sin manifestarse por un desequilibrio
psíquico particular y que no presentan estigmas físicos de degeneración). Estas
comprenden:
— la manía y la melancolía puras, que Magnan llama "elementos simples" para
diferenciarlos de los estados maníacos y melancólicos, que representan síndromes
incluidos en otras psicosis (parálisis general, epilepsia, degeneración y locura
intermitente . Les consagra, por otra parte, pocos trabajos: una lección clínica 13 sobre la
manía nos indica igualmente que excluye de la forma simple la manía delirante y la
exaltación maníaca (hipomanía), no manteniendo en aquella más que la manía típica que
resume con la famosa fórmula "tout en dehors" [todo afuera].
El Delirio Crónico de evolución sistemática, uno de los grandes ejes de su clasificación
pues con él son continuamente confrontados en su descripción los delirios de los
degenerados. Le consagra numerosos trabajos: los estudiaremos más adelante.
- las locuras intermitentes, "especie patológica que se caracteriza por la repetición en
sujeto con predisposición latente, hasta entonces sano de mente, de accesos maníacos o
melancólicos aislados o combinados de diversas maneras. . . Estos accesos pueden
-ofrecer en su curso variedades de evolución que ciertos autores han considerado como
suficientes para constituir especies patológicas distintas; es así que se admiten las locuras
intermitentes, las locuras alternas, las locuras circulares, etc. ...; pero puede probarse
fácilmente con la historia clínica de los enfermos, que esas distinciones reposan en
caracteres seguramente demasiado ostensibles, demasiado llamativos, pero sin embargo
secundarios y limitados a una fase episódica de la melancolía" 14. Se puede apreciar, por
comparación con las concepciones bastante confusas de la Escuela de Illenau, la calidad
de la delimitación clínica de este grupo. Magnan insiste en los caracteres que Falret había
ya aislado perfectamente: la brusquedad del inicio y de la declinación del acceso (en
relación al largo período prodrómico de las manías y melancolías simples), !a amplia
conservación de la integridad mental en los intervalos de los accesos. Finalmente, las
locuras intermitentes, a menudo hereditarias, le parecen una transición entre las psicosis
no degenerativas y las locuras de los degenerados.
Ahora resumiremos la descripción clínica del Delirio Crónico de Magnan 15, último
avatar del delirio de persecución de Laségue, que alcanza así su máxima sistematización.
Lo que caracteriza esa psicosis del "cerebro válido", es la larga resistencia que mostrará el
sujeto a la irrupción mórbida, como lo indica "un curso regular, metódico, que presenta en
su evolución sucesiva cuatro etapas bien delimitadas" 16:
— primer período: período de incubación y de inquietud, marcado por un malestar
cenestésico general. Nervioso, excitable, inquieto, desconfiado, el sujeto, a diferencia del
hipocondríaco, busca más bien en las influencias extrañas la causa de su sufrimiento.
Comienza a interpretar todos los hechos que encuentra, que adquieren una significación
personal. "Finalmente, la idea constante de una persecución, la permanente tensión de la
mente por lo que oye, terminan por afectar el centro cortical auditivo: es la alucinación del
oído"17.
— segundo período: período de persecución. La alucinación, primero elemental
(murmullos, susurros, cuchicheos), deviene verbal, permanente (monólogos, diálogos),
acompañada de ilusiones auditivas, de eco del pensamiento. Rápidamente, perturbaciones
de la sensibilidad general, alucinaciones genitales, olfativas, a veces visuales (Magnan, a
diferencia de Laségue, insiste sobre su existencia) completan el cuadro e implican la
coordinación y luego la sistematización del delirio. Las reacciones son variables: "el
delirante crónico pasa en general por las siguientes etapas: huye, se defiende, ataca" (p.
620). El delirio termina por estereotiparse: entonces aparecen los neologismos que el
paciente crea, "no encontrando más en el lenguaje ordinario las palabras adecuadas al
mundo de sensaciones nuevas en el cual vive" (p. 621); "el mundo real no existe más para
él: enteramente librado a sus sufrimientos, indiferente a todo lo que no puede servir a la
sistematización de su delirio, muestra un egoísmo desmesurado, y mantiene en relación a
todos una actitud teñida de recelo" (p. 622), emplea mil subterfugios para luchar contra
sus tormentos (cierre de los orificios corporales, gestos y palabras simbólicas, vigilia
voluntaria, etc. ...). Finalmente, el debilitamiento físico que engendra esta lucha
permanente, los efectos disociantes del eco del pensamiento y de las sensaciones
****************
Según Morel, la reunión de los retardos mentales con las perturbaciones del carácter y
de la personalidad es lo que permite la constitución de la clase de los hereditarios-
degenerados19. Los hereditarios-degenerados se reparten en cuatro clases: idiotas,
imbéciles, débiles mentales y degenerados superiores; transiciones insensibles muestran la
continuidad y la homogeneidad de este grupo. Las dos últimas clases están consagradas a
las locuras degenerativas.
El estado mental del degenerado se caracteriza esencialmente por el
"desequilibriomental", la incoordinación psíquica, que se manifiesta en formas diversas
que pueden agruparse en tres clases: "los primeros, inteligentes, instruidos, hombres a
menudo notables por el talento y el saber, carecen completamente de sentido moral; genios
a veces desde el punto de vista intelectual, son idiotas desde el punto de vista moral. Los
segundos, son de una moralidad perfecta; pero su inteligencia está profundamente
afectada. Se nota en ellos una desigualdad chocante de las facultades, una carencia
absoluta de ciertas aptitudes, ya sea para las ciencias, ya sea para las letras, ya sea para las
artes. En el tercer grupo, finalmente, no se revela a primera vista en el sujeto ninguna tara
apreciable: todo parece armonioso, normal. Pero basta que advenga una emoción, una
enfermedad, una simple debilidad física, incluso un acontecimiento fisiológico (aparición
de la regla, menopausia, embarazo, etc. ..) y, a continuación, el orden es perturbado,
conmovido; el degenerado aparece con su cortejo de defectos psico-morales 20".
Conocemos ya los otros rasgos del desequilibrio: eretismo emocional, versatilidad,
excentricidades, inestabilidad, extravagancia. Es la interpretación neuro-fisiológica
suministrada a esas diversas perturbaciones lo que las unifica entre sí y con los "estigmas
psíquicos" (21), los síndromes episódicos de los hereditarios (obsesiones, impulsiones.
fenómenos de detención: inhibición, perversiones sexuales). Tomemos el ejemplo de las
perversiones sexuales, cuyo análisis sirve de modelo a la concepción de Magnan (22);
distingue cuatro tipos:
— los "espinales", reducidos al reflejo medular, a la excitación del centro génito-espinal
de Budge: masturbación de los idiotas, eretismo genital irreprimible de ciertos neurópatas
(prurito vulvar, priapismo, orgasmos espontáneos). Esta forma excitativa se opone a otra
inhibitoria (rigidez permanente o intempestiva).
— "los espino-cerebrales posteriores": la zona cerebral posterior, encrucijada de centros
sensoriales, receptáculo de las imágenes mentales, y por lo tanto substrato de los instintos
y de los apetitos, interviene esta vez. Su intervención sin control "anterior" provoca un
acto instintivo, una impulsión brutal ante cualquier objeto de sexo diferente, bello o feo
(ninfomanía, satiriasis).
— los "espino-cerebrales anteriores": esta vez el punto de partida está en la corteza
anterior, en los centros psíquicos; es una influencia psíquica, una idea, un sentimiento, una
inclinación que lleva al acto fisiológico, como en el estado normal, pero esta influencia
superior está aquí pervertida (perversiones sexuales en cuanto al objeto: fetichismo,
pedofilia, inversión sexual, zoofilia o simplemente objeto inconveniente: adulterio
impulsivo, desclasamiento social, etc...). En casos inversos, una idea obsesionante tiene un
poder de inhibición inmediato sobre el deseo sexual.
— los "cerebrales-anteriores o psíquicos": "en este grupo, ya no se reconocen los instintos
inferiores, se deviene incluso indiferente al acto de generación...; se está instalado en plena
región frontal, en el dominio de la ideación (p. 168). Se trata de los extáticos, de los
platónicos, erotómanos en el sentido antiguo (se sabe que Clerambault dio después un
sentido preciso a ese término).
Este tipo de interpretación es el que sirve de base a la gran síntesis de los estados
obsesionantes y fóbicos, impulsivos, inhibitorios (fenómenos de retardo de Magnan). Lo
que los caracteriza efectivamente es el eretismo o la parálisis de un centro cortical de
imágenes sensoriales o motrices, cuyo funcionamiento escapa así al control superior y a la
voluntad consciente del sujeto, que sólo puede oponerle esfuerzos más o menos ineficaces.
Se trata entonces, de hecho, de un nuevo avatar de la teoría del automatismo de Baillarger
(de quien, no lo olvidemos, Magnan fue el alumno) pero en una versión traducida en
"mitología cerebral". Inspirándose en los trabajos de Félix Voisin sobre las aptitudes
notables de ciertos idiotas ( calculadores, músicos, etc. . .), Magnan considera así la
degeneración como una desorganización del eje cerebro-espinal, destrucción o inhibición
de ciertos centros, eretismo de ciertos otros, etc... En el plano clínico, el resultado es
notable: por primera vez esos innumerables síndromes de nombres griegos más o menos
barrocos, con los cuales se hacían entidades autónomas 23, son reunidos en una sola "forma
natural" y vinculados a una base mental particular 24.
Las locuras de los hereditarios degenerados forman cuatro clases:
1 - Idiotez, imbecilidad, debilidad mental;
******************
Si para concluir intentamos sacar las conclusiones de esta obra ejemplar, definiremos
sin dificultad su carácter esencial: junto al marco etiológico y clasificatorio sacado de
Baillarger y de Morel, es como formas clínico-evolutivas que son aisladas las entidades
constituyentes y esto es lo que determina su importancia. El espíritu de J. - P. Falret está
ahora sólidamente implantado en la psiquiatría francesa: de aquí en más se discuten
cuadros clínicos precisos. Si comparamos, por ejemplo, la obra de Magnan con la Escuela
de Illenau, surgirá rápidamente hasta qué punto nociones como la paranoia o las locuras
periódicas, constituyen conglomerados heterogéneos y mal definidos, el tipo preciso de
grupos artificiales cuyo desmembramiento reclamaban los Falret.
Queda en pie que el punto de vista sintético, tomado de Baillarger y Morel, pueda
sugerir el cierre del trabajo de investigación. Veremos a la Escuela de la Salpétriére.
surgida directamente de J. Falret, atacar a Magnan en diversos puntos. Chaslin manifiesta
bien ese punto de vista en su tratado de 1912 29, desde el título general (Elementos) hasta el
exergo ("He dicho que es necesario contentarse con describir ciertos enfermos y no
ensayar clasificarlos de manera rigurosa") 30, en las secciones de su clasificación
(perturbaciones mentales de causa reconocida, perturbaciones mentales de causa
desconocida) o en la magnífica conclusión de su introducción: "Al final de los tipos
clínicos. inserté algunas observaciones sobre las cuales me es difícil ubicar una etiqueta
ordinaria (cap. XIV: 'Tipos clínicos de daño"); dejo así la puerta abierta en lugar de
cerrarla, como pasa corrientemente en las obras didácticas. Si se prefiere una comparación
distinta, este capítulo de formas inhabituales o de daños (todo alienista encuentra este
género de cosas) es una pequeña ofrenda en el altar del dios desconocido: él es el único a
quien consiento adorar" (p. VIII).
Puede ser ésta quizás una de las consecuencias de la enseñanza de los Falret sobre la
cual no hemos llamado suficientemente la atención: se trata de la ruptura que se introduce
entre clínica y nosología o clasificación. Desde Pinel, ambos enfoques estaban
estrechamente ligados pues eran complementarios: se trataba de la delimitación interior de
un todo unitario. Con Falret, se introduce en el enfoque clínico una segunda distinción
metodológica: esta vez no ya entre observación y explicación, sino entre análisis y
síntesis, y es la escuela francesa la que parece haber recibido mejor esta lección31.
1 Por ejemplo Sobre la onomatomanía o la inversión sexual; cf. en Recherches sur les centres nerveux,
Segunda serie, 1893, p. 173 y 278.
2 El objetivo de Charcot es precisar síntomas típicos, propios de la entidad mórbida, que no se puedan
confundir con los de otra enfermedad y poner fin así a la concepción de la histeria "Proteo indefinible" que
puede imitar todo. Su escuela terminará ese trabajo, que Briquet y Laségue ya habían comenzado.
3. Freud, gran admirador de los métodos clínicos de Charcot. operará de la misma forma para
construir su nosología de las neurosis y distinguir neurastenia, neurosis de angustia, neurosis obsesional y
fobia. Cf. su artículo sobre la neurastenia y la neurosis de angustia en Neurosis, psicosis y perversión, PUF,
1973. Particularmente, p. 36 a 38.
4. Citado por Gilíes de la Toutette, Etat mental des hystériques, 1891, p. 70-77.
5. Cf. Gilíes de la Tourette. L 'hystérie nórmale inrerparoxystique, 1891.
6. Cf. para las crisis. P. Richer, Erudes cliniques sur la grande hystérie, 1883.
7. El artículo de Laségue. muy involucrado por esa polémica: "Les hystériques. leurs perversités. leuis
mensonges", Ecrits psychiatriques, 1881, p. 165, es un testimonio de eso.
8. Se conoce la importancia de los trabajos de Charcot sobre la histeria masculina (de la cual está, por otra
parte, lejos de ser el inventor) y especialmente sobre el histero-traumatiímo. La preeminencia femenina le
parecía incluso finalmente dudosa. Cf. Leçons du mardi, 1892, y el tercer volumen de "Lefons sur les
maladies du systéme nerveux, 1887.
9. Cf. Gilíes de la Tourette, op. cit. cap. XI, H. Colín, Etat mental des hystériques, 1890; o las reflexiones
de Breuer v Freud en los Estudios sobre la histeria. 10. "De la coexistence de plusieurs delires de nature
différente chez le méme aliené". Recherches, 1890, p. 407.
11. Reproducidas en Leçons cliniques, Primera serie, 1893, p. 203.
12. Su alumno Garnier describirá las "ebriedades patológicas" en su libro La folie a Paris, 1890. El
estudio clínico de los estados tóxicos será una tradición en la escuela de Magnan (cf. en particular los
trabajos de Clérambault .)
13. Lecons cliniques, 1893, p. 193.
14. "De la folie intermitente", Informe al Congreso Internacional de Medicina de 1890, Recherches,
p.499.
15. Garnier la llama "psicosis sistemática progresiva", término que preferirán algunos autores (Regís,
Cullére, Ballet). 17. Leçons cliniques, 1893, p. 193.
16. Lecons cliniques, 1893, p. 193.
17. Magnan y Sérieux, "Le delire chronique á évolution systématique". Traite internacional de
psychologie pathologique de A. Marie, 1911, II, p. 615.
18. Leçons cliniques, 1893, p. 193. Cf. también en el gran cuadro comparativo de los temas antiguos y
modernos de los delirios, p. 194.
19. La unión de los dos términos tiende a recordar que si la degeneración es generalmente hereditaria,
puede también ser adquirida, heredando el sujeto de si mismo, según la expresión de Laségue. Cf.
"LesCérébraux", Etudes medicales, 1880,1, p. 567 a 584.
20. Leçons cliniques sur les delires systématisés, 1897, p. 40-41.
21. No nos detendremos en los estigmas físicos, cada vez más numerosos, descriptos en esa época. Cf.
Seglas Leçons cliniques, cap. XXI y XXII o el cap. V, "Dégénérescences et psychopathies" del "Traite
international de psychologie pathologique de A. Marie, 1911, p. 495 a604.
22. "Des anomalies, des aberrations et des perversions sexuelles", Recherches, 1885, p. 151.
23. Cf. los catorce apartados del gran cuadro sinóptico de Magnan, reproducido frecuentemente. Por ej.
en: Leçons cliniques, 1893, p. 216;Recherches, p. 150.
24. Morel, es verdad, con su delirio emotivo y especialmente J. Falret habían comenzado ese trabajo de
síntesis.
25. Cf. la décima primera de lasLeçons cliniques, 1893, p. 347 a 358. La expresión "idea prevalente" y es
de Wernicke; Clérambault hablará de postulado ideo-afectivo.
26. Leçons cliniques sur les delires systématisés, 1897, p. 92-93.
27. Magnan se contenta con señalar la existencia de dos variedades, delirios intelectuales y delirios
psicosensoriales (ibid., p. 173). Es su alumno Sérieux quien aprovechará esta idea (cf. cap. XIV).
28. Una buena parte, entonces, de esas bouffées delirantes y delirios polimorfos entra en las locuras
periódicas de los alemanes, lo que explica el carácter degenerativo acentuado que ellos les otorgan. Eléments
de sémiologie et de clinique mentales.
30. La frase es de Morel, pero proviene de los Etudes cliniques de 1852, escritos bajo la influencia
directa de J.-P. Falret.
31. Antes, al menos, de su decadencia "órgano-dinámica".
Capítulo 12
KRAEPELIN ANTES DE 1900
Al principio las posiciones de Kraepelin 1 son bastante próximas a las que tomará Ziehen
en 1894 (cf. cap. 10): su clasificación sigue siendo una de las más clásicas. conservando
sus distancias en relación a las innovaciones de la escuela de Illenau. Distingue:
1 — Estados depresivos: melancolía simple y delirante;
2 — Estados crepusculares:
a — estados de sueño patológico (hipnosis, sonambulismo, ebriedad comatosa),
b — estados crepusculares histéricos y epilépticos,
c — estupor y éxtasis,
d — demencia aguda;
3 — Estados de excitación:
a — melancolía agitada,
b — manía,
c — estados de excitación de los delirium (febril o alcohólico);
4 — Psicosis periódica:
a — manía periódica,
b — melancolía periódica,
c — locura circular;
5 — Delirio sistematizado (VerrücktheitJ primitivo;
6 — Demencia paralítica;
7 — Estados de debilidad psíquica:
a — anomalías evolutivas (idiotez, imbecilidad, debilidad, inversión sexual),
b — locura moral y delirio de querulancia,
c — estado neurasténico (obsesiones),
d — estados de debilidad psíquica secundaria (Verrücktheit y Blódsinn secundarios).
— la clase de los estados de excitación, reunidos sobre la base de este único síntoma.
— la gran clase de los "estados de debilidad psíquica" que subsume formas primitivas,
secundarias o involutivas (se recuerda que también Guislain agrupaba idiotez y demencia
en la misma categoría).
Es, efectivamente, cierto análisis psicológico lo que estructura esta nosología. Kraepelin es
un alumno de Wundt, que le habría sugerido la redacción del Compendium. Como Pinel,
está persuadido de que es indispensable una investigación psicológica para la comprensión
de las enfermedades mentales y que la psicología "normal" puede así suministrar
herramientas conceptuales para el análisis clínico. 2 Por eso, tomando el modelo de la
psicología experimental de Wundt, se preocupará por hacer experimentaciones
piscológicas en psiquiatría (es decir, diversas medidas psicométricas en los diferentes
estados mórbidos). Constantemente volveremos a encontrar en su obra una preocupación
por el análisis psicológico. La segunda edición (1887) registra grandes modificaciones:
1 — Melancolía: simple, agitada, con estupor;
2 — Manía;
3 — Delirium:
a — febril,
b — tóxico,
c — transitorio;
4 — Estados de agotamiento agudo:
a — delirio agudo,
b — delirium del colapso,
c — confusión (Verwirrtheit) asténica,
d — demencia aguda;
5 — Wahnsinn:
a — depresivo,
b — expansivo,
c — alucinatorio;
6 — Locuras periódica y circular:
a -— locura periódica (manía, melancolía, Wahnsinn),
b — locura circular
7— Delirio sistematizado (Verrücktheit):
a — formas depresivas,
— delirio de persecución alucinatorio,
— delirio de persecución combinatorio,
— delirio hipocondríaco,
— delirio de querulencia,
b — formas expansivas: delirio de grandeza alucinatorio, combinatorio y Vernicktheit
originaria;
8 — Neurosis generales:
a - locura neurasténica (obsesión),
b — locura histérica (incluyendo Vernicktheit histérica),
c - locura epiléptica;
8 — Intoxicaciones crónicas: alcoholismo, morfinismo, cocainismo;
9 — Demencia paralítica;
10 — Estados de debilitamiento:
a - demencia senil,
b - lesiones cerebrales,
c - estados de debilitamiento secundario;
11 — Retardo del desarrollo psíquico:
a - idiotez,
b - cretinismo,
c - debilidad mental constitucional (con locura moral y locura impulsiva).
d - inversión sexual.
Debe primero señalarse la acrecentada preocupación por la precisión que testimonia esta
nueva clasificación, pero, sobre todo, puede notarse un neto alineamiento con las
posiciones de Krafft-Ebing:
— se vuelve a encontrar, en las cinco primeras clases, las "psiconeurosis" de aquél;
— en las clases 6 y 8, sus "degeneraciones psíquicas";
— las clases 9 y 11 representan las psicosis orgánicas (con los debilitamientos
secundarios);
— finalmente las detenciones del desarrollo forman una clase aparte en la cual se incluyen
perversiones sexuales y locura moral;
— a nivel del detalle, debe notarse igualmente la inclusión de las obsesiones en la locura
neurasténica, la separación de las psicosis delirantes agudas (Wahnsinn), de las crónicas
(Vernicktheit), de acuerdo a las ideas (y a la terminología) de Krafft-Ebing. Como en éste,
el criterio etiológico y el criterio clínico quedan mal delimitados y sirven alternativamente
para la clasificación (cf. el detalle de los delirium, de los estados de agotamiento o de los
estados de debilitamiento). Por lo tanto el pensamiento de Kraepelin evolucionará a partir
de la doctrina clásica de Illenau.
La tercera edición reproduce prácticamente la segunda, con algunas modificaciones
menores: la confusión alucinatoria cambia su lugar con el delirio agudo, la catatonía pasa
de la clase de las Vernicktheit a la de los Wahnsinn, conforme a las ideas de Schule.
*************
Los alienistas alemanes las distinguían y Kraepelin las describía desde 1887, pero para la
división de conjunto, había hasta aquí seguido a Krafft-Ebing (formas depresivas y
expansivas). La división de la paranoia en función de la estructura clínica prepara la etapa
siguiente: efectivamente, son las formas fantásticas las que especialmente engendran las
demencias vesánicas" secundarias (neologismos, autismo, disgregación y transformación
de la personalidad: cf. el Delirio Crónico de Magnan).
*************
La sexta edición (1899) es la edición clásica del tratado de Kraepelin 5: las concepciones
generales que propone darán la vuelta al mundo y se impondrán en todas partas; la escuela
francesa, sola, resistirá mucho tiempo y terminará incluso por obtener una conversión
parcial de Kraepelin, que sus alumnos no seguirán, La estudiaremos en detalle. Demos
primero su esquema general:
1- Locuras infecciosas (delirium febril e infeccioso, debilitamiento infeccioso),
2- Locuras de agotamiento (delirio agudo, amentia, neurastenia adquirida),
3- Intoxicaciones,
4- Locuras tiróideas,
5- Dementia praecox,
6- Demencia paralítica,
7- Locuras de las lesiones del cerebro,
8- Locuras de involución (melancolía, delirio de perjuicio presenil, demencia senil),
9- Locura maníaco-depresiva,
10- Paranoia,
11 - Neurosis generales,
12 - Estados psicopáticos (locura degenerativa),
13 - Detenciones del desarrollo psíquico.
Fuera de la primera clase, separada del marco de las intoxicaciones y del desmembra
miento de las "enfermedades de la nutrición", se trata de hecho de las mismas rúbricas de
las de la edición en 1896; como veremos, el contenido de tres de estas rúbricas ha
cambiado (demencia precoz, paranoia, locura maníaco-depresiva). Pero el abandono
nominal de las audacias de la precedente edición no impide a Kraepelin conservar la
misma concepción general, esta vez a título de probabilidad verosímil. Su posición es
simple, ya la hemos encontrado en Krafft-Ebing: "ya que hasta aquí las investigaciones, ni
anatomía patológica ni en etiología ni en clínica, están bastante avanzadas como para
darnos un fundamento seguro para la clasificación de las perturbaciones mentales,
debemos, para llevar nuestra obra a término, utilizar los recursos que serán puestos a
nuestra disposición desde esos tres lados"6. Opone entonces las enfermedades mentales
adquiridas, de origen exógeno, a las enfermedades mentales congénitas, de origen
endógeno. El segundo grupo comprende las psicosis degenerativas (clases 9 a 13) que se
pueden encontrar en todos los autores de la época. El primer grupo se divide en dos
subgrupos:
1- el primero es la consecuencia de los factores tóxico-infecciosos (clase 1 a 3) o auto-
tóxicos (clase 4);
2- -- el segundo depende de supuestas lesiones del cerebro (clase 6 a 8).
- Queda la Dementia praecox: su terminación deficitaria hace sospechar la existencia de
lesiones cerebrales, sin duda todavía desconocidas,7 pero muy verosímiles. El terreno en
general intacto en que aparece, sus formas de inicio (neurasténicas, confuso-alucinatorias)
hacen probable un factor tóxico, sin duda auto-tóxico (metabólico). A eso se debe su
situación intermedia, al lado del cretinismo que también reposa sobre una perturbación
metabólica y tiende a producir lesiones cerebrales irreversibles; al lado también de la
parálisis general, con sus delirios demenciales absurdos e incoherentes. Todo esto era
efectivamente muy racional: en lugar de condenar el pensamiento de una época, puede ser
interesante ensayar comprenderlo, es decir comprender qué intentaba pensar, y con qué
medios; dejaremos entonces a los expertos en "predicción del pasado" sus interpretaciones
salvajes.
Volvemos a encontrar en Kraepelin los dos grandes grupos que el conjunto de los
autores de este período deben a Baillarger y Morel. El aspecto particularmente sistemático
de su pensamiento hace que ellos no dejen ningún resto y que recubran el conjunto de la
patología mental. Señalamos que no se trata tanto de dos clases opuestas como de una
serie donde se pasa progresivamente de la predominancia de un elemento causal a la
predominancia del otro: la predisposición está presente por doquier, incluso en las tres
primeras rúbricas, las más exógenas; todavía más netamente en las rúbricas 4 a 8
(predisposiciones a los accidentes vasculares cerebrales, por ejemplo, o a la demencia
senil); por otra parte: la psicosis maníaco-depresiva, la paranoia se desencadenan en un
momento preciso de la vida; son degenerativas pero no originarias; los factores exógenos
entran por lo tanto en su producción, como en la de los síntomas de las grandes neurosis
donde el fondo mórbido es sin embargo permanente.
dependiente de la presentación clínica (11) . Los estados delirantes y alucinatorios agudos que no
desembocan en un delirio crónico o en un estado deficitario y que Kraepelin había, en 1896,
incluido en la demencia precoz, encontrarán así un lugar: el tercer caso en el capítulo "Estados
mixtos" de las Lecciones clínicas de Kraepelin 12 es una bouffée delirante polimorfa de Magnan
totalmente típica (p. 96 a 99). De manera característica el criterio evolutivo y un análisis
psicológico cuyo carácter atomista se señalará de pasada (wundtien) permiten agrupar síndromes
clínicamente heterogéneos en una "entidad mórbida".
3 - La Demencia Precoz: como ya dijimos, a partir de esta sexta edición Kraepelin agrega
al grupo de los procesos demenciales, que llama desde entonces demencia precoz (13) las
paranoias alucinatorias (delirios sistematizados fantásticos) como segunda forma
paranoide, junto a la dementia paranoides. La razón de esto es que ellas desembocan
principalmente en estados terminales muy parecidos (delimitación por el estado terminal:
cf. Kahlbaum), pero también que se encuentra en ellas nuevamente síntomas
fundamentales idénticos (reagrupamiento en base a un análisis psicológico): "Creo no
equivocarme al considerar que la ausencia de perturbación primitiva de la voluntad en la
paranoia, está en estrecha relación con la ausencia de delirio de posesión corporal. La idea
de que fuerzas extrañas actúan, como lo haría la telepatía, sobre el organismo, sobre las
sensaciones, los pensamientos, los actos voluntarios, no es para mí más que la expresión de esa
misma perturbación de la voluntad que se reconoce en todas las manifestaciones exteriores de los
dementes precoces. En la verdadera paranoia ya he observado algunas veces la idea de una
influencia que proviene de alimentos envenenados, pero jamás, en cambio, la concepción de estar
librado, como un juguete inerte, a la dominación de una personalidad extraña Las ideas de
perjuicio pueden ser extremadamente novelescas e increíbles, pero se mantienen sin embargo
siempre, así como las ideas de grandeza, en el marco de las cosas posibles y naturales; las
ficciones de pura fantasía son excepcionales. La personalidad corporal o psíquica, si puede ser
afectada o crecer, devenir el objeto del odio o revestirse de una alta dignidad, sigue siendo lo que
era en su naturaleza íntima. El enfermo está esclarecido sobre su misión, sobre las trampas que se
le tienden, sobre las promesas que se le hacen, sobre sus reivindicaciones, pero su personalidad
misma no es sometida a ninguna transformación, como sucede a menudo en la demencia precoz.
La psicosis no alcanza por lo tanto y no altera el centro de la personalidad; produce solamente una
falsificación mórbida de la concepción del mundo".
No retomaremos la notable descripción clínica de las formas de la demencia precoz que da
Kraepelin: prácticamente no se le ha agregado nada después y se la encuentra entonces en todos
los manuales actuales 14. Se puede sin embargo insistir sobre algunos puntos:
- la distinción de los síntomas fundamentales (repliegue afectivo, indiferencia, afección
consecutiva de la voluntad: falta de voluntad, perturbación del curso del pensamiento y del
razonamiento, "pérdida de la unidad interior") y de los síntomas accesorios (alucinaciones, ideas
delirantes, automatismos gestuales catatónicos, accesos depresivos o excitativos, impulsiones) está
netamente afirmada: no proviene de Bleuler; éste, por el contrario, intentó oponer signos primarios
(perturbación generadora fundamental directa mente surgida de la lesión) y secundarios (reacción
de la personalidad), lo cual es mucho más aleatorio.
- en la demencia precoz se incluyen los estados agudos (psiconeurosis) de los antiguos autores
que terminan en un estado disociativo secundario, pero también todos aquellos que parecen curar
pero cuya presentación clínica es homóloga a las formas cardinales de la enfermedad (síntomas
catatónicos, síndrome de influencia, delirio de persecución física, perturbaciones afectivas,
perturbaciones del curso del pensamiento). Son considera dos entonces como brotes mórbidos
resolutivos, que no dejan más que un déficit muy ligero para ser manifiesto, lo que representa más
una manera de ocultar el problema que una solución satisfactoria.
- la naturaleza especial de la "demencia" es claramente percibida por Kraepelin: la inteligencia, la
memoria, la orientación, están intactas; la afectividad, la voluntad, el razonamiento y en
consecuencia la personalidad, están por el contrario afectadas primaria y profundamente, cada una
de esas tres funciones especialmente en cada una de las tres grandes formas 15.
- el carácter nuclear de la hebefrenia, donde esta demencia predomina y donde los síntomas
accesorios son móviles, polimorfos y fugaces. No olvidemos que ella ha llevado primero el
nombre dado después a todo el grupo. A partir de la séptima edición (1904) la demencia simple
(16), primero descripta por Diem en 1903, suministra un modelo todavía más explícito de las
perturbaciones fundamentales.
Este análisis se aplica perfectamente al primer grupo que Kraepelin constituyó así
(hebefrenia, catatonía, demencia paranoide 17; pero hemos visto que a partir de esta sexta
edición agrega una segunda "forma paranoide", las paranoias (Verrückthertí fantásticas, en
base a la similitud de los estados terminales (demencia vesánica: autismo, neologismos , delirio
hermético y estereotipado) y de los síntomas iniciales que le parecen manifestar la misma afección
de las funciones psicológicas que están en la base de la integridad de la personalidad. Sin embargo
Kraepelin hará siempre, a nivel clínico, la herencia, reservando a estas formas un lugar aparte (es
Bleuler quien borrará toda distinción, veremos cómo): esta vasta síntesis no será aceptada
fácilmente, incluso en la manía, en un primer tiempo al menos 18, y Kraepelin mismo deberá
renunciar en 1913, convencido por las críticas de los alienistas franceses.
Justamente en el plano de la terminación, los delirios fantásticos conservan cierta autonomía: sus
formas terminales más frecuentes se distinguen netamente de las de la hebefreno-catatonía
(aprovechemos para señalar la precisión y la riqueza de la descripción Kraepelin de estas formas
terminales); su porcentaje de cura y de mejora importante es débil, mientras que es de notable
importancia en la hebefreno-catatonía (diez por ciento cura completa, quince por ciento de déficit
ligero: en esos tiempos heroicos las altas la más frecuentes de lo que se cree). Este rasgo las acerca
a la paranoia en sentido estricto como, por otra parte, su edad de aparición, netamente más tardía
que para el resto de la demencia precoz (lo que contribuye a desequilibrar el grupo que ya no tiene
nada de una enfermedad juvenil).
**********
Hemos entonces recobrado en Kraepelin, en el marco de una obra capital, los caracteres generales
de la psiquiatría alemana, la elevación de su visión, sus tentaciones a síntesis y a la estrechez.
Veremos en el capítulo XV que desde la séptima edición 1904) se esboza una revisión que, en la
octava y última edición (1909-1913), se transformará en una verdadera metamorfosis.
Insistiremos, para concluir, en los puntos débiles de las concepciones kraepelinianas; se trata
siempre de cierta preferencia acordada sobre el parámetro clínico -juzgado incierto pues no
desemboca de entrada en un punto de vista sintético- a:
-la dimensión etiológica; lo que explica la relativa debilidad de la constitución del grupo
psicógeno, los mismos cuadros clínicos (confusión mental, demencia) se encuentran salpicados en
rúbricas diversas, en función de su causa o de su substrato anatómico.
-la dimensión evolutiva: es la importancia acordada a los estados terminales en la constitución
de los grupos. Debe diferenciársele netamente de las concepciones de los Falret, que ponen el
acento sobre la especificidad de una secuencia clínica en todas sus
1. Habiendo logrado, con esfuerzo, disponer de todas las ediciones, nos pareció interesante
hacer el estudio de su evolución.
2. Se sabe que la psicología francesa de la misma época parte de la idea inversa, surgida de
Claude Bernard, que lo patológico dilucida lo normal. A través de Ribot. Charcot y sus alumnos
(Janet Binet) impregnará fuertemente a Freud.
3. Se trata del término usual en esa época para designar al metabolismo.
4. Está en el origen de un qui pro quo entre Freud, entonces adepto de Charcot. y los
psiquiatras de Viena, en el momento de su famosa conferencia sobre la histeria masculina. Cf.
Ellenberger. La conférence de Freud sur lTiystérie masculine". Information psychiatrique, 1968. p.
921. Por otra parte, Freud cambia luego de opinión ya que a partir de 1919 la neurosis traumática
deviene una de las bases de su conceptualización.
5. Por razones bastantes sospechosas, el tratado de Kraepelin (como por otra parte los trabajos
de Bleuler) no tuvo nunca traducción francesa. Sin embargo, el excelente manual de su alumno
Weygandt, que es prácticamente un resumen del mismo, tuvo una traducción francesa en 1904. \
puede felizmente servir como texto de referencia.
6. Prefacio del segundo volumen de la séptima edición, 1904.
7. 7 Desde 1904, Klippel y Lhermitte creyeron haberlas descubierto.
8. E. Kraepelin. Manic - Depressive insanity and paranoia, traducción inglesa de la octava
edición. p. 212-213.
9. E. Kraepelin separa también del marco de los delirios crónicos el "delirio de perjuicio
presenil" caracterizado por el "desarrollo lentamente progresivo de una gran debilidad de
razonamiento, con combinación múltiple de ideas delirantes cambiantes y exageración de la
irritabilidad afectiva". Se trata, entonces, de una forma delirante de demencia senil.
10. Es porque aisla ese síntoma fundamental que Kraepelin rechazará la autonomía del delirio
de imaginación de Dupré.
11. Cf. Schule, Krafft-Ebing, o el artículo de Pilez, de Viena en el Traite international de
psychologie pathologique de Marie, 1911, IL p. 709 a 766.
12. E. Kraepelin, Introduction a la psychiatrie clinique, traducción francesa de la segunda
edición, 1907.
13. El había preferido hasta ese momento ese término al de Kahlbaum: hebefrenia, que retoma
aquí para la forma deficitaria de base.
14. Igualmente es interesante remitirse a las Leçons cliniques ya citadas, parcialmente
reeditadas por Privat.
15. Es necesario subrayar que Kraepelin da de la catatonía una interpretación puramente
psicológica, en la que el defecto primario de la iniciativa voluntaria y la acción simultánea o
alternativa de tendencias contrarias (asociación por contraste) se sustituyen a las hipótesis
neurológicas tipo Kahlbaum.
16. O heboidofrenia: el término retomará rápidamente el sentido más preciso que Kahlbaum le
había dado; pero los comportamientos delictivos, frecuentes en la forma simple, acercan las dos
descripciones.
17. Este concepto restringido de la Dementia praecox es el que recobrarán los autores franceses
y al que quedarán ligados (cf. cap. XII).
18. Binswanger y Siemerling en su tratado de 1904 se atienen a la primera concepción de la
demencia precoz (artículo de Hoche).
Capítulo 13
SEGLAS Y EL GRUPO DE LA SALPETRIERE
Nos ha parecido útil reunir bajo este título general a un grupo de autores franceses de la del
siglo XIX, la necesidad de cuyo estudio común surge a partir de diferentes rasgos. Todos, en un
momento u otro, pasaron por la Salpétriére y sufrieron la influencia de Charcot. Algunos, como
Gilbert Ballet o Cotard, fueron sus alumnos. También en la Salpétriére encontraron a Jules Falret,
médico jefe del pabellón de alienados del cual se manifestaron, de una manera más o menos neta,
como sus seguidores: Cotard y Arnaud fueron sus colaboradores directos.
Próximos a la Clínica de las enfermedades mentales, cuya cátedra ocupan Ball y después Joffroy
(antes de Ballet), mantienen su distancia en relación a Magnan. Una hostilidad notoria 1 opone en
efecto la Admisión, que dirige Magnan, y la Clínica, con sus enseñanzas rivales. Ball, alumno de
Laségue, permanece muy próximo a Baillarger: sus lecciones clínicas2 son interesantes pero
resisten poco una comparación con las de Magnan. El grupo que estudiamos retoma entonces en
términos generales las ideas de éste, pero con una reticencia que encuentra su argumento en las
objeciones de J. Falret. Un poco por las mismas razones, permanecerán muy informados de las
concepciones alemanas, importando sucesivamente nociones como la confusión mental, la
paranoia o la demencia precoz (es, por otra parte, el grupo de Claude, poseedor de la Clínica en la
pre-guerra, el que introduce en Francia a Bleuler y Kretschmer, oponiéndose así a Crambault).
Todos los trabajos del grupo son retomados en un momento u otro, para alcanzar su
colaboración óptima, por su más brillante representante, el clínico más fino sin duda que haya
producido la Escuela Francesa: Jules Séglas.
Finalmente, casi todos colaboran en el monumental Tratado de patología mental publicado en
1904 bajo la dirección de Gilbert Ballet, que manifiesta bien sus posiciones generales, sutilmente
diferentes de aquellas de Magnan y alimentadas por trabajos
Abandonaremos por este capítulo el estudio por autores, visto el entrecruzamiento de los
trabajos del grupo que estudiamos, para seguir más bien una división por materias y examinar
sucesivamente la confusión mental, los delirios sistematizados y la demencia precoz.
**************************
La confusión mental
En 1892 Chaslin presenta, en el Congreso de Blois y después en los Anales co-psicológicos, un
estudio muy completo de una entidad clínica nueva que quiere introducir en la nosología francesa.
Una monografía coronará en 18953 estos trabajos rápidamente aceptados por las cabezas del
grupo: Séglas le consagra tres de sus famosas lecciones clínicas, Ballet lo introduce también en su
enseñanza. La Escuela de Magnan permanecerá bastante reticente en relación a esta innovación, en
la que ve la erección de un simple síndrome en entidad nosológica; 4 en una corta nota a sus
lecciones clínicas de 1897 (p. 93), Magnan distingue sin embargo las bouffées delirantes "de los
delirios alucinatorios. . . descriptos en Alemania bajo el nombre de hallucinatorischer Wahnsinn:
éstas, en efecto, se encuentran en simples predispuestos, debilitados por el surmenage, la fiebre o
una afección orgánica: su cerebro agotado se exalta con facilidad y proyecta afuera sus imágenes
en un tumulto confuso": esta breve alusión a la confusión onírica (como estado mixto) no tendrá
consecuencias y la nosología de Magnan no será modificada por ella.
Apoyándose extensamente en los escritos olvidados de Delasiauve, sacando partido de los
debates aún indecisos de los alemanes, Chaslin sitúa primero "la confusión mental primitiva"
como un proceso unitario: "una afección ordinariamente aguda, consecutiva a la acción de una
causa ordinariamente apreciable, que se caracteriza por fenómenos somáticos de desnutrición y
por fenómenos mentales: el fondo esencial de estos, resultado principal del estado somático, está
constituido por una forma de debilitamiento y de disociación intelectual, confusión mental que
puede o no estar acompañada de delirio, de alucinaciones, de agitación o al contrario de inercia
motriz, con o sin variaciones marcadas del estado emocional" (p. 245-246). Esta distinción crucial
de los síntomas fundamentales y de los síntomas accesorios le permite reagrupar las formas
estúpidas, las formas ligeras (torpeza cerebral de Ball), las formas gravísimas (delirio agudo,
delirio de colapso, forma meningítica), las formas con predominancia alucinatoria o amnésica
(psicosis de Korsakov) alrededor de una forma media que funda la unidad del conjunto.
En el plano etiológico distingue las confusiones sintomáticas de un estado febril, infeccioso,
tóxico o auto-tóxico, de inanición, neurótico (epilepsia, histeria) o de una lesión orgánica del
cerebro y la confusión mental primitiva idiopática, que le parece manifestar un estado de
agotamiento del organismo, a veces secundario al despliegue de otras vesanias (manía aguda en
particular).
Separa de aquellas a las confusiones mentales secundarias (cf. p. 163) donde el síndrome
confusional manifiesta la obnubilación de la consciencia por una producción ideica (fuga de ideas)
o alucinatoria tan intensa que el enfermo no puede coordinar mas sus pensamientos. Se trata en
particular de los síndromes alucinatorios agudos: paranoia aguda de los alemanes pero también
delirio alcohólico subagudo de Laségue en el cual, en la primera fase al menos, no hay confusión
primitiva.5 El carácter bastante impreciso del análisis psicológico de los delirios histéricos,
relacionados demasiado sistemáticamente con la epilepsia, impedirá a los autores de este período
ubicarlos entre las confusiones secundarias: el sujeto ahí está en realidad más absorbido que
confuso (éste puede, por otra parte, también ser el caso de la epilepsia). Los estados emocionales,
por el contrario-serán correctamente ubicados entre las formas primitivas y la Gran Guerra
suministrara pronto observaciones cotidianas.
Un carácter especifica la entidad de Chaslin: se trata aquí claramente de una "forma
natural"6 en el sentido de los Falret: una descripción clínica fina, un curso preciso con un período
prodrómico de malestar físico, de astenia, de ansiedad difusa y de depresión, síntomas psíquicos y
físicos (perturbaciones viscerales generalizadas), modos de terminación específicos (cura con
despertar gradual, demencia o muerte). La etiología general es mucho menos segura, en segundo
plano en relación a la demostrabilidad de la descripción. Reportémonos a la clasificación de
Kraepelin (1899): encontraremos la confusión mental dispersa en clases etiológicas diversas y en
formas clínicas mal delimitadas; es el criterio etiológico, en efecto, el que guía esencialmente su
enfoque, anticipado en relación la clínica. De la misma forma, los émulos de Magnan serán
incomodados por esta descripción que recorta muchas clases etiológicas, a pesar de que ella se
integra finalmente
Séglas retoma desde 1854 la descripción de la confusión mental 7 con la limpidez que es habitual.
Precisa el cuadro clínico de la misma pero, especialmente, la delimita cuidadosamente en relación
a la paranoia aguda (bouffées delirantes de Magnan), 8 caracterizada por el terreno psicológico
anormal (autofilia, desconfianza, etc.) sobre el cual ella surge, su declinación brutal y no
progresiva, sus alucinaciones en relación de contenido con un delirio evidentemente polimorfo
pero a pesar de ello coordinado. La confusión puede sin embargo aparecer en ella
secundariamente, a veces primero en el caso en el que la paranoia aguda se inicia bruscamente por
un estado de delirio alucinatorio la confusión, pero mientras que en la confusión primitiva, los
síntomas atenuándose, dejan en evidencia tras ellos el fondo de confusión mental que les había
dado nacimiento, la paranoia aguda, al contrario, pasado este período agudo, la confusión
desaparece y nos encontramos frente a un delirio con una sistematización más o menos perfecta"
(p. 19). Por lo tanto, los períodos de remisión son en los casos dudosos la clave del diagnóstico.
Pero son sobre todo Régis y su escuela los que, a partir de 1893, completarán el estudio de la
confusión mental en una serie de trabajos9.
Estudian su etiología: imponen el origen tóxico-infeccioso de las confusiones idiopáticas , hacen el
estudio exhaustivo de las confusiones sintomáticas (neurosis, lesiones cerebrales) 10.
Describen la forma característica del delirio que la acompaña: es el "delirio onírico" parecido
al sueño, escénico, en el cual una "multitud de representaciones, de recuerdos, los conceptos, de
elementos imaginativos o volitivos... se organizan en cuadros sucesivos, desfilando como en un
juego cinematográfico... Son muy a menudo reproducciones de la vida familiar, profesional o
creaciones zoósicas animadas. La mayor parte del tiempo, |tienen un carácter absurdamente irreal,
fantasmagórico, aterrorizador o grotesco" (p.10).
Separan los caracteres de la fase de despertar (11) que deja a veces subsistir obsesiones oideas
fijas post-oníricas, origen a veces de un delirio sistematizado secundario (p.825-826).
Intentan resolver el problema del diagnóstico diferencial con la demencia, que las
numerosas formas de transición dificultan mucho. Sin embargo, son característicos: la
ausencia de uniformidad de la lesión mental del confuso que, correctamente estimulado,
puede cumplir tareas de las que no se lo hubiera creído capaz; el carácter global pero irregular de
sus perturbaciones mnésicas (los recuerdos no están verdaderamente perdidos y pueden volver en
el hilo asociativo); su relativa consciencia de su perturbación. manifiesta en su perplejidad, sus
esfuerzos abortados para comprender o responder correctamente, su perturbación afectiva más
próxima de la apatía que de la indiferencia o de la sensiblería del demente.
Régis, alumno de Ball, pero cuyas concepciones nosológicas están inspiradas por Magnan,
tendrá tendencia a extender el cuadro de la confusión mental incluyéndole gran número de estados
alucinatorios agudos12 pero, especialmente, queriendo hacer de la demencia precoz una forma de
confusión crónica 13 en base a algunas analogías (síndrome catatónico en particular) y a un análisis
psicológico erróneo del estado mental del demente precoz, sin embargo perfectamente estudiado
por Kraepelin y que Bleuler y Chaslin pronto precisarán.
*********
Los delirios sistematizados
Las líneas siguientes, extraídas de una lección clínica de Ballet sobre el delirio crónico con
evolución sistemática, traducen perfectamente las concepciones generales del grupo de la
Salpétriére: 14 "la intransigencia, tanto en nosografía como en otras materias, termina fácilmente
por impedir el triunfo de las ideas verdaderas, y posiblemente es porque los creadores del Delirio
Crónico han querido demasiado mostrar la barrera que separa esta entidad clínica de las formas
vecinas, que se ha desconocido, del otro lado, la utilidad de sus esfuerzos y la justeza de sus
descripciones... En efecto, entre los tipos extremos representados, por una parte, por el delirio de
persecución de iniciación tardía, de evolución netamente sistemática y, por otra, por los delirios
con brotes bruscos o simplemente de desarrollo rápido, de curso irregular o caprichoso, me parece
que existen formas intermedias que ligan esos tipos extremos, unos con otros" (p. 43).
De la misma forma, seguirán más bien a J. Falret que considera la transformación
megalomaníaca como frecuente pero no automática, que rechaza la terminación fatalmente
demencial, que encuentra muy frecuentemente un terreno psicológico degenerativo, con los signos
de desconfianza, autofilia, emotividad, señalados por los autores alemanes en todos los delirios
sistematizados.
Es sobre la base de este tipo de posición que particularmente Séglas considerará que los delirios
sistematizados, crónicos o agudos, forman una gran clase, para la cual el término de paranoia le
parece cómodo, que reposa fuertemente en una constitución mental anormal, cuyo recorte interno
debe apoyarse en la distinción de tipos clínicos precisos más bien que sobre dudosas hipótesis
etiológicas. Así, la desconfianza de J. Falret hacia las extrapolaciones de su amigo Morel
desembocará, cincuenta años más tarde, en la requisitoria presentada por Génil-Perrin en su tesis
de 1913 15 (inspirado por Ballet que incluso escribe las conclusiones de la misma) que pondrá fin a
la utilización de la degeneración como criterio nosográfico en la psiquiatría francesa.
Encontraremos entonces en los trabajos del grupo un esfuerzo por definir cierto número
de tipos de delirios sistematizados (paranoia), definidos sobre una base clínico-evolutiva y
cuidadosamente diferenciados del resto de la patología mental. Aquí también, es Séglas
quien realiza la parte más importante de ese trabajo. Cotard en 1880 16 comienza el estudio de
una forma curiosa de delirio hipocondríaco melancólico al cual, en un artículo más completo
aparecido en 1882,17 le da el nombre de "delirio de negación". Esta forma clínica ya había sido
vislumbrada por Baillarger que lo consideraba como característica de la parálisis general en su
variedad depresiva hipocondríaca.
La idea de Cotard es la de hacer de la misma (se trata de casos que no entran en la parálisis
general y que se presentan como un delirio sistematizado) la contrapartida exacta del delirio de
persecuciones de Laségue-Morel. En un cuadro comparativo (p. 343-344) los pone punto por
punto:
el perseguido no presenta las fases melancólicas, es más bien un acusador, es más homicida
que suicida; el negador es un melancólico ansioso, a veces estuporoso, es auto-acusador, se
denigra, se cree damnificado, se suicida y auto-mutila fácilmente;
el delirio de persecución tiene como fuente un estado de hipocondría física, mientras que el
delirio de negación parece derivar de esos estados de hipocondría moral que J. Falret había
finalmente, la hipocondría delirante, muy próxima de la precedente pero donde "la convicción ya
no es simplemente falsa, sino absurda" (delirio de negación). Nada separa de hecho las dos últimas
clases de hipocondríacos delirantes, peligrosos, a menudo perseguidores.
Como se ve Ballet acaba de introducir en su cuarta clase de hipocondríacos (sin nombrarla), una
forma de delirio de negación que será un delirio sistematizado primitivo y no un tipo de
melancolía ansiosa, como los casos descriptos por Cotard. Por otra parte. sus perseguidos auto-
acusadores, que gran número de autores consideraron como "perseguidos melancólicos" 24 ,
acrecientan aún más la confusión: se impone un trabajo de análisis y clasificación, que será
realizado por Séglas.
**
La idea fundamental de Séglas es que "no es tanto la fórmula sino la génesis de las
ideas delirantes lo que puede servir de elemento capital de diagnóstico. . ., por otra parte,
el diagnóstico completo siempre debe enfocar todos los síntomas, tanto somáticos como
psíquicos, su modo de aparición, de sucesión, sus relaciones respectivas, así como la
evolución de conjunto de la afección" {Lecciones clínicas, p. 557-558). Esta metodología
clínica, estrictamente de acuerdo con la enseñanza de Falret, le hace rechazar la temática las ideas
como criterio diagnóstico; las entidades construidas de esta manera (delirio de persecución, de
negación, delirio hipocondríaco) son conglomerados disarmónicos, que un análisis
realmente estructural debe descomponer: por ejemplo, "las ideas de auto-acusación en sí
mismas no son para nada características de una forma vesánica determinada" ibid, p. 557).
También las describe en la melancolía simple o intermitente, en la neurosis obsesiva, en la
parálisis general, en las psicosis seniles, en la confusión mental, en el delirio alcohólico,
en las formas agudas y crónicas de los delirios sistematizados primitivos paranoia).
Entonces no es la fórmula, sino el conjunto clínico-evolutivo en la que una idea Delirante
viene a inscribirse lo que la especifica. Ya hemos visto este tipo de análisis aplicado a la confusión
mental y a las psicosis delirantes agudas. Aquí servirá para analizar los caracteres generales del
delirio melancólico26:
ante todo es secundario, es decir que "no nace de entrada. Las perturbaciones del
contenido de las ideas no son aquellas que se constata primero. . . Los síntomas iniciales
son aquellos que caracterizan la melancolía simple, perturbaciones cenestésicas,
emocionales (dolor moral), afección del ejercicio de las operaciones intelectuales
(perturbación la formación de ideas, retardo psíquico, abulia)" (p. 298-299) y
perturbaciones somáticas diversas. Así el delirio aparece como una interpretación, o mejor
aún como la proyección intelectual del estado depresivo; es de naturaleza penosa en su
contenido temático;
surge sobre ese fondo de dolor moral y de inhibición psíquica, es fijo y monótono: hay
un abismo entre ese refrán, esa letanía. .. del melancólico y la novela del perseguido" (p.
302);
tiene la marca de la humildad, de la pasividad, de la resignación, lo que se traduce en la
actítud general del enfermo;
su modo de difusión es "centrífugo"; el melancólico teme para sus allegados las
consecuencias de la desgracia de la cual es portador (cf. los suicidios colectivos que
Los trabajos del grupo de la Salpétriére, y en particular de Séglas, sobre los delirios
sistematizados tienen una característica común: mantienen su unidad como género, aun
cuando distinguen especies diversas. En este sentido, y a diferencia de Magnan, están en la
línea de Baillarger y su paranoia corresponde a sus "monomanías intelectuales" (muy
distintas, ya lo hemos visto, de las monomanías de Esquirol). Esto es lo que los acerca a
los autores alemanes de la Escuela de Illenau, que también utilizan el término de paranoia
para designar un género clínico. Veremos que, en la etapa siguiente, la síntesis de los
puntos de vista opuestos de Magnan y Séglas producirá la nosología francesa "clásica" de
los delirios sistematizados. Sin embargo, el punto de vista de Séglas es notablemente más
coherente que el de los autores alemanes. Esto puede percibirse en relación a dos puntos
de importancia, donde la analogía de los términos podría inducir al error:
las paranoias secundarias que él describe (continuación de los estados agudos:
melancolía, manía, confusión mental, paranoia aguda) tienen la misma estructura que las
paranoias primitivas: son verdaderos delirios sistematizados secundarios38 y no estados
disociativos donde sobrenadan algunas ideas delirantes (concepción alemana: Séglas los
habría probablemente ubicado en las demencias terminales "vesánicas");
la paranoia aguda es un delirio sistemático agudo, ciertamente polimorfo, pero siempre
relativamente coordinado y primitivo. Hemos visto la cuidadosa delimitación operada en
relación a la confusión mental. Pero excluye de ella también a los casos de "delirio
alucinatorio" no confusional cuyos "accidentes delirantes se presentan siempre brusca
mente. . . es la alucinación la que constituye manifiestamente su pivote, su fundamento;
hablando con propiedad, no hay delirio pues no puede casi aplicarse esta palabra a las
interrogaciones que se plantea el enfermo a propósito de sus alucinaciones" (p. 455). Este
estado delirante con confusión secundaria que Farnarier, en su tesis de 1899, describirá
bajo el nombre de "psicosis alucinatoria aguda" le parece próximo a los onirismos tóxicos
e histéricos (alucinación de todos los sentidos). Magnan no habría dudado en ubicarlos en
sus bouffées delirantes, Krafft-Ebing en el Wahnsinn, Séglas se niega a hacer de él una
paranoia aguda, debido al carácter primitivo de las alucinaciones, que él estima siempre
secundarias en los delirios sistematizados, ya sean agudos o crónicos.
Por el contrario, la paranoia aguda propiamente dicha está suficientemente cercana a la
forma clásica como para poder formar su fase inicial o para poder teñir su curso durante
las fases de "recalentamiento" del proceso delirante (argumento ya utilizado por Schule).
Séglas confiere así a la descripción de los delirios sistematizados crónicos (Delirio
Crónico incluido) una mayor veracidad.
Arnaud retomará esta concepción general en 1904, para el artículo "Psicosis
constitucionales" del gran Tratado de Ballet, cuya semiología Séglas redacta. Inspirándose
en Magnan y en la Escuela de Illenau, presenta una concepción intermedia que opone:
1 - Las psicosis de los sujetos con predisposición aparente: estado mental habitual
(desequilibrio psíquico), estados mórbidos continuos del carácter (locura moral, manía
razonante, perseguidos-perseguidores, estados mórbidos intermitentes de la emotividad y
de la voluntad (obsesiones, impulsiones, perversión sexual), estados mórbidos transitorios
de la inteligencia, es decir, bouffées delirantes, término que Arnaud emplea en un sentido
más extenso y menos específico que Magnan (exaltación maníaca, melancolía razonante.
delirio repentino)39.
2 - Las psicosis de los sujetos con predisposición latente "que pueden ser considerados
como normales antes del desarrollo de la psicosis" (p. 487). Se trata de las locuras
periódicas y circulares (locura intermitente de Magnan) y de los delirios sistematizados o
parciales (paranoia) que subdivide en paranoia aguda y paranoia crónica. La paranoia
crónica comprende40 formas expansivas (megalomanía, erotomanía, delirio ambicioso-
místico) y formas depresivas, donde se puede volver a encontrar los perseguidos de
evolución sistemática con la forma típica de Magnan y la forma psico-motriz de Séglas.
los perseguidos auto-acusadores, el delirio de auto-acusación sistematizado primitivo y el
delirio hipocondríaco sistematizado.
**********
la demencia precoz
Hemos visto que el término "demencia precoz" muy frecuentemente utilizado en demencia
desde Morel, designaba un modo de terminación de las psicosis degenerativas y no la
entidad clínica. Las concepciones de Kahlbaum, después de Kraepelin, penetran feamente
en la literatura psiquiátrica francesa. En sus Lecciones clínicas, Ball describe
primariamente la hebefrenia, psicosis puberal cuya "forma habitual es la depresión,
acompañada de excentricidades singulares...; se puede observar una forma caracterizada
por la excitación, las ideas vanidosas, el deseo de gustar y especialmente de llamar la
atención, finalmente por una locuacidad inagotable... Esas perturbaciones intelectuales son
a menudo transitorias, pero pueden desembocar en una locura confirmada y conducir la
demencia (Lecciones clínicas, p. 572). Es Christian en 189941, en un artículo bastante
completo, quien introduce verdaderamente la noción. La describe como una demencia
juvenil donde "luego de un período de fatiga, de enervamiento, de neurastenia, el delirio
estalla, variable, móvil, fugaz. Puede haber ideas de persecución, ideas de grandeza,
delirio místico, pero no hay delirio sistematizado; todas las manifestaciones delirantes,
flotantes, inciertas, llevan ya el sello del debilitamiento intelectual que Botaron por un
tiempo" (p. 209). Retoma la descripción de Hecker, insiste en la influencia de los actos
impulsivos, asimila el estado terminal a la idiotez y distingue dos formas, "una forma
ligera, atenuada (parecida a la imbecilidad)... y una forma grave análoga a la idiotez) con
dos variedades, la forma simple en la cual los músculos no están dotados y la forma
catatónica en la cual todo el sistema muscular está profundamente perturbado en su
funcionamiento" (p. 215). La etiología le parece depender esencialmente del agotamiento.
Con la descripción de Christian, las formas hebefreno-catatónicas simples son entonces
aisladas. Pero en 1900 Séglas, en un artículo famoso 42, fijará la posición de la escuela
francesa hasta nuestros días sobre la cuestión de la forma paranoide. Rechazando la
síntesis de Kraepelin, limita su alcance a las formas que éste había descripto primero bajo
el nombre de Dementia paranoides, siendo excluidos los delirios sistematizados
fantásticos. (paranoia alucinatoria). "La afección se desarrolla en general rápidamente.
Desde el inicio, aparecen ideas delirantes con alternativas de excitabilidad, de depresión,
de ansiedad, traduciéndose por discursos bizarros, deshilvanados, que conducen a actos
incoherentes... Las ideas delirantes son polimorfas y se acompañan ordinariamente de
alucinaciones precoces. Muy rápidamente, su carácter clínico se afirma: por su
multiplicidad, su movilidad, su necedad, su extravagancia, ellas igualan, sino superan
incluso, las del paralítico general. Muy excepcionalmente y sólo al inicio, se asocian a
una reacción emocional adecuada. Comúnmente, el enfermo está indiferente o incluso
invariablemente satisfecho y plácido. Rápidamente aparecen otros signos de cronicidad y
de debilitamiento demencial: actos barrocos y sin motivos, tics, estereotipias, ecomimia,
negativismo, coleccionismo, desaliño de la vestimenta, rotura de los vestidos, soliloquios,
neologismos, verbigeración. Pero el síntoma más sorprendente es sin lugar a dudas esa
incoherencia del lenguaje, esa dislogia particular. Más tarde la demencia progresa. . . para
devenir completa en un lapso de tiempo que puede variar desde algunos meses a uno o dos
años (p. 243-244).
Así, cuando en 1901, en un artículo de los Anales de la Sociedad de Medicina de Gand,
después en 1902, en una corta monografía 43, Sérieux traza el cuadro de conjunto la
demencia precoz, su marco ya está bien delimitado. Puede definirla entonces como una
psicosis caracterizada por un debilitamiento psíquico especial, de curso progresivo, que
sobreviene por lo general en la adolescencia y que termina corrientemente por el
aniquilamiento de toda manifestación de la actividad mental, sin jamás comprometer la
vida del enfermo. . . Como para la parálisis general, pueden distinguirse síntomas
esenciales -aquellos que derivan del debilitamiento psíquico especial- y síntomas
accesorios -las perturbaciones delirantes-; estas últimas pueden revestir siempre todas las
formas (excitación, depresión, confusión, concepciones delirantes variadas, alucinaciones.
etc.)" (p- 9). Describe cuatro variedades: la forma simple o atenuada, a menudo frustra: la
forma hebefrénica, forma basal; la forma catatónica caracterizada por sus perturbaciones
motoras específicas; la forma paranoide, con su delirio predominante, para el cual Sérieux
retoma los mismos términos de la descripción de Séglas. La etiología le parece, igual que
a Kraepelin, endotóxica.
Lo que caracteriza sobre el plano psicopatológico 44 a la demencia precoz es el
debilitamiento psíquico particular que hace de la misma, como la parálisis general que le
sirve de modelo a lo largo de esta descripción, una demencia primitiva (Séglas había ya
insistido en esta noción crucial). Respetando la inteligencia y la memoria, afecta "las
facultades activas de la mente: apatía, abulia, pérdida de la actividad intelectual, tal es la
tríada sintomática fundamental. .. el vacío de la consciencia, la incapacidad de reflexión
son un terreno favorable para (p. 19) la aparición de los síntomas accesorios (estereotipias,
sugestibilidad, perturbaciones del lenguaje). Esta descripción notablemente homogénea
(las formas clínicas están apenas diferenciadas unas de otras y se agrupan alrededor de la
forma basal) constituirá la doctrina francesa. Se puede, una vez más, señalar el rigor
metodológico que ha presidido su delimitación: esta verdadera forma natural clínico-
evolutiva reposa sobre un grupo clínico coherente, el análisis psicopatológico es su
transcripción inmediata. En comparación, no puede dejarse de juzgar especulativa a la
concepción de Kraepelin. Sin embargo, en la tercera parte, de la cual nosotros todavía no
hemos hablado, de su artículo sobre las psicosis constitucionales, Arnaud, que describe ahí
las demencias vesánicas (p. 801-804) dividiéndolas en tardía y precoz (retomando las
concepciones de Sérieux), replantea sin querer el problema; en efecto, más allá de los
signos de senilidad cuando estos existen, es difícil ver qué distingue la demencia vesánica
tardía de las formas terminales de la demencia precoz: por eso el diagnóstico diferencial
de las dos formas no está evocado, sólo el tiempo, factor en verdad fundamental, permite
distinguirlos.
Es sobre esta base que Deny, en su informe al Congreso de Pau (1904) sobre las
demencias vesánicas, propondrá la aceptación pura y simple de la síntesis kraepeliniana
Algunos autores se le sumarán; la mayor parte se contentará con aceptar un parentesco
entre la demencia precoz y las paranoias alucinatorias: es el caso de Régis en su Précis, de
Rogues de Fursac46, de Clérambault y, lo veremos, de Sérieux mismo. Muchos
conservarán la división de Séglas, como Chaslin en su tratado y pronto Dide y Guiraud en
su Psiquiatría del médico practicante (1922).
CUARTA PARTE
LA PSIQUIATRÍA MODERNA: LA ERA
PSICODINAMICA
Capítulo 14
LOS CLASICOS FRANCESES
**********
Sérieux y Capgras
Es incuestionablemente bajo la influencia de Kraepelin que, a partir de 1902, Sérieux y
Capgras inauguran una serie de trabajos sobre el delirio de interpretación, coronados por
su célebre monografía sobre las Locuras razonantes' cuya parte histórica es interesante
consultar (pags. 287 a 316). Se constata en ella que si bien las formas que son objeto de su
trabajo estaban descriptas, sin duda someramente, desde hacía ya algún tiempo (desde
1890 figura en las revisiones generales de Sérieux y de Séglas) ninguno había pensado
hacer de ellas entidades mórbidas autónomas. La grilla nosológica utilizada en ese
entonces, inspirada ya sea en Magnan o en Séglas, no considera pertinente una concepción
tal. Su aparición responde pues a una mutación importante: será necesario analizarla
cuidadosamente.
"El delirio de interpretación es una psicosis sistematizada crónica caracterizada por:
1. la multiplicidad y la organización de interpretaciones delirantes.
2. la ausencia o la penuria de alucinaciones, su contingencia,
3. la persistencia de la lucidez y de la actividad psíquica,
4. la evolución por extensión progresiva de las interpretaciones,
5. la incurabilidad sin demencia terminal (págs. 4-5).
La sintomatología se apoya entonces sobre:
las interpretaciones delirantes que caracterizan el delirio: tienen como objeto,
siguiendo análisis de Vaschide y Vurpas2, hechos tomados del mundo externo
(percepciones exógenas) o del sujeto mismo (sensaciones endógenas), estado orgánico o
estado mental;
las ideas delirantes que surgen de ellas: a menudo combinadas, constituyen delirios de
persecución, de grandeza, de celos, eróticos, místicos, hipocondríaco y de auto-acusación
Estas dos últimas formas corresponden a las descripciones de Séglas, el delirio
hipocondríaco parece apoyarse en cenestopatías de tipo neurasténico de acuerdo con la
descripción que había hecho de ellas este último;
los "síntomas negativos": integridad en el orden intelectual y afectivo (los sentimientos
de los enfermos no varían respecto a los objetos que no forman parte de su delirio), en el
comportamiento (conversación normal, no hay estereotipia ni neologismos, escritos de
estilo banal); las alucinaciones están ausentes o raramente presentes (algunas
alucinaciones visuales más bien hipnagógicas) salvo en los casos complicados;
la evolución se divide en tres períodos: una fase de incubación meditativa en la que se
acumula el material de las interpretaciones futuras, el sujeto aún duda; el período de
sistematización donde aparece la idea directriz, donde se realiza la extensión progresiva (y
retrospectiva) del delirio; el período terminal, de resignación, donde el delirio se borra sin
desaparecer: "el paranoico no se cura, se desarma" (Tanzi, op. cit., pág. 142). Evoluciones
irregulares pueden empero ocurrir: remisiones más o menos pronunciadas, donde el
proceso delirante se interrumpe pero que "no llegan hasta la curación total de los errores
pasados, hasta la consciencia de un estado enfermizo anterior" (pág. 144): paroxismos
interpretativos; accesos de excitación a menudo de estilo reivindicativo o de depresión
secundaria; por último, bouffées delirantes u oníricas que modifican brutal mente el
cuadro clínico de manera transitoria: en efecto, desde el momento de su declinación, el
enfermo critica y rechaza estos episodios de locura que considera como debidos a las
maniobras de sus perseguidores.
Algunos caracteres "accesorios pero sobresalientes" permiten la delimitación de
variedades clínicas interesantes pues vehiculizan nociones a menudo perdidas después: la
variedad precoz, donde el delirio se inicia antes de los veinte años (paranoia originaria de
los alemanes); la variedad tardía; el delirio de interpretación de los débiles,
particularmente pobre o absurdo; la forma frustra o atenuada; la forma con paroximos
*********
Gilbert Ballet
En 1911 10 Ballet, evidentemente tomando como modelo el trabajo de Sérieux y
Capgras, apoyándose también en el tipo de crítica que formulaba desde hacía mucho
tiempo contra las distinciones de Magnan, propone el reagrupamiento de los diversos
delirios crónicos alucinatorios bajo el nombre de psicosis alucinatoria crónica.
Rechazando la síntesis kraepeliniana, separando cuidadosamente demencia paranoide y
psicosis alucinatoria crónica, considera a los delirios polimorfos "degenerativos" y al
Delirio Crónico de Magnan como las formas extremas de un mismo grupo, en el que la
explosión de alucinaciones de los diversos sentidos sigue a una fase de malestar y de
inquietud, que condiciona delirios de fórmula diversa. Las entidades de Magnan
corresponden indudablemente a realidades clínicas incuestionables: "no se puede suponer
que, sobre una cuestión de hecho, se pueda considerar en falta a un observador tan atento y
tan sagaz como Magnan" (pág. 404). Pero innumerables formas intermedias las vinculan y,
sobre todo, su análisis psicopatológico es insuficiente: el delirio crónico es muy raro y los
casos que se encuentran nunca corresponden exactamente al esquema (ausencia de
demencia terminal. yuxtaposición y no sucesión de ideas de persecución y de grandeza,
fondo degenerativo frecuente); los delirios polimorfos no lo son verdaderamente: los
estados de polimorfismo sucesivo dependen de la confusión mental o de la demencia
precoz, los otros en los que e! polimorfismo es simultáneo muestran de hecho la
asociación de ideas de grandeza y de persecución de diversas expresiones (por ejemplo,
ideas celosas y místicas manifiestan la persecución, así como el erotismo, la grandeza).
Finalmente, el conjunto de las ideas delirantes que se encuentran son "manifestaciones de
una misma actitud mental, constituida a la vez por la desconfianza y la vanidad, por la
autofilia usando la expresión de Ball" (pág. 401), es decir de la constitución paranoica.
Dos años más tarde, en 191311,
Ballet retoma el estudio de la psicosis alucinatoria crónica, esta vez desde el ángulo
semiológico y psicopatológico, y modifica bastante netamente su concepción. En la base
de la nueva doctrina se encuentra una serie de hechos nuevos destacados a partir de la
comunicación en 1908 l2 por L. Cotard, un alumno de Séglas, de dos casos de psicosis
alucinatoria crónica sin delirio. Estos casos, en los que un síndrome alucinatorio, sobre
'todo verbal, permanecía aislado, sin idea delirante explicativa, recibirán de Dupré, en
1911, el nombre de alucinosis13. Sugieren inmediatamente la idea de que el síndrome
alucinatorio es independiente del delirio que puede seguirle más o menos tardíamente a
título de explicación. Ballet propone entonces considerar, tomando como modelo prácticas
del espiritismo, que es la disgregación de la personalidad, la desapropiación del
pensamiento del sujeto, lo que forma la base y el origen del síndrome alucinatorio crónico;
un síntoma clave manifiesta este fenómeno: el eco del pensamiento, prototipo del
síndrome en su totalidad. Las ideas delirantes son secundarias: "las ideas de persecución
son habituales en la psicosis alucinatoria crónica porque constituyen la interpretación más
plausible... Por lo demás, son favorecidas a veces por la preexistencia de tendencias
paranoicas en algunos enfermos" (pág. 506).
El malestar inicial corresponde al inicio del proceso de disgregación, a un estado más bien
hipocondríaco: "sólo excepcionalmente y sólo en aquellos que están predispuestos por el
matiz paranoico de su mente, la explicación asume el tinte de persecución" (pág. 507).
Los casos de alucinosis mostraban que, incluso en la etapa alucinatoria, la idea de persecución
puede no surgir.
En otro trabajo escrito en colaboración con R. Mallet y publicado poco después14, Ballet
insiste sobre los caracteres de la alucinación del perseguido (por oposición con los
onirismos tóxicos): se trata menos de exterioridad que de objetividad, lo que explica la
reticencia de "algunos psicólogos" 15 para considerarlos como verdaderos fenómenos
permanentemente, imitando un diálogo sin interlocutor (los autores presentan dos casos
llamativos de este género) en una suerte de "comportamiento alucinatorio" estereotipado.
Estos trabajos, que constituyen un segundo período del pensamiento del gran clínico.
marcan una orientación cada vez más psicodinámica en la aprehensión del fenómeno
alucinatorio. P. Janet ha reemplazado en este punto a Charcot en la elaboración de los
modelos teóricos de la Escuela de la Salpétriére y es en el análisis de las perturbaciones de
la personalidad donde se tenderán a situar de allí en más los fenómenos de la patología
mental.
**********
Babinski
En torno al problema de las neurosis gira la gran mutación que conocerá la psiquiatría
francesa de inicios del siglo XX con la doctrina de las Constituciones Mórbidas que
desarrollará Dupré.
Una lenta evolución de los conocimientos neurológicos y anatomo-clínicos hace que
progresivamente salgan del cuadro de las grandes neurosis 21 conjuntos clínicos como la
parálisis agitada (enfermedad de Parkinson), el bocio exoftálmico o la corea que remiten
cada vez más netamente a una patología focal, se conozcan o no sus lesiones causales. La
epilepsia misma, que servía todavía de modelo a Janet en 1903 22 en la edificación de su
psicastenia, aparece cada vez más como una enfermedad orgánica.
Del grupo de las "psiconeurosis" como neurosis generales de sintomatología psíquica
importante, afecciones funcionales difusas del sistema nervioso, sólo quedan, heredadas
de la enseñanza de Charcot, la histeria y la neurastenia, dividida esta última en adquirida y
constitucional.
La neurastenia adquirida es un síndrome de agotamiento nervioso consecutivo al
surmenage, a las intoxicaciones y a las infecciones, a los traumatismos, a las visceropatías
orgánicas. Su sintomatología está constituida sobre todo por signos físicos de "debilidad
irritable" (cefaleas, insomnio, astemia, raquialgia, dispepsia) y de un estado mental
constituido por abulia, inquietud y emotividad.
La neurastenia constitucional, que Janet acaba de rebautizar psicastenia, corresponde 1
conjunto de lo que Magnan llamaba "síndromes episódicos" o "estigmas psíquicos de la
generación mental" (obsesiones, impulsiones, fobias, inhibiciones). Charcot, siguiendo en
este punto a Beard y a los psiquiatras alemanes (cf. Krafft-Ebing) considera estos síntomas
como anclados sobre un fondo de desequilibrio de la emotividad y de la voluntad, forma
constitucional (y por ende degenerativa) de la neurastenia. Sistematizando las ideas de
Séglas y de Arnaud (op. cit), Janet las hará depender de la abulia, de la imposibilidad de
actuar, "de la pérdida de la función de lo real" debido a una "disminución de la tensión
psicológica".
Estigmas particulares manifiestan este síndrome, incluso en ausencia de los "accidentes
mentales" que representan las obsesiones, las fobias y las agitaciones mentales ¡consisten
en perturbaciones fisiológicas (de tipo neurasténico) y psicológicas:
sentimientos de incompletud: impresiones generales de inferioridad, de impotencia, de
automatismo en el orden de la voluntad: de extrañeza, de desrealización en el orden
perceptivo; de indiferencia afectiva, de falta de emotividad, de despersonalización en el
orden afectivo;
insuficiencias psicológicas: abulia, duda, depresividad con su corolario: la necesidad
de dirección y de autoridad, la necesidad de ser amado, la necesidad de excitación en la
que se originan las tendencias toxicomaníacas y las perversiones sexuales.
Las doctrinas de Bernheim nos parecen de un escaso interés intrínseco. Tuvieron sobre
todo el interés de corregir lo evidenciado por Charcot acerca del "terreno" histero-
hipnótico. por la puesta en consideración de la importancia de la relación (que se llamará
más tarde transferencial) en sus manifestaciones. Finalmente, Babinski aprovechará la
lección dada por todas estas controversias, apoyándose en la paciente investigación de
signos diferenciales que permiten distinguir los accidentes histéricos de las perturbaciones
neurológicas con base lesional. A partir de 1901 31, propondrá un análisis de las grandes
manifestaciones histéricas (crisis nerviosas, parálisis, contracturas, anestesias) que le
permite proporcionar la siguiente definición de la gran neurosis: "la histeria es un estado
psíquico que vuelve al sujeto capaz de autusugestionarse. Se manifiesta principalmente
por perturbaciones primitivas y accesoriamente por algunas perturbaciones secundarias.
Lo que caracteriza las perturbaciones primitivas es que es posible reproducirlas mediante
la sugestión con una exactitud rigurosa en algunos sujetos y hacerlas desaparecer bajo la
influencia exclusiva de la persuasión. Lo que caracteriza las perturbaciones secundarias32
es que están estrechamente subordinadas a las perturbaciones primitivas" (pág. 461).
Precisemos que las perturbaciones no siempre desaparecen de este modo: son tan sólo
susceptibles de desaparecer instantáneamente en los casos favorables en los que una
contrasugestión no actúe. La sugestión puede sin duda mejorar otros fenómenos neuróticos
(neurasténicos, hipocondríacos, obsesivos) pero en forma incompleta y por poco tiempo:
no los suprime. Igualmente mediante la sugestión se puede desencadenar otras
perturbaciones, como por ejemplo emotivas, pero éstas escapan entonces al control de la
voluntad, ya no puede detenerlas, a diferencia de los fenómenos histéricos (cf.
experiencias hipnóticas).
Esta definición de la histeria es descriptiva, clínica y deja intacto el problema de "el estado
psíquico especial" que permite estos fenómenos y del que sólo podrá dar cuenta teoría
psicopatológica. Se trata aquí, continuando en forma directa los últimos abajos de Charcot,
de una concepción cercana a la de Freud: lo que Babinski destaca aquí es esencialmente el
origen representativo de los síntomas histéricos (el estatuto y la naturaleza de las
representaciones que determinan el síntoma no están esclarecidos en tibio). El papel de los
fenómenos transferenciales en la producción de los síntomas agestiones) también está
destacado.
***********
Vimos que en una decena de años se constituye un edificio nosológico completo que
discutido, corregido, a veces repudiado entre las dos guerras, seguirá siendo, debido a su
incuestionable valor clínico, la base de la reflexión de la psiquiatría francesa hasta
nuestros días. Intentaremos delimitar sus características fundamentales.
Este edificio se arraiga profundamente en la tradición psiquiátrica francesa, en
particular en la enseñanza de Magnan y de Séglas. Desde este ángulo integra los aportes
5. Sérieux y Capgras señalan que se trata entonces generalmente de "soñadores inofensivos" ("Delire de
revendication". Traite de Marie. II. p. 702). que no coinciden entonces con su des cripción. Dide haiá de los mismos sus
"idealistas apasionados".
6. Este análisis está tomado en gian parte de Bleuler. Luego se vuelve a encontrar en Kraepelin y Kxetschmer.
7. Cf. cuadro de la p. 339.
8. Cf. la tesis de su alumno Wallon, Delire de persécution. Le delire chronique á base d'interpréta- tions delirantes,
1919.
9. Ese es uno de los elementos del diagnóstico diferencial entre psicosis interpretativa y demencia paranoide de forma
interpretativa que intenta definir Terrien. alumno de Sérieux, en su tesis. 1913.
10. "La psychose hallucinatoire chronique", L'Encéphale, 1911, II, p. 401.
11. "La psychose hallucinatoire chronique et la désagrégation de lapersonalité",L'Encéphale, 1913, I, p. 501.
12. Cf. Chaslin, Eléments de sémiologie et de clinique mentale, p. 839 a 843; para un estudio más completo: Halberstadt,
"Contribution á Pétude des hallucinoses chroniques", AMP, 1926, p. 100.
13. En 1933, habiendo tomado ese término su sentido moderno con Claude y Ey, Halberstadt propondrá el de
"parafrenia alucinatoria": cf. "La parafhénie hallucinatoire", L 'Encéphale, 1933, p. 601.
14. "Hallucination et dissociation de la personnalité", LEncéphale, 1913, II, p. 1. Cf. también "Apergu sur la psychologie
pathologique des hallucinations", Paris medical, 1913.
15. Se trata de Masselon y de Blondel que, retomando las posiciones de Moreau de Tours, vuelven a una teoría de la
alucinación, creencia delirante. Cf. Paulus, Op. cit., p. 107 a 114.
16. Cf. Clérambault, OEuvre psychiatrique, p. 701 a 814 (artículo de 1911).
17. Desde 1906 Pierre Marie comenzó a conmover su soporte aparentemente más sólido: la teoría de la afasia. Cf.
Hécaen y Lantéri-Laura; Op. cit., cap. VI, p. 205-207; y Ombradane: L'aphasie, cap.
VIH, p. 138 a 160.
18. "Hallucinations psychiques et pseudo-hallucination verbale", Journal de Psychologie, 1914, p.
289 a 315.
19 "L'évolution des obsessions et leur passage au delire", Archives deNeurologie, 1903, p. 33 a 47.
20. "Notes sur l'évolution des hallucinations", Journal de Psychologie, 1913, p. 273 a 301.
21. Cf. las consideraciones generales del artículo de Raymond en el Tratado de Marie, II, p. 1 a 77.
Particularmente p. 2 a 15.
22. Les obsessions et lapsychasthénie, I, p. 733 a 738.
23. Les obsessions et les impulsions.
24. 24. Cf. D. Barrucand, Histoire de l'hypnose en France, 1967; Binet y Féré, Le magnétisme animal,1886,
Historique, p. 1 a 61; Régnier et Grandchamps, Histoire de l'hypnotisme, 1890, p. 1 a 203.
25. Catalepsie, léthargie, somnambulisme. Cf. P. Richer, Etudes cliniques sur Vhystéroépilepsie ou
grande épilepsie, p. 505-795.
26. Lecons du Mardi y el tercer tomo de las Lecons sur les maladies du systéme nerveux.
27. "La Foi qui guérit", Archives de Neurologie, 1893, p. 87.
28. Cf. Binet, Les Altérations de la personnalité, 1892; Janet, L'état mental des hystériques, 1893;
Freud, Algunas consideraciones con miras a un estudio comparativo de las parálisis motrices
orgánicas e histéricas, 1893 y Estudios sobre la histeria, 1895.
29. No podemos profundizar aquí la historia del descubrimiento del inconsciente que esperamos tratar detalladamente en
otra parte.
30. Cf. Hypnotisme, suggestion, psychothérapie, 1891 y tambiénL 'hystérie, 1913.
31. "Définition de l'hystérie", OEuvre, 1924, p. 457 a 464.
32. Se trata por ejemplo de la atrofia muscular secundaria a las parálisis.
33. "Ma conception de l'hystérie et de l'hypnotisme", 1906 et "Démembrement de l'hystérie traditionnelle", 1907,
OEuvre, p. 465 a 504.
34. Las perturbaciones nerviosas de guerra confirmaron la incompatibilidad de las dos patologías. Cf. Babinski y
Froment, Hystérie-Pythiatisme et troubles nerveux d 'ordre réflexe, 1917.
35. Como ya lo hemos señalado, la degeneración ya sólo es considerada como una teoría patogénica, sin valor
nosológjco. Cf. Génil-Perrin, op. cit..
36. Cf. la parte histórica de la tesis de Piene-Kahn, La cyclothymie, 1909, p. 13 a 21.
37. "La Cyclothymie", La SemaineMedícale, 1908, p. 169 a 171.
38. Como Kraepelin y la mayor paite de los autores de la época (Ballet en particular), él la considera como la
acentuación de las oscilaciones cenestésicas ligadas a la circularidad espontánea de los ritmos vitales.
39. Cf. "La constitution émotive", Pathologie de Vimagination et de l'emotivité, 1910, p. 245 a 256.
40. La névrose d'angoisse. Etude historique et critique.
41. Devaux et Logre: Les anxieux. Etude clinique.
42. Pathologie de Vimagination et de l'emotivité, 1907, p. 291 a 304.
Capítulo 15
LA CORRIENTE PSICODINAMICA ALEMANA
Parece que desde 1904 el grupo de Zurich se esfuerza en utilizar algunas de las ideas de
Freud para la comprensión de las psicosis. El año 1906 verá la aparición de los primeros
frutos de este trabajo: el libro de Jung sobre la demencia precoz y el de Bleuler sobre la
paranoia.
***********
Las afecciones psicógenas
Lo que Bleuler y Jung retienen esencialmente de los primeros trabajos de Freud es la
importancia de la afectividad en la regulación, la dirección, incluso en la perturbación de
la vida psíquica y del pensamiento. Detrás del clásico funcionamiento de la asociación de
ideas y de representaciones cuyo modelo es esencialmente lógico 2 ya que son las nociones
de semejanza, de continuidad, de contraste las que reglan su curso, aparece todo el peso de
las asociaciones afectivas, tal como ellas operan en el sueño o en el acto fallido. Así se
delimita la noción de "complejo emocional"3 para designar un conjunto de
representaciones, de recuerdos, de ideas, de impulsiones centradas sobre una experiencia
afectiva. Los complejos constituyen, en su acción sobre el pensamiento (mecanismos de
condensación, desplazamiento, simbolización, represión, sobrecarga reactiva) y la
conducta del sujeto, en sus luchas, el factor que motiva realmente la vida psíquica; la
represión de un complejo desagradable no le impide, como Freud lo había demostrado,
ejercer su acción sobre el despliegue del pensamiento y de las acciones.
Bleuler aplica primero este tipo de concepciones a la paranoia de Kraepelin. Ella se
presenta entonces como "una formación psíquica que aparenta ser una simple exageración
de los procesos normales... El único síntoma de la paranoia, la formación delirante,
demuestra ser una forma de reacción a ciertas situaciones externas e internas" 4. El modelo
de la formación delirante es proporcionado por el estado pasional del hombre normal, con
la tendencia interpretativa que siempre se manifiesta en él. "Invariablemente, en la raíz de
la enfermedad se encuentra una situación que los pacientes no pueden asumir y a la cual
reaccionan mediante la enfermedad"; se trata de una situación vital (profesional, sexual)
desfavorable que humilla al sujeto y lo hiere afectivamente de manera muy intensa.
Reacciona recusando la realidad o remitiendo su fracaso a una mala voluntad exterior,
constituyendo así las grandes líneas del delirio que se alimenta luego con la interpretación
de todos los acontecimientos que encuentra el sujeto, con la falsificación de sus recuerdos,
favorecido por una actividad rumiativa permanente mantenida por el complejo. Las dos
grandes direcciones del delirio están siempre más o menos asociadas pues "la realidad no
puede ser enteramente rechazada" en el delirio de grandeza (realización de deseo) y sus
objeciones al delirio son pues vividas como persecutorias; en el delirio de persecución
(proyectivo) la negación de la insuficiencia del sujeto es, en el fondo, una manifestación
de hipertrofia reactiva del yo y tiende, por lo tanto, a la megalomanía.
Si la paranoia se presenta de este modo como una formación psíquica que se apoya en
mecanismos normales5, empero "esta manifestación se vuelve patológica porque no puede
ser corregida y debido a su tendencia a extenderse, al trabajo continuo del mecanismo
asociativo una vez que ha sido puesto en acción" (Tratado, pag. 530). Esta preponderancia
de la afectividad, también su estabilidad (en oposición a la histeria donde ella es potente
pero inestable), su dominio sobre el intelecto, finalmente el "potente sentimiento de sí
contrariado por cierta inferioridad" (pág. 531), inferioridad que es en particular adaptativa
(contraste entre las pretensiones del sujeto y sus capacidades: mala evaluación de las
realidades exterior y subjetiva), constituyen la base constitucional de la paranoia. reacción
de una personalidad predispuesta ante las dificultades exteriores que no puede afrontar.
Señalemos que Bleuler rechaza en cambio la descripción clásica de la constitución
paranoica, el orgullo y la desconfianza le parecen secundarios a la reacción pasional de
estos sujetos, por el contrario, a menudo timoratos.
Una concepción tal, como se ve, se sitúa a mitad de camino entre las ideas de
Magnan-Moebius y la psicología freudiana. Constituirá el modelo de toda una serie de
trabajos, coronados por la obra de Kretschmer.
***********
El problema de las "psicosis de los prisioneros"6 que sólo suscitó pocos trabajos en
Francia, fue siempre objeto de gran interés para los psiquiatras alemanes. La era
prekraepeliniana había aislado ya cierto número de cuadros clínicos agudos o crónicos
que, en los trabajos de la escuela de Kraepelin (Rudin en particular), se habían reabsorbido
en las entidades nosológicas y, sobre todo, en el caso de los estados delirantes y
alucinatorios, en la demencia precoz; el contexto carcelario parecía no proporcionar más
que cierta coloración (complejo de encarcelamiento) a cuadros por otro lado no
específicos.
Los trabajos de Siefert y sobre todo de Bonhoeffer y de Birnbaum 7, alumnos de
Moebius, aislarán, a la inversa, la noción de perturbaciones reactivas con base
degenerativa y retomarán la descripción de los estados agudos a partir de una concepción
psicogenética. El shock psicológico que representa el encarcelamiento y las condiciones
penosas de la vida en la cárcel desencadenarán la aparición brutal, en aquellos que están
predispuestos, de cierto número de síndromes:
- de delirios de perjuicio de forma reivindicativa, de estructura paranoica, que no se
diferencian en nada del delirio de querulancia, salvo por las condiciones excepcionales de
su aparición y su contenido temático particular;
de los estados paranoicos, análogos a las antiguas descripciones de la paranoia aguda, con
síndrome alucinatorio de los distintos sentidos, ideas delirantes de todo tipo (de perjuicio,
persecución, influencia, hipocondríaco, grandeza, con la forma particular del "delirio de
perdón" en la que el prisionero se cree indultado, incluso inocente) con perturbación más o
menos importante de la conciencia;
- de los estados excitativos, confusionales, crepusculares, estuporosos, o realizando el
síndrome "pseudo-demencial" (Wernicke) descripto por Ganser en 1898 en los prisioneros,
análogos, salvo en su duración, a las perturbaciones histéricas y acompañados a veces de
ataques convulsivos.
Estrechamente vinculados con sus condiciones de aparición, cediendo en general
rápidamente cuando el medio cambia (traslado al hospital psiquiátrico o liberación), estos
estados psicóticos situados entre la paranoia y la histeria demuestran de modo evidente su
carácter reactivo. Se desarrollan, por otro lado, en personalidades particulares, ya
llamativas pues se trata de delincuentes, que presentan una gran labilidad psicológica,
tendencias emotivas, y una llamativa sugestionabilidad y propensión imaginativa. Las
perturbaciones delirantes son móviles, fugaces, a menudo mal sistematizadas y muy
influenciables por el medio ambiente.
De este modo, en el momento mismo en que su noción se borra en Francia, lasbouffées
delirantes polimorfas de Magnan tienden a volver a encontrar su lugar en la psiquiatría
alemana, conmoviendo el marco rígido de la nosología kraepeliniana; su cuadro
sintomatológico. en efecto, es difícil de diferenciar de la concepción amplia de la
demencia precoz: alucinaciones, perturbaciones de la consciencia, delirio de influencia,
perturbaciones hipocondríacas, estados catatonoides, no por nada estos estados habían sido
incluidos en ella en la fase precedente. Al respecto, las psicosis de las prisiones, con el
evidente factor traumático que las desencadena, jugaron un papel de modelo; la Gran
Guerra, a su vez, proporcionará numerosos ejemplos de esta patología reactiva, analizados
en los grandes informes de Birnbaum de 1915—19168.
**********
La esquizofrenia
A partir de 1906, Bleuler emplea este término (en plural por otro lado: el grupo de las
esquizofrenias) para designar a la demencia precoz de Kraepelin, particularmente mal
denominada, a su juicio, puesto que no se trata de una demencia y porque ella no siempre
es juvenil, ni precoz en el desarrollo del proceso patológico. El término de esquizofrenia
remite en cambio a una concepción psicopatológica que expone largamente en su
monumental monografía de 1911(9) , cuya redacción data de 1908.
El punto de partida es la aplicación a la demencia precoz (incluyendo en ella los delirios
alucinatorios) de las concepciones freudianas, ya usadas en el análisis de las paranoias.
Jung lo había precedido en este intento (Psicología de la demencia precoz, 1906)
delimitando de entrada el punto importante: la psicología de los complejos se aplica
plenamente al análisis y a la comprensión de los diversos síntomas; pero "los mecanismos
freudianos no son suficientemente comprensivos como para explicar porqué a partir de
ellos se produce una demencia precoz en lugar de una histeria" (p. 32). Jung ubica la
diferencia en un punto fundamental: la fijación tenaz de los complejos que da a la
enfermedad su contenido particular (en oposición a la labilidad de los síntomas histéricos):
"la separación del esquizofrénico de la realidad, la pérdida del interés por los
acontecimientos reales, no es difícil de explicar si se toma en cuenta que éste permanece
de manera persistente bajo la influencia de un complejo invencible" (p. 89); el estado
amoroso es el modelo de este estado de autismo secundario: "aquel cuyos intereses están
totalmente absorbidos por un complejo está como muerto respecto a su medio... (él)
continúa pensando en el complejo, sueña con los ojos abiertos y no puede adaptarse ya
psicológicamente al medio ambiente" (ibid.).
En lo que hace a la causa de esta "fijación" Jung remite a una causalidad orgánica que
fija los procesos psíquicos, provocando su repetición, su automatización. Una toxina
particular podría estar en juego, liberada por la acción del complejo causal o, por el
contrario, ésta actuaría antes que él, dándole su poder patógeno (esta segunda versión. que
visiblemente no cuenta con las simpatías de Jung, corresponde a la teoría de Bleuler)
***************
psíquico normal o neurótico: los síntomas histéricos, por ejemplo, más que sobre ese plano
del modo y no del contenido de las manifestaciones ("complacencia somática" de Freud,
propensión a los estados de disociación de la consciencia), remiten, evidentemente, a una
predisposición "constitucional", relacionándose sin dificultad con acontecimientos
afectivos motivantes fuertemente cargados emocionalmente (traumas, situaciones
conflictivas sin salida). La esquizofrenia, con su potencialidad crónica predominante, su
ausencia de reactividad psicológica neta (desencadenamiento sin motivo decisivo o con
motivos desproporcionados respecto a la reacción supuesta), con su funcionamiento
mental tan particular, le parece implicar a Bleuler la intervención fundamental de una
perturbación primera "generadora" (Minkowski) que baña todo el • cuadro con su
irreductibilidad al sentido (11).
Puede verse la manifestación de esta perturbación primera, a diversos niveles de la
sintomatología esquizofrénica, en la desaparición del poder regulador de la síntesis
[consciente, de la instancia superior y directriz de la personalidad 12- En la concepción
asociacionista que utiliza Bleuler, es la "representación-fin la que sondea los anillos de la
cadena asociativa en el pensamiento lógico. Sin embargo, lo que entendemos por concepto
orientado hacia un objetivo no es simplemente una idea aislada, sino una jerarquía
infinitamente complicada de ideas: . . .un cierto número de objetivos menores,
secundarios, se subordinan a la idea del objetivo final..., compuestos ellos también por
numerosos elementos que varían con el contexto"(p. 16). A todos los niveles del
funcionamiento psicológico (procesos del pensamiento, afectividad, coordinación
voluntaria en la acción), el déficit específico de la esquizofrenia aparece como una
consecuencia la desaparición de esta jerarquía, de esta dirección general que ejerce la
representación fin. En esas condiciones el conjunto de las operaciones psicológicas es
abandonado a la ficción de los complejos y el sujeto parece vivir casi permanentemente un
estado análogo a la asociación libre, a la ensoñación o al sueño, estados psíquicos que
corresponden, en el normal, a la desaparición voluntaria o fisiológica de la acción
directiva del yo y de la consciencia sobre el funcionamiento de la psiquis.
Así se esclarece el detalle particular de los síntomas:
Las perturbaciones del curso del pensamiento ("asociación de ideas") con
despropósitos, bizarrerías, detenciones, estereotipias, interceptaciones, corresponden a la
pregnancia de los factores afectivos del complejo en su despliegue.
Las perturbaciones afectivas (indiferencia aparente, ambivalencia, reactividad paradojal,
alternancia de versatilidad y de rigidez emocional, pérdida de los sentimientos éticos)
testimonian más que una pérdida de "la capacidad del alma para producir sentimientos" (p.
47) una suerte de ataxia emocional, donde interceptaciones, perseveración, evocación
simultánea de estados contradictorios, manifiestan el enfeudamiento de la conciencia a la
ley de los complejos.
El autismo que "casi coincide con lo que Freud llama auto-erotismo" (p. 63), dejando de
lado la teoría de la sexualidad, testimonia sobre la predominancia de la esfera del deseo
sobre la percepción de la realidad. Es éste un síntoma fundamental, quizá el síntoma que
expresa mejor la esencia misma del cuadro sintomático de la esquizofrenia: el sujeto vive
en un mundo interior, enteramente subjetivo, donde predomina la acción de su afectividad,
"fuera de la realidad compartida"(Winnicott). Sin embargo, es secundario en el plano de la
explicación genética respecto a esa suerte de "baja de la tensión psicológica"(Janet) que
prohíbe al esquizofrénico un proyecto construido en dirección de lo real. Pasa, diría Freud,
de una actividad "aloplástica" a un estado de realización alucinatoria del deseo (autismo).
Del autismo dependen numerosos síntomas "accesorios" que tienen una estructura
"catatímica" (cf. más arriba): alucinaciones, ideas delirantes, perturbaciones mnésicas,
**********
Kretschmer
En 1905 Friedmann, retomando una descripción clínica de Wernicke, describe "formas
benignas" de paranoia, que se presentan en personas de carácter sensible, tenaz, exaltado
(especialmente mujeres), de buen nivel intelectual, después de un conflicto exterior grave;
el delirio tiene por tema el daño sufrido, se traduce por la impresión de ser observado, sin
alucinación ni debilitamiento adaptativo; se vuelve borroso conjuntamente con el estado
[afectivo que lo acarrea después de uno o dos años, sin ser criticado. Diversos autores
informan en la misma época cuadros del mismo orden, hasta el informe de Gaupp (1910)
sobre las predisposiciones paranoicas y la paranoia "abortiva". Dedicándose a esclarecer
las bases caracterológicas del delirio paranoico, opone al cuadro habitual del carácter
2—Las reacciones expansivas: los individuos que están predispuestos a ellas son
escénicos pronunciados dotados de una fuerte capacidad de retención, con predominio de
un componente egocéntrico; una "espina asténica", que se manifiesta por una cierta falta
de seguridad y una gran vulnerabilidad, está implantada, como un talón de Aquiles, en esta
personalidad esténica, reforzando las reacciones expansivas con un elemento de
sobreexcitabilidad. Frente a un conflicto con el mundo exterior, que se expresa
subjetivamente por la lucha del individuo contra una institución colectiva omnipotente, se
desencadena una "neurosis de combate", con una tensión afectiva extrema y una
"absorción del conjunto de las representaciones solamente por el grupo conflictivo" (p. :
47); esta reacción puede acentuarse hasta el delirio de perjuicio más o menos acompañado
de ideas de grandeza (delirio de reivindicación, inventores y reformadores, paranoico
perseguido). Kretschmer insiste sobre el aspecto comúnmente episódico de estas
reacciones, susceptibles de debilitarse "a partir de un cambio favorable del medio o de un
tratamiento psíquico adecuado" (p. 47—48) pero dejando predisposiciones permanentes
para las reacciones paranoicas; las formas crónicas sistematizadas son las menos
frecuentes. Fuera de este último punto, se ve la proximidad de este análisis con el de
Bleuler, al que afina, restringiendo su alcance. La característica esencial del grupo
expansivo es el defecto de retención consciente y de dominio sobre las experiencias
fuertemente cargadas de afecto.
3-Las reacciones sensitivas: están, por el contrario, fundadas sobre ese mecanismo de
retención de las experiencias afectivas que Kretschmer llama "represión" y, por lo tanto,
sobre un defecto de expansión; la experiencia vivida reprimida constituye un cuerpo
psíquico extranjero en la consciencia a la que parasita continuamente, dando lugar:
- a los síntomas de la neurosis obsesiva: rumiación obsesionante simple de las
representaciones conflictivas o de su símbolo, constituido, en el nivel de máxima
intensidad de la represión, por "inversión" (es el "desplazamiento" freudiano 21 considerado
como reacción de la personalidad);
- al delirio de relación sensitiva, también constituido a partir de la "inversión" de la
experiencia patógena primaria, que transmite su carga afectiva a una experiencia
secundaria delirante, base de un delirio interpretativo. El carácter sensitivo representa la
imagen especular invertida de la personalidad expansiva: un componente esténico irrita
continuamente un carácter profundamente asténico, impidiendo la sumisión a la
experiencia penosa pero no desencadenando más que una dolorosa lucha interior. Los
representantes de este grupo son personajes dulces, tímidos, con vida psíquica muy
matizada e interiorizada, con gran valor interior y con un nivel ético elevado. La variante
obsesiva (escrupulosidad, pedantería) se distingue sutilmente de la variante sensitiva,
como veremos más adelante.
4—Las reacciones asténicas puras: propias de las naturalezas débiles, sin defensa, de
una languidez extrema, que frente a una experiencia intensa, se vuelven tristes y fatigados
por mucho tiempo, incapaces de reaccionar o de reprimir. Esta "depresión reactiva" se
distingue de las fases depresivas endógenas por "el dulzor difuso, la sugestibilidad, la
necesidad de comunicación con el otro" (p. 58) y por el matiz "nervioso" del cuadro
clínico (fatigabilidad extrema, hipersensibilidad). Este tipo de reacción se vuelve a
encontrar también en los sensitivos que participan fuertemente del temperamento asténico.
Para comprender correctamente el pensamiento de Kretschmer, es necesario tener
presente que los tipos de reacciones cuya descripción y análisis acabamos de resumir,
representan tipos ideales, siempre combinados en la realidad empírica (las combinaciones
de rasgos entran incluso en la definición de esos tipos puros, como ya hemos señalado). La
tipología constitucional de Kretschmer, como su homóloga francesa (de la cual se
distingue especialmente por su aspecto "dinámico"), representa un esfuerzo de
agudas por una parte, formaciones delirantes reactivas por la otra; situándose estas últimas
en el interior del triángulo formado por el delirio imaginativo de los degenerados, el
delirio de relación sensitivo y la psicosis paranoica de combate, aportando cada uno de
esos elementos su nota específica al cuadro clínico.
El criterio puramente clínico debe entonces ser abandonado o más bien conservado
solamente a título práctico, pues una neurosis de relación o una neurosis obsesiva está más
próxima de un delirio sensitivo que éste de una psicosis de combate, en el interior del
antiguo marco de la paranoia de Kraepelin. Sólo las formas mixtas y su análisis
psicopatológico justifican el mantenimiento de entidades de este orden, pero entonces ellas
deben alcanzar más amplitud pues nada justifica su separación de los fenómenos
histéricos, por ejemplo.
Sigue en pie el problema de la paranoia de Kraepelin 22; una vez abandonados los
"procesos" paranoicos siguiendo el acertado análisis de Jaspers, este grupo puramente
empírico parece recubrir las psicosis de combate, los delirios de relación sensitivos y un
grupo restante, para el cual Kretschmer lamenta que el término de "delirio catatímico" que
había propuesto Maiér no haya sido mantenido. Se trata de las "paranoias de deseo" que
más que evoluciones reactivas representan desarrollos de una personalidad patológica,
presentando rasgos que la acercan al tipo primitivo, y que se defiende contra dificultades
vitales y adaptativas constantes por un desarrollo rectilíneo de "realizaciones autistas del
deseo"23. Es en el interior de un segundo triángulo, constituido por las tres formas así
aisladas, donde se sitúan los cuadros clásicos de la paranoia de Kraepelin, que participan
en general de esos tres tipos de mecanismos (sin dejar de integrar frecuentemente rasgos
primitivos): factor suplementario de disolución, notemos que dos de estos tres polos
tienden a una evolución benigna y resolutiva.
medida. Tenaces, poco reactivos, estos temperamentos que tienen una relación especial
con el biotipo atlético y la epilepsia, dan pocos grandes talentos, pero sí a veces hombres
dotados de un poder de trabajo y de una resistencia poco comunes.
1. Es del mismo punto de partida que ella surge; los trabajos de Charcot sobre la histeria traumática. origen
de la mayor parte de la corriente psicodinámica europea.
2. Recordemos que la psicología asociacionista se origina en teorías epistemológicas de tradición
nominalista. Es Hume quien transforma en psicología lo que en Locke y Berkeley no era más que una teoría
del conocimiento.
3. Cf. Jung: "Le complexe émotionnel et son action sur fesprit", cap. II de la Psychologie de L Démence
Précoce, p. 33 a 45 de la traducción inglesa.
4. Traite de Psychiatrie, 1916, p. 529-530 de la traducción inglesa.
5. Influencia de un complejo emotivo sobre el pensamiento. Maier, alumno de Bleuler, llamará er. 1912
"catatímico" ese tipo de influencia afectiva en oposición alas variaciones afectivas global- y endógenas de la
maníaco-depresiva, que llama "holotímicas". Los dos términos serán genera- mente adoptados.
6. Cf. Nitsche et Wümanns,//¡sroire des psychoses de prison, 1911.
7. Cf. Nitsche etWümanns, op. cit., 3er. período, p. 44 a 70.
8. Cf. el resumen que dieron de los mismos Dumas et Aime", Sévroses et psychoses de guerre che: les
Austro-allemands, 1918.
9. Dementia Praecox ou le groupe des schizophrénies, traducción inglesa. 1950.
10. Cf. traducción inglesa, p. 14 a 226; o el pequeño trabajo merecidamente célebre que consagra al
negativismo esquizofrénico.
11. Ese análisis, indispensable para la comprensión del pensamiento de Bleuler. no es expuesto claramente
más que a partir de Jaspers. Bleuler sin embargo, es en gran medida su autor.
12. Volvemos a encontrar aquí, una vez más. una expresión de la teoría del automatismo (más bien versión
Moreau de Tours) con una concepción instintivo-afectiva de las instancias inferiores.
13. H. Ey no tendrá dificultad para encontrar ahí a Jackson: el pensamiento evolucionista impregna toda esa
época y lo difícil sería descubrir un autor que no lo obedezca.
14. Bleuler no cesa de oponer la esquizofrenia al grupo de las "psicosis orgánicas" (su futuro síndrome
psico-orgánico: cf. cap. siguiente) que representan un grupo homogéneo de demencias verdaderas. Es en el
mismo orden de ideas que la teoría de la esquizofrenia será en su aplicación a la "demencia precocísima"
(Sánete de Santis, "Forme infantile de la démence précoce", 1908) la base de la estructuración de la
psiquiatría infantil: distinción de las oligofrenias y de las psicosis infantiles.
15. Janet y la escuela francesa habían estudiado ese tipo de casos, ya lo hemos indicado en su momento.
16. Volvemos a encontrar en Clérambault la oposición, en el interior del grupo clínico de la paranoia de
Kraepelin, delirios en sector (pasionales-psicógenos) y delirios en red.
17. Cf. la traducción francesa de la tercera edición de 1949, Paranoia et sensibilité, PUF, 1963. Es útil
igualmente consultar la primera parte de la tesis de Jacques Lacan: De la psychose parano'íaque dans ses
rapports avec la personalité, 1932, que suministra un excelente análisis y una ubicación histórica de la
misma.
18. Se trata de temperamentos ciclotímicos y esquizotímicos. Estudiaremos más adelante la doctrina de
Kretschmer en ese dominio.
19. Kretschmer se hace una idea particular del mismo, menos próxima de la descripción clínica que del
análisis psicopatológico del trabajo de Bimbaum, próxima especialmente de las bouffées imaginativas
agudas de Dupré y Logre o de la esquizomanía de Claude (cf. el cap. sobre la psiquiatría francesa de entre
guerras).
20. En su psicología médica, Kretschmer nombrará "hipoabúlicos" e "hiponoicos" a esos mecanis mos que le
parecen representar modos de funcionamiento no solamente funcionalmente, sino también filogenéticamente
primitivos (cf. p. 112 a 195). Los vuelve a encontrar, frecuentes, en el sueño y la esquizofrenia, cf. el trabajo
de su alumno A. Storch, Les formes primitives-archaiques d'expérience intérieure etdepensée dans la
schizophrénie, 1922.
21. Como todos los animadores de la comente dinamista, Kretschmer toma mucho de Freud, a quien cita
siempre elogiosamente, si bien critica su metapsicología (cí. Paranoia et sensibilité, p. 54 a 56 et
Psychologie medícale). Los mecanismos hipoabúlicos e hiponoicos, ya citados, están muy inspirados en las
teorías freudianas (procesos primarios).
22. Ver el gran cuadro recapitulativo: p. 260.
23. Delirios ambiciosos, amorosos, negación delirante de la realidad. Cf. Psychologie medícale, p. 331 a
334.
24. Cf. La structure du corps et le caractére, Traducción francesa de la sexta ed. alemana, Payot,1930. Ver
también (especialmente para la epilepsia): Psychologie medícale, p. 238 a 257.
25. Las perturbaciones endocrinas (hipotiroidismo, castración precoz) suministran un modelo muy
contundente de esta teoría.
26. Cf. La estructure du corps et le caractére, los cuadros generales de las páginas 249 y 252.
27. Vimos a los constitucionalistas franceses arribar a las mismas convicciones. Por ejemplo Devaux y Logre
en su estudio de la constitución ansiosa, o G. Ballet (y rápidamente Clérambault) en el análisis de las
psicosis alucina tortas crónicas.
28. Es necesario indicar que a la inversa los procesos adquiridos pueden modificar el carácter y producir una
disposición de apariencia constitucional, incluso manifestarse primero por lo que se presenta como una
simple patología de tipo reactivo.
Esta es una formulación que aclara todo un desarrollo histórico: ¿la demencia precoz no se separó
lentamente de las "psiconeurosis" de Krafft-Ebing? Desde 1908, por otra parte, Specht sostenía la
vinculación de la paranoia con la maniaco-depresiva siguiendo numerosos argumentos clínicos: hipomanía
de los pleitistas, elevada estima de si de los perseguidos, depresión inicial de los delirios de persecución,
evolución por accesos de coloración depresiva o excitada. Cf. la reseña de Bessiére, Revue de Psychiartrie,
1913. p. 402 a 411.
Capítulo XVI
KRAEPELIN DESPUÉS DE 1900 - JASPERS
(tartamudez, calambre del escritor, impotencia sexual, etc.), pero caracterizado por
inhibiciones dotadas de un neto componente somático funcional (parálisis, calambres
parestesias dolorosas), la idea obsesiva se "realiza" en un síndrome somático, ilustración
perfecta de las teorías de Moebius.
La octava y última edición del Tratado de Kraepelin constituye en muchos puntos una
reestructuración de su sistema: esta obra monumental (2.500 páginas: casi el doble de la
séptima edición), cuya aparición se despliega durante cinco años (1909-1913), constituye
una tentativa de integrar el conjunto de las críticas y los aportes de la psiquiatría de su
época.
La clasificación nosológica ha sido notablemente modificada:
3 — Intoxicaciones
4 — Locuras infecciosas
5 — Debilitamientos sifilíticos
6- Demencia paralítica
7- Locuras seniles y pre-seniles
8- Locuras tiroidógenas
9- Demencias endógenas
10 - Epilepsia
11 - Locura maníaco-depresiva
12 - Enfermedades psicógenas
13 - Histeria
14 - Paranoia
15 - Estados patológicos constitucionales
16 - Personalidades psicopáticas
17 - Detención del desarrollo psíquico (oligofrenias).
Kraepelin considera como estrictamente exógenas las siete primeras clases, como
estrictamente endógenas-constitucionales las siete últimas (11 a 17). El grupo intermedio
(clases 8, 9 y 10) está constituido por las psicosis de causa obscura, probablemente auto-
tóxicas, por lo tanto asimilables a las psicosis exogenas del primer grupo, pero con una
parte importante de predisposición, como en el segundo grupo2.
Antes de estudiar con más atención las mutaciones importantes que conoce esta edición
(demencias endógenas, enfermedades psicógenas, paranoia) señalemos algunos puntos
más secundarios:
- los estados ligados al agotamiento han desaparecido de la clasificación, enteramente
absorbidos por las psicosis de origen infeccioso, a las cuales finalmente siempre se
reducen, piensa Kraepelin. Por el contrario, las locuras de las lesiones del cerebro se han
desdoblado (clases 1 y 2) así como la parálisis general (clases 5 y 6). La diseminación
etiológica de los síndromes clínico-etiológicos relativamente homogéneos (confusión
mental, demencia) sigue siendo entonces, igual que en las ediciones precedentes, un
defecto mayor del Tratado, y son los autores contemporáneos (Bonhoeffer, Bleuler)
quienes pondrán fin a esto, como ya veremos;
- la epilepsia se ha unido a las "demencias endógenas" (antigua demencia precoz) en las
enfermedades endógenas no constitucionales: así finaliza el estallido (y la modernización)
del viejo grupo de las "neurosis", que alcanza su estatuto moderno;
- la psicosis maníaco-depresiva se enriquece al incluir, además de los estados depresivos.
maníacos y mixtos que comprendía desde 1899, a un grupo de "estados fundamentales"
que, por su presencia en los intervalos libres del 37% de los casos de psicosis maníaco-
depresiva hospitalizados en Munich (Manic Depressive Insanity and Paranoia, p 117),
confirman la naturaleza constitucional de la enfermedad, ya visible en el hecho de que "la
aparición de los ataques es en general independiente de toda influencia exterior. .. lo que
es particularmente evidente cuando (ellas) retornan en intervalos aproximadamente
regulares" (ibid). Esos estados fundamentales reagrupan la depresión y la excitación
constitucionales, que abandonan de esta forma los estados patológicos constitucionales y a
las cuales se agregan el temperamento ciclotímico y la irritabilidad constitucional,
homólogos de los estados mixtos, caracterizados por una gran susceptibilidad dad y una
propensión a las explosiones coléricas, un humor variable entre la alegría y la tristeza o la
ansiedad. Este reagrupamiento que, a imagen de los trabajos franceses, arraigó las fases de
la psicosis en el temperamento, prepara los trabajos de Kretschmer.
enlaza los grandes desarrollos paranoicos, pasando por esas formas frustras, de las
personalidades "paranoides" (constitución paranoica de los autores franceses: cf. la
descripción, op. cit., p. 268 a 271) que presentan de modo permanente el germen de los
delirios típicos.
Señalemos además que de la clase 12 (enfermedades psicógenas) a la clase 16
(personalidades psicopáticas), una serie continua enlaza las perturbaciones cada vez
menos reactivas, cada vez más enraizadas en la constitución de la personalidad, incluso
permanentes, transición a esos retardos del desarrollo psíquico (clase 17) que siempre son
su paradigma. Una curiosa excepción en todo esto: la clase 11, la primera de las psicosis
constitucionales en la clasificación, aquella, por lo tanto, en donde el acontecimiento
debería jugar el papel más importante y justamente aquella en la que menos lo hace: la
maníaco-depresiva, ubicada al lado de la epilepsia y de la antigua demencia precoz,
comienza a separarse del "conjunto psicopático"; bien pronto ella encontrará su lugar.
La segunda gran innovación de esta octava edición entonces está constituida por la
substitución de la antigua demencia precoz por un grupo de "demencias endógenas" (más
exactamente: debilitamientos, Verblodung) compuestas por una demencia precoz
restringida y por un nuevo grupo, las parafrenias, que responde indudablemente a la larga
polémica de los psiquiatras franceses contra la inclusión de todos los delirios crónicos
alucinatorios en la demencia precoz. "La desintegración de la personalidad en la demencia
precoz se cumple en general de tal manera que son especialmente los desórdenes de la
afectividad y de la voluntad los que dominan el cuadro mórbido. En oposición a esto,
debemos tomar en consideración un grupo más restringido de casos en los cuales, a pesar
de sus numerosos y variados puntos comunes con los fenómenos de la demencia precoz,
pero en función del desarrollo considerablemente más restringido de las perturbaciones de
la afectividad y de la voluntad, la armonía interna de la vida psíquica está
considerablemente menos afectada, o en los cuales, al menos, la pérdida de la unidad
interior está esencialmente limitada a algunas facultades intelectuales 4 ... Hasta los últimos
períodos de la enfermedad, no se encuentra esa apatía y esa indiferencia que forman tan
frecuentemente los primeros síntomas de la demencia precoz. Finalmente, la actividad
aparece también a menudo afectada por la enfermedad pero, en lo esencial, solamente
como consecuencia de los pensamientos y de las emociones mórbidas; los desórdenes de
la voluntad independientes, sin relación con aquellos, como los que acompañan
habitualmente la demencia precoz. . . son raros" (Dementia praecox and paraphrenia, p.
283)
Como puede constatarse, estos argumentos retoman esencialmente las posiciones de
Séglas y Sérieux; señalemos al pasar que Kraepelin separa las parafrenias de la demencia
precoz porque atribuye a la esquizofrenia ("pérdida de la unidad interior") un valor
secundario, en el sentido conceptual pero también patogénico, en relación a la afección
afectiva y volitiva (indiferencia, apatía, automatización catatónica); Bleuler y sus alumnos,
debido a un análisis inverso, rechazarán esta distinción. Los autores franceses, por el
contrario, se apoyan en argumentos clínicos (morfológicos) y a este nivel la distinción es
poco discutible (ver cap. siguiente). Finalmente, Kraepelin permanece visiblemente ligado
a la idea "de que el mismo proceso mórbido es, después de todo, la causa de esas formas
diversas, a pesar de que el punto de ataque y la evolución difieran" (ibid., p. 1); lo que
explica el grupo unitario de las demencias endógenas.
1- la parafrenia sistemática: • "entre las parafrenias. casi la mitad presenta ese desarrollo
lento pero continuo de una mezcla de ideas delirantes de persecución y de grandeza que
Magnan ha descripto bajo el nombre de delirio crónico de evolución sistemática" (p. 284).
Kraepelin precisa que dado que una parte de los casos de Magnan cae rápidamente en la
disociación, con neologismos y manierismos, la entidad no le parece homogénea y
pertenece en parte a la demencia paranoide. En las formas con evolución prolongada "la
salida de la enfermedad es una declinación psíquica con persistencia de ideas delirantes y
habitualmente de alucinaciones sin desórdenes independientes que afecten particular
mente a la voluntad ni apatía emocional. . . No se alcanzan grados más marcados de
demencia" (p. 298). La descripción clínica sigue muy de cerca a la de Magnan (ver cap.
11);
2- la parafrenia expansiva: "está caracterizada por el desarrollo de un delirio de grandeza
exuberante con un humor exaltado predominante y una ligera excitación" (p. 302). Las
ideas megalomaníacas (riqueza, potencia, eróticas, místicas, etc.) están acompañadas por
ideas de persecución y por alucinaciones sobre todo visuales, que evocan un "elemento
histérico"; "las alucinaciones auditivas, sobre todo las influencias sobre el cuerpo, . . .están
completamente en segundo plano". Esencialmente basada en interpretaciones, ilusiones de
la memoria y "experiencias visionarias", esta forma mórbida se acompaña de un grado tal
de exaltación del humor (arrogancia serena, gusto por las farsas y los chistes, episodios de
irritación y de excitación violenta o de logorrea declamatoria) que Kraepelin la consideró
durante mucho tiempo como una manía crónica. Sérieux y Capgras no hubieran
probablemente vacilado para nada en incluir esta forma en su delirio de interpretación (cf.
su descripción del delirio místico, rico en alucinaciones de la vista, Locuras razonantes, p.
121-128);
3-la parafrenia confabulante: "emparentada con la forma precedente. . . : no comprende
más que un pequeño número de casos (y) se distingue por el papel dominante que juegan
en ella las ilusiones del recuerdo" (p. 309) y la casi ausencia de alucinaciones. "Los
pacientes informan con la más profunda convicción un enorme número de historias
extraordinarias exactamente bajo la forma de experiencias personalmente vividas" (p.
311). El delirio, de persecución y especialmente de grandeza, a menudo retrospectivo, se
acompaña de un humor sereno, "casi feliz". "Los pacientes son habitualmente fácilmente
accesibles, conversadores... con cierta tendencia a los juegos de palabras estúpidos. . .;
defienden sus ideas con vigor y habilidad. . . En la mayoría de los casos, la lujuriosa
producción de ilusiones del recuerdo no es más que una porción particularmente corta de
la enfermedad, aunque las creaciones delirantes sean retenidas durante un tiempo
considerable, repetidas e incluso a veces un poco adornadas después. En el espacio de un
año, aquellas pueden haber palidecido completamente; los pacientes no quieren oír más
sobre eso, no saben nada más sobre ese tema, son evasivos: "es un asunto privado". Al
mismo tiempo, las ideas delirantes devienen más absurdas, más incoherentes, el humor
irritable, moroso o indiferente, de manera que hay, sin ninguna duda, desarrollo de un
debilitamiento psíquico" (p. 314). Es este último carácter, netamente más acusado en esta
forma que en la precedente, de la cual está muy cercana, el que permite su inclusión en las
parafrenias: una de sus partes corresponde indudablemente a los "delirios de imaginación"
de Dupré, la otra, mejor sistematizada y con evolución prolongada, entra en la paranoia de
Kraepelin. Esta última entidad es considerada de una manera demasiado rigurosa, en
particular en el plano evolutivo, como para poder incluir la parafrenia expansiva y
confabulante;
4- la parafrenia (demencia) fantástica: este grupo de casos, igualmente poco numeroso,
está caracterizado por "el desarrollo lujurioso de ideas delirantes muy extraordinarias,
deshilvanadas y móviles. ... (y) cubre esencialmente mi antigua demencia paranoide" (p
315). Dado que este último término designa generalmente las formas delirantes de la
demencia precoz, Kraepelin ha preferido rebautizar la entidad, manteniendo empero el
término "demencia" entre paréntesis. Después de una fase inicial de malestar
cenestopático, se instala un delirio de persecución acompañado de alucinaciones auditivas,
cenestésicas, sexuales, de un síndrome de influencia y de ideas de posesión, pero también
de ideas megalomaníacas. Las ilusiones de la memoria y las confabulaciones juegan un
papel importante en este delirio lujurioso y siempre cambiante. El humor de los enfermos
es a menudo excitado; son prolijos, su expresión confusa, deshilvanada, atiborrada de
neologismos y de juegos de palabras. La evolución pone progresivamente en primer plano
las ideas de grandeza fabulosa y la exaltación, "las exteriorizaciones de los enfermos
devienen, de manera habitual, gradualmente cada vez más confusas y deshilvanadas. . . las
emociones más obtusas con rápidas explosiones de violencia y estados de excitación
transitoria" (p. 327). Esta forma se separa de las demencias paranoides, de las cuales
permanece muy cercana, por la importancia harto secundaria de los desórdenes de la
voluntad frente a los del intelecto; recordando los casos de esquizofasias (ver más
adelante).
El grupo parafrénico está constituido entonces por tres subgrupos: el primero, que de
hecho es su centro, comprende la mayor parte de los casos y corresponde al Delirio
Crónico de Magnan (del cual obtiene el calificativo: sistemático); el segundo está
constituido por formas expansivas y confabulantes y constituye una transición hacia las
formas paranoicas puras; el tercero, antigua demencia paranoide, linda con la demencia
precoz (formas paranoides y esquizofásicas). El grupo está construido en función de un
criterio exclusivo: la débil lesión afectiva y volitiva, la extensa conservación de la
personalidad, junto con un delirio rico y netamente paranoide. Aunque construida
alrededor del mismo eje (el Delirio Crónico), la parafrenia no corresponde pues a la
psicosis alucinatoria crónica francesa. Para hacer una comparación justa, debemos ahora
examinar la demencia precoz en esta nueva concepción.
"de estados de agitación. . . severos y prolongados"6 (p. 116). Tres subgrupos: demencia
circular (formas de inicio depresivo), demencia agitada (se inician primero con un estado
de excitación), demencia periódica (forma que presenta estados de excitación periódicos,
dejando cada vez al enfermo un poco más apático e indiferente). Esta última forma era
hasta entonces considerada por Kraepelin como perteneciendo a la maníaco-depresiva,
pero el aspecto deficitario de los intervalos y de la evolución justifica su inclusión en la
demencia precoz.
6- Catatonía: descripción clásica.
7- Demencia paranoide grave: se trata de un cuadro alucinatorio con ideas delirantes
diversas, alucinaciones de todos los sentidos, síndrome de influencia, ilusiones de
recuerdo, mezclados con las manifestaciones clásicas de la demencia precoz (impulsiones,
negativismo, manierismo, esteriotipias, esquizofasia); terminaciones en estados
deficitarios idénticos a aquellos de las formas precedentes.
8- Demencia paranoide ligera: el cuadro delirante es muy parecido a la forma precedente
pero los signos típicos de la demencia precoz no están manifiestos (humor concordante,
actividad y discurso en relación con el delirio, a pesar de los neologismos) y sobre todo el
estado terminal consiste en una relativa sedación de las perturbaciones con mantenimiento
de un resto delirante y alucinatorio acondicionado y el reinicio de una adaptación relativa
(asilar) al precio de cierta dosis de indiferencia y de desinvestición. No se entiende, sin
embargo, porqué esta forma (que corresponde a las formas psico-motrices de psicosis
alucinatoria crónica: delirio de influencia de Séglas) permanece incluida en la demencia
precoz: fuera de algunos raros síntomas catatonoides permanece netamente separada de las
otras, especialmente por ese estado terminal particular ("debilitamiento alucinatorio o
paranoide")7. Kraepelin reconoce "enfrentar aquí un desarrollo inhabitual mente lento del
proceso mórbido, que hace posible durante mucho tiempo que el paciente continúe
viviendo como una persona aparentemente sana, mientras que, ya en el mismo momento,
la dificultad acrecentada del combate por la existencia que resulta de la enfermedad y las
influencias desfavorables de la vida favorecen el desarrollo de pensamientos paranoides" 8
(p. 177). Indudablemente, la interpretación del síndrome de influencia, en un primer plano
en esta forma, como afección de la voluntad, así como la del delirio de persecución física
como afección de la personalidad, justifican por sí solas la distinción (criterio de análisis
psicológico y no clínico) con respecto a las parafrenias.
9- Demencia con confusión del lenguaje o esquizofasia 9: se trata de hecho de una forma
terminal particular (el inicio es poco específico) caracterizada por una logorrea
ininteligible, atiborrada de neologismos, de asociaciones verbales y de juegos de palabras,
respuesta a preguntas de un interlocutor o simple soliloquio. Frente a preguntas simples,
las respuestas pueden ser, sin embargo, cortas y correctas. El humor es alegre, festivo, con
tendencia a la subexcitación. Junto al mantenimiento de alucinaciones y de ideas
delirantes, "lo que distingue este tipo de pacientes es el carácter sensato y razonable de su
comportamiento y de sus acciones, que nos fuerza a la hipótesis de que no se trata tanto de
un desorden severo del pensamiento sino más bien de una interrupción de las conexiones
entre el pensamiento y la expresión verbal. En todo caso, nos enfrentamos con una poco
corriente limitación de los desórdenes de la voluntad a un territorio estrechamente
limitado. . ., el de la expresión verbal" (p. 180). Efectivamente, estos pacientes son en
general "trabajadores muy útiles, diligentes e inteligentes... en la vida de la institución" (p.
178), incluso bastante independientes y que no quieren que se metan en sus actividades.
Esta última forma, por lo tanto, está muy próxima de las parafrenias y Kraepelin subraya
su parentesco con la parafrenia fantástica que también termina con importantes
perturbaciones del lenguaje y un humor festivo.
En resumen, como se ve, la nueva división del grupo de la demencia precoz contiene
interesantes innovaciones, como las formas 3, 4, 5, futuras esquizofrenias distímicas, la
forma 9 esquizofásica o la individualización de las parafrenias 10. Sin embargo, peca por el
carácter sistemáticamente psicológico de los criterios utilizados: en efecto, se trata todavía
***************
Jaspers
"En lugar de presentar resultados que tienen una pretensión dogmática, este libro ensaya
familiarizar al lector con los problemas, las preguntas que se plantean y los métodos; en
lugar de plantear un sistema teórico particular, querría aportar una clasificación fundada en
la reflexión metodológica. En psicopatología, hay una serie de concepciones diferentes,
una serie de vías paralelas, cada una de las cuales tiene su valor y que se completan sin
molestarse una a la otra. Me he esforzado por separar estas diferentes vías, por establecer
entre ellas distinciones netas" (p. V). Así se abre la Psicopatología general de Jaspers13,
aparecida en 1913, la primera (y la única según nuestro conocimiento) obra que opera una
crítica conceptual sistemática en el discurso psiquiátrico.
El eje más importante de esta crítica concierne al cuestionamiento del paralelismo
psicofisiológico, devenido desde hacía medio siglo (ver las consideraciones generales de
nuestra tercera parte) el lugar común de la psicopatología (y de la psicología por otra
parte). No se trata ciertamente de cuestionar el evidente fundamento material de la mente,
sino de distinguir correctamente "en todo el palabrerío psicopatológico. . . lo que se sabe y
lo que no se sabe. . ., en qué sentido y dentro de qué límites se sabe algo" (p. I) Así es
necesario separar cuidadosamente la "comprensión estática" ("fenomenología" por la cual
se representa la vivencia particular de los enfermos tal como ella se presenta a su
los hechos psíquicos los unos por los otros, tal como ella se impone con respecto a las
reacciones psicológicas) de los hechos psíquicos, de "las relaciones causales" que se
invocan cuando las relaciones de comprensión chocan con un escollo y los hechos
psíquicos se manifiestan de manera incomprensible. La explicación causal apela entonces
a representaciones teóricas, a "mecanismos extra-conscientes", esencialmente extraídos,
en esa época, de los conocimientos biológicos.
Para retomar el tipo de análisis del que ya hemos hablado, puede representarse el estado
de ánimo del perseguido "poniéndose en su lugar" (fenomenología), pueden comprenderse
sus reacciones de violencia, de desesperación, de miedo (comprensión genética); puede
también comprenderse la relación entre su elevada idea de sí mismo, su desconfianza
inquieta hacia el mundo y las vejaciones que sufre (ya sean éstas corrientes o en relación
directa con su propia actitud) por una parte, el desarrollo del delirio por la otra; pero, no
puede comprenderse ese estado de ánimo permanente que se llama "constitución
paranoica" refiriéndolo así a una causalidad genética, biológica, hereditaria y a
mecanismos extra-conscientes cerebrales. Simplemente, se pasa de la comprensión a la
explicación sin incluso darse cuenta. El mismo análisis puede aplicarse a la angustia
vivida, a las preocupaciones que engendra y que la fijan (fobias, obsesiones), a las
reacciones del sujeto que la experimenta y al misterio de su causación extra-consciente.
Pero en el extenso grupo de los fenómenos que son así comprendidos en términos extra-
conscientes pueden hacerse algunas distinciones:
- ciertos fenómenos son realmente experimentados por el sujeto sin que él se de cuenta
(hábitos, recuerdos, modos permanentes de ser): forman parte de lo "comprensible";
- a otro grupo de fenómenos se le puede aplicar una comprensión "como si" fueran
conscientemente experimentados. Jaspers señala así que es esencialmente a este tipo de
trabajo que se reduce la obra de Freud, a pesar de que éste haya traducido esta extensión
de la comprensión espontánea en metáforas extra-conscientes. Las interpretaciones en
términos de símbolo, de desplazamiento, de deformación tienden a atribuir a tal contenido
psíquico incomprensible un sentido que no tiene a primera vista, a riesgo de traducir luego
esta significación como "equivalencia energética" 14. Este tipo de análisis crítico será
retomado por Politzer15, Brinswanger e inspirará el enfoque de J. Lacan (crítico de los
modelos mecánico-biológicos freudianos);
- finalmente lo extra-consciente recubre esencialmente lo incomprensible, lo que aparece
como básico en el psiquismo y a lo cual, en cierto número de casos (fenómenos
fisiológicos o patológicos: procesos cerebrales, intoxicaciones, etc.), se le puede asignar
un fundamento somático conocido. Por extensión, se tiene el hábito de atribuir, en todos
los casos, una significación orgánica a este extra-consciente. Se trata aquí de una hipótesis
("prejuicio somatista"), fructífera si está correctamente situada, peligrosa si se limita a un
puro verbalismo.
La primera aplicación de esta concepción concierne a la oposición de dos tipos de
perturbaciones psicopatológjcas:
- las perturbaciones cuyo desarrollo es perfectamente comprensible. Se trata primero de
las "reacciones verdaderas cuyo contenido está en relación comprensible con el
acontecimiento original, que no hubieran nacido sin este acontecimiento y cuya evolución
depende del acontecimiento y de su relación con él. La psicosis permanece ligada a!
acontecimiento central" (p. 314). Hemos visto en los trabajos de la corriente
psicodinamista numerosos ejemplos de esta patología (psicosis de los prisioneros,
perturbaciones histéricas, neurosis de combate, psicosis sensitivas, patología de guerra o
traumática).
Se trata también del "desarrollo de una personalidad. . . (que) tiene solamente como
origen a las disposiciones individuales que evolucionan a través de las épocas de la
vida. . . que sin discontinuidad incomprensible vienen a agregar algo totalmente nuevo" (p.
440). Evolucionan en el tiempo, determinando, en constante interacción con el medio, "la
manera de reaccionar frente a los acontecimientos exteriores, que son utilizados de una
manera correspondiente a esta naturaleza" (ibid.). Este tipo de casos (personalidades
patológicas, paranoia de Kraepelin) no es en realidad separable del primer grupo: la
patología "comprensible" está hecha de cierto grado de predisposición y de cierto grado de
reacción al acontecimiento pues, "en la mayor parte de los casos (de reacción), la
condición preliminar de la constitución es visible incluso fuera de la reacción" (p. 322);
- las perturbaciones psicopatológicas cuyo desarrollo no es comprensible: rompen más o
menos brutalmente el desarrollo comprensible de la vida mental, introduciendo "un
cambio psíquico totalmente nuevo" (p. 437). A veces, una ruptura tal de la "curva vital"
sucede a un acontecimiento pero, a diferencia de las reacciones verdaderas, "la naturaleza
de la psicosis no corresponde para nada al acontecimiento del cual surge... ella se
desarrolla según su propia ley totalmente independiente del acontecimiento ocasional" (p.
314).
A este tipo le corresponden diversas modalidades. Sobre el plano etiológico se conoce, en
cierto número de casos, la causa de tales acontecimientos: se trata de procesos , orgánicos
diversos (enfermedades cerebrales, epilepsia, perturbaciones infecciosas, tóxicas o auto-
tóxicas). Su cuadro clínico, a menudo reversible, corresponde frecuentemente a ciertos
rasgos comunes específicos: disgregación de la vida mental, síndrome demencial,
Korsakov, alteración de la conciencia. El resto puede dividirse en ciertos "ciclos de
evolución típicos" cuyo substrato orgánico probable no se conoce: fases, "alteración de la
vida psíquica, ya sea puramente endógena, ya sea determinada por una influencia
accidental, que luego pueden durar semanas, meses o años y desaparecer de manera que el
estado anterior se restablezca" (p. 431) y que corresponden a las enfermedades afectivas
(psicosis maníaco-depresiva); procesos psíquicos en los que el cambio en la vida psíquica,
tiene valor concreto, cuestionar todo lo que no es más que elaboración secundaria, incluso
probable, en la medida en que se trata más de satisfacciones acordadas al espíritu de
sistema que de guía para la investigación. Por eso su Psicopatologia general, suma de
todos los conocimientos psiquiátricos positivos de su época (al menos en lo
correspondiente a la escuela alemana) pero también notable actualización crítica, dará el
marco conceptual de la psiquiatría alemana moderna.
Cierto número de trabajos completarán rápidamente el marco propuesto:
- ya en 1910 Bonhoeffer había reunido, bajo el nombre de "tipos de reacciones exógenas",
un grupo de síndromes agudos típicos de las intoxicaciones, de las infecciones, de las
enfermedades metabólicas, de las agresiones cerebrales agudas: estados de obnubilación
de la conciencia acompañados con ilusiones frecuentes, con desorientación, con angustia,
con delirio (Delirium), perturbaciones mnésicas del tipo síndrome de Korsakov,
sintomatología somática más o menos severa. Así se encuentra finalmente constituida en
la escuela alemana la síntesis que la "confusión mental" francesa había realizado desde
hacía veinte años (el cuadro clínico recorta en gran parte la Amentia de Meynert);
- en su Tratado (1916) Bleuler reúne, bajo el nombre de "síndrome pácoorgánico". cinco
categorías de la nosología de Kraepelin: las psicosis de las lesiones y de las enfermedades
del cerebro, las psicosis de involución, la parálisis general y las psicosis sifilíticas. Este
grupo, que corresponde a sus "psicosis orgánicas" de 1911 (ver cap. 15). se caracteriza por
un síndrome común (demencial): amnesia, restricción del campo asociativo (lo que explica
la perturbación del razonamiento y del sentido crítico), labilidad afectiva (sensibilidad,
incontinencia emocional), disminuición de los intereses y de los sentimientos éticos,
sugestibilidad, debilidad de la atención, perturbación de la orientación; a este síndrome
basal pueden asociársele diversas perturbaciones accesorias (accesos de confusión, de
depresión, de excitación, ideas delirantes, alucinaciones, fabulaciones compensatorias) y
habitualmente perturbaciones somáticas20;
- finalmente, siempre en su Tratado de 1916, Bleuler reúne el conjunto de las
perturbaciones degenerativas (excluyendo la maníaco-depresiva) bajo la etiqueta
"psicopática". Opone incluso las "reacciones psicopáticas" (paranoia, enfermedades
psicógenas de Kraepelin, neurosis, reacciones kretschmerianas) a las "psicopatías" (en el
sentido de las últimas ediciones del Tratado de Kraepelin) a pesar de que a menudo se
trate "de cuadros mórbidos inseparablemente mezclados con anomalías congénitas y
reactivas" (p. 570). El término toma así su sentido definitivo en Alemania 21, sentido
extenso, próximo al de las primeras ediciones del Tratado de Kraepelin22;
- hemos visto, por otra parte, con la obra de Kretschmer, rápidamente avalada por Bleuler,
a las psicosis no "comprensibles" y no orgánicas reunidas bajo el nombre de "psicosis
endógenas". Según las escuelas se les agrega o no la epilepsia, a pesar de que ella tiende
más bien a reunirse con las psicosis orgánicas, de acuerdo a la opinión de Jaspers
(especialmente después del descubrimiento de la electroencefalografía).
Las últimas debilidades heredadas de la obra de Kraepelin desaparecen entonces de la
psiquiatría alemana moderna. En este estadio el trabajo clínico propiamente dicho ha
culminado; veremos (cf. Conclusiones) en qué direcciones de investigación se
compromete la escuela alemana, y hasta que punto las aporías que encuentra son similares
a aquellas con las que choca la escuela francesa hacia la misma época.
Capítulo 17
LA PSIQUIATRÍA FRANCESA DEL PERIODO DE ENTRE
GUERRAS
*********
La corriente fenomenológica
No hemos encontrado otro término para calificar cierto numero de trabajos que, aun
basándose sobre una conceptualización muy alejada de la de Jaspers1, persiguen un
objetivo bastante idéntico al suyo: tomar en cuenta en la patología mental lo que no
representa más que una desviación de los mecanismos psicológicos normales y que por
ende se deja comprender y lo que no puede ser aprehendido de esta manera y corresponde
a una modificación específica, explicable, pero irreductible al psiquismo normal. Se trata,
por supuesto, de las psicosis "constitucionales" (vesanias puras de Baillarger): "la clínica
mental ha establecido una distinción definitiva entre las demencias congénitas o
adquiridas, agudas o crónicas, y las perturbaciones mentales de todo orden que no
provienen de un debilitamiento intelectual, las psicosis propiamente dichas" 2; estas líneas
de Blondel sitúan bien qué es considerado como problema superado y qué continúa
cuestionándose.
*********
yuxtaposición de las ideas, tendencia a los ritmos, a las asonancias, a la simetría). Salvo
algunos raros casos en que "la neoformación delirante termina por invadir todo el
psiquismo y provoca un desinterés por el mundo exterior (autismo 17 delirante)" (p. 169), el
enfermo conserva sin embargo junto al delirio sus capacidades intelectuales y su actividad.
Los tutores distinguen (clásicamente) cuatro períodos, de duración variable según los
casos: un primer período de inquietud y desconfianza, a menudo largo; un segundo
período de sistematización delirante con estado cenestésico penoso; un tercer período (que
puede faltar o producirse de entrada) de reacción eufórica y de extensión del delirio
("transformación mórbida de la resistencia que en su pensamiento consciente el sujeto
oponía al sentimiento de agresión: esta reacción defensiva termina a su vez por ser
englobada en la neoformación delirante" (p. 159); en ese estadio, la extensión indefinida, a
menudo cósmica, del delirio, la expresión sin velo del modo de pensar delirante-afectivo
parecen marcar una alteración intelectual; finalmente viene el "período de retiro" en que el
delirio, reducido a algunas estereotipias ideicas y gestuales muy desinvestidas, se borra y
empalidece (demencia vesánica de los clásicos).
La demencia precoz "se caracteriza por un doblegamiento inicial y precoz de las fuentes
instintivas de la vida mental. . . Las operaciones puramente intelectuales no son
modificadas más que accesoriamente: su desorden consiste durante mucho tiempo en la
obstrucción y en la orientación contradictoria y no en la desaparición primitiva de la
función. El debilitamiento del impulso vital y de la afectividad es el elemento necesario y
suficiente para caracterizar la enfermedad" (p. 178). Los síntomas fundamentales
(desinterés, inercia, doblegamiento afectivo, sentimiento penoso de extrañeza interior)
tienen como consecuencia directa los síntomas accesorios: el desinterés, la pérdida del
valor afectivo de las representaciones, las detenciones y los estancamientos del curso del
pensamiento le dan su aspecto característico indefinido, hermético, difluyente,
incoherente. Las perturbaciones verbales y motoras derivan de los mismos fenómenos y
del defecto general de síntesis, "de autoconducción" (expresión debida a Toulouse y
Mignard); los estados de excitación automática en particular le deben su aspecto peculiar.
Los delirios tienen su fuente en la última fuente afectiva todavía intensa, el sentimiento
doloroso y angustiante de extrañeza (Unheimlich de Freud): "la cenestesia perturbada
aporta impresiones de mal funcionamiento interior. . . (a las cuales) se agregan a veces
sentimientos de expansión y de euforia" (p. 193). Son menos los temas (en los que la
agresión física y la influencia predominan) que su expresión lo que caracteriza aqui la
demencia precoz: estructura intelectual de entrada inextricable, contradicción,
ambivalencia; las perturbaciones fundamentales aquí amplificadas convierten en
impenetrables a esos delirios.
Esta descripción muy homogénea, que continúa directamente la concepción francesa
(Séglas, Sérieux) no permite subdivisiones internas muy significativas: "nuestra
descripción ha buscado poner de relieve la unidad de la enfermedad" (p. 204); es como
simples "formas clínicas" que son descriptas entonces las cuatro subformas habituales 18
Veremos la oposición de esta concepción con la de la Escuela de Claude.
Señalemos para terminar un capítulo que da cuenta de las dificultades ya señaladas por
Jaspers. Se trata de los "síndromes adquiridos sin afección del fondo mental", que se
manifiestan entonces por trastornos idénticos a los de las psicosis constitucionales:
neurastenia adquirida, manías tóxica y senil, melancolía de involución o de agotamiento,
delirio sistematizado tóxico o involutivo, delirios sistematizados complejos transitorios
(bouffées polimorfas a las cuales los autores les atribuyen una etiología tóxico-infecciosa),
etc. Este pequeño capítulo trastorna todo el equilibrio etiológico-clínico que estructuraba
el manual; sin duda la concepción finalmente localizadora de los autores les permite
invocar una afección de igual localización que la de las psicosis constitucionales pero de
**********
De Clérambault
Un estilo lapidario, fascinante por su concisión y eficacia, un verdadero genio de la
observación analítica, el gusto y el talento para las grandes síntesis y visiones de conjunto,
luna cultura psiquiátrica enciclopédica y constantemente presente en su mente, un carisma
personal evidente, aumentado por un sentimiento seguro de su superioridad, tales son los
elementos25 que nos quedan para comprender la fascinación que ejerció Gastón Gatian de
Clérambault sobre sus contemporáneos y las pasiones, a menudo hostiles, que suscitara
amo persona en el pequeño mundo de la psicopatología francesa 26. Treinta años antes
tibiera sido el par de Kraepelin pero, más allá incluso de su trágico fin que le impidió
escribir cualquier obra de importancia 27, Clérambault llegaba demasiado tarde: verdadero
anacronismo viviente, el último y más brillante sin duda de los clásicos, comenzaba su
obra en la hora de los cuestionamientos. Veremos que, sin embargo, los problemas que
bordó eran de todos modos los de su época.
fenómenos que surgen de su subconsciente" (p. 459); esta reacción proviene más bien, a
diferencia de lo que ocurre en Ballet, de estos falsos perseguidos más que de los casos de
alucinosis, y depende de las cualidades intelectuales del sujeto, de su carácter anterior y
del modo de la agresión mórbida.
El síndrome nuclear de las psicosis alucinatorias crónicas tiene al inicio un carácter
perfectamente neutro, atemático, puede servir así de base a delirios de tema opuesto
(persecución, grandeza, misticismo, posesión, erotismo, etc.) o incluso subsistir sin delirio,
a veces con consciencia de un estado mórbido. En los casos de desarrollo insidioso puede
aprehenderse el desarrollo de este síndrome basal, que Clérambault llamará primero
pequeño automatismo mental, después síndrome de pasividad, y en el cual analiza:
- fenómenos "sutiles", fenómenos de interferencia que perturban el curso del pensamiento
pero que no tienen contenido: "anideismos diversos". Son primeramente procesos
"positivos" de intrusión: continuos, como los fenómenos de psitacismo (sin sentidos,
juegos verbales silábicos, estribillos verbales, absurdos, letanías de palabras, entonaciones
bizarras, palabras jaculatorias fortuitas) o las diversas variedades del mentismo (ideorrea,
flujo incoercible de representaciones visuales, fenómenos hipermnésicos, devaneo mudo
de recuerdos); episódicos, ya sean intelectuales (falsos reconocimientos, percepciones
perpetuas de parecidos, intuiciones y veleidades abstractas, sentimientos de extrañeza, de
déjá vu, de revelación inminente) o afectivos (emoción sin objeto, veleidades absurdas).
Le siguen procesos "negativos" de inhibición acompañados de "sentimientos intelectuales"
(terminología sacada de Janet): desaparición de pensamientos, olvidos, detenciones del
pensamiento, vacíos del pensamiento, perplejidades sin objeto, dudas, aprosexia, fatigas.
Finalmente, los procesos "mixtos" a la vez negativos y positivos: substituciones de
pensamientos, olvidos y aportes, emergencias parasitarias continuas (falsas ideorreas).
paso de un pensamiento invisible no reconocido, impresiones de adivinación del
pensamiento31;
— fenómenos ideo-verbales cuyo modelo lo constituye el eco del pensamiento y que
también son neutros, atemáticos: el pensamiento adelantado, eco del pensamiento y de la
lectura, enunciación de gestos y de intenciones, comentarios de actos, alusiones,
preguntas.
El período de incubación de los delirios alucinatorios crónicos debe comprenderse como la
reacción psicológica suscitada por el desarrollo del síndrome de pasividad, "perturbación
por así decir molecular del pensamiento elemental... (que) está perturbado a la vez en su
formación y en su integración a la consciencia. . . Debe indicarse, primero, que el
pensamiento está afectado en la forma indiferenciada, es decir, a la vez abstracta y
fragmentariamente sensorial que es la del pensamiento normal; segundo, que los
abstractos parecen emanciparse previamente que los concretos; finalmente, que la
emancipación de los concretos, al inicio, es principalmente parcelar" (p. 485).
Gradualmente, "la tendencia a la verbalización va progresando; indiferenciada al
principio, el pensamiento deviene . .. auditivo o verbomotriz; las voces se constituyen con
cuatro características: verbales, objetivas, individualizadas y temáticas" (ibid.). Con los
fenómenos alucínatenos asociados, motores (alucinaciones psico-motrices de Séglas:
sensaciones de movimientos, fenómenos de inhibiciones motrices, actos automáticos
irreductibles, alucinaciones psicomotrices verbales o emisiones verbales involuntarias) o
sensitivas (cenestopatías, alucinaciones genitales), se constituye así el "gran automatismo"
o triple automatismo (mental, motor, sensitivo) al cual se asocian fenómenos de
automatismo sensorial (alucinaciones comunes de los diversos sentidos, particularmente el
visual) y afectivo (emociones, sentimientos, voliciones experimentadas como fenómenos
impuestos). La marcha general de los fenómenos automáticos se realiza así, de lo neutro y
de lo abstracto a lo concreto y lo temático.
teoría de Magnan (repercusión del delirio sobre los "centros" perceptivos) como de teorías
de la disociación de la personalidad tipo Ballet. Los elementos afectivos son puestos en
juego secundariamente por el automatismo como en la parálisis general o los delirios
tóxicos.
Por lo tanto, puede invocar "un proceso irritativo de progresión serpiginosa que tiene
como resultado pruritos dispersos (fenómenos sutiles), luego cada vez más confluyentes
(eco) que atacan en primer lugar los elementos menos resistentes (abstractos), para
extenderse a los más resistentes (concretos, centros sensorio-motores), mezclando sus
conexiones ficticias con las conexiones preestablecidas, cuya persistencia esporádica
permite las coherencias parciales (gran automatismo, segunda personalidad)" (p. 487). En
una concepción a la vez asociacionista y neurohistológica (ver cap. 9), imagina
irritaciones, primero localizadas, irradiando, confluyendo, que reinvisten facilitaciones
antiguas, descendiendo la jerarquía de los centros, reverberando las excitaciones normales,
anexando zonas cada vez más extensas, hasta formar un enorme complejo neoplásico
injertado sobre la antigua personalidad, sumergiéndola en una "inflación de síntesis
colaterales", en una "hipervaloración de los sub-productos del pensamiento". La
personalidad de base está sin embargo intacta, aunque debilitada: se la ve reaparecer en las
remisiones espectaculares que a veces se observa.
La imperfección de los elementos neo-formados, su incompletud (comparada por
ejemplo con una armonía musical incorrecta) engendra el sentimiento de artificialidad, de
extrañeza, la "no-anexión" y, por ende, la xenopatía. Aún cuando "el cerebro elabore
pensamientos", se trata de una producción imperfecta, inferior y experimentada como
ajena.
Cierto número de reglas pueden entonces enunciarse acerca de un proceso tal: 1 - Ley
de la edad: ante una misma agresión, el encéfalo reacciona con una afección tanto más
sutil cuando más avanzada es la edad del sujeto: idiotez en el feto, imbecilidad en el niño,
demencia precoz en el adolescente, luego demencia paranoide y, a partir de los cuarenta
años, psicosis alucinatoria crónica propiamente dicha. Por esta ley clínica, ya observada
por Kraepelin (le parecía una de las razones del "matiz" parafrénico), aparece una "serie
de formas clínicas. . . de este modo ininterrumpida" (p. 491).
2 - Ley de la masividad: cuanto más global, difusa y masiva es la afección, más groseros
son los fenómenos, de entrada completos, sin ese curso progresivo de las formas
insidiosas. De este modo, de la confusión onírica a la demencia precoz, a la demencia
paranoide y a la psicosis alucinatoria crónica, se despliega también una serie de formas
interrumpida.
"La defensa de los centros nerviosos parece perfeccionarse con la edad; los centros
superiores siguen siendo los más vulnerables" (p. 488). Sólo se observará el desarrollo del
síndrome de pasividad en forma completa en las formas tardías e insidiosas: "no creemos
en modo alguno que todo Delirio de Persecución Alucinatorio comience con el
Automatismo Mental. Hay casos en que la Alucinación propiamente dicha surge de
entrada; son aquellos en que la psicosis sigue de cerca a su causa primera 33 y donde el
sujeto, en general, tiene menos de treinta años. El inicio por el Automatismo tiene lugar en
las formas insidiosas, de causa lejana, que se desarrollan alrededor de la cuarentena" (p.
489). "Las psicosis alucinatorias vuelven a entrar así en la Neurología... y la psiquiatría
llega hoy al punto desde donde debió partir" (p. 609).
En toda la última parte de su Obra, Clérambault se orienta hacia una nueva división del
grupo paranoico.
Ya en 1923, su concepción de las relaciones del carácter paranoico y del delirio
interpretativo evoluciona, dado que los considera de allí en más como diferentes (ver p.
483). La paranoia le parece no ser "otra cosa más que la suma de muchos rasgos de
carácter: ... desconfianza, envidia y celos,... disimulación e hipocresía,... irritabilidad y
emotividad diversas,. . . morosidad,. . . hostilidad esencial. En cada caso, varios de esos
elementos pueden faltar o estar disminuidos, . .. hay por lo tanto un número infinito de
caracteres paranoicos. .. El carácter paranoico puede estar agravado por dos taras
constitucionales: perversidad propiamente dicha y Mitomanía. Por último, sobre un
terreno paranoico pueden sobrevenir muy especialmente Estados Pasionales" (p. 483).
Esta concepción, muy próxima de la de Montassut y Génil-Perrin (1924-1927, op. cit.),
permanecerá como la de la escuela francesa. En cambio, el delirante interpretativo se
caracteriza "por un estado de perplejidad, por la explotación de temas ordenados, por el
empleo de modos de pensamientos no normales... Es dubitativo, busca ubicar sus
sospechas preestablecidas, le adjudica a sus enemigos cálculos fantásticos y
prodigiosamente inútiles: es siempre profundamente paralogico .. Es temeroso más que
hostil, y no pasa obligatoriamente al acto" (ibid.). Todo esto se opone al carácter racional,
cotidiano, explícito y esténico del delirio paranoico.
Por eso en 1925 se orienta hacia la idea de un "origen puramente mecánico y (una)
elaboración puramente mecánica. . . de los delirios interpretativos puros" (p. 544) en base
al modelo de la psicosis alucinatoria crónica.
En un notable artículo aparecido en 1933 (Obra, p. 647 a 654), aísla un nuevo tipo de
"mecanismo automático": la pseudo-constatación espontánea incoercible. "Consiste. . . en
percibir constantemente un gesto único o un discurso, siempre igual" (p. 647): "resultante
de una sensibilización circunscripta, equivalente a una expectativa inconsciente. . . la
pseudo-constatación es una perturbación de la percepción en la que los elementos
ideativos preestablecidos deforman los datos sensoriales" (p. 648). La emoción que la
acompaña es "moderada, completa de entrada. . ., del orden de la sorpresa y de la
irritación" (p. 649). Sobre esta base nace un delirio muy especial: innumerables
perseguidores, no malintencionados, que parecen obedecer a una consigna, desfilan a
distancia, impersonales, esquemáticos: son más bien vejadores; el sujeto yerra en la duda y
la incertidumbre; es hiposténico, abúlico, dubitativo (carácter del interpretativo en
oposición al del paranoico). Clérambault sitúa este mecanismo automático junto a otros
del mismo tipo que son la base de los delirios interpretativos: intuiciones, imaginaciones,
déjá vu, jamás visto, sentimientos de extrañeza del yo y de las cosas, falsos
reconocimientos en serie, negaciones sistemáticas de hechos concretos, de una identidad o
de una muerte. Todos estos elementos "primarios" (se ve la proximidad de esas
concepciones con las de Jaspers) son luego ocultados por el "Perseguidor Común",
"delirio variado, no mecánico, (que) resulta de las cogitaciones conscientes... voluntarias,
realizadas. .. con las facultades intactas" (p. 651) de un individuo que vive en la
certidumbre de las persecuciones e interpreta ("es el único que merece ser llamado Delirio
Interpretativo", p. 652) los hechos que lo rodean. Presente en todas las psicosis de
persecución (interpretativas, alucinatorias, paranoicas), el "Perseguidor común" es una
reacción normal, fisiológica, "producto de una idea directriz y de un sentimiento general
preestablecido" (ibid). Es este efecto secundario, "no mórbido en sí", el que le parece la
fuente de la teoría clásica del delirio interpretativo.
Más allá del aspecto muy arcaico de su psicología, más próxima de la de su maestro
Magnan que de las corrientes contemporáneas, se habrá notado que la obra de Clérambault
se inscribe perfectamente en los problemas de la psiquiatría de su época: distinción y
oposición de los delirios primarios procesuales ("automáticos") y de las simples
reacciones patológicas en personas predispuestas (psicosis pasionales); delimitación de los
mecanismos primitivos de una psicosis y de la elaboración delirante secundaria (cf.
Jaspers); la notable descripción del perseguidor común es un aporte capital en esta
dirección; tentativa de diferenciar los casos "puros" y los casos "mixtos" y entre estos, los
diversos componentes que operan, para determinar los mecanismos psicopatológicos
actuantes.
Parece que sus contradictores casi no comprendieron la fecundidad de este trabajo. Sin
embargo, puede indicarse que la mayor parte del mismo fue mantenida y forma parte
ahora del activo de la escuela francesa (a pesar de los esfuerzos de H. Ey). Desde 1926 por
otra parte, en la segunda edición del Tratado de Sergent, Sérieux y Capgras introducen las
concepciones de Clérambault en su gran artículo, aceptando incluso su teoría del
automatismo mental. Esta consagración no impedirá luego a sus contradictores
desencadenarse: obnubilados por su Mecanismo, a menudo denigraron el conjunto de su
obra y a su autor34, rechazando en él lo que ellos admiraban en otros, en una expresión más
moderna .
Las críticas, esencialmente surgidas del grupo de Claude, se inspiran en los trabajos
psicoanalíticos (psicología del complejo) y en las teorías de la disociación, tipo Ballet y
sobre todo Janet; ante todo, están dirigidas contra las tesis doctrinales de Clérambault,
cuya fragilidad no es muy difícil mostrar, pero terminan rechazando al mismo tiempo el
trabajo de análisis clínico "engarzado" en las mismas:
- en primer término, la delimitación de los síndromes pasionales "puros" es considerada
como arbitraria y tendiente a "separar los elementos de una misma psicosis" (crítica de
Capgras 1921, retomada por Ferdiére en su tesis35 sobre la erotomanía, p. 802). En nombre
de la unidad de la personalidad, de la inscripción del delirio en una dinámica individual, la
distinción de "mecanismos" de orden heterogéneo parece puramente formal. Desde
entonces el análisis se centra preferentemente en casos intermedios (mixtos como diría
Clérambault), donde la descripción rigurosa de los postulados y del curso no se vuelve a
encontrar, donde alucinaciones, delirio de influencia, pensamiento paranoide, aparecen en
primer plano. Con las mismas críticas, se hubiera podido (y se lo ha hecho) rechazar la
separación freudiana de las obsesiones y de la neurosis fóbica o la oposición
esquizofrenia-ciclotimia (recordar a Bleuler: "hasta qué punto. . .");
- la reconsideración de las tesis psicoanalíticas permite luego cuestionar la oposición
psicosis pasionales-delirio interpretativo. En este último caso, resulta fácil subrayar el
postulado ideo-afectivo inconsciente de los interpretadores, perdiendo de vista el hecho de
que en verdadero clínico, Clérambault hace la teoría de una fenomenología "morfológica",
basada únicamente en la estructura aparente de los síndromes. Centrando su trabajo sobre
las relaciones de la paranoia "con la personalidad" (tesis de 1932, op, cit.) J. Lacan, en un
trabajo por otra parte notable, parece destruir los análisis en término de mecanismos, las
oposiciones semiológicas y las distinciones de estructura, que parecen surgir de una visión
vacía y formal de la psicopatología. La clínica, es verdad, y esto explica su declinación,
está convirtiéndose en un obstáculo al desarrollo de ideas y de enfoques nuevos;
- ya desde hacía varios años Claude oponía a la teoría del automatismo mental su doctrina
del síndrome de acción exterior que inscribía el fenómeno de los desarrollos alucinatorios
en el interior de un sentimiento delirante surgido ya sea de estados de disolución de la
consciencia, ya sea de una disociación de la personalidad (reutilización de las ideas de
Ballet) bajo la acción de complejos afectivos. En una serie de trabajos aparecidos a partir
*********
La Escuela de Claude
A partir de los años 1920, alrededor de Claude, en la clínica de Sainte-Anne, serán
producidos los últimos grandes trabajos de la escuela francesa. Es difícil determinar la
participación real que él tuvo, pero al menos debe reconocérsele el don de elegir sus
colaboradores y de favorecer la eclosión de nuevas ideas y de jóvenes talentos. Es él quien
introduce al primero de los psicoanalistas en un servicio de psiquiatría (específicamente
Laforgue) y el psicoanálisis ejercerá a partir de entonces una influencia dominante sobre la
evolución de la psiquiatría francesa. Examinaremos principalmente aquí los diversos
trabajos del grupo sobre la esquizofrenia,
*********
En un segundo momento, Claude, Borel y Robin son llevados a extender el marco del
grupo esquizoide.
Presentan un segundo tipo esquizomaníaco 51 basado en tendencias, no a la ensoñación,
sino al enojo mórbido negativista y terco. Frente a los conflictos afectivos, el
malhumorado reacciona con un repliegue rabioso sobre sí mismo, un rechazo hostil al
contacto, un aislamiento que linda con la indiferencia: "inactivo y ordinariamente fijado a
una misma actitud, hablando poco o nada, no pronunciando corrientemente más que
pedazos de frases idénticas" (Borel, p. 525), a veces voluntariamente obsequioso, se
parece a un demente precoz y su pérdida de contacto con la realidad podrá evolucionar
hacia una fijación y una disociación esquizofrénica.
Por último, describen una forma "simple" de esquizomanía en la que el retiro de lo real,
el renunciamiento al mundo, sin orgullo ni desdén, sin verdadera depresión, muestra la
tendencia esquizoide en estado puro, separada de los "síntomas secundarios" que son
ensoñación, enojo o episodios ciclotímicos (sobre cuya existencia insistía Claude en todas
las formas): "tendencia a liberarse del mundo exterior para vivir en una vida interior
desinteresada, es decir, sin móviles de órden práctico, preferencia confesada, reconocida,
por un modo de pensamiento íntimo, sin contacto con el medio ambiente" 52 (p. 472).
Como lo dirá Claude en su informe al Congreso de 192656: "en la esquizoidía y las formas
derivadas, la tendencia a la disociación habitual de la personalidad representa la base
misma de la constitución psicológica del sujeto" (p. 37), siendo la ruptura con el ambiente
la primera manifestación.
Así finaliza la división de la antigua demencia precoz en un grupo al cual Claude dará el
nombre de esquizoses (cf. Informe de 1926) y en el cual las perturbaciones mentales son
psicógenas, reactivas, sin afección real de las facultades psíquicas, y una demencia precoz
verdadera, con probable substrato anátomo-patológico. Esta concepción dualista 54 chocará
con las críticas de Minkowski y otros autores, pero en Francia será generalmente aceptada
55
. Sin embargo, en muchos casos, ofrece tales dificultades que Claude deberá "admitir que
existe un gran número de hechos intermedios, y que la demencia precoz y la esquizofrenia
propiamente dichas serán quizás consideradas como las dos formas extremas de una
misma enfermedad, variable... según... la importancia del elemento orgánico o del
elemento psicógeno'" (Demencia precoz y esquizofrenia, p. 25). Incluso evocará la
posibilidad del pasaje de la segunda a la primera, en una concepción finalmente muy
cercana a la de Kretschmer.
Al inicio de los años 30, Claude agregará una nueva diferenciación a este edificio
nosológico, al describir56 la parafrenia "donde el delirio, extremadamente activo, conserva
la apariencia de una perfecta sistematización, y no presenta ninguna incoherencia de
aspecto paranoide. Evoluciona sobre un fondo esquizomaníaco y no demencial. Se tiñe de
elementos particulares: imaginativo, idealista, mitomaníaco y esos elementos de orden
esquizoide la distinguen de la paranoia" (p. 417). Se trata de una psicosis paranoide en la
catatónicos, vividos a menudo sin consciencia ni recuerdo. Sin embargo, la cura es posible
en todos los estadios63.
Los trabajos del grupo de Claude tienen, como se ve, una característica común: muy
receptivos a las ideas surgidas de la corriente psicodinámica alemana (su filiación a Janet
vía Ballet los preparó sin duda), particularmente a los de Bleuler y Kretschmer y, por lo
tanto, a la utilización de las nociones de complejo y de reacción en el abordaje clínico, no
dejan por ello de mantener los resultados de la escuela francesa, en particular la
concepción estrecha (tipo Sérieux y Séglas) de la demencia precoz, cuyo eje lo constituye
la hebefrenia, y la noción de un grupo de delirios crónicos alucinatorios de estructura no
disociativa, herencia del delirio Crónico de Magnan. Así son conducidos a recortar, entre
la paranoia y los delirios alucinatorios de igual estructura por un lado, la demencia precoz,
verdadera hebefrenia por el otro, un lugar para el grupo de casos que mejor corresponde a
las concepciones dinamistas -constitución esquizoide, accesos agudos esquizomaníacos,
delirios crónicos disociativos (psicosis paranoides y parafrenias)— en una concepción
nosológica muy rica, mucho más compleja que la de la escuela alemana contemporánea,
mucho más cercana también de la variedad de los datos clínicos. Una vez más en esta
última etapa, el genio propio de cada una de las dos escuelas las hace aparecer como muy
complementarias.
1. Por eso las comillas. La influencia de Bergson es, por el contrario, innegable sobre el conjunto de esos autores; hay
sin duda un cierto paralelismo entre los conceptos de base de la fenomenología alemana y el bergsonismo (crítica del
Asociacionismo, acentuación del papel sintético y fundante de la consciencia en los fenómenos psíquicos, actitud
"comprensiva": descripción cualitativa fina de los estados de ánimo).
2. Ese primer parágrafo de la tesis de Blondel es retomado casi tal cual por J. Lacan en el primer apartado de su propia
tesis.
3. Data de 1914, pero hemos utilizado la segunda edición (1928) por su importante apéndice.
4. Recordemos que se trata de casos exentos de debilitamiento intelectual.
5. Séglas ya en sus Lecons cliniques había, luego que otros pero con mayor agudeza, subrayado el valor expresivo de
los neologismos de los delirantes crónicos (en oposición a la esquizofasia): términos forjados lúcidamente para expresar
metafóricamente una experiencia fuera de lo común.
6. Blondel rechaza (cf. p. 376 a 378) sobre esta base la ya clásica asimilación del pensamiento mórbido y del
pensamiento primitivo: los primitivos también tienen sus enfermos mentales y los psicóticos son incapaces de producir
un sistema colectivo, incluso aunque estén en contacto permanente, unos con otros, delirantes de temas y estructuras
homólogas.
7. "Les formes verbales de l'interprétation delirante", AMP, 1921,p.395 a412.
8. Meyerson y Quercy ya habían, en un artículo del Journal de Psychologie de 1920 ("Des interprétations frustres", p.
811 a 822), puesto en evidencia este elemento de certitud irreflexiva en casos particularmente demostrativos en los que
faltaba el contenido temático de la interpretación (cf. el delirio de suposición de Sérieux y Capgras).
9. Dide, Les idéalistespassionnés, Alean, 1914.
10. Sostenido igualmente en el mismo momento por Hesnard en "La folie, pensée organique", Journal de Psychologie,
1921 p. 229 a 241.
11. Psychiatrie du médecin-praticien, Masson, 1922. Su tercera edición, que firma Guiraud sólo en 1956 (Psychiatrie
clinique, Le Franfois) será el último de los manuales franceses escrito dentro del espíritu clínico.
12. Cf. por ejemplo un interesante artículo de Dide "Variations psychopathiques de la intuition durée-étendue" Journal
de Psychologie, 1929, p. 410 a 422, directamente inspirado en las tesis bergsonianas (oposición de las abstracciones
tempo-esp aciales y de las intuiciones duración-exten sión).
13. P. 9 y 10. Se habrá observado el acento muy bergsoniano de esta concepción del instinto: es del "impulso vital"
("hormé" )de lo que se trata.
14. Como se ve, la división y la extensión del término "idealista apasionado" variaron notablemente desde la obra de
Dide en 1914.
15. Que puede traducirse como pérdida del impulso instintivo-afectivo. En 1956, Guiraud preferirá hablar del "síndrome
hebefrénico" para conservar una denominación más clásica.
16. Notemos que el contenido del delirio es por lo tanto ampliamente comprensible si su causa generadora es
ciertamente una "alteración generadora (Minkowski) organógena. Ver por ejemplo el análisis de un delirio paranoide en
Guiraud y Sonn: "Delire systématisé avec hallucinations visuelles et considérations sur la psychologie des delires",
AMP, 1925, p. 106 a 117.
17. Conforme al análisis que siempre propuso la escuela francesa, Dide y Guiraud consideran entonces el autismo como
un fenómeno complejo que puede ser primitivo (demencia precoz) o secundario (delirios). Hacen del mismo, finalmente,
un empleo discreto. Ver también la misma concepción en Nayrac (op. cit.).
18. Fn la tercera edición (Psychiatrie ctinique, p. 377-378) Guiraud describirá igualmente una forma intermitente
(ciertos tipos de boufTées delirantes) y especialmente la forma heboidofrénica que Halberstad había retomado (AMP,
1927) de Kahlbaum y Rinderknecht.
19. Psychiatrie clinique: ver en la introducción los argumentos que justifican el abandono de la clasificación etiológica
por una concepción de tipo anatomista-localizadora.
20. L'intuition delirante, Masson. 1931.
21. Desde muchos puntos de vista, ciertos trabajos de Janet podrían figurar ahí: aquellos que consagra a la descripción
de las diversas variedades de "sentimientos de vacío" de los que extraerá los sentimientos de automatismo y de
influencia (artículos de 1932). El también apunta a insertar los delirios en las perturbaciones más sutiles de lo vivido, y
se vuelve a encontrar en esos trabajos sus fascinantes cualidades de observador. La amplia concepción que enmarca esas
des cripciones (en la segunda parte de su obra, a partir de "De l'angoisse á Vextase", 1925) mere cería un sstudio
separado; ya hemos renunciado de todas maneras a analizar aquí la obra de Janet
22. Cf. La schizophrénie, 1925, segunda edición aumentada, Desclée de Brouwer, 1953.
22. Se habrá notado la influencia de Freud sobre esas concepciones (interpretación de las manifestaciones delirantes
"ruidosas" como compensación de una desinvestición primaria de lo real). La extensión del concepto de esquizofrenia
(alias "psicosis") les es, por otra parte, común.
23. Ver en particular el célebre artículo programático, "Du symptóme au trouble générateur", retomado en la
recopilación publicada por los Cahiers du graupe F. Minkowska, 1965, p. 27 a 42.
24. Se consultará con interés, por las informaciones que se encuentran ahí sobre la vida de ese personaje singular,
descendiente de Descartes y de Vigny, a la tesis de E. Renard, Le Docteur de Clérambault. Sa vie, son oeuvre, 1942.
25. Es necesario también tomar en cuenta un puesto de observación único en el mundo y que le era perfectamente
apropiado: Laenfermería especial de la Prefectura de Policía de París.
26. Solamente disponemos de una recopilación de sus artículos ya muy rica: CEuvre Psyquiatrique, PUF, 1942.
27. Este método de examen, sin embargo muy ortodoxo (no hacerse el secretario del enfermo, decía J. P. Falret) le fue
amargamente reprochado a Clérambault, considerado experto en la materia.
29. A continuación agregará una frecuente referencia a casos de ilusión maternal (rechazo de admitir la muerte o la
partida de un niño, fuente de un delirio de perjuicio y de reivindicación con base pasional): "todo tema de pasión puede
devenir el núcleo de un delirio pasional" (p. 417). Desde este punto de vista, el delirio de relación de los sensitivos de
Kretschmer es innegablemente una psicosis pasional (postulado inicial, extensión polarizada, hiperestenia depresiva,
pasión básica: vergüenza).
30. La existencia de remisiones especiales en el curso de las cuales, habiendo desaparecido el síndrome alucinatorio
permanece el delirio (Séglas ya había señalado ese tipo de casos: cf. cap. 14), confirma ese punto de vista.
31. Clérambault no desconocía la identidad de muchos de esos fenómenos con los de lapsicastenia, los estados de fatiga
o del cafeísmo. El síndrome completo puede observarse también en la manía y el alcoholismo subagudo. Pero aparecen
aquí en una consciencia clara.
32. Las voces son entonces "de entrada sarcásticas, tiránicas, amenazantes" (p. 566 ^reverberan, amplificado, el carácter
del enfermo sin esperar que su irritación aumente lentamente, como en los falsos perseguidos.
33. Se trata para Clérambault de secuelas lejanas de infecciones (tifoidea, escarlatina, encefalitis epidémica. . .) o de
perturbaciones endocrinas (tiroideas, genitales. . .), dando la predisposición degenerativa, eventualmente, una
vulnerabilidad electiva.
34. De los "análisis puramente formales" que le imputaba Ey a las "extrañas ignorancias" (comentario de Clérambault en
su respuesta, p. 579) que le adjudicaba Ceillier. J. Lacan, antes de hacerlo "su único maestro en psiquiatría" (Ecrits, p.
65), evocaba, en su tesis que hormiguea de alusiones polémicas, las "aproximaciones azarosas de una enseñanza
totalmente verbal" (p. 297).
35. L 'erotomanie, ¡Ilusión delirante d'étre aimé, Doin, 1934.
36. "Evolution des idees sur l'hatlucination", L'Encéphale, 1932, I, p. 361 a 377; "Hallucinose et Hallucination. Les
théories neurologiques des phénoménes psychosensoriels", L'Encéphale, 1932. I, p. 576 a 621: "Hallucinations, Pseudo-
hallucinations et obsessions", AMP, 1932, II, p. 273 a 316. Ver también la bibliografía de la tesis de Nodet.
37. "L'hallucination dans le delire de persécution "Revue Philosophique, 1932, p. 60 a 98 y 279 a 331; "Les sentiments
dans le delire de persécution", Journal de Psychologie, 1932, p. 161 a 240 y 401 a 460.
38. Ey retomará esta tesis en Hallucinations et delire, Alean. 1934 (obra prologada por Séglas que recuerda sus trabajos
de principios de siglo: cf. cap. 14) y toda una serie de artículos. Cf. bibliografía en la tesis de Nodet.
39. El libro de Ey citado antes no discute más que las formas psicomotrices que mejor parecen responder a ese tipo de
tesis, dejando las formas psicosensoriales de lado.
40. Eléments de sémiologie et de clinique mentales, p. 772 a 838. Da como subtítulo el término de esquizofrenia, que
Bleuler emplea desde 1908. y cita muchas veces a este último. La leyenda chauvinista que los opone (todo esto sucede
alrededor de la Gran Guerra) no resiste el examen de los hechos.
41. El número de subformas sigue siendo cuatro, estando la forma simple incluida en la hebefrenia como "hebefrenia
atenuada" (concepción de Kraepelin antes de su séptima edición).
42. Ya hemos encontrado ese punto de vista en Jaspers.
43. "Delire de revene", Journal de Psychologie, 1923. p. 85 a 90.
44. Esos fenómenos son secundarios en el trabajo original de Bleuler (ver cap. 15). Sin embargo, durante la primera
década de entre guerras, la totalidad o la casi totalidad de los alienistas franceses le atribuirá esa concepción.
45. "Constitution schizoide et constitution paianoiaque", L'Encéphale, 1923, II, p. 481 a493.
46. Constitution schizoide, L'Encéphale, 1924, I, p. 209 a 216. Janet, que hace el mismo análisis, considera que entre la
psicastenia y el "delirio de ensoñación" se trata más bien de una diferencia de grado que de naturaleza, de una
acentuación de la "baja de tensión" psicológica. Cf. A propos de la Schizophrénie", Journal de Psychologie, 1927, p.477
a 492.
47. Tendencia a la soledad, al recogimiento, a la meditación, a la ensoñación, gusto por la vida interior, tensión y
esfuerzo en la adaptación a las exigencias exteriores y a la actividad pragmática. Ver: Démence précoce, Schizomanie et
Schizophrénie", L'Encéphale, 1924, I, p. 145 a 151.
48. Cf. Claude et Montassut: "La compensation ideo-affective", L 'Encéphale, 1925, II, p. 557 a 569.
49. "La discrimination entie la démence précoce et la schizophrénie. Un nouveau moyen d'investiga- tíon:
"rEthérisation", L'Encéphale, 1925,1, p. 289 a 296.
50. "Les psychoses paranoides", L 'Encéphale, 1925,1, p. 137a 149.
51. Cf. Claude et Robin: "L'indifférence et le négativisme schizomaniaque",AM/ ), 1925,p.435 a446; y Boiel: "Réveurs et
boudeuis" Journal de Psychologie, 1925, p. 516 a 535.
52. "La Schizomanie simple", AMP, 1925, II, p. 458 a 474.
53. Démence précoce et schizophrénie, Masson, 1926.
54. Señalemos que ella alcanza a las formas simple y paranoide de la demencia precoz, permanecien do aún unitaria la
hebefrenocatatonía.
55. Cf. por ejemplo Guiraud y Caloutsis: L'exploration clinique en Médecine et en Psychiarrie", AMP, 1949, p. 1 a 20 y
el caso de "psicosis de conflicto": p. 37 a 41.
56. "Paraphrénie et psychose paranoide", Semaine des Hdpitaux de París, 1933,p.417 a421.
57. Ver la tesis de Nodet: Le groupe des psychoses hallucinatoires croniques, Doin, 1937, donde se exponen las ideas de
Ey.
58. Précis de psychiatrie, Masson, 1950, p. 173. Baruk emplea siempre el término de parafrenia fan tástica; incluye, por
otra parte, las psicosis paranoides (en el sentido de Claude) en la esquizofrenia (demencia precoz).
59. Ya hemos analizado las críticas suscitadas por la alucinación como mecanismo generador. La tentativa de disolver la
entidad psicosis alucinatoria crónica es su consecuencia lógica. El análisis "estructural" parece entonces suministrar una
división que está más de acuerdo con una concepción que inscribe los "mecanismos" en el interior del delirio como
afección global de la personalidad.
60. Retomado en Psychiatrie medícale, physiologique et experiméntale, Masson, 1938, p. 37 a 436.
61. Cf. la tesis de EDenberger: Essai sur le syndrome psychologique de la Catatóme, 1933, escrito bajo la inspiración de
Baruk.
62. H. Baruk: "L'état mental au cours de l'accés catatonique", 1934, retomado en Psychiatrie. .., p. 143 a 171. Ver
también Eüenberger: op. cit.
63. Baruk siempre insistió sobre esta importante noción, especialmente en el notable capítulo de su Précis de
psychiatrie, 1950, consagrado a la esquizofrenia, p. 133 a 247, donde resume, por otra parte, sus trabajos sobre la
catatonía.
CONCLUSIÓN
211
Nuestro estudio termina analizando publicaciones del último medio siglo, ya sea de
Alemania o de Francia. Podría preguntarse por qué fenómeno misterioso la clínica ve
agotarse su fuente viva en esta época 1 y qué es lo que hace que a partir de entonces
hablemos en pasado.
***********
Señalemos de entrada que en ese punto de inflexión de los años 20 parecen plantearse,
casi en los mismos términos, para el conjunto de las corrientes que hemos estudiado, una
serie de problemas. Tres grupos de fenómenos patológicos son progresivamente
individualizados, a través de ese siglo y medio de observaciones obstinadas y entusiastas
que nos ha legado la clínica. Se trata de los síndromes orgánicos por una parte, de la
patología constitucional-reaccional por la otra y, finalmente, de ese grupo de psicosis al
cual, bajo la influencia de los psicoanalistas, se le reservará pronto el término y que los
alemanes llaman psicosis endógenas. Se caracteriza, como el primer grupo, por una
ruptura del equilibrio personal y de la temporalidad psíquica, ya sea esta ruptura brutal o
más insidiosa, y como el segundo por una integridad de las funciones psíquicas de base y
por la ausencia de substrato orgánico conocido. Esta síntesis seductora parece
desgraciadamente chocar con diversas dificultades.
Se trata primero, en el interior de ese grupo de psicosis endógenas que constituye
finalmente la mayor parte del problema, del modo de delimitación adoptado. Hemos visto
mantener a la escuela alemana una división en dos clases, a las cuales el criterio evolutivo
confiere una falsa unidad: esquizofrenias (procesos crónicos), maníaco-depresivas (fases
agudas). Las excepciones evolutivas son la regla y, por otra parte, la escuela francesa,
siempre más ligada a la "morfología" clínica, tenderá a oponer una división tripartita a
esos enfoques: demencia precoz, delirios crónicos, psicosis maníaco-depresiva; una cuarta
clase no cesa de molestar debido a su eterna recurrencia: las psicosis delirantes agudas,
que no se decide a incluir en uno de los tres grupos a los cuales ellas pueden integrarse 2.
Pero cualquiera fuese la división adoptada, se choca continuamente con el problema de los
casos mixtos, atípicos, inclasificables3.
Por otra parte, entre la patología constitucional y las psicosis endógenas, siempre se
tienden puentes que llegan a confundir las fronteras. Recordemos los trabajos de
Kretschmer en Alemania y las dificultades para delimitar los delirios psicógenos de los
delirios procesuales que llevaron a la declinación de la noción de paranoia. En Francia el
problema es el mismo; entre ciclotimia y maníaco-depresivo, delirio paranoico con base
constitucional y delirios crónicos, esquizomanía y demencia precoz, "psicosis" histéricas y
bouffées delirantes, la frontera es muy frágil y siempre diferente según los autores.
Finalmente, mucho más grave sin duda (pues las psicosis endógenas son generalmente
consideradas como constitucionales), numerosas psicosis orgánicas no cesan de simular
'"los otros dos grupos de perturbaciones". La encefalitis epidémica 4, por ejemplo, en este
mismo período suministrará numerosos ejemplos de síndromes paranoides; también las
parálisis generales, los tumores cerebrales, las psicosis alcohólicas, las demencias iniciales
suministran ya extensamente síndromes pseudo-constitucionales o de dimensión
endógena. El mismo problema es planteado más recientemente por las psicosis-modelos.
¿Cómo reaccionar frente a esta erosión continua que imponen los hechos a las
distinciones mejor fundadas y más pacientemente establecidas? Parece que hacia el fin del
período que estudiamos, el análisis clínico había alcanzado una tal perfección que se
pierde la esperanza de ver al futuro resolver por medio de un acrecentamiento de la
agudeza de la observación los problemas que se volvían a encontrar. La lucidez de un
Jaspers no es fácil de asumir. Reconocer el valor puramente estadístico de la nosología,
establecer una pirámide diagnóstica (cf. cap. 16), es volver a cuestionar el postulado de
base que sostenía la "fe" clínica; Pinel, debe recordarse, la había fundado sobre la
certidumbre de que los fenómenos aparentes correspondían a las inalcanzables realidades
subyacentes, ¿Acaso el círculo no se ha cerrado y la clínica no ha terminado por volver a
sus premisas inventadas?
Diversas actitudes se plantearán, "reacciones" perfectamente "comprensibles" frente a
este desgraciado golpe de lo real.
La reacción dogmática consiste en sostener, contra toda evidencia, la división tripartita.
Parece que la posteridad de Jaspers se ha orientado en esa dirección 5, hasta rechazar, por
ejemplo, toda relación entre los temperamentos basales descriptos por Kretschmer y las
psicosis correspondientes (Schneider) o a oponer esquizofrenias verdaderas y síndromes
esquizofreniformes (Langfeldt), esperando que las palabras impedirán a las cosas
confundirse. Numerosos autores franceses participan igualmente de estas posiciones.
conocidos, son los representantes bien típicos de una dirección tal. Los clásicos partían
evidentemente de postulados previos pero, como lo señala Jaspers, se trataba de hipótesis
de investigación, de orientaciones metodológicas fructuosas para la observación, no de
grandes síntesis dogmáticas, de estructuras cerradas y estériles.
¿Se puede ahora intentar analizar qué determinó el fracaso o al menos la falta de éxito
del proyecto clínico? Al delimitar correctamente su eficacia, percibiremos mejor el punto
de tropiezo.
trasciende el orden de los fenómenos. Así la psiquiatría clínica pasará de la descripción tan
rica de un síndrome a su erección en entidad clínica, en "forma natural" (Falret);
- desde el momento en que los fenómenos psicológicos son observados y recolectados
como si se tratara de realidades materiales, substanciales, se tiende naturalmente a
otorgarle esa misma materialidad y por lo tanto a hacer automáticamente de ellos el doble
de una realidad más tangible. ¿Y qué otra realidad tangible prestar a una manifestación
subjetiva, desde el momento en que no sería posible relacionarla con un ser sobrenatural,
que aquella del cuerpo? Por eso la clínica, desde el origen, concibe la locura como una
enfermedad y al enfermo mental como el sujeto de un cuerpo enfermo (cf. Morel que
expresa muy claramente esta posición metafísica). Y ya que se trata de una enfermedad, de
un proceso patológico en el sentido del cuerpo, es necesario delimitar las manifestaciones
específicas, describir tos procesos perfectamente diferentes unos de los otros, pasar así del
análisis de la forma que acepta perfectamente una descomposición en elementos simples, a
la idea del mismo número de enfermedades particulares: entonces comienza la búsqueda
del caso típico, puro, que se manifiesta una rareza, cuando no es simplemente una
construcción del observador.
El valor heurístico que ha tenido un enfoque tal es indudable: de Pinel a Bleuler o
Guiraud, progresivamente se delimitó toda una gama de perturbaciones mentales que si no
corresponden en todos los detalles a esta concepción (las reacciones de la personalidad, los
factores psicodinámicos están lejos de ser despreciables, ¿quién se sorprendería? 13, le
responden a grosso modo y reciben de la misma una luz decisiva: se trata sin duda de las
demencias, de los síndromes confusionales y de las oligofrenias. Han servido de modelo a
la conceptualización del resto de la patología mental, del cual, sin embargo, una fosa los
separa. Evidentemente se plantean problemas de delimitación, ya lo hemos visto, pero se
comienzan a aclarar en las concepciones del tipo Birnbaum-Kretschmer (oposición de lo
patogénico y de lo patoplástico: cf., cap. 15). Hubiera sido por otra parte infinitamente
más simple si todo no hubiera sido oscurecido sin cesar por la manera en la que eran
comprendidas las perturbaciones mentales "esenciales", las psicosis propiamente dichas.
Al querer pensarlas sobre el mismo modelo, se borraba inmediatamente lo que mostraba la
evidencia de la clínica: se trataba fundamentalmente aquí de algo diferente. La división de
las psicosis puras en reactivas y procesuales, si tiene cierto valor clínico (¿los factores
reactivos están o no en primer plano en un síndrome? ) desplaza el plano de clivaje real e
invalida toda división, ya que las psicosis "procesuales" se presentan entonces como más
cercanas de las psicosis orgánicas que de las perturbaciones "constitucionales".
No se trata evidentemente de mostrar el "error", incluso la "falta" de los clásicos: ellos
operaban, como era lógico hacerlo, con los medios, en el sentido extenso, con que
contaban. Se trata, partiendo de conocimientos nuevos a los cuales ellos no tenían acceso,
aquellos que obtenemos de la comprensión psicoanalítica de la psicopatología, de
determinar las razones de su fracaso en la naturaleza misma de su enfoque. Y esto a fin de
obtener, para nosotros mismos, una enseñanza, pues lo que invalidaba su investigación
continúa pesando sobre las nuestras: el enfoque clasificatorio está igualmente presente en
el pensamiento psicodinámico. Continuamente, tiende a hacer pasar desde el plano de la
descripción y de la clasificación de los mecanismos psicopatológicos (no se trata más de
los cuadros clínicos) al de las esencias, de las "estructuras". ¿Quién no percibe el parecido
entre las dificultades que encontraba la clínica y aquellas que reflejan las interminables
discusiones sobre el tema de saber si tal paciente es o no psicótico?
BIBLIOGRAFÍA
Anglade - "Les delires systématisés secondaires", Rapport au congres des médecins aliénistes et
neurologistes, París, 1899.
Arndt R. - Lehrbuch derPsychiatrie, Wien & Leipzig, 1883. Babinski J. - OEuvre, Masson, 1924.
Babinski J. y Froment J. - Hystérie. Pithiatisme et troubles nerveux d'ordre réflexe. Masson, 1917. Baillarger J. - Recherches sur ¡es
maladies mentales, 2 vol., París, 1890. Ball B. - Lecons cliníques sur les maladies mentales, París, 1880-1883. Ballet G. - Le langage
intérieur et les diverses formes de l'aphasie, París, 1886. Ballet G. - Lecons de clinique medícale. Psychoses et affections nerveuses.
París, 1897. Ballet G. - (Bajo la dirección de), Traite de pathologie mentale, Doin, 1904. Ballet G. - "La psychose hallucinatoire
chionique", L'Encéphale, 1911, II, p. 401. BailetG. - "La psychose hallucinatoire chronique et ladésagiégationdelapersonnalité",
¿'£'ncép/ifl/e,
1913,11, p. 501.
Ballet G. et Mallet R. - "Hallucinations et dissociation de la pereonalité" L 'Encéphale, 1913, II, p. 1. Ballet G. et Mallet R. - "Apercu
sur la psychologie pathologique des hallucinations", París Medical,
1913.
Barbé A, Delmas A. y Laignel Lavastine N. - La pratique psychiatrique, 2da. ed., Baillére, 1929. Barrucand D. - Histoire de l'hypnose
en Ranee, PUF, 1967. Baruk H. - Psychiatrie medícale, physiologique et experiméntale, Masson, 1938. Baruk H. - Précis de
psychiatrie, Masson, 1950. Bayle A.L.J. - Recherches sur les maladies mentales, París, 1822; Reedición parcial, La paralysie
genérale, Edition du Centenaire, Masson, 1922.
Bayle A.J.L. - Traite des maladies du cerveau et de ses membranes, París, 1826. Bercherie P. - "Le phénoméne Pinel", Omicar ? 15, p.
136. Bemheim H. - Hypnotisme, suggestion, psychothérapie, 2da. ed., Doin, 1903. Bernheim H. - L'hystérie, Doin, 1913.
Bessiére R. - "La théorie de Specht", Revue de Psychiatrie, 1913, p.402 a 411. Binet A. - Les altérations de la personnalité, 1892.
Binswanger O. y Siemerling E. - Lehrbuch der Psychiatrie, lena, 1904. Bleuler E. - Detnentia Praecox or the group of schizophrenias,
International Universities Press, New
York, 1950.
Bleuler E. - Texbook of Psychiatry, Amo Press, New York, 1976. Bleuler E. - "The theory of schizophrenic negativism", The Journal of
Nervous and Mental Diseases
Publishing Company, New York, 1912. Bleuler E. - "La schizophrénie", Rapport au Congrés des Médecins Aliénistes et
Neurologistes
(Genéve, Lausanne, 1926), Masson, 1926. Blondel C. - La conscience morbide, 2da. ed., Alean, 1928.
Borel A. - "Réveuis et boudeurs morbides", Journal de Psychologie, 1925,p.516 a535. Bréhier H. - "La philosophie moderne", Histoire
de la philosophie, 1929-1932, II. Bnerrc de Boismont A. - Des hallucinations. 3ra. ed., París, 186 2.
Brierre de Boismont A. - Des maladies mentales (Extrait de la Pathologie Medícale du Pr Requin).
Paris, 1866.
Briquet P. - Traite clinique et thérapeutique de l'hystérie. Paris. 1859. Broussais F.J.V. - De l'irritation et de la folie, Paris. 1828.
Burckard E. - "Les eonceptions psychiatriques de Wernicke", Travaux de la Clinique Psychiatrique de
Strasbourg, 1931. IX. p. 45 á 141.
Cabanis P.J.G. - Rapports du physique et du moral de l'homme, 3ra. ed.. Paris. 1843. Calmeil L.F. - Traite des maladies inflammatoires
du cerveau, 2 vol., Paris. 1859. CastelR. - L'ordre psychiatrique, ed.de Minuit, 1976. Ceillier A. - "Les mélancoliques anxieux
persécutés". ÁrmalesMédico-Psychologiques, 1921. II. p. 1 y
110.
Ceillier A. - "Les influencés" L 'Encéphale, 1924, p. 152. 225. 294, 370. Charcot J.M. - Lecons sur les maladies du systéme nerveux,
Paris, 1887, III. Charcot J.M. - Lecons du Mardi á la Salpétriére, Reedición parcial, Retz, 1974. Charcot J.M. - "La foi qui guérit",
Archives de Neurologie, 1893, p. 87. Chaslin P. - La confusión mentale primitive, Paris, 1895.
Chaslin P. - Eléments de sémiologie et de clinique mentales, Asselin y Houzeau, 1912. Christian J. - "De la démence précoce des jeunes
gens", Annales Médico-Psychologiques, 1899,1. p.
43, 200, 420; II, p. 5 y 177.
Claude H. - "Les psychoses paranoides", L 'Encéphale, 1925,1, p. 137 a 149. Claude H. - "Démence précoce et schizophrénie". Rapport
au Congrés des Médecins Aliénistes et
Neurologistes. (Ginebra-Lausana, 1926), Masson, 1926.
Claude H. - "Schizophrénie á forme imaginative", L'Encéphale, 1930, II, p. 715 a 727. Claude H. - "Paraphrénie et psychose
paranoide", Semaine desHdpitaux deParis, 1933, p.417 a 421. Claude H. y Ey H. - "Evolution des idees sur l'hallucination",
L'Encéphale, 1932, I, p. 361 a 377. Claude H. y Ey H. - "Hallucinose et hallucination,¿'£'ncép/ia/e, 1932,1, p. 576 a 621. Claude H. y
Ey H. - "Hallucinations, pseudo-hallucinations et obsessions", Annales-Médico-Psycholo-
giques, 1932, II, p. 273 a 316. Claude H. y Ey H. - "Troubles psycho-sensoriels et états oniriques dans l'encéphalique épidémique",
LaPresseMedícale, 1933, p. 1281 á 1285. Claude H. y Ey H. - "Les états hallucinatoires a type schizophrénique de l'encéphalite
épidémique
chronique et le probléme des hallucinations", L 'Encéphale, 1933, II, p. 485 a 503. Claude H. y Montassut M. - "La compensation
idéo-affective", L'Encéphale, 1925, II, p. 557 a 569. Claude H., Robin G. y Borel A. - "La constitution schizoide et la constitution
paranoíque".
L'Encéphale, 1923, II, p.481 a493. Qaude H., Robin G. y Borel A. - "Démence précoce, schizomanie, schizophrénie", L
'Encéphale,
1924,1, p. 145 a 151.
Claude H., Robin G. y Borel A. - "La constitution schizoide", L 'Encéphale, 1924,1, p. 209 a 216. Claude H. y Robin G. - "Le
puérilisme schizomaniaque", L'Encéphale, 1925, II, p. 389 a 398. Claude H. y Robin G. - "La discrimination entre la démence précoce
et la schizophrénie par
l'ethénsation", L'Encéphale, 1925, II, p. 289 a 296. Claude H. y Robin G. - "L'indifférence et le negativisme schizomaniaque",
Annales Médico-Psv-
chologiques, 1925, p. 435 a 446. Claude H. y Robin G. - "La schizomanie simple", Annales Médico-Psychologiques, 1925, p.458a
474.
Clérambault G.G. (de) - CEuvre psychiatrique, PUF, 1942.
Colin H. - Essai sur l'état mental des hystériques, Paris, 1890.
Cotard J. - Etudes sur les maladies cerebrales et mentales, Paris, 1891.
CousinV. - Phüosophie Ecossaise, 3raed.,Pans, 1888.
Cullére A. - Les frontiéres de la folie, Paris, 1888.
Dagonet H. - Nouveau traite élementaire et pratique des maladies mentales, (2da. ed. del Traite). Paris, 1876.
Delasiauve L. - "Essai de classification des maladies mentales", Recueil de la Sociéte libre de l'Eure. 1844.
Delasiauve L. - "Du diagnostic différentiel de la lypémanie", Annales Médico-Psychologiques, Paris. 1851, p. 38.
Delasiauve L. - "Des diverses formes mentales", Journal de Médecine Mentale, Paris, 1861, I, p. 4 a 14.
Delasiauve L. - "Des pseudo-monomanies ou folies partielles diffuses", Annales Médico-Psychologiques, Paris, 1859, p. 219.
Delmas A. y Bol! E. - La personnalité humaine, Paris, 1922.
Deny G. - "Les demences precoces". Traite International de Psychologie pathoiogique d'A. Mane.
Alean. 1911. II. p. 439 a 477. Deny G. - "Démence précoce''. Traite de Pathologie Medícale et de Thérapeutique
appliquée de E.
Sergent - Psychiatrie. Paris. 1921, II, p. 167 a 202. Deny G. - "La cyclothymie", La Semaine Medícale, l908,p. 169
a 171. Desruelles M.. Leculier P. et Gaidien M.P. - "Contribution a l'histoire des classifications psychiatri-
ques". ÁrmalesMédico-Psychoiogiques, Paris. 1934,1, p. 637. Devaux A. et Logre J.B. - Les anxieux, Paris. 1917.
Dide M. - Les idéalistes passionnés, Alean. 1914. Dide M. - "Variations psychopathiques de l'intuition durée - étendue",
Journal de Psychologie,
1929.p.410a424.
Dide M. et Guiraud P. - Psychiatrie du Médecin praticien, Masson, 1922. Duchesneau F. - L empirisme de Locke, La
Haye, Martinus Nijhoff, 1973. Dumas G. - Troubles mentaux et troubles nerveux de guerre, Alean, 1919. Dumas G. y
Aimé H. - Névroses et psychoses de guerre chez les austro-allemands, Alean, 1918. Dumas G. y Aimé H. - "La
pathologie mentale". Traite de Psychologie, Alean, 1924, II. p. 811 a
1006.
Dupré E. - Pathologie de Vimagination etde Vémotivité, Payot, 1925. Ellenberger H. F - Essai sur le syndrome
psychologique de la catatóme, Poitiers, 1933. Ellenberger H. F. - "La conférence de Freud sur 1'hystérie masculine (15
de octobre 1886)",
Information psychiatriaue, 1968, p. 921 a 929. Esquirol E. - Des maladies mentales considérées sous les rapports
medical, hygiénique et médico-legal,
2vol., Paris, 1838.
Ey H. - Halhicinations et delires. Alean, 1934. Ey H. - Etudes psychiatriques, Desclée de Brouwer, 1954, III. Ey H.,
Bernard P. y Brisset C. - Manuel de Psychiatrie, 4ta. ed., Masson, 1974. falret J.P. - Des maladies mentales et des asiles
d'aliénés, Paris, 1864. Falret J.P. - De l'hypocondrie et du suicide, Paris, 1822.
Falret Jules - Etudes cliniques sur les maladies mentales et nerveuses, Paris, 1890. Falret Jules - "Du delire de
persécution chez les alienes raisonnants", AnualesMédico-Psychologiques,
1978, p. 396.
Ferdiére G - L'érotomanie, Doin, 1937. Foucault M. - Naissance de la Clinique, 2da. ed., PUF, 1972. Foucault M. - Les
mots et les choses, Gallimard, 1966. Foucault M. - Surveiller et punir, Gallimard 1975. Foucault M. y coll. - "Moi,
Pierre Riviére. .. ", Gallimard, 1973. Freud S. - OEuvres completes. Cf: R. Dufresne, "Pour introduire la lecture
franc,aise de Freud. Notes
bibliographíques", Interprétation, 1971, V. p. 41 a 97. Gagey J. - Analyse, spectrale de la psychologie, Marcel
Riviére, 1969. Garnier P. - La folie á Paris, Paris, 1890. Génil-Perrin G. - Histoire des origines et de l'évolutions de
l'idée de dégénérescence en Médecine
mentales, Leclerc, 1913.
Génil-Perrin G. - Les paranoiaques, Maloine, 1977.
Georget E.J. - Déla folie, Paris, 1820. Reedición parcial, Privat, 1972, con un prólogo de J. Postel. Gilíes de la Tourette -
Traite clinique et thérapeutique de 1'hystérie. Hystérie nórmale ou interpa-
roxystique, Paris, 1981.
Griesinger W. - Traite des maladies mentales, traducido de la 2da. ed. alemana, Paris, 1865. Griesinger W. - "La
pathologie mentale du point de vue de l'école somatique allemande", Ármales
Médico-Psychologiques, Paris, 1865, p. 1. Guiraud P. - "Les formes verbales de l'interprétation delirante", Annales
Médico-Psychologiques,
1921,p.395a412. , ,, -
Guiraud P. y Sonn M. - "Delire systématisé avec hallucinations visuelles et considérations sur la psychologie des
delires", Annales Médico-Psychologiques, 1925, p. 106 a 117. Guiraud P. -Psychiatrie genérale Le Franc,ois, 1950.
Guiraud P. - Psychiatrie clinique, Le Franc.ois, 1956. Guislain J. - Traite sur le phrénopathies, Bruselas, 1933. Guislain
J. - Leçons orales sur les phrénopathies, 2 vol, 2da. ed., Paris, 1880. Halberstadt G. - "Une question de doctrine
psychiatrique: la psychose delirante dégénérarive aigué,
Annales Médico-Psychologiques, 1922, p. 100 á 117.
Krafft-Ebing R. Von - Traite clinique de psychiatrie, traducción de la 5ta. ed., París, 1897. Kretschmer E. - La structure
des corps et le caractére, Payot, 1930. Kretschmer E. - Psychologie medícale, Doin, 1956. Kietschmer E. - Paranoia et
sensibilité, PUF, 1963.
Lacan J. - De la psychose paranoiaque dans ses rapports avec la personnalité, 2da. ed., Le Seuil. 1975 Lalande A. - Les
théories de l'induction et de l'expérimentation, París, Boivin, 1929. Lantén-Laura G. - Histoire de la phrénologie, PUF,
1970. Lantén-Laura G. - "Savoir et pouvoir dans l'oeuvre de P. Pinel", Perspectives psychiatriques, n° 65
1978, p. 77a85.
Largeault J. - Enquétes sur le Nominalisme, Lovaina, Nauwelaerts, 1971. Laségue C. - Etudes medicales, I, París, 1884.
LaségueC. - Ecrits psychiatriques, Privat, 1971. Laségue C. y Morel B. A. - "L'Ecole psychiste allemande", Annales
Médico-Psychologiques, Pan*.
1844, I, p. 40; II, p. 1, 157, 1845, p. 29. Legrand du Saulle H. - Le delire des persécutions, Paris, 1871. Lelut F. -
Du démon de Socrate, Paris, 1836. Lelut F. - Inductions sur la valeur des altérations de l'encéphale dans le delire aigu
et dans la folie
Paris, 1836.
Lévy-Valensi J. - Précis de Psychiatrie, 2da. ed., Baillére, 1939. Leuret F. - Fragments psychologiques sur la folie, Paris,
1834. Leuret F. - Le traitement moral de la folie, Paris, 1840.
Lévy-Darras - La psychose d'influence, Steinheil, 1914. Luys J. - Traite cünique et pratique des maladies mentales,
Paris. 1881 ■ Magnan V. - Recherches sur les centres nerveux, 2da. serie, Paris, 1893.
Magnan V. - Lecons cliniques sur ¡es maladies mentales. Ira. serie, Progrés Medical, 1893, 2da ed. aumentada. Magnan
V. - Lecons cliniques sur les maladies mentales, 2da serie: Les delires systématisés, Progrés
Medical, 1897. Magnan V. Sérieux P. - "Le delire chronique á evolutíon systématique"; Traite international de
Psychologie pathologique de A. Marie, Alean, 1911. p. 605 a 639. Marc C.G.H. - De ¡a folie considérée dans ses
rapports avec ¡es questions médico-fudiciaires, 2 vol.,
Paris, 1840.
Mareé L.V. - Traite pratique des maladies mentales, Paris, 1862. Maudsley - La pathologie de l'esprit, Paris, 1883.
Meyerson 1. y Qercy P. - "Des interprétations frustes, Joumal de Psychologie, 1920, p. 811 a 822. Minkowski E. - La
schizophrénie, 2da. ed., Desclée de Brouwer, 1953.
Minkowski E. - "Recueil d'articles (1923-1965)" Cahiersdu CentreFrancoiseMinkowska, 1965. Montassut M. - Les
paranoiiaques, Commelin, 1924. Moreau de Tours J. - Du hachisch et de l'aliénation mentale, Paris, 1845. Moreau de
Tours J. - "De l'identité de l'état de réveet de l'état de fotie", Annales Medico-Psichologi-
ques, 1855,1, p. 361.
Moreau de Tours J. - Traite pratique de la folie névropathique (vulgo hystérique), Paris,1869. Morel B.A. - Etudes
cliniques Traite théorique et pratique des maladies mentales, 2 vol., Paris,
1852-1853. Morel B.A. - Traite des dégénérescences physiques, inteüectuelles et morales de l'espéce humaine,
Paris, 1857.
Morel B.A. - Traite des maladies mentales, Paris, 1860. Morel B.A. - "Du delire émotif, névrose du systéme nerveux
ganglionnaire", Archives genérales de
Médecine, Paris, 1866,1, p. 385, 530, 700.
Morel B.A. - "Jacobi" AnualesMédico-Psychologiques, Paris 1848, p. 41, 181, 222, 550. Mueller F.L. - Histoire de la
psychologie de l'Antiquité á nosjours, Payot, 1960. Nayrac P. - Essai sur la démence paranoide, Leblanc et Durand,
1923. Nitsche P. et Wilmanns K. - "The history of the prison-psychoses", Journal of Nervous and Mental
Diseases publishing Company, New York, 1912.
Nodet C.H. - Le groupe des psychoses hallucinatoires chroniques, Doin, 1937. Ombredane A. - L aphasie et
l'élaboration de la pensée explicite, PUF, 1950. Parchappe J.B.M. - Recherches sur l'encéphale, sa structure, ses
fonctions et ses maladies, 2e
Mémorie: "Des altérations de l'encéphale dans les maladies mentales", Rouvier et Le bouvier,
1938.
Parchappe J.M.B. - Traite théorique et practique de la folie, Paris, 1841. Paulus J. - Le probléme de ¡Tiallucination et
l'évolution de la psychologie d'Esquirol a Pierre Janet,
Drez, 1941.
Petit P. - Les delires de persécution curables, Paris, 1937. Picavet F. - Les Idéologues, Paris, 1891. Picavet F. - Le Traite
des sensations de CondiHac, Paris, 1885. Pierre-Kahn - La cyclothymie, Steinheil, 1909. Pilcz A. - "Psychoses
maniaques dépressives et périodiques", Traite International de Psychologie
pathologique de A. Marie, 1911, II, p. 726 a 766. Pinel P. - Nosographie philosophique ou la Méthode de VAnafyse
appliquée a la Médecine, 4ta. ed., 3
tomos, Paris, 1810.
Pinel P. - Traite médico-phüosophique sur ¡Aiiénation mentale ou iaManie, Paris, An. IX. Pinel P. - Traite médico-
philosophique sur l'Aliénation mentale, Paris, 1809. Politzer G. - Critique des fondements de la psychologie, PUF, 1968.
Pottier P. - Etude sur les alienes persécuteurs, Paris, 1886. Raymond F. - "Névroses et Psychonévroses" Traite
International de Psychologie pathologique de A.
Marie, Alean, 1911, II, p. 1 a 77. Régis E. - Précis de psychiatrie, 5ta. ed., Doin, 1914.
Régis E. - "La phase de réveil du delire onirique", L 'Encéphale, 1911, p. 409. Régis E. et Hesnaid A. - "Les confusions
mentales", Traite International de Psychologie pathologique
de A. Marie, Paris, 1911, II, p. 795 a'913.
Regnault E. - Du degré de competence du médecin dans les questions judiciaires, Paris, 1830.
Libros Tauro
http://www.LibrosTauro.com.ar