Ensayo Critico - Actitud Cientifica
Ensayo Critico - Actitud Cientifica
Ensayo Critico - Actitud Cientifica
I. INTRODUCCIÓN
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Es fácil apreciar la diferencia que la actitud científica puede suponer en la
transformación de un campo de estudio no sometido a disciplina alguna en otro
dotado de rigor científico, puesto que contamos con el ejemplo de la medicina
moderna. Antes del siglo XX, la práctica de la medicina se basaba en gran medida
en corazonadas, sabiduría popular y pruebas y errores. No se conocían los
experimentos a gran escala y los datos eran difíciles de reunir. De hecho, incluso la
idea de que fuera necesario poner a prueba las propias hipótesis sobre la base de su
contraste con la evidencia empírica resultaba extraña. Todo esto cambió en un
período relativamente corto de tiempo después de la teoría germinal de la
enfermedad en la década de 1860 y su traducción en una práctica clínica a
comienzos del siglo XX (García Aguilar, 1996)
La actitud científica que Semmelweis adoptó dio frutos de los que se benefició toda
la medicina. Casi a la vez que Semmelweis desarrollaba su trabajo, la medicina
asistió a la primera demostración pública de anestesia. Por primera vez, los cirujanos
pudieron tomarse su tiempo para realizar una operación, puesto que ya no tenían que
luchar contra pacientes plenamente conscientes que lanzaban alaridos de dolor. Esto
no bastó en sí mismo ni por sí mismo para reducir las tasas de mortalidad, puesto
que un factor complicado que alargaba las intervenciones quirúrgicas era que los
pacientes también pasaban más tiempo con las heridas abiertas al aire, lo que
propiciaba infecciones (García Aguilar, 1996). Solo después de que Pasteur
descubriera las bacterias y Koch detallara el proceso de esterilización pudo la teoría
germinal de la enfermedad empezar a asentarse. Cuando Lister introdujo las técnicas
antisépticas (que mataban los gérmenes) y la cirugía aséptica (que evitaba antes que
nada los gérmenes) en 1867, fue al fin posible hacer que la cura no fuera peor que la
enfermedad (Garcia, 2001)
Desde el punto de vista de hoy en día, es fácil pasar por alto la importancia de estos
avances y subestimar su contribución a la mejora de las técnicas cuantitativas, los
análisis de laboratorio, la experimentación controlada, y la idea de que el
diagnóstico y el tratamiento deben basarse en la evidencia en lugar de en la
intuición. Pero no se debería olvidar que la medicina occidental siempre se ha
imaginado a sí misma como científica; lo único que ocurre es que el significado del
término ha cambiado La medicina astrológica y las sangrías fueron una vez
consideradas vanguardistas sobre la base de los principios de la racionalidad y la
experiencia.
No sin dificultades sería alguien capaz de encontrar a un médico del siglo XVIII
(Marcos, 2020) e incluso que tampoco de los primeros tiempos de la civilización
griega, que no consideraba su conocimiento como científico (Marcos, 2020). Bajo
esta breve reminiscencia ¿Cómo se puede afirmar, entonces, que estos primeros
médicos y practicantes carecían de actitud científica y cómo está repercute en las
ciencias médicas en el avance evolutivo que se palpa en la actualidad?
I. ARGUMENTACIÓN
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En el libro The History of Medicine: A Very Short Introduction, William Bynum
recuerda que: a pesar de las sangrías, los brebajes ponzoñosos, las trepanaciones y
una serie de curas frecuentemente peores que la enfermedad, la medicina occidental
siempre se ha considerado a sí misma moderna. La transición fuera de esta fase no
empírica de la medicina fue considerablemente lenta. La tradición escolástica
persistió en la medicina hasta mucho tiempo después que en la astronomía y la
física, con el resultado de que aún doscientos años después de que la revolución
científica diera comienzo en el siglo XVII, las cuestiones médicas se abordaban
habitualmente de manera teórica y mediante argumentos como si estuvieran
resueltas en vez de mediante la experimentación controlada (Huaman Guerrero y de
la Cruz-Vargas, 2016) .
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En su importante libro Seeking the Cure, el doctor Ira Rutkow escribe que los
ciudadanos sufrían innecesariamente como consecuencia del egotismo y la ausencia
de metodologías científicas de Rush. En una época en la que nadie entendía el
significado de medir la presión sanguínea y la temperatura corporal, y los médicos
estaban empezando a hacerse una idea de la importancia del corazón y la frecuencia
respiratoria, los médicos en América no disponían de parámetros para evitar hacer
daño a los pacientes. A del surgimiento de laboratorios científicos en Alemania y el
aprecio al microscopio de Rudolf Virchow y otros condujo a más avances en la
ciencia básica, toda esta actividad propició que estudiantes de Medicina de todas
partes del mundo especialmente de Estados Unidos, fueran a Francia y Alemania
para obtener una formación médica más fundamentada científicamente. Aun así, los
beneficios que esto trajo consigo para la práctica médica directa tardaron en
manifestarse a ambos lados del Atlántico (Sanjuan, 2021).
En los albores del siglo XX, los médicos todavía no sabían lo suficiente acerca de
cómo curar la mayoría de las enfermedades, aunque en aquel momento supieran
identificarlas mejor. Gracias a la aceptación de la teoría germinal de la enfermedad,
quizá no fuera tan probable como en los siglos anteriores que los médicos y
cirujanos mataran a sus pacientes en intervenciones mal orientadas; pero los
avances científicos de las décadas de 1860 y 1870 no servían aún de gran cosa en la
atención directa a los pacientes. Lewis Thomas escribe que la explicación es el
verdadero interés de la medicina. Lo que el paciente enfermo y su familia deseaban
en mayor medida era saber el nombre de la enfermedad, luego, si es posible, lo que
la había causado, y, finalmente, lo más importante, en qué podía resultar.
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Gracias a los avances en antisepsia y anestesia unidos a los descubrimientos
bacteriológicos de Pasteur y Koch, sobre principios del siglo XX la medicina
clínica estaba madura para dejar atrás su pasado de tinieblas. A medida que la
noticia de esos descubrimientos iba propagándose, la disparidad de tratamientos y
prácticas en medicina clínica se convirtió súbitamente en una vergüenza. Por
supuesto, como con cualquier cambio de paradigma, Kuhn nos ha enseñado que
una de las fuerzas más poderosas en funcionamiento es que las resistencias van
feneciendo y se llevan las viejas ideas consigo, mientras que los jóvenes ejercientes
adoptan las nuevas, pero las fuerzas sociales tuvieron probablemente una influencia
mayor. La medicina moderna no es solo una ciencia, sino también una institución
social. Y es importante darse cuenta de que incluso antes de que fuera
verdaderamente científica, las fuerzas sociales conformaban cómo era percibida y
practicada, y algo tuvieron que ver en el giro que experimentó hasta convertirse en
la ciencia que es hoy.
Tras las reformas profesionales de principios del siglo XX, la medicina maduró.
Con el descubrimiento de la penicilina en 1928, los médicos finalmente pudieron
hacer un progreso clínico real, sobre la base de los frutos de la investigación
científica. Entonces llegaron las explosivas noticias de la sulfanilamida y el
comienzo de la verdadera revolución en la medicina.
En su obra The Rise and Fall of Modern Medicine, James Le Fanu detalla la
cornucopia de descubrimientos médicos y novedades que siguieron: la cortisona
(1949), la estreptomicina (1950), la cirugía a corazón abierto (1955), la vacuna
contra la polio (también 1955), el trasplante de riñón (1963) y la lista continúa. Con
el desarrollo de la quimioterapia (1971), la fecundación in vitro (1978) y la
angioplastia (1979) (Marcos, 2020) .
La medicina clínica podría finalmente disfrutar del beneficio de toda esa ciencia
básica. Como señala, el descubrimiento de la medicina no fue el producto del
razonamiento científico, sino de un accidente. Sin embargo, aunque esto sea
verdad, todavía es necesario convencerse de que otros descubrimientos no son
directamente atribuibles a la investigación científica. Está claro que tanto la serie de
avances del último tercio del siglo XIX como la transición de los frutos que
propició a la ciencia clínica que empezó en el XX se deben a la actitud científica.
Tener la curiosidad científica de aprender de la evidencia empírica incluso como
resultado de un accidente, y luego modificar las propias creencias sobre la base de
lo que se ha aprendido, es lo que significa tener una actitud científica.
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II. CONCLUSIONES
La medicina dio con el camino que le permitió dejar atrás esos tiempos oscuros y
entrar en una época en la que su práctica podía basarse en una cuidadosa
observación, cálculos, experimentos y una mentalidad lo suficientemente flexible
como para aceptar una idea cuando y solo cuando haya sido empíricamente
demostrada.
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García Aguilar, L. (1996). La ciencia en el pensamiento de Ortega: ensayo sobre la
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Garcia, C. (2001). EVOLUCIÓN DE LA RELACIÓN MÉDICO-PACIENTE: DE LA
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4(4). https://doi.org/10.51987/evidencia.v4i4.4955
Huaman Guerrero, M., & de la Cruz-Vargas, J. (2016). LA COMUNICACIÓN
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16(1). https://doi.org/10.25176/rfmh.v16.n1.13
Marcos, R. L. (2020). Optimismo y salud: Lo que la ciencia sabe de los beneficios del
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Martín Cazorla, F. (2011). La ciencia llama a la ciencia. Cuadernos de Medicina
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Soto ÁLvarez, J. (2007). Medicina basada en resultados en salud: la evolución lógica y
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