Perdonados para Perdonar 03-04-21

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PERDONADOS PARA PERDONAR

(Mateo 18:23-34)

Propósito: desafiar a los hermanos a perdonar a los demás como Cristo nos perdonó.

Introducción:
Por las Escrituras hemos llegado a comprender que el perdón de Dios es lo que nos
ha permitido alcanzar la salvación después que estábamos condenados a la muerte eterna.
Dios nos perdonó sin que lo mereciéramos ya que la deuda de pecado que teníamos era
imposible de pagar. Cristo Jesús la pagó con su propia sangre al morir en la cruz.
Se esperaría que ahora que hemos sido perdonados se nos facilite perdonar a
quienes nos dañan, lamentablemente no siempre es así. La Palabra del Señor nos enseña
que los cristianos debemos perdonar porque Dios nos perdonó primero. Nuestro estudio de
hoy nos ayudará a comprender que cuando perdonamos a quien nos ofende, le estamos
dando las mismas oportunidades que Dios nos ha dado a nosotros.

1. PERDONADOS POR DIOS (Mt 18:24-27)

El Señor Jesús relata una parábola conocida como la parábola de los dos deudores.
Se trata de un rey que revisando las cuentas de todos sus deudores, comenzó a cobrarles.
Uno de ellos le debía diez mil talentos (10,000). Haciendo el cálculo, cada talento equivalía
a 6,000 denarios, es decir 6,000 días de trabajo (porque un denario es el salario de un día de
trabajo de un jornalero). Si eso lo multiplicamos por 10,000, tendríamos 60 millones de
denarios, o sea 60 millones de días de trabajo (más de 164 mil años si trabajara sin parar).
¿Cuándo llegaría a pagar este pobre hombre? ¡Nunca!
En casos así, la ley establecía que el rey podía tomarle a él como esclavo juntamente
con su mujer y sus hijos. El pobre deudor no tuvo más que humillarse y pedir compasión al
rey, suplicándole paciencia. El rey sabía que este hombre nunca podría pagarle y movido a
misericordia, le perdonó toda su deuda.
Esta escena nos recuerda que nuestro pecado es una deuda que no podemos pagarle
a Dios, Él es absolutamente santo y nuestros pecados le han ofendido. Observemos la
gravedad del pecado en nuestras vidas:

He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo
es mía; el alma que pecare, esa morirá (Ezequiel 18:4).

El pecado es una deuda que no podemos pagar y sólo nos queda la condenación
eterna. Esa es la razón por la que Dios mismo la ha pagado ¿Cómo lo hizo? El Padre envió
a Jesús para que sufriera la muerte en la cruz y con su sangre pagando totalmente la deuda
de nuestro pecado. Cundo pensamos en esto nos damos cuenta lo grande del amor de Dios,
Él nos ha amado con amor eterno.

2. PERDONANDO AL PROJIMO (Mt 18:28-34).

Jesús continúa contando el relato. El deudor que ha sido perdonado va saliendo del
palacio del rey, al pasar, encuentra a un compañero que le debe apenas 100 denarios (o sea
100 días de trabajo). Sin perder tiempo comenzó a cobrarle insistentemente, y como no
pudo pagarle, lo envió a la cárcel. ¿Cómo es posible que este hombre al que le acaban de
perdonar una deuda tan grande no puede perdonar a su compañero que le debe tan poco?

El rey se dio cuenta y muy molesto mandó a llamarle, frustrado le dijo:

Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú
también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? (Mt
18:32,33).

El rey le llamó SIERVO MALVADO, porque consideró que su falta de perdón era
un acto de maldad. De inmediato mandó a ponerle en la cárcel. Seguramente nunca pudo
salir de allí. El Señor Jesús dice claramente al terminar su relato:

Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón
cada uno a su hermano sus ofensas. (Mt 18:35).

¡Qué lección tan grande! Hemos sido perdonados por Dios ¿qué es lo que
deberíamos hacer cuando nos ofenden? Deberíamos perdonar también. Sin embargo, por
nuestro corazón endurecido no accedemos a perdonar. Cuando Dios nos manda perdonar
está diciéndonos que debemos darles a los demás las mismas oportunidades que Él nos ha
dado a nosotros.
Dios nos está llamando a perdonar dejando en el pasado las ofensas. ¿Somos
cristianos que guardamos rencor? Pensemos en las palabras de Jesús. Nos dice que el Padre
celestial tampoco nos perdonará si no perdonamos de todo corazón. También la Biblia dice:

“…soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja


contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”
(Colosenses 3:13).

Aunque en lo humano esto es imposible, el Espíritu Santo nos capacita para que lo
hagamos. El perdón no siempre será fácil ni rápido, pero mientras más pronto empecemos a
perdonar, mayor libertad y alegría disfrutaremos en nuestras vidas.

Conclusión:
Muchos cristianos participan de las celebraciones en los hogares y en el templo,
aunque su corazón está herido por la amargura y la falta de perdón. Si somos honestos,
podemos decir que muy poca bendición se experimenta de ese modo. Por si eso fuera poco,
la amargura también trae consigo diferentes enfermedades físicas y emocionales.
El perdón es liberador, es el camino que el Señor nos ha mostrado para tener paz,
tranquilidad, alegría y reconciliación. El perdón ayudará a conciliar el sueño y a orar con
efectividad. Practiquemos el perdón, cuando perdonamos le damos a otros las mismas
oportunidades que Dios nos ha dado a nosotros.

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