Semiología Psicopatología Descriptiva

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PSICOPATOLOGÍA DESCRIPTIVA

SEMIOLOGÍA
La semiología es la disciplina que se ocupa de identificar los signos y los síntomas, de
recolectarlos, de agruparlos, y de interpretarlos. Conforma un cuerpo teórico que se aplica en
la entrevista, o consulta clínica.
Habíamos dicho que la psicopatología se ocupaba de la conducta anormal y que la
psiquiatría - rama de la medicina - se ocupa de la identificación de esa conducta anormal. Para
reconocer la conducta anormal necesitamos de instrumentos específicos, de unidades más
simples, que son los síntomas y los signos.

Los síntomas son los datos que aporta el paciente, lo que siente, aquello que refiere, y
que le comunica al médico o al psicólogo. Por esto mismo los definimos como subjetivos. Son
síntomas: el dolor, el decaimiento, la angustia, el miedo, la tristeza.
Los signos son aquellos datos objetivables por nosotros, producto de nuestro juicio en
tanto médicos o psicólogos. Son signos: la inquietud psicomotora, la incoherencia en el
pensamiento, la obnubilación.

Sucede que muchos de los síntomas que trae el paciente son visibles para nosotros y
dejan de ser puramente subjetivos. La tristeza se acompaña de una serie de manifestaciones
en el rostro o en la postura que dan cuenta del malestar que siente la persona.

Los síntomas y los signos son inespecíficos porque un mismo síntoma o signo aparece
en diferentes alteraciones o trastornos. Es decir, no hay síntomas patognomónicos de una
entidad (que defina a la entidad como en un tiempo se consideró a la relación entre las
alucinaciones auditivas y la esquizofrenia). Se manifiestan en la conducta verbal (lo que dice el
paciente) y extraverbal (actitud, movimiento, atención).

Los síntomas y los signos en el campo de la salud mental plantean un problema.


Partimos del supuesto de que con la definición del síntoma lo aprehendemos, es decir que la
definición contiene toda la información necesaria para la identificación del síntoma. Y esto no
es así. El síntoma psicopatológico es más una construcción que un reconocimiento. En otros
campos médicos el síntoma o signo es más estable, y es más claro para quien lo padece,
aunque no lo pueda definir.

Otro aspecto a considerar tiene que ver con la construcción del síntoma. En él
convergen tres elementos: una conducta, un concepto, un término. Aislamos una conducta, la
describimos y explicamos con una teoría científica y le ponemos un nombre. Ejemplos.

Los síntomas y los signos son datos que se obtienen de la entrevista psicológica o
psiquiátrica. Muchos de ellos provienen del campo psiquiátrico. Fueron conceptualizados por
psiquiatras y es en los manuales de psiquiatría donde encontramos la mayor información.
Tiene que ver con la importancia que tiene para esa disciplina la identificación de los síntomas
y signos para la confección del diagnóstico. Muchos de estos síntomas y signos no son
frecuentes en la clínica psicológica, pero es importante su reconocimiento para comprender la
situación clínica ya sea porque se trata de nuestro paciente o porque somos llamados en
consulta.

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La semiología es difícil de enseñar y de exponer. Tiene más que ver con la experiencia que
con el saber. Esto se debe, entre otros factores, a la indefinición que acompaña a muchos de
los conceptos que utilizamos en la semiología: nos encontramos con que a la hora de definir si
un síntoma está presente nos apoyamos en nuestra intuición, o en la presencia o ausencia de
otros síntomas. Por ejemplo, si la conducta de un niño que observamos movedizo la
consideramos inquietud - expresión de una alteración de la actividad psicomotriz - o la
explicamos considerando que el contexto – nacimiento de un hermano, mudanza – es lo que
condiciona la conducta, y no lo consideramos un síntoma en ese niño.

La observación de un paciente no puede ser ni puramente objetiva - limitarnos a la


descripción de los síntomas - ni tampoco puramente subjetiva - remitirnos únicamente al
análisis que hace el paciente de lo que le sucede. De ahí que lo esencial para el conocimiento
de lo que le sucede a un individuo que nos consulta surgirá del encuentro que tengamos con
él/ella. El encuentro se basa en una experiencia intersubjetiva entre nosotros - que
buscaremos comprender - y la persona que se presta o se retrae. Es por este motivo por el que
han sido colocados, en el primer plano de la clínica psicológica o psiquiátrica, las intuiciones y
el contacto afectivo que forman parte de estos encuentros. Es también por esto que el término
interrogatorio no se ajusta a esta experiencia porque el psicólogo o el psiquiatra no interrogan
como lo hace un policía, ni entrevistan como un periodista, ni conversan como lo haría un
vecino, sino que deben entrar en una relación afectiva y reflexiva con él/ella. Toda entrevista
psicológica debería ser además de una estrategia diagnóstica un encuentro terapéutico en sí
mismo. (recuerden las dramatizaciones que hemos trabajado: en todas ellas se mostraba el
aspecto terapéutico del encuentro, y además las diferencias a la hora de la construcción del
diagnóstico clínico.)

Podemos considerar, siguiendo a Henri Ey, un psiquiatra francés del siglo pasado,
contemporáneo de Lacan, con quien compartió muchas discusiones clínicas, que los datos
semiológicos se ubican en tres planos, que van de lo más superficial a lo más profundo:

1. La semiología del comportamiento y de las conductas sociales.


2. La semiología del estado mental actual
3. La semiología de la personalidad

La semiología del comportamiento y de las conductas sociales.


Un examen del comportamiento comprenderá un estudio cuidadoso de:

 la presentación
 las reacciones al examen y al contacto con el médico
 el comportamiento cotidiano
 de las reacciones antisociales

 La presentación: se observará el tipo físico, la mímica, el porte, la locución y la actitud


general. En la mímica se expresa la disposición afectiva y de esta manera, en el
semblante y en la mirada, podemos leer los sentimientos del paciente. Además,
podemos encontrar detalles significativos en el aseo personal, en la vestimenta, en el
peinado, signos de coquetería. La manera de hablar, la voz y la conversación. Joven,
viejo, infantil, desaliñado, saludable, incómodo.

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 Las reacciones al examen: podemos diferenciar en particular las reacciones de
confianza y de cooperación, las reacciones de oposición y las de indiferencia. Por
ejemplo: hostil, seductor, amistoso, halagador. Podemos notar que sus manos están
húmedas y puede estar ansioso.

 El comportamiento en la vida cotidiana: podemos obtener la información a través de


los familiares o del mismo paciente. Cuidados corporales, el dormir y el sueño, los
hábitos de alimentación, la conducta sexual, la actividad profesional o laboral.

 Las conductas antisociales: Fuga, suicidio, robo.

En este primer plano registramos aquellos indicadores más superficiales, los que se anticipan a
la entrevista en sí misma, que tienen importancia porque acompañan a las perturbaciones,
pero no nos autorizan a hablar de ellas. Es aquello que escuchamos del paciente antes de
entrevistarlo o lo que observamos durante la entrevista; por ejemplo, empleada de un Banco
que no menciona que es abogada o quien acude por primera vez en shorts al consultorio
médico, o una paciente que luego de un intento de suicidio acude a la visita dando muestras
de coquetería que se contraponen a sus deseos de muerte.

La semiología de la actividad psíquica, del estado mental actual

En la entrevista, una vez que se ha hecho la semiología del comportamiento debemos


averiguar el estado psíquico del paciente en el momento de la consulta. Ese estado constituye
la experiencia, es decir cómo vivencia el paciente el momento actual. La experiencia se forma
con una suma de fenómenos psíquicos (percepción, lenguaje, afectos, memoria, actividad
psicomotriz) que componen el campo de la conciencia en cada momento.
La historia permanece y el estado psíquico varía, puede mostrar cambios en días, en horas.

1. Semiología de la conciencia
La conciencia es el conocimiento que cada sujeto tiene de sí mismo, de lo que hace y del
mundo que lo rodea. Está relacionada con diferentes procesos cognitivos como la atención, la
percepción y la memoria. Es la integridad de la conciencia lo que determina que podamos
reaccionar adecuadamente a los diferentes estímulos externos e internos. Cuando un paciente
pide una consulta, o cuando ingresa al consultorio y responde a nuestro saludo y a nuestra
invitación a sentarse, y cuando le hacemos alguna pregunta ¿Cómo está? ¿Qué lo trae por acá?
evaluamos su conciencia, y si responde adecuadamente decimos que su conciencia es clara y
esto es una prueba de que la atención y la percepción está conservada.

Para que haya claridad de conciencia debe haber un buen nivel de atención y de percepción.
Para que haya lucidez además debe tener conservada la memoria.

Podemos evaluar el estado de conciencia en los primeros momentos de la entrevista


observando cómo atiende el paciente, cómo registra el ambiente y si retiene las preguntas que
le hacemos.

Un paciente que tiene claridad de conciencia entonces atiende y percibe correctamente, un


paciente con claridad y lucidez además tiene conservada su memoria. Por eso decimos “está
con todas las luces”.

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El compromiso de la conciencia representa en general una urgencia. Hay varias maneras de
diferenciar las alteraciones de la conciencia. Tomaremos una de las más recientes que
distingue tres grupos:

 alteraciones del sensorio, alteraciones en la reactividad de la conciencia


 alteraciones del conocimiento, con reactividad del sensorio más o menos
conservada.
 Estados de restricción y de disociación de la conciencia

Perturbaciones del sensorio o del nivel de conciencia: se llama sensorio al estado de


alerta y atención normal junto a la capacidad de reaccionar adecuadamente a los estímulos
internos y externos. El sensorio abarca la vigilia y el sueño. Una persona que duerme y tiene
preservado su sensorio, al ser despertada de su sueño se orienta y responde bien a los
estímulos. El sueño es un estado fisiológico, diferente del sopor y del coma. Entonces podemos
describir una serie de grados de conciencia, que van desde la inconsciencia hasta la vigilancia.
Perdida la claridad de conciencia podemos encontrar distintos estados que en línea
decreciente son:

 somnolencia, letargia o sopor: dificultad para mantener la atención y alerta, a pesar


de realizar esfuerzos para estar atento. El grado mayor es la narcolepsia. Debe
diferenciarse de la sensación subjetiva de sueño y de la dificultad que tienen algunas
personas para despertarse.
 obnubilación: alteración más profunda del sensorio que se evidencia porque deben
realizarse mayores esfuerzos para despertar a un paciente, para sacarlo de su estado.
Es como ver los objetos “a través de las nubes”. Cuando se logra, con estimulación
repetida y vigorosa, el paciente suele estar desorientado y confuso. Todas las
funciones intelectuales se encuentran perturbadas. Hay retardo en el despertar y en el
mantenimiento de la atención y la orientación.
 estupor: se alcanza apenas un estado de alerta sólo con estímulos potentes. No
presentan conducta intencional y si hay respuesta verbal es incoherente e ininteligible.
Desde el punto de vista neurológico es el estado que antecede al coma. En psiquiatría
se puede ver en la evolución de pacientes melancólicos o con esquizofrenia catatónica.
 Coma: no hay respuesta a los estímulos dolorosos

Perturbaciones del conocimiento

a) Globales:

 Confusión y delirium. No hay una separación clara entre ambos estados. Son
síndromes psicopatológicos de comienzo súbito, compromiso del estado general,
duración generalmente breve y posibilidad de restitutio ad integrum.
Confusión: la característica de este estado es que los sujetos no pueden distinguir lo
real de lo imaginario, no hay coherencia, no pueden prestar atención a los estímulos
ambientales, los pacientes no encuentran las palabras y se pierde la estructura del
discurso, la conducta puede ser desinhibida.
Delirium: luego de un período de confusión, algunos pacientes pueden sufrir un
delirium, es decir un mayor grado de desintegración de la conciencia con delirios,
alucinaciones y agitación psicomotriz. Es un cuadro grave, de duración breve (1-2
semanas) y con compromiso vital importante. El más conocido es el delirium tremens
por deprivación de alcohol, pero puede deberse a deshidratación, diabetes, sepsis.
Ejemplo clínico: marinero

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b) Circunscritas:

Se dan cuando se pierden alguna de las propiedades de la conciencia: la integridad de


uno mismo, del cuerpo, del espacio y tiempo. Son raras y no aparecen aisladas.

 Despersonalización o desrealización: Aquí se pierde la propiedad que hace al


sentimiento de identidad, a la identidad del Yo. La conducta es automática, disminuye
la espontaneidad, hay perplejidad, sentimiento de extrañeza y gran displacer. En los
casos determinados por neurosis los sujetos traen ese registro, en cambio cuando se
trata de psicosis o cuadros orgánicos el registro no está y es el observador quien lo
nota.

 alteraciones de la conciencia corporal: pérdida de reconocimiento de partes del


cuerpo y, generalmente, se dan en alteraciones cerebrales. Se pierde la integración del
esquema corporal: anosognocia (indiferencia a la parte del cuerpo dañada), miembro
fantasma (experiencia perceptiva de miembro amputado), prosopagnosia (incapacidad
de reconocer rostros familiares).

Estados de restricción y de disociación de la conciencia

A diferencia de las alteraciones previas (globales o circunscriptas a un aspecto del campo de


integración) en estos estados habría: una ruptura del flujo normal de ideas, pensamientos,
percepciones, y una conducta aparentemente normal. Disociación entre los procesos
perceptivos y cognositivos con los comportamentales. La conducta adopta una modalidad
automática.
Está alterada la conciencia mientras la conducta es aparentemente normal. Las características
comunes a estos cuadros son:
. disminuye el nivel de atención y alerta,
. hay desorientación,
. la conducta es automática,
. hay amnesia posterior.

 estados crepusculares: en pacientes epilépticos se ven estados de “ausencia” de


duración variable en los que el paciente está confuso, desorientado, lento, fascie de
perplejidad. Además, hay otros dos síntomas: los automatismos (faciales, verbales,
gestuales, ambulatorios) y las impulsiones.

 disociación hipnótica: en la hipnosis el sujeto responde a la sugestión y la conciencia


parece disociarse: por un lado, actúa por un estímulo y por otro el sujeto permanece
impasible frente a otros estímulos. La persona se transforma en un sujeto pasivo que
actúa siguiendo las indicaciones del hipnotizador.

2. Semiología de la orientación
La desorientación témporo - espacial consiste en la pérdida de la capacidad para situarse en un
lugar y un tiempo.
En relación al tiempo podemos ver que hay diferentes niveles: la orientación día /noche se
pierde cuando no hay claridad de conciencia; la orientación respecto del día, mes y año
depende además de otros factores, de la claridad de conciencia y de la memoria, la

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información y el interés. Una persona puede no saber qué día es porque tiene un déficit de
memoria o porque está viajando, de vacaciones y no le interesa.
Con relación al espacio también buscamos ver si está orientado en el entorno – por ejemplo, si
sabe que está en el hospital o en su domicilio; luego exploramos si reconoce el lugar – ciudad –
y finalmente el espacio. Para el primer caso se requiere claridad de conciencia y para el
segundo además memoria e información. Se pierde en las amnesias, en las demencias, pero
también podemos verla en un sujeto cuando está viajando y no se fija, porque delega en su
acompañante. En este caso no es patológico. Cuando hay pérdida de la orientación en el
espacio por ejemplo una persona sabe dónde está, pero no sabe cómo volver a su casa.
También puede perderse la capacidad de identificar a los demás y a sí mismo, orientación
alopsíquica (no se puede identificar a otros) y autopsíquica (no se puede identificar a sí
mismo).
Análisis más rigurosos pueden evidenciar que hay trastornos del espacio y del tiempo
vivenciado (en relación a sentimientos como el aburrimiento, la nostalgia) (Tener en cuenta
que realizar preguntas sobre orientación a alguien que está orientado puede molestar al
paciente). Las alteraciones del reconocimiento del espacio y del tiempo se dan sobre todo en
procesos orgánico-cerebrales; es más raro encontrarlas en los enfermos mentales.

La percepción del tiempo no es una función psicológica, es una experiencia. En la vivencia del
tiempo consideramos tres vertientes:
 tiempo psicológico: nuestra percepción del paso del tiempo y la construcción mental
de la noción de tiempo.
 tiempo cronológico: es el tiempo medible con el reloj
 tiempo biológico: marcado por nuestro organismo, por ejemplo, los cambios
determinados por el desarrollo.

Lo más frecuente en psicopatología es el desajuste entre el tiempo subjetivo y el tiempo


cronológico. También el que se da entre el tiempo subjetivo y el biológico. Podemos
evidenciarlo en dibujos de la figura humana.
Esta sensación subjetiva está ligada a varios factores pero los más importantes se encuentran
las condiciones vitales y los trastornos mentales (depresión, manía, enfermedad terminal)
En condiciones normales el sentido del tiempo está como telón de fondo mientras transcurren
nuestras experiencias vitales, es decir sustentándolas más que interfiriendo. Por el contrario,
en condiciones patológicas o de emergencia, el tiempo se hace consciente, en un sentido
dominante, determinando una exagerada percepción del mismo. Esta percepción exagerada
estaría dada por una gran presión afectiva que se expresa como indiferencia afectiva.

Las perturbaciones se presentan clínicamente mediante una alteración del sentido del tiempo:
aceleración, demora, detención o salto.
Conocemos el control del tiempo de los pacientes obsesivos, quienes además resultan
alternadamente puntuales o impuntuales, capaces de ahorrar o derrochar tiempo.
En pacientes muy deprimidos se ven alteraciones de la noción de tiempo “el tiempo vuela”,
“no pasa nunca”, “morimos demasiado pronto”
El “dejá vu”y la despersonalización podría explicarse como una percepción del presente como
separado del sujeto, y de este modo la experiencia impresiona como hubiera sucedido tiempo
atrás.
En la esquizofrenia puede verse sensaciones opuestas: “el tiempo se queda quieto”, “el tiempo
es vacío”, “el tiempo vuela mientras ellos se sinten clavados, anclados en su inmovilidad”

3. Perturbaciones de la atención

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La atención es la capacidad de focalizar en un tema, en un objeto. Es lo que nos permite
seleccionar los estímulos y centrarnos en uno. Cuando atendemos, focalizamos en algo de
entre un sinnúmero de estímulos en tanto elegimos uno y dejamos de lado otros. Esos
estímulos pueden ser físicos (dolor, placer) psíquicos (problema, idea) objeto externo
(conferencia, película, música).
La psicopatología de la atención no ha alcanzado la riqueza descriptiva de otras facultades
psicológicas, tal vez porque sus alteraciones se han supeditado siempre a otras clínicamente
más llamativas. Se describen, no obstante, el síndrome de negligencia del adulto y el síndrome
de déficit de atención infantil.

Dentro de las perturbaciones de la atención podemos considerar:

 inatención: se trata de la incapacidad de movilizar la atención o de cambiar el foco de


atención frente a un estímulo externo. El sujeto reacciona muy lentamente, parece
distraído o ensimismado, como si estuviera atento a sus propios pensamientos. El
paciente está despierto y aparentemente concentrado y puede responder
correctamente si se le solicita algo, pero es incapaz de superar la prueba de los dígitos
– por ejemplo, que cuente de a dos números. Se ve en los cuadros orgánicos junto con
otras alteraciones cognitivas – memoria, orientación, etc. Pero también en los cuadros
psiquiátricos como el estupor melancólico en el que los pacientes están absortos en
sus propios pensamientos.
 En los pacientes neuróticos la inatención, no es un síntoma infrecuente. Los pacientes
ansiosos u obsesivos muestran una atención compartida (o doble); por un lado,
parecen inatentos al exterior y por otro, absortos en sus síntomas. Esta doble atención
del neurótico, y de la mayoría de los pacientes somáticos, consiste en una polarización
del pensamiento hacia los síntomas. La atención es capturada durante largos períodos
por los síntomas de la enfermedad (cavilaciones pesimistas, hipocondríacas o fóbicas).
Pero donde se percibe con más claridad es en la esquizofrenia: la inatención más
evidente está dada por el fenómeno alucinatorio, las voces hacen que el enfermo
desoiga otros estímulos externos.
Algunos autores consideran que la patología de la atención es un elemento básico en
la etiopatogenia de la enfermedad en tanto los esquizofrénicos tendrían una dificultad
para filtrar los estímulos irrelevantes de manera que estos irrumpían y desorganizaban
el pensamiento. La atención está disminuida en la fatiga, cuando tenemos sueño.

 Distraibilidad: La atención selectiva está dada por la habilidad de separar los estímulos
relevantes de los irrelevantes y la posibilidad de seguir una fuente de información
cuando hay otras muchas que compiten. Los estímulos relevantes y los irrelevantes
son tratados igual. La distraibilidad, o hiperprosexia consiste en cambios bruscos y
sincopados de la atención. La atención se focaliza por poco tiempo y en múltiples
estímulos. Los pacientes no pueden atender al entrevistador; en los estados maníacos
la disminución de la capacidad para mantener la atención deriva de la rapidez del
curso de su pensamiento – taquipsiquia – o de la excitación general. Se pierde la
atención voluntaria, sólo hay atención espontánea.

4. Psicopatología de la memoria humana

La memoria es la capacidad de registro, retención y recuperación de la información. No


constituye una unidad, sino que está conformada por una serie de sistemas que difieren entre
sí respecto de las representaciones que utilizan, cómo funcionan y los procesos que están en

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juego en cada uno de ellos. Intervienen en ella no solo otros sistemas cognitivos, como la
percepción, la atención, sino también factores emocionales.

Se sabe que en la memoria participan por lo menos tres componentes: codificación,


almacenamiento y recuperación de la información.

La codificación es el primer paso, es el procesamiento inicial de la información. Vemos que se


retienen mejor las palabras que guardan similitud que aquellas que no. Por ejemplo, se
recuerda mejor un grupo de palabras similares como casa, taza, masa, mata, lata, pata que
ropa, pelo, tina, tenedor, libro. Pero cuando se pide que se recuerde información observamos
que se recupera mejor aquello que tiene vinculación semántica y no fonética. Por ejemplo,
tenedor, cuchillo, plato, taza, servilleta, mesa. En este caso hay una relación de estos
elementos entre sí.

El almacenamiento de la información plantea algunos interrogantes no resueltos todavía.


Parece que no se trata de huellas mnémicas, de un registro a la manera de una inscripción
fotográfica, sino que se produciría de otra manera.
El olvido, que es una propiedad de la memoria es lo que permite su funcionamiento adecuado.
No sería posible la memoria si no hubiera olvido, la memoria estaría permanentemente
saturada sin dejar lugar a nuevas inscripciones. El cuento de Borges, Funes, el memorioso,
ilustra muy bien esto.
Parece que recordamos mejor aquello que guardamos ligado a un componente emocional, por
ejemplo, algo que nos afectó muy especialmente – los detalles de un encuentro, un tema que
nos interesa. También cuando vinculamos lo que queremos recordar con algún significado: un
número de teléfono (4352.1939, con la fecha de comienzo de la segunda guerra) o un código
de cajero con nuestra fecha de nacimiento, etc.

Con respecto a la recuperación intervienen varios procesos. No poder recuperar la información


no quiere decir que la hayamos perdido.

Esto como introducción. Ellos ya vieron memoria como sistema y no vamos a profundizar.

La memoria entonces sufre alteraciones y no todas tienen la misma significación clínica. Esto
nos interesa que lo comprendan
Puede hacerse una diferencia entre aquellas alteraciones en las que predomina un problema
de recuerdo o de reconocimiento.

 Alteraciones en el recuerdo

~ amnesias psicógenas en las que hay dificultad para recordar episodios específicos que tiene
un alto componente emocional, por ejemplo, ante un robo, un accidente, una pelea) Aquí el
sujeto no ha perdido su memoria sino que está restringido el acceso, no puede recordar lo
sucedido.

~ confabulaciones en las que se mezclan sucesos falsos con verdaderos, con los que el
paciente intenta rellenar las lagunas mnésicas, pero no hay intención de engaño. Siempre es
un intento de compensación de los detalles olvidados. Si uno lo confronta con la inconsistencia
o contradicciones del relato la persona lo admite. Es característico de los efectos del alcohol
cundo hay una ingesta aguda - borrachera – y se remiten solo al momento en que se produjo la
intoxicación.

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~ pseudología fantástica en este caso las invenciones son intencionales. Las invenciones
suelen ser creíbles y a veces es muy difícil evaluar la intencionalidad del sujeto y la veracidad
de la información porque el relato es muy convincente. Lo distintivo es que hay
intencionalidad, parecería que el sujeto busca impresionar al interlocutor. Y en ocasiones para
el sujeto es difícil saber qué es real y qué imaginado por él, llega a creerse ese papel que ha ido
configurando y no puede diferenciar lo ilusorio de lo real. Se ve en personas que acostumbran
mentir para ocultar fracasos personales o situaciones difíciles.

~ “tenerlo en la punta de la lengua” aquí hay un reconocimiento sin recuerdo, el sujeto sabe
que tiene esa información, pero no puede recordarlo. Es interesante el fenómeno porque
muestra que nuestra información no está almacenada al azar y sugiere el carácter
reconstructivo de la recuperación. Cuando nos pasa eso buscamos soluciones para recuperar la
información por diferentes vías.

~ conductas de verificación: consisten en comprobar reiteradamente si se han realizado


algunas tareas (por ejemplo, cerrar con llave, cerrar la llave del gas) típicas de cuadros
obsesivos.

 Anomalías en el reconocimiento

El reconocimiento – identificar algo como conocido o familiar - es una capacidad compleja,


que va desde una sencilla categorización de objetos (reconocer que una mesa es una mesa)
hasta la formación de conceptos.

~ agnosias: término introducido por Freud, significa ausencia de reconocimiento. Desde el


punto de vista de la memoria, hay una ausencia de reconocimiento integral, aunque el
recuerdo exista en alguna modalidad sensorial aislada (por ejemplo, puede reconocer por el
tacto un ovillo de lana, pero no por medio de la vista cuando la agnosia es visual). El agnósico
identifica las propiedades del objeto, pero no lo puede reconocer como tal (por ejemplo, ve
que tiene pétalos de color blanco y hojas de un verde brillante, que tiene un perfume intenso y
agradable, puede apreciar que no tiene espinas, pero no puede decir que se trata de un
jazmín). Se describen agnosias visuales, táctiles, auditivas.

~ déjà vu: consiste en la sensación de estar experimentando en el presente imágenes, sonidos,


olores, etc., que ya habrían sido vividas anteriormente sin poder recordar dónde o cuándo.
Hay una intensa, pero falsa, sensación de familiaridad. Se trata de recuerdos para los que no
hay un acceso consciente (reprimidos). Se activa la sensación de familiaridad (posiblemente
por algún aspecto común con lo percibido), pero no llega a activarse plenamente el recuerdo
asociado. La perturbación se da en el sentido de la realidad y no en la percepción de la realidad
porque el sujeto sabe que es falsa la sensación de familiaridad. Unos piensan (Otto Fenichel)
que el dejá vu constituye un fracaso de la función defensiva del Yo, la experiencia real está
relacionada con otra reprimida y sirve como sustituto de ésta. En el dejá vu se recuerda
aquello que el Yo no quiere recordar.

 Trastornos de la memoria

Aquí nos remitimos a las amnesias propiamente dichas. El DSM-IV define los trastornos
amnésicos como estados en los que hay una pérdida de la memoria anterógrada y/o
retrógrada, que ocasiona un deterioro significativo en la vida del paciente y que se debe a una
enfermedad o condición médica (por ejemplo, traumatismo de cráneo, tumores cerebrales) o
a la ingesta de alcohol o sustancias (por ej. benzodiacepinas). No se diagnostica trastornos
amnésicos cuando los problemas de memoria se observan en el curso de una demencia o

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delirium. El DSM-IV considera que el trastorno es transitorio si dura menos de un mes y
crónico si se prolonga más tiempo.
Las estructuras que con más frecuencia están implicadas en los trastornos amnésicos son las
diencefálicas (núcleo dorsomedial y central del tálamo) y las del lóbulo mediotemporal
(hipocampo, cuerpos mamilares y amígdalas).
La evaluación debe ser siempre neuropsicológica, con pruebas que permitan valorar el
funcionamiento del paciente en tareas similares a las de su vida diaria.
Con respecto a la rehabilitación, apenas se sabe cómo mejorar la memoria. El
entrenamiento se debe centrar en estrategias compensatorias, intervenciones en el ambiente,
aprovechar al máximo los recursos residuales que conserva el paciente y enseñar a la familia
cómo ayudarle.

Los principales síndromes amnésicos, según el tipo de memoria alterada son:

- Trastornos de la memoria episódica: la memoria episódica es la memoria que nos permite


recordar sucesos o episodios vividos personalmente. Por ejemplo, la que nos permite recordar
qué desayunamos a la mañana y qué hicimos luego de ese momento.

. Amnesia global transitoria (AGT)


En estos cuadros el problema amnésico aparece repentinamente. El paciente, con buen
estado de salud previo, no recuerda nada de lo que le ha sucedido en las últimas horas. Este
período no suele sobrepasar las últimas 24hs, pero puede ser más extenso. Se recupera al cabo
de unas horas y generalmente no recidiva. Son más frecuentes entre los 60 y 70 años.
Se diferencian de las amnesias psicógenas que suceden en individuos más jóvenes y se dan
por situaciones vitales traumáticas que son las que precipitan el cuadro. También se deben
diferenciar de las amnesias por traumatismos craneales en las que la pérdida de memoria es
más extensa y se acompañan de déficits de la atención y de la concentración.

. El síndrome amnésico
Consiste en un déficit crónico de memoria con una amnesia anterógrada masiva, lo que le
trae una gran dificultad para adquirir conocimientos nuevos. También está afectada la
memoria retrógrada, pero no se trata de un déficit cognitivo general, porque el
funcionamiento intelectual suele estar intacto. Parece tratarse de una codificación u
organización ineficiente del nuevo material (por ejemplo, no asimilarlo a esquemas ya
existentes) que permitan una recuperación más fácil. En la mayor parte de las ocasiones no
hay conciencia del problema.

. Amnesias traumáticas
Se dan en traumatismos de tipo cerrado, por accidentes de tráfico o deportes. No suele
exceder las 24hs, y la recuperación total se da en 4-5 semanas. En los traumatismos graves
suele complicarse y la memoria puede quedar afectada de modo masivo y, si ha habido coma
durante más de dos semanas, pueden quedar alteradas las funciones cognitivas superiores
(formación de conceptos, razonamientos, solución de problemas), así como el funcionamiento
psicológico general (ira, falta de autocontrol, depresión)

. Amnesias psicógenas
Hay mucha amnesia retrógrada pero no suele haber amnesia anterógrada. Memento

- Trastornos de la memoria semántica

Se refiere al tipo de memoria de conocimientos más abstractos, despojados del


componente episódico. La información que obtenemos tiene un carácter episódico, pero con

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el tiempo éste se pierde y recordamos los conceptos o la información adquirida. Por ejemplo,
en algún momento aprendimos la regla de tres simple y aunque luego olvidemos cuándo fue
retenemos la operación. Sabemos cómo operar con un cajero automático o qué países
participaron en la Segunda Guerra Mundial, información que guardamos sin recordar cuándo
la adquirimos. Los pacientes con Alzheimer padecen efectos devastadores de este tipo de
memoria.

5. Semiología de la percepción

Se percibe algo cuando es captado y reconocido por fuera de uno mismo. Cuando percibimos
algo lo reconocemos nítidamente por fuera de nosotros y podemos dar detalles precisos. Es
diferente de la imaginación o el recuerdo, ambos están en nuestro espacio interior.

1. Alucinaciones

Las alucinaciones constituyen el trastorno típico de la percepción, son uno de los síntomas
psicopatológicos fundamentales en la práctica clínica: el prototipo del loco es el de aquella
persona que ve o escucha cosas que nadie más que él experimenta. El significado del término
es muy diverso y no existe una teoría única, aceptada por todos, que explique la semiología de
la alucinación, su significación clínica y su función. Además, a pesar de que se han formulado
numerosas definiciones de la alucinación a lo largo de la historia, siguen sin resolverse varias
cuestiones en torno a su concepto.
¿Son todas las alucinaciones, más allá de la modalidad sensorial, fenómenos equivalentes?,
¿Son las alucinaciones psiquiátricas similares a las que aparecen en la enfermedad neurológica,
la deprivación sensorial o las inducidas por drogas?,¿Tienen el mismo significado clínico las
alucinaciones que aparecen en la vejez que las ocurridas en la infancia?
En la antigüedad eran experiencias integradas en la cultura, poseedoras de gran significado, y
su contenido transmitía información sobre el sujeto y el mundo.

La acepción psiquiátrica fue dada por Esquirol quien, en 1817, agrupó bajo el término
alucinación - hasta entonces sólo usado para denominar las experiencias visuales - todos los
engaños sensoriales, presumiendo que todas las alucinaciones, con independencia de su
modalidad sensorial, son fenómenos simétricos y uniformes.

Esquirol (1838) afirma que en las alucinaciones “todo sucede en el cerebro. Un individuo que
tiene la íntima convicción de percibir realmente una sensación, cuando ningún objeto exterior
capaz de producir la sensación aparece ante los sentidos, está en estado alucinatorio, es un
visionario”. La actividad del cerebro es tan intensa que el visionario le otorga cuerpo y realidad
a las imágenes que la memoria recuerda.

Más tarde, Ball dará una definición más concreta: percepción sin objeto, en cualquier
modalidad sensorial. A ésta le siguieron otras muchas definiciones que ponían el acento en el
carácter perceptivo de la alucinación, o si se quiere de la “falsa percepción o engaño
perceptivo”.

Los manuales de diagnóstico de la APA (DSM III-R) conceptualizan a la alucinación como


percepción sensorial sin estímulo externo.

Slade y Bentall dan tres características de la alucinación:

. la percepción se da en ausencia de un estímulo (objeto)

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. tiene la fuerza de la percepción real
. no es susceptible de control voluntario

El primer criterio permite diferenciar las alucinaciones de las ilusiones, y el segundo criterio las
distingue de las pseudoalucinaciones. Cada uno de los criterios es necesario, pero no suficiente
para definir, por sí solo, la experiencia mental como alucinatoria.

El valor diagnóstico de la alucinación es limitado, porque la mayor parte de las veces son
inespecíficas: cualquier tipo de alucinación puede aparecer en los distintos cuadros
psiquiátricos. No obstante, se han señalado algunas propiedades que pueden ser útiles para el
diagnóstico diferencial. Así, por ejemplo, las alucinaciones auditivas son más comunes en la
esquizofrenia, y en las depresiones psicóticas son raras y cuando aparecen se relacionan con
sentimientos de culpa o ruina.

Recientemente, Berrios (1996) ha cuestionado que las alucinaciones, en general, sean de


alguna utilidad en el diagnóstico diferencial de las psicosis, sino que se trataría, simplemente,
de comportamientos inespecíficos. Tales conductas, podrían ser desencadenadas por la
presencia de una enfermedad cerebral. Así se explicaría, por ejemplo, por qué los cuadros
delirantes, la demencia, la depresión, la manía o la esquizofrenia pueden presentarse con o sin
alucinaciones, y por qué algunos sujetos demuestran mayor resistencia que otros a alucinar en
situaciones de privación sensorial, intoxicaciones por drogas o estimulación eléctrica del
cerebro.

Tipos de alucinación

 Alucinaciones visuales

Las alucinaciones visuales se asocian normalmente con trastornos orgánicos como tumores
cerebrales, crisis convulsivas, estados inducidos por drogas, enfermedades cerebrales
vasculares, pero las más frecuentes se dan en el delirium tremens, en el que la alucinación más
frecuente es la de ver animales repugnantes que despiertan terror y en los estados producidos
por los alucinógenos. No son comunes en la esquizofrenia, aunque puede suceder que las
alucinaciones auditivas den lugar a pseudoalucinaciones visuales.
La modalidad es muy variada. Pueden ser imágenes puramente elementales, denominadas
fotopsias o fotomas, que consisten en destellos, llamas, inmóviles o en continuo movimiento.
Pueden tener colores muy vivos o ser incoloras. En otros casos son complejas (figuras
humanas, animales), generalmente poseen perspectiva, lo que les da mayor realismo.

 Alucinaciones auditivas

Es el tipo más frecuente de alucinaciones, y las hay de dos formas: verbales y no verbales. Las
segundas son elementales y los pacientes diferencian ruidos, música, pasos, motores,
campanas, etc. Las verbales pueden ser palabras sueltas o estar más organizadas y entonces
no sólo se hacen claras las palabras y frases, sino que en ocasiones se hace un auténtico
discurso alucinatorio.
Las alucinaciones auditivas fueron denominadas fonemas por Wernicke en 1900 y, aunque
aparecen fundamentalmente en la esquizofrenia, también ocurren en otros cuadros como la
alucinosis alcohólica o las psicosis afectivas. En general, en los cuadros orgánicos los fonemas
son simples palabras o frases aisladas que hablan al enfermo en segunda persona bien de
forma imperativa o con comentarios abusivos. No obstante, las alucinaciones imperativas
también aparecen en la esquizofrenia y en las psicosis depresivas en forma de comentarios en

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tercera persona que se realizan sobre los actos del enfermo. Suelen ser ofensivas y a menudo
el contenido es sexual. A veces las voces pueden ser amigables, tranquilizadoras y no molestar
al paciente.
El efecto que las voces producen sobre la conducta del paciente, la presión que ejercen, es
variable: pueden vivirse como algo ajeno que apenas modifica las otras conductas del sujeto o
tener el efecto opuesto afectando todas sus actividades.

 Alucinaciones gustativas y olfativas

Son raras, en epilepsia o tumores.

 Alucinaciones táctiles

En este tipo de alucinaciones los pacientes se sienten tocados, pellizcados o describen


calambres o sienten que se les quema alguna parte del cuerpo. Estos elementos pueden
presentarse aislados o formar parte de un sistema delirante. La descripción clásica de
alucinaciones táctiles aparece en la intoxicación cocaínica y por belladona y en ellas los
pacientes tienen la sensación de que pequeños animales reptan por debajo de la piel –
formicación – Se ven, también, en el delirium tremens.

 Alucinaciones cenestésicas

Conciernen a la experiencia del interior del cuerpo, es decir, a la sensibilidad profunda.


Cualquiera sea la causa de estas alucinaciones, está alterada la conciencia del Yo corporal y el
sujeto percibe su cuerpo de una manera especial. Pero para que sean alucinaciones estas
sensaciones deben ser consideradas reales, por pérdida del juicio de realidad. (Schreber)

 Otras alucinaciones

. fenómeno del miembro fantasma: se observa en las amputaciones y en los parapléjicos. La


sensación de realidad del miembro, y de pertenencia e integración al propio cuerpo, es
absoluta y se acompaña de todas las cualidades sensoriales táctiles, aunque la que predomina
es el dolor.

. Alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas: las primeras consisten en experiencias


perceptuales vívidas que ocurren al inicio del sueño, mientras que las hipnopómpicas suceden
al final del sueño, al despertar. En general se trata de imágenes que se le imponen a la
conciencia sin la voluntad del sujeto, aunque éste tiene conciencia de la anomalía del
fenómeno, bien al mismo tiempo de experimentarlas o, con más frecuencia, cuando recupera
el estado de vigilia.

Un punto importante para considerar es la reacción emocional frente a la alucinación. Las


alucinaciones pueden acompañarse de delirios que surgen como un intento de explicación del
trastorno perceptivo. Las alucinaciones pueden despertar: terror (esquizofrenia), desagrado,
agrado, indiferencia (patología crónica). Otras veces se observa que los pacientes que las
padecen las ocultan porque saben de las consecuencias que les traen estos fenómenos (por
ejemplo, internación).

2. Pseudoalucinación

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El término pseudoalucinación (PSA) significaría falsa alucinación, es decir, se trataría de un
fenómeno que a primera vista podría ser confundido con una alucinación verdadera pero que
se diferencia de ella porque el sujeto reconoce la irrealidad del fenómeno. Se trataría de un
tipo de alucinación con insight. El sujeto percibe, pero sabe de la irrealidad de la experiencia.

El concepto de pseudoalucinación está muy ligado al de las alucinaciones, aquellos que


niegan que las alucinaciones puedan darse en sujetos sanos fomentaron el desarrollo del
concepto de PSA. Estas experiencias perceptivas se encuentran a medio camino entre las
imágenes y las alucinaciones, puesto que comparten características fenomenológicas de
ambos tipos de experiencia mental. Es decir, que tienen un reconocimiento de subjetividad por
parte del que las experimenta (ocurren, como las imágenes, en el espacio subjetivo interno),
tiene los mismos elementos sensoriales que las alucinaciones (viveza, frescura sensorial) y no
dependen de la voluntad de la persona que las experimenta.
No hay consenso en el significado psicopatológico del término ni en su importancia
diagnóstica. También hay controversia si corresponde a un trastorno ideativo o de la
percepción. Son fenómenos caracterizados por su falta de objetividad y de corporalidad.
Las PSA se producen normalmente en la modalidad auditiva y visual y se suelen asociar a
estados de trance, fatiga, deprivación sensorial y al uso de drogas, principalmente
alucinógenos: es decir suelen aparecer ligadas a situaciones en las que se producen
disminución de la claridad de la conciencia o una disminución del estado normal de alerta. Lo
característico de estas experiencias es la ausencia de convicción de realidad por parte de la
persona, lo que la lleva a describirlas como visiones, imaginaciones, etc. A diferencia de las
alucinaciones las PSA pueden darse en personas sanas en momentos de crisis.
Jaspers (1977) las definió como imágenes mentales que, aunque claras y vívidas, no poseen
la sustancialidad de las percepciones; son imaginarias, carecen de corporalidad y objetividad y
se sitúan en el espacio interno del sujeto.

3. Ilusión

El término “ilusión” proviene del latín illusio, engaño. Para Jaspers (1980) son ilusiones todas
las percepciones surgidas de percepciones reales por transformación. Distingue tres tipos de
ilusiones: 1) las de la inatención; 2) las afectivas y 3) las pareidolias (ilusiones múltiples y de
gran vivacidad), y afirma que todas se dan en sujetos normales, distinguiendo de éstas las
ilusiones que no se relacionan ni con la atención ni con el afecto y que son patológicas.
El DSM IV define la ilusión como “percepción o interpretación errónea de un estímulo externo
real”
Desde el punto de vista clínico, las ilusiones son muy frecuentes en sujetos normales en los
que las confusiones se corrigen casi de inmediato. Pero en otras ocasiones los errores se
mantienen insistentemente constituyéndose como tal la ilusión en sentido estricto, en la
acepción psicopatológica del término. En tal caso se presentan con mayor frecuencia en las
psicosis tóxica, psicosis agudas y trastornos delirantes crónicos.

6. Trastornos del pensamiento y del lenguaje

Los desórdenes del pensamiento forman una unidad con los trastornos del lenguaje. Los
reconocemos en el habla y en la escritura. Y una distinción entre los diferentes desórdenes
establece dos agrupamientos: de la forma o curso y del contenido.

6.1 Trastornos formales del pensamiento: Los trastornos formales aparecen al evaluar
cómo un sujeto formula y organiza las ideas. Esto comprende la velocidad del pensamiento
(flujo) y la direccionalidad y continuidad del pensamiento (forma)

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 bradipsiquia; pensamiento lento, retardado. Propio de los estados depresivos.
 taquipsiquia: aumenta la cantidad de palabras por unidad de tiempo. Pensamiento
acelerado. Se da en episodios maníacos o hipomaníacos.
 bloqueo: detención brusca del curso de la cadena del pensamiento antes de finalizarla
y que se traduce en silencios repentinos que interrumpen el discurso del paciente. La
interrupción sobreviene en cualquier momento del discurso, pero sugiere mayor
perturbación cuanto más próximo al inicio de la comunicación, es decir si la
interrupción es al comienzo. Denota excesiva ansiedad o inicio sin pensamiento claro.
Ej.: venía pensando… María es una persona… Ayer fui al cine y …
 pobreza del habla: notable disminución de la cantidad del habla, lenguaje en extremo
lacónico, con respuestas en monosílabos, frases cortas, etc. Se corresponde con el
pensamiento pobre. Un ejemplo es el pensamiento que encontramos en un retraso
mental. Uno se queda esperando.
 Pobreza del contenido del habla: habla vacía, proporciona poca información porque el
lenguaje utiliza términos vagos, repetitivos y estereotipado. producción hablada en la
que, a pesar de tener duración y cantidad de palabras normal – o incluso aumentada
-no ofrece mucha información.
 logorrea: compulsión a hablar con un curso acelerado propio de los estados de manía.
Se acompaña de taquipsiquia que es un aumento de la velocidad del flujo de ideas.
 viscosidad: pensamiento lento, perseveran ideas anteriores, cargado de detalles en la
medida que no puede separar lo esencial de lo accesorio.
 tangencialidad: tipo de respuesta que mantiene una relación oblicua o poco relevante
con la pregunta. - ¿Cuántos años tiene? – Tantos como postes de teléfono en un
balneario bonaerense
 descarrilamiento: despiste, patrón de habla en el que los pacientes se van apartando
paulatinamente del tema central y van estableciendo relaciones con ideas que van
perdiendo los nexos entre sí. Parecido a la fuga de ideas sin la aceleración del flujo
que acompaña a ésta. Al entrar en mi consultorio un paciente me dice: Ud. Me
extiende la mano para saludarme – Sí, claro – Ud. ¿Ha recibido una buena educación?
– Sí, ¿y Ud? Yo era alguien muy estudioso y me gustaba no sólo estudiar sino andar en
bicicleta.
 disgregación: pérdida de la idea directriz, ruptura de las asociaciones normales y
aparición de asociaciones raras y extravagantes, no influible por estímulos externos,
nivel de conciencia conservado, discurso incomprensible. Ej.: Las ideas azules incoloras
duermen con furia.
 incoherencia: pensamiento propio de la conciencia alterada. No hay idea directriz,
ruptura de las asociaciones entre las frases y además entre las palabras, lo que la
diferencia de la disgregación.
 mutismo: supresión del lenguaje sin alteración de la conciencia.
 neologismos: palabras formadas por condensación de otras palabras, o por un proceso
activo de creación del paciente.
 fuga de ideas: grado extremo de taquipsiquia. pérdida de la idea central a medida que
avanza el relato, se mantiene relación con las ideas adyacentes, pero se pierde el
sentido global. Pareciera que no hay planificación del discurso y que las ideas surgieran
por asociaciones de ideas o en respuesta a estímulos externos por la gran
distraibilidad.
 ecolalia: repetición automática de lo último que se acaba de oír.

Cuando buscamos la significación clínica de los TFP, es decir qué indica la presencia de TFP en
cuanto a diagnóstico y pronóstico encontramos que los TFP se presentan en pacientes que no

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presentan enfermedad psiquiátrica, en sujetos con diagnóstico de trastorno de la personalidad
o en patología psiquiátrica no psicótica.

6.2 Trastornos del contenido del pensamiento.

El contenido son las ideas de una persona, a sus creencias, nos muestra cómo piensan.

 Delirios

El vocablo “delirio” proviene de delirare, que significa “salirse del surco”, “no arar derecho”.
Este delirare se formaría del prefijo de (fuera) y lirare (surco). Esta es, pues, la raíz común para
el castellano, italiano y portugués. Un único término, por lo tanto, para designar una alteración
global de la experiencia perceptiva y la organización de las ideas delirantes. En alemán y en
inglés encontramos dos vocablos – delusion y delirium para el inglés y whan y delir para el
alemán - que señalan las diferencias conceptuales en esas lenguas. Uno nomina al delirio y el
otro al estado orgánico en que a menudo éste se presenta.
Con relación a las definiciones, ninguna es totalmente satisfactoria. El concepto de delirio es,
de los psicopatológicos, uno de los más aprehendidos ya que cualquier persona que tuviera
que definir a un loco bien podría hacerlo usando un delirio “se cree Dios”. Jaspers dio la
definición tal vez más conocida y citada “los delirios son juicios falsos, que se caracterizan
porque la persona los mantiene con gran convicción, que no son influenciables ni por la
experiencia ni por conclusiones irrefutables, y que además su contenido es imposible”.
El DSM IV define el delirio como “falsa creencia basada en una inferencia incorrecta relativa a
la realidad externa que es sostenida firmemente, a pesar de que el resto crea y de pruebas de
lo contrario”. La convicción delirante se produce a lo largo de un continuum y con frecuencia
es difícil distinguirla de una idea fija (en este caso el individuo tiene una creencia no razonable,
pero no la sostiene tan firmemente como en el caso de una idea delirante).
Desde el siglo XVII los delirios han sido definidos como creencias patológicas categóricas.
. Creencias, debido a que son proposiciones o declaraciones acerca del mundo o del propio yo.
. Patológicas, porque son proposiciones fallidas o erróneas en algún aspecto en particular.
. Categóricas porque son fenómenos sin gradación, de la característica de todo o nada.
Cuantas más de las características mencionadas posea mayor será la probabilidad de que sea
una idea delirante, pero ninguna de las características es condición necesaria ni suficiente para
definir una creencia como delirante. En resumen, los delirios son conceptualmente muy
complejos

Dimensiones de los delirios

Las dimensiones y los modelos dimensionales de los delirios sugieren la existencia de una
gama de continuos que van desde las creencias normales hasta las patológicas. Belloch et al.
(1997) describe cinco dimensiones descriptivas para referirse a ese continuum que oscila desde
la creencia normal a la patológica:

a) modificable vs. inmodificable: mantenimiento del delirio a lo largo del tiempo, a pesar de
las evidencias en contra. Algunas investigaciones cuestionan la fijeza como una
característica discreta –es delirio o no es delirio – Por ejemplo, la fijeza se basa en la idea
de que el delirante se enfrenta continuamente con evidencias contrarias a su idea y en
realidad las observaciones informales sugieren que quienes rodean a los enfermos
generalmente no lo contradicen porque puede ser poco útil o provocativo.
b) plausible vs. implausible: esta dimensión se liga con el grado de verosimilitud.

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c) convicción leve vs. intensa: generalmente hay acuerdo en otorgar puntuación máxima a la
intensidad. Pero también es cuestionada porque se ha visto en estudios que la intensidad
es variable y además que en muchos casos los clínicos no exploran el grado de convicción
porque dan por hecho que es absoluta.
d) presencia vs. ausencia de apoyos culturales: la creencia no debe ser apoyada por otros
miembros de su cultura. A veces puede ser difícil estar al tanto de todas las creencias que
hay en una sociedad
e) no preocupación vs. preocupación: a diferencia de las creencias normales los delirios
preocupan y ocupan gran parte de la vida del paciente.

. Otras creencias anómalas

Es importante diferenciar los delirios de otras creencias patológicas ya que esto tiene
implicancias diagnósticas y terapéuticas significativas, tal es el caso de las ideas
sobrevaloradas y las ideas obsesivas.
 ideas sobrevaloradas, se trata de creencias, que están emocionalmente
sobrecargadas, que tienen distinto grado de plausibilidad y que tienden a preocupar al
individuo y a dominar su personalidad. Difieren en que poseen cierto grado de
validación y además se centran en cuestiones políticas, sociales o religiosas mientras
que los delirios tienen un componente más personal y son esencialmente
autorreferenciales. Son de difícil tratamiento y pueden persistir años sin modificarse.
 ideas obsesiva u obsesiones, reaparecen permanentemente; comparten con los
delirios la preocupación que generan en las personas que las mantienen. Sin embargo,
los individuos que presentan ideas obsesivas suelen reconocer lo absurdo de sus
creencias, y suelen mantener una lucha contra ellas, a la vez que las sienten como una
intrusión en su conciencia, y por lo tanto como algo no deseado ni voluntario. Ejemplo:
ideas de gritar o insultar o golpear a alguien, de besar a una persona. Se acompañan
de compulsiones – actos repetitivos - y de rituales. En las compulsiones la acción pudo
ser desencadenada por una idea: si hago tal cosa no pasará tal otra. Otras veces la
compulsión surge sola, disparada por la duda el paciente cerró la llave de gas, pero
duda y tiene que ir a comprobarlo. Los rituales más frecuentes son los de limpieza y los
de contar.
 fobias

7. Afectividad
La exploración de los afectos es un punto importante de la entrevista psicológica y lo es
porque nos habla mucho de la persona. La afectividad está involucrada en todas las
experiencias del ser humano y nos informa no sólo de lo que sucede en el momento actual
sino de la personalidad del entrevistado. Por ejemplo podemos encontrarnos con un paciente
triste – lo leemos en su rostro, en su actitud corporal, en el tono de voz, en los comentarios
iniciales- porque ha sufrido una pérdida significativa, en cuyo caso el afecto es congruente y es
motivado por una situación real, o con una persona en quien la tristeza se acompaña de
desgano y está en ella desde hace mucho tiempo, tanto que no menciona o no recuerda el
momento de su aparición, o que incluso no la registra.
La afectividad denuncia mecanismos defensivos, como es el caso de un tono despreocupado
luego de un diagnóstico de enfermedad grave (negación) o de un relato desafectivizado luego
de una ruptura amorosa – una joven que le cuenta a su amiga que después de todo es mejor
que su novio le haya pedido separarse porque ella es muy joven para noviazgos y además
porque se acercan los exámenes y de esta manera tendrá más tiempo para estudiar
(racionalización).

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Los afectos también se expresan en el curso de la entrevista de distinta manera; a veces el
paciente llora, o se angustia mientras relata algún episodio o habla de sí mismo, o puede
suceder que el afecto surja ante un comentario o actitud del entrevistador – fastidio o enojo
ante alguna pregunta, o miedo ante un estímulo que no identifica (la puesta en marcha de un
contestador telefónico).
Al abordar conceptos vinculados con la afectividad nos encontramos con que hay imprecisión y
superposición. No obstante podemos definir algunos conceptos:
 emoción: afecto intenso, de aparición súbita y duración breve, acompañado de
sensaciones corporales. Son emociones el miedo, la rabia, la cólera. Lo característico
es que cambia el estado afectivo. El umbral para la emoción es variable en las
personas. Hay quienes tienden a descargar fácilmente sus emociones sin procesarlas y
hablamos entonces de inmadurez emocional. Un niño no modula sus emociones, se
enoja con su mamá porque no le concede aquello que quiere, por ejemplo porque no
lo dejan ir a jugar. Las respuestas de los niños son desmedidas. La modulación de las
emociones es un signo de madurez emocional.
 sentimiento: es la percepción subjetiva de una emoción. Un sentimiento tiene una
cualidad más extendida en el tiempo y no tiene correlato fisiológico
 pasión: afecto que lleva la intensidad de la emoción y la duración del sentimiento. Se
caracteriza por la persistencia y por la fuerza y el vigor que lo sostiene.
 estado de ánimo: se refiere al afecto sostenido, es la disposición afectiva.

Cuando hablamos de psicopatología y buscamos clasificar los trastornos de la esfera afectiva


también advertimos esta imprecisión. Actualmente, siguiendo al DSM IV y al CIE 10 los
trastornos afectivos abarcan la depresión y la manía. Pero otras clasificaciones incluyen los
trastornos de ansiedad y pánico.
Como síntomas destacamos:
 tristeza: síntoma clave de la depresión, alude a disminución del estado de ánimo
desde una perspectiva psicodinámica ligado a pérdida. Pero la depresión es más que
la tristeza.
 euforia: estado exaltado, de gran bienestar propio de la hipomanía.
 apatía: ausencia de motivación.
 abulia: falta de voluntad
 anhedonia: incapacidad para sentir placer, para disfrutar.
 alexitimia: imposibilidad de poner en palabras los afectos, se corresponde con el
pensamiento operatorio de Marty en la patología psicoasomática
 afecto aplanado: ausencia de expresión afectiva, achatamiento afectivo
 embotamiento afectivo: afecto disminuido en intensidad.
 afecto inapropiado: la expresión afectiva del paciente es discordante con la
situación que vive o con el discurso. Se ríe mientras cuenta un espisodio desgraciado
 labilidad afectiva: cambios súbitos del afecto
 angustia: sensación desagradable con opresión precordial o en epigastrio, correlato
corporal.
 ansiedad: tiene componente más psíquico que físico. Expectativa ansiosa, inquietud,
desasociego, inseguridda. En inglés no hay vocablo que establezca distinción.

8. Psicopatología de la Psicomotricidad
La psicomotricidad refleja la vinculación entre la motricidad y las experiencias afectivas y
cognitivas, y es por esto que encontramos alteraciones motoras en los trastornos psíquicos. La
evaluación de las alteraciones psicomotoras debe comprender:
. expresión facial

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. características del habla, volumen, ritmo, velocidad del habla, proporción de parte
hablada y silencios.
. actividad motora general, es decir la observación de los movimientos espontáneos y
de aquellos solicitados en el examen.

 Agitación psicomotriz: hiperactividad motora, sucesión de gestos, movimientos y


conductas hechas de modo rápido y sin ningún objetivo. “una actividad motora
persistente, excesiva e inapropiada [...] que se manifiesta en una incapacidad para
permanecer quieto o sentado [...] movimientos lentos de fricción, deambulación,
agitación facial (expresión de miedo patológico, perplejidad, angustia o tormento
mental) y estereotipias motoras y del lenguaje”
Hiperactividad motora, estado de ánimo ansioso o colérico, agresividad, fuga de ideas.
En la esquizofrenia, en la fase maníaca de la psicosis maníaco depresiva, en los cuadros
confusionales del delirium tremens, en algunos cuadros demenciales ante la pérdida
progresiva de la capacidad para comprender situaciones.
Una forma más leve de presentación es la inquietud psicomotora en el que la persona
conserva cierto control sobre sí mismo ideativo y motor.
 Inhibición psicomotriz: es el signo motor de la depresión melancólica por excelencia.
Aunque en la actualidad su definición hace referencia sólo al retardo en el comienzo
de los actos motores y a un enlentecimiento en su realización, los neuropsiquiatras del
siglo pasado lo describían así, con relación a la postura, “la cabeza y el tronco se
encuentran inclinados hacia delante como en los casos de la parálisis agitante y se
observa una ligera flexión de las caderas y de las rodillas. También se ve una ligera
flexión de los hombros, y de los codos, que se mantienen rígidamente pegados al
tronco en ángulo recto. En los casos de la melancolía agitada los dedos están en
constante movimiento mientras está despierto, se pellizca la piel, manosea los
botones, se tira de la barba o se come las uñas”.
Algunos autores contemporáneos han insistido en la importancia de este signo
psicopatológico: Widlocher (1983) postuló que la inhibición psicomotriz constituía el
trastorno central de los cuadros depresivos. La cita incluye una descripción breve pero
muy rica de los rasgos que él incluye en el concepto de inhibición psicomotriz: “Se
produce un enlentecimiento generalizado de toda la actividad motora. El paciente
apenas mueve sus miembros, los gestos son extraños y la amplitud de los movimientos
está reducida con respecto a lo que es habitual. Las porciones proximales de los brazos
suelen permanecer fijas; sólo mueve las manos. El tronco está inmóvil, con la espalda
pegada a la silla o con los hombros caídos. Con frecuencia arrastra los pies al andar y
se aprecia una falta de flexibilidad en la zancada y en el braceo. Escasean los
movimientos de la cabeza y del cuello. El paciente no explora la habitación y mantiene
fija la mirada en el suelo. La cara permanece inexpresiva. El enlentecimiento motor y
mental es percibido como fatiga que interfiere con todas las actividades de la vida
diaria y que no mejora con el descanso...La voz es tenue y monótona y el flujo verbal
está enlentecido”.

 Estupor: se caracteriza por una inhibición, un retardo psicomotor. El individuo


permanece indiferente, ajeno o distante al medio que lo rodea. La manifestación más
importante es la ausencia de las funciones de relación, con una paralización absoluta
del cuerpo, con un mutismo que puede durar desde instantes hasta meses. Además, se
asocian respuestas bizarras al frío y al calor, trastornos de la alimentación y del control
de esfínteres, catalepsia (anormal conservación de una postura), negativismo,
manierismo (movimientos voluntarios repetidos cuyo resultado final resulta bizarro),
estereotipia (conductas repetitivas que parecen automáticas y carecen de sentido) y
fenómeno de eco.

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 Catatonía: es un síndrome que puede incluir diversos síntomas como la catalepsia, la
rigidez muscular, el estupor, el mutismo. Es un fondo de inercia con pérdida de la
iniciativa motora. La catalepsia consiste en una actitud inmóvil con musculatura rígida
que permite colocar a un individuo en una posición forzada, incómoda o
antigravitatoria y que permanezca así sin intentar recuperar la posición original por
tiempo indefinido.
La aparición de cuadros catatónicos es frecuente en la esquizofrenia, en los
trastornos afectivos y en cuadros neurológicos

Otros signos son:

 Las convulsiones: son movimientos musculares en forma de contracciones violentas e


incontrolables de la musculatura voluntaria que se manifiestan en uno o varios grupos
musculares o en todo el cuerpo. Característicos de la epilepsia en la que se dan en
forma de crisis, convulsiones de gran mal junto con pérdida de la conciencia, de
control de esfínteres, mordedura de lengua, alteraciones fisiológicas y gritos. O
estertores.
 Los tics: son movimientos musculares localizados rápidos y espasmódicos, que se
presentan de forma involuntaria, aislada, repentina, frecuente, sin propósito y a
intervalos irregulares. Se localizan en una parte del cuerpo, generalmente en la
cabeza, y raramente por debajo de los hombros.
 Los temblores: son movimientos musculares de oscilación como sacudidas
involuntarias, rítmicas, finas y rápidas de las extremidades distales de los dedos.

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