Violencia en El Peru
Violencia en El Peru
Violencia en El Peru
FACULTAD DE CIENCIAS
2021
LA VIOLENCIA DE LAS HORAS: UN ESTUDIO PSICOANALITICO SOBRE LA
VIOLENCIA EN EL PERU NUEVA SOCIEDAD, CARACAS, 1995
En La violencia de las horas (1995), Rodríguez
Rabanal nos introduce en la problemática de la
violencia en el Perú a través del psicoanálisis, que
para los interesados en el tema violencia es un
enfoque nuevo y poco desarrollado. Más allá de
una relación simple de causalidad entre violencia y
pobreza esta perspectiva psicoanalítica pretende
dilucidar la relación entre violencia y pauperización
en el Perú: pobreza extrema, violencia política,
violencia institucional, conflictos étnicos, resquejabramiento social y narcotráfico. Esta relación se
establece buscando los nexos íntrapsíquicos entre estos dos elementos: violencia y pobreza.
Se identifican los nexos intrapsíquicos a través de procesos terapéuticos psicoanalíticos que han
tenido lugar entre los habitantes de un asentamiento constituido mayoritariamente por
desplazados de las zonas de guerras peruanas (350 familias) y un equipo de siete terapeutas
investigadores. Algunos de estos procesos tienen cinco o seis años de duración. La recopilación del
material se efectuó entre 1986 y 1993.
Las historias son presentadas por grupos terapéuticos, el primero (constituido por niños) dividido
en dos grupos: uno integrado por siete niños con edades comprendidas entre los ocho y once años,
el trabajo realizado se presenta bajo el título “Procurando jugar”. El terapeuta dota a los niños de
juguetes diversos y observa cómo y a qué juegan e intenta establecer la posible relación con la carga
de violencia en estos niños. El segundo grupo está integrado por seis niños con edades
comprendidas entre siete y ocho años, a estas sesiones no asiste sino un solo niño, Ricardo, con el
cual la terapeuta trabaja-realizando dibujos, resaltando en estos la forma cómo quisiera él que fuera
su vida, expresa la “ansia infantil de acceder -ante una realidad insoportable- a un mundo exento
de conflictos”.
Luego se presentan los procesos terapéuticos con adultos compuestos por ocho mujeres y tres
hombres. En estos procesos se hace patente la relación entre violencia y pobreza: individuos que
como consecuencia de su socialización, caracterizada por carencias materiales y afectivas,
desarrollan una enraizada hostilidad frente a la vida, se muestran particularmente permeables a la
ideología de los grupos políticos extremistas, caracterizados por la destructividad. En el tercer
proceso presentado se realizan sesiones de dinámica grupal con dirigentes del asentamiento, con
miembros de una organización no gubernamental y una entrevista con un integrante de Sendero
Luminoso. El material presentado evidencia en qué medida los conflictos intrasíquicos no resueltos
de los afectados tiñen subjetivamente la percepción de sus condiciones sociales de vida. En las
reflexiones finales Rodríguez Rabanal expresa la dificultad de los participantes -pacientes- de
percibir la violencia como una dimensión proveniente de su propio “sí mismo”, esto se plasma en la
imagen de que la violencia es un cuerpo externo que debe ser extirpado. Estas historias no sólo
reflejan los destinos individuales, sino que resultan representativos de un grupo social determinado.
Al traspasar la biografía del paciente concreto, es más factible, más allá de sus vivencias, penetrar
en el contexto social global y llegar a las raíces de los procesos de pauperización y disposición a la
agresión. Señala el autor que el alto nivel de intensidad de la violencia encuentra su correspondencia
en la psique del individuo: asesinatos a diario realizados por Sendero Luminoso o por las fuerzas
represivas se relacionan con el desborde del yo del victimario; contenidos inconscientes son
actuados sin ninguna opción de encauzamiento.
A través del proceso psicoanalítico, indica Rodríguez Rabanal, se hace evidente que los cambios
sociales profundos sólo resultan factibles cuando van acompañados de un nivel alto de consciencia
por parte de los afectados. El reconocimiento de que las modificaciones deben obtenerse desde
dentro y no fundamentalmente de fuera. Expresa que estas transformaciones intrapsíquicas
constructivas en correspondencia con la realidad, podrían ser “un camino para deshilvanar la
maraña pobreza, violencia y segregación étnica”.
Las cifras reportadas por el MIMP resultan doblemente preocupantes. Primero, porque se trata de
un sub registro, porque la gran mayoría de víctimas no denuncia los maltratos. Segundo, porque el
estrés originado por el confinamiento suele degenerar en violencia contra niños, niñas, adolescentes
y mujeres. Esta curva no descenderá por sí sola.
Las acciones de prevención y respuesta a la violencia que se realizan día a día desde las Defensorías
Municipales del Niño y Adolescente (DEMUNA); los Centros de Emergencia Mujer (CEM) y las
Unidades de Protección Especial (UPE) no solo deberían reactivarse al 100%, sino que deberían
reforzarse.
Los servicios de protección resultan esenciales siempre. Considerarlos así implica garantizar a cada
uno de sus operadores las mismas condiciones de seguridad y las bonificaciones extraordinarias que
se están otorgando a los servidores públicos que están atendiendo la emergencia por COVID 19.