La Erotomanía

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La erotomanía

A partir del crimen en el pueblo Goñi

Yo la maté porque era mía,


No soportaba otro adiós

A sangre fría (Buitres)

La vida a veces tiene buenos encuentros y a veces malos. De estos últimos lamentablemente
voy a hablar hoy, de aquellos que suceden sin que uno los busque, que surgen de una situación
casual. De eso se trata el Crimen de Pueblo Goñi, en el departamento de Florida. Un caso que
conmovió a la opinión pública como pocas veces.
Se trata de un hombre, un peón rural de 47 años, que mató a una joven que conoció por azar.
Una historia terrible. La mala fortuna, un mal encuentro, una asistente social que debía realizar
una encuesta para el Censo Nacional de 2011 , concurrió a una de las tantas casas que le
asignaron. Allí realizó la entrevista y se fue. La historia para ella había terminado, para él recién
comenzaba. En ese encuentro quedó absolutamente enamorado de ella de una forma
patológica.
Éste fue el comienzo de un amor persecutorio. Se obsesionó con ella, la empizó a buscarla, a
perseguirla, consiguió su celular y le mandó mensajes, etc. Su vida entera comenzó a gira en
torno a esta mujer. Los mensajes de texto que le envía, no dejan de ser mensajes de amor,
porque aunque no nos guste admitirlo estamos en una de las dimensiones del amor, en este
caso desde su vertiente patológica.
Ella no respondió, se sintió acosada y terminó yendo a la Comisaría a hacer una denuncia, que
finalmente no hizo porque, en realidad, no le dieron demasiada trascendencia a lo que
sucedía. “Cosas intrascendentes” que después terminan convirtiéndose en fatalmente
trascendentes.
Esto siguió por dos años, hasta que ocurrió el infortunado hecho del baile; allí con casi todo el
pueblo presente, él la “encontró” con su novio, fue a buscar un arma a su casa para después
volver y matarla.
Lo detienen, lo procesan y declaran inimputable, o sea que se determina que no es consciente
de sus actos cuando cometió el homicidio. Por eso es llevado a la Sala 11 del hospital
psiquiátrico Vilardebó, que es la sala para los pacientes judiciales.
La jueza que lo procesó dictaminó la sentencia basada en diferentes pericias técnicas, sobre
todo en la psiquiátrica.
El informe técnico plantea el diagnóstico de erotomanía. La erotomanía es una psicosis, del
grupo de las paranoias. En este tipo de psicosis, la persona se mueve socialmente con soltura y
la locura aparece en una zona bien delimitada, en este caso en el amor o mejor dicho en la
locura del amor. Se trataría entonces de un individuo que está tomado por un delirio amoroso.

El informe psiquiátrico del auto de procesamiento dice lo siguiente:

“…el indagado no es capaz de apreciar la ilicitud de sus actos. Que


impresiona como portador de un delirio pasional y de reivindicación de tipo
erotomaníaco. Este tipo de paciente tiene una ilusión delirante de ser
amado.
G. C. había conocido a la víctima en el año 2011, en oportunidad de la
realización del Censo Nacional, quedando prendado por la misma; poco
tiempo después con una compañera de su trabajo consigue el número de
celular de la misma, y comienza a enviarle mensajes de texto, expresándole
que quería mantener una relación seria con la misma.
En su relato expresa que la misma al principio no le contestaba, pero que él
la veía cuando iba a trabajar, que ella lo seguía, y que una vez lo esperó en
las afueras del pueblo con un hombre.
Expresa además que su intención la madrugada del hecho era hablar con
ella, pero que se cegó cuando la vio con otra persona, y que la misma no
quiso hablar con él. La vio en el baile y al no sentirse correspondido le
dispara a muy corta distancia.
En su imaginación el indagado de alguna forma sentía que la víctima había
correspondido, se sentía con derechos sobre la misma, y no pudo soportar el
rechazo, y verla acompañada por otro hombre.”

El informe psiquiátrico es terminante, aparecen interpretaciones delirantes, en este caso la de


ser amado por ella, lo que parece contradictorio visto el desenlace que tuvo, pero en esta
forma de psicosis no lo es.
Una historia terrible, un azar horroroso, en este caso el de encontrarse casualmente con este
erotómano. Después de ese encuentro cualquier gesto ya es interpretado como un acto de
interés amoroso. Tiene la certeza, y esto es lo fundamental: está convencido de que ella está
enamorada, tiene la convicción que se trata de “una relación”. Todo es leído desde una lógica
implacable sobre el postulado “ella me ama”.
En su relato, el homicida expresa que ella no le contestaba pero él la veía cuando iba a
trabajar; y acá es interesante remarcar lo que manifiesta: “que ella lo seguía”. Esto muestra lo
delirante, ya que él intuye que si ella estaba allí era porque lo amaba, no había posibilidad de
duda. Esta es una de las características principales de este tipo de psicosis.
En su imaginación, de alguna forma, sentía que la víctima le había correspondido y se sentía
con derechos sobre la misma. Verla acompañada por otro hombre fue demasiado, por eso la
asesinó.
El psiquiatra francés Gaëtan Gatian de Clerambault establece que el erotómano transita por
tres fases en su delirio. En la primera fase aparece la esperanza, en la segunda la decepción y
por último, y la fase más peligrosa, el rechazo. En este caso sería muy claro como transita por
estas tres fases.
La esperanza, la fase donde el erotómano se enamora locamente, lo podríamos ubicar en el
año 2011 donde la conoce por primera vez en esa visita por el censo. “Ella me ama, yo la amo”,
“estaremos juntos para siempre”. Este tiempo está cargado de interpretaciones e intuiciones
delirantes. Cualquier elemento de la cotidianeidad puede ser interpretado desde esta lógica
erotomaníaca, por ejemplo en una conversación, en algo que lee en el periódico, en algo que
escucha en la radio, o en mensajes donde intuye que están hablando de lo que esa mujer
siente por él, “indicadores” de ese amor. Puede ser una canción que suena en la radio, un
slogan publicitario, una frase dicha al pasar. Tiene una certeza psicótica que hace imposible
que entre en razón.
La segunda fase es la decepción, y aparece cuando la persona se da cuenta de que no es
correspondido como pretende. En este tiempo se puede deprimir, pero no cesa con la idea
delirante. La certeza de este hombre está basada en que ella lo amaba con pasión, aunque
disimule, e incluso pareciera ante los demás mostrarle indiferencia.
En la última fase del delirio erotomaníaco la historia siempre se vuelve más compleja, oscura y
mucho más peligrosa. La fase del rechazo es donde por lo general la persona toma venganza
contra el objeto de amor: O sos mía, o no sos de nadie. Esto fue lamentablemente lo que pasó
en la escena del baile, cuando la “encuentra” con “otro hombre”.
En la erotamanía se ama sin importarle a la persona si el propio amor, realmente existe como
tal en el partenaire; da por cierto que es así. Es amado y vive para su amor sin importarle nada
ni nadie
La vida nos ofrece buenos y malos encuentros, que a veces producen algunos hechos
trágicamente mortales --que no dependen de nosotros-- como el de esta pobre chica que se
encontró con un erotomaníaco.

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