Los Valores de La Educación - Victoria Camps
Los Valores de La Educación - Victoria Camps
Los Valores de La Educación - Victoria Camps
Educar es, así, formar el carácter, en el sentido más extenso y total del término: formar el
carácter para que se cumpla un proceso de socialización imprescindible, y formarlo para
promover un mundo más civilizado, crítico con los defectos del presente y comprometido
con el proceso moral de las estructuras y actitudes sociales. A eso, a la formación del
carácter, es a lo que los griegos llamaban "ética". Valores éticos son los valores
"sencillamente humanos", de eso se trata, de recuperar el valor de la humanidad.
No obstante, los valores éticos están en crisis. Los valores siempre han nombrado
defectos, faltas, algo de lo que carecemos pero que deberíamos tener. Según Locke, el
malestar, la incomodidad que provoca el deseo de que la realidad cambie y sea de otra
manera. Si estuviéramos plenamente ajustados con la realidad, no cabría hablar de
justicia ni de valores como algo a conquistar, si se hace es porque no se reflejan
suficientemente en la práctica.
Hoy por hoy, el crecimiento económico nos ha hecho creer que sólo vale lo que produce
dinero. Decimos que la prosperidad económica no es más que un paso, necesario pero
insuficiente, para lograr una mayor plenitud humana. El bienestar es un fundamento
ambivalente para la producción de valores éticos. Por una parte, hay que darle la razón a
Aristóteles cuando afirma que la virtud sólo es patrimonio de los seres libres, no de los
esclavos, de quienes tienen tiempo para dedicar su vida a la actividad política porque
otros y otras trabajan por ellos.
También hay que darle la razón a Bertold Brecht cuando dice que lo primero es comer y lo
segundo hablar de moral. Hay que reconocer que el que vive bien se acuerda poco de los
que sufren, que el bienestar material no genera una espontánea solidaridad con los
pobres. Las épocas de menor bienestar, como la actual, no son del todo malas para
recuperar y hacer más presentes los valores; pero también hay que contar con los valores
éticos para superar la crisis económica.
En realidad, los tiempos nunca son buenos para la ética, porque la ética exige, ante todo,
autodominio, que es costoso y nos pide sacrificio y templanza. No hay ética sin una cierta
disciplina, una disciplina razonable sin la cual es inútil tratar de transmitir normas o
hábitos. Ser buena persona hoy no es, únicamente, ser buen ciudadano o buen político,
como pensaron los griegos. Cualquier actividad puede tener dimensiones más o menos
éticas, más o menos humanas. En resumen, no tenemos un modelo de persona ideal, ni
de sociedad, ni de escuela, porque nuestro mundo es plural y esa pluralidad es
enriquecedora, así como la convivencia de las diferencias.
Como dijo Rousseau, la sociedad democrática y racional necesita algo que una a los
individuos, por encima de los intereses particulares, unos "intereses comunes" que
comprometan a toda la humanidad en la empresa de hacer un mundo más humano.
Las palabras valorativas, como igualdad o libertad, no pueden significar algo tan distinto
en otras culturas. La ética se funda también en la historia que se ha encargado de ir
llenando de contenido esos valores. Los valores fundamentales deben serlo en cualquier
parte y en cualquier cultura. Aunque tengamos valores universales, todavía quedan
muchas zonas dudosas y oscuras, donde el consenso es complicado.
Los derechos humanos sólo son absolutos en el enunciado, pero en la práctica suelen
entrar en conflicto unos con otros. El gran defensor de las libertades, John Stuart Mill, dejó
claro que las libertades individuales tienen una sola pero importantísima limitación, que es
el daño al otro. Uno es libre para hacer lo que quiera, salvo aquello que impida las
libertades de los demás.
Protágoras se pregunta, cómo se enseña algo que se define como un saber práctico y no
sólo teórico. Los valores morales pretenden formar el carácter, crear unos hábitos, unas
actitudes, unas maneras especiales de responder a la realidad y de relacionarse con otros
seres humanos. Todo eso, ¿Cómo se enseña a formar para la crítica, a decidir por su
cuenta, con autonomía? Sólo es posible decir cómo no hay que enseñar ética.
El primer paso que hay que dar es tomar conciencia de los conflictos y enfrentarse a ellos
con respuestas colectivas consensuadas. Entender que el conflicto ético siempre depende
de las actitudes, mentalidades y comportamientos individuales.
El gesto, la voz, la mirada, demuestran claramente lo que pensamos o sentimos, más que
mil palabras. Los niños registran esa reacción favorable o desfavorable a su conducta,
asumamos esa conducta y transmitamos a nuestros hijos y alumnos aquellos aspectos de
nuestro mundo que quisiéramos conservar.
Esa libertad es la que dota a la vida humana, por encima de otras vidas animales, de una
dignidad especial. Dice Kant "piensa que el otro es tan persona como tú y trátalo como tal
persona y no como una cosa susceptible de estar sólo a tu servicio. José Luis Aranguren
ha explicado que la persona es "constitutivamente moral", quiere decir que la vida
humana es un proyecto, algo no previamente determinado, ni definido por algo o alguien
ajeno al sujeto que vive. La vida individual es un proyecto que se llenará de contenidos,
los cuales podrán o no estar de acuerdo con las normas morales, pero será un proyecto,
en cualquier caso.
¿Qué es el hombre?
Los griegos limitaron la finalidad del ser humano a la de ser un excelente ciudadano. El fin
de la vida humana era servir a la polis o a la comunidad. El pensamiento cristiano hizo
depender el ser del hombre de la voluntad divina. En cambio, la modernidad proclama la
individualidad de la persona: el individuo es un ser fundamentalmente libre, con derecho a
elegir su propia vida.
El partidario de que se despenalice el aborto, piensa que es posible escoger entre una
vida con dignidad y calidad y otra vida tal vez no querida ni buscada. Piensan que abortar
o no abortar debe ser una decisión individual y libre. Es pedir libertad para que la mujer
decida sobre algo que es todavía parte de su propia vida. El debate en torno a la
eutanasia es parecido. El defensor de la "muerte digna" exige la libertar del moribundo
para decidir sobre ella. Aquí sólo se pide libertad para decidir sobre uno mismo. Por eso la
defensa de la vida, de una vida digna y de calidad, debería ir unida a la máxima libertad
para decidir, si se da el caso, sobre el fin de la misma. que la vida sea de calidad depende
de nuestra capacidad de dominar el supuesto desarrollo técnico y el crecimiento
económico para que no se conviertan en obstáculos para el progreso moral de la
humanidad. La vida humana debería consistir más en ser que en tener. Es cierto que hay
que tener para poder ser alguien. Pero el tener por sí solo no da categoría humana.
"Todos los hombres nacen libres e iguales" es el principio básico por naturaleza. Libertad
e igualdad son las dos reivindicaciones que dan contenido a la justicia. La lucha por la
libertad ha sido más persistente que la lucha por la igualdad en Occidente, pero es la
lucha por la igualdad lo que marca el origen del pensamiento ético-político.
El cristianismo admite a todos los hombres y mujeres, pobres y ricos sin distinción, y les
concede la igualdad ante Dios. predica la caridad y el amor entre los hombres, la ayuda
mutua y el reparto de bienes. Pero sin decisiones políticas y leyes que vigilen su
cumplimiento, las prédicas morales sirven de poco. La religión les pide que confíen y
esperen en un más allá sin miserias y sin diferencias donde serán recompensados.
Tiene antecedentes en el mito de Prometeo que explica el origen de la cultura. Los dioses
encargaron a Prometeo que debía dotar a cada especie de sus capacidades en forma
conveniente. Hermes debía dar a los pueblos el sentido moral (honor) y justicia y
repartirlos igualitariamente y debía expulsar a los incapaces de participar del honor y la
justicia. El orden político se basa en el reconocimiento de la igualdad moral.
Rousseau dice que la existencia de la sociedad se explica por un pacto tácito, no explícito
entre los humanos, que los obliga a respetarse y les garantiza la protección del Estado.
Ese pacto es el reconocimiento teórico de la igualdad de derechos. Según Kant significa
que nadie tiene derecho a convertir al otro en un simple medio para sus fines, que el
deber máximo es reconocer la dignidad de cada persona. En la democracia griega, un
porcentaje elevado de la humanidad quedaba excluido del derecho a la igualdad.
La religión cristiana dejó en claro que la igualdad esperada era la de los bienaventurados
en el reino de los cielos. la innovación de la modernidad es que extiende el universo de
discurso de la igualdad a todos los miembros de la sociedad humana, y nadie debe
quedar excluido de ese derecho. Locke, el padre del liberalismo moderno, entiende que el
derecho de propiedad es uno de los derechos naturales. Y aun cuando la propiedad está
mal repartida, no ve ahí un problema que merezca una solución política.
Adam Smith, abanderado del neoliberalismo, dice que "basta asegurar la libertad de
mercado que garantiza el crecimiento económico, paulatinamente se equilibrarán las
desigualdades". La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, aprobada
por la Asamblea Nacional francesa de 1789 es la proclamación política de la igualdad de
todos los hombres ante la ley, La revolución burguesa francesa significa el fin de los
privilegios de la nobleza. Y aunque no se consigue la igualación real de todos los
humanos, quedan muchos ignorados y desheredados que serán objetivo de las doctrinas
socialistas y marxistas.
A la igualdad en la libertad, Marx dice que es una "libertad formal pero no real" mientras
las condiciones materiales de unos y otros sigan siendo desiguales y dividan a la
humanidad en propietarios y desposeídos, en dominadores y dominados. El uso que
capitalistas y proletarios puedan hacer de esa libertad no es el mismo. El pobre y el rico
no son igualmente libres, aunque lo sean por derecho. Marx dice que no será posible
equilibrar las desigualdades mientras exista la propiedad privada y mientras se mantenga
un sistema económico capitalista que permite que unos acumulen riqueza mientras otros
vendiendo la fuerza de su trabajo apenas pueden sobrevivir.
Los esfuerzos de Marx van dirigidos a sustituir el discurso moralizante y engañoso por
una revolución que modifique las estructuras económicas y transforme la historia. Así el
comunismo es visto como el fin de un proceso hacia una sociedad sin clases, sin
conflictos y sin aparatos represivos, algo así como la utopía de la igualdad en la tierra.
Aunque suponían conocer las etapas que debía seguir la historia, el comunismo no fue la
solución para los países que lo implementaron. El progreso vino por el esfuerzo conjunto
del liberalismo progresista de John Stuart Mill y del socialismo democrático. El modelo del
Estado de bienestar es la innovación más importante de nuestro siglo y el aporte político
más definitivo a favor de la igualdad.
La igualdad de oportunidades:
John Rawls establece como primer principio de la justicia, la libertad igual para todos, la
igualdad de oportunidades para acceder al poder, acceso a la educación, acceso a
puestos de trabajo, protección contra la discriminación por sexo o raza. La igualdad de
oportunidades ha de ser el objetivo que se proponga el Estado como medio para proteger
y asegurar la libertad igual para todos. Para ello, deberá aplicar un reparto desigual
destinado a favorecer a los menos favorecidos. Priorizarlos en la distribución de bienes y
servicios a fin de satisfacer sus necesidades fundamentales. No ha de ser "igualitaria",
sino "equitativa".
El feminismo: El otro gran avance hacia la igualdad, complemento del Estado de
Bienestar, ha sido el movimiento feminista. Los derechos de la mujer tuvieron que ser
reconocidos como derechos específicos, puesto que su inclusión en "los derechos del
hombre y del ciudadano" no les reconocía una real igualdad de oportunidades.
Además de la natalidad, asumida por naturaleza, las mujeres asumen el cuidado de los
enfermos y ancianos, la continuidad de la familia, los quehaceres domésticos, y otros
tantos puntales de la vida social no resueltos más que por el trabajo y el servicio
voluntario y gratuito de la mujer. Trabajo socialmente importante, pero poco reconocido.
Que sean respetadas, las libertades individuales de quienes integran esa cultura
minoritaria y diferente.
Que la diferencia no signifique discriminación, conciencia de superioridad sobre los
"otros", que quedarían excluidos o marginados. No es fácil mantener estos
principios. El tacto, la prudencia y el respeto profundo al otro deben constituir el
subsuelo de las reivindicaciones nacionalistas.
En la práctica, las costumbres, los hábitos, las mentalidades, los estereotipos y sobre
todo, las diferencias económicas, siguen discriminando aun cuando exista una clara
voluntad de superar las desigualdades.
Ahí es donde la educación puede tener un papel imponente. El respeto al blanco igual que
al negro, al pobre igual que al rico, al inválido o al seropositivo, es también un hábito que
se adquiere, como todos los hábitos, por la repetición de actos, por la insistencia en
comportamientos dirigidos a desterrar cualquier forma de separación del diferente por el
simple hecho de ser distinto. La familia, la escuela y los centros educativos son los
espacios idóneos para la formación de tales hábitos.
La nueva escuela moderna generó el lema "educar para la libertad”. Educar sí, pero
persuasivamente, sin castigos ni disciplinas, buscando más la comprensión del niño que
la sumisión ciega. Educar también, respetando las diferencias de cada uno, su carácter,
sus debilidades e inclinaciones, respetando la pluralidad de opiniones y maneras de ser.
Nosotros, acostumbrados a una educación inflexible, nos resultó demasiado brusco el
paso de una escuela a la otra y así caímos en el otro extremo.
Conformes, sin notarlo, con el liberalismo más puro, decidimos que lo otro (los valores, el
cómo hay que vivir, las buenas maneras, el respeto, etc.) se daría por añadidura porque
sí. Pero no es así. Incluso la libertad exige una educación a propósito, porque ser libre no
es fácil, hay que aprender a serlo. Aprender y por lo tanto enseñar a distinguir el para qué
de la libertad, el hasta dónde de la libertad y el sentido de la libertad.
Para que el Estado conozca sus propios límites y no se exceda en sus poderes, hará falta
proclamar unos derechos fundamentales que cualquier poder debe respetar. Estos
derechos son el desarrollo de un derecho primordial: el derecho de todos los individuos a
gozar de igual libertad.La moral no puede ser heterónoma sino autónoma dice Kant. La
ética insiste en la idea de la propia autonomía. Que sea autónoma significa que sus
principios no pueden fundamentarse en una religión o en una autoridad terrenal. No hay
otro origen de la ley moral, que la misma razón humana, de ahí su autonomía. La ley
moral está dentro de mí, yo me la impongo y soy la fuente de mis propias obligaciones y
deberes morales."
Las costumbres y los modos de vida, los códigos existentes, la cultura, me ofrecen, de
hecho, posibilidades de elección para actuar en uno u otro sentido. Para saber cuál de las
opciones es la correcta, debo someterlas al criterio racional y pensar si esa acción podría
convertirse en ley universal de la naturaleza. Sólo es moral lo que es universalizable. Es
mi propia razón la autoridad que me indica si debo o no decir la verdad, ser honrada,
respetar al otro o ayudarle si lo necesita.
Piaget señala que habrá conciencia moral, cuando la moral deje de identificarse con
normas y deberes impuestos por otros y pasa a ser asumida o aceptada voluntariamente.
De pequeño, el niño no tiene otro principio moral que el de la obediencia, obedece las
normas porque teme ser castigado o porque respeta a la autoridad que se las impone. El
"uso de la razón" significa la capacidad de aceptar el deber con autonomía,
voluntariamente, desde la convicción de que es correcto y legítimo. La vida humana es
compleja, y el ser humano vivirá momentos de autonomía y de heteronomía. Tener
conciencia moral significa ganar autonomía, hacer por convicción y no por obligación.
Puede ser utilizada de muchas maneras, bien, mal o regular. Y a ese uso de la libertad se
le llama libertad positiva, que es la libertad "para" hacer esto o aquello. En el ejercicio
positivo de la libertad, es donde podremos decidir si nos dejamos gobernar o nos
autogobernamos, si decidimos por nosotros mismos o alguien o algo decide por nosotros.
Kant dice que la ética es una cuestión de pura lógica: no debemos hacer lo que pensamos
que "no se debe". Las modas que nacen y mueren y que se infiltran en la política, el
trabajo, el ocio, los medios de comunicación y otros, actúan como tiranías escondidas
contra una libertad individual que deja de ser creativa.
Mill le pone un límite a la libertad individual: el daño al otro. Todo debe estar permitido,
incluido el hacerse daño uno mismo, siempre que sea un adulto. El paternalismo sólo es
lícito con los menores que no saben lo que quieren. Sufrimos el autoengaño cuando
pensamos que nos gobernamos a nosotros mismos, pero en realidad seguimos las
directivas del partido, la iglesia, la patria, etc.
La limitación debería salir de nosotros mismos, de saber que un cierto uso de la libertad.
puede producir más daño que bienes, de ahí nacen las leyes que penalizan lo que puede
dañar a otro.
¿Somos realmente libres como pensamos o estamos condicionados por algo externo a
nosotros? Esta pregunta se la han hecho muchos filósofos. Todos aventuraron que no
somos libres. La auténtica libertad no consiste en esta supuesta capacidad de elegir y
tomar decisiones, sino que debería consistir en el "conocimiento de la necesidad".
Vivimos con la convicción de que elegimos entre opciones diferentes y hasta nos
culpamos y culpamos a los demás de las elecciones equivocadas. Éste es el terreno de la
ética, no tener ciencia cierta absoluta del presente y del futuro y deben arriesgar
respuestas. Muchos filósofos quisieron superar la ética, superar eso que delataba la
pobreza de nuestra condición.
Los distintos roles que confluyen en una misma persona le obligan a asumir obligaciones
que puede desempeñar bien o mal. Una madre de familia, al mismo tiempo es profesional
y atiende obligaciones de ciudadana. En cada uno de esos ámbitos, ha de compartir
responsabilidades comunes a otras personas: el padre, los compañeros de trabajo, el
resto de los ciudadanos. Cuanto más público es el rol, más difusas se hacen las
responsabilidades, pero no menos necesarias. Ahí es precisa una verdadera
CORRESPONSABILIDAD. Los males sociales nos afectan a todos.
No todo es culpa de las Instituciones. Ni ellas ni los individuos son capaces por sí solos de
erradicar las injusticias. Todos somos de alguna manera, responsables de los males de la
sociedad. la indefensión en que se encuentran, debería ser un problema de cada
ciudadano que dice respetar la dignidad de las personas. Si la educación transmite
valores éticos a través del ejemplo, ha de creer en ellos como algo con posibilidades de
cambiar la sensibilidad de la sociedad. Es cierto que vivimos condicionados por cantidad
de factores que escapan a nuestro control.
La vida es un proyecto personal abierto: la manera de ser de cada uno tiene un margen
de indeterminación que es el que señala las diferencias morales entre las personas.
Tenemos conciencia moral, dicen los sicólogos, cuando asumimos voluntariamente las
normas, actitudes, respuestas frente a situaciones en que nos encontramos. la ética nos
exige que estas respuestas no se contradigan con nuestros ideales y principios.
Enseñar a ser responsable: ¿Cómo enseñar a vivir? ¿Qué es lo que hay que transmitirle
al niño para que aprenda a asumir responsabilidades? Nuestras sociedades están
organizadas en torno al valor de la vida privada, la formación ética responsable tendrá
que ver, sin duda, con la integridad de la persona consigo misma y con el deber
fundamental del respeto a la dignidad y a la libertad del otro. Pero hoy lo que necesitamos
es, además, que sea asumida por niños y jóvenes, esa responsabilidad compartida a la
que llamo "corresponsabilidad".
Piaget y Kohlberg, los dos pioneros del tema "la formación de la conciencia moral en el
niño", coinciden en afirmar que la formación de la conciencia moral tiene diversas etapas
de desarrollo que culminan cuando el individuo acepta autónomamente sus normas, las
cuales son asumidas no porque sean impuestas, sino porque se consideran válidas y
dignas de ser tenidas en cuenta. Sólo entonces puede decirse que ha adquirido una
conciencia moral.
El ser maduro, en el sentido moral de la palabra, es así el que escoge libremente sus
principios y sabe responder de su comportamiento. Responder quiere decir razonar,
argumentar, justificar el porqué de las propias acciones. Responder a superiores, amigos
colegas, también ante sí mismo, sin duda, la forma más genuina de responsabilidad
moral. Pero también es necesario que aprenda y sepa responder ante la sociedad.
Hay una incoherencia, en nuestros tiempos el pensamiento neoliberal tiende a recortar los
servicios del Estado de bienestar y el pensamiento socialdemócrata pretende preservarlos
y racionalizarlos. Ambas ideologías son incompatibles, esa es una de las causas de crisis
del Estado de bienestar.
La escuela y la familia (junto con la inevitable televisión) son los espacios en que son
socializados los niños. Esa socialización consiste también en enseñar a valorar lo público,
en cuidar la propiedad colectiva, desde el aire a los pupitres.La sensibilización ecológica,
el afecto por la naturaleza, ha tenido en la escuela a un agente importantísimo. El niño
debe aprender que está disfrutando de un servicio pagado por todos, que, aunque
corresponda a su derecho a la educación, implica el deber de saber usar y aprovechar
positivamente esos servicios.
Sucede muy a menudo que el bienestar personal, olvida la responsabilidad que tenemos
con los otros y con lo colectivo. Uno de los grandes problemas colectivos es el de la
CORRESPONSABILIDAD. Los problemas de la humanidad de este final de siglo son
problemas de todos y no puede resolverlos únicamente el ineficiente aparato del Estado,
aunque a él le corresponden las iniciativas, los apoyos y las políticas redistributivas.
¿Se puede esperar resultados positivos de una educación contracorriente? ¿Será la ética
una causa perdida? La responsabilidad ética no es otra cosa, que la capacidad de
responder de los valores que queremos preservar, mantener e introducir en nuestro
mundo. Kant se pregunta ¿Qué puedo esperar si hago lo que debo? Nada más que la
satisfacción de haber actuado como debía.
Con frecuencia deja de ser reconocida y aceptada la dignidad que merece cada ser
humano. La tolerancia y la intolerancia dejan ver el desprecio y rechazo que nos producen
los otros. Cuando reprimimos el rechazo, toleramos lo que nos incomoda. Isaíah Berlin
hace ver cómo la tolerancia siempre implica una cierta falta de respeto, como decir "tolero
tus creencias absurdas y tus actos sin sentido".
La tolerancia es una expresión de la moral mínima exigible a un ser humano: una moral
que ponga freno al egoísmo, que impide ver al otro con compasión. Compasión de sentir
lo que el otro siente y tratar de entender su forma de vivir y comportarse. La dificultad de
aceptar al otro como es se da a todos los niveles. La historia occidental de ejemplos de
rechazo a gitanos, judíos, negros, árabes, homosexuales, sidosos, etc.
Kant la llamó la "sociabilidad insociable" del ser humano: somos y no somos sociables,
necesitamos a los demás y los detestamos por mil razones distintas y a menudo
vergonzantes. Pocas veces lo que provoca intolerancia es razonable, y lo grave es que la
intolerancia trascienda el nivel individual y entre en la vida colectiva.
Isaiah Berlin afirma que "hay que darse cuenta de la validez relativa de las propias
creencias y sin embargo, defenderla sin titubeos es lo que distingue al hombre civilizado
del bárbaro" . Eso no es dogmatismo, es sencillamente, tener convicciones. Los límites de
la tolerancia deben estar, ante todo, en los derechos humanos. Si tolerar al otro es saber
respetar su dignidad y reconocerlo como a un igual, no merece ser tolerado el que , a su
vez, no sabe respetar esa dignidad.
El objeto de la tolerancia son las diferencias inofensivas, no las que ofenden la dignidad
humana. ¿Hasta qué punto una práctica como la clitoridectomía, que desde nuestra
concepción de los derechos individuales es una grave mutilación de las mujeres, debe ser
tolerada cuando la practica otros que tienen sus razones para aceptarla? ¿Hasta qué
punto hay que tolerar la existencia de sectas que utilizan peligrosamente a los menores?
Desde los griegos se ha entendido la ética como el camino hacia la felicidad. La justicia es
la condición necesaria, aunque no basta, para esa felicidad. La justicia trata de procurar la
"felicidad colectiva". No puede ser feliz, aunque se lo proponga, el esclavo, el desposeído
de todo, el marginado. Querer un mundo más justo es, en definitiva, querer un mundo en
el que a nadie se le niegue ese don o ese bien básico. John Rawls sienta las bases del
llamado "Estado de bienestar". Rawls dice que una sociedad bien ordenada ha de regirse
por tres grandes principios de justicia:
Una justicia que se traduzca en políticas concretas que pueda hacerse realidad, para
transformar nuestra sociedad en más justa. Los individuos no deben desentenderse de los
deberes de la justicia. Una sociedad no podrá ser justa si sus individuos carecen del
sentido de la justicia y el sentido de justicia hace a los individuos cada vez más solidarios,
la solidaridad complementa a la justicia.
El Estado de bienestar, al que apuntan las actuales teorías de la justicia nace del énfasis
puesto en los derechos sociales: trabajo, educación y pensiones. Son esos derechos los
que exigen una transformación de políticas gubernamentales, mentalidades y actitudes
individuales. Una transformación hacia la solidaridad, que obliga a emprender tareas
urgentes como la redistribución del trabajo con posibilidades reales, resolver las
discriminaciones étnicas que brotan entre la gente, del miedo y la desconfianza hacia el
desconocido.
No se trata de renunciar a ser individuo para ser ciudadano, sino que ambos sean
compatibles. Hoy los derechos fundamentales parten del derecho a la libertad, el derecho
a esa individualidad única y distinta que tiene sus correspondientes deberes y el que más
debería unirnos es el de la solidaridad. Una solidaridad capaz de contrarrestar el
individualismo que fomenta la sociedad de consumo y la economía de mercado. Debe ser
conservado el individuo ciudadano y solidario con las necesidades e intereses colectivos,
no el individuo consumista.
Virtudes Cívicas: ¿Cómo conseguir que la gente, empezando por los niños, sea más
solidaria? Con mayor civismo, empezando por las cosas, por las plantas, por los
animales, y en especial más respeto a las personas. Crear sensibilidad hacia la
naturaleza y los animales ha sido más sencillo que ser sensible con los semejantes que
padecen. El cine, la televisión y la prensa nos muestran unas relaciones personales
competitivas, agresivas, insolidarias.
Los valores del neoliberalismo ( la moral del éxito) son más atractivos que la solidaridad
socialista. Como ocurre con las demás virtudes, la solidaridad sólo depende de la
creación de HÁBITOS: hábitos cívicos, rutinas que muestren el respeto que nos merece el
otro, porque le cedemos el asiento, no lo atropellamos, procuramos no molestar con
nuestros gritos a los vecinos, le damos una mano si está desvalido, le sonreímos, le
saludamos. Hábitos por otra parte, que si no son inculcados desde la infancia ya no
aparecen nunca y los hábitos alimentan el afecto.
Sean o no justas las causas que se defienden, el medio siempre es agresivo, la violación
sistemática de los derechos de los agredidos. Los fines no justifican los medios, por
dignos y nobles que sean. No se puede conquistar la libertad matando y quitando de en
medio a quien resulta un estorbo, aunque así lo piense un terrorista. Si lo que persigue es
la libertad, un valor ético, hay que ser coherente entre lo que se pide y los instrumentos
que se utilizan para lograrlo.
Hobbes el filósofo, dice que la primera ley de la naturaleza es "buscar la paz, mantenerla
y defendernos por todos los medios que podamos".
Sin Estado, sin leyes, sin justicia, la humanidad viviría en una guerra de todos contra
todos, guiados por su egoísmo y ambición. De ahí que deba imponerse la razón, el pacto
y la sumisión a un gobierno. Kant propone en 1795, una organización internacional de
Estados para prevenir y dirimir legalmente los conflictos. La paz no es un estado natural
de las organizaciones humanas sino algo que debe ser instaurado. La paz es un deber
ético, porque la vida es un derecho de todos los humanos. Quien tiene poder no quiere
soltarlo, las sumisiones son violentas y forzadas.
Ética y Política: Weber da a entender que la actividad política se hace incompatible con
la ética. La ética absoluta os obliga a decir siempre la verdad, a confesar las culpas, a
todo aquello a lo que un político no está acostumbrado. El político debe optar por seguir
fiel a sus convicciones éticas o dejarlas de lado y atender las responsabilidades políticas
que no siempre podrá poner bajo sus principios.
Weber acaba elogiando al "político maduro", el que deja la política cuando el costo es
excesivo para sus convicciones éticas. Es algo parecido al político moral de Kant. El
político para quien la última palabra la tiene la moral y no la política. El origen de la guerra
y la violencia está en la naturaleza humana y en un poder político que es la expresión
evidente de esa naturaleza ambiciosa y corrupta. La ética es el modo de comprometer a
todos en la realización de un mundo mejor, por la formación del carácter del individuo, la
transformación de las actitudes y de cambios.
Educar para la Paz: Tiene pleno sentido hablar de la necesidad de educar para la paz.
Hay que reconocer que tenemos la política que nos merecemos o la política que
toleramos a nuestros políticos. La guerra de Yugoslavia fue una vergüenza por una
política internacional incapaz de resolver los conflictos, y por las sociedades e individuos
que reaccionaron tarde y débilmente ante el sufrimiento de quienes viven en territorios
cercanos.
La educación para la paz intenta poner fin a la violencia estructural que se muestra de
diferentes maneras en nuestras sociedades. Esa violencia está en el terrorismo y el
conflicto armado, pero está también en las relaciones sociales, en el cine, en la televisión,
en actitudes clasistas, xenofóbicas, sexistas, en los comics y dibujos para niños.