Hugo Hirsch - Psicoterapia On Line

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PSICOTERAPIA ONLINE

QUÉ ES Y CÓMO SE PRACTICA


Hugo Hirsch / Marian Durao
PSICOTERAPIA ONLINE
QUÉ ES Y CÓMO SE PRACTICA
Hugo Hirsch / Marian Durao
Autores: María A. Durao - Hugo Teodoro Hirsch.
Psicoterapia online : qué es y cómo se practica - 1a ed . -
San Isidro : María A. Durao, 2020.
152 páginas; 21x14,85 cm. -

Libro digital, Amazon Kindle


Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-86-4761-6

1. Psicoterapia. 2. Tecnología Digital. 3. Salud Mental.


I. Hirsch, Hugo Teodoro, II. Título.
CDD 616.89140285

Edición: Gaspar Segafredo


Arte de tapa: Sebastián Sánchez - www.cuatrotercios.com
Diseño y maquetación: Sebastián Sánchez
Coordinación: Mercedes Castronovo

© 2020, María A. Durao y Hugo T. Hirsch


1ª edición

Editado por Centro Privado de Psicoterapias


Av. del Libertador 6049 1ºA - C1428ARD
Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina.
Teléfono: (+54 11) 4788-9600
info@cpp.com.ar

Queda hecho el depósito que prevé la ley 11.723.


Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser
reproducida sin permiso escrito de los autores.
Hugo Hirsch:
Agradezco a todos los profesionales que nos han ayudado y nos siguen
ayudando a aprender; en particular a Luciano Asiain, Antonela Blanco,
Eunice Correa, Gastón Cabrera, Mercedes Castronovo, Laura Macías, Sole-
dad Macías, Guadalupe Pérez Cano, Alejandra Politis y Lucía Santángelo.

Marian Durao:
A las personas que enriquecieron estas páginas con su generosidad y
experiencia profesional, gracias: Mercedes Castronovo, Gaspar Sega-
fredo, Mariana Maristany, Pilar Arana, Victoria Miguens, Michelle Caba-
bie, Gabriel Castellá, Javier Labourt, Javier Nanni, Ramiro Aguirre, el
equipo de Eje Norte, y, especialmente, Héctor Fernández-Álvarez y Diana
Kirszman por su constante e incondicional apoyo.
ÍNDICE

PRÓLOGO 7

INTRODUCCIÓN 14

CAPÍTULO 1:
MUNDO ACTUAL, PSICOTERAPIA Y TECNOLOGÍA 19

CAPÍTULO 2:
PARA QUIÉN ES EFECTIVA LA TERAPIA ONLINE 36

CAPÍTULO 3:
ALIANZA TERAPÉUTICA EN CONTEXTO VIRTUAL 63

CAPÍTULO 4:
BUENAS PRÁCTICAS: E-ENCUADRE Y MARCO ÉTICO-LEGAL 87

CAPÍTULO 5:
EVALUACIÓN PSICOLÓGICA ONLINE 117

EPÍLOGO 139
SOBRE LOS AUTORES

HUGO HIRSCH

Psicólogo especializado en resolución breve de problemas. Reside


en Buenos Aires, Argentina, donde se desempeña como Socio
Director del Centro Privado de Psicoterapias, una organización
dedicada a proveer programas de asistencia en salud mental a
grandes poblaciones. También es Socio Director de EAP Latina,
empresa que atiende a Programas de Ayuda al Empleado en Amé-
rica Latina. Ha sido presidente fundador de ASIBA, Sociedad Sisté-
mica de Buenos Aires. Es coautor de los libros: Cómo equivocarse
menos en psicoterapia y Estrategias psicoterapéuticas instituciona-
les, la organización del cambio.

MARIAN DURAO

Doctora en Psicología con mención en Neurociencias, Cognitiva


y Sistémica (Universidad de Flores). Magíster con especializa-
ción en Trastornos Emocionales, de Personalidad y Alimentarios
(Universidad de Valencia, España). Psicoterapeuta privada, reside
entre Argentina y Estados Unidos. Profesora de “Uso de nuevas
tecnologías en la práctica de la psicoterapia” en la Diplomatura en
Psicoterapias Efectivas Basadas en la Evidencia e Investigadora en
la Facultad de Psicología de la Universidad de Flores. Coautora del
libro Tratamientos eficaces en Terapia Integrativa (con pacientes
complejos). Expositora en congresos nacionales e internacionales
sobre psicoterapia online.

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PRÓLOGO

NUEVOS CANALES DE ENCUENTRO


Por Marian Durao

Comencé a atender pacientes a través de videollamadas cuando


alguien a quien estaba atendiendo cara a cara en mi consultorio
planteó que al poco tiempo se iría a vivir al exterior. María tenía 32
años cuando inició su terapia presencial, a raíz del temor que le
causaba la mirada de los otros. Este malestar había incrementado
desde que daba clases en la universidad, y ponía en jaque su vida
laboral. Sentía angustia y podía describir todas las reacciones
emocionales (miedo al ridículo, temor a equivocarse, etc.) y físi-
cas (sonrojarse, dificultad para hablar, etc.) que ella sufría y pare-
cían asociadas a la idea de juicios negativos de los demás sobre su
desempeño. Estábamos trabajando con muy buenos resultados
su ansiedad social: los objetivos y las tareas que se habían acor-
dado en la terapia se estaban cumpliendo y esto se reflejaba en su
alivio sintomático. Cuando le surgió la posibilidad de hacer una
maestría en París, María me planteó que quería seguir el trata-
miento a distancia. 
Dos meses antes de que se fuera a estudiar a París dejamos las
sesiones presenciales y comenzamos a encontrarnos a través de
la pantalla de la computadora. Reconozco que desde un primer
momento viví la situación naturalmente. Desde siempre me inte-
resó el desarrollo y el uso de la tecnología. Ya en ese momento me
gustaba descubrir aplicaciones para meditar, grabar notas de voz
como ayuda memoria de ideas, o encontrar distintas formas de
comunicarme a través del celular y la computadora con mi hijo,
que vive en Estados Unidos desde hace años.

7
Al finalizar mi maestría de la Universidad de Valencia en Tras-
tornos de Personalidad y Trastornos Emocionales, intenté traba-
jar con este tipo de problemas incorporando ciertas aplicaciones
con algunos pacientes. Los aportes y la incorporación de Tecno-
logías de la Información y la Comunicación (TICs) al campo de
los tratamientos psicológicos han avanzado notablemente en
los últimos años. La realidad virtual, los tratamientos a través de
videollamadas o terapia por chat y la realidad aumentada, son
solo algunas de las opciones que reflejan la integración entre tec-
nología y salud mental en las últimas tres décadas. La psicología
clínica se ha visto particularmente influenciada y transformada
por estos avances tecnológicos. 
Retomando el tema de mi primera e-paciente y del plan de
“ensayar” la continuación del tratamiento una vez que estuviera
en París, me sorprendió que ella se sintiera cómoda y que, con-
siderando el tiempo de traslado entre su casa y mi consultorio,
se preguntara cómo no lo habíamos implementado antes. El tra-
tamiento de María continuó desarrollándose de manera efectiva
según los objetivos y las tareas que nos habíamos propuesto.
Otra experiencia interesante en relación a cómo el número de
e-pacientes en mi agenda semanal fue incrementando, es el caso
de Tini. Unos años atrás habíamos iniciado y concluido su trata-
miento en Buenos Aires. La terapia había sido efectiva: se habían
alcanzado los objetivos propuestos. Tiempo después, Tini se mudó
al Reino Unido y me contactó para trabajar ciertas dificultades vin-
culares, en una relación de pareja con alguien perteneciente a otra
cultura. Si bien había considerado iniciar un tratamiento cara a
cara en el lugar donde vivía, se enfrentó a las dificultades propias
de comenzar un nuevo proceso de psicoterapia con un profesio-
nal que hablaba un idioma diferente, pertenecía a otra cultura y

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cobraba honorarios más altos a los que acostumbraba pagar en su
país. Estos motivos, sumados a la valoración positiva que tenía del
tratamiento que habíamos llevado a cabo anteriormente, posibi-
litaron una segunda parte de la terapia a través de videollamada.
Con el correr del tiempo, estos primeros e-pacientes comenza-
ron a derivarme a personas que buscaban iniciar tratamientos con
características similares a los que estábamos llevando adelante
con ellos. Este fue el caso de Jazmín, una paciente con quien ini-
ciamos y concluimos un tratamiento muy efectivo en relación a un
trastorno de ansiedad, que le causaba un gran malestar subjetivo
y la incapacitaba en sus relaciones interpersonales. No conocí a
Jazmín fuera del entorno virtual. Ella fue la primera de muchos tra-
tamientos realizados de esta manera. 
Con el tiempo y acorde a la complejidad de algunos pacientes,
trabajamos con la Dra. Mariana Maristany de la Fundación Aiglé,
quien llevó adelante evaluaciones psicológicas online que se suma-
ban al diseño de tratamiento. Según la demanda del paciente, en
algunos casos fue necesario incluir consultas con otros profesio-
nales (por ejemplo, nutricionista). Asimismo, junto con los inves-
tigadores Etchezahar, Ungaretti y Genise, diseñamos la ESGO: test
de propiedades psicométricas de la Escala de Síntomas Globales
Online, publicado y utilizado en diversos países.
Al mismo tiempo, inicié mi doctorado y decidí que mi tesis doc-
toral se basaría en entender más sobre la terapia realizada a través
de internet. Partía de la experiencia de haber atendido ya a dece-
nas de pacientes con este formato alrededor del mundo. 
A lo largo de estos años pude darme cuenta de que la incor-
poración de herramientas tecnológicas está cambiando la vida de
muchas personas en general, de terapeutas y de pacientes en par-
ticular. Las videollamadas, las tareas intersesión llevadas a cabo

9
a través de notas de voz, los mensajes de texto, son solo algunas
de las expresiones tecnológicas que nos acompañan diariamente a
mis pacientes y a mí, en el camino de alivio del malestar que reco-
rremos juntos.
Por otra parte, es probable que los profesionales de la salud
mental nos enfrentemos a nuevas dimensiones de la psicopatolo-
gía, debido a la sobreexposición o falta de regulación de la tecno-
logía en nuestras vidas. Así como en algunos aspectos los avances
en los dispositivos y la conectividad pueden beneficiar a muchos,
en otros casos pueden conllevar consecuencias negativas. En el
futuro puede suceder que estas nuevas dimensiones se encuen-
tren plasmadas en los manuales psiquiátricos y haya especializa-
ciones y formación para los terapeutas que estén interesados en
trabajar con este tipo de formatos y dispositivos. Sin duda, las nue-
vas generaciones de terapeutas se verán atravesados aún más por
desarrollos y posibilidades que brinde la proliferación tecnológica. 
Entretanto queremos sumar el aporte preliminar que cada uno
de nosotros ha realizado por su parte. 

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EFICIENCIA DE LA TECNOLOGÍA EN PSICOTERAPIA
Por Hugo Hirsch

Llegué a la terapia por videoconferencia por un camino diferente al


de Marian. Como director del Centro Privado de Psicoterapias, tra-
bajo desde hace más de 40 años formando terapeutas en un enfo-
que sistémico estratégico. La supervisión con el uso de cámara de
Gesell y grabaciones de audio y video es fundamental en este tipo
de encuadre. Se podría decir, incluso, que esta orientación nació
asociada al uso de tecnología. Por ello, a lo largo de estos 40 años,
fuimos incorporando naturalmente herramientas tecnológicas.
La primera de estas incorporaciones fue la historia clínica
informatizada, sesión por sesión, que permite sistematizar el
registro de forma más ordenada, y cumplir así con la evaluación
de las intervenciones y de sus resultados en el proceso terapéutico.
Luego, en parte por casualidad y en parte por necesidad, comen-
zamos con las supervisiones en vivo a distancia. El terapeuta se
conecta desde su celular o computadora con el equipo que debe
supervisar, cuyos miembros pueden estar en el mismo lugar o dis-
tanciados geográficamente. La cámara y el micrófono se posicio-
nan para que se transmita la sesión en vivo. En el transcurso de la
sesión, el equipo puede intervenir llamando, del mismo modo que
en la ya tradicional cámara de Gesell. Los miembros del equipo
terapéutico se encuentran comunicados y reunidos de manera
sincrónica y remota. 
Las ventajas son las mismas que la cámara de Gesell: el equipo
observa desde afuera y ayuda a realizar intervenciones más efec-
tivas. Por otra parte, no es necesario contar con una habitación
acondicionada con un vidrio de visión unilateral, ni estar todos en
el mismo lugar físico. 

11
El hecho de que el consultante no tenga que movilizarse para ir
a un lugar donde lo espera un equipo de profesionales enfocados
en ayudarlo, podría disminuir el impacto terapéutico positivo que
de por sí tiene la situación. Sin embargo, más consultantes pue-
den beneficiarse de la supervisión (o de la terapia) con el uso de
las tecnologías que aquí describimos. Por otra parte, el dispositivo
facilita la grabación y reutilización de las opiniones y los debates
del equipo profesional, a favor de otras supervisiones de casos
similares y de la formación de psicoterapeutas. Esto exige siem-
pre la previa autorización del paciente. El impacto de la novedad
que implica la supervisión con tecnología favorece la disposición
de los consultantes a tomar en consideración las opiniones del
equipo. Uno de los casos de nuestros terapeutas lo ejemplifica:
una pareja que accedió a ser observada por un grupo de supervi-
sión, a través de una aplicación de videoconferencia. Tras aprobar
de muy buena gana la propuesta, la pareja mostró mayor dispo-
sición a tomar en cuenta las observaciones del equipo que en la
etapa anterior del tratamiento.
Estas son consideraciones provisorias que se podrían ir modifi-
cando con la práctica y el paso del tiempo. Después de las supervi-
siones en vivo, comenzamos a incursionar sistemáticamente en el
campo de la psicoterapia por videollamada. Al dirigir una organiza-
ción corresponde usar el plural. Desde el Centro Privado de Psico-
terapias facilitamos el servicio a grandes poblaciones de prepagas
u obras sociales. Una manera de dar accesibilidad y proporcionar
el servicio es brindar atención por videollamada. Empezamos a
implementarlo con poblaciones alejadas de los grandes centros
urbanos; con ese objetivo desarrollamos un equipo especializado
de terapeutas. Esto nos obligó a diseñar un protocolo que aten-
diera principalmente a las cuestiones de seguridad y confidencia-

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lidad de los consultantes, para mantener intacta su confianza en
el proceso terapéutico. Entre otras cuestiones, esto implica el uso
de plataformas que respeten ciertas normas, la verificación de la
identidad del paciente, que este pueda estar en un lugar privado y
que la conversación no pueda ser oída ni registrada por terceros.
Hoy en día la psicoterapia por videollamada en tiempo real se
difunde más allá de las poblaciones alejadas, incluso entre perso-
nas que se encuentran en el mismo barrio. Es un nuevo dispositivo
a reconocer e implementar a conciencia, aunque aún en fase de
exploración. Este libro es una bitácora que ordena y describe lo
que Marian y yo hemos estado descubriendo en este terreno des-
conocido de la psicoterapia online.

13
INTRODUCCIÓN

“Cualquier tecnología suficientemente avanzada


es equivalente a la magia”. Arthur Clark.

“El espíritu humano debe prevalecer ante


la tecnología”. Albert Einstein.

El mundo está cambiando a velocidades impensadas. Los pro-


nósticos futurísticos del pasado no pudieron prever el alcance y
la complejidad de la globalización y la tecnología digital contem-
poránea. Especialmente, respecto a la red en la que estamos vir-
tualmente conectados veinticuatro horas al día y de su impacto en
nuestra cotidianidad; trabajo, vínculos afectivos y sociales, distrac-
ciones, y tantos otros ámbitos vitales.
La interconexión en línea modifica no solo la forma práctica
de hacer las cosas, como puede ser la de hacer compras desde
el celular, hacer home office o realizar un trámite de una par-
tida de nacimiento a través de la página del ente gubernamental
correspondiente. También transforma la propia vinculación con
la realidad; algo se modifica en nuestra forma de ser y en nuestra
forma de relacionarnos con el mundo. La tecnología se plantea
como una extensión de uno mismo. Por ejemplo, la posibilidad

14
de relacionarse virtualmente con un ser querido que vive en otro
país a través de videollamada, incluye a la tecnología en la cons-
trucción y actualización afectivo-emocional de esa relación. En
este sentido, es importante tener en cuenta lo dicho por Eins-
tein, respecto a que la tecnología no ha de estar por encima de
nuestra humanidad, sino al contrario. En este sentido, el desafío
es la constante humanización de la tecnología. Pensar y accio-
nar la tecnología como un medio, para facilitar el fin del vínculo
humano. Este objetivo es el que nos proponemos aquí respecto a
la psicoterapia y su integración tecnológica.
Como ocurre con tantas otras disciplinas, la psicoterapia tam-
bién es tocada y transformada por las nuevas dinámicas. Es así que
prolifera y se difunde cada vez más la modalidad de psicoterapia
online. En el contexto actual de globalización y virtualización de
las prácticas humanas, la psicoterapia online es tanto una posibi-
lidad como una necesidad. La eligen varias personas por distintas
circunstancias, como la comodidad en caso de quien tiene una
agenda muy ajustada o la afinidad cultura de un expatriado con
un terapeuta de su país de origen. Sin embargo, en algunos casos
se vuelve una necesidad. Como ocurre durante la pandemia por
el coronavirus vivida en 2020 y la cuarentena mundial a la que ese
peligroso microorganismo nos ha obligado.
La gran interconexión global, que no solo es virtual, sino cor-
pórea, económica, cultural y social, ha traído problemáticas trans-
nacionales que exceden las fronteras. Entre otras, las catástrofes
ambientales, las crisis financieras y las pandemias que la huma-
nidad provoca y sufre. La psicoterapia online se volvió una nece-
sidad en muchos sentidos. En el caso de la mencionada pande-
mia por el coronavirus covid-19, el aislamiento obligatorio de la
gente implicó la imposibilidad de traslado y el distanciamiento

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social, por lo que la continuidad de toda terapia presencial exigió
su adecuación al dispositivo virtual. Por otro lado, el aislamiento
y el corte en el andamiaje del mundo y en la cotidianidad de las
personas, produjo una gran crisis colectiva que repercutió indivi-
dualmente en la estabilidad emocional de muchos.
El nuevo contexto global y vincular nos llama a los psicotera-
peutas a repensar formas y dispositivos, a sumar de manera con-
creta y sistemática a la tecnología en nuestra práctica. La propia
experiencia clínica de los últimos años nos ha permitido ir descu-
briendo posibilidades en esta incorporación de herramientas tec-
nológicas. Los instrumentos actuales permiten aumentar la trans-
misión de la información de manera sencilla. Estos se encuentran
al alcance del público y de los psicoterapeutas, sin exigir más
conocimiento tecnológico que el requerido por el uso cotidiano de
teléfonos móviles, tablets, computadoras portátiles y de escritorio.
La tecnología ha tenido un rol importante en los cambios y el
desarrollo de la psicoterapia, a lo largo de sus poco más de cien
años de edad. Más allá del diálogo que sigue siendo el núcleo de
la terapia desde Freud hasta nuestros días, la incorporación de
recursos como la filmación, la conexión a distancia, la incorpora-
ción de opiniones de otras personas, los mensajes de chat, la uti-
lización de aplicaciones, permitió abrir nuevas dimensiones a la
práctica clínica. Entre los ejemplos está la grabación de sesiones
para su posterior supervisión y análisis minucioso de intervencio-
nes, con el fin de evaluar y mejorar su efectividad. También el uso
de realidad virtual para el tratamiento de fobias en la potenciación
de la técnica de la desensibilización sistemática. Finalmente, las
sesiones por videollamada en tiempo real. Esto crea diferencias
sutiles en el tratamiento psicológico, que todavía no estamos en
condiciones de comprender ni de aprovechar totalmente.

16
Son varios los interrogantes que surgen. ¿La psicoterapia
online es igual de efectiva que la psicoterapia presencial? ¿Hay
problemáticas no abordables por esta modalidad remota? ¿Hay
problemáticas que sería recomendable abordar específicamente
desde la psicoterapia online? ¿Debiera incluirse como una moda-
lidad complementaria de la psicoterapia presencial, o es una
forma de tratamiento independiente? ¿Cuáles son las prácticas
que puede adoptar el terapeuta para optimizar la dinámica tera-
péutica online?
Este libro explora respuestas posibles a esas preguntas fun-
damentales, sin olvidar el eje de la psicoterapia. Este refiere al
encuentro de dos o más personas: uno/s que buscan ayuda para
resolver y aliviar una condición o situación que les implica sufri-
miento; y, otro, que cuenta con las herramientas psicológicas para
aliviar ese malestar y favorecer el desarrollo subjetivo de quie-
nes asiste. La incorporación de tecnología, lejos de ser un nuevo
modelo teórico o una nueva escuela psicológica, es una manera
innovadora y cada vez más usual de facilitar ese encuentro, a través
de canales y dispositivos a distancia, en tiempo real o de manera
asincrónica. Seguramente el uso sistemático de estas tecnologías
dará lugar a datos que permitan nuevas teorías o el refinamiento
de las actuales. Desde nuestro punto de vista, enfocaremos en la
terapia online en tiempo real, a través de videollamada, por consi-
derar fundamental mantener la base de la psicoterapia: el encuen-
tro y el vínculo paciente-terapeuta.
Desde ya, el dispositivo online implica ciertos cambios en
la construcción de la alianza terapéutica, en el encuadre y su
dinámica. También, el agregado de varios recursos tecnológicos
para intervenciones y para las tareas que se proponen entre un
encuentro y el siguiente, con la idea de que el tratamiento sea

17
un continuo. Asimismo, habrá que plantear las posibilidades y
limitaciones respecto de las evaluaciones psicológicas y los psi-
codiagnósticos, en el marco de esta modalidad. Y la cuestión fun-
damental de la dimensión ética y legal. La psicoterapia online
plantea desafíos en este último aspecto que han de ser pensa-
dos: desde qué plataformas utilizar para asegurarse el respeto del
secreto profesional, hasta la superposición de marcos legales en
el caso de un espacio terapéutico compartido entre un paciente y
un terapeuta que residen en países diferentes. Cada uno de estos
temas será desarrollado en los próximos capítulos.

Esperamos que este libro pueda echar luz sobre estas y otras
cuestiones, que se hallan en continuo movimiento.

18
CAPÍTULO 1

MUNDO ACTUAL,
PSICOTERAPIA Y TECNOLOGÍA
“Los terapeutas deben convertirse en mejores artesanos.
Esto no significa ignorar los principios sino aplicarlos de
forma creativa, consistentemente con las variaciones y per-
mutaciones en las características y problemáticas presen-
tadas por sus pacientes. Si los terapeutas son solo técnicos,
nunca enfrentarán los problemas complejos que se presen-
tan en la práctica clínica”.  Larry Beutler.

De pronto la distancia ha tomado un rol muy particular en nues-


tras vidas. La pandemia por covid-19 la ha puesto en un lugar
central de nuestra cotidianeidad. Cuando este libro fue pensado
el contexto era totalmente distinto. Éramos pocos los terapeutas
que trabajábamos a distancia. Aunque se preveía que el número
de profesionales aumentaría, nunca imaginamos que la mayoría
de las personas tendría que trabajar desde sus casas, y continuar o
iniciar sus tratamientos terapéuticos con el formato online.
Antes de la pandemia, había algunos factores que podían
predecir el incremento de los tratamientos terapéuticos a dis-
tancia. El paulatino aumento de las consultas médicas generales
online y la opción que algunas prepagas ofrecían a sus afiliados
para realizar tratamientos virtuales. Por otra parte, en el caso
argentino, el éxodo de muchas personas (por ejemplo, la canti-
dad de jóvenes que se ha ido recientemente a Australia en busca

19
de mejores oportunidades) y la conveniencia de los honorarios
de los terapeutas argentinos, en relación a los honorarios en el
exterior. También suele ser más fácil hablar de las propias emo-
ciones con alguien que comparte el mismo idioma y cultura. En
este momento, tanto pacientes como terapeutas, enfrentamos el
desafío de comunicarnos empáticamente, a través de un moni-
tor. Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de tratamientos
a distancia?
Cuando hablemos de un “tratamiento terapéutico a través de
videollamada” nos referiremos a un proceso de videoconferencia
bidireccional, en tiempo real, que permite generar una interacción
e intercambio entre un profesional de la salud mental (terapeuta,
analista, etc.)  y un paciente o pacientes (pareja, familia), a través
de medios tecnológicos que facilitan la captura de información
(cámara y micrófono), su transporte (entendido como ancho de
banda, codificadores y decodificadores audiovisuales) y visualiza-
ción (a través de una pantalla/monitor). 

Ahora bien, ¿para quién -un tratamiento online- se convierte
en un recurso valioso? A nuestro criterio:

• Personas con discapacidad física o trastornos físicos y/o men-


tales que le impidan desplazarse al encuentro presencial.
• Pacientes y terapeutas que viven en áreas remotas o lejos de
las grandes ciudades, donde se encuentran los centros y uni-
versidades que facilitan los mejores tratamientos y la forma-
ción terapéutica más adecuada y actualizada.
• Personas que se encuentran en una situación de vulnerabili-
dad social (con dificultades para trasladarse por irrenunciables
compromisos laborales y familiares de supervivencia), y, que,

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aun así, tienen acceso a internet y dispositivos que faciliten la
comunicación.
• Personas extranjeras que pueden iniciar o continuar un
tratamiento psicológico con un terapeuta que comparta su
misma cultura.
• Personas que viven en pueblos pequeños y prefieren evi-
tar la estigmatización por tratarse con el profesional de salud
mental de su comunidad, o por trasladarse para visitar a un
profesional en otro lado.
• Personas cuyas agendas laborales o familiares no les permi-
ten tomar el tiempo de la sesión más el tiempo de traslado al
consultorio del profesional.
• Terapeutas que puedan acceder al entorno de sus pacien-
tes en beneficio del tratamiento (por ejemplo, con pacientes
acumuladores).

Lejos de ser exhaustivo, este listado pretende reflejar casos


donde puede ser beneficioso el encuentro virtual de dos personas
que están distanciadas geográficamente, pero tienen como meta
común la conexión empática de sus mentes a favor de un trata-
miento efectivo. Dos pantallas que conectan dos mentes con obje-
tivos específicos en relación a la salud mental.
En el contexto de la pandemia del covid-19 todos nosotros
podríamos incluirnos en esta lista, ya que nos encontramos impo-
sibilitados de movernos libremente debido a las cuarentenas que
fueron implementadas en los distintos países del mundo. Estamos
escribiendo este libro en un momento histórico. Esta pandemia
ha esparcido sufrimiento, aislamiento, pero también desafíos que
plantea la experiencia. Sabemos que la combinación de sufri-
miento y aislamiento es peligrosa. Por lo tanto, la situación puede

21
generar mucho malestar, y así el servicio que pueda brindar un
psicólogo cobra aún mayor sentido en estas circunstancias. Por
otro lado, muchas personas que no habían tenido contacto con el
formato a distancia se han visto obligadas a probarlo, aprenderlo o
aceptarlo, para poder comunicarse con otros a través de un moni-
tor. Tal vez, las terapias online, comiencen a ganar muchos adep-
tos, a partir de este momento.
Por otra parte, si bien existen referencias plasmadas en artículos
científicos que describen tratamientos con pacientes que padecen
esquizofrenia,  bipolaridad y otros trastornos severos, considera-
mos que son casos donde la terapia online debería revisarse con el
equipo de profesionales intervinientes. ¿Cuáles son los criterios de
exclusión generales a la hora de tomar un paciente online?

• Pacientes no verbales que se encuentren solos a la hora de


la comunicación online (no obstante, sabemos de pacientes
autistas que sí han seguido sus tratamientos acompañados por
sus cuidadores).
• Pacientes con planificación suicida o riesgo cierto e inminente.
• Pacientes severos (esquizofrenia y otros trastornos psicóticos,
bipolaridad, deterioro cognitivo significativo, etc.).
• Pacientes con consumo severo de drogas o alcohol.

Es probable que en el futuro haya nuevos protocolos y tra-


tamientos validados empíricamente, que faciliten la conexión
online para este tipo de patologías, que podrían definirse como
graves. De hecho, ya se han comenzado a atender algunas consul-
tas psiquiátricas integrando el formato online, aunque de forma
controlada y con recaudos especiales. Un ejemplo es el de un
joven estudiante de intercambio que se presentó a una consulta

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en Buenos Aires, por la renovación de recetas psiquiátricas. Al ser
menor de edad, el psiquiatra lo recibió y realizó una entrevista
conjunta con los padres conectados por videollamada desde otra
ciudad. Con el consentimiento de los tres, el psiquiatra sugirió un
cambio de medicación. Los tratamientos grupales, que son muy
efectivos para aquellos que se encuentran en la última parte del
listado de criterios de exclusión, se desarrollan bien en el formato
online grupal.
Retomando a Beutler, los terapeutas debemos convertirnos en
mejores artesanos, aplicando de forma creativa las nuevas herra-
mientas. Las variaciones y permutaciones no surgen solamente
a partir de la demanda de los pacientes, sino también a partir de
cómo nosotros, artesanos de la mente y de la cura por la palabra,
podemos ayudar creativamente -apoyados en la evidencia cientí-
fica- a quien padece.

El caso Mila

Mila, una joven argentina de 25 años, se encontraba en Roma


cuando consultó a una terapeuta online, en enero de 2014. Su
madre sabía que ella tenía “dificultades con la comida” y consultó
con una médica especializada en nutrición, que las puso en con-
tacto con la psicoterapeuta. En el primer encuentro, Mila relató
que era la tercera hermana de cinco hijos de padres divorciados.
Desde muy chica había sido “la distinta”; esto se agravó por no
haber estudiado abogacía, ya que la gran mayoría de sus familiares
eran abogados o escribanos y trabajaban en el estudio que llevaba
su apellido. Mila había decidido estudiar psicopedagogía, profe-
sión para la cual sentía un auténtico llamado vocacional. Había

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realizado una maestría en Estados Unidos con un préstamo fami-
liar que estaba muy preocupada por devolver. 
Estaba en Roma porque allí había conseguido un trabajo que
implicaba atender a una niña con problemas motrices graves y de
aprendizaje. Cuando llegó a Italia las condiciones de trabajo dis-
tintas a las acordadas la tomaron por sorpresa. Debía trabajar más
horas por semana de las planeadas y la familia con la que convi-
vía tenía un trato frío y distante. Toda la situación la llevó a tener
diariamente sentimientos negativos de frustración. Por otro lado,
tampoco contaba con una red social y en sus pocos ratos libres
sentía aburrimiento, angustia y “comía desmedidamente”. Vivía en
la misma casa que la familia y contaba con una habitación y una
cocina independiente, que permitía la privacidad necesaria para
que ocurrieran esos episodios.
Cuando se contactó con la terapeuta a distancia, su demanda
fue muy clara: sentía mucha ansiedad, tenía atracones (grandes
cantidades de comida en un lapso corto de tiempo) y luego vomi-
taba. Tenía episodios de llanto, en los que desesperaba y no sabía
a quién acudir.  En el momento de la consulta, estos atracones
podían suceder entre cuatro y seis veces por día. Al mismo tiempo
que comenzó el tratamiento a través de videollamadas, se soli-
citó una consulta, con el mismo tipo de formato, con una doctora
especializada en trastornos alimentarios. La profesional prescri-
bió, de manera urgente, ciertos análisis clínicos, que Mila realizó
en Roma. Los resultados indicaron que la paciente tenía algunos
valores muy bajos que ponían su vida en riesgo.
Mila refería: “La situación se me fue de las manos y estoy deses-
perada”; “como grandes cantidades de comida cuando estoy abu-
rrida, angustiada o cuando pienso en mi trabajo”; “esto me pasa
desde hace meses y estoy fuera de control”.

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Dada la situación, el equipo de profesionales decidió aconse-
jar que la madre fuese a buscarla y que volvieran a la Argentina,
puesto que el tratamiento requería análisis clínicos frecuentes,
y, posiblemente, una internación.  Se trabajó con la paciente de
manera presencial e interdisciplinaria (médica nutricionista, psi-
quiatra, psicóloga individual y psicólogo familiar). El tratamiento
fue efectivo. Hubo remisión sintomática y se logró la resolución
de ciertos problemas familiares que estaban muy vinculados a
su padecimiento. Esta mejoría le permitió volver a Italia un año
después, tras conseguir un nuevo trabajo con buenas condiciones
laborales, acompañada de su pareja que estudiaría un posgrado
en el mismo lugar. La terapeuta trabajó con Mila hasta principios
del año 2017: ella había logrado superar su trastorno alimentario,
mejorar algunos de sus problemas familiares y construir un buen
vínculo de pareja. Entre las dos, estuvieron de acuerdo en consi-
derar que los objetivos del tratamiento se habían cumplido y que
tendrían contacto en caso de que ella lo necesitara. 
En agosto de 2019, la paciente tomó contacto nuevamente con
la terapeuta para retomar tratamiento. Por sugerencia de algunos
amigos, había consultado previamente a una terapeuta argentina
residente en Milán, ciudad donde Mila vive actualmente junto a
su pareja. Consideró que trabajar cara a cara podía ser una buena
idea. Ya en la primera sesión presencial supo que no iba a volver.
Volvió a contactarse con la primera terapeuta con una demanda
muy distinta a la anterior: quería trabajar la relación con su novio,
sus enojos y la poca tolerancia que tenía a ciertas situaciones que
no resultaban como ella las había pensado. 
En la primera sesión de la segunda etapa del tratamiento dijo,
entre otras cosas: “No me resultó el encuentro cara a cara con la
psicóloga de acá, tenía una manera distinta de trabajar”; “nosotras

25
trabajamos muy bien juntas”; “estoy muy feliz de sentir que retomé
la terapia”. 
Este caso sirve para ilustrar varios puntos. En la primera
etapa, la terapia online permitió abordar un caso complejo, que
incluía un trastorno severo sin red social, en un contexto cultural
ajeno. Este contacto virtual permitió construir objetivos, a corto y
mediano plazo, a favor de la desarticulación de un malestar anu-
dado: primero la escucha y la contención aún a la distancia, luego
los análisis clínicos, la necesidad de acompañamiento y conten-
ción familiar que implicó el regreso a Buenos Aires, y la posterior
indicación de tratamientos cara a cara con los distintos profesio-
nales involucrados. Todo esto permitió acortar el tiempo de recu-
peración y disminuir el riesgo de vida. Una vez superada la fase de
riesgo para la paciente, se continuó con el tratamiento a distan-
cia. El intenso vínculo establecido, siguió fortaleciéndose; lo cual
demuestra que el contexto virtual no disminuye la construcción de
alianza terapéutica.
Por otra parte, este caso también permite replantearnos los
criterios de exclusión en relación a la severidad de los pacientes,
posibilitando en algunas situaciones la inclusión de la modalidad
online, de forma más o menos complementaria con la presencial.
Esto ha de analizarse caso por caso.
Por otro lado, la decisión de la paciente de retomar contacto
con la terapeuta en 2019, después de haber tenido una sesión pre-
sencial con una profesional argentina en Milán, reafirma la conti-
nuidad y solidez de la alianza terapéutica. Un vínculo erigido en la
primera parte del tratamiento, cuyos fundamentos se construye-
ron en el comienzo online y fueron reforzados por los resultados
positivos finales. Los objetivos y las tareas se lograron cumplir a
través de ese fuerte vínculo interpersonal,  pero también gracias

26
a la adaptación y facilidad de la paciente para trabajar en el con-
texto online. Ante la nueva problemática ella pudo haber elegido
alguien de su misma cultura en el formato presencial, pero optó
por retomar su terapia anterior, mantener el vínculo consolidado
y utilizar el contexto online con nuevos objetivos. En palabras de
la paciente: “Si bien ahora me pasan otras cosas, tengo que tra-
bajar otros temas, siento que nos va a ir tan bien como nos fue la
primera vez”. Este caso ejemplifica a grandes rasgos diversos mati-
ces de la terapia online: criterios de exclusión, alianza terapéutica
online, su inclusión en un tratamiento interdisciplinario y demás
variables que se ponen en juego cuando alguien decide comenzar
o mantener un tratamiento a distancia.

Recorrido histórico

Para entender la situación actual, cabe preguntarse cómo y


cuándo comenzó esta integración entre psicoterapia y tecnolo-
gía. Para responder a esta pregunta debemos mirar hacia princi-
pios del siglo XX cuando aparecen las primeras incorporaciones
de la tecnología en el ámbito de la salud mental. Arnold Gesell,
psicólogo y pediatra estadounidense, funda en 1911 la Yale Cli-
nic of Child Development, institución donde se implementó el
uso de un ambiente acondicionado como un consultorio o sala,
en el que una de sus paredes era un espejo de visión unilateral
que permitía observar de un solo lado. Quienes eran observa-
dos, evaluados y/o tratados no podían ver a los observadores
que estaban del otro lado. De esta manera fue evaluada y gra-
bada la conducta de cientos de niños en condiciones cuidado-
samente controladas. 

27
En 1953, Charles Fulweiler implementa la Cámara Gesell en
sus tratamientos psicoterapéuticos e influye profundamente en
la evolución de las terapias sistémicas. Años más tarde, en 1959,
se funda en Palo Alto el Mental Research Institute (MRI) con el
objetivo expreso de estudiar y formalizar un método de terapia
familiar. El uso de la Cámara Gesell cambia la estructura de la tera-
pia: la supervisión pasa a ser mayormente en vivo, con la ayuda
del espejo de visión unilateral. Los intercomunicadores (teléfonos
que conectan ambas partes) facilitaban la comunicación entre
el terapeuta que se encontraba trabajando con los pacientes y el
supervisor y el equipo, del otro lado del espejo. Distintas escuelas
del paradigma sistémico comenzaron a utilizar videos, filmadoras
y micrófonos con fines terapéuticos y/o didácticos. De esta forma,
la tecnología se incorporó a la cotidianidad de la práctica clínica y
la cambió radicalmente, tanto para este modelo teórico como para
muchos otros que la incorporaron posteriormente. 
Lo fundamental es que, en ese encuentro sincrónico entre los
profesionales de la salud mental y sus pacientes, se produce la pri-
mera integración masiva entre la psicoterapia y las herramientas
tecnológicas. Diversos terapeutas alrededor del mundo comien-
zan a utilizar grabaciones y micrófonos como parte de los diseños
terapéuticos, y se convierten, de este modo, en los precursores de
la integración actual entre psicoterapia y tecnología. 
La siguiente gran revolución que produce la fusión de tecnolo-
gía con práctica clínica, es la posibilidad de atención a distancia,
lo que recibe el nombre formal y abarcativo de telesalud. Dentro
de este mundo complejo, la telepsiquiatría puede considerarse
pionera en este campo, ya que es la más antigua en lo que refiere
a la telesalud en general (Richardson y Simpson, 2015).  El prefijo
“tele” hace referencia a la distancia entre los interlocutores, como

28
se implementó en el caso del Instituto de Psiquiatría de Nebraska
en Omaha y el Hospital estatal Norfolk, donde realizaron el pri-
mer enlace de video interactivo para una consulta en 1964 que
sorteaba más de cien millas de distancia, a través de un sistema de
antena similar a la contemporánea televisión por cable. Hasta ese
momento la psicoterapia se basaba en interacciones cara a cara
sin la mediación de dispositivos tecnológicos, más que para filmar
o registrar las sesiones para estudio o supervisión. 
En el auge de la revolución tecnológica, que comienza a prin-
cipio de los años 80, las nuevas tecnologías de comunicación e
información (TICs) se suman a las áreas de interés de muchos
clínicos e investigadores provenientes de diversos países y de
distintas áreas de la salud. Estas nuevas tecnologías cambian el
paisaje de la cotidianeidad de los seres humanos en general, así
como el de la salud. Los profesionales de la salud mental incor-
poran desde ese momento, numerosas innovaciones a sus prác-
ticas profesionales, donde la interacción entre el paciente y el
terapeuta se encuentra mediada por herramientas tecnológicas
emergentes. Castelnuovo, Gaggioli, Mantovani y Riva (2003) hacen
referencia a un estudio realizado en 2002 por Norcross, Hedges y
Prochaska en relación a las tendencias futuras en psicoterapia, el
cual indicaba, ya en ese momento, que las terapias computariza-
das y el uso de la realidad virtual, se incrementarían sustancial-
mente durante la siguiente década. Un año más tarde, el mismo
Norcross afirmaba que a medida que la humanidad pasara de la
era industrial a la era de la información, iban a suscitarse cambios
que afectarían a la psicoterapia en general, así como a pacientes
y terapeutas, en particular. A la vez, auguraba que un porcentaje
cada vez mayor de tratamientos iban a ofrecerse de manera telefó-
nica, o a través de videoconferencias o e-mail terapia.

29
Esto está pasando ahora. ¿Cuáles son las formas más frecuen-
tes? Andersson, Carlbring, Berger, Almlov y Cuijpers (2009) hacen
una primera distinción posible, en relación a la cantidad y la
intensidad de contacto con el terapeuta y el apoyo proporcionado
durante el tratamiento. Estos son los diversos tipos de formatos e
intervenciones psicológicas implementadas a través de internet:
• Programas de autoayuda que no incluyen contacto con un
terapeuta durante el tratamiento, que solo utilizan internet
para guiar y proporcionar información. Según Ruwaard y otros
autores (2013), esta forma de administración puede ser imple-
mentada a gran escala y se utiliza en la práctica rutinaria con
propósitos preventivos y terapéuticos. Considera que las inter-
venciones, aunque con efectos pequeños individuales, pueden
tener un impacto significativo cuando se encuentran disponi-
bles para una gran parte de la población. 
• Programas de autoayuda guiados, en el que la presentación del
programa de autoayuda basado en internet se combina con un
mínimo contacto con el terapeuta. Aquí es usual que la comu-
nicación con el paciente esté basada en texto y sea asíncrona,
es decir, no en tiempo real. El apoyo del terapeuta se manifiesta
usualmente a través de e-mails, chats, llamadas telefónicas de
menor duración que en el formato cara a cara. Estos programas
de autoayuda guiados son más caros y menos accesibles que los
programas de autoayuda sin contacto. Sin embargo, la asisten-
cia de un profesional aumenta considerablemente la eficacia y
la adherencia al tratamiento y cada día el mercado incorpora
nuevas ofertas, con diversos formatos.
• Las psicoterapias basadas en internet: 
(1) basadas en texto y comunicación asincrónica (es decir,
e-mail terapia), 

30
(2) la comunicación basada en texto, casi en tiempo real (es
decir, la terapia de chat), 
(3) la comunicación en tiempo real de audio o de vídeo y audio.
En esta forma de administración el rol del terapeuta no se
limita solamente a proveer apoyo o ayuda cuando el paciente
se siente abrumado, sino que tiene el mismo rol que el tera-
peuta convencional que trabaja cara a cara con sus pacientes
en su consultorio. 

En este libro enfocamos en el último formato mencionado,


donde la comunicación entre paciente y terapeuta se realiza en
tiempo real a través de una coordinación simultánea de audio y
video. Nos lleva a esto la experiencia que hemos tenido como e-te-
rapeutas a través del uso de videollamadas sincrónicas. Asimismo,
en un plano más profundo, consideramos que esta modalidad
permite mantener la base vincular de la psicoterapia, tierra fértil
sobre la que crecen los resultados terapéuticos positivos. A dife-
rencia de las otras modalidades de terapia online, en la psicote-
rapia por videollamada, el encuentro humano sincrónico pacien-
te-terapeuta sigue ocurriendo, aunque mediado por la tecnología.
Y el principio de que la relación es la principal variable del cambio
positivo, se mantiene.

Evolución del campo

La psicología clínica ha sido fuertemente influenciada por los


avances tecnológicos de los últimos 20 años. Actualmente hay
cada vez más herramientas tecnológicas que proporcionan
información, recolección de datos y tratamientos para distintos

31
trastornos o problemas psicológicos: evaluaciones online, foros
sociales, intervenciones y protocolos en relación a diferentes con-
diciones clínicas. 
Recientemente los teléfonos inteligentes han ampliado el
alcance y la distribución de dichas herramientas a la vez que ofre-
cen una gran cantidad de aplicaciones para hacer frente a distintos
trastornos como depresión o ansiedad, entre otros.
Quizás hace algunos años era poco frecuente que los pacientes
se comunicaran con sus psicólogos o analistas más allá del espacio
terapéutico. En el modelo psicoanalítico las modificaciones en el
encuadre podrían ser interpretadas como resistencia por parte del
paciente. Los horarios eran acordados en sesión y los cambios o
cancelaciones se llevaban a cabo de manera presencial o por telé-
fono. Hoy en día, las distintas redes sociales de comunicación y
mensajería facilitan el intercambio de mensajes (mensajes de texto
y Whatsapp) y éstos han transformado inevitablemente el encua-
dre psicoterapéutico. Es habitual que las agendas de los terapeutas
sean más dinámicas y que la comunicación entre ambas partes sea
más flexible.
Con la incorporación de la tecnología, el paisaje de la psi-
coterapia en general se ha modificado más allá del modelo
teórico. Es habitual que los pacientes aporten material a su
relato durante la sesión: incorporan notas de voz, mensajes de
WhatsApp, de texto, fotos y e-mails que otras personas les han
enviado. Por lo tanto, es usual que los terapeutas nos encontre-
mos con “una tercera persona” dentro del consultorio o incluso
durante una sesión por videollamada, al escuchar un audio que
le han enviado al paciente y que este desea compartir, o, incluso,
un intercambio de audios en el que el paciente interactúa con
otra persona.

32
Asimismo, es posible que durante la sesión el paciente mues-
tre fotos, chats o historias que le han disparado distintas emo-
ciones y que pueden ser el foco de su malestar o bienestar. Esto
comporta un cambio importante en la dinámica del intercambio
terapéutico, respecto a las representaciones que el terapeuta tiene
de los otros significativos del consultante y de su entorno. Hasta
hace poco tiempo los terapeutas construíamos representaciones
icónicas sobre los otros significativos y el entorno del consultante,
mientras que ahora esas representaciones se pueden sustituir o
complementar por la imagen y el sonido real (canalizado por la
tecnología digital) del entorno del paciente y de quienes lo acom-
pañan. Paradójicamente, en este aspecto pasamos de lo “contado”
a lo “presenciado”. Este es un nuevo mundo cuyas implicancias
tardaremos en comprender.
Los tratamientos terapéuticos a través de videollamadas y de
otras modalidades tecnológicas online, se están convirtiendo en
un método usual de acceso a la psicoterapia y a otros servicios de
salud mental. El desarrollo de la Terapia Cognitivo Conductual
a través de Internet (ICBT), guiada por un terapeuta, demostró
su efectividad para una amplia gama de trastornos psicológicos.
Los estudios comparativos directos sugieren que la ICBT tiende
a ser tan efectiva como la Terapia Cognitiva Conductual (TCC)
cara a cara.
En relación a la escasez actual de estudios de envergadura que
faciliten información concreta respecto a las canales y herramien-
tas de la terapia online, es importante señalar que los terapeutas
han de seleccionar las aplicaciones que sean compatibles con el
respeto de la privacidad que regulan las normas HIPAA (Health
Insurance Portability and Accountability Act de Estados Unidos;
referencia internacional en el tema). Las aplicaciones cambian

33
periódicamente, por lo que es conveniente revisar la situación
actual al respecto. Este punto será desarrollado en el capítulo de
buenas prácticas.
En los últimos años surgieron en Estados Unidos y Europa
empresas como Breakthrough, TalkSpace, WeCounsel, Lantern y
Plus Guidance, entre otras, que ofrecen sistemas para que paciente
y psicólogo puedan llevar a cabo tratamientos online a través de
videollamadas o terapia por chat. Es un sector con pocos años de
recorrido y en pleno crecimiento, que es utilizado por miles de psi-
coterapeutas y pacientes, y que ha acumulado una inversión agre-
gada de más de 50 millones de dólares; solamente en la plataforma
de TalkSpace trabajan más de 1000 terapeutas.
En el presente se pueden realizar videollamadas desde cualquier
computadora, celular o tablet, además de cualquier dispositivo con
Android o IOS. Para asegurar una buena calidad de llamada, se
necesita una conexión a internet estándar de al menos un mega (1
Mbps). Si bien hay grandes avances, y los usuarios podemos formar-
nos en el tema de manera relativamente sencilla, la terapia a través
de videollamadas podría ganar más adeptos al mejorar las condicio-
nes de calidad técnica y de seguridad respecto a la confidencialidad.
En este capítulo hemos planteado la habilidad de los terapeu-
tas y los pacientes para adaptarse al contexto tecnológico actual,
y a las nuevas maneras de conexión interpersonal que posibilita.
La conectividad y la globalización atraviesan y transforman nues-
tras vidas, y, por ende, también los tratamientos de salud mental.
Muchas personas son beneficiadas por estos avances en diferen-
tes circunstancias. Un buen ejemplo, fuera del contexto terapéu-
tico, es el de la educación a distancia, que posibilita la continuidad
escolar y universitaria de estudiantes (niños, adolescentes y adul-
tos), más allá de la clase presencial.

34
El mundo ha cambiado. Se suma también el difundido hori-
zonte en la mayoría de nuestros estados democráticos de siste-
mas de salud mental inclusivos, que en el tratamiento a distan-
cia podría hallar una herramienta de enorme potencial masivo y
democratizante. A través del libro, expondremos distintos casos
clínicos y experiencias que demuestran que la efectividad de los
tratamientos es posible a través de una pantalla. Los terapeutas
tenemos el deber de ser conscientes de estos cambios en movi-
miento y de actualizarnos y formarnos, para optimizar la conexión
con la experiencia de malestar del paciente. Y sumar los nuevos
medios disponibles para aliviar el sufrimiento y favorecer el desa-
rrollo subjetivo del consultante, siempre sobre la base de la rela-
ción humana vincular, más o menos canalizada.

35
CAPÍTULO 2

PARA QUIÉN ES EFECTIVA


LA TERAPIA ONLINE
“Caminante, no hay camino, se hace
camino al andar”. Antonio Machado.

Ante la realidad vertiginosa y cambiante que vivimos en la actua-


lidad, cabe decir que muchas cosas las estamos aprendiendo
sobre la marcha. El tema que nos convoca en este capítulo está
particularmente embebido por esa dinámica, tan bien descrita
por las palabras del poeta Machado. Sin embargo, en una tarea
exploratoria y algo arriesgada, intentaremos hallar referencias,
que puedan funcionar de guías, de cartografías iniciales y apro-
ximadas, cuyos trazos se irán aclarando con el paso del tiempo
y a través de la recopilación de más experiencias e investigacio-
nes. A partir del camino recorrido, ordenaremos los datos y las
prácticas clínicas que tenemos a disposición hasta el momento
acerca de la psicoterapia online y sus beneficiarios; conscientes
de que, a partir de recientes situaciones inéditas como la pan-
demia por el covid-19, surgirán terrenos impensados frente a
nuestros ojos.

36
Efectividad e investigación empírica

Durante las primeras dos décadas del siglo XXI, las investigacio-
nes respecto a la efectividad de la psicoterapia por internet han
incrementado significativamente. En términos generales, han
demostrado que los tratamientos realizados online tienen una
efectividad equivalente al clásico formato presencial, en relación a
los buenos resultados terapéuticos y la satisfacción de los pacien-
tes. Hay distintos meta-análisis que lo confirman (Macías Morón
y Valero Aguayo, 2018; Andersson, Carlbring, Cuijpers, Riper y
Hedman, 2014; Andersson y Titov, 2014; Richards y Vigano, 2013;
Richardson, Frueh, Grubaugh, Egede, Elhai, 2009). En particular,
se han estudiado las terapias cognitivo-conductuales por internet
(ICBT, según sus siglas en inglés), en relación al tratamiento de
trastornos de ansiedad (Hedman, Botella, Berger, 2016), del ánimo
(Vargas-Nieto, 2017) y de otras problemáticas que no atraviesen
las fronteras de la gravedad psiquiátrica.
En general las investigaciones mencionadas, que avalan la
efectividad de la terapia online, también consideran que falta
sumar evidencia empírica para terminar de comprender las
características de este nuevo canal. Asimismo, hay muchas crí-
ticas a la gran diversidad metodológica y la falta de criterios uni-
versales entre las investigaciones de este fenómeno (Proudfoot et
al., 2011). Esto se relaciona con su novedad, pero también con su
dinámica cambiante.
Por otra parte, un tema muy debatido ha sido el de la construc-
ción del vínculo paciente-terapeuta a través del formato online, y
si este posibilita la misma calidad que el construido en sesiones
presenciales. En síntesis, los estudios más recientes avalan la posi-
bilidad de construir una alianza terapéutica tan efectiva como la

37
de una terapia presencial, y convertir así ese vínculo en tierra fértil
para que ocurran los resultados positivos del tratamiento (Probst,
Berger, Flückiger 2019). Sin embargo, entre el formato cara a cara
y el encuentro virtual, hay diferencias en el modo de abordar la
construcción vincular. Por otra parte, hay que marcar también
diferencias dentro de la categoría de tratamiento por internet. El
encuentro mediado por videollamada de las personas del tera-
peuta y del consultante es muy distinto al uso de una aplicación
online de autoayuda, donde el paciente realiza una serie de pasos
sin interacción humana. En el primero puede haber un genuino
vínculo Yo-Tú (Buber, 2013) facilitado por la tecnología, mien-
tras que en el segundo no hay vínculo. Si, como afirman varios
grandes referentes de la psicoterapia, consideramos que lo que
realmente cura es la relación (Yalom, 2015), la diferencia puede
ser fundamental. Este tema será desarrollado y analizado en el
próximo capítulo.
Respecto a las evaluaciones psicológicas se ha considerado su
aplicación online como un recurso válido para algunas cuestiones,
pero insuficiente para la aplicación de la totalidad de las mismas,
especialmente en casos clínicos complejos. El formato híbrido
sería una buena opción, ya que habría situaciones que podrían
generar poca confiabilidad en los tests autoadministrados online
y que exigen inevitablemente la modalidad presencial (Andersson
y Titov, 2014).
Por otra parte, la terapia online tendría algunas ventajas respecto
de la presencial. Por ejemplo, cierto grado de desinhibición, que
se ha comprobado genera la comunicación a través de una panta-
lla (Probst et al., 2019). Esto podría ayudar a consultar y comunicar
problemáticas enquistadas por la vergüenza que siente el paciente
de revelarlas, como en el caso de Marcos, que se describe más abajo.

38
Nuestra experiencia clínica ha confirmado muchas de las afir-
maciones presentadas hasta aquí por la investigación científica.
En la praxis terapéutica y ante pacientes de carne y hueso del otro
lado de una pantalla, hemos comprendido lo beneficioso que
resulta la integración entre psicoterapia e internet. En el siguiente
apartado presentaremos distintos casos que representan las situa-
ciones que encuentran en la psicoterapia online un valor agre-
gado respecto de la terapia presencial; a veces, resulta incluso la
única opción. Nos referimos a las situaciones mencionadas en el
primer capítulo: personas con discapacidades físicas que impidan
el traslado, personas que habitan en zonas remotas, personas con
agendas laborales ajustadas, personas emigradas que precisan un
mismo idioma y cultura, etc.

Para quién es recomendable la terapia online

Personas con discapacidad física o trastornos físicos o mentales que


impidan desplazarse al encuentro presencial.
Juan tiene 25 años y consulta porque su madre le pide que haga
terapia. A los 11 años fue diagnosticado con distrofia muscular.
Aunque hasta hace seis años Juan podía caminar e incluso jugar
a la pelota, recientemente tuvo una serie de complicaciones físi-
cas que lo han llevado a tener que utilizar silla de ruedas. A partir
de esta nueva situación, le resulta difícil salir de la casa, porque
requiere de mucha energía. Hace un tiempo que siente una angus-
tia creciente y hay días en los que ni siquiera se levanta de la cama.
En la primera sesión Juan manifiesta desesperanza y falta de
ánimo incluso para encarar acciones que estarían a su alcance.
Describe su rutina, que incluye dormir mucho, mirar series y jugar a

39
la PlayStation; dice que nada lo interesa realmente. Juan se muestra
muy desganado y sin iniciativa; la última vez que ha decidido hacer
algo por su cuenta, fue un curso de informática que realizó cua-
tro años atrás. Sin embargo, durante la exploración de recursos la
terapeuta descubre que a través de un relato que lo guíe, Juan tiene
particular capacidad para “viajar con su mente”. Ante este descu-
brimiento la terapeuta le propone a Juan un relato antiguo de via-
jes, donde puede identificarse con el protagonista y viajar a través
de él. Primero lee un relato breve y, en los siguientes encuentros,
relatos más largos. Una vez que el paciente expresa que “viajar” de
esta forma mejora su ánimo, la terapeuta le provee más relatos y
le propone escuchar algunos a través de diferentes aplicaciones,
como Calm. A partir de ese momento, Juan comienza a buscar
relatos por sí mismo y a tomarse media hora diaria de vacaciones
de su inmovilidad.
El objetivo terapéutico es modesto: mejorar el ánimo de Juan, al
menos por un rato durante el día. Como su malestar se basa en lo
poco estimulante que le resulta su situación de inmovilidad, el ali-
vio se logra a través de estos viajes virtuales. En este caso, la terapia
online no solo facilita la atención, dada la dificultad de movilidad
del paciente, sino que se canaliza a través de una herramienta que
el joven utilizará como recurso para viajar a su manera. Es decir, la
virtualidad del proceso terapéutico y su vínculo, se corresponden
con el recurso hallado.
Hay casos donde la terapia online por inmovilidad física puede
ser circunstancial, pero de gran importancia en el proceso terapéu-
tico. Gracias a los buenos resultados del tratamiento en curso, Luis
estaba saliendo de una depresión por la partida de su única hija
del hogar, la soledad consecuente y la insatisfacción laboral. En
medio del proceso sufrió una peritonitis, y luego complicaciones

40
que llevaron a una internación de casi dos meses. La posibilidad
de continuar con la terapia a través de internet permitió trabajar
varias cuestiones emocionales que se acentuaron por la crisis de
salud, y también trabajar una vinculación más funcional con la
hija, quien lo asistió en el hospital, pero luego continuó viviendo
sola. Tiempo después se hizo un cierre con resultados muy positi-
vos, que el paciente relaciona particularmente con la efectividad
del tratamiento en el momento crítico de la internación. Es decir,
la posibilidad de continuar con la terapia por la vía virtual puede
ser fundamental en el proceso terapéutico del paciente, especial-
mente cuando la causa de elección de esa nueva modalidad pueda
ser el material a trabajar.

Pacientes y terapeutas que viven en áreas remotas o lejos de las


grandes ciudades.
María vive en una pequeña población cercana a un pozo petro-
lero, con su hijo de dos años y su marido. Consulta por el malestar
que le genera posponer la búsqueda de un segundo hijo con su
marido, como consecuencia de temores a los controles médicos. El
control de la presión le genera mucha ansiedad, ya que teme tener
la presión alta; y ese nerviosismo termina por elevar su presión.
Es una clásica profecía autocumplida, donde la persona genera lo
que teme como resultado del temor mismo.
María perdió un embarazo seis meses atrás. El mismo día en que
le informaron de esta pérdida, un médico le tomó la presión y ella
comenzó a sentir ese miedo a ser hipertensa, condición que padece
su padre. Refiere haber experimentado situaciones de ansiedad en
distintos momentos de su vida. En principio evitaba las situaciones
mencionadas, sin embargo, posteriormente las habría podido afron-
tar. No refiere ningún otro problema o estresor, ni con su esposo, ni

41
con su rol de madre y ama de casa, ni con el hecho de estar viviendo
lejos de la familia de origen de ambos. Todo esto lo relata durante las
primeras sesiones del tratamiento online. Esta modalidad es la que
le permite realizar una terapia, ya que el poblado en el que habita
no cuenta con profesionales de la salud mental, y la ciudad más cer-
cana se encuentra a cientos de kilómetros.
Durante el tratamiento se quita el foco de la cuestión del
embarazo, que genera mucha presión en la paciente, y se trabaja
con la ansiedad en general. Por un lado, se utiliza la técnica de
exposición progresiva a la situación que genera ansiedad y temor.
Por el otro, se proponen ejercicios de respiración y relajación, que
la paciente reconoce como herramientas útiles en el pasado. Los
recursos tecnológicos online resultan particularmente provecho-
sos en esta situación: se utilizan videos de YouTube donde hay
personas a las que le toman la presión, para que María pueda
acercarse a la situación progresivamente; y se proponen distintas
aplicaciones con ejercicios de respiración para calmar la ansie-
dad. También se comparten videos psicoeducativos acerca del
síndrome de bata blanca (el aumento de la presión, por los ner-
vios que genera el entorno médico en algunas personas), para que
María pueda comprender lo que le ocurre, y saber que lo sufren
también otras personas.
Con el pasar de las sesiones, la paciente refiere una mejoría
y un alivio del malestar frente a la situación de toma de presión.
Asimismo, encuentra en los ejercicios de respiración un recurso
que la calma ante momentos de ansiedad. En conclusión, María
encuentra en la práctica de los ejercicios y de la exposición progre-
siva realizada online, herramientas para seguir mejorando, hasta
poder enfrentar la situación de ir al médico a tomarse la presión.

42
Personas extranjeras que pueden iniciar o continuar un trata-
miento psicológico con un terapeuta que comparta su mismo
idioma y cultura.
Susana es una paciente de 37 años que se fue a vivir a Seattle
(EEUU) con su novio, a partir de una oferta laboral de la empresa
donde él trabaja. Posteriormente se casan, ella consigue su pri-
mer empleo y comienza a insertarse dentro de la vida local. Tiene
una buena relación con su marido y algunos nuevos amigos de
la pareja. Su red vincular está compuesta también por su madre,
abuela, tía y primas con quienes tiene contacto casi diario por
videollamada. También un hermano dos años mayor y un padre
con quien siempre ha tenido poco vínculo, aunque maneja una
relación cordial. Su abuela es una figura muy importante dentro
del núcleo familiar: tiene carácter fuerte, es protectora y de ideas
puritanas acerca de la sexualidad, según cuenta la paciente.
Aunque Susana se maneja de forma fluida con el idioma y
muchas cosas de la vida en Seattle le resultan cómodas y agra-
dables, ciertas diferencias culturales le resultan difíciles. Previo a
comenzar el tratamiento por videollamada, por el malestar que le
producen algunos pensamientos intrusivos ligados a cuestiones
sexuales, consulta a un psicólogo dentro de su zona. Más allá de
la idoneidad del profesional, la perspectiva cultural desde la cual
aborda el tratamiento le resulta incómoda; esto dificulta la cons-
trucción de la necesaria alianza terapéutica. Susana explica que, si
bien el trato cultural de los estadounidenses es cordial y agradable,
entiende que no manejan el nivel de transparencia en la expresi-
vidad de las emociones de su cultura de origen. Le resulta espe-
cialmente incómoda la costumbre de solapar en todos los ámbitos
sociales, emociones negativas y displacenteras. Esta misma situa-
ción dice sentirla, incluso, con el psicólogo tratante. En sus propias

43
palabras: “Esa compostura, esa forma siempre social y polite de
tratarse, pero muy superficial para mi forma de ver”. Por momen-
tos esta diferencia cultural la hace sentirse incomprendida.
Como sabemos, la alianza terapéutica es la variable que mejor
predice la eficacia del tratamiento. Cuando se interponen barre-
ras culturales, las carencias en la construcción de la relación tera-
péutica pueden ser un obstáculo para el éxito del tratamiento.
Aunque la paciente no lo sepa desde la teoría, lo percibe intuiti-
vamente. Por ese motivo consulta online con una terapeuta de su
país de origen.
El malestar de la paciente se debe a un trastorno obsesivo com-
pulsivo. Los pensamientos intrusivos por los que consulta tienen
que ver con que si habla con otro hombre podría terminar enga-
ñando a su marido, como si no pudiera controlar la situación. El
evento desencadenante de estos pensamientos fue un encuentro
sexual ocasional tras haberse separado de una pareja anterior, que
le generó intensa culpa y una creencia rígida de que podría volver
a ocurrir algo similar con su actual marido. Desde ese punto de
vista, la forma de evitarlo sería no tener contacto con otros hom-
bres y, de esa manera, frenar los pensamientos intrusivos.
La paciente recibe un tratamiento específico de trastorno
obsesivo compulsivo, que apunta a la extinción de las conductas
ritualizadas que funcionan como reaseguro evitativo de los pensa-
mientos intrusivos: evitar contacto visual con hombres, contestar
con monosílabas a interlocutores masculinos, estar en espacios
donde no haya hombres, etc. Asimismo, se trabaja en el proyecto
vital y en la sensación de valía. Durante el tratamiento surge junto
al marido el proyecto de tener un hijo. Por otra parte, se utilizan
técnicas como la exposición con prevención de respuestas y min-
dfulness (para ver en perspectiva a los pensamientos y emociones

44
como fenómenos transitorios). Tras tomar la decisión, Susana
queda embarazada y halla un equilibrio subjetivo ante distintas
situaciones de inestabilidad, como un nuevo cambio de residencia
por cuestiones laborales del marido.
El caso de Susana representa muy bien lo recomendable que
puede ser para un expatriado la terapia online con un psicólogo cul-
turalmente afín; sin embargo, hay situaciones excepcionales a tener
en cuenta. Pedro tiene 39 años y se mudó recientemente a Londres,
tras intentar asentarse sin éxito en varios países. Refiere haberse
ido de cada uno de ellos ante la primera complicación. Consulta
porque tiene miedo de volver a fracasar en el actual intento de radi-
carse en Londres y de crear lazos allí. Esto genera algunos interro-
gantes y reflexiones. Por el motivo de consulta, quizá lo recomen-
dable sería que Pedro pudiera iniciar su terapia con un psicólogo
en Londres. El tema del arraigo/desarraigo es lo que motiva la tera-
pia, y, en estas circunstancias particulares, la terapia online con un
psicólogo argentino podría favorecer el desarraigo.

Personas que se encuentran en una situación de vulnerabilidad social.


Kevin tiene 14 años, es muy tímido e introvertido y sufre violen-
cia verbal y discriminación en la escuela. Los padres consultan a
partir de algunas crisis de angustia que tuvo y que impidieron su
asistencia escolar. La familia es de nacionalidad peruana y clase
trabajadora, emigró a la Argentina en busca de una mejor calidad
de vida. El aislamiento social, la baja autoestima y los altos niveles
de angustia de Kevin, generan una luz de alarma en la terapeuta
que realiza su admisión. La recomendación es iniciar un trata-
miento con urgencia.
Sin embargo, hay dos grandes obstáculos: los recursos econó-
micos de la familia son escasos, y, cuando no está en la escuela,

45
Kevin cuida de su hermano menor. Este compromiso de Kevin es
fundamental para la organización y la supervivencia de la eco-
nomía familiar: su madre es empleada doméstica en una casa de
familia hasta tarde, y, su padre trabaja de guardia de seguridad
durante el día. Por este motivo se propone un dispositivo de tera-
pia online.
Kevin toma las sesiones desde su casa; para hacerlo con la
mayor privacidad posible lo deja al hermano viendo televisión. De
esta forma evita los gastos de traslado y mantiene el cuidado de su
hermano menor. A lo largo del tratamiento manifiesta dificultades
en las relaciones interpersonales, afirma no relacionarse con nin-
gún compañero en la escuela, no tener amigos en la Argentina y
expresa el deseo de regresar a Perú. Recuerda los días en que salía
a pasear en familia, jugaba con sus primos y se sentía “libre”.
Las malas experiencias de burla de sus compañeros de curso
y el vínculo distante y emocionalmente trabado con sus padres,
han hecho que las creencias acerca de sí mismo sean cada vez más
negativas. Hay un constante pensamiento anticipatorio de expec-
tativas negativas en Kevin, respecto al resultado de sus acciones.
Esto lo lleva a utilizar mecanismos de evitación en las situaciones
que le generan ansiedad, es decir, en la mayoría de las situaciones
sociales. Sus estrategias conductuales profundizan su aislamiento
y malestar: auriculares, dibujos y capucha, entre otros.
La terapeuta logra construir una buena alianza terapéutica, un
vínculo en el que Kevin pueda confiar, en parte gracias a los explo-
radores de internet. Durante las primeras sesiones hablan de diver-
sos temas de interés de Kevin y, a medida que surgen, terapeuta y
paciente los buscan online y los comparten. Desde una canción,
hasta un personaje de un videojuego, pasando por distintos depor-
tes. Aquí el recurso de internet resulta significativo porque permite

46
ingresar al mundo de los intereses de Kevin, generar así calidez y
validación. Esto ocurre también porque se genera un vínculo a tra-
vés del canal que Kevin utiliza para refugiarse. Así como a veces se
aísla en la virtualidad de su celular porque se siente cómodo allí,
la construcción de un vínculo desde esa virtualidad para salir de
su aislamiento, le permite a Kevin una salida progresiva al mundo.
Las tareas entre sesiones también son un factor importante
en el tratamiento, que apunta a fomentar habilidades sociales y
construir relaciones positivas. Al principio, las tareas se dirigen
al registro emocional y, hacia el final, a la exposición en situacio-
nes sociales. Para llevarlas adelante el paciente propone el celular
como formato de registro.
Los signos positivos del final del tratamiento son varios: Kevin
juega al fútbol todas las semanas, va a una murga los fines de
semana y realiza boxeo, una actividad muy importante, por ser
la primera que elige por sí mismo. Finalmente, tanto él como su
familia deciden quedarse en la Argentina y luchar por una mejor
calidad de vida en este país. El tratamiento finaliza con éxito, y
queda abierta la posibilidad de futuras consultas.
Para la terapeuta es la primera vez que conduce una terapia por
videollamada. Realiza muchas supervisiones y busca información
para enfrentar la incertidumbre de lo nuevo. Resalta la importan-
cia que tienen las distintas herramientas del dispositivo online,
como el hecho de poder compartir música, fotos e información a
través del medio utilizado por Kevin. Asimismo, se destaca la exce-
lente adherencia al tratamiento.

Personas que viven en pueblos o ciudades pequeños y prefieren evi-


tar la estigmatización de visitar al profesional de salud mental de la
comunidad, o de trasladarse para consultar.

47
Juan Martín es una persona muy religiosa y conservadora. Sufre
por el conflicto entre sus convicciones religiosas, que lo han lle-
vado a conformar una familia tradicional, y su atracción sexual
y emocional por los hombres. El malestar se acentúa cuando su
esposa descubre mensajes por chat en los que tenía contacto con
otros hombres e intentaba realizar encuentros. A partir de este
momento busca asistencia psicológica.
Como reside en un pueblo, donde las personas se enteran de
todo lo que ocurre, prefiere evitar la estigmatización que impli-
caría acercarse a un profesional de la salud mental de la comu-
nidad. Recién cuando descubre la posibilidad de una terapia
online, realiza una consulta. Siente resguardo y confianza a partir
de esta modalidad.
Juan Martín refiere que durante toda su vida sintió atracción
por los hombres, pero que generalmente intentó reprimirla. Sin
embargo, hace un tiempo se permite pensar en posibles encuen-
tros, aunque sea en la fantasía y en el amparo de la virtualidad.
La problemática de su contradicción interna resurge cuando la
esposa lo descubre. Dice consultar por la angustia que le causa la
sensación de estar acorralado. Por una parte, anhela que su esposa
lo entienda y pueda aceptar sus fantasías sexuales; por la otra, sabe
que eso no va a ocurrir.
El objetivo terapéutico que se plantea es avanzar en un proceso
de toma de decisión. ¿Quiere dejar de buscar a otros hombres a
través de internet o quiere romper su matrimonio para seguir
tranquilo con esa fantasía, e, incluso, realizarla? ¿Qué decisión
quiere tomar? En este caso, Juan Martín llega a la conclusión de
que no está listo para dejar su fantasía, pero tampoco para dejar
su matrimonio. Aunque entiende que no es la mejor decisión, ni
una duradera, tratará de encontrar la manera de que la mujer no se

48
dé cuenta de sus intercambios virtuales con otros hombres, para
evitarle ese malestar. Aunque no resuelve así el conflicto interno,
al haber reflexionado y decidido conscientemente, Juan Martín se
queda más tranquilo y se cierra la terapia.
Este caso presente una doble reflexión vinculada a la moda-
lidad online, y plantea algunos dilemas. Por un lado, la pantalla
ayuda al paciente a confesar algo por lo cual se siente avergonzado
y que tal vez hubiera sido más difícil en la modalidad presencial
(aun suponiendo que pudiera evitarse la estigmatización del pue-
blo). Por otra parte, trabajar con el terapeuta a través de internet
mantiene la misma dinámica de ocultamiento y contradicción que
le genera al paciente el malestar por el que consulta. Como tera-
peutas hay que estar atentos a estas particularidades del disposi-
tivo. Por ejemplo, el terapeuta podría plantear la situación en el
diálogo de la sesión. Dicho esto, no hay dudas de que este tipo de
consultas podrían implicar un fundamental primer paso, que no
hubiera sido posible en una sesión presencial.

Personas cuyas agendas laborales o familiares no les permiten


tomar el tiempo de la sesión más el tiempo de trasladarse al consul-
torio del profesional.
Por trabajo, Gonzalo viaja a distintas provincias del país durante
la semana, y está con su esposa e hijos durante el fin de semana.
Consulta porque siente que no tiene tiempo para sí mismo, y que se
siente demandado por todos los que lo rodean. El trabajo lo obliga
muchas veces a pasar todo el día con colegas y clientes, incluso
durante la cena. Cuando regresa a su casa el fin de semana, Gonzalo
siente que su familia exige recuperar el tiempo de ausencia sema-
nal. Afirma que por estos motivos no encuentra ni un momento para
distintas actividades que quisiera realizar, como deporte y lectura.

49
Desarrollaremos el caso con detalle en el capítulo de alianza
terapéutica. Por el momento nos interesa señalar que aquí la psi-
coterapia online es imperativa no solo por la agenda semanal con-
creta de Gonzalo, sino también porque el malestar mismo de su
consulta está vinculado a la necesidad de aliviar sus obligaciones
de agenda y a tener más tiempo para sí mismo. Aunque la terapia
implica ya un tiempo y espacio propios, sumar complicaciones de
traslado podría ser contraproducente e incluso un elemento que
dificultaría la continuidad del tratamiento.

Posibilidad de que los terapeutas puedan acceder al entorno de


sus pacientes.
Los padres de Francisco, hijo único de 10 años, consultan por-
que tienen dificultades para responder de forma asertiva ante
situaciones de enojo del niño. Aunque hubiera sido ideal incluir
a los tres desde un principio, en la primera entrevista participa
solo la madre. Luego, en un segundo encuentro se suma el padre.
Ambos describen explosiones de ira de Francisco, que ellos no
logran manejar. Los padres cuentan también que el niño podría
aceptar tener una entrevista con la terapeuta por videoconferen-
cia, con la condición de que fuese solo y en su cuarto.
Finalmente, la entrevista se concreta según lo planteado por
Francisco, y a partir de esta situación la terapeuta llega a distin-
tas conclusiones. Por un lado, que en su casa el niño tiene un
grado de autoafirmación importante para su edad. Por otra parte,
la videollamada permite observar que el cuarto está repleto de
juguetes y bastante desordenado. Ambas piezas del rompecabe-
zas del caso permiten a la terapeuta comprender el lugar en el
que los padres dejan al niño (“su majestad el bebé”, como diría la
literatura psicológica clásica) con una claridad que hubiera sido

50
difícil percibir en el consultorio. Es una señal diagnóstica de que
el modo en que los padres interactúan con el niño es un factor
determinante en sus conductas.
Esto se termina de confirmar en el diálogo con Francisco,
donde queda claro que el niño puede controlar su enojo, dado
que describe cómo lo logra en varias ocasiones fuera de su casa.
No es una víctima irrestricta de su ira, como planteaba el relato de
los padres. El enojo explosivo y desmedido que ocurre en el hogar
es, en gran parte, resultado de un mal manejo de límites por parte
de los padres. Con foco en la interacción disfuncional, se plantea
un acuerdo entre los padres y el niño: fijar cláusulas de pequeñas
recompensas si cumple con lo pactado y sanciones si no cumple.
Se continúa con sesiones conjuntas para revisar el desarrollo de
este acuerdo.
Otro caso que ayuda a comprender la posibilidad que brinda la
terapia online de observar lo que ocurre en la casa, es el de Pilar,
una mujer de 63 años que padece una acumulación compulsiva. La
consulta la inicia la hija de Pilar, porque la ve desganada y con una
fuerte disminución de su vida social. Pilar no recibe más visitas a
su casa desde hace un año y participa muy poco de las reuniones
familiares. Realiza una primera entrevista presencial donde con-
firma sentirse desganada. Cuenta que hace cinco años perdió el
marido y que hace tres dejó de trabajar. Se le pide una tarea inter-
sesión de registro del desgano, con el fin de incrementar el nivel de
conciencia sobre sus estados emocionales negativos. Para hacerlo
decide comprar un cuaderno; buen signo de adherencia a la tarea,
y, por lo tanto, también de la construcción del vínculo terapéutico.
El día anterior al segundo encuentro, Pilar avisa por Whatsapp que
por una caída en su casa necesitaría reposo. La terapeuta le dice
que pueden realizar la sesión online. Tras algunas explicaciones

51
técnicas de cómo activar las videollamadas, el encuentro se
concreta virtualmente. Y esto, inesperadamente, le permite a la
terapeuta comprender de forma mucho más concreta el males-
tar de la paciente. Pilar atiende a la terapeuta desde un escri-
torio cuya única luz está enfocada sobre ella, y deja a oscuras
el resto del cuarto. Parece estar muy incómoda; la terapeuta
propone dejar el encuentro para cuando esté mejor de la caída.
En ese momento, Pilar explica que es otra la causa de su inco-
modidad. Entonces revela que la avergüenza mostrar su casa,
porque no puede hacer orden. Y que es uno de los motivos por
los que no recibe visitas hace más de un año. Cuando prende las
luces revela una habitación invadida por bolsas y cajas. Luego,
Pilar muestra toda su casa a la terapeuta, llora y cuenta que ha
engañado a su familia por la vergüenza. También se recrimina
por los tantos momentos perdidos con sus hijos y nietos. Luego,
Pilar explica que desde su juventud le ha costado deshacerse
de la ropa y de los objetos, pero desde el fallecimiento de su
marido empezó a guardar todo. Así fue que dejó de ver a su
familia y amigas. La intervención de esa sesión fue agradecerle
la confianza en su pedido de ayuda.
En este caso la videollamada permitió ganar mucho tiempo, al
habilitar el ingreso directo de la terapeuta al contexto disfuncio-
nal de la paciente. El tratamiento de Pilar duró dos años, en los
que acudió a sesión por videollamada semanalmente. Aparte de
que el formato resultara cómodo, la hacía sentir bien el hecho de
considerarse “pionera y buena aprendiz” en relación al manejo
de la tecnología. Cada semana Pilar se iba deshaciendo de algo; lo
donaba o regalaba. Finalmente, habló del tema con sus hijos, que
la ayudaron. Luego volvió a reunirse con sus amigas, hasta llegar a
invitarlas a su casa. El ánimo de Pilar mejoró de a poco y consiguió

52
un trabajo de medio día en una inmobiliaria. La última sesión,
Pilar realizó un recorrido por la casa con el celular: ya no había
cajas ni paquetes y había espacio tanto para lo social que ahora
llenaba su vida, como para su proyecto laboral.
En los casos relatados, la información propiciada por el ingreso
virtual al entorno diario del paciente, tiene un gran valor en el
proceso diagnóstico y terapéutico. En los encuentros presencia-
les, esos datos habrían llegado de manera mucho más velada y
metafórica; probablemente después de más tiempo. Es decir, que
la terapia online puede sumar datos de primera mano y ahorrar
tiempo en la exploración de la problemática.

Personas cuyo malestar depende de problemáticas enquistadas por


la vergüenza e inhibición que implica compartirlas.
Marcos tiene 35 años y consulta por la dificultad de mante-
nerse firme en la reciente separación con una pareja conflictiva
que ejercía violencia sobre él. Marcos vive en una ciudad minera y
en su red social cuenta con un grupo de amigos muy significativos,
que le insisten en que consulte a un terapeuta. Está seguro de que
debiera terminar con esta novia, pero la extraña mucho cuando
está solo y esto le produce una profunda angustia. A través de Goo-
gle encuentra la posibilidad de consultar a un e-terapeuta, ya que
la situación lo avergüenza a tal punto que no podría relatarla en un
encuentro presencial con otra persona.
Durante los minutos iniciales de la primera entrevista con
el terapeuta, el paciente dice: “Consulté porque mis amigos me
insistieron mucho en que lo haga. No sé… Me da vergüenza todo.
Habernos tratado así con mi novia… Ella una vez me tiró un
plato… Y ahora, terminar así. Bueno, por suerte acá tenemos la
pantalla, porque en persona no sé si me animaría”. La virtualidad

53
de la consulta se vuelve aquí una gran fortaleza en la posibilidad
de aliviar el sufrimiento del paciente.
Ante el dilema de Marcos, que acusa malestar cuando está en
pareja, así como cuando la extraña en la soledad de su hogar, el
terapeuta lo ayuda a ampliar el diálogo interno y a no tomar una
decisión apresurada. Se plantea la reflexión acerca de qué impli-
caría regresar con la novia y qué implicaría separarse definitiva-
mente, a corto, mediano y largo plazo. El hecho de que los amigos
de Marcos lo sostengan en su decisión de separarse -con la que
él mismo tiende a coincidir-, ayuda al profesional a no tomar una
posición definida, asistir así en el diálogo interno del paciente. La
meta es que el mismo paciente sea el que afirme la decisión de no
regresar a una relación violenta.
Marcos comparte con el terapeuta que se irá de vacaciones
junto a su grupo de amigos a México, y que eso cree lo ayudará
mucho con su angustia y su conflicto. La intuición del paciente
es certera, ya que la soledad es lo que lo impulsa a querer volver
con la ex pareja. De hecho, tras el viaje con los amigos, Marcos no
vuelve a consultar. En un llamado de seguimiento del terapeuta,
el paciente refiere después de meses que las sesiones lo habían
ayudado a mantener su decisión y que el viaje con sus amigos ter-
minó de afirmarla.

Cuando la terapia online es la única opción

En el anterior apartado hemos presentado diversos casos para


ejemplificar las situaciones generales donde suele ser recomenda-
ble una terapia por internet. Sin embargo, en este momento verti-
ginoso de la humanidad, se suman periódicamente circunstancias

54
globales y particulares, que llaman a expandir reflexiones y posibi-
lidades. Como insistiremos a lo largo de todo el libro, estamos aún
en fase de descubrimiento, y de aplicación novedosa. La cuaren-
tena por la pandemia del coronavirus, generó por ejemplo un
contexto inédito y un punto de inflexión: por primera vez en la
historia de la psicoterapia, todos los terapeutas y pacientes han
tenido que utilizar la modalidad online. Incluso los pacientes
que normalmente responderían a los criterios de exclusión, por
la gravedad del cuadro.
En este apartado cabe mencionar dos casos. Una paciente que
en medio de la cuarentena global se contagió de coronavirus, y
gracias a la terapia online pudo encontrar un espacio fundamental
de contención ante la angustia de la enfermedad y el estricto ais-
lamiento. Otra paciente con un trastorno grave, de características
psicóticas, que ante circunstancias que complicaron las sesiones
presenciales, pudo continuar con su proceso terapéutico a través
de internet, con buenos resultados.
Pauline es una joven peruana residente en Londres. Consulta
a una terapeuta a través de internet por problemas interpersona-
les con la pareja y los amigos, así como por insatisfacción en rela-
ción a su trabajo. Enseña música en un instituto, fue cantante en el
pasado y cree no haber persistido lo suficiente para tener éxito. Al
momento de consultar manifiesta sentimientos de tristeza y des-
esperanza, visión negativa del futuro y malestar ante la mirada de
los demás. La terapeuta considera que el caso puede ser tratado
a distancia, y, siguiendo la norma de la modalidad online, toma
los recaudos de pedirle varios datos de contacto: su dirección, el
contacto de sus padres, el de algún amigo y el de las clínicas de
salud a las que acude en caso de no sentirse bien. La terapeuta
averigua también el teléfono de emergencias del lugar en el que

55
reside Pauline. Si bien este es un procedimiento de rutina, es par-
ticularmente importante en los casos de personas que tienen poca
o ninguna red social.
Las primeras sesiones con Pauline focalizan en el estableci-
miento del vínculo terapéutico, identificación de los esquemas
nucleares que sostienen los problemas interpersonales y en inda-
gar la frustración que siente en relación a su trabajo. A partir de allí,
los objetivos acordados refieren a comunicarse más con sus amis-
tades, así como en revisar sus interacciones y patrones interper-
sonales. A las pocas sesiones, Pauline decide tomarse un tiempo
de distancia con su pareja Cecil. Aunque sigue encontrándose con
ella un par de veces por semana, con la consigna de escucharse
empáticamente: hablar sobre cómo se siente cada una sin recri-
minaciones. Pauline también vuelve a contactar amigos que hacía
mucho tiempo no veía.
Al cabo de un mes y medio Pauline comienza a sentir un poco
de alivio. Sin embargo, en el doceavo encuentro Pauline no se
presenta. Es un día de mediados de marzo del 2020. La terapeuta
intenta ponerse en contacto con ella por WhatsApp. No hay res-
puesta. Al día siguiente, justo antes de que la terapeuta se con-
tactara con el amigo de la paciente, el padre de Pauline avisa que
ella está con mucha fiebre y tos, y que está sola por órdenes del
médico. Un primo suyo que vive en Londres le deja la comida en la
puerta de la casa. A partir de este aviso del padre, la terapeuta logra
ponerse en contacto con Pauline.
Lo primero que Pauline le cuenta a la terapeuta es que llamó al
padre llorando como una niña, porque está muy asustada. Ante la
pregunta acerca de su mayor miedo, Pauline responde que “si tienen
que internarme y ponerme el respirador no tengo amigos… voy a
estar sola…”; “la quisiera contactar a Cecil para que me acompañe”.

56
La terapeuta y Pauline comienzan a trabajar en la regulación de sus
miedos. El diálogo permite recordar que las personas que padecen
el virus no pueden estar acompañadas en sus internaciones. Por lo
tanto, da igual si tiene muchísimos amigos o no. Es la primera vez
que Pauline sonríe, a pesar de su estado febril.
El médico, que también la atiende online por la cuarentena, le
prescribe hidratación, paracetamol y descanso. Con la terapeuta
trabajan todos los días; hablan cuando la tos las deja, sobre su
temperatura corporal, el miedo por las noches y la necesidad
de ingerir líquidos y alimento, aunque no tuviera ganas. En esta
situación la terapeuta habilita la posibilidad de comunicación las
veinticuatro horas, flexibilizando los límites del terapeuta a raíz
de las circunstancias.
El sistema de salud revisa el estado de Pauline a diario. Al
quinto día, la temperatura comienza a bajar. La paciente recu-
pera lentamente las ganas de bañarse, de comer, de hacer cosas.
A la hora de escribir estas líneas Pauline está hace dos sema-
nas sin síntomas. El virus causó un fuerte malestar en el cuerpo,
pero también en la mente, que, como bien sabemos, se corre-
laciona para bien o para mal con el anterior. Sin embargo, por
primera vez en mucho tiempo, Pauline se siente orgullosa de sí
misma, por cómo ha podido afrontar la enfermedad y la angus-
tia consecuente.
El hecho de que Pauline haya pedido a su padre que se pusiera
en contacto con la terapeuta, y de que haya confiado en mostrar
no solo su angustia sino su fragilidad física durante la enfermedad,
demuestra que la alianza terapéutica se estableció con cimientos
firmes en las anteriores sesiones. Esto reafirma la evidencia de los
estudios citados anteriormente acerca de la importancia y posibi-
lidad de construir alianza terapéutica a través de videollamada.

57
El acompañamiento psicológico virtual posibilitó no solo la
validación de su angustia, sino trabajar con la valoración de su
propia vida, más allá de la insatisfacción que genera el deber ser.
Durante la enfermedad Pauline extrañó a sus alumnos, y com-
prendió que no había valorado la riqueza de ese vínculo, forjado
en la posibilidad de enseñar, que reconoce al mismo tiempo como
aprendizaje. La crisis que vivió caló hondo; cabe resaltar que fue
una crisis personal en un contexto de crisis mundial. Sin videolla-
mada no habría existido forma de acompañar a Pauline, a través
de la transformación de su malestar en valoración e integración de
su experiencia vital.
Por su parte, el caso de Mariana, una paciente con una dis-
función significativa en el espectro de la esquizofrenia, demues-
tra que los criterios de exclusión no son rígidos ni infranquea-
bles, particularmente en un abordaje híbrido. Contextos de
necesidad inevitable como el de la pandemia por covid-19 irán
expandiendo los límites de la terapia online. Por supuesto que
la flexibilización de los criterios de exclusión debe revisarse con
especial cuidado, con los recaudos y la contención agregada que
exija cada caso particular.
Mariana tiene un historial terapéutico extenso en sus 33 años
de vida. La complejidad del caso requiere un abordaje con equipo
interdisciplinario y supervisiones periódicas. Desde la adolescen-
cia Mariana presenta perturbaciones del pensamiento, con ideas
delirantes y un elevado nivel de ansiedad. Hay experiencias que
define como “raras” que le generan mucho malestar, vinculadas
con pensamientos recurrentes descalificadores, la imposibilidad
de hablar, una gran tensión muscular y la sensación de que cambia
su rostro y de que su cabeza “se pone negra”. Por otro lado, tiene
recursos intelectuales que a veces parecieran ayudar a regular

58
estas “experiencias raras”. Años atrás logró terminar una carrera
universitaria, y por un tiempo pudo mantener un trabajo estable.
Sin embargo, cuando consulta refiere no poder trabajar ni ayudar
en la casa, donde vive con el padre y una hermana. Asegura desear
estar mejor para volver a tener un trabajo y ayudar a su familia.
Mariana tiene amigas, pero tiende a aislarse, por la alta exigencia
y tensión que le provoca el contacto interpersonal. Sufre un alto
grado de desregulación emocional: es hipersensible, inmadura y
dependiente. A la primera entrevista concurre con apariencia des-
aliñada, se muestra ansiosa y agitada. En síntesis, el déficit de fun-
cionalidad es tan limitante que, hasta ese momento, Mariana no
pudo desarrollar un proyecto de vida autónomo.
El tratamiento de Mariana es multidisciplinario e híbrido (pre-
sencial y online). Implica diversos encuentros presenciales, de
sesiones terapéuticas, psiquiátricas y evaluaciones psicológicas.
Sin embargo, desde un momento en adelante la psicoterapia se
realiza por internet. Esto ocurre porque la psicóloga que la atiende
debe comenzar a viajar por cuestiones personales, y plantea la
posibilidad de hacer algunas de las sesiones mensuales por video-
llamada, para evitar un nuevo cambio de terapeuta y una nueva
desregulación, como ya ha ocurrido tantas veces en malas expe-
riencias de Mariana.
Lo cierto es que, contenida por el equipo interdisciplinario y la
psicoterapia, la paciente está cada vez más regulada, tanto emo-
cionalmente como en relación a sus “experiencias raras”. Lo signi-
ficativo del caso es que, aunque comience cuando la paciente ya
está más regulada, el tratamiento online logra contener distintas
situaciones en las que resurgen la hipersensibilidad emocional y
algunas perturbaciones del pensamiento. También logra acompa-
ñar un proceso positivo de Mariana en el que consigue trabajo, e,

59
incluso, un vínculo afectivo estable. Por lo tanto, aunque todavía
falta construir mucha investigación empírica y experiencia clí-
nica al respecto, habrá que seguir reflexionando sobre los límites y
alcances de la psicoterapia online en relación a diversos diagnósti-
cos, especialmente en su vertiente de hibridación con la presencial.

Características del terapeuta que facilitan


la modalidad online

¿Qué estilo de terapeuta, qué rasgos de personalidad y qué nivel


de empatía facilitan el uso de la modalidad online? Estas fueron
algunas de las preguntas que orientaron la investigación de doc-
torado de Marian (Durao, 2017). Es un estudio pionero en un
campo de investigación y evidencia casi nulo. La muestra estuvo
conformada por 269 psicoterapeutas de entre 24 y 75 años, de la
Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, con dos grupos
claramente delimitados: los que utilizan las videollamadas como
parte de su encuadre y los que no lo hacen. Los resultados arroja-
ron mayores niveles de características vinculadas a la flexibilidad,
comunicación, calidez, asertividad, compromiso y empatía, en los
terapeutas que utilizan videollamadas. Específicamente, hubo una
diferencia significativa en los rasgos de extraversión y de apertura
a la experiencia en relación a la personalidad; y para las variables
expresiva, atencional, instruccional, involucración y operativa en
lo referido a estilo de terapeuta; y en preocupación empática para
la medición de la empatía. Llamativamente, no hubo diferencias
significativas en relación a la edad de los psicoterapeutas, aunque
sí en cuanto a la experiencia: cuanta menos experiencia, mayor
apertura a utilizar la videollamada como recurso.

60
Por un lado, cabe decir que es un primer acercamiento al
tema, con una muestra limitada, y que faltaría un mayor caudal
de evidencia para llegar a conclusiones sólidas. Sin embargo, en
base a esta información disponible se podría reflexionar acerca
de una posible búsqueda de los terapeutas que usan la modali-
dad a distancia de profundizar las actitudes básicas terapéuticas,
fundamento de las habilidades terapéuticas, y, en un plano más
amplio, de los denominados factores comunes de toda psicotera-
pia. Al considerar la falta de presencia física como una potencial
limitación, el terapeuta podría intentar compensar con mayor
compromiso en su autenticidad, en su comprensión empática y
aceptación positiva incondicional del paciente, actitudes básicas
terapéuticas según el pionero en la materia, Carl Rogers (1970).
Estas son reflexiones e ideas en construcción, ya que la mate-
ria es muy nueva y cambiante. Sin embargo, lo que pareciera ir
confirmándose al cruzar este estudio con los tantos meta-análisis
mencionados en relación a la terapia online, es que en general el
proceso terapéutico, y, asimismo, la disposición del terapeuta, no
tienen menores posibilidades que la modalidad presencial. Puede
ser que lo mejor sea complementarlas en una perspectiva híbrida,
que incluya ambas modalidades como recurso, que se utilizarán
de una u otra forma más o menos combinada, según las particula-
ridades del caso y las circunstancias.
Por otro lado, en circunstancias extraordinarias del mundo
actual, como la cuarentena por pandemia de coronavirus (pero
podrán surgir otras ligadas a cuestiones climáticas, etc.), puede
ocurrir que todo terapeuta que quiera continuar atendiendo a sus
pacientes puedo hacerlo solo mediante videollamada. Esto para
empezar exige que haya una formación específica en relación a
esta modalidad, ya desde las carreras de grado, pero también en

61
las especializaciones clínicas. Es decir, suma nuevos motivos a los
ya existentes, en relación al rol de la tecnología y las tantas posibi-
lidades que facilita en la terapia.
Asimismo, surge la pregunta acerca de cómo la cuarentena
de 2020 y otros futuros contextos críticos, podrían terminar inci-
diendo en la comunidad psicoterapéutica respecto a tres cues-
tiones. Por una parte, los terapeutas reticentes al uso de recursos
tecnológicos, podrían comenzar a naturalizar su incorporación,
incluso para continuarla tras la situación donde fue imprescindi-
ble. Por otra parte, es probable que aumenten considerablemente
las investigaciones al respecto. Finalmente, en caso de que el uso
de la videollamada exija realmente una profundización de aque-
llas características terapéuticas, el mencionado contexto crítico
podría ser también el que fomente mayor compromiso de los tera-
peutas en relación a la apertura y comprensión del mundo subje-
tivo del paciente; y también respecto al proceso terapéutico en sí.
Cabe hacer una reflexión de sentido común: cuando se está reali-
zando un trabajo a través de un canal nuevo, cuya validez aún se
está consolidando, la persona posiblemente esté más enfocada y
atenta en su asertividad, en cuanto a las habilidades que exige su
profesión y que facilitan buenos resultados.
Insistimos en la necesidad imperiosa de que toda formación
psicológica y clínica enseñe las especificidades de la modalidad
online psicoterapéutica. El mundo actual llama a los terapeutas a
incluir ese canal tecnológico de la mejor forma posible, para con-
tinuar con el servicio de asistir profesionalmente en el alivio del
sufrimiento y el desarrollo subjetivo de quien consulta. Más aún
teniendo en cuenta que los momentos de mayor crisis a nivel de
salud mental podrían ser los que solo permitan esta modalidad,
como durante la pandemia por coronavirus.

62
CAPÍTULO 3

ALIANZA TERAPÉUTICA 
EN CONTEXTO VIRTUAL

“Toda vida verdadera es encuentro”.


Martin Buber

El concepto de alianza terapéutica ha atravesado los tratamien-


tos psicológicos desde el inicio de la psicoterapia, con diferen-
tes denominaciones. Freud ya mencionaba la importancia del
vínculo emocional entre analista y paciente, sobre el cual se
asentaba la transferencia; actualización de patrones vincula-
res primarios que habrían de ser analizados para avanzar en su
propuesta terapéutica. Otro pionero respecto a la investigación
de la relación terapéutica, en su nivel de calidez, autenticidad
y empatía, ha sido el psicólogo humanista Carl Rogers. Desde
la primera mitad del siglo XX la consideraba catalizador del
cambio saludable y del despliegue de potencial subjetivo en el
paciente, y ya desde entonces Rogers buscó evidencia empírica
al respecto. Sin embargo, es para 1970 que este constructo trans-
diagnóstico y panteorético comienza a estar en el primer plano
de la investigación científica psicológica. Si bien diferentes

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modelos teóricos lo han llamado de diversas maneras (transfe-
rencia, relación terapéutica, alianza terapéutica), actualmente
se lo considera el predictor más potente del éxito del trata-
miento psicoterapéutico. Existe evidencia considerable, basada
en revisiones y meta-análisis, sobre su papel fundamental en la
efectividad del tratamiento; como factor común determinante
en el cambio positivo, transversal a la pluralidad de modelos
psicoterapéuticos, contextos y demandas del paciente. 
Una de las definiciones más difundidas de alianza terapéutica
es la de Edward Bordin, quien en 1979 distinguió tres componen-
tes que la constituyen:

• Los objetivos de la terapia acordados entre paciente y terapeuta. 
• Las tareas específicas acordadas a realizar durante el trata-
miento, para alcanzar los objetivos. 
• El vínculo relacional entre terapeuta y paciente, su calidad
emocional, la confianza y aceptación que enmarcan el proceso
terapéutico. 

La alianza terapéutica en terapia por videollamada sigue


teniendo el mismo valor predictivo sobre el éxito del tratamiento
(Probst, Berger y Flückiger, 2019; Flückiger, Del Re, Wampold y
Horvath 2018). Sin embargo, a diferencia de la psicoterapia pre-
sencial, la falta de corporeidad replantea la manera en la que
cada uno de los tres aspectos se construye y despliega. Brinda-
remos una mirada desde nuestra experiencia clínica, acerca de
la forma en que la modalidad online influye en la co-construc-
ción de objetivos, de tareas y del vínculo terapéutico. Propon-
dremos también recursos y acciones a desarrollar para facilitar
su desarrollo.

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Objetivos

¿Qué busca aliviar, solucionar o mejorar el paciente a través de la


terapia? Durante las primeras sesiones, el terapeuta lleva a cabo
la exploración que permite co-construir los objetivos sobre los
cuales trabajar. El diseño del tratamiento se estructura sobre estas
metas, que llevan implícita la pregunta de qué quiere y puede lograr
el paciente en el trabajo terapéutico. Terminar de definirlo implica
un recorrido de búsqueda conjunta, que a su vez forma parte de la
construcción de la alianza de trabajo.  
En el entorno online toda la información se canaliza a través
de las pantallas que unen a la díada terapéutica, a través de la
comunicación audiovisual, sostenida por la matriz cibernética.
Los objetivos se construyen a partir de la comunicación verbal y
no verbal. Comparado con el transmitido en un encuentro presen-
cial, el contenido verbal de las sesiones a través de videollamadas
puede no variar. Sin embargo, la comunicación no verbal sí difiere.
La pantalla solo refleja una porción corporal de los comunicantes
y gran parte de la comunicación no verbal se pierde. La comuni-
cación no verbal de una sesión se transmite a través de la postura
del consultante y del terapeuta, el contacto visual, los gestos, la
sensación de proximidad, expresiones faciales y lectura de labios.
Esta información se combina espontáneamente con el contenido
reflejado por la comunicación verbal, en pos de mejorar la com-
prensión mutua y entender los estados mentales de ambas partes.
Este procesamiento múltiple de la comunicación posibilita al tera-
peuta profundizar la comprensión del mundo del paciente y de su
malestar, y, por lo tanto, construir con él los objetivos adecuados. 
 Hay ciertas variables que van a guiar esta búsqueda y faci-
litarán la obtención de la información necesaria para poder

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identificar y entender la demanda del paciente. Para definir qué
vamos a trabajar.
En terapia por videollamada la no corporeidad plantea la nece-
sidad de que los objetivos se planteen más tempranamente y
que la posibilidad del vínculo se establezca también a través del
acuerdo sobre estos objetivos. Según el marco teórico, en la terapia
presencial pueden realizarse algunas sesiones hasta que los obje-
tivos queden suficientemente clarificados, mientras que en terapia
por videollamada es imperativo que el tratamiento no continúe
muchas sesiones sin que haya un cierto acuerdo sobre los objeti-
vos. De ahí se desprende la importancia de determinarlos tempra-
namente con el consultante. Para evitar deserciones y poder seguir
trabajando positivamente es importante ayudar al consultante a
establecer el motivo de consulta y los objetivos con la mayor cele-
ridad posible. En general esto se da espontáneamente, pero hay
casos en los que resulta necesario esforzarse más para lograrlo. 
¿Qué podemos hacer para que efectivamente los objetivos se
fijen con cierta rapidez en las primeras sesiones? Con frecuencia,
en el primer contacto el paciente da una idea del motivo por el
cual consulta. Se le puede preguntar de forma directa: “En líneas
generales, ¿cuál es el motivo de consulta?” Esto no es algo exclu-
sivo de la terapia por videollamadas. La terapia presencial también
funciona a partir de la obtención de cierta información inicial. Sin
embargo, el primer contacto en la terapia online es un estadio de
mayor relevancia en el proceso terapéutico. Por ejemplo, podría
ocurrir que el caso no fuera apropiado (tal como fue planteado
anteriormente) para una consulta online o que estuviera fuera de
nuestro campo de competencia. El terapeuta necesita distinguir la
severidad del paciente o el motivo de consulta que no podrán ser
abordados de manera online, y esta es una de las cuestiones que

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evaluamos antes de comenzar, para determinar si se puede avan-
zar o no. En un encuentro cara a cara, esta situación puede darse
de una forma más gradual. 
En la modalidad online parece haber una tendencia a la focali-
zación que contribuye a una definición de objetivos más eficiente.
Por la naturaleza del proceso terapéutico por videollamada, hay un
mayor énfasis en precisar lo que el paciente trae como demanda y
lo que espera como resultado. Cuando el encuentro se realiza cara
a cara, el terapeuta cuenta con una amplitud de información que
no está presente en una videollamada. El recorte que realiza el
canal de este formato tiene como consecuencia una mayor focali-
zación en los objetivos. El marco de información se restringe y esto
suele hacer que las personas enfoquen su discurso de forma más
directa hacia aquello que les preocupa, les produce malestar y les
interesa resolver. Esto parece ayudar a que el paciente cristalice su
pedido de ayuda en un relato concreto, y a que el terapeuta apunte
más efectivamente hacia la clarificación de la demanda y la formu-
lación de objetivos. Sin embargo, lo paradójico es que la ausencia
del traslado hacia el consultorio, impide un tiempo progresivo de
ingreso al espacio terapéutico, y a la autorreflexión que facilita el
trabajo en la sesión. Para emular parte de este aspecto que pierde
la modalidad online, se le puede pedir al paciente que intente pre-
pararse diez minutos antes de la e-sesión: acomodarse en el lugar
privado elegido, probar el dispositivo, etc. 
Por otro lado, es interesante considerar qué datos recabar antes
de la entrevista inicial, dado que ello es fundamental para la plani-
ficación de la primera entrevista. En parte, el criterio para conside-
rar cuáles datos resultan significativos varía según el modelo teó-
rico del terapeuta, pero en cualquier caso hay ciertas generalidades
que pueden resultar de suma utilidad para planificar la primera

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sesión. Un modo de facilitar esto en la modalidad online es solicitar
al paciente información previa por escrito; no es e-mail terapia sino
optimización de la tecnología en la reunión de información previa.
A continuación, un ejemplo de un paciente que nos contactó por
correo electrónico: 

Hola Lic.
El Dr. García me recomendó que tenga algunas sesiones con usted
para tratar algunos temas que me preocupan en este momento. 
Saludos,
Gonzalo.

Estimado Gonzalo,
Según la naturaleza del problema, podríamos trabajar por
videollamada o podría sugerirle el nombre de alguien en donde
usted vive que fuese más apropiado para su necesidad. Para esta-
blecer eso, sería útil charlar por videoconferencia unos momen-
tos para conocernos y evaluar cuál es la alternativa conveniente.
Si como paso previo a esa charla me puede enviar un pequeño
panorama por escrito sería ideal.
Cordialmente,
XX

Vale la pena aclarar que, en el mail, el profesional no da por


supuesto que tomará el caso. Siempre conviene dejar esta puerta
abierta, que le da capacidad de maniobra al terapeuta en caso de
que el paciente o el problema no sean aptos para terapia online.
Como dijimos anteriormente, el establecimiento de objetivos
se ve especialmente facilitado en la terapia a través de videollama-
das. Sin embargo, este mismo fenómeno que trae ventajas puede,

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por otra parte, llevar a un error. Muchas veces el terapeuta tiende
a cristalizar, por apuro, algún objetivo que quizás no sea central.
Habrá que hallar un equilibrio, entre la necesidad de definir lo
antes posible los objetivos y la apertura flexible en la exploración
del mundo del paciente y de su malestar. En el caso de Gonzalo,
este envió por anticipado un amplio resumen de la situación que
estaba atravesando. El mensaje ayudó a tener un panorama gene-
ral de sus problemáticas, y, así, a disminuir aquella posibilidad de
error en el planteo de los objetivos. Copiamos a modo de ejemplo
su correo electrónico.

Estimado XX,
Le escribo sobre los temas que motivaron mi consulta. Los separé
en diferentes categorías, no porque puedan ser clasificados como si
fueran cosas aisladas, sino porque así me resultó más fácil ir recor-
dando puntos a mencionar. 
Los he escrito de corrido sin mucha edición (más allá de correcciones
de sintaxis), para que los temas salgan lo más naturalmente posible.

Físicamente:
Siempre hice mucha actividad física, y ahora con la frecuencia de
viajes, trabajo, familia, no puedo dar continuidad. Entonces cada
vez que hago algo me aparecen dolores viejos (rodilla, hombro, cue-
llo). A veces me da la sensación de que no voy a volver a estar bien
físicamente.
Estoy viajando normalmente de lunes a jueves (por diversas pro-
vincias). Estoy sintiendo mucho desgaste físico y me siento siem-
pre cansado.
Por esta rutina de estar siempre afuera, siempre como en hoteles y
restaurantes, por lo que a pesar de que trato de comer sano, estoy

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siempre sintiéndome “hinchado” (mi sistema digestivo nunca fue
de los mejores).

Falta de tiempo:
Los viajes (aeropuertos, viajes en auto, etc.), la presión de trabajo
y la presión de la familia (llega el pedido de compensación por el
tiempo que no paso en casa) hacen que no tenga nunca tiempo
para mí mismo.
No solo para actividades físicas, sino que siempre disfruté mucho de
la lectura (preferencia por historia novelada), y ahora hace como 3
meses que estoy con el mismo libro.
Cuando estoy en casa los chicos me demandan tanto que me ter-
mino irritando por no poder a veces ni leer el diario. Ahí todo
empeora porque vienen los reclamos porque cuando estoy en casa
estoy irritado. Ahora ya hice un acuerdo para no trabajar nada
cuando estoy en casa... con la consecuente acumulación de trabajo
los lunes.
Cuando estoy de viaje, la mayor parte de las veces no consigo
estar solo ni siquiera a la noche, porque trabajamos hasta tarde
y normalmente se termina en una cena con la gente del trabajo.
A veces puedo argumentar compromisos o cansancio, pero no es
algo que pueda argumentar muy seguido para no dar la impre-
sión de aislamiento.

Profesional:
Tengo un nuevo jefe con el cual el vínculo no es bueno y necesitaría
encontrar el modo de relacionarme mejor.
Este nuevo jefe me maneja la agenda, llenándome de compromisos
a mi juicio improductivos.

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Una presentación así ayuda a que paciente y terapeuta acuer-
den objetivos desde las primeras sesiones. En el caso de Gonzalo,
su mensaje refiere gran malestar por un sentimiento de falta de
control sobre todos los aspectos de su existencia y una sensación
de que vive “demandado”. Por ende, la terapia podría ayudarlo a
elegir una o más áreas en las que pueda hacer algo para recuperar
la sensación de control y disminuir el estrés. Este objetivo debe ser
co-construido con el paciente, quien ha de sentir que es suficiente-
mente significativo. De esta manera, el paciente comienza a recu-
perar algo de la agencia personal extraviada y la definición misma
de los objetivos resultará terapéutica. Las tareas consiguientes irán
en esa dirección.
El paciente despliega su malestar en las primeras sesiones y
el terapeuta explora esta demanda, cuya información permitirá
delinear el motivo de consulta. A partir de esto, el profesional ela-
borará un diagnóstico y un pronóstico que, al ser transmitido al
paciente, permitirán el armado de objetivos de trabajo dentro del
marco del diseño terapéutico. El planteo de objetivos, que es un
pilar de la alianza terapéutica, se centra en el acuerdo entre tera-
peuta y paciente acerca de las cuestiones significativas a trabajar,
para lograr que el paciente resuelva o mejore aquello que lo llevó
a la consulta. 
A menudo el acuerdo en los objetivos es una tarea relativa-
mente sencilla, ya que el paciente suele reconocer la fuente de su
malestar, que se aclara aún más frente a la escucha terapéutica.
En otros casos la demanda es más compleja y la construcción de
objetivos también. La co-construcción de objetivos es una tarea
artesanal y requiere un gran conocimiento -psicopatológico, del
proceso de cambio humano y de teoría de la mente- del terapeuta,
así como la apertura emocional del paciente. 

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Distintos autores se han ocupado de investigar las amenazas
de ruptura que enfrenta la alianza terapéutica, cualquiera sea la
modalidad. Hasta hace muy poco tiempo el formato online tuvo
numerosos detractores del lado de los profesionales, dominados
por prejuicios y por cierto hábito instalado respecto al formato
tradicional; esta desconfianza en la modalidad podría facilitar las
amenazas de quiebres o abandonos. Por todo lo dicho es impor-
tante revisar periódicamente y de forma conjunta los objetivos y
el proceso terapéutico. En las evaluaciones de proceso el psico-
terapeuta analiza junto al paciente qué se ha trabajado hasta el
momento en el tratamiento, y en qué habrá de centrarse de acá
en más para que valga la pena continuarlo. Estas y otras preguntas
permiten que la díada terapéutica pueda identificar el acuerdo de
objetivos o la necesidad de reestablecerlos; reforzar así la valía del
tratamiento en curso y su adherencia.

Tareas

Una vez acordados los objetivos, se pueden desarrollar tareas


para alcanzarlos. Las tareas intersesión tienen la finalidad de
extender o prolongar el trabajo terapéutico entre una sesión y la
otra: “El uso sistemático de tareas convierte el proceso terapéu-
tico en una experiencia de 24 horas” (Dattilio, 2002). Paciente
y terapeuta acuerdan sobre qué hay que hacer y cómo hacerlo
para alcanzar los objetivos de la terapia. Puede consistir en
cambios en la conducta, registros de emociones e identifica-
ción de ciertas situaciones problema o estados emocionales,
que llevan a comportamientos causantes de malestar para el
paciente y su entorno. 

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En la terapia por videollamada se fortalece la tendencia a que
una buena parte del trabajo terapéutico ocurra fuera de sesión a
través de las tareas. Dada la falta de corporeidad y la enfocada defi-
nición de objetivos, se acentúa la posibilidad -y quizá la necesi-
dad- de profundizar la atención en las tareas. Mientras las realiza,
el paciente está más tiempo en terapia y se acrecienta la presencia
del terapeuta y del proceso terapéutico. Tanto en la terapia presen-
cial como en la que se realiza por videollamadas, las tareas tienen
la función de incrementar la conexión y el compromiso de la per-
sona con el proceso. La diferencia del valor de las tareas entre un
formato y otro no es drástica, pero sí existen matices distintos de
intensidad y alcances.
Durante los primeros encuentros, el terapeuta explica al con-
sultante que parte de su trabajo es proponerle actividades a desa-
rrollar entre sesiones, que permitan avanzar en el logro de los
objetivos. El terapeuta propondrá distintos materiales y cana-
les de comunicación (videos, textos, apps, e-mails, etc.) para
que el paciente trabaje al respecto. Es importante especificar de
qué manera van a utilizarse esos canales en el establecimiento
del encuadre terapéutico. Es interesante pensar hasta dónde se
extiende el contexto del terapeuta y su disponibilidad de contacto
y comunicación.
A modo de ejemplo, con algunos pacientes la tarea intersesión
puede ser el registro emocional de situaciones que preceden a la
conducta problema, a través de grabación de notas de voz sincró-
nicas a la vivencia. En estos casos el terapeuta debe ser muy claro
en la cantidad de registros que pide (por ejemplo, tres). Por otro
lado, el profesional solo va a escucharlos junto al paciente durante
la sesión. Esta técnica se basa en canales virtuales, pero puede
ser utilizada incluso en las sesiones presenciales, donde paciente

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y terapeuta escucharán el registro desde el celular del psicólogo.
Esta nueva opción de registro emocional puede ser entendida
como una posibilidad de que el paciente se escuche casi en vivo;
perciba con claridad cómo se encontraba emocionalmente en el
momento de registrar su estado emocional. De esta forma se evita
la modificación del relato que ocurre cuando el paciente lo des-
cribe a los días de haber ocurrido. 
Andrés es un paciente español que vive en Niza hace años y
consulta por recomendación de su prima, una ex e-paciente. El
tratamiento con su prima se llevó a cabo íntegramente de manera
virtual. En la e-entrevista de admisión Andrés describe discusio-
nes con su pareja y con amigos, que inexplicablemente escalaron
de un simple intercambio de ideas a peleas explosivas. Estas situa-
ciones afectan sus relaciones interpersonales y alimentan una
sensación de autoinvalidación y de falta de regulación emocional,
cuya influencia se extiende también a otras áreas vitales, como la
laboral. La falta de conciencia acerca de la activación de este cir-
cuito de comunicación disfuncional es lo que mayor malestar le
causa a Andrés, quien explica: “La situación comienza a desma-
drarse y en este punto todo es un caos”.
Paciente y terapeuta acordaron dedicar dos sesiones a trabajar en
el armado de los objetivos terapéuticos, en entender el patrón comu-
nicacional y la desregulación emocional. A los dos días del primer
encuentro, Andrés iba a reunirse con su novio para hablar sobre la
relación. La tarea consistía en relatar la conversación ni bien termi-
nara de hablar con su pareja, a través de una nota de voz en el What-
sApp, que escucharía junto al terapeuta en la siguiente sesión. El tera-
peuta pactó que en caso de necesitar contactarlo por algún otro tema,
escribiría por la misma vía, sabiendo que la tarea de registro termina-
ría con la escucha conjunta dentro de la e-sesión y no fuera de ella. 

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En el siguiente encuentro fue muy impactante para Andrés
escucharse varios días después de haber discutido con su pareja.
Transmitía mucha ansiedad y en la nota de voz refería sentirse
igual que cuando era niño y su padre había abandonado a su
madre. Reconoció tener mucho miedo de que su pareja lo aban-
donara, como lo había hecho su padre, quien desapareció de su
vida luego del divorcio. Junto al terapeuta, Andrés pudo establecer
objetivos que facilitaran la regulación emocional, estableciendo
relaciones de simetría con su pareja y trabajando a la vez su sis-
tema de apego (afectado por el abandono del padre, que marcó un
patrón de apego inseguro). 
En este caso clínico -como en tantos otros- fue revelador para el
paciente escuchar su voz. A la vez, como él sabía que iba a registrar
lo que estaba sucediendo, la intervención podía facilitar la reflexión y
así la auto-observación, como lo haría una prescripción del síntoma.
Esta intervención tiene sus raíces en la intención paradojal de la logo-
terapia de Viktor Frankl: buscaba que la persona lograra autodistan-
ciamiento y agencia frente al síntoma. Fue luego sistematizada como
técnica por el modelo de psicoterapia breve del Mental Research Ins-
titute, y denominada intervención paradójica; implica prescribirle a
la persona la continuación de un comportamiento, una situación o
una emoción disfuncional, para llevar a cabo la resolución de ese
problema. El objetivo de esta intervención consiste en disminuir la
resistencia al cambio y en crear una oportunidad de construir un
equilibrio diferente, a través de un espacio de conciencia distinto. Al
repetir lúcidamente el síntoma, ya no se realiza de forma automática
y hay cierto distanciamiento y reflexión al respecto.
En el caso y la intervención de autoregistro mencionados, se
hizo uso de tres dispositivos tecnológicos: las dos computadoras,
más el teléfono utilizado en altavoz para ser escuchados por ambos

75
comunicantes. Este último dispositivo tecnológico brindó la posi-
bilidad, al paciente y al terapeuta, de pausar la secuencia del relato
y pensar si había otra opción de respuesta. Esta operación genera
flexibilidad en el repertorio de respuestas del paciente, y, luego de
un debido y constante entrenamiento, podría conducir a una rees-
tructuración cognitiva; es decir, a facilitar nuevos modos de inter-
pretar la realidad (interna y externa) y de actuar en consecuencia.
Dijimos previamente que las tareas son medios para cumplir
los objetivos, pero también hay tareas que pueden ser propuestas
para definir los objetivos, y también para determinar la motiva-
ción del paciente para alcanzarlos. En el caso de Martín, consulta
porque refiere sentirse “sobrepasado” por sus cosas. Prefiere la
consulta online, porque “de otro modo no hubiese encontrado el
tiempo”. Siente que está cansado y que no se puede dedicar a sí
mismo como él quisiera. No logra ir al gimnasio ni empezar canto
como se lo había propuesto el año anterior. Dice tener dificultades
para manejar la relación con su madre. Se siente presionado por-
que ella demanda mucha atención. 
Durante la primera sesión no queda claro el motivo de con-
sulta. Al final la terapeuta decide compartirle un texto sobre aser-
tividad, donde se explica el concepto y algunas estrategias para
comportarse de manera asertiva. Le da la siguiente consigna: “Le
pido por favor que lea este texto y se tome un rato para pensar de
qué modo se relaciona con usted, con lo que le pasa y con lo que
quiere alcanzar. Podríamos empezar la próxima sesión hablando
de lo que pensó al respecto.” 
Al comenzar la sesión siguiente, Martín comienza retomando
su sensación de “estar sobrepasado”. La terapeuta interviene con-
sultando por el material enviado. Martín refiere haberlo leído y
haberse sentido identificado. Luego, manifiesta que en terapia

76
quisiera lograr que su madre deje de hacerle reclamos o bien que
a él deje de importarle que ella reclame. Tiene la expectativa de
no tener que llamarla con tanta frecuencia y de no sentir culpa
al dejar de hacerlo. Refiere que su madre se queja intensamente
cuando él no la llama y que manifiesta angustia por ese motivo. 
Durante las posteriores sesiones con Martín se diseña una posi-
ble conversación con la madre, evaluando lo que depende de él y
lo que no. Esto se relaciona con explorar las consecuencias de los
dos horizontes que el paciente imagina, respecto del final de los
reclamos de la madre y de su actitud antes esos reclamos.
En el caso que acabamos de describir, la terapeuta optó por
darle la tarea al paciente y retomarla en el siguiente encuen-
tro. También podría haberle pedido al paciente que enviara sus
reflexiones por escrito antes de la sesión siguiente, para poder
dialogar con la información ya leída. Esto depende del estilo
personal del terapeuta y de sus apreciaciones sobre la capaci-
dad del consultante para dedicar tiempo a escribir reflexiones
acerca del material. 
Por supuesto, el profesional siempre enviará un material que
supone tiene relación con la problemática central del consultante.
El sentido de este tipo de operación terapéutica es que el mate-
rial ayude a enfocar en la propia problemática, desde el deseo y la
motivación personal.
Una parte importante del trabajo del terapeuta será guiar la
conversación hacia el cumplimiento de las tareas. Si las cumplió,
¿siente que eso representó un avance en el logro de sus objetivos?
Si no las cumplió, ¿qué le pasó con eso? Tareas y objetivos son
entonces permanentemente recreados, reforzando así la alianza
terapéutica. Constituyen algo firme de lo cual aferrarse mientras
el vínculo se desarrolla.

77
Relación terapéutica 

Pasaremos ahora a ocuparnos del tercer pilar de la alianza, la


relación terapéutica: el vínculo emocional que el terapeuta y el
paciente experimentan. Algunos de los aspectos que ayudan a
construirlo son: confianza mutua, agrado, comprensión, cuidado
y percepción de dedicación. Específicamente de parte del tera-
peuta hacia el paciente, como explicó Rogers: aceptación positiva
incondicional, comprensión empática y autenticidad. Hay refe-
rentes psicoterapéuticos fundamentales que consideran directa-
mente que “lo que cura en terapia es la relación” (Yalom, 2015).
Y que tanto las concepciones psicopatológicas como las técnicas
específicas son constructos y marcos de referencia que posibilitan
el andamiaje terapéutico, para que ocurra el encuentro y crezca la
relación, desde la cual se podrá generar el cambio positivo, el alivio
del sufrimiento y el crecimiento subjetivo del paciente. Rogers es
uno de ellos, así como Irving Yalom y Rollo May, entre otros refe-
rentes más de la perspectiva terapéutica humanista y existencial.
Yalom explica que, entre otras cosas, el vínculo terapéutico per-
mite al paciente enfrentar su aislamiento existencial: por miedo a
la soledad se relaciona profundamente con el terapeuta, y, tras for-
talecerse en ese encuentro, puede luego confrontar la soledad. En
tiempos donde el aislamiento de cada persona puede acentuarse
por circunstancias inesperadas como la pandemia por coronavi-
rus vivida en 2020, la posibilidad de vincularse con un terapeuta
a través de videollamada puede volverse un tema fundamental de
salud mental colectiva.
El uso de intervenciones basadas en internet para problemáti-
cas psicológicas incrementó en importancia durante los últimos
años (Andersson, 2016; Andersson et al., 2019). Esto ha permitido

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llegar a algunas conclusiones, aunque sean muy pocas las inves-
tigaciones que exploran específicamente el vínculo terapéutico
en el contexto de las terapias de audio y video en tiempo real.
Ante todo, recordemos la distinción que hacen Berger y otros
autores -planteada en el primer capítulo- entre los diversos tipos
de formatos de las intervenciones psicológicas implementadas a
través de internet:
1) Programas de autoayuda que no incluyen contacto con un
terapeuta durante el tratamiento, y solo utilizan internet para
guiar y proporcionar información de forma automatizada.
2) Programas de autoayuda guiados, en el que la presentación
del programa de autoayuda basado en internet se combina con
un mínimo contacto con el terapeuta, a través de e-mails, chats,
llamadas telefónicas de poca duración.
3) Las psicoterapias basadas en internet: a través de texto y comu-
nicación asíncrona (es decir, e-mail terapia); la comunicación
basada en texto casi en tiempo real (es decir, la terapia de chat);
y, por último, la comunicación en tiempo real de audio y vídeo
donde el e-profesional trabaja a través de videollamadas, cana-
lizando tecnológicamente el encuentro paciente-terapeuta, y
pasando del consultorio al e-consultorio.

Los estudios demuestran que los programas basados en internet


que incluyen un contacto -aunque sea mínimo- con el terapeuta
son más efectivos que aquellos que no lo hacen (Berger, 2017). A
partir de esta afirmación y de lo dicho anteriormente, podemos
decir que no basta con tener información de una máquina o de
la nube, para que ocurra el alivio del malestar de una persona. La
psicoeducación puede ayudar y forma parte de muchos diseños
de tratamiento, pero lo fundamental para el alivio, la aceptación

79
o el cambio, se produce a partir del encuentro humano y del vín-
culo que se establece entre las dos o más personas que integren el
tratamiento, sea este a través de sesiones presenciales o virtuales.
Tal como dicen los psicólogos humanistas, que se han especiali-
zado en el tema, lo curativo es el particular encuentro entre quien
padece y quien se ha formado y tiene herramientas psicológicas,
para aliviar la experiencia de sufrimiento del otro y favorecer el
despliegue de su potencial vital subjetivo.
Las ideas expuestas por Luborsky (1976), quien propone una
extensión de la conceptualización de Zetzel (1956), sugieren la
existencia de dos fases en la construcción de la alianza entre el
terapeuta y el paciente. La primera fase, la alianza tipo 1, se desa-
rrolla al principio del tratamiento y consiste en la sensación del
paciente de contar con el apoyo del terapeuta a través de una rela-
ción afectuosa y cálida. La alianza tipo 2, se presenta en fases pos-
teriores y refiere a la sensación del paciente de trabajo conjunto, a
su compromiso y confianza en el proceso terapéutico. En la tera-
pia a través de videollamadas el proceso se establece de manera
similar, con la peculiaridad de que en ambas fases es importante
la confianza de ambos en el canal por el cual se lleva a cabo el tra-
tamiento. Si el profesional tiene prejuicios o no se siente cómodo
con la modalidad a distancia, el paciente lo notará y eso repercu-
tirá en la alianza de trabajo. De a momentos, los humanos detec-
tan y perciben comportamientos no verbales.
La relación en la cual paciente y profesional trabajan juntos
para identificar problemas centrales y posibles soluciones (Beck,
1979) se va a asentar en un vínculo emocional, cálido y de cola-
boración. Es justamente a través de ella que se pueden enfren-
tar los problemas que aún presenta este formato. Por ejemplo,
las dificultades en la conectividad, que pueden suponer un tra-

80
bajo conjunto para resolverlas. Una alianza fuerte es a menudo
el resultado de una negociación (Flückiger, Del Re, Wampold &
Horvath, 2018). Esta negociación no solo implica el desarrollo
temprano del acuerdo sobre objetivos de la terapia y tareas, sino
también la confianza de paciente y terapeuta, de que -basados en
la formación y experiencia del profesional- podrán sobrellevar los
desafíos que presupone el trabajo a distancia. La desconfianza e
insatisfacción por parte de alguno de los integrantes de la díada
terapéutica afecta la relación de trabajo.
Hay autores que sostienen que la terapia por internet no facilita
el establecimiento espontáneo del vínculo, y que han de ubicarse
en primer plano los otros dos componentes de la alianza: objeti-
vos y tareas. Desde nuestra perspectiva, el acento en la relación
terapéutica es fundamental. Para comprender esto es importante
la diferenciación que hicimos más arriba entre intervenciones por
internet sin contacto, otras con contacto mínimo, y la psicoterapia
por videollamada que es un encuentro terapéutico en tiempo real
mediado por la tecnología.
Es interesante presentar aquí la experiencia de un psicotera-
peuta existencial que por la situación global de cuarentena forzada
de 2020 ha pasado a la terapia por videollamada con varios de sus
pacientes. Tal como hemos dicho al principio de este apartado, la
perspectiva terapéutica existencial es la que suele poner mayor
énfasis en el vínculo genuino de persona a persona, como base
para el cambio terapéutico positivo. Durante un diálogo que hemos
tenido con él sobre el tema, el terapeuta existencial Gabriel Castellá
utiliza una metáfora para describir la importancia del vínculo en
psicoterapia: “Estamos en el mismo bote, paciente y terapeuta; cada
uno tiene un remo, y a partir de vincularnos en la coordinación de
los remos, avanzaremos hacia un rumbo claro”. Con esto en mente

81
y con la idea de que el formato presencial facilita mejor el vínculo,
el terapeuta ha priorizado la modalidad convencional, utilizando el
formato virtual en situaciones excepcionales, como viajes por parte
de pacientes. Sin embargo, durante el tiempo de cuarentena global,
atendió a sus pacientes a través de videollamada. A los que tenían
constituido un vínculo de mucho tiempo a través de la modalidad
presencial, les sugirió recrear mentalmente la vivencia de sentirse
en el ámbito intimista del consultorio. Afirma no haber notado
gran diferencia en la posibilidad de encuentro genuino, pero sí en
lo que se acentúa: “El cuerpo se ve menos, pero se amplifica la cara.
Es una especie de representación homuncular, donde se agiganta
la cabeza y parte del torso, y se achica el resto del cuerpo, por lo que
muestra la pantalla”. Luego, sostiene que “incluso cara a cara nunca
se percibe la realidad completa, el encuentro es siempre vivencial.
Y la videollamada lo que hace es canalizar otra manera de vivenciar
el vínculo”.
Gabriel recuerda distintas e-sesiones donde sus pacientes
han podido conectarse emocionalmente de forma profunda,
expresando su angustia; por ejemplo, por la misma situación
de aislamiento a partir de la cuarentena. Incluso experimentó
la construcción del vínculo con un nuevo paciente exclusiva-
mente a través del modo virtual. Sin embargo, cuenta también
de pacientes que de antemano descartaron la modalidad virtual.
Esto podría revelar que aún no todas las personas se sienten a
gusto con la tecnología; y, en algunos casos, la falta de posibili-
dades de intimidad en la casa. También realiza una observación
interesante: “Son importantes la experiencia y el ojo clínico, para
aportar a la construcción del vínculo en un entorno virtual, repli-
cando la situación presencial. Me recuerda a la frase de Renoir
acerca de que un dibujo que hizo en cinco minutos le llevó

82
sesenta años lograrlo”. Propone reflexionar acerca de si es nece-
sario que los terapeutas adquieran experiencia en la modalidad
presencial, antes de atender por videollamada.
En un sentido similar, podemos hipotetizar que la relación
terapéutica será más robusta cuanto mejor formado el profesio-
nal. Las habilidades terapéuticas se entrenan en la mayoría de los
modelos teóricos. Sería impensado que un profesional trabajara
de forma espontánea cuando no ha sido entrenado para ello. Asi-
mismo, a la formación en habilidades para lidiar con los proble-
mas propios de la tarea terapéutica, habrá que sumar habilidades
para construir relaciones de colaboración en paisajes virtuales.
Es probable que en este contexto el acuerdo sobre los objetivos
y las tareas ayude especialmente a reforzar el vínculo. Esto implica
que el terapeuta pueda prestar atención a que los objetivos se defi-
nan tempranamente con claridad, puesto que sin ese acuerdo y
con un vínculo todavía no muy establecido, es probable que se
produzca un abandono temprano.
La no corporeidad implica un recorte de la información:
paciente y terapeuta solo pueden ver y oír a la persona. No están
presentes ni el tacto ni el olfato. Esto podría llevar a que se dismi-
nuya parte de la expresión emocional y su percepción. Las últimas
investigaciones refieren que el terapeuta online tiende a no tener
suficientemente en cuenta las emociones. Por eso es importante
referirse a ellas y exponerlas en la sesión.  El terapeuta puede desa-
rrollar una serie de procedimientos y técnicas para que tanto él
como el consultante puedan comunicarse de manera más afec-
tiva, empática y presencial. 
Por ejemplo, el abrazo de un terapeuta al final de una sesión
cara a cara queda grabado fácilmente en la memoria y sensibili-
dad del paciente en los días posteriores, incluso hasta el siguiente

83
encuentro. Lo mismo ocurre en la terapia a través de videollama-
das. Ciertos gestos y palabras que refuerzan intervenciones pue-
den causar la sensación de presencia necesaria para que el vínculo
afectivo se desarrolle. Insistimos en que esto podrá ocurrir siem-
pre y cuando el terapeuta se sienta cómodo, confiado y seguro con
la vía de comunicación.
No hay que olvidar que si bien la videollamada implica un
recorte del encuentro con el otro, esa limitación hace que algunos
aspectos de la comunicación aparezcan con más detalle. Entre
otros, las expresiones de las caras de los protagonistas y detalles
del ambiente en el que se muestra el consultante. Estará en el arte
del buen terapeuta online aprovechar esta información adicional y
también tener muy presente que sus propias expresiones se refle-
jan en la pantalla de un modo muy diferente a como se ven en el
encuentro personal. 
En resumen, la alianza terapéutica ocupa un lugar tan central
en la terapia por videollamada como en la presencial. La natu-
raleza del encuentro virtual lleva a que sea importante privile-
giar objetivos y tareas, así como la creación del vínculo humano
mediado por la tecnología. Al mismo tiempo, es recomendable
que el terapeuta utilice creativamente todos los recursos a su dis-
posición para que el vínculo emocional se pueda desarrollar pese
a la ausencia de corporeidad. En este sentido es importante que
las dificultades que aún plantea la conectividad sean enfrentadas
por terapeuta y paciente en conjunto. De hecho, cuando la señal
es mala son la potencia de la relación y las ganas de continuar el
trabajo que transforman el problema en un contratiempo a solu-
cionar en equipo.
Un principio fundamental a sostener es que el terapeuta
debe estar completamente dentro de la sesión y mostrarlo.

84
Por ejemplo, un detalle como dejar cerca el teléfono celular
implica la tentación de echar una mirada rápida al texto o al
número, cuando llega un mensaje. En ese momento el tera-
peuta se estaría “saliendo” del encuentro. Algunas maniobras
pueden desarrollarse al principio de la sesión o del tratamiento;
otras, durante las sesiones. En ambos casos estas maniobras
buscan facilitar la construcción de intimidad y presencia, a
favor del intercambio afectivo-emocional.

Maniobras para el principio


1) Empezar por “small talk”, conversaciones irrelevantes a la
problemática del paciente, que ayudan a entrar en clima.
2) Enfocar la mirada en el paciente y mostrarse expresiva-
mente presente en el encuentro. La única excepción podría ser
cuando sea necesario tomar notas. Cabe aclarar de antemano
que a veces se harán anotaciones.
3) Clarificar el modo de trabajo. “No sé si tenés experiencia
en videollamadas, nos vamos a ir conociendo… A veces voy a
tomar notas, y, por lo tanto, desviaré la mirada un momento
para hacerlo”.
4) Poner de manifiesto o consultar sobre los detalles del tera-
peuta o del consultante y su contexto crea sensación de proxi-
midad. Puede plantearse cierto grado de autorrevelación del
terapeuta, cuidadosamente pensado, que permita humanizar
el encuentro virtual. Por ejemplo: “Avisame por favor si me ves
bien, instalé una nueva cámara para hacer videoconferencias,
pero aún lo le tomé la mano”; “¿te sentís cómodo trabajando de
este modo? Aunque yo al principio no lo estaba, ahora trabajo
totalmente cómodo”.

85
Maniobras para usar durante las sesiones
1) Observaciones sobre posibles sentimientos del consultante.
Por ejemplo: “Veo en tu cara una expresión, no sé… ¿puede ser
que sea de pena?”.
2) Observaciones de autorrevelación de sentimientos o de
posibles acciones del terapeuta: “Si estuvieras acá te daría un
abrazo”; “entiendo cómo te sentís”.
3) Avisar si uno está tomando nota, dado que en la imagen
puede no entenderse.
4) Manejar los silencios de manera que se entienda y no se
solapen las voces. Asimismo, la utilización de auriculares ayuda
a construir la intimidad dialógica del encuentro terapéutico,
evitando la irrupción de ruidos de afuera.

86
CAPÍTULO 4

BUENAS PRÁCTICAS:
E-ENCUADRE Y
MARCO ÉTICO-LEGAL
RECOMENDACIONES A
TERAPEUTAS Y PACIENTES

En base a distintas investigaciones (Richards, Simpson, Bastiampil-


lai, Pietrabissa, Castelnuovo, 2016) y a nuestra propia experiencia clí-
nica en el uso de videollamadas, proponemos ciertas recomendacio-
nes para los profesionales que estén interesados en trabajar con este
formato. Estas sugerencias apuntan a facilitar mejores condiciones
para la utilización de este encuadre terapéutico. Es decir, son prác-
ticas de adaptación al nuevo canal tecnológico. Buscan estructurar
el encuentro según sus propias características, también con el fin de
evitar que la flexibilidad del encuadre se vuelva laxitud e ineficacia.
De hecho, una de las problemáticas a resolver de raíz es la per-
cepción de que la e-sesión, por el hecho de ser virtual, no tenga
reglas ni pautas establecidas. Aunque el medio cambie, el eje y los
fines son iguales a los de la psicoterapia presencial. El encuentro
sigue precisando un encuadre que lo contenga y que enfoque el
tratamiento. En cierto sentido, el encuadre también reorganiza y

87
forma parte de la resolución del problema. La terapeuta sistémica
Mara Selvini Palazzoli lo sabía muy bien: requería que toda la fami-
lia conviviente acudiera al encuentro de terapia familiar. Aunque
la consulta fuera de una mujer de otra ciudad que pedía turno por
problemas del hijo, para obtener la sesión debían acudir también
el padre con agenda ajustada de trabajo y la abuela con dificul-
tades de movilidad. No todos accedían. Pero quienes cumplían,
ya de por sí activaban una nueva organización en sí mismos y sus
familias, que a su vez facilitaría el posterior cambio terapéutico.
Hoy en día el requerimiento de Selvini Palazzoli puede resultar
algo extremo. Sin embargo, aunque se planteen matices, ejempli-
fica el criterio terapéutico general acerca de que el encuadre forma
parte del tratamiento, cualquiera sea su modalidad.
Junto al encuadre, el marco ético-legal completa la referencia
de cómo llevar adelante una buena práctica terapéutica. Al ser un
canal psicoterapéutico novedoso y que recién actualmente está en
pleno desarrollo, las referencias legales son ambiguas y muchas
veces insuficientes. Por el momento, esta carencia legal ha de ser
compensada por claras directrices éticas; propondremos algunos
ejes al respecto.

1. DINÁMICA DEL E-CONSULTORIO

Tocar el timbre del e-consultorio:


cómo, dónde y cuándo

Desde el encuentro inicial han de fijarse las reglas del setting tera-
péutico. Aunque muchas veces parezca obvio, los primeros acuer-
dos con el paciente determinan cómo se establecerá el contacto

88
a través de las videollamadas. Si bien en el formato cara a cara es
innecesario aclarar que para comenzar la sesión hay que tocar el
timbre, en el formato virtual hay que explicitar el procedimiento
de inicio de la e-sesión. A la hora y en la plataforma acordadas, el
profesional debe encontrarse online y responder a la llamada del
paciente con actitud de estar presente y preparado para trabajar.
Será conveniente dejar asentado quién llamará a quién en el caso
de que el primer intento de conexión fallara, porque es usual con-
tinuar el desencuentro al llamarse simultáneamente. Suele suce-
der que el paciente escriba “ya estoy conectado”, a través de un
mensaje de WhatsApp, en lugar de llamar para iniciar la videolla-
mada. Difícilmente el paciente le escriba al terapeuta “estoy abajo
tocando el timbre”, por mensaje de texto, ante una sesión cara a
cara. Es importante hacer hincapié en la metáfora de “tocar el tim-
bre del e-consultorio”.
En otro plano, el hecho de no tener que desplazarse al con-
sultorio implica tanto una facilidad de ahorro de tiempos, como
también una menor progresión del ingreso al trabajo terapéutico,
y un riesgo de menor compromiso en este sentido. Durante el
tiempo que tarda en trasladarse al consultorio, el paciente suele
pensar en lo trabajado la sesión anterior, lo ocurrido en la semana
y en temas que querría hablar. Generalmente esto implica el
ingreso a un valioso y preparatorio estado autorreflexivo. Por
este motivo resulta conveniente pedirle al e-paciente que pueda
dedicar diez minutos a prepararse, antes del horario establecido
para “tocar el timbre”. Que pueda acomodarse en el espacio pri-
vado elegido, encender y probar el dispositivo tecnológico. Estas
acciones prácticas estarán acompañadas de cierto ingreso pro-
gresivo al estado de autorreflexión del que podrá beneficiarse el
trabajo terapéutico.

89
Volviendo a lo técnico, así como se acordará en la primera
sesión la aplicación del e-encuentro, es recomendable tener una
alternativa consensuada por si llegara a fallar la tecnología. Es
usual que haya distintos canales de comunicación (WhatsApp,
Zoom for Healthcare, Skype for Business, Google G Suite, Han-
gouts meet, etc.) y que ante la eventual caída o falla de una de
estas, optemos por otra. Hay que ser precavidos y atesorar incluso
el último recurso comunicativo: tener el teléfono fijo del paciente,
en caso de que pudieran fallar la conexión de internet y el celular.

El e-consultorio: ¿dónde me siento?

El paciente debe estar en un lugar suficientemente tranquilo y ais-


lado como para sentir que ingresa a un espacio terapéutico. Por
supuesto, lo mismo vale para el terapeuta, que ha de predicar con
el ejemplo. Por más que estas sesiones transcurran en el ciberes-
pacio, el cuidado de ambas partes en crear un ambiente de trabajo
en un consultorio virtual ayudará al desarrollo de la alianza, parti-
cularmente al desarrollo del vínculo profesional-consultante.
El ambiente terapéutico debe emular al consultorio en el cual
trabajamos con los pacientes de manera presencial. Es recomen-
dable que el paciente tenga la menor cantidad de distracciones
visuales o auditivas posibles, para enfocar mejor su atención en
el trabajo terapéutico. Un ambiente muy cargado de objetos y
colores puede ser fuente de distracción y curiosidad, en espe-
cial si el e-consultorio es el lugar donde reside el terapeuta. Si el
terapeuta o el paciente se encuentran ubicados delante de una
ventana o una puerta en la que hubiera movimiento de otras per-
sonas o animales, esto se convertiría en distracción. Asimismo,

90
podría vulnerar la sensación de privacidad y confidencialidad, y,
consecuentemente, a la misma alianza terapéutica.
Por otra parte, el establecimiento del espacio físico desde el cual
llevar a cabo la e-sesión, debe tener en cuenta el lugar de mejor
conexión en la casa o consultorio. Es conveniente encontrarse
cerca del modem o router inalámbrico, para aumentar la veloci-
dad de conexión y que la calidad de la misma no se comprometa
por el ancho de banda. Es esperable que el e-terapeuta conozca de
antemano el mejor lugar para ubicarse. En cuanto al e-paciente,
podría ser conveniente hacer una prueba de buena conectividad
antes de comenzar la primera sesión (se puede hacer a través de
www.fast.com). Y tomarse el tiempo de preguntar si ese espacio
con buena conexión, estará disponible y con privacidad en las pro-
bables sesiones subsiguientes.
Se sugiere el uso de auriculares tanto para pacientes como tera-
peutas, ya que mejoran la audición y la calidad del sonido; limitan
las interferencias de ruidos, voces o bocinas que provengan desde
fuera del e-consultorio. Es recomendable brindar esta indicación
en la etapa temprana del tratamiento. Tanto para asegurar la cali-
dad de la videollamada, como para evitar que terceros puedan oír
el diálogo y se ponga en jaque su confidencialidad. Asimismo, en
las primeras sesiones también es recomendable asistir al paciente
en la regulación del volumen y el ritmo del diálogo. Para que el
encuentro pueda ser agradable y cómodo.
La iluminación (luz solar o artificial) debe provenir por delante,
el exceso de luz de fondo no permitirá que el terapeuta pueda dis-
tinguir las expresiones faciales del paciente y viceversa. Es ideal
que la iluminación sea cálida y difusa para poder distinguir mejor
los rasgos y los gestos de la díada. Es importante evitar que la ilu-
minación del ambiente sea fluorescente y demasiado brillante.

91
Entrando en calor

Al inicio de cada encuentro es recomendable controlar junto al


paciente que la audición y la visión sean adecuadas. Mejor hacer
estos ajustes al principio y no una vez comenzada la sesión, que
implicaría interrumpir el clima terapéutico. Esta comprobación
puede simular una sensación de “inicio conjunto de trabajo”. La
imagen clara y amplia facilitará la identificación de las expresiones
faciales del terapeuta, así como los gestos no verbales que vehicu-
lizan empatía y calidez por parte del profesional. Asimismo, ese
mutuo ajuste fortalecerá la sensación de presencia y la inmediatez
del vínculo, trabajo necesario en toda modalidad psicoterapéutica.
Si el terapeuta o el paciente cambia el entorno desde el cual
se establece la e-sesión, es importante como terapeuta favorecer
comentarios acerca de ese ambiente diferente. El nuevo espacio
físico ha de integrarse de alguna forma al espacio terapéutico sim-
bólico compartido, y al vínculo que construye. Todos los comen-
tarios en ambas direcciones se transformarán inevitablemente en
comentarios sobre la relación.
Por otra parte, el terapeuta ha de afinar el buen ritmo del diálogo
virtual, donde la superposición de voces puede resultar más dis-
ruptiva que en el encuentro presencial. El profesional debe adquirir
experiencia en cómo y cuándo realizar sus intervenciones, ya que
las mismas pueden ser experimentadas como interrupciones por
el paciente. El sonido entrante suele desconectarse cuando las dos
personas comunicadas por videollamada hablan al mismo tiempo.
Dependerá también del ancho de banda en la que se apoye la cone-
xión. De todas maneras, cuando no sea necesario hablar, el terapeuta
puede usar gestos no verbales para reforzar la sensación de presen-
cia y comprensión, como asentir con la cabeza (Jones et al., 2011).

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¿Qué ves cuando me ves?

La reconocida conceptualización de Carl Rogers acerca de la


importancia de la autenticidad, la aceptación positiva incondi-
cional y la comprensión empática del terapeuta para facilitar el
encuentro con el paciente, también vale para la modalidad online.
En este caso podemos agregar que la espontaneidad del terapeuta
facilita que la sensación de presencia se instale. También que hay
algunas consideraciones técnicas que ayudan a acortar las distan-
cias y profundizar la expresión de la cercanía empática.
En este sentido, es importante que el terapeuta sea consciente de
la ubicación que tiene la cámara en su dispositivo de trabajo. Si es
una computadora (portátil o de escritorio), la cámara por lo general,
se encuentra ubicada en el extremo superior de la misma. De esta
manera, cuando el clínico realiza las intervenciones el paciente ten-
drá la sensación de que hay contacto ocular y conexión entre ellos.
No ocurre lo mismo cuando el terapeuta trabaja con tablets o teléfo-
nos inteligentes. Si la cámara se encuentra situada en el costado del
dispositivo, es fundamental que el terapeuta realice las intervencio-
nes mirando a la misma. Por otra parte, existen bases donde apoyar
los distintos dispositivos para que la cámara se encuentre siempre a
la altura de la frente de los comunicantes. De lo contrario, el paciente
puede experimentar la sensación de extrañeza o desconexión.
Es recomendable que tanto paciente como terapeuta estén ubi-
cados frente a la cámara, y que esta se encuentre a una distancia
que permita enfocar el torso superior de la persona, para crear
sensación de presencia y cercanía. No es aconsejable que se vea
solo el rostro, así como tampoco que la distancia sea excesiva e
imposibilite distinguir el lenguaje no verbal de los participantes.
La distancia óptima debe ser evaluada antes de comenzar la sesión.

93
Ubicación y distancia han de mantenerse constantes, para facilitar
la recreación de un ambiente de confianza en el que el paciente
pueda desplegar su experiencia y malestar.
Por otro lado, en videollamadas generalmente se utiliza la fun-
ción de imagen en imagen: el terapeuta ve el cuadro del paciente
en tamaño predominante pero también una segunda imagen que
lo registra a él. Es de menor tamaño y la mayoría de los dispositivos
permiten moverla cuando se solapa con la imagen del paciente. La
atención del terapeuta está puesta en el paciente. Aun así, al tocar
dos veces la propia imagen esta se agranda, y el terapeuta puede
comprobar si su postura y su lenguaje corporal son coherentes,
qué porción de su cuerpo es visible y si la iluminación es adecuada.
Luego habrá de regresar al paciente al tocar dos veces en su cuadro.
Los terapeutas que gesticulan mucho con las manos han de tener
en cuenta si esto distrae al paciente. Porque los movimientos suelen
quedar entrecortados por los límites del radio de visión virtual. De la
misma forma es recomendable evitar movimientos innecesarios que
puedan ser registrados por el paciente y romper el clima de la sesión.
La cámara que refleja la propia imagen es una herramienta de
retroalimentación con la que el terapeuta no cuenta en las sesio-
nes presenciales. Aunque la mirada se dirige fundamentalmente al
paciente, la autoobservación en función del otro, puede ayudar a
expandir o atenuar -según lo que permita mayor equilibrio- algu-
nas de las capacidades expresivas como profesional.

Reglas claras mantienen la alianza

La cercanía comunicativa brindada por los avances tecnológicos


posibilita un encuentro que trasciende la distancia. Sin embargo,

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esta progresiva cercanía, exige también una reubicación de pau-
tas. Ya que, entre otras consecuencias, los vínculos profesionales y
la vida privada tienen fronteras muy porosas. Por lo tanto, instala
cierta laxitud en relación a roles y dinámicas. No es algo nuevo. Ya
ocurría en el siglo pasado, con la inclusión del teléfono de línea en
la vida cotidiana.
En La táctica del cambio (Fisch, Segal, Weakland, 1984), los
autores cuentan cómo en la segunda mitad del siglo pasado algu-
nos pacientes ya utilizaban el teléfono de forma confusa, más allá
de su importante función de comunicar situaciones urgentes.
Hasta que el terapeuta marcara la necesidad de respetar ciertos
límites y el espacio terapéutico, estos pacientes seguían llamando
para agregar detalles o asociaciones a lo dicho en sesión. Una
manera gentil y estratégica de marcar límites era, por ejemplo: “Lo
que me cuenta es importante, merece que le dediquemos más que
una conversación telefónica informal”. Esto se podría traducir a la
actualidad de la siguiente forma: “Lo que me cuenta es importante,
merece que le dediquemos más que un intercambio de audios por
WhatsApp”. Por otra parte, cabe explicar que uno tiene una agenda
profesional con otros compromisos y una vida personal, y que la
inmediatez de la comunicación por las tantas aplicaciones utiliza-
das ha de servir para situaciones puntuales que la justifiquen.
En síntesis, es recomendable establecer de antemano las for-
mas de comunicación en la e-sesión y fuera de ella. Esto puede ser
hablado, o puede ser incluido en un documento escrito de normas
del e-consultorio (aquí abajo presentamos un modelo posible),
que puede ser enviado por correo electrónico al igual que el con-
sentimiento informado.
Entre otras cuestiones, los terapeutas han de ser cuidadosos en
establecer pautas de cancelaciones o ausencias. Hay terapeutas y

95
pacientes que refieren sentir menor nivel de compromiso, al saber
que el otro no ha realizado el esfuerzo de llegar hasta el consulto-
rio, o no se encuentra en el mismo. Por este motivo las cancelacio-
nes de ambas partes podrían ser más frecuentes. De igual manera
que un terapeuta no dejaría esperando a un paciente en la puerta
de su consultorio o no cancelaría una sesión con poco tiempo
de anticipación en el formato presencial, lo mismo vale para la
modalidad online. En el caso de los e-pacientes es recomenda-
ble establecer una norma desde el principio del tratamiento; por
ejemplo, cualquier sesión que no sea cancelada con 24 horas de
anticipación deberá ser abonada. Recordemos que el encuadre se
encuentra muy vinculado a la construcción de la alianza terapéu-
tica. Los mismos criterios de anticipación y compromiso aplican
para el terapeuta.

Quienes son parte de la e-sesión

Igual al formato cara a cara, las interrupciones, ruidos y voces pue-


den generar en el paciente la sensación de que está en riesgo la
confidencialidad del tratamiento. El terapeuta debe asegurarse de
reducir al máximo la posibilidad de ruptura del clima de concen-
tración y confianza, para proteger el flujo de comunicación de la
díada que trabaja en el alivio sintomático del paciente.
Esto mismo puede ser sugerido a los pacientes para evitar inte-
rrupciones por parte de familiares, niños, compañeros o masco-
tas. No es infrecuente que el gato de algún consultante se atra-
viese por el monitor, desviando la atención. El profesional ha de
puntuar que los que se encuentran en el consultorio virtual deben
ser solamente quien consulta y él. En casos excepcionales, donde

96
por ejemplo el terapeuta vive con su perro, será mejor aclararlo
de antemano, por si la mascota llegara a generar algún ruido. Por
otra parte, ocurre que algunos pacientes se presentan a la e-sesión
con sus hijos pequeños, con la creencia de que la edad les impide
comprender lo dicho. Esta situación no solo imposibilita la diná-
mica del encuentro terapéutico, sino que podría ser dañino para
el menor. Así como no sería posible en el encuadre cara a cara,
tampoco lo es online.
Distinto es el caso de una familia que consulta. Si los integran-
tes están reunidos en un mismo espacio habrá que asegurarse de
que la disposición permita la visualización de todos ellos, a través
de la pantalla del terapeuta. En la medida de las posibilidades de
la familia y la situación, cuando excedan las dos personas ya sería
recomendable que cada uno tuviera un dispositivo para conec-
tarse de forma autónoma en la e-sesión conjunta. En la mayoría
de las familias hay teléfonos, tablets o computadoras que podrían
utilizarse con ese fin.
Por otra parte, puede ocurrir que haya sesiones donde algunos
de los miembros de la familia estén en el consultorio de forma pre-
sencial y otros de forma virtual. Resulta una posibilidad para resol-
ver ausencias inevitables a la modalidad presencial. No obstante,
habrá que considerar cada caso particular, con sus interacciones y
motivos, para habilitar estas formas híbridas. Porque, por ejemplo,
la diferencia de compromiso de alguno de los miembros podría
constituir el patrón de interacción disfuncional.
Por otra parte, la disposición espacial que exija el dispositivo
podrá cambiar la interacción. Una pareja en crisis, por ejemplo,
puede tener que sentarse muy pegada para la e-sesión, y esto
generar determinados intercambios y reacciones. El terapeuta
ha de considerar estas variables de la modalidad en relación al

97
trabajo terapéutico y las necesidades de los pacientes. En algu-
nos casos la cercanía de la pareja en crisis podrá generar inte-
racciones que puedan facilitar el trabajo terapéutico vincular; en
otros, podrá generar reacciones disfuncionales excesivas que no
permitan el proceso, y exijan que la conexión a la e-sesión ocurra
a través de dispositivos autónomos.

No todo lo que brilla o suena es recomendable

La apariencia y elección de los colores de la vestimenta es importante


frente a cámara. Richards et al. (2016) sugieren que lo que puede
verse muy bien en la vida real puede no ser una buena elección a
la hora de atender pacientes a distancia. La autora sugiere evitar los
tonos rojos, naranjas y blancos (tienen tendencia a brillar). La ten-
dencia que tienen hacia la saturación excesiva dificulta la visión y la
sensación de presencia del paciente. También es recomendable evi-
tar jugar con lapiceras, usar pulseras y collares o cualquier objeto que
haga ruido cuando se gesticula. Este punto parecería no tener mucha
importancia hasta que el paciente comienza a jugar con un objeto
o a hacer movimientos con las manos cerca del micrófono. Provoca
ruidos molestos y precisa que el terapeuta encuentre el modo de
hablar del contexto de conexión y las prácticas que lo facilitan.
El uso de celulares debe evitarse al igual que en la modalidad
presencial. Durante las primeras sesiones el terapeuta puede
mencionar el beneficio de silenciar o de poner en modo avión el
teléfono, para favorecer el trabajo de la díada terapéutica. La fun-
ción de modo avión permite acceder a todos los contenidos que
pueden formar parte de la sesión, sin que ingresen llamadas o
mensajes que interrumpan.

98
Actualmente es usual que el celular sea fuente de consulta para
el paciente durante la sesión. Puede compartir notas de voz, men-
sajes de texto o el propio autorregistro de una tarea intersesión.
Es posible que tengamos que hacer explícito cómo se manejarán
los recursos tecnológicos dentro de la sesión. Hay pacientes que
reciben mensajes en sus relojes inteligentes, a través de una vibra-
ción o un aviso lumínico que interrumpen el encuentro. Todo esto
forma parte del encuadre y del acuerdo inicial.

En resumen: un modelo de normas del e-consultorio

Presentamos aquí un modelo de las normas del e-consultorio que


resume los puntos principales del acuerdo que el terapeuta ha de
realizar con el paciente respecto a las pautas del encuadre. Este
documento puede ser enviado al paciente por correo electrónico
al principio del tratamiento.

MODELO DE NORMAS DEL E-CONSULTORIO


Algunas ideas para que podamos trabajar mejor a través de videollamadas

Hola,
Te sugiero que leas estas notas ya que van ayudar a que nuestra
conexión y nuestra sesión sean de la mejor calidad posible.
Ante todo, te pido que me mandes un email con los siguientes datos:

Nombre completo:
Dirección:
Teléfonos de contacto:
Teléfono de alguien de tu familia:

99
Teléfono de alguien con quien tengas contacto frecuentemente:
Datos de tu médico clínico:
Datos de otros médicos a los que frecuentas:

Este protocolo lo uso con todos mis pacientes y nos hace ganar
mucho tiempo. Los datos de contacto que me brindes estarán subi-
dos a una carpeta en la nube, con los recaudos necesarios para res-
guardar su confidencialidad.
Cualquier dato que compartas conmigo no saldrá de este espacio;
al finalizar la sesión, se borrarán fotos, mensajes u otros materia-
les personales que hayas compartido. Es bueno que ambos estemos
tranquilos. Siempre te comunicaré si alguna información debe ser
revelada fuera del área del tratamiento y solo será en caso de que
evaluemos juntos que te encontrás en una situación de riesgo.
Si querés comunicarte conmigo podés enviarme un mensaje escrito
de WhatsApp (no dejes nota de voz) con el motivo de la consulta
y tu nombre, al siguiente número xxxxxxxxxx durante toda la
semana de 9 a 22hs. Te responderé lo antes que pueda. Podés usar
también la siguiente dirección de email que chequeo frecuente-
mente: xxxxxx
Cuando se acerque el horario de nuestra sesión es importante que
estés solo/a en un lugar donde tengas buena conexión y nadie
pueda escucharte (los bebés y los niños también escuchan). La
iluminación natural o artificial, debe estar enfrente tuyo y es pre-
ferible usar auriculares ya que mejoran la calidad del audio. La
vestimenta y el uso de celulares durante la sesión tendrá el mismo
cuidado que si estuviéramos en mi consultorio. De hecho, lo
vamos a estar.
Unos minutos antes de la sesión, es recomendable que te sientes y
acomodes, puedas revisar el dispositivo y tomar contacto con tu

100
respiración y con cómo te sentís. Esta “preparación” ayuda a que
estés más conectado/a con vos y conmigo. En el horario en que
comienza la sesión llamame a través de la vía que acordamos, te
estaré esperando.
Puede ser que nuestra señal y/o canal de comunicación tenga algún
problema y nuestra conexión sea mala. Tenemos recursos para lidiar
con esto. Podés chequear tu conexión antes de la sesión a través de
www.fast.com. Ante la eventual caída o falla de la plataforma que
usamos podemos probar con la otra que hayamos acordado como
alternativa. Si todo eso falla por falta de conexión a internet o corte
de luz, podremos hablar por teléfono o bien reprogramar la sesión.
Es muy raro, pero si por motivos de fuerza mayor yo debiera suspen-
der nuestro encuentro, voy a ofrecerte otra opción lo más cercana
posible al horario que teníamos acordado. Obviamente el encuen-
tro cancelado no se abona.
Te pido que me avises 24 horas antes si no vas a poder asistir a
nuestro encuentro virtual, así puedo disponer del horario. De todas
formas, las situaciones imponderables serán tenidas en cuenta, y se
podrá recuperar la sesión en otro momento.
Es bueno que te tomes un tiempo para leer este acuerdo y que poda-
mos hablar todo lo que te parezca necesario aclarar. La terapia a
distancia geográfica necesita de mucha cercanía emocional y sen-
sación de presencia. De esta manera nuestro vínculo será lo sufi-
cientemente fuerte para que juntos podamos aliviar tu malestar,
lograr los objetivos que nos propongamos y sortear las dificultades
que nos pueda presentar la tecnología. Si nuestra relación es fuerte,
vamos a poder trabajar bien.
Nombre del terapeuta

Te pido por favor que me confirmes la recepción y la lectura.

101
Recursos tecnológicos: tareas e intervenciones a un clic

El hecho de que la relación terapéutica esté construida y media-


tizada por la tecnología facilita el uso de recursos tecnológicos a
disposición del paciente y del terapeuta a un solo clic: aplicacio-
nes, fragmentos de película, citas de libros, charlas Ted, etc. Hay
distintas formas de hacer uso de estos recursos, dentro de la sesión
y en las tareas que tienen lugar entre sesiones. Se pueden dividir
en recursos que produce el paciente y recursos con los que el
paciente se relaciona. Ejemplos claros, ya mencionados en casos
clínicos, podrían ser: el autorregistro a través del celular, en el pri-
mer tipo de recursos, y el uso de una aplicación de relatos sonoros,
en el segundo.
Las tareas que el terapeuta pide al paciente que realice entre
una sesión y otra, forman parte de la alianza terapéutica. La tecno-
logía se incorpora casi naturalmente a las tareas de autorregistro.
Son buenas herramientas para identificar mecanismos disfuncio-
nales y aumentar el nivel de consciencia y la capacidad de obser-
vación del problema. Las notas de voz o videos registrados en el
momento de vivenciar la conducta problema y su negativa emo-
cionalidad, suelen posibilitar cambios sintomáticos, disminución
de resistencias y aumento de compromiso con el tratamiento.
Otro válido recurso tecnológico es el cuenta pasos del celular
o del reloj inteligente, que permite registrar la actividad realizada
en el día por la persona, y así apoyar el trabajo terapéutico de acti-
vación conductual. Mencionamos dos ejemplos, entre muchos,
de cómo dispositivos tecnológicos pueden convertirse en buenos
recursos para trabajos intersesión.
Por otra parte, los principios de la biblioterapia o la cineterapia
pueden aplicarse a la inmensa biblioteca y cineteca que es hoy en

102
día la red: seleccionar poemas, cuentos, películas, series, o simple-
mente citas y videos relevantes para el malestar y la situación vital
que atraviesa el paciente. Estos recursos pueden aplicarse tanto
online como presencialmente. Sin embargo, cabe decir que en el
caso de la terapia por videollamada el uso del recurso tecnológico
durante la sesión es una posibilidad que se adapta con mayor flui-
dez al e-consultorio. Porque el diálogo ocurre por el mismo canal
que presentará el texto o la filmación en cuestión.
La potencialidad de la red como fuente de recursos es inago-
table. Queda al buen criterio clínico del terapeuta, y a la lógica
interna de la intervención respecto al tratamiento, su utilización
terapéutica. Simples aplicaciones de relatos pueden ayudar a cal-
mar el insomnio de algunas personas con problemáticas de ansie-
dad. Sin embargo, el equilibrio de la tecnología y la virtualidad en
la vida cotidiana también es importante. Porque el exceso en el
uso de la tecnología puede generar resultados negativos. Aunque
no sea una problemática explorada por este libro, hoy en día se
habla de distintos tipos de adicción a la tecnología. Por lo tanto, la
ecuanimidad en su uso, es fundamental.
Por otra parte, en el Centro Privado de Psicoterapias, hemos ini-
ciado un plan de organización y sistematización de los tantos recur-
sos tecnológicos disponibles para nuestros terapeutas. Relatamos
nuestra propuesta con la idea de que pueda servir a que otros ima-
ginen y construyan una sistematización de utilidad propia. La idea
rectora es que si el objetivo terapéutico está bien acordado, el tera-
peuta podrá usar diversas técnicas para encausarlo, y, asimismo,
distintos recursos para realizar aquellas técnicas elegidas. Como
ya dijimos, el uso del recurso tecnológico por el consultante puede
convertirse en una tarea intersesión, y la estructura del siguiente
encuentro basarse en su cumplimiento o no, y en sus derivaciones.

103
Si no usó el recurso convenido, es importante entender las razones,
que pueden ser varias: no le sirvió, no lo entendió, le produjo resis-
tencia, etc. Esto ya daría al terapeuta caminos a seguir. Si utilizó el
recurso, el interrogante tiene que ver con qué ocurrió a partir de
eso. Ese “qué ocurrió” puede darse en términos de insight, de accio-
nes específicas tendientes al logro del objetivo, etc.
La idea general es que la terapia por videollamada podría refor-
zar el vínculo a través del uso de recursos. Son material para las
tareas, que extienden la influencia del terapeuta y la relación con su
paciente más allá de la pantalla. Con esta idea en mente, encargamos
a un equipo la investigación sistemática de recursos posibles para
diversas problemáticas. Nuestra inspiración provino del desarrollo
de la obra realizada por Norcross y colaboradores (2013) Self-Help
That Works: Resources to Improve Emotional Health and Strengthen
Relationships, un libro donde se consulta a expertos en distintas
problemáticas cuáles serían los mejores recursos de autoayuda y
cuáles los peores. Actualmente ese libro lleva cuatro ediciones.
Pusimos a un par de psicoterapeutas a investigar sobre el tema
que resultó más difícil de lo que habíamos supuesto. Encontrar
recursos útiles para la terapia de problemas psicopatológicos espe-
cíficos fue relativamente sencillo. Por ejemplo, si pensamos en
trastorno obsesivo compulsivo encontramos una gran cantidad
de charlas Ted, películas, guías de autoayuda, entre otros mate-
riales. Aun así, se requiere un trabajo periódico, y, por ende, una
inversión permanente para mantener actualizados esos recursos.
Sin embargo, cuando quisimos buscar recursos para atender pro-
blemas de consulta no definidos en términos psicopatológicos, el
trabajo fue mucho más complicado. Por ejemplo, temas de autono-
mía, toma de decisión, conflicto de pareja, etc. No es que no hubiera
recursos, sino que resultó más difícil encontrarlos y clasificarlos.

104
Pese a todo, desarrollamos una clasificación, y, basada en ella,
una biblioteca universal de recursos tecnológicos. Concebimos
entonces la terapia como un proceso en el cual, luego de acordar
objetivos y encuadre, los terapeutas pudieran elegir los recursos
más apropiados para cada paciente, en base a la problemática sin-
gular a resolver o mejorar.
A modo de ejemplo, uno de los terapeutas utilizó para diver-
sos casos un material escrito que resume el concepto de la “Rueda
del Cambio” de Prochaska y Di Clemente donde se detallan las
seis etapas del cambio: Precontemplación, Contemplación, Pre-
paración, Acción, Mantenimiento y Recaída. El terapeuta usa el
material de lectura para que los pacientes evalúen su motivación
para el cambio, y accionen desde allí. En el caso de Pablo, el mate-
rial sirvió para luego trabajar con su toma de decisión. Tras rom-
per con su pareja de años cuando iban a mudarse juntos, Pablo
comenzó una nueva relación que mantuvo en secreto. Transitó un
período de duda respecto a qué relación continuar. En terapia se
trabajó con el material de la “Rueda del Cambio”, dado que el con-
texto que el paciente deseaba transformar era el de la rutina y la
comodidad. La motivación para comenzar terapia surgió cuando
la persona con la que había comenzado a salir se fue a trabajar al
exterior por unos meses y lo invitó a que fuera a visitarla durante
las vacaciones. Finalmente, a través de su propio proceso de cam-
bio, fortalecido por su consciencia respecto a la dinámica general
del cambio, resolvió irse de viaje.
Respecto a la biblioteca de recursos, los terapeutas que empeza-
ron a atender a nuestros pacientes por videollamada encontraron
muy interesante la idea; sin embargo, no les resultó práctico dispo-
ner de tantos recursos, sino más bien hacerse expertos en el uso de
algunos de ellos. A partir de esta experiencia recomendamos que

105
el terapeuta genere una biblioteca de recursos personalizada, en
base a las necesidades de los pacientes que atiende y de sus propios
intereses y capacidades.

2. MARCO ÉTICO Y LEGAL

Referencias ético-legales de la e-terapia

En el mejor de los casos ética y legalidad van de la mano. Aunque


no siempre es así. De hecho, en la mayoría de las situaciones, la
regulación legal de la atención por videollamada es aún insufi-
ciente, cuando no carente; especialmente respecto a un servicio
de psicoterapia virtual internacional, donde terapeuta y paciente
se encuentran en países diferentes. Asimismo, hasta la pandemia
por covid-19, distintos estados de Latinoamérica ni siquiera tenían
regulación nacional de la terapia por videollamada. Sin embargo,
a partir de la emergencia sanitaria mundial el formato virtual de
atención ha sido incluido en distintas legislaciones nacionales.
La Argentina sirve de ejemplo. A partir de la emergencia sanita-
ria por la pandemia, la resolución 282/2020 regulariza y enmarca
legalmente la “teleasistencia y/o teleconsulta” en la salud pública y
privada dentro del territorio nacional. Es decir, que a partir de esta
situación tanto los seguros como las obras sociales y otros entes
interesados en el área han de habilitar y cubrir la atención médica
y psicológica a través de videollamada. Habrá que ver si con el
fin de la emergencia sanitaria esta reglamentación se extenderá,
se derogará o cambiará. Un caso diferente es el de Estados Uni-
dos, donde hasta antes de la pandemia un psicólogo residente y
colegiado en un estado distinto al del paciente no podía atenderlo,

106
según el marco legal. Esto dificultaba el trabajo terapéutico online.
Sin embargo, ante la emergencia sanitaria mencionada, esta regu-
lación se flexibilizó. Así como también se flexibilizaron las normas
de privacidad de datos de la Ley de Responsabilidad y Transferibi-
lidad de Seguros Médicos (HIPAA, por sus siglas en inglés), permi-
tiendo temporalmente el uso de mayor cantidad de plataformas y
aplicaciones de videollamada. Aunque es probable que algunos de
los cambios de las normas, como los relativos a la aplicación de la
HIPAA, se retiren cuando termine la crisis actual, es muy probable
que se mantengan ciertas reglamentaciones beneficiosas para el
despliegue de la telemedicina y la psicoterapia online.
Más allá de estos dos países mencionados, y de la situación cir-
cunstancial en la que se escribe este libro, es importante que cada
terapeuta conozca y analice la legislación vigente en su propia
jurisdicción nacional. Para ser consciente del marco regulatorio,
de sus alcances y límites en relación a la práctica profesional. Algu-
nos enlaces de referencia, entre otros:

• www.apa.org (American Psychological Association)


• http://www.fepra.org.ar (Federación de Psicólogos de la
República Argentina)
• https://site.cfp.org.br (Conselho Federal de Psicología del
Brasil)
• http://www.spps.org.py (Sociedad Paraguaya de Psicología)
• https://www.psicologos.org.uy (Coordinadora de Psicólogos
del Uruguay)
• http://colegiopsicologos.cl (Colegio de Psicólogos de Chile)
• www.europsyche.org (European Association for Psychotherapy)
• www.psychologyboard.gov.au (Psychology Board of Australia)

107
Por otro lado, hay una cuestión que hasta el momento no se ha
resuelto, aún en la emergencia sanitaria global: el vacío legal en lo
referido a una atención terapéutica internacional, donde paciente
y terapeuta residen en distintos países. Por el momento esta prác-
tica no está regulada, es decir que implica un acuerdo libre entre
privados. Sin embargo, es en estas circunstancias donde la ética
debe compensar el vacío legal.
La ética del psicoterapeuta es la misma en formato presen-
cial y virtual. Por lo que a nivel de principios se mantienen los
ejes rectores de beneficencia -hacer el bien- y de autonomía -del
paciente- (França-Terragó, 1996), que se resumen en la defini-
ción misma de terapia como práctica dirigida al alivio del males-
tar y el desarrollo subjetivo del paciente. Con el fundamento del
bienestar psíquico como un derecho humano de toda persona
(FEPRA, 2013). Hay al menos tres referencias éticas mínimas
ampliamente conocidas: la firma de consentimiento informado,
el deber de mantener el secreto profesional, y una serie de res-
ponsabilidades profesionales en la asistencia brindada a favor
del bienestar del paciente. En el formato virtual hay cuidados
particulares para cada uno de estos puntos.
Respecto a la decisión de atender a un consultante que esté
fuera del marco legal del propio país, hay algunas preguntas éticas
a responder, para decidir si llevar adelante el servicio. Estas pre-
guntas son similares a las que uno se haría ante cualquier caso, sin
embargo, se suma la consciencia de un menor margen de error y
de maniobrabilidad. A partir de la información recopilada:
• ¿La terapia online es la mejor opción para la persona y su pro-
blemática (según criterios de exclusión, situación y contexto)?
• ¿La asistencia que la persona necesita está vinculada a la pro-
pia especialización?

108
• ¿Necesita o necesitará próximamente atención psicológica de
urgencia?

Según cómo se respondan las preguntas anteriormente plan-


teadas se podrá definir si resulta conveniente la atención virtual
internacional e incluso interurbana. Es importante privilegiar el
bienestar del paciente y entender cuándo será de mayor servicio
ayudar a la persona a conseguir atención psicológica presencial
o virtual en su lugar de residencia, y cuándo lo será atenderlo por
videollamada. Por ejemplo, salvo raras excepciones, si la hipótesis
diagnóstica y el pronóstico indican la necesidad próxima y perió-
dica de atención psicológica de urgencia, sería ético optar por no
atender a la persona virtualmente a la distancia e intentar asistirla
en hallar un tratamiento adecuado en su lugar de residencia.

El secreto profesional online:


plataformas y manejo de la información

Con respecto al secreto profesional y la confidencialidad, valor


ético y legal fundamental de la psicoterapia, hay dos cuestiones
importantes a tener en cuenta en el caso de la modalidad online.
Por una parte, la seguridad cibernética de las plataformas uti-
lizadas en cuanto al uso de datos. Por otro lado, los cuidados
de terapeuta y paciente respecto de la información y el material
digital intercambiado.
Respecto al primer punto, existen ciertos riesgos propios de la
virtualidad inexistentes en la modalidad presencial. Asuntos como
la suplantación de identidad (Muros, 2011), los permisos parenta-
les para usuarios menores de edad, la filtración de información en
redes sociales, las fallas de los motores de búsqueda, los virus, los

109
hackers, las fallas tecnológicas, fallas en los sistemas de seguridad
y otros posibles riesgos de divulgación de los datos e información.
En término ideales, los terapeutas deberían contar con un seguro
que soporte este tipo de problemáticas.
En este sentido, se recomienda a los terapeutas tomar las
medidas de seguridad necesarias para proteger los datos y la
información del consultante de cualquier acceso o revelación no
deseada. A la hora de iniciar un proceso terapéutico, habrá que
explicitar el tipo de tecnología de telecomunicación que se va a
emplear durante el tratamiento, informando cuál va a ser su uso
y el medio principal de contacto. La principal referencia interna-
cional que se tiene al respecto, es la mencionada HIPAA, marco
regulatorio de protección de los datos privados de los usuarios
del sistema de salud en Estados Unidos. Como el nivel de seguri-
dad y protección de datos de las plataformas se va modificando,
antes de elegirlas conviene consultar la información actualizada
en la página de la HIPAA, dentro del Departamento de Salud
y Servicios Humanos (HHS) del gobierno de Estados Unidos.
Mientras se escribe este libro aquellas regulaciones fueron fle-
xibilizadas, para responder a la emergencia sanitaria mundial.
Mientras dure la crisis, no habría sanciones al uso de buena fe
de distintas plataformas, incluso de baja protección de datos. Sin
embargo, pueden ser consultadas las plataformas más seguras
en la página correspondiente. Hasta el momento de publicar este
libro, los proveedores más seguros, que cumplen con las normas
HIPAA serían los siguientes (HHS, 2020):

• Skype for Business / Microsoft Teams


• Updox
• VSee

110
• Zoom for Healthcare
• Doxy.me
• Google G Suite Hangouts Meet
• Cisco Webex Meetings / Webex Teams
• Amazon Chime
•GoToMeeting
• Spruce Health Care Messenger

Por otro lado, cabe hacer mención de los cuidados que requiere
el material digital que comparte el paciente. Más allá de que resulte
necesario mantener actualizada la historia clínica del paciente,
donde se anota el avance del tratamiento, sesión a sesión, los
materiales que el consultante comparta han de ser borrados de
las propias aplicaciones y dispositivos. Es decir, una vez que el
material sensible se ha utilizado en la sesión es aconsejable que
el terapeuta lo borre frente al paciente: sea un video, un e-mail, un
audio. Asimismo, en el momento de explicarle al consultante que
lo que se diga en la e-sesión es confidencial, cabe también acla-
rar que este precepto depende no sólo del terapeuta, sino también
del mismo paciente. Aunque la información y los materiales del
paciente son suyos y él mismo tiene la libertad de hacer lo que
quiera con ellos, los resultados positivos del tratamiento depende-
rán también del resguardo y los cuidados que se tengan respecto al
espacio terapéutico.
Al mismo tiempo, en la historia clínica cabe tomar nota de lo
compartido en cada sesión, y a lo largo del tratamiento, para lle-
var registro del proceso. Es una obviedad aclarar que el terapeuta
ha de guardar digitalmente las e-historias clínicas con todos los
recaudos y formas de protección necesarias para evitar que terce-
ros puedan acceder a ellas.

111
Consentimiento informado:
un modelo de referencia

Al igual que en la terapia presencial, el formato virtual exige cierto


registro formal tanto del acuerdo respecto al inicio del tratamiento,
como de su proceso (de principio a fin). Ya hemos mencionado la
obviedad de que las historias clínicas han de mantenerse perió-
dicamente actualizadas, con los cuidados de protección que sean
necesarios para mantener la confidencialidad. Asimismo, el con-
sentimiento informado sigue siendo un requisito básico a imple-
mentar, sea en su versión virtual o impresa. Hoy en día hay apli-
caciones que facilitan la firma digital, sin embargo, otra manera
de resolver el asunto a la distancia puede ser el envío del con-
sentimiento informado al paciente, para que este lo imprima, lo
firme, lo digitalice y reenvíe al terapeuta. En el caso de atender al
paciente a través de videollamada, esto ha de aclararse en el docu-
mento. Aquí presentamos un modelo muy simple de referencia.

MODELO CONSENTIMIENTO INFORMADO

(Lugar de emisión del consentimiento) a (Fecha de emisión)

Yo, (NOMBRE DEL PACIENTE), confirmo de manera voluntaria


que me encuentro en total uso de mis facultades para tomar deci-
siones y entender la información que aquí se me presenta. Brindo
mi consentimiento para ser atendido por (Nombre del psicólogo
tratante) a través de videollamadas y para ello suministrar infor-
mación como parte del tratamiento psicológico: datos personales,
red social, motivo de consulta, genograma, entre otros.

112
Se me ha informado que los contenidos de este documento y las
sesiones que llevaremos a cabo a través de este formato son estric-
tamente confidenciales, y que el profesional tomará los recaudos
pertinentes para que los canales de comunicación cumplan las nor-
mas de confidencialidad vigentes, y que las sesiones no podrán ser
grabadas sin mi consentimiento.
Por medio de este documento otorgo mi consentimiento informado
para que se lleve a cabo el tratamiento que aquí se ha detallado.

Nombre, firma y documento del paciente


Nombre, firma, matrícula y sello del psicólogo tratante

Redes sociales:
perfil profesional y perfil privado

Las novedades tecnológicas y vinculares han traído la masiva difu-


sión de las redes sociales. Estas generan distintas posibilidades,
pero también problemáticas a resolver y cuidados a tomar. Aun-
que la cuestión valga también para la terapia presencial, en el caso
del formato virtual se potencia. Las redes sociales implican un
nuevo modo de relacionarse y de comunicarse, donde la privaci-
dad y la intimidad han de ser atendidas, así como también nuevos
cuidados para evitar cierta tendencia a la difuminación de roles.
Como lineamiento general recomendamos que el terapeuta
tenga dos perfiles distintos en las redes sociales: uno profesio-
nal, que puede ser más o menos abierto, y otro privado, exclusivo
para familiares y amigos cercanos. En el mismo sentido, consi-
deramos importante cuidar el propio perfil público en la red, en
base a la responsabilidad tanto con los pacientes, como respecto

113
a la profesión y a la privacidad de uno mismo. Desde nuestro
punto de vista, aunque por supuesto que esto responde al crite-
rio de cada persona, sería poco recomendable para el propio rol
psicoterapéutico entrar públicamente en discusiones de temáti-
cas sociales, políticas y religiosas sensibles con fuertes posicio-
nes encontradas. En caso de hacerlo, la referencia fundamental
sería la de evitar la descalificación del otro, y respetar siempre la
dignidad humana de toda persona.
Respecto a los pedidos de amistad de pacientes en redes socia-
les como Facebook o Instagram, sería importante derivar ese
contacto exclusivamente al mencionado perfil profesional, y no
al personal. Este cuidado vale tanto para la propia privacidad del
terapeuta, como para evitar interferencias en el proceso terapéu-
tico de los consultantes. El mismo principio se aplica para las pre-
guntas que pudiera realizar el paciente respecto a la intimidad del
terapeuta. Salvo excepciones, se busca mantener tanto el foco en
la problemática del paciente como el rol profesional. Esto se vin-
cula también con la autorrevelación del terapeuta, donde existe
un amplio debate. Según nuestra experiencia clínica, lo primero a
tener en cuenta respecto a la autorrevelación es asegurarse de que
no sea por motivos narcisistas del terapeuta, ni como desvío de la
atención por parte del paciente. Asimismo, un mínimo de auto-
rrevelación a veces ayuda a la terapia. Discernir requiere ejercicio.
De las dos, es mejor ser prudente, en lugar que laxo. Este mismo
lineamiento se extiende al contacto en las redes.
Hay casos de terapeutas con pacientes adolescentes a los que
han aceptado como “amigos” en sus perfiles privados de redes
sociales, que han tenido luego serios inconvenientes respecto al
tratamiento. ¿Qué pasa si un paciente adolescente que está tra-
bajando un consumo problemático de sustancias ve una foto de

114
su terapeuta tomando un trago con sus amigos en una fiesta? Más
allá de cómo se maneje la situación particular, con el adolescente,
sus padres y en relación al proceso terapéutico, sin dudas será
mejor evitarla, por el bien de la díada terapéutica. Todo lo dicho
no implica descartar la presencia en las redes sociales, al contra-
rio; un cuidado perfil profesional en las redes sociales puede ser
de utilidad para abrir nuevos canales de comunicación con los
pacientes y colegas.
Por otro lado, así como es importante cuidar el propio perfil
público en las redes sociales y en internet en general, también lo
es regularse en la búsqueda de información de los propios pacien-
tes en la red. El principio de que explorar la vida del otro es válido
siempre y cuando venga al caso en relación al proceso terapéu-
tico, se extiende a internet y las redes sociales. Es lícito por ejemplo
googlear al paciente ante la consulta inicial cuando esto implique
una fuente más de información necesaria, tanto para comprobar
su identidad (en caso de no tener referencia alguna previa) como
para comprender si uno podrá o no ayudarlo terapéuticamente.
Sin embargo, cuando la exploración online de información del
paciente excede motivos terapéuticos, deja de ser válida. Esta
autorregulación dependerá del criterio y la honestidad ética de
cada terapeuta.

Importante: red de contención


para pacientes de otra ciudad o país

Aunque la alta severidad es en general un criterio de exclusión


para admitir pacientes en la modalidad de tratamiento virtual, el
terapeuta debe tener las herramientas necesarias para prevenir

115
consecuencias graves en caso de que surja una situación crítica. Es
decir, el terapeuta debe estar preparado para reaccionar de forma
veloz y eficaz ante una emergencia que pueda sufrir el paciente.
Desde el principio del tratamiento, el terapeuta debería contar
con los contactos telefónicos de familiares y amigos del paciente,
de servicios de apoyo de centros de atención primaria cercanos y
del médico que lo atiende en la ciudad donde se encuentra. Estos
son algunos de los datos fundamentales que no deberían faltar en
las e-historias clínicas, particularmente de pacientes que residan
en otra ciudades o países.

116
CAPÍTULO 5

EVALUACIÓN
PSICOLÓGICA ONLINE
“En lugar de cientos de datos, tendremos millones
o quizás miles de millones de datos para analizar.
Eso será sin duda uno de los retos
mayores que tendremos en el futuro”.
Rosa Baños

Capítulo escrito en colaboración con María Eugenia López Ruíz (psicóloga espe-
cializada en evaluación psicodiagnóstica, neurocognitiva y psicotécnica).

Al hablar de psicoterapia resulta inevitable hablar también de eva-


luación psicológica. Por lo tanto, a las posibilidades psicoterapéu-
ticas del vínculo mediatizado por la tecnología, se suma también
la potencialidad de la evaluación online a distancia. El objetivo del
siguiente capítulo será sugerir en qué situaciones clínicas un tera-
peuta podría decidir tomar una evaluación online, y cuándo esta
evaluación la realizaría por sí mismo o con un evaluador externo.
Conocer, medir y predecir la conducta humana ha sido una
antigua aspiración a lo largo de la historia de la humanidad. Se
reportan formas rudimentarias de pruebas psicológicas desde el
año 2200 a.C. en China, cuando el emperador solicitaba examinar
a sus oficiales de Gobierno con el fin de determinar su competen-
cia para el cargo. Es en el siglo XX, a partir de las Grandes Gue-
rras y sus negativas consecuencias en la salud mental, que surge
la necesidad de contar con métodos científicos para clasificar a los

117
individuos. Con este fin se construyen varias pruebas colectivas de
personalidad, inteligencia y diversas aptitudes.
Actualmente muchos terapeutas definen el diseño de trata-
miento con el paciente en base a su juicio clínico y supervisión.
Otros, atravesados por sus marcos teóricos y su formación, suman
a la demanda del paciente y su propia experiencia, la aplicación
de pruebas psicológicas. Cabe comprender la importancia que
tiene la evaluación psicológica para el ejercicio de la psicotera-
pia; tanto en su comienzo, como para su desarrollo y cierre. De
hecho, en algunos casos, resulta valioso aplicarla en las tres etapas.
Suma información importante que permite acortar tiempos y ajus-
tar intervenciones: el señalamiento de los recursos del paciente,
elementos de precisión diagnóstica y las dificultades concretas
de la persona. La evaluación inicial puede confirmar o ampliar
la demanda del paciente, aportando distintos datos acerca del
malestar. Esta información suele enriquecer la construcción de los
objetivos a trabajar, así como la definición de tareas terapéuticas.
Luego, puede ser útil registrar la situación del paciente durante el
desarrollo del tratamiento, y finalmente en el cierre.
En algunos casos los psicoterapeutas pueden aplicar pruebas
sencillas en las entrevistas iniciales, para obtener la “foto” de cómo
se encuentra el paciente en el comienzo del tratamiento. Pruebas
simples como el STAI, el BDI-II y el SCL-90-R son algunas de las
que pueden cumplir esta función de screening (nivel de ansiedad,
depresión y grado de malestar psicológico actual o distress que
experimenta una persona).
Por otra parte, la inclusión de un evaluador externo permite tra-
bajar con instrumentos más sofisticados; algunos de estos especia-
listas han digitalizado tests que son difíciles de administrar e inter-
pretar, ya sea por complejidad o extensión. El evaluador externo

118
suele generar resultados muy positivos, tanto en la comprensión de
lo que le ocurre al paciente, como en lo simbólico del proceso tera-
péutico en sí: hay una representación del consultante respecto a un
equipo profesional que trabaja a favor del alivio del propio males-
tar subjetivo. En la mayoría de las evaluaciones se intenta que el
evaluador externo no cuente con demasiada información previa
acerca del paciente, con el fin de evitar sesgar la interpretación de
los test realizados. No obstante, el terapeuta debe informar qué
busca medir en el paciente, para que el evaluador pueda resolver
cómo hacerlo.
La evaluación psicológica online significa gran cantidad de
beneficios; por ejemplo, en relación al tiempo de administración
y cálculo de resultados, así como a la flexibilidad de la toma. Estos
beneficios facilitan la disponibilidad de esta herramienta funda-
mental para terapeuta y paciente, en el diseño, el proceso y los
resultados terapéuticos. Sin embargo, hay ciertas variables distin-
tas a considerar, como el hecho de que no implica necesariamente
-al menos, no a lo largo de todo el proceso- un diálogo por video-
llamada con un encuentro sincrónico y en tiempo real, como en el
caso de la psicoterapia online que proponemos en este libro. Pero
sí se plantea la necesidad de mantener el mismo espíritu también
durante la evaluación online, en la importancia de cuidar el vínculo
humano, la contención y presencia del otro. Ya veremos cómo.
Una cuestión más a tener en cuenta desde un principio es que
actualmente la práctica y la teoría de la evaluación psicológica
online, especialmente en Latinoamérica, se mueven a destiempo.
La práctica evaluativa a través de la tecnología ya ocurre, y se aplica
de forma muy artesanal; en el mejor de los casos, con la mayor pre-
cisión científica posible, pero muy pendiente del criterio, la expe-
riencia y el arte del evaluador. Por ejemplo, en general se utilizan

119
baremos (es decir, patrones de referencia) de poblaciones evalua-
das presencialmente, ya que para la mayoría de las pruebas aún
no existen baremos de poblaciones evaluadas virtualmente, que
serían las referencias más precisas y correctas. Sin embargo, de
a poco surgen evaluaciones pensadas especialmente para el for-
mato online (Durao, Ungaretti, Genise y Etchezahar, 2019).
Las limitaciones de la evaluación online pueden relacionarse a
la problemática o situación del paciente, como a la evaluación en
sí. En este último aspecto, las evaluaciones proyectivas y gráficas
no se pueden administrar virtualmente y siguen precisando el for-
mato presencial. Esto podría ir cambiando a medida que la tecno-
logía avance y expanda sus posibilidades sensoriales y de réplica
virtual de la presencia del otro.

Estado de situación de la evaluación psicológica online

En la actualidad, 2.32 mil millones de personas alrededor del


mundo usan teléfonos inteligentes y se estima que a lo largo del
2020 el 70% de la población mundial contará con uno. Este dato
implica que la mayoría de las personas en el mundo podrían
tener al alcance de la mano la posibilidad de acceder a un pro-
ceso de evaluación psicológica. Esto se ve complementado con
la existencia de aplicaciones móviles específicas. En el año 2017,
solamente en Google Play Marketplace, se registraron un millón
de aplicaciones y dentro de ellas 40.000 dentro de la categoría
“salud - bienestar”.
Una amplia variedad de recursos tecnológicos se encuentra
actualmente disponible con fines de evaluación:

120
• Dispositivos de biofeedback (detectan a través de sensores
sutiles cambios fisiológicos, y los amplifican de tal manera
que paciente o terapeuta puedan identificarlos y tomar accio-
nes en consecuencia).
• Juegos serios (videojuegos diseñados con fines “serios” para
la evaluación de distintas variables como las habilidades
socio-emocionales en niños; por ejemplo, a través de un juego
de rompecabezas y cuidado de mascota se obtienen medidas
conductuales en cinco dimensiones: autocontrol, impulsivi-
dad, asertividad, tolerancia a la frustración y reconocimiento
de emociones).
• Realidad virtual y realidad aumentada (entornos interactivos
simulados por computadora que pueden permitir la obser-
vación del comportamiento de una persona), y evaluación
a través de internet o basada en el uso de computadoras. Los
entornos virtuales generados a partir de técnicas como reali-
dad virtual y realidad aumentada, agregan elementos impor-
tantes del mundo real. Parsons (2017), por ejemplo, ha creado
una simulación de supermercado virtual que se ejecuta en una
computadora portátil y permite evaluar dimensiones de las
funciones ejecutivas en personas con déficit cognitivos.

Por otro lado, un aporte específico de la tecnología digital a


la evaluación psicológica son las Pruebas Adaptativas Computa-
rizadas (PAC) o Test Adaptativos Informatizados (TAI) basados
en la Teoría de Respuesta de los Ítems (TRI). La computadora
selecciona y administra únicamente los ítems que proporcio-
nan mayor información psicométrica para cada individuo, en
una habilidad o rasgo dado. Esto lo procesa en función de las
respuestas que ese individuo va otorgando y a través del des-

121
carte de ítems que no aportan información. El paciente contesta
un conjunto de preguntas “hechas a medida” de su habilidad y
adaptadas a sus necesidades.
Al ser tan individualizado, el método de las PAC puede redu-
cir el número de ítems presentados en un 50% sin disminuir el
nivel de precisión de los resultados y permitiendo una evalua-
ción más ajustada. Toma en cuenta las características estadísti-
cas de los ítems, su poder de discriminación, el nivel de dificul-
tad, entre otros. Su uso permite almacenar datos sin las etapas
previas de codificación, obtener una calificación inmediata del
sujeto evaluado y facilitar el registro del tiempo de latencia de
respuesta. Algunos autores refieren que también ayuda a redu-
cir la ansiedad del examinado e incrementar su motivación ante
la evaluación, dado que se le administran ítems que lo desafían
sin desanimarlo.
Las innovaciones tecnológicas hacen posible también lo
que se conoce como Evaluación Ecológica Momentánea (EMA,
según sus siglas en inglés) o Evaluación Ambulatoria, un método
de medición de fenómenos psicológicos en tiempo real y en
entornos naturales de la vida cotidiana (ansiedad, depresión,
etc.). Dicha modalidad facilita una mayor precisión de evalua-
ción de variables, evaluando tanto su surgimiento como evolu-
ción. Autores como Colombo, Fernández Álvarez y otros (2019)
comentan acerca del reciente crecimiento del potencial de EMA.
Los autoinformes completados por los pacientes se complemen-
tan e integran con sensores y biosensores portátiles que permiten
un enfoque multimodal. Aunque parezca ciencia ficción, varias
de estas herramientas ya se están utilizando en algunos países, y
estamos a poco de que puedan incluirse de manera sencilla a los
diseños de tratamiento.

122
Dos casos de evaluación psicológica clínica

La necesidad de que un psicoterapeuta realice -o encargue a un


especialista realizar- una evaluación psicológica con el paciente,
será determinada por criterios clínicos, tanto generales y nomoté-
ticos como singulares e ideográficos. Una evaluación psicológica
aporta a la definición de un diagnóstico, entre otras cosas (como
la experiencia y el ojo clínico del profesional, que son fundamen-
tales). Asimismo, la evaluación psicológica valida y sostiene un
diseño de tratamiento, refuerza el trabajo conjunto paciente-tera-
peuta y explicita tanto el malestar como los recursos del consul-
tante, hecho que ya en sí mismo puede resultar terapéutico.
Clara es una paciente de una ciudad de la costa de Buenos
Aires, familiar de otra consultante que había realizado trata-
miento presencial con la terapeuta. En el primer encuentro por
videollamada la joven de 28 años refiere distintas preocupacio-
nes respecto a su situación: “Siento angustia o tristeza frecuen-
temente, pero no identifico de dónde vienen, pero siempre vuel-
ven”. Afirma estar grande para seguir viviendo con su madre y dos
hermanos menores; también que podría mudarse porque tiene
trabajo, pero que esto le costaría. Aclara que la separación de
los padres fue muy difícil para ella. Por otra parte, asegura que
desearía estar en pareja, pero que eso le resulta una carga. Con-
sidera más fácil vivir sin pareja, para evitar conflictos. Asimismo,
cuenta que cuando estaba de novia le costaba incluir a la pareja
en actividades sociales con otras personas. Luego hace una lista
acerca de otras cuestiones que le generan malestar: “Tengo difi-
cultad para confiar en otras personas. Me molestan las críticas,
temo el rechazo y me cuesta expresar sentimientos y opiniones
delante de los demás”.

123
En la misma sesión se le explica a Clara la importancia de com-
prender su malestar a través de una evaluación psicológica, tam-
bién para considerar si el formato a distancia sería el adecuado.
La misma semana, comienza la evaluación psicológica a través
de una entrevista online con la evaluadora. Se administran las
siguientes técnicas: MCMI-III, BDI-2, Distrés Social y SCL-90R.
La evaluación refleja una persona con elevado malestar sub-
jetivo, preocupada por los cambios en su estado de ánimo, los
dolores, la fatiga, su autoestima, la soledad, la familia, el trabajo
y la pareja. En relación a su estilo de afrontamiento, predomi-
nan características que la ubican en el polo internalizador. Res-
pecto a la complejidad de sus problemas, estos afectan el área
laboral, familiar y social. En cuanto a la severidad, la misma es
entre moderada y alta. Presenta signos y síntomas compatibles
con depresión mayor o distimia con características evitativas. No
refiere ideas de suicidio.
Resulta significativa la discrepancia entre lo que mues-
tra durante la entrevista online y lo que se observa en las prue-
bas administradas. Se muestra como una persona sociable,
sin tensión y sin el grado de inhibición que manifiesta en las
pruebas. La distancia entre lo que muestra y lo que siente pare-
cería ser muy significativa. Las situaciones sociales son para
ella de mucha exigencia y el malestar interno es muy elevado.
En la siguiente sesión con Clara se planteó verbalmente la eviden-
cia (que mostraban las técnicas administradas) de que tenía un
nivel de malestar importante y que era necesario hacer una inter-
consulta psiquiátrica para ver si era pertinente comenzar un trata-
miento combinado (psicoterapia y psicofármacos). Clara realizó
una consulta con un psiquiatra de Mar del Plata. El psiquiatra refi-
rió que en la consulta la paciente se mostraba como una persona

124
sociable y sin tensión, en contraste con el grado de inhibición que
manifestaba en las pruebas que había recibido (en este material
solo figuraba el nombre de la paciente, para evitar violar la confi-
dencialidad y privacidad del tratamiento y la comunicación entre
los profesionales intervinientes). Pasados algunos encuentros, el
psiquiatra indicó una medicación antidepresiva, y esta decisión
se trabajó en sesión con la psicoterapeuta. Luego, Clara comenzó
un tratamiento combinado. Este sería el único modo de realizar la
atención psicológica a distancia.
El diseño de tratamiento enfocó en distintos niveles de males-
tar: la aguda etapa depresiva que estaba atravesando; las grandes
dificultades que mostraba en establecer vínculos interpersona-
les satisfactorios y la elevada evitación de situaciones sociales; la
presencia de patrones básicos de desconfianza, sensibilidad a las
críticas, temor al rechazo y modo de vinculación distante, frio y
evitativo. Fue muy importante para la psicoterapeuta y su decisión
de tomar el caso a distancia, el apoyo de otro profesional a través
de evaluaciones psicológicas, que confirmaron cuestiones funda-
mentales, como por ejemplo la ausencia de ideación suicida.
El tratamiento de Clara prosiguió de una manera satisfactoria
para la paciente, con una disminución importante de malestar y de
la evitación de las situaciones interpersonales; un mejoramiento
en las distintas áreas de su vida, especialmente respecto de la auto-
nomía que ganó al mudarse sola un año después de iniciado el tra-
tamiento. Asimismo, seis meses después del inicio del tratamiento,
comenzó una nueva relación de pareja que aún continúa.
Este caso ejemplifica cómo la evaluación sustenta las inter-
venciones de los profesionales a cargo del diseño de tratamiento
y el establecimiento de objetivos junto al paciente, jerarquizando
severidad y urgencia. Se determina así la posibilidad de atender a

125
través del formato online, cómo y qué abordar primero. A los ocho
meses del inicio del tratamiento se realizó una evaluación de pro-
ceso, con las mismas pruebas psicológicas: los resultados arroja-
ron una mejoría evidente.
En muchas situaciones, el formato online facilita la incorpora-
ción de la evaluación psicológica y el mencionado aporte positivo
a la terapia. Tanto por su mayor flexibilidad, como por los tiempos
de procesamiento de la información. Otro caso donde hubo una
aplicación simple y directa de prueba psicológica por parte de la
terapeuta, puede graficar lo que hemos dicho hasta ahora, desde
otra perspectiva.
Ernesto es un ingeniero uruguayo residente en Inglaterra.
Comienza un tratamiento a distancia a partir de un gran males-
tar causado por intensos ataques de celos respecto de su pareja
inglesa. Casi tres años antes dejó una carrera ascendente en Uru-
guay, para irse a vivir con ella a Gran Bretaña. Allí comenzó los
estudios para revalidar su título, y transitó distintos empleos tem-
porarios sin relación alguna con su carrera. A los dos años de estar
conviviendo en una pequeña ciudad británica, sufre intensos des-
equilibrios emocionales por ataques de celos hacia ella. Estos lo
llevan a dedicar mucho tiempo controlando a su novia de distintas
maneras: redes sociales, contactos, mensajes, etc. La situación le
produce un elevado nivel de angustia, desgaste y cansancio. En
estas circunstancias se suma la cuarentena global por la pande-
mia de covid-19, que incrementa su malestar. Este es el contexto
de la consulta. En este caso la posibilidad de atención online per-
mite la cercanía cultural de la que ya hablamos en otros capítulos.
Durante las primeras sesiones, Ernesto considera la posibilidad
de que su foco puesto en los ataques de celos esconda una crisis
de pareja, y, más profundamente, una crisis existencial propia.

126
La angustia no sólo produce una revisión obsesiva de las redes
sociales y los movimientos de la pareja, sino que le causa un llanto
severo que puede durar horas. Hay días que tras un ataque de celos
permanece en estado de angustia y desequilibrio emocional, sin
poder hacer otra cosa que recostarse. La terapeuta considera que
Ernesto sufre un cuadro depresivo que ameritaría considerar un
tratamiento específico de activación conductual (actividad física,
higiene del sueño, listado de actividades para avanzar en la finaliza-
ción de su revalidación profesional y la regulación de ciertos patrones
que pusieran el foco en su propio cuidado). En principio, Ernesto
duda de la severidad y necesidad de instalar un tratamiento que
disminuya el malestar sintomático depresivo, posiblemente sin
necesidad de incluir un tratamiento psicofarmacológico.
La terapeuta envía a Ernesto un inventario muy simple y
autoadministrado, el BDI- II (Beck Depression Inventory). Los
resultados de la evaluación arrojan un estado depresivo mode-
rado. A partir de esa evidencia, la terapeuta y Ernesto concuer-
dan la necesidad de realizar una consulta psiquiátrica. La inter-
consulta arroja el mismo diagnóstico. A partir del tratamiento
psicológico la angustia ya no lo invade al punto de la inmovilidad
y el impedimento de trabajar consigo mismo. Ernesto comienza
a enfrentar su crisis personal y su crisis de pareja, la ruptura del
guión personal, de su carrera, y el alejamiento de sus raíces. Tam-
bién trabaja ciertos patrones de apego y su miedo a formar fami-
lia. El proceso terapéutico avanza: Ernesto toma registro diario
de su estado de ánimo en un documento de Google, la cantidad
de pasos a través de su teléfono (con el objetivo de 7000 por día),
y los avances en la revalidación de su título. La decisión conjunta
paciente-terapeuta se tomó evaluación en mano, junto al criterio
clínico de la terapeuta y a la vivencia subjetiva de malestar del

127
paciente. De no ser por la posibilidad de realizar la evaluación
online los tiempos habrían sido otros, especialmente en época
de cuarentena, y eso hubiera implicado la continuación y multi-
plicación de su sufrimiento. Al momento de terminar este libro,
Ernesto continúa profundizando en la comprensión de sí mismo,
cuyo resultado secundario es un gran alivio del malestar. Dejó de
revisar las redes sociales de su novia, con quien afianzó la rela-
ción también a través de las nuevas caminatas en conjunto y gra-
cias a que empezó a compartir sus miedos y necesidades. Entre
los dos comenzaron a escucharse empáticamente, en una clara
experiencia emocional correctiva.
Según las características de la problemática, de la perso-
nalidad y del contexto de la persona a ser evaluada, resultará
favorable la evaluación online o no. Los criterios de prescrip-
ción y exclusión tienen una dinámica muy similar a la que se
planteó en el primer capítulo respecto a la misma psicoterapia
online. La exclusión implica, en general, a los pacientes no ver-
bales, pacientes severos (trastornos psicóticos, deterioro cogni-
tivo significativo, etc.), pacientes con riesgo cierto e inminente
y pacientes con un grave consumo problemático de sustancias.
Estos casos precisan la realización de evaluaciones presenciales,
con sus beneficios de contención inmediata. Podremos antici-
parnos y definir esa exclusión cuando haya suficiente informa-
ción para comprender el cuadro. Sin embargo, a veces la con-
sulta inicial no permite discernir estas situaciones, que pueden
hacerse evidentes justamente gracias a pruebas psicológicas.
A partir de ese momento, el terapeuta y/o el evaluador podrán
asistir a la persona a través de una derivación a un tratamiento
psicológico presencial (y, de ser necesario, a la continuidad de
las evaluaciones en formato cara a cara).

128
Guía práctica: contacto y encuadre
para realizar evaluaciones psicológicas online

En los casos de pacientes que pueden beneficiarse de la evalua-


ción psicológica online cabe prestar especial atención al encua-
dre, la supervisión y la disponibilidad humana del evaluador y del
terapeuta que solicita la evaluación. Lo ideal sería la supervisión
en tiempo real del evaluador junto al paciente, durante la adminis-
tración de cada una de las pruebas, a través de videollamada. Esto
en la práctica resulta muy difícil de cumplir, porque cada persona
completa los tests en base a su agenda personal.
La falta de presencia y de comunicación en tiempo real por
videollamada se compensa reforzando el encuadre y cierta prác-
tica de psicoeducación en relación a las pruebas. Sin embargo,
en el caso de que sea una prueba que pueda sensibilizar particu-
larmente a la persona, será recomendable encontrar el modo de
coordinar el encuentro sincrónico por videollamada.
De todas maneras, en todos los casos es recomendable reali-
zar una entrevista diagnóstica por videollamada al principio de
la evaluación; para establecer un vínculo, y su continuación a tra-
vés de ciertas pautas que marcarán el encuadre a respetar. Antes
de acercar la información del encuadre y las pruebas al paciente,
se le pregunta si sabe por qué está realizando la evaluación. Tam-
bién se le explica qué se evaluará a través de las pruebas, se con-
sulta mínimamente la situación vital, así como su problemática
actual. A través de la información recabada en esta entrevista, se
considera si el paciente puede realizar la evaluación de forma
remota, y se terminan de definir las pruebas que formarán parte
de la batería. Se recomendarán las siguientes referencias de
encuadre al paciente:

129
• Disponer de tiempo y un lugar tranquilo para realizar las
pruebas, sin interrupción de terceros ni de dispositivos que
desvíen la atención (celulares, etc.).
• Completar la prueba según los propios criterios, sin partici-
pación ni opinión de terceros.
• Considerar cada prueba como material confidencial.
• Realizar las pruebas durante un día común, y no después de
algún acontecimiento que pueda desequilibrar emocional-
mente (como una discusión con un familiar o una pareja), ni en
un día particularmente cansador. Se intenta que el paciente no
se encuentre atravesado por una situación especialmente con-
flictiva o con problemas de salud física no habituales.

Información que el evaluador ha de adelantarle al paciente


sobre las pruebas:
• Comunicar la duración aproximada de cada prueba.
• Explicar la temática y la dinámica de la prueba.
• Cuando corresponda, informar al paciente que en la prueba
podrá encontrarse con preguntas ajenas a lo que le ocurre, por
ser evaluaciones generales (si esto no se adelanta hay ítems que
podrían generar angustia, como interrogantes sobre ideación
suicida o alucinaciones que son parte del protocolo y pueden
no relacionarse con el caso directamente).

La devolución de las evaluaciones constituye un desafío para


muchos profesionales, más aún en el formato virtual. Por lo gene-
ral, el evaluador envía el informe con los resultados al psicotera-
peuta y este administra esa información en función de los objetivos
terapéuticos. Los resultados pueden ser trabajados en varias sesio-
nes; a raíz de este proceso, el paciente suele sentirse comprendido

130
e incluso aliviado. Sobre todo, ante patologías que generan ver-
güenza, ya que se normaliza el malestar a partir del reflejo de la sin-
tomatología en los ítems de la prueba. En consecuencia, los consul-
tantes sienten que hay especialistas que podrán entenderlos y que
no son los únicos en el planeta que sufren el problema. Esto genera
esperanza respecto a la posibilidad de que se alivie el malestar.

Ventajas de la evaluación online

• El uso de computadoras suele disminuir significativamente


el tiempo de la administración, lo que impacta directamente
en un mejor aprovechamiento del tiempo del profesional y del
paciente (Templer & Lange, 2008).
• La tecnología permite tanto alcanzar personas en ámbitos
remotos o poco accesibles, como mayor utilidad con grupos
específicos; este último es el caso de personas con discapaci-
dades graves, para quienes las pruebas de lápiz y papel pueden
ser limitadas o inapropiadas, y el traslado al consultorio dificul-
toso (Baca et al. 2007).
• Ofrece un potencial mejoramiento de la confiabilidad test-re-
test y de la eficiencia (Butcher, Perry y Atlis, 2000; Groth-Mar-
nat, 1999).
• Otorga mejores herramientas para el archivo de resultados,
permitiendo conservar las puntuaciones para futuras consul-
tas o investigación (Bartram, 2006), y asegura la actualización
permanente de la prueba con la administración de la última
versión disponible.
• Permite la actualización en software de instrucciones, pun-
tuaciones y normas.

131
• Podría reflejar de una manera más real las características de
personalidad del evaluado, debido a que estaría más desinhi-
bido por no tener al profesional delante; esto contribuiría a la
validez de la evaluación (Pade, 2016).
• Las evaluaciones online aseguran la respuesta a todos los
ítems propuestos, evitando el problema de los ítems sin con-
testar del formato lápiz y papel, que dificulta el poder codificar/
terminar la evaluación.
• Permite que el psicoterapeuta online sustente decisiones
clínicas, ante consultas espontáneas y sin muchas referencias
de personas que desean iniciar un tratamiento a distancia.

Limitaciones de la evaluación online

• La mayoría de los datos que analizan las pruebas han sido


recopilados en modalidad presencial, por lo que deben uti-
lizarse con precaución ante la modificación del contexto de
evaluación.
• Internet ha facilitado la publicación de material en el domi-
nio público. Esto conlleva grandes inconvenientes: hay cientos
de “pruebas” online que proporcionan información que puede
resultar interesante para un público no calificado; sin embargo,
la mayoría no cumplen con estándares de calidad y seguridad.
• La posible tendencia de utilizar las evaluaciones psicológicas
en reemplazo del juicio clínico (la regla de oro es que son siem-
pre complementarios), a raíz de la facilidad del formato virtual.
• Hasta la actualidad, las evaluaciones proyectivas y gráficas
no se pueden administrar virtualmente y siguen precisando el
formato presencial.

132
• La mayoría de las pruebas informatizadas recolectan res-
puestas a través de clics del mouse o del tipeo del teclado, y esto
podría verse limitado severamente en examinados con dificul-
tades motrices específicas.

Directrices éticas

Los estándares que desde lo legal y profesional regulan el uso de


pruebas psicológicas se encuentran enunciados en varias fuentes.
Sin embargo, existe poca literatura científica que guíe el uso de
estos instrumentos en evaluación en línea.
En Estados Unidos las pautas más conocidas son las publicadas
en conjunto por la Asociación Americana de Investigación Edu-
cativa (AERA), la Asociación Americana de Psicología (APA) y el
Consejo Nacional de Medición en Educación (NCME). La publi-
cación más reciente data de 2014 (AERA, APA, NCME, 2014) e
incluye cuestiones como el contexto profesional donde tiene lugar
la evaluación en línea, el uso apropiado de internet, el uso de con-
sentimiento informado, pautas en la construcción de la prueba,
resguardo adecuado de estandarización y validación, interpreta-
ción de resultados, entre otras.
Respecto a la Argentina, en el año 2000, la Asociación Argen-
tina de Estudio e Investigación en Psicodiagnóstico (ADEIP), ha
traducido y adaptado el documento “Pautas Internacionales para
el uso de los tests”, desarrollado por la Comisión Internacional de
Pruebas (ITC, por siglas en inglés) para su uso local.
La ITC fue creada en 1976, como organismo que nuclea aso-
ciaciones psicológicas nacionales, comisiones de pruebas, organi-
zaciones e individuos; y que promueve el desarrollo, evaluación

133
y uso adecuado de las pruebas educativas y psicológicas. Entre
sus aportes hay un conjunto de directrices internacionales que
destacan problemas de buenas prácticas, en pruebas basadas en
computadora y pruebas administradas a través de internet. Las
pautas se encuentran dirigidas, principalmente, a desarrolladores
de pruebas, a editores y a los profesionales que hacen uso de las
mismas en la práctica profesional. A continuación, se presenta un
pequeño resumen (ITC, 2006):

1. Tener debidamente en cuenta los problemas tecnológicos en las


pruebas basadas en computadoras e internet.
1a. Considerar los requisitos de hardware y software.
1b .Tener en cuenta la solidez de la prueba basada en computadora
o internet.
1c. Considerar problemas de factores humanos en la presentación de
material por computadora o internet.
1d. Considerar adaptaciones necesarias a las características técnicas
de la prueba para candidatos con discapacidad.
1e. Proporcionar ayuda, información e ítems de práctica den-
tro de la prueba basada en computadora o internet.
2. Atender a los problemas de calidad en las pruebas basadas en com-
putadora e internet.
2a. Garantizar el conocimiento, la competencia y el uso adecuado de
la prueba basada en internet.
2b. Considerar las cualidades psicométricas de las pruebas basadas
en computadora o internet (validez y confiabilidad aceptable).
2c. Asegurar la equivalencia de la prueba entre la versión lápiz y papel
y la computarizada/online.
2d. Calificar y analizar con precisión los resultados de las pruebas
computarizadas/online.

134
2e. Interpretar los resultados apropiadamente y proporcionar ade-
cuadas devoluciones.
2f. Considerar el acceso igualitario para todos los grupos.
3. Proporcionar niveles apropiados de control sobre las pruebas com-
putarizadas/online.
3a. Detallar el nivel de control sobre las condiciones de prueba.
3b. Controlar apropiadamente la supervisión de las pruebas.
3c. Considerar debidamente la práctica previa y la exposición a los
estímulos/ítems.
3d. Considerar la autenticidad del examinado y la mentira.
4. Tomar las medidas adecuadas para resguardar la seguridad y prote-
ger la privacidad en las pruebas computarizadas/online.
4a. Resguardar la seguridad de los materiales de prueba.
4b. Resguardar la seguridad de los datos de los examinados transferi-
dos a través de internet.
4c. Mantener la confidencialidad de los resultados del examinado.

Desafíos, posibilidades
y la Escala de Síntomas Globales Online

El surgimiento de nuevas tecnologías, y, particularmente, de inter-


net, condujo a una revolución en nuestra disciplina, ampliando el
alcance y la utilidad de nuestra caja de herramientas. A lo largo del
capítulo se han desarrollado tanto las fortalezas como las debili-
dades actuales en el campo de la evaluación psicológica en la era
digital. La expansión de las nuevas tecnologías permite ampliar el
alcance de la evaluación, desarrollar nuevos instrumentos psico-
lógicos, mejorar el proceso de medición y facilitar la tarea del pro-
fesional, entre otras cosas. No obstante, es imprescindible conocer

135
los límites y hacer uso de las tecnologías con la precaución que
amerita el manejo de cualquier fuerza poderosa.
Los cambios demográficos de la población también obligan a
revisar nuestra práctica: las generaciones de millennials y centen-
nials interpelan lo instituido, demandan que su individualidad,
creatividad y talento sean valorados, reconocidos y desarrollados.
Esto complementado con nuevas demandas organizacionales y
mercados turbulentos, exigen la medición de diferentes variables
como flexibilidad, iniciativa, innovación, adaptación al cambio y
agilidad de aprendizaje; al mismo tiempo, precisan el desarrollo de
una modalidad de evaluación adecuada a su sentido de identidad
y que pueda ofrecerse online. Por otra parte, los períodos de aten-
ción se ven reducidos en la era digital, por lo que los diseñadores
de instrumentos de evaluación deben ofrecer pruebas psicológicas
más cortas, específicas y con enfoques más atractivos e interactivos.
Sin embargo, las políticas regulatorias y aspectos éticos y lega-
les no avanzan, lamentablemente, a la misma velocidad que los
cambios tecnológicos. Si bien en muchos países el uso de recur-
sos tecnológicos en evaluación psicológica está generalizado, hay
muchas limitaciones al respecto en Argentina y Latinoamérica en
general. Lamas y Distéfano (2015) encuentran variables que lo
explican: obstáculos ético-legales, falta de normativa local, des-
conocimiento por parte de los profesionales de la salud, elevados
costos iniciales de desarrollo e implementación, y, principalmente,
rechazo por parte de los terapeutas y pacientes que perciben en la
tecnología un obstáculo para la relación terapéutica. Sin embargo,
gran parte de estas limitaciones seguramente cambien, a raíz del
punto de inflexión en salud mental que significó la pandemia por
covid-19 en la relación psicoterapia-tecnología, especialmente
respecto al rol fundamental de internet.

136
Evaluación psicológica y tecnología interactúan sinérgica-
mente. Nuestro compromiso y responsabilidad como profesio-
nales es estar a la altura de esa dinámica. No sólo en formación
y capacitación continua, sino también adaptando nuestras herra-
mientas con el fin de responder a nuevas necesidades e interro-
gantes, en el respeto de una concepción humanista dinámica.
Todo ello garantizando el rigor psicométrico y la actualización de
los estándares de buenas prácticas. En esta línea uno de los gran-
des desafíos que el mundo actual plantea a la disciplina, es el de
construir evaluaciones virtuales, pensadas para y desde la modali-
dad online, no sólo adaptadas a ella.
En este sentido, una de las autoras de este libro, Marian Durao,
creó, junto a los investigadores Etchezahar, Ungaretti y Genise, la
ESGO: test de propiedades psicométricas de la Escala de Síntomas
Globales Online (Durao et al., 2019). Esta escala surge debido a
la necesidad de contar con pruebas válidas y confiables que per-
mitan indagar la presencia de sintomatología general desde el
formato online. Responde al desafío de construir pruebas psicoló-
gicas comprobadas a través de muestras que realizaron la evalua-
ción de manera virtual.
El objetivo del trabajo fue desarrollar un test que permita eva-
luar sintomatología de ansiedad, depresión, relaciones interper-
sonales y psicoticismo. En la investigación para validarlo partici-
paron 550 adultos, quienes respondieron a un cuestionario online
que incluía las cuatro dimensiones nombradas. Los resultados
obtenidos indican que, a diferencia de otras formas de evaluación
de la sintomatología, la ESGO se presenta como una herramienta
válida y confiable que permite discriminar adecuadamente dife-
rentes dimensiones de síntomas. No sólo obtuvo buenos resulta-
dos de validez de constructo, sino que demostró una adecuada

137
consistencia interna para cada dimensión explorada, y comprobó
su validez externa en relación a otros constructos afines. Es, por
lo tanto, una herramienta confiable con adecuadas propiedades
psicométricas, que se suma a la evaluación clínica. La principal
limitación es su publicación reciente: precisa que la exploren otros
investigadores de la comunidad científica psicológica. Por otra
parte, si bien la investigación trabajó con una muestra grande, no
se llegó a controlar la cantidad de variables que exige un armado
de baremos. Por una cuestión vinculada a la disponibilidad de
recursos, en el contexto latinoamericano no es común que haya
evaluaciones baremizadas. Esta limitación de la ESGO podría ser
compensada con futuras investigaciones.
La ESGO se encuentra actualmente online y puede ser utilizada
de manera gratuita (a diferencia de la mayoría de las pruebas sin-
tomatológicas generales, que son pagas y están diseñadas para ser
utilizadas de manera presencial). Como toda evaluación psicoló-
gica, ha de ser administrada e interpretada con la adecuada for-
mación y ética profesionales.
Este tipo de propuestas de evaluaciones psicológicas virtuales,
creadas desde y para el formato online, permitirán construir el
puente entre evaluación psicológica y nuevas tecnologías. Es espe-
rable y deseable que en los próximos años se amplifiquen estos
esfuerzos, junto con la participación activa de la comunidad psi-
coterapéutica desde sus diversas corrientes.

138
EPÍLOGO

“Asimilar horizontes (...) Arrancarse de lo conocido.


Beber lo que viene. Tener alma de proa”. Ricardo Güiraldes

Terminamos de escribir este libro durante la pandemia de coro-


navirus, y su consecuente aislamiento por cuarentena. Este hecho
marcará seguramente un punto de inflexión en la historia de la
humanidad, de la psicoterapia en general y del tratamiento de
cada paciente en particular. El contexto crítico y las distintas con-
sultas por parte de colegas, nos convocaron a trabajar este libro con
celeridad y compromiso, desde el aporte que pudiéramos facilitar
con nuestra experiencia clínica en terapia online, único formato
posible durante el aislamiento. Por otro lado, también lo escribi-
mos conscientes de la dinámica cambiante del mundo actual y de
la actualización que seguramente precisará en un futuro cercano.
Tanto terapeutas como pacientes, estamos navegando aguas inex-
ploradas y descubriendo nuevos territorios. Si estas cartografías
iniciales resultan de utilidad para los viajeros, daremos por cum-
plida nuestra meta.

139
En este sentido, hemos podido plantear ejes conceptuales y
prácticos vinculados a la construcción online de alianza terapéu-
tica, criterios de prescripción y exclusión clínica de la e-terapia, las
buenas prácticas del e-encuadre, el marco ético-legal y la evalua-
ción psicológica online. En cada una de las dimensiones expues-
tas, presentamos recomendaciones, dinámicas y limitaciones, con
sus desafíos y lo que queda por hacer. El foco está puesto en el
aporte a la comunidad terapéutica. Sin embargo, cabe tener una
visión más panorámica para comprender la significación de conti-
nuar profundizando esta exploración.
La crisis global por la pandemia y la cuarentena trajo enormes
consecuencias económicas, sociales y geopolíticas. En lo que con-
cierne a la mirada de este trabajo, pareciera haberse acelerado un
proceso ya de por sí vertiginoso: el uso de la tecnología como canal
facilitador de espacios de encuentro.
Para entender esto podremos dar un ejemplo difundido y coti-
diano: la vinculación de los adolescentes entre sí, donde hace ya
años los encuentros presenciales se continúan e integran con los
virtuales, sea a través de las redes sociales o los juegos en línea. En
los meses de aislamiento durante los cuales este libro fue escrito,
los adolescentes, como el resto de la población, tuvieron posibili-
dad de mantener sus relaciones de amistad y escolares a través de
la pantalla y del puente digital de persona a persona. Esto segura-
mente reforzó la incorporación de la virtualidad a la construcción
vincular. Aun cuando finalice la cuarentena, el adolescente que no
se conecte online quedará fuera de su comunidad de coetáneos
(esto puede traer una serie de problemas a resolver, como la des-
igualdad de conectividad, nuevas formas de marginación o los
excesos en el uso de la tecnología, que sería interesante analizar
en otros trabajos).

140
Algo similar ocurre en tantos otros casos a priori más resistentes
a estos cambios, como el de los adultos laboralmente activos y su
hoy inevitable adaptación al smart working. Y, en lo que nos con-
cierne, también ocurre con los terapeutas. Quienes no integren el
formato online a su práctica clínica, quedarán desconectados del
presente y el futuro de la psicoterapia, y, asimismo, de poder conti-
nuar con el sentido vigente de sus orígenes: la cura por la palabra,
en el marco del vínculo humano. Esto lejos está de contraponer la
modalidad online a la presencial; la propuesta es integrarlas. Posi-
blemente, la modalidad presencial seguirá siendo la mejor opción
para algunos pacientes y una variante a complementar con la vir-
tual, en otros. Pero sin dudas la tecnología como recurso y como
medio de encuentro, ha de sumarse en la práctica de todo psicote-
rapeuta. Al menos como posibilidad. Definitivamente los terapeu-
tas deberán formarse en las competencias necesarias para trabajar
en el mundo online; algo que en general no ha sido incluido, ni en
carreras de grado ni en especializaciones de posgrado.
Cabe tener en cuenta que la crisis sanitaria global por covid-19
podría estar desarticulando los prejuicios de terapeutas y pacien-
tes respecto a la terapia online. Porque el inexorable uso del canal
virtual en la actual emergencia permite vivenciar su efectividad.
Nosotros lo hemos registrado en pequeña escala y de manera
anecdótica dentro del Centro Privado de Psicoterapias (CPP), y en
lo que refiere al imaginario de los pacientes. Un estudio cualita-
tivo pre-coronavirus encargado por el CPP a la consultora Voices
(2018), reflejó que los pacientes considerarían a la terapia online
como una alternativa para cuestiones concretas y coyunturales,
pero no como instancia de reflexión y autoconocimiento, ni para
el tratamiento de la angustia profunda. Una encuesta pos-corona-
virus plantea otro punto de vista; fue realizada por el CPP (2020)

141
a través de 136 llamadas telefónicas a pacientes que en su mayo-
ría han pasado de la modalidad presencial a la virtual, de un día
para el otro. Ante la continuidad online del tratamiento el 83% de
las personas manifiesta experiencias positivas. Sólo el 1% refiere
experiencias negativas; un 8% no emite opinión, aunque consi-
dera que es la opción correcta ante la situación actual. El 8% res-
tante representa a los pacientes que desde un principio decidieron
no continuar su tratamiento en formato virtual, a la espera de la
nueva habilitación del presencial.
Por otra parte, el contexto de aislamiento y comunicación online
que trajo la pandemia, nos permite tomar distancia y perspectiva
respecto a la desigualdad de acceso cultural y formativo. En el caso
argentino se hace muy evidente por la centralización estructural
en la Ciudad de Buenos Aires. La cuarentena y la inexorabilidad
del formato virtual generó un acceso más democrático a personas
de todas las regiones de Argentina a la variedad de espacios de for-
mación, congresos y demás actividades científicas y culturales de
la comunidad psicológica. De alguna forma la modalidad virtual
permite superar limitaciones estructurales, y compensar lejanías
o carencias. Es un canal que puede facilitar la inclusión. Este sería
un tema a profundizar en otras investigaciones más generales,
incluso de políticas públicas; por ejemplo, respecto a posibilida-
des de educación y salud más inclusivas.
En lo que concierne a la comunidad psicoterapéutica en par-
ticular, las circunstancias actuales del mundo llaman a la trans-
formación. Sacudirse una vez más en su historia de dogmas y
perspectivas conservadoras. Continuar su raíz dinámica, incon-
formista y de constante desarrollo que se retrotrae a los pione-
ros, con Freud y su incesante revisión y actualización en primer
lugar. Recordemos que el fundador de la psicoterapia -más allá

142
del psicoanálisis como perspectiva particular- ha ido cambiando
sus métodos, desde la hipnosis hasta la asociación libre. Y en una
relación más directa con la temática de este libro, resulta intere-
sante recordar que Freud no sólo atendía a pacientes en el diván
de su consultorio, sino que en algunos casos lo hacía a través de
caminatas por la naturaleza, e, incluso, ha llegado a realizar inter-
venciones epistolares (Uscanga-Castillo, 2020).
Los canales y los medios pueden y deben cambiar, según los
contextos y las subjetividades. Lo fundamental es mantener la
regla de oro, que es el espíritu de la psicoterapia: el encuentro
humano paciente-terapeuta, con el fin de aliviar el malestar y faci-
litar el desarrollo subjetivo de la persona que pide asistencia. En
este sentido, como hicimos a lo largo del libro, cabe diferenciar la
terapia online por videollamada que facilita el encuentro sincró-
nico de las dos personas a través de la tecnología digital, de los
formatos que no implican contacto humano. Porque justamente
el desafío de hoy es el de transformar la dicotomía tecnología-vín-
culo, en una concepción superadora donde el vínculo es facilitado
por la tecnología. La tecnología es simplemente un medio que
se suma a la búsqueda inherente e incesante de toda existencia
humana: la del encuentro con el otro, que permite luego encon-
trarse con uno mismo.

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