Absolution - LP Lovell & Stevie J. Cole
Absolution - LP Lovell & Stevie J. Cole
Absolution - LP Lovell & Stevie J. Cole
ChicaPornoamor
LaTiniebla
Samfalco
Ezra
El hijo de una prostituta, criado por criminales, moldeado para encajar
en un mundo sin moral. Nunca me importó una mierda hasta la noche
en que vi a un hombre caer muerto a los pies de mi pequeña asesina.
Ella llamó a mi depravación, y todo en mí exigía que la tomara, la
poseyera, la poseyera. Algunos monstruos se esconden detrás de las
caras de los ángeles.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Prólogo
Sin aliento, con el pecho agitado, la cara cubierta con una mezcla de
lágrimas y sangre, regreso al presente. Tiro la sartén por un lado y cruzo
el suelo con las manos y las rodillas lo más lejos posible de la masacre
que tengo enfrente. Trato de limpiarme la cara pero me doy cuenta de
que mis manos están cubiertas de sangre. Mi corazón está en mi
garganta en un bulto tembloroso. Mira lo que has hecho, Evelyn.
Qué desastre has hecho en todo el piso limpio de la cocina.
—¿Evelyn?
—Por favor, toma mi belleza y úsala como quieras… —La belleza es mala,
Evelyn. El recuerdo de mi padre aparece, golpeándome porque un
hombre me llamó bella. Mis uñas arañan la alfombra cuando
involuntariamente me pierdo en ese recuerdo.
Cierro los ojos y exhalo. —Querido Señor, por favor perdóname por mi
belleza... —Un estallido. El dolor repentino me detiene a mitad de la
frase, pero me apresuro a continuar mi oración—. Por favor, no quiero
ser una tentación. No quiero ser una pecadora.
Varios hombres pasan junto a mí, mirando mi cuerpo. Sus ojos recorren
mis piernas desnudas, y yo jalo el dobladillo de mi falda. Si no fuera
guapa, ellos me dejarían en paz. En algún momento, oré para que Dios
me quitara mi belleza, pero he aprendido a abrazarla y a verla como una
herramienta. La belleza y el sexo son las armas más poderosas que una
mujer puede manejar, y pueden poner a cualquier hombre de rodillas en
cuestión de segundos, dejándolos mendigando y a tu merced. Y yo, los
quiero a mi merced.
—Joder, ¿dónde has estado toda mi vida, eh? —Se ríe, complacido y
toma una sola pastilla, la coloca en la punta de la lengua y luego la
traga—. Hermosa y sucia, y sabe cómo divertirse. —Oh, estaba
esperándote, cariño. Esperándote a ti...
—¿Qué? —pregunta.
—Quiero decir... —se ríe—, ¿Qué, estamos jugando a los roles ahora?
—Yo no… —sus palabras se arrastran, sus ojos giran en su cabeza como
el agua que rodea un desagüe—. ¿Qué hiciste? Eso. Yo... no siento...
Me quedo allí un minuto más o menos hasta que el ruido irregular que
hay en medio del silencio, y su pecho dejan de elevarse. Me bajo de la
cama, me bajo la falda y me aliso el pelo. Sus ojos finalmente fijos en el
techo con una mirada vidriosa, sus labios ligeramente abiertos. Tomo
unas cuantas pastillas y las esparzo sobre la cama. Cuando llegue la
policía, pensarán que se metió un montón de drogas. Y en cierto modo,
eso fue...
Seamus, mi padre a todos los efectos, dijo que todos tienen su lugar en
este mundo. Están los que tienen poder y los que sirven a los que tienen
poder. Y para que yo evolucionara en lo que él quería, me puso en una
posición de autoridad, y me enferme con ello. Cuando le pego a María,
pienso en la primera vez que le di con un cinturón a una puta.
Trague duro.
—Vas a coger ese cinturón y la vas a golpear con él. —Sonrío, inhalando
su cigarro.
—Tienes mucho que aprender, hijo. —Una espesa nube de humo le sale
de los labios mientras se ríe—. A los hombres les gusta el poder. Hay
quienes lo tienen y quienes lo sirven. Ella... —Señala una vez más a la
puerta—. Está aquí para servir, y ese servicio significa satisfacer los
deseos de los pequeños enfermos. ¿Entiendes?
Muevo mi brazo hacia atrás. El cinturón vuela por el aire con un silbido
satisfactorio antes de que se conecte, crujiendo contra su piel perfecta.
Su espalda se inclina y grita, sus rodillas se doblan. Una brillante línea
rosa florece en su espalda. Me balanceo una y otra vez, y otra vez. Sigo
golpeándola, la ira recorriendo mi cuerpo porque ella es una puta, una
puta asquerosa, y se lo merece. Ella quiere esto. Ella tomará esto porque
yo soy quien sostiene el cinturón, yo sostengo el poder, y ella está aquí
para servir, para dar placer, para ser usada. Cuanto más la golpeo, más
se transforma la escena. Ella ya no es una chica que nunca he conocido;
ella es mi madre, la puta sucia y buena para nada de mi madre.
La puerta se abre y Seamus entra. Mira la escena que tiene ante sí, con
los ojos fijos en el cuerpo de la chica destrozado. Está inconsciente,
colgando sin fuerzas en las correas. Estoy respirando pesadamente y
temblando mientras un fino brillo de sudor cubre mi frente.
Su cuerpo tiembla, su coño me aprieta los dedos mientras jadea por aire.
—No pelees, —aprieto más y ella se relaja, sometiéndose a mi sujeción—
Bien. —Froto mi pulgar sobre su clítoris, y su cuerpo se endurece.
Su cabeza cae hacia atrás en el momento en que aprieto su garganta con
suficiente fuerza como para estrangularla. Su espalda se arquea,
empujando su culo contra mi polla. Gimiendo sin aliento, ella se pone
dura. Cuando su cuerpo se debilita, la libero y me alejo. Saco un pañuelo
de mi bolsillo y limpio mis dedos mientras estudio la forma en que cuelga
con las correas. Su cabeza está girada hacia un lado y descansando
contra su brazo. Es hermoso cuando se rinden. La dejo en la habitación,
sin aliento y golpeada, aún colgada de la cruz. Uno de mis hombres la
acompañará a la salida.
—Soph está muerta, Ez. —Se frota la nuca, manteniendo la mirada fija
en el suelo.
—¿Cómo?
Sus ojos se fijan en los míos. —Zee.
Manejamos dos operaciones fuera del club. Tenemos putas del club que
trabajan en la calle. Las protegemos, y ellas nos dejan entrar. Simple.
Luego dirigimos "escorts" selectas putas caras, putas entrenadas que
atienden a la clientela menos civilizada. Sophie era una de las selectas, y
era una de mis mejores chicas. La mejor. Esa chica no tenía límite, ni
pudor. Podía llevarse todo y algo más. Tiene todo reservado para los
próximos tres meses, lo que me saca de mi bolsillo más de 60.000
dólares. Y Zee va a pagar por ello de una forma u otra.
—¡Encuéntralo y tráemelo!
Jonty me mira fijamente por un segundo
segundo. —Ez,
Ez, es un cliente...
—Él
Él simplemente me costó puto dinero. Me lo traes, Jonty, así tengas
que dispararle a sus jodidas rodillas para hacerlo.
Zee se sienta frente a mí, con el tobillo apoyado en la rodilla y los brazos
cruzados sobre el pecho como si no tuviera ninguna preocupación en el
mundo. Me mantengo firme en mi temperamento, pero su falta de
preocupación por su bienestar en mi presencia me molesta.
—Debería
Debería meterte una bala en la cabeza, —digo
digo con un ligero gruñido,
apagando mi cigarrillo en el cenicero.
—¿Qué
¿Qué quieres que diga, Ez? —ZeeZee se encoge de hombros y se le forma
una sonrisa retorcida en los labios
labios—. Ella no gritaba.
Bajo el arma una pulgada, mirándolo con ira. —Tienes dos minutos, sino
te disparo y a la mierda.
—Sí.
—Si me matas, tendré gente lista para enviar esto directamente al MI51.
1
MI5: Servicio de Inteligencia del Reino Unido
—Zee sonríe. ¡Joder!
—Mis chicas son unas putas. Se les paga, y eligen hacerlo. No son unas
malditas esclavas, —gruño. Esa es mi línea. Ninguna de estas chicas está
aquí contra su voluntad. Se les paga bien. Cuáles son sus motivaciones
para estar aquí, no me importa. No es mi problema.
—No quiero entregarte, Ezra. Me eres mucho más útil aquí que tras las
rejas. Esto, —me hace señas con el aparato—, es simplemente un
seguro, para asegurarme de que no me mates. Me perdonarás por no
confiar en tu reputación, pero tú eres un hombre de negocios, y estoy
seguro de que puedes ver el mérito de trabajar conmigo. —Aplaude—.
De todos modos, voy a dejar que pienses en esta pequeña oportunidad.
Son las ocho y media para cuando llegó a mi apartamento. Mis mejillas
están ardiendo por el viento húmedo del invierno que azota entre los
edificios, y mis dedos se han entumecido por el frío. Tanteo torpemente
mis llaves mientras doblo la esquina, deteniéndome en las vías cuando
veo a dos oficiales de policía parados frente a la puerta de mi
apartamento. Mi corazón retiene varios latidos antes de entrar en una
carrera completa. Les digo a mis pies que se muevan, pero me traicionan
y permanecen firmemente plantados en el suelo. Han venido por ti,
Evelyn. Recuerdos de todos los hombres que he limpiado de este mundo
bailan en mi mente. Estos policías nunca entenderán que lo que hice
estaba justificado. Mis manos tiemblan de miedo, causando que mis
llaves suenen. El ruido les llama la atención y se dan la vuelta. Yo trago.
Lo hago.
—Necesitamos
Necesitamos que vengas a la estación con nosotros.
—¿Es
¿Es tu hermana Hannah Wright?
Sus pasos están justo fuera del armario, y ambas nos congelamos.
Sabemos que debemos ser golpeadas para ser liberadas de nuestros
pecados, pero todavía le tememos al dolor, al castigo.
—Por favor, no dejes que me haga daño, Evelyn. Por favor. —Ella llora,
enterrando su cara en mi cuello, sus lágrimas húmedas rodando por mi
garganta.
—Hannah, ven.
Cierro los ojos. Yo grito. Intento sacudir esa imagen de mi mente, pero
me temo que ahora está grabada para siempre en mi memoria. No sé si
podré volver a pensar en mi hermana sin ver su cuerpo mutilado, cada
centímetro de su cuerpo cubierto de heridas de cuchillo. Mi corazón se
hunde en la boca del estómago. Una parte de mí se siente responsable.
Fui la primera en darme cuenta de que hacerme pasar como prostituta
me daba fácil acceso a hombres sucios. Yo fui la que mató al primer
hombre y me di cuenta de que podía librar al mundo de los pecadores,
que podía proteger a otras mujeres de hombres como Zacarías. Y se lo
dije. Recé con ella al respecto. Fui con ella la primera vez que mató a un
hombre. Quería ayudarme
yudarme a hacer este trabajo. Si nunca se lo hubiera
dicho, no estaría muerta ahora mismo. No, Evelyn. Era un trabajo que
había que hacer. Su propósito fue cumplido, y tú debes continuar hasta
que alcances tu propósito.
2
Pimp que traducido al español significa , chulo; un hombre que controla prostitutas y organiza clientes para
ellas, tomando parte de sus ganancias a cambio.
Muevo las piernas y el asiento frío de fibra de vidrio toca mi piel.
Me siento, perdiéndome en mi dolor hasta que el tren se detiene en la
siguiente salida. Agarrando mis pertenencias, salgo corriendo de las
puertas y subo apresuradamente las escaleras, el frío viento roza mi piel
desnuda cuando salgo de la estación. Hay basura en la acera.
Dondequiera que miro veo botellas de cerveza rotas, condones usados,
agujas. Hay un vagabundo caído contra la puerta de una tienda
abandonada, muerto o borracho, no sé, pero nadie le presta atención
mientras pasan la noche. Al doblar la esquina, enfoco mi atención en la
luz de neón que destella Club Sin en el cielo oscuro. Es como un faro.
Pero debo planear esto. Tiene que ser preciso. Tiene que ser perdonado.
Debo tener el control...
Los gritos siguen resonando por el callejón, y yo me detengo,
apoyándome en el ventanal tintado del Sin. Puedo sentir los bajos
sonidos que desde el interior retumban a través del cristal, e intento
concentrarme en eso, pero en el momento en que veo a la mujer pasar
corriendo por delante de mí, su labio sangrando y su ojo hinchándose,
siento mi control resbalándose. Ese demonio grita, arañando mi pecho. El
hombre la sigue poco después de ella y su mirada se arrastra sobre mi
cuerpo, cubriéndome con una capa viscosa de pecado. Abre la puerta del
club y la canción Highway to Hell3 sale de su interior. Y sé lo que debo
hacer.
3
Highway to Hell (Autopista al infierno), es el sexto álbum de estudio de la banda de hard rock australiana
AC/DC que salió a la venta en 1979.
Tomo un trago rápido e inclino mi mano sobre la parte superior de su
vaso. Mis ojos permanecen fijos en los suyos para asegurarme de que no
note el polvo blanco que ahora se disuelve en su bebida. Lo mataré
porque es un hombre malo. Lo mataré porque peca. Y ya que esto no fue
planeado, rogaré por el perdón más tarde. Necesito esto para llorar a
Hannah, y él necesita ver lo malvada que es la belleza.
Capítulo 4
Ezra
4
«Knockin' on Heaven's Door» es una canción del músico estadounidense Bob Dylan, publicada en la banda
sonora de la película de Sam Peckinpah, Pat.
—Vuelve al trabajo, Mel. —Le di la orden sin pararme. Me frunce el ceño
pero no discute.
Estamos casi fuera del Club Sin5 cuando oigo un ruido apagado desde el
callejón a nuestra izquierda. Ambos miramos a la calle del lado oscuro.
5
Sin: es el nombre del club que traducido al español significa “pecado”
Escucho de nuevo. Hay un gemido bajo y un —sí, joder, —seguido de
chúpamela.
La tenue luz de la calle arroja suficiente luz así que puedo decir que esta
chica no es SJ, pero quienquiera que sea, está de rodillas frente a un tipo
que reconozco como uno de los Johns. Él tira su cabeza contra la pared,
sus manos en el pelo de ella. Él la empuja en su rostro y ella gime como
si le gustara cada segundo. Cualquier otro se iría, pero el sexo es mi
forma de ganarme la vida, y esta mierda es mala para el negocio.
Sus gemidos de repente se callan y sus manos se aprietan en el pelo de
ella mientras él sisea: —¿Qué mierda?
Ella jadea, de pie y se voltea para mirarme. Sus ojos están muy abiertos,
y por un segundo estoy bastante seguro de que ella va a huir, pero en
vez de eso, empuja sus hombros hacia atrás, fortaleciéndose.
Esto me molesta.
Paso mis dedos sobre sus labios temblorosos. Ahora su lápiz labial está
manchado por toda la cara. Acerco su cuerpo al mío y luego la agarro por
la nuca, clavando mis dedos en su cálida piel. Ella gimotea mientras sus
ojos se cierran de golpe.
—Siéntate. —Hago
Hago un gesto al asiento, y ella se obliga a sentarse
mientras se muerde el labio inferior. Dave se sienta a su lado y procede
a mirarla fijamente como bicho en una enredadera.
—¿Por
¿Por qué estoy aquí? —Ella
Ella mira a Dave con nerviosismo—.
nerviosismo ¿Qué es lo
que quieres?
Me río. —¿Qué crees que quiero, cariño?
—Yo no lo maté, —susurra ella, y sus ojos se elevan lentamente hacia los
míos—. Tú le disparaste.
Ella frunce el ceño, sus labios fruncidos juntos. —¿Por qué me trajiste
aquí entonces?
6
Kamikaze; usado para describir a alguien que está dispuesto a tomar riesgos, sin preocuparse por su
seguridad.
algo en ella. Diablos, tal vez sólo estoy tratando de justificar el hecho de
que ella me pone la polla dura.
—¿De verdad? —Vaya perro guardián que es. En el momento en que una
chica hermosa atraviesa la puerta, él está encima—. Dave, —lo llamo.
Ella se relaja tan pronto como él se aleja.
—Ezra. ¿Y tú eres?
Sus ojos se encuentran con los míos de nuevo y sus labios se separan,
mostrando unos dientes blancos y perfectos. Todo en ella me hace
querer tomarla con el cinturón hasta que me suplique y llore. El suave
tono de su voz me hace querer sacarle sangre, ver cómo corre por sus
perfectas curvas. Mi polla se endurece dolorosamente y me muevo en mi
asiento.
—Creo que tengo un trabajo para ti... —Me recuesto en la silla y sus ojos
siguen cada uno de mis movimientos. Sé que esto no es una buena idea.
Esta chica es impredecible, un riesgo que nunca he visto. Siendo
realistas, no puedo confiar en ella con clientes, pero quiero ver su piel
color carmesí. Quiero ver lo hermosa que se ve cuando llora. Está
aterrorizada de mí, y quiero su miedo, hasta el último trozo. Quiero que
grite y llore mientras le quito todo. Me aclaro la garganta y hago algo
estúpido—. Son cinco mil dólares la noche; sin preguntas, sin
limitaciones.
Esos ojos azules y brillantes de ella se entrecierran sobre mí, y hay una
larga pausa silenciosa. Se muerde el labio y asiente lentamente. —De
acuerdo.
Arqueo una ceja. —¿Ni siquiera tienes curiosidad por saber qué tendrías
que hacer por 5,000 dólares la noche?
—No. —Ella sonríe, sus labios rojos rogando para chuparme la polla.
—Hay tres etapas que debes pasar para el trabajo. Llámalo una
entrevista si quieres —Me inclino ligeramente hacia adelante—. ¿Quieres
el trabajo? La fase uno comienza ahora mismo. —Me paro y camino hacia
la puerta, tirando de ella para abrirla. Nunca me había entusiasmado
tanto la idea de tomar a una chica con el cinturón.
Resoplo. —Yo no follo con putas. —No quiero follarmela. Quiero herirla y
luego follarla, puta o no.
Su mandíbula se aprieta y ella cierra los ojos mientras lleva las manos
por detrás de ella, bajando lentamente la cremallera de su vestido.
El material se cae alrededor de sus tobillos y se quita el sostén y la ropa
interior, sin más que sus tacones rojos de charol. —¿También me quito
los zapatos? —pregunta ella.
Hannah lleva un vestido rojo muy caro. Tiene joyas nuevas. Me sonríe,
sus ojos brillan. —En realidad, me ascendieron.
—Evelyn, ganaré cinco mil dólares por noche. ¡Una noche! Y los hombres
a los que tendré acceso... —Ella sonríe—. Pecadores.
Este hombre es el mismo que le dió a Hannah ese trato de cinco mil
dólares por noche, el mismo trato de cinco mil dólares por noche que me
está ofreciendo. Y ese trato es lo que la llevó a su muerte.
—Llorarás por mí, Evie, —susurra, y luego oigo el fuerte golpe de cuero
en mi espalda justo antes de sentir el golpe. El dolor se irradia a mi
espalda, haciendo que mis ojos se llenen de agua. La bofetada del
cinturón resuena de nuevo en mis oídos, y me preparo para el dolor de
las astillas. Me golpea con tanta brutalidad. Tengo miedo de que me
rompa, de que me mate, pero el pecador que hay en mí se deleita en
cada golpe cruel. Cierro los ojos y mientras el siguiente latigazo se posa
sobre mi trasero, sonrío porque ha pasado una eternidad desde que he
sido perdonada por mis pecados de esta manera. Perdóname por mis
pecados. Y en el dolor, siento mi liberación. La oración no toca lo que
hace el dolor. Siento como si todos los pecados de los últimos cuatro
años se hubieran lavado de mí. Encuentro la libertad con cada golpe, con
cada mordida aguda de su cinturón. No puedo evitar mover la cabeza
hacia atrás y sonreír ante el perdón divino que se abre paso a través de
mi cuerpo. Este hombre me está concediendo cosas que he anhelado, y
me siento conectada a él de una manera que no debería.
Hay otro crujido en el cinturón, y aparte de eso, el único ruido que oigo
es el sonido uniforme de sus pesadas respiraciones. Aunque mi cuerpo se
estremece con cada golpe, necesito más. Tengo muchos pecados de los
que necesito una liberación y este hombre... este hombre me concederá
la penitencia que he buscado durante años. Me paro más alta, separando
mis piernas mientras me preparo para que me golpee una vez más.
Quiero que me pegue, necesito que me pegue. Fui criada para creer que
el dolor equivale al perdón y, por trastornado que suene, creo esto más
que nada en lo que he creído en mi vida. Es la única parte de mi religión
que tiene sentido para mí. Haces algo mal; necesitas ser castigado.
El castigo te enseña a obedecer, y cuando no lo hace, tú al menos, pagas
por lo que has hecho. Pienso en el día que maté a mi padre. Reproduzco
la imagen de su cuerpo ensangrentado tirado en el suelo de la cocina, y
voy a que Ezra me golpeé más fuerte.
La hebilla de metal tintinea cuando Ezra la deja caer al suelo. Mi espalda
está en llamas, y los músculos de mis brazos me duelen por las
restricciones apretadas. Presiono mi frente contra la pared fría y me
deleitó en la rendición que me acaban de conceder.
—¿Te gusta eso, cariño? —pregunta—. ¿Te hace mojarte? —Sus labios
acarician el costado de mi cuello y me dan escalofríos en la piel. Me tira
del pelo aún más fuerte que la última vez, forzando mi cabeza hacia un
lado antes de que sus dientes se hundan en mi cuello.
—Fase dos. Viernes. Diez en punto. —Su voz profunda resuena en las
paredes.
Cerrando los ojos, busco las palabras que necesito para rezar, pero estoy
perdida. En lugar de pen
pensamientos
samientos santos, sólo puedo pensar en él. Ezra.
Es hermoso, estoico, perfecto, pero la belleza es obra del diablo. Ahora lo
veo. La imagen de su lengua gruesa que revoloteaba sobre mi clítoris
empaña mi mente, la sangre se acumula entre mis muslos y partepartes de mí
palpitan, partes de mí que no debería sentir mientras estoy de rodillas en
una iglesia. Quiero llorar, y clavo las uñas en la escalera, tratando de
volver a mí misma.
Él es un medio para terminar, Evelyn. Una prueba. Eso es todo lo que es.
—Concédeme
Concédeme la paz. Perdóname por los pensamientos que tengo.
Evelyn... Evelyn.
—¡Vete!—Grito.
—No quiero hacerlo. Por lo que él hizo esta noche, me han perdonado.
Pecado por pecado. Puede que te haya liberado de algunos pecados, pero
te ha atado a otros, Evelyn. Mátalo o nunca pondrás un pie en el cielo.
Y sé que tendré que hacerlo, pero sólo cuando encuentre al hombre que
asesinó a mi hermana.
Capítulo 6
Ezra
Conocí a Jen en un club hace un par de años. Ella es una buena follada, y
te juro que podría chupar una pelota de golf por una manguera de jardín.
Nosotros follamos, eso es todo. Es un acuerdo que funciona. A veces
encuentro mujeres por una noche, pero Jen satisface mis necesidades de
manera que la mayoría de las mujeres correrían y gritarían. Evie no
huiría.
Jen se fue furiosa después de que descargue mi corrida y le dije que se
fuera. No estoy de humor para sus tonterías esta noche. Nuestro acuerdo
es claro, pero bueno, ella es una mujer, y a ellas les gusta empujar los
malditos límites.
—Sí, —respondo
—Mi respuesta sigue siendo no. —Hablé con Seamus, y él está buscando
a la rata. Esta es la única explicación. Él me sugirió que le disparara al
pequeño hijo de puta, y que me quedara un rato en cubierto por si
acaso, pero no estoy corriendo, ciertamente no por esta pequeña mierda.
Quiero saber cómo Zee consiguió su contacto, cómo se las arregló para
infiltrarse en la familia, y quién tiene esa grabación por él. Mejor aún,
necesito algo de él. Si alguien te agarra de las pelotas, te agarras hacia
atrás y aprietas más fuerte. Jonty puede hackear cualquier cosa, obtener
casi cualquier información imaginable, pero no puede encontrar nada de
Zee.
Zee suspira. —Estoy perdiendo la paciencia, Ezra.
—Hola, Ronan.
—Es bueno oír tu voz, amigo mío. ¿Qué es lo que necesitas? Espero que
no haya polla en la cuchara.
—Esta mañana. Ella había acabado con un cliente y estaba saliendo del
motel. Un par de chicas vieron a Zee tomarla y lo reconocieron.
—¡Joder! Ese maldito hijo de puta —Sabía que iba a hacer algo, pero
esto es una maldita guerra. ¿Cree que puede llevarse a mis chicas?
Hay dos tipos sentados en otra mesa. Los reconozco vagamente como
los drogadictos que a veces entran en el bar. Uno me da la espalda, pero
el otro mira hacia arriba, estrellando su mirada conmigo. Lo miro
fijamente y sacudo mi cabeza a un lado, señalando hacia la puerta. Sus
ojos caen rápidamente, y empuja a su amigo. Mi reputación por aquí es
de gran alcance y nunca se cuestiona. Se ponen de pie y se van sin decir
una palabra.
—Vinny, —digo con calma, y luego me llevo una papa a la boca. Me mira
fijamente mientras mastico. Sabe lo que se avecina, pero a veces en los
últimos minutos de un hombre se vuelve desafiante.
—Te lo dije antes, Ez, si pagas por una chica, esperas que ella lo tome
un poco duro. Si quisiera andar de puntillas alrededor de los sentimientos
de una mujer, me follaria mi esposa.
Tomo otra papa frita del plato y me la meto en la boca. —¿Crees que soy
blando, Vinny?
—¿Crees que soy un tipo que dice cosas por mierdas y se ríe? —Sacude
la cabeza pero no responde—. Soy un tipo justo, Vinny. Le doy a la gente
la oportunidad de rectificar sus errores. —Miro a Jonty y me encojo de
hombros—. No lo sé, ¿tal vez soy demasiado amable?
Sale de su coche y evita las escaleras. Una mujer pelirroja con un vestido
blanco demasiado ajustado se le acerca. Observo cómo la agarra por la
cintura y la pega contra un coche aparcado a un lado de la carretera. La
besa de la misma manera que los hombres besan a las mujeres en las
películas, y luego la agarra de su brazo y la arrastra hacia arriba por las
escaleras. Mi corazón tambalea en mi pecho porque estoy celosa. Me
imagino la risa tonta de ella. Viste de blanco. Se hace la inocente,
aunque el balanceo de sus caderas y el hecho de que no vea una línea de
ropa interior me dice que ella no lo es. Cuento en mi cabeza los ciento
veinte segundos que usualmente le toma hasta que las luces de Ezra se
encienden. Ciento veintiuno, ciento veintidós, ciento veintitrés, ciento
veintitrés... trago porque me imagino que la tiene clavada contra la
pared de esa escalera con la mano en ese vestido corto y de mujerzuela
que lleva ella. Finalmente, la luz del salón se enciende, seguida de la luz
del dormitorio. No puedo evitar preguntarme qué tan bien folla él. Y no
debería.
Antes de darme cuenta de lo que estoy haciendo, me encuentro
corriendo por la acera hasta el edificio continuo. Aquí estoy, mirando por
la ventana en el lado de su apartamento. Las sombras rebotan a través
de la fachada de ladrillo del complejo opuesto, y tengo que ver qué están
haciendo. Me apresuro a ir a la escalera de incendios. Es vieja y
destartalada, y lo más probable es que no cumpla con los requisitos de
seguridad, pero he comprobado su mantenimiento por dos noches esta
semana. Me agarro a la barandilla oxidada y subo, con los talones
temblando y agarrándome a las escaleras rotas varias veces antes de
llegar al segundo aterrizaje. Las sombras me esconden de la vista, y
presiono mi espalda contra la pared fría, manteniéndome completamente
quieta para no ser vista.
—Por favor, perdóname por mis pensamientos impuros, por las cosas
que he permitido que se filtren en mi alma. Por favor, quítame mi deseo
de cosas impías. Amén.
—¡Adelante! —Grito.
Ella me mira por un segundo, esos ojos azules que se encuentran con los
míos. Hay algo tan maravillosamente trágico en ella, esa falsa inocencia
que me atrae.
Sus ojos se posan en su regazo, y creo que puedo ver una sutil sonrisa
en sus labios. —No soy la mayoría de las chicas, —susurra. No, ella no lo
es, joder.
—Arrodíllate.
—Vas a usar esto. —Sus ojos se abren de par en par cuando digo eso.
Siempre piensan que me van a pegar. Me río mientras sus ojos se
desvían del azotador hacia mí, y sacudo la cabeza—. Te vas azotar a ti
misma Evie —Oigo como traga. Sus ojos se fijan en los míos, y por un
breve momento, creo que va a llorar. Y espero que lo haga.
Ella asiente con la cabeza aceptando. Sus ojos azules siguen fijos en mí,
su cara sin expresión mientras sostiene el azotador, azotándolo sobre su
hombro. El fuerte golpe del cuero mientras golpea su piel resuena por
toda la habitación. Ella no se estremece, no se mueve, y sus ojos nunca
dejan los míos.
Otro fuerte latigazo suena seguido por otro, luego otro. No hay lágrimas,
ni gritos. Ella es completamente estoica, y me está volviendo tan duro
como el puto cemento. Ella se detiene, dejando caer el azotador a su
lado, y yo sacudo la cabeza, sonriendo. —No te dije que pararas.
—Suficiente.
Las borlas de cuero negro se extienden por el suelo cuando su brazo cae
a un lado. Me da el azotador y me mira a través de sus gruesas y
oscuras pestañas. Sus dientes blancos se rastrillan sobre sus labios rojos
como la sangre.
—¿Te gusta cuando te hago daño, pequeña asesina? —Sus ojos caen, sus
mejillas se ruborizan. Acaricio mi mano libre sobre su mejilla—. No te
avergüences, cariño. Es jodidamente hermoso. —Susurro.
Mi cuerpo está tan apretado que mis bolas están a punto de explotar en
su garganta. Sus ojos se abren y se encuentran con los míos. Incluso con
mi polla en su boca, parece tan inocente. Ella arrastra su lengua sobre
mi longitud, gimiendo un poco. Y lo pierdo.
Cuando me doy la vuelta, Evie sigue arrodillada y muy desnuda con los
ojos fijos en el suelo.
—Yo... puedo gritar. Puedo llorar si eso es lo que quieren. —Ella asiente
con la cabeza como si tratara de convencerse a sí misma—. Puedo fingir,
lo que quieras. —Aprieta la mandíbula y me mira fijamente.
Ella jadea mientras lucha con mis manos. —A mí… —Su pulso retumba
contra mis dedos y aprieta los ojos—. Me gusta, —se ahoga.
—Me gusta cuando me haces daño. —susurra ella, con la voz rota.
No puedo evitar gemir cuando el impulso de follarmela emerge a la
superficie.
Ezra me mira fijamente a través de sus ojos oscuros, sin alma, mientras
se frota una mano sobre su boca. Él es un pecador. Un sucio y depravado
pecador, y sin embargo, puedo verle juzgándome. Se da la vuelta y se
va sin decir nada más. La puerta se cierra con un portazo que hace eco
alrededor de la habitación silenciosa. Miro fijamente a esa puerta y me
duele el pecho. Mis dedos se enroscan en puños y se desgarran en mi
piel. Estoy enfadada, confundida. Después de varios minutos, me doy
cuenta de que no va a volver, así que decido irme. Cuando doblo la
esquina, veo a Ezra apoyado en la puerta de su oficina. Su mirada crítica
me perfora al desaparecer por las escaleras.
Ezra me deseaba. Sé que él lo hacía, así que por eso tiene sentido que lo
siga. Pero en los últimos dos días, me he dado cuenta de que desea más
a esa pelirroja. Lo he visto follándosela. Una y otra vez. He visto el color
rosa manchando su pecho cuando ella sale de su apartamento sin aliento
y pérdida en una niebla de felicidad de perdón. Necesito que él me quiera
como a ella, y por eso estoy en medi medio
o del apartamento de ella ahora
mismo.
Ezra quiere que el pecado se cubra de inocencia. Quiere una mujer que
llore, quiere una mujer que ame el dolor, necesita a alguien tan
depravado como él. Esta pelirroja no es más que una puta, un recipiente
que puede usar para alimentar los pecados de la carne. Lo que necesita
es un diablo disfrazado de ángel, malvado y puro. Y eso es lo que seré
para él con este vestido blanco tan ajustado.
Capítulo 12
Ezra
Abro mi portátil para ver las imágenes de las cámaras del sábado pasado
por la noche. Busco hasta que veo la imagen de Evie subiendo a la cruz.
Hago clic en "reproducir y mirar" y observo cómo uso el cinturón en ella.
El cuero le da en la espalda y, desde este ángulo, puedo ver parte de sus
labios, y sus ojos se cierran como si ella estuviera a punto de correrse.
Esto es precioso, y mi polla se me pone dura como una roca.
No puedo recordar la última vez que me corrí tan duro con mi propia
mano. Esta mujer me está jodiendo la cabeza.
—Sí. —Respondo
—No es bueno. Zee se llevó a una de las chicas. —Me pellizco el puente
de la nariz—. Pero creo que Ronan me ayudó a agarrar bien las pelotas.
—Cuidado. Creo que Ronan podría ganarte. Ya sabes lo que él siente por
las ratas.
—Hiciste
Hiciste que lo siguieran, —le digo—.. Quiero saber dónde vive, adónde
va. Si toma una mierda lo quiero saber. ¡Averigua adónde demonios se
está llevando a mis chicas! —Sé Sé que no es culpa de Jonty, sólo está
recibiendo lo peor de mi ira ah
ahora
ora mismo. Zee me está metiendo en el
culo, y cree que no hay nada que pueda hacer al respecto, pero se
equivoca si cree que no le devolveré el golpe
golpe.
Capítulo 13
Evie
Él es mi tentación.
Manteniendo los ojos cerrados, espero que la paz me bañe, pero nunca
llega. Todo lo que oigo es el sonido de mi pulso tamborileando en mis
oídos. Después de varios minutos, me levanto y salgo de la catedral, me
dirijo al metro, y en media hora, entro por las puertas del club de Ezra.
Caminando hacia el pecado.
—Chardonnay.
Gimo y entrecierro mis ojos hacia él mientras bajo la copa de vino. Tomo
mi bolso y me paro, enderezando mi vestido antes de meterme en el bar
lleno de gente. La escalera está bloqueada por una cuerda por la que
subo. La puerta de la oficina de Ezra está abierta, y yo miro a través de
ella antes de golpear suavemente mis nudillos en la puerta.
Mueve una ceja mientras sus ojos se mueven sobre mi cuerpo. —Eres
una estúpida — Dice con una sonrisa de satisfacción.
De repente, me agarra el pelo, lo agarra con tanta fuerza que siento que
mi cuero cabelludo se levanta, la quemadura me devora. —Demasiado.
Estúpida, —dice, respirando sobre mis labios—. Hay una fina línea,
cariño, y acabas de cruzarla. —Él se acerca, rozando sus labios por la
comisura de mi boca, mi mejilla hasta que me roza la oreja—. Estás en la
guarida del león, Evie.
—Me haces querer romper mis propias reglas, corromperte en todos los
sentidos. Quiero quebrarte, una y otra vez. —Sus dientes me rozan la
mandíbula. El calor de su aliento envía un fuerte escalofrío por mi
columna vertebral. Sus dedos serpentean alrededor de mi garganta,
ejerciendo una pequeña presión y, como si sintiera la pérdida inminente
de aire, mi garganta se contrae. Ya no puedo diferenciar cada latido de
mi corazón del siguiente porque no hay pausa. Ezra tiene el control total.
La vida o la muerte es su elección, y ahora mismo, en este mundo, sólo
él y yo somos conscientes de ello; él es mi dios porque es el único que
determina mi destino.
Mis dedos se clavan en sus muslos, y los arranco con tanta fuerza que no
tiene más remedio que soltarme. La arrastré a sus pies. Una mirada de
confusión pasa por su cara antes de que la agarre de la cintura y la haga
girar, haciéndola mirar hacia la pared detrás de mi escritorio. Mis dedos
se tensan contra su piel mientras le rozo los dientes por encima del
hombro.
Tomo sus dos muñecas en una mano, y lentamente paso mi mano libre
sobre su vestido y lo amontono antes de apretar su trasero cubierto con
encaje blanco. Tan inocente, tan jodidamente sexy.
—Hazme llorar, Ezra. —Se mece hacia atrás, moliendo contra mi dura
polla.
—En el bar. Dice que necesita hablar contigo. —Mira a Evie y sonríe.
Aprieto los dientes cuando me detengo frente a él. —¿Qué quieres, Zee?
de opinión.
—Duro.
Zee inclina la cabeza hacia un lado, con los ojos oscuros entrecerrados.
—Incluso te pagaré por ella. Todo está a la venta al precio justo. Aprieto
y suelto los puños una y otra vez, luchando contra la necesidad de
agarrar su cara y girar su cabeza a un lado. El estallido de su cuello sería
como música para mis oídos.
Señalo a Jonty. —Dile a los malditos gorilas que no lo dejen entrar aquí
otra vez —Asiente—. ¡Maldita mierda! Debí pensar que era obvio. —Jonty
me frunce el ceño. Sé que lo he cabreado, pero lo último que necesito es
a Zee en mi club. Y ahora ha visto a Evie—. Y encierra a las chicas —le
digo—. Llámalas a todas y diles que sólo trabajan en el club, que no
salen a la calle y que los chicos las acompañen a casa. Seguirá viniendo
por ellas.
Los neumáticos del elegante Mercedes chirrían cuando Ezra llega a una
de las sucias calles laterales de Nueva York. Dave se desliza por el
asiento trasero, jadeando. Echo un vistazo a Ezra. Su postura rígida. Sus
nudillos están blancos por lo duro que está agarrando el volante. No me
gusta que esté enojado porque me recuerda al diablo cuando está así.
Presiono mi espalda contra la puerta, tratando de mantener la mayor
distancia posible entre nosotros.
Suena una alarma. Sus ojos se ciernen sobre mí y gime. Conduce con
una mano, cruza mi cuerpo con la otra y me empuja con fuerza hacia el
asiento antes de tirar del cinturón de seguridad por las caderas y hacer
clic en su lugar. —Esta mierda es molesta, —dice, y el sonido se detiene.
—No.
Quiero abofetearlo por hacerme querer sus sucios labios sobre mí. Siento
que se me abren las fosas nasales. Quiero sus labios sobre mí otra vez, y
voy a ir al infierno por eso, pero no me importa. Cuando lo beso de
nuevo, agarro su camisa en mi puño. Presiono mi cuerpo contra él, y
hace calor porque las llamas del infierno están lamiendo mi alma en este
momento. Él es un pecador, y yo soy pecado, y todo sobre esto es obra
de Satanás. Los labios de Ezra se mueven hacia mi cuello, bajando por
mi garganta, marcando mi piel de la manera más pecaminosa. Gimo por
la forma en que se siente sobre mí, gimo como una pequeña zorra
miserable.
—Puerta, —gruñe.
Sus cálidos labios se mueven sobre mi cuello, y luego sus dientes están
sobre mí, mordiéndome, lastimándome, y es doloroso, pero es correcto
porque me está castigando por quererlo así cuando no debería. Haz que
se detenga, Evelyn. Pero no puedo porque ya me he caído, y no hay
forma de detenerme hasta que toque el fondo. Y voy a tocar el fondo.
—Las formas en las que te voy a follar, pequeña asesina... —dice con un
gruñido.
Manos, bocas y lenguas. Él rasga mi vestido sobre mi cabeza antes de
levantarme y bajarme al piso. Sus manos agarran mis caderas en un
agarre contuso mientras su boca trabaja sobre mi estómago. Gimo como
una pequeña puta, mi cuerpo se retuerce debajo de él aunque no quiero.
Me gusta. Lo quiero. Y no debería... pero lo hago. Lo hago, malditamente
lo hago. Sus dedos agarran el interior de mis muslos, empujándolos
violentamente para separarlos antes de arrastrar su lengua húmeda
sobre mí, y gimo.
Y todo lo que quiero ahora es esa polla para la que está hecha mi boca
dentro de mí. Coloco mis manos sobre sus hombros y arrastro mi cuerpo
desnudo y cachondo sobre su cuerpo recto. La forma en que su piel se
desliza contra la mía se siente tan bien. —Me estás haciendo pecar, Ezra
—le susurro.
Deslizo mi coño sobre él, y justo cuando siento las llamas del infierno
envolviendo cada centímetro de mí ser, sus labios se encuentran con los
míos en un beso violento, sus dientes mordiendo mi labio inferior,
haciéndolo sangrar. Sangre, y luego me pruebo a mí misma, y él tiene
razón, yo tengo un sabor como el cielo. Tal vez me han mentido durante
todos estos años porque un demonio no puede saber cómo el cielo; es
imposible. Quiero decir su nombre porque me encanta cómo se siente
cuando sale de mis labios. —Ezra. —gimo, y suena aún mejor en un
gemido de lo que imaginaba.
Sus dedos se clavan en mis caderas con tanta fuerza que duele. Sus
labios se mueven hacia mi oreja, sus dientes pellizcan el lóbulo de mi
oreja mientras retrocede y suelta mis hombros. Sus dedos cavan en mis
caderas, tirando de ellas hacia atrás para encontrar sus empujes
despiadados. Él arrastra un dedo por mi columna vertebral y sobre la
grieta de mi trasero hasta que roza un lugar que grita sucio, indecente y
pecado. Y jadeo.
—¿Tal vez debería comenzar con esto? ¿Alguna vez te han follado por el
culo, Evie? —Él dobla su cuerpo sobre el mío hasta que su pecho caliente
presiona contra mi espalda y sus labios están en mi oído—. Si tu coño se
siente tan bien, solo puedo imaginar lo dulce que eres —su aliento
golpea en un profundo gemido—, se sentiría como un culo virgen.
No puedo decir una palabra. Lo intento, pero me estoy ahogando.
Sacudo la cabeza porque ahora realmente puedo sentir las llamas del
infierno consumiéndome, y me quemarán hasta que no sea más que
ceniza. Cierro los ojos y me muerdo el labio. Y luego su pulgar roza sobre
mí, allí, y no puedo parar donde mi mente me lleva. Esa sensación me
catapulta a las grietas oscuras que trato de no ir.
—No puedo parar, Evelyn. Tengo que castigarte por hacer que te quiera
tanto. Es un pecado, sabes. Sexo. Me haces pecar, y por eso tengo que
hacerte daño, hacer que no quieras volver a tentarme nunca más. Tengo
que purgar lo malvado de ti con dolor. —Lo araño, tratando de alejarlo
de mí, pero estoy tan débil que no sirve de nada.
Ella asiente.
El aire frío de la mañana toca mi pecho desnudo mientras saco una silla
de la mesa del patio. Saco el paquete de cigarrillos de mis jeans y
enciendo uno, inhalando una bocanada de humo. Me peino con la mano y
coloco los codos sobre mis rodillas. Todavía puedo oler a Evie en mí, el
aroma de su perfume mezclado con sexo me hace morder mi mejilla al
recordar lo apretado que se sentía su coño alrededor de mi polla.
Ninguna mujer debería sentirse tan bien. Es como si estuviera hecha
para mí, y eso es simplemente peligroso.
—Levántate, agarra tus cosas. Te vas a ir. —le digo sin mirarla.
—¿Quién?
—La chica que él mató. ¿Cuál era su nombre? —Su voz se engancha y la
miro. Sus ojos se llenan de lágrimas y sus dientes están enterrados en
su labio inferior.
—Sophie.
Ella cierra los ojos de golpe y asiente lentamente mientras mira por la
ventana del pasajero. Dirijo mi atención de nuevo a la carretera.
—¿Quién era ella para ti? —No conozco bien a Evie, pero es una asesina,
una puta, no el tipo de persona que se compadece de una chica extraña
que no conoce. Gente como ella y yo, somos criaturas del inframundo,
no derramamos lágrimas por extraños.
Sophie era una buena chica y una prostituta aún mejor. Ella era una de
las quebrantadas, y casi sentí pena por ella. En esta industria, a menudo
no tienes que lidiar con las consecuencias de tus acciones, pero ahora
estoy sentado en un automóvil con esas consecuencias. Sophie era una
prostituta, pero también era una hermana. Tenía a alguien que la amaba
y ahora está muerta. ¿Me culpo a mí mismo? No. Ella sabía en lo que se
estaba metiendo cuando asumió el trabajo. Le di un medio para ganar
dinero. Soy un hombre de negocios, no una puta organización benéfica.
Pero sé que debería haber sido más cuidadoso con Zee, más cuidadoso
con ella. No la cuidé cuando debería haberlo hecho.
Hay una larga pausa, y luego golpea su mano sobre el volante, bajando
la cabeza hacia adelante. —¡Mierda! Encuéntrala Jonty. ¡Jodidamente la
quiero de vuelta! —Otra pausa—. Está bien. Iré a la casa de la chica
ahora.
Una mujer está en la puerta y abraza por el cuello a Ezra. Es joven con el
cabello largo y rubio que le cae por la espalda en ondas perfectas. Parece
una porrista con sus pantalones cortos y una camiseta ajustada.
—Por favor encuéntrala, Ez. —Ella está llorando sobre él. Ella le está
dando sus lágrimas, y luego me pregunto si la golpeó y la folló de la
misma manera que a mí. Me pregunto si él le dijo que sabía a cielo, y la
idea me enfurece.
7
Bungalow: es un estilo de casa, generalmente de un solo piso y con galería o porche en la parte frontal,
aunque sus características pueden variar de unos países a otros. Es muy popular en las afueras de muchas
ciudades de América del Norte y América Central.
8
Vintage: es el término empleado para referirse a objetos o accesorios con cierta edad, que no pueden aún
catalogarse como antigüedades, y que, como los buenos vinos, se considera que han mejorado o se han
revalorizado con el paso del tiempo.
adoran. Cuando lo llaman Ez, se tensa mi mandíbula. Se llama Ezra, no
Ez. Me observan cuando paso, juzgándome. Sé que se preguntan por qué
estoy con él y quiero gritar que es porque ¡soy la puta que se va a follar,
no ellas, yo!
Ella me mira, dando varios pasos en mi dirección. Veo sus ojos estudiar
mi cara. Veo que ella nota las similitudes entre mi hermana y yo. —¿Por
qué? —Ella traga y llora con sus ojos marrones.
—Querido Dios, por favor ayúdame. Por favor guíame. Por favor, déjame
matar al hombre que me quitó a mi hermana. —Siento que una lágrima
gotea por mi mejilla y rápidamente la seco. Hojeo la habitación, y en el
borde de la mesa de café está el anillo de Hannah. Lo recojo y lo paso
entre mis dedos. Este fue nuestro vínculo. Matar hombres malvados fue
la forma en que corregimos el error. Volteo la tapa y encuentro el interior
del anillo vacío, solo un rastro de arsénico en el interior. ¿Por qué no le
dio esto al hombre que la mató? Cierro los ojos otra vez— Por favor,
bendíceme. Por favor, perdóname a mí, a Hannah y a Ezra...
Siento algo empujar mi codo, y abro los ojos para encontrar a Dave a mi
lado, meneando la cola mientras me mira. Dudo antes de pasar mis
dedos por el suave pelaje de su cabeza. Sé que Ezra está aquí, puedo
9
Pottery Barn: es una cadena de tiendas de muebles para el hogar de lujo con sede en los Estados Unidos con
tiendas minoristas en los Estados Unidos, Canadá, México, Puerto Rico, Filipinas y Australia.
sentir su presencia, siento que me observa. Me levanto y me doy vuelta,
y allí está, apoyado contra el marco de la puerta, con sus gruesos brazos
cruzados sobre su pecho. Mis ojos trazan la tinta que le rodea los brazos.
Es como un diablo, o un demonio, algo malvado. Un hermoso demonio.
—Hannah rezaba.
—¡Ezra! —Lo llamo. Pero él me ignora, tirando de una cuerda que cuelga
del techo.
—¿Qué coño crees que eres? ¿Mi perro mascota? —Se aleja de mí—
Jonty, no la pierdas de vista. —Y se marcha.
Jonty ha seguido a Zee por un par de días, pero no parece seguir una
rutina. Hasta donde sabemos, no ha estado cerca de ningún lugar
sospechoso. Miro desde mi auto mientras Zee abre su puerta y sale del
auto, haciendo clic en las cerraduras mientras camina hacia una casa.
Él toca la puerta, y una mujer responde, sonriendo ampliamente cuando
lo ve. Él agarra su rostro y la besa antes de empujarla hacia adentro. Tal
vez esta es una de sus casas de putas, o tal vez solo tiene un poco de
lado. Difícil de imaginar con sus gustos.
10
C-4 odivergente 'Composition C-4' es una variedad común de explosivo plástico de uso bélico.
esté profundamente metido en esa mujer, felizmente inconsciente, pero
lo último que necesito es que me atrapen.
—Hola —responde.
—Está hecho. Llegarás a la bodega mañana. Quiero que ese hijo de puta
se arrastre de rodillas.
El cojín del sofá se sacude y escucho que las uñas de Dave golpean el
suelo. Estoy un poco desorientada. La habitación está oscura, excepto
por una lámpara en el escritorio, y luego recuerdo dónde estoy.
—Y bien, ¿qué vas a hacer con ella, Ez? —Oigo la voz de Jonty desde el
otro lado de la puerta cerrada— ¿Vas a dejarla aquí?
—No lo sé, maldita sea. No tengo tiempo para cuidarla, pero joder, Zee
la matará.
—Vete a la mierda.
Todo mi cuerpo se incendia. Ezra me dijo que mis labios estaban hechos
para su polla... Mi pulso late en mi cuello. Quiere jugar a ser mi salvador.
Quiere golpearme, usarme y follarme en el olvido, bueno, le mostraré la
pequeña distracción que puedo ser.
Cierro los ojos y me quedo dormida, soñando con todas las formas en
que puedo hacer que me lastime.
Capítulo 20
Ezra
—No, Zee —me río—. Tú eres el estúpido por pensar que puedes joder
conmigo sin consecuencias. ¿De verdad crees que puedes enfrentarte a
la mafia?
—No sin derribarte a ti mismo. ¿Y para qué? ¿Un poco más de dinero?
Corre mientras aún tienes la oportunidad, Zee, vende a tus esclavas,
gana dinero. Sobrevive —Escupo la palabra—. Porque si no lo haces, voy
a seguir viniendo por ti. Puede que te deje con vida, pero quemaré tu
puto mundo hasta el suelo.
He estado aquí por tres días. Sé que puedo irme, pero no quiero hacerlo.
Zee, el hombre que mató a mi hermana, quiere llevarme. No estoy lista
para él. No sé nada de él, y cuando ayer le pregunté a Ezra sobre Zee,
me agarró por el cuello y casi me ahogó. Ezra dijo que lo manejaría, y
quiero creerle, pero a él también le está tomando mucho tiempo. Y él me
está ignorando, lo que me enoja.
Con cada hora que pasa, con cada toque de sus manos, odio a Ezra aún
más porque ha infestado mi mente como una enfermedad paralizante. Mi
corazón una vez puro ahora está contaminado y ennegrecido porque
todo lo que puedo pensar es en cómo se siente entre mis muslos, muy
dentro de mí. Ahora no encuentro consuelo en la oración porque sé cómo
se siente el perdón en sus manos, y eso es lo que quiero. Quiero perdón.
Quiero que este pecado arrastrándose a través de mí sea sacado a
golpes. Quiero que Ezra me purgue.
Tengo que limpiarme. Debo volver al camino correcto, lejos del diablo.
Y además, Ezra debe ser castigado por mentirme sobre mis labios.
Le mostraré lo buena que puedo ser chupando polla.
La música fuerte del club retumba a través de las tablas del piso. Tengo
que recordar por qué estoy incluso en este lío para empezar. No es ser la
esclava sexual de Ezra; es para hacer el trabajo para el que fui elegida.
Ezra cree que él tiene la ventaja, y lo hace, pero solo porque se lo estoy
permitiendo. Él piensa que soy un corderito manso listo para el
matadero. Pero no lo soy. Soy una cazadora. Soy una guerrera. Uso mi
debilidad como señuelo, y le mostraré a Ezra que no puede controlarme.
Solo tienes control cuando haces que un hombre te amé cuando lo
matas. Encuentra un pecador, Evelyn.
—Sí.
—¿Eres solo una de sus prostitutas baratas, o eres una de sus chicas?
—Pregunta.
Considero que ese comentario significa que él sabe sobre las otras
chicas, las chicas como mi hermana. Una visión de este hombre llevando
un cuchillo a Hannah, viniendo mientras le quita la vida, cruza por mi
mente y mi mandíbula se aprieta. Tal vez esté es Zee.
Las escaleras gimen bajo el peso del hombre, haciendo que mi estómago
se anude. Sé que esto es arriesgado porque cuando Ezra me atrape, y él
me atrapará, se enojará mucho. El miedo se acumula en mi pecho, y
crezco en él. Él quiere ignorarme; quiere hacerme sentir usada, quiere
hacerme pecar una y otra vez ¿sin concederme perdón? Haré que se fije
en mí. Lo haré enojar. Haré que me golpee. Lo obligaré a perdonarme.
Deslizando una mano debajo del colchón, agarro el cuchillo que saqué
del bar anoche. Mis dedos se envuelven lentamente alrededor del
mango. El pensamiento de Ezra mirándome me hace mojar
vergonzosamente.
Ezra golpea la puerta otra vez y toda la pared tiembla. Las bisagras
gimen los crujidos de madera.
—¡Hija de puta! —Grita Ezra— ¡Evie! Abres esta jodida puerta, o te juro
por tu jodido dios que voy a hacerte rogar, pequeña. Te voy a destruir.
—¡Hija de puta! —Grito—. ¡Evie! Abres esta jodida puerta, o te juro por
tu jodido dios que voy a hacerte rogar, pequeña. ¡Te voy a destruir!
—Voy a hacer que pague, y voy a matar al hijo de puta que se atrevió a
tocar lo que es mío.
Retrocedo unos pasos y empujo la puerta, chocando primero con el
hombro. Las bisagras de la puerta crujen, y retrocedo, empujando de
nuevo. La puerta se abre fácilmente. Aquí parece algo de la matanza de
Texas11. A sus pies yace el tipo al que le estaba chupando la polla,
todavía desnudo y débilmente agarrando su muslo. La sangre sale de su
arteria femoral, y un enorme charco rojo se extiende por el suelo,
filtrándose en la alfombra. La sangre gotea por la parte superior de las
tetas de Evie, baja por su estómago y sobre su ropa interior de encaje
blanco. El cuchillo ensangrentado todavía está en sus manos, y todo lo
que puedo pensar es que se parece al ángel de la muerte.
—Oh, cómo el gimió, —sonríe—. Dijo lo bien que mis labios se sentían
envueltos alrededor de su polla —. La agarro por la garganta con la
fuerza suficiente para levantarla antes de golpearla contra el suelo. Ella
jadea por aire.
11
La matanza de Texas: es una película de terror independiente de 1974
Esto es lo que ella hace. Ella me vuelve loco. No pretendo ser un
individuo especialmente moral, pero estoy tranquilo, mantengo mi
mierda unida. Si mato a alguien, si lastimo a alguien, se hace con un
punto racional en mente. No me enojo porque no pierdo el control.
Ella me hace perder el control. Ella me envía a toda prisa al territorio de
la jodida ira homicida con una sola mirada, y eso se combina con mi
necesidad de ella, de lastimarla. Me siento como una bomba de tiempo.
Ella piensa que puede provocarme, pero he estado haciendo esto durante
mucho tiempo. La romperé, por cualquier medio necesario. Ella no tiene
límite físico, así que si tengo que atarla a un maldito crucifijo para joderla
mentalmente. Lo haré —Sube a la cruz, cariño, —le digo con una sonrisa.
Estoy tan cerca de ella que puedo oler su perfume, sentir el calor de su
cuerpo. Gira la cabeza hacia un lado, intentando mirar por encima del
hombro. —No me. Jodidamente. Mires. —Digo con calma.
—Pero yo quiero.
—Sí.
—Pero…
—Ezra...
Mis dedos están entumecidos, mis piernas débiles por estar aquí por lo
que parecen horas. Esta es su idea del castigo, pero no hace nada por
mí. Con cada segundo que pasa, mis pecados me carcomen. Debo tener
el perdón que Ezra me negó. Mi pulso es errático, mi respiración es
pesada y me preocupa que nunca vuelva por mí. Es muy posible que me
deje aquí para morir, sin perdón. Y luego iré al infierno.
Suelta un fuerte suspiro y sus ojos se cruzan con los míos. —Yo no
perdono. —Ahuecando la nuca, me acerca más hasta que sus labios
apenas rozan los míos—. Me gustas, pequeña asesina. Quiero lastimarte
y follarte hasta que llores por mí, porque te poseo, así que la próxima
vez que te metas la polla de un tipo, te mataré.
Trago y asiento con la cabeza. El calor de su cuerpo se siente tan bien
contra mi piel desnuda. Él está vestido, y yo estoy en nada más que una
tanga. Me gusta cómo se siente que él quiera controlarme y ser dueño
de mí. Me siento inocente y sucia, deseada pero no necesaria. No debería
quererlo porque es malvado; él es una distracción, pero yo solo soy
humana. Sus ojos oscuros brillan mientras me estudia, y quiero roga
rogarle
que me ame.
—Ahora
Ahora consigue tu mierda, vienes conmigo, —ordena.
Abro la boca para preguntar por qué, pero él arquea una ceja. No hagas
preguntas. Así que asiento en su lugar.
—Bien. —Sus
Sus labios se dibujan en una pequeña sonrisa, y sale de la
habitación.. Lo sigo felizmente porque estoy obsesionada con él. No estoy
muy orgullosa de admitir que lo necesito; su dolor, su cuerpo, su pecado.
Hay un ruido sordo cuando deja caer mi maleta en la entrada. —Me voy
a la cama. —Tira de la camisa por su cabeza y se dirige hacia la
habitación donde se folló a esa pelirroja. Cuando apaga la luz, el pánico
se filtra por mis venas.
Ezra se gira para mirarme. Sus ojos oscuros se encuentran con los míos,
y quiero alejarme de él. —¿Iglesia? —. Se ríe mientras cruza los brazos
sobre su enorme pecho desnudo—. ¿Quieres ir a la iglesia?
—No puedo...
—Oh, puedo desangrarte, cariño, pero eres una prostituta y una asesina.
Estoy bastante seguro de que tu Dios querrá un sitio maldito más que un
poco de dolor antes de que te deje pasar por las puertas blancas
perladas. —Mis dientes rechinan uno contra el otro—. Eres una puta
sucia...—susurra en mi oído.
—Querías esto. Lo pediste, Evelyn— Zacarías suelta su agarre en mis
muslos —Finges que no te gusta esto, pero al igual que cualquier otra
puta miserable, solo quieres cosas pecaminosas. No hay nada correcto
en ti —Su aliento caliente sopla sobre mi carne desnuda, haciendo que la
bilis se eleve en mi garganta —Dile a alguien sobre esto, y te cortaré la
garganta mientras duermes, te lo prometo —susurra mientras levanta su
enorme cuerpo del mío. No puedo evitar la sensación sucia que me
recorre. No puedo detener el dolor punzante entre mis piernas.
Mi madre solía decirme que Dios la amaba, que un día él escucharía sus
oraciones y nos salvaría. Mi madre murió a la edad de veintiséis, era una
puta adicta a las drogas. Era una puta sucia que follaba a hombres sucios
y desagradables por dinero para alimentar su hábito. La religión nunca
hizo una mierda por ella, y seguro como la mierda que no ha hecho nada
por mí. La religión es evasiva. Es una excusa para que la gente se
revuelva en sus jodidas vidas porque "Dios los salvará". ¿Adivina qué? La
única persona que puede salvarte eres tú mismo. Si hay algo para lo que
no tengo tiempo, es para la religión.
Deslizo mis nudillos por su mejilla. —Te follaré cuando quiera follarte,
cariño, y te lastimaré cuando quiera lastimarte.
—Por favor, Ezra. —Sus ojos se cierran—. Nunca me sentí tan limpia
como cuando me golpeaste.
Sin decir una palabra, se pone el vestido sobre la cabeza y tira de la ropa
interior de encaje por sus largas piernas. Mis ojos siguen su cicatriz
desde su columna hasta su trasero.
Ella pone los ojos en blanco antes de cortar la cinta en la parte superior
de la caja. Vuelvo a la hoja de cálculo. Evie juguetea con el embalaje de
plástico y luego grita. Me sobresalto y Evie golpea la caja sobre el
escritorio. Se inclina, con la cara blanca y la mano pegada a la boca
como si tratara de contener el vómito.
Me gusta que me toque. Le dejo follarme todos los días, todas las
noches, sin más motivo que el placer. Trago al pensar en cómo se siente
atrapado sobre mí. Mi piel hormiguea ante el recuerdo de él
golpeándome, limpiándome. La luz de la calle entra por la ventana y
hace que las sombras se acomoden dentro de los profundos pliegues de
los músculos de Ezra. Un hombre cuyo cuerpo es tan afilado y
perfeccionado como el suyo parece sagrado. Todos necesitan un dios.
Todos necesitan algo que los haga sentir seguros. Y me preocupa que
Ezra se esté convirtiendo en un dios para mí.
Trazo la punta del dedo sobre su bíceps con ligeros toques. No tiene idea
de que si me hubiera dejado en su habitación hace unas semanas; lo
habría matado. En lugar de acostarse aquí, durmiendo pacíficamente,
estaría en una bolsa de forense, frío y rígido. No me gusta pensar en mi
Ezra en una bolsa forense. Eso me pone triste.
Dave trota a mi lado de la cama y se sienta, su cabeza golpeando el
suelo y ladeando la cabeza mientras me estudia. Cuando Ezra se mueve
en la cama y gime, las orejas de Dave se alzan. Balanceo mis piernas
sobre el costado de la cama. El dolor me palpita en el culo y en las
piernas, me estremezco, a pesar de que ese dolor me recuerda que estoy
perdonada. Echo un vistazo al reloj y me doy cuenta de que es pasado el
mediodía. Ezra todavía está dormido. La pereza es un pecado, Evelyn. Su
brazo está echado hacia un lado, las sábanas apenas cubren sus caderas.
Se ve peligroso incluso mientras duerme, pero tal vez eso se deba a los
cráneos y las dagas que se ha tatuado en el pecho, la representación del
infierno que le recorre el brazo.
Ha pasado casi una semana desde que permití que Ezra me llevara, ya
que fingí que me protegería. Está sentado detrás de su escritorio,
fumando un cigarrillo, haciendo llamada tras llamada y maldiciendo a
quien esté en la otra línea. Me hace ir a todas partes con él, y me dice
que es porque no se puede confiar en mí, y no se puede, pero creo que
es más que eso, es porque él me quiere con él. Al menos eso es lo que
quiero creer.
—¿Cómo
¿Cómo sabes que era una de mis chicas? —Pregunta— —. Tal vez tu
esposa
osa te ha estado jugando sucio. —Se Se ríe. Hay una larga pausa antes
de que ponga los ojos en blanco y golpee el auricular, inmediatamente se
pone de pie y se dirige a la puerta. Ezra abre la puerta de golpe y Dave
lo mira desde su lugar en el sofá junto a m
mí.
—¡Jonty! —grita—. Dile a SJ que traiga su culo aquí. —Se pasea y se
pasa los dedos por el pelo.
¿Ez? Tengo un impulso de agarrar a esa mujer por el cuello y ahogar sus
intentos a través de mí. Él no es de ella; él es mío.
—¡Creo que eres lo suficientemente barata como para ofrecer extras sin
protección! —Grita.
Sus ojos se ciernan sobre mí y Dave gruñe. —La única persona a la que
le doy extras sin protección es a ti, Ez, —dice con una sonrisa antes de
volverse para mirarlo. Y ahora quiero apuñalarla en la parte posterior de
la cabeza.
Hannah se acostó con Ezra, Evelyn. Sus labios también estaban hechos
para su polla. No eres especial. Cierro los ojos, confundida y pérdida,
deseando que esa voz se calme. Me pregunto si mi hermana se folló a
Ezra. Si esa chica que acaba de irse se lo folló. Me pregunto cuántas
mujeres, además de esa pelirroja, han sido golpeadas contra su ventana
con un vestido blanco demasiado ajustado.
—Me follas...
Mi sangre se convierte en lava quemando por mis venas. Siento que voy
a estallar en llamas. Mis uñas cortan mi palma, y aprieto los dientes
mientras lo veo desaparecer en el club. Debería irme. Debería irme a
casa. No lo necesito porque es una distracción. Él no me salvará. Él está
mintiendo como lo hizo mi padre, como lo hizo Zacarías, como todos en
la ciudad en la que crecí. Es un mentiroso y no necesito que me
mantenga a salvo.
—¿Cuánto cobras?
Me doy vuelta y camino por el callejón. Las luces rojas del auto de Ezra
parpadean cuando presiono el botón de desbloqueo.
—Wow, debes ser un maldito buen polvo, —murmura el hombre por lo
bajo, mirando al brillante Mercedes.
Una vez que el bar está en silencio y las puertas están cerradas, Tony, el
portero, se apoya en el bar. —Oye, estoy fuera, pero tu chica quería que
te diera esto. —Ella no es mi maldita chica. Extiende su mano y deja caer
un juego de llaves en la mía. Miro el llavero negro con el logo de
Mercedes. Ah, joder. Esto no puede ser bueno.
—Gracias, —me quejo, antes de irrumpir junto a él. Abro la puerta que
conduce a las escaleras y silbo. Dave baja corriendo las escaleras unos
segundos más tarde y me sigue fuera del club.
En el momento en que abro la puerta de mi auto, estoy listo para
matarla. —¡Mierda! —Golpeo mi mano contra el techo. Allí, en el asiento
trasero, hay un chico, con los ojos bien abiertos mirando sin vida el
techo. Su cabeza está en un ángulo extraño, y su mandíbula está
abierta. Ella rompió su cuello. ¿Quién se cree? ¿El Jackie-Maldito-Chan?
Camina hacia mí, lentamente acercando su rostro al mío hasta que siento
su cálido aliento en mis labios. —¿Lo follaste?
Trago, mi corazón late con fuerza porque lo necesito más enojado. —No
lo hice sangrar. Es solo un cuerpo, Ezra.
Sé que no tengo que ir con él. Sé que no debería, pero una parte de mí
no quiere nada más que esto, esta posesión suya. Nunca he deseado la
atención, el afecto de un hombre, pero la forma en que deseo a Ezra es
suficiente para matarme.
Puedo dejar que piense que es mi dueño. Incluso le dejaré creer que
puede controlarme, porque mientras yo le permita pensar esto, yo soy la
que tiene el control. Me digo estas cosas aunque sé que no son más que
mentiras, porque Ezra me posee.
Sus labios rozan el camino que acaba de trazar con el cuchillo. Mientras
me besa la piel, deja caer el cuchillo al suelo.
No debería disfrutar esto, y soy muy consciente de ello, pero hay muchas
cosas que no deberían ser placenteras. Quiero ser su ídolo. Quiero ser un
pecado del que se siente culpable, pero ¿cuán perverso debe ser algo
para hacer que un hombre tan depravado como Ezra se sienta culpable?
Estoy tan deshecha que no puedo formar palabras, y antes de que pueda
soltar un solo suspiro, él me agarra. Con un movimiento rápido, me da la
vuelta. Mi pecho se golpea contra el suelo con un ruido sordo. Sus manos
firmes sostienen mis tobillos y separan mis piernas para que él me use
como quiera, y siento su cuerpo acurrucarse entre mis muslos. Quiero
mirarlo, pero cuando intento mirar por encima del hombro, empuja mi
cara hacia el suelo.
—Tan jodidamente húmeda para mí, cariño, —se queja, sacando los
dedos.
Él se ríe mientras sus dedos resbaladizos se deslizan sobre mi culo. La
buena chica dentro de mí gime y mi demonio se ríe. Esto es sucio. Esto
es pecaminoso. Esa parte inocente de mí quiere alejarse de él, pero la
desagradable puta dentro de mí no lo permitirá. La última vez que puso
sus dedos en mi culo, me gustó. Yo quería más. Quería su polla allí
porque eso me haría su pequeña zorra sucia.
—Ezra, por favor, —le ruego, sin estar segura de lo que estoy suplicando.
Quiero correrme. Quiero que me lastime. Pero todo lo que está haciendo
es provocarme con promesas vacías.
Me suelta el cuello y agarra mis dos caderas, tirando de ellas contra él.
Aprieta su polla contra mí, obligándome a sentir su erección tensarse a
través de sus pantalones. —¿Es esto lo que quieres, Evie?
—Dios, sí. —Me está haciendo tomar el nombre del Señor en vano.
—No se trata de lo que quieres, —dice enojado y luego me azota el culo
con tanta fuerza que se siente más como un golpe. El golpe resuena
desde las paredes—. Este es tu castigo.
—Tu, pequeña zorra sucia. Te gusta cuando te follo, porque la única vez
que tienes la más mínima rectitud es cuando mi polla está en lo más
profundo de ese coño sin valor tuyo —Zacarías empuja mi cara contra la
almohada, sosteniéndome mientras lucho contra él —Pelea conmigo y te
follaré tan fuerte que no podrás caminar a la iglesia para pedir perdón.
Quería ser algo para Ezra, pero no soy nada. Soy una puta patética.
Sin valor. No soy digna de Dios, no soy digna de amor, no soy digna de
nada además de ser un recipiente que un hombre puede usar y tirar a un
lado. Fue una tontería de mi parte creer que Ezra pensaba que era
inocente, que él me quería. Todos los hombres son mentirosos. Mi
garganta se tensa y arde mientras lucho contra las emociones, la
identidad que no quiero tener.
Realmente eres una puta sucia, cariño. Cierro los ojos y esas lágrimas
por las que he estado luchando por lo que parece que toda mi vida, caen
por mis mejillas.
Un pecador y su pecado.
Estaba roto cuando tenía solo ocho años. Me hizo más fuerte. Me hizo
invencible. Y finalmente, Evie finalmente se ha roto. Esas elusivas
lágrimas caen por su rostro y su cuerpo tiembla. He visto a innumerables
putas romperse bajo el cinturón, gritar y rogarme que me detenga antes
de romperse. De alguna manera, tengo un pedazo de cada una. Pero la
sumisión de Evie, sus lágrimas, son las más dulces de todas porque no
se puede romper con dolor o fuerza. Tenía que estar mentalmente rota,
tenía que ser destruida. Debemos ser quebrados antes de que podamos
ser reparados, y ahora, arreglaré a Evie porque es mía.
Tan pronto como doblo la esquina, veo al niño acurrucado en una puerta.
Él está parado cerca de una de las prostitutas mientras hacen un
intercambio.
Miro a Jonty y silbo un fuerte golpe entre los dientes. Dave despega calle
abajo. La única vez que se mueve tan rápido.
12
Poodle: es una raza canina
—Por favor, —gime. No digo nada por un largo momento antes de hacer
clic en mis dedos. Dave lo suelta pero procede a mirar y gruñir—. ¿Qué
quieres? —Pregunta, alejándose de mí.
Jonty agarra al tipo por el cuello, lo pone de pie y lo arrastra hacia las
sombras de un callejón cercano donde lo clava contra la pared. Sus pies
se agitan sobre el suelo, sus piernas se sacuden violentamente cuando el
antebrazo de Jonty presiona contra su tráquea, cortando el suministro de
aire. Dave se para detrás de nosotros, paseando y gruñendo
frenéticamente. El sabor de la sangre pone a Dave en un frenesí. Será
una pesadilla durante días.
Y lo quiero tanto.
Inhala una larga calada, con los ojos entrecerrados sobre el chico
desplomado contra la pared mientras sopla una nube de humo en su
dirección.
—¡Izquierda! ¡Izquierda!
—¿Qué?
—No soy un completo bastardo. Son los pulgares los que nos separan de
los animales después de todo.
Él es malvado. Solo una persona malvada haría sufrir a alguien así. Mato
gente, pero no la arrastro. Dejo que sean perdonados. Rezo por ellos
antes de que mueran. Los envío al cielo... o al infierno. Pero les concedo
la liberación, Ezra simplemente los destruye. Como el diablo. Él es la
destrucción.
Solo lo deja irse. —¡Ezra! —Lo agarró del brazo—. ¿Por qué lo dejaste ir?
¿No vendrá su gente por ti?
Me despierto y el olor del perfume de Evie asalta mis sentidos. Ella está
aquí, en mi cama. Me paso la mano por la cara. Esto es ridículo y
estúpido. Ahora no es el momento para obsesionarme con una chica, y
por mucho que prefiera apuñalarme a mí mismo que admitirlo en voz
alta, estoy obsesionado con ella.
Ella mira por encima del hombro con una sonrisa. —Se ha ganado un
espacio en mí.
—Bueno, entra. —Casi me río cuando siento que Evie se pone rígida y
luego se da vuelta, agachándose debajo de mi brazo.
—Toma asiento, —le digo, señalando hacia el sofá. Veo a Jen mirar a
Evie con desdén—. Evelyn, esta es Jen. Jen, Evelyn. —Los ojos de Evie
se estrechan sobre mí antes de lanzar una mirada fulminante a Jen. Los
ojos de Jen se fijan descaradamente en mi torso desnudo, y Evie lo nota,
sus fosas nasales se dilatan. Oh, esto es muy bueno. En cualquier
momento podría ver una pelea de gatas. Una pelea de gatas calientes.
Aunque eso probablemente terminaría con Evie cortando la garganta de
Jen.
Cuanto más Jen se queda mirándola, más la mira Evie. —Voy a preparar
café, —dice Evie, demasiado dulce mientras salta del sofá.
—Uh... —troto tras ella—. Está bien. Lo haré yo. —Me frunce el ceño, y
esta vez, me río—. No quieres que nada desagradable se deslize en la
bebida de nuestros invitados, ¿verdad?
—¿La quieres?
—Hola.
De Verdad. ¿Ahora? Ella quiere tener una pequeña charla ¿ahora? —Bien.
Estoy, sí. Bien. —Mi voz se engancha cuando Evie arrastra ligeramente
sus uñas sobre mis bolas. Dejo caer la cabeza hacia delante y cierro los
ojos.
—Mm-hmm.
—¿Es esa chica tu novia? —Su voz vacila y Evie deja de moverse por un
segundo. De todas las veces que tengo que responder esa pregunta, es
cuando la perra loca que me gusta follar tiene sus dientes a milímetros
de mi polla.
—Oh, um... está bien. —Jen toma su bolso y está a punto de irse cuando
su mirada se mueve a mi izquierda. Echo un vistazo a una Evie muy
engreída, que se limpia la esquina de la boca mientras mira a Jen como
si estuviera a punto de apuñalarla. Sin otra palabra, Jen se va.
—¡Hija de puta! —Me giro para mirar a Evie quien parece que no quiebra
ni un plato. Tengo las piernas entumecidas y me tengo que agarrar del
mostrador para sostenerme. —¡Mi culo! ¿En serio?
Estoy tratando de ser una buena chica y no matar a nadie. Ezra me tiene
trabajando en el bar las noches que tiene que ocuparse de negocios. Dijo
que mantenerme ocupada me mantendría fuera de problemas, pero me
subestima, realmente lo hace porque mi pequeño demonio todavía me
llama. Lo más preocupante es que a veces cuando veo que su pecho
sube y baja cuando duerme, me dice que lo mate. Pero no puedo hacer
eso porque lo amo. No quiero matar lo único que amo.
Él pasa sus dedos sobre los míos cuando toma el vaso de mi mano.
—Eres una cosa bonita. Lástima que no seas una de las putas de aquí.
Pagaría un buen dinero para hundir mi polla en tu pequeño coño
apretado. —Guiña un ojo y toma un sorbo antes de alejarse del bar.
Desearía poder verlo jadeando por su último aliento. Pero estoy siendo
una buena chica, así que no puedo.
13
Miller Lite: cerveza estadounidense tipo pilsener.
El hombre del bar se ríe mientras arrastra sus ojos sobre mi cuerpo.
No me molesto en cerrar el agua, y rápidamente me muevo hacia la
puerta, pero él le da un portazo y la cierra. Me alejo de él, mi corazón
late violentamente mientras se tambalea hacia mí. Hay una sonrisa
enferma en sus labios mientras agarra mi cabello y me tira contra la
pared. Gime cuando me presiona contra el sucio azulejo del baño.
—Todas las mujeres son putas, —dice. —Lo que significa que tu coño es
mío.
Grito, pero él cubre mi boca con su mano sucia. Hundo mis dientes en su
piel, el sabor del sudor y grasa llena mi boca, pero él no se mueve. Él
agarra mi falda y la empuja alrededor de mis muslos. Lucho contra él,
tratando de patearle las piernas, pero él me tiene colocada de tal manera
que no puedo moverme. Su mano áspera trabaja debajo del borde de
mis bragas, y trato de cerrar mis muslos.
Me sacude el dinero y usa sus dedos para abrir mis labios. Intento pelear
con él. Mantengo mis labios tensos, pero él se inclina sobre mi garganta
con más fuerza. No puedo respirar. Me arden los pulmones y me falta el
aire. Cuando lo hago, él mete el dinero dentro de mi boca, empujándolo
por mi garganta con sus dedos gruesos. Toso y tengo arcadas,
escupiendo el papel sucio.
—Elegiste a la chica equivocada para follar, —dice Ezra con calma antes
de sacar su arma de sus pantalones, coloca el cañón contra la parte
posterior de la cabeza del hombre y aprieta el gatillo.
Mis oídos suenan por el fuerte golpe de la pistola. No puedo recuperar el
aliento. Ezra me mira, su pecho agitado. Una de sus manos todavía
sostiene al hombre en su lugar sobre el fregadero, la otra está apoyada
contra el espejo, con la pistola todavía en la mano. —¿Estás bien?
Asiento pero no me muevo del lugar en el suelo. Miro al hombre que Ezra
ha inclinado sobre el lavamanos. Escucho el goteo de sangre por el
desagüe, goteo, goteo, y mi visión se vuelve borrosa. Finalmente
significo lo suficiente para alguien, que cree que vale la pena salvarme.
La rabia, la ira, la posesión. A su manera, así es como Ezra ama. Ahora
lo sé. Este es el momento más significativo de mi vida, y quiero
revolcarme en él. Dejo que las lágrimas caigan por mi cara y no trato de
ocultarlas. Esta vez, le doy mis lágrimas a Ezra. Escucho un ruido sordo
cuando deja caer el cuerpo y sin decir una palabra, se inclina y me
levanta en sus brazos, sacándome del baño.
Él es diferente.
Él es especial.
Él es mío.
—Maldita sea, Evie. ¿Lo llevaste al baño para tratar de matarlo? Y dime
la puta verdad o habrá consecuencias, y no del tipo que te gustan.
Amor. Por mucho que odie el concepto, no puedo evitar que me guste
porque ninguna cantidad de dolor en el mundo tiene tanto poder o
control como el amor.
—Bien.
Han pasado dos días, y Evie me ha estado siguiendo como un perro. Odio
el hecho de que la haya tocado, y me dan ganas de matarlo de nuevo.
—Soy una puta. Soy sucia. Soy pecadora, malvada y la razón por la que
caen los justos. Zacarías tenía razón. Merezco las cosas malas que me
pasan porque no soy una buena chica, Ezra. Quiero ser tu buena chica,
pero soy mala. —Ella me mira—. Volverá a suceder porque soy pecado.
¿Qué carajo?
Me paso una mano por la cara. —No eres una puta, —me quejo—. ¿Y
quién demonios es Zacarías? —Ella suelta una bocanada de aire y se
tapa la boca con la mano mientras las lágrimas caen por sus sienes.
Los celos no son algo a lo que estoy acostumbrado. Tomo mujeres, las
rompo, las poseo y las paso. Sin embargo, Evie es diferente, Evie es mía,
y la idea de alguien, cualquiera que la toque, me hace querer acabar con
ellos. No sé qué hay en ella que me convierte en esta persona irracional,
pero no puedo controlar mi mierda a su alrededor. Ella no es solo
negocios. Ella es personal.
—¿Quién. Es. Zacarías? —Quiero saber quién le dijo que merecía esta
vida, que ella no era mejor que una puta.
—No lo sé.
—Bien, —inhalo—, tu chico estaba equivocado. La mierda no sucede por
ningún otro motivo que no sea la suerte.
—Porque soy una puta… —Las lágrimas caen por su rostro. Odio las
lágrimas a menos que sea yo quien las cause. Nadie más debería tener el
poder sobre ella para hacerla llorar. Sólo yo. Sus lágrimas son mías.
—Jodeme, —le digo con un gemido. No puedo lidiar con su mierda loca—.
¿Te has escuchado a ti misma?
Ella cierra los ojos e inclina la cabeza. —Por favor, perdona a Ezra por las
cosas que no entiende...
Ella abre los ojos y su mirada se cruza con la mía. —Te amo, Ezra.
Capítulo 33
Evie
El me amará. Un día.
Cerrando los ojos, trato de rezar, pero no puedo encontrar las palabras.
Mi mente está demasiado poseída por Ezra para rezar. La puerta del
dormitorio cruje y un rayo de luz se derrama desde el pasillo. Escucho el
collar de Dave sonar mientras dobla la esquina de la cama. Descansa la
cabeza en el borde del colchón. —No soy mala, —susurro, y él me lame
la cara antes de saltar sobre la cama. Él pasa sobre mí y se acurruca
junto a mis piernas. Pongo mi mano sobre su cabeza, acariciando sus
orejas mientras me duermo.
—Estoy haciendo esto para salvarte. Te marcaré para que todos sepan
que estás contaminada, pero salvada por el perdón. —Suspira mientras
hace una marca horizontal en mi espalda. La cuchilla pica, prendiendo
fuego a mi piel, mientras él corta un camino a través de mi cuerpo—. Tu
sangre es tan roja. —Gime y siento que su aliento sopla sobre mi piel. Su
lengua húmeda traza sobre la herida fresca y un gemido saciado retumba
de sus labios—. Puedo saborear tu maldad. Se filtra por tus venas,
Evelyn. Y a través de la sangre se encontrará tu absolución.
—Sí, —respondo.
—Ez, tenemos un problema, —se queja Jonty—. Los policías están aquí
para verte.
—Por el amor de Dios. ¿Y ahora qué? —Odio a los policías. Son un dolor
en las bolas, y realmente no lo necesito ahora.
Unos minutos más tarde, llaman a la puerta y Jonty los lleva adentro.
Dos tipos de traje. Detectives.
El tipo mayor se inclina hacia adelante y coloca los codos sobre las
rodillas. —Cuatro hombres han aparecido muertos en las últimas dos
semanas. Envenenados. Arsénico.
—Las víctimas son aleatorias, nada en común excepto una cosa... —Hace
una pausa, aparentemente para un efecto dramático—. Todos eran
visitantes habituales de tu… —frunce los labios —club, —dice la palabra
con disgusto.
14
CCTV es una sigla en inglés “closed circuit televisión” que traducido al español es “circuito cerrado de
televisión”, consiste en una o más cámaras de vigilancias conectadas a uno o más monitores de video o
televisores que reproducen las imágenes transmitidas por las cámaras
muerte. Coloca su vaso vacío en la barra y Evie lo toma, dejándolo a un
lado mientras ella le prepara otro cóctel. Sus ojos están fijos en él con
esa sonrisa astuta en su rostro todo el tiempo. Algo está sucediendo
aquí. Esto no está bien. Una fisura de inquietud se abre paso a través de
mi pecho. Se toca el dedo y luego lo gira suavemente en el vaso en su
mano. Es tan rápido que casi me lo pierdo. Retrocedo el video y lo miro
una y otra vez.
—¿Qué?
—Ella se fue jefe. La seguí hasta la iglesia, —dice uno de mis muchachos,
Jonny, y cuelgo.
Capítulo 35
Evie
15
Billy Jean; segundo sencillo de Michael Jackson incluida en el álbum “Thriller” lanzado el 2 de enero de
1983.
—¡Evelyn! —La voz de Ezra resuena a través del santuario y juro que
puedo sentir que el suelo amenaza con estallar en llamas.
Las grandes puertas de madera crujen cuando las abre. Una ráfaga de
aire frío me rodea mientras me guía hacia el elegante Mercedes que
sigue encendido y estacionado en la acera. Abre la puerta del pasajero y
me empuja hacia el asiento abrochándome el cinturón de seguridad.
Tan pronto como se desliza en el asiento del conductor puedo sentir sus
ojos clavados en mí.
—¿Te follaste a alguno de ellos, Evie? —Su voz es tranquila, y sé que eso
no es bueno. Mi mirada aterriza en su mandíbula y luego se desvía hacia
sus manos, tensas en el volante. Cada músculo de su brazo está
sobresaliendo, el movimiento causando que su tatuaje de Grim Reaper
cobre vida—. ¿Lo hiciste? —Pregunta de nuevo.
—¿Qué? —Jadeo—. ¿Follar a quién? —Mi corazón se salta varios latidos
cuando mis ojos se encuentran con los suyos. Nunca los había visto tan
oscuros y negros. Están sin fondo, como el pozo del infierno en el que
estoy a punto de ser arrojada... o el río Hudson.
Su brazo se aleja de mi pecho, pero luego, uno por uno, sus dedos se
envuelven alrededor de mi garganta, apretando. Jadeo por respiración,
arañando sus manos mientras me tira hacia adelante, poniendo mi cara a
centímetros de la suya.
—¿Quién carajo es tu dueño, Evie? —Su voz es un estruendo bajo.
—Dios, —me las arreglo para susurrar, y puedo decir que no le gusta esa
respuesta porque sus dedos se clavan más fuerte en mi piel. Mi visión se
desvanece, y me va a asfixiar hasta la muerte. Ezra nunca me haría
daño. Soy su pequeña asesina. Soy su pequeña Evie. No soy la puta
pelirroja del vestido blanco demasiado ajustado. Quiere amarme.
—Dilo de nuevo, Evie. —Su voz resuena alrededor del auto y esas
mariposas revolotean en mi estómago.
¿Por qué me gusta que esté así de enfadado? estoy palpitando entre mis
piernas, y me está asfixiando, gritándome y está enojado. Y me gusta
porque nunca nadie me ha poseído, y la gente protege las cosas que
posee, las cosas que codicia. Quiero ser su preciada pequeña asesina
porque entonces estaré a salvo. Por los siglos de los siglos, Amén.
—Tú, Ezra.
Apartando los labios, me mira como la chica mala que soy. —¿Qué voy a
hacer contigo, cariño? —Sus labios se retuercen en una sonrisa, su cara
se suaviza—. Parece que tienes un pequeño hábito.
—¿Hábito? —Pregunto.
—No importa, ya que eran pecadores. —En ese instante sus ojos
parpadean y me doy cuenta de que piensa que estoy loca, aunque no lo
esté—. Eran hombres malos, Ezra. Son sucios, desagradables y
pervertidos, y pecan, Ezra. ¡Pecan! Sus manos nunca te abandonan. No
puedes lavar esa suciedad. No puedes rezar para que esa mugre, se filtre
lejos de ti... Necesito matarlos. —Jadeo por respirar y sé que sólo sueno
más trastornada, pero todo es verdad—. Tengo que matarlos. Tengo que
matarlos.
Capítulo 36
Ezra
—Tengo que matarlos, —Lo dice con una creencia tan firme.
—¡No! —Grita.
Pongo los ojos en blanco. —No voy a matarte, Evie. Mierda, eres tú la
que anda por ahí como un asesino en serie.
Tomo otro trago de whisky. —No, —suspiro—. Matas gente. Mato gente.
Las cosas pasan. El mundo sigue girando.
Tiro de la puerta y el joven que está al otro lado de la puerta salta hacia
atrás, con los ojos muy abiertos. Me pone un ramo de rosas blancas en
la cara y prácticamente huye. Hay una pequeña tarjeta dirigida a Evie en
medio de las flores. Doy un portazo y vuelvo a entrar en el apartamento.
Evie,
Ezra no puede protegerte para siempre. Espero con ansias nuestro
tiempo juntos.
Zee.
—Tú sí...
Siento que las lágrimas me arden en los ojos mientras doy vuelta y me
abro paso a través de la acera llena de gente. Dave trota delante de mí,
moviendo la cola. Me siento culpable porque el pobre Dave se va a
quedar sin amo. Tendré que quedármelo, sería lo correcto, y entonces
podré tener un trozo de Ezra conmigo.
Miro por la ventana y lo veo venir hacia la entrada del edificio. Empiezo a
contar en mi cabeza. Uno. Dos. Tres... Me coloco en el mostrador de la
cocina, cruzando las piernas. Once. Doce. Trece. Mi corazón golpea
contra mi pecho, mis entrañas se ponen nerviosas con anticipación.
Sacudo el cabello y me ajusto el escote, antes de inclinarme hacia atrás.
Pongo una mano sobre el granito frío mientras sostengo la bebida de
Ezra en la otra mano, y espero. Cuarenta y cinco, cuarenta y seis,
cuarenta y siete. Los segundos parecen una tortura, y una parte de mí se
pregunta si soy lo suficientemente fuerte para hacer esto. Miro la bebida,
tentada de tirarla por el fregadero. No lo hagas, Evelyn.
No puedo respirar.
Cada aliento pesado que suelta me golpea en la nuca. Sus labios cálidos
y suaves rozan mi cuello, y lo besa, haciendo que escalofríos me cubran
la piel.
Deslizo mi mano libre sobre su mejilla cortada y luego paso mis dedos
ensangrentados por sus labios. —Mira lo que me hiciste hacer.—Susurro.
Su rostro perfecto quedará marcado, su piel blanca estará para siempre
manchada por sus propios errores, su propia estupidez.
—Has sido una chica mala, Evie. —Agarro mi polla con mi mano libre,
acariciando su longitud—. ¿Y qué pasa con las chicas malas? —Le digo
con un siseo, tirando de su vestido tan fuerte que oigo la costura
romperse.
—Te vi con ella, —dice con voz borrosa. Meto los dedos más fuertes y
gime—. Sé que quieres follártela.
Mis ojos se cierran y trago con fuerza. Soy de él. Para siempre suya. Me
salvó cuando pudo haberme matado, porque soy suya. Es mi Dios,
porque el diablo nunca salvaría a uno de los hijos de Dios. Estaba
equivocada. Ezra fue hecho para mí. Es la fuerza que me falta; la
seguridad que siempre he deseado. Es pecado, y soy su pecadora.
—Sí.
—Sí. —Entrecierro los ojos y aprieto los dientes—. Una y otra y otra
vez... —No puedo quitarme de la cabeza la imagen de Ezra presionando
a la pelirroja contra la ventana. La odio. No quiero matar a Ezra, pero a
ella si quiero matarla.
—Bien. —Sonríe, rozando sus labios contra los míos—. Porque cuando la
vi hoy, me la imaginé follándomela, —se inclinó, mordiéndome el lóbulo
de mi oreja—, y una y otra vez.
Trago. —No. —Mi corazón late con fuerza en mis oídos. No quiero
mentirle, pero es lo mejor. No puedo permitir que las cosas se
interpongan entre nosotros, ¿verdad?
—Es nuestro, Dave. Tenemos que matarla para asegurarnos de que siga
siendo nuestro.
—Oh, —trago
trago fuerte porque quiero romperle el cuello ahora mismo
mismo—.
Ezra quería que te dijera que está un poco atrasado. —Abro — más la
puerta y Jenn entra, sus ojos nunca dejan los míos. La puerta se c
cierra de
golpe. Sé que no debería matarla porque no es una mala persona, pero
quiere lo que es mío. Mi corazón late fuerte en mi pecho al pensar en ver
sus ojos girar hacia atrás en su cabeza. Me dirijo a la cocina y tomo las
dos bebidas del mostrador. Al entregarle una, le pregunto —¿No te ha
hablado Ezra del arreglo?
—No. —Me
Me mira con cautela mientras toma la bebida.
Le paso un dedo con provocación por el brazo antes de agarrar las tiras
de su vestido y hacerlas caer por su cuerpo. Jadea mientras el material
cae de su pecho, exponiendo el sostén de encaje que está forzando sus
tetas falsas debajo de su barbilla. —¿Has estado alguna vez con otra
mujer? —Le pregunto.
—Sólo para Ezra. —Sonríe, mordiéndose el labio. La rabia se enciende
dentro de mí. Hay tantas cosas que ella ha hecho por él que no he
hecho, y la odio.
Dejo caer las llaves en la mesa de café tan pronto como entro por la
puerta. Dave corre a saludarme, pero Evie no está en ninguna parte, y
Jen tampoco. Jonny me llamó, así que sé que llego hace 20 minutos, y sé
que no se ha ido. ¿Por qué demonios estaría aquí?
Todo lo que veo es rojo cuando doblo la esquina hacia el pasillo. Dave
camina fuera de la puerta del dormitorio y le hago señas para que se
vaya, lo cual hace a regañadientes. Cuento hasta tres en mi cabeza
antes de abrir la puerta, con el arma levantada, listo para hacer llover
sangre. Pero llego demasiado tarde, porque todo lo que puedo ver es
sangre, en todas partes.
Mis pies se quedan pegados al lugar mientras asimilo la escena. Evie está
desnuda en la cama, con el pelo oscuro cayéndole por la espalda. Está a
horcajadas sobre Jen, con un cuchillo en la mano. El rojo brillante
mancha las sábanas blancas, la alfombra, las paredes e incluso el techo.
Evie se inclina sobre Jen y sus tetas se frotan juntas.
—Es mío, no tuyo. Mío, —susurra Evie y luego le corta la garganta. Jen
respira de forma escalonada y gorgoteada. Evie se sienta, moviendo su
pelo negro detrás de su hombro.
Aprieto los puños. Ni siquiera sé qué hacer aquí. Evie está desnuda y
matando a otra chica desnuda. Y no debería estar caliente, pero mi polla
está presionando contra mi bragueta por sus palabras —Es mío. —No
debería ser un maldito neandertal, pero lo soy. Y luego está el hecho de
que, una vez más, ha matado a alguien, y si el club no era lo
suficientemente malo, ahora mató a una chica que solía follar en mi
propia cama.
Mientras cierro la distancia entre nosotros, sus ojos caen al suelo como
una niña que sabe que ha hecho algo mal. Llevo mi mano hacia atrás y la
golpeo lo suficientemente fuerte como para que me pique la mano.
Jadea, agarrándose la cara. Cuando sus ojos se encuentran con los míos,
están llenos de lágrimas, su expresión es la de un animal herido. Pero no
es la presa inocente, es el maldito depredador.
—Ezra, —suplica.
Agarro un puñado de su cabello y le tiro la cabeza hacia atrás,
arrastrándola contra mi cuerpo. Incluso a través de mi camisa, puedo
sentir sus duros pezones presionando contra mi estómago. La verdad es
que está loca. Sí, estoy jodidamente enfadado porque acaba de matar a
mi ex muñeca... pero no es cierto. Estoy tan excitado que no puedo ver
bien, y es por eso que es perfecta para mí, cada pulgada desordenada,
bellamente loca y dañada.
—¡Levántate!
—Mírame, Evie. —Se gira hacia mí, su mirada se fija en el suelo, su pelo
oscuro cuelga sobre su cara—. Mírame. A. Mí.
Lentamente levanta los ojos, y ahí están, sus lágrimas brillando sobre
sus mejillas tan jodidamente hermosas. Zee tenía razón en una cosa. Es
hermosa cuando llora.
Ahí está de nuevo, esa vena posesiva que me hace querer hundir las
bolas en su interior.
La agarro de las caderas y la jalo hacia mí, mis dedos se clavan en sus
costados mientras deslizo mi rodilla entre sus piernas y las separo.
Cuando la jalo de nuevo, se cae hacia adelante, sus rodillas sobre el
colchón, sus piernas se extienden a ambos lados de mis muslos.
Me pasa las uñas por encima de los omóplatos y echa la cabeza hacia
atrás. Agacho la cabeza y le muerdo el pezón. Un profundo y satisfecho
gemido se desliza de sus labios porque se excita con el dolor. Sus uñas
cortan mi piel. Y luego se corre, su coño se aprieta en mi polla como un
vicio. La agarro de sus caderas, la empujo para que se mueva más
rápido, hasta que me corro en su pequeño coño apretado, gimiendo su
nombre como las malditas oraciones que tanto le gustan.
Veo a la gente pasar a mi lado. Veo gente que es feliz, que tiene amor,
que tiene su fe. Veo a todas las personas cuyas vidas no son el desastre
en descomposición y decadencia que es el mío, y las odio por ello.
La blasfemia es imperdonable.
Abro la pequeña puerta de madera y Dave entra, se sienta en la esquina
y me echa un vistazo. Vacilo antes de entrar y tomar asiento. Cuando me
siento derecha, el movimiento tira de mi piel golpeada y lastimada, tengo
que inclinarme hacia adelante para disminuir el dolor. La cortina se
desliza hacia atrás, pero el sacerdote permanece en silencio. En todos
mis años de religión, nunca he puesto un pie dentro de un confesionario.
De la manera en que fui criada para creer, el perdón nunca venia por
medio de confesiones, sólo por la sangre.
—¿Te gustaron las flores que te envié? Espero que no te hayan metido
en muchos problemas con el viejo Ez.
Pateo y grito, arañando las manos de Zachariah, pero todo lo que hace
es reír. —Has sido una pequeña puta ocupada, ¿verdad, Evelyn? —Me
jala por los escalones antes de inclinarse y me pone de pie. Me sostiene,
así que estoy a la altura de su cara. Me cuelgo de su agarre, con los
dedos de mis pies apenas tocando el suelo—. Cómo te extrañé, pequeña
Evelyn, —sisea en mi oído antes de que sienta su lengua en mi cuello—.
Querida, dulce, inocente, Evie.
—Siempre tan decidida, Evelyn. Hannah siempre fue una gritona, pero tú
no. ¿Recuerdas la vez que te hice gritar?
—Esos fueron buenos tiempos, —se ríe—. Maté a Hannah, igual que voy
a matarte a ti. Cuán lejos cayeron las dos, bañadas en el fuego del
infierno, vendiéndose al mejor postor. Tu padre estaría muy
decepcionado, —dice—. Hannah se vendió a mí, sin saber quién era. Le
vendé los ojos mientras me la follaba, y gimió como la puta sin sentido
que era, y luego la maté.
Cierro los ojos. No voy a llorar. Pero el pensamiento de Hannah,
atrapada, golpeada, violada y sola con él, rompe un pedacito de mí.
Corrimos, nos salvamos mutuamente, pero al final nos encontró, tal
como sabía que siempre lo haría. Mi pulso se acelera, mi mente se
tambalea.
—Ah, Ezra. —Una sonrisa enferma tuerce sus labios—. Lo lograste. Tenía
el presentimiento de que vendrías. Pareces muy apegado a mi
hermanita.
Mis ojos se vuelven hacia Evie, y cierra los ojos, apartando su cara de
Zee tanto como sea posible. ¿Hermano? Zee es su hermano. ¡Maldición!
—Pensé que era justo que tomara algo tuyo. Viendo que arruinaste mi
negocio. Oh, pero entonces, tuve a Evelyn mucho antes que tú. —Se ríe
tanteando sus pechos. La rabia desciende, consumiéndome por
completo—. Oh, ¿no te ha hablado de mí? Eso no está bien, Evelyn.
Después de todo, éramos tan cercanos cuando éramos más jóvenes.
—Pone sus labios sobre un lado de su cara antes de lamerle la mejilla.
Tiembla, apoyándose en el cuchillo que tiene en el cuello para intentar
alejarse—. Preséntanos apropiadamente, Evelyn.
—Este es Zachariah, —se ahoga, y veo la punta del cuchillo clavarse en
su piel.
Dios ama a los pecadores, pero odia el pecado, y soy pecado, Ezra. Soy
pecado, así que ni siquiera Dios puede amarme.
Veo una sola gota de sangre caer por su cuello. Cuando mi mirada se
eleva hacia la suya, algo dentro de mí se rompe y se abre de par en par.
Me lo imagino cortando su garganta, derramando su sangre por todo el
suelo de piedra fría de la iglesia que ella tanto ama, y un dolor agudo me
atraviesa el pecho. Puede que él la haya convertido en un monstruo,
pero soy quien la rompió, soy quien la posee, y soy el único que la hará
sangrar.
—Te equivocas, —le digo—. No soy una puta. Y que nunca seas
perdonado.
Sus ojos revolotean antes de que giren hacia la parte de atrás de su
cabeza. Y en este momento sé que estoy absuelta. El pequeño demonio
dentro de mí se marchita y desaparece.
Exhala una nube de humo, esa sonrisa arrogante que se arrastra por sus
labios. —Hay un muerto en el altar, un sacerdote muerto en el
confesionario, sin mencionar a mi maldito perro muerto. —Gime, y su
cara sin emoción se sumerge en el dolor por sólo una fracción de
segundo.
Ezra se sube al auto, cierra la puerta y se aleja tan pronto como arranca
el motor. —Necesitas que te suturen eso. Y luego tenemos que correr,
—dice sin apartar la vista de la carretera.
Todo lo que puedo pensar es que dijo que nosotros. Me salvó, y dijo que
nosotros.
Debería salir de aquí. Debería dejarla aquí. Nuestras vidas se han ido a la
mierda desde la primera vez que la toqué con el cinturón. Se ha
convertido en mi maldita adicción, y me he convertido en su mecanismo
para lidiar con toda la mierda por la que ha pasado.
Me pide que le haga daño. Quiere que la rompa, ¿y para qué? Porque
cree que se lo merece. Piensa que será perdonada por su Dios, y que
será bienvenida al cielo con los brazos abiertos. Siempre he dicho que
Evie está loca, pero supongo que no es de extrañar. Está condicionada a
creer que es algo malo, indigno, que no es nada y nadie, cuando la
verdad es que para mí ella lo es todo. Nunca antes quise poseer a una
mujer, pero quiero ser dueño de todo sobre Evie. Quiero cada lágrima,
cada aliento, sus esperanzas y sueños, sus miedos y deseos. Todo lo que
ella representa es mío. Mi mundo está a punto de desmoronarse, y
debería dejarla ir, pero no lo haré. Estoy obsesionado hasta el punto de
que no me importa lo que sea mejor para ella, sólo que este conmigo.
Debería haberse ido cuando tuvo la oportunidad, antes de que me la
follara y matara por ella. Dos veces.
—¿Qué pasará ahora? —Pregunta Evie, con los ojos fijos en el techo.
Parece perdida, y no sé si su pregunta es para mí o para ella misma.
Aterrizamos en Moscú hace una hora, y un Bentley nos trajo a esta casa.
Ezra promete que este hombre puede ayudarnos. Nosotros. Porque ahora
soy suya. La tenue habitación se llena de puro humo espeso, y hay
varios hombres reunidos alrededor de una mesa, con rifles colgados
sobre sus hombros, jugando al póquer. Cada pocos segundos uno de
ellos grita algo en ruso y los otros se ríen y gritan. Aunque me siento
incómoda, sé que Ezra me mantendrá a salvo porque mis lágrimas sólo
le pertenecen a él.
—Ah, ah, ah, ah. —Ronan hace movimientos con los dedos—. Tráeme a
Olga.
El hombre que está a su lado pone los ojos en blanco antes de darse la
vuelta para alejarse.
—Me tocó.
—Pero te gusta hacerme daño, Ezra. —Le pongo mis piernas alrededor
de la cintura y lo llevo más adentro. —Quieres mis lágrimas. Quieres mi
miedo —. Me balanceo contra él, mis dedos se clavan en los duros
músculos de su espalda.
Mis ojos se cierran, una pequeña sonrisa se desliza sobre mis labios
mientras mi corazón se aprieta. El calor me cubre, bañándome en la
niebla del alivio. Ezra se pone rígido debajo de mí, sus dedos rasgando
mis caderas cuando se corre. Y aquí estoy, apretada contra mi propia
forma de cielo e infierno, sin aliento, complacida y perdonada.
Gruñe, envolviendo mi garganta con una mano mientras lleva sus labios
a mi oído. —Te amo.
El Fin
Por los siglos de los siglos. Amén.