Comienzo y Actitud Filosófica. Educación Como Problema
Comienzo y Actitud Filosófica. Educación Como Problema
Comienzo y Actitud Filosófica. Educación Como Problema
KARL JASPERS, nos dice que el origen de la filosofía, lo que genera la posibilidad de
filosofar son tres factores: ASOMBRO, DUDA y la SITUACIÓN LIMITE.
BIBLIOGRAFÍA:
· JASPERS, K; “Qué es la Filosofía”, Ed. Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1949.
· FRASSINETTI de Gallo, M; “Filosofía, esa búsqueda reflexiva”, Ed. AZ, Bs.As. 1996
· OBIOLS, G; “Nuevo curso de Lógica y Filosofía”, Ed. Kapelusz, Bs. As. 1995.
RAMAS DE LA FILOSOFÍA
La filosofía al ser totalizadora, se ocupa de todo tipo de realidades, objetos y
situaciones. Al ser tan abarcativa, la filosofía se divide en distintas ramas
depende de su objeto de estudio. Veamos algunas de ellas.
LA ACTITUD FILOSÓFICA
- “La pasión por la admiración es propio del filósofo” (Platón, Obra “Teeteto”)
- “Las situaciones límite hace que se tome el más profundo pensar” ( Karl Jaspers, Obra
“Introducción a la Filosofía”)
CARACTERÍSTICAS DE LA ACTITUD
FILOSÓFICA
- Es Analítica e Interpretativa.- El
filósofo identifica un problema y analiza su
contenido, estudiando sus elementos.
Existe mi filosofar que, es original, existe esta persona que filosofa y que hara una filosofía.
Filosofar nunca ha sido fácil. Todo lo contrario filosofar es casa grave. Ya Platón decía que
hay que volverse con toda el alma, a partir de lo que deviene, hacia la contemplación de lo
que es, hasta lo que se pueda fijar de mirada en lo que hay de más luminoso en el ser.
Significa que filosofar requiere de una preparación, una ascesis de los entes al ser, una
actitud moral.
Esta actitud moral para el auténtico filosofar ya fue puesta de relieve en la antigüedad por
Platón. En nuestro siglo adquirió capital importancia en pensadores de orientación
personalista entre ellos destaca M. Scheler. Para Scheler el objeto de la filosofía solamente
se da y adecuadamente por cierto cuando se le ve desde una determinada disposición
moral. Señala tres actos, el amor, la humillación y el autodominio como actos morales
básicos que hacen posible el conocimiento filosófico.
Nos lleva, por lo tanto, allende y por encima de los objetos que existen relativamente
respecto de nuestro ser.
(La humildad nos conduce del existir contingente de algo... hacia la esencia)
Estos actos morales básicos eliminan los tres obstáculos que se oponen al recto filosofar.
M. Buber critica la opinión de Scheler porque se basa en el dualismo y en la oposición entre
espíritu y vida.
El filósofo es el que liberándose de las cadenas vuelve la mirada a la luz el ser es la luz y se
asombra de que haya sombras y comienza a saber que las sombras son sombras de algo,
que los entes son ontofanias. El filósofo es el que al romper las cadenas entra en
desequilibrio y se afana por abandonar la caverna. Para ellos es un desequilibrio y no saben
que el filósofo se aparta de los humanos afanes y se ocupa de lo divino. El filósofo es tenido
por el vulgo como un perturbado, pero el vulgo
no sabe que esta poseído por la divinidad. Así
pensaba Platón.
1. LA ACTITUD HUMANA
a) La actitud pragmática
Es la actitud práctica, la más común y de todos los días. Considera las cosas como objetos de
uso y de consumo; las cosas las distingue por su utilidad. Todas son para algo, para la
alimentación, vestido, vivienda, etc. Es la actitud visible en la señora que va al mercado por
ejemplo o el trabajador en la fábrica; pero, también en el filósofo o el científico, cuando se
viste y cuando se alimenta.
b) La actitud estética
Es la actitud que goza con la presencia de las cosas. Es la actitud ante un bello rostro, un
bello cuerpo, una hermosa flor, una hermosa canción, un hermoso cuadro, una bella página
bien escrita, una catedral, un acantilado, un espectáculo o simplemente un insecto. Para esta
actitud, las cosas no son útiles; no son objetos de conocimiento, son objetos para gozar de su
presencia.
c) La actitud religiosa
Es la actitud que ve las cosas como la obra de un ser supremo. Todas las cosas son obra de
Dios; en todas está la presencia divina; no hay una sola cosa que no obedezca a su poder y a
su bondad. La expresión de esta actitud es la devoción.
d) La actitud moral
Es la actitud frente a las acciones humanas, a la conducta huma-na. Para esta actitud los
actos humanos son buenos o malos. Sus manifestaciones son la aprobación y el aplauso o el
reproche y la censura. La abnegación y la benevolencia son aplaudidas; la hipocresía y la
deslealtad son censuradas.
Le puede ocurrir, por ejemplo, a un presidiario en uno de los tantos días o noches en la
cárcel, preguntarse por el sentido que tiene su vida en prisión, qué vale su vida entre
barrotes. Y aún más si cumple sentencia injusta. Su mente puede haberse quedado vacía, de
cosas, de personas, de sucesos, y lo único que le queda es el martilleo constante de su
soledad y entonces puede haberse preguntado ¿Qué soy? ¿Dónde estoy? ¿Qué me espera?
Esta actitud ni es pragmática, porque con ella no quiere conseguir nada, ni es estética,
porque con ella no goza, ni es religiosa ni es moral, porque hasta Dios se ha borrado de su
mente. Es una manifestación de la actitud filosófica. Y para presentarse esta actitud no ha
sido necesaria la preparación académica o el aprendizaje metódico. Tampoco ha tenido que
esperar saber ciencia o ser filósofo para preguntarse por el sentido de su vida. Le ha
bastado, como hombre, haber puesto en ejercicio su disposición natural a preguntarse por
lo que son las cosas, por saber cuál es su sentido o su destino. Tampoco su respuesta
necesita estar premunida de todas las garantías del saber filosófico.
Esta actitud tiene corno su fuente de origen la actitud filosófica espontánea y resulta de su
cultivo y el aprendizaje académico. A lo largo de la historia, ha perfilado sus características
propias.
La filosofía ha sido siempre una actitud muy original, que ha estrenado métodos y ha
estrenado conceptos y términos, que ha pre-tendido ver la espalda de las cosas. Por abordar
a las cosas mismas, en su absoluta independencia, ha realizado sucesivos intentos por
comenzar todo de nuevo, desde sus raíces, apartando autoridades y prejuicios. Ha
pretendido hacer a un lado tradicionales creencias solo con el poder de la razón. Son
señeros a este respecto, los ensayos de Descartes y Heidegger. Cada uno a su turno ha
pretendido poner a un lado todo el saber anterior. Descartes, con su duda metódica, dejó sin
piso todo lo aprendido y puso y orientó el pensar en una nueva dilección. Heidegger se
propuso "destruir" dos mil años de metafísica e instaurar una nueva. A la larga, estos
intentos han sido muy fecundos. Aunque no han logrado cumplir con toda su empresa; sin
embargo, han podido poner al descubierto aspectos inéditos de la realidad, de la naturaleza,
la sociedad y el pensamiento.
La actitud filosófica académica, por eso, está marcada por la búsqueda del fundamento, por
la búsqueda de la claridad, por querer llegar a las cosas mismas. El estilo de vida del filósofo
es la búsqueda de fundamentos, la búsqueda de claridad, el sometimiento a las cosas. Esa es
la actitud que subyace a toda filosofía, al margen de los resultados diversos, heterogéneos y
hasta contradictorios. Esta actitud se traduce en un estilo de trato con las cosas, en un estilo
de conocer o saber, hasta en un estilo de vivir.
CARACTERÍSTICAS DE LA ACTITUD FILÓSOFICA ACADÉMICA
Para la filosofía no hay tal división. Las respuestas filosóficas alcanzan a todas las cosas. La
mirada filosófica alcanza a todas las cosas. La mirada filosófica las contempla como modos
de ser de un todo. Lo que toca a una cosa toca a otra y todas las demás, porque todas están
comprendidas en ese todo único que es el universo. En este sentido, la mirada filosófica es
una mirada universal que lo abarca todo.
La realidad muestra un aspecto muy variable, mudable y cambiante. Unas cosas nacen y
otras mueren; unas aparecen y otras desaparecen. Hay un proceso continuo de cambio, de
transformación de unas cosas en otras. A la filosofía le ha interesado descubrir lo
permanente, lo que perdura y dura detrás de los cambios o a pesar de los cambios.
La filosofía ha considerado que eso permanente y constante afecta a todas las cosas, las
sostiene a todas, se esparce por todas. Y aún algo más decisivo: sobre eso permanente se
constituyen o construyen. La totalidad del ser queda determinada desde esa raíz. Cuando se
dice, entonces, que la filosofía es el estudio universal, se está afirmando que es el estudio de
toda cosa, pero en lo respecto de su ser, esencia o existencia.
Por otra parte, la razón pretende la máxima coherencia y la máxima claridad. La primera
condición de todo conocimiento filosófico es la ausencia de contradicciones. Es inconcebible
para la razón la incoherencia y la contradicción. Pretende también la máxima prudencia.
La profundidad en los planteamientos, el rigor en las demostraciones, la claridad en la
exposición, la coherencia en sus enunciados son expresión del trabajo de la razón, de su
poder de alcanzar la verdad.
La razón es la facultad que puede sortear la influencia de las pasiones, los prejuicios, los
intereses, las ideologías. El poder deformante del conocimiento por esta influencia es
desenmascarado por la razón. En este sentido, el conocimiento filosófico como
conocimiento racional, es desapasionado, desinteresado, desprejuiciado, desideologizado.
Por eso, la razón sigue siendo la condición de una filosofía que se atenga a las cosas, la
ciencia pura que postularon Platón y Aristóteles.
Los científicos tienen un margen para creer sin discutir o para suponer sin cuestionar.
Parten de ciertas creencias firmes, que se llaman axiomas (verdades evidentes por sí
mismas). Por ejemplo, el físico parte de la creencia que el mundo existe, que es uniforme, es
decir que en todas partes se da de la misma manera. No haría el científico ciencia si pensara
que aquí los fenómenos se producen de una manera y allá a la distancia de unos kilómetros
se repiten de otra. Tampoco lo haría si pensara que mañana las cosas van a ser de otra
manera. Los científicos tienen absoluta confianza en que las leyes son iguales en todo el
mundo.
Mientras que unos sostienen que es la razón; los otros afirman que es la experiencia
sensible. Y, por otra parte, se advierte que entre estas oposiciones polares se ubican
posiciones intermedias, que se distinguen unas de otras por diferentes matices. Resultaría,
entonces, que en filosofía no hay saber necesario y universal, que no hay episteme, que todo
es doxa. Esta objeción no anula, sin embargo, lo que se sostiene en la característica tres.
Porque el reparo tiene en cuenta principalmente los resultados y el acento de esta
característica está puesto en la intención. Por otra parte, esta pretensión no se ha quedado
en un simple deseo. El trabajo filosófico, plasmado en obras justamente famosas, muestra
este carácter, por la maestría en los análisis, por el rigor de las demostraciones y también
por los descubrimientos.
Los problemas personales de cada quien son múltiples. Podrían ser sentimentales, sociales,
económicos. Por ejemplo, un amor apasionado o un amor no correspondido; la amistad de
un amigo o de una amiga, o de un pariente, o de un vecino; la falta de medios para
sostenerse o el exceso de dinero que lo predispone al derroche.
¿Cómo nos sirve la actitud filosófica para enfrentado? Lo primero que nos debe enseñar la
actitud filosófica es a distinguir las diversas actitudes. Esto significa capacidad de
discriminación y análisis. Antes que nada, entonces, la identificación clara e inteligente del
problema. Y esto significa un exhaustivo análisis de los elementos del problema, hasta
encontrar o tratar de encontrar sus raíces.
Por ejemplo, sea el problema del alejamiento de un amigo. Identificar que esto significa que
una amistad se está acabando, que la amistad de un amigo termina. Tendrá que analizarse a
fondo el por qué. ¿Cómo comenzó el distanciamiento? ¿Fue un suceso casual, un
malentendido, una acusación injusta, un acto desconocido, una deslealtad? La actitud
filosófica debe entrenarlo a encontrar, luego de un sereno, exhaustivo análisis, la causa o las
causas fundamentales de tal alejamiento. Aquí se aplicará un principio filosófico que nada
es sin fundamento, nada hay sin un por qué.
Esto podría hacer pensar que la filosofía es un estudio de casos, que es una casuística. No.
Más bien, quiere decir, que la filosofía como que es universal, como que no se circunscribe a
un tema o a un asunto sino a todos, puede o tiene la competencia para enfrentar
críticamente los diversos problemas de la vida.
Fuente: http://ejemplosyejerciciosde.blogspot.com/2014/07/la-actitud-filosofica.html
LA IMPORTANCIA DE LA PREGUNTA:
UN MODELO PARADIGMÁTICO: SÓCRATES.
El método socrático y el poder de las preguntas1.
1
Segura Peraita, C. (Ed.) (2017). El método socrático hoy. Para una enseñanza y práctica
dialógica
de la filosofía. Madrid.
fundamentales de esta disposición existencial que lleva al profesor a comprometerse con la
educación moral de sus alumnos, fomentando su madurez intelectual mediante el diálogo, el
autoanálisis y la reflexión.
Más allá de su carácter destructivo, ya ampliamente estudiado por Martha Nussbaum, Laura
Candiotto analiza en «La antigua y la nueva vergüenza. El potente reconocimiento de la
impotencia a través del diálogo socrático» el uso que hace Sócrates del sentimiento de
vergüenza para lograr la purificación de sus interlocutores, y se plantea si se debería
rechazar la imagen del profesor inspirada en Sócrates, viéndolo como un «profesor malo»
que humilla a sus alumnos. Para ello se centra en el análisis de los sentimientos y el papel
que la «inteligencia emocional» desempeña en cualquier proceso compartido de
construcción del conocimiento. Desde la perspectiva del diálogo socrático, se podría
reinterpretar incluso la compasión a la luz de la necesidad de convertir la vergüenza en una
especie de amor al prójimo.
Por su parte, en «El uso del método socrático en el análisis de los textos» Juan José García
Norro se propone «elaborar un procedimiento que facilite el aprendizaje activo y el
descubrimiento por parte del estudiante de algunos de los contenidos que constituyen una
materia de estudio» (p. 93). A causa del excesivo número de alumnos que suele copar las
aulas, el trabajo oral tiene que ser necesariamente complementado por el trabajo con textos
escritos, que muchas veces puede servir de labor previa para la reflexión y la posterior
puesta en común durante el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Entender el texto es solo el comienzo de esta labor; el alumno debe poner en relación
aquello de lo que habla el texto con fenómenos y circunstancias de su vida cotidiana,
comprendiendo que se está tratando de algo que le afecta (a pesar de la antigüedad del
autor o de la aparente distancia de lo que cuenta); finalmente, se requiere que el estudiante
tome posición respecto al tema tratado, que «arguya en contra o a favor de las propuestas
del texto, que encuentre nuevas ilustraciones de lo que en él se dice, que aplique lo que
recomienda a otras situaciones análogas, etc» (p. 99). El ejemplo práctico desarrollado paso
a paso por el profesor García Norro sobre «La concepción de la democracia de la Atenas
clásica» resulta enormemente ilustrativo.
En «Pregunta, purificación y temple de ánimo», Carmen Segura trata de definir la diferencia
entre instrucción y educación, expone una reflexión sobre la naturaleza del diálogo y
termina con una propuesta de práctica orientada al comentario de los textos filosóficos. Por
su parte, José Sánchez Tortosa explica la puesta en marcha del «Proyecto Telémaco», un
intento de aplicar las nuevas tecnologías al desarrollo del método dialéctico entre los
estudiantes. Y Kristof Van Rossem expone en «Cómo dirigir un diálogo socrático», el caso
concreto de su experiencia en la dirección y guía del diálogo socrático con estudiantes
universitarios, definiéndolo como «una conversación en la que uno o más participantes
investigan: a) la verdad de las afirmaciones de su propia experiencia o de la experiencia de
otra persona, y b) el valor de los argumentos que se dan en esas proposiciones» (p. 140).
Por último, en «Preguntar cosas que ya se saben cómo son. Proceder socrático y enseñanza
de la filosofía», Guillermo Villaverde López cuestiona la viabilidad de poner en práctica el
método socrático en las aulas, si bien reivindica la figura de Sócrates como apoyo para
introducir a los alumnos en temas importantes como: «a) en qué consiste la filosofía en
general; b) en qué consiste la actitud teórica/científica, y qué relación hay entre filosofía y
ciencia; c) en qué consiste la actitud moral, y d) en qué sentido el diálogo racional (el “juego
lingüístico de la validez”) está relacionado con b) y c)» (p. 173).
En conclusión, el método socrático se revela en este libro colectivo como un potente
antídoto frente a las visiones estrechas que reducen la educación a la mera instrucción
técnica, pues persigue despertar en los estudiantes un verdadero y permanente deseo de
saber, de tal modo que sean ellos mismos los protagonistas activos de su propia formación.
Así, siguiendo la imagen clásica de la partera, el profesor se convierte en un mentor que
acompaña y guía a los estudiantes y se compromete existencialmente en su formación
integral y en su desarrollo moral, personificando la dimensión ética de la verdadera
educación, puesto que, en último término, educar es enseñar a vivir.
Fuente: https://revistadepedagogia.org/informaciones/el-metodo-socratico-hoy-para-una-
ensenanza-ypractica-dialogica-de-la-filosofia/
¿Qué es el método socrático?
El método socrático suele vincularse a la mayéutica, que es una técnica similar, pero tiene
fundamentos distintos. La mayéutica también se basa en la retórica, la conversación y el
debate de argumentos, pero la idea que rige a la mayéutica no es ridiculizar argumentos
«errados».
Todo lo contrario, la idea detrás de esta dinámica es que el alumno ya tiene la respuesta en
su mente. La verdad está en su interior, sólo debe aprender a explicarla hacia afuera.
Estas dinámicas no son del todo opuestas, de hecho funcionan básicamente igual, la
diferencia está en el punto de partida. Mientras que el método socrático asume que el
discípulo estará equivocado pues su razonamiento parte de prejuicios. La mayéutica
considerará que el discípulo ya sabe la verdad, solo resta que pueda expresarla.
En las más prestigiosas universidades del mundo se aplica esta dialéctica para profundizar
en los contenidos de la disciplina, ejercitando a la vez la capacidad argumental. Como
mencionábamos, esto es particularmente importante en carreras como el Derecho.
¿Alguna vez tuviste una clase con ésta dinámica? ¿Qué crees? ¿Te parece útil?
Bibliografía:
posible los términos del problema, eliminando la confusión que sobre él se proyecta desde
las ideologías y el lenguaje común. Pero nunca podrá garantizar una respuesta que
convierta en solución lo que antes parecía un problema. La realidad misma es, desde esta
perspectiva, siempre problemática, siempre sujeta a una incesante discusión racional, que
no concede descanso ni consuelo nunca. Por eso, nos vemos obligados a hablar del
Me propongo, por tanto, tratar la educación como problema, como problema filosófico e
histórico, y hacerlo con instrumental técnico y teórico, esto es, no ideológico.
Suele concederse desde distintos ámbitos que existe cierta preocupación por la educación,
incluso un "compromiso con la educación". Para empezar, habría que precisar qué se
concibe exactamente bajo esa fórmula. Hay palabras que por el peso de una hegemonía
terminológica determinada están revestidas de una aureola casi taumatúrgica que produce
el consenso y la aceptación incondicional en el espectador en el momento mismo de ser
pronunciadas, sin necesidad de más precisiones. Compromiso es una de estas palabras
mágicas. Basta con adjetivar a alguien o a uno mismo como "comprometido" para ganarse la
admiración y el respaldo del que escucha sin la molestia del trabajo conceptual ("El
esfuerzo del concepto", que diría Hegel) ni coste argumental alguno. Pero no estaría de más
contraponer al empleo acrítico del término la pregunta filosófica, es decir, mostrar lo vacío
que el vocablo está en el discurso hegemónico y transformar el compromiso, como
respuesta cerrada, en problema abierto, huyendo de su carácter catártico, ése que consiste
en generar aceptación masiva (pletórica). De modo que preguntamos: ¿qué tipo de
compromiso? Y, aún más, ¿compromiso con qué educación? Así pues, no es aceptable la
mera fórmula "compromiso con la educación" sin definir educación.
Si se opta por situar lo académico en segundo plano, y dado que todo individuo psicológico
está igualmente dotado de (sometido a) afectos (sentimientos, deseos, etc.), se tenderá,
consecuentemente, a facilitar un igualitarismo, esto es, una igualdad en los resultados (o
indiferencia con respecto a los mismos), una imposición de lo relativo en la que nadie puede
destacar por su esfuerzo e intelecto. Si, además, se fomenta el componente psicológico sin
una formación intelectual que permita una maduración del sujeto, los alumnos son
condenados a una infantilización perpetua en la que el joven es el protagonista, incluso el
agente, del cambio.
Es seguramente el segundo eje de la tríada (el igualitarismo) el que más ha oscilado, ya que,
propiamente, sólo la Logse (aunque con precursores, como la ley del 70, con Franco aún en
vida) ha sido igualitaria, según hemos definido igualitarismo, esto es, la decisión de
desterrar, como un tabú, cuanto pudiera sospecharse próximo a cualquier tipo de selección.
Este paso del adoctrinamiento al relativismo se produce porque es el movimiento más fácil,
frente a los obstáculos que representa la filomatía como artificio, del mismo modo que en
física se impone el modelo de Einstein sobre el de Newton, porque el movimiento elíptico es
el más sencillo en un universo curvo y prescinde por tanto de intrincadas explicaciones de
corte más metafísico que físico (como la justificación kepleriana de la órbita elíptica en
función de la imperfección consustancial a la materia o el recurso newtoniano al éter). En
nuestro caso, una normativa concreta ejemplifica este argumento modélicamente: ante la
imposibilidad de repetir más que una vez por ciclo (Logse, capítulo 3º, art. 22; Proyecto,
parte III, §8.13, p. 20), el movimiento más sencillo es no hacer nada. Así, como en Física, no
hay que explicar por qué no se estudia. Ahora lo que hay que explicar es por qué hay
individuos que sí estudian, ante la evidencia de que no hace falta para aprobar. La dicotomía
clásica reaparece en toda su crudeza: la enseñanza como naturaleza (el optimismo
antropológico de Rousseau) o como artificio (Platón, Locke, el pesimismo antropológico). El
resultado patente de este marco jurídico y social es la tiranía de la adolescencia, ese invento
de las sociedades desarrolladas y de la teología postmoderna (la psicopedagogía), tiranía
que tiraniza al que la padece y a los demás, y, en consecuencia, la infantilización social o
generacional, que deja expuestas a la indefensión a huestes de sujetos sin más formación
que la suministrada por los medios de masas.
Esta confusión que traslada a lo ideológico las cuestiones técnicas tiene como correlato
necesario la confusión que traslada a la enseñanza parámetros políticos que no pertenecen
a ese ámbito: así, se pretende construir una supuesta escuela democrática en lugar de una
escuela técnicamente preparada para propiciar una sociedad democrática. En este punto, la
clave aparece en la forma del mito de una democracia natural o espontánea, que anidaría en
los jóvenes por el mero hecho de serlo (como en ellos reside también la semilla de la
revolución socialista o nacionalcatólica: efebolatría):
Así, Rusia, desde el primer momento, en medio de sus convulsiones y dificultades, lanza un
grito de guerra, que es su bandera pedagógica. Ese grito perdura a lo largo de la revolución
e informa toda la vida escolar del pueblo ruso. Es el grito de Zinovief, que dice: "¡Cueste lo
que cueste, hay que apoderarse del alma de los niños!" (Rodolfo Llopis, op. cit., p. 12);
El alma de un niño de la España de hoy, es, pues, más sagrada que el alma de un hombre y
más sagrada que nunca (M. Domingo, La escuela en la República. La obra de ocho meses.
Aguilar, Madrid, 1932, pról., pág. 11);
Radica aquí uno de los hechos más sorprendentes del actual momento histórico-universal,
que consiste, esquemáticamente, en que los hijos han de convertirse en educadores, en
conductores de los padres, porque éstos no alcanzan a percibir las exigencias
providenciales de la nueva época. (...) La juventud es siempre promesa fecunda, simiente
prolífica de nuevas y más justas formas de vida lo saben bien porque lo dicta el corazón, que
no engaña jamás (Adolfo Maíllo, inspector de primera enseñanza y pedagogo del franquismo,
Educación y revolución. Los fundamentos de una educación nacional, Editora Nacional,
Madrid, 1943, pp. 82-83).
Del mismo modo se formula una supuesta igualdad de derechos (no de deberes) frente a
una igualdad de oportunidades (o igualdad de partida).
Si se parte de la base de que se pretende una escuela para una sociedad democrática,
además de definir educación y democracia, habría que preguntarse cómo es posible, si es
que es posible, una enseñanza de calidad que sea simultáneamente democrática, es decir, no
discriminatoria, universal:
La escuela única atiende a estas dos finalidades: extiende la enseñanza a todos y posibilita la
selección por el mérito.
Y:
Una democracia subsiste por las aristocracias del espíritu que ella misma forja, y la
producción de estas aristocracias es imposible y, por consiguiente, imposible la democracia,
si ella no impulsa, facilita y ampara la selección. (...) Instruidos todos, la selección es un
derecho del inteligente y un deber en el Estado que cifre en la inteligencia la jerarquía (M.
Domingo, op. cit., p. 17; cap. III, pp. 97-98).
En este contexto, el papel del profesor (que encarna la función de la sociedad en la escuela)
ha quedado reducido a una función de orden público, por lo que la labor docente
(filomática) ha sido vaciada, imposibilitada, desactivada.
En una escuela pública con semejantes características son los sujetos sin recursos
económicos (condenados a la enseñanza estatal) los que se ven reducidos a mano de obra
barata o sin cualificación, mientras que aquellos con posibilidades materiales optarán por la
escuela privada. Bajo la retórica del progreso, la igualdad y la solidaridad se condena a los
individuos de las clases menos desahogadas a la ignorancia, la dependencia y la miseria
intelectual, humana y social.
Fuente:
https://www.libertaddigital.com/opinion/ideas/la-educacion-como-problema-
1276236754.html
Definición de Experiencia
La experiencia es en parte derivada de la observación y de la compañía de los que ya han
tomado conocimiento de ciertas cosas.
(Del latín experiri, "comprobar"), es una forma de conocimiento o habilidad derivados de la
observación, de la participación y de la vivencia de un evento o proveniente de las cosas que
suceden en la vida, es un conocimiento que se elabora colectivamente.
• Las tiradas de experiencia (tiradas de dados para la mejora de las habilidades que hayan
sido correctamente realizadas durante el juego).
Conocimiento
El conocimiento suele entenderse como:
• Hechos o información adquiridos por un ser vivo a través de la experiencia o la
educación, la comprensión teórica o práctica de un asunto de referente a la realidad.
• Lo que se adquiere como contenido intelectual relativo a un campo determinado o a la
totalidad del universo.
• Conciencia o familiaridad adquirida por la experiencia de un hecho o situación.
• Representa toda certidumbre cognitiva mensurable según la respuesta a: ¿Por qué?,
¿Cómo?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?.
No existe una única definición de "Conocimiento". Sin embargo existen muchas perspectivas
desde las que se puede considerar el conocimiento, siendo la consideración de su función y
fundamento, un problema histórico de la reflexión filosófica y de la ciencia.
Espiral de conocimiento
Diferenciamos, de un modo técnico y formalizado los conceptos de conocer y saber, por más
que, en el lenguaje ordinario, se usen a veces como sinónimos, otras veces no.
Saber, por su parte requiere, además de lo anterior, una justificación fundamental; es decir
un engarce en un sistema coherente de significado y de sentido, fundado en lo real y
comprendido como realidad; más allá del conocimiento del objeto en el momento presente
como si fuera definitivo y completo. Un sistema que constituye un mundo y hace de este
hecho de experiencia algo con entidad consistente. Un conjunto de razones y otros hechos
independientes de mi experiencia que, por un lado, ofrecen un "saber qué" es lo percibido
como verdad y, por otro lado, orientan y definen la conducta, como un "saber hacer" como
respuesta adecuada y una valoración de todo ello respecto a lo bueno.
Para alcanzarlo se aplica el llamado método científico, existiendo múltiples vías de llegar a
obtener conocimiento: método empírico, método histórico, método lógico, analogía, etc.
En general, para que una creencia constituya conocimiento científico no basta con que sea
válida y consistente lógicamente, pues ello no implica su verdad. Para que una teoría deba
ser considerada como verdadera, deben existir, desde el punto de vista de la ciencia,
pruebas que la apoyen. Es decir, debe poder demostrarse su verosimilitud empleando el
método científico, conforme a una lógica empírica y un método experimental.
Esto sin embargo se ve seriamente complicado si se introducen interrogantes relativas a la
suficiencia de dicho método, como por ejemplo, la transparencia de los hechos (¿existen los
hechos puros o más bien interpretaciones?), la factibilidad de la pretensión de objetividad y
neutralidad valórica (¿es posible la comprensión de la realidad desde un punto de vista
neutro, tal como fuera el de un dios, o estamos condenados a perspectivas?), etc.
Conocimiento y vida:
La experiencia adquiere múltiples matices y contenidos en la vida de uno mismo y en la vida
social y cultural y, por tanto, también los contenidos y conocimientos verdaderos, que
dependen de un contexto o campo de realidad, y no tienen por qué coincidir con los
contenidos y el sentido del conocimiento científico. La vida y los conocimientos de la vida,
como experiencia, es un campo mucho más amplio que el de la ciencia. No siempre el
conocimiento científico es el más adecuado para vivir y convivir mejor. Por eso hay que
admitir una verdad relativa porque el conocimiento mismo es siempre relativo.
La creencia en la posesión del conocimiento verdadero, como explicación definitiva, como
evidencia definitiva, conduce fácilmente al fanatismo.
Fuente: https://www.monografias.com/trabajos98/experiencia-conocimiento-y-
aprendizaje/experienciaconocimiento-y-aprendizaje.shtml
Tipos de conocimiento y rasgos que los caracterizan:
El conocimiento es:
• Función
• Acción
• Producto
• Resultado del desarrollo de la vida de un individuo.
El conocimiento expresa
Hace poco Vince Cerf, uno de los creadores de Internet, estuvo en el BID conversando con los
empleados y expertos invitados. Fue una charla muy estimulante donde Vince dijo algo que
me gustó: “si sólo educáramos a los jóvenes para que tengan pensamiento crítico, ya
habríamos logrado mucho”.
El pensamiento crítico consiste en analizar y evaluar la consistencia de los razonamientos,
en especial aquellas afirmaciones que la sociedad acepta como verdaderas en el contexto de
la vida cotidiana. Es decir, es cuestionarse las cosas. Para conseguir esta habilidad es
fundamental desarrollar muchas otras como la capacidad de interpretar ideas y situaciones,
de análisis y evaluación, sin olvidar la capacidad de autoanalizarse para reconocer y evitar
prejuicios.
En principio tenemos muchas oportunidades para desarrollar este tipo de habilidades sea
en la familia, escuela o trabajo. Por ejemplo, hablando con los más pequeños en familia
sobre algún tema importante, como por qué no podemos alimentarnos sólo de dulces; o en
la escuela, cuando el profesor manda trabajar alguna tarea específica en pequeños grupos.
El problema es cuando estamos en contextos desfavorecidos, con familias donde los niños
están malnutridos o viven en condiciones de violencia e inestabilidad afectando seriamente
su desarrollo cerebral, o donde los colegios son de baja calidad con profesores
desmotivados y poco preparados, o con familias donde los adultos están desempleados o lo
hacen en empleos precarios y poco estimulantes. Es en estos contextos donde hay que
intervenir y mucho.
México es uno de los pocos países de la región que desde la Reforma Integral de la
Educación Media Superior y con el Marco Curricular Común, incluye el desarrollo de
habilidades socioemocionales y dispone de dos instrumentos para ello. Sin embargo, se
observan retos en la aplicación de estas políticas a nivel de los estados, centros educativos,
con directores y profesores. Un problema habitual es que los profesores no están
preparados para impartir esas habilidades de la mejor manera posible y lograr su
aprendizaje efectivo por parte de los jóvenes. Como ejemplo, para inculcar la habilidad de
colaboración y de trabajo en equipo, en vez de hacer alguna actividad grupal en la cual se
pusiera en práctica la colaboración, se recitaba una charla y se apuntaban conceptos en el
pizarrón.
Urabá, Colombia, es una región muy golpeada por el conflicto armado, donde se
implementa Pasaporte al Éxito, un programa con metodología de aprendizaje activo que
fomenta las habilidades socioemocionales, en colegios, centros de capacitación para el
trabajo y centros de empleo. Allí,Qualificar encontró que los retos para su implementación,
se referían a la selección y retención de los facilitadores, la conectividad -dado que hay un
coaching virtual- y la permanencia de Pasaporte al Éxito en los planes de estudio y por
ende, en la política educativa del departamento de Antioquia. Y aunque los retos son
importantes, el impacto generado por esta experiencia fue significativo. El Coordinador de
la Alianza NEO Colombia, resumía el impacto de la siguiente manera “la capacitación en
Pasaporte al Éxito, incluso le ha cambiado la forma de ver la vida a los docentes”.
Estos hallazgos de México y Colombia iluminan un poco más el camino que se debe recorrer
para hacer posible que todos los jóvenes de la región puedan desarrollar el pensamiento
crítico y otras habilidades socioemocionales esenciales para el siglo XXI.
Cada día, el pensamiento crítico es una de las habilidades más valoradas para el
aprendizaje de los estudiantes. Profundiza más sobre la importancia que tiene este tipo
de razonamiento.