GÉNERO

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SEXO, GÉNERO E IDENTIDAD DE GÉNERO

El sexo, el género y la identidad de género están relacionados, pero componen diferentes


partes de tu ser. Para muchos, el sexo, el género y la identidad de género se encuentran
alineados. Pero no es así para todos.

Puede ser bastante fácil el confundir el sexo biológico (a veces llamado “sexo asignado al
momento de nacer”) con el género y la identidad de género. Se relacionan entre sí pero son
diferentes.

Sexo. - Es una etiqueta usualmente dada primero por un médico basado en los genes,
hormonas y partes del cuerpo (como los genitales) con las que naces. Se incluye en tu
certificado de nacimiento y describe tu cuerpo como femenino o masculino. El sexo de algunas
personas no encaja en femenino o masculino. Esto se llama intersexo.

Género. - Se refiere a cómo la sociedad razona que tenemos que vernos, pensar y actuar como
niñas y mujeres y niños y hombres. Cada cultura tiene sus creencias y reglas informales sobre
cómo las personas deben actuar basado en su género. Por ejemplo, muchas culturas esperan y
alientan a los hombres a ser más agresivos que las mujeres.

Identidad de género. - Es cómo te sientes en tu interior y cómo expresas tu género a través de


tu vestimenta, comportamiento y apariencia personal. Es un sentimiento que comienza
temprano en la vida.

IGUALDAD DE GÉNERO:

La igualdad de género es un concepto que cada vez encontramos más en nuestro día a día: en
las noticias, en nuestros puestos de trabajo, en las redes sociales… Pero, ¿alguna vez te has
preguntado qué significa exactamente? ¿Por qué se sigue reivindicando la igualdad de género
si todas las leyes reconocen los mismos derechos a hombres y mujeres? ¿Qué diferencia hay
entre igualdad y equidad? Hoy queremos que cuando acabes de leer este artículo, tengas bien
claras todas las respuestas.

Según Naciones Unidas, la igualdad de género se refiere a “la igualdad de derechos,


responsabilidades y oportunidades de las mujeres y los hombres, y las niñas y los niños”. Por
tanto, el sexo con el que hayamos nacido nunca va a determinar los derechos, oportunidades y
responsabilidades que podamos tener a lo largo de nuestra vida. La igualdad de género es por
tanto un principio jurídico universal, mientras que la equidad de género introduce además un
componente ético para asegurar una igualdad real que de alguna forma compense la
desigualdad histórica que el género femenino arrastra en cuanto a representación política o
mercado laboral, entre otras. La equidad debe aplicarse en el género tal como se aplica en
otros ámbitos, como por ejemplo en el sistema tributario, donde cada persona paga más o
menos en función de lo que tiene.

Aunque las cuestiones de género llevan años en la agenda internacional, es un hecho que las
mujeres y las niñas, sufren discriminación y violencia por el simple hecho de haber nacido
mujer en todo el mundo. El informe de la OCDE “Perseguir la igualdad de género: una batalla
cuesta arriba” lo deja bien claro cuando asegura que ningún país en el mundo, ni siquiera
aquellos más igualitarios, ha alcanzado aún la igualdad de género. Precisamente los Objetivos
de Desarrollo Sostenible, que deben cumplirse en 2030, establecen en su objetivo número 5
“lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas”.

El informe del Foro Económico Mundial (FEM) presentado en 2017 asegura que la brecha
existente en cuanto a igualdad de género se refiere, no se cerrará hasta dentro de –al menos–
100 años. La cifra es muy negativa porque, además, es la primera vez en los últimos 10 años se
da un retroceso.

Para medir la diferencia en cuanto a igualdad de género, podemos fijarnos en cinco aspectos
concretos: la participación política de las mujeres, el acceso a la educación, el acceso al
mercado de trabajo, la violencia de género y por último, la legislación existente destinada a
asegurar medidas que garanticen la equidad de género.

Igualdad de género: participación política

La participación política de las mujeres es una de las asignaturas pendientes en todo el mundo.
Resulta curioso (y muy satisfactorio) saber que el país con mayor igualdad de representación
de ambos sexos en su Parlamento es Ruanda, con un 64% de mujeres diputadas; le sigue
Bolivia, uno de los países donde Ayuda en Acción trabaja, con más del 52% de mujeres
diputadas.

Igualdad de género: acceso a la educación

Un tercio de los países en desarrollo aún no han logrado paridad de género en el acceso a la
enseñanza primaria, pese al avance que se dio gracias a los Objetivos del Milenio (2000-2015).
África Subsahariana es una de las zonas prioritarias de trabajo para Ayuda en Acción; allí
muchas niñas aún tienen graves dificultades para matricularse en el colegio, y más aún en
enseñanzas secundarias: a medida que las niñas van convirtiéndose en mujeres, la brecha de
género y la desigualdad son cada vez mayores (en muchos casos, por ejemplo, las niñas son
obligadas a casarse como única salida a una situación de extrema pobreza). Se estima que cada
día, 37.000 niñas son obligadas a casarse, lo que supone más de 15 millones al año.

Igualdad de género: acceso al mercado de trabajo y desigualdad salarial

Según Naciones Unidas, existe una diferencia salarial del 24% entre mujeres y hombres en
todo el mundo.

El Informe del FEM al que antes hacíamos mención reconoce que si hablamos de igualdad de
género en el ámbito laboral, si continúa la tendencia actual, llegaremos a conseguirla en el año
2234. Sin duda, no lo veremos.

Igualdad de género: violencia machista

La violencia de género es el aspecto relacionado con igualdad de género que más afecta a la
población en la mayoría de países. Las cifras que proporciona Naciones Unidas hablan de que
el 35% de mujeres en todo el mundo han sufrido violencia física y/o sexual por parte de sus
parejas. La violencia en el ámbito de la pareja es solo la punta de un iceberg que comienza a
reflotar gracias a la visibilizarían de casos en todos los aspectos de la vida durante los últimos
años, especialmente en ámbitos representativos como la cultura.

Sin embargo, existen otros tipos de violencia sexual que se llevan a cabo de forma
sistematizada en diferentes culturas, como es la mutilación genital femenina, que según la
Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta hoy en día a 200 millones de niñas y mujeres.

Igualdad de género: legislación

Hasta hace cuatro años, aún había 52 países en el mundo en el que la igualdad de derechos y
deberes entre hombres y mujeres no estaban reconocidos en sus Constituciones.

Igualdad de género: movilidad humana

En 2016 había en el mundo 244 millones de personas migrantes; casi la mitad de ellas son
mujeres. En Centroamérica y México, la cifra de mujeres migrantes llega incluso hasta el 52%
de mujeres migrantes.

En la primera década del siglo XXI, la cifra de mujeres migrantes aumentó en un 80%,
exponiéndolas a situaciones en la que parten en desventaja con respecto a los hombres. Las
cifras y la especial vulneración de estas mujeres migrantes, la mayoría de las veces en situación
de pobreza, no se acompaña de medidas legislativas para protegerlas de manera especial.

EQUIDAD DE GÉNERO:

La equidad de género es un conjunto de ideas, creencias y valores sociales en relación a la


diferencia sexual, el género, la igualdad y la justicia en lo relativo a los comportamientos, las
funciones, las oportunidades, la valoración y las relaciones entre hombres y mujeres.

En referencia a este tema, se ha visto a lo largo de los años una discriminación hacia las
mujeres, la cual no podía opinar, y su rol dentro de la sociedad era diferenciada con respecto
al hombre, ya que este era visto con capacidades para trabajar, y por su parte, la mujer se
dedicaba únicamente a la casa y a la familia.

Sin embargo, con el transcurrir de los años las mujeres han demostrado que poseen
capacidades y habilidades para el ámbito económico, político, y social, debido a grandes
decisiones en los mencionados contextos por parte de mujeres. De igual forma, es de aclarar
que las mujeres siguen en la lucha constante, debido a la existencia de grupos donde se
evidencia una falta de equidad de géneros.

El objetivo de la equidad o igualdad de género es ofrecer a todas las personas,


independientemente de su género, las mismas condiciones, oportunidades y tratamiento, pero
teniendo en cuenta las características particulares de cada uno para garantizar el acceso de las
personas a sus derechos.

No se trata, por lo tanto, de eliminar las diferencias, sino en valorarlas y darles un trato
equivalente para superar las condiciones que mantienen las desigualdades sociales.

La equidad de género está relacionada, de esta forma, con conceptos como igualdad, justicia y
dignidad. Por último, la equidad de género, es dar a cada quien lo que le corresponde, dejando
a un lado las discriminaciones hacia hombres o mujeres, siendo la base de la justicia social, lo
cual permite el desarrollo de una sociedad justa, equilibrada, donde predomina los Derechos
Humanos.

Testimonios de mujeres víctimas de violencia intrafamiliar ponen sobre el tapete la necesidad


de fortalecer las políticas públicas para erradicar la violencia de género e ir hacia la
construcción de una sociedad más justa y respetuosa de la dignidad humana entre hombres y
mujeres.

En las últimas décadas se han producido grandes avances en el marco jurídico e institucional
que han dado un salto importante en materia de igualdad entre géneros. Esto se ratifica en la
nueva Constitución vigente desde el año 2008 y el nuevo Plan Nacional para el Buen Vivir
2009-2013. Y aunque el cambio es sustancial desde las políticas estatales, los esfuerzos
gubernamentales se dirigen hacia un cambio efectivo para el disfrute de derechos básicos.

Políticas desde el Estado

Por primera vez en la historia ecuatoriana, el Ministerio del Interior ejerce la rectoría de las
políticas públicas en materia de género. Concretamente, la Dirección de Género, como
instancia técnica, es responsable de coordinar e implementar el Plan Nacional para la
Erradicación de la Violencia de Género hacia la Niñez, Adolescencia y Mujeres.

Por lo tanto, todas las acciones que se ejecutan se encauzan en los cinco ejes temáticos que
apuntan principalmente a prevenir la violencia, proteger a las víctimas y restituir sus derechos.

1.- Transformación de patrones socio-culturales

En este ámbito, se desarrolló una primera fase de la campaña «Reacciona Ecuador, el


machismo es violencia», que planteó opciones y alternativas para lograr una convivencia de
respeto e igualdad.

2.- Sistema de protección integral

Dentro del «Proyecto de Protección y Restitución de los Derechos de las Víctimas de Violencia
de Género, se crearán en el 2013 dos modelos pilotos de atención integral en Lago Agrio y
Machala, auspiciado por Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas de ONU Mujeres y el Fondo
de Población de las Naciones Unidas, UNFPA.

3.- Sistema de registro

Ecuador, luego de México, construyó el Registro Único mediante la Encuesta Nacional de


Relaciones Familiares y Violencia de Género hacia las Mujeres, desarrollado entre noviembre
ydiciembre de 2011, gracias a la colaboración con el Instituto Nacional de Estadística y Censos,
INEC y la Comisión de Transición hacia el Consejo de las Mujeres y la Igualdad de Género.

4.- Acceso a la justicia

Desde 1994, existen las Comisarías de la Mujer y la Familia, como instancias de atención
inmediata ante hechos de violencia. En la actualidad, existen 36 Comisarías a nivel nacional, las
que han atendido 21.296 denuncias en el primer trimestre del 2012. Está en proceso la
implementación de las Unidades Judiciales Especializadas en Violencia que asumirán la
competencia de las Comisarías.

5.- Institucionalización

El Ministerio del Interior define y ejecuta políticas institucionales, programas, proyectos y


actividades transversales, tendientes a promover la igualdad de género; la prevención y
erradicación de la violencia de género en la sociedad, en su ámbito de acción.

Empoderar a las mujeres y promover la igualdad de género es fundamental para acelerar el


desarrollo sostenible. Poner fin a todas las formas de discriminación contra mujeres y niñas no
es solo un derecho humano básico, sino que además tiene un efecto multiplicador en todas las
demás áreas del desarrollo.

Desde 2000, la igualdad de género es un aspecto primordial de la labor del PNUD, sus socios de
la ONU y el resto de la comunidad global, y se han registrado algunos avances extraordinarios.
Más niñas asisten hoy a la escuela que hace 15 años y en la mayoría de las regiones se logró la
paridad de género en educación primaria. Además, las mujeres constituyen hoy el 41% de la
fuerza laboral remunerada no agrícola, en comparación con el 35% en 1990.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible se apoyarán en estos logros para garantizar el fin de la
discriminación a mujeres y niñas en todo el mundo. Sin embargo, en algunas regiones aún
existen grandes desigualdades en el acceso a empleo remunerado entre hombres y mujeres y
enormes brechas en el mercado laboral. Los obstáculos más difíciles de superar y que aún
persisten son la violencia y la explotación sexual, la división desigual del trabajo no
remunerado -tanto doméstico como en el cuidado de otras personas- y la discriminación en la
toma de decisiones en el ámbito público.

Garantizar el acceso universal a salud reproductiva y sexual y otorgar a la mujer derechos


igualitarios en el acceso a recursos económicos, como tierras y propiedades, son metas
fundamentales para conseguir este objetivo. Hoy más mujeres que nunca ocupan cargos
públicos, pero alentar a más mujeres para que se conviertan en líderes en todas las regiones
ayudará a fortalecer las políticas y las leyes orientadas a lograr una mayor igualdad entre los
géneros.

Las niñas y los niños perciben todos los días la desigualdad de género en sus hogares y sus
comunidades: en los libros de texto, en los medios de comunicación y entre los adultos que los
cuidan.

Los padres y las madres suelen asumir responsabilidades desiguales en lo que se refiere al
trabajo del hogar; de hecho, la pesada carga de atender a la familia y realizar las tareas
domésticas recae en las madres. La mayoría de los trabajadores comunitarios de la salud poco
cualificados y mal remunerados que atienden a los niños también son mujeres, y sus
oportunidades de crecimiento profesional son limitadas.

Y en la escuela, las niñas generalmente reciben menos apoyo que los niños para seguir los
estudios que eligen. Esto ocurre por diversos motivos. Uno de ellos es el desinterés por las
necesidades de seguridad, higiene y saneamiento de las niñas, un factor que puede llevar a
poner en peligro su asistencia habitual a clase. Las prácticas docentes y los materiales
educativos discriminatorios también pueden dar lugar a desigualdades entre los géneros en el
aprendizaje y el desarrollo de habilidades. En consecuencia, casi 1 de cada 4 niñas entre los 15
y los 19 años carece de empleo y no se está educando ni capacitando, en comparación con 1
de cada 10 niños.

Sin embargo, en la primera infancia no se observan mayores disparidades entre los géneros.
Las tasas de supervivencia al nacer son más altas entre las niñas, que tienen más
probabilidades de desarrollarse adecuadamente y de recibir enseñanza preescolar. Entre
aquellos que logran cursar la enseñanza secundaria, las niñas tienden a superar a los niños en
lectura en todos los países que disponen de datos.

Pero el comienzo de la adolescencia puede presentar considerables obstáculos al bienestar de


las niñas. Las normas de género y la discriminación incrementan el riesgo de embarazo no
deseado, VIH/SIDA y malnutrición. Especialmente en contextos de emergencia y en lugares
donde la menstruación sigue siendo tabú, las niñas se ven privadas de la información y los
elementos que necesitan para mantenerse saludables y seguras.

En su forma más insidiosa, la desigualdad entre los géneros puede llegar a ser violenta.
Aproximadamente 1 de cada 20 niñas entre los 15 y los 19 años –cerca de 13 millones– ha sido
víctima de relaciones sexuales forzadas. Tanto en épocas de paz como en situaciones de
conflicto, las niñas adolescentes corren un alto riesgo de sufrir violencia basada en el género.
El matrimonio en la infancia y la mutilación genital femenina siguen afectando a cientos de
millones de niñas de todo el mundo, aunque en el ámbito internacional se reconoce que
ambas prácticas vulneran los derechos humanos. Y la violencia puede ocurrir incluso al nacer;
por ejemplo, en los lugares donde el infanticidio femenino es una práctica habitual.

Hay normas de género nocivas que se perpetúan a los más altos niveles y, en algunos países,
se encuentran arraigadas en leyes y políticas que no respetan –o que incluso infringen– los
derechos de las niñas, como las leyes que impiden a las mujeres heredar propiedades. Los
niños también sufren a causa de las normas de género; así, las nociones sociales sobre la
masculinidad pueden propiciar el trabajo infantil, la violencia pandillera, el abandono de los
estudios y el reclutamiento en grupos armados.

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