Cartas Canguro
Cartas Canguro
Cartas Canguro
EFECTO
Al igual que cuatro monedas atraviesan de una en una el tablero de una mesa en el clásico “monedas
canguro” de Dai Vernon1, en este caso son los cuatro ases de una baraja los que atraviesan, de uno
en uno, el sólido tablero de una mesa. Los ases no sólo pueden darse a firmar a cuatro espectadores
diferentes, sino que es especialmente recomendable que las cartas se firmen e incluso se marquen, de
manera que los espectadores no tengan la más mínima sospecha de que estén utilizándose cartas
duplicadas ni ninguna estratagema parecida.
Esta versión de las cartas que atraviesan la mesa tiene la ventaja de ser terriblemente directa; la carta
que desaparece de la parte de arriba de la mesa es la misma que aparece inmediatamente por la parte de
debajo, no hay “contajes anticontraste”2 antes de la desaparición de la siguiente carta y no existe la menor
duda de que se utilizan cuatro y sólo cuatro cartas.
Para realizar el juego, necesitas estar sentado a una mesa, ya que vas a utilizar cuatro descargas al
regazo. Esta antigua técnica no exige estar en posesión de una depurada destreza manual. La dificultad a
la hora de descargar cualquier cosa en el regazo reside, claro está, en conseguir una adecuada
“misdirection”, pero sobre todo, la mayor dificultad para el mago es psicológica; debe conseguir disociar
dentro de su mente y por lo tanto en su actitud, la vida interna de la vida externa del pase.
Siéntate frente a una mesa con una baraja y un rotulador indeleble, de esos que sirven para escribir en
los CD o en los DVD, ya que su tinta se seca rápidamente y no se corre una vez has escrito en la carta.
Es mejor que el rotulador esté encima de la mesa desde el principio porque te interesa mucho, en esta
fase inicial del juego, conseguir la mayor limpieza y claridad posibles; que se vean mucho las palmas de
las manos y las manos vacías para convencer al público de que utilizas solo cuatro cartas.
Extrae los cuatro ases de la baraja, o las cartas que consideres más oportunas, y deja el resto de la
baraja a un lado ya que no vas a necesitarla más. Enseña las cartas extendiéndolas entre las manos,
frotándolas despreocupadamente y finalmente soltándolas boca arriba sobre la mesa. Indica a cuatro
espectadores que elijan cada uno de ellos uno de los ases y que por favor los firmen, o que le pongan sus
iniciales, o incluso que los marquen con signos extraños de manera que las cartas sean únicas e
inconfundibles.
Una vez que los espectadores te han devuelto las cartas, enséñalas de nuevo boca arriba, formando un
descuidado abanico entre las manos, que sujetan las cartas con las palmas hacia arriba. En este
momento tu cuerpo se encuentra ligeramente inclinado hacia delante mientras enseñas y frotas
ligeramente las cartas. Cambia la sujeción de la mano derecha, volviéndola palma hacia abajo en posición
Biddle mientras cierras el abanico de cartas y las vuelves dorso arriba en la mano izquierda. Al mismo
tiempo tu cuerpo se ha ido reclinando imperceptiblemente hacia atrás hasta que las manos quedan a la
altura del borde de la mesa. Mientras cuadras las cartas con la mano derecha en posición Biddle, el
pulgar derecho hace una pequeña separación sobre la última carta (si lo prefieres puedes mantener la
separación con el meñique izquierdo). Estás a punto de realizar la primera descarga al regazo.
Para realizarla, la mano izquierda se apoya con los nudillos en el borde de la mesa mientras sujeta las
cartas en la forma habitual de repartir. La mano derecha, manteniendo la “sujección Biddle”, avanza hacia
delante con objeto de señalar el punto de la mesa por donde las cartas van a atravesarla, llevándose con
ella todas las cartas que están por encima de la separación, mientras la mano izquierda suelta la carta
que ha quedado en ella, provocando que caiga en el regazo. Más que soltarla, lo que hace la mano
izquierda es aflojar la presión que mantiene sobre la carta haciendo que esta resbale por la palma de la
mano para caer directamente sobre el regazo.
Una vez que ha dejado caer la carta, la mano izquierda da la vuelta lentamente para apoyarse con
naturalidad en el borde de la mesa. Es muy importante que toda tu atención se dirija hacia el punto de la
mesa en el que se va a producir la penetración y por lo tanto a las cartas que todavía se encuentran en la
mano derecha. Lo único que los espectadores deben notar es que tu mano derecha coge las cartas de la
izquierda y avanza hasta colocarse encima del punto de la mesa por donde van a pasar las cartas (esto
es la vida externa del juego). Por lo tanto, tu no debes retransmitir con tu actitud, ni con tus gestos, ni con
tu preocupación y mucho menos con tu mirada ni tu expresión corporal, que has dejado caer una carta en
el regazo (vida interna del juego). Tienes que conseguir que tu mente no piense apenas en el acto
tramposo y se concentre sólo en la vida externa de la secuencia de movimientos.
Tu mano izquierda, que había quedado apoyada con naturalidad en el borde de la mesa, enseña
fugazmente la palma y avanza con el dorso hacia arriba hasta encontrarse con la mano derecha que lleva
las cartas dorso arriba, sujetas en la punta de los dedos por su lado largo derecho y las coloca en la
palma de la mano izquierda, prácticamente en la posición del empalme clásico. Aparta ahora el pulgar
derecho dejando que los demás dedos sujeten suavemente la carta contra la palma izquierda, haciendo
que la mano se abra y muestre durante un instante su palma (La posición es similar a la que se ve en la
tercera ilustración de la última descarga, solo que las manos se encuentran hacia el interior de la mesa y
no en el borde). Esto es particularmente importante porque va a acostumbrar al público a una posición no
del todo normal, pero que resultará vital en la última descarga 3. Enseña ahora la mano derecha
claramente vacía y llévala debajo de la mesa donde recoge la carta que está en el regazo. Es conveniente
que apoyes el hombro derecho en el canto de la mesa, de este modo no se notará el movimiento del resto
del brazo por debajo de la mesa.
La mano izquierda golpea la mesa y abre los dedos de manera dramática mostrando solo tres cartas.
Dales la vuelta una a una mientras la mano derecha sale de debajo de la mesa con la carta que tenías
sobre las rodillas; es mejor que la saques con la cara vuelta hacia ti, la mires tu primero y luego la vuelvas
con cierto dramatismo para que todo el mundo pueda ver que es una de las cuatro cartas firmadas. Déjala
boca arriba cerca del borde de la mesa (esto es importante, porque la posición de esta carta va a
procurarte la “misdirection” que necesitas para la segunda descarga) para inclinarte ligeramente hacia
delante y con las dos manos coger las tres cartas que están boca arriba en el centro de la mesa.
Ya has conseguido que una carta firmada atraviese la mesa. Vamos a por la segunda.
Mientras dices esto, o algo parecido, muestras las tres cartas boca arriba entre las dos manos y les das la
vuelta quedando dorso arriba en la mano izquierda en posición de dar. Tu cuerpo ha ido reclinándose
hacia atrás hasta que la mano izquierda da con sus nudillos en el borde de la mesa. El motivo por el cual
el cuerpo se reclina hacia atrás, es que la carta que sacaste de debajo de la mesa se encuentra retrasada
con respecto a las demás, casi en el borde, y tu quieres mostrarla y llevarla a la parte delantera.
Al decir esto, y mientras te echas hacia atrás, tu mano derecha deposita el dedo índice sobre la cara de la
carta y la empuja hacia delante hasta colocarla en la parte delantera de la mesa. Al mismo tiempo que
estás haciendo esto con la mano derecha, el pulgar de la mano izquierda, que se encuentra en el centro
del dorso del paquete de tres cartas que sujeta la mano, se mueve hacia abajo empujando la carta de
arriba de las tres y provocando que caiga en el regazo (recuerda que la mano se encuentra en el borde de
la mesa).
Esta descarga es invisible porque has provocado una fuerte “misdirection” (la mano derecha está
mostrando y moviendo una carta, o sea, está produciendo una acción lo suficientemente interesante como
para que a todos los espectadores les llame la atención y se olviden de mirar a la mano izquierda que en
ese momento está realizando el movimiento tramposo en una zona penumbrosa, no para su vista, pero si
para su atención), y al mismo tiempo has envuelto de naturalidad toda la secuencia de movimientos
(Todo parece normal, la secuencia tiene una lógica natural que elimina las sospechas sobre la mano
izquierda y potencia la desviación de la atención que produce la mano derecha).
Tu mano izquierda se dirige hacia el centro de la mesa (o al lugar donde te indiquen los espectadores) y
la mano derecha le ayuda a colocar las dos/tres cartas en la posición del empalme clásico. Enseña la
mano derecha claramente vacía, por delante y por detrás y llévala debajo de la mesa. La mano izquierda
ha quedado encima de la mesa, completamente inmóvil y lo suficientemente alejada del borde para que
nadie pueda sospechar que haces nada con ella (en realidad todo el mundo va a sospechar que tiras las
cartas desde la mano izquierda, o que haces cualquier cosa rara; déjales que sospechen, porque están
mirando y sospechando en la dirección equivocada). Da unos golpes con la mano izquierda sobre la mesa
y vuelve a mostrar que sólo quedan dos cartas mientras la mano derecha saca una carta de debajo de la
mesa y la muestra al público. Deja esta carta, boca arriba, al lado de la que ya pasó anteriormente.
Has conseguido que dos cartas atraviesen una mesa. La tercera es algo más comprometida, ya que con
la primera cogiste por sorpresa a los espectadores, con la segunda estaban tan sorprendidos que
únicamente querían comprobar si lo que habían visto antes era cierto. En esta tercera van a intentar
pillarte; su mente ya ha reaccionado lo suficiente como para querer averiguar cómo has podido realizar el
milagrito. Así que hay que tener cuidado. Sin embargo el método que vamos a emplear es tan natural que
va a dejarles sin respuesta posible y en la mejor disposición para recibir el mazazo que supone la última
carta en pasar a través de la mesa.
Mientras dices esto, señalas las cartas que ya han pasado, y también las cartas que faltan por pasar, que
se encuentran boca abajo en tu mano izquierda, en posición de dar y cerca del borde de la mesa.
Nombras los palos de las cartas que ya han pasado (o bien las cartas enteras si estás haciendo el juego
con otras cartas que no sean ases) y descuadra ligeramente las dos cartas de la mano izquierda.
“…faltan picas…”
Al mismo tiempo que dices esto, tu mano derecha se acerca a la izquierda dorso arriba y coge, tipo
Biddle, las dos cartas que tienes en la mano izquierda y las vuelve cara arriba haciendo un pequeño viaje
hacia el lado derecho de tu cuerpo. Digamos que la mano derecha comienza cogiendo las cartas, dorso
arriba a la altura del pecho izquierdo y termina con ellas boca arriba a la altura del pecho derecho. El
objeto de este movimiento es enseñar la carta inferior de las dos que sujeta la mano.
Invierte el movimiento anterior con objeto de depositar en la palma de la mano izquierda, en posición de
dar, la carta que acabas de enseñar. Vuelve a realizar el movimiento anteriormente descrito pero esta vez
con una sola carta.
“…y…”
Miras a la carta que tienes boca arriba en tu mano derecha e intentas decir el nombre del palo que
corresponde (en este caso rombos), pero balbuceas como si no te viniera el nombre a la mente.
“…corazones…”
Justo cuando dices “corazones” levantas la cabeza y miras directamente a los ojos de los espectadores, o
mas bien del espectador que tengas enfrente de ti; esto hará que los demás espectadores miren a tu cara
o a los ojos del espectador al que te diriges. Con esto consigues desdoblar la atención de los
espectadores entre tus manos y tu cara y dejas en “zona penumbrosa” tus manos que son las que van a
realizar la trampa en ese mismo instante. Tan en ese mismo instante que, al mismo tiempo que estás
haciendo y diciendo todo esto, tu mano derecha se vuelve dorso arriba y lleva la carta a la mano izquierda
con objeto de cuadrarla con la otra que se encuentra allí. En el momento en el que la mano derecha cubre
con su carta la carta de la mano izquierda, ésta afloja la sujeción que mantiene sobre ella provocando que
resbale por la mano y caiga sobre el regazo. (Ten en cuenta que la mano se encuentra con los nudillos
apoyados en el borde de la mesa. La mano derecha sujeta su carta en posición “Biddle” con el índice
ligeramente curvado en el dorso de la carta. El momento adecuado para la descarga es cuando los dedos
mayor, anular y meñique de la mano derecha tocan el costado del dedo índice de la mano izquierda
ofreciendo una pantalla natural al supuesto encuadramiento de las dos cartas y también, claro, a la
descarga. En toda esta secuencia, la mano izquierda no se ha movido de su sitio, siendo la derecha la
que se mueve para enseñar las cartas y devolverlas a la mano izquierda).
La mano derecha ayuda a colocar la/s carta/as en la mano izquierda en posición de empalme y se dirige,
como en las veces anteriores, al regazo para coger la carta que allí se encuentra. Golpea con la mano
izquierda en la mesa, abre los dedos y muestra que una de las dos cartas ya no está, para
automáticamente sacar de debajo de la mesa la carta que ha pasado; muéstrala y deposítala junto a las
otras dos cartas que ya han atravesado la mesa.
Coges la última carta, la que falta por pasar, y la muestras dándole vueltas entre las manos para probar
inequívocamente que solo queda una. Pones la mano izquierda palma arriba y con los nudillos apoyados
en el borde de la mesa; la mano derecha coloca la carta en la palma de la mano izquierda. A partir de
aquí, lo que he llamado vida externa de la secuencia consiste en que los dedos de la mano derecha van a
ayudar a la carta a quedarse sujeta en la palma de la mano izquierda mientras ésta se vuelve palma abajo
para dirigirse al centro de la mesa, o al lugar que te indiquen, y hacer atravesar la mesa a la carta.
Los dedos de la mano derecha se apoyan ligeramente en la parte exterior de la carta que se encuentra en
la palma de la mano izquierda; las dos manos se dan la vuelta, la que estaba palma arriba se vuelve
palma abajo y la que estaba palma abajo, sujetando ligeramente la carta se vuelve palma arriba. Durante
este giro, que se realiza en el borde de la mesa, los dedos derechos liberan la carta que sujetaban
provocando que caiga en el regazo justo en el momento en que la mano izquierda se encuentra casi con
la palma hacia abajo. Nada más producirse la descarga, tu cuerpo se inclina (y por lo tanto también las
manos) ligeramente hacia delante y hacia la izquierda mientras los dedos derechos presionan sobre la
palma de la mano como intentando fijar allí la carta para que no se caiga. Con esto has conseguido alejar
las manos del borde de la mesa, mientras realizas una acción de continuidad aparente4, y llevas la mano
izquierda al centro de la mesa (o allá donde te hayan dicho los espectadores).
Ahora ya solo te queda enseñar la mano derecha claramente vacía, llevarla debajo de la mesa tal y como
has hecho las otras tres veces, golpear la mesa con la mano izquierda, y abrir los dedos muy lentamente,
levantar la mano y enseñar que la carta ha desaparecido. Inmediatamente, la mano derecha saca la carta
de debajo de la mesa y la muestra a todo el mundo. Es la misma carta firmada que unos segundos antes
se encontraba debajo de la mano, así que no queda otro remedio que pensar que la carta ha atravesado
la mesa5.
1 Podéis encontrar este maravilloso juego en el libro Estrellas de la Magia. En la edición española, publicada por la editorial
Páginas, está en la página 43.
2 El Maestro Ascanio definía el efecto mágico como el contraste entre una situación inicial y una situación final. En este juego
no se producen apenas vicisitudes entre la situación inicial y la situación final, lo que potencia la pureza del contrate y hace que
el efecto mágico tenga mayor impacto.
3 A esto Ascanio lo llamaba naturalidad condicionada.
4
Hay que leer y disfrutar de la obra de Arturo de Ascanio, probablemente el pensador más profundo que ha dado la magia. Por
lo menos la española, aunque yo me atrevería a decir que nadie ha sabido formular como él, de manera sistemática, clara y
comprensible los verdaderos secretos de la magia.
5 La primera descarga es básicamente la descarga de Fred Kaps, una de las descargas más útiles que conozco. En manos de
Fred Kaps era algo bellísimo por indetectable. Juan Tamariz la utiliza en muchos de sus juegos.
No sé si la segunda descarga existe en la literatura mágica, tampoco sé si a alguien se le ha ocurrido lo mismo. Lo que si sé es
que debo dar las gracias a mi amigo JOVI, de Sevilla, excepcional mago con un talento poco común, que me ayudó con sus
sugerencias a desarrollar esta descarga en particular y muchas otras ideas y conceptos en general.
La tercera descarga tiene mucho que ver con la descarga de Jean Faré que menciona Roberto Giobbi en la página 892 del
tomo IV de la nunca suficientemente elogiada Gran Escuela Cartomágica.
Creo que puedo decir que la cuarta descarga es original mía. En realidad es la aplicación a las cartas de un pase que se me
ocurrió hace años para usar con bolas.