Cely, F.E. (2011) - El Yo Como Tema de Análisis Fenomenológico.
Cely, F.E. (2011) - El Yo Como Tema de Análisis Fenomenológico.
Cely, F.E. (2011) - El Yo Como Tema de Análisis Fenomenológico.
fenomenológico
The Ego as Topic of Phenomenological Analysis
Resumen
Husserl comenzó oponiéndose a la posibilidad de considerar el yo como centro de
referencia esencial de los actos intencionales. Sin embargo, luego aceptó incluirlo
en la descripción fenomenológica como centro de referencia de las vivencias inten-
cionales. Se analizan esos dos momentos y se estudia su posible correlación con la
teoría kantiana del yo, para hacer énfasis, finalmente, en una importante diferencia
entre ambos autores.
Palabras clave: E. Husserl, I. Kant, intencionalidad, síntesis, yo.
Abstract
Husserl began by refusing the possibility to consider the ego as an essential center
of reference for intentional acts. But later included it in phenomenological descrip-
tion as the center of reference for intentional experiences. The article analyzes
those two moments and their possible correlation with the Kantian theory of the
self, in order to highlight the significant difference between the two philosophers.
Keywords: E. Husserl, I. Kant, intentionality, synthesis, ego.
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1. Yo empírico y yo fenomenológico
En un primer momento, Husserl es muy crítico respecto al plan-
teamiento del yo puro como principio unificador o como punto de
referencia esencial de todas las vivencias.1 Podría decirse que en esta
crítica Husserl está más cerca a los planteamientos de Hume,2 o del
primer Wittgenstein,3 por cuanto reconoce que se puede caracterizar
al yo desde un punto de vista empírico, pero no se puede pretender
postularlo como un principio esencial necesario, puesto que no se en-
tendería qué se quiere afirmar cuando se habla del yo más allá de su
lugar en la relación con un objeto en un acto intencional.
Esta orientación se encuentra en las Investigaciones lógicas (1982)
[IL]. Allí afirma Husserl que la relación entre las vivencias respecto de
1 Este primer momento de Husserl se caracteriza por defender una “posición no-ego-
lógica”, que después retomará Sartre; cf. Zahavi (33).
2 La posición de Hume respecto al yo es que no podemos considerarlo como algo, un
concepto o principio de unidad, más allá del cúmulo de experiencias. En esta medi-
da, le resulta evidente que el yo no es ninguna impresión, sino aquello a lo que todas
nuestras distintas impresiones hacen referencia; cf. Hume (TNH I, IV, 6).
3 En el Tractatus Logico-Philosophicus (1984) [TLP], Wittgenstein plantea que, en un
importante sentido, no hay sujeto; afirma que el yo filosófico no es el ser humano, o
el cuerpo, o el alma humana de la que trata la psicología, sino el sujeto metafísico, el
límite –no una parte del mundo– (§5.631, 5.641). En este sentido, Carr nos recuerda
un sentido de yo, para Husserl, según el cual se lo puede entender no como una “pieza
del mundo” (como un objeto perteneciente a un mundo de objetos), sino como una
condición de posibilidad de un mundo de objetos significativos.
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en un objeto, pero ser yo no significa ser objeto, sino ser frente a todo
objeto aquello para lo que es objeto. Natorp llama a este yo, así conce-
bido, “ser conscio”, y considera que es un hecho básico que puede ser
comprobado como existente, pero no puede ser derivado ni definido.
Ahora bien, pregunta Husserl, ¿cómo fijar el hecho básico si no
lo pensamos? Y ¿cómo pensarlo sin convertir al yo o a la conciencia
en “objeto” de dicha fijación? Esto que es comprobado ¿no puede con-
siderarse contenido? Así como la dirección de la atención hacia un
pensamiento, una sensación, etc., hace de esas vivencias objeto de
una percepción interna, sin convertirlas en objetos en el sentido de
cosas,5 así podría darse objetivamente –como “notado”– ese centro de
referencia, el yo y toda referencia del yo a un contenido. Pero Husserl
no logra encontrar ese yo primitivo, centro necesario de referencia:
“lo único que soy capaz de notar o de percibir es el yo empírico y su
referencia empírica a aquellas vivencias propias o a aquellos objetos
externos” (IL V, 485).6 Cuando vivimos un acto (fantasía, imaginación,
etc.), no es posible notar nada del yo como punto de referencia de los
actos llevados a cabo; la representación del yo puede irrumpir, o puede
aparecer de nuevo, “pero sólo cuando tiene lugar realmente y se hace
una con el acto correspondiente, ‘nos’ referimos al objeto de tal suerte
que responda a algo susceptible de ser señalado descriptivamente a
este referirse del yo” (IL V, 497). Lo que se ofrece entonces en la vivencia
real es un acto compuesto: la representación del yo, como una parte,
y el representar, juzgar, imaginar la cosa correspondiente, como se-
gunda parte. Para Husserl no hay otra forma de entender la referencia
intencional consciente del yo a sus objetos, sino representándose que
aquellas vivencias intencionales, cuyo objeto intencional es el cuerpo
del yo –el yo como persona espiritual y el sujeto empírico entero–,
pertenecen a la consistencia fenomenológica total de la unidad de la
conciencia, y que estas vivencias constituyen a la vez el núcleo fenome-
nológico esencial del yo fenoménico. En síntesis, para Husserl:
5 Desde aquí ya podemos ver que Husserl no comparte la teoría de los “datos de los sen-
tidos”, al igual que Searle, en relación con la percepción, pues al centrar la atención
en la descripción de los actos intencionales y de sus contenidos, no se trata de idear
unas entidades intermedias tales, así como tampoco de postular un yo en el sentido
de objeto como correlato de la unidad de esos actos.
6 Es imposible dejar de hacer aquí la comparación con la conocida formulación es-
céptica de Hume respecto al yo: “[e]n lo que a mí respecta, siempre que penetro más
íntimamente en lo que llamo mí mismo, tropiezo en todo momento con una u otra
percepción particular, sea de calor o frío, de luz o sombra, de amor u odio, de dolor
o placer. Nunca puedo atraparme a mí mismo en ningún caso sin una percepción, y
nunca puedo observar otra cosa que la percepción” (TNH I, IV, 6, 252).
[N]o hay un yo-polo puro idéntico compartido por todas las expe-
riencias y que condicione su unidad. Las experiencias no son estados o
propiedades de nadie, sino eventos mentales que simplemente ocurren
[…]; el yo no es un principio distinto y formal de identidad. No es el
dueño o portador de experiencias, sino simplemente las experiencias en
su totalidad. (Zahavi 32-33)
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2. Yo puro, yo trascendental
Por otra parte, tenemos la reflexión sobre el yo en Ideas relativas a
una fenomenología pura y a una filosofía fenomenológica (1950) [I], que
está determinada por la reducción fenomenológica que inspira toda
la obra. Husserl establece allí el contraste entre lo que nos ofrece la
reflexión natural, que postula que toda cogitatio llevada a cabo toma
la forma de un cogito, y lo que nos deja la reducción trascendental,
según la cual no tropezamos, en el río de múltiples vivencias, con el
yo puro como una vivencia entre otras vivencias. Simplemente, “el yo
parece estar ahí constantemente, incluso necesariamente”, como algo
que pertenece a toda vivencia que se dirige, “a través” de cada cogito
actual, a lo objetivo.
Como el mismo Husserl reconoce, aquí hay una corrección de la
postura tan crítica que tenía del yo en Investigaciones lógicas, porque
ahora sí se considera la importancia del yo como principio de unidad.8
Cuando afirma, por ejemplo, que aunque cada rayo de mirada cambia
con cada cogito, el yo es algo idéntico; cada cogitatio puede cambiar, ser
algo fugaz, pero frente a esto “parece ser el yo puro algo necesario por
principio, y en cuanto es algo absolutamente idéntico en medio de todo
cambio real y posible de las vivencias, no puede pasar en ningún sentido
por un fragmento o factor ingrediente de las vivencias mismas” (I 132).
De este yo se puede afirmar que:
• En cada cogito actual vive su vida en sentido especial.
• Pertenecen a él todas las vivencias de fondo y él a ellas.
• En cuanto pertenecientes a la corriente de las vivencias, tienen que
convertirse en cogitaciones actuales.
8 Corrección hecha ya en las mismas IL. En una nota al pie de página, en el parágrafo 8,
Husserl hace una confesión sobre el tema del yo como centro de referencia: “Después
he aprendido a encontrarlo; he aprendido a no dejarme extraviar en la pura apre-
hensión de lo dado, por el temor a las degeneraciones de la metafísica del yo” (IL V,
485, n.10). Cualquier parecido con la famosa corrección hecha también por Hume en
el Apéndice de su TNH, sobre su radical examen escéptico del tema de la identidad
personal, parece ser ya más que mera coincidencia.
9 En esta limitación no podría estar más de acuerdo Kant, como lo muestra en su críti-
ca a los paralogismos de la razón pura (CRP, A341-405; B399-432). A pesar del énfasis
puesto aquí por Husserl en alertar sobre los riesgos de caer en una doctrina sustan-
cialista del yo, hay quienes insisten en ver, en las teorías que defienden un sentido
fenomenológico del yo, una vuelta al cartesianismo; cf. Ratcliffe.
10 Sobre la importancia de distinguir entre los conceptos de lo múltiple y lo diverso,
véase la nota introductoria de Gonzalo Serrano a la traducción de la “Deducción tras-
cendental de las categorías” (Kant 2003).
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11 Esto mismo lo afirma en el §33, pero allí con referencia al ser propio de la concien-
cia que no resulta afectado por la desconexión fenomenológica; este ser queda como
“residuo fenomenológico”, región del ser sui generis que puede ser el campo de una
nueva ciencia.
12 No queda claro a qué se está refiriendo aquí, si a la posibilidad de una sensación que,
en un momento determinado, no puedo reconocer como mía, o más bien a la idea de
que hay ciertos estados intencionales, como creencias y deseos, que no son manifies-
tamente conscientes todo el tiempo.
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13 En relación con el concepto kantiano, tal vez la crítica más importante a este respecto
es la de Strawson, quien parte del reconocimiento de que en la filosofía kantiana este
concepto lleva a cabo una función epistémica fundamental para el conocimiento ob-
jetivo, pero en la que, no obstante, faltan criterios empíricos de identidad del mismo.
14 Esta es la manera correcta de plantear el problema, según Carr, a diferencia de la
idea, sugerida por varios autores (Hume y Dennett, entre otros), en el sentido de que
la subjetividad trascendental emerge gracias a un movimiento teórico deliberado,
alejado de la manera “natural” de vernos a nosotros mismos.
ese múltiple dado por la intuición. Es por ello que la unidad de con-
ciencia en la síntesis de representaciones se hace necesaria para la
producción de conocimiento:
Por consiguiente, sólo la unidad de la conciencia es la que cons-
tituye la referencia de las representaciones a un objeto y, por tanto, su
validez objetiva, y, en consecuencia, la que hace que ellas se conviertan
en conocimiento y, por tanto, en la que se apoya la misma posibilidad del
entendimiento. […] La unidad sintética de la conciencia es, entonces, con-
dición objetiva de todo conocimiento, no simplemente la que yo necesito
para conocer un objeto, sino a la que debe someterse toda intuición para
convertirse en objeto para mí. (CRP B137-138, énfasis del original)
15 Es un acto de la espontaneidad del sujeto que no puede ser llevado a cabo por mí en
cuanto apariencia, sino en cuanto sujeto trascendental.
16 Kant afirma que el yo pienso es una representación simple y vacía de contenido: “En
efecto, en lo que llamamos alma, todo está en continuo fluir y nada hay permanente,
excepto acaso (si queremos llamarlo así) el yo, que, si constituye una representación
tan simple, es por carecer de contenido y no poseer, consiguientemente, variedad
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ninguna” (CRP A381). Esto es, el yo sólo debe ser entendido como un principio formal
que debe necesariamente poder acompañar a todas mis representaciones, es “la for-
ma de toda representación”.
17 Husserl habla aquí de una constitución trascendental de objetos con referencia a ac-
tividades intersubjetivas que suponen la constitución previa de una intersubjetividad
trascendental. Este es otro tema que, por supuesto, desborda los límites de la episte-
mología kantiana.
18 Cf. Lohmar (95). También Welton: “Toda síntesis activa, sin embargo, se entreteje
con lo que no es producido espontáneamente. El nivel final al cual la síntesis activa
apunta es la síntesis pasiva. Este nivel podría por sí mismo ser el resultado de actos
previos de producción activa que han devenido sedimentados en el horizonte y, como
resultado, forman una ‘sensibilidad secundaria’. O, podría ser un nivel de percepción
corporizada a través del cual las cosas son presentadas sin construcción activa o in-
terpretación, un nivel de ‘sensibilidad originaria’” (2003b 280).
Bibliografía
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Tradition”. The New Husserl. A Critical Reader, Welton, D. (ed.). Bloomington:
Indiana University Press, 2003. 181-198.
19 Y gracias a la síntesis activa se puede hablar, a diferencia de Kant, del yo como sustra-
to: “Por lo demás, en cuanto el yo, en virtud de una propia génesis activa, se constituye
en sustrato idéntico de duraderas propiedades privativas de un yo, se constituye consi-
guientemente en un yo personal ‘estable y duradero’” (MC 112, énfasis del original).
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