Poemas de La Ciudad-Borrador

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Poemas de la ciudad

I
Las luces de la ciudad
las siento como balas
perforan mi piel.
Música alta, gritos de fondo,
alcohol en las mesas
cigarro encendido en tus dedos.
Sueltas la humareda
en cada bocanada
dibujas un camino de nubes.
Te veo tan lejana
me ahogo con la bruma
esa que me está halando a ti.
La duda no me permite respirar.
tus piernas son autopistas
sin límite de velocidad
no puedo pagar el peaje.
Las luces de la ciudad
balas en mi piel
en tu presencia
me tatué oscuridad.

II
El aroma de un mocaccino
recién construido
me lleva
a las calles donde tú transcurres,
barrios a los que solo llego
cuando
soy capaz de penetrar el pasado
cuando
soy capaz de edificar la memoria
cuando
interpreto los acordes
que abrazaste en el andén.
en ocasiones
la ciudad sostenida por alcantarillas
busca secuestrar
el aroma que te mantiene viva.
entonces yo
solo llego a esos barrios
cuando soy capaz
de disparar de herir a muerte
al olvido
por segundos
con mis yemas puedo palpar tu piel
espuria y solo el muro de humo
que dejó la bala nos separa.
a veces el rascacielos eclipsa la luna
los oficinistas oyen golondrinas cantar
pero yonodejodescuchar
el chirrido del tren
tu voz que se apaga

El aroma de un mocaccino
siempre brotaba de tus ojos
en aquel pasado que se incrusta
en mi piel como la hiedra
III
Creemos saber quiénes somos
pero hoy vi un conjunto de espejos
que se reflejan entre sí.

IV
En el café de gatos
otra vez ronroneando
cortando trozos del cheesecake
los recuerdos afloran en el río
descausados descascarados
otra vez las garras arpan
la tela de mi bufanda
se deshila tras los maullidos.
otra vez todos los eternos
ritos que nos conectan
s e r e c i c l a n y
se unen para l u e g o
a c a b a r Comentado [JD1]: Hace falta más fuerza poética, mejor
intención
V

La Alameda está encarcelada por un muro de gas


desde el cerro San Cristóbal ves la cúpula de humo
las calles están regadas por el llanto y la sangre
el lente de mi cámara quedó roto de espanto.
El Santa Lucía
vio por última vez
los ojos
que fueron
a pa ga dos.
A la Alameda la recubre la zozobra
los gritos de los caídos
y unos cuantos cientos de miles de perdigones
disparados sin reparo.

VI
La ventana rota
invita a entrar
los sonidos
de la noche.
El choque mortal de las cigarras
los fuegos artificiales
el grito ahogado
de socorro.
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
XXXIV
XXXV
XXXVI
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XL
XLI
XLII
XLIII
XLIV
XLV
XLVI
XLVII
XLVIII
XLIX
L
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LIV
LV
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LVIII
LIX
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