Modernismo y 98
Modernismo y 98
Modernismo y 98
Con el modernismo y la generación del 98 se abre la literatura del siglo XX. Son dos movimientos
estéticos que responden a la denominada literatura de fin de siglo, y es que el siglo XIX termina con una gran
crisis en muchos aspectos de la vida española.
En cuanto al contexto histórico-social, el término desastre del 98 hace referencia a la pérdida de los
últimos restos del imperio colonial español (Cuba, Puerto Rico y Filipinas) en 1898. España era un país
predominantemente rural, con crisis económica y social, y para hacerle frente nace el movimiento
regeneracionista, capitaneado por Joaquín Costa, que influirá en los escritores noventayochistas. También se
funda la Institución Libre de Enseñanza (vinculada al krausismo), en 1882 por Francisco Giner de los Ríos,
que promulgó la enseñanza como cultivo de la personalidad a través de la observación, el espíritu crítico, la
sensibilidad y los intereses morales. Por otro lado, la crisis de pensamiento, que pone en duda el positivismo
y el racionalismo, favorece la creación de corrientes como el irracionalismo (Schopenhauer y Nietzsche), el
psicoanálisis (Freud), el existencialismo (Heidegger y Sartre) y el marxismo (K. Marx).
Las propuestas literarias de la época abogan por una firme intención renovadora, una reacción frente a
la literatura decimonónica. Así, confluyen dos caminos diferentes dentro del denominador común del
inconformismo y el deseo de cambio: el modernismo (que se inclina por la evasión y el elitismo) y la
generación del 98 (que prefiere la crítica). El apogeo de estos dos movimientos durará hasta la segunda década
del siglo XX.
El modernismo es un movimiento cultural y literario que se introdujo en España de la mano del
nicaragüense Rubén Darío (1867-1916), que lo importó desde Latinoamérica y supuso una renovación total
de la poesía (tiene otra respuesta de compromiso político representada por José Martí). Sus obras marcan su
trayectoria desde una primera poesía de raíz romántica e influida por el parnasianismo (Azul, 1888), pasando
por un modernismo exaltado con un universo preciosista y galante (Prosas profanas, 1896), hasta un
desengaño vital y poético que sustituye su entusiasmo anterior (Cantos de vida y esperanza, 1905).
El modernismo en España deja su impronta en algunos poetas como Antonio Machado, en su primer
libro (Soledades, 1903), o Juan Ramón Jiménez (Arias tristes y Jardines lejanos), pero sobre todo en Manuel
Machado. El modernismo hispanoamericano era más parnasianista, como Rubén Darío; en cambio, el español
más simbolista, como ejemplifica Manuel Machado (Alma), que cultiva una poesía modernista muy personal
(con toques propios del folklore popular). En prosa destacan las Sonatas de Valle-Inclán. El modernismo es,
en definitiva, un movimiento de renovación e innovación formal (musicalidad, uso de alejandrinos, sinestesias,
etc.), cosmopolita y escapista (huidas en tiempo y espacio), cuyo lema sería el de “el arte por el arte”.
Por su parte, la generación del 98 surge como consecuencia de la mencionada crisis. En literatura se
busca la esencia de España y la reflexión sobre el hombre y su destino. Inicialmente surge el “Grupo de los
Tres”, integrado por Azorín, Pío Baroja y Ramiro de Maeztu. Denuncian la situación de España y la necesidad
imperiosa de mejorar. Posteriormente, esta preocupación invade también a otros intelectuales, como Miguel
de Unamuno o Ramon del Valle-Inclán. Pedro Salinas en 1935 recoge una serie de requisitos generacionales
para agrupar a estos escritores: nacimiento en pocos años distantes, relaciones personales entre ellos,
participación en actos colectivos, acontecimiento y lenguaje generacionales, entre otros.
La generación del 98 se centra en el tema de España, que lo abordan desde perspectivas muy diferentes,
como el paisaje de Castilla, y también en preocupaciones existenciales. Su estilo se caracteriza por la
naturalidad, la sencillez, la claridad y la sobriedad. Los autores más sobresalientes publican en 1902 una obra:
Miguel de Unamuno (Amor y pedagogía), Azorín (La voluntad), Pío Baroja (Camino de perfección) y Valle-
Inclán (Sonata de otoño). A ellos se suma el poeta Antonio Machado.
Miguel de Unamuno (1864-1936) fue nombrado rector de la Universidad de Salamanca después de
conseguir su cátedra de griego. Allí pasa gran parte de su vida. Toda la obra de Unamuno gira en torno a su
búsqueda de la verdad interior del ser humano, a la lucha constante (agonía), primero consigo mismo y luego
contra las trivialidades de su tiempo. Destacan sus obras de pensamiento (ensayos), donde reflexiona sobre la
necesidad que tiene un pueblo de conocer su historia. Aquí es importante destacar el término intrahistoria (la
historia de los hombres que mueren sin historia). Mientras que la historia cambia, la intrahistoria es eterna.
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También refleja sus preocupaciones existencialistas en ensayos como Del sentimiento trágico de la vida (su
ansia de inmortalidad). Por otro lado, Unamuno es el representante de la novela intelectual: no refleja la
realidad, sino que reflexiona y muestra poco interés por la acción, las descripciones, etc. En 1914 ve la luz
Niebla, donde describe una técnica personal que denomina “nivola”: presenta al personaje central como
“agonista”, es decir, en lucha por su existencia. Otras novelas relevantes son Abel Sánchez (1917), La tía Tula
(1920) o San Manuel Bueno, mártir (1930). Unamuno también cultiva la poesía (El Cristo de Velázquez) y el
teatro (El otro), géneros que reflejan la misma línea de pensamiento.
José Martínez Ruíz (1873-1967) crea al personaje de Antonio Azorín en su trilogía (iniciada con La
voluntad), obra plagada de elementos autobiográficos. En esta obra viene a decirnos que España comenzará a
recuperarse con un ejercicio de voluntad colectivo. Su estilo se caracteriza por la perfección formal, poco
interés por la acción y descripciones caracterizadas por su lirismo (los ambientes repercuten en la intimidad
de los personajes).
Pío Baroja (1872-1956) es el novelista por excelencia de la generación. De sus obras se desprende una
crítica a la sociedad, a la que achaca una conducta hipócrita, injusta y aburguesada, desde el pesimismo y el
escepticismo. De Schopenhauer aprende que la naturaleza de la vida es el sufrimiento y este sufrimiento
aumenta cuanto mayor es la conciencia intelectual; para aliviar este dolor, opta por la ataraxia. Suele agrupar
sus obras por trilogías; destacan La lucha por la vida (La busca, Mala hierba y Aurora roja) y su obra El
árbol de la ciencia (1911), incluida en la trilogía La raza. En sus novelas quería reflejar la vida en toda su
espontaneidad. Su estilo tiende a la prosa rápida, los diálogos ágiles, la linealidad del relato, etc.
Ramón Mª del Valle Inclán (1866-1936) fue novelista, dramaturgo, poeta, ensayista y una de las figuras
más destacadas y discutidas de su época. Critica con fuerza la sociedad de su tiempo. Destaca sobre todo por
su teatro (esperpento). En prosa sobresalen las cuatro Sonatas (1902-1905) (de estilo modernista), donde
fabula acerca de las memorias del marqués de Bradomín, un don Juan “feo, católico y sentimental”, y Tirano
Banderas, que inicia el subgénero de novela de dictador, que en Hispanoamérica será muy fructífero durante
el siglo XX.
Antonio Machado (1875-1939), nace en Sevilla y después se educa en Madrid en la Institución Libre
de Enseñanza, junto con su hermano Manuel. Ambos viajan a París, donde se empapan de la poesía modernista
influida por el parnasianismo y el simbolismo. La trayectoria de Machado pasa del modernismo de Soledades
(1903), depurada y ampliada en Soledades, galerías y otros poemas (1907) a una evolución donde interioriza
el paisaje como estado de ánimo: Campos de Castilla (1912), que publica después de la muerte de su esposa
Leonor con una profunda tristeza. Su poesía posterior se encamina hacia la expresión de sus reflexiones
filosóficas y los aforismos. En 1924 publica Nuevas canciones. Finalmente, su amor de madurez, Pilar de
Valderrama, inspira sus Canciones a Guiomar. Para Machado, la poesía es “palabra esencial en el tiempo” y
sus temas fundamentales son los universales del sentimiento: el tiempo, la muerte y Dios. Emplea símbolos
para designar las realidades; como la tarde (con tintes melancólicos), o el agua, que representa el paso del
tiempo y la muerte (influencia directa de las Coplas de Jorge Manrique). En prosa destacan Los
complementarios, donde incluye una serie de artículos, Juan de Mairena, para expresar sus preocupaciones
filosóficas. Junto a su hermano publica obras de teatro, como La Lola se va a los puertos.