La Lírica Completa
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La poesía de principios de siglo coincide con lo que se ha llamado “crisis finisecular”, que
en España se materializa por la pérdida de los últimos vestigios coloniales –1898-, el
desgaste del sistema político social de la Restauración y la progresiva importancia del
movimiento obrero; a esto se une el cuestionamiento de todos los valores tradicionales
que se da tanto en la cultura y literatura, como en la filosofía.
En nuestro país, ese ambiente produce una escritura que la crítica ha tendido a separar en
dos trayectorias, a pesar de que éstas se hallan mucho más emparentadas de lo que la
mera terminología evidencia: Modernismo y Generación del 98.
A finales de siglo se produce una actitud de inconformismo y rebeldía ante la realidad que
aúna a los intelectuales. Formalmente, reaccionan contra el Realismo y el Naturalismo,
dentro de la recuperación de los postulados románticos más importantes, y plantean una
renovación de la anquilosada lengua poética de la segunda mitad del siglo XIX.
Ideológicamente, reaccionan contra la sociedad burguesa.
Esta consideración sirve para aunar, bajo la etiqueta de Modernismo, a los autores que,
inscritos o no como noventayochistas, escriben en este momento de acuerdo con unos
criterios más o menos definidos. La bohemia o común actitud de rebeldía ante la sociedad
caracteriza a todos estos autores que, en España, debido a circunstancias particulares,
adoptan una actitud moral o ética más marcada (aunque sin abandonar nunca la
preocupación estética que los unió en un principio).
Debido a la tensión vital que soporta el hombre moderno y a la crisis de valores, el sentido
trágico de la vida cobra una presencia desesperada. El contraste vida-muerte recuerda
constantemente la esencia finita del hombre, y la vida, en su brevedad, marca en cada
instante el proceso nacimiento-muerte. El origen de esta tragedia existencial se encuentra
en el tiempo, que será el tema central de la lírica contemporánea. El hombre necesita
encontrarse consigo mismo, en soledad. La angustia existencial solo es superada gracias a
la evasión en el sueño, que crea una nueva realidad. Vida y sueño llegan a complementarse.
Por último, no podemos olvidar que las circunstancias históricas, sociales y políticas
influyen en los autores para replantear los problemas vitales y juzgar la vida y al hombre
en sus aspectos más negativos, lo que les llevará al desengaño.
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Rocío Ruiz Braña
2º de Bachillerato
LOS TRES TEMAS DE LA LÍRICA
Y se reservó el término de GENERACIÓN DEL 98 para los que adoptaban una actitud de
reflexión y de crítica ante la situación política, social y económica de España; pretendían
con sus obras calar en la conciencia de sus conciudadanos e influir en la realidad social
española. Autores de la generación del 98: Unamuno, Azorín, Pío Baroja, Antonio
Machado…
El mundo sensorial mediante la evocación El tema de España: las tierras de España que
de todo tipo de sensaciones, se recrean recorren y describen (y sobre todo el paisaje
ambientes exquisitos y extraños. Son castellano cuya belleza descubren), y la historia
frecuentes princesas;salones versallescos; de España, sobre todo lo que Unamuno llamó la
jardines maravillosos con sus estanques, sus “intrahistoria.” Ven en Castilla (antimercantil,
cisnes, la mitología grecolatina, germánica y austera y espiritual) el alma de España.
de otros pueblos...
Preocupaciones existenciales: se interrogan
El mundo interior: todo lo concerniente a sobre el sentido de la existencia humana, el
la intimidad,a veces vitalista y sensual, y paso del tiempo, la muerte.
otras marcada por la tristeza , la melancolía
y la nostalgia.
ESTILO
Variedad de recursos fónicos; enriquecimiento del léxico, con preferencia por las palabras
extrañas; adjetivación y metáforas brillantes.
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En su obra poética, se observa una evolución desde el modernismo de los primeros libros
hacia una depuración formal en busca de la palabra sencilla y verdadera.
Los poemas de Machado comunican emociones sugiriéndolas, sin explicarlas. Sus versos
están llenos de símbolos como el del viajero (el poeta) que recorre un camino (la vida),
que sueña (la esperanza) en las tardes (el sentimiento del tiempo que pasa) de primavera
(el tiempo del amor) bajo los árboles y dialoga con las fuentes (la vida del poeta).
1) Etapa modernista “Soledades, galerías y otros poemas”. Está dentro del Modernismo
intimista (expresión de sus emociones). Le interesa apresar -dice- “los universales del
sentimiento”: el amor, el paso del tiempo, la conciencia de la muerte, Dios... Es una poesía
simbolista: la tarde, el camino, el río, un árbol son símbolos de realidades profundas, de
estados de ánimo o de obsesiones íntimas.
SU ESTILO: Lo más característico del estilo de Machado es el simbolismo. Las frases son
breves y de estructura sencilla y la adjetivación, abundante y con gran valor connotativo.
Utilizó estrofas tradicionales como el romance; una de sus composiciones preferidas fue la
silva arromanzada. Más adelante utilizó estrofas populares -soleares y coplas- y también el
soneto.
Características:
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Premio Nobel en 1956, la poesía de Juan Ramón es, en palabras del propio poeta, una
poesía en sucesión, una obra en marcha.. La necesidad de ofrecer una muestra general del
estado de su Obra llevó al poeta a realizar varias antologías de la misma. El propio poeta
establecía en sus últimos años tres etapas en su producción: Época sensitiva, época
intelectual (a partir de 1916) y época suficiente o verdadera (a partir de 1936).
ETAPA SENSITIVA (1898-1915). Esta primera está marcada por la influencia de Bécquer,
el Simbolismo y el Modernismo. En ella, predominan las descripciones del paisaje como
reflejo del alma del poeta, los sentimientos vagos, la melancolía, la música y el color, los
recuerdos y ensueños amorosos. Se trata de una poesía emotiva y sentimental donde se
trasluce la sensibilidad del poeta a través de una estructura formal perfecta. Pertenecen a
esta etapa Rimas (1902), Arias tristes (1903), Jardines lejanos (1904), Elejías (1907), La
Soledad Sonora (1911) Platero y yo (prosa poética, 1914) y Estío (1916), entre otros.
Etapa última o verdadera (1937-1958) todo lo escrito durante su exilio americano. Juan
Ramón continúa replegado en sí mismo en busca de la belleza y la perfección. Su ansia
por la trascendencia lo lleva a identificarse con Dios. Tras un período de relativo silencio,
publica Animal de fondo (1949), Tercera antolojía poética (1957), En el otro costado
(1936-42) y Dios deseado y deseante (1948-49).
Si las Vanguardias fueron producto de “los felices años veinte”, con su literatura
deshumanizada, como juego, la crisis del 29 trajo consigo la vuelta a lo humano, de mano
del último de los “ismos”: el Surrealismo. Este movimiento, iniciado por André Breton
(1896-1966) se define como “un automatismo psíquico puro mediante el cual se nos
propone expresar, sea verbalmente o por escrito, el funcionamiento real del
pensamiento.” En la obra de arte aflorará el subconsciente, el sueño, el pensamiento
alejado de la razón lógica, de forma libre y espontánea, sin ataduras de ningún tipo,
manifestando la pureza de las emociones y de los estados de ánimo; de esta forma, se
presentará el conocimiento de una realidad más elevada, por encima de la realidad
visible. El surrealismo piensa que es posible alumbrar un hombre nuevo, pues la cultura
occidental ha mutilado al hombre con la razón: hay que alumbrar la realidad que subyace
bajo la razón y para ello exalta la imaginación, el deseo, la infancia o el sueño, entró en
España con fuerza influyendo sobre los autores antes mencionados llevándolos a escribir
“Sobre los ángeles” de Rafael Alberti y “Poeta en Nueva York” de Lorca.
Por otra parte, hay que reseñar la importancia que desempeñó para el vanguardismo
español la obra teórica de Ortega y Gasset, con libros como “La rebelión de las masas”
y revistas como Revista de Occidente con su defensa del “arte puro”.
- GENERACIÓN DEL 27
Esta generación está constituida por un grueso grupo de poetas que tienen en común la
admiración por Góngora y la creación de una poesía que mezcla lo intelectual con lo
sentimental, consiguiendo un perfecto equilibrio. Estos autores consiguen enfrentar la
pureza estética con la autenticidad humana, lo minoritario con lo mayoritario, lo universal
con lo español, etc., todo ello asentado sobre una gran renovación métrica caracterizada
por la importancia que se le da al ritmo y a los recursos métricos tradicionales. Entre los
integrantes del grupo se encuentran Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego,
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Dámaso Alonso, García Lorca, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Luis Cernuda,
Emilio Prados y Manuel Altolaguirre.
1. Hasta l927. Tanteos iniciales con notoria presencia de tonos becquerianos, rechazo
del Modernismo e influjos vanguardistas. Juan Ramón les conduce hacia una poesía pura
(metáfora), que origina un arte deshumanizado contrarrestado con una poesía popular
(Marinero en tierra, de Alberti o Libro de poemas, de Lorca).
2. Desde 1927 hasta la Guerra Civil. En 1927 se marca la cima y el descenso de los
ideales estéticos. Se puede hablar de una comunicación más íntima y cordial con el mundo
y con el lector, como es el caso del “Romancero gitano” de Lorca. Con la aparición del
Surrealismo, pasan a primer término los eternos sentimientos del hombre (amor, ansia de
plenitud, problemas existenciales). Es una época de poesía humana y apasionada. Se
introducen acentos sociales y políticos. Destacan libros como “Sobre los ángeles”
(Alberti), Poeta en Nueva York (Lorca) y Los placeres prohibidos y Donde habite el
olvido (Cernuda)
Nacido en Orihuela en 1910, participó como soldado junto al ejército republicano durante
la guerra civil. Al acabar la contienda fue encarcelado en diversas ciudades españolas y
condenado a muerte; aunque la sentencia fue conmutada por treinta años de reclusión su
vida se vería truncada definitivamente en 1942, en la cárcel de Alicante, a consecuencia de
la tuberculosis
1) Etapa caracterizada por una poesía de tono barroco, que se refleja en “Perito en lunas”
(1934). son cuarenta octavas reales de influencia gongorina y vanguardista. Sobresalen las
metáforas y los símbolos como medios poéticos para transmutar y enriquecer la realidad
(la luna, el toro, la noria, el labrador...).
2) En 1936 publica “El rayo que no cesa”. El centro vital de la obra es la pasión amorosa
hacia la que sería su mujer, Josefina Manresa, pero una pasión impedida por los
convencionalismos de una moral provinciana: el amor es un "rayo" que se clava en el
corazón con trágicos presagios de muerte. En cuanto al estilo, Miguel Hernández ha
abandonado el barroquismo de su obra anterior y presenta una poesía más desarraigada,
instalada en la corriente abierta por su amigo Pablo Neruda de la "Poesía impura" y en la
concepción del amor como fuerza telúrica, propia de Aleixandre. La obra se compone sobre
todo de sonetos, aunque en ella se incluye en tercetos encadenados su célebre "Elegía a
Ramón Sijé", muerto en 1935, un canto sincero y emocionado al amigo.
3) Durante la guerra, Miguel Hernández emplea su POESÍA PARA LUCHAR por la causa
republicana y escribe "Viento del pueblo", obra con la que se suma al romancero de la
guerra civil. Como el viento, la voz del poeta alienta a los soldados en las trincheras, arenga
a la lucha, mantiene viva la esperanza. Son poemas que lloran la muerte de Lorca, de los
hombres en el frente de batalla, que cantan al niño yuntero, al sudor de los campesinos, a la
compañera, esposa y amante lejana... En esta tercera etapa también escribe Miguel
Hernández “El hombre acecha”, la palabra es todavía símbolo de resistencia, pero la muerte
del primer hijo y la derrota de la guerra sumen al poeta en la desolación.
Para concluir, debemos señalar que en julio de 1936, al estallar la guerra, la mayor parte
de los escritores sentirán que su público ha cambiado: serán los soldados, las víctimas; el
poeta es el guía, el consuelo. Autores como Antonio Machado, Miguel Hernández o Alberti,
con las revistas El mono Azul y Hora de España, se dedicarán a esta labor, apoyando la
causa legítima de los republicanos.
de los escritores se exiliaron de nuestro país: Moreno Villas, Juan Ramón Jiménez, León
Felipe, Cernuda, Alberti, etc. Continuarán su labor fuera de nuestras fronteras, denunciando
el régimen de Franco; sus temas serán la patria perdida, la nostalgia y el recuerdo,
comunicados a través de una gran variedad de estilo.
Para otros, como Lorca o Miguel Hernández, la guerra supuso más que el fin de su actividad
literaria: fue el trágico e injusto final de sus vidas.
Para otros, como Lorca, A. Machado o Miguel Hernández, la guerra supuso más que el fin de su
actividad literaria: fue el trágico e injusto final de sus vidas.
b) AÑOS 40
Después de la Guerra Civil, el panorama poético se divide básicamente en dos variantes claramente
delimitadas:
Poesía arraigada.
Poetas como Luis Rosales, Leopoldo Panero y Luis Felipe Vivanco, denominados “juventud
creadora” o Garcilasistas, que publican en la revista “Garcilaso” y “Escorial”. Su pensamiento se
caracteriza por el optimismo, la búsqueda de la perfección y la creencia en un mundo ordenado. Los
temas tratados son variados, en la línea clasicista: religioso, amor, paisaje... En su estilo se observa
un excesivo interés por la forma, con la adopción de formas clásicas (soneto) y tono sereno y
seguro.
Contra esta visión esteticista y de evasión , reaccionan una serie de escritores que reclaman una
poesía con mayor contenido humano y existencial, que refleje la desgarradora realidad española
de la época (“poesía desarraigada” la llamó Dámaso Alonso). Se trata de una poesía de corte
existencialista, que busca compartir con el lector problemas comunes. TEMAS: la angustia
histórica (causada por la guerra) y la angustia existencial (la ausencia de Dios, la soledad, la
muerte...).1944 será una fecha clave por la publicación de dos obras: Hijos de la ira, de D. Alonso, y
Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre. Se apostará por otro tipo de poesía, orientada hacia la
liberación del verso, que ha de ser “desnudo y luminoso”, de la traba formalista. Presentan, por lo
tanto, un estilo menos preocupado por la estética, directo, sencillo. El tono será trágico y patético,
tremendista, invadido por el sufrimiento. Todo ello motivado por un pensamiento basado en el
pesimismo, la angustia, que ve el mundo como caos e intenta buscar un orden; estos serán los temas
recurrentes de los primeros libros de BLAS DE OTERO Y GABRIEL CELAYA.
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VANGUARDISMO. Además de los dos polos señalados (poesía arraigada y poesía desarraigada),
hay escritores que intentan enlazar con la generación del 27 (el grupo en torno a la revista “Cántico”
de Córdoba) y con el surrealismo: el “Postismo” –abreviatura de postsurrealismo- de Carlos
Edmundo de Ory. En la poesía surrealista el deseo se constituye en el motor del mundo. Los
principales recursos estilísticos son metáforas encadenadas que tienen su base en el sueño, la
alucinación y el subconsciente.
Hacia 1955 se consolida —en todos los géneros— el llamado «realismo social». De esa fecha eran
dos libros de poemas que marcan un hito: Pido la paz y la palabra de BLAS DE OTERO y Cantos
Íberos de GABRIEL CELAYA. En ellos, ambos poetas superan su anterior etapa de angustia
existencial, para situar los problemas humanos en un marco social. Su estela será seguida por
muchos de los que antes se inscribían en la «poesía desarraigada»:
En cuanto a la temática, hay que destacar la gran proporción que alcanza el tema de España, más
obsesivo aún que en los «noventayochistas» y con un enfoque distinto (más político). Dentro de la
preocupación general por España y del propósito de un «realismo crítico», se sitúan temas
concretos que resultan paralelos a los que vimos en la novela y en el teatro de la misma tendencia:
la injusticia social, la alienación, el mundo del trabajo, el anhelo de libertad y de un mundo mejor..
No hará falta insistir sobre ello. Estilísticamente se trata de una poesía que emplea un lenguaje
claro de tono coloquial, pues va dirigida «a la mayoría».
Las tres figuras relevantes de este periodo son: José Hierro, Gabriel Celaya y Blas de Otero.
d) AÑOS 60
A finales de la década de los 50, desengañados por llegar a “esa inmensa mayoría”, muchos
poetas, entre ellos los llamados “niños de la guerra”, irán abandonando la “poesía social” y se
interesarán por el hombre, alejados de cualquier compromiso político; recuperan los temas
existenciales, sin patetismo; manifiestan su inconformismo frente al mundo, sin aspirar a
cambiarlo, puesto que su escepticismo no les permite el compromiso social; es la que se conoce
como “poesía de la experiencia”
Se puede establecer un temática común a todos ellos: la reflexión sobre el paso del tiempo (el
tiempo pasa y destruye; sólo la infancia y la adolescencia se verán como un paraíso perdido); el
amor como cauce del erotismo y la amistad; la reflexión sobre la creación poética. En algunos
poemas tratan asuntos de tema social y político, pero tratados con ironía, un cierto distanciamiento
autocrítico y una mayor perfección estilística.
En el estilo es muy visible que el lenguaje conversacional, «hablado», es compatible con una
exigente labor de depuración y de concentración de la palabra. Cada poeta se propone la búsqueda
de un lenguaje personal, nuevo, más sólido. Sin embargo, no les tientan las experiencias
vanguardistas. Frecuentemente recurren al empleo de la ironía
Destacan Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, del llamado “Grupo de Barcelona”, Ángel González
y José Ángel Valente.
Los Novísimos
A finales de los 60, empieza la labor literaria de algunos autores que, posteriormente, en 1970,
formarán el Grupo poético llamado “los Novísimos”, caracterizado por la preocupación por la forma
y el lenguaje; ruptura con la cultura tradicional e inspiración en el mundo del cine, el deporte,
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televisión, cómic, canciones, incorporación de referencias muy cultas a obras y autores extranjeros
(Se les llama los culturalistas; y también “los venecianos” por su gusto por ciudades como
Venecia).
El nombre procede de una antología publicada en 1970 por el crítico José María Castellet con el
título “nueve novísimos poetas españoles” que incluía a: Pere Gimferrer (la principal figura),
Guillermo Carnero, Félix de Azúa, Antonio Martínez Sarrión, Manuel Vázquez Montalbán,
Leopoldo Mª Panero, Ana María Moix, Vicente Molina Foix y José Mª Álvarez. Al culturalismo
se incorporan nuevos nombres como Luis Alberto Cuenca y Luis Antonio Villena.
José María Castellet publica en 1970 la antología Nueve novísimos poetas españoles. De ahí
procede el nombre. Hoy se incluyen otros autores. Los más significativos son Manuel Vázquez
Montalbán, Félix de Azúa, Pedro Gimferrer, Guillermo Carnero, Ana María Moix o Vicente
Molina Foix. Estos autores aportan una nueva sensibilidad; su educación incluye elementos
nuevos: cine, tebeos, nuevas músicas (jazz, pop). Son frecuentes sus viajes al extranjero. Admiran a
Aleixandre, Cernuda; redescubren al grupo Cántico y al Postismo. Rechazan la poesía social. Su
formación intelectual es muy amplia. Esto marca algunos de sus poemas (se ha hablado de
"culturalismo"). Preside esta poesía un íntimo malestar vital. Otras veces, la poesía se vuelve
frívola; otras, sarcástica. Lo importante, desde el punto de vista poético, es el estilo: "poetizar es
ante todo un problema de estilo", nos dirá Carnero.
El denominador común de todos ellos será su talante provocador muy en la línea de los
movimientos vanguardistas de entreguerras. Poseen un bagaje cultural amplio, con influencia de
autores extranjeros (sin olvidar la herencia hispana de los renovadores, como Cernuda, Aleixandre,
César Vallejo y Octavio Paz). Comienzan a publicar a finales de los 60 y protagonizan un acusado
cambio de mentalidad respecto a promociones anteriores: la autonomía del arte y el valor
autónomo de la poesía, la visión simbólica del poema, la artificiosidad, el rechazo de la tradición
española inmediata, la influencia de los “mass media”, la incorporación de nuevos mitos surgidos
del mundo del cine, el cómic o la canción. En sus temas, mezclan lo personal y lo público, los tonos
graves y frívolos, y se observa cierto escapismo; tanto en lo personal como en lo político, muestran
inconformismo, con actitudes críticas, basadas en la provocación y la ironía contra la sociedad
alienada. Con su estilo, persiguen metas estéticas; el principal objetivo es renovar el lenguaje
poético. No es el tema lo que hace literaria una obra, sino el estilo. Para renovar el lenguaje poético
vuelven sus ojos al surrealismo. Crean una poesía con frecuencia hermética, de gran dificultad de
lectura.
- Esteticismo (en lo que enlazan con el grupo Cántico y los del 27), revalorizando lo lujoso,
decadente, al mismo tiempo que lo lúdico. Este esteticismo se relaciona con el culturalismo y el
exotismo de que hacen gala.
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- La presencia de los mass media como referente cultural y fuente de mitos populares en los
que inspirarse o a los que tergiversar. El cine enseña también una forma de mirar la realidad y de
componer los poemas.
- Presencia del surrealismo; recuperación de los valores irracionales del lenguaje. Gusto por la
sorpresa y lo inusitado.
1) Autores que comienzan a escribir en los inicios de la década de los 60. Muy influidos por la
cultura pop. (Vázquez Montalbán, A la sombra de las muchachas sin flor, 1971, sería un buen
exponente de esta línea)
2) Una segunda Generación que se da a conocer en los años finales de la década o ya en los 70,
influidos por el decadentismo de Kavafis. Son más esteticistas. Citemos a Guillermo Carnero
(Dibujo de la muerte, 1967; su esteticismo se puede resumir en uno de sus versos: "raso amarillo a
cambio de mi vida") o a Antonio Colinas (Sepulcro en Tarquinia).
Aunque en la mayoría de los casos parece que en la lírica española se ha dado por concluida toda
experimentación vanguardista, perdura, bajo el magisterio de José Ángel Valente, la denominada
poesía del silencio, en la que coinciden el conceptualismo intelectual y la densidad expresiva en
textos breves y concentrado de formato minimalista. Se trata de una poesía reflexiva de regusto
filosófico, próximo a lo metafísico.
Al igual que ocurría con la novela, la perspectiva histórica no permite trazar líneas generales en la
poesía de las últimas generaciones, Si podemos señalar diversas tendencias:
· Culturalismo: influencia del mundo clásico grecolatino. El poeta manifiesta un vasto dominio
cultural.
· Neobarroquismo.
Con todo, sobresale en nuestros días la POESÍA DE LA EXPERIENCIA que realizan Andrés
Trapiello, Justo Navarro, Luisa Castro, o FELIPE BENÍTEZ REYES. Es una de las líneas más
cultivadas, la que más premios poéticos acapara. Se basa esta poesía en los recuerdos de la infancia
o adolescencia, con unos temas y un lenguaje siempre apegados a la realidad. Frente al pop de los
novísimos, que consideran demasiado trivial, vuelven sus ojos a la infancia, a los orígenes;
realizarán una poesía que ha sido definida como lárica (del latín LARES). Son poetas que cuidan el
lenguaje, sin que ello se convierta en una obsesión. Rechazan la concepción del poeta como ser
sublime, el mito de la originalidad, la grandilocuencia, el experimentalismo y la metapoesía, para
recuperar el “oficio sobrio” y la humildad verbal que generan poemas que se entiendan, sin
demérito artístico alguno, con la expresión mesurada y el coloquialismo, y proclamando la validez
lírica del humor. Los poetas de esta última década han elegido la sobriedad expresiva, el
narrativismo y el tono coloquial para sus composiciones. Enlazan con la poesía de los 50, bajo el
magisterio de Jaime Gil de Biedma, entendida como reflexión moral acerca de la propia
individualidad, como análisis objetivo de las propias motivaciones, sentimientos y vivencias del
poeta o de un personaje identificable con él; este intimismo no se expresa ahora como un
ahondamiento trascendente en el ser, sino que más bien los poetas pretenden expresar
experiencias personales que pueden ser comunes a sus lectores.
De estos últimos poetas, destacamos a Felipe Benítez Reyes. Nacido en Rota (Cádiz), en 1960;
ganador de importantes premios poéticos (Luis Cernuda, Ojo Crítico, Fundación Loewe, Nacional de
la Crítica en 1994; Nacional de Poesía en 1996). Sus obras más conocidas como poeta son Los vanos
mundos, La mala compañía, Sombras particulares y las dos últimas, Vidas improbables (1994) y
Equipaje abierto (1996). En la primera de ellas, el autor crea una serie de apócrifos que manifiestan
diversos tipos de poesías (tradicional, culta, vanguardista, de la experiencia...), mostrando un hábil
dominio de los diversos registros, con frecuencia con un alto grado de ironía. Equipaje abierto nos
presenta las reflexiones del autor tras regresar de su viaje por la vida. Los poemas suponen un
"pequeño catálogo de ruinas".
También dentro de esta tendencia los poetas granadinos que suelen agruparse con el título de una
antología común: “La otra sentimentalidad” (1983); Álvaro Salvador, Miguel D’Ors y LUIS GARCÍA
MONTERO (Diario cómplice, 1987).
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