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Y Si Vivimos Todos Juntos

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¿Y SI VIVIMOS TODOS JUNTOS?

 Envejecer no es un problema, es una


fortuna. El problema es no llegar a viejos. Pero, ¿qué se nos enseña en la Europa capitalista
del siglo XXI?

a) que los ancianos y los parados son lacras sociales, suponen un gasto para los
presupuestos del estado y no aportan ningún beneficio. Sin embargo los partidos políticos no
se cansan de prometer bienestar social en sus campañas para asegurarse el voto de este
numeroso grupo.

b) Que es vergonzoso ser viejo, parecerlo y no hacer nada por disimularlo. Este mundo es de
los jóvenes y bell@s. Los ancian@s que no tienen con qué pagarse el gimnasio y los
tratamientos estéticos son arrojad@s fuera del sistema, despreciad@s sin más. La frase
del Dr. Drauzio Varella es, a pesar de la crisis, una realidad: 'En el mundo actual se está
invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para
mujeres que en la cura del Alzheimer.  De aquí en algunos años tendremos viejas de tetas
grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para que sirven'.

c) Que los ancianos no se adaptan a la nuevas tecnologías, tendencias, modas, etc,  y por
tanto no pueden pretender integrarse con los jóvenes, ni siquiera con sus hijos y nietos porque
no entienden que el mundo ha cambiado..

d) que sus dolencias y minusvalías les impiden disfrutar de la vida en su casa, realizar las
tareas habituales del hogar y les incapacita para vivir solos, es necesario recluirlos en
“mataderos” llamados residencias. Ya no son productivos.

Ante estas afirmaciones hay ancianos obedientes, la mayoría, pero también los hay rebeldes.
Estos últimos tienen futuro, ¡rebelémonos!, olvidemos lo que se nos ha enseñado,
tomemos decisiones importantes para nuestra vida mientras tengamos la suerte de
disfrutarla, aunque padezcamos dolores o minusvalías, tenemos derecho a vivir como
queremos, proclamemos la libertad.
La película “¿Y SI VIVIMOS TODOS JUNTOS?, del francés Stephane Robelin, ofrece una
visión innovadora, libertaria, para vivir la vejez de otra manera. Relata las andanzas de cinco
ancianos que no quieren ir a una residencia y se las ingenian para vivir juntos en una casa. Al
grupo se une un estudiante que prepara su tesis sobre la vejez. Ofrece una mirada cómica de
los dolores, la pérdida de autonomía y la precariedad emocional que azotan a la vieja guardia.
Demuestra que es posible envejecer dignamente, trata con alegría y buen humor asuntos
como el azote del alzheimer y el abandono que los padres sufren de sus hijos al alcanzar
cierta edad, sin olvidar importantes referencias a la necesidad de negociar con los hijos y los
nietos, entender a la juventud actual y ofrecerles la ocasión de disfrutar todos juntos con algo
que les resulte verdaderamente atrayente, es una cuestión de reflexionar hasta encontrar
intereses comunes, no de censurar los hábitos de vida joven.

LOS HIJOS: ¿interesados, desconocidos, influenciados?

¿Cómo se nos ha educado desde mediados del siglo pasado? Se nos ha inculcado
que "teníamos que" estudiar una carrera, trabajar en una empresa de prestigio, acumular
éxito económico, tener un buen coche y ser independiente (léase individualista). Estos son los
hijos actuales, hombres o mujeres de 40 o más años, ocupados en trabajos interesantes y
prestigiosos, que no tienen tiempo para ocuparse de sus padres ni cobran –en muchos casos-
salarios acordes a su puesto, se convierten en esclavos de sí mismos, de sus empresas y
obedecen sus creencias erróneas. No es tarde para abandonar los "tienes que" y "debes
de", pero es preciso ayudarles a encontrar la felicidad. Curiosamente, nunca se nos ha
enseñado que lo importante es eso, que seamos felices. 

¿Qué hacen? Unos, recluyen a sus padres en tristes residencias, venden el piso familiar para
pagar las mensualidades de estos tristes mataderos -o al menos con esta excusa-, donde les
visitan una vez a la semana en el mejor de los casos. Emplean los mismos argumentos que
los comerciales de dichas residencias pero no evalúan el tratamiento que reciben sus
progenitores, no tienen tiempo en la visita. Los ancianos disimulan porque no quieren
angustiar a sus hijos, ni ser una carga para ellos, adoptan un comportamiento para “confesar”
a su manera, que prefieren morirse antes que molestar a la criatura a la que le han dado nada
menos que la vida. En este escenario, los nietos son grandes desconocidos, personitas
privadas de la complicidad emotiva y amorosa "abuel@-niet@".

Otros, en cambio, optan por la queja continua y el mal humor molesto, expresan la necesidad
de cuidados y visitas, reprochan sin escrúpulos todo lo que han hecho por los hij@s para
recibir ahora semejante trato. Acaban por perder la relación, excepto si han acumulado una
gran fortuna, en cuyo caso los hijos obedecen y soportan esperando ansiosos el preciado
tesoro familiar, también quejándose pero sometiéndose sin remedio.
LA GRAN DECISIÓN
Llevar una vida comunitaria y libertaria a determinadas edades es recuperar la salud y
la autoestima, resolver los costes diarios y las dificultades físicas de la edad de una
manera natural, sin sentirse culpables, más económica (los costes de compra y contratación
se reducen para cada individuo cuando se hace en grupo), es proporcionarse nuevas
ilusiones, es entender con la ayuda de otr@s cómo conquistar el amor de nietos e hijos sin dar
pena ni causar agobio, entenderl@s, negociar con los jóvenes, es vivir plenamente. Para eso
es menester que aprendamos a aceptarnos y querernos tal como somos, olvidar el
individualismo y desaprender todo lo que se nos ha enseñado sobre la propiedad privada,
aspecto central del capitalismo.    
  

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