Ensayo Finanzas Publicas-Wendy

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Economía Solidaria en Nicaragua

Wendy T. Cruz

FACULTAD REGIONAL MULTIDISCIPLINARIA DE CARAZO. UNAN-MANAGUA

Finanzas Públicas

MSc. Luis A. Cerda

30 de Septiembre de 2021

Jinotepe-Carazo
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Resumen.

Este ensayo, explicaremos un poco sobre la economía solidaria que se va reafirmando

cada día más, como la mejor opción para una vida digna y equitativa, para lograr el desarrollo

que necesita nuestro país, ya que estamos en la búsqueda de un mejor futuro paras las familias

nicaragüenses.

Introducción.

La economía solidaria es entendida como una visión y una práctica que reivindica la

economía en sus diferentes aspectos, como medio de servir para el desarrollo del país.

La economía solidaria se ha venido constituyendo en alternativa económica para muchos

países como respuesta a las consecuencias surgidas en el proceso de globalización que ha

conducido a mayor desempleo, aumento de la pobreza. Esta alternativa se revitaliza entre

sectores sociales que enfocan el proceso de producción, privilegiando el trabajo y la comunidad

por encima del factor principal.

A través del análisis del trabajo que ha hecho el gobierno de Nicaragua en mejorar la

calidad de vida, en crear proyectos para generar empleo, trabajo digno. Sensibilizando a las

personas, entidades y grupos sociales sobre la importancia e incidencia de la economía solidaria

también promoviendo el debate sobre las diferentes alternativas que plantea la economía

solidaria en el contexto económico y social actual acercando las diferentes iniciativas y

emprendimientos de economía solidaria.

La importancia de este ensayo es conocer la transformación económica que se llevan

adelante en Nicaragua para promover el desarrollo económico, social y sustentable del país.
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Desarrollo.

Economía solidaria es una economía alternativa con un enfoque humano y

aprovechamiento de los recursos locales Economía Solidaria, proceso que busca el

aprovechamiento de los recursos locales para impulsar el desarrollo desde lo local, en

asociatividad. Son relaciones de producción, distribución y consumo, desde lógicas diferentes a

la racionalidad utilitaria e instrumentalista de la economía convencional. Es la parte de asociarse

como una empresa, es crear una economía social para una sostenibilidad de un grupo de

personas.

Los principios rectores de la Economía Solidaria develan la íntima relación con el trabajo

y la comunidad. Este enfoque pone a las personas y su trabajo en el centro del sistema

económico, con predominio sobre los medios de producción, siempre al servicio del bienestar

de todas las personas. Propone, además, iniciativas en los diferentes ámbitos del ciclo

económico, como son: la financiación, producción, comercialización y el consumo.

La economía solidaria se revitaliza como alternativa para enfrentar la crisis del

capitalismo global que ha provocado inmensas desigualdades en la sociedad, con grandes

sumas de capital y excedentes acumulados en unos pocos que detentan el poder, al punto que

los estados han sido subyugados por ellos, viéndose abocados a cumplir con sus exigencias,

permitiendo que se entrometan en su territorio y en sus decisiones, siempre en detrimento de la

calidad de vida de sus habitantes, sumidos cada vez más en la pobreza, el desempleo, o

empleos mal remunerados, la exclusión social y el deterioro del medio ambiente.

La Economía Social tiene sus raíces históricas en el cooperativismo del Siglo XIX en

Inglaterra y se caracteriza por abarcar formas pequeñas y colectivas de propiedad que junto con

otras organizaciones sin fines de lucro (como las Fundaciones) constituyeron una alternativa al

sector empresarial capitalista estatal. Su rasgo principal es asociarse para el bienestar y no para

la ganancia, como ocurre en el sistema capitalista. La Economía Social, al igual que el


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cooperativismo, gira alrededor de algunos principios comunes como la democracia entre sus

socios, el respeto a los derechos de los trabajadores, la responsabilidad social con el medio

ambiente y la comunidad, así como la equidad de género. Busca el empoderamiento de los

actores involucrados para que sean responsables de su propio desarrollo y promueve valores de

solidaridad y autoayuda.

En algunos países del Tercer Mundo el modelo cooperativo no funcionó y la Economía

Social resurge en la década de los años setenta como parte de un conjunto de estrategias de

sobrevivencia para cubrir necesidades básicas y como alivio a la pobreza. Por ello, no ha sido

reconocida como agente transformador o impulsor de políticas de desarrollo, como ocurrió en

Europa. Este documento hace un recuento del origen y evolución de la Economía Social en el

país. Muestra el desarrollo de las principales organizaciones que existen actualmente en

Nicaragua y de sus formas de asociatividad, tales como la pequeña producción individual y

asociativa, y múltiples iniciativas, urbanas y rurales, que combinan fines industriales,

comerciales, de servicios, de ahorro y crédito. Muchas de ellas promueven valores como la

solidaridad, la reciprocidad, el empoderamiento, una distribución del ingreso más equitativa

entre los actores y la responsabilidad social con la comunidad y el medioambiente.

La Economía Social en Nicaragua tiene su origen en Sandino quien funda las primeras

cooperativas en la década de los años treinta, se conforma como sector en el contexto de la

Revolución Sandinista de los años ochenta, especialmente por el impulso general que da a las

organizaciones de masas, al sector cooperativo y al sindicalismo, y por su impulso con políticas

de empleo y fomento al sector. Sin embargo, es necesario reconocer, que este desarrollo en los

años ochenta fue parte de un proyecto político-ideológico de apoyo y defensa de la Revolución,

lo que les impidió imbuirse de una visión empresarial, de autosuficiencia económica y de

identidad propia. Las organizaciones de la sociedad civil que acompañaron a este movimiento

no se desarrollaron de forma independiente y en general fueron absorbidas por el Estado.


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La Economía Social se ha venido conformando en Nicaragua con la economía popular del

cuentapropismo urbano y rural en sus formas individuales y asociativas, basándose en la fuerza

de trabajo más que en el capital. Las necesidades de sus miembros tienen prioridad y los bienes

y servicios que producen o venden se orientan a satisfacer necesidades básicas de la población

o comunidad. Nacen para enfrentar necesidades concretas como el trabajo, la alimentación, la

salud, la educación, mediante esfuerzo y recursos propios. Esta nueva economía nace en el país

por las políticas públicas generadoras de exclusión, pobreza, desempleo y degradación del

medio ambiente.

Son organizaciones de naturaleza participativa, democrática, de autogestión y autónoma

al Estado y al sistema capitalista, tienden a coordinar actividades con otros grupos para la

búsqueda de acciones comunes.

En Nicaragua, Orlando Núñez desarrolló el concepto de La Economía Popular Asociativa y

Autogestionaria en varios de sus libros. Argumenta que este Sector se nutre de la exclusión de

millones de trabajadores y pequeños propietarios que no pudieron acceder a un empleo estable

o a condiciones básicas de subsistencia y cuyos ingresos no son suficientes para satisfacer sus

necesidades familiares y sociales.

Esta Economía coincide con la expansión del sector informal urbano, la migración

campo-ciudad y la masificación del subempleo. La constituyen grupos heterogéneos que están

dispuestos a explotar sus propios recursos: campesinos y finqueros, parceleros, pequeños

propietarios, trabajadores por cuenta propia urbanos, mujeres, jóvenes, obreros y trabajadores

rurales, artesanos, indígenas, desempleados. Estos actores realizan todo tipo de esfuerzo tanto

individuales como colectivos, creando sus propias fuentes de trabajo combinando su

producción doméstica con sus actividades de pequeña escala. A pesar de su precaria situación,

como lo señala Núñez, esta nueva economía contribuye de forma determinante al Producto

Interno Bruto (PIB), a la generación de empleo y a mejorar la calidad de vida de sus asociados y

comunidades.
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Dos programas emblemáticos de inversión directa en el sector de la economía popular

han marcado una diferencia extraordinaria, durante dos bloques de tiempo. De 2006 a 2014,

entre las políticas gubernamentales que tuvieron un impacto más directo en las economías

populares estuvieron el Bono Productivo o Hambre Cero, Usura Cero y los microcréditos. A

finales de 2015, casi 150.000 mujeres habían recibido alguna variante del paquete de aves de

corral e insumos. Los microcréditos de Usura Cero financian los pequeños negocios de las

mujeres, como la venta de ropa (23,6%), productos frescos y caseros como tortillas, frutas,

verduras y carne (19,36%), tiendas de comestibles (14,4%), venta de cosméticos (9,8%) y

alimentos (9,55%), potenciando e influyendo en la autonomía económica de las mujeres

(Chamorro y Utting, 2015).

Entre 2014 y 2019, el Programa Usura Cero, bajo la gestión del Instituto Nacional

Tecnológico, fortaleció su articulación con los programas de capacitación formal que ofrece la

institución, y se vinculó a proyectos interinstitucionales que incluyen la capitalización de

emprendedores en el campo y la ciudad. Por otra parte, para combatir el hambre, se han

invertido más de 130 millones de dólares en las explotaciones agrícolas: semillas, bioinsumos,

aplicación de tecnologías y prácticas sostenibles, agroecología, riego y captación de agua. No

con una visión asistencialista, sino centrada en el empoderamiento real de las familias y su

inserción en una política nacional de soberanía alimentaria. Además, se ejecutaron más de 80

proyectos de diversificación de la producción de semillas de frijol, arroz seco, bambú, bananas,

frutas y hortalizas, artesanías, mejoramiento genético de cerdos y ovejas, piscicultura, cultivo

de camarones y adición de valor a la madera. Al mismo tiempo, se concedieron títulos a cientos

de miles de pequeños propietarios en el campo y a propietarios de viviendas en la ciudad.

En el mismo período, se han construido o mejorado 180 mercados populares; en todos

los barrios y pueblos se encuentran parques nuevos o drásticamente mejorados donde se

venden alimentos, ropa, artesanías y otros en ferias. Por ejemplo, las ferias de la plaza 22 de

mayo (frente al palacio nacional), el mercado de agricultores junto al MEFCCA y las ferias

municipales semanales. En los últimos 5 años se ha realizado al menos una feria campesina por
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municipio y por semana y el país cuenta con 153 municipios, lo que significa que se han

realizado al menos 7.754 ferias anuales, con un total de 38.770 ferias hasta el año 2019. Las

ferias municipales generan ingresos que oscilan entre 5.000 y 300.000 córdobas por día.

Otro programa emblemático es el Programa Nacional de Educación Técnica en el Campo,

dirigido por el INATEC y las instituciones del Sistema Nacional de Producción, Consumo y

Comercio, que en este período ha capacitado a más de 98 mil agricultores jóvenes y adultos

(Centeno, 2020) en tecnologías agrícolas y agricultura sostenible, y también en otros aspectos

que hacen atractiva la vida en el campo: panadería, belleza, costura, reparación de motocicletas,

etc.

También el avance hacia la cobertura eléctrica casi total y la conexión de las carreteras

internas en las zonas rurales ha mejorado y facilitado la vida de los campesinos que pueden

transportar su cosecha por carreteras de buena calidad, nuevas rutas más cortas entre las

principales ciudades y sus municipios. En 2019 se completó la conexión entre el Pacífico y el

Atlántico, superando más de 500 años de aislamiento, y recientemente se inauguró la ruta

interna de la zona arrocera conocida como Malacatoya, que conecta los departamentos del

Pacífico con la zona centro-sur del país. Es decir, acercando Managua, Carazo, Rivas, Granada,

Boaco y Chontales, reduciendo en más de un 60% el tiempo de traslado del Pacífico a la zona

central, disminuyendo enormemente los costos de producción asociados al traslado de

personas y productos; y de gran parte del arroz que se consume en el país, así como de la

producción de leche, hortalizas y granos básicos de la zona.

Todas estas políticas crearon condiciones para la consolidación de la economía popular

como generadora del 65% del empleo y la riqueza nacional, y tuvieron un impacto positivo en el

sistema agroalimentario local, constituido por la producción campesina en pequeña escala y sus

redes de comercialización familiar, en cooperativas y microempresas. Así, en menos de 12 años,

la producción local de alimentos creció en un 76%, reduciendo en gran medida las


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importaciones de alimentos. Actualmente, la producción campesina y familiar en pequeña escala

tiene el 62% de la tierra y es responsable de la producción, sacrificio y comercialización del 91%

de la carne de cerdo, el 45% de la carne de pollo y huevos, el 45% del arroz, el 80% de la miel y

el cacao, el 100% de los frijoles, el maíz, las frutas y las verduras de temporada, para un total

del 85% de los alimentos del país (Rye, 2018; 2019).

Además, se triplicaron las cooperativas y sus miembros, con más de 5.100 cooperativas

y más de 1,2 millones de personas vinculadas, participando directamente en la creación del 18%

del Producto Interno Bruto, representando más del 20% de la Población Económicamente Activa

(PEA), produciendo y exportando el 25% del café, el 90% del café orgánico, el 60% del ganado y

generando más de un millón de litros de leche, el 80% del ajonjolí, el 18% del ahorro y el crédito

y el 95% del transporte nacional (Alemán, 2018). La pesca artesanal, tanto individual como

cooperativa, se duplicó, el sector turístico se triplicó, el comercio creció enormemente y el

mercado oriental (el mayor mercado popular de Nicaragua y Centroamérica) se duplicó. El

crecimiento de la economía popular asociativa, autogestionaria y solidaria es un pilar

fundamental para la reducción de la inseguridad ciudadana, la pobreza y la extrema pobreza,

logrado por el país y reconocido por las organizaciones internacionales.

A lo largo de este proceso, cabe señalar que el gobierno sandinista ha garantizado la

incorporación de las mujeres como participantes activas y gestoras de la economía popular y la

gestión pública. Así, en Nicaragua hay miles de mujeres que han salido del anonimato de su

trabajo como hormigas en sus comunidades y territorios, son valoradas y están en constante

proceso de empoderamiento, tanto económico como social. Por esta razón, el Foro Económico

Mundial reconoció a Nicaragua como uno de los países que más ha reducido la brecha de

género, ocupando el quinto lugar en el mundo en términos de equidad de género.

La economía popular en Nicaragua tiene rostro de mujer. Las mujeres participan en todos

los aspectos de la vida, siendo propietarias del 53% de las pequeñas empresas turísticas y del
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48% de las 6.300 pequeñas empresas del sector; son el 44% de las personas asociadas a las

cooperativas, dominan los mercados populares, las pequeñas empresas locales y son mayoría

en la gestión pública del gobierno nicaragüense, en todos los niveles. Estas mujeres, desde el

corazón del pueblo, construyen diariamente aprendiendo de sus propias experiencias e

historias de vida, y con los pies en la tierra se enfrentan al patriarcado. Esto no ha sido fácil

para ellas porque día a día han tenido que enfrentar y superar los estereotipos y prejuicios del

machismo que se resiste al cambio. Para enfrentar este desafío, las mujeres están aprendiendo

a manejar su propio trabajo, a tomar decisiones y a creer en sí mismas.

[ CITATION Lae \l 5130 ]

Conclusión

En conclusión el Estado nicaragüense ha asumido rasgos de lo que se denomina un

Estado desarrollista con cierta visión de futuro y voluntad de sentar las bases para un despegue

económico y social a través de programas sociales dirigidos a grupos desfavorecidos específicos

de la población.

Dicha economía que promueve el gobierno ha permitido la revalorización de la

producción, la solidaridad entre las mujeres y en la sociedad, la gestión democrática, la

recuperación de habilidades, saberes y recursos locales, que contribuyen al desarrollo

económico local del país.

Aunque cabe destacar que la economía solidaria ha ido tomando poco a poco la

economía y los espacios políticos con sus propios esfuerzos y han obtenido muchos logros. Sin

embargo no hay que perder la perspectiva que el sistema capitalista hegemónico y las clases

dominantes y el mercado son adversas a los sectores de la economía solidaria. Hay un estado de

competencia desigual. Los países centroamericanos son pequeños y Nicaragua es un país muy

empobrecido con una herencia colonial, neocolonial, neoliberal y de guerras.


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La Economía Solidaria solamente es viable si se mantiene en lucha permanente y se une

con los movimientos sociales. También, si la economía solidaria logra aliados dentro del país y a

nivel regional e internacional. Es una lucha de abajo, dura y a largo plazo.


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Bibliografía.

 Américas, A. C. (Ed.). (2007). Alianza Cooperativa Internacional de las Américas.


Obtenido de Diagnóstico del sector social de la economía en Nicaragua:
https://www.aciamericas.coop/IMG/pdf/Nicaragua.pdf

 Ceballos, L. M. (2016). Economía solidaria: trabajo y comunidad. Obtenido de Reflexión:


file:///C:/Users/arece/Downloads/Dialnet-EconomiaSolidaria-5909313.pdf

 Chamorro, A. (s.f.). Presentaci ó n en el XVI Seminario Latinoamericano ASOCAM Quito,


25 al 27 de noviembre, 2013. La Evolución e Importancia de la Economía Social Solidaria
en Nicaragua. Obtenido de DOKUMEN: https://dokumen.tips/documents/la-evolucion-
e-importancia-de-la-economia-social-solidaria-en-nicaragua.html

 La economía popular nicaragüense. (s.f.). Obtenido de Nicaraguenses por la paz


Zaragoza: https://nicaraguensesporlapazenzaragoza.blogspot.com/2020/07/la-
economia-popular-nicaraguense.html

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