Caso Rev de Divulg Cient
Caso Rev de Divulg Cient
Caso Rev de Divulg Cient
INTRODUCCIÓN
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a las industrias que tradicionalmente dedicaban recursos
importantes a la investigación. Hace unos años varios ganadores
estadounidenses del Premio Nobel hicieron un dramático
llamado a impulsar la divulgación como una forma de revertir
esa tendencia, ya que sentían amenazado su liderazgo mundial
en la investigación científica 2.
Los divulgadores son, como dijera Stephen Jay Gould
refiriéndose a Carl Sagan, los mejores abogados de la ciencia. Y
no es exagerado decir que en estos momentos, por lo menos para
México, su labor es estratégica.
Es en este contexto que surgió, en diciembre de 1998,
la revista ¿Cómo ves?, una publicación mensual de divulgación
de la ciencia para jóvenes, editada por la Universidad Nacional
Autónoma de México [UNAM], cuyas tareas sustantivas son:
docencia, investigación y difusión de la cultura. Esta institución
realiza el 50% de la investigación científica del país y ha
sostenido el esfuerzo más amplio en las últimas tres décadas
en materia de difusión del conocimiento científico en México,
a través de publicaciones, museos, actividades y programas de
radio y televisión.
ANTECEDENTES
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son una fuente de información imprescindible para tener un
panorama del trabajo de investigación que se realiza en México
y lo relativo a política científica. En sus páginas, además, con
frecuencia se presentan temas de historia, filosofía y sociología
de la ciencia. En aquellos años surgieron otras publicaciones,
de esfuerzos privados, como Chispa, dirigida a niños, Nuestro
ambiente y Universo, que desafortunadamente no perduraron 3.
Actualmente varias instituciones de educación superior del país
producen publicaciones de divulgación de la ciencia, entre ellas
Conversus, del Instituto Politécnico Nacional, Elementos, de la
Universidad Autónoma de Puebla y Divulgare, de la Universidad
Autónoma de Baja California.
La oferta de revistas de divulgación de la ciencia también
se ha venido enriqueciendo con publicaciones de otros países,
o cuyo material proviene mayoritariamente de fuera, como
Muy interesante, y recientemente las ediciones en español de
Discover y National Geographic .
En la revista ¿Cómo ves? hemos buscado aprovechar toda
esta experiencia, particularmente la de la Universidad Nacional,
para divulgar la ciencia a un público de jóvenes que estudian la
preparatoria –tres últimos años de bachillerato– o los primeros
años de licenciatura. Anteriormente no existía una revista de
este tipo en el país, esto es, elaborada especialmente para
este público y que buscara colocarse en un mercado muy
competitivo, con una amplia oferta de revistas comerciales que
son principalmente de entretenimiento.
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para el cual cuenta con una tradición muy amplia y rica en
comunicación de la ciencia. Por el otro, la realización de ¿Cómo
ves? se beneficia de un clima de libertad en la política editorial,
comprometida con ese servicio, por lo que la revista no ha
estado nunca sujeta a intereses de grupo. También fundamental
es el apoyo que la comunidad científica de la UNAM ha
dado al proyecto, una comunidad siempre dispuesta a ofrecer
información sobre su trabajo y a asesorarnos para garantizar el
rigor en los contenidos científicos de la revista. Asimismo, que
éste sea un proyecto de la Dirección General de Divulgación de
la Ciencia nos ha facilitado el contacto con los miembros de la
comunidad científica y nos ha permitido contar con divulgadores
de reconocida trayectoria que laboran en esta dependencia, con
los servicios de su extenso acervo fotográfico y con los espacios
de sus dos museos para actividades de promoción y venta.
¿Cómo ves? es publicada por la Dirección General de
Divulgación de la Ciencia de la UNAM —en la Subdirección
de Medios de Comunicación―, dependencia que tiene a su
cargo dos museos de ciencias –Universum y el Museo de la
Luz– en la Ciudad de México, un área de educación no formal
en la que se diseñan talleres y materiales para estudiantes y
maestros, la producción de libros, videos, programas de radio
y discos compactos interactivos, además de un diplomado en
divulgación de la ciencia. Recientemente, junto con el Instituto
de Investigaciones Filosóficas de la UNAM; se abrió la maestría
en filosofía de la ciencia, con especialización en comunicación
de la ciencia.entretenimiento.
CARACTERÍSTICAS DE LA REVISTA
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cuenta con 2000 suscriptores activos, en su mayoría estudiantes,
investigadores, profesores y bibliotecas escolares. Se distribuye
comercialmente en toda la República Mexicana, en algunas
ciudades de los Estados Unidos y en Centroamérica. En el
mercado de revistas de divulgación de la ciencia es la que se
vende a más bajo precio –20 pesos por ejemplar–, con el objeto
de hacerla accesible al mayor número posible de jóvenes.
El equipo de planta de la revista es de 9 personas
–editora, asistente editorial, jefa de redacción, jefa de
información, coordinador científico, diseñadora, y tres personas
en el área administrativa y de comercialización–. Contamos
además con el Consejo editorial, una revisora externos y dos
colaboradores especiales.
Objetivos
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para la vida social e individual, y, sobre todo, comunicar el
placer del conocimiento. Como señala el editorial de la primera
edición: «¿Cómo ves? es una invitación para ver el mundo como
la ciencia lo ve. Esta forma de ver no es ni mejor ni peor que
otra, ni más correcta, ni más falsa, ni más divertida o aburrida, ni
más fácil o difícil. Es, sin embargo, una forma de ver poderosa…
que ha transformado al mundo» 5.
Contenidos
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En la selección de los temas colabora el Consejo
Editorial, integrado por 3 investigadores, 2 divulgadores,
1 periodista y dos profesores, que además nos mantienen
informados sobre avances en sus áreas, nos recomiendan autores
y realizan revisiones de los artículos propuestos.
Hemos identificado varios temas que interesan en
especial a los jóvenes, a través de una encuesta que realizamos
con estudiantes de bachillerato, de las cartas que nos envían y
de las preferencias que nos manifiestan cuando presentamos la
revista en escuelas.
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niños entusiastas y sus muy sabios padres, o bien estudiantes
con una asombrosa dedicación a algún campo de la ciencia.
Otros autores utilizaban lo que ellos pensaban era un lenguaje
de adolescentes, en un tono muy informal y salpicado de jerga.
Y también había artículos que parecían formar parte de un libro
de texto. ¿Funcionaría algo de esto? ¿Lograríamos interesar así a
jóvenes que, al menos en México, tienden a mostrar poco interés
en la lectura y para quienes las materias escolares de ciencia no
son las favoritas? La verdad es que nunca lo averiguamos.
Empezamos por preguntarnos si existe un lenguaje
específico que deba utilizarse para dirigirse a estos lectores. Y
no encontrábamos una respuesta definitiva. «Estos lectores»
no formaban un grupo diferenciado, sino que pertenecían a
una gran variedad de grupos, cada uno con su propia historia,
tradiciones, intereses, nivel de ingresos y de educación, e
incluso con sus propias expresiones coloquiales. Intentar definir
perfiles específicos para cada grupo estaba fuera de nuestro
alcance; hacerlo bien implicaba llevar a cabo diversos estudios
de largo plazo, para lo cual no contábamos ni con el tiempo ni
con el dinero necesarios. De manera que tuvimos que recurrir a
nuestra experiencia e intuición. La mayoría de quienes iniciamos
la revista habíamos trabajado ya para otras publicaciones de
divulgación de la ciencia, si bien éstas se hacían para lectores
de más edad y que tenían algunos conocimientos de ciencia
–o por lo menos interés en ella–. Y varios de nosotros también
habíamos escrito libros de divulgación para estudiantes de
bachillerato. Muy pronto desechamos el enfoque del «cuento».
Los artículos no eran ni buenos cuentos ni buenos textos de
divulgación científica. Más bien parecían medicinas disfrazadas
de dulces, y eso no iba a engañar a nadie. Tampoco hacía falta
tal engaño. Los artículos escritos en «lenguaje adolescente»
parecían artificiales –a menudo, además, la jerga utilizada había
pasado de moda– y paternalistas. Nuestros autores no eran
jovencitos, ¿por qué entonces intentar parecerse a ellos? Los
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artículos escritos como capítulos de libros de texto tampoco
servían. Nosotros nunca hemos pretendido enseñar ciencia
formalmente, sólo aspiramos a que los lectores se acerquen a
ella de una manera que les resulte disfrutable.
Partimos de suponer que nos enfrentábamos a lectores
inteligentes y exigentes, merecedores del más absoluto respeto.
Nuestro reto era interesar a estos lectores y decidimos que la
ciencia por sí misma es interesante si uno logra mostrar de qué
se trata y cómo se hace. Sabíamos que los jóvenes son curiosos
y aún conservan la capacidad de asombrarse. También les gustan
los desafíos. Todo esto debiera considerarse para lograr un buen
artículo de divulgación científica dirigido a jóvenes. Pero,
¿cómo hacerlo? Primero, tiene que ser claro. Todo su contenido
científico debe ser accesible para el lector y, por supuesto,
correcto. Para ello en ¿Cómo ves? consideramos cuáles son
los conceptos que a nuestros lectores les resultan familiares.
Cualquier concepto que vaya más allá debe explicarse. Por
ejemplo, podemos suponer que ellos saben lo que es una célula,
pero no el ADN recombinante. O dar por hecho que saben
algo de estrellas y galaxias, pero no sobre cuasares o cúmulos
estelares.
Sin embargo, incluso la explicación más clara puede
ser muy aburrida. De manera que el artículo debe mostrar desde
el inicio por qué sería interesante leerlo y mantener esa promesa.
Aquí tenemos varias opciones. Una es apelar a la curiosidad
de nuestros lectores, partiendo de cuestionar si ciertas ideas
sorprendentes o insólitas podrían llevarse a la práctica –por
ejemplo la terapia génica, una nave espacial solar o el viaje en el
tiempo–. Otra posibilidad es tomar un cuerpo de conocimiento
establecido y responder a la pregunta de cómo los científicos
obtuvieron sus resultados –el comportamiento de las bacterias,
la dinámica de los hoyos negros, la evolución–. Mejor aún,
podemos elegir un problema científico e invitar a los lectores
a pensar en algunos caminos de solución –en temas como la
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búsqueda de planetas extrasolares, la identificación del virus del
SARS o la naturaleza de la material oscura, por citar algunos–.
Todas estas interrogantes implican un desafío para el lector y
al mismo tiempo son una oportunidad de mostrar cómo se está
haciendo hoy la ciencia. Esto puede ser muy atractivo para los
lectores, especialmente los jóvenes.
Otra manera de enganchar a los lectores es vincular
un tema científico con sus intereses más directos. Lo que se
relaciona con salud humana, sexualidad, conservación ambiental,
computadoras, vida salvaje, música o deportes frecuentemente
resulta atractivo para lectores jóvenes. Lo novedoso, desde
luego, es muy seductor. Incluso si un artículo no trata sobre
algún hallazgo científico reciente, suele ser posible darle un giro
noticioso.
El autor debiera disfrutar el escribir sobre un
determinado tema. Si a él o a ella el tema le apasiona,
probablemente eso va a traslucirse en el artículo y lo hará más
atractivo. Con frecuencia mientras más personal sea el tono,
mejor –el humor también ayuda–. Y siempre que sea posible,
conviene incluir a personas en el artículo: la ciencia, como
cualquier empresa humana, se trata de personas que luchan y
fracasan o tienen éxito. La ciencia es una aventura y nosotros
queremos que los lectores la compartan.
A lo largo de la edición de 73 números de la revista
hemos encontrado autores dispuestos a hacer todo esto y que
además tienen las habilidades necesarias. Pero no es lo común.
Usualmente recibimos textos que no pasan de ser claros y
fracasan en atraer el interés de los lectores, o que son atractivos
pero demasiado complejos –y a veces ocurre que no son ni
claros ni atractivos–.
Una vez que un texto se acepta, generalmente sobre
la base de su potencial, se hacen varias sugerencias al autor
para mejorarlo. Entre ellas puede estar la reescritura de algunas
partes, dar una estructura nueva y añadir información, o les
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ofrecemos lineamientos que lo hagan más atractivo para
lectores jóvenes. Alentamos a los autores a escribir sobre las
metodologías científicas relativas al tema y si es pertinente,
sobre su propia experiencia. En este proceso tratamos de estar
todo el tiempo del lado del lector, nos preguntamos qué de ese
artículo podría parecerles difícil o aburrido. El resultado es un
texto satisfactorio para nosotros y para el autor, aunque lograrlo
puede requerir de cuatro o cinco versiones. El contenido de
un artículo publicado suele ser relativamente exigente para
el lector; es preciso que éste haga un esfuerzo y por ello nos
tomamos tanto trabajo en lograr que el artículo valga ese
esfuerzo. Un enfoque así es necesario si se busca abordar los
temas a profundidad –tanta como lo permiten unas cuantas
páginas impresas–, mostrando qué es la ciencia y cuáles son
sus recompensas. Lo que finalmente queremos es comunicar el
placer del conocimiento y fomentar al mismo tiempo una actitud
crítica y escéptica 6.
Los lectores
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del Maestro, cuyos libros, con un tiraje de 50 mil ejemplares,
se entregaron gratuitamente a los profesores de enseñanza
básica de las escuelas públicas. La Antología de ¿Cómo ves? se
publicó en 2000 y se está preparando una reedición de 1 millón
de ejemplares para 2005.
Distribución y comercialización
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Reconocimientos
CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS
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con una oferta amplia de publicaciones de divulgación que
tienen presencia desde hace varios años.
Notas
• 1
Luis Manuel Villaseñor Cendejas. «Ciencia y Tecnología, el gran reto
nacional». Diario La Jornada, suplemento «Los lunes en la ciencia». México,
10 de abril de 2000.
• 2
Jim Hartz; Rick Chappell. Informe Worlds Apart. EUA: The Freedom
Forum First Amendment Center, Vanderbilt University, 1997.
• 3
Guadalupe Zamarrón Garza. La divulgación de la ciencia en México: una
aproximación, Serie de Cuadernos de Divulgación 1. México: Sociedad
Mexicana para la divulgación de la ciencia y la técnica (SOMEDICYT),
1994.
• 4
Luis Estrada. «La divulgación de la ciencia». En: La divulgación de la ciencia
y la tecnología, de la Serie Comunicación: educación y tecnología. México:
Consejo del Sistema Nacional de Educación Tecnológica, Secretaría de
Educación Pública, 1985.
• 5
José Antonio Chamizo Guerrero. «De entrada». ¿Cómo ves?, núm. 1,
diciembre 1998. Universidad Nacional Autónoma de México.
• 6
Estrella Burgos Ruiz, ¿Cómo puedo acercar a los jóvenes a la ciencia? Guía
electrónica de comunicación de la Ciencia [en línea]. Portal Scidev, junio
2004. Disponible en World Wide Web: <www.scidev.net>
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* Estrella Burgos Ruiz
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