Segunda Division Derecho Romano
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SEGUNDA DIVISION
PERSONAS “ALIENI JURIS” Y “SUI JURIS”
1. Generalidades
Las personas consideradas en la familia se dividen en dos clases, según que sean alieni
juris o sui juris.
Se llaman alieni juris las personas sometidas a la autoridad de otro. Por tanto, en el
derecho clásico hay 4 poderes según gayo:
1. La autoridad del señor sobre el esclavo.
2. La patria potestas, autoridad paternal.
3. La manus, autoridad del marido, y a veces de un tercero, sobre la mujer casada
4. Y el mancipium, autoridad especial de un hombre libre sobre una persona libre
La manus y el mancipium cayeron en desuso bajo Justiniano.
El sui juris es llamado paterfamilias o jefe de familia, este título implica poder tener un
patrimonio, y de ejercer las 4 clases de poderes.
La mujer sui juris es llamada también materfamilias, siempre que sea de costumbres
honestas, también puede tener patrimonio y ejercer su autoridad de ama sobre los
esclavos.
2. De la familia, del parentesco: agnación y cognación.- De las “Gens” y de los
derechos de gentilidad.
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estuviese bajo la autoridad de quien lo recogiese, bien como hijo o como esclavo. Y
Justiniano lo declara “Sui Juris” libre e ingenuo.
2. Derechos sobre los bienes: En la familia, y por razón del carácter absoluto de la
autoridad paterna, el hijo, en cuanto a sus bienes, estuvo primitivamente en una situación
comparable a la del esclavo. Su personalidad se absorbe con la del jefe de familia, no
haciendo más que uno con él, y no pudiendo, por tanto, tener bienes propios.
* Todo lo que adquiere, propiedades, derechos de crédito, etc., pertenecen al jefe, para
quien es, lo mismo que el esclavo, un instrumento de adquisición, aunque el Derecho civil
no admite que le pueda hacer deudor.
* Por otra parte, la regla por la cual los hijos de familia no pueden tener nada en propiedad
se modificó bajo el Imperio. Ciertas adquisiciones es fueron otorgadas en toda propiedad,
extendiéndose en lo sucesivo este favor, aunque en la época de Justiniano fue casi
derogado.
* Fuera de estas relaciones con el jefe, el hijo de familia está en una situación bastante
superior a la del esclavo en cuanto a la personalidad propia que le reconoce el Derecho
civil.
3. Fuentes de la potestad paterna
* La fuente principal de la potestad paterna es el matrimonio o “justae nuptiae” Los hijos
nacidos forman parte de la familia civil del padre. Puede establecerse también por
adopción, y bajo los emperadores cristianos, por la legitimación.
3.1. De las "justae nuptiae”
* Se Ilama justae nuptiae o justum matrimonium” al matrimonio legítimo, conforme a las
reglas del Derecho civil de Roma. En la sociedad primitiva romana, el interés político y el
interés religioso se hacían necesaria la continuación de cada familia o gens por el bien de
los hijos sometidos a la autoridad del jefe. De aquí, la importancia del matrimonio, cuyo
fin principal era la procreación de los hijos. Y de aquí también la consideración que
disfrutaba la esposa en la casa del marido y en la ciudad.
*La mujer entraba a formar parte de la familia civil del marido, que tenía autoridad sobre
ella, como un padre sobre su hijo, y se hacía además propietaria de todos sus bienes.
Estos caracteres de la asociación conyugal están trazados en la definición que da
Modestino hacia el final de la época clásica: es la unión del hombre y & la mujer,
implicando igualdad de condición y comunidad derechos divinos y humanos.
Condiciones de validez del matrimonio: Cuatro condiciones son necesarias para que el
matrimonio sea válido: 1. La pubertad de los esposos; 2. Su consentimiento; 3. El
consentimiento del jefe de familia; 4. El connubium
1. Pubertad: Es la edad en que las facultades físicas del hombre y de la mujer están
suficientemente desarrolladas para permitirles realizar el principal objeto del matrimonio:
tener hijos que perpetúen la familia.
* En el origen, la pubertad se fijó a los 12 años para las hijas; en cuanto a los hijos, se les
reconocía púberos en la edad en que el padre de familia encontraba en ellos, por el
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alzada por la ley Canuleia en el año 308. Bastante tiempo después estuvo también
prohibido el matrimonio entre ingenuos y manumitidos.
Tales eran las condiciones necesarias para que las justae nuptiae fuesen válidas. El
Derecho civil no exigía ni solemnidades de forma ni ceremonias religiosas.
Efectos del matrimonio:
- Con respecto a los esposos:
Tienen el título de Vix y de Uxor, participando la mujer, según ya hemos visto, de la
condición social del marido. Sin embargo, las cualidades de plebeya y de manumitida, no
se borran por el matrimonio con un patricio o con un ingenuo, aun cuando estas uniones
hayan sido permitidas. Además, el matrimonio no hace entrar a la mujer en La familia civil
del marido;’ este efecto sólo es producido por la manus.
* Los esposos se deben fidelidad, aunque el adulterio de la mujer está castigado con más
severidad que el del marido, por poder introducir en la familia hijos de sangre extraña.
Constantino lo castigó de muerte
* En cuanto a los bienes de los esposos, el matrimonio en los primeros siglos estuvo casi
siempre acompañado de la manus.
- Con respecto a los hijos:
Los hijos nacidos en justis nuptiis son hijos legítimos, “liberi justi”. Están bajo la autoridad
de su padre o del abuelo paterno, siendo el padre “alieni juris”. Forman parte de la familia
civil del padre, a título de agnados, y toman también su nombre y condición social. En
cambio, entre los hijos y la madre sólo existe un lazo de parentesco natural, de cognación,
en el primer grado.
La filiación legítima en relación a la madre es un hecho fácil de establecer. Respecto del
padre, la paternidad era incierta, y se recurría a lo siguiente: presumiendo que el marido
de la madre sea el padre.
* Cuando falta una de las condiciones indicadas anteriormente para la validez del
matrimonio, &te será nulo, no produciendo, por consiguiente, ningún efecto. Entonces no
existirá ni Vir ni Uxor pudiendo recaer sobre los esposos las penas más severas en caso
de incesto, es decir, de matrimonio entre parientes en grado prohibido.
Disolución del matrimonio:
El jefe de familia tuvo, durante largo tiempo, el derecho de romper por su única voluntad el
matrimonio del hijo sometido a su autoridad. Antonio el piadoso y Marco Aurelio hicieron
cesar este abuso de autoridad. Las demás causas de disolución del matrimonio son las
siguientes:
1. La muerte de uno de los esposos: El marido podía volver a casarse inmediatamente;
pero en cambio la viuda tenía que guardar luto durante 10 meses, y no volverse a casar
antes de la expiración de esta fecha, a fin de evitar confusión de parto, es decir, la
incertidumbre, en cuanto a la paternidad, del hijo que pudiera nacer durante este periodo.
2. La pérdida del connubium: Resultado de la reducción en esclavitud, si alguno de los
esposos ha sido hecho prisionero por parte del enemigo se disuelve el matrimonio, no
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3.2. De la adopción
* La adopción es una institución de derecho civil, cuyo efecto es establecer entre dos
personas relaciones análogas a las que crean las justae nuptiae entre el hijo y el jefe de
familia.
* De esta manera hace caer bajo la autoridad paterna e introduce en la familia civil a
personas que no tienen, por lo regular, ningún lazo de parentesco natural con el jefe.
* Hay dos clases de adopciones: 1. La adopción de una persona sui juris, que es la
adrogación; 2. La adopción de una persona alieni juris, que es la adopción propiamente
dicha.
1. De la adrogación: Es probable que la adrogación sea el género de adopción más
antiguo. Sus formas y caracteres primitivos permiten considerarla como contemporánea
del mismo origen de Roma.
a) formas: La adrogación sólo podía tener lugar después de una información hecha por
los pontífices, y en virtud de una decisión de los comicios por curias, populi auctoritate.
Es, en efecto, un acto .grave que hacía pasar a un ciudadano sui juris, acaso jefe de
familia, bajo la autoridad de otro jefe. El Estado y la religión estaban interesados, puesto
que podía resultar la desaparición de una familia y la extinción de un culto privado.
b) Efectos: El adrogado pasa bajo la autoridad paterna del adrogante y entra como
agnado en su familia civil, no siendo más que cognado de sus antiguos agnados. Los
descendientes sometidos a la autoridad antes de la adrogación. y la mujer que tenía in
manu, siguen también la misma suerte. Finalmente, el adrogado, haciéndose alieni juris,
adquiere su patrimonio el adrogante.
c) De la adrogación de los impúberos: Durante largo tiempo, los impúberos no pudieron
ser adrogados, primero, por estar excluidos de los comicios por curias, y después, porque
se temía que el tutor favoreciese la adrogación para desembarazarse de la tutela.
* En virtud de una constitución de este emperador, el impúbero podía ser adrogado por
rescripto, pero con garantías especiales, por ser incapaz de apreciar reflexivamente las
consecuencias de un acto tan grave para sí y para su familia.
Estas eran las condiciones:
Los pontífices hacen una información con una severidad especial, debiendo enterarse
estrictamente de la fortuna y edad del adrogante, si es honrado y si la adrogación
puede ser ventajosa para el pupilo.
Todos los tutores del impúbero deben dar su auctoritas.
Para proteger los derechos de los presuntos herederos del pupilo, el adrogante debe
prometer y garantizar devolver los bienes del adrogado, si este muere impúbero.
El adrogado, aun impúbero, emancipado por el adrogante, sin motivo justificado, tiene
derecho: a) A la restitución de sil patrimonio en el mismo estado que estuviese antes de la
adrogación; b) A la cuarta parte de la sucesión del adrogante; así lo decidió Antonino el
Piadoso; y de ahí el nombre de “Quarta antonina” “Quarta divi pii”.
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3.3. De la legitimación
La legitimación, en el sentido propio, indica ciertos medios por los cuales loa emperadores
cristianos, para favorecer las uniones regulares, permitieron al padre adquirir la autoridad
paterna sobre los hijos naturales nacidos del concubinato.
Esta institución implica un sentimiento extraño en la época clásica, pues la cualidad de
spurios no tenía nada de deshonrosa.
El padre obtenía como favor la autoridad paterna sobre sus hijos nacidos fuera de las
justae nuptiae. Esto solía ocurrir:
Cuando el emperador, confiriendo la ciudadanía a un peregrino y a sus hijos, le
concedía especialmente sobre ellos la autoridad paterna.
Cuando un latino juniano disfrutaba del beneficio de la causae probatio.
Y, por último, en caso de erroris causae probatio. Esta institución consistía en lo
siguiente: Una persona se casa, equivocándose sobre su cualidad o la de su cónyuge,
creyendo existe entre ellos el connubium.
* En principio, el hijo no puede ser legitimado sin su voluntad. En efecto, estando sui juris,
tiene un patrimonio que se absorbe en el de su padre, en cuya autoridad cae por su
legitimación, siendo un resultado en el cual debe de consentir. Si es demasiado joven,
basta con que no contradiga. Los procedimientos para la legitimación son los siguientes:
1. El matrimonio subsiguiente del padre y madre: Para que los hijos pudieran ser
legitimados era preciso que hubiesen nacido de personas entre las cuales era posible el
matrimonio como consecuencia de la concepción. Esta condición excluye no sólo a los
hijos adulterinos e incestuosos, sino también a aquellos cuyos padre o madre no podían
contraer matrimonio por alguna prohibición legal o temporal.
2. La oblación a la curia: Esta manera de legitimar fue creada por Teodosio II y
Valentiniano III en el año 412 de nuestra era. Permitía al padre que tuviese un hijo natural
legitimarle, ofreciéndole en la curia de su villa natal si era hijo, y siendo hija casándola con
un decurión.
* Las curias formaban en las villas municipales una especie de nobleza análoga a los
senadores de Roma.
* Este procedimiento de legitimaci6n s610 tiene efectos restringidos. El hijo cae bajo la
autoridad paterna, haciéndose el agnado de su padre, aunque no entra en la familia civil,
ni tampoco es el agnado de los agnados del padre.
3. El rescriptio del príncipe: Justiniano decidió que estando muerta la madre, ausente o
casada con otro, el padre podía dirigirse al emperador pidiendo la legitimación de sus
hijos naturales. Se concedía después de un examen, con tal de que el padre no tuviese
hijos legítimos, produciendo los efectos completos. También tenía autorización el padre
para solicitar esta legitimación en su testamento, y los hijos de esta manera legitimados
después de su muerte se hacían sus herederos.
4. Disolución de la autoridad paterna
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Entre las causas que ponen fin a la autoridad paterna se pueden distinguir los
acontecimientos fortuitos, casus, y los actos solemnes, dependiendo de la voluntad del
jefe de familia.
1. Acontecimientos fortuitos: Son: La muerte del jefe de familia, su reducción en
esclavitud y la pérdida del derecho y ciudadana. Entonces los hijos sometidos
directamente a su autoridad se hacen sui juris, sin perder sus derechos de agnación.
* Cuando el padre esta cautivo, la suerte de los hijos queda en suspenso.
* Si vuelve de su cautiverio, se admite, en virtud de los jus postilimini que no han cesado
nunca de estar bajo su autoridad, y que los bienes adquiridos durante este intervalo van a
engrosar el patrimonio paterno.
2. La muerte del niño, alieni juris, su caída en esclavitud y la pérdida del derecho de
ciudadanía: si es hecho cautivo: o vuelve, y se considera y la, potestad paterna no ha
sido nunca interrumpida merced al postliminium, o muere en el campamento enemigo, y
ella queda rota el día de su cautividad.
3. De la elevación del hijo de familia a ciertas dignidades: en el Derecho antiguo, el
hijo sacerdote de Júpiter y la hija vestal fueron los únicos que escaparon del poder
paterno. Bajo Justiniano se producía el mismo efecto cuan d o algún hijo de familia era
nombrado patricio, obispo, cónsul, prefecto del pretorio o cuestor del palacio, aunque
conservando, sin embargo, sus derechos de agnación
Actos solemnes: Son la entrega en adopción y la emancipación. Ya hemos visto que la
entrega en adopción en la época clásica rompe la autoridad del padre natural; pero bajo
Justiniano únicamente ocurre de esta manera, cuando el adoptante es un extraneus. Solo
hablaremos aquí de la emancipación.
De la emancipación: Es el acto por el cual el jefe de familia hace salir al hijo de su
potestad haciéndole sui juris. Los caracteres primitivos de la emancipación se modificaron
profundamente en la época clásica. De verdadera decadencia donde estaba, llego a ser
después un gran beneficio.
1. En su origen, el jefe de familia investido de autoridad paterna tenía el poder de echar al
hijo de su familia, haciendo uso de su autoridad para castigarle como culpable de crimen
o de resistencia hacia él. Pero de esto no resultaba ningún efecto jurídico, puesto que el
padre no podía romper la potestad paterna por su propia voluntad, y, por tanto, el Derecho
no le ofrecía manera alguna de alcanzar este fin.
El padre que quería hacer salir a un hijo de su autoridad le mancipaba a un tercero de
buena voluntad, coempionator, que se comprometía por un pacto de fiducia a manumitirle
después en seguida.
* La emancipación tenia graves consecuencias para el emancipado. Excluido de su familia
civil, sufría una capitis deminutio, de donde resultaba para él la pérdida de sus cualidades
de agnado y gentilis, con los derechos de sucesi6n que conferían.
2. En el comienzo del Imperio mejoró bastante la condición del emancipado. Por una
parte, la gentilidad cayó en desuso, perdiendo las antiguas familias patricias su prestigio y
su papel político.
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juris,y a la de una nieta estando el padre sometido a la potestad paterna, y adquiere los
derechos de sucesión unidos a esta cualidad.
3. Disolución de la “manus”: la manus se extinguía como la potestad paterna. En caso
de divorcio, la mujer podía obligar al marido a romper la manus; si había sido establecida
por confarreatio, era necesaria una ceremonia contraria llamada diffaerratio, en otros
casos era precisa una manumisión especial
4. De la “coemptio fiduciae causa”: La mujer podía hacer uso de la coemptio para
establecer sobre ella, bien fuera en beneficio del marido o de un tercero, una manus
temporal, destinada a romperla inmediatamente. Aquel bajo cuya autoridad cayese, se
comprometía por un pacto de fiducia a manumitirla en seguida. Por eso quedaba roto el
lazo de agnación que la unía a su familia civil.
2. Del mancipium
El mancipium es una autoridad de Derecho civil que puede pertenecer a un hombre libre
sobre una persona libre y que depende a La vez de la autoridad paterna y de la del señor.
Solo podían darse in mancipio los hijos bajo potestad paterna, y las mujeres in manu. El
mancipium se establecía al modo de la mancipatio, siendo numerosos los casos en el
Derecho antiguo donde habla ocasión de establecer esta potestad. He aquí los
principales:
a) El jefe de familia pobre confería con frecuencia a un tercero el mancipium sobre su hijo,
mediante un precio o a título de garantía.
b) Cuando el hijo alieni juris había causado por un delito algún daño a otro, el padre podía
cedérselo, mancipándole a la parte lesionada. Este abandono, llamado noxal, fue
practicado hasta Justiniano, que le suprimió.
c) Y, por último, ya sabemos que el mancipium resultaba de las formas antiguas de la
adopción y de la emancipación; pero entonces sólo estaba creada de una manera
temporal para romper la autoridad paterna.
* Aun después de la manumisión, queda ingenuo y conserva sus derechos políticos.
Además, esta autoridad no es inconciliable con los derechos de familia: el matrimonio del
hijo in mancipio no se rompe, pues ya sabemos que dos mancipaciones para el hijo, por lo
menos, no rompen la autoridad paterna. Finalmente, los hijos nacen libres de un padre in
mancipio.
Capítulo 2. De las personas “Sui juris”
Las personas sui juris no están sometidas a ninguna de las cuatro potestades
precedentemente estudiadas, y no dependen más que de ellas mismas. Se dividen en
capaces, que pueden cumplir solas los actos jurídicos, e incapaces, para las cuales el
Derecho tiene organizada una protección, dándolas bien un tutor, o un curador.
Hay, pues, cuatro causas de incapacidad:
a) La falla de edad: se daba un tutor a los impúberos, y desde cierta época se dio
también un curador a los menores de veinticinco años
b) El sexo: La mujeres, en el derecho antiguo, estaban en tutela perpetua
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origen atributo de la potestad paterna, pues sólo podía hacer uso de ello el padre de
familia, ara los impúberos, que, a su muerte, se hacían sui juris.
* Pero en la época clásica se tenía también en cuenta la cualidad de ascendiente o los
sentimientos de afecto del testador. Para esto se dieron las siguientes soluciones:
a) Habiendo nombrado un padre un tutor testamentario al hijo emancipado, el
nombramiento debe ser confirmado por el magistrado, sin información alguna.
b) Siendo la madre, la confirmación sólo tiene lugar después de una información sobre la
honradez y habilidad del tutor.
c) Si es el patrono del impúbero, y aun un extraneus, el magistrado debe confirmar
también el nombramiento, pero después de la información, y únicamente si el impúbero,
no teniendo más fortuna, ha sido instituido heredero por el testador.
* El jefe de familia sólo puede nombrar tutores testamentarios a los que por derecho
puede elegir como herederos; por eso están excluidos los peregrinos y los dediticios, y
aun se pueden añadir los latinos junianos, en virtud de una incapacidad dictada por la ley
Junia.
* Está permitido al jefe de familia designar en su testamento uno o varios tutores. La
pluralidad de los tutores era muy frecuente entre los romanos, pues el pupilo encontraba
protección y garantías más completas
2. Tutela legitima de los agnados: En defecto de tutor testamentario se abre la tutela
legítima de los agnados. La ley de las XII tablas indica como tutor al agnado más próximo,
y habiendo varios en el mismo grado, son todos tutores.
3. Tutela legitima de los gentiles: En el Derecho antiguo, y no habiendo agnado, pasaba
la sucesión a los gentiles, y, por tanto, también la tutela debía de serles concedida. Es lo
que resulta, en ausencia de un texto preciso, de la correlación observada por la ley de las
XII tablas entre la vocación a la tutela y la vocación a la sucesión ab intestato
4. Tutela diferida por el magistrado: Cuando la gentilidad cayó en desuso, se
preocuparon de llenar este vacío asegurando un tutor al impúbero que no tenía amados.
Este fue el objeto de dos leyes.
a) La ley Atilia, da derecho a nombrar los tutores en Roma al pretor urbano y a la mayoría
de los tribunos de la plebe. Es un derecho propio distinto de las atribuciones ordinarias de
los magistrados, y no susceptible de delegación.
b) La ley Julia Titia, del año 723 de Roma, concede el mismo poder al presidente en las
provincias.
* Este sistema de designación fue modificado con alguna frecuencia bajo el Imperio. En
Roma, y bajo el emperador Claudio, pasa a los cónsules el derecho de nombrar tutores.
* El nombramiento del tutor por el magistrado era necesario no habiendo ni tutor
testamentario ni tutor legítimo. Pero si el tutor testamentario era nombrado a partir de la
llegada de un término o una condición, o si estaba prisionero del enemigo o enfermo de
locura, era necesario abrir la tutela legítima de los agnados mientras se esperaba la
época fijada, la vuelta de su cautiverio, o su curación.
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Lo primero que debe hacer un tutor es un inventario de los bienes del pupilo. El objeto
de esta formalidad es asegurar la restitución al fin de la tutela.
Algunos tutores deben suministrar la satisdatio; es decir, prometer por estipulación
conservar intacto el patrimonio del pupilo, rem pupilii salvam fore, y presentar fiadores
solventes que tomen el mismo compromiso. La promesa se hace al pupilo.
Una última formalidad se impone al tutor en el Derecho de Justiniano. Este emperador
tomó en la Novela 72 cierto número de medidas destinadas a proteger los intereses
del pupilo cuando era acreedor o deudor del tutor. Este, antes de hacerse cargo, debe
declararlo al magistrado, y esta ideclaraci6n le hace excluir de la tutela.
2. De la “Auctoritas” y de la “Gestio” del tutor: El tutor, una vez que ha entrado en
funciones, debe intervenir en el cumplimiento de los actos jurídicos necesarios para la
administración de los bienes del pupilo. Se emplean dos procedimientos. Tan pronto obra
solo el autor, negotia gerit, como es el pupilo el que obra con la auctoritas del tutor.
2.1. De la “Auctoritas”: Se llama así la cooperación, el concurso del tutor a un acto
realizado por el pupilo, en el cual aumenta y completa la personalidad con su presencia.
Es probable que en su origen el tutor debla dar la auctoritas en términos consagrados y
contestando a una interrogación.
* La auctoritas, en primer lugar, no es un consentimiento ordinario, porque está sometida
a los principios siguientes:
No puede darse por mensajero ni por carta, ni tampoco una vez efectuado el acto. El
tutor debe estar presente en el momento del acto.
Además, no lleva ni termino ni condición expresamente formulados. Pues; el tutor
completa o no completa con su presencia la personalidad jurídica del pupilo.
Es también voluntaria. El tutor no puede ser contradicho por el magistrado, pues es
juez de lo que crea bueno o malo para el pupilo. Si por su negativa causa un perjuicio
al impúbero, debe indemnizarle al fin de la tutoría, habiendo también casos en que no
le podía dar su auctoritas.
EI acto por el cual el tutor da su auctoritas es siempre un acto ejecutado por el mismo
pupilo, pues es en la persona del pupilo donde se realizan las consecuencias del acto, y
también es él, según los casos, quien se hace propietario, acreedor o deudor.
2.2. De la “Gestio”: dice que el tutor administra o regenta, negotia gerit, cuando realiza
solo un acto interesando el patrimonio del pupilo. En su origen, el tutor no podía regentar
legalmente; era porque entonces no había más que tutores testamentarios, escogidos con
mucho cuidado por el jefe de familia, o por tutores legítimos personalmente interesados
en administrar bien el patrimonio que algún día podía corresponderles por herencia.
*El efecto de la gestio es muy distinto al de la auctoritas. En efecto, el tutor que administra
obra como lo haría un mandatario; por tanto, el Derecho Romano no admitía nuestro
moderno principio, en virtud del cual, el mandatario representa al mandante.
* Era el tutor quien, seguidamente de la operación, se hacía propietario, acreedor o
deudor, y como en definitiva era necesario que el pupilo disfrutase del acto o sufriese los
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efectos, el tutor debía rendirle cuentas al final de la tutela; tenía que ceder al pupilo los
derechos para él adquiridos, y, por justa reciprocidad, reembolsarse sus anticipos.
Por eso la rendición de cuentas era una consecuencia necesaria de la gestio y no de la
auctoritas.
2.3. Casos de aplicación de la “Auctoritas” y de la “gestio”: El tutor no es libre, de
usar arbitrariamente, en uno u otro caso, de estos dos procedimientos; es, más que nada,
la edad del pupilo lo que hace regla para su empleo, pues es evidente que un pupilo
demasiado joven no puede figurar en un acto jurídico, ni aun con la auctoritas del tutor, lo
que en contrario es posible, habiendo salido ya de la infancia. Por tanto, hay que distinguir
dos periodos: uno, estando el pupilo “infans”, y el otro, siendo “major infantia”.
a) El pupilo es infans: La infantia duraba hasta los siete años. Sin duda, el niño ya habla
antes de esa edad, aunque el lenguaje sea aún imperfecto, y tampoco tiene el
discernimiento necesario para darse cuenta de un acto jurídico. Por eso, en este período,
la regla es que administre el tutor, realizando él solo los actos necesarios para que el
patrimonio del pupilo está bien administrado.
* Sin embargo, se presentaba una dificultad cuando el acto no podía realizarse sin
intervención de la persona interesada: por ejemplo, tratándose de enajenar alguna cosa
por mancipatio o in jure cesio, de sostener un proceso bajo las acciones de la ley, o bien
de aceptar una herencia. En un principio fue necesario esperar a que el pupilo hubiese
salido de la infantia.
b) El pupilo es major infantia: El pupilo que tiene siete años cumplidos ya ha salido de
la infancia; entonces es major infantia. ¿Hay que subdividir el tiempo que falta transcurrir
hasta la pubertad? Los textos señalan una distinción entre el infantiae proximus, que no
tiene aún más discernimiento que el infans, el pubertati proximus, que comprende el
alcance de sus actos; distinción, sin duda, fundada en el hecho del desarrollo intelectual
de cada pupilo.
* ¿Cómo se procedió en este periodo en los actos jurídicos que interesaban al pupilo? La
gestión del tutor interviene sólo en caso excepcional, por ejemplo, si el pupilo está
ausente o si ha ido a Grecia para completar su educación.
El pupilo, sin la auctoritas del tutor, puede: hacerse acreedor, por ejemplo, estipulando;
recibir una remisión de deuda o adquirir la propiedad de una cosa o de un derecho real.
Solo hemos citado actos sencillos para los cuales se aplica la regla sin dificultad ninguna.
La solución es más delicada tratándose de actos que pueden producir efectos complejos.
He aquí algunos ejemplos:
Venta: En este contrato, el vendedor se hace deudor del objeto vendido y acreedor
del precio; así, pues, si el pupilo ha vendido solo un objeto que formaba parte de su
patrimonio, se hace acreedor del precio, pero no deudor del objeto. Esta solución
teórica tendía a un resultado contrario a la equidad, pues nadie debe, en efecto,
enriquecerse a costa de los demás, aplicándose esta regla lo mismo al pupilo que a
las personas púberas.
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clásica fue de verdadera obligación rendir cuentas, sancionada por la acción tutelae.
Veamos cómo se desarrolló esta obligación y en qué consiste.
* Es probable que durante bastante tiempo el tutor que no tuviera obligación de
administrar no estaba tampoco obligado jurídicamente a restituir.
* El tutor debe restituir al pupilo su patrimonio intacto, según inventario que debe haber
redactado. Debe devolverle todos los bienes que ha adquirido y todas las sumas que haya
cobrado para él como administrador.
* El pupilo debe indemnizar al tutor por razón de sus gastos hechos, descargándole
también de las obligaciones contraídas en su interés. Puede ser obligado a ello por la
acción tutelae contraria
3. Garantías del pupilo contra la insolvencia del tutor: El crimen suspecti tutoris y la
acción de rationibus distrahendis, que bajo el Imperio quedaron en vigor y subsistían aún
en tiempos de Justiniano, protegían al pupilo contra el fraude de los tutores, aunque
también había que ponerlos en guardia contra su insolvencia. El Derecho romano ha
organizado y establecido un sistema de garantías:
a) El pupilo acreedor del tutor al fin de la tutela disfrutaba en la época clásica de un
privilegiun exigendi; es decir, que tenla derecho a cobrar, con preferencia a los
acreedores quirografarios del tutor, pero no a los acreedores hipotecarios.
b) En el caso en que el tutor haya dado satisdatio, el pupilo puede ejercer la acción ex
stiptulatu, bien sea contra él o contra los fiadores de la tutela. Tiene derecho a reclamar a
uno de ellos la totalidad de lo que se le debe, sin que el fiador pueda oponer el beneficio
de división.
c) Si el pupilo no ha podido hacerse pagar del tutor ni de los fiadores, le queda otro
recurso concedido por un senadoconsulto, dado bajo Trajano. Es una acción subsidiaria
contra los magistrados municipales encargados de exigir fiadores y que o no lo hayan
hecho o se hayan contentado con fiadores insolventes. La acción puede también
ejercerse contra los herederos.
d) Y, por último, el pretor concede al pupilo una última garantía a falta de otras. Es la
rescisión, con la ayuda de la in integrum restitutio, de los actos que le hayan causado un
perjuicio y que hayan sido ejecutados por el tutor solo o por el impúbero con la auctoritas
del tutor.
2. De la tutela perpetua de las mujeres púberas.
Esta institución parece remontarse a la más alta antigüedad. Los textos están acordes en
señalar como razón de ello la ligereza del carácter de la mujer y su inexperiencia de los
negocios. Pero sometiéndola a tutela perpetua, parece ser haber pensado menos en su
protección que en salvar su fortuna en interés de sus agnados.
Gayo cuenta que la tutela legitima del patrono y de sus ascendientes, dice que tiene por
objeto impedir que la mujer pueda hacer enajenaciones entre vivos o testar en perjuicio de
las personas que deban heredarla ab intestato.
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Segunda División del tratado elemental de derecho romano – Santiago Lugo
Después de haber quedado en vigor durante los primeros siglos de roma, la tutela
perpetua se fue debilitando poco a poco hasta que desapareció bajo el Imperio.
1. Tutela perpetua en el Derecho antiguo: esta tutela esta admitida como la de los
impúberos, y pertenece en los mismos casos a tutores testamentarios, legítimos,
fiduciarios o nombrados por el magistrado. La tutela legítima constituía para el tutor de la
mujer púbera un verdadero derecho. Se le concedía aun estando ausente, impúbero, loco
o mudo, y por consecuencia, incapaz de dar su auctoritas.
* Resultaba de esto para la mujer una imposibilidad de cumplir ciertos actos, aunque
formalmente tampoco podía hacer disminuir su patrimonio, lo cual era precisamente el
objeto de esta tutela.
* La tutela para la mujer púbera sólo terminaba por la muerte, y la capitis deminutio
máxima, media o mínima cuando se daba en adrogación o caía in manus.
2. Debilitación de la tutela perpetua:
Esta institución hacia el fin de la República ya no estuvo en armonía con las costumbres,
atenuando su rigor primitivo un gran número de modificaciones. En la época de Gayo, y
fuera de un corto número de casos, no fue más que una vana formalidad. Veamos las
principales decisiones que trajeron su decaimiento:
a) Desde el siglo VI le fue permitido al marido, teniendo a su mujer in manu, dejarla por
testamento elegido un tutor, y este es un tutor optivus. Más tarde, la mujer puede escapar
de la tutela legítima; de sus agnados y tener un tutor a su gusto, con ayuda de un
coemptio fiduciae causa.
b) Bajo Augusto, y siendo impúbero el tutor legítimo, o estando loco o ausente, es decir,
incapaz de dar su auctoritas, existían ciertas disposiciones legislativas que permitían a la
mujer nombrarse un tutor capaz para proceder en ciertos actos de suma utilidad, tales
como la constitución de una dote para casarse o la aceptación de una herencia.
3. Supresión de la tutela perpetúa:
Aunque disminuida, la tutela de las mujeres impúberes existía aún a mitad del siglo IV de
nuestra era. Pero en 410, si ya no había desaparecido, una constitución de Honorio y
Teodosio debió darla el último golpe, concediendo a todas las mujeres el jus liberorum
que llevaba consigo la dispensa de la tutela
SECCION 2. DE LA CURATELA
1. Generalidades
La ley de las XII tablas organizaba la curatela únicamente para remediar a los
incapacitados accidentales: la de los furiosi y la de los pródigos. Más tarde, y a título de
protección, fue extendida a los mente capti, a los sordos, a los mudos y a las personas
atacadas de enfermedades graves, acabando también por aplicar la curatela a una
incapacidad de otro orden: se daba curadores a los menores de veinticinco años, y en
ciertos casos, a los pupilos
* El curador administra y no da auctoritas. Solamente en el Bajo Imperio, el curador del
menor dc veinticinco años debía dar algunas veces su consentimiento al acto realizado
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por el incapacitado. Este consensus no tiene nada de solemne, y puede ser suministrado
aun después del cumplimiento del acto.
2. De la curatela de los “Furiosi”
Los romanos distinguían los furiosi y los mente capti. El furiosi es el hombre
completamente privado de razón, tenga o no intervalos lúcidos. El mente captus, por el
contrario, no tiene más que un poco de inteligencia, es un monomaniaco o, lo que es
igual, una persona cuyas facultades intelectuales están poco desarrolladas.
El furiosi no está afectado de interdicción, aunque le alcanza una incapacidad natural.
Mientras dure su locura no puede efectuar ningún acto jurídico; pero recobrando toda su
capacidad. Cuando tiene un intervalo lucido, entonces puede obrar solo como si nunca
hubiese estado loco.
La misión del curador es la de administrar, ejecutando los actos necesarios a los intereses
pecuniarios del incapacitado en estado de Locura. Recobrando el loco la razón, ¿termina
la curatela para volver a empezar con la locura? Los jurisconsultos no estaban de acuerdo
en esta cuestión; Justiniano decidió que no cesara la curatela, pero el curador quedaba
inactivo, puesto que el loco vuelto a la razón puede legalmente obrar por su cuenta.
El pretor extendió esta curatela a las personas cuyas enfermedades reclamaban una
protección, y por eso nombró curadores para administrar el patrimonio de los menti capti,
de los sordos, de los mudos y de todos los que teniendo una enfermedad grave no podían
mirar por sus intereses.
3. De la curatela de los pródigos.
La ley de las XII tablas consideraba como pródigos a los que disipaban sus bienes
procedentes de la sucesión ab intestato del padre o del abuelo paterno: bona paterna
avitaque. Era como un depósito que debía quedar en la familia civil, por cuya razón, y con
objeto de impedir su dilapidación, los decemviros, sancionando una costumbre anterior,
decidieron que el pródigo fuese declarado en estado de interdicción, colocándole bajo la
curatela legitima de sus agnados, y, sin duda alguna, en su defecto, bajo la de los
gentiles.
La interdicción se aplicaba entonces, nombrándose los curadores por el pretor, en los
casos siguientes:
a) A todos los que, encontrándose en las condiciones previstas por la ley de las XII tablas,
carecían de agnados y de gentiles, y cuyo curador legítimo se encontraba incapacitado.
b) A los ingenuos que derrochaban los bienes paternos, recogidos por herencia
testamentaria.
c) A los manumitidos que, empezando a crearse una familia, no poseían bienes paternos.
d) En fin, a todos los que disipasen sus bienes, de cualquier procedencia que fuesen.
La curatela se abre por decreto del magistrado que pronuncia la interdicción. La
prodigalidad, en efecto, no es una cansa natural de incapacidad, como la locura, pues
para hacer al pródigo incapacitado es necesaria una decisión, creando la incapacidad
legal y fijando su extensión.
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4. De la venia aetatis:
Durante largo tiempo esta expresi6n designó la in integrum restitutio concedida por causa
de minoría. Pero hacia el final del siglo III de nuestra era se dio este nombre a un
beneficio particular concedido por los emperadores a los menores de veinticinco años.
5. De la curatela de los pupilos.
El impúbero en tutela puede, por excepción, tener un curador en los casos siguientes:
a) Si el tutor sostiene un proceso con su pupilo. Ya sabemos que no puede dar su
auctoritas en un asunto estando él interesado. En el tiempo de las acciones de la ley era
necesario un tutor especial; pero, bajo el procedimiento formulario, era suficiente nombrar
un curador, cuya regla existía aún en tiempos de Justiniano.
b) Si el tutor ha hecho admitir una excusa temporal es necesario durante este intervalo
nombrar un curador en su lugar.
c) Y, por último, mostrándose el tutor incapaz, aun siendo fiel, se le une un curador.
* En todos los casos, el curador solo puede hacer actos de gesti6n que no suplirá a la
auctoritas del tutor.
6. Reglas comunes a las diferentes curatelas.
1. Antes de comenzar su gestión, los curadores debían cumplir las mismas formalidades
que los tutores. Así, pues, debían dar satisdatio los curadores legítimos y los que eran
nombrados sin información, puesto que sus poderes estaban sometidos a las mismas
restricciones.
2. Durante los primeros siglos, es probable que administrar y rendir cuentas de su gestión
sólo fueron para los curadores deberes sancionados por las costumbres. El crimen
suspecti tutoris vel curatoris, organizado por las XII tablas, garantizaba suficientemente al
incapaz contra la infidelidad del curador, aunque la acción de rationibus distrahendis no se
aplicaba a la curatela, que era, además, de aplicación menos frecuente que la tutela
3. En cuanto a las garantías concedidas al loco, al pródigo y al menor contra la
insolvencia de sus curadores, eran, poco más o menos, las mismas que las del pupilo.
Tenían, en efecto:
a) El privilegium exigendi, y bajo Constantino una hipoteca tácita, cuya creación sólo es
verdadera para los menores.
b) La acción ex stipulatu en los casos en que el curador se haya visto obligado a dar la
satisdatio.
c) La acción subsidiaria contra los magistrados encargados de exigir fiadores solventes.
d) La in integrum restitutio, concedida a los menores como último recurso, y cuyas reglas
ya hemos estudiado.
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Apéndice 2. De la infamia.
La infamia, de la cual puede ser tachado un ciudadano romano, no suprime su persona
civil, como la capitis deminutio. Es únicamente un ataque a la consideración que disfruta
en la sociedad. Que implica para él pérdidas más o menos graves. Pudo ser resultado al
principio de alguna decisión de los censores o de la ley; y terminó por ser una
consecuencia del edicto del pretor.
1. Fuera de las operaciones del censo y de clasificación del pueblo, los censores, en
tiempo de la República, tenían el poder discrecional de excluir del senado a un senador o
a un caballero de la orden ecuestre. Podían también excluir al ciudadano de las centurias,
y privarle del derecho de sufragio.
2. Hacia el fin de la República, y bajo el Imperio, leyes penales, tales como la ley Julia
repetundarum, la ley Julia de vi y otras, tachaban de infames a los condenados en materia
criminal.
3. el edicto del pretor negaba a ciertas personas el derecho de pedir en justicia. Por otras,
o de constituirse en cognitor o en procurator, desempeñando e las mismas ese papel.
Entre las causas de esta pérdida de ese derecho se pueden señalar: las condenas
criminales y ciertas condenas civiles que implican la mala fe del demandado; las faltas de
inmoralidad, como la bigamia; el ejercicio de ciertas profesiones, como el dc comediante y
gladiador.
* La infamia que resulta de la ley o del edicto duraba hasta la muerte. Sin embargo, los
efectos podían ser borrados por una decisión del senado o del emperador.
Apéndice II. Bis.
1. Extinción natural de las personas físicas.
Las personas físicas concluían o se extinguían por la muerte natural, ya que, si la
capacidad jurídica va aneja a la existencia del hombre, la muerte tiene que extinguirla.
Mas en este punto, y por lo que afecta a nuestro Derecho Romano, sucedía una cosa
particular, y era que la muerte del individuo ordinariamente no hacia desaparecer su
personalidad jurídica, pues pasaba a sus sucesores testamentarios o legítimos.
De aquí que en el Derecho de Roma, una vez probada la existencia de una persona, no
se presumía nunca su muerte, y, por consiguiente, tenía la obligación de justificarla aquél
a quien interesaba. Sin embargo, algunos pasajes del Derecho Romano indican la edad
de cien años como la más larga que puede tener un hombre.
2. Otras circunstancias que influían en los derechos de las personas.
Independientemente de la capacidad civil, las leyes romanas consideraban en los
hombres ciertas cualidades y circunstancias, que sin alterar su estado, diversificaban su
posición y modificaban sus derechos. Las aludidas circunstancias o situaciones no
privaban al sujeto de su capacidad para tener derechos u obligaciones, aunque si para
poder ejercitarlos, razón, por la cual distinguieron los comentaristas la capacidad jurídica
propiamente dicha, de la capacidad de obrar, y eran de muchas clases: algunas, de las
que asimilaban al que las sufría al esclavo propiamente dicho.
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Pero más especialmente, las cualidades o circunstancias a que nos venimos refiriendo
son las que a continuación pasamos sucintamente a examinar:
a) Sexo: Respecto a esta causa modificativa de la capacidad jurídica, el Derecho privado
establecía limitaciones en la capacidad jurídica de la mujer. En el Derecho público, las
mujeres estaban absolutamente excluidas de todos los derechos. Y en el privado, en los
tiempos primitivos estaban siempre sometidas al poder de sus padres o maridos, y si las
circunstancias hacían que fuesen libres, matres familias, se hallaban sujetas a tutela
perpetua.
b) Edad: Esta circunstancia una de las que más influyen en la capacidad de obrar de los
derechos, ya que el negocio jurídico, para que exista, precisa una intención y una
voluntad desarrolladas plenamente, y la ley, racional y prudentemente, exige que se
exteriorice debidamente la intención que realiza un acto de Derecho para poder producir
este sus naturales efectos.
c) Estado de salud o enfermedad: Figura la enfermedad como una de las importantes
causas modificativas de la capacidad de obrar, pues el hombre debe de tener conciencia
de sí mismo y ser ente de razón, y si sus facultades físicas o intelectuales sufren por
cualquier motivo una limitación, ello modifica o altera la capacidad civil de la persona o
sujeto.
d) Religión: Era la religión que se profesaba otra causa de modificación de la capacidad
civil, que en la época pagana no afectaba a la capacidad jurídica relativa al Derecho
privado, y si tan sólo en el Derecho público, en su esfera penal, por el derecho de
coerción de los magistrados en la época imperial de las persecuciones contra los
cristianos.
e) Condición de las personas: Influían también en los derechos el orden a que uno
pertenecía, La dignidad de que cada uno estaba revestido, el estado y la profesión que
ejercía. Así, numerosos privilegios pertenecen a los militares, sobre todo en materia
hereditaria. Por otro lado, son infames de derecho los actores, los usureros y los deudores
cuyos bienes han sido vendidos públicamente.
f) Domicilio: La noción del domicilio se determina por la residencia legal o jurídica de
cada uno, el pueblo donde se suponía que estaba siempre, y era aquel en que la persona
residía de ordinario y en donde tenla sus bienes, familia o su ocupación diaria. Era
cuesti6n de muy grande interés el saber cuál era el domicilio legal de cada individuo,
principalmente en los tiempos en que los pueblos se diferenciaban tanto por razón de las
concesiones más o menos amplias del ius civitatis. Posteriormente desapareció este
interés en cuanto al Derecho público; pero en cuanto al privado, conservo siempre gran
importancia.
g) Parentesco: La idea de parentesco, cognatio, supone un lazo o vínculo entre dos
personas que descienden la una de la otra o bien de un tronco común. Con arreglo, por
tanto, a esta noci6n, los parientes lo eran, o porque unos descendían de los otros, ya
inmediatamente, ya mediando alguna persona. o porque sin descender unos de otros
procedían, sin embargo, del tronco común.
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* Se hablaba también del grado, es decir, de la distancia que existe de un pariente al otro,
determinándose este, según el Derecho Romano, por el principio de que cada generación
formaba un grado, y, por consiguiente, dos parientes distaban tantos grados entre SI
cuantas generaciones era preciso contar basta unirlos con el tronco común.
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