Sintonizando Con El Medio

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sintonizando

con el medio
la radio como medio de comunicación
SINTONIZANDO CON EL MEDIO
La radio como medio de comunicación
Argentina fue uno de los primeros países donde comenzó a escribirse la historia de la
radio.

El 27 de agosto de 1920, en la ciudad de Buenos Aires, un grupo de amigos conocidos


como “los locos de la azotea” decidieron realizar un experimento: subieron a los techos
del Teatro Coliseo, enchufaron cables, un micrófono precario y un transmisor de baja
potencia y desde allí emitieron en vivo la ópera Parsifal de Richard Wagner. Se trató de la
primera emisión radial de la historia de la humanidad con fines de entretenimiento.

Hoy en día, casi 100 años después de aquella primera trasmisión y a pesar de la enorme
presencia de la televisión y las nuevas tecnologías digitales, la radio está más viva que
nunca y continúa interpelando con fuerza la imaginación del oyente.

A diferencia de cualquier otro medio, la radio permite generar un vínculo especial de


cercanía y calidez entre el emisor y el receptor, produciendo un efecto mágico de “estar
ahí”, compartiendo un mismo espacio. Las personas se identifican con una radio, se reco-
nocen y se encuentran entre sus contenidos.

La radio además de acompañar cumple una clara función social. En muchos casos es el
único espacio de comunicación con el que se cuenta. Este medio construye lazos y perte-
nencia dentro de una comunidad, de un barrio. Nos comunica y construye puentes, cami-
nos y recupera la palabra y la hace colectiva.

Algunas ventajas de la radio

Economía. En relación a los medios gráficos y audiovisuales, la radio tiene bajos costos de
producción y consumo. No se necesitan grandes recursos técnicos para generar conteni-
dos de primera calidad, lo que convierte a este medio en un espacio democrático de
producción. A su vez, la escucha de radio es gratuita para cualquiera que cuente con un
aparato receptor.

Compañía. Se trata de un medio transportable y permite realizar otras tareas mientras se


la escucha. Esto le permite acompañar la vida cotidiana de los oyentes, haciéndose fácil-
mente lugar en la rutina de cualquier persona.

Creatividad. Producir radio es básicamente “jugar”: explorar sus posibilidades narrativas,


jugar con los tiempos, la música, los formatos, los géneros, probar nuevas combinaciones.
Igual que una biblioteca popular, el lenguaje radiofónico es un espacio abierto, que nos
invita a pasar, recorrerlo y revolverlo para encontrar allí lo que buscamos.

Participación. Por sus características la radio permite abrir fácilmente canales de interac-
ción y participación con los oyentes. Junto con el préstamo de libros, una biblioteca popu-
lar puede hacer radio prestando el micrófono a su comunidad, convirtiendo a los recepto-
res en emisores y multiplicando las voces en cada barrio y en cada localidad del país.
EL LENGUAJE RADIOFÓNICO
Sin un código compartido no hay comunicación posible. Los libros que tenemos en la
biblioteca, por ejemplo, nos proponen un código hecho de trazos gráficos, que constru-
yen letras, números, puntuaciones, etc. Estos signos se combinan y forman a su vez pala-
bras, oraciones y frases.

Al igual que los libros, la radio también tiene su propio código, su propia manera de pro-
ducir sentido. El lenguaje de la radio está formado por cuatro elementos: La música, la
voz, los efectos sonoros y el silencio. Aspectos que se mezclan y se combinan entre sí
para crear “imágenes auditivas”. La identidad de nuestras producciones sonoras tendrá
que ver con el modo en que nos apropiemos de estos elementos del lenguaje radial.

La Voz

De la mano de la voz llegan las palabras a la radio: la presencia humana tras el micrófo-
no. La voz de cada persona es particular: “tenemos una voz”, que nos caracteriza y distin-
gue como una marca indeleble de nuestra identidad. Pero si las voces son variadas y
diferentes ¿Vale cualquier voz? ¿Hace falta engolar la voz para hablar por radio?

Está claro que hay modas de la voz: el mercado impone “modelos de voces”. “Con esa voz
tenés que ser locutor” o al revés … ¿Con esta voz de lija querés que sea locutor? Lo cierto
es que, si ponemos en primer plano el derecho de todos a la comunicación, no existen a
priori voces más habilitadas que otras para la radio: todas las voces tienen el derecho a
expresarse y ocupar su espacio en el aire. Obviamente existen locutores que se forman
para entrenar y educar su voz de manera intensiva, convirtiéndola en su herramienta de
trabajo. Pero la existencia de profesionales de la voz no es incompatible con que cual-
quiera pueda analizar, explorar y trabajar su propia voz, aprovechando al máximo sus
posibilidades expresivas.

Por otro lado existen en el país distintos modos de hablar, acentos, ritmos y cadencias
que forma parte de la identidad de una región o localidad. No es lo mismo interpelar a
los oyentes del sur de Río Negro que a los del norte del Gran Buenos Aires. Cada lugar
construye a nivel local una cultura propia, hecha de sus propias costumbres, hábitos y
prácticas cotidianas que se traducen en un modo de expresarse. Las bibliotecas popula-
res, presentes en cada rincón de la Argentina, acompañan esta diversidad.

De todos modos, y más allá de las particularidades, a través del uso de la voz se produ-
cen sentidos climas y sensaciones. Una voz puede exaltarnos, seducirnos, divertirnos,
emocionarnos, tranquilizarnos y hasta aburrirnos. A veces no se trata solo de hablar
sino del modo en que hablamos: cómo decimos lo que decimos. A la hora de colocarnos
en el rol de productores radiofónicos es necesario estar atentos a las cualidades y las
potencialidades expresivas de la voz.
Cada vez que una voz suena, lo hace con determinadas cualidades:

Los tonos más graves tienden a producir sensación de madurez, confianza, seriedad, segu-
ridad. A una velocidad lenta pueden transmitir tristeza y congoja. Por el contrario los tonos
más agudos tienden a asociarse con el universo infantil, con el juego y el humor.

Un volumen alto puede transmitir “Fuerza”, Euforia, excitación, enojo, pero también alegría
produciendo una sensación de optimismo así como un volumen bajo puede sugerir “debi-
lidad”, pesimismo y tristeza, pero también serenidad y calma.

Los cambios de velocidad en el habla producen alteraciones en el ritmo y aportan armo-


nía y musicalidad a un relato, generan sorpresa en el oyente y capturan su atención.Por el
contrario un ritmo constante y monótono suele producir aburrimiento y disminuye la
atención del que escucha.

La Música

“¿Y vos que música escuchás?”, suele ser una pregunta muy común entre jóvenes
que empiezan a conocerse y quieren obtener información de la otra persona. Esto
ocurre porque la música resulta ser un elemento muy importante para traducir
nuestro carácter, nuestro modo de ser. En el mundo de la radio, buena parte de la
identidad de una emisora o un contenido se construye desde lo musical.

La musicalización en la radio cumple diversas funciones y puede aparecer de diversas


maneras:

Como un contenido específico, bajo el formato canción: escuchamos un tema músical de


tal artista o banda.

Para construir ambientes, climas y estados de ánimo. Una pieza musical puede “transpor-
tarnos” hacia una selva africana, o hacernos viajar hacia un futuro hipertecnificado. Puede
generar un ambiente divertido y distendido o emocionarnos hasta las lágrimas.

Para organizar los contenidos. La música en la radio cumple funciones gramaticales y se


utiliza para separar una cosa de la otra, dándole relieve y ritmo a un relato radiofónico. Las
llamadas “Cortinas”, son piezas musicales que acompañan de fondo el diálogo y la lectura
y suben su intensidad en el momento que los locutores callan. De este modo dividen y
segmentan el aire. Un cambio de cortina cumple la función de un punto y aparte, dejando
claro que “pasamos a otro tema”.

Los efectos sonoros

Los efectos especiales, los ruidos naturales o artificiales permiten al igual que la música
construir imágenes, objetos y situaciones. A su vez también pueden utilizarse para separar
y segmentar los contenidos.
Los efectos sonoros poseen un enorme poder narrativo. Esto significa que pueden “contar-
nos cosas”, muchas veces reemplazando la voz en un relato. A veces un efecto sonoro
puede más que cien palabras: pensemos por ejemplo en el clásico sonido de una puerta
al abrirse. No necesitamos más que percibir el rechinante ruido para que la escena se
construya en nuestra mente.

Aprovechar el potencial descriptivo de los efectos sonoros nos lleva a enriquecer enorme-
mente nuestras producciones radiales.

De todas maneras, resulta importante saber que el abuso o exceso en el uso de efectos
sonoros puede producir ruido o distracciones excesivas que afectan a la comunicación.
Parte del trabajo de producción es dosificar los efectos: no todos los componentes del
relato tiene que estar acompañados de su sonido.

El Silencio

El locutor calla. Baja totalmente el volumen y nuestro sistema auditivo deja de


percibir vibración alguna. No se oye nada… ¿Cómo puede la ausencia total de sonido
ser parte del lenguaje de la radio? ¿Qué importancia puede tener algo que “no es
nada”? Justamente, el silencio en la radio es importante porque no es “nada” sino
que es “algo”: algo con mucho poder dramático por cierto.

Una pausa en el habla genera suspenso, tensión, misterio y expectativa por lo que está por
venir. El juego con las pausas y las interrupciones produce un incremento de la atención
del oyente. A veces el silencio permite subrayar una idea. Por ejemplo silenciar la música
y los efectos sonoros dejando solo la voz “en seco” le otorga un protagonismo y un peso
mayor al contenido de la locución.

Aprender a usar y dosificar el silencio en la radio puede resultar muy útil en términos
expresivos, no obstante es muy importante que los silencios sean voluntarios, producto de
una decisión consciente. Los silencios involuntarios en la radio se conocen con el nombre
de “baches” , errores que incomodan la escucha y producen sensación de inseguridad.
GÉNEROS Y FORMATOS

La cuestión de los géneros es absolutamente familiar para cualquier bibliotecario o


bibliotecaria. En los estantes de una biblioteca popular podemos encontrar categorías
como “Literatura infantil”, “Ciencia ficción”, “Historia”, “Novela negra”, “Literatura romántica”,
etc. En la biblioteca los géneros funcionan como estructuras que nos permiten ordenar los
libros bajo ciertos parámetros generales: cada género impone ciertas reglas para la escri-
tura y genera cierto horizonte de expectativas para el lector.

En el mundo de la radio, los géneros y los formatos son guías para la producción de nues-
tros contenidos. Pensar la radio a través de las reglas de los géneros nos permite contar
con una estructura previa dentro de la cual será más fácil organizarnos.

De todas maneras es importantísimo aclarar que los géneros no son algo cerrado. Se trata
de “convenciones”, y como tales pueden ser modificadas, alteradas y puestas “patas arriba”
siempre que lo consideremos necesario. Los géneros son siempre útiles como punto de
partida, pero no hay ninguna obligación de respetarlos a rajatabla. Nuestra tarea de
producción puede llevarnos cambiarlos, mezclarlos y variarlos imprimiendo nuestro
propio estilo en nuestros mensajes radiales.

Existen diversas clasificaciones de géneros radiofónicos, pero a grandes rasgos podemos


distinguir 3 grandes conjuntos:

Género Dramático

Tiene como eje la ficción.


Desde este género los elementos del lenguaje radiofónico se combinan con la intención
de contar historias: poner en escena un relato sonoro para que transcurra ante nuestros
oídos y nuestra mente. Para esto se construyen personajes, ambientes, situaciones y con-
flictos. Pensemos por ejemplo en la adaptación de un cuento, un sketch, radioteatro o un
chiste. Por lo general se recrean mundos de fantasía, aunque también se puede aludir a
acontecimientos reales. No obstante siempre requiere de la interpretación y la actuación.
Dentro de este género podemos encontrar los formatos como el radioteatro, la personifi-
cación, el sociodrama y el Sketch, entre otros.

Género Periodístico

Tiene como eje la información.


Trabajamos en torno a este género cada vez que nos referimos a hechos y personas de la
realidad, por lo general a acontecimientos actuales a nivel local, nacional o mundial.
Implica la transmisión de cifras, datos y precisiones intentando reponer lo ocurrido. No
obstante, también se incluyen en este género las opiniones y los comentarios con respec-
to a los hechos. El género periodístico da lugar a pequeños formatos como la noticia, bole-
tín, entrevista, móvil, el debate, el comentario, etc.
Tal como aclaramos al principio, por más objetivo que se pretenda no existe periodismo
sin punto de vista: es imposible contarlo todo, siempre seleccionamos y enfocamos la
realidad según nuestros intereses. Es por eso que las tareas de producción desde este
género son fundamentales para una radio comunitaria, ya que le permiten construir una
agenda y un enfoque propio.

Género Musical

Tiene como eje la música.


Incluye la emisión de temas y canciones, pero también el modo en que se los presenta y
la información específica que se brida acerca de su sonido, letras, autores, historia, etc.
Como vimos, la música constituye un elemento fundamental en el perfil de una radio, y
definen el color y el ritmo de nuestras producciones. Hay contenidos -y hasta emisoras-
construidos enteramente a partir de los géneros musicales: pensemos por ejemplo en los
rankings o en los programas específicos de jazz, reggae, rock. Las decisiones en torno al
género músical son fundamentales para construir y reforzar nuestra identidad sonora.
Algunos formatos de este género son el tema musical, la canción presentada, el ranking o
el Jingle.
LA CAMPAÑA COMUNITARIA RADIOFÓNICA
Una campaña comunitaria es una estrategia de comunicación por medio de la cual se
busca darle visibilidad a un tema de interés social relevante para la comunidad; cuestio-
nes tales como el cuidado del agua, la promoción de la lectura, los derechos de los niños,
la discriminación o la violencia de género.

La campaña radiofónica implica una toma de posición frente a una problemática y tiene
un interés pedagógico: busca educar, informar, concientizar y generar cambios tendientes
a mejorar la calidad de vida de las personas. Se trata de breves piezas sonoras que remiten
a la misma temática y guardan una unidad estética y artística. Estos audios circulan en
forma rotativa por la programación durante un tiempo acotado.

La campaña se propone:

Instalar una idea o un tema de interés para la comunidad.


Promover el debate y la problematización de la temática en cuestión.
Generar nuevas prácticas, hábitos y comportamientos en relación a dicha temática.
EL SPOT DE CAMPAÑA
El Formato que adoptan las campañas es el “Spot” (también llamado cuña). Se trata de
breves piezas, de no más de 45 segundos, referidos a un tema concreto. El Spot es el más
breve de los formatos radiofónicos y puede combinar ficciones, información y música de
manera creativa y original. Una campaña radiofónica está integrada al menos por 10
spots que pueden emitirse en uno o varios medios.

El spot es un formato que permite explorar al máximo las posibilidades expresivas del
lenguaje de la radio. Creando imágenes auditivas, ambientes y escenarios sonoros, inclu-
yendo escenas dramatizadas, testimonios e información presentada por distintas voces.
Habitualmente estas piezas de campaña recurren al humor para generar atracción y esti-
mular la reflexión acerca de una cuestión.

Sobre el final los distintos spots de una campaña necesitan un “remate” que permite unifi-
carlos y reforzar la cuestión planteada. Se puede pensar en frases como slogans, rimas o
juegos de palabras. El cierre de cada spot incluye además la firma de quien lo produce, en
este caso el nombre de la biblioteca popular y el lugar geográfico donde se encuentra
ubicada.

Un buen spot es definido por la regla de las 4 “C”: tiene que ser
“Corto” , “Completo” “Concreto” y “Creativo”.

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