Filosofía Hermenéutica y Humanismo
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(Coordinadores)
FILOSOFÍA HERMENÉUTICA
Y HUMANISMO
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Y HUMANISMO
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Y HUMANISMO
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| Jesús Rodolfo Santander |
Bien que las reacciones son diversas dado que cada uno de los autores
responde desde su espacio intelectual específico de trabajo; decíamos
que una preocupación común a todos por la crisis espiritual que em-
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| La crisis espiritual de nuestro tiempo y los conceptos fundamentales de la tradición humanista |
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| La crisis espiritual de nuestro tiempo y los conceptos fundamentales de la tradición humanista |
II
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| Jesús Rodolfo Santander |
5 San Agustín, La doctrina cristiana, l. iii, cap. 1., trad. Balbino Martínez Pérez, bac Madrid.
<https://www.augustinus.it/spagnolo/dottrina_cristiana/index2.htm>.
6 Una carta de Pico de la Mirándola contestando las afirmaciones del refinado retórico Hermolao
Bárbaro da indirectamente testimonio de esa opinión despectiva que los retóricos tenían sobre
el lenguaje de la filosofía escolástica, la que alcanzaba a los mismos filósofos, apostrofados de
«bárbaros», «sordos, rudos e incultos». Pico de la Mirándola, De la dignidad del hombre, p. 144.
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| La crisis espiritual de nuestro tiempo y los conceptos fundamentales de la tradición humanista |
III
7 «La definición de entonces de los studia humanitatis comprendía cinco materias: gramática, re-
tórica, poética, historia y filosofía moral […] en el lenguaje del Renacimiento un humanista era un
representante profesional de estas disciplinas…», Kristeller. Ídem.
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10 Giambattista Vico, Antología. Sobre el método de los estudios de nuestro tiempo, pp. 41 ss.
11 M. F. Löbbert, Rhetorik, p. 94.
12 «¿Filosofía crítica o filosofía tópica? Meditacione sobre Nostri temporis studiorum ratione», en
Ernesto Grassi, Vico y el humanismo. Ensayos sobre Vico, Heidegger y la retórica, pp. 1 ss.
13 La elocuencia «tiene como fin persuadir a la multitud inculta y los rudos sobre todo cuando […]
no sostienen una larga cadena de razonamientos, ni es el caso de cansarlos con tanta tensión
mental, para que los retengan. Por esto es necesario utilizar para ellos aquella forma de hablar
suelta y copiosa con la que el orador ora prueba, ora diverge, ora vuelve al tema; bisela los ángulos
de aquéllos que han dicho algo rudamente, amplía aquello que ha sintetizado, refuerza aquello
que había aludido, y se demora en la misma tesis con más y más figuras oratorias, hasta que el
oyente la haga propia, imprimiéndola en lo íntimo de su alma». Giambattista Vico, op. cit., p. 48.
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19 «Los físicos fundan sus métodos sobre primeras verdades, en cambio el buen orador sobrevuela
las cosas conocidas por todos y, tratando las verdades secundarias, tácitamente reclama a los
oyentes sobre las primeras, de manera que les parezca a éstos que llegan por sí mismos a ta-
les argumentos, que en realidad el orador va desarrollando. De este modo primero despierta las
mentes para después conmover a las almas». G. Vico, op. cit., p. 48.
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20 E. Grassi, op. cit., pp. 6 y 7. Grassi asevera que «la distinción entre ‘verdad primera’ y ‘verdad
segunda’ impidió la deducción filosófica, apriórica, de las ciencias naturales que es propia del
idealismo». Ibíd., p. 16.
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por eso las verdades segundas no deben ni pueden ser deducidas a prio-
ri de esa verdad primera que Descartes entiende como indubitable, uni-
versal, necesaria, y caen fuera de su dominio.
Por otra parte, también queda excluido lo verosímil de las ciencias
de la naturaleza. Lo verosímil tiene una semejanza con la verdad, pero
no es lo verdadero. La verdad es un asunto de la ciencia y no hay ciencia
sino de lo universal y necesario, como lo decía la doctrina dominante
en la tradición metafísica aceptada por Descartes. Éste no se separa de
esta doctrina básica común, no cuestiona el concepto de verdad que la
sostiene, y le cede la verdad a la ciencia, de modo que, en rigor, de la
esfera de la verdad queda excluida la esfera verosímil y de lo probable,
esa esfera donde se realiza lo propiamente humano. Bajo la designación
de lo verosímil, en efecto, queda comprendido lo político, que nace de
la visión de lo individual, así como la vida humana histórica en general,
ese campo de lo que constantemente cambia y se manifiesta, ora de una
manera, ora de otra, que es el campo de las situaciones y acciones hu-
manas particulares y siempre nuevas, a menudo imprevisibles. Así, lo
verosímil no debe ser tratado por la ciencia, sino por la retórica, dado
que el arte de la retórica no está paralizado por reglas fijas y no usa un
lenguaje abstracto, sino uno de carácter histórico, gracias al cual puede
adecuarse a las situaciones históricas cambiantes, y también porque usa
el discurso patético, que hablando en el aquí y ahora puede modularse
conforme al estado de ánimo del oyente y tomar formas diferentes.21
Dicho lo cual, no perdamos de vista las consecuencias pedagógicas
de la filosofía tópica e insistamos en que, frente a la filosofía crítica,
Vico reconocía la esencial importancia del dominio de lo verosímil de-
nunciando los diversos peligros que supone para los jóvenes la exclu-
sión de la retórica y de la política en su formación. Su ausencia pone en
riesgo el sentido común y la prudencia, dado que éstos brotan de lo
verosímil. Y si no se presta atención a lo verosímil, se pierde la elocuen-
cia, pues es de lo verosímil que ésta tiene sus reglas, y no de procedi-
mientos de la deducción lógica.22 Su exclusión de los estudios es
21 Ibíd., pp. 7 y 8.
22 «…quien se habitúa a discutir geométricamente resulta menos adecuado para la elocuencia». G.
Vico, op. cit., p. 48. El método geométrico que emplea la física prescribe siempre demostraciones
prohibiendo cualquier forma de ornamentación, lo que «tanto cuando se aprende como cuando
se enseña genera siempre una proposición de la que inmediatamente le precede, que limita en
los oyentes aquella facultad, propia de los filósofos, que permite reconocer analogías entre cosas
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muy dispares y diferentes, la cual es considerada como el principio y la base de toda fina y elegan-
te forma de decir». Ídem.
23 E. Grassi, op. cit., p. 19.
24 En Sobre el método de los estudios de nuestro tiempo, este principio se formula de este modo: «De-
mostramos las cosas geométricas porque las hacemos, si pudiéramos demostrar las cosas físicas,
nosotros la haríamos». G. Vico, op. cit., p. 47.
25 E. Grassi, op. cit., p. 7.
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26 Ibíd., p. 13.
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27 «Ser ‘es’ en esencia fundamento. Por eso el ser nunca puede, para empezar, tener aún un funda-
mento que lo fundamente». «… el ser ‘es’ fondo –y– abismo (Ab-grund). En la medida en que el
ser, en cuanto tal, es en sí fundante, él mismo queda sin fundamento. El ‘ser’ no cae bajo el do-
minio de la proposición del fundamento, sino sólo el ente». Martin Heidegger, La proposición del
fundamento, p. 82.
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IV
La pérdida del contenido de verdad que las ciencias del espíritu sufren
en los tiempos modernos incita a Gadamer a emprender la recupera-
ción de su valor de verdad. Este propósito motiva el planteo de Verdad
y método, orientando su investigación por un camino que lo lleva a
confrontarse con la idea de método –método cuyas determinaciones
decisivas provienen de Descartes– y lo lleva a tomar una dirección di-
ferente a la de Kant, al que se opone en razón de la estetización que
en éste experimentaron aquellos conceptos fundamentales del huma-
nismo que habían constituido el elemento en el que las ciencias del
espíritu vivían, con el consiguiente debilitamiento y fin de la tradición
humanista sobre la que descansaban. Formación, sentido común, gusto
y juicio fueron, según Gadamer, esos conceptos fundamentales del hu-
manismo que esa tradición transmitía. A ellos quiero referirme ahora
con cierta amplitud para terminar esta introducción, prestando aten-
ción tanto a esa estetización y a ese objetivismo que, según Gadamer,
afectaron ante todo a esos conceptos fundamentales que eran el suelo
nutricio del que aquellas se alimentaban, como también –y de manera
especial– a la restauración del valor que esos conceptos habían tenido
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Formación
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32 Ibíd., p. 40.
33 Ídem.
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| La crisis espiritual de nuestro tiempo y los conceptos fundamentales de la tradición humanista |
36 Ídem.
37 Ibíd., pp. 41 y 42.
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redactados por Hegel cuando ejercía el cargo de director del liceo de Nú-
remberg, donde se impartía educación humanística, dejan ver cómo el
filósofo entendía la aplicación del concepto de formación a la práctica
pedagógica. Recordemos dos ejemplos que muestran en qué sentido el
distanciamiento de la inmediatez es exigido. En el caso de la atención a
la salud, la falta de medida en la satisfacción de las necesidades, que es un
no distanciamiento de la inmediatez del deseo, lleva a la enfermedad. La
moderación es exigida en vistas de la salud, pues «ésta es una condición
esencial para la utilización de las fuerzas espirituales con vistas a la reali-
zación del destino superior del hombre».38 En el caso del ejercicio de la
profesión, un distanciamiento es también exigido en lo que Hegel llama
la circunspección en el ejercicio de la profesión, a saber, el estar abierto
respecto a nuestro trabajo a la opinión de los otros. El ejercicio de la pro-
fesión plantea asimismo entregarse a tareas de la profesión que no son de
nuestro interés directo y particular, lo que también implica abstraerse y
separarse del interés inmediato para asumir una tarea que nos resulta
extraña. Un profesor a quien se encarga la dirección de una licenciatura
y posterga durante tres años su investigación personal para cumplir la
encomienda, es un profesor que supera su particularidad haciendo pro-
pio lo que al comienzo le resultaba completamente extraño. Él ha sabido
limitarse y la coordinación de su colegio se le ha vuelto cosa propia.39 Él
se ha encontrado en esa tarea y su espíritu se ha elevado y ensanchado.
La formación es, así, esencial para la vida y el desarrollo del espíritu. Los
otros conceptos fundamentales del humanismo no son menos importan-
tes en nuestra perspectiva de recuperar, frente al pensamiento instru-
mental y al relativismo nihilista que hoy imperan, la posibilidad de volver
a una existencia práctica prudente, que sea capaz de juzgar sin complejos
sobre lo que es justo y lo que es verdadero en las situaciones que vivimos.
Sensus communis
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40 H.-G. Gadamer, op. cit., p. 48. «Vico vivió en una tradición ininterrumpida de formación retóri-
co-humanista y le bastó con hacer valer de nuevo su no periclitado derecho». Ibíd., p. 53.
41 Ibíd., p. 49.
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la filosofía fue recogida por Vico, quien –hemos visto– fue profesor de
retórica y gran representante de la tradición humanística.
Dos precisiones aclaran la posición de Vico y la situación histórica
del texto. La primera es que de esa tradición Vico tomó no solamente el
momento de la retórica, sino también el de la «oposición entre el eru-
dito de escuela y el sabio». La oposición de Vico a la filosofía racionalis-
ta tendría su fundamento en esta oposición entre el erudito y el sabio,
oposición que, a su vez, se asentaría en la oposición conceptual entre
sophía y phrónesis, la cual, elaborada primero por Aristóteles, sería de-
sarrollada posteriormente por el Peripato, y más allá de éste, como una
crítica a la vida teorética. El opositor al sabio erudito de escuela adqui-
rió desde entonces la figura de Sócrates y esta figura llegó bajo diversas
influencias hasta Vico, encarnando al opositor. En la tradición retórica
humanista estaba presente esta oposición de Sócrates y la crítica escép-
tica a los dogmáticos, y estaría operando en Vico cuando critica a los
estoicos «porque creen en la razón como regla de los verdadero», o bien
cuando elogia a los antiguos académicos por afirmar el saber del no
saber» o a los nuevos académico por su arte de la argumentación.42
La segunda precisión es que la oposición de Vico no es una oposición
contra la «escuela», sino una «oposición concreta» a la ciencia moderna,
que debe verse en el contexto de la «querelle des anciens et des modernes»
y como una expresión de esta querella en el campo de las ciencias. Así, es
frente a la ciencia moderna que Vico apela al sensus communis, aunque
no sería, según Gadamer, para cuestionar «sus ventajas», sino para seña-
larle «sus límites»; de modo que «la sabiduría de los antiguos, el cultivo
de la prudentia y la eloquentia, debería seguir manteniéndose frente a esta
nueva ciencia y su metodología matemática».43 El tema de la educación
debe ser entonces diferente al que la educación crítica propone. Se trata
de formar en los jóvenes el sensus communis.
Lo que Gadamer destaca en Vico en relación con este concepto es,
por lo pronto, que si el sensus communis ha de formarse en los jóvenes,
ha de tenerse en cuenta que este sentido «se nutre no de lo verdadero
sino de lo verosímil». El sensus communis no es una mera capacidad. No
se ha de entender sólo como una facultad que esté en todos los hom-
42 Ibíd., p. 50.
43 Ídem.
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| La crisis espiritual de nuestro tiempo y los conceptos fundamentales de la tradición humanista |
bres, sino también entenderse que al mismo tiempo es «el sentido que
funda la comunidad» (Gemeinsamkeit). «Sentido», porque funda la
comunidad y le permite ser, ya que sin él no hay comunidad, y «senti-
do» también porque orienta la voluntad de los hombres hacia una ge-
neralidad concreta (konkrete Allgemenheit). No, entonces, hacia una
generalidad abstracta de tipo racional, sino hacia una generalidad con-
creta que bien puede ser representada por un grupo, un pueblo, una
nación o la humanidad. Se comprende, entonces, por qué la formación
del sensus communis debe ser el tema de la educación viquiana. Es «de
una importancia decisiva para la vida».44 Y lo es también porque el
sensus communis es un saber de lo bueno y de lo justo. Por otro lado, es
en este saber que encuentra su fundamento la elocuencia. Es verdad
que éste «no es un saber por causas», pero es el saber que hace posible
hallar lo convincente, lo evidente (verisimile, Erleuchtende), que abre el
camino por el que se pueden hallar los argumentos, como lo enseñaba
la antigua Tópica, que era el arte de encontrar argumentos, arte que
ayudaba a la formación de un sentido instintivo para lo convincente
que no podría ser reemplazado por la ciencia.45 Como a su edad las
imágenes son algo más natural que los principios abstractos, el camino
apropiado para la educación de los jóvenes no es el método crítico, sino
la Tópica, que se sirve de las imágenes para alimentar la fantasía y for-
mar su memoria.
Conforme a Gadamer, con estos asertos Vico se limitaba a defen-
der simplemente el derecho a lo verosímil sin desconocer el nuevo con-
cepto de verdad de la ciencia, al que ellos reconocían «indirectamente».
Pero esto no debería hacer pensar que trataban sólo de defender la per-
suasión retórica (peithô). Gadamer ve algo más. En ellos estaría operan-
do también la oposición aristotélica entre saber técnico y saber práctico.
Sólo que, precisa el alemán, esta oposición no se puede reducir a la que
hay entre verdad y verosimilitud. El saber práctico (phrónesis) es una
forma peculiar de saber, que está «orientado hacia la situación concre-
ta» y que debe tener en cuenta toda la variedad de «circunstancias».
Ahora, según se ha visto, esto no es algo que el pensador napolitano
ignorara. Pero lo que Gadamer quiere señalar es que Vico sólo tiene en
44 Ídem.
45 Ibíd., p. 51.
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46 Ídem.
47 Ibíd., p. 52.
48 Ídem.
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Capacidad de juicio
49 Ibíd., p. 53.
50 H.-G. Gadamer, op. cit., p. 61.
51 Fue Tetens «uno de los representantes de la Ilustración alemana». Ibíd., p. 61.
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| Jesús Rodolfo Santander |
52 Ibíd., p. 62.
53 Ibíd., pp. 62 y 63.
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54 Ibíd., p. 63.
55 Kant se hace otra idea de lo que debe ser el sensus communis: «Pero por sensus communis ha de
entenderse la idea de un sentido que es común a todos, es decir, de un Juicio que, en su reflexión,
tiene en cuenta por el pensamiento (a priori) el modo de representación de los demás para te-
ner su juicio, por decirlo así, a la razón totalmente humana, y, así, evitar la ilusión que, nacida de
condiciones privadas subjetivas, fácilmente tomadas por objetivas, tendría una influencia perju-
dicial en el juicio. Ahora bien: esto realiza comparando su juicio con otros juicios no tanto reales,
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| Jesús Rodolfo Santander |
como más bien meramente posibles, y poniéndose en el lugar de cualquier otro, haciendo sólo
abstracción de las limitaciones que dependen casualmente de nuestro juicio propio, lo cual, a su
vez, se hace apartando lo más posible lo que en el estado de representación es materia, es decir,
sensación, y atendiendo tan sólo a las características formales de la propia representación o del
propio estado de representación». I. Kant, Crítica del juicio, pp. 198 y 199.
56 H.-G. Gadamer, op. cit., p. 64.
57 Ídem.
58 «…nada más naturales en sí que hacer abstracción de encanto y de emoción cuando se busca un
juicio que deba servir de regla universal». I. Kant, op. cit., p. 199.
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| La crisis espiritual de nuestro tiempo y los conceptos fundamentales de la tradición humanista |
mún»,59 pues Kant trata ahí «de conceptos que deben referirse a priori a
los objetos, no de una subsunción de lo individual bajo lo general». Por
el contrario, «allí donde se trata realmente de la capacidad de reconocer
lo individual como caso de lo general» y donde Gadamer habla, confor-
me a la tradición humanista, de ‘sano entendimiento’, «es donde según
Kant tendríamos que ver con algo ‘común’ en el sentido más verdadero
de la palabra», es decir, como un conocimiento vulgar (gemein), de poco
o ningún valor, ya que todo el mundo lo tiene y que, como lo dice el
propio Kant, ‘poseer lo que se encuentra en todas partes no es precisa-
mente una ganancia o una ventaja’.60 Así, lo que Gadamer y la tradición
humanista valoran y, por así decirlo, exaltan bajo el nombre ‘sano en-
tendimiento’, para Kant no sería más que «una primera etapa del enten-
dimiento desarrollado e ilustrado». El sano entendimiento se ocuparía
sólo de una «obscura distinción de la capacidad de juicio» (los senti-
mientos), «pero de todos modos juzgará siempre según conceptos», o
sólo según principios representados confusamente. Así, en Kant el sen-
tido común «no puede ser considerado como un sentido común por sí
mismo».61 De modo que el uso lógico de la capacidad general de juicio
que se remita al sentido común no contiene ningún principio propio.
La conclusión es que «de todo el campo de lo que podría llamarse
una capacidad de juicio sensible, para Kant sólo queda el juicio estético
del gusto». En este campo estético sí puede hablarse de «un verdadero
sentido comunitario». Aunque no deja de ser paradójico que el verda-
dero sentido común fuera para él el gusto, si se tiene en cuenta que lo
común apunta a una determinación general y que el siglo xviii se incli-
naba, opuestamente, por hablar de la diversidad de los gustos humanos;
paradójico también porque «el buen gusto» no era una característica de
la plebe, sino más bien una distinción propia de hombres que pertene-
cen a una sociedad cultivada. Así y todo, esta afirmación relativa al
buen gusto no puede ser empírica, pues la intención de Kant es trascen-
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| Jesús Rodolfo Santander |
El gusto
62 Ibíd., p. 67.
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| La crisis espiritual de nuestro tiempo y los conceptos fundamentales de la tradición humanista |
63 Ibíd., p. 68.
64 Ídem.
65 Ibíd., p. 67.
66 Ibíd., p. 69.
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| Jesús Rodolfo Santander |
67 Ibíd., p. 69.
68 Ibíd., p. 70.
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| La crisis espiritual de nuestro tiempo y los conceptos fundamentales de la tradición humanista |
los completa abriéndose «al ancho océano de lo bello tal como se des-
pliega en la realidad moral de los hombres».69
Es la realidad moral de los hombres, en efecto, donde la belleza brilla
de modo eminente –y también donde las tinieblas son más espesas.
Al comienzo de estas páginas nos hemos referido a la situación de
crisis espiritual que atraviesa nuestro tiempo atendiendo ante todo a las
manifestaciones de esa crisis en el ámbito educativo, aunque sin dejar de
pensar que en estas manifestaciones un lector reflexivo puede mutatis
mutandis reconocer sin mayor dificultad algunos aspectos esenciales de la
crisis que hoy afectan también a otras esferas de la realidad humana. En
efecto, los ideales humanistas no sólo brillan por su ausencia en el campo
de la educación, sino también en la esfera de la economía, de la burocra-
cia, de la política, de la medicina, y en otras, quizá, incluso, en la de la re-
lación a la naturaleza y en el arte. En todas partes se echan de menos la
fuerza humanizadora inspirada por esos ideales y sus efectos benefactores.
En lugar de ellos, nos hallamos en un mundo asolado por una deshuma-
nización creciente y amenazados por una inhumanidad rampante. Em-
prendimientos gigantescos que se desarrollan actualmente en forma
imparable como son, entre otros, la inteligencia artificial, la industria de
las armas, las guerras, la economía capitalista de las finanzas, la ingeniería
genética con ambiciones transhumanistas, implican todos, de uno u otro
modo, máxime cuando se potencian conectados entre sí marchando hacia
ningún fin que pueda dar un significado humano a todo este trasiego, una
negación de la validez del hombre y de su anhelo de sentido, haciendo
temer a quienes reconocen su carácter único entre los entes (no digo «su-
perior», sino «único»), que lo propiamente humano se vuelva obsoleto,
decline y desaparezca. De ahí la inquietud por encontrar una respuesta en
la tradición que oriente en esta situación, y nuestro ensayo de volver con
Grassi y Gadamer a esa tradición humanista para saber más sobre la fuer-
za humanizadora que ella resguarda y tratar de recuperar un poco de sen-
satez en su tonificante sustancia. No es otra cosa lo que intentamos
cuando nos volvemos sobre Vico y sobre las indagaciones de Gadamer
acerca de los conceptos fundamentales del humanismo.
Los ensayos que siguen partieron del contexto que he esbozado;
algunos lo rebasaron. Demos paso a su lectura.
69 Ibíd., p. 71.
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| Jesús Rodolfo Santander |
Bibliografía
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GIAMBATTISTA VICO EN LA MIRADA
DE ERNESTO GRASSI
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| Amanda R. Pérez Morales |
1 En los últimos veinte años de su existencia, la reflexión sobre la obra de Vico ocupó en el pensa-
miento de Ernesto Grassi un lugar cada vez más central, hasta el punto que Antonio Verri, en su
Introducción a la traducción italiana del libro Vico e l’Umanesimo, publicado antes en inglés, pudo
escribir que «Grassi encontró en Vico a su autor», tomando la palabra «autor» en el sentido que
Vico le da cuando habla de sus «cuatro autores», es decir, Platón, Tácito, Bacon y Grocio.
| 50 |
| GIAMBATTISTA VICO EN LA MIRADA DE ERNESTO GRASSI |
2 F. Navarro Gómez, «Discurso lógico y discurso retórico», en Cuadernos sobre Vico, p. 56.
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| Amanda R. Pérez Morales |
Vico nos recuerda que la claridad y certeza del conocimiento que Descar-
tes intenta alcanzar sólo puede pertenecer al creador en relación con sus
creaciones, por lo que para los seres humanos la claridad se limita a lo que
| 52 |
| GIAMBATTISTA VICO EN LA MIRADA DE ERNESTO GRASSI |
4 Ernesto Grassi, Vico y el Humanismo: Ensayos sobre Vico, Heidegger y la retórica, p. 19.
5 Ibíd., p. 25.
6 Ídem.
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| Amanda R. Pérez Morales |
7 Sobre esto nos comenta Grassi: En la tradición racionalista se considera al sentido común, un pen-
samiento «popular» o «común» (en el sentido negativo del término). Esto es así ya desde la in-
terpretación cartesiana del bon sens, y más tarde leemos en un pasaje de Kant: «El entendimiento
común humano, al que (como entendimiento meramente sano, aún no cultivado) se considera el
mínimo que se puede esperar de quien aspira al nombre de ser humano, tiene por eso también el
humillante honor de llevar el nombre de sentido común (sensus communis), de tal modo que con
la palabra común se entiende vulgare, lo que en todas partes se encuentra, aquello cuya posesión
no constituye un mérito ni ventaja alguna». Ibíd., p. 24.
8 Giambattista Vico, Ciencia Nueva, p. 132.
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| GIAMBATTISTA VICO EN LA MIRADA DE ERNESTO GRASSI |
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| Amanda R. Pérez Morales |
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| GIAMBATTISTA VICO EN LA MIRADA DE ERNESTO GRASSI |
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| Amanda R. Pérez Morales |
Bibliografía
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SENTIDO COMÚN Y POESÍA: INDICACIONES EN CLAVE
HERMENÉUTICA ACERCA DE LA TRADICIÓN
HUMANISTA Y SU POSIBLE LUGAR EN EL MUNDO
CONTEMPORÁNEO
1. Introducción
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| Jorge Luis Quintana Montes |
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| SENTIDO COMÚN Y POESÍA: INDICACIONES EN CLAVE HERMENÉUTICA ACERCA DE LA TRADICIÓN HUMANISTA |
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| SENTIDO COMÚN Y POESÍA: INDICACIONES EN CLAVE HERMENÉUTICA ACERCA DE LA TRADICIÓN HUMANISTA |
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| Jorge Luis Quintana Montes |
Por eso creemos que Pericles y otros como él son prudentes, porque pue-
den ver lo que es bueno para ellos y para los hombres, y pensamos que
ésta es una cualidad propia de los administradores y de los políticos.9
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| SENTIDO COMÚN Y POESÍA: INDICACIONES EN CLAVE HERMENÉUTICA ACERCA DE LA TRADICIÓN HUMANISTA |
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| Jorge Luis Quintana Montes |
Cuando estalla una crisis como la que conocemos desde 2007-2008, cuya
principal causa es que gran parte del capital financiero ha sido desviada de
su función económica de inversión y crédito, y que la finalidad principal
de sus actividades son ahora sus propias ganancias, la economía se separa
del conjunto de la sociedad, que ya no puede controlarla.13
13 Alejandro Dabat, «La crisis financiera en Estados Unidos y sus consecuencias internacionales»,
Problemas del desarrollo, p. 31.
14 A. Touraine, op. cit., p. 13.
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| SENTIDO COMÚN Y POESÍA: INDICACIONES EN CLAVE HERMENÉUTICA ACERCA DE LA TRADICIÓN HUMANISTA |
Los hombres sólo llegan a ser tales en el contexto de una comunidad, pues
el hombre es esencialmente un animal político. Y una «comunidad» po-
lítica nunca «es» simplemente; está en un «devenir» constante para rea-
lizarse a sí misma en respuesta a las condiciones históricas cambiantes, a
las que los hombres tienen que aprender a dominar si no quieren sucum-
bir a ellas. En tanto que elemento singular de la comunidad política, el
individuo ha de poseer la capacidad de estudiar las situaciones particula-
res en que se encuentra. Los griegos llamaron phronesis a esta facultad; los
romanos, prudentia.15
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| Jorge Luis Quintana Montes |
Con Descartes, pese a que tomara el cogito como punto de partida, la es-
tructura del pensamiento científico no se aleja de ese modelo. También él
quiere derivar todas las conclusiones posibles a partir de una verdad pri-
mera [el ego], siguiendo el ejemplo de las matemáticas y la geometría.17
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| SENTIDO COMÚN Y POESÍA: INDICACIONES EN CLAVE HERMENÉUTICA ACERCA DE LA TRADICIÓN HUMANISTA |
| 69 |
| Jorge Luis Quintana Montes |
21 E. Grassi, Ibíd., p. 9.
22 Ibíd., p. 10.
23 Martin Heidegger, Problemas fundamentales de la filosofía. «Problemas» selectos de «lógica»,
pp. 51-52.
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| SENTIDO COMÚN Y POESÍA: INDICACIONES EN CLAVE HERMENÉUTICA ACERCA DE LA TRADICIÓN HUMANISTA |
«El final de la filosofía y la tarea del pensar» reafirma, una vez más,
este análisis del Heidegger tardío. Heidegger ubica en la ciencia el final
(Ende) de la metafísica occidental, no como acabamiento, sino como
radicalización de sus posibilidades, como el lugar (Ort) en que se ex-
presa la posibilidad última de la filosofía. Para él, en el inicio mismo del
pensar filosófico se trazó su final, pues del pensar filosófico surgen las
ciencias. De hecho, la filosofía como filosofía primera tiene con Aristó-
teles el carácter de ciencia del ente en cuanto ente. Ella misma, por
tanto, tiene un sentido científico.
Hasta aquí tenemos entonces que la tradición humanista, Vico
para ser precisos, ofrece a la época del empoderamiento tecno-científi-
co un elemento que, a juicio de Grassi, resulta vital y fundante respecto
a la actividad científica misma, pues es el ingenio y la filosofía tópica la
condición de posibilidad de la ciencia del mundo contemporáneo:
¿Filosofía crítica o filosofía tópica? Esta era la pregunta con que hemos
comenzado. Ante todo, hay que anotar que la distinción entre los dos ti-
pos de filosofía que hace Vico ya no se puede considerar un caso cerrado,
de interés sólo histórico, sino que hay que verla como un problema muy
relevante en nuestros días. Hoy glorificamos en la ciencia y en la ciberné-
tica instrumentos en cuyas manos ponemos nuestro futuro, olvidando que
todavía tenemos el problema de encontrar «datos», de «inventarlos»,
pues el proceso cibernético sólo puede elaborarlos y extraer consecuen-
cias de ellos. El problema de la esencia del ingenio humano y de su creati-
vidad no se puede reducir al de la deducción racional, que la tecnología
moderna está desarrollando de una manera imprevisible.24
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| Jorge Luis Quintana Montes |
25 Cfr. Ubaldo Pérez, «Ernesto Grassi y su reivindicación del humanismo frente a Heidegger», Ernes-
to Grassi, Heidegger y el problema de humanismo.
26 Martin Heidegger, «La pregunta por la técnica», Conferencias y artículos, p. 36.
27 Ídem.
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| SENTIDO COMÚN Y POESÍA: INDICACIONES EN CLAVE HERMENÉUTICA ACERCA DE LA TRADICIÓN HUMANISTA |
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| Jorge Luis Quintana Montes |
31 «De acuerdo con el planteamiento de Vico, el mundo histórico surge del proceso en que se da
respuesta a las necesidades humanas, a lo que el hombre precisa. De aquí se deriva la necesidad
de invertir en la naturaleza, humanizándola, así como la necesidad de establecer instituciones
humanas, una comunidad social, organizaciones políticas y modos de vida. A la base de esta es-
tructura no se encuentran ni consideraciones filosóficas ni conclusiones teóricas o metafísicas,
sino el sentido común». Cfr. Ernesto Grassi, Vico y el humanismo, p. 23.
32 «…sensus communis no significa en este caso evidentemente sólo cierta capacidad general sita
en todos los hombres, sino al mismo tiempo el sentido que funda la comunidad». Cfr. H.-G. Gada-
mer, op. cit., p. 50.
33 Cfr. Ernesto Grassi, Vico y el humanismo, p. 24.
34 Cfr. Ernesto Grassi, Heidegger y el problema del humanismo, pp. 10-11.
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| SENTIDO COMÚN Y POESÍA: INDICACIONES EN CLAVE HERMENÉUTICA ACERCA DE LA TRADICIÓN HUMANISTA |
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| Jorge Luis Quintana Montes |
4. A modo de conclusión
Bibliografía
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| SENTIDO COMÚN Y POESÍA: INDICACIONES EN CLAVE HERMENÉUTICA ACERCA DE LA TRADICIÓN HUMANISTA |
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UNA APROXIMACIÓN A LA CRÍTICA DE HEIDEGGER
SOBRE EL HUMANISMO A LA LUZ
DE LA REIVINDICACIÓN DEL HUMANISMO
NO PLATONIZANTE DE ERNESTO GRASSI
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| Carlos Arturo Ceballos Restrepo |
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| UNA APROXIMACIÓN A LA CRÍTICA DE HEIDEGGER SOBRE EL HUMANISMO |
3 Martin Heidegger, «Carta al padre William Richardson». En Anales del Seminario de Historia de la
Filosofía 13, p. 17.
4 Martin Heidegger, Aportes a la filosofía. Acerca del evento, p. 243.
5 Martin Heidegger, Conceptos fundamentales, p. 131.
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| Carlos Arturo Ceballos Restrepo |
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| UNA APROXIMACIÓN A LA CRÍTICA DE HEIDEGGER SOBRE EL HUMANISMO |
Lo que Heidegger defiende aquí es, sin duda, la pertenencia del Dasein
al ser, una pertenencia que queda ausente de pensamiento en la me-
tafísica y los saberes sobre el hombre desplegados desde ella. Es en la
Carta sobre el humanismo donde Heidegger deja ver de modo más claro
la necesidad de pensar esta pertenencia desde un distanciamiento de
las visiones antropológicas y humanistas herederas de la metafísica. En
lo que sigue, pues, me detendré en la exposición de aquello propuesto
por Heidegger en la Carta.
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| Carlos Arturo Ceballos Restrepo |
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| UNA APROXIMACIÓN A LA CRÍTICA DE HEIDEGGER SOBRE EL HUMANISMO |
12 Ibíd. p. 263.
13 Ídem.
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| Carlos Arturo Ceballos Restrepo |
[…] por muy diferentes que puedan ser estos distintos tipos de humanis-
mo en función de su meta y fundamento, del modo y los medios emplea-
dos para su realización y de la forma de su doctrina, […] siempre coinciden
en el hecho de que la humanitas del homo humanus se determina desde
la perspectiva previamente establecida de una interpretación de la natu-
raleza, la historia, el mundo y el fundamento del mundo, esto es, de lo
ente en su totalidad.15
14 Ibíd., p. 264.
15 Ibíd., p. 265.
16 Ídem.
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| UNA APROXIMACIÓN A LA CRÍTICA DE HEIDEGGER SOBRE EL HUMANISMO |
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| UNA APROXIMACIÓN A LA CRÍTICA DE HEIDEGGER SOBRE EL HUMANISMO |
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| Carlos Arturo Ceballos Restrepo |
25 Ibíd., p. 263.
26 Martin Heidegger, Aportes a la filosofía. Acerca del evento, p. 269.
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| UNA APROXIMACIÓN A LA CRÍTICA DE HEIDEGGER SOBRE EL HUMANISMO |
27 Ídem.
28 Ubaldo Pérez Paoli, apartado xxiii, en Ernesto Grassi, Heidegger y el problema del Humanismo.
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| Carlos Arturo Ceballos Restrepo |
guaje que hace ver. El fragmento citado por Grassi reza: «El Señor, cuyo
oráculo está en Delfos, no dice ni oculta, sino indica por medio de sig-
nos» (frg. B93). Como lo deja ver el filósofo italiano a partir de este
fragmento, este es un lenguaje propio del discurso retórico, pero no de
la retórica que se entiende como el arte de la persuasión, sino de la re-
tórica que es la base del pensar racional, de aquella que con su discurso
se dirige a los principios últimos, a los ἀρχαί que no pueden ser demos-
trados, sólo indicados.29 Aquí la palabra del sabio presocrático señala la
presencia y la ausencia, lo que se muestra ocultándose, lo inapresable
para la razón. De lo que se trata es, pues, de un dejar ver, de un indicar,
de dirigir el preguntar al «lugar abierto», al claro donde acontece el
desocultamiento y el ocultamiento, donde acontece la ἀ-λήθεια en la
que pulsa también la λήθη.
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| UNA APROXIMACIÓN A LA CRÍTICA DE HEIDEGGER SOBRE EL HUMANISMO |
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| Carlos Arturo Ceballos Restrepo |
34 Ibíd., p. 14.
35 Ibíd., p. 15.
36 Aquí es de valor traer las palabras de Jesús Rodolfo Santander, quien en su ensayo «Desencan-
tamiento y desmesura en la época del mundo de la técnica planetaria» piensa el progreso de las
tecnociencias bajo el apelativo de la desmesura, una desmesura actual que él evidencia como
«un asalto de la técnica a la vida». Frente a este asalto, dice Santander, estamos «perplejos y
desarmados, asistiendo al comienzo de la revolución biotecnológica que están desencadenando
sobre nosotros, […] esos grandes poderes que obran mancomunadamente para dominar la tie-
rra: capitalismo, grandes corporaciones internacionales, estados imperiales, tecnociencia. […]
ese movimiento de transformación [tecno-científico] no da signos de querer detenerse […] ni
menos aún, da signos de aspirar a llegar a un punto final de destino […]». Ángel Xolocotzi y Célida
Godina (coords), La técnica ¿orden o desmesura? p. 175.
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| UNA APROXIMACIÓN A LA CRÍTICA DE HEIDEGGER SOBRE EL HUMANISMO |
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| Carlos Arturo Ceballos Restrepo |
40 Ibíd., p. 25 ss.
41 Ibíd., p. 27.
42 Ibíd., p. 20.
43 Ibíd., p. 27.
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| UNA APROXIMACIÓN A LA CRÍTICA DE HEIDEGGER SOBRE EL HUMANISMO |
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| Carlos Arturo Ceballos Restrepo |
47 Ibíd., p. 274.
48 En su libro Heidegger: existir en la era técnica, Jorge Acevedo Guerra expresa lo siguiente respecto
al modo en el cual el hombre se asume en el ámbito del ser: «en este ámbito […] el hombre no se
comporta sólo ni principalmente como el viviente calculador que quiere erigirse como señor de
la Tierra y que se pavonea como tal. En el plano ontológico […] el hombre empuña su existencia
como mortal. Esto significa que se asume como un ingrediente de algo que lo sobrepasa y lo con-
tiene […]», véase en Jorge Acevedo Guerra, Heidegger: Existir en la era técnica, p. 216.
49 Ídem.
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| UNA APROXIMACIÓN A LA CRÍTICA DE HEIDEGGER SOBRE EL HUMANISMO |
Bibliografía
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| Carlos Arturo Ceballos Restrepo |
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ABISMO, FUNDACIÓN Y PALABRA. LA POSICIÓN
DE MARTIN HEIDEGGER Y ERNESTO GRASSI
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| Gerardo Córdoba Ospina |
mente aquí la discusión abierta por Ernesto Grassi con las propuestas
de Martin Heidegger de querer abarcar el pensamiento occidental en
una misma postura, la del despliegue metafísico del ser del ente. Grassi
dedica parte de sus investigaciones a presentar un humanismo (italia-
no) que está en la misma órbita que el que Heidegger quiere proyectar
como «otro inicio» del pensar. La intención de Grassi no es contradecir
a Heidegger, sino mostrar que su postura es demasiado extrema y es
algo bizca, puesto que no ve lo que había sido ya visto. El presente texto
se ocupa de lo ya visto por ambos autores, no respecto a la citada polé-
mica (la cual se mencionará), sino respecto al modo esencial de pensar
ese «otro inicio» desde la palabra (poética), que será vislumbrado ex-
plícitamente como abismo, el cual exige una fundación.
En el capítulo segundo de su libro Heidegger y el problema del hu-
manismo, titulado «La palabra como referencia e impedimento», Er-
nesto Grassi plantea la cuestión sobre la relación que tiene la palabra
con la «diferencia ontológica» y con el ser como fundamento abismal
(asunto por pensar en la época actual). Desde dicha relación, plantea
Grassi la palabra en tanto aquello en que los entes vienen a presencia,
pero no siendo la palabra referencia de las cosas, sino como medio en
el que los entes se esencian, llegan a develar lo que son. Para esto,
Grassi sigue los pasos de Heidegger a través de las conferencias «La
sentencia de Anaximandro» y «La proposición del fundamento»
(enunciada por Leibniz). Con base en la lectura de ambos textos,
Grassi considera que la necesidad de mantener a la vista la diferencia
ontológica permite un acceso y una comprensión diferente de los en-
tes, en tanto desde ella estos no suponen al ser como fundamento,
como si este fuera el ente primero (que la metafísica entendió como la
idea, Dios, el sujeto, la voluntad, es decir, onto-teo-lógicamente),1 sino
que se dan en sí mismas gracias a que el ser se esencia, funda el lugar,
en el que el ente se presenta,2 en la palabra. Respecto a esto, hay que
1 Grassi cita a Heidegger, donde este dice: «la cosa de la filosofía en cuanto metafísica es, desde
Aristóteles, pensar ontoteológicamente el ente en cuanto tal». Ernesto Grassi, Heidegger y el
problema del humanismo, p. 32.
2 Con esta relación (esencia-presencia), que no será desarrollada aquí plenamente y que cierta-
mente no aparece directamente en Grassi y que Heidegger muchas veces reniega, se enlaza aquí
la pertenencia del ente a la palabra y viceversa, en la medida en que su esenciarse no puede
dejar de ser un presentarse como ente de «enunciación» («disponible» como tal en la palabra
poética-escrita).
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| ABISMO, FUNDACIÓN Y PALABRA. LA POSICIÓN DE MARTIN HEIDEGGER Y ERNESTO GRASSI |
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| Gerardo Córdoba Ospina |
dad a dicha comprensión, sino que más bien abre un espacio de resis-
tencia en el que el ser, los entes y el hombre, no son comprendidos
exclusivamente como fundamento, objetos y sujeto, respectivamente,
sino que abre otra posibilidad para que se piense el hombre como aquel
ente que debe corresponder al llamado del ser.5 Esta postura acarrea
evidentemente una comprensión y una exposición por Grassi de una
multiplicidad de problemas que se van abriendo con la interpretación
de la poesía como ámbito originario y de apertura del ser. Para esto,
habrá que detenerse en el texto aludido, a saber, el capítulo segundo del
libro de Grassi sobre Heidegger.
Grassi inicia su interpretación de los textos de Heidegger propo-
niendo o repitiendo (si es que no son lo mismo) como tesis principal de
su texto la llamada tesis de la «diferencia ontológica».6 Esta propone
una diferencia entre el ser y el ente, diferencia que pasó inadvertida en
la tradición metafísica. Mas esta tesis no la arroja ante el hombre sim-
plemente como un postulado a tener en cuenta respecto a la tradición
metafísica, sino más bien para considerar las consecuencias que esta
tesis puede traer sobre la comprensión de la «primacía del lenguaje
poético». Igualmente, Grassi retoma esta tesis para responderle a Hei-
degger sobre la posición del humanismo italiano como movimiento de
pensadores que reivindican el lenguaje poético como aquel lugar (lo-
cus) en el que acontece o se abre la verdad. No nos ocuparemos direc-
tamente de esta segunda consecuencia, porque la exposición de Grassi,
con bastante propiedad, se ocupa de ésta. Más bien, nos interesa poner
el acento en la primacía del lenguaje poético, a partir de la «diferencia
ontológica». La tesis de la diferencia ontológica ha sido abordada para
mostrar que la posición de Heidegger se ve confrontada con una posi-
ción racionalista o lógica que comprende la verdad como aquello que
5 Entre estos dos modos de comprender los espacios de la verdad, de su fundamento, se abre un
abismo, puesto que no se trata simplemente de visiones de mundo diferente, sino que se plantean
como vías de comprender las cosas. Pero esto no dice que cada una (la lógica y la poética) com-
prenda el mundo a su modo, sino que hay un diálogo de la comprensión. Donde la una (la lógica)
pretende someter a la otra (la poética), esta última intenta fundar un nuevo espacio de com-
prensión que no someta, sino que exija nuevos modos de escucha y de comprensión de la cosas
del mundo. Con esta última se zanja un modo diferente de entender que no apela a la univocidad
(cfr. Martin Heidegger, La proposición del fundamento, p. 116), por lo cual habría que pensar una
palabra poética rota y no meramente fundante y constituyente.
6 E. Grassi, Heidegger y el problema del humanismo, p. 35.
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| ABISMO, FUNDACIÓN Y PALABRA. LA POSICIÓN DE MARTIN HEIDEGGER Y ERNESTO GRASSI |
puede ser deducido del ente,7 pero que no se ocupa del problema del ser
en cuanto tal.
Ciertamente, la filosofía en su historia se ha ocupado del ser, pero
lo ha hecho de modo que el ser mismo ha quedado soterrado,8 puesto
que la metafísica comprendió este como ser del ente9 olvidando así el
ser mismo y, con este, su verdad. Olvido, soterramiento, son desplega-
dos en la historia de la metafísica dado que la diferencia ontológica
entre ser y ente se desdibujó desde antaño, en tanto cayó en un mismo
lenguaje la posibilidad de hablar sobre el ente y sobre el ser, puesto que
asumió la palabra del ser como si se tratara de un ente y, más tarde, en
la modernidad, como si se tratara de un objeto, es decir, aquello que cae
en una posibilidad de estar en frente de un sujeto.
1) Lo más vacío, puesto que al ser algo que se predica de todos los
entes con el verbo «es» no tiene contenido preciso; la vacuidad
del ser consistiría en que este se predica de todas las cosas,11 pero
7 Ibíd., p. 42.
8 Cfr. Martin Heidegger, Preguntas fundamentales de la filosofía. «Problemas» escogidos de «Lógi-
ca», pp. 94-ss.
9 Hay en Heidegger un itinerario que le lleva a pensar de diferentes modos este problema. En su
obra Ser y tiempo, la comprensión del ser es la del ser de todo ente. Algo parecido se va constru-
yendo en sus textos de los años treinta, aunque introduciendo una diferencia mucho más radical,
que propone una diferencia de no estricta correspondencia. El tratado Aportes a la filosofía (cfr.
parágrafos 38 y 51, p. ej.) hace mención a esta diferencia radical cuando habla del abandono del
Ser (Seyn) al ente, y por tanto al ser (sein del ente).
10 E. Grassi, Heidegger y el problema del humanismo, p. 27.
11 Cfr. Ídem.
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| Gerardo Córdoba Ospina |
2) El ser es lo más comprensible para todos, dado que sobre esta com-
prensión los entes pueden ser fácilmente representados y se puede
hablar de ellos.13 Así, toda comprensión o formulación sobre los en-
tes presupone una comprensión del ser. Sin embargo, la posibili-
dad de esta comprensión se ve enfrentada por lo oculto y escondido
que permanece el ser cuando se intenta hablar de él, puesto que
«todo intento de decir lo que el ser es nos fuerza a definirlo como un
ente entre los entes, lo que significa que necesariamente fracasamos
al querer decir lo que él es en cuanto ser. El ser permanece oculto
como ser, y este «estar oculto» le pertenece al ser mismo».14
12 En cierta medida, tal vez debido a la traducción, la oposición que Grassi propone no sería justa-
mente una contradicción, puesto que opone vacuidad a singularidad. Tal vez, en lugar de vacui-
dad, debería pensarse más bien en generalidad, que, en cierta medida, acarrea la vacuidad del
género y constituye el primer paso para pensar una contradicción.
13 Ibíd., p. 28.
14 Ídem.
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| ABISMO, FUNDACIÓN Y PALABRA. LA POSICIÓN DE MARTIN HEIDEGGER Y ERNESTO GRASSI |
5) El ser es «lo más olvidado», en tanto que las preguntas que el hom-
bre se hace son dirigidas hacia el ente, en tanto el hombre está en
frente de los demás entes, al igual que de sí mismo. Sin embargo, el
hecho de que el ser sea lo más olvidado no conlleva una erradicación
del ser en el todo de los entes. Más bien, habría que pensar que allí
«está», en el olvido, el ser, puesto que si este no se mantuviera en
vilo en el hacer frente a los entes y en los entes mismos, en su esen-
cia el hombre no podría ni siquiera plantearse preguntas respecto
al ente; por tanto, aunque el hombre no atienda directamente el
llamado del ser, en su preguntar por el ente, permanece soterrado,
siempre en su llamado.16
[…] «lo que más constriñe» (das Nötigendste), como así también «lo que
más libera» (das Befreiendste); sólo en virtud de la interpelación del ser
(Anspruch) se revela el ser de los entes. Dado que tanto sujeto como ob-
jeto son entes, se enfrentan uno al otro sólo por medio de la liberación del
ser, es decir, a través de la libertad del ser. Más específicamente, el hombre
llega a sí mismo como a un sujeto en relación con un objeto por medio de
la acción liberadora del ser.17
15 Ídem.
16 Ibíd., p. 29.
17 Ídem.
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| Gerardo Córdoba Ospina |
Debemos admitir que, si el «es» tiene que expresarse con cada ente, este
hecho indica que el ser mismo se abre camino constantemente hacia el
18 Cfr. Ídem.
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| ABISMO, FUNDACIÓN Y PALABRA. LA POSICIÓN DE MARTIN HEIDEGGER Y ERNESTO GRASSI |
lenguaje. La definición del ser mismo, empero, cae fuera del andamiaje
del análisis gramatical del lenguaje.19
19 Ibíd., p. 30.
20 Ídem.
21 Cfr. Ibíd., p. 2.
22 Cfr. Ernesto Grassi, Retórica como filosofía, pp. 23-24.
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| Gerardo Córdoba Ospina |
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| ABISMO, FUNDACIÓN Y PALABRA. LA POSICIÓN DE MARTIN HEIDEGGER Y ERNESTO GRASSI |
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| Gerardo Córdoba Ospina |
originario que el lenguaje lógico.30 ¿En qué consiste esta primacía del
lenguaje poético? Frente a la metafísica, con Giambattista Vico,31 Gras-
si piensa que este lenguaje opera de modo diferente al modo en que lo
hace el lenguaje lógico. Este último deriva el sentido, puesto en el len-
guaje mismo, de unos «principios primeros, usando métodos puramen-
te racionales».32 El lenguaje lógico-metafísico toma el lenguaje como
instrumento para derivar de esos principios el conocimiento respecto a
los entes, es decir, tomando como fundamento supuesto un ente supre-
mo que fundamenta a los demás entes. Presuposición que necesaria-
mente debe hacer y que está determinada por la condición de derivación
y de referencia que opera en el lenguaje lógico.
Ante esto, Grassi propone, siguiendo a Vico, una comprensión del
lenguaje poético que tiene en consideración a la imaginación y a la crea-
ción de unos «caracteres poéticos» que, más que ser fundados, fundan.
Estos «caracteres poéticos», a diferencia del lenguaje lógico, no permi-
ten derivar consecuencias de principios primeros, sino que llevan al ente
a lo abierto, a la presencia, permitiendo (adelantándonos a los planteos
de Grassi) que el hombre, entendido desde el Dasein, gane su mundo.
30 Junto con esta distinción, cabe llamar la atención acerca de la diferencia que hace Grassi sobre los
diferentes modos de discurso, en tanto (1) retórico, exterior, (2) racional, y (3) «verdaderamente
retórico». Cfr. E. Grassi, Retórica como filosofía, p. 39.
31 Grassi toma al pensador renacentista como modelo de un pensar que aboga por lo mismo que
Heidegger propone, respondiendo con esto a la ceguera de Heidegger de tomar el humanismo
renacentista como despliegue de la posición metafísica-lógica. Cfr. E. Grassi, Heidegger y el pro-
blema del humanismo.
32 Ibíd., p. 32.
33 Ibíd., p. 33.
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| Gerardo Córdoba Ospina |
perado, sino como algo que brinda los elementos para un diálogo
pensante con la tradición. Por esto, es necesario que se presente una
lectura crítica de la consideración fundamental de un lenguaje metafí-
sico-lógico que deja de lado u olvida la pregunta por el ser mismo, pues-
to que lo nombra como un ente. Así, Grassi lee la conferencia de
Heidegger, «La proposición del fundamento», interpretándola como
aquella tarea del pensar ante el destino de la filosofía occidental, en el
camino de dicha proposición:
El fin que Heidegger mismo se propuso en su ensayo, Der Satz vom Grund,
fue mostrar que la interpretación tradicional del principio de razón sufi-
ciente se transformó en el destino del pensamiento occidental. A partir de
este apercibimiento llega Heidegger a su tesis categórica sobre el fin de la
filosofía.37
37 Ibíd., p. 35.
38 Ibíd., p. 36.
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| Gerardo Córdoba Ospina |
En cierta medida, podemos retomar los usos del ente como un des-
pliegue total de la metafísica. En su texto «El fin de la filosofía y la tarea
del pensar», Heidegger propone la lectura de un cumplimiento de la
metafísica en tanto a esta pertenece necesariamente la comprensión de
un fundamento en el que repose el ente, pero en tanto aquello que pue-
de devenir objeto manipulable de un sujeto representador. Así, dice
Heidegger: «El fundamento es aquello por lo cual el ente, como tal, en
su devenir, transcurrir y permanecer, es lo que es y cómo lo es, en cuan-
to cognoscible, tratable y laborable».44 «Cognoscible», «tratable» y
«laborable», nombran los modos en los que el hombre de la «era ató-
mica» se relaciona con los entes. La problemática de esto es que la
metafísica intenta considerar como fundamento al ser que, de por sí, ya
está fundado.45 Sin embargo, al leer Heidegger la proposición del fun-
damento no sólo la interpreta como una fundamentación del ente y de
la explicación científica que siempre da razones, sino que la lee como
una sentencia del ser mismo, en tanto despliegue histórico de la meta-
física. Por esto invierte la proposición del fundamento y la considera
como una proposición del ser, como un principio del ser.46
Ahora bien, el despliegue metafísico de la proposición es interpre-
tada por Grassi a la luz de (1) la interpelación del ser que se apercibe en
todos los entes y (2) de la fundamentación de todo ente en el ser, lo cual
da a estos su «razón última y final». Así, hay una circularidad que re-
mite al ser del ente como principio y como fin. Por lo cual, siguiendo a
Grassi, se da un reconocimiento y una concepción de identidad entre el
fundamento y la razón última como aquello que «funda» al ente; es
decir, fundamento es razón, y esto no dice más que ser es el fundamen-
to en tanto que razón.47 Ser y fundamento son lo mismo, puesto que si
44 Martin Heidegger, «El fin de la filosofía y la tarea del pensar», pp. 77-78.
45 Cfr. Ídem.
46 En el curso de Heidegger que lleva por título «La proposición del fundamento» se pueden en-
contrar numerosos pasajes que presentan este giro; puede verse el inicio de la «Lección décima».
M. Heidegger, La proposición del fundamento, p. 111. Ciertamente, Heidegger habla, más que dé
un giro, más bien de un «salto», que es necesario para pasar de la formulación de la proposición
del fundamento como proposición del ente a una proposición del ser, «la pro-posición es una
«trans-posición» en el sentido de salto». Ibíd., p. 127. En dicho salto se mantiene una relación de
diálogo con la tradición, en tanto desde allí se prepara.
47 Cfr. E. Grassi, Heidegger y el problema del humanismo, pp. 39-40. Heidegger propone en su curso
sobre la proposición del fundamento esta segunda lectura de la sentencia «Nada es sin funda-
mento», como lectura de que el fundamento es el ser mismo. Esto arroja unas consecuencias
distintas a las de la metafísica. Así, dice Heidegger: «En cuanto seguimos la segunda tonalidad,
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| ABISMO, FUNDACIÓN Y PALABRA. LA POSICIÓN DE MARTIN HEIDEGGER Y ERNESTO GRASSI |
no pensamos ya ser a partir del ente, sino que lo pensamos como ser, a saber, como fundamento;
es decir, no como ratio, no como causa ni como fundamento racional y razón, sino como un dejar
que, reuniendo y concentrando, deja que lo que se halla ahí delante lo esté». M. Heidegger, La
proposición del fundamento, p. 153.
48 E. Grassi, Heidegger y el problema del humanismo, p. 40. Por su parte, Heidegger escribe: «En la me-
dida en que el ser abre su esencia como fundamento, no tiene él mismo ningún fundamento. Y ello,
sin embargo, no por el hecho de que se fundamente a sí mismo, sino porque toda fundamentación
–y también, y justamente, la fundamentación por sí mismo– sigue siendo inadecuada al ser como
fundamento. Toda fundamentación, toda apariencia de fundamentabilidad, tendría que deponer
al ser, hasta hacerlo algo ente. Ser se queda como ser-carente-de-fundamento. El fundamento –
entendido como un fundamento que por vez primera fundamentara al ser– queda pendiente y
distante del ser. Ser: el fondo-y-abismo». Martin Heidegger, La proposición del fundamento, p. 153.
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Así pues, si esto se presenta como relación propia del ser, cabe en-
tonces la pregunta por el lenguaje que dice esta relación, que expresa a
los entes en su fundamento abismal, dado que el lenguaje de la lógica
no cabe allí. La comprensión del lenguaje será pensada entonces ya no
como medio o como aquello que refiere a, o como continente de las
cosas. El lenguaje y las palabras «no son estuches», sino que en estos
«las cosas llegan a ser y son por primera vez las cosas».49 El lenguaje y
la palabra se presentan, para Grassi, no como algo racional o deducible,
sino, como se dijo más arriba, «fantástico» e «imaginario». En tanto en
el lenguaje aparecen los entes en su particularidad en un traslado (me-
táfora) que permite no que se remita de una cosa a otra, sino que la cosa
tome presencia en la imagen poética, en el signo (la palabra). La pala-
bra no es mera referencia, sino que es algo que se dice y que tiene que
ser interpretado, como dice el fragmento 93 de Heráclito, que es men-
cionado por Grassi.50 En este sentido, el lenguaje contribuye a que el ser
se esencie como claro. Este será un «lenguaje semántico». Grassi esta-
blece una diferencia entre palabra que demuestra, lenguaj,e racional y
palabra que da que pensar, lenguaje semántico. La palabra poética per-
tenece a este último, puesto que allí se cobija no sólo lo inmediato de la
palabra, sino el signo y lo sagrado de éste, algo que no pertenece al
ámbito deductivo de la palabra racional, sino que pertenece a la medi-
tación y al pensar la palabra misma.51 Grassi piensa que en este «len-
49 Martin Heidegger, Sein und Zeit, GA 2, p. 16, citado por E. Grassi en Heidegger y el problema del
humanismo, p. 40. El lenguaje será, pues, «la casa del ser», donde acontece el «claro del ser». «En
el supuesto de que en la indicación de que el lenguaje sea la casa del ser deba haber algo verdade-
ro, el hablar históricamente acontecido del lenguaje se proveerá entonces históricamente y ajus-
tará a través del sino, en cada caso, del ser. Pensado desde la esencia del lenguaje, lo que esto dice
es que es el lenguaje el que habla, no el hombre. El hombre habla sólo en cuanto que, destinal-
mente, y convenientemente, corresponde al lenguaje. Pero este corresponder es el modo propio
según el cual pertenece el hombre al despejamiento del ser. La multiplicidad de significaciones de
una palabra no proviene por ello en primer lugar del hecho de que nosotros, hombres, mentemos
al hablar y escribir, de tiempo en tiempo, cosas diversas con una palabra. La multiplicidad de sig-
nificaciones es en cada caso una multiplicidad históricamente acontecida. Surge del hecho de que
nosotros mismos estamos en cada caso mentados, o sea, interpelados –en cada caso de manera
distinta– en el hablar del lenguaje, según el sino del ser relativo al ser del ente». M. Heidegger, La
proposición del fundamento, p. 136.
50 E. Grassi, Retórica como filosofía, p. 26.
51 Grassi atribuye a la estructura de este lenguaje una estructura retórica, en la que se presenta el
paso de lo inmediato, lo simultáneo, a lo mediado y lo sincrónico, entre lo divino y lo humano.
Así, propone una lectura de la figura de Casandra, en la tragedia Agamenón, de Esquilo, en la
cual interviene la metáfora como vehículo y comunicación, por no decir comunión entre lo antes
nombrado. Cfr. Ídem., pp. 27-30.
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| ABISMO, FUNDACIÓN Y PALABRA. LA POSICIÓN DE MARTIN HEIDEGGER Y ERNESTO GRASSI |
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| Gerardo Córdoba Ospina |
56 Ubaldo Pérez Paoli, «Ernesto Grassi y su reivindicación del humanismo frente a Heidegger», en E.
Grassi, Heidegger y el problema del humanismo, p. xxiii.
57 Ernesto Grassi, op. cit., p. 35.
58 Ídem.
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| ABISMO, FUNDACIÓN Y PALABRA. LA POSICIÓN DE MARTIN HEIDEGGER Y ERNESTO GRASSI |
| 121 |
| Gerardo Córdoba Ospina |
Bibliografía
| 122 |
| ABISMO, FUNDACIÓN Y PALABRA. LA POSICIÓN DE MARTIN HEIDEGGER Y ERNESTO GRASSI |
| 123 |
LA PALABRA POÉTICA FUNDANTE: UNA LECTURA
A LA INTERPRETACIÓN DE ERNESTO GRASSI
DEL PROBLEMA DE LA METÁFORA Y LA RETÓRICA
COMO EXPRESIÓN ORIGINARIA DEL SER
Introducción
| 125 |
| Claudia Marcela Uribe Pérez |
2 En nota al pie del traductor, éste menciona que «Aristóteles plantea una cuestión que ya había
preocupado a autores anteriores a él: ¿el poeta lo es por arte o por naturaleza, esto es, por inspira-
ción divina? Homero y Hesíodo, al comienzo de sus poemas, habían invocado a las Musas. Platón
especialmente en el Ion (533e4-8; 534b3-6; 534c5), y también en el Fedro (245ª5-8), había afir-
mado que los buenos poetas componen sus obras no por arte, sino inspirados por la divinidad. En
esta discusión, Aristóteles admite ambas posibilidades, aunque en el fondo parece considerar que
el poeta ideal debería juntar el talento con el trabajo artístico». Cfr., Ibíd., p. 407.
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| LA PALABRA POÉTICA FUNDANTE: UNA LECTURA A LA INTERPRETACIÓN DE ERNESTO GRASSI |
Ernesto Grassi destaca que la metáfora fue excluida del ámbito filosó-
fico tradicional, en tanto que se consideró que el impulso de las pasio-
nes alteraba el pensamiento racional y con ello el conocimiento de lo
real. Sin embargo –y es en gran medida una de las tesis fundamentales
que propone Grassi–, durante la tradición humanista, reivindicada
por él, se genera una inversión o un cambio en el que se le reconoce
a la palabra (verbum) una primacía sobre la delimitación racional de
los entes (res). A partir de esta inversión, la metáfora adquiere una
importancia no sólo en el marco del lenguaje poético y literario, sino
específicamente en el campo filosófico. Si la metáfora es pues el trasla-
do de sentido, el problema está en si se trata sólo de un movimiento de
cambio de significado de una cosa a otra, en el sentido de un recurso
estilístico del discurso, o si en ese movimiento de traslación del len-
guaje metafórico –al que ya hacía referencia Aristóteles– se origina un
saber más originario.
Que Ernesto Grassi trate de reivindicar la tradición humanis-
ta tiene que ver con algo que, según él, su maestro Heidegger había
ignorado. Esto es, la primacía de la palabra poética y con ello de la
retórica y de la metáfora en varios de los pensadores del humanismo
italiano. Grassi descubre que hay una equivalencia entre la primacía
de la función de la poesía en Heidegger y varias tesis similares de al-
gunos exponentes del humanismo –exponentes como Alberto Mussa-
to, Giovanni Pontano, Givanni Bocaccio, Coluccio Salutati, Leonardo
Bruni, Giambattista Vico– que Grassi retoma para acentuar la impor-
tancia de la palabra poética en estos pensadores y confrontarla no sólo
con la posición de Heidegger al respecto, sino también con el lenguaje
lógico-formal.
Según él, Heidegger interpreta el humanismo de acuerdo con la
tradición alemana en la cual se desconocía o quedaba en segundo plano
la importancia filosófica del pensamiento humanista respecto a la poe-
sía, la retórica y a la relación entre res (cosa) y verba (palabra). Por
ejemplo, sobre esta relación entre res y verba, Grassi se encarga de rei-
vindicar algunas tesis del pensamiento de Giovanni Pontano (1426-
1503) para quien la mayor capacidad humana será la palabra. Pontano,
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| Claudia Marcela Uribe Pérez |
| 128 |
| LA PALABRA POÉTICA FUNDANTE: UNA LECTURA A LA INTERPRETACIÓN DE ERNESTO GRASSI |
El pensar del pensador, al igual que el poetizar del poeta, no es sólo una
secuencia de «vivencias» en un hombre individual, un proceso del cual
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| Claudia Marcela Uribe Pérez |
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| LA PALABRA POÉTICA FUNDANTE: UNA LECTURA A LA INTERPRETACIÓN DE ERNESTO GRASSI |
mente gracias a esa interpelación que la acción liberadora del ser revela
el ser de los entes permitiendo que los entes sean cada vez lo que son.6
Todas estas afirmaciones sobre el intento por definir al ser lo que
presentan es precisamente su carácter enigmático, carácter que impulsa
a la pregunta por su sentido. Que el ser no sea una sustancia, y que tam-
poco sea algo fijo y fundado, sino que, antes bien, el ser sea móvil, sea
lo que funda y en tanto que funda sea lo que tiene historia, está indican-
do que en su origen el ser es tiempo, que el ser da un espacio temporal
que juega. Un juego del mundo en el que tiene lugar nuestra existencia
a partir de la reunión y despliegue de momentos temporales. El ser fun-
da, pero no es fundado, el ser dona los principios que encontramos de
manera inmediata a partir de la sensibilidad. El ser deja al ente ser cada
vez, muestra y esconde, pero precisamente en su donación emerge la
historicidad del mundo. En este sentido, hablar del ser es posible, pero
en un lenguaje que no busca la causa, en un lenguaje justamente poéti-
co, pues «en lo hablado del poema se despliega el hablar».7
Con la diferencia ontológica se manifiesta el impedimento de
enunciar desde un lenguaje lógico al ser (verbo «es»). El ser tiene un
poder sobre el lenguaje, en tanto que la palabra «es», es previa a las
reglas formales del lenguaje. Tal como argumenta Grassi,
[…] debemos admitir que, si el «es» tiene que expresarse con cada ente,
este hecho indica que el ser mismo se abre camino constantemente hacia
el lenguaje. La definición del ser mismo, empero, cae fuera del andamiaje
del análisis gramatical del lenguaje.8
Desde lo que expresa Grassi puede entenderse que en este «abrirse ca-
mino» la palabra poética adquiere importancia decisiva, pues con ella es
posible acercarse al cómo de este «abrirse» del ser, y ello gracias al movi-
miento de traslación (metáfora) donde la palabra es previa al concepto.
Es decir, se trata de pensar un lenguaje previo al lenguaje lógico-formal,
un lenguaje especular que «refleja», a partir de un carácter imaginati-
vo-reflexivo, la experiencia del ser, puesto que, como señala Heidegger,
| 131 |
| Claudia Marcela Uribe Pérez |
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| LA PALABRA POÉTICA FUNDANTE: UNA LECTURA A LA INTERPRETACIÓN DE ERNESTO GRASSI |
Esta determinación puede también tener lugar por medio de gestos mu-
dos, porque: qué sean los gestos del ser sólo puede entenderse mediante
lo que ellos tienen o «comportan», y lo que se nos trae hasta nosotros es
la interpelación del ser. Gestos «sagrados» son reconocidos como «sagra-
dos» por su función directiva o referente en cuanto signos. A fin de cuen-
tas, lo que crea el «claro» o el no-encubrimiento, no es la palabra, es decir,
el lenguaje, sino más bien el «signo».11
10 Cf. Ernesto Grassi, Vico y el humanismo: ensayos sobre Vico, Heidegger y la retórica.
11 E. Grassi, Heidegger y el problema del humanismo, p. 41.
| 133 |
| Claudia Marcela Uribe Pérez |
12 Hay que considerar que en la perspectiva del pensamiento racionalista suelen excluirse las in-
fluencias del sentimiento, pues si se pretende hablar de las cosas como son, se entiende que en-
tonces es necesario hacer a un lado las figuraciones de las palabras movidas por las pasiones.
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| LA PALABRA POÉTICA FUNDANTE: UNA LECTURA A LA INTERPRETACIÓN DE ERNESTO GRASSI |
Hacer poesía, dichten, significa: re-decir (nach-sagen), esto es, decir de nue-
vo la eufonía pronunciada por el espíritu del Retraimiento. Antes de ser un
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| Claudia Marcela Uribe Pérez |
| 136 |
| LA PALABRA POÉTICA FUNDANTE: UNA LECTURA A LA INTERPRETACIÓN DE ERNESTO GRASSI |
Bibliografía
| 137 |
HACIA OTRO HUMANISMO EN LA OBRA TARDÍA
DE HEIDEGGER
Introducción
| 139 |
| César Alberto Pineda |
2 Trad. propia. En esta cita se vierte con itálicas lo que el autor escribió entre comillas. Para todas
las citas de la Gesamtausgabe se ofrece una traducción propia; el lector especializado puede cote-
jar los pasajes citados. Martin Heidegger, Ontologie. Hermeneutik der Faktizität, p. 8.
3 Martin Heidegger, Ser y tiempo, p. 32.
| 141 |
| César Alberto Pineda |
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| HACIA OTRO HUMANISMO EN LA OBRA TARDÍA DE HEIDEGGER |
A veces el ser tiene necesidad del ser humano, y sin embargo nunca es
dependiente de la humanidad existente. Esta, en cuanto histórica, en
cuanto sabe y preserva el ente en cuanto tal, está ciertamente en referen-
cia al ser; no obstante, el confiar la esencia humana al ser mismo no siem-
pre es acaecida por parte de éste como la garantía por la cual una
humanidad puede tener como propio el derecho de participar en el acae-
cimiento apropiante de la verdad del ser.7
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| César Alberto Pineda |
| 144 |
| HACIA OTRO HUMANISMO EN LA OBRA TARDÍA DE HEIDEGGER |
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| César Alberto Pineda |
13 Vale la pena tener en cuenta la cita en alemán: «Die Eschatologie des Seyns ist die versammlung,
als welche das Seyn selbst, d.h. der Austrag der Differenz sich ereignet in den Unterschied als die
Enteignis des Brauchs». M. Heidegger, Zum Ereignis-Denken, Gesamtausgabe, 73.2, p. 1114.
| 146 |
| HACIA OTRO HUMANISMO EN LA OBRA TARDÍA DE HEIDEGGER |
del ser. De aquí procede, una vez más, la crítica heideggeriana a la uni-
lateralidad antropológica. En el hombre late esa posibilidad, o más aún,
es la posibilidad de que la relación abierta con el ser pueda olvidarse o
perderse definitivamente (Eschatologie des Seyns).
Para comprender mejor esta singular posición de la condición huma-
na, proponemos considerar la problemática a partir de la identificación
de tres dimensiones de lo humano, de acuerdo con las cuales puede com-
prenderse la crítica heideggeriana al humanismo, pero también la posi-
bilidad de vislumbrar otro sentido de la dignidad humana. En primer
lugar, es preciso reconocer que el ser humano es un ser vivo como otros,
un animal que puede ser considerado como un mamífero antropoide; en
segunda instancia, este ser vivo se encuentra en una referencia significa-
tiva frente a las cosas, se sitúa en una apertura desde la cual se refiere a los
entes y trata con ellos en su vida cotidiana; pero, y esto es algo que lo
distingue notablemente de otros animales, guarda la posibilidad de ser
sustraído de dicha referencialidad cotidiana y con ello, posiblemente, de
preguntar por la apertura misma.14 Estas tres dimensiones o sustratos se
dan en el hombre al unísono, pero no necesariamente de manera armó-
nica y pacífica. La sola condición de ser vivo no da al hombre su esencia
humana, sino que la apertura al mundo, desde la cual puede tener una
precompresión cotidiana del ser, es la instancia que lo encamina a su
esencia; lo encamina tan sólo, porque el hecho de que se dé tal apertura
no garantiza que el hombre asuma y se inserte completamente en ella;
cuando finalmente el hombre vuelve la mirada pensante hacia esa aper-
tura, para preguntar por ella y habitar su mundo a partir de la misma, se
da una realización de su esencia, misma que, no obstante, no puede ser
una meta asegurada y fijada, pues en tal caso no se da más la apertura.
Dicha aperturidad es un evento por sí mismo, no es equiparable inmedia-
tamente al hombre15 como ente; el ente que llamamos hombre antecede
14 Dicho a grandes rasgos, lo que marca la pauta para el tránsito de un momento al posterior es
una cierta actitud interrogativa, un cuestionamiento de cada una de las tres dimensiones. Como
observa Eduard Zwierlein, el humano se hace humano cuando entiende su esencia, entendimien-
to que se da cuando piensa su relación con el ser, cuando pregunta por esa relación con el ser se
encamina a fundar el Dasein. Lo esencial es la pregunta: «Der Mensch ist das Lebewesen, das
fragt; er ist nicht nur ein Frage-Haben oder Frage-Stellen, sondern ein Frage-Sein, welches das
eigentliche perpetuum mobile aller Fragen zu sein scheint», Martin Heidegger, Reflexiones vii-xi.
Cuadernos negros (1938-1939), p. 30.
15 Friedrich-Wilhelm von Herrmann ha destacado también esta sutil diferencia entre el hombre y la
apertura. Esta última, como determinación del Dasein significa «[…] nicht nur, dass dem Dasein
| 147 |
| César Alberto Pineda |
selbst sein Sein erschlossen ist, sondern dass mit seinem und durch sein Sein dieses dem Dasein er-
schlossen ist». F-W von Herrmann, Hermeneutische Phänomenologie des Daseins. Eine Erläuterung
von ‚Sein und Zeit‘. Band 1: ‚Einleitung: Die Exposition der Frage nach dem Sinn von Sein‘, p. 106.
16 Otros animales no tienen esta posibilidad de ser arrancados, sino que se mantienen atados a su
medio natural. Como es sabido, estos temas aparecen en un diálogo con el trabajo del biólogo
Jakob von Uexküll, en el curso de 1929-30 Grundbegriffe der Metaphysik. Martin Heidegger, Grun-
dbegriffe der Metaphysik. Welt-Endlichkeit-Einsamkeit, Gesamtausgabe 29/30.
| 148 |
| HACIA OTRO HUMANISMO EN LA OBRA TARDÍA DE HEIDEGGER |
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| César Alberto Pineda |
Bibliografía
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EL SENTIDO DE LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA:
UNA LECTURA CRÍTICA EN CLAVE GADAMERIANA1
1 Este trabajo se ha desarrollado en el marco del proyecto «Culturas epistémicas, formación cien-
tífico-tecnológica e innovación en posgrados no escolarizados del pnpc», Convocatoria 2016-01
Fronteras de la Ciencia.
| 151 |
| Dulce María Cabrera Hernández | Laura Viviana Pinto Araújo |
[…] es muy cierto que el ideal de los que dan esta enseñanza, así como el
ideal de los que la reciben, no se limita tan sólo a su propia especialidad, y
que sus curiosidades de especialistas no excluyen los intereses universales
y humanos.2
| 152 |
| EL SENTIDO DE LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA: UNA LECTURA CRÍTICA EN CLAVE GADAMERIANA |
5 Jesús Rodolfo Santander, «El presupuesto humanista del moderno desarrollo tecno-científico (al-
gunas implicaciones ontológicas)», en Revista del Centro de Ciencias del Lenguaje, p. 206.
6 Hans-Georg Gadamer, Antología, p. 58.
7 H.-G. Gadamer, Elogio de la teoría, p. 137.
| 153 |
| Dulce María Cabrera Hernández | Laura Viviana Pinto Araújo |
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| EL SENTIDO DE LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA: UNA LECTURA CRÍTICA EN CLAVE GADAMERIANA |
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| Dulce María Cabrera Hernández | Laura Viviana Pinto Araújo |
Gadamer regresa a Herder para sostener que las ciencias del espíritu
encuentran su fundamento en la formación (Bildung), pues lo humano
excede la dimensión técnica del conocimiento y aspira a los más altos
ideales humanos y a la universalidad, lo cual posibilita el desarrollo del
sentido común (sensus communis) del hombre, que es el sentido que
funda la comunidad.
Por su origen pietista, el concepto de Bildung posee esa acepción
particular de la mística medieval según la cual el hombre conserva en
su alma la imagen (Bild) divina a partir de la cual ha sido creado, y que
debe desarrollar en sí mismo. Con Gadamer, sostenemos que una de las
finalidades de la formación es la de conducirnos a ampliar nuestros
sentidos y ensanchar nuestros horizontes; resuenan en ella la concep-
ción clásica de paideia, y también la tradición del humanismo.
En su significado moderno, el concepto de sentido común (sensus
communis) va ligado a un sentido colectivo que tiene que ver con ese
conjunto de experiencias y tradiciones que dan identidad a un pueblo.
De ahí que el tema de la formación también involucre al de la formación
del sentido común, que es el sentido que funda la comunidad y que es de
importancia decisiva para la vida en la medida en que remite al sentido
de lo justo y del bien común que vive en todos los hombres. De origen
aristotélico, pero con fundamento en la tradición humanista de Vico,15
el sentido común constituye uno de los cuatro conceptos base del huma-
nismo gadameriano. Éste se adquiere a través de la comunidad de vida,
en cuyas ordenaciones y objetivos encontramos sus determinaciones
esenciales.16
| 156 |
| EL SENTIDO DE LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA: UNA LECTURA CRÍTICA EN CLAVE GADAMERIANA |
| 157 |
| Dulce María Cabrera Hernández | Laura Viviana Pinto Araújo |
| 158 |
| EL SENTIDO DE LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA: UNA LECTURA CRÍTICA EN CLAVE GADAMERIANA |
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| Dulce María Cabrera Hernández | Laura Viviana Pinto Araújo |
[…] pertenece a la casa y que, a través del contacto cotidiano, del ejemplo
si es posible, y en todos los casos por medio de preceptos y de una vigilan-
cia permanente contribuye a la educación […] para nosotros el problema
central de la educación radica en la escuela. Nada semejante ocurre entre
los antiguos.27
[…] este último no es más que un técnico que se ocupa de un sector limi-
tado del entendimiento; el pedagogo, por el contrario, permanece al lado
| 160 |
| EL SENTIDO DE LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA: UNA LECTURA CRÍTICA EN CLAVE GADAMERIANA |
28 Ibíd., p. 306.
29 García Carrasco, J., y García del Dujo, A., «La teoría de la educación en la encrucijada», pp. 17-19.
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| Dulce María Cabrera Hernández | Laura Viviana Pinto Araújo |
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| EL SENTIDO DE LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA: UNA LECTURA CRÍTICA EN CLAVE GADAMERIANA |
Experiencia y conversación
| 163 |
| Dulce María Cabrera Hernández | Laura Viviana Pinto Araújo |
36 Traducción propia. R. Pagano, La «scientificità» della pedagogia ermeneutica. Studi sulla forma-
zione, p. 81.
| 164 |
| EL SENTIDO DE LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA: UNA LECTURA CRÍTICA EN CLAVE GADAMERIANA |
37 Ídem., p.83.
38 H.-G. Gadamer, Verdad y método Ib, 1996, p. 433.
39 H.-G. Gadamer, La educación es educarse, p. 39.
40 J. Grondin, Introducción a la hermenéutica filosófica, p. 174.
| 165 |
| Dulce María Cabrera Hernández | Laura Viviana Pinto Araújo |
Formar es formarse
| 166 |
| EL SENTIDO DE LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA: UNA LECTURA CRÍTICA EN CLAVE GADAMERIANA |
Bibliografía
| 168 |
| EL SENTIDO DE LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA: UNA LECTURA CRÍTICA EN CLAVE GADAMERIANA |
| 169 |
POESÍA Y RETÓRICA: CONSIDERACIONES EN TORNO
AL LENGUAJE RELIGIOSO
| 171 |
| Héctor Ramírez Ríos |
| 174 |
| POESÍA Y RETÓRICA: CONSIDERACIONES EN TORNO AL LENGUAJE RELIGIOSO |
| 175 |
| Héctor Ramírez Ríos |
4 Ídem.
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| POESÍA Y RETÓRICA: CONSIDERACIONES EN TORNO AL LENGUAJE RELIGIOSO |
5 Ibíd., p. 4.
6 Ibíd., p. 9.
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| Héctor Ramírez Ríos |
7 Esta expresión latina debe ser comprendida en su dimensión histórica y filosófica. Popularizada
por Martin Heidegger a través de su Carta sobre el humanismo, en el escenario filosófico con-
temporáneo, apunta a la confusión en que se incurriría al utilizar la palabra «humanismo» para
definir su pensamiento. Heidegger asume el carácter de antífrasis de la expresión para señalar
que nombrar humanista a su pensamiento es definirlo por su sentido contrario. Recordemos que
Heidegger intenta tomar distancia de la metafísica y con ella de las formas de humanismo que
el filósofo alemán vincula con el platonismo. La tarea del filósofo italiano Ernesto Grassi consiste
precisamente en demostrar que existe un tipo de humanismo no platonizante que supondría un
distanciamiento de la metafísica tradicional al recuperar los valores y las técnicas de la tradición
retórica.
8 Ernesto Grassi, Heidegger y el problema del humanismo, p. xiv.
| 179 |
| Héctor Ramírez Ríos |
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| POESÍA Y RETÓRICA: CONSIDERACIONES EN TORNO AL LENGUAJE RELIGIOSO |
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| Héctor Ramírez Ríos |
Bibliografía
| 182 |
LA REBELIÓN DE LA PALABRA POÉTICA ANTE EL
LENGUAJE RACIONAL DE LA FILOSOFÍA: PERSPECTIVAS
DE GEORGES BATAILLE Y ERNESTO GRASSI
| 183 |
| Paula Eugenia Reyes Núñez |
siglo xx, que retomó en su estudio el tema de los poetas del humanismo
de los siglos xiv al xviii. Esto último se verá ejemplificado directamente
en el mito de las cigarras tratado por Grassi en su obra Retórica como
filosofía. La tradición humanista y contrapuesto al análisis que lleva a
cabo Sergio Proa en su recopilado Bataille de un sol sombrío para expli-
carnos el empleo del lenguaje poético en la obra de Bataille.
Si bien es un hecho que a finales del Renacimiento y a principios de
la Modernidad el lenguaje filosófico se había transformado en racional,
similar al científico, que aclaraba y definía su objeto de conocimiento,
es un hecho que lo único que provocó fue la reducción de las cosas a
conceptos. Por ello, filósofos posteriores, incluyendo a Hegel, proble-
matizan la concepción del sujeto y, mediante su pensamiento, reivindi-
can la orientación del estudio filosófico. No entraremos en detalle con
la temática del problema de la subjetividad, sólo la mencionamos por-
que fue una de las principales causas del empleo del lenguaje racional.
Por lenguaje racional se comprende la única forma de lenguaje que
tiene validez en el ámbito científico al poseer, como principal caracte-
rística, la objetividad. Ante estas consecuencias, la vía de resolución o
de sanación, en palabras de Rosenzweig, debía hallarse en el mismo
lenguaje y la concepción del hombre. Podría comprenderse que más
que, el lenguaje racional, el problema residía en su capacidad de ence-
rrar o petrificar el sentido de las cosas. En efecto, los pensadores con-
temporáneos centraron su atención en el sentido de las palabras,
concluyendo que el concepto, producto del lenguaje filosófico, reducía
al objeto estudiado a una mera formalidad cuando en realidad este ob-
jeto se encontraba expuesto a los repentinos cambios de su entorno.
Ante este problema filosófico, el lenguaje racional se contrapuso al
metafórico como un medio en que la cosa se expresaba en sentido figu-
rado. Fue ahí cuando el quehacer de la filosofía reemplazó su fin obje-
tivo y concreto por uno no del todo subjetivo, pero sí establecido en un
entorno histórico y social que estuviera expuesto a distintos factores
que afectaban al hombre, ya no sólo considerado sujeto cognoscente.
Factores como su existencia, su afectividad, su sentido, entre otros más.
Con esto último, la filosofía contemporánea consideró otra alternativa
para reflexionar sobre la verdad y, en sí, la vida humana misma. En este
caso, la verdad ya no estaba expuesta en la claridad, sino que se mante-
nía oculta en la oscuridad. Con oscuridad nos referimos al sentido ocul-
| 184 |
| LA REBELIÓN DE LA PALABRA POÉTICA ANTE EL LENGUAJE RACIONAL DE LA FILOSOFÍA |
que habían sido hombres, pero que, al escuchar el canto de las musas,
olvidaron alimentarse y perecieron. Después de su muerte, y ya siendo
cigarras, se dedicaron a traducir los mensajes provenientes de los dioses
y cantados por las musas. Con base en el mito de las musas, es posible
preguntarnos: ¿qué había antes de ellas? Grassi menciona que antes de
ellas el hombre era un ser desordenado, expuesto al caos. Al aparecer
las musas, el hombre dio una nueva dirección a su existencia. Las mu-
sas, en este sentido, cumplían la función de ordenar la realidad por
medio de la música, la danza y la poesía. De ahí que
1 Ernesto Grassi, «La base metafórica de la retórica y de la filosofía», Retórica como filosofía. La
tradición humanista, p. 37.
2 Sergio Espinosa, «Metafísica o ateología poética», Bataille de un sol sombrío, p. 39.
3 Ídem.
4 Ibíd., p. 38.
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| LA REBELIÓN DE LA PALABRA POÉTICA ANTE EL LENGUAJE RACIONAL DE LA FILOSOFÍA |
5 Ernesto Grassi, «El humanismo italiano y la tesis y la tesis de Heidegger sobre el fin de la filosofía»,
Heidegger y el humanismo, p. 21.
6 Los mitos son producto de la psique humana histórica y a veces se manifiestan inconscientemen-
te, ya sea por los sueños o la imaginación. Esto nos lo expone Gaston Bachelard en El agua y los
sueños donde expresa que «cuando nos apoyamos en hechos mitológicos, es porque reconoce-
mos en ellos una acción permanente, una acción inconsciente sobre las almas de hoy». Si se des-
gastan los mitos en la repetición y pierden sentido, entonces pierden vigencia. Por el contrario, si
continúan vigentes, los mitos expresarán los actos humanos, sin importar temporalidad o espa-
cialidad. No es que se generalicen los actos en los mitos, sino que en ellos se muestra el sentido
de la vida mundana. Sentido que no puede ser restringido a un mero concepto. Del mismo modo,
Bachelard señala que gracias a ellos es posible expresar lo que se mantiene oculto al consciente
o a la misma razón. Tanto los mitos como la poesía se nutren del inconsciente. El inconsciente
se relaciona con la capacidad de imaginar; con ella es posible enriquecer la realidad. La riqueza,
al menos en el plano del lenguaje, se presenta en el sentido de la palabra que gracias a las figuras
retóricas, las cuales mantienen en dinamismo el significado de la palabra, y no sólo éste, sino
también el sentido general de la oración construida.
7 Ibíd., p. 11.
| 187 |
| Paula Eugenia Reyes Núñez |
| 189 |
| Paula Eugenia Reyes Núñez |
Así como por la paradoja, Bataille apostó también por la poesía como
un medio de transgresión. Mediante la palabra poética se develaban
múltiples significados de la verdad, la cual no era comprendida en un
solo sentido, dado que este último se ampliaba a diferentes sentidos,
incluyendo el ficticio. Para el autor de Madame Edwarda, la verdad po-
día llegar a ser mentira. Esta era su principal cualidad: transgredir los
límites impuestos como verdad. En dicha transgresión quien creaba
poesía era el soberano, es decir, aquel que se rebelaba contra las pro-
hibiciones y las normas; por ello el poeta representaba una de tantas
figuras soberanas.9 La postura de Bataille era la siguiente:
| 190 |
| LA REBELIÓN DE LA PALABRA POÉTICA ANTE EL LENGUAJE RACIONAL DE LA FILOSOFÍA |
| 191 |
| Paula Eugenia Reyes Núñez |
13 Es el tipo de sociedad que para su conservación se sustenta en los medios de producción. Los
medios de producción deben entenderse como aquellas herramientas que facilitan el trabajo.
Estas herramientas van desde lo más rupestre, la polea, hasta lo más avanzado, las máquinas de
vapor o eléctricas. Las sociedades contrarias a las mediáticas, según Bataille, son las arcaicas, que
no reducen su conservación al trabajo, sino a otro tipo de actividades como lo son las sagradas.
Las sociedades arcaicas también dependen de lo económico, pero pasa a segundo plano. A estas
sociedades lo que les interesan son sus rituales y sus actividades externas a la labor.
| 192 |
| LA REBELIÓN DE LA PALABRA POÉTICA ANTE EL LENGUAJE RACIONAL DE LA FILOSOFÍA |
| 193 |
| Paula Eugenia Reyes Núñez |
Bibliografía
Bachelard, Gaston, El agua y los sueños, Ida Vitale, Fondo de Cultura Económi-
ca, México, 1978.
_____, La oscuridad no miente, Ignacio Díaz de la Serna, Aguilar, Altea,
Taurus, Alfaguara, México, 2001.
| 194 |
| LA REBELIÓN DE LA PALABRA POÉTICA ANTE EL LENGUAJE RACIONAL DE LA FILOSOFÍA |
| 195 |
DATOS DE LOS COLABORADORES
| 197 |
| Datos de los colaboradores |
César Pineda
Doctorando en el Posgrado de Filosofía Contemporánea en la Benemérita Uni-
versidad Autónoma de Puebla, maestro en Filosofía por la Universidad Nacional
Autónoma de México, licenciado en Filosofía y en Comunicación por la misma
universidad. Su investigación de posgrado ha girado en torno a la obra de Martin
Heidegger. Profesor de Ontología y Filosofía Iberoamericana en la Universidad
Iberoamericana Puebla, también imparte asignaturas de Hermenéutica, Ética y
Teoría del Conocimiento en la fes Cuautitlán de la unam.
Contacto: cesar7alberto@gmail.com
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FILOSOFÍA HERMENÉUTICA
Y HUMANISMO
se terminó de imprimir en marzo de 2020
en la Ciudad de México
ISBN 978-607-8706-73-0
9 786078 706730