El Silencio Habla Eckhart Tolle
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EL SILENCIO HABLA
Eckhart Tolle
«Este libro utiliza palabras que, al ser leídas, harán surgir pensamientos en tu
mente. Pero no pensamientos repetitivos, ruidosos, narcisistas, que reclaman
atención... Los pensamientos de este libro, no dicen «mírame», sino «mira más
allá de mí». Como han surgido de la quietud, tienen poder: el poder de llevarte a
la misma quietud de la que surgieron. Esa quietud también es paz interior, y esa
quietud y esa paz son la esencia de tu Ser. Es la quietud la que salvará y
transformará el mundo.»
1
INDICE
Introducción 3
CAPITULO UNO
Silencio y Quietud 5
CAPITULO DOS
Más Allá de la Mente Pensante 9
CAPITULO TRES
El Yo Separado 16
CAPITULO CUATRO
El Ahora 22
CAPITULO CINCO
Tu Verdadero Ser 27
CAPITULO SEIS
Aceptación y Rendición 32
CAPITULO SIETE
Naturaleza 38
CAPITULO OCHO
Relaciones 43
CAPITULO NUEVE
Muerte y Eternidad 49
CAPITULO DIEZ
Sufrimiento y el Final del Sufrimiento 55
2
INTRODUCCION
Este no es un libro para leerlo de una tirada, de principio a fin, y dejarlo. Vive
con él, ábrelo con frecuencia y, lo que es más importante, ciérralo asiduamente;
es decir, pasa más tiempo sosteniéndolo en tus manos que leyéndolo. Muchos
lectores sentirán el deseo natural de dejar de leer después de cada párrafo, para
hacer una pausa, reflexionar, serenarse, Siempre es más útil y más importante
dejar de leer que seguir leyendo. Permite que el libro haga su trabajo, que te
despierte y te saque de los viejos surcos del pensamiento condicionado y
repetitivo.
Se puede considerar que este libro, por el modo en que está escrito, revive en
nuestro tiempo el estilo con el que fueron concebidas las más remotas
enseñanzas espirituales: los sutras de la antigua India. Los sutras son vigorosos
indicadores de la verdad en forma de aforismos o sentencias breves, con poca
elaboración conceptual. Los Vedas y los Upanishads son las primeras enseñanzas
sagradas registradas en sutras, como sucede con las palabras de Buda. Los
dichos y parábolas de Jesús, sacados de su contexto narrativo, también pueden
ser considerados como sutras, al igual que las profundas enseñanzas contenidas
3
en el Tao Te Ching, el antiguo libro chino de la sabiduría. La ventaja del estilo
sutra reside en su brevedad. No involucra la mente pensante más de lo
necesario. Lo que el sutra no dice —aunque lo señala— es más importante que lo
que dice. El estilo sutra utilizado en este libro es más evidente en el capítulo 1
(«Silencio y Quietud»), que contiene los párrafos más breves. Este primer
capítulo contiene la esencia de todo el libro, pudiendo ser todo lo que algunos
lectores necesiten. Los demás capítulos están ahí para quienes necesiten algunos
indicadores más.
Al igual que los antiguos sutras, los textos contenidos en este libro son
sagrados, y han surgido de un estado de conciencia que podemos denominar
quietud. Sin embargo, a diferencia de los antiguos sutras, no pertenecen a
ninguna religión ni tradición espiritual, siendo accesibles de inmediato a toda la
humanidad. En estos escritos está presente un sentimiento de urgencia. La
transformación de la conciencia humana ya no es un lujo, por así decirlo, a
disposición de unos cuantos individuos aislados, sino una urgente necesidad para
que la humanidad no se destruya a sí misma. Actualmente, se está acelerando
tanto la disfunción de la vieja conciencia como el surgimiento de una nueva.
Paradójicamente, las cosas están yendo a mejor y peor al mismo tiempo, aunque
el empeoramiento es más aparente porque produce mucho «ruido».
Este libro, desde luego, utiliza palabras que al ser leídas harán surgir
pensamientos en tu mente. Pero no se trata de pensamientos corrientes: repeti-
tivos, ruidosos, narcisistas, que reclaman atención. Al igual que los verdaderos
maestros espirituales, como los antiguos sutras, los pensamientos de este libro
no dicen «mírame», sino «mira más allá de mí». Como los pensamientos han
surgido de la quietud, tienen poder: el poder de llevarte a la misma quietud de la
que surgieron. Esa quietud también es paz interior; y esa quietud y esa paz son
la esencia de tu Ser. Es la quietud interior que salvará y transformará el mundo.
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CAPÍTULO UNO
SILENCIO Y QUIETUD
5
Cuando te das cuenta del silencio, se produce inmediatamente ese estado de
serena alerta interna.
Mira un árbol, una flor, una planta. Deja que tu conciencia descanse en ellos.
¡Qué quietud manifiestan, qué profundamente enraizados están en el Ser!
Permite que la naturaleza te enseñe la quietud.
6
Cualquier ruido molesto puede ser tan útil como el silencio. ¿Cómo?
Abandonando tu resistencia interna al ruido y permitiendo que sea como es; esa
aceptación también te lleva al reino de paz interna que es quietud.
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realidad no es una cosa, y tampoco es de este mundo.
En la Biblia se dice que Dios creó el mundo y vio que era bueno. Eso es lo que
ves cuando miras sin pensamiento, desde la quietud.
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CAPITULO DOS
En tí, como en cada ser humano, hay una dimensión de conciencia mucho
más profunda que el pensamiento. Es la esencia misma de tu ser. Podemos
llamarla presencia, alerta, conciencia incondicionada. En las antiguas
enseñanzas, es el Cristo interno, o tu naturaleza de Buda.
Hallar esa dimensión te libera, y libera al mundo del sufrimiento que te causas
a tí mismo y a los demás cuando sólo conoces el «pequeño yo» fabricado por la
mente, que es quien dirige tu vida. El amor, la alegría, la expansión creativa y
una paz interna duradera sólo pueden entrar en tu vida a través de esa
dimensión de conciencia incondicionada.
9
La corriente de pensamientos tiene una enorme inercia que puede arrastrarte
fácilmente. Cada pensamiento pretende tener una gran importancia. Quiere
captar toda tu atención.
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Cuando estás inmerso en el pensamiento compulsivo, estás evitando lo que
es. No quieres estar donde estás. Aquí, Ahora.
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ambiciona más. Cuando te identificas con la mente, te aburres y te inquietas
fácilmente. El aburrimiento significa que la mente tiene hambre de nuevos
estímulos, de más alimento para el pensamiento, y que su hambre no está
siendo satisfecha.
Los prejuicios de todo tipo implican que te sientes identificado con la mente
pensante. Significar que ya no ves al otro ser humano, sino únicamente tu propio
concepto de ese ser humano. Reducir la riqueza de vida de otro ser humano a un
concepto es en sí mismo, una forma de violencia.
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El pensamiento que no está enraizado en la autoconciencia se sirve a si
mismo y es disfuncional. El ingenio exento de sabiduría es extremadamente
peligroso y destructivo. Constituye el estado habitual de la mayor parte de la
humanidad. La expansión del pensamiento por vías científicas y tecnológica
aunque no es intrínsecamente bueno ni malo, tan bien se ha vuelto destructivo,
porque muy a menudo el proceso mental del que surge no hunde sus raíces en la
conciencia.
Entonces el cuerpo se convierte en una puerta, por así decirlo, hacía una
sensación de vida más profunda que subyace a las fluctuantes emociones y al
pensamiento.
Hay una riqueza de vida en tí que puedes sentir con todo tú Ser, no sólo con
la cabeza. En esa presencia en la que no necesitas pensar, cada célula está viva.
Sin embargo, en ese estado, el pensamiento puede activarse si se le necesita
para alguna finalidad práctica. La mente puede seguir operando, y opera
perfectamente cuando la inteligencia mayor que eres la usa y se expresa a
través de ella.
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Quizá te haya pasado inadvertido que esos breves periodos en los que «eres
consciente sin pensamiento» ya ocurren natural y espontáneamente en tu vida.
Puedes estar realizando alguna actividad manual, o paseando por la habitación, o
esperando en el mostrador de la aerolínea, y estar tan completamente presente
que el ruido mental de fondo disipa y es reemplazado por la presencia
consciente. También puedes estar mirando al cielo o escuchado a alguien sin que
surja ningún comentario interno. Tus percepciones se vuelven claras como el
cristal, no están empañadas por el pensamiento.
Siéntete cómodo en el estado de «no saber». Este estado te lleva más allá de
la mente, porque la mente siempre está intentando concluir e interpretar. Tiene
miedo de no saber. Por eso, cuando puedes sentirte cómodo en el no saber, ya
has ido más allá de la mente. De ese estado surge un conocimiento más
profundo que es no-conceptual.
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Un momento de peligro puede producir el cese temporal de la corriente de
pensamientos, permitiéndote degustar lo que significa estar presente, alerta,
consciente.
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CAPITULO TRES
EL YO SEPARADO
Cuando piensas o hablas sobre ti, cuando dices «yo», sueles referirte a «yo y
mi historia». Éste es el «yo» de lo que te gusta y de lo que te disgusta, de tus
miedos y deseos, el «yo» que nunca está satisfecho por mucho tiempo. Es un
sentido de quien eres creado por la mente, condicionado por el pasado y que
trata de encontrar su realización en el futuro.
¿Puedes ver que este «yo» es pasajero, que una formación temporal, como
una onda que recorre la superficie del agua?
¿Quién ve que esto es así? ¿Quién es consciente de que tus formas física y
psicológica son pasajeras? Yo soy. Este es el «yo» profundo que no tiene nada
que ver con el pasado y el futuro.
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Cuando cada pensamiento absorbe tu atención completamente significa que
te identificas con la voz que suena en tu cabeza. Entonces los pensamientos
quedan investidos de un sentido de yo. Esto es el ego, el «yo» creado por la
mente. Este yo fabricado por la mente se siente incompleto y precario. Por eso el
temor y el deseo son sus emociones predominantes y sus fuerzas motivadoras.
Cuando reconoces que hay una voz en tu cabeza que pretende ser tú y que
nunca deja de hablar, estás saliendo de la identificación inconsciente con la
corriente de pensamientos.
Cuando notas esa voz, te das cuenta de que tú no eres la voz —el pensador—
, sino quien es consciente de ella.
El ego siempre está buscando. Busca añadirse algo más de esto o de lo otro
para completarse.
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satisfacen, o al menos no por mucho tiempo.
Cuando prestas más atención a lo que haces que al resultado futuro que
quieres conseguir con ello rompes el viejo condicionamiento del ego.
Entonces tu hacer no sólo es mucho más eficaz, sino infinitamente más alegre
y satisfactorio.
Casi cada ego contiene algún elemento de lo que podríamos llamar «identidad
de víctima». La imagen de víctimas que algunas personas tienen de sí mismas es
tan fuerte que se convierte en el núcleo central de su ego. El resentimiento y los
agravios forman parte esencial de su sentido del yo.
Los hábitos mentales favoritos del ego, los que le fortalecen, son la queja y la
reactividad. Buena parte de la actividad emocional-mental de muchas personas
consiste en quejarse o reaccionar contra esto o lo otro. Ello hace que los demás,
o la situación, estén «equivocados», mientras que tú «tienes razón». Teniendo
razón te sientes superior, y sintiéndote superior fortaleces tu sentido del yo. En
realidad sólo estás fortaleciendo la ilusión del ego.
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El sentido del yo característico del ego necesita el conflicto porque su
identidad separada se fortalece al luchar contra esto o lo otro, y al demostrar
que esto soy «yo» y eso no soy «yo».
¿Cuáles son las historias, las ficciones de las que derivas tu sentido del yo?
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El ego necesita estar en conflicto con alguien o algo. Eso explica por qué
buscas la paz, la alegría y el amor, pero no puedes tolerarlos por mucho tiempo.
Dices que quieres la felicidad, pero eres adicto a tu infelicidad.
La culpa es otro intento del ego de crear una identidad, un sentido del yo. Al
ego no le importa que el sentido del yo sea positivo o negativo. Lo que hiciste o
dejaste de hacer fue una manifestación de inconsciencia, de la inconsciencia
humana. El ego, no obstante, lo personaliza y dice: «Yo hice aquello», y así te
creas una imagen mental de ti mismo como persona «mala».
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un medio para un fin: la acción es satisfactoria por sí misma en cada momento.
Ya no reduces el Ahora a un medio para un fin, que es lo que hace la conciencia
delego.
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CAPITULO CUATRO
EL AHORA
Este momento —el Ahora— es la única cosa de la que nunca puedes escapar,
el único factor constante en tu vida. Pase lo que pase, por más que cambie tu
vida, hay una cosa segura: siempre es Ahora.
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Mantener la atención en el Ahora no implica negar las necesidades de tu vida.
Se trata de reconocer qué es lo fundamental. Eso te permite gestionar lo
secundario con gran facilidad. No se trata de decir: «Ya no me ocupo de las
cosas porque sólo existe el Ahora.» No. Empieza por encontrar lo que es más
importante y haz del Ahora tu amigo, no tu enemigo. Reconócelo, hónralo.
Cuando el Ahora es el fundamento y el núcleo principal de tu vida, ésta se des-
pliega con facilidad.
¿Tratas este momento como si fuera un obstáculo por superar? ¿Sientes que
lo más importante es llegar a algún momento futuro?
Casi todas las personas viven así la mayor parte del tiempo. Como el futuro
nunca llega, excepto como presente, es un estilo de vida disfuncional. Genera
una continua corriente subterránea de tensión alteración y descontento. No hace
honor a la vida que es Ahora y nunca deja de ser Ahora.
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Responsabilizarse de este momento significa no oponerse internamente a la
«cualidad» del Ahora, no discutir con lo que es. Significa estar alineado con la
vida.
El Ahora es como es porque no puede ser de otra manera. Ahora los físicos
confirman lo que los budistas han sabido siempre: no hay cosas ni sucesos
aislados. Por debajo de las apariencias superficiales, todas las cosas están
interconectadas, son parte de la totalidad del cosmos que ha producido la forma
que toma este momento.
Una práctica espiritual simple pero radical es aceptar lo que surja en el Ahora,
dentro y fuera.
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La mayoría de la gente confunde el Ahora con lo que ocurre en el Ahora, pero
son dos cosas distintas. El Ahora es más profundo que lo que ocurre en él. Es el
espacio en el que ocurren las cosas.
Pasas por alto continuamente el hecho más evidente: tu sentido más interno
Yo Soy no tiene nada que ver con lo que ocurre en tu vida, nada que ver con los
contenidos. Este sentido del Yo Soy es uno con el Ahora. Siempre permanece
igual. En la infancia en la vejez, en la salud o en la enfermedad, en el éxito y el
fracaso, el Yo Soy —el espacio del Ahora- permanece inmutable al nivel más
profundo. Habitualmente se confunde con el contenido, y por eso sólo
experimentas el Yo Soy o el Ahora levemente, indirectamente, a través de los
contenidos de tu vida. En otras palabras: tu sentido de Ser queda oscurecido por
las circunstancias, por la corriente de pensamientos y por todas las cosas de este
mundo. El Ahora queda oscurecido por el tiempo.
25
Yo no soy mis pensamientos, emociones, percepciones sensorias y
experiencias. Yo no soy el contenido de mí vida. Yo soy Vida. Yo soy el espacio
en el que ocurren todas las cosas. Yo soy conciencia. Yo soy el Ahora. Yo Soy.
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CAPITULO CINCO
TU VERDADERO SER
Importa que tengas éxito o fracases a los ojos del mundo. Importa si tienes o
no tienes salud, si has recibido o no una buena educación. Importa si eres rico o
pobre; ciertamente, establece una diferencia en tu vida. Sí, todas estas cosas
tienen importancia, una importancia relativa, pero no tienen una importancia
absoluta.
Hay algo más importante que cualquiera de tas cosas: encontrar tu ser
esencial más allá de esa entidad efímera, del efímero yo personal.
Todas las desgracias del planeta surgen del sentido personalizado del «yo» o
del «nosotros», que recubre la esencia de tu ser. Cuando no eres consciente de
la esencia interna, siempre acabas sintiéndote desgraciado. Es así de simple.
Cuando no sabes quién eres, te fabricas mentalmente un yo que sustituye tu
hermoso ser divino, y te apegas a ese yo temeroso y necesitado.
27
Entonces la protección y potenciación de ese falso sentido del yo se convierte
en tu principal fuerza motivadora.
28
Cuando miras un árbol, eres consciente del árbol. Cuando tienes un
pensamiento o sentimiento, eres consciente de ese pensamiento o sentimiento.
Cuando tienes una experiencia placentera o dolorosa, eres consciente de esa
experiencia.
No hay nada que saber más allá de esto, y sin embargo todo conocimiento
surge de ello. El «yo» no puede convertirse en un objeto de conocimiento, de
conciencia.
29
situaciones, lugares y estados. En otras palabras: lo que ocurre o deja de ocurrir
ya no es tan importante. Las situaciones pierden su gravedad, su seriedad. Un
ánimo juguetón entra en tu vida. Reconoces que este mundo es una danza
cósmica, la danza de la forma, ni más ni menos.
Así como el agua puede ser sólida, líquida o gaseosa, la conciencia puede
estar «congelada» y tomar la forma, de la materia física; puede ser «líquida»,
tomando la forma de la mente y del pensamiento, o puede ser informe, como la
conciencia pura.
30
Las vidas de la mayoría de la gente están dirigidas por el deseo y el miedo.
Estos dos movimientos oscurecen el hecho de que el Ser no puede ser dado ni
quitado. El Ser ya está en ti en toda su plenitud, Ahora.
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CAPITULO SEIS
ACEPTACION Y RENDICION
Cuando puedas, echa una «mirada» a tu interior para ver si estás creando
conflicto inconscientemente entre lo interno y lo externo, entre las circunstancias
externas del momento —dónde estás, con quién y lo que estás haciendo— y tus
pensamientos y sentimientos. ¿Puedes sentir lo doloroso que es oponerse
internamente a lo que es?
Cuando reconoces este hecho, también te das cuenta de que ahora eres libre
de renunciar a este conflicto fútil, al estado interno de guerra.
Sin duda es cierto que lo mejor que se puede hacer en ciertos lugares es salir
de ellos, y a veces eso es lo más apropiado. No obstante, en muchos casos, no
tienes la opción de irte. En esas situaciones, el «no quiero estar aquí», además
de inútil, es disfuncional. Te hace infeliz y hace infelices a los demás.
Ha sido dicho: dondequiera que llegues, allí estás. En otras palabras: estás
aquí. Siempre. ¿Es tan duro de aceptar?
32
El «no» habitual y reactivo fortalece el ego. El «sí» lo debilita. Tu identidad en
la forma, el ego, no puede sobrevivir a la rendición.
«Tengo muchas cosas que hacer.» Sí, pero ¿cuál es la calidad de tu hacer?
Conducir yendo al trabajo, hablar con los clientes, trabajar en el ordenador,
hacer recados, atender las innumerables cosas que constituyen tu vida... ¿Hasta
qué punto eres total en lo que haces? ¿Es tu acción una rendición o una re-
sistencia? Esto es lo que determina el éxito que consigues en la vida, no la
cantidad de esfuerzo que pongas. El esfuerzo implica estrés, tensión, necesidad
de alcanzar cierto punto en el futuro o de conseguir algún resultado.
«Hacer una cosa cada vez»; así es como un maestro Zen definió la esencia
del Zen.
Hacer una cosa cada vez significa ser total en lo que haces, prestarle toda tu
atención. Eso es acción rendida, acción poderosa.
33
Tu aceptación de lo que es te lleva a un nivel más profundo, donde tanto tu
estado interno como tu sentido del yo no dependen ya de que la mente los
juzgue «buenos» o «malos».
Cuando dices «sí» a la vida tal como es, cuando aceptas este momento como
es, puedes sentir dentro de ti un espacio profundamente pacífico.
Superficialmente puedes seguir sintiéndote feliz cuando hace sol y menos feliz
cuando llueve; puedes sentirte feliz si ganas un millón de euros e infeliz si
pierdes todas tus posesiones. Sin embargo, la felicidad y la infelicidad ya no
calan tan hondo. Son olas en la superficie de tu Ser. La paz de fondo que hay
dentro de ti permanece inmutable en cualesquiera que sean las condiciones
externas.
34
alerta. Eres plenamente consciente, y sin embargo la mente no pone ninguna
etiqueta a este momento. Este estado de no-resistencia interna te abre a la
conciencia incondicionada, que es infinitamente mayor que la mente humana.
Entonces esta vasta inteligencia puede expresarse a través de ti y ayudarte,
tanto desde dentro como desde fuera. Por eso, cuando abandonas la resistencia
interna, a menudo descubres que las circunstancias cambian para mejor.
Permite que se exprese este momento tal como es. Eso es suficiente.
Por ejemplo, puede que estés tullido y que ya no puedas caminar. Tu estado
es lo que es.
Tal vez tu mente esté creando una historia que diga: «A esto se ha reducido
mi vida. He acabado en una silla de ruedas. La vida me ha tratado con dureza,
injustamente. No me merezco esto.»
35
Incluso en las situaciones aparentemente más inaceptables y dolorosas se
esconde un bien mayor, y cada desastre lleva en su seno la semilla de la gracia.
¿Conoces a ese tipo de persona cuya principal función en la vida parece ser la
de ser desgraciada y hacer desgraciados a los demás, la de extender la in-
felicidad? Perdónales, porque ellos también forman parte del despertar de la
humanidad. Representan una intensificación de la pesadilla de la conciencia
egótica, del estado de no-rendicíón. En su función no hay nada personal. Ellos no
son eso.
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Uno podría decir que rendirse es la transición interna de la resistencia a la
aceptación, del «no» al «sí».
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CAPITULO SIETE
NATURALEZA
Hemos olvidado lo que las rocas, las plantas y los animales todavía saben.
Nos hemos olvidado de ser: de ser nosotros mismos, de estar en silencio, de
estar donde está la vida: Aquí y Ahora.
Cuando diriges tu atención hacia algo natural, hacia algo que ha venido a la
existencia sin la intervención humana, sales de la prisión del pensamiento
conceptual y, en cierta medida, participas del estado de conexión con el Ser en el
que todavía existe todo lo natural.
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planta y animal son completamente ellos mismos. A diferencia de los humanos,
no están divididos en dos. Ni viven a través de imágenes mentales de sí mismos,
por eso no tienen que preocuparse de proteger y potenciar esas imágenes. El
ciervo es él mismo. El narciso es él mismo.
Todas las cosas naturales, además de estar unificadas consigo mismas, están
unificadas con la totalidad. No se han apartado del entramado de la totalidad
reclamando una existencia separada; «yo» y el resto del universo.
39
damente con el estado interno del dueño del perro: deprimido, ansioso, cargado
de problemas, perdido en el pensamiento, ausente del único momento y lugar
que existen: el Aquí y el Ahora. Uno se pregunta; viviendo con esa persona,
¿cómo consigue el perro mantenerse tan sano, tan alegre?
Observa un animal, una flor, un árbol, y mira cómo descansan en el Ser. Cada
uno de ellos es él mismo. Tiene una enorme dignidad, inocencia, santidad. Sin
embargo, para poder ver esto, tiene que ir más allá del hábito mental de
nombrar y etiquetar. En el momento en que miras más allá de las etiquetas
40
mentales, sientes la dimensión inefable de la naturaleza, que no puede ser
comprendida por el pensamiento ni percibida por los sentidos. Es una armonía,
una sacralidad que, además de compenetrar la totalidad de la naturaleza, está
dentro de ti.
41
Un gran espacio silencioso contiene en su abrazo la totalidad del mundo
natural. Y también te contiene a ti.
42
CAPITULO OCHO
RELACIONES
No es que ese ser humano sea así, pero así es como se presenta. Cuando
emites un juicio respecto a alguien, confundes los patrones mentales
condicionados con lo que esa persona es. Esa acción, en sí misma, denota un
patrón profundamente inconsciente y condicionado. Das a esa persona una
identidad conceptual, y esa falsa identidad se convierte en una prisión no sólo
para ella, sino también para ti.
Evitar el juicio no implica ignorar lo que el otro hace; implica reconocer que su
conducta es una forma de condicionamiento; implica verla y aceptarla tal como
es, sin construir una identidad para esa persona a partir del condicionamiento.
43
establecimiento de que eres, tienes o sabes más que la otra persona. Y lo que
temes es que ocurra justo lo contrario, que esa persona pueda reducir de algún
modo tu sentido del yo.
Qué maravilloso es poder ir más allá del deseo y del miedo en las relaciones.
El amor no desea ni teme nada.
Al ego no le gusta oír esto, porque pierde fuerza cuando no puede mostrarse
reactivo y tener razón.
44
Para conocer a otro ser humano en su esencia, no te hace falta saber nada
sobre él: su pasado, su historia personal, sus experiencias. El saber acerca de lo
confundimos con un conocimiento más profundo, un conocimiento no-conceptual.
Saber acerca de y el conocimiento no-conceptual son dos formas de conocer
completamente distintas. Una tiene que ver con la forma; la otra, con lo informe.
Una opera a través del pensamiento; la otra, a través de la quietud.
45
escaso. Generalmente, la mayor parte de la atención de la persona está con-
sumida por su pensamiento. En el mejor de los casos, puede estar evaluando tus
palabras o preparando la siguiente frase que va a decir. O puede que no te esté
escuchando en absoluto, perdida en sus propios pensamientos.
Además, está el dolor emocional acumulado del pasado que tú y cada ser
humano arrastra en su interior, tanto de tu pasado personal como del dolor
colectivo de la humanidad que se remonta mucho, mucho tiempo atrás. Este
«cuerpo-dolor» es un campo energético interno que se adueña esporádicamente
de ti porque necesita experimentar más dolor emocional para alimentarse y
reabastecerse. Tratará de controlar tu pensamiento y de hacerlo profundamente
negativo. Le encantan tus pensamientos negativos, porque resuenan con su fre-
cuencia y puede alimentarse de ellos. También provoca reacciones emocionales
negativas en las personas que están a tu alrededor, especialmente en tu pareja,
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para alimentarse del drama y del dolor emocional.
La interacción humana puede ser un infierno. O puede ser una gran práctica
espiritual.
Cuando miras a otro ser humano y sientes un gran amor por él, o cuando
contemplas la belleza natural y algo dentro de ti responde profundamente a ella,
cierra los ojos un momento y siente la esencia de ese amor o de esa belleza
interna, inseparable de quien eres, de tu verdadera naturaleza. La forma externa
es un reflejo temporal de lo que, en esencia, eres por dentro. Por eso el amor y
la belleza nunca pueden abandonarte, aunque todas las formas externas lo
harán.
¿Cuál es tu relación con el mundo de los objetos, con las incontables cosas
que te rodean y que utilizas cada día? ¿La silla en la que te sientas, el bolígrafo,
el coche, la taza? ¿Son para ti simples medios para un fin, o de vez en cuando
reconoces su existencia, su ser, aunque sea brevemente, dándote cuenta de
ellos y prestándoles atención?
Cuando te apegas a los objetos, cuando los usas para justificar tu valía ante ti
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mismo o a ojos de los demás, la preocupación por las cosas puede adueñarse
completamente de tu vida. Cuando te identificas con las cosas, no las aprecias
por lo que son, porque te estás buscando en ellas.
Cuando aprecias un objeto por lo que es, cuando reconoces su ser sin
proyecciones mentales, no puedes dejar de sentirte agradecido por su existencia.
También podrías sentir que en realidad no es inanimado, que sólo parece
inanimado a los sentidos. Los físicos confirman que, a nivel molecular, cada
objeto es un campo de energía pulsante.
La apreciación desinteresada del reino de las cosas hará que el mundo que te
rodea cobre vida de un modo que ni siquiera puedes comenzar a comprender con
la mente.
48
CAPITULO NUEVE
MUERTE Y ETERNIDAD
Cuando caminas por un bosque que no ha sido domesticado por la mano del
hombre, no sólo ves abundante vida a tu alrededor; también encuentras a cada
paso árboles caídos y troncos desmoronados, hojas podridas y materia en
descomposición. Dondequiera que mires, encontrarás muerte además de vida.
A lo largo de los siglos, los sabios y los poetas han reconocido la cualidad
onírica de la existencia humana: aparentemente tan sólida y real, y sin embargo
tan efímera, que puede disolverse en cualquier momento.
¿Por qué la mayoría de los que han revivido después de la muerte clínica han
perdido el miedo a la muerte? Reflexiona sobre ello.
49
Por supuesto que sabes que vas a morir, pero eso no es más que un concepto
mental hasta que te topes por primera vez con la muerte «en persona»: por me-
dio de una enfermedad grave, de un accidente que te ocurre o le sucede a
alguien cercano a ti o por el deceso de un ser querido, la muerte entra en tu vida
haciendo que te des cuenta de tu propia mortalidad.
La gente suele sentirse incómoda con los finales, porque cada final es una
pequeña muerte. Por eso, en muchas lenguas, la palabra «adiós» significa
«volveremos a vernos».
Cuando una experiencia —una reunión de amigos, unas vacaciones, que tus
hijos crezcan y se vayan de casa— llega a su fin, mueres un poco. La «forma»
que esa experiencia tenía en tu conciencia se disuelve. Esto suele producir un
50
sentimiento de vacío que muchas personas prefieren no sentir, no afrontar.
Cada vez que se produce una gran pérdida en tu vida —como la pérdida de
posesiones, de tu hogar, de una relación íntima; o la pérdida de tu reputación,
de tu trabajo o de tus capacidades físicas—, algo muere dentro de ti. Sientes que
mengua tu sentido de identidad. También podrías sentir cierta desorientación.
«Sin esto..., ¿quién soy yo?»
51
Cuando te ocurra algo así, no niegues ni ignores el dolor o la tristeza que
sientes. Acepta que están ahí. Date cuenta de la tendencia de la mente a cons-
truir una historia en torno a esa pérdida en la que se te asigna el papel de
víctima. El miedo, la ira, el resentimiento o la autocompasión son las emociones
que acompañan a ese papel. A continuación, registra de lo que está detrás de
esas emociones y detrás de la historia fabricada por la mente: ese agujero, ese
espacio vacío. ¿Puedes afrontar y aceptar esa extraña sensación de vacío? Si lo
haces, tal vez descubras que ya no te da miedo. Quizá te sorprenda descubrir la
paz que emana de él.
Cada vez que se produce una muerte, cada vez que una forma de vida se
desvanece, Dios, el informe e inmanifestado, brilla a través de la abertura dejada
por la forma disuelta. Por eso lo más sagrado de la vida es la muerte. Por eso la
paz de Dios puede llegar hasta ti en la contemplación y en la aceptación de la
muerte.
¡Qué efímera es cada experiencia humana, qué breves nuestras vidas! ¿Hay
algo que no esté sujeto al nacimiento y a la muerte, algo que sea eterno?
Asimismo, ¿no hace falta que haya algo no pasajero ni impermanente para
poder reconocer la evanescencia de todas las cosas? En otras palabras: si todo,
incluyéndote a ti mismo, fuera impermanente, ¿llegarías a darte cuenta de ello?
El hecho de que seas consciente y puedas testificar la naturaleza pasajera de
todas las formas, incluyendo la tuya, ¿no implica que hay algo en ti que no está
sometido a la muerte?
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de pensar no es la misma, no ha cambiado. Esa conciencia es lo eterno en ti: la
conciencia misma. Es la Vida Una sin forma. ¿Puedes perderla? No, porque eres
Ella.
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Estar presente como testigo y compañero en la muerte de una persona es un
gran privilegio y un acto sagrado.
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CAPITULO DIEZ
SUFRIMIENTO Y EL FINAL DEL SUFRIMIENTO
Los budistas han conocido desde siempre la interconexión de todas las cosas,
y ahora los físicos la confirman. Nada de lo que ocurre es un suceso aislado; sólo
aparenta serlo. Cuanto más lo juzgamos y lo etiquetamos, más lo aislamos.
Nuestro pensamiento fragmenta la totalidad de la vida. Sin embargo, es la
totalidad de la vida la que ha producido ese suceso, que es una parte de la red
de interconexiones que constituyen el cosmos.
Esto significa que cualquier cosa que es, no podría haber sido de otra manera.
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La infelicidad necesita un «yo» fabricado por la mente, con una historia, una
identidad conceptual. Necesita tiempo, pasado y futuro. Cuando retiras el tiempo
de tu infelicidad, ¿qué queda? Únicamente te momento tal como es.
Ella me ha decepcionado.
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Pequeñas historias que nos contamos y contamos a otros, a menudo en forma
de quejas. Están diseñadas inconscientemente para ensalzar nuestro siempre
deficiente sentido de identidad haciendo que nosotros «tengamos razón» y la
otra persona esté «equivocada». «Tener razón» nos sitúa en una posición de
superioridad imaginaria, fortaleciendo nuestro falso sentido del yo, el ego. Este
mecanismo también nos crea algún tipo de enemigo: sí, el ego necesita
enemigos para definir sus límites, y hasta el tiempo meteorológico puede cumplir
esa función.
Está lloviendo.
El no ha llamado.
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charco, ¿puedes contenerte y no llamar mala o dolorosa a esa experiencia?
¿Puedes aceptar inmediatamente que ese momento es como es?
Considerar que algo es malo produce una contracción emocional en ti. Cuando
dejas que la situación sea, sin nombrarla, de repente dispones de una enorme
energía.
Ve más allá del bien y del mal absteniéndote de etiquetar mentalmente las
cosas, de considerarlas buenas o malas. Cuando vas más allá del hábito de
nombrar, el poder del universo se mueve a través. Cuando mantienes una
relación no reactiva con las experiencias, muchas veces lo que antes hubieras
llamado «malo» dará un giro rápido, cuando no inmediato, mediante el poder de
la vida misma.
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mismo.»
Un diálogo:
El dolor físico es uno de los profesores más severos que podemos tener. Su
enseñanza es: «La resistencia es inútil.»
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Nada podría ser más normal que el deseo de no sufrir. Sin embargo, si
puedes abandonar esa actitud y permitir que el dolor esté presente, tal vez
sientas una sutil separación interna del dolor, como un espacio entre el dolor y
tú, por así decirlo. Esto implica sufrir conscientemente, voluntariamente. Cuando
sufres conscientemente, el dolor físico puede quemar rápidamente el ego en ti,
ya que el ego está compuesto en gran medida de resistencia. Lo mismo es válido
para la incapacidad física extrema.
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SOBRE EL AUTOR
Eckhart Tolle nació en Alemania, donde vivió los primeros trece años de su
vida. Después de graduarse en la Universidad de Londres, trabajó como
investigador y supervisor en la Universidad de Cambrigde. A la edad de
veintinueve años, una profunda transformación espiritual disolvió su anterior
identidad, cambiando radicalmente el curso de su vida.
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