Giuseppe Alberigo
Giuseppe Alberigo
Giuseppe Alberigo
Abre el volumen la colaboración del italiano Alberto Melloni sobre “El comienzo
del segundo periodo y el gran debate eclesiológico” (pp. 19-131). Su descripción es
detallada y atenta a las diversas fuerzas que de un modo u otro van determinando
la marcha del concilio. La preparación, contenido y desarrollo de las sesiones dentro
del aula conciliar ocupan, como es lógico, lugar privilegiado, pero junto a ellas el
lector verá desfilar abundante información sobre la composición y reunión de diver-
sos grupos informales, la actuación de los teólogos, la función de la prensa y, sobre
todo, el funcionamiento de la compleja dirección del concilio, repartida entre la
presidencia, los moderadores y la comisión coordinadora, con las tensiones a que dio
lugar. Especial atención presta al debate en torno a la colegialidad episcopal, hasta
la votación orientativa del 29 de octubre de 1963 y formación de las siete subcomi-
siones, así como al relativo a la integración de María en la constitución De Ecclesia
o dedicarle un documento separado. Recuerda también las dificultades provenientes
de la crisis de las comisiones a la muerte de Juan XXIII y las inherentes a la presencia
de un nuevo papa que “deve salire su un treno in corsa” (p. 34).
A continuación (133-207) el belga Joseph Famerée analiza el debate sobre los
obispos y las diócesis, que ocupó a la asamblea conciliar desde el 5 al 15 de no-
viembre de 1963. La discusión produjo una fuerte tensión entre el centralismo de
la curia romana y las reivindicaciones episcopales, que, en parte, remitió gracias a
la mediación del cardenal Lercaro, “uno dei quattro moderatori e senza dubbio la
più grande autorità morale e religiosa dell’assemblea” (p.149), con su célebre dis-
curso del 8 noviembre 1963. También se habló largamente de la legitimidad y com-
petencia de los obispos auxiliares y coadjutores así como del límite de edad de los
residenciales y las asambleas episcopales. Las últimas páginas (pp. 193-207) rese-
ñan las sesiones dedicadas, desde el 14 al 25 de noviembre, al esquema De instrumentis
communicationis, poniendo de relieve su insuficiencia y el malestar de muchos padres
ante su orientación, manifiesta en la votación del día 25 de noviembre, que, sin
embargo, no impidió su aprobación definitiva en la última sesión de este segundo
periodo conciliar con una mayoría de 1.969 placet contra 164 non placet.
El polaco Reiner Kaczynski (209-276) describe el debate litúrgico tanto en el
aula conciliar, que terminó con la votación plebiscitaria del 4 de diciembre de 1963
(2.147 placet contra 4 non placet), como fuera de ella. La timidez de algunas de sus
normas concretas y las pretensiones de la Congregación de Ritos, dirigida por el
cardenal Larraona, desilusionaron a los promotores del movimiento litúrgico (p. 244).
Su inquietud sólo terminó cuando el 14 de enero de 1964 el papa encomendó la
dirección de “Consilium ad exsequendam constitutionem de sacra liturgia” a A.
Bugnini.
El cuarto capítulo (277-365) redactado por Claude Soetens, de la universidad
de Lovaina La Nueva, se centra sobre el ecumenismo, pero aborda también otras
cuestiones. El debate ecuménico tuvo que superar grandes dificultades provenientes
tanto de la tradición como de algunas actuaciones conciliares particulares. La in-
vitación personal de Pablo VI a Atenágoras (20 de septiembre de 1963), primera
carta de un papa a un patriarca de Constatinopla, contribuyó a disipar recelos y a
crear una nueva conciencia ecuménica, que a principios de enero de 1964 sería
fortalecida por el encuentro de los dos jerarcas en Jerusalén. Sin embargo, el tras-
lado de los restos de san Josafat a la basílica vaticana y la solemne conmemoración
del IV centenario de la clausura del concilio de Trento fueron fuente de malentendidos.
En otras páginas ilustra las discusiones sobre la libertad religiosa, la relación con
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los judíos y vuelve sobre temas ya tratados como la colegialidad episcopal y la li-
turgia.
En su larga (367-512) e interesante colaboración Evangelista Vilanova, monje
de Montserrat, describe la febril actividad que llenó el intervalo entre segundo y
tercer periodo conciliar. Concede especial atención al ya aludido plan Döpfner, a las
nuevas discusiones sobre la futura constitución de Ecclesia y la incorporación a ella
del esquema mariano y a la elaboración del esquema 17 sobre la Iglesia en el mundo
actual. La redacción de esta última fue especialmente laboriosa y fue oscilando entre
formulaciones de claro perfil sociológico y otras de tendencia teológica. El texto
definitivo del esquema fue aprobado por la comisión el 4 de junio de 1964 y presen-
tado a la comisión coordenadora el día 26, convirtiéndose en el esquema trece, base
de la actual constitución Gaudium et Spes. También los esquemas De Revelatione,
ecumenismo, religiosos, misiones, apostolado de los laicos y otros experimentaron
importantes modificaciones, y algunos reducciones notables. Sin embargo, el tema
de la libertad religiosa pasó de un simple capítulo a declaración independiente.
Vilanova reseña también el envío de las 13 sugerencias papales al capítulo III del
esquema de Ecclesia (19 de mayo de 1964) y el influjo de la encíclica Ecclesiam suam,
del 6 de agosto 1964, sobre el desarrollo ulterior del esquema 13, así como los primeros
pasos de la reforma litúrgica en las diversas partes del mundo.
El volumen termina con una nota conclusiva de Alberigo (513-34) y los índices
de nombres (559-571), temático (573-583) y general (595-590).