Ménière

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La enfermedad de Ménière es un trastorno caracterizado por ataques

repetidos de vértigo incapacitante (sensación de inestabilidad y de que


todo da vueltas), pérdida de audición intermitente (en la zona de
frecuencias bajas) y zumbido en los oídos (acúfenos).

 Los síntomas incluyen ataques bruscos, no provocados, de vértigo grave e


incapacitante, náuseas y vómitos, por lo general junto con sensación de presión en el
oído y de pérdida auditiva.

 Los médicos, por lo general, realizan pruebas de audición y en ocasiones una


resonancia magnética nuclear (RMN).

 Una dieta baja en sal y un medicamento diurético pueden reducir la intensidad y la


frecuencia de los ataques.

 Los fármacos como la meclizina y el lorazepam pueden contribuir a aliviar los


síntomas del vértigo, pero no previenen las crisis.

Los oídos

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Se cree que la causa de la enfermedad de Ménière (también denominada hidropesía


endolinfática) es una cantidad excesiva del líquido que suele estar presente en el oído
interno. (Véase también Introducción al oído interno .) Este líquido se mantiene en una
estructura en forma de bolsa llamada saco endolinfático, y se secreta y reabsorbe
continuamente, con lo que se mantiene una cantidad constante. Tanto un aumento en la
producción de líquido del oído interno como una disminución en su reabsorción tendrán
como resultado un exceso de líquido. Se desconoce por qué se produce esto. Este trastorno
suele aparecer en personas de edades comprendidas entre los 20 y los 50 años.
Síntomas
Los síntomas de la enfermedad de Ménière incluyen ataques repentinos (agudos), no
provocados, de vértigo grave e incapacitante, náuseas y vómitos. El vértigo es la sensación
(que no se corresponde con la realidad) de que uno mismo, el entorno o ambos se están
moviendo o girando. La mayoría de las personas describen esta sensación desagradable
como "mareos", aunque la palabra "mareo" también suele utilizarse para otras sensaciones,
tales como la sensación de aturdimiento.
Estos síntomas suelen durar de 1 a 6 horas, aunque en raras ocasiones pueden durar hasta
24 horas. Antes de un ataque y mientras este tiene lugar, la persona suele tener una
sensación de congestión o presión en el oído afectado. La audición en el oído afectado
tiende a fluctuar, pero empeora progresivamente con el paso de los años. Los acúfenos ,
descritos por algunas personas como "pitidos en los oídos", pueden ser constantes o
intermitentes, y pueden empeorar antes, durante o después de una crisis de vértigo. Tanto
la pérdida de audición como los acúfenos suelen afectar solo a un oído, y la pérdida de
audición suele ser mayor en las frecuencias de sonido más bajas.
En una variedad de la enfermedad de Ménière, la pérdida de audición y los acúfenos
aparecen meses o incluso años antes de la primera crisis de vértigo. La audición puede
mejorar tras el inicio de las crisis de vértigo.

Diagnóstico
 Pruebas de audición

 Resonancia magnética nuclear (RMN) con gadolinio

El médico sospecha la enfermedad de Ménière por los síntomas típicos de vértigo con
acúfenos y la pérdida de audición en un oído. El vértigo no es provocado por cambios en la
posición del cuerpo, a diferencia del vértigo posicional paroxístico benigno .
Para buscar otras causas, el médico suele hacer pruebas auditivas y, a veces,
una resonancia magnética nuclear (RMN) con gadolinio .
Pronóstico
No existe una forma comprobada de detener la pérdida de audición debida a la enfermedad
de Ménière. La mayoría de las personas sufren una sordera de moderada a grave en el oído
afectado, al cabo de 10 a 15 años.

Tratamiento
 La prevención de ataques mediante la limitación de la sal, el alcohol y la cafeína, así
como la toma de un medicamento diurético

 Fármacos como meclizina o lorazepam para aliviar las crisis repentinas de vértigo
 Fármacos como la proclorperazina para aliviar los vómitos

 A veces, fármacos o cirugía para reducir la presión del fluido o destruir las
estructuras del oído interno

El hecho de seguir una dieta baja en sal, evitar el alcohol y la cafeína y tomar diuréticos
(como hidroclorotiazida o acetazolamida, que aumentan la excreción de orina) puede reducir
la frecuencia de las crisis de vértigo en la mayoría de las personas con enfermedad de
Menière. Sin embargo, es posible que el tratamiento no detenga la pérdida gradual de
audición.

Cuando se producen las crisis, el vértigo puede aliviarse temporalmente con fármacos
administrados por vía oral, como meclizina o lorazepam. Las náuseas y los vómitos pueden
aliviarse con comprimidos o supositorios de proclorperazina. Estos fármacos no ayudan a
prevenir las crisis y por lo tanto no deben tomarse con regularidad, sino solo durante los
periodos agudos de vértigo. Para aliviar los síntomas, algunos médicos también suministran
corticoesteroides, como prednisona por vía oral, o en ocasiones una inyección del
corticoesteroide dexametasona detrás del tímpano.

Tratamientos invasivos para la enfermedad de Meniere


En las personas que resulten incapacitadas por crisis frecuentes de vértigo, a pesar del
tratamiento farmacológico, pueden utilizarse varios procedimientos para reducir la presión
del fluido en el oído interno, o para destruir las estructuras responsables del equilibrio. El
procedimiento menos destructivo se denomina descompresión del saco endolinfático. En
este procedimiento se deja al descubierto el hueso que cubre el saco endolinfático para
colocar en el oído interno una lámina delgada de material plástico flexible. No afecta al
equilibrio, y rara vez daña la audición.

Si la descompresión del saco endolinfático no surte efecto, los médicos pueden tener que
destruir las estructuras del oído interno que causan los síntomas mediante la inyección de
una solución de gentamicina en el oído medio, administrada a través del tímpano. La
gentamicina destruye selectivamente la función del equilibrio antes de afectar a la audición,
pero continúa existiendo un riesgo de pérdida auditiva. Este riesgo es bajo si los médicos
inyectan la gentamicina solo una vez y esperan 4 semanas antes de repetirla si es
necesario.

Las personas que sigan sufriendo episodios frecuentes y graves a pesar de estos
tratamientos pueden necesitar un procedimiento quirúrgico más invasivo. Seccionar el nervio
vestibular (neurectomía vestibular) destruye de forma permanente la capacidad del oído
interno de afectar al equilibrio, suele preservar la audición y alivia el vértigo en el 95% de los
casos. Este procedimiento suele llevarse a cabo en las personas cuyos síntomas no
mejoran después de una descompresión del saco endolinfático, o en aquellas que no
quieren volver a experimentar un episodio de vértigo jamás. Finalmente, cuando el vértigo
es incapacitante y la audición en el oído implicado se ha deteriorado, pueden extirparse
los conductos semicirculares  mediante un procedimiento denominado laberintectomía. En
estos casos, la restauración auditiva es a veces posible con un implante coclear.
Ninguna de las técnicas quirúrgicas que tratan el vértigo son eficaces para la pérdida
auditiva frecuentemente asociada a la enfermedad de Ménière.

NOTA:  Esta es la versión para el público general. MÉDICOS:  Hacer clic aquí para
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