El Lazo Fraternal
El Lazo Fraternal
El Lazo Fraternal
¿Y para el bebé recién llegado? ¿Qué supone ese encuentro? Sabemos que los
bebés son capaces de escuchar en el útero, habrá oído la voz de su hermano a
través del líquido amniótico cuando este se acercaba a la barriga de su mamá y
luego será capaz de reconocerla una vez esté fuera. Formará parte de aquello del
mundo exterior que el bebé ya conocía cuando se estaba gestando.
¿Y para los padres? ¿De qué manera afrontan el reto que supone criar a un recién
nacido y al mismo tiempo siguen cuidando de su primogénito? Cómo se adaptan a
la nueva situación. Al margen de aquellos cuidados que se han dado en llamar
básicos o instrumentales y que forman parte de lo que podríamos llamar rutinas:
por ejemplo el aseo y la alimentación, las necesidades afectivas ocupan un papel
principal. El juego, la atención y la escucha hacia el mayor se ven mermados, aun
con las mejores intenciones, tanto en cantidad como en calidad.
Y por otra parte el niño desea diferenciarse, ser único y especial para sus
progenitores. Porque ahí está otra de las formas de sobresalir, da igual si los
padres admiran o no esa característica, puesto que lo que aquí importa es ser visto
y reconocido de algún modo. Si lo que hace atrae la atención sobre él es lo que
tenderá a hacer, aunque sea motivo de riña o castigo. Algunas teorías sostienen que
el hermano que viene al mundo irá adquiriendo características contrarias a las de
su hermano, irá cogiendo el lugar que no está ocupado por así decirlo. Si el
hermano mayor es buen estudiante, el pequeño sería malo puesto que esta sería la
forma de destacarse y diferenciarse frente a él y los padres.
Con frecuencia cada uno de los niños va a ser calificado y clasificado en roles y
contra roles opuestos: bueno vs malo, cariñoso vs desapegado, tranquilo vs
nervioso y así en un largo etc de características. Dicha calificación, que puede ser
verbal o no, va creando una imagen en los padres que actúa como espejo para el
hijo. Es decir el hijo se ve como los padres le ven y así va formando su autoimagen.
Su manera de comportarse tenderá a confirmar esa idea e imagen. En cierto
momento de su desarrollo algunos niños son capaces de expresar con palabras este
fenómeno, por ejemplo “pego porque soy malo”.
De este modo los hermanos juegan sus cartas y buscan el poder de atracción con
sus padres.
Expongo un caso que resultará familiar, dos niñas en el salón viendo la tele
mientras los padres están en la cocina:
- ¡mamá, me ha pegado!
-No, ha sido ella...
Un descubrimiento sorprendente para algunos padres es comprobar que sus hijos
son capaces de apañárselas mejor solos en sus disputas que cuando ellos
intervienen. Lo que está en juego es ganar a uno o dos de los padres y ponerlo a su
favor y en contra del otro. Pero cuando no se da la posibilidad de que esto suceda
los niños tienden a reorganizase solos y a solucionar el conflicto.
Algunos padres temen tanto el conflicto que siempre intervienen y por lo tanto
refuerzan los conflictos.
Puede que tiendan a tomar partido por uno de los contendientes, en cuyo caso este
provocará situaciones conflictivas a la menor ocasión. Suele ser el caso de padres
que identifican a uno de sus hijos como el bueno, mientras este niño de forma
soterrada manipulará las condiciones para fastidiar al otro hermano sin ser
descubierto.
En estos casos el resentimiento del “malo” hacia sus padres y hermano irá
aumentando y como consecuencia sus acciones resultarán reprobables con lo que
cada vez se sentirá peor y actuará peor creando un círculo vicioso de difícil salida.
La relación entre ambos hermanos se dañará gravemente si nadie lo remedia. En
un futuro como adultos podría seguir el resentimiento o el distanciamiento
“siempre fue el preferido” “solo le querían a él” “a mí no me hacían caso”.
Desde pequeños involucrar a todos en los juegos: los padres pueden incluir a todos
los hermanos en juegos y actividades de modo que todos puedan participar y colaborar.
Si identifico a mi hermano como alguien con quien puedo jugar, un compañero de
diversión, mi manera de verle será positiva e incluso cuando haya conflictos desearé
restablecer la relación porque el juego es vital para el niño y por encima de todo deseará
jugar. Los niños que son compañeros de juego establecen una relación de apoyo y
confianza puesto que a través del juego se fomenta la comunicación, el apoyo y la
confianza. Estos aspectos hacen que la relación entre ellos se fortalezca.
Dejar que solucionen sus conflictos: como decía antes, en muchos casos los conflictos
son creados por los niños con finalidad ventajista. Si descubren que no pueden recurrir a
esta estrategia de manipulación dejarán de usarla. En todo caso los conflictos son
inherentes a su relación y a cualquier otra relación entre personas. Los hermanos tienden
a reorganizar su relación, se co-regulan, si se deja el tiempo y el espacio para ello. Si
además somos modelos como padres en cuanto a la negociación y acuerdos
facilitaremos que adopten estas actitudes de manera creativa para solucionar sus
problemas.