Paleontologia
Paleontologia
Paleontologia
En general el término cálculo (del latín calculus, piedrecita, usado para contar o como
ayuda al calcular)1 hace referencia al resultado correspondiente a la acción de calcular.
Calcular, por su parte, consiste en realizar las operaciones necesarias para prever el
resultado de una acción previamente concebida, o conocer las consecuencias que se pueden
derivar de unos datos previamente conocidos.
No obstante, el uso más común del término «cálculo» es el lógico-matemático. Desde esta
perspectiva, el cálculo consiste en un procedimiento mecánico o algoritmo, mediante el
cual podemos conocer las consecuencias que se derivan de las variables previamente
conocidos debidamente formalizados y simbolizados.
Índice
1 Cálculo como razonamiento y cálculo lógico-matemático
2 Historia del cálculo
o 2.1 De la Antigüedad
o 2.2 Renacimiento
o 2.3 Siglos XVII y XVIII
o 2.4 Siglos XIX y XX
o 2.5 Actualidad
3 Cálculo infinitesimal: breve reseña
4 Cálculo lógico
o 4.1 Sistematización de un cálculo de deducción natural
4.1.1 Reglas de formación de fórmulas
4.1.2 Reglas de transformación de fórmulas
o 4.2 Esquemas de inferencia
o 4.3 El lenguaje natural como modelo de un cálculo lógico
5 Véase también
6 Referencias
7 Bibliografía
8 Enlaces externos
Ejemplo de aplicación de un cálculo algebraico a la resolución de
un problema, según la interpretación de una teoría física.
Un ábaco moderno.
El término «cálculo» procede del latín calculus, piedrecita que se mete en el calzado y que
produce molestia. Precisamente, tales piedrecitas ensartadas en tiras constituían el ábaco
romano que, junto con el suanpan chino, constituyen las primeras máquinas de calcular en
el sentido de contar.
Los antecedentes de procedimiento de cálculo, como algoritmo, se encuentran en los que
utilizaron los geómetras griegos, Eudoxo en particular, en el sentido de llegar por
aproximación de restos cada vez más pequeños, a una medida de figuras curvas; así como
Diofanto precursor del álgebra.
Se considera que Arquímedes fue uno de los matemáticos más grandes de la antigüedad y,
en general, de toda la historia.23 Usó el método exhaustivo para calcular el área bajo el arco
de una parábola con el sumatorio de una serie infinita, y dio una aproximación
extremadamente precisa del número Pi.4 También definió la espiral que lleva su nombre,
fórmulas para los volúmenes de las superficies de revolución y un ingenioso sistema para
expresar números muy largos.
La consideración del cálculo como una forma de razonamiento abstracto aplicado en todos
los ámbitos del conocimiento se debe a Aristóteles, quien en sus escritos lógicos fue el
primero en formalizar y simbolizar los tipos de razonamientos categóricos (silogismos).
Este trabajo sería completado más tarde por los estoicos, los megáricos, la Escolástica.
Los algoritmos actuales del cálculo aritmético, utilizados universalmente, son fruto de un
largo proceso histórico. De vital importancia son las aportaciones de Muhammad ibn al-
Juarismi en el siglo IX;5
El concepto de función por tablas ya era practicado de antiguo pero adquirió especial
importancia en la Universidad de Oxford en el siglo XIV.7 La idea de un lenguaje o
algoritmo capaz de determinar todas las verdades, incluidas las de la fe, aparecen en el
intento de Raimundo Lulio en su Ars Magna
A fin de lograr una operatividad mecánica se confeccionaban unas tablas a partir de las
cuales se podía generar un algoritmo prácticamente mecánico. Este sistema de tablas ha
perdurado en algunas operaciones durante siglos, como las tablas de logaritmos, o las
funciones trigonométricas; las tablas venían a ser como la calculadora de hoy día; un
instrumento imprescindible de cálculo. Las amortizaciones de los créditos en los bancos,
por ejemplo, se calculaban a partir de tablas elementales hasta que se produjo la aplicación
de la informática en el tercer tercio del siglo XX.
A finales de la Edad Media la discusión entre los partidarios del ábaco y los partidarios del
algoritmo se decantó claramente por estos últimos.8 De especial importancia es la creación
del sistema contable por partida doble recomendado por Luca Pacioli fundamental para el
progreso del capitalismo en el Renacimiento.9
Renacimiento
El sistema que usamos actualmente fue introducido por Luca Pacioli en 1494, el cual fue
creado y desarrollado para responder a la necesidad de la contabilidad en los negocios de la
burguesía renacentista.
En el siglo XVII el cálculo conoció un enorme desarrollo siendo los autores más destacados
Descartes,11 Pascal12 y, finalmente, Leibniz y Newton13 con el cálculo infinitesimal que en
muchas ocasiones ha recibido simplemente, por absorción, el nombre de cálculo.
Siglos XIX y XX
George Boole.
Durante el siglo XIX y XX el desarrollo científico y la creación de modelos teóricos
fundados en sistemas de cálculo aplicables tanto en mecánica como en electromagnetismo y
radioactividad, etc., así como en astronomía fue impresionante. Las geometrías no
euclidianas encuentran aplicación en modelos teóricos de astronomía y física. El mundo
deja de ser un conjunto de infinitas partículas que se mueven en un espacio-tiempo absoluto
y se convierte en un espacio de configuración o espacio de fases de dimensiones que
físicamente se hacen consistentes en la teoría de la relatividad, la mecánica cuántica, la
teoría de cuerdas, etc., que cambia por completo la imagen del mundo físico.
En la segunda mitad del siglo XIX y primer tercio del XX, a partir del intento de
formalización de todo el sistema matemático, Frege, y de matematización de la lógica,
(Bolzano, Boole, Whitehead, Russell) fue posible la generalización del concepto como
cálculo lógico. Se lograron métodos muy potentes de cálculo, sobre todo a partir de la
posibilidad de tratar como «objeto» conjuntos de infinitos elementos, dando lugar a los
números transfinitos de Cantor.
Mediante el cálculo la lógica encuentra nuevos desarrollos como lógicas modales y lógicas
polivalentes.
Los intentos de axiomatizar el cálculo como cálculo perfecto por parte de Hilbert y
Poincaré, llevaron, como consecuencia de diversas paradojas (Cantor, Russell, etc.) a
nuevos intentos de axiomatización, Axiomas de Zermelo-Fraenkel y a la demostración de
Gödel de la imposibilidad de un sistema de cálculo perfecto: consistente, decidible y
completo en 1931, de grandes implicaciones lógicas, matemáticas y científicas.
Actualidad
En el siglo XIX el trabajo de los analistas matemáticos sustituyeron esas vaguedades por
fundamentos sólidos basados en cantidades finitas: Bolzano y Cauchy definieron con
precisión los conceptos de límite en términos de épsilon-delta y de derivada, Cauchy y
Riemann hicieron lo propio con las integrales, y Dedekind y Weierstrass con los números
reales. Fue el periodo de la fundamentación del cálculo. Por ejemplo, se supo que las
funciones diferenciables son continuas y que las funciones continuas son integrables,
aunque los recíprocos son falsos. En el siglo XX, el análisis no convencional, legitimó el
uso de los infinitesimales, al mismo tiempo que la aparición de las computadoras ha
incrementado las aplicaciones y velocidad del cálculo.
El desarrollo y uso del cálculo ha tenido efectos muy importantes en casi todas las áreas de
la vida moderna: es fundamento para el cálculo numérico aplicado en casi todos los campos
técnicos y/o científicos cuya principal característica es la continuidad de sus elementos, en
especial en la física. Prácticamente todos los desarrollos técnicos modernos como la
construcción, aviación, transporte, meteorología, etc., hacen uso del cálculo. Muchas
fórmulas algebraicas se usan hoy en día en balística, calefacción, refrigeración, etc.
Como complemento del cálculo, en relación a sistemas teóricos o físicos cuyos elementos
carecen de continuidad, se ha desarrollado una rama especial conocida como Matemática
discreta.
Cálculo lógico
Artículo principal: Cálculo lógico
Un lenguaje formal que sirve de base para el cálculo lógico está formado por varias clases
de entidades:
1. Es consistente: No es posible que dada una expresión bien formada del sistema, ƒ, y
su negación, no – ƒ, sean ambas teoremas del sistema. No puede haber
contradicción entre las expresiones del sistema.
2. Decidible: Dada cualquier expresión bien formada del sistema podemos encontrar
un método que nos permita decidir mediante una serie finita de operaciones si dicha
expresión es o no es un teorema del sistema.
3. Completo: Cuando dada cualquier expresión bien formada del sistema, podemos
establecer la demostración matemática o prueba de que es un teorema del sistema.
IV. Ninguna expresión es una fórmula del Cálculo sino en virtud de I, II, III.
Notas:
Dada una tesis EBF del cálculo, en la que aparecen variables de enunciados, el resultado de
sustituir una, algunas o todas esas variables por expresiones bien formadas (EBF) del
cálculo, será también una tesis EBF del cálculo. Y ello con una única restricción, si bien
muy importante: cada variable ha de ser sustituida siempre que aparece y siempre por el
mismo sustituto.
Veamos el ejemplo:
1 [(p ∧ q) ∨ r] → t ∨ s Transformación
3 C→B Donde C = A ∨ r
O viceversa
1 C→B Transformación
2 A∨r→B Donde A ∨ r = C
Si X es una tesis EBF del sistema y lo es también X → Y, entonces Y es una tesis EBF del
sistema.
Esquemas de inferencia
Sobre la base de estas dos reglas, siempre podremos reducir un argumento cualquiera a la
forma:
[A ∧ B ∧ C … ∧ N] → Y
lo que constituye un esquema de inferencia en el que una vez conocida la verdad de cada
una de las premisas A, B, … N y, por tanto, de su producto, podemos obtener la conclusión
Y con valor de verdad V, siempre y cuando dicho esquema de inferencia sea una ley lógica,
es decir su tabla de verdad nos muestre que es una tautología.
Dada la poca operatividad de las tablas de verdad, el cálculo se construye como una cadena
deductiva aplicando a las premisas o a los teoremas deducidos las leyes lógicas utilizadas
como reglas de transformación, como se expone en cálculo lógico.
El lenguaje natural como modelo de un cálculo lógico
Naturalmente el cálculo lógico es útil porque puede tener aplicaciones, pero ¿en qué
consisten o cómo se hacen tales aplicaciones?
Las diversas formas en que tratemos las expresiones lingüísticas formalizadas como
proposiciones lógicas dan lugar a sistemas diversos de formalización y cálculo:
Cuando se toma la oración simple significativa del lenguaje natural con posible
valor de verdad o falsedad como una proposición atómica, como un todo sin
analizar.
Cuando se toma la oración simple significativa del lenguaje natural con posible
valor de verdad o falsedad como resultado del análisis de la oración como una
relación de individuos o posibles individuos que poseen o no poseen una propiedad
común determinada como pertenecientes o no pertenecientes a una clase natural o a
un conjunto como individuos.
Cuando se toma la oración simple significativa del lenguaje natural con posible
valor de verdad o falsedad como resultado del análisis de la misma de forma que
una posible función predicativa (P), se predica de unos posibles sujetos variables (x)
[tomados en toda su posible extensión: (Todos los x); o referente a algunos indeterminados: (algunos
x)], o de una constante individual existente (a).
Cuando se toma la oración simple significativa con posible valor de verdad propio,
verdadero o falso, como resultado del análisis de la oración como una relación R
que se establece entre un sujeto y un predicado.
La simbolización y formación de EBFs en cada uno de esos cálculos, así como las reglas de
cálculo se trata en cálculo lógico.
Véase también
Aritmética Cifra (matemática) Numeración
Cálculo lógico Puerta lógica egipcia
Algoritmo de Tabla de valores de verdad Numeración
Euclides Teoría de conjuntos griega
Lenguaje formalizado Historia del hardware de Numeración
Lenguaje formal computador romana
Lógica proposicional Regla de cálculo Acarreo
Lógica de primer Sistema de numeración Potenciación
orden Teoría de números Radicación
Sistema formal Matemática egipcia Logaritmación
Silogismo Álgebra
Cálculo de la raíz Álgebra elemental
cuadrada Modelo científico
Referencias
1.
La palabra castellana cálculo se deriva del latín calculus que significa piedrecita, ya que
se utilizaban guijarros para auxiliarse en la resolución de los problemas de cálculo
aritmético, para contar y realizar las operaciones aritméticas elementales. En medicina, las
piedras de la vesícula o del riñón se llaman "cálculos"
Calinger, Ronald (1999). A Contextual History of Mathematics. Prentice-Hall.
p. 150. ISBN 0-02-318285-7. «Shortly after Euclid, compiler of the definitive textbook, came
Archimedes of Syracuse (ca. 287–212 B.C.), the most original and profound mathematician
of antiquity.»
«Archimedes of Syracuse». The MacTutor History of Mathematics archive. enero
de 1999. Consultado el 9 de junio de 2008.
O'Connor, J.J. and Robertson, E.F. (febrero de 1996). «A history of calculus».
University of St Andrews. Consultado el 7 de agosto de 2007.
la palabra algoritmo se introdujo en matemáticas en honor a este matemático
musulmán, natural de Jhiva (Uzbekistán actual), vivió en Bagdad (Irak actual).
Muy interesante la descripción de este proceso en Cifra (matemática)
Ver lógica empírica
Sacrobosco, Algoritmos 1488; Georg von Peurbach, Algorithmus, 1492; Luca
Pacioli; Summa de Arithmetica proportioni et porportionalita, 1494. Muy interesante y
divertida exposición de esta guerra en Cifra (matemática)
Sombart W.: El burgués:Contribución a la historia espiritual del hombre económico
moderno. 1979. Madrid. Alianza
La brújula y las grandes rutas marítimas, con el descubrimiento de América; la
transformación de la guerra por la aplicación de la pólvora, que suscita el interés por el
estudio del movimiento de los proyectiles Tartaglia;la aceptación del préstamo con interés y
la creación de las sociedades por acciones que iniciaron el primer gran capitalismo; la
nuevas tablas astronómicas sustituyendo las tablas alfonsinas (Tycho Brahe); y el
copernicanismo que rompe la imagen medieval del mundo
Que llega a concebir el mundo como racional sometido a una mathesis universal, la
extensión, que convierte el mundo material en un inmenso mecanismo, teoría mecanicista,
perfectamente calculable según un orden matemático que surge del análisis concebido
como método de investigación.
Cálculo de cónicas, estudio mecánico de las presiones, principio de Pascal de
enorme importancia en la hidroestática, y finalmente en el cálculo de probabilidades.
Con su famosa polémica acerca de la invención del cálculo infinitesimal de tanta
importancia y que parece comprobado ser producto independiente de cada uno de ellos
Cálculo de movimientos como el de caída libre de los graves, Galileo,; trayectoria
de los planetas, Kepler; trayectoria de proyectiles para la artillería; medidas astronómicas y
geográficas; presiones, Torricelli y Pascal; y todas las aplicaciones prácticas de estos
cálculos para la práctica de la navegación y la naciente industria: bombas de vacío, prensa
hidráulica, electricidad, magnetismo, etc.
Véase en Lógica empírica su aplicación por Galileo al movimiento de caída libre de
los graves.
El modelo de Newton se basa en una geometría analítica espacial de tres
dimensiones inmutables como espacio absoluto y una sucesión constante e inmutable en
una dirección de tiempo absoluto en los que una infinidad de partículas materiales masas se
mueven según un principio universal la Gravitación Universal , y unas leyes dinámicas que
rigen el movimiento: Principio de inercia; Principio de acción y reacción; y Principio
fundamental de la dinámica,
La Lógica de Aristóteles se mantuvo prácticamente como tal a lo largo de los siglos.
Kant, a finales del siglo XVIII, opinaba que la Lógica aristotélica no había sufrido
modificaciones sustanciales durante tanto tiempo por tratarse de una ciencia a priori y
analítica y, por tanto, constituirse como un lenguaje formal; consideraba que había dado de
sí todo lo que podía ofrecer. Kant. Prólogo a la Crítica de la Razón Pura.
Hofmann: Historia de la mátemática
La deducción suele definirse como una inferencia en la que a partir de verdades
universales se concluye verdades particulares. Este criterio no se acomoda bien a la lógica
actual, pues se prefiere la idea de inferencia como transformación conforme las reglas
establecidas; en cualquier caso dichas reglas, que necesariamente se basan en tautologías,
pueden considerarse como principios universales o generales, sobre los cuales se construye
una deducción; por ello la distinción no deja de ser una matización técnica de poca
importancia.
La habilidad peculiar del Sr. Holmes
Desgraciadamente la representación gráfica de los símbolos no está normalizada, lo
que lleva a veces a ciertas dificultades de interpretación.
1. Cuando en un Cálculo C, se establece una «correspondencia» de cada
símbolo con elementos determinados individuales distinguibles entre sí, de un
Universo L, real, (tal universo L no es un conjunto vacío, por las mismas
condiciones que hemos establecido) ENTONCES se dice que L es un MODELO de
C.
Bibliografía
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Enlaces externos
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Weisstein, Eric W. «Calculus». En Weisstein, Eric W, ed. MathWorld (en inglés).
Wolfram Research. Consultado el 29 de mayo de 2010.
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Latín
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Para otros usos de este término, véase Latín (desambiguación).
Latín
Lingua latina, latinō
Originalmente en la península itálica,
luego en la zona de influencia del Imperio
Región romano y posteriormente en aquellos
estados europeos con presencia de la
Iglesia católica.
Indoeuropeo
Itálico
Familia
Latino-falisco
Latín
Escritura Alfabeto latino
Estatus oficial
Oficial en Ciudad del Vaticano
Regulado
Pontificia Academia de Latinidad1
por
Códigos
ISO 639-1 la
ISO 639-2 lat
ISO 639-3 lat
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Adquirió gran importancia con la expansión de Roma,4 y fue lengua oficial del Imperio
romano en gran parte de Europa, África septentrional y Oriente Próximo, junto con el
griego. Como las demás lenguas indoeuropeas en general, el latín era una lengua flexiva de
tipo fusional con un mayor grado de síntesis nominal que las actuales lenguas romances, en
la cual dominaba la flexión mediante sufijos, combinada en determinadas veces con el uso
de las preposiciones, mientras que en las lenguas modernas derivadas dominan las
construcciones analíticas con preposiciones, mientras que se ha reducido la flexión nominal
a marcar solo el género y el número, conservando los casos de declinación solo en los
pronombres personales (estos tienen, además, un orden fijo en los sintagmas verbales).a
El latín originó un gran número de lenguas europeas, denominadas lenguas romances, como
el español, francés, franco-provenzal, friulano, gallego, istriano, istrorrumano, italiano,
ladino, ligur, lombardo, meglenorrumano, napolitano, occitano, piamontés, portugués,
romanche, rumano, sardo, siciliano, valón, véneto, aragonés, arrumano, asturleonés,
catalán, corso, emiliano-romañol, y otros ya extintos, como el dalmático. También ha
influido en las palabras de las lenguas modernas debido a que durante muchos siglos,
después de la caída del Imperio romano, continuó usándose en toda Europa como lingua
franca para las ciencias y la política, sin ser seriamente amenazada en esa función por otras
lenguas en auge (como el español en el siglo XVII o el francés en el siglo XVIII), hasta
prácticamente el siglo XIX.
La Iglesia católica lo usa como lengua litúrgica oficial (sea en el rito romano sea en los
otros ritos latinos), aunque desde el Concilio Vaticano II se permiten además las lenguas
vernáculas.5 También se usa para los nombres binarios de la clasificación científica de los
reinos animal y vegetal, para denominar figuras o instituciones del mundo del Derecho,
como lengua de redacción del Corpus Inscriptionum Latinarum, y en artículos de revistas
científicas publicadas total o parcialmente en esta lengua.
El estudio del latín, junto con el del griego clásico, es parte de los llamados estudios
clásicos, y aproximadamente hasta los años 1960 fue estudio casi imprescindible en las
humanidades. El alfabeto latino, derivado del alfabeto griego, es ampliamente el alfabeto
más usado del mundo con diversas variantes de unas lenguas a otras.
Índice
1 Historia
o 1.1 Períodos en la historia de la lengua latina
o 1.2 Orígenes y expansión
o 1.3 Estratos del latín
o 1.4 Influencia sustrato
o 1.5 Influencia superestrato
o 1.6 Influencia adstrato
2 Literatura latina
o 2.1 Literatura temprana
o 2.2 Literatura de la Edad de Oro
o 2.3 Literatura de la Edad de Plata
3 El latín tras la época clásica
o 3.1 Edad Media
o 3.2 Renacimiento
o 3.3 Edad Moderna
4 Gramática
o 4.1 Sustantivos
o 4.2 Verbos
o 4.3 Sintaxis
5 Fonética y fonología
o 5.1 Sistema vocálico[11][12]
6 Evolución del latín: el latín vulgar
o 6.1 Cambios fonéticos
o 6.2 Cambios morfosintácticos
6.2.1 Declinación
6.2.2 Deixis
o 6.3 Determinantes
7 Uso moderno del latín
8 Véase también
9 Notas
10 Referencias
11 Bibliografía
12 Enlaces externos
Historia
Períodos en la historia de la lengua latina
La historia del latín comienza en el siglo VIII a. C. y llega, por lo menos, hasta la Edad
Media; se pueden distinguir los siguientes períodos:
Arcaico: desde que nace hasta que la sociedad romana entra en la órbita cultural de
Grecia (helenización): VIII-II a. C. Autores destacados de este período son Apio
Claudio el Ciego, Livio Andrónico, Nevio, Ennio, Plauto, Terencio.
Clásico: en una época de profunda crisis económica, política y cultural, la élite
cultural crea, a partir de las variedades del latín coloquial, un latín estándar (para la
administración y escuelas) y un latín literario. Es la Edad de Oro de las letras
latinas, cuyos autores más destacados son Cicerón, Julio César, Tito Livio, Virgilio,
Horacio, Séneca, Catulo, Ovidio. Esto ocurrió aproximadamente en los siglos I a. C.
y I d. C.
Postclásico: la lengua hablada se va alejando progresivamente de la lengua
estándar, que la escuela trata de conservar, y de la lengua literaria. Esta distancia
creciente hará que de las diversas maneras de hablar latín nazcan las lenguas
románicas. Y la lengua escrita, que inevitablemente también se aleja, aunque
menos, de la del período anterior, se transforma en el latín escolástico o curial.
Tardío: los Padres de la Iglesia empiezan a preocuparse por escribir un latín más
puro y literario, abandonando el latín vulgar de los primeros cristianos. A este
período pertenecen Tertuliano, Jerónimo de Estridón (San Jerónimo) y San Agustín.
Medieval: el latín como se conocía ya no es hablado; por ende, el latín literario se
refugia en la Iglesia, en la Corte y en la escuela, y se convierte en el vehículo de
comunicación universal de los intelectuales medievales. Mientras, el latín vulgar
continuaba su evolución a ritmo acelerado. Ya que las lenguas romances fueron
apareciendo poco a poco, unas antes que otras, y porque el latín seguía siendo
utilizado como lingua franca y culta, no se puede dar una fecha en la que se dejara
de utilizar como lengua materna.
Renacentista: en el Renacimiento la mirada de los humanistas se vuelve hacia la
Antigüedad clásica, y el uso del latín cobró nueva fuerza. Petrarca, Erasmo de
Róterdam, Luis Vives, Antonio de Nebrija y muchos otros escriben sus obras en
latín, además de en su propia lengua.
Científico: la lengua latina sobrevive en escritores científicos hasta entrado el siglo
XIX. Descartes, Newton, Spinoza, Leibniz, Kant y Gauss escribieron sus obras en
latín.
Orígenes y expansión
Región del Lacio (Latium) en Italia, donde surgió el latín.
El latín aparece hacia el año 1000 a. C. en el centro de Italia, al sur del río Tíber, con los
Apeninos al este y el mar Tirreno al oeste, en una región llamada Latium (Lacio), de donde
proviene el nombre de la lengua y el de sus primeros habitantes, los latinos; sin embargo,
los primeros testimonios escritos datan del siglo VI a. C., como la inscripción de Duenos y
otras similares.
En los primeros siglos de Roma, desde su fundación hasta el siglo IV a. C., el latín tenía
una extensión territorial limitada: Roma y algunas partes de Italia, y una población escasa.
Era una lengua de campesinos y pastores.
Así lo demuestran las etimologías de muchos términos del culto religioso, del derecho o de
la vida militar. Destacamos los términos stipulare ('estipular'), derivado de stipa ('paja'), o
emolumentum ('emolumento'), derivado de emolere ('moler el grano'), en el lenguaje del
derecho.
En este sentido, los latinos, desde época clásica al menos, hablaban de un sermo rusticus
('habla del campo'), opuesto al sermo urbanus, tomando conciencia de esta variedad
dialectal del latín. «En el campo latino se dice edus ('cabrito') lo que en la ciudad haedus
con una a añadida como en muchas palabras».6
Después del periodo de dominación etrusca y la invasión de los galos (390 a. C.), la ciudad
se fue extendiendo, en forma de República, por el resto de Italia. A finales del
siglo IV a. C., Roma se había impuesto a sus vecinos itálicos. Los etruscos dejaron su
impronta en la lengua y la cultura de Roma, pero los italiotas presentes en la Magna Grecia
influyeron más en el latín, dotándolo de un rico léxico.
El latín de la ciudad de Roma se impuso a otras variedades de otros lugares del Lacio, de
las que apenas quedaron algunos retazos en el latín literario. Esto hizo del latín una lengua
con muy pocas diferencias dialectales, al contrario de lo que pasó en griego. Podemos
calificar, pues, al latín de lengua unitaria.
Después, la conquista de nuevos territorios fuera de Italia, llamados provincias, empezando
con las Galias por parte de César, hasta la Dacia (Rumania) por parte de Trajano, supuso la
expansión del latín en un inmenso territorio y la incorporación de una ingente cantidad de
nuevos hablantes.
El latín era una lengua itálica del subgrupo latino-falisco, lo que significa que la mayoría de
sus elementos gramaticales y la mayor parte de su léxico provienen, por evolución natural,
del protoitálico, el supuesto ancestro de las lenguas itálicas.
Esta distinción, sin embargo, puede no resultar del todo operativa; por ejemplo, el etrusco
pudo haber sido a la vez substrato, adstrato y superestrato en diferentes épocas.
Influencia sustrato
Los habitantes de las regiones de la antigua Italia en las que posteriormente se difundió el
latín eran hablantes nativos de otras lenguas, tanto indoeuropeas del grupo itálico (como el
latín), como de otros grupos de lenguas indoeuropeas y preindoeuropeas, que al ser
asimilados finalmente a la cultura latina ejercieron cierta influencia lingüística de sustrato.
A veces, para indicar estas lenguas, se habla de sustrato mediterráneo, que proporcionó al
latín el nombre de algunas plantas y animales que los indoeuropeos conocieron al llegar.
Son lenguas muy poco conocidas, pues quedan solo unos pocos restos escritos, algunos aún
sin descifrar. Un sustrato del latín arcaico en la ciudad de Roma y alrededores fue
claramente la lengua etrusca.
Fenómenos de este tipo son la influencia céltica a la que se atribuye la lenición de las
consonantes intervocálicas o la [y] francesa, el vasco (o alguna lengua parecida), al que se
atribuye la aspiración de la /f/ española en /h/, o el influjo eslavo, responsable de la
centralización de las vocales rumanas.
Además los numerales latinos duodeviginti ('18') y undeviginti ('19') son claramente calcos
lingüísticos formados a partir de las formas etruscas esl-em zathrum ('18') thu-nem zathrum,
'19' (donde zathrum es la forma etrusca para '20', esl- '2' y thun- '1'). También es un hecho
de sustrato del etrusco en latín el sufijo -na en palabras como persona, etc.
Influencia superestrato
Por otra parte, si bien desde antiguo los romanos tenían contactos con pueblos germánicos
no existen fenómenos de influencia léxica en latín clásico. A diferencia de lo que sucede
con las lenguas románicas occidentales que, entre los siglos V y VIII, recibieron numerosos
préstamos léxicos del germánico occidental y del germánico oriental. Esto contrasta con la
profunda influencia que el latín ejerció en el predecesor del alto alemán antiguo.
Igualmente, existen abundantes rastros de la administración romana en la toponimia de
regiones que hoy son de habla germánica, como por ejemplo Colonia. Los elementos
germánicos en la Romania occidental proceden del período del Bajo Imperio, y constituyen
el principal superestrato en latín tardío. El flujo no se interrumpió en la formación de las
lenguas románicas. Las influencias de los pueblos godo, alemánico, borgoñés, franco y
lombardo en las lenguas románicas se da mayoritariamente en el campo de la toponimia y
la antroponimia. Aparte de estos, el número de préstamos es bastante reducido.
Influencia adstrato
Es la debida al contacto con pueblos que convivieron con los latinos sin tenerlos dominados
ni depender de ellos. Este tipo de influencia se nota más en el estilo y el léxico adquiridos
que en los cambios fónicos de la lengua. Los adstratos osco, umbro y griego son
responsables del alfabeto y sobre lo relacionado con la mitología, pues los romanos
tomaron prestados los dioses helenos, aunque con nombres latinos.
Adstrato griego: la entrada masiva de préstamos y calcos áticos y jónicos puso en guardia
a los latinos desde tiempos muy tempranos, encabezados por Catón el Viejo en el
siglo III a. C. Pero en la Edad de Oro de la literatura latina los romanos se rindieron ante la
evidente superioridad del idioma griego. Bien pueden resumir este sentimiento los famosos
versos de Horacio: «Graecia capta ferum victorem cepit et artis / intulit agresti Latio» («La
Grecia conquistada conquistó a su fiero vencedor e introdujo las artes en el rústico
Lacio»).8
Esta entrada masiva de helenismos no se limitó a la literatura, las ciencias o las artes.
Afectó a todos los ámbitos de la lengua, léxico, gramatical y estilístico, de modo que
podemos encontrar el origen griego en muchas palabras comunes de las lenguas románicas.
Después de la Edad Clásica, el cristianismo fue uno de los factores más potentes para
introducir en la lengua latina hablada una serie de elementos griegos nuevos. Ej: παραβολή
> parábola. Encontramos esta palabra dentro de la terminología retórica, pero sale de ella
cuando se usa por los cristianos y adquiere el sentido de parábola, es decir, predicación de
la vida de Jesús. Poco a poco va adquiriendo el sentido más general de «palabra», que
sustituye en toda la Romanía al elemento que significaba «palabra» (verbum). El verbo que
deriva de parabole (parabolare, parolare) sustituye en gran parte de la Romanía al verbo
que significaba «hablar» (loquor).
Literatura latina
Artículo principal: Literatura en latín
La literatura latina romana indígena ha dejado muy pocos vestigios y solo nos
ofrece fragmentos verdaderamente arcaicos e intentos de arcaísmo deliberado que
proceden fundamentalmente de tiempos de la República, de los emperadores y
principalmente de los Antoninos.
La literatura latina romana imitada ha producido composiciones en que la
inspiración individual se junta a la imitación más feliz, obras numerosas y elegidas
que nos han llegado enteras. A veces, se han confundido las obras de origen
italiano, producciones más toscas del genio agrícola o religioso de los primitivos
romanos (que ofrecen un carácter más original), con las copias latinas de las obras
maestras de Grecia, que ofrecen un encanto, una elegancia y una suavidad
correspondientes a una civilización culta y refinada. En este último aspecto
señalamos la tendencia de dos escuelas retóricas de origen griego que tuvieron gran
influencia en Roma: el asianismo y el aticismo. Desde los tiempos de Cicerón estas
dos tendencias estilísticas del griego entraron de lleno en latín y perduraron durante
varios siglos en la literatura latina.
Literatura temprana
Busto de Marco Tulio Cicerón.
Poesía: Ennio
Tragedia: Pacuvio, Lucio Accio
Comedia: Cecilio, Terencio, Plauto
Tras la caída del Imperio romano, el latín todavía fue usado durante varios siglos como la
única lengua escrita en el mundo posterior al estado romano. En la cancillería del rey, en la
liturgia de la Iglesia católica o en los libros escritos en los monasterios, la única lengua
usada era el latín. Un latín muy cuidado, aunque poco a poco se vio influido por su
expresión hablada. Ya en el siglo VII, el latín vulgar había comenzado a diferenciarse
originando el protorromance y después las primeras fases de las actuales lenguas romances.
Con el renacimiento carolingio del siglo IX, los mayores pensadores de la época, como el
lombardo Pablo el Diácono o el inglés Alcuino de York, se ocuparon de reorganizar la
cultura y la enseñanza en su imperio. En lo que se refiere al latín, las reformas se dirigieron
a la recuperación más correcta de forma escrita, lo que le separó definitivamente de la
evolución que siguieron las lenguas romances.
Luego, con el surgimiento de las primeras y pocas universidades, las enseñanzas dadas por
personas que provenían de toda Europa eran rigurosamente en latín. Pero un cierto latín, el
que no podía decirse que fuera la lengua de Cicerón u Horacio. Los doctos de las
universidades elaboraron un latín particular, escolástico, adaptado a expresar los conceptos
abstractos y ricos en elaborados matices de la filosofía de la época. El latín ya no era la
lengua de comunicación que fue en el mundo romano; todavía era una lengua viva y vital,
todo menos estática.
Renacimiento
En el siglo XIV, en Italia, surgió un movimiento cultural que favoreció un renovado interés
por el latín antiguo: el Humanismo. Comenzado ya por Petrarca, sus mayores exponentes
fueron Poggio Bracciolini, Lorenzo Valla, Marsilio Ficino y Coluccio Salutati. Aquí la
lengua clásica empezó a ser objeto de estudios profundos que marcaron el nacimiento, de
hecho, de la filología clásica.
Edad Moderna
En la Edad Moderna, el latín aún se usa como lengua de la cultura y de la ciencia, pero va
siendo sustituido paulatinamente por los idiomas locales. En latín escribieron, por ejemplo,
Nicolás Copérnico e Isaac Newton. Galileo fue de los primeros científicos en escribir en un
idioma distinto del latín (en italiano, hacia 1600), y Oersted de los últimos en escribir en
latín, en la primera mitad del siglo XIX.
Gramática
Artículo principal: Gramática latina
Al conjunto de formas que puede tomar una misma palabra según su caso se le denomina
paradigma de flexión. Los paradigmas de flexión de sustantivos y adjetivos se denominan
en gramática latina declinaciones, mientras que los paradigmas de flexión de los verbos se
llaman conjugaciones. En latín el paradigma de flexión varía de acuerdo con el tema al que
está adscrita la palabra. Los nombres y adjetivos se agrupan en cinco declinaciones,
mientras que los verbos se agrupan dentro de cuatro tipos básicos de conjugaciones.
Sustantivos
En latín, el sustantivo, el adjetivo (flexión nominal) y el pronombre (flexión pronominal)
adoptan diversas formas de acuerdo con su función sintáctica en la oración, formas
conocidas como casos gramaticales. Existen en latín clásico seis formas que pueden tomar
cada sustantivo, adjetivo o pronombre («casos»):
El adjetivo también tiene formas flexivas, dado que concuerda necesariamente con un
sustantivo en caso, género y número.
Verbos
A grandes
rasgos hay dos
temas dentro Tema infectum Tema perfectum
de la Presente presente mittit pretérito perfecto misit
conjugación Pasado imperfecto mittebat pretérito pluscuamperfecto miserat
del verbo
Futuro futuro imperfecto mittet futuro perfecto miserit
latino,
infectum y
perfectum: en
el infectum están los tiempos que no indican un fin, una terminación, como el presente, el
imperfecto y el futuro; son tiempos que no señalan el acto acabado, sino que, sea que está
ocurriendo en el presente, ocurría con repetición en el pasado (sin indicar cuando acabó), o
bien un acto futuro. En este tema del verbo la raíz no cambia, al contrario que con el
perfectum, que tiene su propia terminación irregular (capere: pf. cepi — scribere: pf.
scripsi — ferre pf. tuli — esse pf. fui — dicere pf. dixi).
El perfecto (del latín perfectum, de perficere 'terminar', 'completar') en cambio indica
tiempos ya ocurridos, terminados, que son el pretérito, el pluscuamperfecto y el futuro
perfecto.
Ambos cuentan con los siguientes modos gramaticales (a excepción del imperativo, que no
existe en perfectum): el indicativo, que expresa la realidad, certeza, la verdad objetiva; el
subjuntivo expresa irrealidad, subordinación, duda, hechos no constatados, a veces usado
como optativo; el imperativo, que denota mandato, ruego, exhortación, y el infinitivo, una
forma impersonal del verbo, usada como subordinado ante otro, o dando una idea en
abstracto. Con seis personas en cada tiempo —primera, segunda y tercera, cada una en
singular y plural— y dos voces —activa cuando el sujeto es el agente y pasiva cuando el
sujeto padece una acción no ejecutada por él—, más los restos de una voz media, un verbo
no deponente normalmente posee unas 130 desinencias.
Sintaxis
El objeto de la sintaxis es organizar las partes del discurso de acuerdo con las normas de la
lengua para expresar correctamente el mensaje. La concordancia, que es un sistema de
reglas de los accidentes gramaticales, en latín afecta a género, número, caso y persona. Esta
jerarquiza las categorías gramaticales, de tal manera que el verbo y el adjetivo adecúan sus
rasgos a los del nombre con el que conciertan. Las concordancias son adjetivo/sustantivo o
de verbo/sustantivo. Obsérvese el ejemplo: «Animus aequus optimum est aerumnae
condimentum» («Un ánimo equitativamente bueno es el condimento de la miseria»).9
No hay un acuerdo entre los estudiosos. Pero parece ser que el latín, a lo largo de su
historia, pasó por períodos en los que el acento era musical y por otros en los que el acento
era de intensidad. Lo que está claro es que el acento tónico depende de la cantidad de las
sílabas según el siguiente esquema:
1. Se puede decir que en latín no hay palabras agudas (acentuadas en la última sílaba).
Sin embargo, puede ser que un número muy reducido de palabras, por ej. adhūc,
haya tenido el acento al final.
2. Toda palabra de dos sílabas es llana.
3. Para saber la acentuación de las palabras de tres o más sílabas, hemos de conocer la
cantidad de la penúltima sílaba. Si esta sílaba es "pesada" o "larga" por tener una
vocal larga o por terminar en consonante, la palabra es llana; si es "ligera" o
"breve", la palabra es esdrújula.
4. El latín tiene cuatro diptongos, que son: ae, au, eu, oe.
Sistema vocálico1112
El latín clásico tenía cinco vocales breves /a, e, i, o, u/ y cinco vocales largas /ā, ē, ī, ō, ū/
con valor de distinción fonológica.
El sistema fonológico del vocalismo latino estaba conformada por la oposición dos tipos de
cantidad o duración: las vocales de mayor duración, denominadas largas, y las de menor
duración, denominadas breves. En la actualidad el símbolo (˘) lo usamos para designar las
vocales breves y el símbolo (¯) los empleamos para designar las vocales largas.
/ă/ breve /ĕ/ breve /ĭ/ breve /ŏ/ breve /ŭ/ breve
/ā/ larga /ē/ larga /ī/ larga /ō/ larga /ū/ larga
La y (i Græca) originalmente no formaba parte del sistema vocálico latino y solo aparecía
en préstamos cultos griegos. Su pronunciación en el griego clásico correspondía
aproximadamente a la de la u francesa o ü alemana [y]. En latín generalmente se
pronunciaba como una i, pues para la población poco educada resultó difícil pronunciar
la /y/ griega. Otras evidencias a favor de la existencia del sonido /y/ en latín es que era una
de las tres letras claudias, concretamente la llamada sonus medius (escrito como: Ⱶ) se creó
para representar un sonido intermedio entre [i] y [u], muy probablemente [y] (o tal vez [ɨ])
que aparecía estar detrás de ciertas vacilaciones como OPTUMUS / OPTIMUS 'óptimo',
LACRUMA / LACRIMA 'lágrima'.
Tanto unas como otras podían darse en cualquier posición, es decir: no tenía ninguna
relevancia fonológica el acento ni la intensidad.
El tratamiento de las vocales del latín clásico varía según el tipo de sílaba en que se
encuentran. Están muy influenciadas por el acento. El acento original de la lengua “mater”
del latín era musical y libre, pero ese sistema desapareció y ya no estaba reflejado en el
latín clásico, en el que el acento carga sobre la penúltima sílaba si esta es larga y sobre la
antepenúltima si la penúltima es breve. Sin embargo los estudiosos están divididos en lo
que respecta a sus opiniones sobre la naturaleza del acento latino, aunque la opinión de la
mayoría de los lingüistas cree que el acento tonal o musical es la que se mantuvo hasta el
siglo IV d.C.
Las vocales del sistema fonológico latín clásico eran a, e, i, o, u, que podían ser largas o
breves, y las combinaciones en diptongo de las tres primeras con las semivocales o
sonantes i, u, r, l, m, n. El tratamiento de estos sonidos heredados en latín varía según el
tipo de sílaba en que aparecen. Pueden dividirse en sílaba inicial, sílaba media y sílaba
final. En el latín más antiguo estas vocales estaban acentuadas, y por ello se mantienen con
regular constancia.
sílabas iniciales13
/a/ /ā/ /e/ /ē/ /ə/ /i/ /ī/ /o/ /ō/ /u/ /ū/
aciēs māter ego fémina este sonido video vīdeo octo dōnum iuvenis mūs
de la lengua mater
por la nacesidad
de dar razón
de ecuaciones
como păater.
Diptongos en sílabas iniciales
ai: ae ei oi: u au eu: ou ou: u ēi ōu
Sílabas no iniciales13
En sílabas no iniciales, como hemos visto más arriba, las vocales breves y diptongos breves
experimentaron alteraciones que diferían según la sílaba terminase en vocal o consonante.
Todo esto lo podemos resumir bajo los epígrafes de las sílabas abiertas y las cerradas.
Las sonantes.
Ciertos tipos de sonidos, según el contexto fonético en que se hallen, funcionan como
vocales o consonantes, es decir, como centro silábico o no.
Sonantes
Ĭ en posición inicial ŭ se conservó en posición inicial ante İ en latín aparece
rṙl mṁnṅ
se conservó. vocales y entre vocales. como ol.
Consonantismo.1311
No se sabe con certeza la pronunciación exacta de la s latina. Teniendo en cuenta que era la
única sibilante en el sistema consonántico latino, y que en el desarrollo del francés podría
haber sido la causa del desarrollo de la vocal [a] del francés medieval a [ɑ] antes de ella (ej.
casse, del latín CAPSA, pronunciada originalmente [kasə] y luego [kɑsə]), muchos lingüistas
consideran que tenía un sonido de realización apicoalveolar o predorsodental de /s/,
parecido al del español del medio y norte de España. Algunos han propuesto que en muchas
lenguas con una única sibilante el alófono principal de /s/ es apicoalveolar, ya que no existe
la necesidad de distinguirlo de otro fonema que sería la [ʃ]. Aunque por otra parte, sí
existen lenguas con una sibilante donde la /s/ no es apicoalveolar, por ejemplo el español de
América. Quizás este hecho sea el origen del rotacismo intervocálico latino en palabras
como FLOS > FLŌRĒS (< *floses).
El sistema consonántico del latín clásico estaba formado por cuatro subsistemas: el de las
consonantes nasales, el de las líquidas, el de las semivocales y el de las orales no líquidas:
1. Nasales: el subsistema de las nasales tenía cuatro fonemas: /m/ /n/ /mm/ /nn/.
2. Líquidas: el subsistema de las líquidas tenía también cuatro fonemas: /l/ /r/ /ll/ /rr/.
3. Semivocales: solo había dos fonemas: /ḽ/ y /ṷ/.
4. Orales no líquidas: se agrupan en los llamados “haces de correlación”. El español
tiene cuatro, pero el latín tiene tres: labiales, dentales y velares.
Orales no líquidas
Labiales Dentales Velares
/p/ /t/ /k/
/b/ /d/ /g/
/t/ /s/
Los fonemas consonánticos comprendían una riza variedad de oclusivas, sordas (p, t, k, q y
qʷ), sonoras (b, d, g, y gʷ), con los correspondientes sonidos aspirados. La única fricativa
era la s. El latín no distingue entre la serie palatal y la velar ni entre aspiradas sordas y
sonoras. Del sistema mencionado, el latín conservó generalmente p, t, k, (q), qʷ y b, d, g,
(g), afectando los cambios importantes a las labiovelares sonoras y a las oclusivas
aspiradas.
Latín vulgar (en latín, sermo vulgaris) (o latín tardío) es un término que se emplea para
referirse a los dialectos vernáculos del latín hablado en las provincias del Imperio romano.
En particular, el término se refiere al período tardío, que abarca hasta que esos dialectos se
diferenciaron los unos de los otros lo suficiente como para que se les considerase el período
temprano de las lenguas romances. La diferenciación que se suele asignar al siglo IX
aproximadamente.
En cuanto a los demostrativos, la mayoría de las lenguas románicas cuenta con tres
deícticos que expresan «cercanía» (este), «distancia media» (ese) y «lejanía» (aquel). Sin
embargo, el francés, el rumano y el extinto romance andalusí distinguen solo dos términos
(uno para «proximidad» y otro para «lejanía»). El género neutro desapareció en todas partes
menos en Rumania, Galicia y Asturias, en la que existen algunos sustantivos no contables
con terminación en neutro (-o) y una terminación propia igual en el adjetivo cuando
concuerda con sustantivos no contables o "de materia", ya acaben en -a, -o, -u o
consonante. El orden sintáctico responde a la libre disposición de los elementos en la
oración propia del latín. Aun así domina ordenación sintagmática de sujeto + verbo +
objeto (aunque las lenguas del sureste permiten mayor flexibilidad en la ubicación del
sujeto).
Cambios fonéticos
El latín tardío o latín vulgar cambió muchos de los sonidos del latín culto o clásico (1).
Aquí también se podrían agregar algunos otros cambios fonéticos, como la pérdida de la /d/
intervocálica en español o la pérdida de la /n/ y /l/ en portugués, gallego, catalán y occitano.
Cambios morfosintácticos
Algunos dialectos conservaron una parte de este tipo de flexiones: el francés antiguo logró
mantener un sistema de casos con un nominativo y uno oblicuo hasta entrado el siglo XII.
El occitano antiguo también conservó un sistema parecido, así como el retorromano, que lo
perdió hace unos 100 años. El rumano aún preserva un separado genitivo-dativo con
vestigios de un vocativo en las voces femeninas.
La distinción entre el singular y el plural se marcaba con dos formas diferentes en las
lenguas romances. En el norte y en el oeste de la línea Spezia-Rimini, al norte de Italia, el
singular usualmente se distingue del plural por una /s/ final, que se presenta en el antiguo
plural acusativo. Al sur y al este de esta misma línea, se produce una alternancia vocálica
final, proveniente del nominativo plural de la primera y la segunda declinación.
Deixis
La influencia del lenguaje coloquial, que prestaba mucha importancia al elemento deíctico
o señalador, originó un profuso empleo de los demostrativos. Aumentó muy
significativamente el número de demostrativos que acompañaban al sustantivo, sobre todo
haciendo referencia a un elemento nombrado antes. En este empleo anafórico, el valor
demostrativo de ille (o de ipse, en algunas regiones) fue desdibujándose para aplicarse
también a todo sustantivo que se refiriese a seres u objetos consabidos. De este modo,
surgió el artículo definido (el, la, los, las, lo) inexistente en latín clásico y presente en todas
las lenguas romances. A su vez, el numeral unus, empleado con el valor indefinido de
alguno, cierto, extendió sus usos acompañando al sustantivo que designaba entes no
mencionados antes, cuya entrada en el discurso suponía la introducción de información
nueva. Con este nuevo empleo de unus, surgió el artículo indefinido (un, una, unos, unas)
que tampoco existía en latín clásico.
Determinantes
En latín clásico los determinantes solían quedar en el interior de la frase. Sin embargo, el
latín vulgar propendía a una colocación en que las palabras se sucedieran con arreglo a una
progresiva determinación, al tiempo que el período sintáctico se hacía menos extenso. Al
final de la época imperial este nuevo orden se abría paso incluso en la lengua escrita,
aunque permanecían restos del antiguo, sobre todo en las oraciones subordinadas.
Las preposiciones existentes hasta ese momento eran insuficientes para las nuevas
necesidades gramaticales y el latín vulgar tuvo que generar nuevas. Así, se crearon muchas
preposiciones nuevas, fusionando muchas veces dos o tres que ya existiesen previamente,
como es el caso de detrás (de + trans), dentro (de + intro), desde (de + ex + de), hacia
(facie + ad), adelante (<adenante <ad + de + in + ante).
Notas
1.
1. Otras modernas lenguas indoeuropeas, como por ejemplo el inglés, son aún
más analíticas, marcando las relaciones gramaticales mediante un estricto orden por
la falta casi completa de la flexión tanto nominal como verbal.
Referencias
1.
Bibliografía
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Investigaciones Científicas.
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Sevilla.
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bibliografía de Ma del Carmen Arias Abellán. Barcelona: Ariel.
Herrero Llorente, Víctor-José (2001). Diccionario de expresiones y frases latinas
(3.ª edición). Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-0996-3.
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