Pilares
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Percibimos la consciencia como la suprema manifestación de la vida. Cuanto más elevada sea
la forma de consciencia, más avanzada será la forma de vida.
identificamos una mayor madurez con una visión más amplia, una mayor consciencia y un
conocimiento superior.
Como hemos visto, somos seres para quienes la consciencia (a nivel conceptual) es volitiva.
Esto significa que el diseño de nuestra naturaleza contiene una opción extraordinaria
El principio de vivir de manera consciente no está afectado por los grados de inteligencia.
Vivir de manera consciente significa intentar ser consciente de todo lo que tiene que ver con
nuestras acciones, propósitos, valores y metas.
La traición de la consciencia
Vivir de manera consciente significa más que el mero ver y conocer; significa actuar sobre lo
que vemos y conocemos.
Esto significa tanto los hechos de nuestro mundo interior (necesidades, deseos, emociones)
como del mundo exterior.
Cuando vivimos de manera consciente no imaginamos que nuestros sentimientos son una
guía infalible a la verdad
pero reconocemos que lo que existe, existe, y que lo que no existe, no existe. Los deseos, o
temores, o negaciones no modifican los hechos.
Los aspectos concretos del vivir de manera consciente vivir de manera consciente supone:
Un reto
El vivir de manera consciente es tanto una práctica como una actitud mental, una orientación
hacia la vida. Sin duda se dispone a lo largo de un continuo.
Tendemos a ser más conscientes en algunos ámbitos de nuestra vida que en otros
Todos conocemos a personas muy conscientes en el ámbito del trabajo y que son una
catástrofe de inconsciencia en sus relaciones personales.
El determinar qué necesidad ha de tener un carácter prioritario está en función de dónde nos
encontramos en nuestra evolución general, y también de nuestras circunstancias objetivas.
El primer nivel
Esta actitud puede inspirar a una persona a enfrentarse a lo que más necesita encontrar sin
derrumbarse en el odio a sí misma, sin rechazar el valor de su persona o abandonar la voluntad
de vivir.
El segundo nivel
es decir, a hacer realidad para nosotros mismos, sin negación o evasión- pensamos que
pensamos, sentimos que sentimos, deseamos que deseamos, hemos hecho lo que hemos
hecho y somos lo que somos.
«Esto es una expresión de mí, no necesariamente una expresión que me gusta o que admiro,
pero una expresión de mí a pesar de todo, al menos en el momento en que tuvo lugar»
Así pues, si me enfrento a un error que he cometido, al aceptar que es mi error soy libre de
aprender de él y de hacer mejor las cosas en el futuro.
El tercer nivel
La aceptación de sí mismo no niega la realidad, no afirma que sea en realidad correcto lo que
está mal, sino que indaga el contexto en el que se llevó a cabo una acción. Quiere comprender
el porqué.
No comprendemos a otro ser humano cuando sólo conocemos que lo que hizo está mal, es
descortés, destructor o cualquier otra cosa
Necesitamos conocer las consideraciones internas que motivaron la conducta. Siempre hay
algún contexto en el que las acciones más ofensivas pueden encontrar su propio sentido. Esto
no significa que se justifiquen, sino sólo que pueden ser comprensibles
Yo puedo condenar una acción que he realizado y tener aún un interés compasivo por los
motivos que me llevaron a ella.
Aún puedo ser amigo de mí mismo. Esto no tiene nada que ver con disculpar, racionalizar o
evitar la responsabilidad.
Igual que cuando tenemos que censurar o corregir a otras personas desearíamos hacerlo de
forma que no dañe su auto estima
pues la conducta futura estará determinada por el concepto de sí mismo- deberíamos tener
también esta misma benevolencia para con nosotros mismos. Esta es la virtud de la aceptación
de uno mismo.