Libro 3.16

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Con mucho cariño para mi supergrupopequeñobakan

Me tomé la libertad de digitar este primer capítulo, que marcó el comienzo


de nuestra aventura, iré de a poco con los demás para que así quedemos con
algo en nuestros pc y no nos duela tanto regalar el libro,

Espero que al rebobinar la cinta, podamos sentir la misma emoción que la


primera vez y hagamos de 3:16 nuestra realidad, una hermosa realidad.

Los quiero requetemucho.


Bendiciones.

Patotita. 2010 el año en que hicimos contacto jajaja.


2

Con orgullo tan profundo y potente como la corriente del


golfo,
Denalyn y yo dedicamos este libro
A nuestra hija Sara en su cumpleaños número 18,
Si recibes la mitad del gozo que nos has dado,
Vas a resplandecer el resto de tu vida.
Te amamos,
3

CONTENIDO

Reconocimientos

Capítulo 1 LA CONVERSACIÓN MÁS FAMOSA DE LA


BIBLIA

Capítulo 2 NADIE COMO ÉL


“Porque tanto amó Dios al mundo...”

Capítulo 3 ESPERANZA PARA LOS DE DURO CORAZÓN


“Porque tanto amó Dios al mundo...”

Capítulo 4 CUANDO LO SACAN A UNO DE TAQUITO


“Porque tanto amó Dios al mundo...”

Capítulo 5 EL UNIGÉNITO Y EL ÚNICO


“... que dio a su Hijo Unigénito...”

Capítulo 6 EL CORAZÓN QUE NOS OFRECE


“... que dio a su Hijo Unigénito...”
4

Capítulo 7 LA POLÍTICA UNIVERSAL DEL CIELO


“... para que todo el que cree en él no se pierda...”

Capítulo 8 CREER Y RECIBIR


““... para que todo el que cree en él no se pierda...”

Capítulo 9 EL AGARRE DE LA GRACIA DE DIOS


“... para que todo el que cree en él no se pierda...”

Capítulo 10 LA SORPRESA SUPREMA DEL INFIERNO


“... para que todo el que cree en él no se pierda...”

Capítulo 11 QUE HACE CELESTIAL AL CIELO


“... sino que tenga vida eterna”

Capítulo 12 EL PUNTO FINAL SOBRE LA VIDA


“... para que todo el que cree en él no se pierda...”

Conclusión LA VIDA AL ESTILO 3:16

40 días de devocionales

Notas.
Acerca del autor.
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RECONOCIMIENTOS

Me permito dar las gracias a cierta personas que ayudaron a


convertir este libro en lo que es.
Liz Heaney y Karen Hill fueron, como siempre, editoras
idóneas que aplicaron su bisturí con la precisión de un cirujano,
pero también su bálsamo emoliente.
Steve y Cheryl Green fueron pastores incansanbles de estas ideas
y supervisaron el ajetreado proceso de publicación.
Carol “la sabueso” Bartley no dejó un solo error sin corregir.
Susan y Greg Ligon así como todo el equipo de Thomas Nelson
fueron el Fort Knox de la creatividad.
Dave Drury contribuyó con muchas observaciones y
sugerencias útiles.
David Treat ofreció tantas horas en intercesión que llegó hasta
el cielo.
El equipo UpWords, que nos hace más fácil la vida a todos.
6

La Iglesia de Oak Hills ha tolerado mis enseñanzas durante dos


décadas y ha perdonado mis carencias y defectos. Estoy
agradecido con cada uno de ustedes.
Jenna, Andrea y Sara. ¿Qué papá se merece unas hijas tan
espléndidas? (vuelvan al nido cuando quieran).
Denalyn, estoy confundido. Pensé que nuestra luna de miel iba
a durar diez días. Válgame, han pasado veinticindo años ¡Y aquí
seguimos celebrando! ¿Cuándo planeaste esta aventura?
Una oración final al Dador de todas las palabras. Gracias
infinitas, amado Rey. Por favor convence a los lectores de estas
palabras que lo mejor de la vida está por llegar.
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1
LA CONVERSACIÓN MÁS
FAMOSA DE LA BIBLIA.
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Él espera la llegada de las sombras. La oscuridad


proveerá el encubrimiento que desea. Por eso se asegura
primero de que caiga la noche. Se sienta a tomar té de hojas de
olivo junto a la ventana en el segundo piso de su casa, para ver
la puesta de sol y tomarse su tiempo. Jerusalén es un encanto a
esta hora. La luz del sol pinta las calles empredradas, matiza de
oro las casas blancas y embellece la silueta del macizo templo.
Nicodemo divisa la inmensa plazoleta que refulge al otro lado
de los tejados. La había recorrido con dirigentes religiosos para
hacer lo que hacen los dirigentes religiosos: Hablar de Dios.
Discutir acerca de cómo alcanzar a Dios, agradar a Dios,
apaciguar a Dios.
Dios.
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Los fariceos conversan acerca de Dios, y Nicodemo se sien-


ta entre ellos. Para debatir. Para descifrar enigmas. Para resol-
ver dilemas. Para amarrarse las sandalias en el día de reposo.
Para mantener zánganos.Para divorciarse de sus esposas. Para
deshonrar a padre y madre.
¿Qué es lo que Dios dice? Nicodemo lo necesita saber. Es su
trabajo. Es un hombre santo que dirige a hombres santos. Su
nombre aparece en la exclusiva lista de los eruditos de la Torá.
Ha dedicado su vida a la ley y ocupa uno de los setenta y un
escaños de la corte suprema de los judíos. Tiene credenciales,
influencia y preguntas.
Preguntas para este galileo que inspira a las multitudes. Este
maestro improvisado y sin diplomas que se las arregla para
atraer a la gente. Que tiene tiempo de sobra para los pobres y
la clase media pero casi nada para el clero y la clase alta. Expul-
sa demonios, dicen unos; perdona pecados, afirman otros;
purifica templos, a Nicodemo no le cabe la menor duda pues
vio a Jesús en el pórtico de Salomón. 1
Se percató de la furia. Vio el látigo doblado y las tórto-
las que salieron volando. “ En mi casa nadie se va a engordar
los bolsillos”, declaró Jesús con firmeza. Mientras el polvo se
asentaba y las monedas paraban de rodar, los negociantes cle-
ricales le sacaron el pasado judicial. El hombre de Nazaret no
se ganó el favor de nadie aquel día en el templo.
Por eso Nicodemo va de noche. Sus colegas no pueden
enterarse del encuentro. No lo entenderían y él no puede
arriesgarse. Cuando las sombras envuelven la ciudad, sale a la
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calle y recorre las calles adoquinadas sin ser visto. Pasa junto a
los encargados de encender las lámparas de las plazas y toma
un sendero que llega a la puerta de una casa humilde. Jesús
y sus seguidores se están quedando allí, según le informaron.
Nicodemo golpea la puerta.
El bullicioso recinto queda en completo silencio apenas
entra. Los hombres son pescadores y recaudadores de impues-
tos que no están habituados al ámbito intelectual de un erudi-
to. Se reacomodan en sus asientos y Jesús mueve la mano para
indicarle al visitante que tome asiento. Nicodemo lo hace e ini-
cia la conversación más famosa de la Biblia: “Rabi – le dijo -,
sabemos que eres un maestro que ha venido de parte de Dios,
porque nadie podría hacer las señales que tú haces si Dios no
estuviera con él” (Jn 3:2).
Nicodemo empieza con “lo que sabe”. He hecho mis averi-
guaciones, es lo que implica. Estoy impresionado con tu labor.
Aquí quedamos a la espectativa de un saludo con tono simi-
lar por parte de Jesús: “Yo también he oído de tí, Nicodemo”.
Esperamos tanto como Nicodemo esperaba, una charla ame-
na y cordial.
De eso no se trata. Jesús no hace mención del puesto distin –
guido de Nicodemo, de sus buenas intenciones ni de sus méri-
tos académicos, no porque fueran inexistentes sino porque en
la lógica de Jesús, no vienen al caso. Él simplemente hace esta
declaración: “ De cierto, de cierto te digo, que el que no nacie-
re de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (v.3 RVR 1960).
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He aquí la divisón continental de las Escrituras, el meridia-


no de Greenwich de la fe. Nicodemo está a un lado, Jesús al
otro, y Cristo señala sus diferencias sin rodeos.
Nicodemo habita en el país de los esfuerzos nobles, los ges-
tos sinceros y el trabajo arduo. Dale a Dios lo mejor de tí, reza
su filosofía, y Dios hará el resto.
¿Cuál es la respuesta de Jesús? Lo mejor de ti no basta. Tus
obras no funcionan. Tus mejores esfuerzos carecen de valor. A
no ser que nazcas de nuevo, ni siquiera puedes ver qué se pro-
pone hacer Dios.
Nicodemo titubea, en representación de todos nosotros.
¿Nacer de nuevo? “¿Cómo puede un hombre nacer siendo vie-
jo? (v4, RVR 1960). Debes estar bromeando. ¿Poner la vida
en reversa? ¿Rebobinar la cinta? ¿Volver al mero comienzo?
Nadie puede nacer de nuevo.
Pero eso sí, nos encantaría hacerlo. Empezar de cero. Inten-
tarlo otra vez. Con tantos quebrantos de corazón y oportuni-
dades perdidas. Que la vida fuera como un partido amistoso
de golf, en el que se puede repetir la salida en el primer hoyo.
¿Quién no quisiera un segundo chance? Pero ¿Quién haría posi-
ble algo así? Nicodemo se rasca el mentón y se ríe. “Sí claro,
van a llamar a un viejo como yo de vuelta a la sala de parto”.
Jesús no le halla el chiste. “De cierto, de cierto te digo, que
el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en
el reino de Dios” (v5, RVR 1960). En ese momento el vien-
to hace que unas hojas entren por la puerta aún entreabier-
ta . Jesús levanta una del piso y la muestra. El poder de Dios
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obra como el viento, explica Jesús. Los corazones que nacen de


nuevo son nacidos del cielo. Nadie puede obtener esto con
desearlo, ganárselo o crearlo. ¿Nacer de nuevo? Es algo incon-
cedicle. Dios es el único que puede hacer tal cosa, de princi-
pio a fin.
Nicodemo mira a los prosélitos alrededor suyo. Las expre-
ciones inertes de sus rostros hacen evidente que quedaron
igualmente lelos.
El viejo Nico no tiene un gancho en el que pueda colgar
tales pensamientos. Él habla el idioma de “ayúdate tí mis-
mo”, en cambio Jesús habla y de hecho introduce un lengua-
je diferente. Uno que no consiste en las obras de los hombres
y las mujeres, sino en la obra hecha por Dios.
Nacido de nuevo. Por definición, el nacimiento es un acto
pasivo. El bebé que está en el vientre materno no contribu-
ye en absoluto al parto. Las celebraciones posparto aplauden
la labor de la madre. Nadie admira los esfuerzos del infante.
(“¿Cómo te las arreglaste para salir, pequeño?”) Al angelito
hay que ponerle un chupo, no una medalla. La mamá se mere-
ce la de oro. Ella es quien hace fuerza. Ella es la que puja, ago-
niza y pare.
Cuando mi sobrina alumbró a su primer hijo, invitó a su
hermano y mamá a hacerse presentes. Después de ser testi-
go de tres horas de pujos y dolor, cuando el bebé por fin aso-
mó la cabeza, mi sobrino se dio la vuelta y le dijo a su mamá:
“Perdóname por todas las veces que fui grosero contigo”.
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La madre paga el precio del nacimiento. Ella no cuenta con


la asistencia del bebé ni le pide consejos. ¿Por qué haría algo
así? El bebé ni siquiera puede respirar sin su conexió umbilical,
mucho menos abrirse paso a una nueva vida. Jesús establece en
este pasaje que nosotros tampoco podemos. Renacer espiritual-
mente requiere un progenitor capaz, no una progenie capaz.
¿Y quien es ese progenitor? Examine la expresión de nuevo
que se selecciona estratégicamente en el texto. La lengua grie-
ga ofrece dos alternativas; 2
1. Palin, que significa la repetición de un acto; volver a hacer lo
que se hizo anteriormente.
2. Anothen, que también ilustra una acción reiterada pero
requiere la fuente original para su repetición. Significa “de
arriba, de un lugar más alto, las cosas que provie- nen del cielo
o de Dios”.4 En otras palabras, el que hizo la obra por primera
vez vuelve a hacerla. Esta es la palabra que Jesús usa.

La diferencia entre ambos términos es la diferencia entre


un cuadro pintado por da Vinci y uno pintado por mí. Supon-
ga que usted y yo estamos en el Louvre admirando la famosa
Mona Lisa. Inspirado por la obra maestra, yo saco pincel y
lienzo y anuncio: “Voy a pintar de nuevo este hermoso retra-
to”.
¡Y lo logro! Ahí mismo en la Salle des États empuño mis
pinceles y mezcló mis colores y rehago la Mona Lisa. Ay de
mí, Lucado no es Leonardo. La señorita Lisa presenta ciertas
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tendencias al estilo Picasso, con la nariz torcida y un ojo más


arriba que el otro. No obstante, cumplo técnicamente lo pro-
metido y pinto la Mona Lisa otra vez.
Jesús se refiere a algo distinto. Él emplea el segundo tér-
mino griego que requiere la acción de la fuente original. La
expresión anothen, aplicada a la situación en la galería parisien-
se, requeririá más y nada menos que la presencia del mis-
mísimo da Vinci. Anothen excluye:
Réplicas contemporáneas.
Homenajes de segunda generación.
Imitaciones bien intencionadas.
Aquel que lo hizo primero debe hacerlo de nuevo. El crea-
dor original rehace su creación. Este es el acto que Jesús des-
cribe.

Nacer: Dios realiza el esfuerzo.


De nuevo: Dios restaura la belleza.

La idea no es intentarlo de nuevo. No necesitamos el mús-


culo del ego sino la intervención milagrosa de Dios.
La idea entumece a Nicodemo. “¿Cómo es posible que esto
suceda?” (v9). Jesús responde mostrándole el diamante de
esperanza más grande de la Biblia.
Porque tanto amó
Dios al mundo
que dio a su Hijo unigénito
para que todo el que cree en él
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no se pierda, sino que tenga


vida eterna.

Estas veintiocho palabras arman un desfile de esperanza que


empieza con Dios y termina en la vida, instándonos a todos a
hacer lo mismo. Tan conciso que puede escribirse en una servi-
lleta o memorizarse en un minuto, pero tan sólido que aguanta
dos mil años de tormentas y preguntas. Si usted no sabe nada de
la Biblia, empiece aquí. Si se sabe todo en la Biblia, vuelva aquí.
Todos necesitamos recordarlo. El corazó del problema humano
es el corazón del humano. Y el tratamiento está formulado en
Juan 3:16
Él ama
Él dio
Nosotros creemos
Y vivimos
Estas palabras son a las Escrituras lo que el río Mississippi es
a Estados Unidos, el acceso directo al corazón de la patria.
Bien sea que las creamos o las descartemos, que las acojamos o
las rechacemos, cualquier consideración seria de Cristo debe
incluirlas. ¿Acaso un historiador británico pasaría por alto la
Carta Magna? ¿O un egiptólogo la piedra de Rosetta? ¿Podría
usted meditar en las palabras de Cristo y nunca ahondar en
Juan 3:16?
Este versículo es un alfabeto de la gracia, una tabla de con-
tenido de la esperanza cristiana, y cada palabra es un cofre de
joyas. Léalo otra vez, lentamente y en voz alta; anote la palabra
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que más le llame la atención. “Porque tanto amó Dios al mun-


do, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él
no se pierda, si no que tenga vida eterna”.
“Tando amó Dios al mundo ... “ Esperaríamos a un Dios ati-
zado por la ira. Uno que castiga al mundo, reclina al mundo?
¿El mundo? ¿Este mundo? Rompecorazones, ladrones de
esperanzas y extintores de sueños transitan por todo el orbe.
Dictadores que se imponen. Explotadores que causan dolor.
Reverendos que se creen dignos del título. Pero Dios ama.
Además, ama tanto al mundo que dio sus:
¿Declaraciones?
¿Reglas?
¿Dictados?
¿Edictos?
No. La afirmación de Juan 3:16 que aquieta el corazón,
desdobla el alma y lo define todo para todos es esta: Dios dio
a su hijo ... su único hijo. No ideas abstractas, sino la divini-
dad envuelta en humanidad. Las Escrituras igualan a Jesús con
Dios. Por ende, Dios se dio a sí mismo. ¿Y para qué? “Para que
todo el que cree en él no se pierda”.
A Juan Newton, que le puso música a la fe con “Sublime
gracia”, le encantó esta expresión que rompe barreras. Él dijo:
“Si leyera “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo
unigénito, para que cuando Juan Newton creyera, tuvie-ra
vida eterna”, o me preguntaría si acaso se refiere a algún
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Otro Juan Newton; pero “todo el que cree” incluye a este Juan
Newton y también al otro Juan Newton, y a todos los demás
seres humanos, sin importar cual sea su nombre”,5
Todo ... una palabra universal.
Por otro lado, no se pierda es una expresión muy seria. Nos
gustaría poder diluirla si acaso no borrarla. No así Jesús. Él
clava avisos de No Entren en cada centímetro cuadrado de la
puerta del diablo y dice a los que se empecinan en ir al infier-
no que lo tendrán que hacer sobre su cadaver. Aún así, algu-
nas almas porfiadas insisten.
Al final, unos perecen y otros viven. ¿Qué marca la dife-
rencia? Ni obras ni talentos, pedigríes ni posesiones. Nicode-
mo los tenía por montones. La diferencia la determina lo que
creamos. “El que cree en él no se pierda, sino que tenga vida
eterna”.
Los traductores de la Biblia en las islas Nuevas Hébrides
tuvieron dificultad para traducir el verbo creer. Fue un proble-
ma serio, ya que tanto la palabra como el concepto son
esenciales para las Escrituras.
Cierto traductor bíblico llamado Juan G. Paton encontró una
solución mientras se fue de cacería con un hombre de la tribu.
Ambos cazaron un gran venado y se lo llevaron amarra- do a un
travesaño por un sendero angosto y empinado en la montaña
que conducía a la casa de Paton. Cuando llegaron a la
veranda, los dos hombres soltaron la carga y se dejaron caer
sobre los sillones de la entrada. Al hacerlo, el nativo exclamó
en el idioma de su pueblo: “Qué bueno poder estirarnos aquí
18

Y descansar”. Paton se fue de inmediato a traer papel y lápiz


para escribir la frase.
Como resultado, su traducción final de Juan 3:16 quedó
así: “Porque Dios amó tanto al mundo, que dio a su único
Hijo, para que todo aquel que se estire sobre Él no perezca,
sino que tenga vida eterna”.6
Estirarse sobre Cristo y descansar.
Martín Lutero lo hizo. Cuando el gran reformador fallecía,
unos dolores de cabeza severos lo dejaron postrado en cama
muy adolorido. Alguien le ofreció un brebaje para aliviar el
sufrimiento, pero él rehusó con esta explicación: “Mi mejor
receta para la cabeza y el corazón es que Dios amó tanto al
mundo, que dio a su Hijo unigénito para que todo aquel que en
Él crea no se pierda, mas tenga vida eterna”?
La mejor receta para la cabeza y el corazón. ¿Quién no se
beneficiaría de una buena dosis? Al final de todo, Nicodemo
se tomó la suya. Cuando Jesús fue crucificado, el teólogo se
apareció junto a José de Arimatea. Ambos dieron sus respe-
tos y se encargaron de la sepultura de Jesús. El gesto no pasó
inadvertido, en vista de la fuerte oposición a Cristo en aquel
tiempo. Cuando llegó a oídos de la gente que Jesús no esta-
ba en la tumba sino vivo, ¿Se imagina la sonrisa de Nicodemo
al acordarse de aquella famosa charla que inició a altas horas
de la noche?
¿Qué tal, nacer de nuevo?¿Quién habría pensado que él
seria uno de los primeros?
19

Próximo envío capítulo 2…paciencia.

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