Ser Diligentes...
Ser Diligentes...
Ser Diligentes...
Al considerar uno de los varios consejos que Pablo dirige a Timoteo, quien manifestaba buena y
sólida enseñanza en las Escrituras y a quien Pablo considera para dejarlo como responsable de la
congregación en Éfeso, fue uno de los motivantes para ingresar a estudiar y aprender más de la
Palabra de Dios guiado, en mi caso personal, por el Seminario Metodista Pentecostal, “Procura
con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que
usa bien la palabra de verdad… entretanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la
enseñanza” (1° Timoteo 2:15 y 4:13).
Al considerar deseo y premura, manifestamos el interés por realizar nuestra labor ministerial
acorde a lo que Dios pide de nosotros, pero, ¿se hace tan necesario dedicar parte de nuestras
jornadas diarias al estudio de las Escrituras sabiendo que contamos en este tiempo con literatura,
documentos y tecnologías que nos sirven y ayudan a preparar lo que compartimos con nuestras
congregaciones?
Pablo insta a Timoteo a presentarte a Dios aprobado, Esdras había preparado su corazón o se
había dedicado por completo, entonces ¿qué considera la disposición para realizar nuestra labor
“por completo” ante los ojos de nuestro Señor? Pablo en su preocupación constante de ánimo y
corrección, en su carta a los hermanos en Tesalónica y después de una serie de consejos deseando
sean íntegros en nuestro Señor termina su misiva y les escribe “Y el mismo Dios de paz os
santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible
para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1° Tesalonicenses 5:23). Entonces, con esta cita, se nos
clarifica que para presentarnos a Dios aprobados, haciendo mención a nuestra voluntad, interés o
deseo, principalmente considera nuestra disposición de manera íntegra, honesta y verdadera de
nuestro actuar ante nuestro Señor en todos los aspectos de nuestra vida, ya que El es quien tiene
que obrar y tomar dominio de nosotros, no es nuestra capacidad personal, El nos prepara en su
voluntad, santificándonos en su perfección.
Presentarnos a Dios aprobados, preparar nuestro corazón o disponernos por completo considera
que debemos ser coherentes en El en nuestro sentir, nuestro pensar, nuestro accionar e incluso
nuestra manera de ser la cual se ve reflejada sin decir palabra alguna, porque es la obra de Dios en
nuestras vidas la que por medio de nuestros actos hablan o testifican por nosotros.
Al igual que un buen soldado de Jesucristo, como el obrero que no tiene de que avergonzarse, es
mi deseo procuremos con diligencia, le incluyo también a usted, presentarnos a Dios aprobado.