Cuento Palenquera

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Hola, mi nombre es Nayah, tengo 9 años de edad.

Mi familia vive en
San Basilio de Palenque, Colombia. Yo también nací en ese pueblo
en el Caribe Colombiano. Mi padre es carpintero y toca la tambora en
donde lo llamen para hacer ruido o música. Cada madrugada mis
padres, salen juntos de casa y ella lo acompaña a la carpintería,
luego ella hace un par de oraciones y se dispone a preparar fruta,
cocadas, bolas de maní, enyucados, para ponerla sobre su cabeza
con la palangana y venderlas. A mujeres como ella se le conocen
como “Palenquera”.

Algunos días voy a la escuela, pero en ocasiones es algo difícil


porque en casa todos debemos trabajar. Tengo otros 3 hermanos y
son mayores que yo. También vivimos con mi abuela y ella me cuida
mucho, pareciera que fuera la favorita entre todos. Ella nos pone a
trabajar a todos en los que haceres de la casa, pero a mí siempre me
premia con largas caminadas por el pueblo adornadas de historias de
su pasado.
Quizás mi abuela no lo sabe, pero aprendo mucho de todo lo que me
LA cuenta.
Un día como cualquiera, caminábamos en los terrosos caminos

CULTUR y mi abuela me compra un mango picado y comienza a decir: Más de


200 años antes de que Colombia se independizara de España, se
fundaron las tierras libres de San Basilio de Palenque. En 1603 se
firmó la capitulación de paz entre cimarrones y españoles… y años

A más tarde, en 1713, la Corona de España emitió el Decreto Real


declarando aquel palenque libre de esclavitud. Río Grande de la
Magdalena eran habituales los viajes de embarcaciones cargadas de

MORENA
africanos. Por cuenta de un naufragio, el entonces esclavo Domingo
Benkos Biohó pudo huir junto a varios de sus pares. Muy cerca de
la Serranía de San Jacinto, establecieron rutas para librar batallas y
liberar negros esclavos de Cartagena y las embarcaciones

DE OJOS
circundantes. Y desde entonces, hija, este pueblo fue el primero en
ser libre de América.

El hecho de sólo imaginar tales acontecimientos me generaba

AZULES escalofríos. Ya tantos años han pasado desde aquel acontecimiento


cruel y despiadado. Estos caminos rotos conservan toda esa energía
generada por aquellos días. Mi abuela me toma de la mano y me
invita a sentarme al lado de ella en una banca y continúa diciendo:
C u e n t o
- En este pequeño parque conocí el amor de mi vida.

- ¿A mi abuelo? - le pregunté.

- Así es, hija. Tu abuelo era un hombre tan generoso y amable, él me


CONTACTO amaba mucho y a tu mamá también. Lástima que no haya podido
*Daniel Felipe García conocerte, pero murió cuando tu madre tenía sólo 5 años de edad.
CORREO ELECTRÓNICO: Nos quedamos solas y trabajamos juntas para mantenernos con vida
en este pueblo pequeño y desgarrado. Tu madre conoció a tu padre
*daniel.garcia@deboraarango cuando cumplió 15 años y desde entonces fue amor puro. Es una
.edu.com bella historia, pero en otro paseo te la contaré.

- Abuela, quiero conocer la historia de mi abuelo. ¿Me la cuentas? –


Le supliqué.

- Aun está temprano, está bien, te la contaré, hija – Me tomó de una


mano, y sentadas en el mismo lugar continuó -. Tu abuelo no era un
hombre negro como la mayoría de aquí. Él era Peli rojo, de ojos
azules y una sonrisa encantadora. Todos aquí lo amaban, aunque no
confiaban, por obvias razones, en los europeos. A él eso no le
importaba y siempre estaba dispuesto en ayudar. Existen cientos de
historias de sus hazañas en este pueblo, pero te contaré cómo nos
enamoramos, porque fue algo tan bello y sencillo como un beso. Un
día, mientras me preparaba a trabajar con mi palangana, un mango,
igual al que comes en este momento se me cayó y él me ayudó a
levantarlo, nos miramos a los ojos y desde entonces fue mi mejor
cliente – Ella se echó a reír, tomó unos sorbos de aire y continuó -.
¿Alguna vez te has preguntado por qué tienes esos bellos ojos azules
que adornan esa maravillosa piel negra? Pues, hija, eres el resultado
del amor entre diferentes mundos, tú representas todo lo bueno que
existe entre las diferencias y desacuerdos. Entre lo cruel e
inconsciente y la honestidad, el amor y el respeto. Aquí en esta
cultura nuestra, somos bailadores del entrompao, pa raíto o el paseo,
bailados en pareja o el mapalé (danza que celebra la libertad), la
púyala, el son palenquero, la chalusonga, la champeta. Y tenemos
tradiciones preciosas como el "lumbalú", la ceremonia fúnebre en
que se convoca a la comunidad por medio de los tambores. ¡Oh!
El mapalé, bailando el mapalé enamoró tu mamá a tu papá –
Volvió a reír mi abuela-.

Mi abuela se puso de pie, no me soltó la mano y caminamos en


dirección a casa y me dijo:

- Mañana tienes clases, en este año tan extasiado y controvertido,


1999. Todos hablan del fin del mundo. Pero nadie conoce
realmente la angustia. Ese miedo que genera que alguien extraño
le ponga precio a tu vida y te venda. No dejes de asistir a la
escuela, Nayah. Allí es uno de los pocos lugares en los que
nuestra cultura y costumbres son rescatadas e inculcadas.
Mantener nuestras tradiciones y respetarlas siempre nos
mantendrá unidos como sociedad y nos harán crecer como
comunidad. Si no tenemos identidad sólo seremos esclavos
nuevamente del sistema de otros.

DANIEL GARCIA ZULUAGA

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