El Sacerdocio en El A.T

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SEMINARIO MAYOR “JESÚS, BUEN PASTOR”

SACRAMENTO DEL ORDEN


MIGUEL BRIZUELA

EL SACERDOCIO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

La institución del sacerdocio ocupa un puesto considerable en los libros del AT.
El hecho no es sorprendente, puesto que el sacerdote es el encargado de las relaciones
con Dios. Siendo Israel el pueblo de Dios, las relaciones con Dios revisten en Israel una
importancia particular.
El sacerdocio no aparece enseguida en la Biblia. Para dar culto a Dios, Abrahán
no se dirigía a un sacerdote. El mismo ejercía para su familia las funciones cultuales:
construía altares (Gén 12,7s; 13,18; 22,9) y ofrecía sacrificios (22,13); de manera
semejante Isaac (26,25) y Jacob (28,18; 31,54). Los primeros sacerdotes mencionados
en la Biblia son extranjeros: Melquisedec, rey de una ciudad cananea y sacerdote
(14,18); los sacerdotes egipcios (41,45; 47,22), un sacerdote madianita (Ex 2,16). Para
Israel se habla de sacerdotes solamente cuando se ha convertido en pueblo. Pues el
sacerdocio es un caso de especialización social. Los sacerdotes ejercen el culto de Dios
en nombre del pueblo.
a) Levitas: En Israel las funciones cultuales fueron confiadas a los levitas. Los textos
más antiguos relativos a Leví no hacen referencia al sacerdocio (Gén 34,25-31; 49,5ss);
pero la bendición pronunciada por Moisés sobre la tribu de Leví atribuye a esta tribu las
di-versas funciones sacerdotales (Dt 33,8-11). La tradición referida en Jue 17 demuestra
que se reconocía a los levitas una competencia especial para el culto (Jue 17,7-13).
b) Sacerdotes: La organización del sacerdocio israelítico pasó por diversas etapas
difíciles de definir, ya que las informaciones contenidas en la Biblia ofrecen lagunas. La
situación descrita en el Pentateuco refleja a menudo la de épocas posteriores al éxodo.
La institución del sacerdocio se refiere con muchos detalles entre las leyes que
organizan el culto divino (Ex 28,1-29,35; Lev 8,1-10,20). Los textos insisten en la
relación privilegiada de los sacerdotes con Dios. Sin embargo, el contexto deja ver que
el sacerdocio tiene también una función social (Ex 29,43-45).
Según el Pentateuco, el sacerdocio propiamente dicho fue confiado a "Aarón y a
sus hijos" (Ex 28,1; Lev 8,1). Aarón, hermano de Moisés, era de la tribu de Leví. Los
otros levitas fueron dados a Aarón para ayudarle en las tareas secundarias (Núm 3,5-
10). Las genealogías de los libros de las Crónicas relacionan con la descendencia de
Aarón a los sumos sacerdotes del templo de Jerusalén (1 Crón 5,27-41; 24,1ss). Así se
afirmaba el principio del sacerdocio hereditario, que aseguraba la continuidad de la
institución. A diferencia de los profetas, cuya vocación no dependía de su origen
familiar, sino de una iniciativa imprevisible de Dios, los sacerdotes y los levitas eran
tales en virtud de su pertenencia a una familia sacerdotal o levítica.
c) Nombre: En hebreo, sacerdote se dice kohen. El sentido primitivo de este nombre no
se conoce. Algunos lo relacionan con el acádico kánu, inclinarse. El sacerdote sería el
hombre que se inclina en adoración ante la divinidad. Otros, en cambio, piensan en el
hebreo kún, estar derecho, y definen al sacerdote como un hombre que "está delante de
Dios" (Dt 10,8). Otros todavía relacionan el término con una raíz atestiguada en siriaco,
que expresa el concepto de prosperidad; el sacerdote es el hombre que, por medio de la
bendición, procura la prosperidad. En griego, kohen ha sido traducido por hiereús,
término emparentado con hierós, sagrado: el sacerdote es el hombre de lo sagrado.
En cuanto a las funciones sacerdotales, estas eran diversas, acá señalaremos las
principales:
a) Oráculos: La primera atribución del sacerdocio en el antiquísimo texto de la
bendición de Leví es la de hacer oráculos por medio de objetos sagrados llamados
tummim y 'urim. Con estos objetos el sacerdote procedía a un sorteo, que definía la
respuesta divina a algún problema de la vida. El texto más claro al respecto es el de
lSam 14,41, en el cual el rey Saúl, deseando conocer la causa de una dificultad, le dice a
Dios: "Si el pecado está en mí o en mi hijo Jonatán, Señor, Dios de Israel, salga 'urim; y
si este pecado está en tu pueblo Israel, salga tummim". La función oracular del
sacerdote no es un rasgo particular de la religión de Israel; prácticas por el estilo eran
corrientes en el mundo antiguo. En ellas podemos reconocer un esbozo de actitud
espiritual, a saber: la búsqueda de la voluntad de Dios, y una convicción religiosa
fundamental: sin la relación con Dios, el hombre no puede encontrar su camino en la
existencia.
b) Culto sacrificial: La bendición de Leví menciona la función de ofrecer los
sacrificios: "Hacen subir el incienso ante tu rostro y ponen los holocaustos sobre tu
altar" (Dt 33,10). El libro del Levítico da instrucciones detalladas sobre el modo de
ofrecer los diversos sacrificios, atribuyendo siempre al sacerdote la función principal
(Lev 1-7). Sin embargo, los relatos bíblicos demuestran que en los primeros tiempos la
oferta de los sacrificios no era tarea reservada sólo a los sacerdotes (Gén 22,13; 31,54);
el padre de Sansón ofrece un holocausto (Jue 13,19); los reyes David y Salomón ofrecen
sacrificios en circunstancias particularmente solemnes, como el traslado del arca (2Sam
6,17) o la dedicación del templo (1 Re 8,62ss). Pero progresivamente la función de
ofrecer quedó reservada a los sacerdotes.
c) Enseñanza: La bendición de Leví contiene una afirmación posterior, en plural en
lugar del singular, que expresa una visión menos primitiva de la función sacerdotal; no
la de sortear, sino la de enseñar: "Han guardado tu palabra, han observado tu alianza.
Enseñaron tus preceptos a Jacob y tu ley a Israel" (Dt 33,9-10). Los sacerdotes enseñan
los preceptos de Dios primero ocasionalmente (Ag 2,11s; Zac 7,3), y luego transmiten el
conjunto de las instrucciones divinas. Los sacerdotes fueron progresivamente sustituidos
por los escribas o doctores de la ley.
A la función de la enseñanza va ligada una cierta competencia jurídica atribuida
al sacerdote: "Suya es también la decisión en caso de litigios y lesiones" (Dt 21,5). Los
textos de Qumrán mantienen aún esta atribución (CD 13,2-7). Los sacerdotes debían
intervenir en caso de delito grave cuando faltaban indicios para descubrir al autor" (Dt
21,1-9; Núm 5,11-13).
d) Pureza ritual: La participación en el culto requería la pureza ritual, definida en la
ley. Los sacerdotes debían evitar todo contacto que les volviese impuros. Se establecían
normas especiales para su matrimonio. Los defectos físicos y las enfermedades eran
impedimentos para la celebración del culto (Lev 21). Para el sumo sacerdote, las reglas
eran aún más estrictas; no le estaba permitido guardar luto ni siquiera por su padreo su
madre (Lev 21,11). Por otra parte, los sacerdotes tenían la responsabilidad de asegurar
el perfecto desarrollo del culto, y por tanto de controlar la pureza ritual de los
participantes. La presencia de una persona impura en la asamblea litúrgica hubiera
comprometido el buen éxito del culto (Lev 15,13). La impureza más tremenda era la
"lepra". Por eso al sacerdote le incumbía verificar si una persona estaba afectada por
semejante mal y declararla pura o impura. El Levítico da instrucciones muy detalladas
al respecto (Lev 13-14).
e) Bendición: Otra función de los sacerdotes, más positiva, era la de bendecir en
nombre de Yhwh. Otras personas compartían con el sacerdote el derecho de transmitir
la bendición divina. El padre de familia podía bendecir a sus hijos (Gén 27,4; 48,15;
49,28) y el rey a su pueblo (2Sam 6,18; l Re 8,14). La bendición sacerdotal ponía el
nombre de Yhwh sobre los hijos de Israel. El libro de los Números indicaba la fórmula
ritual (Núm 6,22-27). Poner el nombre quiere decir establecer una relación con la
persona. Los israelitas comprendían que una buena relación con Dios era condición
indispensable para la buena marcha de la vida individual y comunitaria. La bendición
aseguraba la fecundidad, la felicidad y la paz.
f) Custodia del santuario: La bendición de Leví no hace referencia a la relación entre
sacerdote y santuario. Pero otros textos demuestran la importancia de esta relación. El
sacerdote era el hombre del santuario. Tenía el privilegio de poder entrar en el lugar
santo y debía custodiar con el mayor cuidado el santuario y todos los objetos sagrados.
"Todo extraño que se acercaba era castigado con la muerte" (Núm 3,38).
Cuando se fundaba un santuario, enseguida venía un hombre consagrado a
custodiarlo (Jue 17,5-13; lSam 7,1; 1Re 12,31s). En los primeros tiempos eran
numerosos los santuarios.
En el curso de los siglos se observa, respecto al sacerdocio, una doble evolución,
que aumentaba su importancia en la vida del pueblo de Dios.
a) Sentido de la santidad: Varias experiencias religiosas, personales y colectivas,
aumentaron en Israel el respeto a la santidad de Dios. La obra de los profetas fue
decisiva al respecto, lo mismo que la de los reformadores religiosos del templo de
Josías. De ello se siguió una nueva organización del culto y del sacerdocio, que ponía de
relieve un monoteísmo intransigente. Se unificó y jerarquizó el sacerdocio.
En el culto sacrificial adquirió un puesto más significativo el aspecto de
expiación, que responde mayormente a la preocupación de santidad. Entre todos los
sacrificios, los más importantes fueron los del gran "día de la expiación", Yóm Kippur
(Lev 16). Constituían la cima de todo el culto, porque el Yóm Kippur era la única
ocasión anual en la que se podía penetrar en la parte más santa del templo. Este ingreso
estaba reservado sólo al sumo sacerdote y condicionado por el sacrificio más solemne,
que era de expiación
b) Sacerdocio y poder: Paralelamente a esta evolución hacia un exclusivismo cada vez
más marcado, tuvo lugar un incremento de poder. Después de la vuelta del destierro, el
sumo sacerdote asumió una posición de autoridad no solamente religiosa, sino también
política. Lo atestigua el Sirácida cuando alaba al sumo sacerdote Simón por haber
asegurado la defensa de Jerusalén construyendo "las fortificaciones de la ciudad para
caso de asedio" (Si 50,4). En el siglo II a.C., la revuelta contra los seléucidas fue
dirigida por una familia sacerdotal, los asmoneos, los cuales, después de la victoria,
conservaron el poder político. El título griego de archiereús, sumo sacerdote, fue
adoptado entonces, expresando en aquellas circunstancias el cúmulo de los poderes
(1Mac 10,20s; 13,41s). En consecuencia, la dignidad de sumo sacerdote se convirtió en
objeto de ambiciones y de rivalidades extremas. Ciertos pretendientes echaron mano de
todos los medios, comprendido el homicidio (2Mac 4,32ss), para elevarse a esta
posición.
c) Espera escatológica: Amargamente decepcionados por la evolución del sacerdocio,
ciertos ambientes del judaísmo ponían sus esperanzas en la espera de un sacerdocio
renovado. El profeta Malaquías, que vituperaba los defectos de los sacerdotes (Mal 2,1-
9), había también anunciado una purificación de los hijos de Leví (3,3). Otros textos
proféticos podían alimentar la misma esperanza. En Qumrán la espera escatológica
comprendía un elemento sacerdotal. Los miembros de la secta no esperaban solamente
al mesías davídico, al que llamaban "mesías de Israel", sino también un mesías
sacerdote, al que denominaban "mesías de Aarón" (1QS 9,10-11). Como el
cumplimiento último debía ser cumplimiento de todos los aspectos del proyecto de
Dios, no podía faltar el aspecto sacerdotal, pues su importancia era de primer rango en
la Sagrada Escritura y en la vida del pueblo elegido.

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