Hermes Trismegisto - Corpus Hermeticum
Hermes Trismegisto - Corpus Hermeticum
Hermes Trismegisto - Corpus Hermeticum
HERMETICUM
Hermes Trimegistro
Esta biblioteca hermética refleja los textos atribuidos a Hermes Trimegistro, el
tres veces grande, padre de la filosofía hermética. La fuente de estos textos son
manuscritos del final de la edad media y de los siglos XIV y XV. Se cree que a su
vez los manuscritos son copias de otros que han sido perdidos en el transcurso de
la historia del hombre. Los textos traducidos provienen de su versión en griego a
excepción del Asclepio cuyo manuscrito es en latín. Se cree que la versión griega
es una traducción del original egipcio.
Traducidos por J. Sanguinetti
Corpus Hermeticum
I Poimandrés
1 Cierta vez que me había puesto a pensar en los seres, absorta la imaginación en las
alturas del pensamiento, ausentes los sentidos como quien duerme profundamente
después de una copiosa comida o de un agotador ejercicio corporal, me pareció que
un ser inmenso aparecía, de talla incomparable, que me llamó por el nombre y me
dijo:- ¿Qué quieres oir y ver, qué quieres entender y conocer en tu mente?
3 Quiero aprender sobre los seres, le dije, y entender su naturaleza, y conocer al Dios.
Oh! cuánto quisiera que alguien me enseñara sobre estos temas!
5 Fue entonces cuando, saliendo de la Luz, un Nombre santo cayó sobre la cosa, y un
fuego puro emergió de esa natura húmeda hacia los celestes espacios, un fuego ligero
y sutil, y enérgico a la vez. El ágil aire se dejó arrastrar por el espíritu, y de la tierra y
el agua se izó a sí mismo hasta alcanzar el fuego, de forma que parecía colgar de él.
Por su parte, la tierra y el agua quedaron entremezclados tan íntimamente que no era
posible distinguir a uno del otro: el Nombre espiritual que se cernía sobre ellos los
mantenía en movimiento, a lo que parecía oirse.
6 Entonces Poimandres me dijo:- ¿Entiendes los que esta visión significa?
- Lo sabré, le contesté.
- Yo soy aquella Luz, me dijo, yo, la Mente, tu Dios, que preexisto a la naturaleza
húmeda que surgió de la Tiniebla. En cambio el Nombre luminoso que procede de la
Mente es hijo de dios.
- ¿Y entonces?, exclamé.
Le agradecí y me dijo:
7 Habiendo dicho estas cosas, me clavó la mirada por tan largo tiempo que su aspecto
me hacía temblar; cuando se irguió después, quedé en mi mente contemplando la Luz
de poderes innumerables, transformada en un cosmos infinito que, con inmenso
poder, rodeaba y abrazaba al fuego forzándolo a aquietarse.
9 La Mente el Dios, que es a la vez macho y hembra, y contiene en sí Luz y Vida, dió
a luz por Nombre a una segunda Mente Creadora, la cual, siendo dios del fuego y del
espíritu, creó a su vez siete gobernadores dueños contenedores del cosmos sensible,
cuyo gobierno se llama Destino.
11 Entonces la Mente Creadora junto con el Nombre envolvieron los círculos y los
hicieron girar bramando, pusieron en movimiento circular a sus propias creaturas para
que rodaran, a partir de un principio indefinido, hasta un término sin fín, que
comienza donde acaba.
12 La Mente, el Padre de todas las cosas, siendo Vida y Luz, parió un Hombre igual a
ella, a quién amó como hijo propio: porque siendo imagen del Padre era
hermosísimo; porque realmente tanto amó el Dios a su propia figura que le entregó la
creación entera.
13 Y vió el Hombre la creación en el fuego del Creador, y quiso también crear, y con
permiso del Padre entró en la esfera de la creación y, poseedor futuro de plenos
poderes, tomó conocimiento de las obras de su hermano, las que lo amaron y le
hicieron partícipe de su propia jerarquía.
15 Por éso es que, a diferencia de todos los demás seres vivos de la tierra, sólo el
Hombre es doble: mortal por el cuerpo, inmortal por el Hombre esencial. Por
consiguiente, a pesar de ser inmortal y poseedor de plenos poderes sobre todas las
cosas, está sujeto a la muerte y sometido al Destino. Siendo superior a la estructura se
volvió esclavo dentro de la estructura. Siendo andrógino, de padre andrógino, y no
sometido al sueño porque viene del que nunca duerme, sin embargo es vencido...
18 Escucha lo que viene ahora y que ardes en deseos de oir. Cumplido el ciclo, por
voluntad de dios se rompió el lazo que unía todas las cosas: en consecuencia todos los
seres vivos que hasta entonces eran andróginos fueron separados al mismo tiempo
que el Hombre, y fueron por un lado machos y por otro hembras. Y enseguida el Dios
dijo una palabra santa: "Creced en crecimiento y multiplicaos en muchedumbres,
vosotras las criaturas todas y las cosas que han sido hechas, y que el que tiene
intelecto se reconozca inmortal y sepa que la causa de la muerte es el amor y que
conozca todas las cosas."
20 - ¿Porqué cometen tan grande falta los ignorantes, le dije, de tal manera que
vienen a ser despojados de la inmortalidad?
- Parece que no has reflexionado mucho en lo que oíste, y sin embargo te dije que
estuvieras atento.
- Dime, pues, si atendiste, ¿porqué merecen la muerte los que están en la muerte?
- Porque la fuente original de nuestro cuerpo es la sombría tiniebla de donde procede
la naturaleza húmeda, de la que se constituye en el cosmos sensible el cuerpo, del
cual se abreva la muerte.
21 - Bien lo entendiste. Pero dime ahora ¿porqué "el que se entiende a sí mismo va
hacia sí mismo" como dice la palabra de Dios?
- Has hablado muy bien. Luz y Vida es el Dios y Padre, del que nació el Hombre. Por
consiguiente, cuando entiendas que estás hecho de Vida y Luz y que procedes de
ellas, volverás de nuevo a la Vida, así me habló Poimandres.
- Háblame aún, le dije, ¿cómo volveré yo a la Vida? ¡oh Mente mía! porque el Dios
dice "El que tiene intelecto se reconoce a sí mismo".
24 - Qué bién mes has enseñado todas las cosas como yo quería, oh Mente! Pero
dime ahora ¿cómo es el regreso hacia arriba?
- ¿Qué esperas pues? como heredero de todas estas cosas ¿no te harás conductor de
los dignos de forma que por tí sean liberados por dios?
27 Habiendo dicho estas cosas, ante mis ojos, Poimandres se mezcló con las
potencias. Y mientras yo daba gracias y dirigía mis alabanzas al Padre del Todo, me
dejó Poimandres cargado de poder e instruído sobre la naturaleza y la visión divina
del Todo. Y comencé a anunciar a los hombres la hermosura de la piedad y del
conocimiento:- ¡Oh pueblos! ¡Vosotros, hombres nacidos de la tierra, entregados a la
embriaguez, al sueño y a la ignorancia del Dios: volved a la sobriedad, suspended la
borrachera, pues estáis hechizados de un sueño irracional!.
28 Los que habiendome oído vinieron a mí, y les dije:- ¿Qué pasa con vosotros, oh
hombres nacidos de la tierra! ¡Os habéis entregado a la muerte cuando se os ha
concedido el poder de la inmortalidad? ¡Reflexionad, vosotros, que hacéis camino
con el error y habéis llegado a convivir con la ignoracia! ¡Alejaos de la luz tenebrosa,
y abandonando la ruina, compartid la inmortalidad!
Llegada la tarde, cuando la luz del sol comenzaba a desvanecerse por completo, los
llamé a dar gracias al Dios, y cumplida la acción de gracias, cada uno se fué a dormir
a su lecho.
30 Por mi parte, gravé en mi alma los beneficios que me hiciera Poimandres, y lleno
de la plenitud que había deseado, me sentí colmado de alegría, porque el sueño del
cuerpo se había transformado en vigilia del alma, la ceguera de la vista en visión
auténtica, el silencio en preñéz del bien y la palabra en divulgación de bienes.
Cosas que realmente ocurrieron porque acepté recibir de mi Mente, es decir, de
Poimandres, el Nombre del Poder Supremo . Llegué a ser soplo divino de la verdad.
Por éso, con toda mi alma y con todas mis fuerzas ofrezco este elógio al Padre Dios:
Santo es el Dios que quiso que lo conocieran y que es conocido por los suyos.
Recibe las puras ofrendas racionales del alma y del corazón tendidos hacia Tí,
inefable, impronunciable, Tú, que sólo puedes ser nombrado por el silencio.
- ¿Y no es necesario también que aquello en lo que se mueve el móvil sea más grande
que él?
- Necesario, sí.
- Absolutamente sí.
- De acuerdo.
- ¿Y es pleno y compacto ? porque está lleno de muchos otros grandes cuerpos o, mas
bien, de todos los cuerpos que existen.
- Así es.
- El universo ¿es un cuerpo?
- Sí.
- ¿Y se mueve?
- De acuerdo.
- El lugar pues será incorporal, pero lo incorporal o es algo divino o es el Dios. Por
"algo divino" no quiero decir aquí algo que haya pasado por la generación sino algo
nunca engendrado.
5 Si decimos algo divino, tendrá que ser de la naturaleza de un ser, pero si ponemos
el Dios será trascendental al ser. Y además será inteligible de la siguiente manera: El
Dios es lo primero que nosotros entendemos, bien que no lo sea en sí mismo.
(Pues lo que puede entenderse pasa por los sentidos del que entiende, por donde el
Dios en sí mismo no es objeto de pensamiento. En el Dios, el pensamiento coincide
con lo pensado.
6 Pero en nosotros no es así, por eso sólo pensamos en él, pero no lo alcanzamos en sí
mismo.)
- Pero entonces, oh Trismegisto, ¿cómo es posible que aquí abajo los cosas que se
mueven lo hacen juntamente con sus motores? Porque se dice que las esferas de las
estrellas errantes son movidas por las esferas de las estrellas fijas.
- No se trata allí, oh Asclepio, de un movimiento conjunto, sino de un movimiento
opuesto: no se mueven en forma similar sino en forma contraria. Y esta oposición
tiene como apoyo un punto fijo que equilibra los movimientos.
8 Te daré un ejemplo de la Tierra palpable a simple vista: Observa cómo nadan los
animales mortales, por ejemplo el hombre. El agua lo arrastra en dirección de la
corriente, pero por la resistencia de piés y manos el hombre logra quedarse quieto y
no ser arrastrado por la corriente.
- Todo movimiento pues se mueve en algo inmóvil y es movido por algo inmóvil. Así
pues el movimiento del mundo y de todo ser vivo material no se realiza a partir de
algo exterior al cuerpo, sino por causa interior y hacia afuera, es decir por los
elementos inteligibles, sea que se trate del alma, del espíritu u otro elemento
incorporal. Porque un cuerpo no mueve a un cuerpo animado, ni tampoco a ningún
cuerpo, ni siquiera animado.
9- ¿Qué dices, Trismegisto? ¿No son cuerpos lo que mueven los maderas, las piedras
y todas las demás cosas inanimadas?
- De ninguna manera, Asclepio: Lo que está dentro del cuerpo motor es lo inanimado,
el cuerpo mismo no mueve a ambos, ni al que transporta y ni al transportado. Por
donde lo inanimado no mueve a lo inanimado. Mira entonces cuán sobrecargada está
el alma que tiene que mover sóla a dos cuerpos. Es evidente pues que lo que se
mueve, se mueve en otra cosa y es movido por otra cosa.
- Pero ¿no hay cosas vacías, oh Trismegisto, como una jarra, un frasco, un tonel y
otras cosas semejantes?
- Ay! que error terrible! Asclepio, creer que está vacío lo que está totalmente lleno y
repleto!
- Lo es.
- ¿Y este cuerpo no pasa a través de todos los seres y no los deja completamente
llenos? ¿Acaso los cuerpos no están compuestos por los cuatro elementos? Todas las
cosas, que tu llamas vacías, están llenas de aire: si de aire, también lo están de los
cuatro elementos, y así llegamos a lo contrario de lo que tú decías, pues las cosas que
tu llamas llenas todas están vacías de aire, pues su espacio está ocupado por otros
cuerpos que no dejan lugar al aire. Las cosas que tu llamas vacías deberían llamarse
huecas no vacías: llenas están de aire y espíritu.
12 - Lo que tu dices es innegable, Trismegisto. Dime ahora, ¿qué decimos del lugar
en donde se mueve el Todo?
- Una Inteligencia entera que enteramente se contiene, libre de todo cuerpo, infalible,
impasible, inmóvil en sí misma, que contiene todos los seres y los conserva en su ser,
cuyos rayos son el Bien, la Verdad, el arquetipo del Espíritu, el arquetipo del Alma.
- El que no es ninguna de estas cosas, y además es la causa del ser de todas ellas y de
cada uno de los seres en particular.
13 Porque no dejó ningún espacio al no ser, y todas las cosas provienen de los seres
que existen y no de los que no existen: porque lo inexistente no tiene naturaleza como
para llegar a la existencia ni para llegar a ser nada, y a su vez lo seres que existen no
tienen naturaleza para dejar nunca de ser.
15 Tan grande es la grandeza del Bien como la realidad de todos los seres, corporales
e incorporales, sensibles e inteligibles. He aquí el Bien, he aquí el Dios. No llames
bueno a nadie ni a nada, porque es impío, ni des al Dios ningún otro nombre sino el
único del Bien, lo contrario también es impío.
16 Ciertamente todos pronuncian el nombre del "Bien" pero no todos saben lo que es.
Por éso tampoco saben lo que es el Dios, pero por ignorancia llaman buenos a los
dioses y también a los hombres, cuando ni pueden ser buenos ni pueden jamás llegar
a serlo: el Bien es lo que nunca se puede quitar al Dios y es inseparable de El, porque
es el Dios mismo. Todos los demás dioses son honrados con el nombre de "dios":
pero el Dios es el Bien, no porque así se lo honre, sino por naturaleza. Pues una es la
naturaleza del Dios, el Bien, y ambos no son sino una sóla y única especie, de la que
proceden las demás. Porque el Bien es el dador de todo y el que nada recibe. Y el
Dios todo lo da y nada recibe. Por tanto el Dios es el Bien, y el Bien es el Dios.
17 El otro nombre del Dios es el de "el Padre", ahora a causa de que creó todas las
cosas: el padre es el que crea. Así la gente sensata considera a la procreación de los
hijos como la mayor función y la más sagrada, y piensa que es un gran infortunio e
impiedad dejar la vida y no dejar hijos, y justamente un tal es entregado a ol s genios
después de la muerte. Y ved cuál es el castigo: el alma del que no ha tenido hijos está
condenada a entrar en el cuerpo de un ser que no tiene la naturaleza del varón ni de la
mujer, lo que es execrable a los ojos del Sol. Por éso, Asclepio, guárdate de
congratular al hombres sin hijos, más bien ténle piedad sabiendo el castigo que le
espera.
Pues bien, basta por ahora, Asclepio, por lo que respecta a las enseñanzas
preliminares sobre la naturaleza de las cosas.
Corpus Hermeticum
Discurso Sagrado de Hermes
1 Gloria de todas las cosas es el Dios, y su ser divino, y su naturaleza divina.
y de ellos es inteligencia, naturaleza y materia, sabiduría que muestra lo que todas las
cosas y cada una son.
Emergió entonces una Luz pura que condensó a los elementos bajo la arena
extrayéndolos de la substancia húmeda,
y por la acción del fuego todas y cada una de las cosas se iban definiendo, y quedaban
suspendidas a fin de que el espíritu las condujera.
El Cielo se dejó ver en siete círculos, y se mostraron los dioses en forma de astros con
todas sus constelaciones,
y ... (la estructura?) ... quedó organizada con los dioses que había en ella; y el orbe, en
su periferia, giró en redondo en el aire, conducido en su curso circular por el espíritu
divino.
3 Cada dios pues realizó lo que era de su competencia, con su propio poder,
para que conozcan las obras divinas y den testimonio de la Naturaleza proveedora de
energía,
para que la muchedumbre humana tome conocimiento de las cosas buenas y domine
sobre todas las cosas bajo el cielo,
Para que se investigue en el cielo y por el curso de los dioses celestes las obras de los
dioses,
según el destino que les fuera asignado por los dioses cíclicos,
como todo ser de carne animada y de semilla que da fruto y como toda obra de arte;
... pero lo que decrece se renovará, porque los dioses imponen la Necesidad del
Renacer,
y por causa del retorno cíclico de la Naturaleza, que está regido por un número.
Ahora pues, siendo bueno, no sólo para sí quiso ofrecerse este cuerpo y embellecer la
tierra,
2 antes bien envió aquí abajo al Hombre como ornamento de este cuerpo divino: ser
vivo mortal ornamento del ser vivo inmortal.
Y si bien el Universo aventaja a los seres vivos en que vive eternamente, el Hombre a
su vez le aventaja por la razón y por la inteligencia.
Contemplador de la obra del Dios vino a ser pues el hombre, y se admiró, y aprendió
a conocer al creador.
3 De la razón ¡oh Tat! el Dios hizo partícipes a todos los hombres, pero no así de la
inteligencia: y no lo ha hecho porque cele del hombre, pues los celos no vienen de lo
alto, nacen aquí abajo en las almas de los hombres que no tienen inteligencia.
- Porque, hijito mío, quiso ponerla ante las almas como premio del combate.
- ¿Y dónde la puso?
5 Los sensaciones de estos hombres son semejantes a los de los animales irracionales,
y como su temperamento es pasión y cólera, son incapaces de admirar las cosas
dignas de ver, antes se dedican a los placeres y a los apetitos corporales, y piensan
que para eso han nacido los hombres.
Por el contrario, los que se hicieron partícipes del don del Dios, ¡oh Tat!, éstos, por
comparación de conductas, son inmortales en oposición a aquellos, mortales: abarcan
en su propia inteligencia todas las cosas, las que están en la tierra, las que están en el
cielo, y lo que se puede encontrar más allá del cielo.
Tanto se han elevado a sí mismos que vieron el Bien, y viéndolo consideraron la vida
de aquí abajo como un simple pasatiempo, y, menospreciando todas las cosas
corporales e incorporales, se apresuran hacia el Uno y Unico.
6 Esta es, ¡oh Tat! toda la ciencia de la inteligencia, abundancia de cosas divinas y
comprensión del Dios, pues el mar del que hablamos es divino.
- Que es imposible, hijito, adherirse a ambas cosas, a las mortales y a las divinas:
porque como hay dos clases de seres, unos corpóreos y otros incorpóreos, en los que
reside lo perecedero y lo divino, al que quiera elegir no le queda sino optar por uno u
otro, porque es imposible hacerlo por los dos, y no quedando sino que elegir, el
desechar del uno manifiesta la energía del otro.
7 Ahora bién, el hecho de elegir lo mejor no sólo deifica al hombre que ha optado por
la hermosura sino que además testifica de su religiosidad.
8 Estando las cosas así, ¡oh Tat!, hemos gozado y siempre gozaremos de las cosas
que vienen del Dios; pero de las cosas que resultan de nosotros que tengan sus
consecuencias: la causa de nuestros males no es el Dios sino nosotros mismos, porque
las preferimos a los bienes.
¿Ves pues, hijito mío, cuántos cuerpos necesitamos atravesar, y cuántos coros de
genios, y la sólida cadena de las estructuras y los caminos de los astros, a fin de que
nos apresuremos hacia el Uno y Unico?
Por consiguiente, la Unidad, que es principio y raíz de todas las cosas, está en todas
las cosas como raíz y principio. Nada existe sin principio, y el principio no proviene
de nadie sino de sí mismo, porque en efecto es principio de todo lo que existe.
Esta es, pues, ¡oh Tat!, la imagen del Dios que dibujé para tí de acuerdo a mis
posibilidades. Si con rigor la contemplas y la observas con los ojos del corazón,
créeme hijito, encontráras el camino hacia las cosas superiores. Digamos mejor, será
la misma imágen la que te mostrará el camino.
La contemplación tiene una virtud propia: se apodera de los que han contemplado una
vez y se los atrae a sí, como el imán atrae al hierro.
NOTA : Donde el texto dice "mar ", el original dice "crátera" (vasija empleada por
los griegos para guardar el vino y el agua), y donde dice "unidad " el texto griego dice
"mónada".
Corpus Hermeticum
Tratado V. De Hermes a su hijo Tat
Que el Dios, no siendo manifiesto, es lo que más manifestado está.
1 Voy a desarrollar este tema para ti, ¡oh Tat!, para que no te falte la iniciación al
Dios que es superior a todo nombre.
Debes saber que lo que a la mayoría parece inmanifiesto será para ti lo más
manifiesto. No podría ser lo que es si no fuera inmanifiesto: porque todo lo que se ve
ha sido engendrado: hubo un día en que comenzó a manifestarse . En cambio lo
inaparente es eterno, y no necesita de la manifestación. Porque eternamente existe y
provoca que todas las demás cosas se manifiesten, es no manifestado, y lo es desde
siempre.
Tú, pues, ¡hijito mío Tat!, ruega primero al Señor, Padre y Sólo, y no Uno sino por el
cual el uno existe, que te conceda entender al Dios tan inmenso y que permita que sus
rayos, aunque no sea más que uno, ilumine tu inteligencia. Solo la inteligencia ve lo
invisible porque ella misma es invisible.
Cuando seas capaz, se aparecerá, ¡oh Tat! a los ojos de tu inteligencia: no es celoso el
Señor y se deja ver a través de todo el mundo. ¿Acaso puedes ver la inteligencia y
tomarla con las manos y contemplar la imagen del Dios? Y si no puedes ver lo que
está en ti ¿cómo podría El, en ti mismo, dejarse ver a tus ojos?
El Sol, dios supremo de los dioses del cielo, al cual todos los dioses del cielo
reverencian como rey y dinasta, ese mismo Sol, tan inmenso, más grande que la
Tierra y el mar, admite encima de él a sus menores, los orbitantes astros. ¿A quién
reverencia, hijo mío, a quién teme? Cada uno de estos astros que están en el cielo ¿no
realizan un curso similar o equivalente? ¿Quién fijó para cada uno la manera y el
tamaño de su giro?
4 Mira la Osa que gira sobre sí misma y que arrastra en su girar a todo el estrellado
cielo. ¿Quién es el dueño de esta máquina? ¿Quién circunscribe al mar en sus límites?
¿Quién asentó la Tierra? Porque hay alguien, ¡oh Tat!, amo y creador de todas estas
cosas. No se conservaría lugar o número o medida ninguna si no existiera un creador.
Porque todo lo que es desorden, vacío y falta de medida no supone un creador, y aún
esto mismo no carece de amo, hijito, porque si lo que carece de orden es incompleto,
todavía posee, esto es, la manera del orden, porque aun así está bajo el dominio del
amo que todavía no le impuso el orden.
5 ¡Ojalá se te concediera tener alas y alzarte por el aire, y allí, en medio del Cielo y de
la Tierra, pudieras ver el corazón de la Tierra, el fluir de las olas del mar, las
corrientes de los ríos, el libre flotar del aire, la agudeza del fuego, la carrera de los
astros, la rapidez del Cielo, su girar siempre sobre el mismo punto! ¡Oh qué
panorama feliz, hijo mío, contemplar de una sola vez todas estas cosas, lo inmóvil en
movimiento, y lo inmanifestado manifiesto en su creación! Tal es el orden del cielo y
tal la belleza del orden.
6 Si quieres por otro lado mirar por los seres perecederos que habitan sobre la tierra y
en las profundidades, considera, hijo mío, cómo el hombre es creado en el vientre,
examina con atención la técnica de tal creación y aprende a conocer quién es el
creador de esta bella y divina figura que es el hombre. ¿Quién cinceló la órbita de los
ojos? ¿Quién perforó los orificios de la nariz y de los oídos? ¿Quién abrió la boca?
¿Quién tendió los tendones y los ató? ¿Quién canaliza por las venas? ¿Quién
solidificó los huesos? ¿Quién cubrió la carne de piel? ¿Quién separó los dedos?
¿Quién aplanó la planta del pié? ¿Quién abrió los conductos? ¿Quién alargó el bazo?
¿Quién hizo al corazón en forma de pirámide? ¿Quién adaptó el ....? ¿Quién expandió
el hígado? ¿Quién cavó las concavidades del pulmón? ¿Quién creó el ancho espacio
del vientre? ¿Quién puso en evidencia las partes más nobles y quién ocultó las
vergonzosas?
7 ¡Mira cuántas técnicas para un mismo material y cuántas pinceladas para un mismo
diseño, y todas admirablemente bellas y exactamente conmensuradas, tan diversas
unas de otras! ¿Quién pues ha creado tantas maravillas? ¿Cuál madre y cuál padre
sino el Dios inmanifiesto que por su propia voluntad creó todas las cosas?
8 A nadie se le ocurre que una pintura o una escultura hayan sido hechas sin pintor o
sin escultor. Y esta Creación ¿acaso nació sin Creador? ¡Oh colmo de ceguera, colmo
de impiedad, colmo de irreflexión! No se te ocurra nunca, oh hijo, separar la criatura
del Creador ... mas bien y aún más es más grande que cuanto puede estar implicado
en la palabra Dios! Tal es la grandeza del Padre de todas las cosas: porque El es el
único que es Padre y, ser padre, ésa es la actividad que le es propia.
9 Y si me fuerzas a que diga algo más audaz te diré que la naturaleza del Dios no es
otra cosa que dar a luz y crear todas las cosas, y dado que nada puede venir a la
existencia sin el Hacedor, no puede El existir eternamente si no es creando siempre
todas las cosas: las del Cielo, las del aire, las de la tierra, las que están en las
profundidades, en todas las partes del mundo, en la totalidad del Todo, en lo que
respecta al ser y en lo que hace al no ser.
En esta Totalidad nada hay que El no sea. El mismo es las cosas que son y también
las cosas que no son, porque de las cosas que son El hizo que aparecieran, pero a las
que no son las conserva dentro de El.
Pero ésto no corresponde a nadie sino a sólo el Dios, porque de nada carece, ni lo
pervierte el deseo de poseer, porque no hay cosa alguna de la totalidad que El pueda
perder y cuya pérdida lo entristezca - porque la tristeza es una parte del mal -, ni nada
es más fuerte que El ni puede ser su enemigo - nada puede someterlo a injuria - y
nada puede excitar su aprecio ni provocar su irritación por desobediencia, ni nadie
provocarle celos por ser más sabio que El.
2 Nada de esto pertenece a la realidad: ¿qué le queda sino sólo el Bien? Y así como
de esta realidad no se puede decir ninguna otra cosa, así tampoco en todas las demás
cosas no se encontrará el Bien. En efecto en todas las cosas están todas las otras
cosas, en las pequeñas y en las grandes, en cada una y aún en este mismo Viviente,
más grande y poderoso que todas.
En los hombres, ¡oh Asclepio!, sólo se conserva el nombre del Bien, pero de ninguna
manera es tal. Porque es imposible, porque el Bien no cabe en un cuerpo corporal,
porque de todas partes está angustiado por el mal, por penas y sufrimientos, por
deseos y cóleras, por la ilusión y la opinión insensatas. Y el peor de los males, oh
Asclepio, es que se confía, aquí abajo, que cada una de las cosas que hemos
nombrado son el más grande bien, cuando son el mal más insoportable. La avidez es
el conductor de todos los males, y la confusión es aquí abajo la falta del Bien.
4 Pero doy gracias al Dios que, en lo que respecta al conocimiento del Bien, puso en
mi inteligencia el concepto de su imposibilidad en el mundo. El mundo es la plenitud
del mal, el Dios es la plenitud del Bien o el Bien es la plenitud del Dios... Porque a su
alrededor, como realidad, gravitan las cosas bellas, pero la suyas propias se muestran,
por así decirlo, mucho más puras y auténticas. Hablando con osadía, oh Asclepio, la
realidad del Dios, si tiene una, es la Belleza, y es imposible percibir la Belleza y el
Bien en las cosas del mundo: todo lo que es posible de ver son imágenes ilusorias y
como bosquejos, pero lo que no cae bajo la vista es la realidad
......
... de lo Bello y de lo Bueno. Y así como el ojo no puede ver al Dios, así tampoco
puede ver lo Bello y lo Bueno. Porque son partes enteras del Dios, propias sólo de El,
particulares, inseparables, amabilísimas, de las cuales hay que decir o que el Dios las
ama o que ellas aman al Dios.
Estas cosas, ¡oh Asclepio! son bellas y buenas al sentir de los hombres, y nosotros no
podemos rehuirlas ni odiarlas, porque las necesitamos y no podemos vivir sin ellas.
Corpus Hermeticum
Her meticum
Tratado VII. Que la mayor desgracia
es no conocer a Dios
¿A dónde vais ebrios, oh hombres,
¡Alzad los ojos del corazón, si no todos al menos los que puedan!
antes,
anclad allí,
alzan los ojos del corazón hacia Aquel que quiere ser visto.
el velo de la ignorancia,
el sostén de la maldad,
el cepo de la degradación,
el antro tenebroso,
la muerte viva,
el cadáver sensible,
el ladrón doméstico,
Porque la muerte es una destrucción, pero en el mundo nada se destruye. Dado que el
mundo es el segundo dios y el viviente inmortal, es imposible que alguna parte del
viviente inmortal venga a morir. Ahora bien, todas las cosas que están en el mundo
son partes del mundo, y mucho más el hombre, el viviente racional.
2 Porque primero, antes de todos los seres, está Dios, eterno, no nacido, Creador de la
Totalidad. En segundo lugar viene aquel que ha sido engendrado por El, su imagen,
por El conservado y alimentado y dotado de inmortalidad, y que, como procedente de
un padre eterno, vive siempre y es inmortal. Porque "vivir siempre" difiere de
"eterno": porque lo eterno no fue engendrado por otro, y si fue engendrado lo fue por
sí mismo. Nunca fue engendrado, pero siempre engendra lo que es eterno. El Todo no
es eterno, pero el Padre mismo del Todo sí. El mundo fue engendrado inmortal por el
Padre 3 y todo lo que tenía materia quedó bajo su dominio.
El Padre creó el Todo como un cuerpo, y al darle volumen lo hizo a semejanza de una
esfera, y le concedió este atributo de la inmortalidad, siendo la misma materia
inmortal, poseedora eternamente de la inmortalidad.
3 Más aún, el Padre, diseminando la variedad de las especies en la esfera, allí las
encerró como en un antro, pues quería otorgar la belleza de su propia abundancia en
forma de una diversidad completa.
4 Pues el desorden ocurre con respecto a los vivientes terrestres: los cuerpos del
Cielo, en cambio, poseen un orden propio, que les fue asignado por el Padre desde el
principio, orden que se conserva sin disolución por el retorno de cada uno a su punto
de partida. El retorno al origen de los cuerpos terrestres es la disposición de la
disolución, es decir, la disolución es un retorno a los cuerpos indisolubles, a saber, los
inmortales. Y es así como se produce pérdida del sentido, pero nunca destrucción de
los cuerpos.
- Corrígete, hijito, y entiende qué es dios, qué es mundo, qué es viviente inmortal, qué
es viviente disoluble, y comprende que el Mundo ha sido hecho por el Dios y en el
Dios, el Hombre por el Mundo y en el Mundo, siendo el Dios principio y envoltura y
disposición de todas las cosas.
Corpus Hermeticum
Tratado IX - Sobre el entender y el sentir.
1- Ayer, oh Asclepio, te di el "Discurso Perfecto". Hoy considero conveniente
continuar con la exposición del tema de la sensación.
Pero ¿no se podría pensar en una intelección sin el concurso de la sensación, como
cuando en sueños imaginamos visiones?
4- Las semillas, de Dios en cambio son pocas en número, pero grandes, bellas y
buenas: virtud, prudencia, piedad. La piedad es el conocimiento de Dios, y el que
descubre el conocimiento, pleno de todos los bienes, posee los pensamientos divinos,
que nada tienen que ver con los de la multitud. Por eso, los que viven en el
conocimiento no agradan a la multitud, ni la multitud se complace en ellos. Los tiene
por locos, se mofan de ellos, se los odia y se los desprecia, y quizá tal vez los maten.
Porque, como he dicho, la maldad habita aquí abajo como en su propia casa: su casa
es la Tierra (no el mundo como algunos dirán por blasfemia). Pero ciertamente el
hombre piadoso que tiene conciencia de su conocimiento, todo lo soporta. Para un
hombre tal, todas las cosas son buenas, aún las que para otros son malas: en medio de
las asechanzas, refiere todo al conocimiento, y sin ayuda de nadie transforma el mal
en bien.
Porque Dios, Creador de todas las cosas, al crearlas, hace a todas a su semejanza,
pero habiendo sido hechas buenas difieren en el uso que hacen de su energía. Porque
el movimiento cósmico, en su ir rozando, crea las cualidades de las criaturas, unas
desfiguradas por la maldad, otras purificadas por el bien, porque el mundo, ¡oh
Asclepio!, tiene también su sensación y su intelección propias, no como las humanas,
ni multiformes, pero en verdad más fuertes y simples.
6- El sentir y el entender del mundo es un sólo: hacer todas las cosas y deshacerlas en
ellas mismas, siendo como es instrumento de la voluntad de Dios y habiendo sido
hecho verdaderamente como un instrumento, depósito de todas las semillas, crea en sí
mismo todas las cosas activamente, y disolviéndolas las renueva, y, a través de la
disolución, como buen agricultor de la vida, les otorga, llevándolas, la renovación por
la transformación. Ninguna cosa hay que el mundo no engendre con vida, portándolas
a todas, siendo a la vez el lugar y el creador de la Vida.
7- Ahora bien, todo los cuerpos están hechos de materia, pero diversamente: unos de
tierra, otros de agua, unos de aire, otros de fuego: todos son compuestos, con
fórmulas más o menos complejas. Los más complejos son los más pesados, los más
simples los más livianos. Es la velocidad del movimiento del mundo la que obra la
diversidad cualitativa de las criaturas. Porque el soplo del mundo, en rápida sucesión
de tonos, ofrece la diversidad de las criaturas, y después no hay sino un solo Todo
plenitud de la Vida.
8- En verdad, Dios es el Padre del mundo, el mundo los es de las cosas que están en
el mundo, porque el mundo es el hijo de Dios, y las cosas que están en el mundo, del
mundo salieron. Y con derecho se dice que el mundo es un cosmos, pues organiza y
embellece todas las cosas en la diversidad de la creación, por la continuidad de la
vida, la actividad incansable, la rapidez de la necesidad, la disposición de los
elementos y el buen orden de todo lo que nace. Por éso, necesariamente y con
propiedad, el mundo merece ser llamado "cosmos".
La sensación y la intelección, en todos los seres vivos, vienen y entran desde afuera,
como una brisa de alrededor, pero el mundo, poseyéndolas de una sóla vez al nacer,
las recibó de Dios.
9- Por otro lado, Dios no carece de sensación ni de intelección, como algunos
pensaron: es por superstición que blasfeman. Todas las cosas que son, oh Asclepio,
están en Dios, producidas por Dios y pendientes de lo alto. Algunas actúan por el
cuerpo, unas mueven por la substancia anímica, otras dan la vida por el soplo, otras
acojen a lo que ha muerto, y así es verdaderamente. Más aún, afirmo que el mundo no
contiene a las cosas, pero, para dejar clara la verdad, el mundo es todas las cosas, no
se las agrega desde afuera, las da de sí mismo afuera, y tal es la sensación y la
intelección de Dios, mover siempre todas las cosas, y nunca jamás ocurrirá que nada
de lo que existe pueda ser abandonado: y cuando digo "de lo que existe" quiero decir
"de Dios", porque Dios contiene todo lo que existe, y nada está fuera de El, ni El está
fuera de nada.
10- Todas estas cosas, oh Asclepio, si tienes entendimiento, las tendrás por
verdaderas, pero si no entiendes te serán increíbles. Porque creer es entender, descreer
es no entender. Porque la razón no se acerca a la verdad, pero la inteligencia es
poderosa, y, una vez conducida por la razón hasta las puertas, tiene la capacidad de
acercarse a la verdad. En tonces abrazando con la intelección todas las cosas y viendo
que están de acuerdo con lo que la razón explica, cree y descansa en esta bella fé.
Para quienes pues, por Dios, entendieron las cosas dichas, las hallarán creíbles, pero
los que no las entendieron las descreerán.
Terminan aquí las cosas que queríamos decir sobre la sensación y la intelección.
Corpus Hermeticum
Tratado X - De Hermes Trismegisto: La
Llave.
1- Asclepio, fue a ti a quien ayer dedicamos nuestra lecci n. La de hoy justo
es dedicarla a Tat ya que no es m疽 que un resumen de las Lecciones
Generales que con 駘 charlamos.
- 。Oh Padre, nos has dejado repletos de una buena y bella visi n, y poco
falta para que la mirada de mi inteligencia caiga reverente ante tal divina
visi n!
- Pero no como lo s rayos inflamados del Sol que hieren la vista con su luz y
obligan a cerrar los ojos, no es as la visi n del Bien: por el contrario, ilumina
y tanto m疽 cuanto m疽 puede el que es capaz de acoger el influjo de este
resplandor espiritual, que es m疽 intenso en su amplitud que los rayos del
Sol, pero que no da a, y desborda de inmortalidad de todo tipo.
- Ojal hijito. Por ahora sin embargo a佖 somos d饕iles para tal visi n, y a佖
nos faltan las fuerzas para abrir los ojos de la inteligencia y contemplar la
hermosura de aquel Bien, 。hermosura imperecedera, incomprensible!
Entonces la ver疽, cuando ya nada tengas que decir de ella, porque el
conocerla es un silencio divino y un reposo absoluto de todos los sentidos.
- ソNo escuchaste en las "Lecciones Generales" que del Alma Una del Todo
salieron todas las almas que ruedan desparramadas por todo el mundo?
Pues bien, estas mismas almas pasan por muchas transformaciones, unas
para mejor, otras para peor. Porque las de reptiles se transforman en
animales acu疸icos, las acu疸icas en terrestres, las terrestres en aves, las
a駻eas en hombres, y las de los hombres finalmente gozan del principio de
inmortalidad de transformarse en genios y entrar despu駸 en el coro de los
dioses. Porque hay dos coros de dioses, los errantes y los fijos.
- A pesar de que tantos han dicho tantas y tan diferentes cosas referentes al Todo y a
Dios, sin embargo no llegué a la verdad. Tú pues, Soberano Señor, esclaréceme sobre
el tema, porque confío en que Tú, solo Tú, querrás manifestarme la verdad.
3 Por consiguiente, la fuente de todas las cosas es Dios, realidad de las cosas es el
Siglo, su materia es el Mundo.
El Poder de Dios es el Siglo, la obra del Siglo es el Mundo, que nunca comenzó pero
es engendrado eternamente por el Siglo. Por donde el Mundo no perecerá jamás - el
Siglo es inmortal - ni nunca será destruido nada de lo que hay en el Mundo: el Mundo
está rodeado totalmente por el Siglo.
Y Dios es el alma del Siglo, el Siglo del Mundo, el Cielo de la Tierra, y Dios está en
la inteligencia, la inteligencia en el alma, el alma en la materia.
Y a todo este inmenso Cuerpo en el que están todos los cuerpos, un Alma plena de
Inteligencia lo llena por adentro y lo envuelve por fuera, vivificando el Todo: por
fuera a este Viviente enorme y perfecto, el Mundo, por dentro a todos los seres vivos,
y arriba, en el Cielo, permanece siempre idéntica a sí misma, y abajo, en la Tierra,
produce los cambios de la transformación.
Por eso, Hermes, nunca pienses que algo pueda asemejarse a Dios, ni las cosas de
arriba ni las de abajo, porque te alejarás de la verdad, porque nada es igual al
Distinto, Único y Uno.
Y no se te ocurra que pueda a compartir su Poder con nada ni con nadie. ¿Quién si no
El sería creador de vida, inmortalidad o transformación? y El ¿qué otra cosa haría
sino crear?
Porque Dios no está inactivo, de lo contrario todo estaría inactivo, y todas las cosas
están llenas de Dios. Pero nada nunca en el mundo está inactivo, ni en ninguna otra
parte. Porque inactividad es una palabra vana respecto del creador y respecto de lo
que viene a la existencia.
Siendo un poder siempre activante no está sometido a ninguna de sus criaturas, sino
ellas a El.
8 Todo pues está lleno de alma y todos se mueven, unos circulando el Cielo, otros
sobre la Tierra, y los que van hacia la derecha no lo hacen a la izquierda, ni los de la
izquierda a la derecha, ni los superiores descienden, ni los inferiores ascienden.
Y que todos estos seres hayan nacido, no necesitas, Hermes, aprenderlo de mí, porque
son cuerpos y tienen alma y se mueven. Y no puede ser que todos converjan hacia
uno sin un congregante. Es necesario que tal Congregador exista y que sea Uno.
9 Pues como tienen muchos movimientos y distintas direcciones y sin embargo una
sóla es la velocidad total que les ha sido fijada, es imposible que tengan dos o más
creadores. No se mantendría un único orden entre muchos. Entre varios surgiría el
celo por quién es el mejor.
Y te digo: si uno fuera el creador de los seres vivos cambiantes y mortales querría
también serlo de los inmortales, y los mismo el de los inmortales querría serlo de los
mortales. Y supón que fueran dos: siendo como es una la materia y una el alma
¿quién sería el que lleve adelante la creación? Y si les correspondiera a ambos ¿para
quién la parte mejor?
10 Piensa entonces que todo cuerpo vivo está compuesto de materia y alma, tanto el
inmortal como el mortal y el irracional.
Porque todos los seres vivos están animados, y los que no tienen vida a su vez son
materia que existe por sí misma, y el alma igualmente, causa de la vida suplente del
Creador, subsiste por sí misma
¿Cómo pues también los otros seres vivos mortales de los mortales... ¿Cómo el
inmortal Creador de la inmortalidad no crearía todo lo que corresponde a los seres
vivos?
11 Por tanto es evidente que hay alguien creador de todo esto y manifiesto también
que es Uno. Porque una es el Alma, una la Vida y una la Materia.
¿Quién es pues el creador? ¿Quién otro sino Dios Uno? ¿A quién otro convendría
crear los seres vivos animados sino al Dios único? Por consiguiente, Uno es Dios. Es
ridículísimo que si has reconocido que el mundo existe desde siempre uno, y que el
Sol es uno y la Luna una y la naturaleza divina una ¿ahora quieres que Dios sean
muchos?
12 Por consiguiente el mismo Dios creó las cosas todas. ¿No es terriblemente ridículo
que te parezca una enormidad que Dios creara la Vida, el Alma, la Inmortalidad y la
Transformación cuando tú mismo puedes hacer tantas cosas diferentes?
14 Si quieres entender por tus propio obrar, observa lo que ocurre cuando tú quieres
engendrar. Aunque tiene poca semejanza con Aquel que ciertamente no goza ni tiene
cooperador alguno. Como trabaja por sí mismo a solas, es siempre inmanente a la
obra y él mismo es lo que hace.
Todas las cosas pues son engendradas por Dios, y la Vida es la unión de la
Inteligencia y el Alma. Con respecto a la muerte, no es destrucción de lo que estaba
unido, sino pérdida de la unidad.
15 Así pues el Siglo es imagen de Dios, el Mundo del Siglo, el Sol del Mundo, el
Hombre del Sol.
En cuanto a la transformación, la llaman muerte porque el cuerpo se destruye,
mientras que la vida se retira a lo no manifestado. Los seres se destruyen así, oh
amadísimo Hermes, y el mundo - los supersticiosos creen que se destruye - pero yo
digo que se transforma al pasar sus partes , día a día, a lo no manifestado, pero nunca
que se destruya.
16 El Mundo pues posee todas las formas, no porque las contenga adentro, sino
porque las transforma en sí mismo. Si decimos que el Mundo posee todas las formas
¿qué diremos del que lo ha creado? ¡No diremos por cierto que carezca de forma! Y
por otro lado si poseyera todas las formas sería igual al Mundo. ¿Diremos entonces
que tiene una sola forma? Entonces sería inferior al Mundo.
¿Qué diremos entonces que es para no llevar el raciocinio a un callejón sin salida?
Porque nada puede quedar así en lo que entendemos acerca de Dios. Dios pues tiene
una sola figura - si es que le correspondería tener figura - que no se ofrece a los ojos,
incorporal, y revela todas las cosas por los cuerpos.
17 Y no te maravilles de que exista una figura incorporal. Existe sí, como la figura de
la palabra, y como en las pinturas con montañas que se alzan con relieves profundos,
aunque en la realidad son lisas y planas.
Pero piensa ahora lo que estamos diciendo de una manera más audaz, aunque más
verdadera: así como el hombre no puede vivir sin vida, así tampoco puede Dios dejar
de hacer el bien. Mover y vivificar todas las cosas, éso es el vivir y el moverse de
Dios.
18 Algunos de los términos dichos deben aceptarse con una interpretación especial.
Considera lo siguiente: "Todos los seres están en Dios". No significa que estén en un
lugar - porque el lugar también es un cuerpo y lo que está en un lugar no se mueve -.
Hay otra forma de estar como es en la imaginación incorporal.
Considera al que contiene a todos los seres y entiende que nada puede delimitar lo
incorporal, ni nada es más veloz ni más potente que él. Al contrario, lo incorporal es
más indelimitado, más veloz y más potente que todo lo demás.
Dile que se alce hasta el Cielo y no necesitará de alas. Nada la puede detener, ni el
fuego del Sol, ni el éter, ni las revoluciones del Cielo, ni los cuerpos de los demás
astros, sino que atravesando todas las cosas subirá volando hasta el último de los
cuerpos del Cielo.
Y si quisieras, serías capaz aún de rasgar el orbe del mundo y contemplar lo que hay
allí afuera - si es que hay un "afuera" del mundo -, tú lo puedes.
20 ¡Mira qué poder, qué velocidad posees! Y si tú puedes todas estas cosas ¿no lo
podrá Dios? Entiende a Dios de este modo, contiene en sí mismo a todas las cosas
como pensamientos, al Mundo, a Sí mismo, al Todo.
Siente y encierra en ti mismo las sensaciones de todo lo creado, del fuego, del agua,
de lo seco y de lo húmedo, piensa que estás en todas partes, en la tierra, en el mar, en
el cielo, que todavía no has nacido, que estás en el vientre, que eres joven, que eres
viejo, que estás muerto, que estás más allá de la muerte.
Si comprendes todo ésto con la inteligencia al mismo tiempo, tiempos, lugares, cosas,
cualidades, cantidades, podrás entender a Dios.
Por el contrario ser capaz de conocer, haber querido y esperado, son el camino que en
línea recta y fácilmente conduce al bien.
Cuando estés en camino, vendrá a ti en cualquier lugar, se dejará ver por ti en todas
partes, aún donde y cuando no lo esperes, estés despierto o estés dormido, navegando
o caminado, de noche o de día, cuando estés hablando y cuando estés en silencio:
nada existe que El no sea o donde El no esté.
22 ¿Vas a decirme ahora que "Dios es invisible"? Corríjete. ¿Qué hay de más
manifiesto que El? Por eso hizo todas las cosas, para que lo veas por ellas. Este es el
Bien de Dios, éste su maravilloso poder: manifestarse a sí mismo en todas las cosas.
Porque nada es invisible, ni siquiera lo incorporal. La inteligencia se ve al pensar, y
Dios cuando crea.
Mis revelaciones para ti aquí terminan, oh Trismegisto. Todo lo que falta considéralo
tú mismo de la misma manera y no quedarás decepcionado.
Corpus Hermeticum
Tratado XII
De Hermes Trimegisto a Tat
Sobre la inteligencia común.
1 La Inteligencia, oh Tat, proviene de la realidad misma de Dios, si se puede
hablar de una realidad divina; y en cuanto a que solo Dios mismo se conoce
exactamente. La Inteligencia pues no est separada de la realidad de Dios,
sino como si se desplegara de ella, como la luz se despliega del Sol.
4 Por otra parte, todas las almas humanas que no lograron que la inteligencia
las gu冾, sufren la vida de los animales irracionales, pues al inteligencia las
ayuda a que se consoliden las pasiones a las que las arrastra el 匇petu de
sus antojos lanzados a lo irracional.
Como animales irracionales obedecen sin raz n a sus c leras y sin raz n no
se cansan de desear ni se hast僘n de los vicios. Por 駸o el instinto col駻ico y
la pasi n del deseo son los vicios m痊imos. Estas son las almas a las que
Dios impuso la Ley como verdugo y para convencerlas del mal.
- Todo es obra del Destino, hijito, y sin 駘 nada habr僘 en el mundo corporal,
nada de bueno ni de malo. Est dictado por el Destino que al que hace el
bien le correspondan las consecuencias, y por 駸o 駘 act俉, para recibir lo
que recibe porque as actu .
7 Y todos los hombres padecen las consecuencias que les marca el Destino
a sus actos: pero en forma diferente a los dem疽 los que obran seg佖 raz n,
de los que dijimos que la inteligencia los conduce, pues las sufren, bien que
hayan abandonado la maldad y no sean malos.
- Pero padre ソqu dices ahora? ソEs que no es malo el ad伃tero, el homicida
y todos los dem疽?
9 Por tu parte reflexiona y aplica esta ense anza a la cuesti n que me hac僘s
antes, me refiero acerca del Destino de la Inteligencia. Si dejas de lado, hijito
m卲, el vano esp叝itu de controversia, descubrir疽 que en realidad la
Inteligencia, el ser 匤timo de Dios, prevalece sobre todas las cosas, sobre el
Destino, la Ley y todo lo dem疽, y que nada le es imposible, ni poner a un
alma humana m疽 all del Destino, ni, si ha sido negligente como suele
ocurrir, someterla al Destino.
Ahora bien los cuerpos tambi駭 por s mismos son activos, porque o est疣
quietos o se mueven, y en ambos casos hay pasi n. Los incorporales a u
s
vez est疣 siempre activos y por ello son tambi駭 sujetos de pasi n. No dejes
que esta terminolog僘 te confunda: acci n y pasi n son la misma cosa, y no
hay porqu incomodarse de utilizar el t駻mino m疽 conveniente.
- Atiende ahora a 駸to, hijito, porque hay dos cosas que Dios otorg al
hombre con excepci n de todos los dem疽 animales mortales: la inteligencia
y la raz n, que es lo mismo que decir la inmortalidad. (Tienen tambi駭 el don
de hablar). Si pues el hombre usa ambas cosas para los fines que
corresponden, en nada diferir de los inmortales. Antes bi駭, una vez salido
del cuerpo, ambas le mostrar疣 el camino hacia el coro de los dioses y de los
benditos.
13- Los dem疽 seres vivos ソno gozan de la palabra racional, oh padre?
No, hijito, s lo tienen voces. Palabra y voz difieren por completo. La palabra
es la misma para todos los hombres, en cambio cada raza animal tiene su
grito propio.
Y cada uno de los seres espirituales tiene su propia realidad, realidad que en
ellos es la identidad.
En cambio, cada uno de los seres corporales del Todo es una pluralidad: en
efecto, los cuerpos compuestos tambi駭 poseen la identidad que en ellos
consiste en su permanente trasmutarse unos en otros, y as conservan una
identidad invariable.
15 Adem疽, de todos los cuerpos compuestos en general, cada uno posee
un n伹ero propio, porque sin n伹ero es imposible que se produzca ni
combinaci n, ni composici n ni disoluci n: son las unidades las que
engendran al n伹er o y lo acrecientan, y las que a su vez cuando se disuelve
lo reciben en ellas, pero la materia permanece una.
Este Mundo 匤tegro y total, este gran dios imagen del Dios mayor, que
permanece unido a El y conserva con El el Orden y la Voluntad del Padre, es
la Plenitud de la Vida, y no hay nada en el Mundo, a lo largo de la duraci n
del retorno al punto de partida deseado por el Padre, ni en su totalidad ni en
ninguna de sus partes, que no est vivo. Nunca jam疽 ha habido, ni hay, ni
habr nada muerto en el Mundo. Vivo quiso el Padre que fuera mientras se
mantenga unido, y por 駸o necesariamente es un dios.
- Entonces, padre m卲, los seres vivos que est疣 en el Mundo y son sus
partes ソno mueren?
17- Pero padre ソno te parece que al menos la Tierra est quieta?
- No, hijito, sino que ella misma, solitaria, se mueve de muchas maneras y
permanece estable. ソHay cosa m疽 rid兤ula que pretender que sea inm vil la
nodriza de todos los seres, la que los hace nacer y los engendra? Es
imposible que sin movimiento el que hace nacer d a luz lo que sea que
nace. Es muy absurdo que te preguntes si es inerte el cuarto elemento,
porque no moverse, para un cuerpo, equivale a ser inerte.
18 Considera con certeza, hijo m卲, que todo, absolutamente todo lo que hay
en el Mundo est en movimiento, sea para disminuir, sea para aumentar, y lo
que se mueve est vivo, porque nada obliga a que todo ser vivo sea siempre
el mismo.
Los t駻minos son los que nos desconciertan. Porque nacer no es vivir sino en
nuestra percepci n, y la transformaci n no es muerte, sino en nuestro olvido.
Siendo as lo que decimos y en consecuencia, todo es imperecedero,
Materia, Vida, Esp叝itu, Alma, Inteligencia, de lo que todas las cosas
consisten.
Porque Dios s lo conversa con este ser vivo, de noche en sue os, de d僘 por
s匇bolos, y por todo tipo de medios le predice el porvenir, por las aves, por
las entra as, por inspiraci n, por la encina . Por donde el hombre se conf僘
en interpretar el pasado, el presente y el porvenir.
20 Y observa esto, hijito, que cada animal en particular vive habitualmente en
una parte del mundo: los acu疸icos en el agua, los terrestres en la tierra, los
vol疸iles en el aire. El hombre encambio se sirve de todos, tierra, aire, agua,
fuego, y al cielo mismo lo mira y con 駘 se relaciona por la percepci n.
Por su parte, Dios envuelve y penetra todas las cosas, porque es Energ僘 y
Poder. Por lo dem疽, hijito, no es nada dif兤il entender al Dios.
Estoy preparado: mis sentimientos han madurado y se han hecho fuertes contra la
ilusión mundanal: cumple pues lo que falta de cómo se renace según prometiste, sea
de viva voz sea en secreto: ¡Ignoro, oh Trismegisto, de qué matriz nace el hombre y
de qué semilla!
- Lo que nace será distinto, será un dios hijo de dios. el Todo en Todo, compuesto de
todas los Poderes.
- Estas cosas no se enseñan, hijito, pero cuando el Dios quiere, lo hace recordar.
- ¿Qué puedo decirte, hijito? No puedo decirte otra cosa sino que habiendo yo mismo
contemplado una visión inmaterial, por la misericordia de Dios, salí de mí mismo y
entré en un cuerpo inmortal, y ya no soy el de antes, pero he nacido en la inteligencia.
Esta experiencia no se puede enseñar ni ver con este elemento material con que
vemos aquí: por éso ya no me preocupo por aquella forma compuesta que fué la mía:
ya no tengo color, ni toco las cosas, ni percibo el espacio, soy un extraño a todo esto.
Me estás viendo ahora con los ojos, hijito mío, pero por más que me estés mirando y
me observes no te darás cuenta de lo que soy realmente. No es con esos ojos que se
me vé ahora, hijito.
- Ojalá, hijito, que tú también salgas de tí mismo como los que sueñan en el sueño,
pero tú sin dormir!
- Ahora sí, finalmente, me has dejado mudo de asombro. Yo he perdido mis sentidos
comunes y sin embargo te veo siempre con la misma estatura, Padre, y con la misma
forma exterior.
- En éso te equivocas: pues la forma mortal es día a día diferente: cambia con el
tiempo, aumenta o disminuye, y así engaña.
- Lo que no está corrupto, hijito, lo que carece de límites, lo que no tiene colores, ni
forma, lo inmóvil, desnudo, brillante, lo que no puede captarse sino en sí mismo, el
inalterable Bien, lo Incorporal.
- Realmente, Padre, ¡estoy enloquecido! Porque creo que me has hecho sabio, pero la
percepción de mi pensamiento está embotada!
- Y así es como ocurre, hijito mío. Porque el fuego sube, la tierra cae, el agua es
húmeda, el aire sopla... pero ¿como habrías de percibir por el sentido lo que no tiene
dureza, ni humedad, lo inasible, lo impenetrable, lo que sólo se puede concebir por su
poder y su energía, lo que requiere la capacidad de entender lo que es nacer en dios?
7- ¿Es que yo no la tengo, oh padre?
- Que no sea así, hijito, atráela a tí y vendrá, quiérela y será. Reprime los sentidos del
cuerpo y se producirá el nacimiento de la divinidad, purifícate del castigo irracional
de la materia.
- Dímelo, padre.
El próximo escalón, hijito, es el pedestal de la justicia. Mira cómo, sin juicio, arroja a
la injusticia. Y ella ausente, hijo mío, nos hallamos justos. LLamo a nosotros, en
sexto lugar, a la que lucha contra la ambición, la fraternidad.
11- ¡Oh padre, el Dios me ha hecho inquebrantable! Me represento las cosas que veo,
no con los ojos sino con la energía intelectual lograda por los poderes. ¡Estoy en el
Cielo, en la Tierra, en el agua, en el aire; estoy en los animales, en las plantas; en el
vientre, antes del vientre, después del vientre, estoy en todas partes! Pero dime algo
todavía: ¿Cómo es que los castigos de la Tiniebla, siendo doce en número, son
rechazados por diez poderes? ¿Cómo se realiza, oh Trismegisto?
12 -Este escenario del que hemos salido, hijito, consiste en el círculo zodiacal que
está, a su vez, compuesto por el número de los doce seres, que son de una única
naturaleza, y signos de todas las formas, para perdición del hombre. Entre ellos hay
algunas parejas que en la práctica son como uno sólo - la cólera y la precipitación,
por ejemplo, son inseparables - o imposibles de distinguir. Por donde, hablando con
corrección, es bien posible que doce abandonen, que los diez poderes, es decir la
Década, las expulsen. Porque la Década, hijito mío, engendra el alma: pues Vida y
Luz son uno, allí nace el número de la Unidad, del Espíritu. Por consiguiente y según
la razón, la Unidad contiene a la Década, y la Década a la Unidad.
14 - Dime, padre, este cuerpo nuevo formado por los poderes, ¿puede tambier sufrir
la disolución?
15 - Quisiera, oh padre, el himno de alabanza que tú dijiste haber oído de los Poderes
cuando estuviste en la Ogdóada.
17 " Que toda la Naturaleza del Mundo preste oídos a este himno.
Arboles, no os agitéis!
Al que ordenó al Agua dulce salir del Océano y regar la tierra habitada y la
deshabitada, para que todos los hombres se alimenten y vivan,
Al que ordenó al Fuego que se manifestara para toda utilidad de dioses y de hombres.
Ofrescámosle todos juntos esta alabanza, al que vuela por arriba de los Cielos, al
Constructor de toda la Naturaleza.
Sublime Conocimiento, iluminado por tí, por tí celebro la Luz espiritual en espiritual
alegría.
19 Esto es lo que claman en mi los Poderes: cantan al Todo, cumplen tus deseos, tu
Voluntad, que de Tí viene y a Tí retorna,
Tú, el Todo.
20 Tú eres Dios.
Esto es lo que tu hombre, el que te pertenece, clama, por y a través del Fuego, del
Aire, de la Tierra, del Agua, del espíritu, de todas tus criaturas.
Por Tí encontré la alabanza digna del Siglo y obtuve mi deseo, por tu voluntad, el
descanso, pues vi cumplida, por tu deseo, esta alabanza."
A Tí, principio generador de toda generación, yo, Tat, elevo a Dios mis ofrendas
racionales.
- Hijo mío, ofrece una ofrenda agradable al Dios Padre de todas las cosas. Pero
agrega siempre, hijito, "por el Nombre".
- Me congratulo, hijito, que por la Verdad hayas producido buenos frutos, una
cosecha inmortal. Habiendo aprendido estas cosas de mí, prométeme el secreto de
esta virtud, que a nadie, hijito, revelarás la forma de trasmitir la regeneración, para
que no vengamos a ser divulgadores.
1 Como mi hijo Tat, en tu ausencia, quiso que lo instruyera sobre la naturaleza del
universo, y como no me permitió posponerlo, y como es hijo mío y neófito iniciado
de hace poco a los detalles del conocimiento, tuve que hacerlo para él en forma
extensiva para que le fuera más fácil seguir la instrucción.
Porque declaro que todas las cosas que vienen a la existencia lo hacen por otro. No
puede haber nada más antíguo y previo a todas las cosas que vienen a la existencia
sino el Unico que nunca comenzó a ser.
3 El cual es también el más poderoso y mejor, Uno y Sólo realmente Sabio en todas
las cosas, y porque no hay nada anterior a El, por consiguiente, es Primero y Principio
respecto de la multitud y de la dimensión, y por su diferenciación con lo que viene al
ser, y por la continuidad de la creación.
Además lo que viene al ser es visible, El en cambio invisible. Y por éso es porque
crea, para ser visto. Y porque siempre crea, siempre es visible.
¿Qué hay más dulce que tener un noble y verdadero padre? ¿Quién es y cómo
conocerlo? ¿Es justo sólo a El llamarlo Dios, o el Creador o el Padre, o las tres cosas?
Dios sí por el Poder, Creador por la Energía, Padre por la Bondad. Por que es Poder,
diferenciado de lo que viene al ser, es Energía en todas las cosas que vienen al ser.
Dejando de lado las muchas palabras y las vanas, digamos que sólo hace falta
entender dos cosas: la Criatura y el Creador, porque entre estos dos no hay nunca
ninguna tercera cosa.
5 Piensa todo y escucha todo, pero retiene estos dos y considera que estos dos son
Todo, no poniendo en consideración ninguna otra cosa, ni de lo alto ni de lo de abajo,
ni de los dioses ni de lo que cambia, ni de lo que está en lo profundo. Dos son Todo:
la Criatura y el Creador, y es imposible separar a uno del otro. Porque el Creador no
puede existir sin la Criatura. Porque ambos son lo mismo, y por éso ninguno puede
existir sin el otro, es decir sin sí mismo.
6 Por consiguiente, si el Creador no es otra cosa sino el hecho de crear, único, simple,
sin mixtura, es necesario que crear no sea otra cosa que crear, porque el crear del
Creador es traer a la existencia y todo lo que viene a la existencia es imposible que lo
haga por sí mismo, sino que es necesario que lo que viene a la existencia venga por
otro.
Lo que viene al ser, sin el Creador, no viene al ser ni continúa siendo. Separados uno
del otro, ambos pierden la naturaleza propia, privados de lo otro. Si se acepta pues
que estos dos son todo el ser, lo que viene a la existencia y el Hacedor, ambos son
Uno por la unidad, el uno primero, el otro después, precediendo el Dios Creador y a
continuación la Criatura, cualquiera que ella sea.
¡Oh, qué tremendo extravío es la ignorancia de cómo es Dios! A los que tal opinan
les ocurre algo extrañisimo: pretenden ser piadosos y honrar a Dios, pero al oponerse
a que haya creado todas las cosas, a más de desconocerlo comenten una gran
impiedad, pues le atribuyen el desprecio o la impotencia. Si no creó todas las cosas,
lo hizo o porque es soberbio o porque no puede, lo que es una impiedad.
9 A Dios pues sólo se le puede atribuir el Bien, y el bondadoso no es soberbio o
incapaz. Porque Dios no es sino el Bien, el total Poder de hacer todas las cosas, pues
todo lo que viene a la existencia viene por Dios, es decir por el Bueno y por el Capaz
de hacer todas las cosas.
Si ahora quieres saber cómo lo hace y cómo es que las cosas vienen a la existencia, tú
lo puedes: ¡Mira la bellísima y muy semejante imágen!
10 Mira cómo siembra el agricultor la semilla en el campo, aquí trigo, allá cebada,
más allá otra semilla. Míra como planta planta viñas, allá manzanos, más allá
cualquier otro frutal. Así fué como el Dios sembró la inmortalidad en el Cielo, los
cambios en la Tierra, y en todas las cosas Vida y Movimiento. Y el universo no
consiste de muchas cosas, sino de pocas y fáciles de enumerar: Todo son cuatro,
además de Dios y de la Creación, en los que están encerrados todos los seres.
XV Se supone la inexistencia de este
manuscrito o su pérdida.
Corpus Hermeticum
Tratado XVI Definiciones de Asclepio al
rey Amón.
Sobre Dios, la materia, el mal, el Destino,
el Sol, la entidad inteligible, la entidad
divina, el Hombre, el plan de la Plenitud,
los siete planetas, la imagen del Hombre.
1 Querido rey:
Te envío este tratado como corona y memento de todos los anteriores, compuesto no
de acuerdo a la opinión vulgar, antes bien en contra de ella. Tú mismo notarás que
inclusive se contradice con cosas que ya dije.
Más aún, decía, que cuando los Griegos los tradujeran a su lengua se oscurecerían
aún más, resultando en una distorsión mayúscula del texto y una oscuridad total.
2 Expresado en la lengua patria este texto tiene un sentido claro: en efecto, la propia
calidad del sonido y del poder de las palabras egipcias incluye la energia de lo que se
quiere decir.
Por tanto, querido rey, en cuanto te sea posible - y tú todo lo puedes - no permitas que
se traduzca este texto a fin de que tan grandes misterios no lleguen a los Helenos, ni
la orgullosa y floja elocución griega y, por así decir, sus falsas gracias, hagan
desaparecer la venerabilidad, la solidez y la eficacia de las palabras de nuestra lengua.
Pues los Griegos, oh rey!, no tienen más que discursos vanos, buenos para
demostraciones, y éso es la filosofía griega: charlatanería vacía. Nosotros en cambio
no usamos palabras simples, sino vocablos cargados de poder.
3 Comenzaré pues el discurso invocando al Dios, soberano, creador, padre y
envoltura de la totalidad, que siendo todas las cosas es Uno y siendo Uno es todas las
cosas: porque la Plenitud de todas las cosas es una y en Uno, no que el uno se
desdoble, sino que ambos son Uno.
Porque es necesario que todas las cosas sean Uno, si el Uno existe, - y claro que
existe y nunca deja de ser Uno - para que no se destruya la Plenitud.
4 Observa cómo, de las partes más centrales de la tiera, surjen muchas fuentes de
agua y de fuego, y cómo, a las tres naturalezas, del fuego, del agua y de la tierra, se
las ve saliendo de una misma raíz: por donde se ha llegado a creer que existe un único
depósito de toda la materia, el cual, de abajo, provee la materia misma, y en forma
simétrica, de arriba, recibe la determinación esencial.
5 Así es como el hacedor, es decir el Sol, mantiene unidos el cielo y la tierra: lanza
abajo la entidad determinante, fuerza a ascender la materia, atrae a su alrededor y
hacia sí mismo todas las cosas, y de se propia mismidad da todo a todos y regala
generosamente la luz. El es la causa por quién las buenas energías se derraman no
sólo en el cielo y en el aire, sino también sobre la misma Tierra, hasta en su fondo
más profundo, y en el abismo.
6 Por otra parte, si existe una entidad determinante inteligible es la masa del Sol, y
podría decirse que está contenida en la luz. Ahora bien, de qué se compone y de
dónde procede, sólo el Sol lo sabe porque está cerca de sí mismo por naturaleza y
lugar, y nos vemos obligados a conjeturar por que no lo podemos mirar.
7 Pero aún así ver el Sol no es una conjetura: una misma espléndida luminosidad
inunda el mundo entero, en sus partes inferiores y en las superiores: porque el Sol
está puesto en medio del mundo, portándolo como su corona, y, como buen
conductor, sujeta firmemente el carro del mundo, bien que ceñido a sí mismo, para
que no caiga en el caos.
El cambio es la duración de todo cuerpo, cambio sin disolución para los cuerpos
inmortales, cambio con disolución para los mortales. Y esto es lo que diferencia al
inmortal del mortal y al mortal del inmortal.
10 A semejanza de su luz, que nos llega permanentemente, así también el Sol crea la
vida sin cesar, indefinidamente, en todo lugar, a través de todos los órdenes. Pues lo
rodean genios en múltiples órdenes y variadísimos escuadrones, semejantes a un
ejército.
11 Pues la impiedad es la mayor maldad de los hombres para con los dioses: ya que a
los dioses les corresponde hacer el bien, a los hombres ser piadosos, y a los genios
auxiliar.
Los demás atrevimientos que los hombres cometen por extravío, o por temeridad, o
forzados por lo que llamamos Destino, o por ignorancia, todas esas cosas, los dioses
no las tienen en cuenta. Sólo la impiedad cae bajo la ley de la justicia.
12 El Sol es tutela y alimento de todas las especies: y, así como el mundo inteligible
rodea al mundo sensible para llenarlo y henchirlo de múltiples y variadísimas formas,
así a su vez, el Sol, rodea a todo el mundo para henchir la masa de todos los seres que
aparecen en la generación, y fortificarlos.
13 Ahora bien, bajo las órdenes del Sol está el coro de los genios, o mas bién los
coros: pues son muchos y variadísimos, comandados por las categorías de los
planetas, en igual número para cada planeta . Clasificados y ordenados así son
servidores de cada uno de los planetas, buenos y malos genios segun sus naturalezas,
es decir según sus operaciones: pues todo el ser del genio es actividad, pero hay
algunos de ellos en los que hay mezcla de bien y de mal.
14 Todos han recibido potestad sobre los asuntos y alborotos de la tierra, y provocan
problemas de todo tipo a las ciudades y a las naciones en general, y en particular a
cada indivíduo. Nos cambian y excitan el alma hacia ellos, metidos como están en
nuestros nervios y médulas, en nuestras venas y artérias, y en el cerebro mismo,
extendiéndose hasta nuestras propias entrañas.
15 Una vez nacidos y recibida el alma, quedamos a cargo de los genios que en el
preciso instante del nacimiento están de guardia y al comando de los planetas: porque
a cada instante los genios se substituyen unos a otros. No son siempre los mismos,
sino que se van turnando.
Luego pues que se han introducido entre las dos partes del alma, la atormentan por
medio del cuerpo de acuerdo a la actividad que les corresponda: sólo la parte racional
del alma queda fuera del dominio de los genios, digna de Dios y apta para recibirlo.
16 Por consiguiente cuando por intermedio del Sol brilla un rayo divino en la parte
racional (y estos casos son pocos), los genios se apartan: nadie puede nada, ni un
genio ni un dios, frente a un sólo rayo de Dios. Los demás hombres son llevados y
traídos, en cuerpo y alma, por los genios, y ellos mismos aman y quieren las fuerzas
de los genios que actúan en ellos. Y es la razón, no el amor, la extraviada y la causa
del extravío.
Así pues la administración de la tierra está entera en manos de los genios y se ejerce a
traves de nuestros cuerpos. Fué a esta administración a la que Hermes llamó Destino.
Alrededor del Sol gravitan las ocho esferas que de él dependen : una la de las estrellas
fijas, siete de las errantes, y de éstas una gira en torno de la Tierra. Estas son las
esferas de que dependen los genios, y de los genios los hombres. Y así todos y todas
las cosas dependen de Dios.
18 Por éso el Dios es el padre de todas las cosas, el Sol el creador, y el mundo el
órgano de la creación.
El cielo está gobernado por la entidad inteligible, los dioses por el cielo, y los genios,
a las órdenes de los dioses , gobiernan a los hombres: es así como están dispuestos los
ejércitos de los dioses y los genios.
Por ellos Dios hizo todas las cosas para sí mismo, y todas las cosas son partes de
Dios: si todas son partes, Dios es sin duda todas las cosas.
Haciendo pues todas las cosas, se hace a sí mismo, y es imposible que se detenga
porque él mismo se detendría.
Así como Dios no tiene fin, así tampoco su obra no tiene ni comienzo ni fin.
Corpus Hermeticum
Tratado XVII (Original incompleto y sin
título)
....si reflexionas, ¡oh rey!, también los incorporales entre los cuerpos.
- Los cuerpos que se ven en los espejos ¿no te parecen que son incorporales?
- Pero hay otros incoporales, por ejemplo las figuras que se manifiestan en los
cuerpos, y no sólo de los seres animados sino también de los inanimados ¿no piensas
que son también incorporales?
- Así pues, ha y una reflexión de los incorporales en los corporales y de los corporales
en los incorporales, de manera que lo sensible se refleja en el mundo espiritual y lo
espiritual en el sensible. Por eso, ¡oh rey! reverencia las estátuas porque también ellas
son figuras del mundo espiritual.
- ¡Oh profeta! es hora que me ocupe de mis huéspedes - dijo el rey levantándose -.
Mañana continuaremos el estudio de lo divino y el tema que nos ocupa.
Corpus Hermeticum
Tratado XVIII. Sobre las trabas que ponen
al alma las cosas que provienen del
cuerpo.
1 Cuando en un concierto que promete a los espectadores las delicias de una melodía
de armonías bellas, un intrumento desafina, el propósito de los músicos cae en
ridículo. Porque cuando el instrumento no logra ejecutar lo que de él se exige, los
espectadores se burlan del ejecutante. Se vitupera el error, aunque incansablemente y
con buen talento ofrezca su obra de arte.
2 Si el artista ha querido con toda su buena voluntad participar del concurso musical,
si previamente el trompetista hizo gala de su ciencia y los flautistas en sus dulces
instrumentos produjeron la agradable melodía y por el caramillo y el plectro dieron
cumplimiento a la lírica canción, nadie atribuirá culpa alguna al soplo del músico ni
al Supremo, sino que lo admirará y honrará como corresponde, y en cambio acusará
de avería el instrumento que ha puesto obstáculo a la magnífica belleza, trabado la
melodía del músico y privado a los oyentes del agradable canto.
3 Y así es igual respecto de nosotros, que ningún espectador por falla de nuestro
cuerpo venga a acusar impíamente a nuestra raza, mas antes que admita que Dios es
un Soplo incansable , que posee siempre la misma ciencia que le es propia, y que
hace uso en todo y por todo de la misma prosperidad y de la misma beneficencia.
4 (Llevando las cosas al extremo, la materia que usaba Fidias el escultor no le fué lo
suficientemente sumisa como para perfeccionar la multiplicidad de su obra)
6 Pues yo mismo he visto artistas que aún sin apoyarse en la virtud de la lira, y
cuando se ejercitaban en algún noble tema, muchas veces usaban de sí como
instrumento musical, afinaban su cuerda con recursos secretos, y lograban,
trastocando su habilidad en gloria, el soberbio asombro de los oyentes.
Se cuenta también acerca de un cierto tañidor de cítara que habíase ganado el favor
del dios de la música, que al participar de un concurso de cítara estaba impedido por
la rotura de una cuerda, la ayuda del Supremo suplió la cuerda y le concedió la gracia
del galardón. La providencia del Supremo substituyó la cuerda por una cigarra, que
posándose en la cítara completó la melodía de la cuerda faltante, y así el tañidor,
consolada su pena con la salud del instrumento, logró el galardón de la victoria.
8 Dado pues que el artista ajusta su lira en primer lugar para el rey y su música es el
panegírico y su objetivo la alabanza real, lo primero que hace es impulsar su alma
hacia el altísimo Rey del universo, el buen Dios y, comenzado el camino desde lo
alto, desciende después con orden hacia el que como imagen de Aquel, gobierna el
cetro, pues agrada a los mismos reyes este camino descendente de lo alto a lo inferior
y que de allí, de donde les fué concedida la victoria, procedan en justa consecuencia
las esperanzas.
9 Que así pues el músico se vuelva hacia el Rey grandísimo, Dios del universo, que
es siempre y en todo inmortal, eterno y eternamente Emperador, primer glorioso
Vencedor de quién luego los herederos de la Victoria logran sus victorias.
10 Es a esa alabanza a la que ahora desciende nuestro discurso, hacia los reyes,
árbritos de la común paz y seguridad, a quienes el Supremo Dios ha llevado a la cima
de la autoridad máxima y absoluta desde hace largo tiempo, a quienes la diestra de
Aquel condujo a las logradas victorias, para quienes fuera dispuesto el premio del
combate antes de que se viera la supremacía en la guerra, cuyos trofeos estaban
alzados antes de entrar en batalla, para quienes la realeza estaba preparada de
antemano y más aún el predominio en todas las cosas, quienes ya antes de ponerse en
marcha los ejércitos, pasmaban al bárbaro.
Como el Sol, que nutre los renuevos germinales de todas las plantas, es el primero
que cosecha las primicias del fruto con las inmensas.
Corpus Hermeticum
Libro sagrado de Hermes Trismegisto
dirigido a Asclepio.
1 Dios, sí, Dios te trajo, ¡oh Asclepio!, a que asistieras a esta conversación divina,
que lo es con razón, porque de todas las que hasta ahora tuvimos o que a nosotros nos
inspiró el númen divino, esta aparecerá, por su escrupulosa piedad, como la más
divina. Que si te mostraras capaz de comprenderla, tu alma será colmada de todos los
bienes - si es que en verdad hay muchos bienes y no Uno sólo, en el que están todas
las cosas. Porque ambos términos son recíprocos, pues todas las cosas dependen de
Uno y este Uno es todas las cosas. De tal manera están unidos uno al otro que es
imposible separarlos. Pero entenderás ya estas cosas a lo largo de la exposición de
nuestro discurso, si prestas diligente atención.
Ahora, oh Asclepio!, ve y llama a Tat, que no está muy lejos, para que él también
asista.
Venido Tat, Asclepio propuso que también asistiera Amón. A lo que Trismegisto
dijo: "No hay en mí animadversión alguna en su contra: antes bien recuerdo que a él
le dirigí muchos de mis escritos, como lo hice también con Tat, hijo muy amado y
querido, a quién consagré muchos tratados de la naturaleza, e innumerables
exotéricos. Pero este tratado de hoy lo escribiré en tu nombre.
Luego de Amón, no llames a nadie más, no sea que un tema tan religioso y de tanta
importancia sea profanado por la presencia e intervención de muchos. Es impío
divulgar masivamente un asunto tan lleno de la entera majestad de Dios."
Entrado Amón al santuario y lleno el santo lugar de la piedad de los cuatro varones y
de la presencia divina, embargados en venerable silencio, pendía el ánimo de todos de
los labios de Hermes, cuando el divino Cupido comenzó así:
- ¡Ay Asclepio, qué rápido dejaste el camino verdadero de la razón! ¿No dije ya que
Todo es Uno y Uno es Todo, puesto que todas las cosas estaban en el Creador antes
que las creara? Y no sin razón se dice que El es todas las cosas pues todas son partes
suyas. Tendrías que recordar siempre en toda esta discusión que Uno es el Todo, y El
mismo, el Creador de todas las cosas.
Todo baja del Cielo a la tierra, al agua y al aire, y sólo el fuego, que va hacia arriba,
vivifica, y lo que va hacia abajo a él se subordina.
Todo lo que de ol alto desciende es generador, y por el contrario lo que emana hacia
arriba es nutriente. Solo la Tierra, que es propio sostén de sí misma, es receptáculo de
todas las cosas, y restituidora de todas las especies que antes acogió. Esto es pues el
Todo, como te recordarás, que contiene todas las cosas y es todas las cosas.
3	Ahora bien, cuatro son los elementos de los que está formado el Mundo, a
saber, fuego, agua, tierra, aire. Pero Uno es el Mundo, Una el Alma, Uno Dios.
Préstame ahora toda tu atención, cuanto pueda tu mente, cuanto valga tu astucia.
Porque la razón de lo divino, que se conoce por aplicación de la mente divina, es
semejante a un torrente que se precipita de lo alto con impetuosidad incontenible, de
manera que, por la gran rapidez, se adelanta a nuestra percepción, no sólo de los que
la están escuchando sino también de los que la enseñamos.
Prosigamos. El Cielo, dios sensible, es quien administra todos los cuerpos, cuyo
crecimiento y disminución dependen del Sol y de la Luna. Pero el Cielo, y la misma
Alma y todas las cosas, Dios que las creó es el que las gobierna. Desde todos estos
cuerpos celestes, gobernados por Dios mismo, emanan constantes influencias que se
ejercen a través de la materia y del ser íntimo de todas las especies y de cada
individuo en la general naturaleza. La materia ha sido preparada por Dios para ser el
receptáculo de las formas múltiples individuales, pero la Naturaleza conforma la
materia en lo particular por medio de los cuatro elementos y conduce hasta el Cielo la
totalidad de los seres que complacen las miradas de Dios.
4 Todas las cosas pues que dependen de lo alto se dividen en formas individuales de
la siguiente manera: Los individuos de cada género toman la forma del género, de
manera que el género mantenga su uniformidad como totalidad, y el individuo sea
una individualidad suya. No es así sin embargo en los dioses, en los cuales cada
individuo es su propio género. Lo mismo ocurre en los demonios. El género de los
hombres, e igualmente el de las aves y el de todos los seres que contiene el Mundo
engendra a los individuos dentro de su propia similitud. Hay otro género de seres
vivos, género en verdad sin alma pero no carente de reacción, por donde mejora con
los buenos tratos y decae y perece con los malos. Me refiero a todos los que viven de
la integridad de sus raíces y ramas, y que abundan dispersos por toda la tierra.
	Por su parte, el Cielo está lleno de dioses, cuyos géneros superiores habitan allí
como individuos, los cuales, todos sin excepción, son inmortales. Por otro lado, los
individuos son parte del género, como el hombre de la humanidad, de donde se sigue
que, a pesar de que todos los géneros son inmortales, no todos los individuos lo son.
Es que en el género de los dioses, el género y el individuo son inmortales, pero en los
demás, el género sólo tiene la eternidad, porque aunque el individuo muera, se
conserva gracias a la fecundidad de los nacimientos, y, en consecuencia, los
individuos son mortales, de manera que los hombres son mortales, pero la humanidad
es inmortal.
5 Por otra parte, los individuos de todos los géneros se entremezclan con todos los
géneros, unos porque fueron hechos antes, otros porque derivan de aquellos que
fueron hechos. Y las seres que derivan lo hacen o a partir de los dioses, o de los
dáimones o de los hombres. Es imposible que los cuerpos se formen sin el apoyo
divino, que los individuos se configuren sin ayuda de los dáimones, y lo seres sin
alma que puedan plantarse y cultivarse sin los hombres. Por consiguiente si cualquier
dáimon proveniente de su género a la individuación, se encontrare junto a algún
individuo del género divino, por causa de la proximidad y del comercio con éste, será
considerado semejante a los dioses. En cambio los individuos de los dáimones que se
mantuvieren en la cualidad de su género, a éstos los llamamos dáimones amantes de
los hombres. Lo mismo ocurre con los hombres o aún más. Múltiples y variados son
los ejemplares humanos, y cada uno, proveniente y en comunicación con el género
antes mencionado, entra en intensa comunicación con muchos individuos y, por
necesidad, casi con todos. De tal manera que casi llega al estado de un dios el que,
por la Mente, por la que está unido a los dioses, se une a ellos por medio de la
religión divina; como a los dáimones el que a ellos unido está, y todos los demás
individuos humanos se asemejarán al género de los individuos que frecuenten.
6 ¡Oh Asclepio, qué gran maravilla es el hombre, un ser vivo digno de reverencia y
de honor, que puede casi como traspasarse a la naturaleza de un dios, como si él
mismo fuera un dios! Conoce al género de los dáimones, pues sabe que con ellos
tiene un origen común. Desprecia en sí lo que tiene de humano para pasar a
entregarse a su otra parte divina. ¡Oh, de qué mezcla privilegiada fue hecho el
hombre! Unido a los dioses por la parte que tiene connatural con ellos, su propia parte
terrenal desprecia en conciencia; los demás seres, a los que está necesariamente unido
por disposición divina, los abraza a sí por el lazo del amor. Alza al Cielo la mirada. Y
así pues, está colocado en la feliz posición del mediador, a fin de que otorgue su amor
a lo inferior a él, y sea amado por los superiores a él. Cultiva la tierra, se confunde
con los elementos por la velocidad de la mente, desciende a las profundidades del
mar por la penetración de su espíritu. Todo lo alcanza. El Cielo no le parece
demasiado alto, pues la sagacidad le permite medirlo como si lo tuviera en la mano.
Ninguna bruma del aire obscurece la atención de su espíritu. La compacta tierra no
detiene su labor, ni la inmensa profundidad de las aguas obstaculiza su mirada. Es, a
la vez, todas las cosas, y está, a la vez, en todas partes. 	
Todos los géneros de seres vivos que tienen alma, poseen raíces que van desde arriba
hacia abajo, los que en cambio no tienen alma, crecen de abajo hacia arriba
expandiendo sus ramas desde las raíces. Algunos itenen dos tipos de alimentos, otros
uno sólo. Dos son los alimentos, los del alma y los del cuerpo, ambas partes que
forman el ser vivo. El alma se alimenta del movimiento del Cielo siempre cambiante.
Los cuerpos crecen de lo que se toma del agua y de la tierra, los alimentos del mundo
inferior. El Espíritu, que todo lo invade, entremezclado con todas las cosas a todas
otorga vida, y agrega al hombre la mente en más del entendimiento o razón. Mente,
quinta parte, sólo al hombre concedida, y que proviene del Éter, y, de esta manera, al
hombre, sólo al hombre de entre todos los seres vivos, la Mente adorna y sostiene,
eleva y exalta para que llegue al conocimiento del Nombre divino.
7	Os hablaba al comienzo del tema de la unión con los dioses, de la que sólo
disfrutan los hombres por concesión de los dioses mismos - me refiero a aquellos que
han alcanzado tal felicidad y don de percibir por la mente aquel divino conocimiento
del Nombre, divinísima Mente que sólo en Dios existe y en el hombre.
- No todos los hombres, Asclepio, poseen la verdadera mente, sino que se dejan
engañar por la fantasía arrastrados por la precipitación, sin nada confrontar con
ninguna razón verdadera, fantasía que da origen a la maldad en las mentes, y
transforma un magnífico ser vivo en una fiera y de costumbres propias de brutos.
Pero de la Mente y de asuntos similares les daré explicación cuando también tratemos
del Espíritu.
Pues bien, el hombre es el único ser vivo doble: una de sus partes es simple, la que
los griegos nombran OUSIODES y que traducimos "figura de la semejanza divina".
Las otra parte es cuádruple, que los griegos llaman HYLIKON y nosotros "material",
de la que está hecho el cuerpo, que envuelve a la otra parte que hemos llamado divina
rodeándola, y en la cual, protegida, como detrás del muro del cuerpo, reposa, sóla
consigo misma, la divinidad de la intimidad pura del alma, y sus parientes, los
sentidos de la mente.
- ¡Qué bien cuestionas, oh Asclepio! y rogamos al Dios que nos conceda la facultad
de explicarte este tema. Como todas las cosas dependen de su Voluntad, tanto ella
como las cosas que se refieren a la entera Sublimidad, son los asuntos cuya
explicación buscamos.
8	Escucha, pues, Asclepio. El Señor y Hacedor del Universo, que con razón
llamamos Dios, que hizo un segundo dios que pudiera verse y tocarse, - dios segundo
que llamé "sensible" no debido a que sienta (de lo cual, si siente o no, lo diremos en
otro lugar) sino a que cae bajo el sentido de los que lo contemplan - cuando, pues,
Dios, de sí el primero, hubo producido este segundo y lo hubo visto hermoso, pues
contiene en plenitud la bondad de todas las cosas, lo amó como parto de su divinidad.
Y entonces, como Todopoderoso y Bueno, quiso hacer otro más que pudiera
contemplar al que había sacado de sí mismo, e inmediatamente hace al Hombre,
imitador de su Nombre y de su Diligencia. La sóla Voluntad de Dios es la Perfección
suma, de tal modo que en un mismo y único instante de tiempo coexisten su querer y
su realizar. Como hizo al hombre OUSIODES y comprendió que no podría tomar
cuidado de todas las cosas si no lo pusiera dentro de una textura material, le tejió un
domicilio corporal y mandó que todos los hombres fueran compuestos de ambas
naturalezas, confundiéndolas y mezclándolas tanto como fuera necesario. Entonces el
hombre quedó conformado de alma y cuerpo, es decir de la naturaleza eterna y de la
mortal, de tal manera que conformado así como ser vivo pudiera dar satisfacción a
sus ambos orígenes: mirar y adorar las cosas celestes, y cultivar y gobernar las
terrenas.
Con todo y en este caso, llamo "mortales" no al agua y a la tierra, que junto a los
otros dos elementos están sometidas al hombre, sino a las cosas que el hombre hace
en ellas o a partir de ellas, como la agricultura y la ganadería, la arquitectura, los
puertos, la navegación, las comunidades, las relaciones mutuas, que son un lazo
firmísimo que une a la humanidad consigo misma y con la parte del mundo que son el
agua y la tierra. Esta parte terrena del mundo se conserva por el conocimiento y
ejercicio de las artes y las ciencias, sin las cuales no quiso Dios que el mundo fuera
perfecto. Y lo que al Dios le place síguese necesariamente, porque el ser acompaña su
querer. Y no es creíble que al Dios le venga a disgustar lo que quiso en primer lugar,
porque sabía mucho antes lo que habría de existir y que le complacería.
9	Pero ahora, Asclepio, estoy viendo ya con qué ansiedad y atención estás
esperando oír acerca de cómo el hombre puede amar y cuidar del Cielo y de las cosas
que hay en él! Escucha pues ¡oh Asclepio!: 	Amar el Cielo y amar los seres que
están allí consiste sólo y únicamente en rendirles frecuente honor y reverencia. Esto
no lo puede hacer ningún otro ser vivo, ni los dioses ni los animales, sino sólo el
hombre. El Cielo y los seres celestes se complacen en la admiración de los hombres,
en su adoración, sus alabanzas, sus ofrendas reverentes. No es sin causa que para
estar entre los hombres fue enviado por la suma Deidad el coro de las Musas, es
decir, para que el terreno mundo no fuera siempre salvaje por falta de la suavidad y
dulzura de la música, para que, por el contrario, con cantos inspirados por las Musas,
los hombres celebraran alabanzas a Aquel que siendo único es el Todo y Padre de
todas las cosas, de forma que a las alabanzas celestes no dejara de corresponder, en la
tierra, una suave armonía. A unos poquísmos hombres, hombres de limpio raciocinio,
les fue otorgado el venerable cuidado de observar el cielo.
Por consiguiente, el hombre es un ser vivo, y no digo que sea inferior por su parte
mortal, sino que aún más y como engrandecido por el hecho de ser mortal, está
capacitado con mayor aptitud y eficacia para un objetivo específico, a saber, que
como no podría ser útil a ambas naturalezas si de ambas no hubiera sido hecho, fue
hecho de ambas, para que se ocupara de cuidar la Tierra y de amar a la Deidad.
10	La enseñanza que sigue ahora, quiero, Asclepio, que la escuches con sagaz
atención y a más con la vivacidad de tu espíritu. Muchos considerarán que no merece
fe, pero debe ser recibida en las almas sanas como entera y verdadera.
Así es pues como la humanidad ha sido hecha, por un lado divina, por otro mortal,
consubstanciada en un cuerpo.
Ahora bien, para que el hombre fuera completísimo en ambas partes, advierte que fue
formado, en cada una de ellas, con cuatro elementos: dos pies y dos manos y los
demás miembros del cuerpo para que sirva al mundo inferior, es decir, terreno; y
aquellas cuatro partes que son el espíritu,
De tal forma, pues, hecho y conformado, puesto por el máximo Dios a cargo de tal
ministerio y tal ofrenda, para que ordenadamente conserve mundo al mundo y rinda
culto al Dios, cumpliendo con dignidad y eficiencia la voluntad del Padre en ambos
roles, a un tal ¿con qué recompensa crees que deberá ser recompensado - puesto que,
siendo el mundo la obra de Dios, quién conserve e incremente diligentemente su
belleza coopera con la voluntad de Dios, ya que por medio del instrumento, que es su
cuerpo, cuida y embellece en el trabajo diario la hermosa figura del mundo que Dios
creó para un divino propósito - sino con aquella que recompensó a nuestros padres y
que también nos recompensará a nosotros, si fuera del agrado de la divina
misericordia y que tanto esperan nuestros piadosísimos deseos, es decir, que
cumplido nuestro servicio y ya libres de la custodia del mundo, puros y libres de todo
lo terreno nos restituya a la parte superior, es decir divina, de nuestra naturaleza?
- Este es el premio para los que viven en piadosa relación con Dios y diligentes con el
mundo. Por el contrario, a los que vivan en la impiedad se les negará el premio y, aún
más, migrarán a un otro cuerpo vergonzoso, incapaz por indigno de lograr la pureza
espiritual.
- Es que a algunos les parecerá increíble, a otros pura fábula y a otros una ridiculez,
¡tan dulce es gozar de los bienes que se obtienen en esta vida corporal! Lo toman, por
así decir, por el cuello, para que se arraigue en su parte mortal, y la maldad, envidiosa
de la inmortalidad, no permite que se dé cuenta de su parte divina. Casi adivinando el
futuro te diré también que después de nosotros no existirá ya el amor simple y
sencillo, la filosofía del frecuente deseo de conocer la divinidad y de la santa religión,
porque son muchos los que ya la corrompen de muchas maneras.
13	- ¡Ay Asclepio! es así como hacen: la mezclan astutamente a disciplinas que
separadas no son comprensibles, como la aritmética, la música, la geometría. Porque
hubiera sido preciso buscar, en las demás ciencias, la pura filosofía que nace de la
sola divina piedad, y admirar el retorno de los astros a sus presignadas posiciones, y
cómo sus cursos obedecen a la permutación de los números, admirar a su vez las
dimensiones de la tierra, sus cualidades y su tamaño, la profundidad del mar, el vigor
del fuego, la actividad y la naturaleza de todas estas cosas, reverenciar y alabar
dignamente el Arte y la Mente divinas. Conocer la música no es sino tener conciencia
del orden que reina en todas las cosas y qué destino le dio a cada una la divina Razón:
pues el Orden de todas las cosas y de cada una en particular, armado por la Razón del
Artífice para un sólo Todo de Todas, compone una sinfonía dulcísima y verísima de
divina música.
Pues el rendir culto a la divinidad con simplicidad de mente y espíritu y el venerar sus
hazañas, el dar gracias también a la Voluntad de Dios, que es la plenitud del Bien, ésa
es la filosofía no violada por ninguna curiosidad inoportuna del espíritu. Y baste por
ahora sobre el tema.
Fue una vez Dios e "Hylé", palabra griega que traducimos como Materia. El Espíritu
estaba junto a la Materia, o mejor dicho estaba dentro de la Materia, bien que no de la
misma manera como estaba en Dios ni como aquellos (principios?, dioses?,
esencias?) de los que nació el mundo estaban en Dios. Porque todavía no habían
nacido, aunque ya existían en El, de donde luego habrían de nacer. Y por los que "no
habían nacido", no queremos referimos solamente a los que todavía no habían venido
a nacer, sino también a los que carecen de la facultad de generar, es decir de los
cuales nada puede nacer. Porque todo los que poseen la facultad de engendrar, son
generadores y de ellos se puede nacer, aunque no hayan nacido de sí mismos. (Porque
nadie duda que se pueda nacer fácilmente de aquellos que nacieron de sí y de los que
todas las cosas nacen). Por consiguiente Dios sempiterno no puede ni pudo ser
engendrado: así fue, así es y así será siempre. Esto es la naturaleza de Dios, un entero
proceder de sí mismo.
Por su parte, "Hylé", la naturaleza de la Materia, y el Espíritu, aunque no aparezcan
como engendrados de un principio, poseen sin embargo la capacidad, en sí mismos,
de nacer y de engendrar. El inicio de la fecundidad está en la manera de ser de sus
naturalezas, que poseen en sí la fuerza y la realidad de concebir y parir. Por donde
solas, pues, son capaces de engendrar, sin el concurso de nadie que las haga concebir.
15	En cambio, respecto de las cosas que no pueden concebir sin el concurso de la
unión con otro, es necesario pensarlas de tal forma que consideremos el espacio o
lugar del mundo y todas las cosas que contiene como
Todas las cosas que están en el mundo se gobiernan y viven por el Espíritu, el cual se
comporta como un órgano o instrumento sometido a la suma voluntad de Dios. Es
suficiente hasta aquí lo tratado.
Dios, por otro nombre el Altísimo, que sólo la razón entiende, es el Rector y el
Gobernador de este dios sensible que abraza en rededor al espacio todo, a la realidad
toda de todas las cosas y a la naturaleza de todo lo que es engendrado y de todo lo
que engendra, y a todo lo que es de cualquiera forma y de cualquier tamaño que sea.
Ahora bien, la fosa del mundo es una redondez a manera de esfera, totalmente
invisible a causa mismo de esta cualidad o forma, y así es que, cuanto más alto subas
dentro de ella para mirar hacia abajo, desde allí no podrás ver su fondo, por donde
muchos piensan que viene a ser como el espacio. Decimos que es visible solamente
en razón de las figuras sensibles cuyas imágenes vemos inscriptas en ella, a la manera
de un cuadro pintado. Pero la verdad es que la Esfera es siempre en sí misma
invisible, de donde su fondo o parte, si es que una esfera tiene fondo, lo griegos
llaman Hades, del griego "idein" que significa "ver", porque no se puede ver el fondo
de una esfera. Por donde a las formas sensibles también se las llama "ideas" porque
son conceptos visibles. Por el hecho pues de que no se pueden ver, porque están en el
fondo de la esfera, los griegos llamaron Hades lo que nosotros Infiernos.
Estas pues son las cosas principales y primitivas y son como cabeza o inicio de todas
las cosas que contienen o que por medio de ellas o de ellas se originan.
- A las materiales, como te dije, la realidad total de todas las formas sensibles que
están allí y de cada una sea como sea su forma.
Por lo tanto, la Materia nutre los cuerpos, el Espíritu las almas. La Mente, que por
regalo celeste la humanidad sola goza - y no todos sino pocos, cuyas almas está así
dispuestas que pueden recibir tan grande beneficio: así como el Sol al Mundo, así esta
Luz esclarece al alma humana, y lo hace aún mejor, porque todo lo que el Sol
ilumina, de tanto en tanto, queda en oscuridad, de noche, cuando interfieren la Tierra
o la Luna . La Mente, pues, una vez entremezclada con el alma humana, conforma
una sóla realidad con ella, tan bien adherida que nunca tales almas se ven
obstaculizadas por las tinieblas del error, por donde con justicia se ha dicho que la
mente es el ser íntimo de los dioses, aunque yo prefiero decir que éso es verdad no de
todos, sino de lo grandes dioses y de los principales.
Hay muchas especies de dioses, y entre ellos unos son "inteligibles", captables por el
pensamiento, y otros "sensibles", perceptibles al sentido. Se los dice "inteligibles" no
porque no puedan caer bajo el sentido, ya que a ellos los sentimos mejor que a los
llamados "visibles", como te lo mostrará la exposición, y tú mismo, si miras con
atención, lo podrás ver. El sublime Nombre y divinísimo, que está más allá de lo que
pueda alcanzar la mente y la perspicacia humanas, si no aceptaras las palabras del que
te habla con la ofrenda atentísima de tus oídos, volará lejos, se diluirá lejos, o más
bien refluirá a sí mismo y se confundirá con los licores de su fuente.
Pues bien, hay dioses que son príncipes de todas las formas sensibles. A estos siguen
los dioses, de los cuales la OUSIA ("esencia" o "realidad") es el príncipe. Estos son
los dioses sensibles, que se asemejan a su doble origen, que por medio de la
naturaleza sensible construyen todas las cosas, una por medio de la otra, cada uno
incluyendo su luz en su propia obra.
El Cielo o lo que sea que por ése nombre se entienda, tiene a Júpiter como
OUSIARCA ("príncipe de la esencia"): pues por medio del Cielo Júpiter concede a
todos la vida. La Luz es el OUSIARCA del Sol: el bien de la Luz se derrama en
nosotros por intermedio de la corona del Sol. Los XXXVI, los "treinta y seis", que se
llaman el Horóscopo, son los astros que determinan las partes siempre fijas del
zodíaco, tienen como OUSIARCA o príncipe al que llaman PANTOMORFOS u
omniforme, el que consolida las diversas formas sensibles de las diversas especies.
Los que se llaman "las siete esferas", tienen como príncipes o OUSIARCAS a la que
llamamos Fortuna o EIMARMENE ("Destino"). Por ellas se transmutan todas las
cosas, bajo la ley de la naturaleza y la constante estabilidad del orden. El Aire es el
órgano o instrumento de todos por medio y a través del cual se hacen todas las cosas.
El OUSIARCA del Aire es el segundo dios que provee a los mortales las cosas
mortales y a éstas sus semejantes. De esta forma, desde el fondo hasta la sumidad de
la esfera, influyendo unas en otras, todas las cosas están interconexas y en
dependencia mutua, y los seres mortales están en contacto y en dependencia de los
inmortales, e igualmente las cosas perceptibles por los sentidos de las que no lo son.
En verdad, los sumos principios obedecen al Gobernador, sumo Señor, y no son
muchos o mejor uno sólo. Porque de uno dependen todas las cosas y de él emanan,
pero cuando se observa a la distancia, parece como si fueran muchos. Juntando todo
se ven que son uno, o mejor dos, de lo qué y por quién se hacen todas las cosas, es
decir, de la Materia, que es de lo que están hechas, y de su Voluntad, por cuya
decisión han sido hechas diferentes entre sí.
- Esta, Asclepio. Dios, pues, o Padre, o Señor de todas las cosas, o nombrado con
cualquier otro nombre más excelso o más reverente que los hombres quieran darle,
que entre nosotros debe ser sagrado y secreto para que nos entendamos mútuamente
(Porque, tomando en consideración la excelsitud de tal Numen, no lo nombramos
definitivamente con ninguno de estos nombres. Porque si el nombre no es más que un
sonido producido por la agitación del aire, para expresar la voluntad o el pensamiento
que un hombre tal vez haya podido concebir en su espíritu a partir de impresiones
sensibles, y si toda la realidad de un nombre se define y se circunscribe en unas pocas
sílabas, y del tal forma justifica el intercambio entre la voz y el oyente, entonces todo
el nombre de Dios es a la vez una impresión sensible, una agitación, un aire y todas
las cosas que en estas tres se consideran, y por las cuales y de las cuales resulta. No
puedo creer que el Hacedor de la majestad del Todo, el Padre o el Señor de todas las
cosas pueda nombrarse con un sólo nombre, aunque sea compuesto de varios. Este
pues Innombrable o, mejor, Omninombrable es el Uno y el Todo, y así es necesario
que todas las cosas sean su nombre o que se nombre con el nombre de todas las
cosas), Este, pues, el Único y el Todo, inmensamente repleto de la fecundidad de
ambos sexos, cuya Voluntad siempre está preñada y siempre pare todo lo que quiere
procrear. Su Voluntad es la Bondad total. Esta misma Bondad de todas las cosas ha
nacido, de su propia divinidad, Naturaleza, para que todas las cosas sean, como son y
como fueron, y para que se provean de allí la naturaleza de hacer nacer de sí mismas
a todas las cosas futuras.
Quiero que guardes bien en tu mente lo que sigue, la más verdadera y evidente de
todas las verdades: el Señor de la Naturaleza toda, Dios, inventó y concedió a todos
los seres este misterio de procrear eternamente, cuyos atributos naturales son el sumo
afecto, la felicidad, la alegría, el deseo y el divino amor. Y hubiera que explicar más
cuánta es la fuerza y la imperiosa necesidad de este misterio, si no fuera bien
conocido de cada uno, en su íntimo sentir, por propia experiencia. Porque en el
momento extremo del orgasmo, al que llegamos después de repetidas frotaciones,
cuando un sexo en el otro vierte su sementera, advertirás que cada uno ávidamente
arrebata y esconde en sí mismo la del otro, y que en ése momento, por la
compenetración mutua, la hembra se apodera de la fuerza del macho y el macho se
abandona a la languidez de la hembra. Por donde el acto de este misterio, tan dulce y
necesario, se realiza en privado, no sea que las burlas del vulgo ignorante
avergüencen a la divinidad de ambas naturalezas durante la unión sexual, y mucho
peor si uno se expone a las miradas de impíos.
22	Los hombres piadosos no son muchos, mas bien son tan pocos que se pueden
contar en el mundo. Porque ocurre que en los muchos se asienta la malicia, por
carencia de buenas costumbres y de la ciencia de cómo son todas las cosas. De la
comprensión del plan divino nace el desprecio y la cura de todos los vicios que hay
en el mundo. Pero si la torpeza y la ignorancia perseveran todos los vicios renacen
con vigor y lastiman el alma con heridas incurables, y finalmente infectada y
enviciada por ellos se inflama como de veneno, salvo en el caso de aquellos que han
hallado la cura total por la disciplina moral y el conocimiento.
Aun cuando, pues, solamente es útil a estos pocos hombres, es válido y digno
continuar el tema que tratamos y darle término, porque la divinidad se ha dignado
compartir su sabiduría y su conocimiento sólo al hombre. Escucha pues.
El Señor y Padre, o para darle su nombre máximo, Dios, es el Hacedor de los dioses
celestes. Así también el hombre es autor y artesano de los dioses que residen en los
templos junto a los hombres, de manera que el hombre no sólo recibe la luz sino que
también la da, no sólo avanza hacia los dioses, sino que también los configura. ¿Te
asombras, Asclepio, y acaso también tú como muchos descrees?
- Estoy confundido ¡oh Trismegisto!, pero de buena gana me inclino ante tus palabras
y juzgo que el hombre es muy feliz porque logró tanta ventura.
-Y no sin razón es digno de que admires a la mayor de las criaturas. Es creencia
generalmente aceptada que la raza de los dioses provino de la más pura y limpia parte
de la Naturaleza, y que sus signos visibles sólo son como la cabeza que está en lugar
de todo el resto, pero que la otra raza de dioses que es la humanidad está constituida
por ambas naturalezas: de la divina que es más pura y en exceso divina, y de la que
está entre los hombres, la materia, de la cual fueron hechos y conformados no sólo de
la cabeza sino además de todos los miembros y de todo el cuerpo. Así es que la
humanidad, siempre memoriosa de su naturaleza y origen, persevera de tal forma en
imitar a la divinidad que, así como el Padre y Señor hizo eternos a los dioses para que
fueran semejantes a El, así la humanidad configura a sus dioses a semejanza de su
propio rostro.
- Sí, Asclepio. ¿Te das cuenta cuánto tú mismo descrees? ¡Estatuas animadas,
repletas de mente y espíritu, hacedoras de tan grandes y estupendos portentos,
estatuas que conocen el futuro y lo predicen por las suertes, la inspiración, los sueños
y por otros muchos recursos, que causan las enfermedades de los hombres y las
curan, que cambian el dolor por alegría a quienes lo merecen!
¿Acaso ignoras, oh Asclepio, que Egipto es la imagen del Cielo, el lugar a donde se
transfieren y descienden todas las cosas gobernadas y producidas desde el Cielo? Y
para decirlo con toda verdad, nuestro país es el templo del mundo entero. Sin
embargo, como a los sabios corresponde conocer lo que vendrá, se impone no
ignoréis lo que sigue:
" Un tiempo vendrá en que se vea que los Egipcios han honrado en vano a los dioses
con espíritu piadoso y religión perseverante: la pureza de la veneración se verá
frustrada y su provecho inútil. Los dioses dejarán la Tierra y volverán al Cielo,
abandonarán Egipto, patria que fue domicilio de venerables liturgias, y vendrá a ser
una Viuda, privada de la presencia de los númenes. Extrañas gentes habrán de invadir
esta región y patria, y serán los que, a más de despreciar la religión, de forma más
insufrible aún habrán de estatuir, con pretendidas leyes y castigos de penas
específicas, que la gente se aparte de la religión, de la piedad y del culto divino.
Entonces esta santísima tierra, patria de santuarios y templos, se verá sembrada de
tumbas y cadáveres. ¡Ay Egipto, Egipto, de tus cultos nada quedará sino leyendas
fabulosas que ni tus propios hijos creerán, y solas sobrevivirán, grabadas en la piedra,
las palabras que narran tus gestas piadosas, y el Escita o el Hindú vendrá a habitar
Egipto, o algún otro extranjero de tus alrededores!"
" Los dioses ganarán el Cielo, los hombres, abandonados, morirán todos, y entonces
Egipto, Viuda de dioses y hombres, será un desierto. ¡A ti clamo, santísimo Río, a ti
predigo el futuro! ¡Rojo torrente de sangre subirás y desbordarás tus riberas, y las
divinas olas se mancharán de sangre, y aún más, saldrán de lecho y habrá sepulcros
muchos más que seres vivos! Los que queden, si hubiere, se los tendrá por egipcios
sólo por la lengua, pero en sus actos serán como extranjeros."
25	- ¿Porqué lloras, Asclepio? " Egipto mismo será arrastrado y se empapará de
crímenes peores, Egipto, que fue tierra santa, excelsa amante de la divinidad, que fue
entre todas las tierras la única habitada por los dioses a cambio de su devoción, y
cátedra de santidad y religión para todos, será modelo de máxima crueldad. Y
entonces, cansados de vivir, el Mundo ya no parecerá admirable y adorable a los
hombres. Este Todo bueno, del que no hay nada más excelso que se pueda ver, ni
hubo ni habrá, estará en peligro y será honeroso a los hombres, y por eso mismo será
despreciado y no más será amado este Todo Mundo, obra inimitable de Dios,
edificación gloriosa, creado Bueno y compuesto de infinita variedad de formas,
instrumento del buen querer de Dios que, sin resquemores, sufraga el bien en su obra,
para ser Uno en Todo, para que pudiera ser venerado, alabado, amado por todos los
que lo viesen, unificado en un conjunto armonioso y múltiple. Luego las Tinieblas se
antepondrán a la Luz, y se juzgará que la muerte es más útil que la vida. Nadie alzará
los ojos al Cielo. Se tendrá al religioso por loco, al ateo por inteligente, al frenético
por fuerte, al criminal por un hombre de bien. El alma y todo lo que la completa y por
lo que nació inmortal o que se presume logrará la inmortalidad, de la manera como os
dije, será puesta en ridículo, y aún más, será considerada inexistente. Y llegará,
creedme, a constituirse pena de muerte para el que se entregue a la santa religión del
espíritu. Habrá nuevos derechos, nuevas leyes. Nada será santo, nada piadoso, no se
admitirá que haya nada de valor en el Cielo ni en los seres celestes, ni se lo aceptará
en la intimidad del corazón."
" ¡Entre dioses y hombres habrá un tristísimo abismo! Sólo quedarán los dáimones
malignos, que, entremezclados con la humanidad, conducirán a los miserables con
violencia a poner mano en todo osadía malsana: guerras, rapiñas, fraudes y todo lo
que es contrario a la naturaleza de un ser vivo. La Tierra entonces perderá su
equilibrio, no se navegará en el mar, ni se mantendrá en el Cielo el curso de los astros
y las estrellas. Callará toda Voz divina, condenada a un necesario silencio, se
pudrirán los frutos de la tierra, y el suelo perderá la fertilidad, y el mismo aire
enflaquecerá en una fermentación corrupta."
26	" Ved entonces cuál será la vejez del Mundo, irreligión, desorden,
irracionabilidad en todos los bienes. Cuando todas estas cosas ocurran, ¡oh Asclepio!,
entonces aquel Señor y Padre, Dios, primer Poderoso y Gobernador de Dios uno,
considerados estos hechos y crímenes voluntarios, de su propia Voluntad, que es la
Benignidad de Dios, resistirá a los vicios y a la general corrupción, corregirá los
errores, consumirá la entera maldad ahogándola en diluvio o consumiéndola por
fuego o destruyéndola con epidemias pestilentes dispersas por lugares de la tierra,
para devolver al Mundo su antiguo rostro, para que vuelva a ser adorable y admirable,
y para que los hombres que entonces hubiere celebren con frecuentes himnos, ruegos
y bendiciones al Dios, Hacedor y Recomponedor de la Obra. "
Y así será el nacimiento del Mundo: renovación de todas las cosas buenas, restitución
de la santísima y muy piadosa Naturaleza del Mundo, Querer que es y fue sempiterno
sin comienzo, porque la Voluntad de Dios no empezó nunca, siempre es la misma que
es, sempiterna. Porque el ser de Dios no consiste en nada más que en la Decisión de
su Voluntad.
- Sí, Asclepio, y te lo mostraré. Pues de la misma manera como a todas las especies o
géneros que hay en el Mundo, Dios dispensa y distribuye sus bienes, es decir, la
mente, el alma y la vida, de igual forma el Mundo provee y participa todas las cosas
que los mortales juzgan buenas, esto es, la sucesión de los nacimientos en el tiempo,
la producción, crecimiento y maduración de los frutos y demás cosas similares.
Por este motivo, Dios, situado más allá del vértice del supremo Cielo, está en todas
partes y extiende sus miradas sobre todas las cosas en derredor. Porque hay un lugar,
más allá del Cielo, lugar sin estrellas y apartado de todas las cosas corporales. Hay
otro Dispensador que está entre el Cielo y la Tierra, al que llamamos Júpiter. En
cuanto a la tierra y el mar, están bajo el dominio de Júpiter Plutonio que nutre a los
seres vivos mortales y a los que producen fruto. Son las energías de todos ellos las
que otorgan la subsistencia a la tierra, los frutos y los árboles. Pero hay otros dioses
cuyas energías y operaciones se distribuyen en todo lo que existe. Serán pues
distribuidos estos que dominan la tierra, y serán colocados en límite extremo de
Egipto, escondido hacia el ocaso, a donde acudirá, por tierra y por mar, toda la mortal
raza.
- Están instalados en una ciudad muy grande, en una montaña de Libia. Pero por
ahora, baste sobre el tema.
28	- Escucha, Asclepio. Cuando se separa el alma del cuerpo, pasa bajo la
potestad del Dáimon Supremo para examen de sus méritos, y, si del cuidadoso
escrutinio surge piadosa y justa, le autoriza a morar en el lugar que le corresponda,
pero si la viera sucia de rastros de delitos y manchada de vicios, la precipita de lo alto
a las profundidades y la entrega a las tempestades y torbellinos, siempre encontrados,
del aire, del fuego y del agua, a fin de que, morando entre el Cielo y la Tierra, sea
permanentemente arrastrada por el oleaje mundano y agitada entre penas sin fin,
porque hasta la misma eternidad se le opone, porque queda sometida por sentencia
imperecedera a un suplicio sin fin. Toma conciencia pues de lo que hay que
avergonzarse, temer y precaverse, para no venir a caer en lo mismo. Porque los
incrédulos, cometido el delito, se verán obligados a creer, no con palabras sino con
hechos, no con amenazas sino con el sufrimiento mismo del castigo.
- Entonces, Trismegisto, los delitos de los hombres ¿no son castigados sólo por la ley
humana?
- En primer lugar, Asclepio, todo lo que es terreno es mortal, y también lo son los
seres que viven en condición corporal y que dejan de vivir en la misma condición.
Todos pues los que están bajo régimen de castigo por lo que ha merecido su vida y
sus delitos, tanto más severamente serán considerados después de la muerte, cuanto
más, tal vez, en vida, vivieron a escondidas sus delitos. Porque la divinidad conoce
todas las cosas, y corresponderán los castigos, en la medida justa, con la calidad de
los delitos.
- Los que condenados por las leyes humanas mueren de muerte violenta, porque
entregaron la vida no como se la debe a la naturaleza, sino como castigo merecido.
Por el contrario, para el hombre justo, la defensa estriba en el culto que ha dado al
Dios y en la más elevada piedad. A los tales, Dios tutela contra todos los males. Pues
el Padre y Señor de todas las cosas, el que es Uno y Todo, se muestra a todos con
liberalidad, y no lo hace en un lugar, o en una cualidad o en una cantidad
determinados, sino con sólo iluminar la razón de su espíritu: el hombre, habiendo
arrojado de su alma las tinieblas del error y comprendido la claridad de la verdad, con
su mente entera se funde a la Razón divina, por cuyo amor librado de la natural parte
que lo hace mortal, concibe la esperanza de la inmortalidad futura. Este es pues el
abismo que media entre buenos y malos. Todo hombre bueno es alumbrado por la
piedad, religiosidad, prudencia, culto y veneración de Dios, percibe la verdadera
razón como si la estuviera viendo, y, confiado en lo que ha creído, contrasta tanto
entre los hombres como el Sol en luz supera a los demás astros. Y el mismo Sol
alumbra a las demás estrellas no tanto por el esplendor de su luz cuanto por su calidad
divina y su pureza. Porque en realidad, ¡oh Asclepio!, debes aceptar que el Sol es el
segundo dios, gobernador de todas las cosas, lumbrera de todo lo terreno, de los seres
vivos, de los que tienen alma y de los que no la tienen.
	Ahora bien, si el Mundo, ser vivo, vive siempre, fue, es y será, nada muere en el
mundo. Como todo lo que hay en el mundo tiene vida, tal como es y según su propio
ser, y como está en el Mundo que es Uno y ser vivo que siempre vive, en
consecuencia no hay ningún lugar donde pueda reinar la muerte. Por lo que se sigue
que debe estar repletísimo de vida y eternidad, ya que necesariamente le corresponde
vivir siempre.
Por su lado y a la manera del sempiterno Mundo, así también el Sol detenta siempre
el gobierno de los seres que tienen vida, lo que equivale a decir que es el Dispensador
de toda la Vida, de la cual es el sólido receptáculo. Por consiguiente, dios de los seres
vivos, de los que tienen vida, que están en el Mundo, el Sol es sempiterno gobernador
y eterno dispensador de la vida misma: la dio toda de una vez. La vida pues se da a la
totalidad de los seres vivientes, de la manera que he dicho.
32	La causa primordial, pues, de todas las cosas que son, es Dios y la Eternidad.
El Mundo, en cambio, siendo móvil, no puede ocupar el primer puesto, porque en él
la movilidad precede a la estabilidad, puesto que la solidez de la inmovilidad la logra
por medio de la ley de la sempiterna agitación.
Y así es como difiere la razón de la mente, pues nuestra razón alcanza a entender y
discernir el ser de la mente del Mundo por aplicación de la mente, mientras que la
razón del Mundo alcanza a conocer hasta la eternidad y los dioses, que están por
encima de él. Y así ocurre a los seres humanos, que vengamos a ver, como a través de
una neblina, las cosas que hay en el Cielo, cuanto es posible a la condición del
humano sentido. ¡Cuán estrecha es nuestra capacidad de ver cosas tan grandes, pero
cuán inmensa es también la felicidad de nuestra conciencia cuando alcanzamos a ver!
33	Paso a tratar ahora mi opinión sobre el Vacío, tema al que muchos dan tanta
importancia. El Vacío no puede existir de manera alguna, ni podrá existir nunca.
Porque todas las partes del Mundo están absolutamente llenas, de forma que el
Mundo es pleno y perfecto en cuerpos, de cualidades y formas diferentes y en especie
y magnitud propias. Porque uno es más grande y otro más pequeño, uno más denso y
otro más sutil, y unos, como las cosas más grandes y más sólidas, se perciben en
seguida, otros, más pequeños o más tenues apenas se pueden ver o no se pueden ver
de ninguna manera, porque sólo consideramos que algo existe cuando lo podemos
tocar. De donde resulta que muchos llegan a creer que tales cuerpos no existen o que
existe el espacio vacío, lo que es imposible. Lo mismo de lo que dicen que hay afuera
del Mundo, si es que hay algo afuera (lo cual yo tampoco lo creo), pero que podría
decir que está lleno de entidades de pensamiento, es decir, similares a la divinidad
que los contiene. En consecuencia, este Mundo, que se llama sensible, es una intensa
plenitud de cuerpos y seres vivos, cada uno conforme a su naturaleza y forma de ser,
cuyo aspecto no siempre llegamos a percibir, pero que unos, inmensamente grandes,
otros brevísimamente pequeños, tales los consideramos, y a muchos, a causa de la
extrema pequeñez, ni siquiera se nos ocurra pensar que existan, sea por la inmensidad
de espacio que nos separa de ellos, sea que la precisión de nuestros sentidos no
alcance. Me estoy refiriendo a los dáimones, que según creo habitan con nosotros, y a
los héroes, que los creo localizados entre la parte más pura del aire y aquella otra,
donde no hay nieblas ni nubes ni cambio alguno producido por ningún signo celeste
en movimiento. Por consiguiente, Asclepio, nunca afirmes que nada está vacío, a no
ser que por "vacío" quieras decir que carece de alguna cosa, como que allí no haya
fuego, o agua o cualquier otra cosa semejante, porque, aunque así parezca, que está
vacío de cosas tales, sea cualquiera el tamaño o la pequeñez de la cosa que se
considera vacía, sin embargo no puede estar vacía, por lo menos, de espíritu y de aire.
34	Y lo mismo vengamos a decir con respecto al Lugar, pues si se toma la
palabra "lugar" aisladamente es incomprensible. El lugar surge por aquello de lo que
es lugar. Si se elimina este elemento capital, el sentido de la palabra se desvanece.
Por eso, nos expresamos correctamente cuando decimos "el lugar del agua", "el lugar
del fuego" o de cualquier otra cosa semejante. Porque de igual manera que es
imposible que el vacío exista, así tampoco puede pensarse en un lugar de nada.
Porque si afirmaras que existe un lugar sin nada en él, sería como afirmar un lugar
vacío, lo cual no creo que pueda existir en el Mundo. Porque si nada está vacío, no se
comprende qué podría ser un lugar sin otra referencia, a no ser que le agregaras, como
a los cuerpos humanos, la especificación de largo, ancho y alto.
decoroso, sabio, inimitable, y es sensible y pensable por sí mismo, y fuera de él, nada
fue nunca, ni es, ni será. Todo nace de él, en él y por él existe, las cualidades de todo
tipo y toda forma, las vastas extensiones, los volúmenes que exceden toda medida y
la totalidad de todas las formas de las especies. Lo cual, cuando lo entiendas,
Asclepio, caerás dando gracias al Dios. Si pues tomas conciencia de lo que este Todo
es, comprenderás acabadamente que el Mundo sensible y Todo lo que contiene, está
revestido de aquel Mundo superior como de un vestido.
35	Cada uno de los géneros de seres vivos, Asclepio, de cualquier ser que se
trate, mortal, inmortal, racional, con alma o sin alma, posee, pues, conforme al género
al que pertenece, la traza del género al que pertenece. Y aun cuando cada género
individual de ser vivo conserva entera la forma propia del género, los individuos,
dentro del mismo género, difieren entre sí, como el género humano, que aunque es
siempre el mismo, de tal forma que se puede ver que un hombre es tal por el aspecto
exterior, sin embargo cada hombre es distinto del otro, aún dentro de esta figura
única. La idea es divina e incorporal, como también todo lo que se percibe con la
mente. Por donde, como los dos elementos son lo corporal y lo incorporal, resulta
imposible que una forma individual cualquiera sea semejante a otra, nacidas en horas
y bajo signos diferentes en lugares distantes entre sí, sino que por el contrario tanto
más se diversifican cuantos más instantes del círculo horario transcurren, círculo en el
cual reside aquel dios del que llamamos Omniforme, poseedor de todas las formas
posibles. Por tanto, el género se mantiene el mismo en sí mismo, y pare tantas copias
de tanta diversidad cuantos son los instantes que comporta la revolución del Mundo,
porque el Mundo, en su girar, se transmuta. El género en cambio no se modifica ni se
da vuelta. Así pues los individuos de cada género se conservan diferentes dentro de la
misma forma.
- ¡Ves, Asclepio, cómo casi dormido atiendes a todas las cosas que se están diciendo?
¿Qué otra cosa es el Mundo o de qué cosas está compuesto, sino de todo lo que viene
al ser? Lo que quieras nombrar, el Cielo, la Tierra, los elementos. ¿Y qué otra cosa
hay que cambie más frecuentemente de forma? La atmósfera del Cielo se humedece,
se seca, se enfría, se inflama, se aclara o se nubla: mira cuántas formas se suceden en
una sola cosa, el Cielo. La Tierra, a su vez, realiza siempre continuas mutaciones,
cuando da luz a las cosechas, cuando nutre lo que hace nacer, cuando produce los
variadísimos frutos en forma y cantidad, el fin y el curso de la maduración, y, en
primer lugar, todos las cualidades, fragancias, sabores, formas de árboles, flores y
frutos. El fuego completa infinidad de mutaciones divinas. El Sol y la Luna asumen
también todo tipo de aspectos: como los espejos, reenvían la similitud de las símiles
imágenes con un esplendor emulador.
	Tal es el caso de tu abuelo, Asclepio, primer inventor del arte de curar, y hay un
templo consagrado él en el monte de Libia, junto a la ribera de los cocodrilos, donde
está su hombre terreno, es decir, su cuerpo (lo que queda, o mejor dicho, todo lo que
fue, como se dice, pues en el sentido de la vida, es mejor decir que todo el hombre se
volvió al Cielo), cuerpo que aún hoy, por su numen divino, presta todo tipo de
socorro a los enfermos, como antes lo hacía en vida con el arte médico. Hermes, mi
abuelo, cuyo nombre heredé, ¿no está acaso en su ciudad natal que lleva su nombre,
donde ayuda y auxilia a todos los mortales que de todas partes concurren allí?
Finalmente Isis, la esposa de Osiris, ¡cuántos beneficios concede propicia, cuántas
desgracias opone irritada! Porque los dioses terrenos y materiales fácilmente se
irritan, como que han sido hechos por hombres que, a su vez, fueron estructurados
con las dos naturalezas. Por eso es que los Egipcios declaran sagrados a animales que
podemos ver y en muchas ciudades les rinden culto, como también rinden culto al
espíritu viviente de aquellos a los que están consagradas ciudades, hasta el límite de
vivir sus habitantes bajo sus leyes y de llevar sus nombres. Este es el motivo,
Asclepio, por las diferencias de lo que honran y veneran en sus cultos, por el que
suelen surgir peleas entre las ciudades egipcias.
- De hierbas, Asclepio, piedras y fragancias que contienen una virtud divina propia a
su naturaleza, y por este motivo las alegran con frecuentes ofrendas, y les cantan
himnos y alabanzas y dulcísimas melodías acordes a la armonía celeste, de manera
que, este elemento, que es celeste y que ha sido introducido en la imagen con la
práctica repetida de ritos celestísimos, sea una alegría otorgada a la humanidad, y se
mantenga en la imagen por mucho tiempo. Así es como el hombre es artífice de
dioses. Pero no vayas a atribuir, Asclepio, a la casualidad los efectos producidos por
las imágenes. Los dioses celestes habitan las alturas del Cielo, y cada uno ejecuta y
conserva las atribuciones concedidas a su rango. Los nuestras, a su vez, cuidan de
cosas particulares, predicen por la suerte o la adivinación, procuran alivio a
determinadas necesidades, y de esta forma vienen en nuestra ayuda cada uno a su
manera, y casi como si fueran parientes nuestros.
40	Eimarmenes, Necesidad y Orden: estas tres han sido creadas al máximo nivel
de la Voluntad de Dios que gobierna al Mundo bajo su Ley y su Razón divinos. A
estas tres divinamente se les quitó todo el poder de querer o no querer, no cambian
por la ira ni se doblegan por el favor, pero son útiles y sirven a la necesidad de la
eterna Razón, que es la eternidad inevitable, inmóvil e indisoluble. Lo primero es
pues la Eimarmenes que como quien arroja semillas de todo lo que ha de ser
engendra la criatura; sigue la Necesidad, que por fuerza obliga a cada cosa producir
su efecto; el tercero es el Orden que mantiene la sucesión de las cosas todas
dispuestas por la Eimarmenes y la Necesidad. Esta es la Eternidad, que no comenzó y
no terminará, que siempre está en movimiento bajo la ley fija de tener que recorrer
siempre el curso, nace y muere a su tiempo alternadamente en sus partes, de tal
manera que en las partes donde muere, en la mismas renace. Esta es la razón
movediza del rotar en círculo, donde todo está tan bien ligado que no sabes donde
comienza el movimiento, si es que comienza en algún lugar, pues todas las cosas
parecen sucederse, unas precediendo adelante, otras viniendo por detrás. Sin
embargo, también existe el acaso o azar, pues todas las cosas están bien mezcladas
con la materia.
41	Una vez salidos del santuario, al comenzar a orar al Dios, mirando al Austro
(cuando se ora al ocaso se debe mirar hacia el poniente, como cuando se ora al
amanecer, el rostro debe dirigirse al Solano, el levante), y una vez comenzados,
Asclepio dijo en un murmullo:
- Tat, ¿quieres que propongamos a tu padre, que nos ayudemos en la oración con
incienso y perfumes?
" Te damos gracias a Ti, sumo Altísimo e Insuperable, por cuya gracia hemos
adquirido el conocimiento de tu excelsa Luz, de tu santo y adorable Nombre, único
bajo el que debes ser alabado en el ancestral culto.
Te hemos conocido, a Ti, y a esta Luz máxima que sólo con la mente se comprende.
Te hemos comprendido a Ti, ¡oh Vida de la verdadera Vida! ¡oh Matriz fecunda de
todos lo que la Naturaleza produce!.
Expresados nuestros deseos, nos fuimos a cenar una cena pura, de solo vegetales.
Corpus Hermeticum
La Pequeña Apocalipsis
Nota del traductor J. Sanguinetti: En el tratado llamado "Asclepio" , es decir
Esculapio para los latinos, Hermes se reúne con Asclepio y Tat para departir una
conversación divina, durante la cual trata de muy diversos asuntos iniciáticos y de
religión. En el capítulo 24 se interrumpe el discurso filosófico para dar lugar al
siguiente texto, en el que Hermes, adoptando un tono profético, describe las
postrimerías del mundo, texto que se ha dado en llamar "La pequeña Apocalipsis ",
tal vez por la brevedad del texto, como por lo abrupto de su irrupción en la corriente
del relato.
¿Acaso ignoras, oh Asclepio, que Egipto es la imágen del Cielo, el lugar a donde se
transfieren y descienden todas las cosas gobernadas y producidas desde el Cielo? Y
para decirlo con toda verdad, nuestro país es el templo del mundo entero. Sin
embargo, como a los sabios corresponde conocer lo que vendrá, se impone no
ignoréis lo que sigue:
Un tiempo vendrá en que se vea que los Egipcios han honrado en vano a los dioses
con espíritu piadoso y religión perseverante: la pureza de la veneración se verá
frustrada y su provecho inútil.
Los dioses dejarán la Tierra y volverán al Cielo, abandonarán Egipto, patria que fué
domicilio de venerables liturgias, y vendrá a ser una Viuda, privada de la presencia de
los númenes.
Extrañas gentes habrán de invadir esta región y patria, y serán los que, a más de
despreciar la religión, de forma más insufrible aún habrán de estatuir, con pretendidas
leyes y castigos de penas específicas, que la gente se aparte de la religión, de la
piedad y del culto divino.
Los dioses ganarán el Cielo, los hombres, abandonados, morirán todos, y entonces
Egipto, Viuda de dioses y hombres, será un desierto.
¿Lloras, Asclepio?
Egipto mismo será arrastrado y se empapará de crímenes peores, Egipto, que fué
tierra santa, excelsa amante de la divinidad, que fué entre todas las tierras la única
habitada por los dioses a cambio de su devoción, y cátedra de santidad y religión para
todos, será modelo de máxima crueldad.
Luego las Tinieblas se antepondrán a la Luz, y se juzgará que la muerte es más útil
que la vida. Nadie alzará los ojos al Cielo. Se tendrá al religioso por loco, al ateo por
inteligente, al frenético por fuerte, al criminal por un hombre de bien.
El alma y todo lo que la completa y por lo que nació inmortal o que se presume
logrará la inmortalidad, de la manera como os dije, será puesta en ridículo, y aún más,
será considerada inexistente.
Habrá nuevos derechos, nuevas leyes. Nada será santo, nada piadoso, no se admitirá
que haya nada de valor en el Cielo ni en los seres celestes, ni se lo aceptará en la
intimidad del corazón.
¡Entre dioses y hombres habrá un tristísimo abismo! Sólo quedarán los demonios
malignos, que, entremezclados con la humanidad, conducirán a los miserables con
violencia a poner mano en todo osadía malsana: guerras, rapiñas, fraudes y todo lo
que es contrario a la naturaleza de un ser vivo.
Ved entonces cuál será la vejez del Mundo, irreligión, desorden, iracionabilidad en
todos los bienes.
Cuando todas estas cosas ocurran, ¡oh Asclepio!, entonces aquel Señor y Padre, el
Dios, primer Poderoso y Gobernador del dios uno, considerados estos hechos y
crímines voluntarios, de su propia Voluntad, que es la Benignidad del Dios, resistirá a
los vicios y a la general corrupción, corregirá los errores, consumirá la entera maldad
ahogándola en diluvio o consumiéndola por fuego o destruyéndola con epidemias
pestilentes dispersas por lugares de la tierra, para devolver al Mundo su antiguo
rostro, para que vuelva a ser adorable y admirable, y para que los hombres que
entonces hubiere celebren con frecuentes himnos, ruegos y bendiciones al Dios,
Hacedor y Recomponedor de la Obra.
Y así será el nacimiento del Mundo: renovación de todas las cosas buenas, restitución
de la santísima y muy piadosa Naturaleza del Mundo, Querer que es y fué sempiterno
sin comienzo, porque la Voluntad del Dios no empezó nunca, siempre es la misma
que es, sempiterna. Porque el ser del Dios no consiste en nada más que en la Decisión
de su Voluntad.
¿Bueno, Trismegisto?
Sí, Asclepio, y te lo mostraré. Pues de la misma manera como a todas las especies o
géneros que hay en el Mundo, el Dios dispensa y distribuye sus bienes, es decir, la
mente, el alma y la vida, de igual forma el Mundo provee y participa todas las cosas
que los mortales juzgan buenas, esto es, la sucesión de los nacimientos en el tiempo,
la producción, crecimiento y maduración de los frutos y demás cosas similares.
Por este motivo, el Dios, situado más allá del vértice del supremo Cielo, está en todas
partes y extiende sus miradas sobre todas las cosas en derredor. Porque hay un lugar,
más allá del Cielo, lugar sin estrellas y apartado de todas las cosas corporales.
Hay otro Dispensador que está entre el Cielo y la Tierra, al que llamamos Júpiter. En
cuanto a la tierra y el mar, están bajo el dominio de Júpiter Plutonio que nutre a los
seres vivos mortales y a los que producen fruto. Son las energías de todos ellos las
que otorgan la subsistencia a la tierra, los frutos y los árboles.
Pero hay otros dioses cuyas energías y operaciones se distribuyen en todo lo que
existe. Serán pues distribuídos estos que dominan la tierra, y serán colocados en en
límite extremo de Egipto, escondido hacia el ocaso, a donde acudirá, por tierra y por
mar, toda la mortal raza.
Están instalados en una ciudad muy grande, en una montáña de Libia. Pero por ahora,
baste sobre el tema.