20 Actividades de Estimulación para Los Más Pequeños

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20 actividades de estimulación para los

más pequeños
1. Cantar canciones infantiles
Las canciones infantiles suelen ser cortas, rítmicas y, a menudo,
rimadas. ¡Por eso gustan tanto a los niños! Puedes cantarlas tú mismo
con la ayuda de un CD. Para cantar canciones infantiles no se necesita
ningún material y todos conocemos al menos una (por ejemplo, Debajo
de un botón). Otra ventaja de esta actividad es que se puede practicar en
cualquier lugar: de paseo, en el coche…
¿Qué estimula en el niño?
Cantar con tu hijo, o al menos para él, es un modo de compartir un
tiempo juntos y de comunicaros. También ayuda a estimular el lenguaje
de forma lúdica: el pequeño escucha, memoriza la musicalidad de las
frases y se divierte oyendo la rima. También desarrolla el vocabulario al
intentar repetir las palabras y las frases. Y si acompañas la canción con
gestos, imitando algunas acciones, ¡todavía mejor!
Algunas sugerencias de canciones infantiles
Debajo de un botón, ton, ton Que encontró Martín, tin, tin Había un ratón,
ton ,ton, Ay, que chiquitín, tin, tin.
Ay que chiquitín, tin, tin era aquel ratón, ton, ton que encontró Martín, tin,
tin debajo de un botón, ton, ton.
—————————————————-
Caracol, col, col saca tus cuernos al sol que tu padre y tu madre ya los
sacó. 
Chocolate, molinillo, corre, corre que te pillo, correrás, correrás pero no
me pillarás.

2. Jugar en el cajón de arena


Los cajones de arena, sobre todos los de los parques y jardines de uso
colectivo, tienen muy mala fama. Muchas madres los consideran
insalubres y nos les gusta que los niños se ensucien de arena. Sin
embargo, casi todos los niños los adoran: en un cajón de arena se
pueden dibujar formas, cavar, modelar, construir, tocar, manipular y
trasvasar.
¿Qué descubren los pequeños jugando en un cajón de arena?
En primer lugar, la arena permite al niño descubrir una textura nueva. En
verano, disfrutará añadiendo agua y mezclándola. Así comprobará que
una textura puede transformarse. Al jugar con la arena, también aprende
a llenar y a vaciar (el cubo, los moldes, el tamiz…). Cuando dibuja o
construye algo, tu hijo se vale de su imaginación, estimula su creatividad.
Al observar a los otros niños, desarrolla su capacidad de imitación: es
muy probable que quiera hacer el mismo castillo, el mismo hoyo o la
misma carretera que su compañero de al lado. El uso del cubo, la pala y
el rastrillo le permite manipular objetos, mejorar el control de
determinados movimientos. Por último, el cajón de arena es un lugar
estupendo para convertirse en un ser sociable: el niño aprende a
compartir el espacio, la pala y el rastrillo, a no destruir el castillo del
vecino, a superar la frustración cuando le destruyen el suyo…En
resumen, los pequeños aprenden a vivir juntos. Y, a veces, es aquí
donde se hacen los primeros amigos.
Precauciones a tomar
El cajón de arena no es una niñera de sustitución: mientras juega en él,
el niño tiene que estar vigilado. A su edad, todavía se mete todo en la
boca. Por eso hay que estar cerca para decirle que la arena no se come
o para actuar rápidamente si el mal ya está hecho. Y para evitar los
lanzamientos de arena, tan frecuentes. También es importante
acompañar al bebé en su aprendizaje de cómo “vivir juntos” y enseñarle
a manejar los conflictos. Por último, no hay que olvidar lavarle las manos
antes de volver a casa o de que meriende en el parque.

3. Objetos escondidos
En este juego, hay que esconder un objeto pequeño, mejor si le resulta
familiar, para que el niño pueda identificarlo fácilmente. El pequeño tiene
que ir a buscarlo y orientarse gracias a tus indicaciones: “Mira debajo de
la silla”, “¿has mirado debajo del cojín?”. Entonces tu hijo se convierte en
un pequeño explorador. Felicítale cuando encuentre el objeto. El juego
no debe durar más de diez minutos para que el pequeño pueda mantener
la atención y no se desanime. También puedes dejar que sobresalga una
parte del objeto para que sea más accesible.
¿Qué le aporta esta actividad?
El juego de los objetos escondidos ejercita la memoria de tu hijo. Cuando
encuentre lo que has escondido, se dirá: “Sí, es el objeto que me han
enseñado antes”. Este juego también le permite empezar a
conceptualizar: aprenderá que lo que no está visible existe de todos
modos. A los más tímidos, les ayudará a coger confianza en sí mismos, a
atreverse a explorar, y también a desdramatizar la desaparición visual y,
por extensión, la separación, ya que al final del juego el objeto reaparece.
Para los más lanzados, este juego saciará su sed de descubrimientos y
canalizará su energía: tendrán que prestar atención para poder seguir tus
indicaciones. Las nociones de derecha e izquierda no se adquieren hasta
más adelante, cuando están en Educación Infantil. Las indicaciones que
le des, como “debajo”, “encima”, “al lado”, “más lejos”, le permitirán
empezar a situarse en el espacio y, al mismo tiempo, enriquecer su
vocabulario.
Variante
También puedes esconder el objeto en la más pequeña de una serie de
cajas que se encajan o envolverlo en tres o cuatro capas de papel. Al
abrir y cerrar las cajas o al desplegar los papeles, tu hijo trabajará la
motricidad fina de sus dedos. Y qué recompensa, después de tantos
esfuerzos: ¡encontrar el tesoro!

4. Juego infantil los cubos


Apilar y alinear también implica destruir. Hacer y luego deshacer… El
juego de los cubos gusta a todos los bebés. Los hay de
madera, plástico y tela. Es el primer juego de construcción de tu hijo.
¿Qué le aporta esta actividad?
Los cubos desarrollan la motricidad fina: el pequeño tiene que colocar
unos encima de otros de forma precisa, sin que se caigan. ¡Y eso ya es
un desafío! Además tendrá que controlar su frustración cuando la
construcción no esté a la altura de sus expectativas, cuando el último
cubo haga caer la torre. Los cubos también estimulan su imaginación y
su creatividad. Cuando los pone en fila, forman un tren; si los dispone en
zigzag, se convierten en una serpiente y si dibuja con ellos una cruz, ya
tiene un muñeco.
Variante
Los cubos acoplables se pueden apilar hacia arriba o encajar unos
dentro de otros. Con ellos, el niño aprende poco a poco a clasificar por
orden y tamaño, de menor a mayor y de mayor a menor.

5. El juego de las parejas


El objetivo de este juego es enseñar al niño a asociar dos objetos
idénticos. La actividad se puede llevar a cabo con varios pares de
calcetines, por ejemplo. Escógelos de colores distintos, mézclalos y
extiéndelos de forma bien visible. Dale uno a tu hijo y pídele que busque
la pareja.
¿Qué le aporta esta actividad?
Tu hijo aprende de forma lúdica a clasificar, organizar y, más adelante, a
ordenar. Si escoges calcetines de colores muy variados, lo iniciarás en la
gama cromática. Además de ser una actividad lúdica y de estimulación
para el bebé, puede ayudar a que esta tarea doméstica sea menos
aburrida.
Variante
Existen otros muchos juegos de asociación. Por ejemplo, puedes pedirle
que clasifique objetos por su tamaño o por su color. Así, tu hijo aprenderá
a diferenciar entre pequeño y grande y sabrá escoger un objeto por su
color. Otra posibilidad es hacerse con unas imágenes de los animales de
la granja y pedirle que junte a la madre y la cría de cada especie: el pollo
con la gallina, el ternero con la vaca… Además de asociar dos
elementos, descubrirá un entorno distinto al suyo y enriquecerá su
vocabulario.

6. La plastilina
Amasar, triturar, modelar, construir, deformar… La plastilina no está
reservada a los niños “mayores” de más de tres años. Esta actividad
también es apta para los más pequeños, aunque el resultado estético
esté lejos de la perfección.
¿Qué le aporta esta actividad?
Al amasar la plastilina, el niño descubre una nueva textura y desarrolla la
motricidad fina. Enséñale que se pueden obtener formas distintas con el
mismo material. Haz bolas o churros, formas muy simples que pueda
reproducir. Así ejercitará su capacidad de imitación. Y al mezclar las
barras de diferentes colores, creará otros nuevos. Además, la plastilina
también estimulará su creatividad e imaginación. Sin olvidar el poder
“calmante” de la plastilina: ¡triturar relaja!
¿La plastilina es comestible?
Algunos padres tienen miedo de dejar que su bebé juegue con plastilina
porque todavía se meten todo en la boca. Aunque la mayoría de las
plastilinas que se venden no son tóxicas, no se pueden ingerir. Para
evitar riesgos, compra una plastilina comestible, hay marcas que las
fabrican. También puedes prepararla tú mismo mezclando 2 vasos de
harina, 1 vaso de agua y ½ vaso de sal. O simplemente utiliza miga de
pan. Le faltará color, pero no será peligrosa para el bebé.
Independientemente del tipo de plastilina que escojas, no dejes al niño
solo mientras realiza esta actividad.

7. Leer cuentos
Puedes empezar a leer cuentos cortos a tu hijo desde los 12 meses,
aunque no entienda el sentido de todas las palabras. Lo que importa a
esta edad es la musicalidad de las palabras más que su significado.
¿Por qué a los bebés les gustan las historias?
Para empezar, la lectura es un momento único que compartes con tu
hijo. Lo sientas en tus rodillas, es algo reconfortante, le expresas tu
cariño, te comunicas con él. El sonido de las palabras, lo que se llama su
musicalidad, hace que tu bebé reaccione: balbucea y gesticula en
respuesta a tu lectura. Y también almacena todas esas palabras para
más adelante. Escoge cuentos sencillos con situaciones y personajes
que le sean familiares: la casa, papá, mamá… Generalmente, al bebé le
gusta que le lean siempre los mismos libros. En el futuro, cuando
atraviese por determinadas situaciones, los cuentos le confortarán: ¡no
es el único que las vive!

8. Los puzles de encajar piezas


Antes de resolver los puzles de los “mayores”, tu pequeño puede jugar
con unos puzles, que suelen ser de madera, en los que se encajan las
piezas. Sobre todo, deja que busque solo el lugar donde va cada pieza:
tiene que encontrarlo él. Y felicítalo cuando lo consiga.
¿Por qué es un juego interesante para mi hijo?
Los puzles de encajar desarrollan la motricidad fina. Hay que encontrar el
lugar adecuado y, además, encajar bien la pieza. Puede que el bebé
localice fácilmente el lugar donde colocarlo, pero necesitará varios
intentos antes de lograr encajarlo correctamente. Así adquirirá paciencia
y perseverancia, además de mejorar su concentración. ¡Y la satisfacción
del triunfo será aún mayor! También aprenderá a reflexionar: más
adelante podrá encajar directamente una pieza en su lugar. Ofrécele
puzles adecuados para su edad y ve aumentando la dificultad poco a
poco.
Variante
También puedes coger cinco botellas de plástico vacías y de diferentes
tamaños. Pide a tu hijo que busque los tapones correspondientes y que
los enrosque. Para los más pequeños, puedes utilizar frascos o tarros de
mermelada. Enroscar los tapones o las tapaderas estimulará su
motricidad fina.

9. Pintar con los dedos


Aunque tu bebé todavía sea muy pequeño para sujetar un pincel, no
tiene por qué renunciar al placer de la pintura… ¡puede pintar con los
dedos! Escoge una pintura líquida, que se lave bien. Se vende en
botellas pequeñas. Echa un poco de cada color en unos platitos de
cartón. Coge la mano del niño, moja su índice en un color y pon su dedo
sobre una hoja de papel. Puedes dibujar con él un simple punto, una raya
o un círculo. Luego es mejor dejar que exprese su creatividad.
Después enséñale que se pueden mezclar los colores metiendo el dedo
sucesivamente en varios colores. Una figura clásica es la de la huella de
la mano, que se convertirá en un bonito recuerdo cuando sea mayor.
Antes de realizar esta actividad, hay que asumir que el niño se va a
ensuciar y conviene proteger el soporte sobre el que va a pintar.
¿Qué le aporta esta actividad?
Para empezar, esta actividad desarrolla su imaginación, su creatividad y
su habilidad. Gracias a ella, disociará sus dedos y, poco a poco, logrará
separar el índice de los demás dedos, mejorando así su motricidad fina.
También descubrirá la textura, inusual, de la pintura. Para enriquecer su
vocabulario, indícale el nombre de cada color en el que le introduces el
dedo. Al terminar, expón sus obras en la pared, en la nevera… Tu hijo se
sentirá valorado y, si lo desea, podrá regalar sus pinturas a los abuelos.
Variante
Si no tienes pintura, extiende un poco de harina sobre la mesa y enseña
a tu hijo a dibujar formas con el índice. También se puede hacer en un
cristal empañado o en el espejo, al salir del baño. Más adelante, para
mejorar su agarre (la forma en que coge y sujeta los objetos), y antes de
darle unos pinceles, puedes dejarle pintar con un trozo de patata
pinchada en un tenedor. También se venden esponjas y minirrodillos
especiales para los niños.

10. Los frasquitos de especias


Seguro que en casa tienes frascos de especias y de otros productos
alimenticios: canela, vainilla, nuez moscada, clavos, chocolate, café,
cáscara de naranja o, algunas veces, de plantas aromáticas:
hierbabuena, albahaca, cebollino, romero, laurel… Abre los frascos uno a
uno y dáselos a oler al niño. Aspira el aroma con él y di lo que sientes:
“¡Qué bien huele!”, “Esto huele mal”. Acompaña la frase con una mueca,
una sonrisa… para que el niño pueda darle un sentido a tus palabras.
¿Qué le aporta esta actividad?
Tu hijo descubrirá que existen diferentes olores, los apreciará o los
rechazará, porque ya empieza a formar su gusto. Al indicarle lo que
hueles y lo que sientes, enriquecerás su vocabulario, verbalizarás sus
emociones. Poco a poco, él también expresará sus gustos y emociones
con palabras.
Cuando sea un poco mayor, podrás jugar con él a memorizar los olores.
Véndale los ojos y dale a oler los mismos frascos de especias y de otros
productos para ver si los identifica, y pídele que diga si su aroma le
resulta agradable o no.

11. Las maracas
Guarda cinco botellas de plástico vacías, a poder ser transparentes.
Llénalas de legumbres secas (lentejas, garbanzos…), de sémola (tapioca
o perlas de tapioca), avellanas, coditos de pasta o azúcar. Lo importante
es tener en cada botella ingredientes que produzcan un sonido diferente
al agitarla. Cierra bien las botellas o pon un poquito de pegamento en el
interior del tapón. Agítalas o e invita a tu hijo a hacer lo mismo (por eso
es importante escoger botellas pequeñas, que el bebé pueda sujetar
bien). Por último, agitad las botellas los dos a la vez. ¡Vaya miniconcierto!
¿Por qué es interesante esta actividad?
Tu hijo descubre que se pueden producir sonidos diferentes. Y se da
cuenta de las consecuencias de sus gestos: agito, y se produce un ruido.
Al coger la botella con la mano y moverla, mejorará el agarre de los
objetos y su motricidad. Y al querer imitarte, desarrollará su capacidad de
emulación. Además, es un momento de complicidad entre los dos.
Variante
También puedes poner boca abajo varias cacerolas de tamaños
diferentes, La actividad será más ruidosa. Golpea cada cacerola con una
cuchara de madera, una a una, para obtener un sonido diferente caza
vez. Luego pide a tu hijo que te imite.

12. El juego del espejo


Poneos los dos delante de un espejo. Señálate con el dedo y di “mamá”
o “papá”. Haz lo mismo señalando a tu bebé y di su nombre. Luego
señala tu nariz y di “nariz”. Repite lo mismo señalando la nariz de tu hijo.
Puedes continuar señalando varias partes del cuerpo. Si ves que el
pequeño muestra interés, pídele que se señale la nariz y otras partes del
cuerpo que hayáis repasado anteriormente.
¿Qué le aporta esta actividad?
A menudo, los niños se sorprenden al verse reflejados en el espejo y se
preguntan quién es ese “otro yo”. Con esta actividad, el bebé se apropia
de su imagen poco a poco. Además, le permite enriquecer su capacidad
de comprensión y su vocabulario, y aprender el nombre de algunas
partes del cuerpo.
Cuando sea un poco más mayor
Del mismo modo, delante del espejo, puedes pedirle a tu hijo que levante
una pierna, que saque la lengua o que se toque la barriga. Así empezará
a familiarizarse con la ejecución de una instrucción de una forma lúdica y
mejorará la coordinación.

13. Las pompas de jabón


A los niños les encantan las pompas de jabón. Les gusta ver cómo
ascienden por el aire y perseguirlas para hacerlas estallar. Durante esta
actividad, haz pompas de diferentes tamaños. Para ello, tienes que
utilizar un frasco con una varita que tenga varios agujeros. Di a tu hijo
que corra detrás de ellas e intente atraparlas o aplastarlas con el pie.
¿Qué le aporta esta actividad?
Favorece la coordinación entre el ojo del pequeño (veo la pompa) y su
mano (la toco). Al correr detrás de las pompas, desarrolla su motricidad
de manera global. Esta actividad también le ayudará a entender el
espacio y a saber situarse en él. Algunos niños brincan por toda la casa y
se quedan quietos como estatuas en cuanto salen al exterior porque no
saben cómo ubicarse en ese espacio tan grande. Al ver las pompas,
poco a poco irán dejándose llevar y el placer de perseguirlas podrá más
que el miedo. Si haces pompas de tamaños diferentes, califícalas: “¡Oh,
que pompa tan grande!”, “mira esta qué pequeñita es”. Al enseñarle
cómo hacer pompas, tu hijo aprende a soplar y a concentrarse. Y al
hacerlas estallar o al aplastarlas, empieza a comprender la noción de
causa y efecto.
Pequeños trucos
Cuando se acabe el frasco, rellénalo con un tercio de líquido lavavajillas
y dos tercios de agua. También puedes hacer pompas en el baño de
forma muy simple, utilizando un frasco de champú lleno de agua
jabonosa. Agítalo y luego presiónalo para que salgan pequeñas pompas.

14. Las marionetas de dedo


Dibuja una cara muy sencilla (ojos, nariz y boca) en la yema de cada
dedo. Luego mueve los dedos alternativamente. Puedes poner nombre a
los personajes y, si te apetece, cuéntale una historia a tu hijo. A
continuación, dibuja los mismos muñecos en la yema de los dedos de tu
hijo. Si el niño quiere, acerca uno de tus dedos, por ejemplo el índice,
hacia su mano y presenta a tu muñeco iniciando una conversación:
“Hola, soy Martín. ¿Tú cómo te llamas? ¿Quieres jugar conmigo?”.
Mueve los dedos doblándolos uno a uno, dibujando pequeños círculos o
cerrando y abriendo la mano rápidamente. Tu hijo intentará imitarte.
También puedes simplificar la actividad limitándote a cantar “Cinco
lobitos tenía la loba”. Los muñecos harán que la canción sea más
divertida.
¿Qué le aporta esta actividad?
Las marionetas de dedo favorecen la motricidad de tu hijo y más
concretamente la movilidad de unos dedos con respecto a otros
(especialmente cuando intenta moverlos de uno en uno). Esta actividad
también ejercita la motricidad de su muñeca y su imaginación, y
desarrolla su capacidad de imitación. Por último, le permite disfrutar de
un tiempo compartido contigo.
Variantes
En lugar de dibujar muñecos, colorea con rotulador cada uno de tus
dedos y de los del niño de un color diferente. Pídele que mueva el azul,
luego el verde, luego el rojo y así sucesivamente. De este modo, el bebé
se iniciará en los colores. En las jugueterías se venden marionetas de
dedo, generalmente de animales. Cuando el niño sea un poco mayor,
también podrás fabricar con él sus propias marionetas, por ejemplo de
cartón.

15. Construir una tienda de campaña


Puedes construir fácilmente una cabaña para tu hijo sin necesidad de
tener un material específico. Extiende una sábana entre dos sillas o un
mantel muy grande en una mesa. Reúne juguetes, peluches y una manta
y entra dentro con tu bebé. Gracias a los objetos familiares que le dan
seguridad, tu hijo se quedará encantado en la cabaña, su nuevo refugio.
También puedes jugar al escondite pasando por delante de la cabaña y
haciendo como que no ves al pequeño explorador. De pronto lo
descubres y dices: “¡Cucú!”.
¿Qué interés tiene esta actividad para el niño?
Al pequeño le encantará su guarida, un lugar donde se sentirá protegido
y seguro. Explorará su nuevo escondite y puede que eso le ayude a
quedarse un rato solo (aunque tú no estés nunca muy lejos). Al entrar y
salir de la cabaña, tu hijo ejercitará su sentido de la orientación. Más
adelante, inventará historias en su interior, lo que estimulará su
imaginación.
Hay comercios especializados en tiendas pop up que se pliegan y se
despliegan en un santiamén. Son compactas y muy fáciles de guardar.
También existen túneles pup up. Tienen la ventaja de desarrollar la
motricidad del pequeño, que se divertirá deambulando de una punta a
otra.

16. Un juego de pelota


Siéntate en el suelo y di a tu pequeño que se siente frente a ti. Abre un
poco las piernas para delimitar el terreno de juego. Haz rodar una pelota
pequeña hacia el niño, que intentará cogerla, y pídele que te la devuelva.
Ve aumentando poco a poco la distancia entre el niño y tú.
¿Qué interés tiene esta actividad para el niño?
Al intentar coger la pelota, tu hijo mejora su capacidad de agarre, es
decir, la forma en que coge los objetos. Y al lanzar la pelota, aprende a
apuntar. En los dos casos, trabajará la coordinación entre el ojo y la
mano. También se familiarizará con la noción del espacio y valorará ese
momento de intercambio contigo.
Variante
Utiliza unos bolos de tela para enseñarle a apuntar. Muéstrale cómo
derribar los bolos con una pelota de tela y anímale a que lo haga él
también. Igual que ocurre con la pelota, desarrollará su coordinación ojo-
mano pero, además, tendrá que mantener el equilibrio cuando lance la
pelota. Jugad por turno, así tu hijo descubrirá que para compartir, hay
que saber esperar.

17. Los juegos para el baño


A la hora del baño, dale a tu hijo algunos utensilios simples, como
tazones irrompibles, que pueda manipular a su antojo. Enséñale cómo
llenarlos, cómo vaciarlos, cómo pasar agua de uno a otro. También le
puedes dar una botella de plástico vacía para que la llene. Enséñale
cómo se sale el agua cuando le das la vuelta y cómo deja de caer
cuando la enderezas. Con un colador o con una regadera de juguete, el
agua saldrá por muchos agujeros, como si fuera lluvia. El agua también
puede atravesar un guante de baño.
¿Qué le aporta esta actividad?
Con estos juegos para el baño, el pequeño descubre el agua de forma
menos pasiva que cuando lo aseas. Pueden ayudarle a comprender
mejor este elemento, que tal vez le produzca miedo cuando descubra el
mar o la piscina. Mojarse con una regadera de juguete le prepara para el
uso de la alcachofa de la ducha. Con los utensilios irrompibles, aprende a
vaciar, a rellenar y a trasvasar. Y toma conciencia de que existe un
continente y un contenido.

18. Realizar un recorrido


Si tu hijo ya anda y se siente cada vez más seguro, constrúyele un
recorrido pegando en el suelo hojas de papel de diferentes colores. Dile
que camine pisando las hojas. Lo más fácil es enseñárselo una vez y
luego guiarlo por el recorrido. Colócate detrás de él y cógele las manos.
Si lo prefieres, en las tiendas venden adhesivos en forma de pisada que
se pegan en el suelo. El niño intentará colocar el pie sobre la huella.
¿Qué le aporta esta actividad?
A lo largo de esta actividad, tu hijo mejorará su motricidad global y
reforzará la desenvoltura al caminar y el equilibrio. Ten en cuenta su
desarrollo psicomotor, sus capacidades y sus temores para que no
fracase en su intento. Al indicar al niño que tiene que poner el pie en la
hoja roja, verde, amarilla o azul, también aprenderá los colores. Otra
posibilidad es ayudarle a descubrir diferentes texturas (pieles,
moqueta…) dejándole que camine descalzo.
Variante
A los bebés les encanta trepar. Para satisfacer esta necesidad sin
peligro, prepara un recorrido con cojines grandes. Si tienes un taburete
para niño, haz que se suba a él y salte a tus brazos. A los más pequeños
también les encantan las escaleras. Primero las suben a cuatro patas,
luego erguidos, apoyando los dos pies en cada peldaño. Más adelante,
consiguen subir las escaleras colocando un pie en cada peldaño. Es
imprescindible que el pequeño realice estas actividades bajo la atenta
mirada de un adulto.

19. Los diccionarios temáticos ilustrados


Los diccionarios temáticos ilustrados están pensados para ayudar a
enriquecer el vocabulario de tu hijo. Le permiten asociar la imagen de un
objeto, un personaje o un animal (conocido o desconocido) con una
palabra. También le descubren otros entornos, otros universos diferentes
al de su casa y la guardería. Así el niño puede comprender, por ejemplo,
que existe un lugar que se llama zoo donde hay todo tipo de animales.
Dossier realizado por Olivia Blondy en colaboración con Laurence
Bismuth, enfermera puericultora.
20. El juego de las texturas
Selecciona cinco recipientes transparentes, si es posible del mismo
tamaño y lo suficientemente anchos para que quepa la mano (frascos de
mermelada, por ejemplo). Llénalos hasta la mitad con distintos
ingredientes que tengas en la cocina, como arroz, pasta, harina, azúcar
y, por último, agua. También puedes utilizar guisantes, lentejas, sémola,
alubias… Coloca los cinco frascos delante de ti, en una mesa, y mete la
mano de tu hijo en cada uno de los ingredientes, uno por uno. Termina
con el agua. Acompaña la mano del niño, eso le dará seguridad y
evitarás salpicaduras.
¿Qué le aporta esta actividad?
Con esta actividad, tu hijo aprende a distinguir las diferentes texturas y
consistencias y desarrolla su sentido del tacto. También disfruta al
percibir el olor suave de la harina, descubre que los granitos de azúcar
rascan la mano, nota que la pasta es dura y fácil de agarrar… Al finalizar
la actividad con el recipiente que contiene agua, nota la diferencia entre
el sólido y el líquido. Es importante verbalizar las sensaciones para
enriquecer su vocabulario: “suave”, “duro”, “rasposo”, “mojado”…
Variante
Al final de la actividad, mezcla un poco de agua y harina, por ejemplo.
Así, el niño descubrirá una materia nueva con una consistencia diferente.
Comprenderá que se pueden mezclar dos materias para obtener una
tercera. Haz una bola con la mezcla de harina y agua para que el
pequeño la amase, la modele y desarrolle así su motricidad fina. Si va a
jugar con la masa de harina, instálalo en una mesa protegida con un hule
y ponle un delantal.

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