Calendario

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¿Por qué lo llamamos calendario?

https://www.youtube.com/watch?v=MSGtHZpzTcg

¿Sabía usted que los días 5 al 14 de octubre de


1582 jamás existieron? Estos fueron suprimidos
para corregir el calendario juliano que dio paso al
gregoriano, mismo que utilizamos hoy.

Bueno en el año 46 a. de C. Julio César terminó con


el calendario lunar e instituyó el uso del calendario
juliano, un calendario solar que establecía la duración
del año en 365,25 días, y contenía meses de 30 y 31
días, excepto febrero que tenía 28 días y 29 en los
años bisiestos. Pero el astrónomo encargado de
calcular la duración del año se pasó 11 minutos y 14
segundos, este adelanto es de un día cada 128 años,
es decir en 16 siglos se adelantó 10 días.
El origen de la palabra viene de la Antigua Roma, concretamente del término “calendas”

Las calendas eran el primer día del mes en el calendario romano. Las nonas eran los días cinco
del mes y los idus el día trece (excepto marzo, mayo, julio y octubre en los que eran los días
siete y quince respectivamente). El primer calendario romano según la tradición, fue creado por
Rómulo, fundador de Roma. Estaba configurado en diez meses lunares, por lo que tenía una
duración de unos 304 días. El problema, como es evidente, era el desajuste de las fechas
respecto a las estaciones.
The City Burns. Ilustración de Michiel van den Heuvel.
Los diez meses se denominaban de la siguiente manera:

• Martius (marzo): Primer mes del año, en honor a Marte, padre de los fundadores de Roma.

• Aprilis (abril): Dedicado a Apru (Venus), diosa etrusca. Los etruscos tuvieron gran influencia
en Roma. Otra hipótesis se refiere a la llegada de la primavera, estación en que se abren
(aperire) las flores.

• Maius (mayo): Llamado así por Maya, madre de Hermes, diosa de la fertilidad.

• Iunius (junio): Dedicado a Juno.

• Quintilis (julio): Quinto mes.

• Sextilis (agosto): Sexto.

• Septembris (septiembre): Séptimo.

• Octobris (octubre): Octavo.

• Novembris (noviembre): Noveno.
• Decembris (diciembre): Décimo.

¿Habíais imaginado, por ejemplo, que diciembre viene de ‘décimo’? Puede que no, porque hoy
en día diciembre no es el décimo mes. Esto es debido a que, por el momento, tenían diez meses
en el calendario y no doce.

El mes de marzo era el primero ya que era cuando se iniciaba la vida, comenzaba la primavera,
por lo tanto marcaba el inicio del nuevo año.

El calendario de doce meses se lo debemos a Numa Pompilio, segundo rey de Roma entre el
siglo VIII y siglo VII a.C. Cansado del desfase entre las fechas y las estaciones, decidió buscar
una solución, añadiendo dos meses más al calendario para cuadrarlo con el año solar. Los
nuevos meses se añadieron al final de los diez primeros. Marzo seguía siendo el primer mes. A
estos nuevos meses se les denominó:

• Ianuarius (enero), en honor a Jano, y

• Februarius (febrero), en honor a Februus (o Plutón) dios de la purificación. Por lo tanto


terminaban el año, purificándose.

El calendario pasó a tener 355 días.

Las campañas militares romanas que se llevaron a cabo a mediados del siglo II a. C. exigían el
nombramiento de cónsules con una considerable antelación, ya que los destinos se encontraban
lejos de Roma. Por este motivo, en el año 153 a. C. se estableció el comienzo del año en el 1 de
enero, quitándole el lugar al día 1 de marzo. Es decir, que colaron dos meses antes de marzo.

Por esos tiempos los romanos andaban a tortas con los rebeldes hispanos. La Guerra numantina
se había iniciado en el 154 a.C. y Roma debía dar una respuesta con rapidez, por lo que el
nombramiento de Quinto Fulvio Nobilior como cónsul se adelantó dos meses. Lo que fue un
arreglo coyuntural se acabó convirtiendo en un cambio permanente, y los posteriores cónsules
empezaron a adquirir su cargo a principios de enero, ya que esta modificación les permitía
preparar las campañas en invierno para poder empezarlas en marzo. Por consiguiente, se podría
decir sin exagerar que la revuelta del 154 a. C. en Hispania provocó una alteración notable en
nuestro calendario.

Todavía andábamos con un calendario de 355 días y algunos meses tenían nombres que no nos
suenan familiares.

Como después de la reforma de Numa Pompilio las cosas no se arreglaron, ya que tenían un
calendario lunar desfasado con el curso estacional. basándose en el ciclo solar (365 días), se
optó por añadir algunos meses denominados mercedonios, o intercalares.

“En primer lugar, dividió el año en doce meses, correspondientes a las

revoluciones de la Luna. Pero como la Luna no completa treinta días de

cada mes, y así hay menos días en el año lunar que en los medidos por el

curso del sol, interpoló meses intercalares y los dispuso de modo que cada

vigésimo año los días deberían coincidir con la misma posición del sol al

empezar, quedando así completos los veinte años.” Tito Livio

Ciclo metónico
Cada dos o 3 años se añadía un mes intercalar, o mes número 13. Transcurridos 20 años
se ajustaba todo de nuevo y vuelta a empezar. 

Los romanos distinguían cuatro estaciones denominadas:

 ver (primavera)
 aestus (verano)
 autumnus (otoño)
 hiems (invierno)

Julio César
En el año 46 a.C. Julio César decide cambiar el número de días. Siendo perfeccionista, como
era, le encomendó al conocido astrónomo griego Sosígenes la tarea de hacer cuadrar las fechas
con las estaciones con la mayor exactitud posible. Después de unos cálculos, Sosígenes llegó a
la conclusión de que el año solar tenía un ciclo de 365 días y 6 horas. Debía, pues, añadir más
días a los meses (hasta ese momento tenían 29, menos alguna excepción). Así, los meses pares
pasaron a tener 30 días y los impares 31. Esto daba 366 días, por eso le quitaron uno a febrero
que quedó de 29.

Además, cada cuatro años se añadiría un día a febrero para completar el déficit de 6 horas anual
en el calendario. En vez de añadir el día al final de Febrero se intercaló un día entre el quinto y
el sexto día antes de las calendas, o sea entre los días que hoy son el 23 y el 24 de febrero. Este
día adicional fue llamado bis sextus dies ante calendas martias, o sea, “segundo día sexto antes
de las calendas de marzo”. Al año que contenía ese día se llamó por eso bissextus (bisiesto).

¿Y por qué se complicaron tanto la vida y no lo añadieron al final o en todo caso después
del 23 de febrero?

Lo de añadirlo después del 23 de Febrero tiene que ver con la fiesta de la Terminalia y lo de
no llamarlo 23 se debe a que los romanos no  contaban los días del mes del 1 al 31, sino
que tomaban tres fechas de referencia: calendas, nonas e idus. Para contar se incluyó un día de
referencia (en este caso, el 1 de marzo)

Tras la muerte de Julio César y por iniciativa de Marco Antonio el mes Quintilis, pasó a
llamarse Julius (julio).

La muerte de César en los idus de Marzo


Octavio Augusto, su sobrino y primer emperador no quería ser menos. El mes de Sextilis pasó a
llamarse Augustus (agosto). Al ser mes par tenía 30 días pero, pero para no estar en
inferioridad con Julio Cesar, se le restó otro día a febrero y se añadió a ese mes.

Febrero quedó pues con 28 días y con 29 los años bisiestos.

El calendario juliano (llamado así en honor a Julio César) fue el predominante en el mundo


romano, y posteriormente en la mayor parte de Europa y en las colonias europeas de América,
hasta que fue sustituido progresivamente por el calendario gregoriano instaurado en 1582 por
el Papa Gregorio XIII; primero en las zonas católicas y a lo largo de los años y de los siglos
también en las zonas protestantes. En los países ortodoxos se implantaría muchísimo más tarde.
España y Portugal aplicaron la reforma el mismo día que Roma en 1582. En Rusia no se
implantó hasta 1918 y en Grecia hasta 1923.

El papa Gregorio XIII promulgó el uso del calendario por medio de la bula Inter Gravissimas.
Antes se había constituido la Comisión del Calendario para su posterior implantación, en la que
destacaron Cristóbal Clavio y Luis Lilio. Clavio, astrónomo jesuita, el “Euclides de su
tiempo“, fue un reputado matemático y astrónomo. El mismo Galileo Galilei lo requirió como
aval científico de sus observaciones telescópicas.
Cristóbal Clavio
¿Por qué se cambio? Porque todavía había un pequeño desfase. Según el calendario juliano
que instituyó un año bisiesto cada cuatro, consideraba que el año estaba constituido por 365,25
días (365 días y 6 horas), mientras que la cifra correcta es de 365,242189, o lo que es lo mismo,
365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,16 segundos. Este desfase es muy pequeño pero a lo largo de
los siglos el error se va haciendo más grande. El calendario gregoriano ajusta este desfase
cambiando la regla general del bisiesto cada cuatro años, y hace que se exceptúen los años
múltiplos de 100, excepción que a su vez tenía otra excepción, la de los años múltiplos de 400,
que sí eran bisiestos.
El calendario gregoriano nació con la necesidad de ajustar el desfase que había con la Pascua
(Domingo de Resurreción, fiesta central del cristianismo). En el Concilio de Nicea (año 325)
se determinó que la Pascua debía conmemorarse el domingo siguiente al plenilunio (luna
llena) posterior al equinoccio de primavera del hemisferio norte.  Aquel año 325 el equinoccio
había ocurrido el día 21 de marzo, pero con el paso del tiempo la fecha del acontecimiento se
había ido adelantando hasta el punto de que en 1582 el equinoccio se fechó el 11 de marzo. El
desfase era ya de 10 días.

Así al día siguiente del 4 de octubre de 1582 se dio paso al 15 de


octubre con la implantación del calendario gregoriano.

Este es el resultado de nuestro calendario. El calendario gregoriano tampoco es exacto al cien


por cien. Cada año se desajusta 26 segundos (correcciones incluidas).Significa que se requiere
el ajuste de un día cada 3300 años. Además los años no mantienen su duración con el paso del
tiempo, sino que varían ligeramente. El año disminuye su duración en 1,15 segundos cada
siglo, resultado de las perturbaciones que sufre la órbita de la Tierra alrededor del Sol por la
acción de los restantes planetas y por el movimiento anómalo del eje de rotación terrestre. Se
trata de una cantidad pequeña, pero no la podemos despreciar porque se va acumulando año
tras año.

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El calendario de la era romana, denominado el Año de Rómulo, comenzó a utilizarse en el 750


a.C. y tenía diez meses. El principio del año romano no era enero, como en la actualidad, sino
marzo y llegaba hasta diciembre. Los meses del calendario eran llamados Martius, Aprilis,
Maius, Junius, Quinctilis, Sextilis, September, October, November, December. La duración de
los meses era de treinta y un días para cuatro de ellos (Martius, Maius, Quinctilis, y October) y
treinta días para los demás, lo que hacía un total 304 días. Más tarde, en el año 700 a.C. se
instauró el año de Numa, con doce meses y 355 días. Este calendario fue creado por el segundo
rey de Roma Numa Pompilius Censorino que añadió cincuenta y un días al año de Rómulo,
para ello “se les quitó un día a cada uno de los meses huecos (meses de 30 días) antes
nombrados, que entonces sumados hacían 57 días, de los cuales se formaron dos meses,
Januarius con 29, y Februarius con 28 días. Así todos los meses eran de este modo plenos, y
contenían un número impar de días, salvo Februarius, que era el único hueco, y por eso
considerado más desafortunado que el resto." Tras el cambio el año quedó de la siguiente
manera: Martius 31 días Aprilis 29 días Maius 31 días Junius 29 días Quinctilis 31 días Sextilis
29 días September 29 días October 31 días November 29 días December 29 días Januarius 29
días Februarius 28 días. Aún de esta manera el año quedaba corto once días respecto al año
solar, por lo que Numa Pompilius ordenó que a partir del 432 a.C. se le añadieran 22 o 23 días
cada dos años (22 en el segundo año, 23 días en el cuarto, 22 días en el sexto año, 23 días en el
octavo año y así sucesivamente). Este mes que se intercalaba era llamado MerkivdinoV, o
MerkhdovnioV. En el año 46 a. C. Julio César añadió diez días al año de 355 días y para
corregir los desajustes que se estaban produciendo (había un desfase de tres meses respecto del
calendario solar) hizo que el año 46 a.C. durara 445 días. Censorino lo cuenta así: “La
confusión fue al final, llevada tan lejos que César, el pontifex maximus, en su tercer consulado,
con Lépido como colega, insertó entre Noviebre y Diciembre dos meses intercalares de 67 días,
habiendo ya recibido el mes de Febrero una intercalación de 23 días, e hizo así que ese año
completo consistiera en 445 días”. A partir del 46 a.C. los años tendrían 365 días. Los días
añadidos se distribuyeron entre los siete meses que tenían 29 días, de tal forma que Enero,
Sextilis y Diciembre recibieron dos cada uno, y los otros sólo uno. Por último estableció la
regla de que al final de cada cuatro años, un único día debía ser intercalado donde
antiguamente, cada dos años, se intercalaba el mes extra. Ese día, que era el seis de marzo, era
llamado el Bissextum que viene de bis-sexto, pues se duplicaba cada cuatro, esto es, dos días
compartían la misma fecha. Julio César añadió un día a Julio, mes de su nacimiento, para
engrandecerse. Augusto hizo lo mismo con agosto, pues él no iba a ser menos que su antecesor.
Ambos días fueron retirados de febrero, que pasó a tener 28. Ante la disminución de este mes
con respecto a los otros, el día añadido de los años bisiestos se le concedió a él. En la actualidad
coexisten unos cuarenta calendarios, que no tienen nada que ver unos con otros. Medir el
tiempo ha sido siempre una de nuestras pasiones y nuestros errores nos han hecho festejar la
llegada de la primavera en pleno invierno.

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