Discurso

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La adolescencia a través de una

pandemia
Durante varios meses compartí mi vida con sólo cuatro paredes y es increíble lo
desafiante que pudo ser. Alguien podría pensar que es sencillo no mantener
contacto con el exterior, la gente piensa que por ser adolescentes estamos
acostumbrados a ese tipo de relaciones y que con sólo tener un smartphone a la
mano podemos sobrevivir, pero están equivocados, porque en aquellos meses
extrañe ver a mis amigos y poder al menos sentir la brisa sobre mi rostro.

En México la cuarentena por el covid-19 dio inicio en el mes de marzo y aunque


aún no se pensaba llegar a situaciones graves, se cancelaron la mayoría de
actividades presenciales, entre ellas las clases educativas.
Muchos jóvenes, con los cuales me identifico, pensamos que era una excelente
idea descansar un poco y que serían como vacaciones de primavera, simplemente
se trataba de 40 días ¿no?
Sin embargo, la situación en nuestro país avanzó y los días sin poder salir
también. En un principio no se mostró que fuese un problema, la escuela se volvió
una cuestión a través de la computadora y la nueva normalidad nos abordó.

Ya es bien conocido que la pandemia se llevó a su paso con el tiempo a la


economía de los hogares mexicanos, la salud de muchas personas y se creería
que a los jóvenes no nos afectó por tener un sistema inmunológico más repelente
al virus, sin embargo, toda pandemia afecta a la población entera, bien puede ser
de diferentes maneras.
Como se pudo ver a través de una encuesta realizada en mayo de 2020, por las
Naciones Unidas sobre juventud y COVID-19 entre las y los participantes, 27%
reportó sentir ansiedad y 15% depresión.
Sin duda alguna la situación general en los países y sus localidades afectó el día a
día de los jóvenes pues 46% reportó tener menos motivación para realizar
actividades que normalmente disfrutaba y 36% reflejó sentirse menos motivada
para realizar actividades habituales.
Así como su presente en aquel entonces se veía afectado también su percepción
sobre el futuro cambió, particularmente en el caso de las mujeres jóvenes de las
cuales el 43% de las mujeres se sintió pesimista frente al futuro en comparación al
31% de los hombres participantes.
Las estadísticas no mienten y es que incluso cuando los padres ven a sus hijos
tomar las clases y repetir la rutina día tras día no conocen su estado emocional, ya
que muchas veces como se demuestra en los resultados de la encuesta, muchos
de nosotros no hablamos de estos temas, puede ser porque dentro de la familia
existe un tabú sobre que la salud mental es una simple invención de los
adolescentes para querer ser el centro de atención, lo cual es completamente
falso, la salud mental tanto de jóvenes como niños y adultos existe y es igual o
incluso más importante que la física.
Creo que es necesario hacer un pequeño paréntesis para hablar sobre la salud
mental y sobre como esta se ha visto afectada después de aproximadamente dos
años de estar encerrados en casa.
Para comenzar ¿Qué es la salud mental? La salud mental incluye nuestro
bienestar emocional, psicológico y social. Afecta la forma en que pensamos,
sentimos y actuamos cuando enfrentamos la vida. También ayuda a determinar
cómo manejamos el estrés, nos relacionamos con los demás y tomamos
decisiones. La salud mental es importante en todas las etapas de la vida, desde
la niñez y la adolescencia hasta la adultez y la vejez.
La adolescencia es un periodo crucial para el desarrollo y el mantenimiento de
hábitos sociales y emocionales importantes para el bienestar mental, tales como
adoptar pautas de sueño saludables; hacer ejercicio con regularidad; desarrollar
habilidades para mantener relaciones interpersonales, hacer frente a situaciones
difíciles y resolver problemas; y aprender a gestionar las emociones. Sin embargo,
durante la pandemia del Covid-19 ha sido un gran impedimento para que los
jóvenes puedan lograr todo esto, lo cual desencadena estrés, ansiedad,
depresión, entre otros problemas psicológicos. No sólo se puede ver reflejado en
nuestro estado de ánimo, el desempeño académico de los adolescentes ha sido
afectado desde entonces y es que los prolongados meses de pandemia han
generado, en muchos de ellos, gran incertidumbre sobre su futuro académico y
laboral, y se han volcado en actividades compulsivas vinculadas a internet, con el
consiguiente aislamiento de relaciones sociales positivas y esto produce en
muchos de los casos la falta de motivación para completar sus tareas o prestar
atención a clases.
Hablando desde mi experiencia y se que muchos pueden identificarse conmigo,
antes de la pandemia mi desarrollo físico, social y académico estaba en su curso
normal, y aunque no me alarmé mucho al saber que habría una cuarentena, sufrí
demasiado los meses que vinieron por delante. Los primeros meses estuvieron
bien, todo el mundo se introdujo en el mundo de tiktok, las redes sociales se
volvieron parte de nuestro día a día e incluso aprendimos a utilizar nuevas
plataformas para poder tomar nuestras clases educativas, solíamos hablar con
nuestros conocidos por videollamada o mensajes de texto, hasta ese punto no
había señales de que la cuarentena nos trajo daños.
Los meses a continuación fueron en mi opinión el verdadero martirio. Mi salud
mental se vio afectada, constantemente sufría de depresión y ansiedad, el no
poder tener contacto con nadie en el exterior comenzaba a ser un castigo, dejé de
hablar con mis amigos, subí de peso a falta de actividad física y sobre todo dejé
de aprender, al día de hoy sufro las consecuencias, créanme, pasar los últimos
meses de bachillerato e iniciar la universidad en línea es más difícil de lo que
parece.
Poder salir con amigos o familia, ir al cine, ir de compras, salir a caminar o el
simple hecho de poder asistir a la escuela son cosas que aún no hemos
recuperado en su totalidad y es raro, porque jamás las aprecié y anhelé tanto
como ahora lo hago.
Próximamente volveremos al mundo y recuperaremos las vidas que solíamos
llevar, o al menos una parte de ellas, se que ya no seremos los mismos de antes y
que todos somos mayores desde la última vez, y aunque sentimos que todo pudo
haber sido malo, sé que también existen las cosas buenas. Algunos de nosotros
pasamos tiempo de calidad con nuestras familias, conocimos gente nueva,
aprendimos sobre nuevas tecnologías, vimos un montón de películas que jamás
habíamos visto, nos conocimos más a nosotros mismos, entre mil cosas más. En
ocasiones ignoramos la parte buena de la historia y sólo nos concentramos en la
parte mala y esto nos llega a abrumar. Por ello es importante que podamos hablar
con nuestros padres sobre lo que sentimos, ellos son los que están ahora a
nuestro único alrededor y los que vivieron toda esta pandemia a nuestro lado, no
estamos solos.
Gracia a los cuidados sanitarios y la invención de la vacuna hoy contamos con
nuevas esperanzas sobre la recuperación de todas estas actividades. Sin
embargo, no podemos negar el hecho de que el recorrido hasta donde nos
encontramos hoy ha sido muy complicado, y no quiero pasar por desapercibido
que toda la población la ha pasado ma. Más en cambio me enfoco en los jóvenes
pues pertenezco a ellos y sé que todos fuimos afectados por esta pandemia.

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