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SANTIAGO ALBERIONE

OPERA OMNIA

BREVES MEDITACIONES PARA CADA DÍA DEL AÑO


SANTIAGO ALBERIONE

BREVES MEDITACIONES
PARA CADA DÍA DEL AÑO
Edición preparada por el Centro de Espiritualidad Paulina
© Sociedad de San Pablo, Casa General, Roma 2008
http://www.paulus.net

Visto, se permite la impresión


Roma, 30 de junio de 2008
P. SILVIO SASSI, Sup. Gen. SSP

Se agradece la colaboración dada por la Hna. Elisabetta Capello, FSP

Sigla de la obra: BM

© S.A.S.P. s.r.l., 2008

© EDIZIONI SAN PAOLO s.r.l., 2008


Piazza Soncino, 5 - 20092 Cinisello Balsamo (Milano)
http://www.edizionisanpaolo.it
Distribuzione: Diffusione San Paolo s.r.l.
Corso Regina Margherita, 2 - 10153 Torino
PRESENTACIÓN

Estas Breves Meditaciones del P. Alberione son uno de los


frutos más jugosos de aquel fertilísimo año de gracia que fue el
1948: año bendecido por el pontificio “decretum laudis” de Pío
XII (12 de enero), que aprobaba oficialmente la fundación y las
Constituciones de las Pías Discípulas del Divino Maestro.
Año consagrado por dos muertes “sacrificiales”: la del P.
Timoteo Giaccardo (24 de enero), ofreciéndose como víctima
para dicha aprobación pontificia; y el fallecimiento del Hno.
Andrea Borello (4 de septiembre), ofreciéndose en oblación por
la santidad de los cohermanos Discípulos del Divino Maestro.
Año fecundo, además, de fundaciones (una veintena de
nuevas comunidades en Italia y otras naciones), entre ellas la
primera casa paulina en China, la clínica Regina Apostolorum
FSP y el nuevo Noviciado SSP en Albano Laziale. Todo ello
mientras en Roma bullían los trabajos para la construcción del
santuario a María Reina de los Apóstoles.
En el campo de la producción editorial, aquel año se
publicaron, además de estas Breves Meditaciones, otras cinco
obras del P. Alberione, de vario contenido y espesor: Apuntes
de predicación sobre Jesús Maestro Camino Verdad y Vida,
opúsculo; Ipsum audite, volumen II de las Meditaciones a las
Pías Discípulas; Hæc meditare, volumen VIII de los Ejercicios
predicados a las Hijas de San Pablo; Florecillas para el Mes de
Mayo, opúsculo enviado como “don” a todas las comunidades;
y María Reina de los Apóstoles, 33 instrucciones sobre la
devoción mariana.
Entre junio y julio de 1948 aparecieron los dos volúmenes
de Breves Meditaciones para cada día del año, editados por la
“Sociedad del Apostolado de la Prensa - Alba” (Ediciones
Paulinas), de hecho impresos en Roma en la tipografía de las
Hijas de San Pablo.
El primer volumen, de 526 páginas, apareció el 4 de junio; el
segundo, de 439 páginas, salió el 16 de julio 1948: entrambos
impresos en papel de baja cualidad, en formato casi de bolsillo
y con tapas de cartón gris.
A la primera edición le siguieron otras tres: respectivamente
en 1952 (2ª ed.), en 1961 (3ª) y en 1965 (4ª). La segunda se
PRESENTACIÓN 6

diferencia de la primera en pequeñas modificaciones o correc-


ciones y por la añadidura de los versículos bíblicos al comienzo
de cada meditación. Estas correcciones quedaron integradas en
las sucesivas ediciones tercera y cuarta.
Una doble edición en inglés, se publicó en Boston (U.S.A.),
respectivamente en 1983 y 1985, por las Hijas de San Pablo.
La presente edición recoge en un solo volumen todas las
meditaciones del primer volumen y las del segundo.
El contenido de este conjunto, como se ve por los títulos de
las varias partes y de cada meditación, es el “depósitum fídei”
del Credo, los Mandamientos, la Liturgia y la Espiritualidad
cristiana, fruto de la tradición: todo ello filtrado y elaborado por
un alma exquisitamente evangélica y sedienta de perfección.
La exposición es deudora a los numerosos manuales
teológicos y ascéticos usuales para un director de espíritu, como
fue el P. Alberione desde los años de su ministerio en el Semi-
nario de Alba (1908-1922), y como formador de incontables
vocaciones consagradas en la Familia Paulina.
Él sabía valerse de todo cuanto experimentaba y leía,
integrando en su cuadro mental cualquier aportación, experien-
cia propia o ajena, con una capacidad de síntesis que le
consentía resumir enteros tratados en fórmulas esenciales de
gran concisión. Esto se notará en las páginas que siguen,
observando (con la ayuda de eventuales notas al calce), cómo
en el breve arco de una sola meditación el autor compendia
enteros ensayos desarrollados en otras obras.
Según su típico modo, y considerada la índole práctica de
sus meditaciones, el P. Alberione citaba textos, aforismos,
conceptos tomados de los maestros consultados, sin preocuparse
de referir las fuentes. A veces los citaba sólo con el nombre del
autor; más a menudo aún, lo omitía. Por nuestra parte, cuando
nos ha sido posible identificarlos con certidumbre, hemos
tratado de explicitarlos en nota. Para los demás casos, nos
confiamos a la comprensión de quien medite estas páginas con
sencillez de corazón.
***
¿Qué importancia, qué valor tienen estas “meditaciones” en
el conjunto de la Ópera Omnia de nuestro Fundador? Aunque él
PRESENTACIÓN 7

mismo, por modestia, las califica como “breves”, no por ello


podemos considerarlas de escaso significado para nosotros.
La preciosidad de este volumen podemos descubrirla si lo
vemos en referencia al texto de otra obra, Donec formetur
Christus in vobis (DF), publicada en 1932. Sabemos que en un
ejemplar de la edición de este libro el Fundador corrigió de su
puño el subtítulo “Meditaciones del Primer Maestro” con la
expresión “Apuntes de meditaciones e instrucciones del Primer
Maestro”. En efecto, como se sabe, el DF contiene sólo el
esquema, el esqueleto, los apuntes de las meditaciones. Los dos
volúmenes de Breves meditaciones para cada día del año
encierran, según nuestro modo de ver, un primer desarrollo, un
despliegue de lo que presentó, como “apuntes”, en el DF.
El núcleo de la propuesta presentada en el DF consiste en
«hacer vivir a Jesucristo en nosotros». Esta vida-de-Jesús-en-
nosotros implica un crecimiento gradual y continuo, hasta llegar
a ser transformados en él, llegando a ser nosotros Jesús mismo.
Ser transformados en Cristo, pasando a ser criatura nueva (2Cor
5,17): este es el corazón de nuestra espiritualidad apostólica. El
P. Alberione lo expresa en una síntesis eficaz, que cabe
considerar la primera formulación del método paulino:
2. Jesucristo es verdad: para la inteligencia: de donde seguirá la
necesidad de estudiar la doctrina cristiana, de modo especial el
Evangelio.
Jesucristo es camino: para la voluntad, de donde seguirá la
necesidad de imitar a Jesucristo, especialmente apreciando la santa
comunión.
Jesucristo es vida: para el corazón, de donde seguirá la
necesidad de revestirse de gracia santificante y actual,
especialmente con la santa Misa (DF, p. 38).
El detallado itinerario, a través del cual se nos guía a la
realización de este objetivo, queda precisado en la segunda
etapa del DF, la etapa Gloria al Hijo.
También las otras dos etapas están orientadas al crecimiento-
formación de Cristo Jesús en nosotros: la etapa Gloria al Padre
nos consiente contemplar el proyecto estupendo del Padre en
nuestra persona, e identificar el pecado que se le opone, con el
fin de abandonarlo y volver al Padre; la etapa Gloria al Espíritu
Santo resalta que el rol del Espíritu no es otro que dar forma a
PRESENTACIÓN 8

Jesús-Verdad en nuestra mente; a Jesús-Camino en la voluntad,


a Jesús-Vida en el corazón.
***
No es difícil encontrar en los dos volúmenes de las Breves
meditaciones para cada día del año el plan del DF, y al
mismo tiempo su desarrollo. Aludimos a las principales
referencias.

1. Una primera referencia es evidente en la subdivisión de los


temas tratados. Como leemos en el Prefacio (BM1, p. 8), la
materia está dividida en tres partes:
«Las trescientas sesenta y cinco meditaciones se reparten así:
Parte primera: las grandes Verdades.
Parte segunda: las grandes Virtudes.
Parte tercera: las grandes Oraciones».

Subdivisión comentada así:


«El alma podrá cumplir el primer y principal precepto: “Amarás
al Señor con toda tu mente, con todas tus fuerzas, con todo tu
corazón”. Y vivirá en Cristo Camino, Verdad y Vida nuestra. Y la
introducirá María que es Maestra, Madre y Reina de todas las
almas que quieren vivir in Christo et in Ecclesia».

De aquí el subtítulo dado a cada parte. Respectivamente:


Las grandes Verdades
Amarás al Señor con toda tu mente.
Las grandes Virtudes
Amarás al Señor con todas tus fuerzas.
Las grandes Oraciones
Amarás al Señor con todo tu corazón.

El nexo con la propuesta contenida en el DF aparece muy


evidente.
La primera parte –“Las grandes verdades”– desarrolla lo que
el Autor indicó en DF sobre el itinerario de conformación de la
inteligencia a Jesús-Verdad. El primer anillo de la cadena es el
conocimiento; Jesús-Verdad interpela a la inteligencia y nos
PRESENTACIÓN 9

comunica la “necesidad de estudiar la doctrina cristiana”: de


aquí la utilidad de conocer, precisamente, las grandes verdades
de la fe cristiana.
También la colocación del subtítulo “amarás al Señor con
toda tu mente” resulta motivada si se tiene presente la primera
de las “conclusiones prácticas” del DF: para el P. Alberione la
conformación de la inteligencia a Jesús-Verdad, mientras
conduce a la santificación de la mente, da actuación al
mandamiento primario de amar a Dios con toda la mente.
1. Jesús es verdad: el estudio de la doctrina de Jesucristo; o sea
la santificación de la mente, amar al Señor con toda la mente
(Evangelio, instrucción religiosa, pensamientos y juicios de
Jesucristo) (DF, p. 65).

La segunda parte –“Las grandes virtudes”– desarrolla lo


que el P. Alberione indicó en DF sobre el itinerario de
conformación de la voluntad a Jesús-Camino. El Maestro
divino es modelo de todas las virtudes: he aquí la oportunidad
de pasar en reseña las virtudes como las ejercita Jesús, de
modo que la voluntad humana sea atraída y tienda a buscar “la
voluntad divina en cada cosa” (DF, p. 45). Tal itinerario
realiza el mandamiento de amar al Señor con todas las fuerzas
(según el P. Alberione: “toda la voluntad”):
2. Jesucristo es camino: imitación de la vida de Jesucristo, santi-
ficando la voluntad, o sea amor a Dios con toda la voluntad (DF, p.
65).

La tercera parte –“Las grandes oraciones”–, contenido del


segundo volumen de “Breves Meditaciones”, desarrolla lo que
el P. Alberione indicó en DF sobre el itinerario de
conformación del corazón a Jesús-Vida. Se ha de notar que aquí
el Fundador, con la expresión “grandes oraciones” no se refiere
a fórmulas de oración sino más bien a los lugares privilegiados
del encuentro con Dios: los sacramentos, la oración, la liturgia
de la Iglesia. Son las fuentes espirituales mediante las cuales
Cristo-Vida crece en nuestra persona y, gradualmente,
transforma nuestro corazón en el suyo, llevándonos a tener sus
mismos deseos: siempre y sólo la salvación de las almas. En
PRESENTACIÓN 10

esto consiste el amar al Señor con todo el corazón (según el P.


Alberione: “unión habitual con todo el corazón”):
3. Jesucristo es vida: estudio sumo de la gracia divina: Misa,
Visita, Comunión, unión habitual con todo el corazón (DF, p. 65).

2. Una segunda referencia es evidente al hojear los temas


propuestos para nuestra meditación.
En la primera parte –“Las grandes verdades”– el Fundador
nos lleva a meditar los argumentos fundamentales de nuestra fe.
Son los temas apenas esbozados en el Preámbulo y en la
primera etapa del DF, Gloria al Padre: Dios Uno y Trino, las
Personas de la Sma. Trinidad, el Padre Creador y el fin de la
creación, el fin del hombre y Dios fin último, los Novísimos, el
pecado y la redención, la gracia, el carácter y su educación, la
conciencia, el corazón, la voluntad... Se resalta en particular
nuestra cooperación a la acción de Dios y el aporte que estamos
llamados a dar, de modo particular usando los instrumentos de
la comunicación social (en este contexto: prensa, cine, radio).
La segunda parte –“Las grandes virtudes”– da al P.
Alberione la ocasión de trazarnos de forma amplia y difusa las
virtudes aludidas apenas en la segunda etapa del DF, Gloria al
Hijo. Empieza con las virtudes teologales (fe, esperanza,
caridad), luego trata de las virtudes cardinales (prudencia, jus-
ticia, fortaleza, templanza), para pasar a otras virtudes basilares:
humildad, obediencia, pureza, paciencia, mortificación, virtudes
de la religión, del celo, etc. En este punto el Fundador, para
llevarnos a vivir “nuestra máxima ocupación” –permanecer en
clima meditativo dentro de la vida de Jesucristo (DF, p. 41; cf
Imitación de Cristo, L. I, c. I, n. 1)–, nos guía paso a paso a
contemplar a Jesús en los diversos periodos de su vida,
explicitando lo que había apenas apuntado en el DF. Amplio
espacio se da al rol de María, en sintonía con cuanto el P.
Alberione había recomendado en el DF:
Jesús confiado a María santísima y a san José: Jesús se entregó
del todo. Se dejó formar. Este es el camino: estimar, amar, ponerse
en manos de María santísima... (DF, p. 41).

Merece la pena subrayar el amplio número de días en los que


el Autor nos invita a detenernos en estas meditaciones: 4 días
PRESENTACIÓN 11

sobre la fe; 2 sobre la esperanza, 6 sobre la caridad, 5 sobre la


humildad, 7 sobre la mortificación, 6 sobre el celo, 7 sobre la
Escuela de Nazaret, nada menos que 11 sobre el celo de Jesús,
unos 30 días dedicados a contemplar a María en la formación de
Jesús y en nuestra formación...

Con la tercera parte –“Las grandes oraciones”– el P.


Alberione desarrolla, en nada menos que 149 días, los temas
aludidos apenas en el capítulo “Medios de gracia” del DF.
Según la visión del Fundador estos “medios”, o fuentes de la
espiritualidad, constituyen nuestra cooperación al Espíritu Santo
en su obra de dar forma en nosotros a Cristo Jesús en todas
nuestras facultades. El P. Alberione empieza haciéndonos
meditar los sacramentos en general, luego cada uno de ellos,
después el tema de la oración (¡toda una semana!), el tema del
estado religioso, para entrar en el vastísimo campo de la liturgia
y del año litúrgico. A este respecto nos introduce en la liturgia
de la Palabra de cada domingo y de las principales fiestas de los
santos, relevando cada vez los aspectos más en sintonía con su
espiritualidad.

3. Una tercera referencia puede verse en la escansión ternaria


de cada meditación (salvo poquísimas excepciones), en
correspondencia evidente a la visión del Cristo integral Verdad-
Camino-Vida presente y operante en toda la persona del
cristiano, mente-voluntad-corazón.
Como primer punto de cada meditación se propone lo que
“se debe creer” (cf DF, p. 96): en qué consiste el tema
presentado, cuál es la doctrina que la mente está llamada a
aprehender, cuál es la verdad que conocer ante todo.
En el segundo punto, el P. Alberione presenta habitualmente
las aplicaciones prácticas para nosotros: cómo nuestra voluntad
está invitada a adherir a lo propuesto por el Señor. Modelo
único es siempre Jesús: se trata de contemplar cómo él vivió
aquella virtud específica, y entregarle la voluntad de modo que
se adhiera plenamente a su estilo de fidelidad al Padre.
El tercer punto lo ocupa ordinariamente la oración. Una
oración que involucra de manera vital el corazón, según la
orientación del Fundador: “la oración afecta también al
PRESENTACIÓN 12

sentimiento” (DF, p. 14). Una oración destinada a ser la oración


misma de Jesús-Vida, su “respiro” (DF, p. 55).
Ulterior expresión de ritmo triádico, mente-voluntad-corazón,
se nos muestra en los tres momentos finales de cada meditación.
En ellos el Fundador nos invita a:
– un EXAMEN de conciencia (verificar cuáles son nuestras
convicciones y confrontarlas con las enseñanzas divinas:
verdad);
– un PROPÓSITO (para adherirnos al proyecto de Dios:
voluntad);
– una ORACIÓN (tomada de la Liturgia o, más a menudo,
nacida de ardiente amor a Dios del Fundador: corazón).

4. Bastan estas consideraciones para darnos a comprender


cuán esencial es, para acercarse correctamente a este texto,
como a cualquier otro del Fundador, el conocimiento de la
propuesta que él nos dejó en el DF.
En una primera lectura, las presentes “Breves Meditaciones”
podrían parecer bastante “ordinarias”: consideraciones obvias, a
veces “resabidas”, sin particulares motivos de relieve.
Pero quien tenga familiaridad, aunque sea pequeña, con la
forma mentis del P. Alberione las leerá con muy otro interés y
obtendrá óptimo fruto. Conociendo cómo la atención del
Fundador se concentra siempre en la urgencia que todo Jesús se
forme en toda la persona, el lector no tardará en descubrir en
cada meditación el elemento, la dimensión de Cristo Jesús sobre
la cual el P. Alberione quiere llamar la atención. Es la perla
contenida en cada tema, la diminuta tesela que contribuye a
componer el admirable mosaico: Cristo Jesús que vive en el
creyente dándose a él y trasformándolo en apóstol del modo
más pleno del término.

Roma, 30 de junio de 2008.

CENTRO DE ESPIRITUALIDAD PAULINA


ADVERTENCIAS

1. El texto adoptado aquí es el de la primera edición, impresa en


Roma en junio de 1948, añadiéndole los breves textos
escriturísticos introducidos en la segunda edición al principio de
cada meditación.

2. Para mantener la necesaria uniformidad al citar las obras del


Fundador, en cualquiera edición o lengua, es indispensable
tomar como único criterio de referencia el envío a la
numeración de página de la edición italiana original. Indicamos
tal numeración en los números al margen del texto (precedidos
por las siglas BM1 y BM2): el cambio de página, cuando cae en
medio de una línea, está marcado con el signo “|”, puesto al
comienzo de la palabra.

3. Para las citas bíblicas:


 cuando se dan dentro del texto, es que pertenecen al Autor,
 que cita por la Vulgata, tanto para el título de los libros
(Eclesiastés, Eclesiástico, cuatro libros de los Reyes, etc.)
como para la numeración de los salmos. Únicamente hemos
adaptado las abreviaturas de la Biblia;
 cuando la cita está en una nota, es aportación de quienes han
preparado la presente edición;
 en la numeración de los salmos, hemos seguido la de la
biblia hebrea, indicando seguidamente la de la Vulgata. En
el Índice de las citas, por brevedad, se da sólo la numeración
hebrea.

4. Otras intervenciones:
– se trata de algunos detalles válidos únicamente en italiano
(acentos graves o agudos);
– se han simplificado las formas plurales de sustantivos o
adjetivos (también exclusivamente para el italiano).
SIGLAS

ACV Alma y cuerpo para el Evangelio. Algunos


opúsculos de S. Alberione [1953-1957]. Opera
omnia, San Paolo, Cinisello Bálsamo 2005.
AD Abundantes divitiæ gratiæ suæ. Historia
carismática de la Familia Paulina, de S.
Alberione [1954], Opera omnia, Roma 1998.
AE El apostolado de la edición, Manual directivo
de formación y de apostolado, de S. Alberione
[1944], Opera omnia, Roma 1998.
AS Apostolato Stampa. Manuale di formazione e
di apostolato, di G. Alberione, Alba 1933.
BM1 Brevi Meditazioni per ogni giorno dell’anno, di
G. Alberione, volume I, Alba 1948.
BM2 Brevi Meditazioni per ogni giorno dell’anno, di
G. Alberione, volume II, Alba 1948.
DF Donec formétur Christus in vobis, de S.
Alberione [1932], Opera omnia, San Paolo,
Roma 2001.
DFms Donec formétur Christus in vobis, cuaderno
manuscrito, inédito.
NPS È necessario pregare sempre, de S.
Alberione, Alba-Roma 1940.
PD (indicando Alle Pie Discepole del Divin Maestro, 15
el año) volumi, PD, Roma.
SP (indicando San Paolo, Bollettino interno della Società San
mes y año) Paolo.
BM1
3

Sac. G. Alberione S. S. P.

BREVI MEDITAZIONI
per ogni giorno dell’anno

Volume I



Alba - Società Apostolato Stampa - Alba

Frontispicio del 1er volumen, igual al del 2º cambiando en éste


sólo la indicación “Volumen II” y la ciudad del editor: “Roma”.
BM1
4

Visto: NULLA OSTA ALLA STAMPA

Alba, 1 marzo 1948


D. Agostino Damonte

SI STAMPI

Alba, 6 marzo 1948


Can. Gianolio, Vic. Gen.

Contraportada del 1er volumen (igual a la del 2º). El vicario


general (de la diócesis de Alba) es el canónigo Pasquale Gianolio.
BM1
5

PARTE I

LAS GRANDES VERDADES

«Amarás al Señor con toda tu mente».


[Mt 22,37]
PREFACIO BM1
7

Presento estas breves meditaciones a las personas muy


ocupadas y a las almas sencillas que buscan cada día un
alimento «que no perece, sino que dura para la vida eterna».1
Cada meditación contiene brevemente mucha materia donde
poder saciar incluso a las personas que consagran a la
meditación un tiempo más largo y gustan profundizar los
argumentos.
Finalidad de estas meditaciones: honrar a Jesús Maestro
divino que se declaró el Camino, la Verdad y la Vida. Por ello,
en cada meditación se indica el camino a seguir para caminar
detrás de Jesucristo; las verdades que él nos enseñó y que
deben creerse; la vida sobrenatural, en él, que debe vivirse.
Las trescientas sesenta y cinco meditaciones se dividen así: BM1
Parte primera: las grandes Verdades. 8
Parte segunda: las grandes Virtudes.
Parte tercera: las grandes Oraciones.
El alma podrá cumplir el primer y principal precepto:
«Amarás al Señor con toda tu mente, con todas tus fuerzas, con
todo tu corazón».2 Y vivirá en Cristo Camino, Verdad y Vida
nuestra. Y será presentada por María, que es Maestra, Madre y
Reina de todas las almas que quieren vivir «in Christo et in
Ecclesia».3
El AUTOR

1 Cf Jn 6,27.
2 Cf Dt 6,5.
3 Cf Ef 5,32: «en Cristo y en la Iglesia».
1. BM1
DIOS UNO 9

«Gran Dios es el Señor, gran rey sobre todos los dioses. En su mano
están los abismos de la tierra, son suyas las cimas de los montes...
Venid, postrados adoremos, de rodillas ante el Señor que nos creó. Él
es nuestro Dios, y nosotros el pueblo de su redil, el rebaño que él
conduce» (Sal 95/94,3-7).

1° Dios es el ser perfectísimo, el sumo y único bien,


principio y fin de cualquier otra cosa existente.1
El es el Eterno, el Omnipotente; la Verdad, el Señor de las
ciencias, el Omnividente, el Benefactor, el Santo; la Caridad, la
Bondad, la Belleza. Él es el Ser necesario: «Yo soy quien soy»
(Éx 3,14); es el objeto más digno de mi estudio, la única
autoridad, lo único amable, la única felicidad eterna.
2° Yo soy quien por sí no es nada: todo lo he recibido de
Dios.2
Soy una pequeñísima criatura de Dios; tengo continua
necesidad de ser sostenido por él en la existencia; pronto
desapareceré de la tierra y me presentaré a él para rendirle
cuentas de mi vida y recibir el premio o el castigo merecido con
mis obras.
Soy un pobre ignorante, un grande e indigno pecador; no
merezco ser admitido a su santísima presencia por mis muchas
infidelidades; yo merecería un desprecio total y sus justos
castigos.
Tengo continua necesidad de la gracia y misericordia de BM1
Dios para evitar el pecado, vencer las tentaciones, esquivar el 10
infierno.

1 En estas primeras meditaciones el P. Alberione retoma y desarrolla

los temas apenas aludidos en el Donec formétur Christus in vobis (DF),


particularmente al comienzo de la etapa Gloria al Padre. Cf DF, p. 17:
«¿Quién es Dios? El ente necesario. “Ego sum qui sum”, “Tu solus
Dominus”: puro espíritu: suma grandeza: por ciencia, potencia, eternidad,
omnipotencia, gloria, perfectísimo...».
2 Cf DF, p. 18: «¿Quién soy yo? ser contingentísimo: “tú eres el que

no es”. No eres nada, en cuanto al alma y al cuerpo, de ti eres nada, en


cuanto al ser y al hacer, de ti: imperfectísimo...».
LAS GRANDES VERDADES 22

3° Señor Jesús, que yo me conozca y te conozca. Que no


ansíe nada más que a ti. Que me odie a mí y te ame a ti. Que
todo lo haga por ti. Que me humille a mí mismo y te exalte a ti.
Que no medite nada más que a ti (San Agustín).
El hombre fue creado para alabar y honrar al Señor su Dios.
Señor, quiero conocerte para alabarte y honrarte con afecto.
Examen. – ¿Tengo una gran idea de Dios? ¿Trato de conocer
sus infinitas perfecciones? ¿O al contrario tengo una gran
estima de mí mismo? ¿Me regodeo en mí? ¿Me dejo tal vez
impresionar más por lo que es creado que por el Creador?
Propósito. – Todo cuanto yo haga, quiero que sea «ad
maiorem Dei gloriam».3
Oración. – Señor, Dios nuestro, ¡qué admirable es tu
nombre en toda la tierra! 4
¡Santo, santo, santo es el Señor Dios de los ejércitos! 5
Hosanna en lo más alto de los cielos.6
Bendecid al Señor, obras suyas, alabadle y exaltadle por
siempre. Ángeles del Señor, bendecid al Señor.7 Gloria a Dios
en lo más alto de los cielos y paz en la tierra a los hombres de
buena voluntad.8 Te alabamos, te bendecimos, te damos gracias
por tu gloria infinita.9

BM1 2.
11 DIOS TRINO

3 «Para mayor gloria de Dios». Máxima de san Ignacio de Loyola. Cf

la oración de oferta de la segunda semana de los Ejercicios Espirituales (n.


98), inspirada en el principio dinámico del «siempre más» y «siempre
mayor» («magis» o «ad maiorem»).
4 Cf Sal 8,2.
5 Is 6,3.
6 Mt 21,9.
7 Cf Dn 3,57ss.
8 Lc 2,14.
9 Cf Himno Gloria in excelsis Deo del misal romano.
LAS GRANDES VERDADES 23

«Tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el


Espíritu Santo: y los tres son una cosa sola...» (1Jn 5,7).10

1° Admirables y maravillosas son las verdades que la fe


nos descubre sobre la vida íntima de Dios: uno en la sustancia,
trino en las personas. El Padre celeste se contempla eternamente
en su perfecta imagen: el Verbo que él engendra continuamente;
el Verbo se estremece, arrebatado de amor, por la belleza del
Padre; del éxtasis de amor recíproco del Padre hacia el Verbo y
del Verbo hacia el Padre procede un incendio de amor que es el
Espíritu Santo. Dios vive en las tres Personas una vida interior
perfecta, infinita, eterna: él es la fuente, el principio, el modelo
de vida interior para cada alma.
2° Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios con
una triple facultad: inteligencia, voluntad, sentimiento.
Imitemos a la Sma. Trinidad como hijos amadísimos:
vivamos una vida interior modelada sobre la Sma. Trinidad.
Pensar como piensa Dios. El Verbo divino es la luz
verdadera, la sabiduría del Padre. Habiéndose hecho hombre,
comunica a los hombres las verdades que salvan, los misterios
inefables, la única ciencia necesaria. Santifiquemos la mente 11
estudiando las verdades y creyéndolas con fe viva.
Sometamos toda la voluntad al Padre celeste, como Jesús,
que dijo: «Hago siempre lo que agrada al Padre» (Jn 8,29).
Sea nuestro corazón todo de Dios; lo será si le amamos con BM1
todas las fuerzas y por encima de cualquier otra cosa. 12

10 Citas según el texto de la Vulgata. Las traducciones modernas

omiten la referencia a las tres divinas Personas, considerándola una nota


explicativa introducida sucesivamente en el texto por su valor trinitario.
11 «Santifiquemos la mente»: se trata sin duda de uno de los aspectos

formativo-apostólicos más preferidos por el P. Alberione. Él empezó a


proponer tal orientación en el DF, a través de un preciso itinerario de
asunción de la mentalidad de Jesús: «Este conocimiento lleva de la
ignorancia y el error a pensar como Dios en Jesucristo. Es el estado de las
almas que están siempre unidas a Dios y todo lo ven en él, todo lo juzgan
en él y todo lo ordenan a él» (DF, p. 25); lo señaló continuamente y, por
fin, lo expuso detalladamente en los números monográficos del boletín
San Paolo titulados “Amarás al Señor con toda tu mente”, confluidos
sucesivamente en el librito Santificación de la mente (cf ACV, pp. 17-111).
LAS GRANDES VERDADES 24

3° Señor, me has creado a semejanza tuya; pues en mí está


la imagen de las tres divinas Personas, quiero imitar vuestra vida
interior. Santifica oh Padre, mi voluntad haciéndola dócil a tu
voluntad; oh Hijo divino, llena de ti mismo mi mente; infunde en
mi corazón, oh divino Espíritu, una verdadera caridad sobre-
natural. Yo sé, Sma. Trinidad, que habitáis en el alma justa y
continuáis en ella vuestras operaciones eternas: el Padre,
engendrando al Hijo, y dando entrambos origen al Espíritu Santo.
Examen. – ¿Tengo pensamientos conforme al Evangelio?
¿Mi voluntad está unida a Dios? ¿Qué busca y ama mi corazón?
Propósito. – Quiero vivir hoy con mucho amor para imitar la
vida de la Sma. Trinidad.
Oración. – A la Sma. y augustísima Trinidad sea dado honor,
adoración, agradecimiento, amor; ahora y siempre por los
siglos de los siglos.
Gloria al Padre celeste, como era, ahora y siempre.
Gloria al Hijo divino, como era, ahora y siempre.
Gloria al Espíritu Santo, como era, ahora y siempre.
Yo creo, adoro y amo para poder un día contemplaros en la
eterna visión, poseeros en eterna medida, amaros en eterno
gozo.

BM1 3.
13 DIOS PADRE
«Para nosotros no hay más que un Dios, el Padre, de quien procede
todo y para el cual somos nosotros, y un solo Señor, Jesucristo, por
quien existe todo y para el cual somos nosotros por medio de él»
(1Cor 8,6).

1° Al Padre se le atribuyen la creación y el gobierno del


universo. Al principio Dios creó el cielo y la tierra, las plantas,
los animales, el hombre.12
En su omnipotencia sacó de la nada todo cuanto existe.
Ahora Dios concurre al nacimiento de cada hombre, creando el
alma e infundiéndola en el cuerpo.

12 Cf Gén 1-2.
LAS GRANDES VERDADES 25

Él dispone todos los acontecimientos, rige la historia y guía


los siglos: éstos, en efecto, por voluntad divina, prepararon la
venida al Hijo de Dios; cumplieron, cumplen y cumplirán,
desarrollándola, la encarnación hasta el juicio universal, cuando
se manifestará en la gloria el reino de Jesucristo.
2° Todo lo he recibido de Dios: cuanto me rodea, cuanto me
sustenta, cuanto hay dentro de mí. Si Dios me pidiera lo que me
dio, no me quedaría nada, ni siquiera la existencia: yo desapa-
recería. Es una verdad que siempre debo reconocer: «¿Qué tienes
que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te
vanaglorias como si no lo hubieras recibido?» (1Cor 4,7).
Vivo bajo el amable gobierno del Padre celeste: debo
abandonarme a su providencia, que si piensa en la flor del
campo y en el pájaro del aire, ¡mucho más piensa en el hombre,
imagen y criatura suya! Hasta nuestros cabellos los tiene
contados.13
3° Señor, soy tuyo, todo tuyo; y cuanto me diste, mira, yo BM1
te lo ofrezco: inteligencia, memoria, voluntad, cuerpo, sentidos, 14
todo lo que sirve a mi vida. Nada soy: tú eres el soberano dueño.
Me confío a tu providencia: estoy seguro de que todo lo
dispones por amor, como Padre tierno. Buscaré tu reino y mi
santificación, y tú, Padre bueno, proveerás a todo lo demás.
Examen. – ¿Me glorío o complazco de algo? ¿Doy siempre y
únicamente y de todo gloria a Dios?
¿Temo la penuria o la falta de las cosas temporales? ¿Me
desanimo en los tiempos difíciles? ¿Busco de veras el reino de
Dios? ¿Descanso en el Padre celeste?
Propósito. – Soy hijo de Dios: suma nobleza; de mí mismo
nada tengo: profunda humildad.
Oración. – Toma, Señor, toda mi libertad, mi memoria, mi
inteligencia y mi voluntad. Todo cuanto tengo y poseo tú me lo
diste; te lo devuelvo, para que tu voluntad lo gobierne. Dame
sólo tu amor y tu gracia: seré rico y no desearé nada más.

4.

13 Cf Mt 6,25ss; 10,30.
LAS GRANDES VERDADES 26

DIOS HIJO
«Dios, que en muchas ocasiones y de muchas maneras habló antigua-
mente a los padres por los profetas, en esta etapa final nos ha hablado
por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del
cual ha realizado los siglos. Él es reflejo de su gloria, impronta de su
ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y habiendo
realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la
Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles
cuanto más sublime es el nombre que ha heredado» (Heb 1,1-4).

1° La humanidad que había pecado en Adán merecía


quedar en el estado en que voluntariamente había caído. Pero el
BM1 Hijo de Dios | dijo al Padre: «Ecce, mitte me: aquí estoy,
15 mándame» (Is 6,8). Y el Hijo unigénito se encarnó por obra del
Espíritu Santo; se hizo hijo de María, llevó una vida santísima
de fatigas y dolores; enseñó a los hombres el camino del cielo
con los ejemplos y con su altísima doctrina; instituyó la Iglesia,
el sacerdocio, los sacramentos; padeció y murió en la cruz por
nuestros pecados; nos reabrió el paraíso; resucitó de la muerte,
subió al cielo y envió el Espíritu Santo a la Iglesia.
2° Quienes acogieron al Hijo de Dios encarnado, obtuvieron
el ser hijos de Dios por adopción en el Espíritu Santo. Así [fue]
cuando él vino visiblemente a esta tierra; así ayer, así hoy y así
siempre por los siglos. ¿Quién acoge al Hijo de Dios? El que: a)
cree en la doctrina enseñada por él y hoy predicada por la Iglesia;
b) el que sigue sus ejemplos santísimos de humildad, caridad,
trabajo, oración; c) quien recibe los sacramentos instituidos para
que por ellos, como por medio de canales, la gracia pase de su
[divino] corazón a las almas, y quien tiene una gran devoción al
sacrificio de la santa Misa.14
3° Oh Jesús, Salvador del mundo, atrae a ti a todos los
hombres, como prometiste: «Todo lo atraeré a mí» (Jn 12,32);
desde lo alto de la cruz continúa a dirigir tus ojos y tu oración al
14 Es bien evidente, en estos breves trazos, la propuesta espiritual del P.

BM1 Alberione, que mira a injertar todas las facultades de la persona en todo el
16 Señor Jesús. «Acoge al Hijo de Dios» quien con la mente «cree en la
doctrina enseñada por él»; quien con la voluntad «sigue los ejemplos
santísimos»; quien con el corazón «entra en comunión con Jesús-Vida»
mediante los sacramentos. Cf, enseguida después, la oración: «Atrae a ti
mi mente, mi voluntad, mi corazón».
LAS GRANDES VERDADES 27

Padre por los hombres, errantes como rebaño disperso. «Padre,


perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34) y sigue
teniendo extendidos tus brazos sobre los | hombres en dulce
invitación acogedora: «Venid a mí, todos los que estáis
cansados y agobiados, y yo os aliviaré» (Mt 11,28). Atrae a ti
mi mente, mi voluntad, mi corazón.
Examen. – ¿Cuál es la medida de mi fe en Jesucristo? ¿Creo
hasta en lo de «felices quienes sufren? 15 ¿Cómo es mi imitación
de Jesucristo? ¿Hasta la pobreza en el pesebre? ¿Cómo es mi
amor a Jesucristo? ¿Cuál la frecuencia en los sacramentos?
Propósito. – Mi mayor empeño será la meditación sobre
Jesucristo.
Oración. – Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo,
sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de
Cristo, lávame. Pasión di Cristo, confórtame. O buen Jesús,
óyeme; dentro de tus llagas escóndeme; no permitas que me
separe de ti. Del maligno enemigo defiéndeme; en la hora de mi
muerte llámame y mándame ir a ti para que con tus santos te
alabe por los siglos de los siglos. Así sea.16

5.
DIOS ESPÍRITU SANTO
«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre
que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de
la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni le conoce;
vosotros, en cambio, le conocéis, porque mora con vosotros y está en
vosotros» (Jn 14,15-17).

1° Jesucristo fue concebido y santificado por obra del


Espíritu Santo.
Antes de subir al cielo él prometió | enviar el Espíritu Santo BM1
a los discípulos, y mantuvo la promesa el día de Pentecostés. 17

15
Cf Mt 5,4.10.
16
Célebre oración de un desconocido autor medieval, compuesta en
los primeros decenios del siglo XIV y enriquecida con indulgencias por el
papa Juan XXII en 1330. – Citada en su tiempo por san Ignacio al
comienzo de sus Ejercicios Espirituales, la reencontramos en DF, p. 5.
LAS GRANDES VERDADES 28

El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia; la hace infalible,


indefectible, santa. El Espíritu Santo se establece en nosotros por
el bautismo; aumenta su fuerza en la confirmación; se une cada
vez más al alma justa que hace obras buenas. Además, el Espíritu
Santo da la gracia actual de ilustración, inspiración, elevación.17
2° El Espíritu Santo, entrando por la gracia en el alma,
infunde la fe, da la esperanza, enciende la caridad. Él comunica
los siete dones: inteligencia, sabiduría, ciencia, consejo, piedad,
fortaleza, temor de Dios.
Más aún: produce cierto gozo o felicidad, que es anticipo de
la plena bienaventuranza celeste, en los pobres de espíritu, en
los mansos, en los sufridos, los sedientos y los hambrientos de
la justicia de Dios, en los perseguidos. Trae además doce
preciosos frutos.18
3° Oh Espíritu santificador, desciende aún sobre la Iglesia
para que ésta tenga pastores dignos, dignos religiosos, fer-
vorosos apóstoles de la verdad, buenos misioneros, piadosas
religiosas, muchas almas santas. Oh Espíritu santificador,
penetra mi mente para que yo viva de fe; penetra mi voluntad
para que mi esperanza sea cada vez más firme; penetra mi
corazón y haz que yo ame cada vez más a mi Dios y a mi
prójimo.
Examen. – ¿He ocasionado oposición al Espíritu Santo
BM1 alejándole de mi alma con el | pecado? ¿He disminuido su
18

17 Para estos conceptos, cf DF, p. 60. La acción del Espíritu Santo, que

hace crecer a Jesús en cada uno de nosotros, «produce en el hombre los


más admirables efectos: iluminación a la mente, afecto santo al corazón,
inspiración a la voluntad. Además, actúa en cualquier período y condición
de vida». Tema ampliamente tratado en F. CHIESA, Lectiones theologíæ
dogmáticæ recentiori mentalitati et necessitati accommodatæ, Albæ
Pompejæ, Typis Piæ Societatis S. Pauli, vol. III, Tractatus De Deo Spíritu
Sancto, MCMXXX, pp. 617-619.
18 En realidad, san Pablo (Gál 5,22) habla de “el fruto” (en singular) del

Espíritu, refiriéndose sobre todo al agape, con sus manifestaciones (gozo,


paz, afabilidad, etc.). El P. Alberione, siguiendo al can. Chiesa, enumera
doce frutos (DF, pp. 103-104), así distribuidos: en nosotros (caridad, gozo,
paz, paciencia), hacia el prójimo (benignidad, bondad, afabilidad, man-
sedumbre, fidelidad), en relación con el ambiente (modestia, continencia,
castidad).
LAS GRANDES VERDADES 29

acción con venialidades, 19 indiferencias, frialdades especial-


mente en los sacramentos?
Propósito. – El Espíritu Santo habita en mí; no quiero
contristar al Huésped divino.
Oración. – Oh Dios, que has amaestrado a tus fieles con la
iluminación del Espíritu Santo, concédenos, en fuerza del mis-
mo Espíritu, un recto sentir y gozar siempre de su consolación.
Purifica, oh Dios, nuestros sentidos y nuestro corazón con el
fuego del Espíritu Santo para que te sirvamos con cuerpo casto
y te agrademos por la limpieza de corazón.

19 Venialidad: pecados veniales.


LAS GRANDES VERDADES 30

6.
HE SIDO CREADO
«Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas
que has creado, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser
humano para darle poder? Le hiciste poco inferior a los ángeles, le
coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus
manos, todo lo sometiste bajo sus pies» (Sal 8,4-7).

1° Dios, prefiriéndome a muchos otros seres posibles que le


habrían servido mejor que yo, quiso llamarme a la existencia.
Desde toda la eternidad piensa él en mí; antes de que yo
entrara en el mundo me preparó padres buenos, un párroco
fervoroso, una vocación y misión propia; y quiso que yo naciese
con inteligencia, disposiciones de corazón y de voluntad conve-
nientes a mi vocación; me predestinó a un grado de gracia, de
santidad y de gloria particular.
En todo esto se dio la obra y el concurso de las tres divinas
Personas. «Dios es amor» (1Jn 4,8).
BM1 2° Dos deberes: el reconocimiento y el amor.
19 En mis labios debe resonar siempre un ferviente y sentido
Deo gratias. 20 El reconocimiento es un deber, signo de un
corazón bien formado, un medio para obtener otros beneficios.
He de amar a quien tanto me ha amado: amar con intenso
afecto, amar con las palabras, amar con las obras. Debo
corresponder a las gracias recibidas y usar bien los dones que él
me ha otorgado: usar bien la inteligencia para conocer a Dios y
su voluntad; usar bien el tiempo trabajando intensamente para
corresponder a mi misión; usar bien los dones internos
haciéndoles fructificar; alcanzar de veras el grado de gloria al
que Dios me ha llamado.
3° Te adoro, Dios mío, te doy gracias por haberme creado,
hecho cristiano y conservado hasta hoy. Te bendigo porque nací
en la fe católica, porque en la familia y la parroquia recibí una
educación de veras cristiana. Te amo, oh Señor, porque fuiste tú
el primero en amarme; me amaste desde la eternidad, oh Dios
de caridad.

20 «(Doy/damos) gracias a Dios».


LAS GRANDES VERDADES 31

Examen. – ¿Cómo siento y demuestro mi reconocimiento a


Dios? ¿Cómo me porté con mis padres? ¿Y con el párroco?
¿Cómo uso las fuerzas físicas, la salud, el tiempo? ¿Amo de
veras al Señor?
Propósito. – Diré a menudo durante el día: «Te doy gracias
por haberme creado y hecho cristiano».
Oración. – Creo, oh Señor: haz que yo crea más firmemente. BM1
Espero, oh Señor: pero haz que yo espere más seguramente. 20
Amo, oh Señor: pero haz que yo ame más ardientemente. Me
arrepiento, oh Señor: pero haz que yo me arrepienta más. 21
Te adoro como primer principio; te deseo como último fin;
te alabo como bienhechor perpetuo; te invoco como defensor
propicio.

7.
¿PARA QUÉ HE SIDO CREADO? - I
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome
su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero
el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de
qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?»
(Mc 8,34-36).

1° Dios me creó para que en la vida presente yo le conozca,


le ame y le sirva.
Conocer a Dios. Las criaturas con inteligencia realizan,
según leyes preestablecidas, cuanto Dios quiere de ellas,
necesariamente. Los ángeles, puros espíritus, le conocen y le
sirven con inteligencia. El hombre, materia y espíritu, que
resume en sí todo el universo, pues representa a todas las
criaturas visibles, conoce a Dios, le ama libremente, y
voluntariamente le sirve. Da a Dios una alabanza muy perfecta.
Conocer a Dios significa emplear la inteligencia en el
estudio de su existencia, de sus perfecciones, de sus obras.
Amar a Dios significa desearle y buscarle con todas las
fuerzas.

21 En el original se usa un término arcaico para decir “más aún”.


LAS GRANDES VERDADES 32

Servir a Dios significa observar sus preceptos, con la ayuda


de su gracia.
BM1 2° Este es el principal deber de todos los | hombres, porque
21 Dios es creador y puede mandar sobre sus criaturas.
Yo no existía: cuanto tengo, todo lo he recibido de Dios; y
todos los bienes que deseo podré encontrarlos en él, única
fuente de todo bien. Todo mi trabajo consiste en conocerle,
amarle, servirle en la tierra y gozarle luego en el cielo. La
verdadera sensatez consiste en conocer a este Dios. La
verdadera paz consiste en amar a este Dios. La verdadera
prudencia está en amoldarme en todo a la divina voluntad.22 En
él está toda riqueza. Si poseo a Dios, poseo todos los tesoros,
soy de veras rico; si yo poseyera todo lo creado, pero no a Dios,
sería el ser más pobre e infeliz.
3° Muchas almas emplearon toda la vida en conocer, amar
y servir a Dios; ahora son felices. ¿De qué le vale al hombre
poseer incluso el mundo entero si no conoce, no ama y no sirve
a Dios? Quien busca los bienes del mundo, las posesiones, las
satisfacciones, los honores, la ciencia, la gloria, verá un día, en
el lecho de muerte, desaparecer todo... En cambio, quien haya
conocido, amado y servido al Señor, se unirá a él para poseerle
eternamente.
Examen. – ¿Cuáles son las verdaderas e íntimas aspiraciones,
deseos y glorias de mi corazón? ¿Qué busca? ¿A Dios, o las
cosas pasajeras que perecen y no satisfacen?
Propósito. – Diré a menudo: Dios es mi todo; él me basta.
Lo demás me deja vacío y hay que abandonarlo.
BM1 Oración. – Oh Señor, dirígeme con tu sabiduría; fréname
22 con tu justicia; con tu clemencia consuélame; protégeme con tu
poder.

22 El P. Alberione se inspira sin duda en el Catecismo de Pío X: «Dios

nos ha creado para conocerle, amarle y servirle en esta vida, y para


gozarle luego en la otra, en el paraíso». Parece que quiere detenerse
ampliamente en esa visión, hallándola en fuerte consonancia con el
trinomio mente-voluntad-corazón tan inculcado por él: conocer a Dios
(mente), modelarse según su querer (voluntad), amar a Dios (corazón).
LAS GRANDES VERDADES 33

Te ofrezco, oh Dios, todo lo que deberé pensar, para que se


dirija a ti; lo que deberé decir, para que se inspire en ti; lo que
deberé hacer, para que se cumpla según tú; lo que deberé
soportar, para que tu fuerza lo sostenga.
Quiero lo que quieres tú; porque lo quieres, como lo quieres,
cuando lo quieres.
LAS GRANDES VERDADES 34

8.
¿PARA QUÉ HE SIDO CREADO? - II
«Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti,
Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el
rostro de Dios?» (Sal 42/41,2-3).

1° El conocimiento, el amor, el servicio de Dios me


conducen, como último fin, al paraíso: «Señor, nos creaste para
ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti»
(San Agustín).
No pueden ser mi fin ni el placer, ni la estima, ni la riqueza,
ni la virtud, ni el poder, ni la ciencia.23 Todo eso no es infinito,
mientras mi corazón tiene aspiraciones infinitas; todo eso no es
eterno, mientras mi alma es inmortal. ¡Solo Dios es infinito,
solo Dios es eterno!
2° Hermoso fin: Dios mismo. Creándome no podía él
destinarme a un fin más alto.
Si odio el pecado mortal, evito el infierno y llego al paraíso.
Si cometo el pecado, y muero en pecado, me perderé para
siempre.
BM1 Dentro de poco, seré o eternamente salvado o eternamente
23 perdido; o siempre feliz con los bienaventurados, o siempre
desesperado entre los condenados. Soy yo quien elijo: depende
de mi voluntad y de mi vida.
3° Dios mío, sálvame por tu misericordia. Sé que pones
ante mí la vida y la muerte, y me invitas a elegir libremente la
vida.24 Tú respetas la libertad del hombre. Lo sé, pero también
reconozco lo frágil que soy. Quiero el cielo, pero después las
pasiones, el demonio, el mundo me hacen guerra despiadada;

23 Cf DF, pp. 26-27: «LA FELICIDAD. 1. El corazón y el alma anhelan

la felicidad completa que satisfaga enteramente al hombre, que sea eterna.


| 2. Esta no consiste en las riquezas, los honores, los placeres, ni en los
bienes morales e intelectuales. Todos ellos son finitos, temporales. | 3.
Estúpido es quien busca desordenadamente los bienes temporales; no se
sentirá satisfecho en la vida y estará desolado en la muerte; que tema por
la eternidad. Apetecerlos sólo en cuanto nos ayudan a conseguir el cielo;
temer más bien, por prudencia, que sean para nosotros lazos de perdición».
24 Cf Dt 30,19.
LAS GRANDES VERDADES 35

ayúdame, Dios mío, para que no me deje arrastrar al mal:


«líbera nos a malo; ab omni peccato, líbera nos, Dómine».25
Examen. – ¿Temo el pecado? ¿Huyo las ocasiones? ¿Evito
las personas peligrosas? ¿Rezo en las tentaciones? Si por
desgracia caigo, ¿resurjo en seguida con una buena confesión?
Propósito. – Estaré atento a no cometer ni siquiera un pecado
venial, porque a toda costa quiero salvar mi alma.
Oración. – Te ruego, oh Señor, que ilumines mi intelecto,
inflames mi voluntad, purifiques mi cuerpo, santifiques mi alma.
Haz que yo deplore mis iniquidades pasadas; que rechace
las tentaciones futuras; que corrija las inclinaciones viciosas y
cultive las virtudes necesarias a mi estado.

9. BM1
EL ÚNICO FIN 24

«No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber,
o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya
sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad
sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por
añadidura» (Mt 6,31-33).

1° Conocer, amar y servir a Dios es el único fin de mi vida,


pues para eso fui creado. Todo lo demás está subordinado al fin.
En la tierra se debe trabajar, comer, descansar, divertirse; pero
todo ello para conseguir la salvación. Es necesario estudiar,
procurar el bien de la familia, conservar la salud; pero todo para
la salvación. Hay deberes profesionales, reposo, tiempo, salud;
pero todo para salvarme. Si consigo el paraíso, aunque hubiera
perdido la vida natural, lo he salvado todo. Si no consigo el
paraíso, aunque hubiera gozado de la vida, acumulado riquezas,
alcanzado los más altos honores, todo estaría perdido.26
2° El fin debe ocupar toda mi mente, todo mi corazón, toda
mi voluntad, toda mi vida. Debe ser mi gran pensamiento, el
objeto de todos mis deseos, la razón de todas mis palabras, el

25 «Líbranos del mal; de todo pecado líbranos, Señor».


26 Cf Mt 8,26; Lc 9,25.
LAS GRANDES VERDADES 36

propósito que resume cualquier otro propósito, mi guía en el


obrar, mi objetivo al escoger un camino u otro en la vida; el
criterio para juzgar mis relaciones en la sociedad, en la elección
de los amigos, en el modo de vestir, en los libros que leer, en
toda manifestación de mi vida privada y pública.
BM1 3° Señor, dame tu luz. He | gastado años, energías y salud
25 para tantos otros fines, no para el único fin. Tú, Jesús bendito, para
salvarme derramaste tu sangre, y yo sólo he atendido a arruinarme.
Te agradezco que ahora me des este momento para mi remedio: tal
vez, ¿quién lo sabe?, sea tu última invitación.
Examen. – ¿Medito sobre mi fin? ¿Creo que él es todo? ¿Lo
tengo presente siempre al despertar, a mediodía, por la tarde?
Propósito. – Me preguntaré cada mañana, cada tarde: «Ad
quid venisti?».27 ¿Para qué estás en el mundo?
Oración. – Mi buen Jesús, gracias porque me dejas estar a
tus pies, mientras merecería encontrarme ya en el infierno por
mis muchos pecados. Te he despreciado y abandonado, mi
sumo bien. Pero ahora te amo, Señor, te deseo, te busco con
todo mi ser. Salva esta alma creada por ti, redimida por ti, san-
tificada en el bautismo. Concédeme amarte en esta vida, para
después amarte por siempre en el cielo. María, esperanza mía,
salva a este indigno hijo tuyo por tu misericordioso corazón.

10.
MI FINAL
«Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero cuando hayamos
muerto por tu ley, el Rey del universo nos resucitará para una vida
eterna» (2Mac 7,9).

1° Yo pienso, luego existo.28 Tuve un principio, pero no


BM1 tendré un final; Dios no me | destruirá; yo no puedo destruirme.
26

27 «¿Para qué has entrado en el convento?»: es el célebre interrogante

que san Bernardo se hacía a sí mismo. El P. Alberione lo cita a menudo


para preguntar por la finalidad de la vocación paulina (cf Abundantes
divitiæ gratiæ suæ [AD], n. 197).
LAS GRANDES VERDADES 37

Viviré, pues, eternamente; ¿pero dónde? En una de las dos


eternidades: paraíso o infierno. O seré siempre feliz con Dios;
o seré siempre infeliz lejos de él. Es inexorable; no se da un
posible término medio. Yo camino hacia una u otra eternidad.
Cada día, cada hora me acerco o al paraíso o al infierno. No
puedo detenerme ni un instante. Yo podría estar ya
cercanísimo del final. Truncada la vida terrena, entraré en mi
eternidad: «El hombre va a la morada de su eternidad» (Qo
12,5).29 San Ireneo escribe: «Aquellos a quienes el Señor diga:
alejaos de mí, malditos, id al fuego eterno, estarán siempre en
el infierno. A cuantos el Señor diga: Venid, benditos de mi
Padre, a mi reino, esos estarán siempre en el paraíso. Terrible
dilema: o siempre feliz, o siempre infeliz».
2° La solución depende de mí: Dios me pone ante dos
sendas y me deja escoger. «Ancha es la puerta y espacioso el
camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a
la vida! Y pocos dan con ellos» (Mt 7,13-14). Así pues, la
salvación o la condenación dependen de mí. Además, ¿puedo
saber, prever qué suerte será la mía? Tengo una señal: la senda
por la que camino ahora. ¿Es el camino espacioso, o el camino
angosto el que he elegido y estoy siguiendo? Soy libre física- BM1
mente de tomar uno u otro camino; pero no puedo | cambiar la 27
meta: uno lleva al cielo, el otro al infierno.
3° Señor, dame tu luz, hazme conocer la verdad: ¿estoy en
el camino del cielo o en el del infierno? ¿Cuál será mi final? Si
me asomo al cielo, lo veo poblado da almas felices. Si me
acerco al infierno, siento el eco de gritos de desesperación.
Señor, que nunca se extinga esta luz de eternidad, que yo la vea
siempre.

28 Se alude al “cógito, ergo sum” de Descartes. Según este filósofo, el

pensamiento es el principio para conocer la propia existencia.


29 Pasaje muy presente en el P. Alberione, que lo cita habitualmente en

latín: «Ibit homo in domum aeternitatis suae». En algunas versiones


modernas falta el adjetivo su, justo el que recalca fuertemente el Autor.
Para estos conceptos, cf DF, p. 16; DFms 31.
LAS GRANDES VERDADES 38

Examen. – ¿Qué está diciéndome mi vida? La vida pecami-


nosa es el camino de perdición; la vida inocente es el camino
del cielo. ¿Cómo es mi vida?
Propósito. – Tendré presente el gran pensamiento, «magna
cogitatio»: 30 una de dos: o siempre feliz, o siempre infeliz.
Depende de mí.
Oración. – Oh infeliz felicidad que arrastró el rico epulón a
la eterna infelicidad. O feliz infelicidad que llevó al pobre
Lázaro a la eterna felicidad. Señor, hazme sensato. Sé que con
el pecado me he merecido, desgraciadamente, el infierno; pero
tengo confianza en ti, ¡oh mi Jesús crucificado! Perdóname. Y
sobre todo concédeme la perseverancia para caminar hasta la
muerte por la senda de la salvación eterna.

BM1 11.
28 FIN ÚLTIMO
«No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por
tu bondad, por tu lealtad. ¿Por qué han de decir las naciones: “Dónde
está su Dios?”. Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace»
(Sal 115/113B,1-3).

1° Dios se propuso su gloria en la creación y en todas sus


obras. No podía fijar un fin superior a sí mismo. Y por otra
parte, él, ya felicísimo y bienaventuradísimo, nada podía
adquirir para sí mismo: la única gloria que aún podía recibir es
la que le viene de las criaturas, o sea una gloria extrínseca.
Cuando los seres llamados por él a la existencia le conocen, le
alaban, le sirven, le aman, le dan una gloria extrínseca.
2° Esta gloria puede tener muchos grados. Cuanto más
numerosas son las criaturas que sirven a Dios, tanto más recibe
él el reconocimiento y la alabanza honrosa y solemne: «Pueblo
numeroso, gloria del rey» (Prov 14,28). El rey que gobierna un
mayor pueblo recibe mayor alabanza. ¡Oh si todos los hombres
conocieran y amasen a nuestro Dios! Cuanto más intensa sea
esta alabanza, tanto más será conveniente a Dios, si proviene de

30 San Agustín, Exposición sobre los salmos, salmo 76, n. 8.


LAS GRANDES VERDADES 39

seres más perfectos, inteligentes, amantes, generosos, que todo


lo consagran a Dios: el sacrificio eucarístico es por tanto la
mayor adoración, alabanza, satisfacción y súplica.
3° Haciéndome santo y llegando al cielo, doy la mayor
gloria a Dios. Todo está tan bien determinado que procurar la
mayor gloria a Dios quiere decir procurarme también mi
máximo bien. «Ad maiorem Dei gloriam» 31 es la | máxima de BM1
los santos, es un acto de caridad perfecta, es pureza de intención. 29
Gran expresión de amor a Dios: «Deseo más bien estar en el
infierno sin pecado, que estar en el paraíso con el pecado, si
esto fuera posible».
Examen. – En mi vida, ¿miro sólo a mi bien o pienso antes
en los derechos de Dios? ¿Sé armonizar en mí las dos
aspiraciones: gloria a Dios y santificación de mi alma? Ese es
todo el programa de Jesús. «Gloria a Dios en lo más alto del
cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad».32
Propósito. – Será siempre esta mi máxima, mi propósito, mi
oración: Gloria a Dios, paz a los hombres de buena voluntad.
Oración. – Dame, oh buen Señor, amor a ti, odio a mí mismo,
celo para el prójimo, desprecio para el mundo.
Me esforzaré por obedecer a los superiores, socorrer a los
inferiores, ser útil a los amigos, perdonar a los enemigos.

12.
¿VOY HACIA MI FIN?
«Haz bien a tu siervo: viviré y cumpliré tus palabras; ábreme los ojos
y contemplaré las maravillas de tu voluntad; soy un forastero en la
tierra: no me ocultes tus promesas; mi alma se consume, deseando
continuamente tus mandamientos; reprendes a los soberbios, malditos
los que se apartan de tus mandatos; aleja de mí las afrentas y el
desprecio, porque observo tus preceptos» (Sal 119/118,17-22).

31 «A mayor gloria de Dios». El P. Alberione definió esta expresión «el

incesante suspiro de san Ignacio (de Loyola)» (PD47, n. 242).


32 Lc 2,14.
LAS GRANDES VERDADES 40

1° El pensamiento del fin debe reinar soberano, único:


todo lo demás para eso. Con este móvil las tentaciones se
combaten y se vencen; los bienes de la tierra se consideran en
BM1 vista de la ventaja que tienen o que traen respecto al | fin. Si la
30 razón de existir ocupa la mente, se mira siempre allá arriba. El
hombre de un pensamiento es potente, irresistible; camina
resuelto, claramente hacia la santidad.
La vida de muchos carece de sentido: no es ni cristiana ni
humana; viven, pero no viven. Pensamientos movedizos y
fluctuantes; capricho, ligereza sorprendente; lecturas frívolas,
discursos vanos.
La inconsistencia de las acciones, obrar por caso según las
conveniencias del momento, la inutilidad de la vida… dependen
de olvidar el fin. Barcas errabundas destinadas al naufragio;
viajeros que recorren un camino opuesto a la meta; banderolas
ridículas ante los demás y humillantes ante sí mismos; incons-
cientes y guiados no por la razón sino por el instinto y el placer
como los animales.
2° De ahí, pérdida de tiempo y quizás de toda la vida;
diversiones inútiles, titubeos sin ideales; inconsecuencia en los
proyectos; culpas graves, pequeñas satisfacciones de las pasio-
nes, pérfidos encuentros, ocasiones peligrosas, debilidades... ¡Y
por culpa mía! Habiendo nacido en un país cristiano, estoy
instruido sobre el fin y abierto a las más nobles aspiraciones. Es
culpa mía, si mis ojos no están fijos en aquel faro. Porque al
menos se me enseñó la primera pregunta del catecismo; porque
cada predicación termina recordándome el fin; porque recibo
continuos avisos sobre el pensamiento de la muerte; porque en
BM1 los Ejercicios espirituales el fin es el argumento fundamental.
31 Es | culpa mía si he perdido de vista el fin; si me he desviado
del camino que me lleva al fin; si he apartado mi mirada de la
luz que me atraía; si me he sustraído a los movimientos de la
gracia que me empujaba hacia el cielo.
3° Me veo constreñido a aplicarme los amargos reproches
de Jesús a las ciudades que rechazaron su predicación: «¡Ay de
ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Pues si en Tiro y en Sidón se
hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que
se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza.
Por eso el juicio le será más llevadero a Tiro y a Sidón que a
LAS GRANDES VERDADES 41

vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿te vas a encumbrar hasta el cielo?


¡Te precipitarás en el infierno! Porque si en Sodoma se hubieran
hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo
que aquel día será más llevadero para Sodoma que a ti» (Lc
10,12-16 / Mt 1123-24).
Examen. – El pensamiento de mi salvación ¿es de veras mi
pensamiento soberano?
Propósito. – Me interrogaré frecuentemente: ¿Para qué me
creó Dios?
Oración. – Maestro divino, que yo conozca cuán poco es
esto terreno y cuán grande en cambio es lo celeste; cuán breve
es lo temporal y cuán duradero en cambio es lo eterno.
Concédeme prevenir la | muerte, temer el juicio, librarme del BM1
infierno, obtener el paraíso. 32

13.
LA VIDA
«Señor, tú me sondeas y me conoces: me conoces cuando me siento o
me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino
y mi descanso, todas mis sendas te son familiares; no ha llegado la
palabra a mi lengua, y ya, Señor, te la sabes toda… Tú has creado mis
entrañas, me has tejido en el seno materno» (Sal 139/138,1-4.13).
1° Nuestra vida puede deslizarse en la abundancia o en la
pobreza; ocupada en un cargo de gobierno o en una situación de
obediencia; en el estado religioso, o conyugal, o célibe; puede
encontrarse al principio, a mitad, en el ocaso; puede ser breví-
sima o durar un cierto número de años; puede desenvolverse en
un oficio, un arte, en trabajos manuales, en la enseñanza.
Dios es infinitamente sabio; es buen Padre para todos sus
hijos; todo está dispuesto por su amable bondad. Aceptemos
siempre, en todo, doquier, su divina voluntad.
2° Pero meditemos: a) A todos el Señor da las gracias
proporcionadas a sus condiciones; gracias que son suficientes
para la salvación del alma. b) En cualquier condición de vida
hay santos; pero también, en cualquier condición hay pecadores,
infieles al deber, obstinados. c) A todos y siempre les es nece-
LAS GRANDES VERDADES 42

saria la buena voluntad para cooperar con la gracia del Señor, y,


a la vez, la oración para cumplir la divina voluntad en las cosas
fáciles y obtener aumento de gracia en las difíciles. d) Está
siempre alegre y sereno, incluso en las estrecheces, quien se
contenta de su estado y piensa y trabaja para el paraíso cercano.
BM1 3° «Bendigo al Señor en todo momento; su alabanza está
33 siempre en mi boca» (Sal 34/33,1). Tú eres mi Señor; yo tu
siervo; dispón de mí según quieras: «Hágase en mí según tu
palabra» (Lc 1,38). Yo siempre gozosamente te adoraré, alabaré,
agradeceré. Todo cuanto me suceda puedo cambiarlo en oro
precioso 33 para la eternidad; puedo ofrecerlo para tu mayor
gloria, aunque fuera una pesadísima cruz.
Examen. – ¿Considero siempre las cosas a la luz de la eter-
nidad? ¿Veo siempre en ellas una disposición paterna de Dios?
¿Lo ordeno todo, hasta las mínimas circunstancias y deberes, al
paraíso?
Propósito. – Cada mañana ofreceré de corazón a Dios mi
jornada, pidiéndole que me conceda ocuparla toda según la
divina voluntad.
Oración. – Señor, Dios del cielo y de la tierra, dirige y
santifica, rige y gobierna hoy nuestros corazones y nuestras
obras, los sentidos, las palabras y los actos en la observancia
de tu ley y de tus preceptos, para que en esta tierra y en la
eternidad seamos salvos y libres, oh Salvador del mundo.

14.
EL TIEMPO
«Acuérdate de tu Creador en tus años mozos, antes de que lleguen los
días aciagos y te alcancen los años en que digas: “No les saco gusto”;
antes de que se oscurezcan el sol, la luz, la luna y las estrellas, y tras la
lluvia vuelva el nublado» (Qo 12,1-2).

33 Pensamiento frecuentemente recordado por el P. Alberione. Véase

lo que afirma más adelante (meditación 102) sobre el tema de la espe-


ranza: «Todo cuanto Dios hace es para nuestro mayor bien. Los mismos
dolores físicos y morales pueden cambiarse en preciosas perlas para el
cielo».
LAS GRANDES VERDADES 43

1° El tiempo 34 es el mayor tesoro que el Señor concede al


hombre. No hay suma que | pague el tiempo. San Bernardo dice BM1
que el tiempo vale cuanto Dios; porque en el tiempo puede 34
adquirirse o perderse la gracia, el paraíso, Dios. Sólo en esta
vida hay este tesoro. En el tiempo se reciben todas las gracias; y
con el buen uso del tiempo los santos se enriquecieron de
méritos, mientras los malos se perdieron irremediablemente. A
la hora de la muerte se deseará un poco de tiempo para arreglar
las cuentas del alma, pero ya no será dado; ni se concederá un
minuto de tiempo en el infierno para un acto de dolor; ni en el
cielo se tendrá otro tiempo para acrecentar la gloria eterna.
«Viene la noche y nadie podrá obrar» (Jn 9,4).
2° Nada es más precioso que el tiempo; pero nada se mal-
gasta tanto. Horas, jornadas, años, períodos enteros de la vida se
pierden sin provecho para la eternidad.35 «Pasan los días de la
salvación y nadie reflexiona que el día pasa y ya no vuelve» (San
Bernardo).
El tiempo se pierde cuando se lo emplea en pecar; entonces
este tesoro se gasta para ganar dolores y penas eternas. El tiempo
se pierde cuando no se hace nada para la eternidad; hay quien
vive ociosamente, en charlas inútiles, en diversiones y en espar-
cimientos excesivos.
El tiempo se pierde cuando no se obra para el paraíso, sino
sólo para la vida presente, para el honor, para las curiosidades,
para las ganancias temporales.
3° Señor, te agradezco el gran talento del tiempo que me
has dado hasta ahora; y también el que me darás aún. Pero en |
tu misericordia añade gracia a gracia, de modo que yo emplee BM1
todo el tiempo para ti y para el alma, cumpliendo tu amabi- 35
lísima voluntad.

34 Para este tema, cf DF, p. 32, y la magna charta del tiempo que es el

“Pacto”: «Secreto del éxito» compuesto y comentado por el P. Santiago


Alberione, edición preparada por A. Colacrai y S. M. De Blasio, Ed. Archivo
Histórico General de la Familia Paulina, Roma 2000 5, pp. 31.
35 DF, p. 33: «No perder tiempo haciendo el mal, o cosas inútiles, o

sin mérito, o afanosamente. Usarlo haciendo el bien, con orden y con


recta intención».
LAS GRANDES VERDADES 44

Examen. – ¿He malgastado quizás una parte del gran tesoro


del tiempo en pecar? ¿Cómo empleo mis jornadas? ¿En hacer el
bien? ¿Obro en gracia de Dios? ¿Con recta intención?
Propósito. – Cada noche me preguntaré: ¿mi jornada ha
estado llena?
Oración. – Recuerdo, oh Dios mío, tu aviso: «No te prives de
pasar un día feliz, no dejes escapar un deseo legítimo».36 Y este
otro consejo: «Todo lo que esté a tu alcance, hazlo mientras
puedas, pues no se trabaja ni se planea, no hay conocer ni
saber en el Abismo a donde caminas». 37 Medito también lo
escrito por san Jerónimo sobre san Pablo: «Pablo, el último
llamado al apostolado, fue el primero en méritos, porque
trabajó más que todos». No te pido una vida larga sino intensa
en buenas obras.

15.
LA MUERTE
«El hombre, nacido de mujer, corto de días y harto de inquietudes,
como flor se abre y se marchita, huye como la sombra sin parar... Sus
días están determinados y sabes el número de los meses; le has puesto
un límite infranqueable» (Job 14,1-5).

1° La muerte 38 es la privación de la vida. La privación de


la vida espiritual, o sea de la gracia, se llama muerte espiritual,
BM1 o estado de pecado | mortal. La privación de la vida corporal se
36 llama muerte corporal. Solo el cuerpo muere por la separación
del alma. Se disuelve el compuesto humano, resultante de la
unión del alma con el cuerpo. El cuerpo, de suyo corruptible,
está sometido a la destrucción, a la corrupción. «Memento homo
quia pulvis es et in púlverem reverteris: Acuérdate, hombre,
que eres polvo y al polvo volverás» (Gén 3,19): polvo que el
viento dispersa, que la gente pisotea, que la Iglesia bendice y
considera sagrado por la esperanza de la resurrección.

36 Cf Si 14,14.
37 Qo 9,10.
38 Cf DF, pp. 30-32.
LAS GRANDES VERDADES 45

2° La muerte es el término de la prueba: «Viene la noche,


y nadie podrá obrar» (Jn 9,4). Dice san Jerónimo: Mientras
vivimos pueden hacerse muchas obras buenas: cuando habre-
mos muerto no podremos añadir nada. El Señor para cada
hombre determina cierto tiempo de vida, y en ésta uno debe dar
prueba de fidelidad y amor; acabada nuestra jornada terrena
llegará el juicio: o eternamente salvados o eternamente perdidos.
3° Está marcada la hora de mi muerte; me espera; voy a su
encuentro cada día. Mientras hojeo el calendario, sustraigo
inexorablemente días a mi existencia terrena. Miro al sepulcro:
¡cuántos conocidos me han dejado y descansan en el cementerio,
donde me aguardan y pronto llegaré! Mi alma sin el cuerpo ya
no podrá hacerse mérito alguno; ni siquiera podrá obtener el
perdón | de los pecados. Me presentaré al juicio con cuanto haya BM1
hecho de bien o de mal. 37
¿Qué debo proponerme? ¿Y si hoy fuese la última jornada
de mi vida? «Pon orden en tu casa, porque vas a morir».39
Examen. – ¿Tengo siempre presentes las lecciones de la
muerte? Lo que hago ¿me será de consuelo y de alivio a la hora
de morir? ¿O de pena?
Propósito. – Haré cualquier acción como si fuera la última
de mi vida.
Oración. – Mi vida será cortada como la tela del tejedor.
Mientras yo la devanaba, me cortan la trama... 40 Ante ti, oh
Señor, pensaré en todos mis años con amargura de mi alma. Si
tal es la vida, Señor, si en tales apoyos está puesta la vida de mi
espíritu, corrígeme y devuélveme la vida. Así se trasmuta en paz
mi gran amargura, pues tú has librado mi alma de la perdición,
te has echado a la espalda todos mis pecados.

16.
LA CERTEZA DE LA MUERTE

39 2Re 20,1; Is 38,1.


40 Cf Is 38,12.
LAS GRANDES VERDADES 46

«Recuerda que la muerte no puede tardar, y que el decreto del abismo


no te ha sido revelado. Antes de morir, haz el bien a tu amigo, según
tus posibilidades, sé generoso con él. No te prives de pasar un día feliz,
no dejes escapar un deseo legítimo» (Sir 14,12-14).

1° Es cierto que la muerte vendrá. Destino de los hombres


es morir una sola vez; y después de la muerte, el juicio (Heb
BM1 9,27). No ha quedado ninguno de mis antepasados; ni siquiera
38 de los santos. Se | muere cada día un poco; porque, como
diariamente una máquina se desgasta por el uso, así acaece que
mi organismo, los sentidos y los órganos vitales van debili-
tándose. Dios, por otra parte, infligió este castigo al hombre:
«morte moriéris» 41 (Gén 20,7).
2° Es cierto que la muerte nos desarraiga de todo: del
cuerpo, que irá al sepulcro: «Me espera la tumba» (Job 17,1); de
los parientes y amigos, que pensativos se alejarán de mi lecho,
dejando que yo solo me presente a Dios, quizás me acom-
pañarán a la tumba, pero nada más; de los honores y de las
pertenencias, pues las alabanzas de los hombres no tienen valor
ante Dios: ningún rico se lleva ni un hilo como adorno; del
mundo por el que tanto se ofende a Dios, a causa del respeto
humano o por hipocresía.
A la eternidad y al cementerio no llega el estrépito del
mundo.
3° Voy hacia la muerte. Este cuerpo se reducirá a ceniza;
esta alma existirá en su eternidad. Quiero vivir, pues, como en
la hora de la muerte querré haber vivido. ¿Por qué satisfacer
estos sentidos, esta carne, estos mis gustos, si el cuerpo perece?
¿Por qué dejar a Dios por los amigos y parientes, si deberé
presentarme solo al juicio?
Examen. – ¿Qué cuenta debo hacer de la estima de los
hombres, de las riquezas, de las comodidades? Quiero contentar
solamente a Dios.
BM1 Propósito. – Releeré estos recuerdos de san Leonardo de
39 Porto Maurizio:

41 «Ciertamente morirás».
LAS GRANDES VERDADES 47

– Vida breve,... muerte cierta...


Del morir la hora es incierta.
– Tienes un alma sola...
Si la pierdes, ¿no te importa?...
– Si malgastas hoy tu tiempo,
el morir será un lamento...
– Dios te ve y te juzgará...
cielo o infierno te dará.
– Todo se desliza y pasa...
La eternidad no se acaba...
– Ir al cielo es senda estrecha...
Pocos caminan por ella.
– La del infierno es muy ancha...
Muchos por ella se lanzan...
– Si salvarte quieres tanto...
haz cuanto hicieron los santos.
– ¿Qué hubieras querido hacer
al tiempo de fenecer?
Oración. – Padre Dios, condenándonos a la muerte nos has
ocultado el momento y la hora: haz que yo, pasando en justicia
y santidad todos los días de mi vida, merezca salir de este
mundo en tu santo amor. Por los méritos de nuestro Señor
Jesucristo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo. Así sea.

17. BM1
INCERTIDUMBRE DE LA MUERTE 40

«Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.


Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche
viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en
su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora
que menos penséis viene el Hijo del hombre» (Mt 24,42-44).

1° «Veniet sicut fur in nocte: Vendrá como un ladrón en la


noche» (1Tes 5,2).
Si el dueño conociera cuándo viene el ladrón, velaría para que
no entrase en casa. Puede venir de cualquier lugar, a cualquier
hora, por mil causas. Puede venir en la iglesia, en casa, en el
LAS GRANDES VERDADES 48

camino. Puede venir de día, de noche, durante las funciones


sagradas, durante el juego.
Puede y debe temer morir mal quien no siempre está prepa-
rado a morir. Incluso cuando se trata de ancianos y enfermos
graves, por lo general creen poder vivir aún, al menos algunos
días. Es preciso estar siempre preparados.
2° Incierto es el tiempo: ¿en la juventud, en la virilidad, en
la vejez? ¿Hoy, mañana, dentro de un mes, en el año, más
tarde? Nuestra ignorancia sobre este punto es absoluta; las
conjeturas son siempre inciertas; el peligro puede nacer de un
momento a otro. En nuestros proyectos o programas debemos
siempre poner la condición «si vivimos, si Dios quiere».
3° Incierto es el modo: ¿moriré bien?, ¿moriré mal? ¿En
estado de fervor, de tibieza, de pecado? Hoy sé cómo me hallo;
mañana no sé qué podrá pasarme. Un alma en gracia hoy, puede
mañana consentir a una tentación, caer en pecado, y de golpe
verse ante el tribunal de Dios. Es siempre necesario | vigilar;
BM1 siempre conservarme en santa humildad; orar siempre.
41
Examen. – ¿Retraso 42 mi conversión? ¿Pospongo los propó-
sitos de ser más diligente en el servicio de Dios, con el pretexto
de que soy joven, que la muerte está aún lejos?
Propósito. – Rezaré todas las noches tres avemarías para
obtener una buena muerte.
Oración para ser librados de la muerte imprevista:
Misericordiosísimo Señor Jesús, por tu agonía y sudor de
sangre, y por tu muerte, líbrame, te suplico, de la muerte
subitánea e improvisa.
Benignísimo Señor Jesús, por tu dolorosísima e ignominio-
sísima flagelación y coronación de espinas, por tu cruz y
amarguísima pasión, por tu bondad, humildemente te ruego: no
permitas que yo muera improvisamente, y sin los santos
sacramentos.
Mi amadísimo Jesús, Señor mío y Dios mío, por todos tus
tormentos y dolores, por tu preciosa sangre y por tus sacro-
santas llagas; oh mi dulcísimo Jesús, por tus últimas palabras

42 Se subraya el sentido de posponer, de diferir.

BM1
42
LAS GRANDES VERDADES 49

en la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abando-


nado?» y aquellas otras: «Padre, a tus manos encomiendo mi
espíritu», ardentísimamente te ruego que me libres de la muerte
repentina. Tus manos, oh Redentor mío, me formaron entera-
mente. ¡Ea!, | no permitas que me asalte improvisamente la
muerte. Dame, te suplico, espacio para la penitencia; concé-
deme un tránsito feliz y en tu gracia, para que yo te ame de
todo corazón, te alabe y te bendiga eternamente.
Señor mío Jesucristo, por las cinco llagas que tu amor a
nosotros te causó en la cruz, socorre a tus siervos redimidos
por tu preciosísima sangre... Sanguinisque pretiosi, quem in
mundi pretium... Rex effudit gentium...43.

43 «(El misterio) de la preciosa sangre que el Rey de las gentes

derramó como rescate del mundo» (Himno Pange lingua, Jueves santo).
LAS GRANDES VERDADES 50

18.
LA MUERTE, ESPEJO DE LA VIDA
«Envía tu grano por el mar y después de cierto tiempo podrás recu-
perarlo. Divide lo que tienes en siete u ocho partes, pues no sabes la
desgracia que puede sobrevenir en la tierra. Si las nubes están
cargadas de lluvia, la descargarán sobre la tierra; si un árbol cae hacia
el norte o hacia el sur, allí se queda. Quien anda observando los
vientos nunca sembrará; quien se preocupa de las nubes jamás
cosechará» (Qo 11,1-4).

1° «El Señor viene cuando se aproxima para juzgarnos,


golpea cuando por los dolores y la vejez nos indica cercana la
muerte. El hombre, si lo recibe con amor, abre enseguida. En
cambio, no quisiera abrir al juez que llama a la puerta quien
prueba temblor y ansiedad de abandonar el mundo y teme
encontrarse con el Dios juez a quien despreció en su vida. Por su
parte, quien está seguro de su esperanza y de las obras realizadas
durante la vida, enseguida le abre al Señor y se presenta alegre-
mente al juez; y al acercarse el momento de la muerte, exulta ante
el pensamiento de la recompensa eterna».
2° Si la muerte llega imprevista y repentina, no hay tiempo
para prepararse. La persona que en el sueño, o en un accidente
BM1 de viaje, o por un síncope mortal, etc., pasa | a la eternidad,
43 ¿cómo comparecerá ante Jesucristo juez? Precisamente como se
encontraba al momento de dormirse; o en el estado espiritual en
que se hallaba viajando; o como vivía habitualmente cuando
sobrevino el mal improviso. Se muere como se vive. Quien era
rico de méritos los lleva a la eternidad. Quien estaba en pecado,
con este comparece al juicio de Dios. Y también, si la muerte
viene precedida por una enfermedad o cualquier otro aviso
(como la vejez), el alma podrá quizás reconciliarse con Dios; o
tal vez no podrá hacerlo, no entenderá, no querrá: o quizás no
tendrá el dolor, la sinceridad en acusarse... Se muere como se
vivió.
3° En la mejor de las hipótesis en que el pecador se
reconcilie con Dios: ¿podrá entonces encontrar los méritos si no
los ha acumulado? Quien en cambio los haya acumulado, con
LAS GRANDES VERDADES 51

ellos irá alegre al Dios justo remunerador. «Ópera tua sumus,


non te deseremus.44 Somos obra tuya, no te abandonaremos».
¿Morirá en el fervor quien vivió siempre tibio? ¿O morirá
entorpecido quien siempre vivió fervoroso? ¿O buscará las
criaturas y los placeres a la hora de la muerte el que en su vida
se desasió de ellos?
Examen. – ¿Soy solícito en hacerme todos los méritos que
me presenta la ocasión? ¿Procuro mantenerme siempre en
estado de fervor, de buena voluntad?
Propósito. – Quiero asegurarme una muerte piadosa, buena,
santa; uno sólo es el medio de veras seguro: llevar una vida
piadosa, buena, santa.
Oración. – Señor Jesús, por tu santísima pasión y muerte de BM1
cruz, concédeme una vida inocente y penitente, para poder 44
morir en tu santo amor.
«Padre Dios, que al condenarnos a la muerte nos has
ocultado el momento y la hora, concédeme que pasando en
justicia y santidad todos los días de mi vida, merezca salir de
este mundo en tu santo amor. Por los méritos de nuestro Señor
Jesucristo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu
Santo». Así sea.

19.
LA MUERTE DEL JUSTO
«La vida de los justos está en las manos de Dios, y ningún tormento
les alcanzará. Los insensatos pensaban que habían muerto, y conside-
raban su tránsito como una desgracia, y su salida de entre nosotros,
una ruina; pero ellos están en paz. Aunque la gente pensaba que
cumplían una pena, su esperanza estaba llena de inmortalidad» (Sab
3,1-4).

1° La muerte del justo es preciosa: «Al Señor le cuesta


mucho ver morir a sus amigos» (Sal 116/115,15). La razón es

44 Expresión atribuida a san Bernardo, que la refiere no a los méritos,

como dice el P. Alberione, ¡sino a los pecados! Estos tendrán aherrojado


al moribundo y le dirán: «Ópera tua sumus, non te deseremus!». El
mismo concepto lo encontramos en san Juan Berchmans.
LAS GRANDES VERDADES 52

clara: con la muerte acaba la prueba de la vida 45 y comienza la


feliz eternidad. En la tierra siempre se está en peligro de pecar y
por tanto de condenarse; en el cielo el alma está confirmada en
gracia, ya no podrá pecar ni perder el paraíso. La vida presente,
además, tiene tantas espinas, dificultades, dolores morales y
físicos; en el paraíso, al contrario, hay un eterno gozar, porque
el Señor enjugará las lágrimas y pondrá fin a las penas de sus
hijos. ¡Qué consolador será, pues, para el alma fiel cambiar la
tierra con el cielo por medio de la muerte!
2° Tres cosas consuelan al justo en la muerte:
BM1 El recuerdo de una vida pasada en | conocer, amar y servir a
45 Dios, combatiendo el pecado y tratando de cumplir los propios
deberes en la voluntad de Dios.
El pensamiento del presente: porque el alma, asistida por
Jesús, María santísima y san José, se alegra en aceptar los
dolores y las penas de la muerte, que serán los últimos y
mayores méritos. Se cumplirá la promesa de Dios: «El justo,
aunque muera prematuramente, tendrá descanso» (Sab 4,7),
sintiéndose por eso muy confortado.
3° La esperanza del premio cercano: como el buen obrero,
tras el fatigoso trabajo cumplido fielmente, se alegra de ir el día
establecido a recibir la paga; como un hijo desterrado es feliz de
acercarse a la casa de su buen padre.
Examen. – Jesús Maestro, dame tu luz, te ruego. Hazme
saber: si hoy debiera yo dejar la tierra por la eternidad, ¿mi
muerte sería la del justo? ¿Qué me dice el pasado? ¿Amo de
veras al Señor de todo corazón y sobre todas las cosas? Mucho
me da que pensar la sentencia de tu fiel siervo san Alfonso de

45 Cf DF, pp. 30-31. El P. Alberione concibe la vida como un viaje de

prueba: «Salido de las manos de Dios para glorificarle en la eternidad, el


hombre ha de hacer un viaje de prueba que se llama vida» (DF, p. 35).
Coherentemente con tal visión, considera también los Novísimos a partir
de la categoría de “prueba”. La muerte es «el final de la prueba de
fidelidad» (DF, p. 30); el juicio: «dada la prueba, se corrige el ejercicio»
(DF, p. 33); el infierno es «ruina eterna, consumación de la ruina del
pecado... fracaso de la vida» (DFms 37), o sea fracaso en la prueba dada;
mientras el paraíso «satisface enteramente» (DF, p. 24) a quien haya dado
buena prueba en todo.
LAS GRANDES VERDADES 53

Ligorio: Cuantos se condenan van al infierno o sólo por la


impureza, o no sin impureza.
Perdóname, Señor, mis pecados, para que yo quede absuelto
de ellos antes de la hora de partir.
Propósito. – Tendré presente esta máxima: ¿Me alegraré de
esta obra, de esta conversación, etc., cuando me encuentre a
punto de morir?
Oración. – Señor, has hecho admirables mis días; mi ser es BM1
como una nada ante ti. De veras es mera vanidad cualquier 46
hombre que vive; pasa como sombra, y sin razón se preocupa
del presente, acumula tesoros, aunque no sabe para quién los
guarda. Y ahora, ¿cuál es mi anhelo sino el Señor? Todo mi
bien está en ti, Señor, líbrame de todos mis pecados; oye, Señor,
mis súplicas; no seas insensible a mis abundantes lágrimas.

20.
LA MUERTE DEL PECADOR
«Los impíos serán castigados por sus pensamientos, pues despreciaron
al justo y se apartaron del Señor. Desgraciado el que desdeña la
sabiduría y la instrucción; vana es su esperanza, baldíos sus esfuerzos
e inútiles sus obras» (Sab 3,10-11).

1° «La muerte del pecador es pésima»46 (Sal 34/33,22). En


efecto, es el paso de una vida de angustias a una eternidad de
penas.
¿Cabría imaginar una suerte más infeliz? He sufrido, piensa
el moribundo, para merecerme eternos sufrimientos: «Cami-
namos por sendas difíciles» (Sab 5,7).47 Se fatigaron y sufrieron
también los santos; pero éstos al menos conquistaron un gozo
eterno. ¡Infeliz de mí, más que cualquier hombre!, pues no he
gozado aquí y además he perdido el paraíso.
2° Tres cosas hacen penosa la muerte del pecador:

46 Según la Vulgata: «Mors peccatorum pessima». Tal era el sentido

que se daba habitualmente a la frase. Pero tiene otro significado: «la


maldad da muerte al malvado», a tenor de la Nueva Vulgata («interficiet
peccatorem malitia».
47 Según una versión moderna: «Atravesamos desiertos intransitables».
LAS GRANDES VERDADES 54

a) El recuerdo del pasado: pensará que se requería muy poca


BM1 fatiga para vivir bien; mientras los | pecados se le vendrán a la
47 memoria con toda su gravedad, número y malicia.
b) Le atormenta al pecador moribundo el pensamiento del
presente. Los remordimientos, los sentimientos de suspicacia y
desesperación, el inminente abandono de cuanto había amado y
buscado traspasarán su alma. Quien pensó en gozar, siente que
el cuerpo está a punto de consumirse en un sepulcro; quien
pensó sólo en enriquecerse, debe dejarlo todo a otros; quien
miró sólo al honor, sufre por el abandono de todos y la
humillación de la tumba.
c) El futuro juicio cuyo éxito prevé, la sentencia, y el temor
del infierno desgarrarán el corazón del infeliz, que no sabrá
hallar consuelo alguno.
3° Divino Maestro, infúndeme un vivo temor de una
muerte tan espantosa. Ayúdame, no me abandones; veo mi alma
toda llagada 48 de pecados. Las pasiones hacen violencia; los
malos hábitos 49 me oprimen. Me arrojo a tus pies, ten piedad de
mí y líbrame de tantos males.
Examen. – Puedo estar yendo hacia una mala muerte si me
meto en el camino del pecado.
Debo combatir el pecado, que puede abrirse paso en mi alma.
¿Cómo lucho contra las pasiones del corazón, contra el demonio
insidioso, contra el espíritu del mundo? ¿Huyo de las oca-
siones? ¿practico la mortificación? ¿soy asiduo a la oración?
BM1 Propósito. – Huiré las ocasiones de pecado; | especialmente
48 las diversiones peligrosas, las personas mundanas, la indolen-
cia espiritual.
Oración. – ¡Ah, Señor mío!, ¿quién hubiera tenido tanta
paciencia conmigo como has tenido tú? Si tu bondad no fuera
infinita, yo desesperaría del perdón. Pero trato con un Dios que
murió para perdonarme y salvarme. Me mandas que tenga
esperanza, y quiero esperar. Sálvame por tus llagas, oh Jesús
crucificado. María, refugio de pecadores, intercede por mí.

48 «Llagada», en el sentido de cubierta de llagas (aquí, de pecados).


49 Latinismo, por malas costumbres.
LAS GRANDES VERDADES 55

21.
EL JUICIO PARTICULAR - I 50
«Otra cosa he observado bajo el sol: en la sede del derecho, el delito;
en el tribunal de la justicia, la iniquidad. Así que pensé: “Al justo y al
malvado los juzgará Dios, pues hay un tiempo para cada asunto y un
lugar para cada acción”» (Qo 3,16-17).

1° Enseguida después de la muerte, el juicio: «Post


mortem iudicium» (Heb 9,27). Es la sentencia con la que Dios
justo asignará al alma definitivamente el premio o la pena
eterna.51 El alma se presentará a Jesucristo, que en nombre del
Padre emitirá el juicio. Jesucristo mostrará una tremenda
majestad para el pecador; será un padre amoroso para el alma
fiel. Será juez inexorable: ninguna súplica, ninguna lágrima le
aplacará. Jesucristo será juez sapientísimo, que conocerá todo el
mal, todos los pecados y la malicia de los malvados;52 también
conocerá todos los méritos y acciones buenas de los justos.
Jesucristo será juez omnipotente que ejecutará enseguida la
sentencia: o para siempre salvados en el cielo; o para siempre
condenados en el infierno.
2° De nosotros depende hacer propicio al Juez divino para BM1
acoger nuestra alma como amigo e invitarla al cielo. Será 49
benévolo en el encuentro con los apóstoles, que gastaron y
desgastan su vida en predicar el Evangelio; con los mártires,
que entre tormentos confesaron a Jesucristo; con los paladines
de la fe, que imitaron al Maestro en sus ejemplos; con las
vírgenes, que le amaron de todo corazón; con los pecadores que
en la penitencia lavaron sus culpas. ¡Pero qué terrible será para
los pecadores caer en las manos de Jesucristo, juez airado con
quien ha rechazado sus invitaciones, inspiraciones y avisos,

50
Cf DF, pp. 33-34.
51
Las reflexiones propuestas en esta y en las sucesivas meditaciones
sobre los Novísimos debemos interpretarlas a la luz de las enseñanzas del
Concilio Vaticano II y del magisterio posconciliar, particularmente de las
encíclicas Redémptor hóminis, Redemptóris Máter, Dives in misericordia,
Deus cáritas est, etc.
52 En el original se usa un término arcaico con este significado.
LAS GRANDES VERDADES 56

obstinándose en el pecado; con los blasfemos de su nombre; los


profanadores de sus sacramentos; los enemigos de la Iglesia, de
su Vicario y de sus ministros; con cuantos causaron escándalo
con palabras y obras; con quien fue violento contra el prójimo,
opresor de los débiles y de los inocentes, sorprendido en pecado
por la muerte!
3° Oh Maestro mío crucificado, yo contemplo tu costado
abierto para recibir a los pecadores penitentes. Si mi vida
desordenada me causa horror y espanto, tu corazón me inspira
confianza. Quiero aplacarte y hacerte propicio antes de
encontrarte como juez.
Examen. – Si hoy compareciera yo ante el Juez, ¿qué
encuentro sería? ¿Soy inocente o pecador? Y, si pecador, ¿he
tratado ya de aplacar la divina justicia?
BM1 Propósito. – Estoy convencido de haber pecado; quiero
50 asegurarme de haber obtenido el perdón; para ello haré un buen
examen de conciencia, me excitaré al dolor perfecto y, si es
posible, haré una buena confesión.
Oración. – Recuerdo las palabras de san Hilario: Después
de la muerte no se da dilación o retraso: enseguida se tendrá la
retribución o la pena eterna. Yo existo, y mi alma no será
aniquilada. Por eso, o me aseguro un juicio favorable, o bien
tendré una sentencia de condenación. Señor, he pecado, pero
me he arrepentido, dame tu perdón. Ten piedad de mí, oh Señor,
según tu bondad, borra mi pecado.

22.
EL JUICIO PARTICULAR - II
«Tú me llamarías y yo respondería, añorarías la obra de tus manos.
Contarías sin duda mis pasos, pero no vigilarías mis errores; cerrarías
mis delitos en un saco, cubrirías con cal mis culpas» (Job 14,15-17).

1° Había un señor rico que se vestía de púrpura y de lino:53


y banqueteaba cada día. Echado en el portal del palacio, un

53 Lc 16,19ss.
LAS GRANDES VERDADES 57

pobrecillo viejo y cubierto de llagas, llamado Lázaro, pedía al


menos las migajas que caían de la mesa del rico; pero nadie se
las daba; sólo los perros venían a lamerle las llagas. Murió
Lázaro: se salvó y los ángeles le llevaron al seno de Abrahán.
Murió también el rico: fue condenado y sepultado en el infierno.
El alma, salida del cuerpo, queda iluminada por una luz de
eternidad, y en ella lee | clara y exactamente las obras buenas y BM1
los pecados, y cuál será la recompensa merecida. Dios en un 51
instante lo ve todo y se lo hace ver al alma.
Dios siempre nos penetra y tiene un justo juicio de nosotros,
es decir si merecemos premio o condenación; pero en aquel
momento su juicio deviene eterno y así se le manifiesta al alma.
2° En aquella luz el alma verá: la gracia y la misericordia
recibida, la santidad que hubiera alcanzado de haber siempre
correspondido, los deberes que debía cumplir. Verá cuál ha sido
su correspondencia: conocerá cada uno de los méritos, internos
y externos para cada momento de la vida. O bien conocerá cada
uno de los pecados, en su exacto número y toda la malicia; las
ingratitudes con Dios y la obstinación en resistirse a las
invitaciones divinas.
«Líber scríptus proferétur, in quo totum continétur, unde
mundus judicétur».54 Un libro abierto, en el que están escritos,
por una parte, los mandamientos y los deberes de estado; por
otra, nuestros actos, pensamientos, sentimientos, palabras, obras,
omisiones, y ello en cada uno de los momentos de la vida.
3° Jesús, Maestro mío: «quid sum míser tunc dicturus?
quem patronum rogaturus cum vix justus sit securus?»,55 ¿qué
diré entonces, mísero de mí? ¿A qué protector invocaré, si
apenas el justo estará seguro?
Ahora te muestras crucificado, humilde y silencioso en la
Eucaristía, buen Pastor que invita y busca a la oveja desca-
rriada; tienes piedad | del pecador ante el primer gemido, la BM1
primera lágrima; entonces, en cambio, escucharás sólo la voz de 52
tu justicia.

54 «Se abrirá un libro escrito, donde está contenido todo aquello por lo

que mundo será juzgado» (secuencia Dies irae).


55 Otras expresiones del Dies irae.
LAS GRANDES VERDADES 58

Examen. – Si hojeo todas las páginas del libro de mi vida,


¿qué encuentro en las referidas a la niñez, a la juventud, a la
virilidad, 56 a la vejez?
Propósito. – Haré todos los días un buen examen de
conciencia; leeré por una parte lo que el Señor espera de mí; por
otra, lo que he hecho y lo que hago.
Oración. – En mi oído resuena clara tu voz, oh Señor: en la
hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre.57 Para los
justos vendrá con amor, para los cautivos con temblor, comenta
tu fiel siervo san Agustín. Me siento profundamente humillado
ante mi vida vacía y pecaminosa. No vale el complacerme de
algo de bien hecho, es preciso que ante Dios yo haya sido
bueno. Señor, dame la recta intención, tu verdadero amor, la
generosidad en servirte, para que en cualquier momento me
llames, mi alma la encuentres digna no de odio sino de amor.

23.
EL JUICIO PARTICULAR - III
«¡Lejos de Dios la maldad, lejos del Todopoderoso la injusticia! Paga
a los humanos según sus obras, retribuye a los mortales su conducta.
Está claro que Dios no actúa con maldad, que el Todopoderoso no
pervierte la justicia» (Job 34,10-12).

1° El juicio se hará en la verdad: «Cada uno verá lo que


BM1 hizo» (San Jerónimo). Verdad | altamente consoladora para los
53 buenos. La vida es milicia: 58 cada día hay tentaciones que
vencer, sacrificios que hacer, deberes que cumplir. Y el número
mayor de las victorias, de los sacrificios, de los deberes
cumplidos solo Dios lo conoce; no puede constituir premio
suficiente el testimonio de la buena conciencia. Pero nada queda
olvidado, ni siquiera un vaso de agua dado al pobre por amor de
Dios. Todas las obras de piedad y los deberes religiosos hechos,

“Virilidad” para el P. Alberione significa siempre “edad adulta”.


56
57
Cf. Mt 24,50.
58 Es decir lucha, batalla. Cf Job 7,1: «Militia est vita hóminis super

terram».
LAS GRANDES VERDADES 59

todas las obligaciones del propio estado cumplidas, todos los


actos de las virtudes teologales, cardinales y morales, serán
recordados y apreciados según la verdad... Los santos solían
esconderlos y disimularlos, pero el Señor todo lo tiene presente.
2° ¡Día de terribles verdades para los malos! Verán enton-
ces todos los desórdenes y los pecados en su malicia, con todas
las circunstancias de lugar, de tiempo, de persona. Verán la
piedad descuidada, la instrucción religiosa desatendida, los
deberes pisoteados. Verán los sacrilegios, las deshonestidades,
las blasfemias, las enemistades, los odios, los robos, las false-
dades. Verán los deseos pecaminosos, las complacencias malva-
das, las lecturas inmorales, la vida vacía, inútil, las promesas
incumplidas, la obstinación en la culpa. No podrán encontrar
excusas ni atenuantes, ni esperanza de perdón; no habrá
posibilidad de orar, ni intercesor alguno, ni un amigo, ni un
padre (Eusebio).
3° «Quiero ser presentado ya juzgado, no por juzgar», 59 te
diré, oh Señor, con | san Bernardo. «Juez mío, te ruego: hazme BM1
conocer aquí los pecados, dame aquí el arrepentimiento, el 54
perdón, la conversión. Está en nosotros el establecer la cualidad
de nuestro juicio».
El juicio será como yo me lo prepare, según que lleve
méritos o pecados.
Examen. – ¿Qué juicio me he preparado hasta ahora? ¿Cómo
es mi vida? ¿Qué estoy preparándome?
Propósito. – Haré una buena confesión; incluso general, si es
necesario.
Oración. – Señor mío Jesús, si no te aplaco ahora, no podré
aplacarte aquel día de verdad. He correspondido con continuas
ingratitudes a tu amor y a tus continuos beneficios. ¿Qué digna
satisfacción podré darte? Oh Señor, te agradezco que en tu
misericordia me has dado el modo de satisfacerte: tu sangre en
el sacramento de la penitencia. Ea, concédeme la gracia del
dolor. Detesto todo pecado, quiero amarte ahora y por toda la
eternidad. María, esperanza mía, obtenme la santa perse-
verancia.
59 «Volo iudicatus praesentari, non iudicandus» (san Bernardo).
LAS GRANDES VERDADES 60

24.
EL JUICIO PARTICULAR 60 - IV
«Digo a los jactanciosos: no os jactéis; a los malvados: no alcéis la
testuz, no alcéis la testuz contra el cielo, no digáis insolencias contra
la Roca. Ni del oriente ni del occidente, ni del desierto ni de los
montes, sólo Dios gobierna: a uno humilla, a otro ensalza. El Señor
tiene una copa en la mano, un vaso lleno de vino drogado: lo da a
beber hasta las heces a todos los malvados de la tierra» (Sal 75/74,5-9).

1° La sentencia la dará Jesucristo y la comunicará


enseguida después de la muerte. Dulcísima sentencia para los
BM1 buenos: «Venid, | benditos de mi Padre, heredad el reino» (Mt
55 25,34). Es la invitación de Jesús; es un premio a la fidelidad; es
una recompensa al trabajo hecho. El alma, si se encuentra
totalmente pura, hará enseguida su entrada en el paraíso. Dios la
atraerá a sí como el imán atrae el hierro. Sus méritos la elevarán
al cielo. Inefable gozo; gozo eterno: ver a Dios; amar a Dios;
gozar de Dios. ¡Qué dulzura al recordar los sacrificios
realizados, el trabajo hecho, la piedad ferviente, el celo por la
salud 61 de las almas!
2° Sentencia terrible para los malos: «Apartaos de mí,
malditos, id al fuego eterno» (Mt 25,41). La sentencia se
aplicará inmediatamente. Dios es todopoderoso, a su voluntad
nada podrá resistir. El peso mismo de las culpas hará precipitar
al pecador en el abismo, como una piedra cae de suyo abajo.
Allí todo se desarrollará tan precipitadamente que casi la muerte
será un dormirse afanoso para un inmediato despertar en el
infierno. Del lecho del dolor a un lecho de carbones encendidos.
De la vida a la muerte eterna. Del estado de pecado al estado de
irreparable condenación.
3° Señor, me acerco momento por momento al juicio. El
olvidarlo no lo aleja; al contrario, me expone a un seguro
peligro de llegar impreparado y tener una sentencia de condena.

En la primera edición el título era simplemente “JUICIO - IV”.


60

El P. Alberione usa a menudo el latinismo “salud” para expresar la


61

salvación (de las almas).


LAS GRANDES VERDADES 61

Examen. – Mi conciencia, o mejor, mi vida ¿qué juicio me


deja prever? ¿Sentiré precipitarme en el abismo por el peso de BM1
los pecados, | o el cúmulo de los méritos me elevará al cielo? 56
Propósito. – Pensaré frecuentemente: una de las dos senten-
cias: «Ven, bendito», o «Apártate , maldito».
Oración. – El sacerdote en la sepultura de los adultos dice: No
te las des de juez,62 oh Señor, con tu siervo; porque ningún viviente
será hallado justo ante ti, si tú no le has perdonado todos los
pecados. Así pues, te suplicamos: tu sentencia de juez no condene
a quien tiene el sufragio de la verdadera oración de la fe cristiana,
sino que merezca por la ayuda de la gracia librarse del juicio de
castigo quien, mientras vivía, fue marcado con el signo de la
Santísima Trinidad. Tú que vives y reinas por todos los siglos.

25.
EL PURGATORIO
«Mire cada cual cómo construye. Pues nadie puede poner otro
cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo. Y si uno construye
sobre el cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, hierba,
paja, la obra de cada cual quedará patente, la mostrará el día, porque
se revelará con fuego. Y el fuego comprobará la calidad de la obra de
cada cual. Si la obra que uno ha construido resiste, recibirá el salario.
Pero si la obra de uno se quema, sufrirá el castigo; mas él se salvará,
aunque como quien escapa del fuego» (1Cor 3,10-15).

1° El purgatorio es el lugar y el estado en el que se


encuentran las almas de los justos, pasados a la eternidad con
pecados veniales o con la deuda de penas temporales: sufrirán
hasta cuando hayan pagado toda la deuda a la divina justicia.
Se le denomina también lugar de gemidos y de lágrimas,
fuego purificador, cárcel. Dice el concilio de Trento: «La
Iglesia, amaestrada por el Espíritu Santo, según la Escritura y la
Tradición enseña que el purgatorio existe y que | las almas allí BM1
detenidas pueden ser socorridas por los fieles, especialmente 57
con el santo sacrificio de la Misa».63
62
Expresión impropia, por «No apliques un juicio severo...».
63
Concilio de Trento, Decreto sobre el purgatorio, 3 diciembre 1563
(DENZINGER-HÜNERMANN, Enchiridion Symbolorum, edición bilingüe,
1995, n. 1820).
LAS GRANDES VERDADES 62

En una de las batallas que Judas Macabeo combatió por el


honor de Dios y por su pueblo, cayeron numerosos soldados
hebreos. Al darles sepultura se encontraron en sus túnicas
algunos objetos preciosos ofrecidos a los ídolos; la ley hebrea
prohibía conservarlos. Con todo, habían muerto en gracia, como
resulta de la Escritura. Judas recogió doce mil dracmas de plata
y las envió a Jerusalén para que se ofreciese un sacrificio de
expiación por aquellos difuntos. «Santo y saludable es el
pensamiento de rezar por los difuntos».64
2° San Agustín dice que algunos fieles se salvan, más o
menos antes, mediante un fuego purificador, según haya sido
mayor o menor su apego a las cosas de la tierra. Hay en efecto
un modo de vivir ni tan bueno como para merecer enseguida el
cielo, ni tan malo como para merecer los suplicios eternos del
infierno. Hay penas temporales que deben descontar quienes no
merecieron las penas eternas. Por estas causas: el pecado venial,
aún no perdonado al menos en cuanto a la pena; la vida tibia y
lánguida que no puede asegurar la entrada inmediata en la
visión y unión total con Dios en el paraíso; la pena de los
pecados mortales todavía por descontar; las inclinaciones
naturales aún no corregidas ni dominadas.
San Cesario de Arlés dice que si no sufrimos a gusto en la
tierra, ni nos preocupamos de hacer penitencia, deberemos
BM1 quedarnos en el purgatorio hasta que | todo sea satisfecho, como
58 se quema la leña, la paja, la estopa.
3° Dios mío, he pecado muchas veces, y luego no he
pensado en hacer la debida penitencia aunque sé por fe que
nada olvidas del bien, pero tampoco olvidas nada del mal. Está
escrito en el Evangelio: «El hombre dará cuenta en el juicio de
cualquier palabra inconsiderada que haya dicho».65
Examen. – ¿He hecho ya la penitencia debida por mis
pecados? ¿O me he limitado a confesarme y a cumplir la
pequeña satisfacción impuesta por el confesor? ¿Cometo aún
pecados veniales? ¿Vivo tan fervorosamente como para merecer,
apenas expirado, la entrada en el cielo?

64 Cf 2Mac 12,46.
65 Mt 12,36.
LAS GRANDES VERDADES 63

Propósito. – Quiero vencer mi tibieza para encenderme de


amor a mi Dios, arder aquí de amor, para no arder en las llamas
del purgatorio.
Oración. – Señor, dame el espíritu de penitencia; concédeme
un corazón limpio, blanco como la nieve; haz que yo recuerde
siempre mi pecado para humillarme, para confiar, para
enmendarme, para repararlo.

26.
EL PURGATORIO: penas
«Sus pecados se han amontonado hasta el cielo, y Dios se ha acordado
de sus crímenes. Pagadle con su misma moneda, devolvedle el doble de
sus obras, mezcladle en la copa el doble de lo que ella mezcló. En
proporción a su fausto y a su lujo, dadle tormento y duelo. Porque ella
decía en su corazón: “Estoy sentada como una reina, no soy viuda y no
veré duelo nunca”; por eso en un solo día vendrán todas sus plagas,
muerte, duelo y hambre, y será consumida por el fuego, porque es
poderoso el Señor Dios que la condena» (Ap 18,5-8).

1° El purgatorio priva al alma temporalmente de la vista de


Dios. El alma salida | del cuerpo, tiene un único deseo, vivísimo BM1
y continuo de Dios. Ningún otro bien la atrae ni la sacia. Y Dios 59
se esconde, se aleja, la rechaza de sí. Es como un hijo que
quisiera ver al Padre celeste, un afán que podría ser saciado sólo
por aquel pan divino, un sediento que sufre una sed ardentísima
de Dios; pero no puede ser saciado. Ve en el cielo tantas almas
que fueron enseguida introducidas en aquella felicidad; otras
almas que aun habiendo pecado descontaron en su vida la pena;
almas entrañables de amigos, parientes, bienhechores; de lejos,
ve a los ángeles, a los santos, a la santísima Virgen en un
alborozo de fiesta... El alma se siente excluida del convite; su
vestido tiene todavía cierta suciedad; Dios ve en ella alguna
mancha. Está plenamente segura de su salvación; se resigna a la
divina voluntad; pero sufre un penosísimo martirio.
2° Dicen los doctores de la Iglesia que la mínima pena del
purgatorio supera a la más violenta pena de la tierra. Pensemos
LAS GRANDES VERDADES 64

en los numerosos suspiros, 66 desgarros, angustias del corazón


humano por las ingratitudes de los hombres, las incertidumbres,
las separaciones, los temores... ¡pues el purgatorio es mucho
más doloroso! Pensemos en los sufrimientos de los mártires que
expiraron en las 67 cárceles, en las hogueras, en las cruces, o
ahogados, sepultados vivos, decapitados; o devorados por lobos
y leones... Nada de esto es comparable con el purgatorio.
Pensemos en la pena del fuego, tan sinuosa y penetrante. Las
almas purgantes consideran cómo aquí en la tierra con ligeras
penitencias hubieran podido | librarse de todas aquellas penas, y
BM1 que no lo hicieron por pura negligencia; como tampoco libraron
60 del purgatorio a otros con sufragios, ni se preocuparon de lucrar
indulgencias... Todo esto producirá desconsuelo, remordimiento,
tristeza indecible.
3° Señor Jesucristo, rey de la gloria, libra a las almas de
todos los fieles difuntos de las penas del purgatorio, y del
profundo abismo; líbralas de las fauces del león; que no las
trague el tártaro 68 ni caigan en la oscuridad, sino que el
abanderado san Miguel las presente en la luz santa prometida un
día a Abrahán y a su descendencia. Te ofrecemos, oh Señor,
oblaciones y oraciones: recíbelas por las almas cuya memoria
hacemos hoy; hazlas pasar, oh Señor, de la muerte a la vida que
prometiste a Abrahán y a su descendencia.69
Examen. – ¿Mi corazón es piadoso, sensible, misericordioso
con las almas del purgatorio? ¿Qué sufragios diarios, semanales,
anuales ofrezco por ellas?
Propósito. – Rezaré todas las noches, al menos, el De
profundis;70 y varias veces al día el Requiem aeternam.71
Oración. – Te encomiendo, oh Señor, las 140.000 personas
que cada día pasan a la eternidad: o sea 97 por minuto, 51
millones cada año. Muchas de ellas no son tan puras que
merezcan la inmediata entrada en el paraíso; pero tampoco son
BM1
61 66 En el original hay un término desusado que significa respiro afanoso.
67 En el original el artículo resulta masculino (los cárceles).
68 La morada de los muertos.
69 De la liturgia de las misas por los difuntos, antífona del ofertorio.
70 «Desde lo hondo (a ti grito, Señor)» (Sal 130/129,1).
71 «El eterno descanso...».
LAS GRANDES VERDADES 65

tan perversas que merezcan la | condenación eterna. Tu justicia


y tu misericordia, oh Señor, han creado el purgatorio, para
prepararlas al paraíso. Dales, oh Señor, el descanso eterno,
brille para ellas la luz perpetua. Descansen en paz. Así sea.

27.
EL PURGATORIO: deberes
«Si alguno ve que su hermano comete un pecado que no es de muerte,
pida a Dios y le dará vida –a los que cometan pecados que no son de
muerte–» (1Jn 5,16).

1° Evitarlo. Hay almas descuidadas que no sienten horror


ni del infierno. Otras quieren salvarse, pero respecto al purga-
torio no tienen casi ningún temor porque es una pena temporal.
Hay, en fin, almas ferventísimas que se comprometen firme-
mente a purificarse para pasar directamente del lecho de muerte
al cielo. Una sola hora de purgatorio implica tal dolor que, si se
lo considera bien, a cualquiera causará terror.
En la hora de la muerte todos suplican a los parientes que
manden sufragios a los difuntos; está bien. Pero es mucho mejor
hacer preceder nosotros mismos los sufragios, asegurándonos la
plena remisión de los pecados y de las penas por ellos debidas.
Los medios son: el dolor muy vivo, la verdadera conversión del
corazón, la mortificación, las limosnas, las oraciones, el examen
de conciencia, las indulgencias, las obras de misericordia
espirituales y corporales, etc.
2° Vaciarlo. Sufragar a las almas purgantes es un deber
para con los parientes; a menudo es gratitud | hacia los bien- BM1
hechores; muchas veces, es justicia para los difuntos con 62
quienes se tiene alguna obligación; siempre es un acto de
caridad espiritual.
Rezar por los difuntos es indicio de un buen corazón,
sensible a los dolores ajenos; es obra muy meritoria ante Dios;
es asegurarnos la disminución del purgatorio.
Sufragar a los queridos difuntos da gloria a Dios, pues en el
cielo esas almas cantarán eternamente alabanzas al Señor. Es
complacer a Jesucristo que tanto sufrió por esas almas espe-
radas por él con deseo vivísimo en el paraíso. Es un acto de la
LAS GRANDES VERDADES 66

más exquisita caridad, porque esas almas no pueden nada para


sí mismas y tienen por tanto necesidad de que se les abra
aquella cárcel. Es un acto útil para nosotros, pues esas almas,
según dicen los teólogos, pueden orar por nosotros, y cuando
estén en el cielo siempre pedirán por sus bienhechores.
3° Señor, dador de perdón y amante de la salvación de los
hombres, te suplicamos por tu clemencia, que concedas a los
hermanos de nuestra familia, parientes y bienhechores salidos
de este mundo, por intercesión de la bienaventurada siempre
Virgen María y de todos tus santos, alcanzar la compañía de la
eterna felicidad. Por Jesucristo nuestro Señor.
Examen. – ¿Es viva mi fe en el purgatorio? ¿Estoy bien
instruido en este dogma, sobre su existencia, las penas, los
BM1 medios de hacer sufragios, el valor de la santa Misa por las
63 almas purgantes? ¿Me esfuerzo | por evitarlo? ¿Hago conocer,
según mis posibilidades, tal doctrina?
Propósito. – En mis intenciones, participando en la Misa,
incluiré siempre la de rezar por mis queridos difuntos. Visitaré,
cuando se me presenta la oportunidad, el cementerio.
Oración. – Señor Dios omnipotente, te suplico por la sangre
preciosa que brotó del costado de tu divino Hijo Jesús, en
presencia de su dolorosa Madre, que libres las almas del
purgatorio; de ellas especialmente te encomiendo las más
devotas de la Sma. Eucaristía y de la Sma. Virgen María.

28.
LA RESURRECCIÓN FINAL
«Si se anuncia que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo
dicen algunos de entre vosotros que no hay resurrección de muertos?
Pues bien: si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo ha
resucitado. Pero si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predi-
cación y vana también vuestra fe; más todavía: resultamos unos falsos
testigos de Dios, porque hemos dado testimonio contra él, diciendo
que ha resucitado a Cristo, a quien no ha resucitado… si es que los
muertos no resucitan. Pues si los muertos no resucitan, tampoco Cristo
ha resucitado. […] Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y es
primicia de los que han muerto» (1Cor 15,12-16.20).
LAS GRANDES VERDADES 67

1° Todos resurgirán, pero no todos serán transformados.


La transformación acaecerá tomando como modelo el cuerpo
glorioso de Jesucristo: «Él transformará nuestro cuerpo humilde,
según el modelo de su cuerpo glorioso» (Flp 3,21).
San Pablo enumera cuatro dotes propias del cuerpo glorioso:
impasibilidad, esplendor, agilidad, sutileza.
a) Impasibilidad. «Se siembra un cuerpo corruptible, resucita
incorruptible» (1Cor 15,42). El cuerpo resucitado ya no está
sometido al sufrimiento ni a la corrupción ni a la muerte. Ya no
habrá llanto ni dolor... Contrariamente, el cuerpo del condenado
resurge para sufrir el fuego eterno, todo dolor, | en todos los BM1
sentidos, en cualquier parte. Tendrá continuas penas de muerte, 64
sin poder morir nunca. Sufrirá especialmente el sentido que
haya servido más al pecado tomándose más satisfacciones.
La fe enseña que los cuerpos son inmortales: tanto los de los
condenados como los de los elegidos.
b) Esplendor. «Se siembra un cuerpo corruptible, resucita
incorruptible» (1Cor 15,43). El cuerpo de los elegidos será
esplendente, luminoso: «Los justos brillarán como el sol en el
reino de su Padre» (Mt 13,43). Este esplendor se difunde del
alma al cuerpo. Será más glorioso si el alma es rica en méritos:
«Una estrella se distingue de la otra por su brillo. Lo mismo es
la resurrección de los muertos» (1Cor 15,41-42). Por lo
contrario 72 el cuerpo de los condenados será horrible a la vista,
maloliente, llevando impreso ante todos la marca de los pecados.
Y estas señales del pecado serán tanto más ignominiosas y
profundas cuanto más graves hayan sido los pecados.
c) Agilidad. «Se siembra un cuerpo débil, resucita lleno de
fortaleza» (1Cor 15,43). El cuerpo, sin dificultad o fatiga alguna,
según los deseos del alma se desplazará de un lugar a otro,
velozmente. Obedecerá dócilmente a la voluntad. El mundo
entero estará sometido al bienaventurado; la hermosura del
universo lo recreará. En cambio, el cuerpo del réprobo será in-
móvil y pesado; aplastado por el enorme peso del pecado, como
un peñasco que no logrará moverse por sí. Este peso tanto más
sofocará y triturará al infeliz cuanto más graves y numerosos
fueron los pecados.

72 En el original se usa una forma arcaica.


LAS GRANDES VERDADES 68

BM1 d) Sutileza. «Se siembra un cuerpo animal, resucita espiri-


65 tual» (1Cor 15,44). El cuerpo bienaventurado no será espíritu;
se le puede llamar espiritual en cuanto está sujeto al espíritu;
capaz de penetrar en lugares clausurados, como Jesús entró en
el cenáculo cerrado. No necesitará alimento. En todo se some-
terá y será obediente a los deseos santísimos del alma, partici-
pando también de sus inefables gozos, de modo que el hombre
entero verá acrecida la felicidad. Tendrá una triple perfección:
anatómica, fisiológica, estética.
2° Jesús mío, resucitado del sepulcro, hazme comprender
qué me espera en el día final. Considero la gran escena: cuando
el cuerpo glorioso del bienaventurado se encontrará con su alma,
¡qué gozo recíproco! Cuando en cambio el alma del condenado
topará con el propio cuerpo deforme y podrido, ¡qué tremenda
desesperación y angustioso epílogo de una vida malvada!
Examen. – ¿Qué suerte preparo a mi cuerpo? ¿Santifico el
cuerpo con la limpidez de vida? ¿O lo envilezco a base de
satisfacciones? ¿Es fervorosa mi unión con Jesús en la santa
comunión?
Propósito. – Quiero comulgar santamente y a menudo: en la
comunión Jesucristo introduce en mí la prenda de su
resurrección: «Futurae gloriae nobis pignus dátur».73
BM1 Oración. – Señor, tú has plasmado | mi cuerpo para que sea
66 compañero de mérito en la vida y compañero de gloria para el
alma en la eternidad. Quiero tratarlo con gran amor como un
hijito que frecuentemente intenta rebelarse. Haz que yo vigile
sus tendencias, lo haga dócil al alma y lo conduzca a la eterna
felicidad.

29.
RESURRECCIÓN DE LA CARNE
«Mirad, os voy a declarar un misterio: No todos moriremos, pero
todos seremos transformados. En un instante, en un abrir y cerrar de
ojos, cuando suene la última trompeta; porque sonará, y los muertos
resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque

73 «Se nos da la prenda della gloria futura» (ant. O sacrum convivium).


LAS GRANDES VERDADES 69

es preciso que esto que es corruptible se vista de incorrupción, y que


esto que es mortal se vista de inmortalidad» (1Cor 15,51-53).

1° Creo en la resurrección de la carne. Los hebreos tenían


ya esta fe. Marta, hermana de Lázaro, hablando del hermano
difunto dice a Jesús: «Sé que resucitará en la resurrección en el
último día» (Jn 11,24).
El divino Maestro anuncia que habrá dos resurrecciones:
«Viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán la voz
del Hijo de Dios: los que hayan hecho el bien saldrán a una
resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resu-
rrección de juicio» (Jn 5,28). Este cuerpo sufrirá la humillación
y el destrozo de la muerte en el sepulcro, pero un día se reunirá
al alma y de nuevo se formará el hombre. Como Jesucristo mu-
rió y luego resucitó, así acaecerá a cada uno de nosotros. Estas
son las palabras del concilio Lateranense IV: «Todos los hom-
bres resurgirán con los propios cuerpos que tienen actualmente,
para recibir lo merecido de premio o castigo».74
2° El verdadero amor al cuerpo consiste en | tratarlo según BM1
su posición durante la vida presente, y prepararle un buen 67
premio para la eternidad.75
El hombre está compuesto de alma racional y de cuerpo
orgánico. Alma y cuerpo obran juntos y pueden merecer o des-
merecer. El alma es la parte más noble, tiene la tarea de guiar al
cuerpo en sus actos, servirse de él para el bien, impedirle el mal.
El desorden depende de la rebelión del alma a Dios, de la
incapacidad de la voluntad en guiar al cuerpo, y de la rebelión
de la parte sensitiva a la razón y a la moral cristiana.
Muchos son esclavos de la carne y de sus deseos; contentan
a las pasiones; se dejan subyugar por los sentidos. A veces
parece encontrarnos no con un hombre sino con un bruto.

74 Concilio Lateranense IV, 11-13 noviembre 1215, cap. I, La fe

católica (DENZINGER-HÜNERMANN, Enchiridion Symbolorum, edición


bilingüe, 1995, n. 801).
75 Cf DF, p. 16: «La vida en su esencia es una preparación para la

eternidad... Preparación: De la mente, ya que el paraíso es visión; de la


voluntad, ya que el paraíso es confirmación en el bien sumo, Dios; del
corazón, ya que el cielo es gozo; del cuerpo, destinado a la resurrección y
a las dotes gloriosas y la satisfacción de sus justos deseos».
LAS GRANDES VERDADES 70

La Escritura dice: «El hombre natural no capta lo que es


propio del Espíritu de Dios» (1Cor 2,14). ¿Por qué? «La carne
desea contra el espíritu...» (Gál 5,17). ¿Pero cuál será el final?
Los santos frenaron y guiaron sensatamente el cuerpo como
a un buen hijito:76 le prepararon una felicidad eterna, una ine-
fable sublimación, casi una espiritualización: «No todos mori-
remos, pero todos seremos transformados» (1Cor 15,51). Los
santos mortificaron el cuerpo, lo fatigaron, le negaron placeres
ilícitos. Sus cuerpos resucitarán gloriosísimos. ¿Pero qué será
de los golosos? ¿De los perezosos? ¿De los lujuriosos?
3° Señor crucificado, eres mi Maestro también en cuanto al
BM1 modo de amar verdaderamente al | cuerpo. Me enseñaste con el
68 ejemplo y con las palabras. Te fatigaste y viviste en la pobreza
desde la infancia, y dijiste: «Bienaventurados los limpios de
corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8).
Examen. – ¿Cómo someto mi cuerpo, especialmente en estas
tres tendencias: pereza, gula, lujuria?
Propósito. – Quiero amar de veras mi cuerpo, sometiéndolo
a la voluntad y mortificando los sentidos.
Oración. – Meditaré las palabras de san Alfonso: «Feliz
quien en esta vida sabe mortificar su carne, negándole los
placeres prohibidos, y frenándola incluso en los gustos lícitos, y
maltratándola como hicieron los santos. ¡Qué contento se
encontrará!». San Pedro de Alcántara, apareciéndose después
de la muerte, dijo a santa Teresa: «¡Feliz penitencia que me ha
dado tanta gloria!».

30.
EN EL TRIBUNAL DE JESUCRISTO 77
«Entonces aparecerá en el cielo el signo del Hijo del hombre. Todas las
razas del mundo harán duelo y verán venir al Hijo del hombre sobre las
nubes del cielo con gran poder y gloria. Enviará a sus ángeles con un

76 Léase al respecto el capitulito “El cuerpo, hijito querido” en el

opúsculo “Llevad a Dios en vuestro cuerpo” (SP, febr.-marzo 1954, p. 8;


cf ACV, pp. 245ss).
77 Título original: “JUICIO FINAL”.
LAS GRANDES VERDADES 71

gran toque de trompeta y reunirán a sus elegidos de los cuatro vientos,


de un extremo a otro del cielo» (Mt 24,30-31).

1° Todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo


Jesús, llevando nuestras obras buenas y malas, dice san Pablo.78
Jesucristo juzgará a los buenos y a los malos enseguida después
de la resurrección final.
El juicio particular, tras la muerte, | fijará para cada alma la BM1
suerte eterna. Pero el hombre es también parte del género 69
humano y tiene deberes públicos como integrante de la sociedad
civil y religiosa; por eso tendrá un segundo juicio, cuando será
juzgada toda la humanidad. ¡Cuánto bien y cuánto mal se hace
respecto al prójimo!
El juicio universal hará conocer el misterio de la divina
Providencia. Frecuentemente no entendemos las finalidades
secretas y amorosas de Dios al permitir tantas penas en los
buenos, y al conceder tantos bienes a los malos. Pero aquél será
el día grande del Señor: cada cosa se conocerá y aparecerá la
justicia y sabiduría de Dios en el gobierno del mundo.
Por eso se le llama grande a aquel día, porque: «El Señor ya
llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los
pueblos con fidelidad» (Sal 96/95,13).
2° El juicio universal será glorioso para Jesucristo. Él vino
la primera vez a la tierra pobre y humilde. Muchos no le
quisieron ni le reconocieron; fue condenado a muerte. Hoy
Jesucristo también es a menudo blasfemado; se hace una guerra
obstinada y continua contra su Iglesia, su doctrina, sus ministros.
Pero entonces vendrá con gran majestad: «Cuando venga en su
gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará
en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las
naciones» (Mt 25,31-32) para oír la sentencia. Por eso él
amonestó a sus | jueces y a Caifás que le preguntaba si era el BM1
Hijo de Dios: «Le respondió: “Tú lo has dicho. Más aún, yo os 70
digo: desde ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la
derecha del Poder y que viene sobre las nubes del cielo”» (Mt
26,64). Entonces todos tendrán que postrarse ante él: los
ángeles, los hombres, los demonios; porque le contemplarán en
la bondad y potencia de Salvador y de Juez.

78 Cf 2Cor 5,10.
LAS GRANDES VERDADES 72

Será día de justicia y de gloria para los buenos. Resplan-


decerá de gloria el celo de los apóstoles, del papa y de los
sacerdotes que trabajaron por la salvación de los hombres, y
fueron por éstos muchas veces rechazados. Y así será para los
mártires ante sus perseguidores; para las personas mansas y
benévolas ante los prepotentes y vengativos; para los cari-
tativos, verdaderos bienhechores de la humanidad ante los
egoístas y explotadores. Los buenos serán coronados de gloria,
pues se les reconocerán sus muchas virtudes sencillas y escon-
didas; los malvados 79 quedarán abochornados al publicarse
sus hipocresías y acciones vergonzosas.
3° Señor, yo creo en el juicio universal; el día de la
verdadera gloria, será la segunda venida de nuestro Señor
Jesucristo, que dirá la última, eterna e infalible palabra sobre el
mundo y cada uno de los hombres.
Examen. – ¿Me inclino ante la Providencia divina aun
cuando no comprendo sus caminos? ¿Pienso que Dios es
justicia y sabiduría? ¿Creo que vendrá infaliblemente el gran
día en que todo será desvelado?
BM1 Propósito. – Recordaré a menudo: nada quedará oculto, ni el
71 bien ni el mal.
Oración. – Te adoro, oh Jesucristo, Juez universal e infalible.
Te contemplo en la gloria cuando descenderás sobre las nubes
con gran majestad. Acrecienta en mí la fe y la rectitud en mis
relaciones sociales.

31.
JUICIO UNIVERSAL - I
«El Señor apareció para hacer justicia, y se enredó el malvado en sus
propias acciones. Vuelvan al abismo los malvados, los pueblos que
olvidan a Dios. Él no olvida jamás al pobre, ni la esperanza del
humilde perecerá. Levántate, Señor, que el hombre no triunfe: sean
juzgados los gentiles en tu presencia. Señor, infúndeles terror, y
aprendan los pueblos que no son más que hombres» (Sal 9,17-21).

79 En el original se usa un término arcaico, que equivale a “malvados”.


LAS GRANDES VERDADES 73

1° El juicio se le ha confiado a Jesucristo, Hijo de Dios:


«Veréis al Hijo del hombre... que viene sobre las nubes del
cielo...» (Mt 26,64; Mc 14,62). Le acompañará el gran cortejo
de ángeles. «Entonces aparecerá en el cielo el signo del Hijo
del hombre» (Mt 24,30). Este signo, según los santos padres,
es la cruz; por eso canta la Iglesia: «Esta señal de la cruz
resplandecerá en el cielo, cuando venga el Señor a juzgar el
mundo».
A su aparición, todos los hombres llorarán. Los buenos
llorarán de gozo, porque verán al Jesús que ellos amaron y
sirvieron con tanta fidelidad. Si Jesucristo los aprueba, alaba,
y exalta, ¿quién podrá ya condenarlos? Los malos llorarán de
miedo, ira y espanto: ¿cómo podrán librarse de la ira del
Cordero? 80 Quisieran ser aniquilados, y gritarán: montes, caed
sobre nosotros, cubridnos... 81 Pero inútilmente: es el | día BM1
amargo y grande; el día de la verdad y de la justicia; el día del 72
Señor.
2° Tendrá lugar, pues, el juicio. El Señor manifestará todo
el bien y todo el mal de cada uno. Cada cual conocerá de lleno
la propia vida: por fuera y por dentro; conocerá también
plenamente la vida de los demás: la externa y la interna. «El
Señor iluminará las tinieblas y pondrá al descubierto los
designios del corazón» (1Cor 4,5).
Resplandecerán entonces las virtudes de los humildes, de
tantas personas que se dedicaban en silencio a servir al Señor,
amando de veras a Dios. Se conocerán también los numerosos
actos de virtud internos. Nada se dejará olvidado.
Se descubrirán los pecados más recónditos, incluso los de
pensamiento o de deseo; los pecados ocultados con hipocresía y
tal vez callados en la confesión, las secretas vanidades, compla-
cencias, envidias: todo.
3° Oh Señor, dame cualquier pena en esta tierra; pero no
me hagas ver aquel día tu rostro indignado. Esta sería la
máxima pena. Dame el abrazo del perdón antes de encontrarme
contigo.

80 Se refiere al Cordero sacrificado y resucitado, Jesucristo, a quien se

le ha confiado el juicio del mundo (cf Ap 5,6ss).


81 Lc 23,30.
LAS GRANDES VERDADES 74

Examen. – La hipocresía prepara la más terrible confesión


para el gran día. La humildad prepara la más consoladora
revelación ante el mundo entero. ¿Soy sincero en reconocer mis
pecados y mis faltas?
BM1 Propósito. – En todo acto interno o externo | me regularé de
73 manera que no deba avergonzarme en el juicio universal.
Oración. – Oh Señor, te ruego con santo Tomás de
Villanueva: Acepto gustosamente el juicio de quien murió por
mí y que por no condenarme quiso ser condenado él mismo a la
muerte de cruz. Espero en tu pasión; perdóname. Antes la
muerte que el pecado.
LAS GRANDES VERDADES 75

32.
JUICIO UNIVERSAL - II
«El Dios de los dioses, el Señor, habla: convoca la tierra de oriente a
occidente. Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece: viene nuestro
Dios y no callará. Le precede fuego voraz, le rodea tempestad violenta.
Desde lo alto convoca cielo y tierra, para juzgar a su pueblo:
“Congregadme a mis fieles que sellaron mi pacto con un sacrificio”.
Proclame el cielo su justicia: Dios en persona va a juzgar» (Sal
50/49,1-6).

1° El Juez será Jesucristo mismo. «Serán reunidas ante él


todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor
separa las ovejas de las cabras» (Mt 25,32). También en la
parábola del trigo y de la cizaña 82 Jesucristo habla de esta
separación: los criados preguntaron al dueño si debían extirpar
la cizaña brotada en medio del trigo. No, respondió el dueño;
dejad que una y otro crezcan. Cuando llegue el tiempo de la
siega diré a los segadores: arrancad primero la cizaña, atadla en
gavillas para quemarla. Luego cosechad el trigo y almacenadlo
en mi granero. Así será al final del mundo: vendrán los ángeles
del cielo y separarán a buenos y malos; éstos serán condenados
al infierno.
2° A la derecha, los buenos: «Prepárame un | lugar entre BM1
las ovejas y apártame de las cabras poniéndome a tu derecha». 83 74
Estarán los ángeles fieles a Dios, con todas las jerarquías
celestes. Estarán las almas santas de cualquier edad y condición,
los patriarcas, los profetas, los apóstoles, los mártires, los
confesores, las vírgenes, los inocentes, los penitentes, los
buenos cristianos, los ciudadanos honrados, los mejores reyes,
padres de familia, jóvenes, soldados, profesionales, artistas,
obreros... san José, la santísima Virgen María...
A la izquierda, los malos: estarán Lucifer y sus demonios,
con todo lo peor que hubo y habrá en la humanidad: los
idólatras, los hipócritas, los sacrílegos, los ladrones, los des-
honestos, los violentos, los rebeldes, los déspotas, los tiranos,
82 Mt 13,24ss.
83 De la secuencia Dies iræ.
LAS GRANDES VERDADES 76

los traidores, los falsarios, los suicidas, los perseguidores de la


Iglesia, los opresores de los débiles, los homicidas, los here-
siarcas, los cismáticos, los escandalosos, los muertos obstinados
en el mal... Caifás, Judas, Caín.
Muchos en la tierra se amaban, pero serán divididos para
siempre incluso los miembros de una misma familia. Muchos
considerados buenos en su vida ocuparán la izquierda. Muchos
calumniados tendrán su puesto a la derecha.
3° Dios mío, ¡qué angustiosa duda! ¿Dónde me encontraré
aquel día? ¿A la derecha con los elegidos? ¿O a la izquierda con
los réprobos? ¡Sálvame, oh Dios mío; haz que aquel día esté a
la derecha!
Examen. – Aquel día me veré con aquellos a quienes preferí,
BM1 elegí, imité y seguí aquí en la | tierra. ¿Quiénes son ahora mis
75 compañeros, los modelos que imito? ¿Sigo los consejos de los
ángeles custodios? ¿O las instigaciones del demonio?
Propósito. – Recordaré a menudo las palabras de san Juan
Crisóstomo: Ahora depende totalmente de mí ponerme con los
buenos o con los malos. Entonces, en cambio, ya no dependerá
de mí sino únicamente del Juez.
Oración. – Hoy puedo elegir: hoy, oh Señor, quiero colocarme
con los buenos, mediante una verdadera penitencia. ¡Cuántos
pecadores reconciliados estarán entonces a la derecha con la
multitud de los inocentes! Sálvame, pues, oh Jesús mío
crucificado; sálvame tú, María, que también eres la madre de los
pecadores arrepentidos.

33.
JUICIO FINAL
«Decid a los pueblos: “El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se
moverá; él gobierna a los pueblos rectamente”. Alégrese el cielo, goce
la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y
cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque, delante del Señor,
que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y a los
pueblos con fidelidad» (Sal 96/95,10-13).
LAS GRANDES VERDADES 77

1° El Evangelio de san Mateo (25,31-46) registra la


sentencia final que Jesucristo pronunciará sobre todos los
hombres.
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los
ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán
reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros,
como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las
ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el
rey a los de su derecha: “Venid vosotros, benditos de | mi BM1
Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la 76
creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer,
tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis,
estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la
cárcel y vinisteis a verme”. Entonces los justos le contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con
sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te
hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos
enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”. Y el rey les dirá: “En
verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos,
mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”. Entonces
dirá a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, id al fuego
eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve
hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de
beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no
me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”.
Entonces también éstos contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos
con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la
cárcel, y no te asistimos?”. Él les replicará: “En verdad os digo:
lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco
lo hicisteis conmigo”. Y estos irán al castigo eterno y los justos
a la vida eterna».
2° El juicio particular se refiere al hombre considerando
sus deberes individuales; el | juicio universal se refiere al BM1
hombre considerando especialmente sus deberes sociales, que 77
se compendian en la caridad.
El hombre vive en la sociedad doméstica, donde ocupa un
puesto como padre, hijo, siervo, etc. Y en la sociedad civil tiene
deberes hacia los otros, como soberano, súbdito, obrero, maes-
tro, compañero, etc. También en la Iglesia todo cristiano tiene
LAS GRANDES VERDADES 78

deberes propios y deberes comunes. Una cosa es el sacerdote,


otra el simple fiel; todos tenemos deberes con los enfermos, los
pobres, los iguales, los inferiores; deberes de buen ejemplo, de
justicia, de caridad, de oración, de corrección fraterna.
Los simples cristianos tienen deberes más limitados; deberes
más amplios tienen los religiosos; deberes mayores y más
estrictos tienen los sacerdotes.
3° Tú, oh Jesús Maestro, eres el perfecto ejemplar en el
cumplimiento de los deberes y en la práctica de las virtudes
domésticas.84 Así también eres perfecto ejemplar de ciudadano
y en la práctica de las virtudes sociales; de la caridad, celo,
compasión, oración. Igualmente ejercitaste perfectamente tus
oficios de predicador, maestro, sacerdote, mediador.
Examen. – ¿Qué responderé cuando me examines de mis
deberes y de las virtudes domésticas y sociales, especialmente
cuando me examines sobre la virtud de la caridad para con los
hambrientos, los sedientos, los enfermos, los pobres, etc.?
BM1 Propósito. – Ampliaré mi examen de | conciencia a los
78 deberes de caridad, especialmente a los propios de mi estado.
Oración. – ¡Cuánto me hace pensar, oh Jesús, tu sentencia!:
lo que hagáis o descuidéis con los hermanos, incluso los más
pequeños, lo considero como hecho a mí mismo. Así pues, yo
puedo hacerte casi deudor mío sirviendo a los infelices,
ejercitando con ellos las obras de misericordia. Con la caridad
me aseguraré tu misericordia y una sentencia positiva en el
juicio final. Dame, oh Jesús, un corazón misericordioso como
el tuyo.

84 Cfr, en DF (pp. 39ss), la sección de Jesús-Camino, Jesús «modelo

para todos, fácil, divino»... El P. Alberione nos invita a rezar al Maestro


divino con estos términos: «Haz que en cada momento ponga el pie sobre
tus huellas de pobreza, castidad, obediencia. Todo otro camino es am-
plio..., no es el tuyo. Jesús, yo ignoro y detesto todo camino no señalado
por ti. Lo que tú quieres, eso quiero yo; pon tu voluntad en vez de la mía».
– En lo tocante a las virtudes domésticas, ver DF, p. 42: «Vida privada...
Es cadena misteriosa de obediencia, de oración, de sacrificio, de virtudes
domésticas».
LAS GRANDES VERDADES 79

34.
EL INFIERNO - I
«El Hijo del hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su reino
todos los escándalos y a todos los que obran iniquidad, y los arrojarán
al horno de fuego; allí será el llanto y en rechinar de dientes. Entonces
los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga
oídos, que oiga» (Mt 13,41-43).

1° El infierno es el lugar y el estado en que son


condenados quienes mueren en pecado mortal. La existencia del
infierno, su eternidad y sus penas constituyen el dogma más
terrible de nuestra religión. Se trata de la verdad que infunde
más temor; y es también una verdad que ha inducido a muchos
a cambiar de vida y salvarse. El divino Maestro enseñó que
quien peca contra el Espíritu Santo no será perdonado nunca;85
que los judíos que rechazaban la palabra de Dios caerían en las
tinieblas exteriores; que los escandalosos arderían en llamas
inextinguibles; que el rico epulón después de morir fue
sepultado en el infierno; que quien rehúsa la caridad al prójimo
caerá en el fuego eterno. «Si tu mano derecha te induce a pecar,
córtatela… Más te vale entrar | en la vida (paraíso) manco que BM1
con las dos manos ser arrojado a la gehenna… donde el gusano 79
no muere y el fuego no se apaga» (Mt 5,30; 18,8; Mc 9,48).
2° La primera pena del infierno es la pena de daño, es
decir la privación de la visión de Dios.
Dirá Jesucristo a los réprobos en la sentencia final:
«Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno... Alejaos de mí,
los que obráis la iniquidad» (Mt 25,41; 7,23).
El pecador se ha alejado de Dios: «Peccatum est aversio a
Deo». 86 Pasado a la eternidad en tal estado, ya no puede
acercarse a él.
La pena de daño es la más terrible, pues consiste en perder al
sumo Bien que es Dios. Pasada el alma a la eternidad, no tiene
más que un deseo en el cual se concretan todos los demás, y tal
deseo ya no se verá nunca satisfecho. El hombre, elevado al
orden sobrenatural, tiene una tendencia irresistible hacia Dios;

85 Mt 12,31.
86 «Alejamiento de Dios» (san Agustín, de quien lo toma santo Tomás).
LAS GRANDES VERDADES 80

pero en el infierno tal tendencia quedará eternamente


contrariada. El alma se verá rechazada por Dios, mientras
quisiera lanzarse hacia él, permaneciendo como desgarrada en
sí misma. Pena tanto más grave cuanto más altas eran las
aspiraciones y más graves fueron sus pecados.
3° Ahora entiendo, Dios mío, tu amenaza: el pecador
comprenderá su estado y se enojará; más, «se irritará, rechinará
los dientes hasta consumirse»; su deseo de ver a Dios nunca
BM1 quedará satisfecho | (cf Sal 3,10).87 Y mientras yo medito estos
80 dolores, del infierno se eleva un gemido eterno: «Me torturan
estas llamas» (Lc 16,24).
Examen. – La conciencia ¿me remuerde quizás de alguna
culpa grave en pensamientos, palabras, obras u omisiones? ¿Me
pongo en peligro de pecar y por tanto de condenarme?
Propósito. – Quiero salvarme, y por eso evitaré todas las
ocasiones de pecar.
Oración. – Antes que perderme, me sea cortada la mano, me
sea cercenado el pie, me sea arrancado el ojo.88 Si hay en mí
algo que me pone en peligro de perdición, házmelo conocer, oh
Espíritu Santo. Y si ello me fuera tan querido como la mano, el
pie, el ojo, dame fuerza para dejarlo todo; pero que no te deje a
ti, mi único verdadero Bien; que no te pierda para siempre, oh
única felicidad.

35.
EL INFIERNO - II
«Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la
vida, que ir con las dos manos a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y,
si tu pie te induce a pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida,
que ser echado con los dos pies a la gehenna. Y, si tu ojo te induce a
pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser
echado con los dos ojos a la gehenna, donde el gusano no muere y el
fuego no se apaga» (Mc 9,43-47).

87 Más exactamente: Sal 112/111,10.


88 Cf Mt 5,29ss.
LAS GRANDES VERDADES 81

1° Una terrible y eterna meditación hará el alma condenada


en medio de aquellas penas angustiosas. Según san Alfonso de
Ligorio, cinco serán especialmente los temas de tal meditación.
a) Me perdí por cosas baladíes, viles, que no me dieron una
verdadera satisfacción: | ambición, blasfemias, desahogos BM1
bestiales, un poco de dinero dejado a otros al morirme. 81
b) Con poquísima fatiga podía salvarme: un poco más de
oración, la fuga de aquella ocasión.
c) Bastaba cumplir los deberes de mi estado, como hacían
tantos otros.
d) En cambio, estoy precipitado aquí, no por injusticia ni por
culpa de otros, ni por falta de gracias y ayudas, ¡sólo por mi
culpa, por mi gravísima culpa!
e) Y esta condena es irremediable, eterna: siempre estaré en
estas llamas, nunca saldré de ellas.
2° Al final, en la eternidad, los justos estarán seguros
frente a los malos que los oprimieron. En cambio, los malos se
verán agitados por un horrible espanto, admirándose de la
inesperada salvación de los buenos.
Se dirán entre sí, arrepentidos y gimiendo de aflicción: ¡Ahí
están aquellos que perseguíamos! Hemos sido necios, pues
juzgábamos locura su vida 89 y deshonroso su fin; y, en cambio,
están entre los hijos de Dios en medio de los santos. ¡Nos
hemos equivocado, fatigándonos en las sendas del pecado y de
la perdición! ¿De qué nos sirvieron la soberbia, la jactancia, las
riquezas? Todas estas cosas han pasado como sombras... Así
razonan en el infierno los pecadores. En efecto, la esperanza del
impío es como paja al viento, como humo que se disipa...
Mientras los justos vivirán eternamente, pues su recompensa
reposa en el Altísimo.
3° Misericordiosísimo Dios mío, me postro a | tus pies. BM1
¿Dónde debería encontrarme yo ahora? Si aún no he caído en el 82
infierno lo debo a tu misericordia. Oh Jesús crucificado, añade
misericordia a misericordia, hazme conocer el peligro en que
vivo; conviérteme del todo. Sálvame, oh Madre mía María.
Examen. – ¿Tengo algún lazo, alguna pasión, algún mal
hábito por el que me encuentro en peligro de condenación?
89 Cf Sab 3,1ss.
LAS GRANDES VERDADES 82

¿Qué esfuerzo debo hacer para asegurarme la salvación eterna?


¿Sigo a quienes viven bien? ¿Qué excusas podría yo encontrar
el día del juicio?
Propósito. – He de vencer la pasión dominante, pues podría
ser el lazo que me arrastrase a aquella horrenda cárcel.
Oración. – Señor mío, Jesús, te ruego con san Agustín:
Sométeme durante la vida a cualquier pena y dolor, con tal que
me salves de aquellos eternos remordimientos. Infúndeme un
gran temor a tus castigos; aquí corta, quema, castiga, pero
líbrame para la eternidad.90 «¡Líbranos, Señor, de las penas del
infierno! De la muerte perpetua, líbranos, oh Señor. En el día
del juicio, líbranos, oh Señor; te pedimos que nuestras almas,
las de los hermanos, de los vecinos y de nuestros bienhechores
sean libradas de la condena eterna, ¡escúchanos!».91

BM1 36.
83 EL INFIERNO - III 92
«Como haz de estopa es la reunión de los malvados, y su final es una
llamarada de fuego. El camino de los pecadores está bien adoquinado,
pero desemboca en lo hondo del abismo» (Si 21,9-10).

1° El cuerpo es compañero del alma en el bien como en el


mal; será también compañero en el premio o en el castigo. La
pena del sentido es un dolor positivo, infligido por Dios por
medio de un instrumento de tortura, que actúa en la parte
sensible del hombre, pero de tal manera que también el alma
separada del cuerpo y los propios demonios lo sufren.
En las Escrituras al infierno se le llama lugar de tormento,
cárcel, lago de azufre, tinieblas exteriores donde habrá llanto y
rechinar de dientes. Se lo denomina gehenna de fuego, horno
de fuego, lago de fuego, fuego inextinguible preparado para el
demonio y sus seguidores. Allí se dan penas para el cuerpo,

90 «Hic ure, hic seca, hic non parcas, ut in aeternum parcas» (san

Agustín).
91 De las letanías de los santos.
92 En la primera edición el título era simplemente “E L INFIERNO”.
LAS GRANDES VERDADES 83

penas para cada uno de los sentidos, penas varias, entre las
cuales se recuerda el fuego.
2° El condenado sufrirá, en todas las partes del cuerpo, el
tormento de un fuego real y físico, aunque no conocemos su
íntima naturaleza. Es, en las manos de Dios, una potencia capaz
de causar dolor y de castigar al réprobo y atormentar 93 mucho
más de cuanto pueda hacer el fuego terreno a quien está
ardiendo vivo.
Es un fuego sabio, pues dirigido por la divina Justicia,
quema con mayor intensidad el sentido y la facultad que más
pecó.
Es un fuego ardentísimo, más inflamado que el fuego
terrestre: éste nos lo concedió la | divina Misericordia para BM1
nuestros usos; aquél en cambio es para castigar. 84
Es un fuego que penetra todas las potencias del alma y todos
los sentidos del cuerpo quemando, como dice san Agustín, «miris
et veris modis».94
Con el pecado el cristiano se apega demasiado a los bienes
de la tierra, hasta preferirlos a Dios, en vez de usarlos como
medios para servirle. Pues bien, estos bienes serán su tormento
«para que sepan que en el pecado está el castigo» (Sab 11,17).
Será atormentada la vista: el infierno es llamado «tinieblas
exteriores»; «tenebrosa niebla para siempre» (cf Sof 1,15). Los
condenados verán sólo cosas espantosas; todo lo demás será
densísima oscuridad.
El olfato será atormentado por el hedor de numerosos
cadáveres hediondos y pútridos.
El oído será atormentato por alaridos, blasfemias, gemidos
aterradores.
Otro tormento será la inmovilidad, mientras para la garganta
constituirán insoportable suplicio la sed y el hambre canina. El
rico epulón pedía en el infierno una gota de agua, que le era
negada.
3° Oh Jesús, mi buen Maestro, tu sangre y tu muerte son
mi esperanza. Moriste para librarme de la muerte eterna. ¿Quién
93 En el original se usa un término derivado del latín “cruciare”,

“poner en cruz”, con el significado de atormentar, hacer sufrir.


94 «De modos realmente sorprendentes» (san Agustín, De civitate Dei, l.

XXI, c. 10).
LAS GRANDES VERDADES 84

ha participado 95 más que yo en los méritos de tu pasión? ¡Y sin


embargo, cuántas son mis ingratitudes!
BM1 Examen. – ¿He pecado con la vista? ¿Con | el oído? ¿Con el
85 olfato? ¿Con la garganta? ¿Con el tacto? ¿He pensado en las
penas que yo merecía?
Propósito. – Quiero crucificar mis sentidos con sus antojos,
especialmente...
Oración. – Recuerdo tu palabra, oh Señor. «Cada uno
recibirá el salario según lo que haya trabajado…». 96 Los
potentes serán atormentados más fuertemente... Cuanto más el
pecador satisfizo sus pasiones, tanto más terrible será el
castigo. ¿Qué infierno me tocaría si yo muriera en pecado
grave? Dame, oh Santo Espíritu, el preciosísimo don del temor
de Dios.

95 En el sentido de haber sido beneficiado.


96 1Cor 3,8.
LAS GRANDES VERDADES 85

37.
EL PARAÍSO
«Sabemos que si se destruye esta nuestra morada terrena, tenemos un
sólido edificio que viene de Dios, una morada que no ha sido
construida por manos humanas, es eterna y está en los cielos. Y, de
hecho, en esta situación suspiramos anhelando ser revestidos de la
morada que viene del cielo, si es que nos encuentra vestidos y no
desnudos. Pues los que vivimos en esta tienda suspiramos abrumados,
por cuanto no queremos ser desvestidos sino sobrevestidos para que lo
mortal sea absorbido por la vida» (2Cor 5,1-4).

1° El paraíso es el lugar y el estado de la suprema beatitud,


en la que los ángeles buenos y los hombres justos gozan de la
posesión sobrenatural de Dios.
Se dice estado, porque sólo en él queda satisfecho plena-
mente todo nuestro deseo y toda nuestra sed de verdad, de bien,
de gozo. La creación entera en su conjunto nunca apagaría este
nuestro anhelo. Allí el alma, invadida por la divina gracia,
adquiere fuerza y potencia divina, de modo que sobrenatural-
mente conocerá a Dios, amará a Dios y gozará de Dios como él
naturalmente se conoce a sí mismo, se ama a sí mismo y goza
de sí mismo.
Se dice lugar, porque según el pensamiento de los | teólogos, BM1
conforme a la enseñanza de los Padres y de la Iglesia, asegura 86
que el paraíso es un lugar. 97 Dónde esté y cuál sea no lo
sabemos; pero se trata de aquel lugar donde habitan juntamente
la sagrada humanidad de Jesucristo, la bienaventurada Virgen,
los santos y los ángeles buenos.
2° La beatitud celeste consiste en la visión, en el amor 98 y
en el gozo eterno.
Se dice «descanso eterno», porque es el final de la fatiga y
del trabajo. Se dice «vida eterna», porque es la vida más
verdadera, la espiritual; la verdadera vida, la divina; es eterna,
97 Evidentemente esto es correcto sólo si al sustantivo “lugar” se le da

un significado simbólico en vez de espacial.


98 Probable lapsus: en lugar de “amor” debería leerse “posesión”. En

efecto, en la correcta visión del P. Alberione, el trinomio es: visión de


Dios (cumplimiento mente-fe), posesión de Dios (cumplimiento voluntad-
esperanza) y gozo de Dios (cumplimiento corazón-caridad), si bien, como
veremos más adelante, él asocia frecuentemente posesión con amor.
LAS GRANDES VERDADES 86

porque ya no conocerá ni fin ni muerte. Se dice «merced»


porque es la recompensa que Dios da a sus siervos fieles.
También se la denomina «convite con Dios», indicando la
intimidad con el Señor según las palabras escriturísticas: «Mira,
estoy a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la
puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap
3,20). O bien «corona de justicia» conforme a la divina
promesa dada a quien haya combatido bien en la tierra. Se
dice asimismo: gloria, honor, esplendor, reino de los cielos,
visión, Jerusalén celestial, gozo, luz eterna, felicidad, beatitud,
patria celeste, eterno peso de gloria, cielo.
3° «Creo en la vida eterna». Maestro divino, manda tu
Espíritu sobre mí para que yo crea cada vez más. Allá arriba me
BM1 aguardan Dios, Jesucristo, la Virgen, los | santos. Soy ciuda-
87 dano del cielo; aquí estoy temporalmente, como en exilio; viajo
hacia el paraíso. Allí tendré morada estable.
Examen. – Todo me ha sido dado en uso, como tengo un
puesto en el vagón de un tren. ¿Me considero peregrino? ¿Uso
las cosas del mundo sólo como medios, con indiferencia, sin
apegar a ellas el corazón?
Propósito. – ¡Arriba el corazón! Siempre lo tendré vuelto
hacia el cielo.
Oración. – Imprime en mí, oh divino Espíritu, las palabras
del apóstol san Pablo: «Os digo, hermanos, que el momento es
apremiante. Queda como solución que quienes tienen mujer
vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no
lloraran; los que están alegres, como si no se alegraran; los
que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el
mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación
de este mundo se termina».99

38.
EL PARAÍSO: visión beatífica

99 Cf 1Cor 7,29-31.
LAS GRANDES VERDADES 87

«Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo


que seremos. Sabemos que cuando él se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal cual es» (1Jn 3,2).

1° El paraíso es el claro e intuitivo conocimiento de Dios,


como es en sí mismo. El alma no comprenderá a Dios, porque él
es infinito; pero le verá cara a cara, directamente. En la tierra le
conocemos sólo por medio de las | criaturas. Dice el concilio de BM1
Florencia: «Definimos que las almas limpias de pecado original 88
por el bautismo, si no contrajeron otra mancha, o bien fueron
purificadas enteramente, enseguida después de la muerte, entran
al cielo, donde contemplan claramente a Dios Uno y Trino,
como es en sí mismo».100 Jesucristo enseñó que los ángeles ven
siempre el rostro del Padre celeste, y san Pablo dice: «Ahora
vemos como en un espejo, confusamente; entonces veremos
cara a cara… conoceré como he sido conocido por Dios» (1Cor
13,12). Nos encontraremos con Dios, contemplaremos su
belleza, su esplendor, leeremos en su proprio rostro toda la
verdad.
Conoceremos a la Sma. Trinidad, la sagrada Humanidad de
Jesucristo, la santísima Virgen, todos los santos, las verdades de
orden natural, las gracias recibidas, nuestra correspondencia.
2° La visión de Dios se merece por medio de la fe.101 El
que cree en los misterios y en las verdades enseñadas por la
Iglesia, un día lo comprenderá todo con admirable claridad. La
luz de la fe merece la luz de la gloria. La fe nos mueve a creer
todos los artículos, dogmas y verdades reveladas por Dios. Esta
fe se nos infunde en el bautismo, se la ejercita con actos, se
amplía con la instrucción religiosa, se vuelve activa en los
verdaderos cristianos. Tres obligaciones tenemos respecto a la

BM1
100 Concilio de Florencia, 1439-1445, Decreto para los griegos 89
(DENZINGER-HÜNERMANN, Enchiridion Symbolorum, edición bilingüe,
1995, n. 1305).
101 Se trata de un concepto resaltado frecuentemente por el P.

Alberione. Según su modo de ver, a la fe no se la considera como virtud


teologal en sí, sino en estrecha conexión con Jesús-Verdad. Véase cuanto
escribe en este mismo volumen (meditación 98): «La fe nos hace
partícipes de la sabiduría de Dios; y nos une a Dios; por ella la luz con la
que Dios se conoce a sí mismo pasa a ser luz nuestra; la sabiduría de
Dios, sabiduría nuestra; su mente, mente nuestra...».
LAS GRANDES VERDADES 88

fe: «nosse, crédere, profiteri»:102 o sea instrucción, asentimiento,


profesión de ella ante el mundo. «Todo aquel que se declare por
mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará
por él ante los ángeles de Dios» (Lc 12,8).
3° Yo creo en Dios Padre omnipotente, creador del cielo y
de la tierra. Yo creo en Jesucristo su único Hijo y Señor nuestro,
que, hecho hombre, nos enseñó, padeció y murió por nosotros,
resucitó, está sentado a la derecha del Padre. Yo creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los
santos, la remisión de los pecados, la vida eterna.
Examen. – ¿Me instruyo en las verdades de la fe? ¿Creo
firmemente en mi interior? ¿Manifiesto con palabras y obras
mis sentimientos de fe?
Propósito. – Quiero instruirme mediante libros y la palabra
de Dios en las verdades de la fe.
Oración. – Señor, acrecienta mi fe. Sin ella es imposible
agradarte. 103 Para acercarme a ti, para comenzar mi vida
espiritual debo poseer la fe. Dios mío, ¡qué gran don me has
otorgado haciéndome nacer en el seno de la Iglesia católica! Te
doy gracias de todo corazón y quiero vivir conforme a mi fe.

39.
EL PARAÍSO: amor de Dios
«Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la
primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad
santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios,
preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo. Y oí
una gran voz desde el trono que decía: “He aquí la morada de Dios
entre los hombres, y morará entre ellos, y ellos serán su pueblo, y el
‘Dios con ellos’ será su Dios”» (Ap 21,1-3).

1° El amoroso reposo del alma en Dios, sumo Bien,


BM1 producirá un éxtasis suavísimo y una | inefable unión con Dios.
90 Por el éxtasis (mente y afecto), los bienaventurados se verán tan

102 “Conocer, creer, profesar”.


103 Cf Heb 11,5.
LAS GRANDES VERDADES 89

arrobados y atraídos por Dios que, eliminado cuanto es pensa-


miento, cuidado y amor propio, estarán como muertos a sí
mismos, ya que viven sólo de Dios, en Dios, por Dios: «Vivit
vero in me Christus» (Gál 2,20). Tanto es el bien divino y tan
fuertemente los bienventurados se apegan a Dios que algunos
escritores comparan este acto con el del niño hambriento que se
adhiere con ímpetu a los pechos maternos y succiona la leche
sin atender a ninguna otra cosa; o al abandono de la mística
esposa en brazos del Esposo celeste. Es una unión resultante de
la sublime y suave contemplación de la divina esencia; es una
imitación entrañable y continua de la vida divina; es una
perfecta conformidad con el divino querer; es una especie de
transformación en Dios; se inflaman talmente de su amor que
parecen disolverse del todo para sumergirse en el abismo
infinito de la divinidad, aun permaneciendo siempre siendo
ellos mismos.
2° A esta posesión y amor de Dios se llega con la práctica
de la divina voluntad. Quien vive unido a Dios en la tierra,
observando los divinos preceptos, merece poseer a Dios,
bondad infinita, que satisfará todos los deseos, pues es el Bien
que desborda todo anhelo humano. La voluntad de Dios será
amable, perfecta, jubilosa; luz, bien, secreto de felicidad eterna.
Por tanto, hay que aceptar los mandamientos de Dios, Padre
bueno: al dárnoslos, buscó nuestro | bien.104 Después, hay que BM1
aceptar la divina voluntad que se manifiesta en lo que Dios 91
permite o dispone a nuestro respecto; él siempre tiene de mira
nuestra eterna felicidad. Hay que repetir a menudo: hágase tu
voluntad, así en la tierra como en el cielo.
3° Señor, te pido una gran gracia, la mayor de todas ellas:
amarte, amarte mucho, amarte por toda la vida, amarte por toda
104 Este es uno de los temas predilectos del P. Alberione. En DF, pre-

sentando la ley eterna como expresión de la voluntad de Dios, escribe:


«con la que debo configurarme tomando como ley suprema y máximo
acto de amor la voluntad de Dios» (DF, p. 19). Todo creyente está, pues,
invitado a percibir la voluntad divina como el máximo acto de amor con
el que el Padre le ama y le guía; y a manifestar su proprio amor al Padre
precisamente acogiendo y cumpliendo bien la voluntad divina. Más
adelante, esta orientación se transforma en oración a Jesús-Camino: «Lo
que tú quieres, eso quiero yo; pon tu voluntad en vez de la mía» (DF, p.
40).
LAS GRANDES VERDADES 90

la eternidad. La mayor virtud es la caridad (1Cor 13,13), la


virtud que dura eternamente. Es la que te pido, oh Espíritu
Santo, fuego del Padre y del Hijo: enciende en mí este amor, y
haz que mi vida se consuma toda en amarte.
Examen. – ¿Es auténtica mi caridad? ¿Es operosa? ¿Observo
los divinos mandamientos? ¿Hallo paz en cumplir la voluntad
de Dios?
Propósito. – Repetiré varias veces al día el acto de caridad.
Yo puedo amar; y esta es la gran gracia, el supremo don que
siempre pediré a Dios, seguro de que él lo da a quien lo pide.
Oración. – Señor, te amo con todo el corazón y sobre todas
las cosas, a ti, Bien infinito, y mi eterna felicidad. Amo a mi
prójimo, como a mí mismo; perdono a quien me ha ofendido;
dame la gracia de salvar alguna alma. Sobre todo concédeme
la gracia de amarte cada vez más.

BM1 40.
92 EL PARAÍSO: gozo de Dios
«Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su
templo. El que se sienta en el trono acampará entre ellos. Ya no
pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque
el Cordero que está delante del trono les apacentará y les conducirá
hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará toda lágrima de sus
ojos» (Ap 7,15-17).

1° Dios es felicísimo en sí. El alma en el cielo, partici-


pando de la divina naturaleza, participa también del gozo de
Dios. Dirá el divino Juez: «Entra en el gozo de tu Señor» (Mt
25,21). Y también: «Se alegrará vuestro corazón y nadie os
quitará vuestra alegría» (Jn 16,22). Y es Jesús mismo quien nos
prepara este gozo: «Yo preparo para vosotros el reino, como me
lo preparó mi Padre a mí, de forma que comáis y bebáis a mi
mesa en mi reino» (Lc 22,29-30).
Los bienaventurados no experimentarán tristeza alguna: «El
Señor enjugará toda lágrima de sus ojos» (Ap 21,4). Por eso
dice san Agustín: «Esta es la vida verdadera: gozar contigo, de
LAS GRANDES VERDADES 91

ti, para ti»105 (Confes., l. X, c. 22). Efectivamente el gozo es


consolación en el bien deseado y logrado.
2° Los bienaventurados encontrarán en Dios todo cuanto
sirve a saciar los legítimos deseos del corazón. Hallarán en Dios
todo deleite suficiente, perfectísimo, sin temor o ansiedad
alguna: una virtud íntegra y perfecta, sin lucha, un honor y una
gloria auténtica y suma ante Dios y ante las criaturas. Los
bienaventurados gozarán especialmente viendo a Dios en su
gloria altísima y a los santos en inmenso honor, pues entonces
se gozará más de los bienes de los demás que de los propios.
Ver a Dios es la verdadera alegría, el único y perfecto gozo.
Gozará de Dios quien en la tierra le haya buscado de todo BM1
corazón, especialmente de quien ama entretenerse con él en la 93
oración, haciendo las meditaciones y la visita al Smo. Sacra-
mento; a quien ama hablarle familiarmente; y en modo parti-
cular a quien recibe con verdadera piedad a Jesús en la santa
comunión, a quien busca la divina unión y la íntima
familiaridad con el Señor en el recogimiento y en la celda del
propio corazón.
3° Señor, dame el espíritu de oración, el amor a la Eu-
caristía, la piadosa práctica de la comunión frecuente. Tú, oh
Maestro divino, habitas en el Smo. Sacramento para dejarte
encontrar por quienes lo desean; para dar audiencia a todos;
para distribuir a cada uno tus gracias. ¡Sin embargo, qué
olvidado estás!
Examen. – ¿Amo estar en compañía de Jesús? ¿Le visito
gustosamente en el Smo. Sacramento? ¿Comulgo a menudo y
con las debidas disposiciones?
Propósito. – Haré todos los días una breve visita al Smo.
Sacramento. Es ésta una garantía y una señal de ser admitidos
en la otra vida a la gloria y a la presencia de Dios.
Oración. – Señor Jesús eucarístico, soy frío; caliéntame con
el fuego de tu amor. Has enseñado a tus íntimos el gran bien
que hay en visitarte a menudo. Lo aprendieron bien san Alfonso

BM1
105 «Et ipsa est beata vita, gaudére ad te, de te, própter te». 94
LAS GRANDES VERDADES 92

de Ligorio, san Luis Gonzaga, san Francisco Regis,106 el beato


Eymard.107 Enséñame también a mí, atráeme a ti; hazme | todo
tuyo antes de mi muerte; toma posesión de todas mis potencias.

41.
LA ETERNIDAD 108
«Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna» (Mt 25,46).

1° Escribe san Ireneo: «Todos aquellos a quienes el divino


Juez haya dicho: “Id lejos de mí, malditos, al fuego eterno”,
serán condenados para siempre. Todos aquellos a quienes el
divino Juez haya dicho: “Venid, benditos, al reino de mi Padre”,
gozarán para siempre el premio celeste».
Así es: Dios creó el alma, que ya nunca será destruida. Al
final del mundo nuestro cuerpo resucitará y –así nos enseña la
fe– se presentará con el alma al juicio. Se presentarán los
buenos y los malos: éstos irán al eterno suplicio, los justos en
cambio a la vida eterna.
El hombre, pues, será eterno como Dios. Un gozo nunca es
completo si acaba. Una pena no es terrible si debe terminar. Lo
que hace del cielo una auténtica beatitud es la certeza de que
aquellos gozos nunca acabarán. Lo que hace del infierno un

106 San Francisco Regis Clet. Nacido en Grenoble en 1748, entró en la

Congregación de la Misión, fundada en París por san Vicente de Paúl.


Tras algunos años dedicados a la enseñanza, pidió ir como misionero a
China, donde murió mártir en 1819.
107 Ahora, san Pedro Juliano Eymard (canonizado en 1962).
108 Cf DFms 31. «1. La eternidad es interminábilis vitae tota símul et

perfecta possessio. Ningún cálculo humano puede decirnos en qué


consiste. “Vitam aeternam, ignem aeternum”. 2. En las almas de los
fallecidos produce: a los bienaventurados, la mayor tranquilidad sobre su
suerte y además toda la eternidad de gozo simultánea a cada instante; a
los condenados, la máxima desesperación y además toda la eternidad
con todos sus tormentos en el instante presente: tota símul; algo así
como la bola de plomo sobre la mesa alisada. 3. Sobre nuestras almas
debe producir: gran solicitud, “nulla nimia secúritas ubi periclitátur
aetérnitas”; nos preparamos la eternidad nosotros mismos: “ibit homo in
domum aeternitatis suae”; la vida es preparación para la eternidad, por
lo que es sabio quien aun a costa de graves dolores se salva y estúpido
quien riendo se condena».
LAS GRANDES VERDADES 93

estado de desesperación es la certeza de que allá abajo ya no


habrá ningún cambio.
2° La pena por cuanto grande sea, si no dura mucho, no es
gran pena: por ej. una operación. Pero cuando una pena es larga
e interminable, por cuanto sea ligera, es siempre un gran
tormento. Más aún, el mismo alivio, como un paseo, si se
prolongara por semanas, meses | y años acabaría siendo un BM1
tormento durísimo y penosísimo. 95
Y bien, ¿qué decir del infierno, donde cada sentido sufre su
pena, cada potencia se ve atormentada, todo el cuerpo está
sumergido en el fuego? Allí la llama arde, pero no consume. Y
no se trata de años ni de siglos, ni de millardos de siglos, sino
de una eternidad que nunca acaba. Allí el pecador ya no podrá
detestar sus pecados, no tendrá perdón ni mitigación de la pena.
La gloria del paraíso es también eterna. El alma ya no podrá
pecar ni perder a Dios. El bienaventurado gozará por siempre
aquella felicidad, que se volverá nueva a cada instante como si
comenzara en todo momento. Siempre tendrá sed de gozo, y
siempre será saciado. Los bienaventurados con vasos rebosantes
de satisfacción.
Dice san Pablo: «Sic semper cum Dómino érimus» 109 (1Tes
4,16).
3° Señor, ¿qué es el placer de un momento frente a un
fuego eterno? Y aun cuando ese placer durase una vida entera,
¿qué son cien años de gozo frente a millones de años y de siglos
de indecibles deleites?
Examen. – Cuando estoy a punto de gustar un placer ilícito,
¿pienso que el placer de un momento puede procurarme una
eternidad de tormentos? ¿Son sensatos, astutos, prudentes los
santos? ¿O lo son los malos? ¿Y yo con quién estoy? La
Escritura dice que el número de los necios es infinito:
¿pertenezco quizás a este número?
Propósito. – Recordaré la parábola de las cinco vírgenes BM1
prudentes y las cinco necias,110 y vigilaré ante los peligros del 96
pecado.

109 «Y así estaremos siempre con el Señor».


110 Cf Mt 25,1-13.
LAS GRANDES VERDADES 94

Oración. – Señor y Dios mío, dame sensatez, infúndeme el


don del consejo. Haz que yo sepa obrar con valentía el bien,
conociendo que el premio será eterno. Dice san Agustín: Dios
será el cumplimiento de nuestros deseos; le veremos sin límites;
le amaremos sin fastidio; le alabaremos sin fatiga. Allí
descansaremos y contemplaremos el sumo Bien, veremos y
amaremos, amaremos y alabaremos.
LAS GRANDES VERDADES 95

42.
EL CARÁCTER: naturaleza
«Más vale fama que riqueza, mejor estima que plata y oro. Rico y
pobre tienen en común que a los dos los hizo el Señor. El prudente ve
el mal y se protege, los incautos se arriesgan para su mal. Si eres
humilde y temes al Señor tendrás riquezas, vida y honor. En la senda
del perverso, espinas y trampas; quien cuida de sí mismo se aleja de
ellas. Educa al muchacho en el buen camino: cuando llegue a viejo
seguirá por él» (Prov 22,1-6).

1° El carácter es la inclinación principal que gobierna a un


hombre; el signo por el que uno se distingue de los demás;
comprende especialmente las cualidades sociales, el modo
como el hombre se comporta en sus relaciones.
El buen carácter es una bendición; el mal carácter, una
calamidad. La persona de buen carácter es franca, amable,
servicial, despegada de sí, sencilla, abierta, de mirada límpida y
serena; usa delicadeza en todos los actos. Se atrae las simpatías,
siembra alrededor la felicidad, dilata los corazones: nadie
prueba pena a su lado; la buscan como un refugio en las horas
dolorosas. Todos se confían a ella.
La persona de mal carácter es como un día gris y amena- BM1
zador; causa miedo; dice a menudo palabras envenenadas o 97
llenas de hiel. Su alma desconoce la calma. Está sujeta a
celotipias, ambiciones, susceptibilidades. La dominan las
pasiones y se deja escapar fácilmente expresiones ásperas,
violentas, satíricas; llega incluso a modos duros, casi brutales.
Tiene pocos reflejos de alegría, y muchas tempestades. Todos
rehúyen estos caracteres, algunas veces los compadecen o los
soportan como una desventura.
2° La persona de buen carácter tiene el secreto de influjos
fecundos, de insinuaciones 111 dulces y persuasivas, de senti-
mientos apacibles. Hace esfumarse las prevenciones, calma las
iras, dispersa las antipatías. Escuchando las penas, difunde
bálsamo sobre ellas; se gana el dominio sobre las almas; pone
en comunicación sus ideas, aúna indisolublemente incluso a
quienes en un principio se habían amado o soportado con fatiga.
111 En el sentido positivo de la palabra latina: introducir, comunicar

pensamientos o valoraciones de benevolencia.


LAS GRANDES VERDADES 96

Todos se le acercan, acogen sus consejos y respetan su


autoridad.
La persona de mal carácter es como el vinagre. Pierde las
ocasiones de hacer el bien; sólo se le acercan los demás por
necesidad; ve que la rehúyen. Cierra los corazones. En el grupo,
comunidad, asociación, familia o clase es un elemento
disgregador; siembra el desbarajuste; esparce desánimo y
desgana.
3° Sé que el hombre de buen carácter es feliz en sí.
¡Dichosos los pacíficos! No es verdad que sean arrinconnados.
BM1 Tienen además un halo de | estima y confianza, incluso un goce
98 de paz interior. La paz que esparcen hacia fuera la saborean
antes en su espíritu.
Al contrario, el mal carácter, antes de hacer infelices a otros,
lo es él. Las espinas que le rodean, habiéndoselas procurado él
mismo, irritan su susceptibilidad: sufre más que hace sufrir.
Examen. – ¡Cuántos fracasos si no sé dominar mi carácter!
¡Cuántas amarguras interiores! ¡Qué rebeliones de mente, de
ánimo, de manos, se desatan contra los duros de corazón! ¿Qué
me dice mi vida? ¿Cómo estoy ahora? ¿Trabajo para corregir y
educar mi carácter?
Propósito. – Desde hoy empezaré a sopesar las conse-
cuencias de un buen o mal carácter.
Oración. – Considero, oh Jesús mío, cómo te ganaste a todos
con la bondad y la dulzura. Un pueblo numeroso, una turba de
niños, una cantidad de infelices y afligidos te rodeaba. ¡Cuánto
debo aprovechar aún de tu escuela! ¡Soy siempre tan duro,
insoportable! Piedad, oh Señor; conviérteme. Debo vivir en la
sociedad. Las virtudes sociales son grandes méritos para mí.
Haz, oh Señor, que yo no pierda ninguno de estos grandes
méritos.

BM1 43.
99 EL CARÁCTER: naturaleza del buen carácter
LAS GRANDES VERDADES 97

«Más vale pobre de conducta íntegra que necio de lenguaje engañoso.


No vale esfuerzo sin reflexión, quien corre demasiado se extravía.
Hombre necio yerra el camino y encima se enfrenta al Señor» (Prov
19,1-3).

1° El buen carácter es un conjunto de virtudes sociales que


se reducen a la caridad/amor, cuyas características describe san
Pablo: «El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene
envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta;
no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la
injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1Cor 13,4-7).
El buen carácter, lo soporta todo de todos. No desdeña de
tratar con pordioseros, ignorantes, rústicos, malvados; ni se
ofende ante la falta de respeto, ante sarcasmos, desplantes,
olvidos, negligencias, desprecios. Excusa a los ofensores, trata
con deferencia, evita venganzas y desquites; al acontrario,
hace bien a los adversarios: «Vince in bono malum». 112 Es
constante en su proceder, siempre lleno de confianza, se
defiende por sí, sin ofender a nadie.
2° La persona de buen carácter no ocasiona a otros ningún
dolor. Por eso vigila sobre sí misma, sobre sus palabras y
acciones. Observa la decencia y lo conveniente; respeta el
propio puesto; no permite posiciones penosas. No se da aires ni
afectación; todos pueden acercársele; es discreta y educada en
el trato. Sus amistades no son muchas, pero sí bien cultivadas | BM1
y selectas. No es entrometida, prolija o desdeñosa. Tiene buen 100
dominio de sus actos y palabras: calibra a qué fin llegan y qué
efecto pueden producir. Con los superiores se muestra
respetuosa pero sin adular; con los iguales se considera la
última convencidamente; con los inferiores es animadora y
dispuesta a defenderlos; es la abogada de los ausentes.
3° La persona de buen carácter se dedica a procurar la
felicidad de los demás; es ingeniosa, previsora, generosa. Se
autoimpone el no pensar mal de los otros; y la costumbre de los
buenos pensamientos y del sincero deseo del bien ajeno
confiere a su actitud una auténtica bondad, constante franqueza,
serenidad habitual. Sabe decir a tiempo palabras confortantes,
112 «Vence el mal con el bien» (Rom 12,21).
LAS GRANDES VERDADES 98

tomar parte en las alegrías del prójimo, adivinar y socorrer las


necesidades humillantes. No calcula cuánto cuesta un favor, ni
qué ganancia temporal saque de él, ni qué persona se lo pida. Es
jovial, desinteresada, garbosa en sus dones.
Examen. – Considero uno por uno los signos del buen
carácter, como los describió san Pablo, en el paso recordado.
¿Qué me responde la conciencia sobre cada uno de ellos?
Proposito. – Tendré siempre presente el defecto predomi-
nante de mi carácter para adquirir la caridad social.
Oración. – Señor, ¡qué lejos estoy de este carácter ideal! Me
confunde cada aspecto, cada punto de mi meditación. Pero tú, |
BM1 oh Jesús, quieres cristianos forjados sobre este modelo. ¿De qué
101 valdrían las prácticas de piedad y un exterior religioso sin la
caridad y la virtud interior? Un barniz de religiosidad es bien
diverso del cristianismo vivido. Señor, que yo me conozca, me
arrepienta para reconstruirme, trabaje para ser un verdadero
hombre.

44.
EL CARÁCTER: su educación
«Preocúpate de tu nombre, porque te sobrevivirá, dura más que mil
tesoros de oro. La buena vida tiene los días contados, pero el buen
nombre permanece para siempre. Hijos, conservad en paz la
instrucción. Sabiduría escondida y tesoro oculto, ¿para qué sirven?»
(Sir 41,12-14).

1° Al temperamento han contribuido los padres de quienes


nací, el ambiente en que me crié, la educación recibida. Sin
embargo, cada cual es dueño de sí mismo y puede dominar sus
tendencias. La voluntad deberá luchar, pero siempre podrá
vencer. Tengo una conciencia y también una experiencia que
me dicen que ser vencido o vencedor depende de mí; puedo con
la continuidad de mis actos formar, dirigir, corregir mi carácter.
Para lograrlo debo ante todo conocerme a mí mismo y mis
tendencias.
A tal fin, es necesario un examen cotidiano y profundo sobre
pensamientos, sentimientos, acciones. Utilísimo al respecto será
LAS GRANDES VERDADES 99

un amigo sincero y especialmente un buen director de


conciencia: ellos con pocas palabras pueden revelarnos nuestro
estado más que con prolongados exámenes.
La tendencia dominante se revela fácilmente: es | la que de BM1
ordinario arrastra la voluntad y determina una actividad 102
Hay dos series de tendencias: la de los apáticos: pereza,
dejadez, indolencia, indiferencia, flojera de corazón, cobardía,
falta de consideración a Dios, al prójimo, a la propia dignidad.
Y la de los violentos: soberbios, celosos, coléricos, irreflexivos,
carentes de recato, groseros, independientes.
2° Para formar mi carácter debo, después, trabajar sobre
mí mismo.
Establecido el punto de lucha, con propósitos y esfuerzos, he
de moderarme o empujarme, según el caso, hacia una vida
buena, virtuosa, razonable, en la que la razón, no la pasión, guíe
la conducta. Por la mañana, en las oraciones y en la meditación
reactualizaré mi plan de trabajo espiritual; volveré sobre él
varias veces durante la jornada; al momento oportuno sabré usar
los modos fuertes. Si caigo, gritaré al Señor: «Líbrame de esta
esclavitud». Después me reharé: mañana rezaré mejor; con tu
gracia, oh Señor, seré más valeroso.
Si me veo flojo, trataré de excitarme con meditaciones más
apropiadas; me ayudaré con algún buen amigo que me corrija;
sabré también usar los medios higiénicos y las mortificaciones
corporales. La energía moral siempre crece cuando me
mortifico reduciendo el reposo y el alimento a lo estrictamente
necesario.
3° En tercer lugar debo llevar a cabo un trabajo constante
y serio, sin detenerme nunca, ni hacer | como algunos que, a las BM1
primeras dificultades, se desaniman, abandonan el trabajo, 103
olvidan los propósitos, los compromisos asumidos, todo. Debo
también frenar mis tendencias vivaces con una constante
templanza.
Examen. – ¿Me conozco bien a mí mismo? ¿Uso los medios
para enmendarme, los de formación y educación del carácter?
¿Hago cada día el examen de conciencia?
Propósito. – Haré bien el examen de conciencia sobre el
propósito principal.
LAS GRANDES VERDADES 100

Oración. – Señor, tú conoces los corazones y nuestras


tendencias. Sabes cuántas ruinas ha producido en nosotros el
pecado original. Sánanos; si lo quieres, puedes hacerlo: «Di
solo una palabra y mi alma será salvada».113 Te presento mis
llagas, te recuerdo mi enfermedad más grave. Cúrame, oh
divino médico de mi alma.

45.
FORMARME COMO HOMBRE: la conciencia
«El hombre sensato no olvida la reflexión, el malvado y el orgulloso
no tienen miedo a nada. No hagas nada sin aconsejarte, y no te
arrepentirás de tus acciones... En todos tus actos confía en ti, que
también esto es guardar los mandamientos» (Sir 32,18-19.23).

1° La conciencia 114 es mi misma alma, atenta a ponderar y


regular mi actividad, interna y externa. Es la capacidad de
replegarme 115 sobre mí mismo para estudiar mis movimientos y
juzgar si es lícito o prohibido lo que voy a hacer.
Es el eco de la voz de Dios que repercute en mi alma. Es la
BM1 verdadera vida humana; es | conocer lo que se hace o se omite;
104 es un juicio práctico que da a conocer lo que debe hacerse u
omitirse. Mensajera de Dios, puesta en el fondo de mi ser, me
preserva de sueños funestos. Si caigo me incita a levantarme; si
me detengo me invita a proseguir; me estimula si me acobardo;
me reclama a la realidad si estoy eufórico.
2° Es una advertencia amigable: «Guárdate de esta ocasión
funesta; evita a ese compañero y aquella lectura; deja aquella
deversión; vigila tus pensamientos y corazón; resiste a los
primeros movimientos de la pasión». El hombre en quien la
conciencia habla es feliz; ¡infeliz quien ya no percibe su voz!
Es un freno potente. En la hora de la tentación, cuando la
naturaleza ardiente e impetuosa estaría expuesta a seguir los

113
Oración de la asamblea antes de la comunión. Cf Mt 8,8.
Al tema de la conciencia el P. Alberione dedicó el opúsculo “Testi-
114

monium conscientiæ nostræ”, publicado en el San Paolo de marzo 1957.


Puede leerse también en Alma y cuerpo para el Evangelio, pp. 259-278.
115 En el sentido de “reflexionar”, “reentrar” en sí mismo.
LAS GRANDES VERDADES 101

violentos apetitos, 116 la conciencia la domina, la detiene, la


somete, impide caídas fatales. Otras veces, cuando se desatien-
de su voz y el hombre resbala por la pendiente del precipicio, la
conciencia redobla los gritos de protesta, despierta saludables
reacciones. Tras el período de las embusteras ilusiones, la
conciencia vuelve a dejarse oír: el hombre se recobra, vuelve a
subir la cuesta y retoma el sendero de la verdad y del bien.
La conciencia no abandona ni siquiera al hombre derrotado y
revuelto en el barro; todavía le hace oír los remordimientos, le
restituye la experiencia, le invita a reparar, aunque sea ya en el
momento de la muerte.
Es un estímulo para pecadores y justos, pues sacude a los BM1
indolentes y adormecidos: «¿Por qué dejáis inertes los talentos? 105
¿Por qué una vida sin buenos frutos? ¿No teméis la hora del
juicio?».
Es una incitación a los desalentados; reanima la esperanza en
los descorazonados: «No hay mancha que no pueda lavarse; Dios
no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva;117
la gracia y la fuerza son para quien ora; y quien ora se salva».
3° He sentido muchas veces esta voz íntima en los tiempos
de silencio o de aflicción: «Sé bueno; ten celo; sube más arriba;
mantén más intimidad con Jesús».
Examen. – ¿Qué cuenta tengo de las voces de la conciencia?
Propósito. – Me recogeré con frecuencia; acallaré mi
entorno para percibir la voz íntima de la conciencia.
Oración. – Señor, reconozco en la conciencia tu voz que se
deja sentir en el fondo de mi ser: para preservarme de sueños
funestos; para levantarme, si he caído; para empujarme, si me
detengo; para amonestarme en la vileza; para sostenerme en
las debilidades. Hazme, oh Señor, dócil a tu voz tal como
avisas: «Si escucháis hoy su voz, no endurezcáis el corazón».118

116 Deseos fuertes, ansias.


117 Cf Ez 33,11.
118 Sal 95/94,8; Heb 3,7.
LAS GRANDES VERDADES 102

BM1 46.
106 LA CONCIENCIA: obrar según ella
«Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con
obras. En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquiliza-
remos nuestro corazón ante él, en caso de que nos condene nuestro
corazón, pues Dios es mayor que nuestro corazón y lo conoce todo.
Queridos, si el corazón no nos condena, tenemos plena confianza ante
Dios» (1Jn 3,18-21).

1° No esquivar el deber cuando el único testimonio es la


conciencia. El hombre concienciado siente siempre la voz
interna, lo vean o dejen de verlo los demás. Puede fallar la
vigilancia humana, pero el hombre de conciencia obra como si
viera cercano el juicio de Dios; toma a pecho todo compromiso,
deber o interés. El hombre privado de conciencia obra sólo en
fuerza de la vigilancia, o porque teme el castigo. Usa el sistema
del menor esfuerzo, se contenta con lo menos posible. Con él es
necesario un sistema de continuas inspecciones.
Es espantosa la situación de una sociedad en la que los
individuos no tienen conciencia. Toda virtud resulta falsa.
2° No esquivar la verdad, sino declararla abiertamente
cuando es debido; no mentir nunca. La mentira es odiosa y
nociva bajo todo punto de vista. Odiosa para Dios, que es
verdad y amante de la verdad; odiosa para los hombres, que se
complacen de la lealtad y sinceridad. Nociva para quien miente,
pues ya no se le cree; nociva para quien sufre el engaño, pues se
encuentra en un laberinto inextricable.
La mentira en obras es más nociva y odiosa que la de
palabras. Es mentira en obras el respeto humano, que por miedo
esconde ideas y sentimientos, mostrando otros interiormente re-
BM1 chazados; la simulación, | que, incluso al momento de la con-
107 fesión, oculta en un silencio culpable debilidades que deberían
manifestarse; la hipocresía, que finge cualidades inexistentes
para ganarse una inmerecida estima y benevolencia. Igualmente
son mentiras, de hecho, la infidelidad a la palabra dada en los
asuntos y en las relaciones; la doblez, o sea presentarse a dos
caras, capaces de las actitudes más contradictorias, con divi-
siones, traiciones, lisonjas fingidas.
LAS GRANDES VERDADES 103

3° No esquivar la justicia. La justicia, lo sé, oh Señor, es la


virtud que debe ser respetada por encima de todas. Sé que mi
prójimo posee bienes materiales, tiene secretos y derecho a ser
estimado. A menudo nos ocupamos de intereses materiales: el
hombre concienciado evita robos, daños, abusos, uso ilícito; el
de poca conciencia, con un ojo a la ley, se permite licencias y
libertades pecaminosas.
Examen. – ¿Sé respetar los secretos de oficio, y los recibidos
por confidencias, por profesión? ¿Sé velar con caridad las
debilidades y los errores de los demás?
Propósito. – La estima vale más que muchas riquezas, y
debo saber respetarla y hacerla respetar por cuanto de mí
depende. ¡Lejos cualquier calumnia y maldicencia! Pondré mi
esfuerzo en considerar la falta de conciencia como culpa de
particular gravedad.
Oración. – Señor, haz que mi corazón | sea recto; que yo BM1
aleje de mí toda suerte de engaños; que mi conciencia no pueda 108
reprocharme nunca; hazme sentir siempre el saludable aviso de
mi conciencia, que es tu voz.

47.
LA CONCIENCIA: seguirla
«Antes de hablar, infórmate, y antes de caer enfermo, cuídate. Antes
del juicio, examínate a ti mismo, y a la hora de la visita encontrarás
perdón. Antes de caer enfermo, humíllate, y cuando peques, muestra
arrepentimiento» (Sir 18,19-21).

1° Hombre de conciencia es el que la interroga, la escucha,


la sigue. Seguir los dictámenes de la propia conciencia es el
medio seguro para vivir en paz con Dios, con el prójimo, con
nosotros mismos.
Con Dios. Él nos ha dado una ley y ha impreso en el alma la
regla para aplicarla caso por caso. Dios nos juzgará en base a la
correspondencia a los dictámenes de la conciencia, no tanto en
base a una simple lista de mandamientos que pudiéramos haber
transgredido involuntariamente. No son imputables los errores
de ignorancia invencible; pero sí sé lo que hay escrito en las
LAS GRANDES VERDADES 104

tablas de mi conciencia; mis transgresiones son culpables por


ser conscientes. La conciencia es mi código.
Las acciones se le pueden escapar al ojo humano, pero nunca
al ojo de Dios. Si yo tuviera fe viva, santo temor de Dios,
continua presencia suya, delicadeza de conciencia... me
regularía mucho mejor. El divino Juez escruta las contradic-
ciones que pongo entre su ley y mis actos; yo debería constituir
mi conciencia en regla soberana de mi conducta.
BM1 2° Con el prójimo. El hombre de conciencia es estimado,
109 atrae confianza, entabla relaciones cordiales. Al hombre sin
conciencia se le evita y desprecia, porque es un elemento de
disgregación social. Nadie puede fiarse de quien obra sólo por
el temor de verse soprendido en falta, y no por conciencia. Y
esto en la familia, en la sociedad, en la Iglesia. Sólo en un
hombre de conciencia recta, íntegra, límpida se tiene confianza,
se le confían los secretos y la propia alma. En un esposo, en un
padre, en un capitán, en un maestro, en un juez la buena
conciencia es capital. No hay ningún precepto más grave del
que prohibe pisotear la voz de la conciencia.
3° Consigo mismo. Debo tener una buena conciencia. No
hay paz para el impío, y quien obra contra la conciencia es un
impío. El remordimiento es, Dios mío, la voz que hacías oír en
el corazón de Caín, de Judas, de Pedro, de Magdalena. Pero
Caín y Judas por el remordimiento se desesperaron; Pedro y
Magdalena confiaron y se hicieron santos.
¡Qué paz goza quien escucha las invitaciones de Dios que
llegan mediante la conciencia! Yo gimo bajo los inevitables
daños de una falsa conciencia; me falta la inefable consolación
de quien, aun en el fracaso, sabe haber obrado por Dios y por el
paraíso.
Examen. – Antes de cualquier acción, ¿pido consejo a mi
conciencia? ¿Me amoldo a ella? ¿Sé reconocer ciertos castigos,
BM1 | olvidos, oposiciones como consecuencias de haber obrado
110 contra conciencia?
Propósito. – Mi máxima será esta: Dios ve mi corazón y mi
mente.
LAS GRANDES VERDADES 105

Oración. – Tú, oh Maestro divino, dijiste que tu paz no es


como la que da el mundo, pues en efecto depende de estar en
regla con el prójimo, conmigo mismo, contigo. Oh Señor, de
quien provienen los santos deseos, los buenos consejos, las
obras santas, concédeme esa paz que el mundo no puede dar;
la paz que proviene del testimonio de una buen conciencia.

48.
EL CORAZÓN: la compasión
«Quien desprecia a su prójimo peca, dichoso quien se apiada del pobre.
Los que traman el mal se pierden, amor y lealtad a quien hace el bien»
(Prov 14,21-22).

1° El dominio sobre nosotros mismos se obtiene con el


control del corazón. Estoy en paz cuando el corazón es recto,
bueno, en regla con Dios. El corazón es una incomparable
fuente de bienes o un detestable artífice de males; es necesario,
pues, guidarlo o frenarlo según los casos.
El Señor dice: «Hijo, dame tu corazón».119
Los hombres de corazón merecen gran estima. Se les tiene
mucha confianza. Todos se guardan de los hombres sin corazón,
«sine affectione», mientras son muy sensibles con los corazones
delicados. Instintivamente se ama cuando se es amado. El
corazón es una gran potencia. 120 Esta es | la fuerza de los BM1
educadores, de los apóstoles; aman, y con el amor conquistan. 111
Los movimientos del corazón son especialmente cuatro:
compasión, entrega, benevolencia, amistad.
Quien quiere formar su corazón sobre el divino modelo, el
Corazón de Jesucristo, debe nutrir santamente tales sentimientos.

119
«Praebe, fili mi, cor tuum mihi» (Pr 23,26 Vulg.).
120
Expresión muy eficaz, que aparece en otros textos del P. Alberione
(SP, sept.-oct. 1953, cf ACV, p. 128; NPS, p. 174). La importancia y el
espacio que atribuye al rol del corazón quizás están aún por descubrir.
Entre los aspectos innovadores de su visión al respecto, notamos: el
corazón no es sólo la sede de la vida, de los pensamientos, de las
intenciones –según la acepción bíblica de corazón–, sino también la sede
del sentimiento; el corazón-sentimiento debe estar involucrado en la
oración: «La oración debe tocar también el sentimiento...» (DF, p. 14).
LAS GRANDES VERDADES 106

2° La compasión. Es el primer movimiento del corazón


bueno, porque el dolor le toca y le conmueve, inclinándole
sobre él para aliviarlo. Ve, siente, se aflige, y por tanto se
esfuerza en remediarlo. Observemos a san Vicente de Paúl que
recoge por las calles de París a huérfanos y mendicantes; crea
hospicios, hospitales, asociaciones de caridad, asilos para los
abandonados, los débiles, los enfermos; conforta a los presos,
defiende a los amenazados, provee de pan a las poblaciones
hambrientas por la guerra.
El corazón sensible se deja tocar además de por las miserias
corporales, por las miserias morales. Llora con quien llora; se
duele con los angustiados; comparte la humillación y el dolor de
quien ha pecado. Con los débiles no usa expresiones duras, ni
modos severos con los pecadores: para todos tiene palabras de
ánimo, indulgencia, esperanza. No acusa ni difama, sino que
comprendiendo la fragilidad humana, cubre a los caídos con el
manto del silencio, de la simpatía, de la bondad. Nunca es para
él un triunfo el tropiezo de un hermano; a nadie pisotea; da la
mano a quienes se tambalean; compadece y cura las heridas de
la mente y del corazón herido.
BM1 3° En cambio, el mal corazón es insensible a los dolores
112 ajenos, ¡ni los percibe! Se muestra altivo 121 y duro, fingiendo
no ver, como el sacerdote hebreo en el camino de Jericó mien-
tras un herido gemía al borde del sendero.122 Los enfermos no le
conmueven, y para aliviarlos no sacrificaría ni un poco de su
tiempo o de su dinero. Propende a acusarlos atribuyendo sus
enfermedades al desenfreno. Y más insensible aún es ante los
dolores morales: los denuncia cuando debería callarlos; agrava
la situación, cuando una reputación aún se podría salvar, con
insinuaciones y siniestras 123 interpretaciones. Parece arrastrado
por un placer diabólico para pisotear a los caídos y calumniados.
En vez de vendar las llagas, las envenena y empeora; si las des-
venturas ajenas remueven su indiferencia, es sólo para hacerle
más cruel: ¡tiene un corazón malvado!
Examen. –¿Cuál de los dos cuadros representa mi corazón?

121 Orgulloso, arrogante.


122 Cf Lc 10,30-31.
123 Malignas, esquinadas.
LAS GRANDES VERDADES 107

Propósito. – Haré mío el gemido de Jesús: «Siento


compasión de la gente».124
Oración. – Jesús bendito, nos invitaste a modelar nuestro
corazón sobre el tuyo. ¡Pero qué diverso es el mío! Ea, infunde
en mí tus sentimientos de compasión y de bondad por todos los
infelices.

49. BM1
EL CORAZÓN: benevolencia y entrega 113

«Hazte amar por la asamblea, y ante un grande baja la cabeza. Inclina


tu oído hacia el pobre, y respóndele con suaves palabras de paz.
Arranca al oprimido de la mano del opresor, y no seas débil cuando
hagas justicia. Sé como un padre para los huérfanos y como un marido
para su madre. Así serás como un hijo del Altísimo, y él te amará más
que tu madre» (Sir 4,7-11).

1° Benevolencia. Es la flor y nata de la caridad. San


Francisco de Sales por donde pasaba con su amabilísimo trato
abría las almas a la confianza y les daba un destello de felicidad.
La simpatía hace agradables las relaciones; pero supone el
arraigo de pensamientos benévolos en la mente.
La amabilidad no puede ser un ridículo barniz; debe
proceder del «pensar bien y querer» a los hermanos. De la
benevolencia a la cortesía hay sólo un paso. Del corazón
proceden las buenas palabras, los buenos deseos, la cortesía, el
cuidado, la delicadeza.
Al contrario, el corazón malo hurga en el hondón para
encontrar defectos y poner al descubierto las miserias ajenas.
Tiene una instintiva necesidad de pensar mal; y su recelo goza
descubriendo defectos en los demás; no sabe ser amable, y su
esfuerzo por parecerlo es hipocresía. En su entorno no hay
alegría; todos le esquivan como a hombre nocivo e importuno.
Es como un frío viento invernal; su soplo hiela las almas.
2° La entrega. Es el don generoso del buen corazón, que
sabe darse. ¿Qué da? Todo: tiempo, dinero, vida, sangre, donde

124 Mt 15,32.

BM1
114
LAS GRANDES VERDADES 108

sea necesario. No calcula sus horas; no es impaciente en


despedir a quien a él recurre; se da por todo el tiempo requerido.
Su dinero pertenece a los pobres y a las obras: para sí lo usa
sólo según | la necesidad y casi con pesar. Prodiga su vida y sus
fuerzas con quien pide; se multiplica para servir a los hermanos;
tomaría sobre sí todas las fatigas ajenas; sin renunciar a sus
ocupaciones, se haría cargo de las de otros. Tampoco ahorra su
sangre: la usa y consume las energías en las incesantes fatigas a
que le empuja su celo. Está pronto a derramarla por una causa
que le es querida, o por una amistad que le es entrañable.
El buen corazón lo da todo: cuanto es y cuanto tiene.
[3°] Al contrario, el egoísmo es el carácter distintivo del
corazón malvado: toma en vez de dar.
Avaro de su tiempo, cerrado en sus acomodos, trata de
importunos y rechaza a quienes le buscan o recurren a él. Tiene
establecidos los momentos en que recibe: en todos los demás se
pertenece sólo a sí mismo. Acumula su oro, a veces sin
escrúpulos respecto a la justicia y a los ingenuos que se fían de
él. Responde a cuantos piden diciendo que sus disponibilidades
son limitadas. Mira a economizar, quizás incluso en perjuicio
propio, pues teme siempre cometer imprudencias; vigila con
recelo su salud; se pone al reparo de cualquier peligro; no
conoce ni fatigas ni heroísmos ni generosidad ni confianza en la
divina Providencia.
El egoísta conoce, ama y sirve únicamente a sí mismo.
Examen. – Releyendo estos signos del corazón bueno y del
malvado, ¿cuáles encuentro en mí?
Propósito. – Intentaré que mis decisiones estén inspiradas
por la benevolencia y la entrega.
BM1 Oración. – Oh san Pablo apóstol, que en tu amor te hiciste
115 todo a todos, dígnate mirarme a mí tan a menudo egoísta e
indiferente ante los males del prójimo. Cámbiame el corazón:125
despierta en mí sentimientos de benevolencia, de caridad, de
entrega. Haz mi corazón conforme al tuyo.

125 Cf la oración al Maestro divino en DF: «Cambia mi corazón en el

tuyo, que mi amor a Dios, al prójimo y a mí mismo sea sustituido por el


tuyo...» (p. 40).
LAS GRANDES VERDADES 109

50.
EL CORAZÓN: la amistad
«Un amigo fiel es un refugio seguro, y quien lo encuentra ha
encontrado un tesoro. Un amigo fiel no tiene precio y su valor es
incalculable. Un amigo fiel es medicina de vida, y los que temen al
Señor lo encontrarán» (Sir 6,14-16).

1° La amistad es el cuarto fruto del buen corazón. «El que


teme al Señor afianza su amistad» (Sir 6,17). ¿Para qué sirve el
corazón bueno si no para amar? ¿No es, precisamente porque
ama, compasivo, devoto, benévolo, agradecido? Así pues, el
buen corazón es amante, se da, se conmueve. Es cálido como un
hogar al que vienen para calentarse muchos ateridos por el
gélido viento que sopla en el mundo.
En la vida de cada cual hay jornadas particularmente frías;
jornadas fatigosas durante las que se busca descanso; jornadas
difíciles, demasiado calurosas, en las que se necesita refrigerio,
reposo, protección, tranquilidad. Entonces se comprueba la
verdad de la palabra escriturística: «Quien encuentra un amigo,
encuentra un tesoro. Un amigo fiel no tiene precio» (Sir 6,14).
Es un fuerte sostén; no traiciona a quienes se apoyan en él; se le
confían de buena gana proyectos, esperanzas, temores. Y los
frutos resultan incontables y dulcísimos.
2° El buen corazón es recompensado: casi siempre será BM1
amado en la medida en que él ama. Pues, aun si alguna vez su 116
afecto cae en una tierra ingrata, generalmente despierta, al
menos, simpatías; se le busca al menos en los días de dolor. En
cambio de algún amargo y penoso abandono, suele recoger
muchos y dulces consuelos.
El corazón malo no ama y, por tanto, no es amado. Poco a la
vez es abandonado por todos. Aun cuando por su estatus social
tuviera muchas relaciones, seguiría estando abandonado en
cuanto a los afectos. No tiene apoyos, nadie se fía de él.
Tampoco tiene a quien confiarse, pues nadie se le confía. Nadie
le protege; a menudo se le engaña con falsas insinuaciones.
LAS GRANDES VERDADES 110

3° Señor, saco la conclusión de que debo esforzarme en


dirigir, santificar, regir y gobernar 126 mi corazón. Este puede ser
un semillero de flores hermosas y perfumadas, pero también, a
menudo, una hura de serpientes asquerosas y venenosas. No
debe atrofiar sus actividades, sino ser capaz de arranques más
generosos hacia las cosas buenas y hermosas.
No sólo debo evitar tener un corazón malo; tampoco puedo
tolerar tener un corazón insensible, indiferente. He de desarro-
llar todos los sentimientos que hacen bueno el corazón.
BM1 Examen. – ¿Soy un amigo fiel para quienes se | han confiado
117 conmigo? ¿Tengo amigos o por lo menos uno verdadero? ¿Sé
cumplir los deberes de la amistad?
Propósito. – A medida que mi corazón ocupa un puesto más
amplio en la vida, debo guiarlo con mayor firmeza. Cuanto
importa tener el corazón en la mano, otro tanto es necesario
tener la mano sobre el corazón.
Oración. – Corazón divino de Jesús, por la ignominia del
golpe de lanza en tu costado, te ruego infundas en mi corazón
los sentimientos de una amistad fiel y firme, de una entrega
generosa, de una piedad sincera, de una benevolencia estable.
Crea en mí un corazón puro, oh Dios, y renuévame por dentro
con espíritu firme.127

51.
EL CORAZÓN: malas amistades
«En lo grande y en lo pequeño no faltes, ni de amigo te vuelvas
enemigo. Porque la mala reputación trae vengüenza y desprecio; así le
sucede al pecador que habla con doblez. No te dejes llevar por el

126 El P. Alberione alude a una fórmula de oración que, en el viejo

ordenamiento del Breviario, se rezaba en la hora de “Prima”: «Dirígere et


sanctificare, régere et gubernare dignare, Dómine Deus, Rex cæli et
terrae, hodie corda et córpora nostra, sensus, sermones et actus nostros
in lege tua et in óperibus mandatorum tuorum... – Señor Dios, Rey del
cielo y de la tierra, dígnate hoy dirigir y santificar, regir y gobernar
nuestros corazones y cuerpos, sentidos y discursos, todas nuestras
acciones según tu ley y en cumplimiento de tus preceptos...».
127 Cf Sal 51/50,12.
LAS GRANDES VERDADES 111

impulso de tu pasión, no sea que tu ardor te desgarre como un toro,


devore tus hojas, destruya tus frutos, y al final te quedes como un
tronco seco. La pasión desenfrenada arruina a quien la posee y lo
convierte en irrisión del enemigo» (Sir 5,15-6,4).

1° El corazón bien guardado es el tesoro del hombre; el


corazón extraviado es ruina y vergüenza del hombre.
«Corruptio óptimi péssima».128 Se extravía cuando sigue falsos
amores y amistades sensuales.
La amistad pura está llena de nobleza y fecundidad; al revés,
la amistad carnal es una vergonzosa y pecaminosa falsedad. Es
una fiebre física y moral que, si llega al paroxismo, quema la
carne; los ojos despiden fuego; los | movimientos son descom- BM1
puestos; se pierde la cabeza. Entonces la persona amada ocupa 118
todo el ser; a menudo incluso en el sueño. Se hace sentir la
necesidad de su presencia; se prolongan fútiles coloquios; se los
suple, cuando quedan impedidos, con recuerdos, imágenes,
cartas... y tal vez se llegue a libertades delictivas. 129 El amor
sensual es ciego. Se pierde el tiempo en visitas, en preocupa-
ciones, se calculan nuevos encuentros. El corazón se conturba;
las ideas se desconciertan: la vida se desnorta.
2° ¿Cómo nace [la mala amistad]? Según los caracteres:
los sanguíneos se precipitan; los flemáticos son lentos; los
ociosos, los golosos, los sentimentales preparan casi inconscien-
temente el camino. Lecturas, espectáculos, miradas, etc. dan el
último empujón. El corazón busca un ídolo, eligiéndolo no
según la bondad, la posición, el ingenio, la belleza... sino según
un frívolo capricho.
Quien cae en estas malas amistades pierde su tiempo, su
fortuna, la reputación, la virtud, llegando incluso al escándalo.
Pierde el tiempo: ya no se siguen estudios serios; se olvidan
o se hacen malamente los deberes de estado; la mujer que dejó
desbarrar el corazón, ya no cuida ni del marido ni de los hijos ni
de la casa.
Pierde la fortuna: la razón no es serena y a menudo se hacen
gastos inconsiderados para mantener el vicio.

128 «Lo que era óptimo, una vez corrompido se vuelve pésimo»:

expresión de Cicerón, citada por san Gregorio Magno.


129 En la 1ª ed. se leía “deleitosas” (vale el término de la 2ª edición).
LAS GRANDES VERDADES 112

Pierde la reputación: primero se tambalea; luego llegan las


BM1 sospechas, los juicios, fallan los apoyos; | al final las recrimi-
119 naciones matan toda estima y destruyen cualquier buen influjo
social. La religión y la virtud naufragan.
Se comenzó por el espíritu, quizás, y se acabó en la carne.
Dice san Agustín: «El amor espiritual frecuentemente lleva a lo
afectuoso; lo afectuoso lleva a lo obsecuente, lo obsecuente
lleva a lo familiar; lo familiar lleva a lo carnal». Entonces
estalla evidente el escándalo: el cadáver ya hiede. Y cuanto de
más arriba es la caída, más ruido y más daño produce. Cuanto
más la posición requería virtud moral, mayores son los daños
del escándalo y más dilatados y profundos.
3° Señor, ¿qué será después si las almas inocentes quedan
perturbadas, ajadas, desfloradas, y si se han abierto surcos
incolmables en el vicio?
Las amenazas divinas contra los escandalizadores, registra-
das en el Evangelio,130 son terribles. En la misma religión se
desbarata todo vínculo: el alma ya no es de Dios; Dios ya no
está con el alma. Dios mío, que yo me esfuerce por preservar a
toda costa de tal naufragio el corazón. Y si advirtiera estar ya en
el resbaladero, que lo empuje hacia arriba con todo género de
sacrificio.
Examen. – ¿Qué me dice la conciencia sobre esto? ¿Cómo
me comporto en las amistades?
Propósito. – Tendré presente que salvar mi corazón significa
de veras salvarlo todo; también a muchos otros conmigo.
Examinaré los afectos de mis amistades y estaré dispuesto a
abandonar enseguida cualquier relación pecaminosa.
BM1 Oración. – Señor, soy hombre, y como tal tengo un corazón
120 voluble y sensible. Debo ejercer, frente a cualquier impresión,
un pleno y victorioso dominio sobre mí. Aunque tuviera que
cortarme la mano, cercenar el pie, arrancar el ojo, debo
hacerlo, porque hay un solo dilema: o vivir o morir. Te ofrezco,
oh Señor, este corazón; quiero dártelo cada día: ¡guárdalo!
Defiéndenos, Señor, como la pupila del ojo; protégenos bajo la
sombra de tus alas.

130 Cf Lc 17,1ss.
LAS GRANDES VERDADES 113

52.
LA VOLUNTAD - I
«Mi porción es el Señor: he resuelto guardar tus palabras; de todo corazón
busco tu favor: ten piedad de mí según tu promesa; he examinado mi
camino, para enderezar mis pies a tus preceptos; con diligencia, sin
tardanza, observo tus mandatos; los lazos de los malvados me envuelven,
pero no olvido tu voluntad» (Sal 119/118,57-61).

1° Hombre de voluntad es quien manda sobre sí mismo; el


que se guía con firme decisión por el camino emprendido,
dominando todas las potencias del alma y todos los sentidos del
cuerpo, para conseguir el fin. La voluntad es la reina entre las
facultades del hombre. Es como el maquinista que desde su
puesto de mando, maniobrando con inteligencia y firmeza, guía
toda la máquina. Es como el jefe 131 supremo en un ejército. Ni
el temor la abate, ni las seducciones la halagan, ni las pasiones
se le imponen.
El hombre de voluntad se conoce en tres momentos: decide
rectamente y con generosidad, todo su ser está dominado,
sojuzgado por la belleza del fin, y lo quiere, a pesar de cualquier
esfuerzo. Además, está decidido a actuar su programa: «Anhela BM1
el perezoso, | y no logra nada», dice el Espíritu Santo (Prov 121
13,4). Es preciso querer siempre: en el fervor de la oración y en
el ataque de las dificultades y de los desalientos.
El hombre de voluntad persevera hasta el final. Para ello, es
necesario renovar cada año en los ejercicios espirituales, cada
mes en el retiro mensual, cada día en el examen preventivo el
propósito, espoleando la voluntad con oportunas meditaciones.
2° El don de Dios por excelencia es la vida. Se nos juzgará
sobre el uso que hagamos de ella. El don de la vida abarca todos
los dones de naturaleza y de gracia.
¿Qué has hecho de la vida?, preguntará el Señor. Para
muchos la vida habrá sido lograda por haber querido
firmemente alcanzar el fin. Para muchos no lo habrá sido, pues
habrán conocido, entrevisto el fin, pero non lo habrán querido
de todas todas. Los primeros son hombres de voluntad, los
segundos sin voluntad.

131 En el original se usa el vocablo “duce”, del latín: guía, comandante.


LAS GRANDES VERDADES 114

3° Señor, ahora comprendo las palabras de los ángeles:


«Paz a los hombres de buena voluntad» (Lc 2,14). Entiendo que
hay hombres de mala voluntad: quieren satisfacerse, pecar;
hombres de nula voluntad: viven, pero como si no vivieran, son
indiferentes respecto a la eternidad: se contentan del bien
presente; y hombres de buena voluntad, que tienen el
pensamiento y el corazón dirigidos al cielo: su voluntad tiende
con todas las fuerzas a conquistarlo.
BM1 Examen. – ¿Pertenezco a la categoría de los | hombres de
122 mala voluntad? ¿O a la de los hombres de voluntad nula? ¿O a
la de los hombres de buena voluntad?
Propósito. – Quiero poner mi voluntad sobre su trono como
reina de todas mis facultades y de todas mis actividades.
Oración. – Hombre que de veras vive su vida es quien se
guía a sí mismo con voluntad firme hacia el fin. Quiero seguir
el consejo de aquel santo que pedía a sus jóvenes detenerse a
repetir por diez minutos: cada día «Quise, siempre quise,
firmemente quise».132 Oh Espíritu Santo, ilumina y fortifica mi
voluntad para que con la ayuda de tu gracia, logre yo dominar
todo mi ser y dirigirlo según tu beneplácito.

132 Expresión atribuida al poeta y dramaturgo italiano Vittorio Alfieri

(1749-1803).
LAS GRANDES VERDADES 115

53.
LA VOLUNTAD - II
«Al principio Dios creó al hombre y lo dejó en poder de su libre
albedrío. Si quieres, guardarás los mandamientos y permanecerás
fiel a su voluntad. Él te ha puesto delante fuego y agua, extiende tu
mano a lo que quieras. Ante los hombres está la vida y la muerte, y a
cada uno se le dará lo que prefiera» (Sir 15,14-17).

1° El hombre de voluntad no es esclavo de otros; él sigue la


voluntad de Dios, cumple el propio deber, se regula según verdad
y justicia. No desprecia a nadie, no pisotea a nadie. Obedece con
gusto a quien tiene derecho de mandarle; escucha de buena gana
los consejos incluso de los inferiores; sigue los buenos ejemplos:
todo esto empero en el surco de los propios deberes. Ni respetos
humanos, ni pasiones, ni malos ejemplos le pliegan: para él el
camino es uno, derecho, el que | conduce a Dios, y lo sigue con BM1
determinación aun pareciendo muy sumiso, dulce y dócil. ¡Qué 123
digno y fuerte es! ¡Cuánta rectitud! Ha conquistado también un
verdadero dominio sobre su temperamento; sabe frenarse, sabe
enardecerse y sabe resistir.
2° La voluntad se forma con el esfuerzo y el ejercicio. Hasta
una voluntad débil puede hacerse fuerte, si se la guía con
prudencia. No es necesario afrontar improvisamente actos
heroicos, sino el ejercicio de pequeñas virtudes y mortificaciones.
No hay que ir a la adquisición de todas las virtudes a la vez, sino
empezar por una, e incluso subdividirla en sus varias aplicaciones.
Cada día conviene fijarse en el examen preventivo un pequeño
programa: pasar de una acción a otra, no en base al capricho o la
impresión del momento, sino según normas sensatas. Y luego,
perseverar siempre, hasta la obstinación. A ello se llega con la
ayuda de la oración.
3° Se necesita energía interior. Psicólogos, ascetas y
místicos dicen que las ideas claras ayudan, pero no bastan. Puede
el hombre ser un filósofo fuerte y, a la vez, un carácter debilísimo.
Es el sentimiento, el calor interior del alma lo que tiene el don de
sacar a la voluntad de la inercia. Todo el arte para formar la
voluntad está mayormente en suscitar sentimientos eficaces que
inflamen los corazones.
LAS GRANDES VERDADES 116

Examen. – ¿Recuerdo a menudo el valor de la vida, la


BM1 brevedad de la existencia en la tierra, el deber | de usar bien los
124 talentos? ¿Qué hice hasta ahora? Si llega la muerte, ¿qué juicio
me aguarda?
Propósito. – Revisaré mis propósitos: ¿son pocos?, ¿es uno?
¿Cada día concluyo algo?
Oración. – Señor, hazme conocer el valor de la meditación:
en ella se enciende la llama. Me has confiado una misión, y de
ella me pedirás cuentas. La sangre de Jesucristo es rescate y
reconstrucción, si lo quiero. Cada día pesará en uno de los
platos de la balanza divina. Me proporcionas, oh Señor,
muchas incitaciones: amigos, predicadores, libros, directores,
confesores... Señor, tu gracia no quede en mí sin fruto.133

54.
PECADO ORIGINAL: consecuencias
«...El pecado provocó en mí toda suerte de deseos. Pues sin la ley el
pecado estaba muerto» (Rm 7,8).

1° Los descendientes de Adán, además de perder la gracia


y los dones preternaturales, sufrieron otros daños por culpa del
padre. El género humano quedó subyugado por Satanás, a quien
Adán se sometió; quedó bajo el dominio de las enfermedades, el
dolor, la fatiga, la muerte, con las consiguientes gravísimas
ruinas individuales y sociales, materiales y morales.
Errores.134 La mente humana se torció fuertemente hacia el
error y las vanas curiosidades, mientras la verdad se hizo algo

133
Cf 1Cor 15,10.
134
Para los conceptos expresados en este párrafo cf la Introducción
del P. Alberione en S. LAMERA, Jesús Maestro, Camino, Verdad y Vida,
1949: «El hombre decayó por el pecado original que se transmitió a toda
la especie humana. Todo quedó en él deturpado, envilecido, revuelto: “In
deterius commutatum”: inteligencia, voluntad y sentimentalidad. Se
encarnó el Hijo de Dios tomando naturaleza humana; Jesucristo en su vida
pública se definió: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. El deterioro
y el desorden de la inteligencia habían llevado a los hombres, incluso los
mejores, al conjunto de errores de los que habla la historia antigua. El
LAS GRANDES VERDADES 117

difícil de descubrir. La inteligencia | se torció hacia la


ignorancia, la irreflexión, el olvido, la dificultad de entender, el
desacierto, los prejuicios, la perversión de la mente, los sistemas BM1
falsos. Y así el género humano, antes de Jesucristo, cayó en 125
errores casi increíbles sobre la naturaleza de Dios, el culto, el
alma humana, el objeto de la verdadera felicidad, la virtud... Por
una parte, profunda ignorancia de las verdades morales y
religiosas; por otra, errores filosóficos y populares de todas
clases. Sólo el pueblo hebreo permaneción fiel a Dios, por una
particularísima Providencia. Dios envió profetas, hagiógrafos,
doctores insignes.
2° Malicia. La voluntad, de suyo, tiende al bien, así como
tendemos a cuidar la salud, pero quedó afectada por muchas
enfermedades; de ahí las debilidades para hacer el bien,
combatir el mal, frenar las pasiones.
Siete 135 son especialmente las enfermedades de la voluntad:
la apatía, la inconstancia, la pereza, la malicia, la obstinación,
las malas costumbres. ¡Y qué degeneraciones, depravaciones y
vicios nos presenta la historia desde Adán a la Revelación! San
Pablo, hablando de los paganos, dice que «alardeando de sabios,
resultaron ser necios... Dios les entregó a las apetencias de su
corazón, a una impureza tal que degradaron sus propios cuer-
pos..., recibiendo en sí mismos el pago merecido por su extra-
vío..., llenos de toda clase de injusticia, maldad, codicia,
malignidad, henchidos de envidias, de homicidios, discordias,
fraudes, perversiones, difamadores, | enemigos de Dios, ultraja- BM1
dores, altaneros...» (Rom 1,25-30). 126
3° Concupiscencia. El corazón se vio arrollado: indiferen-
cia hacia el bien; desconfianza frente al camino recto; perversas
inclinaciones y tendencias al mal; pasiones rebeldes a la razón;
sentimientos y afectos desordenados.
Adoraron a las criaturas olvidando al verdadero Dios. De ahí
el culto a animales, piedras, plantas, astros, hombres: «Cam-

deterioro y el desorden de la voluntad habían llevado el hombre a los


vicios de los que habla san Pablo en la Carta a los Romanos. El deterioro
y el desorden del sentimento produjeron toda especie de idolatría, como la
que continúa aún hoy en los pueblos paganos».
135 Más exactamente: “Seis” (como se corrigió en la edición sucesiva).

– Para estas enfermedades de la voluntad, cf DF, p. 61.


LAS GRANDES VERDADES 118

biaron la verdad de Dios por la mentira, adorando y dando culto


a la criatura y no al Creador...» (Rom 1,25). Más aún, pues
antes san Pablo afirma que los paganos «cambiaron la gloria del
Dios inmortal por imágenes del hombre mortal, de pájaros,
cuadrúpedos y reptiles» (Rom 1,23).
Examen. – Tal es la condición de una amplia mitad del
género humano, donde no llegó todavía la redención. ¿Me
muestro reconocido al Señor por haberme hecho nacer en la
Iglesia católica? ¿Rezo por los infieles? ¿Favorezco las obras
misionales?
Propósito. – Jesucristo trajo la salvación a los hombres:
debo resanar de tantas enfermedades la mente, la voluntad y el
corazón, confiando en mi Salvador.
Oración. – Sana, oh Dios mío, mi mente; sana mi voluntad,
sana mi corazón.136 Tú eres el médico; yo estoy afectado por
BM1 muchas | enfermedades. Ten piedad de mí. Cura mi alma
127 porque he pecado, oh Jesús; tengo necesidad del médico; y tú
has curado de muchas enfermedades corporales y de enfer-
medades espirituales. ¡Confío en ti!

55.
EL PECADO MORTAL - I
«Oíd, cielos, escucha tierra, que habla el Señor: “Hijos he criado y he
educado, y ellos se han rebelado contra mí. El buey conoce a su amo,
y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no
comprende”. ¡Ay, gente pecadora, pueblo cargado de culpas, raza
malvada, hijos corrompidos! Han abandonado al Señor, han
despreciado al santo de Israel, le han vuelto la espalda» (Is 1,2-4).

136 Estas invocaciones recuerdan la oración-compromiso que el P.

Alberione –como leemos en sus Cuadernillos personales– había


formulado en los ejercicios espirituales de 1932: «Espíritu Santo, por
intercesión de la Reina de Pentecostés, sana mi mente de la
superficialidad, de la ignorancia, el olvido, la dureza, el prejuicio, el error
y la perversión, y engendra en todo mi ser la sabiduría… y a Jesucristo-
mismo...» (cf Invocaciones al Espíritu Santo, Oraciones de la Familia
Paulina, ed. esp. 1993, p. 209).
LAS GRANDES VERDADES 119

1° El pecado mortal es la voluntaria transgresión de una


ley divina en materia grave. Puede cometerse con la mente,
cuando deliberadamente uno retiene pensamientos contra la
caridad, la pureza u otras virtudes y se complace en ellos. «El
Señor detesta los planes perversos» (Pr 15,26).
Con el sentimiento, cuando se desean cosas malas o uno se
complace en los pecados pasados. «Todo el que mira a una
mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su
corazón» (Mt 5,28). «Se volvieron abominación, como su
amado» (Os 9,10).
Con palabras, cuando se ofende gravemente una virtud
cristiana, per ej. la fe, la caridad, la pureza, la obediencia con
expresiones, discursos, canciones, calumnias, blasfemias, etc.
Con obras externas, como la venganza, la superstición, el
robo.
Con omisiones, si se descuida el cumplimiento de un
precepto, como la Misa festiva, la corrección y la instrucción de
los hijos, o en general las obligaciones del propio estado.
2° El pecado mortal es: BM1
Una verdadera ingratitud a Dios, su 137 bienhechor. Él nos lo 128
ha dado todo: la mente, el cuerpo, la lengua; el pecador se sirve
del don para ofender a su Creador.
Es una rebelión contra Dios creador, dueño, padre. El Señor
ha dado su ley; pero el pecador grita su: «Non sérviam: no
obedezco».138
Es una insensatez, porque sólo en Dios y en su voluntad
puede el hombre hallar paz, bendiciones, salvación. El pecador
se condena a una vida de remordimientos, a muchos castigos y
especialmente a la condenación eterna. «Dios aborrece igual-
mente al impío y su impiedad» (Sab 14,9).
3° He aquí, oh Dios mío, a tus pies el ingrato, el rebelde,
el necio que locamente tantas veces te ha insultado. Aquí estoy
para invocar piedad y perdón. Tú has dicho: «Me invocará y le
escucharé; con él estaré en la tribulación» (Sal 91/90,14-15).
Examen. – Puedo pecar gravemente contra cada uno de los
mandamientos: ¿He faltado al primero, al segundo, al tercero? etc.

137 Mejor: “nuestro” bienhechor (como se corrigió en la ed. sucesiva).


138 Expresión atribuida a Lucifer (cf Jer 2,20).
LAS GRANDES VERDADES 120

Propósito. – Pediré siempre un exacto conocimiento del peca-


do y trataré de instruirme sobre la naturaleza y consecuencias del
mismo.
Oración. – Señor, me has esperado en la penitencia, no me
has castigado mientras estaba en pecado. Bendecirè por
BM1 siempre tu | misericordia. Pero te suplico con lágrimas en los
129 ojos: no permitas que yo vuelva a pecar. Tuus sum ego, salvum
me fac: soy tuyo, oh Señor, sálvame. Sálvame en fuerza de la
cruz, de tu sacratísimo Corazón. Virgen santísima, por los
dolores sufridos en el Calvario, obténme la gracia de preferir
la muerte a cualquier pecado.

56.
EL PECADO MORTAL - II
«Sus ojos miran a los que le temen, y conoce todas las obras del
hombre. A nadie obligó a ser impío, y a nadie dio permiso para pecar»
(Sir 15,19-20).

1° Injuria a Dios. La malicia de una injuria es tanto más


grave, dice santo Tomás, cuanto mayor es la distancia entre la
persona que la hace y aquella a la que se dirige. Y bien, la
distancia entre Dios y el hombre es infinita. Ante la majestad
de Dios todo el cielo y toda la tierra son como arena (Is 40,15)
o como si no existieran. Y el hombre es una pequeña y débil
criatura suya, frente a Dios es menos que una mota de polvo.
Por eso dice santo Tomás: El pecado tiene en sí casi una
malicia infinita, porque infinita es la majestad ofendida. Y san
Alfonso: «Si todos los ángeles y todos los hombres juntos se
ofrecieran a morir y aniquilarse, no bastarían para satisfacer
por un solo pecado». Por eso Dios castiga el pecado grave con
el infierno que no tendrá fin. A una malicia infinita en sí,
corresponde un castigo infinito en duración.
2° Deshonora a Dios. En efecto, prefiere una vil satisfac-
BM1 ción y cierto bien terreno a Dios, | a su gracia y a su amistad. El
130 pecado, en cierto modo, pesa en los dos platos de la balanza a
Dios bien infinito y el propio capricho; confronta una migaja de
honor con la infinita grandeza del Señor; parangona a Barrabás
LAS GRANDES VERDADES 121

con Jesucristo... Y da la preferencia a su capricho, a su soberbia,


a Barrabás, contra Dios y contra Jesucristo.
Dios se queja en la Escritura: ¿A quién me has paran-
gonado? ¿Con quién me has igualado? (Is 40,25). ¿Para ti, Dios
es una tan mísera cosa? No pecarías, quizás, ante los ojos de un
superior, ¿y no respetas la presencia de Dios?
3° Señor, mucho te he amargado con mis culpas. Eres el
Bien infinito y eterno, ¡y te he cambiado 139 por un gusto
sensible que, apenas probado, ha desaparecido! Pero tú, aun
despreciado por mí, ahora me ofreces el perdón, si lo quiero, y
prometes recibirme en tu gracia, si me arrepiento de corazón.
Examen. – Las más de las veces, el pecado depende de
ponerse en la ocasión. Ocasiones son los compañeros, los libros,
las miradas, los malos pensamientos. ¿Me expongo yo a alguna
de estas ocasiones?
Propósito. – En las tentaciones pensaré: Dios me ve. ¿Cómo
voy a atreverme a injuriarle en su presencia?
Oración. – Comprendo, oh Señor, ahora aquí a tus pies, que
el pecado es el mayor mal; más, el único verdadero mal. Las
otras desgracias y penas pueden servirme de penitencia, | BM1
purificación, prueba y mérito... sólo el pecado es en sí un mal, 131
causa de muchos males, sólo y siempre un mal, pues me priva
de ti. Me arrepiento, oh Señor, de mi temeridad. He sido más
necio que si una hormiga insultara y desafiara a un soldado
fuertemente armado. Pero ahora vuelvo a ti, como el hijo
pródigo: Me levantaré e iré donde mi padre. 140 Tú eres mi
Padre, yo tu hijo ingrato. Señor, dame luz, dame fuerza, dame
la perseverancia. Propongo huir de las ocasiones.

57.
EL PECADO MORTAL - III
«Hijo, ¿has pecado? No lo hagas más, y por tus faltas pasadas pide
perdón. Huye del pecado como de una serpiente, pues, si te acercas, te

139 En el sentido de malvendido.


140 Cf Lc 15,18.
LAS GRANDES VERDADES 122

morderá. Dientes de león son sus dientes, que destrozan vidas humanas»
(Sir 21,1-2).

1° Es una locura. Por el pecado el alma renuncia al cielo y


se condena al infierno. El paraíso es la posesión eterna de Dios,
sumo bien y eterna felicidad. El pecador se cierra la puerta por
preferir las riquezas, algunas comodidades, algún placer, algún
capricho pasajero. Esaú había cedido la primogenitura por un
plato de lentejas; pero una vez saciado, chillaba por el gran
dolor. 141 Jonatán hambriento, contra la orden del rey, había
gustado un poco de miel antes que concluyera la batalla.
Condenado a muerte, exclamaba con la más honda amargura:
Probé una gota de miel, por tan breve placer me amenaza la
muerte.142 ¡Desventura, suma desventura es el pecado! Dice la
BM1 Escritura: «Los pecadores y malhechores | atentan contra su
132 propia vida» (Tob 12,10). Se dice que Lutero una noche,
mirando el cielo espléndido, exclamara: Oh Lutero, ¡mira qué
patria has perdido!...
2° Quien peca se condena al infierno. La ejecución se
retrasará hasta la muerte, pero la condena la ha escrito y
firmado el pecador por sí mismo. «En el pecado está el
castigo» (Sab 11,16). Se dice en el libro de los Proverbios
(8,36): «Quien me pierde se arruina a sí mismo». «Todo el que
comete pecado es esclavo» (Jn 8,34). «Errávimus!» (Sab 5,6):
¡nos desviamos del camino de la verdad!, gritan desde el
infierno quienes pecaron. Una gota de placer, ¡y hete aquí un
mar de fuego!
Una tarde de invierno, Lutero se calentaba al fuego; una
chispa le cayó en la mano, y él, en vez de sacudírsela, observa-
ba. A quien se extrañaba de ese gesto, le respondió: «Habrá que
acostumbrarse». Era la desesperación, añadida al pecado.
3° Señor, a mí se dirigen tus avisos: «Hijos he criado y
educado, y ellos se han rebelado contra mí» (Is 1,2). «Pueblo
mío, ¿qué te he hecho, en qué te he ofendido? Yo te planté
como viña mía, escogida y hermosa. ¡Qué amarga te has vuelto
conmigo! Yo te saqué de Egipto, sumergiendo al Faraón en el
mar Rojo; te guiaba con una columna de nubes; tú me entre-
141 Cf Gén 25,29-34.
142 Cf 1Sam 14,24-43.
BM1
133
LAS GRANDES VERDADES 123

gaste a los sumos sacerdotes, me guiaste al pretorio de Pilato.


Te sustenté con el maná en el desierto; tú me | abofeteaste y me
azotaste»143 (Liturgia del Viernes santo).
Examen. – Objeto de útil meditación: «Yo te di a beber el
agua salvadora que brotó de la peña; tú me diste a beber hiel y
vinagre...». «Yo te cubrí de mil beneficios; ¿por cuál de ellos
quieres apedrearme?... Has llegado hasta servirte de mis dones
para pecar...». ¿Pienso alguna vez en la estupidez del pecado?
Propósito. – Antes morir que volver a mancharme. Una sola
cosa temeré: el pecado.
Oración. – He sido un loco. Bien a propósito tú, Señor,
dijiste hablando de quienes te crucificaban: «Padre, perdónales,
porque no saben lo que hacen».144 Yo no consideraba el mal
que hacía pecando. Oh Jesús, desde la cruz repites también por
mí palabras parecidas a tu Padre. Espero el perdón del pasado
y la perseverancia para el porvenir. Quiero grabar en mi mente
tu amonestación: «Huye del pecado como de una serpiente».145

58.
EL PECADO MORTAL - IV
«Detestables son los hijos de los pecadores, los que frecuentan las
casas de los impíos. La herencia de los hijos de los pecadores es la
ruina, con su linaje se perpetúa la infamia. Al padre impío le maldicen
sus hijos, porque por culpa suya son deshonrados. ¡Ay de vosotros,
impíos, que habéis abandonado la ley del Altísimo! Si os multiplicáis,
es para la perdición, si nacéis, nacéis para la perdición, si morís,
heredáis la maldición» (Sir 41,5-9).

1° Incluso en esta vida el pecado causa daño, pues priva de


la vida sobrenatural y divina: es la muerte del alma. En estado
de gracia yo soy templo de Dios; Dios está unido a mí como el
alma | al cuerpo en la vida natural. Él es el principio vital; mis
acciones son suyas; todo es meritorio para el cielo. Pero, caído

143 Textos bíblicos inspirados en el Éxodo y en los evangelios de la

Pasión.
144 Lc 23,34.
145 Cf Sir 21,2.
LAS GRANDES VERDADES 124

en pecado, paso a ser: a) el sarmiento separado de la vid, no


valgo más que para ser arrojado al fuego. b) Pierdo todos los
méritos de la vida pasada, aun si hubiera llegado a una eminente
santidad. c) Las obras buenas, aunque virtuosas y heroicas, nada
cuentan para el cielo. La raíz está infectada. Unido a Dios,
produzco mucho fruto; pero separado de él, soy una nulidad.
«Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5).
2° Quien peca despedaza, golpea, martiriza 146 el propio ser.
Dios puede prescindir del hombre; pero el hombre no puede
prescindir de Dios. Perpetra un mal mayor cuando peca contra
el prójimo, que es parte del propio ser. Y máximamente más,
cuando peca contra sí mismo. Las piedras lanzadas al alto, caen
sobre uno mismo. Con el pecado creo satisfacerme y encontrar
la felicidad: ¡desastroso error!, pues, al contrario, abro en mi
espíritu, en mi corazón, en mi carne una llaga gangrenada. Sufrirá
el espíritu por aquella lectura hecha con maliciosa curiosidad.
Sufrirá el corazón por aquel afecto sensual en busca de
contentamiento. 147 Sufrirá la carne y todo el ser por aquella
embriaguez pedida a un placer rastrero.
3° ¿Necesito quizás, oh Señor, experiencias ajenas? ¿No
son lecciones sacadas de mí mismo? ¿De dónde me han venido
BM1 todas las llagas que sufro? Sería yo injusto si acusara a la |
135 Providencia. ¿Son mis pecados los que me las han abierto, o los
pecados de mis padres dejándome esta triste herencia?
Examen. – ¿Soy tan superficial como para sonreír y quedar
indiferente ante el pecado? ¿Pienso como el insensato que dice:
«He pecado, y qué me ha pasado»?148 ¿Me detengo a considerar
las cosas en su realidad?
Propósito. – Consideraré, por lo menos hoy, las grandes
injusticias que me he hecho a mí mismo. Pensaré que yo mismo
me he fabricado las cruces que me hacen gemir.
Oración. – Siento, oh Señor, que siendo yo causa de mi mal,
debo llorar yo mismo. He causado tantas ruinas en mi alma,
que en el bautismo había pasado a ser la feliz y honrada

146 En el original hay una forma anticuada, algo así como “martioriza”.
147 En el original hay un término arcaico, que significa “goce”.
148 Sir 5,4.
LAS GRANDES VERDADES 125

habitación de la Sma. Trinidad. Yo he profanado este templo;


mil llagas he abierto en mi vida, me he matado a mí mismo.
Sáname, oh Jesús. Ánima Christi, sanctífica me. Corpus Christi,
salva me. Aqua láteris Christi, lava me.149

149 «Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Agua del

costado de Cristo, lávame».


LAS GRANDES VERDADES 126

59.
EL PECADO MORTAL - V
«Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por
lugares áridos en busca de reposo; y no lo encuentra. Entonces dice:
“Volveré a mi casa de donde salí”. Y, al volver, la encuentra
deshabitada, barrida y arreglada. Entonces va y toma consigo otros
siete espíritus peores que él y se mete a habitar allí; y el final de aquel
hombre resulta peor que el comienzo. Así le sucederá a esta
generación malvada» (Mt 12,43-45).

1° El pecado mortal produce otras ruinas en el alma. Es


como una terrible granizada en una viña rica de abundantes
racimos ya casi maduros.150
BM1 Crea la costumbre. Es una pendiente sobre la que fácilmente
136 | la voluntad resbala hacia el mal. Llega a producir una especie
de necesidad, imponiéndola. El repetido uso de la mentira crea
el instinto perverso de mentir, falsear siempre; los repetidos
robos llevan a la cleptomanía, o sea a la necesidad de robar
prescindiendo de la idea de lucro; los actos segundos crean
pronto un apetito 151 casi incontenible por las cosas viles. ¡Pobre
ser envenenado hondamente en todas sus potencias! Dice: “Esta
será la última vez”; pero será por un solo día, o por una semana;
luego la sed se hará más ardiente, más tiránica.
2° Esta costumbre que acaba costriñendo, produce cuatro
efectos respecto al pasado, a su vez causas para el futuro:
a) Ceguera de la mente. Ya no se comprende ni la gravedad
del pecado, ni el peligro, ni lo que es sacro, ni el propio estado.
b) Dureza del corazón, que se hace indiferente a lo que es
santo, bello, probando sólo satisfacción en las miserables cosas
de la tierra.
c) Debilidad de la voluntad: la fuerza de resistencia será
menor, la caída más pronta, más profunda, más vergonzosa.
d) La carne tomará la supremacía, se hará cada vez más
tiránica –gula, avaricia, sensualidad, pereza–. El infeliz, si
todavía es consciente de su estado, si mide aún la gravedad de
sus derrotas, ¡qué vergüenza, humillación y desesperación
sentirá en la propia alma!
150 Se entiende la cercanía de la vendimia.
151 En la acepción latina: deseo muy fuerte.
LAS GRANDES VERDADES 127

3° Y entonces, Dios mío, me quito el velo para ver las rui- BM1
nas de esta alma, creada por ti, poco inferior a los ángeles, des- 137
tinada a vivir con los bienaventurados del cielo. Comprendo la
infelicidad de esta existencia abandonada al vicio. Comprendo
también las ruinas morales que va esparciendo. Comprendo
asimismo el deterioro físico de tal ser.
Examen. – ¿Tengo piedad de los pobres pecadores? ¿Com-
prendo su dificultad de arrepentirse y resurgir? ¿Compadezco a
quien lucha y sufre? ¿Ruego por los pecadores? ¿Me preocupo
por su conversión?
Propósito. – Cada día diré alguna oración, rezaré al menos
un Avemaría por la conversión de los pecadores.
Oración. – Recuerda, oh Dios, que somos de barro; que
desde el pecado original hemos contraído inclinaciones al mal.
Y, lo más humillante, es que nuestras debilidades se agravaron
con nuestros pecados personales. ¡Ten piedad de nosotros, oh
Señor! Convierte a los pobres pecadores; dales la gracia de
una buena confesión; concédeles la perseverancia. Maria,
refugium peccatorum, ora pro nobis.152

60.
LOS CAMINOS DEL PECADO
«Retorna al Señor y abandona el pecado, reza ante su rostro y elimina
los obstáculos. Vuélvete al Altísimo y apártate de la injusticia, detesta
con toda el alma la abominación» (Sir 17,25-26).

1° Al pecado no he llegado de golpe; no me he zambullido


en él | improvisamente. Más bien he puesto mis pies en un BM1
camino resbaladizo y lentamente he ido bajando hacia el abismo. 138
Recuerdo que, reincorporándome de las aventuras juveniles, yo
había lavado mis culpas. Me había levantado con decididos
aletazos; había domeñado los sentidos, reforzado la voluntad;
me había acercado a mi Dios. Pero olvidé que la vida es lucha;

152 «María, refugio de los pecadores, ruega por nosotros».


LAS GRANDES VERDADES 128

que es necesario ir contra corriente; que siempre se debe


mantener 153 el esfuerzo.
Éste faltó, y el pecado volvió a atraparme. Por falta de
vigilancia, cedí a las lisonjas de los sentidos. Por encima de
toda disciplina, el amor a la libertad se tomó su parte. Y
después el ambiente me hizo ver como justificada una vida
miserable; el ejemplo, el respeto humano completaron la obra.
2° Única tabla de salvación hubiera sido la oración, la
auténtica oración. ¡Pero yo rezaba tan poco! La soberbia me ha
engañado; yo me creía casi infalible en mis juicios; fuerte por la
virtud adquirida; casi invulnerable. Por tanto, perdido el temor
del peligro, del pecado y de los enemigos de la salvación, ya no
rezaba. Pocas prácticas de piedad, a menudo descuidadas y
siempre hechas superficialmente. Reduje el trabajo a lo poco
que no requería sacrificio, y me figuré que ese trabajo, en cierta
medida satisfactorio, me dispensara de un verdadero esfuerzo
en el progreso espiritual... ¡Y he aquí dónde he llegado!
BM1 3° Oh Dios mío, dos esfuerzos me quedan ahora | para una
139 resurrección estable, a saber: una buena confesión, que sea una
verdadera conversión y rompa las cadenas de las malas
costumbres. Y luego hacer firme mi resolución, con un esfuerzo
constante. Este trabajo será prenda de mi eterna salvación.
Examen. – ¿Qué es lo que ha preparado mi ruina? Entre las
causas de una vida de pecado, aquí recordadas, ¿cuál predominó
en mí?
Propósito. – La confianza 154 debe superar la humillación.
Oración. – Dame, oh Señor, la gracia de prestar oído a los
avisos de los santos maestros de espíritu: «Mantente atento, no
te fíes de la virtud adquirida, guárdate de no caer. Para soste-
nerte arriba, no ceses de mover las alas, pues por poco que
interrumpas el esfuerzo, te irás abajo por tu proprio peso. El
paraíso es de los vencedores; el infierno para los vencidos. Age

153 En el original “durar”: o sea perseverar, continuar en el empeño.


154 En el sentido de confianza en Dios.
LAS GRANDES VERDADES 129

contra;155 contra las voces y las inclinaciones naturales. Sigue


las mociones y las voces interiores del Espíritu Santo».

155 Expresión muy frecuente en la ascética. Literalmente: «obra

contra», es decir «resiste», «combate contra...».


LAS GRANDES VERDADES 130

61.
EL ESTADO SOBRENATURAL DE ADÁN
«El Señor creó al ser humano de la tierra, y a ella le hará volver de
nuevo. Concedió a los humanos días contados y un tiempo fijo, y les
dio autoridad sobre cuanto hay en la tierra. Los revistió de una fuerza
como la suya y los hizo a su propia imagen. Hizo que todo ser viviente
los temiese, para que dominaran sobre fieras y aves. Discernimiento,
lengua y ojos, oídos y corazón les dio para pensar. Los llenó de
ciencia y entendimiento, y les enseñó el bien y el mal. Puso su mirada
en sus corazones, para mostrarles la grandeza de sus obras, y les
concedió gloriarse siempre de sus maravillas. Por eso alabarán su
santo nombre, para cantar la grandeza de sus obras. Puso delante de
ellos la ciencia, y les dejó en herencia una ley de vida […]. Estableció
con ellos una alianza eterna, y les enseñó sus decretos. Sus ojos vieron
la grandeza de su gloria y sus oídos oyeron su voz gloriosa. Les dijo:
“Guardaos de toda iniquidad”, y les dio a cada uno preceptos acerca
del prójimo» (Sir 17,1-4.6-14).

1° Dios amó inmensamente al hombre y, no contento de


BM1 haberle hecho inteligente y libre, lo | elevò al estado sobre-
140 natural. Le confirió la gracia y varios dones preternaturales.
La gracia santificante es un don otorgado a Adán; supera toda
naturaleza creada, incluso la angélica. La naturaleza creada,
incluida la ángelica, no puede merecerla, ni pedirla, ni aspirar a
ella. Es don finito y creado, pero divino. El hombre conserva la
personalidad, pero queda divinamente, aunque accidentalmente,
modificado en su naturaleza y capacidad operativa. No pasa a ser
Dios, pero sí deiforme. Por la naturaleza es constituido «partícipe
de la divina naturaleza» (2Pe 1,4); por la capacidad operativa
puede hacer obras meritorias y sobrenaturales, es capaz de ver a
Dios cara a cara, conociéndole como él se ve. Esto se realizará
cuando la gracia se trasforme en gloria. Tales privilegios superan
cuanto de por sí tienen los ángeles según su naturaleza. El
hombre participa así de la naturaleza, potencia, vida intelectual,
del amor y de la beatitud de Dios.
¡Qué privilegio para el hombre! De suyo es siervo de Dios,
pero éste quiso hacerle entrar en las intimidades de su familia,
adoptarle como hijo, y constituirle heredero de su mismo reino.
Con la gracia santificante vienen las virtudes infusas, los
dones del Espíritu Santo y una intensa beatitud.
LAS GRANDES VERDADES 131

2° Además el Señor confirió a Adán tres dones preter-


naturales, es decir los que podría tener no el hombre de por sí,
sino una naturaleza más perfecta, como sería el ángel: ciencia
infusa, integridad, inmortalidad corporal.
Por la ciencia infusa, Adán conoció sin estudiar todas las BM1
verdades que le eran necesarias para su oficio de cabeza del 141
género humano y educador de los primeros hombres; le dio
también facilidad para adquirir la ciencia experimental que le
acercaba a los ángeles.
Por la integridad, el hombre estaba libre de la tiránica
concupiscencia que ahora hace tan difícil la práctica de las
virtudes. Dios no hizo impecable al hombre, pero le otorgó
fuerza y facilidad para dominar la triple concupiscencia. El
hombre tiende naturalmente al placer, al honor, a los bienes de
esta tierra; y pues en el hombre hay cuerpo y alma, se da
también una doble tendencia. Pero por la integridad la voluntad
quedó sometida a Dios; y las facultades inferiores a la razón: de
ahí el orden y la rectitud.
La inmortalidad corporal, por especial providencia, daba al
hombre la exención de las enfermedades y de la muerte, de
modo que el alma atendiera mejor al servicio de Dios.
3° Adán tenía estos bienes para sí y para la humanidad que
nacería de él; hubiera trasmitido estos bienes a sus hijos,
mientras que perdiéndolos ya no habría podido hacerlo.
Examen. – ¿Conozco bien la historia de la providencia de
Dios con el hombre? ¿Pienso alguna vez en la divina bondad?
Propósito. – Quiero estudiar mejor la doctrina cristiana y la
historia de la religión.
Oración. – Oh Dios, que de modo admirable has creado al BM1
hombre y más admirablemente aún lo has redimido: concéde- 142
nos, te pedimos, resistir a las seducciones del pecado, siguien-
do los dictados de la razón, para merecer alcanzar el gozo
celeste. Por nuestro Señor Jesucristo. Toda la creación te alabe,
oh Señor; pero especialmente te exalte el hombre, a quien
quisiste elevar sobremanera, haciéndole heredero tuyo y
partícipe de tu misma beatitud. Todo lo hiciste con sabiduría, y
LAS GRANDES VERDADES 132

amas cuanto creaste... ¿Qué es el hombre para que te acuerdes


de él? Le hiciste poco inferior a los ángeles.156

156 Cf Sal 8,6.


LAS GRANDES VERDADES 133

62.
LA CAÍDA DEL HOMBRE
«A Adán le dijo: “Por haber hecho caso a tu mujer y haber comido del
árbol de que te prohibí, maldito el suelo por tu culpa: comerás de él
con fatiga mientras vivas; brotará para ti cardos y espinas, y comerás
hierba del campo. Comerás el pan con sudor de tu frente, hasta que
vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste sacado; pues eres polvo y al
polvo volverás”» (Gén 3,17-19).

1° Adán fue sometido a una prueba. Superándola habría


merecido el premio eterno y hubiera trasmitido a los hijos los
bienes recibidos. Él gozaba de la integridad, pero disponía
también de libertad. La integridad quitaba una de las causas del
pecado, pero no todas. También los ángeles, aun sin concupis-
cencia, pecaron.
La prueba consistía en la observancia de las leyes divinas y
en particular en guardar un precepto positivo, añadido a la ley
natural.
La Escritura dice que Dios había prohibido al hombre comer
el fruto del árbol de la ciencia del | bien y del mal. Entonces el BM1
demonio entró en el paraíso terrestre, bajo forma de serpiente y 143
tentó a Eva y a Adán: inoculó la duda en la mente de los
progenitores de si debían obedecer o no; insinuó que comiendo
aquel fruto no hubieran muerto, al contrario, iban a ser como
Dios, conocedores del bien y del mal. Era una tentación que
estimulaba la curiosidad, el orgullo, el deseo de felicidad. Eva y
Adán desobedecieron; cometieron un pecado muy grave, se
sustrajeron al dominio de Dios. Conocían bien su amenaza, las
consecuencias del pecado y cómo hubieran podido fácilmente
evitarlo; así que su infidelidad no admite excusas.
2° Dios castigó a Adán y a Eva: les privó de la gracia, les
quitó los dones de ciencia infusa, integridad, exención del dolor
y de la muerte.
Sin embargo todavía les dejó la fe y la esperanza; les prome-
tió el Redentor; con la gracia actual los indujo al arrepen-
timiento, y luego les concedió el perdón.
Pero la familia de Adán sufrió las consecuencias de la culpa
del padre. Nacemos privados de la gracia, carentes de los dones
preternaturales, sometidos a muchos males, es decir con el
LAS GRANDES VERDADES 134

pecado original. No es un pecado nuestro personal, pero sí una


privación, una mancha que afecta a la familia humana, una
suciedad que excluye del cielo, aunque no por ello el hombre
pueda ser condenado al infierno.
Estamos menguados, heridos, sujetos a la ignorancia, incli-
BM1 nados al mal, débiles ante las tentaciones. | El hombre no perdió
144 la inteligencia y la libertad, no está esencialmente corrompido,
pero sufrió daños en la mente y es perezoso en elevarse desde
las criaturas al Creador;157 a menudo está dominado más por la
curiosidad que por el amor a la verdad; olvida frecuentemente
las cosas eternas dejándose atraer por las realidades presentes.
¡Cuántos errores, prejuicios, oscuridad! La voluntad a menudo
es orgullosamente independiente; quiere la felicidad, pero la
busca donde no está; muy frecuentemente se deja dominar por
las pasiones y por los sentimientos. Los sentidos externos –los
ojos, el oído, el gusto, la lengua, el tacto– muchas veces
pisotean las leyes morales. Y más rebeldes aún son los sentidos
internos: la imaginación, el corazón, las pasiones, etc.
3° Por eso san Pablo exclama: «¡Infeliz de mí! No hago
lo bueno que deseo, sino que obro lo malo que no deseo...»
(Rom 7,19). «Percibo en mis miembros otra ley que lucha
contra la ley de mi razón... ¡Desgraciado de mí! ¿Quién me
librará de este cuerpo de muerte?» (Rom 7,23-24). Y conclu-
ye: «¡Gracias a Dios, por Jesucristo nuestro Señor!» (Rom
7,25).
Examen. – ¿Conozco bien los efectos del pecado original?
¿Desconfío de mí por las numerosas malas tendencias?
¿Recurro a la gracia y a la oración?
Propósito. – Tendré presente la sentencia de san Juan: «Si
alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: Jesu-
BM1 cristo, el Justo. Él | es víctima de propiciación por nuestros
145 pecados» (1Jn 2,1-2).
Oración. – ¡Infelices fueron nuestros progenitores! Pero
felices nosotros si al menos ahora aprendemos a ser prudentes,

157 En el sentido de resistirse a afrontar el esfuerzo de elevarse

mentalmente de las cosas creadas a su Creador. Culpa que Sabiduría


(13,1ss) y san Pablo (Rom 1,18-20) echaban en cara a los paganos.
LAS GRANDES VERDADES 135

humildes, vigilantes. Adán perdió para nosotros la gracia; pero


Jesucristo la reconquistó, y nos la comunicó en el bautismo.
«Vigilad y orad»158 para no perderla ya. Las tentaciones son
continuas; nuestras fuerzas, escasas; el demonio se ha vuelto
como un león que merodea para matar y devorar... 159 Medio
seguro: hacer comuniones frecuentes y fervorosas. De esta
mesa divina salgamos 160 repletos de fuego, haciéndonos
terribles para el diablo.

63.
LA REDENCIÓN
«Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su
tienda es más grande y más perfecta: no hecha por manos de hombre,
es decir, no de este mundo creado. No lleva sangre de machos cabríos,
ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una
vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna» (Eb 9,11-12).

1° El pecado del hombre contiene dos males: una grave


ofensa hecha a Dios, y la privación de la gracia y del derecho a
la gloria. Respecto a Dios, una enorme injuria; respecto al
hombre, ruina espiritual eterna.
La redención 161 es obra de admirable bondad por parte de
Jesucristo, que, por un lado satisface suficientemente la ofensa

158
Mt 26,41.
159
Cf 1Pe 5,8.
160 En el original se dice “alejémonos”, en el sentido de salgamos

(después de la comunión eucarística)...


161 Para esta sección sobre la redención, cf DF, pp. 56-57: «El pecado

original privó al alma de la gracia, que es la vida del alma. Jesús pagó por
el hombre y recuperó la gracia, por tanto volvió a dar la vida al alma. De
esta forma devolvió la vida al hombre caído en el pecado actual. La
satisfacción de Jesucristo fue perfecta, es decir, sirve para los hombres de
todos los tiempos y de todos los lugares; abarca las cuatro necesidades,
cada una a su modo: ciencia, integridad, impasibilidad, inmortalidad; fue
sobreabundante: “copiosa apud Deum redemptio” (Sal 129,7), “super-
abundavit gratia” (Rom 5,9); fue infinita, porque toda acción de
Jesucristo tiene valor infinito: a) Por eso Dios soporta tantos pecados
míos. b) Por eso son tan amplias las gracias del Señor en la Iglesia: la
santa comunión, las indulgencias, las muchas conversiones, la absolución
hasta setenta veces siete».
LAS GRANDES VERDADES 136

y la injusticia hecha a Dios; y, por otro, merece de nuevo la


gracia y el derecho a la gloria.
La redención consta de dos elementos: satisfacción y mérito.
BM1 La redención la realizó Jesucristo que pagó por el hombre.
146 La redención la llevó a cabo Jesucristo con todas las obras,
las virtudes, las penas de su vida desde la encarnación a la
muerte, pero particular e inefablemente por medio de su pasión
y del sacrificio de la cruz.
La redención fue obra de amor. «Dios, rico en misericordia,
por el gran amor con que nos amó... nos ha hecho revivir con
Cristo» (Ef 2,4-5). La redención fue también obra de justicia,
pues Dios infinitamente misericordioso quiso librarnos del pe-
cado por medio de una reparación adecuada; más aún, sobre-
abundante: «Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia»
(Rom 5,20). Así la justicia y la paz se abrazaron y besaron.162
2° El pecado es la pérdida de la vida eterna; la redención,
realizada con la entrega del precio que es la sangre de Jesucristo,
es el rehallazgo y la restitución de aquella vida.
El pecado privó a todos los hombres de la vida eterna, o
sea de la gracia que implica el derecho a la gloria. ¿Quién
está sin pecado? Nadie, ni siquiera el hombre en su primer
día de vida. Todos nacemos con el pecado, privados de la
gracia, excluidos del cielo.
Jesucristo nos lo restituye todo: «No hay salvación en
ningún otro (más que en él)» (He 4,12), ni se da bajo el cielo
otro nombre en el cual podamos salvarnos.
BM1 Jesucristo es el Hombre-Dios; como hombre derramó su
147 sangre; y como Dios dio a este sacrificio un valor infinito.
3° Considero: «Tanto amó Dios al mundo, que entregó a
su Unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino
que tenga vida eterna» (Jn 3,16 ). Dios no se reservó a su
proprio Hijo, sino que le entregó por todos nosotros: ¿cómo no
nos dará todo con él? 163 Jesucristo nos amó y murió por
nosotros como víctima de satisfacción. Jesucristo nos comunicó
el fruto de la pasión dándonos el Espíritu Santo.

162 Sal 85/84,11.


163 Cf Rm 8,32.
LAS GRANDES VERDADES 137

«El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones


por el Espíritu Santo que se nos ha dado» (Rom 5,5).
Examen. – ¿He considerado qué significa redención? ¿Co-
nozco bien al Crucificado? ¿Soy agradecido al amor misericor-
dioso de mi Dios?
Propósito. – Recordaré: «Fue triturado por nuestros
crímenes» (Is 53,5).
Oración. – Oh Jesús, que por nosotros los hombres y por
nuestra salvación bajaste del cielo, te encarnaste por obra del
Espíritu Santo en la virgen María, te hiciste hombre y fuiste
crucificado por nosotros, concédenos corresponder a tu amor
aprendiendo de ti a odiar el pecado y seguir el camino de la
virtud.

64. BM1
JESÚS REDENTOR 148

«Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó,
estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con
Cristo –estáis salvados por pura gracia–; nos ha resucitado con Cristo
Jesús, nos ha sentado en el cielo con él, para revelar en los tiempos
venideros la inmensa riqueza de su gracia, mediante su bondad para
con nosotros en Cristo Jesús» (Ef 2,4-7).

1° El hombre había pecado por haber trasgredido la ley de


Dios. Su desobediencia, puesto que Adán era cabeza del género
humano, nos hizo a todos pecadores, poniéndonos en un estado
que no era el querido por Dios y en el que el hombre había sido
creado.
Jesucristo, cabeza de los elegidos, redimió al hombre con la
obediencia: «Hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de
cruz» (Flp 2,8-9). Su obediencia nos restituyó al estado en el
que Dios nos quería.
LAS GRANDES VERDADES 138

2° La redención fue predicha por el profeta Isaías.


Jesucristo es llamado el siervo de Dios, «servus Domini»164 que
salvará a su pueblo con la humilde obediencia, la pasión y la
muerte ignominiosa.
Narra 165 sus humillaciones: «Sin figura, sin belleza, le vimos
sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres,
como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante
el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado» (Is
53,2-3).
Describe los dolores y la causa de ellos, los pecados de los
hombres: «Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros
dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humi-
llado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, | triturado
BM1 por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él,
149 sus cicatrices nos curaron» (Is 53,4-5).
Predice su muerte aceptada espontáneamente: «Maltratado,
voluntariamente se humillaba y no abría la boca: como cordero
llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía
y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron,
¿quién se preocupará de su estirpe? Le arrancaron de la tierra de
los vivos, por los pecados de mi pueblo le hirieron» (Is 53,7-8).
Al final expone el fruto de sus sufrimientos, es decir nuestra
salvación y su triunfo: «El Señor quiso triturarlo con el sufri-
miento y entregar su vida como expiación: verá su descendencia,
prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su
mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará
de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó
con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte y
tendrá como despojo una muchedumbre» (Is 53,10-12).
3° Jesús, «el Hijo del hombre, ha venido a salvar lo que
estaba perdido» (Mt 18,11; cf Lc 19,10). Él explicó a los discí-
pulos «que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día» (Mt
16,21). En efecto, había nacido para dar la vida por la salvación
de muchos. Y a los discípulos de Emaús les recordó: «¿No era
necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su

164 “Siervo del Señor”: título atribuido inicialmente a Moisés (Dt 34,5),

después a algunos profetas, figuras que preanunciaban a Jesús, el Mesías,


quien realiza en la plenitud del tiempo la obra de la redención.
165 El sujeto de la proposición, y de las siguientes, es el profeta Isaías.
LAS GRANDES VERDADES 139

gloria?» (Lc 24,26). San Pedro dice: «Cristo sufrió su pasión


por los pecados, el justo por los injustos» (1Pe 3,18).
Examen. – ¿Medito cuánto he costado a | Jesucristo? ¿Siento BM1
amor y reconocimiento a quien me salvó de la muerte eterna? 150
¿Tengo devoción al Crucificado?
Propósito. – Consideraré a menudo las palabras de san
Pablo: «Yo os trasmití en primer lugar lo que también recibí:
que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras»
(1Cor 15,3).
Oración. – Jesús, eres el buen pastor bajado del cielo para
buscar la oveja descarriada; y como buen pastor diste la vida
por las ovejas: eres el padre que rehabilitó y restituyó en el
primitivo honor al hijo pródigo. Has hecho como la mujer
evangélica, que habiendo perdido una moneda, la buscó con
gran cuidado hasta que la encontró.166 ¡Alabanza a Jesucristo,
alabanza al Salvador!

65.
LOS FRUTOS DE LA REDENCIÓN
EN EL INDIVIDUO
«No es así como vosotros habéis aprendido a Cristo, si es que le
habéis oído a él y habéis sido adoctrinados en él, conforme a la verdad
que hay en Jesús. Despojaos del hombre viejo y de su anterior modo
de vida, corrompido por sus apetencias seductoras, renovaos en la
mente y en el espíritu y revestíos de la nueva condición humana
creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas» (Ef 4,20-24).

1° La redención de Jesucristo es copiosa. Satisface por el


pecado de Adán y por los pecados de todos los hombres;
mereció la gracia para todos; y cada hombre puede ser santo
uniéndose a Jesucristo. «Toda nuestra gloria está en Cristo, en
quien vivimos, en quien merecemos; en quien satisfacemos,
haciendo frutos dignos de penitencia, que tienen valor por él y BM1
151

166 Cf Lc 15,8-9.
LAS GRANDES VERDADES 140

él los presenta al | Padre y por él el Padre los acepta» (Concilio


Tridentino).167
Los frutos de la redención se aplican, empero, de diversa
manera; y siempre requieren nuestra cooperación. Jesucristo
ofrece a todos su redención, en un modo u otro; pero su gracia
puede rehusarse; y de hecho muchísimos la rehúsan.
El pecado original se perdona con el bautismo. El pecado
actual, con la penitencia. La gracia se recibe en cada uno de los
sacramentos; y abundantísimamente en la Sma. Eucaristía. En
cada obra buena, y en todo acto de virtud, oración, comuni-
cación con el Espíritu Santo, se obtiene aumento de gracia. Por
ella nos hacemos hijos de Dios con derecho a la eterna herencia
del cielo. Hay también copiosísimas gracias actuales, que nos
socorren en cualquier necesidad. Quien ora las obtiene siempre,
en el momento oportuno. Tenemos con nosotros a Jesús; la
intercesión de María Sma.; la asistencia de los ángeles custo-
dios; la ayuda de los santos y de las almas del purgatorio. «Don-
de abundó el pecado, sobreabundó la gracia.168 El Señor «nos ha
bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales
en los cielos» (Ef 1,3).
[2°] La ciencia infusa no se nos da como se le dio a Adán.
Pero sí tendremos en el paraíso la visión de Dios, que es ciencia
muy superior. En la tierra, el cristiano tiene el don de la fe, por la
que conoce las verdades reveladas, entre las que hay misterios
altísimos.
BM1 La integridad no nos ha sido restituida de golpe | sino
152 progresivamente; por la gracia domeñamos la concupiscencia.
Luchamos y, venciendo, crecemos en mérito y en santidad.
No estamos exentos de las enfermedades, ni de la muerte.
Pero Jesucristo, con su ejemplo, nos enseñó a aceptarlas y hacer
de ellas un instrumento de mérito y de gloria. Dice san Pablo:
«Nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación
produce paciencia» (Rom 5,3); así se vence la prueba y se
espera la vida eterna. Además, Jesús está con nosotros y su
gracia hace fácil lo que de suyo es difícil.

167 Concilio de Trento, Doctrina sobre el sacramento de la penitencia,

25 de noviembre de 1551, cap. 8 (DENZINGER-HÜNERMANN, Enchiridion


Symbolorum, edición bilingüe, 1995, n. 1691).
168 Rm 5,20.
LAS GRANDES VERDADES 141

Al final tendremos también integridad, impasibilidad y


gloriosa resurrección con las dotes de Jesucristo surgido del
sepulcro.
[3°] Jesucristo con su pasión nos mereció asimismo los
bienes temporales en cuanto son necesarios para la salvación
eterna. Efectivamente, en cuanto ayudan al alma, son verda-
deras gracias; por ejemplo la salud, el alimento, el vestido, etc.
«Llevado a la consumación [Jesucristo] se convirtió, para todos
los que le obedecen, en autor de salvación eterna» (Heb 5,9).
Examen. – ¿Conozco los frutos de la redención? ¿Los
saboreo, los espero, los merezco?
Propósito. – Jesús es mi todo: quiero vivir confiando en él.
Jesucristo es salvación para quien espera en él; es condenación
para quien no le acoge.
Oración. – Oh Dios, de quien Judas recibió el castigo de su
delito, y el | ladrón tuvo el premio de su confesión, concédenos BM1
sentir el efecto de tu misericordia, para que, como en su pasión 153
Jesucristo nuestro Señor trató a uno y a otro según merecían,
así, destruidas en nosotros las aberraciones del hombre viejo,
nos concedas la gracia de su resurrección.

66.
LOS FRUTOS DE LA REDENCIÓN
EN LA SOCIEDAD 169
«Esto dice el Señor del universo: “Dentro de poco haré temblar cielos
y tierra, mares y tierra firme. Haré temblar a todos los pueblos, que
vendrán con todas sus riquezas y llenaré este templo de gloria, dice el
Señor del universo”» (Ag 2,6-7).

1° Desde Adán al nacimiento de Jesucristo trascurrieron


varios miles de años. La humanidad siguió precipitándose hacia
el abismo del error, del vicio, de la idolatría. Desde Jesucristo a
hoy y hasta el final de los siglos reemprende la subida hacia una

169 En la segunda edición (1952), el título es “Los FRUTOS SOCIALES DE


LA REDENCIÓN”.
LAS GRANDES VERDADES 142

vida nueva en Cristo para el individuo y la sociedad. La bondad


de los frutos nos manifiesta la bondad de la raíz.
a) El cristianismo libra al individuo:
Del error, mediante el ministero auténtico e infalible de la
Iglesia católica; por medio de la continua predicación de la
verdad hecha por los sacerdotes; por medio de la vigilancia de
los pastores contra el continuo surgir de errores y herejías.
De la idolatría y superstición, que dominaban en el paganis-
mo y siguen haciéndolo donde la fe cristiana aún no ha llegado.
BM1 De la corrupción, que tanto se había extendido debido, entre
154 otras cosas, a las impías e inmorales fábulas a cuenta de los dio-
ses: Júpiter, Venus, Mercurio, etc. El cristianismo defendió la
dignidad de la persona humana, su libertad para seguir la con-
ciencia, la nobleza del trabajo de perfeccionamiento moral,
material, intelectual y espiritual.
[2°] b) El cristianismo, en cuanto a la familia, abrogó la
tiranía paterna, que en el paganismo se extendía hasta el
derecho de vida y muerte sobre los hijos, los niños, los viejos.
Mientras, por otra parte, recordó los graves deberes de los
padres en la educación de los hijos, y el de los hijos en la
obediencia y respeto a los padres. Más aún, santificó el
matrimonio, aconsejó la virginidad, impuso el amor particular
entre los miembros de la familia; abrogó la esclavitud, inculcó
la ley de la caridad a todos, condenó el homicidio.
c) El cristianismo, en cuanto a la sociedad, se opuso al des-
potismo con la doctrina, con la condena de los abusos de los
príncipes, y haciendo penetrar su espíritu en las leyes civiles.
Todavía más: alivió de muchas maneras al trabajador para no
ser explotado por la clase pudiente, haciendo que dispusiera de
una legítima paga y fuera respetado en su dignidad y derechos
de hombre, de cristiano y de ciudadano. Por eso la Iglesia incul-
có siempre principios de justicia social para los trabajadores y
de caridad para los necesitados de toda clase. Y también, la
Iglesia impuso 170 la obediencia a los poderes legítimos, a los
superiores, a los dueños, en el límite de la respectiva autoridad.
BM1 [3°] El cristianismo difundió una civilización nueva,
155 resultante de dos elementos principales: la verdad y la santidad

170 En el sentido de que inculcó como deber...


LAS GRANDES VERDADES 143

de costumbres; y también de otros elementos secundarios, como


la ciencia, las artes, el progreso económico, un más elevado
género de vida, un modo pacífico de dirimir las controversias,
un mayor sentido de justicia en la imposición de las cargas, con
una mejor equidad en el participar en las ventajas del vivir
social. Il cristianismo inculca también un nacionalismo justo y
una continua colaboración internacional, presentando a los
hombres como hijos, todos ellos, de un solo Dios; redimidos
por Jesucristo, llamados a la Iglesia y a la eterna felicidad. 171
Examen. – Viviendo en medio de tantos beneficios, ¿los con-
sidero? ¿Los aprovecho? ¿Los hago conocer? ¿Soy agradecido a
Jesucristo?
Propósito. – Quiero leer un libro de apología católica; o al
menos escuchar alguna conferencia y considerar las respuestas a
las objeciones más comunes a la religión.
Oración. – Cuanto más considero, oh buen Maestro, la obra
de la redención, más admirado quedo. Comprendo ahora cómo
los verdaderos grandes 172 son auténticos cristianos. Una cien-
cia superficial aleja a los hombres del cristianismo; una ciencia
profunda les hace volver. Haz, oh Señor, que yo me mantenga
siempre más unido a la Iglesia de Jesucristo; que comprenda
sus beneficios, los ame, los siga. Que ni palabras vacías | ni BM1
inconsideradas oposiciones me impresionen. «¿A quién iremos? 156
Tú tienes palabras de vida eterna».173

67.
CONOCER A DIOS
«Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a
tu enviado, Jesucristo» (Jn 17,3).

171 Conceptos desarrollados por el P. Alberione en su Catecismo

Social (1948), EP, Roma 1985.


172 Grandes personajes.
173 Jn 6,69.
LAS GRANDES VERDADES 144

1° La Sma. Trinidad habita en nosotros como en un templo.


«¡Glorificad y llevad a Dios en vuestro cuerpo!» (1Cor 6,20);174
debemos conservar y respetar a esta Trinidad como en el
sagrario conservamos y honramos el sagrado copón.
Hay que conocer, imitar y amar a la Sma. Trinidad.
Conocer a Dios uno en la naturaleza, trino en las personas.
Conocer las obras de cada Persona; conocer su acción en
nosotros en la tierra y en el cielo. En el paraíso se contempla a
Dios, en la tierra nuestro pensamiento debe estar dirigido a Dios
lo más posible, reavivando la fe.
Conocer al Padre, su providencia amorosa, el gozo que se
prueba en amarle y poseerle. «Nadie tan piadoso, tan padre
cuanto Dios», dice Tertuliano; por eso le reconoceremos como
Padre, en especial porque voluntariamente nos ha engendrado
con la palabra de la verdad. Con Cristo decimos, pues: “Honro
al Padre”. Lo cual se hace con la alabanza y el agradecimiento:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra» (Mt
11,25). «Padre, te doy gracias porque me has escuchado» (Jn
11,41).
BM1 Conocer al Hijo, su redención, su doctrina. Él nos ama y se
157 entregó totalmente por nuestra salvación; es nuestro alimento en
la Eucaristía, se hizo nuestro modelo en la tierra, será nuestro
gozo en el cielo. Somos sus hermanos y coherederos. Por su
misericordia llegamos a ser hijos de Dios, mientras antes
éramos hijos de ira y del diablo.
Conocer al Espíritu Santo, su gracia, sus comunicaciones.
Es él quien nos santifica en los sacramentos; tal como es la vida
de la Iglesia, así será nuestro gozo en el cielo. Quien quiere
vivir del Espíritu Santo, dice san Agustín, acuérdese de conser-
var la caridad, amar la verdad, desear la unidad, para llegar a la
eternidad bienaventurada.
2° Imitar. Se imita la unidad de Dios con la práctica de la
caridad. Jesús oraba al Padre: «Que todos sean uno, como tú,

174 La mayoría de los códices trae sólo el imperativo: glorificate. La

añadidura “et portate” se lee sólo en algunos códices menores. De este


pasaje el P. Alberione sacó el título de un opúsculo: “Llevad a Dios en
vuestro cuerpo”, publicado primero en el San Paolo de marzo de 1954 y
sucesivamente impreso en el folleto “A las Familias Paulinas”. Puede
leerse también en Alma y cuerpo para el Evangelio, pp. 221-258.
LAS GRANDES VERDADES 145

Padre, en mí, y yo en ti, que ellos sean también uno en noso-


tros» (Jn 17,21). Se imita la perfección de Dios trabajando cons-
tantemente en quitar los defectos y adquirir la santidad: «Sed
perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5,48).
Se imita la vida de Dios, como dice un piadoso autor, «cuando
morimos al mundo, no por la separación del cuerpo del alma,
sino por despegarnos de las cosas terrenas; cuando empezamos
a odiar lo que el mundo ama...; cuando tenemos una sed
continua de las cosas celestes, y tedio de las cosas terrenas...;
cuando usamos las cosas del mundo sin apegarnos a ellas;
cuando nuestro vivir esté espiritualmente más en el cielo que
aquí en la tierra».
3° El alma repite frecuentemente: “Gloria al Padre, y al BM1
Hijo, y al Espíritu Santo”; renueva la señal de la cruz “en el 158
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”; juntamente
con María Sma. reza el Magníficat: “Proclama mi alma la
grandeza del Señor» (Lc 1,46); con la Iglesia renueva el himno:
“Gloria a Dios en el cielo... te alabamos, te bendecimos, te
adoramos, te glorificamos”; “Santo, Santo, Santo es el Señor”;
“A ti, oh Dios, te alabamos: Padre de inmensa majestad, Hijo
único y verdadero, digno de adoración, Espíritu Santo, Defen-
sor”. El alma devota percibe la presencia de la Sma. Trinidad, la
respeta, la honra; más aún, vive en habitual dependencia de ella,
con gran respeto y en continua adoración.
Examen. – ¿Siento la divina presencia en mí? ¿Conozco,
imito y oro a la Sma. Trinidad?
Propósito. – Quiero conservar un habitual recogimiento.
Oración. – Oh Dios omnipotente y eterno, que otorgaste a
tus siervos conocer, mediante la profesión de la verdadera fe,
la gloria de tu eterna majestad, concédenos que por la firmeza
de la misma fe seamos protegidos de toda adversidad. Por
Jesucristo nuestro Señor.

68. BM1
LA GRACIA INCREADA 159
LAS GRANDES VERDADES 146

«A cuantos le recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que
creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de deseo de
carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios» (Jn 1,12-13).

1° Es la inhabitación de la Sma. Trinidad en nuestra alma.


La Sma. Trinidad se nos da enteramente para habitar en
nuestra alma de un modo íntimo y divino. Habita el Padre y
continua engendrando al Hijo; por eso recibimos al Hijo,
imagen perfecta del Padre, su sustancia y esplendor; Padre e
Hijo se aman con amor mutuo, eterno e infinito, que es el
Espíritu Santo, vínculo de unión entre las dos primeras
Personas y él mismo, Persona divina igual del todo a las otras
dos. ¡Es un conjunto de maravillas! Este Dios se hace nuestro
padre, amigo, colaborador, santificador.
Se entra como en el consorcio de la Sma. Trinidad,
deviniendo hijos adoptivos de Dios: «No habéis recibido un
espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino que habéis
recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos:
“¡Abba, Padre!”. Ese mismo Espíritu da testimonio a nuestro
espíritu de que somos hijos de Dios» (Rom 8,15-16). Cada
hombre tiene la capacidad de ser hijo de Dios siguiendo a
Jesucristo: «A cuantos creen en su nombre les dio poder de ser
hijos de Dios» (Jn 1,12).
2° Esta vida divina en nosotros es una participación de la
vida de Dios: «Partícipes de la naturaleza divina» (2Pe 1,4); no
igual sino semejante. Es una vida deiforme. Es una nueva
BM1 generación: «El que no nazca de agua y de Espíritu no puede
160 entrar en el reino de Dios» (Jn 3,5). «Por propia iniciativa nos
engendró con la palabra de la verdad» (Sant 1,18).
Dios es padre para nosotros: «Mirad qué amor nos ha tenido
el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!» (1Jn
3,1).
Dios se nos da como amigo íntimo: «Ya no os llamo
siervos… a vosotros os llamo amigos» (Jn 15,15). Él obra y
coopera en nosotros: «Nuestra capacidad nos viene de Dios»
(2Cor 3,5). «Es Dios quien activa en vosotros el poder y el
obrar para realizar su designio de amor» (Flp 2,13).
Él nos santifica, como hace santo y venerable el templo y el
lugar donde entra: «¿No sabéis que sois templo de Dios y que el
Espíritu de Dios habita en vosotros?» (1Cor 3,16).
LAS GRANDES VERDADES 147

3° ¡Bendita sea la santa e indivisible Trinidad! Mi alma


bendice al Señor, que puso en ella su demora. ¡Oh Sma. Trinidad,
toma estable posesión de mi alma!
Dice san León Magno: «Reconoce, oh cristiano, tu dignidad;
y después de haber llegado a ser consorte de la naturaleza
divina, no te rebajes de nuevo a una vida indigna». El cristiano
respétese a sí mismo, también en su cuerpo.
Examen. – ¿Conozco bien qué tesoro poseo? ¿Nunca he
arrojado en el fango la imagen de Dios? ¿Me esfuerzo con la
oración y con | la acción en adornar cada vez más el templo de BM1
Dios? 161
Propósito. – Usaré gran vigilancia: traigo un gran tesoro en
un vaso de tierra; y debo recorrer un camino insidiado por
muchos enemigos.
Oración. – Jesús Maestro, haz que yo conozca siempre
mejor tu gran don. Es un don divino: la inteligencia podrá
conocerte como tú te conoces; mi corazón gozará de tu gozo.
Dios mío, me has creado una segunda vez. Reboso de santa
alegría. Te agradezco con toda el alma y aguardo la eternidad
para hacerlo dignamente.
Tres Gloria Patri.

69.
LA GRACIA SANTIFICANTE - I
«El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no
sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos inefables. Y el que escruta los corazones sabe
cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es
según Dios» (Rom 8,26-27).

1° La gracia santificante es el don inefable y sobrenatural


por el que el hombre queda liberado del pecado, deviene santo
como Adán antes de la caída y es heredero del cielo. Es el don
inefable que Jesucristo nos adquirió muriendo en la cruz.
La gracia santificante tiene varios nombres, pero todos
indican, en la sustancia, la misma cosa.
LAS GRANDES VERDADES 148

Se llama justicia, en cuanto pone al hombre en estado adapto,


suficiente, justo, respecto a Dios, fin sobrenatural. Se llama
BM1 justificante o santificante, porque | el hombre participa de la
162 perfección y santidad de Dios; mientras el pecado queda
anulado, no sólo cubierto.
Se llama amistad de Dios, porque nos hace íntimos con Dios,
con la Sma. Trinidad.
Se llama caridad, porque el alma se hace grata a Dios.
Se llama adopción divina, porque el cristiano es llamado y
realmente pasa a ser hijo de Dios, no por naturaleza sino por
adopción.
Se llama inhabitación de Dios o del Espíritu Santo, porque
las tres divinas Personas vienen a habitar en el alma del justo, y
esta obra de amor se le atribuye al Espíritu Santo.
2° La gracia es una renovación del hombre, un nacimiento
espiritual; es un desposorio del alma con Jesucristo, condición
absolutamente necesaria para conseguir la salvación eterna.
Es un don de la divina misericordia, por la que el Padre nos
mira complacido. Es el fruto de la muerte de Jesucristo en cruz,
satisfaciendo por el pecado. Es el efecto del bautismo y de la
penitencia. El bautismo es necesario a todos; la penitencia lo es
para quien después del bautismo ha pecado. Es, siempre y para
todos, la condición absolutamente necesaria para ganar méritos
en la tierra, y para entrar en el cielo. Es consecuencia de
nuestras disposiciones interiores: deseo de Dios fin beatificante,
aversión del pecado, uso de los sacramentos.
BM1 El alma queda lavada, limpiada, renovada, | hecha blanca
163 como la nieve, hermana de los santos y de los ángeles, embe-
llecida por el reflejo de una luz divina. Es el reino de Jesucristo
y de Dios en nosotros; es la vida eterna comenzada realmente y
poseída. Por eso san Pablo llama santos a los cristianos, re-
generados en Cristo. Es la muerte del hombre viejo; es reves-
tirnos de Cristo ante Dios y los ángeles. Es una incorporación a
Cristo, pasando el cristiano a ser un miembro de su cuerpo
místico.
3° Oh Señor, que de modo maravilloso creaste al hombre,
y de modo aún más maravilloso lo reformaste, mediante el
misterio del agua y del vino que se ofrecen en la santa Misa,
concédenos ser consortes de la divina naturaleza de quien se
LAS GRANDES VERDADES 149

dignó hacerse partícipe de nuestra humanidad, Jesucristo, tu


Hijo y Señor nuestro, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Así sea.175
Examen. – ¿He entendido bien la doctrina católica de la
gracia? ¿Poseo la gracia? ¿Gozo con ella? ¿Soy agradecido a
Dios? ¿Comprendo que el apostolado es esencialmente llevar a
los hombres a vivir en gracia y aumentarla siempre con las
buenas obras?
Propósito. – Meditaré a menudo las palabras del divino
Maestro: «He venido para que tengan vida y la tengan
abundante».176
Oración. – Vive en mí, oh Señor. Yo | detesto el pecado, que BM1
es el único obstáculo para que establezcas tu morada en mí; y 164
es también la destrucción de tu templo en mi corazón. Tú, oh
Señor, has dicho: «¿Puede una madre olvidar al niño que
amamanta, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues,
aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré». 177 Tú me amas,
pues, inmensamente, y yo debo y quiero amarte por siempre.
Ven, oh Jesús, sellemos la más santa, estrecha y duradera
amistad. Mi amado es mío y yo suyo.178

70.
LA GRACIA SANTIFICANTE - II
«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre
que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de
la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce;
vosotros, en cambio, lo conocéis porque mora con vosotros y está en
vosotros» (Jn 14,15-17).

175 Oración que el sacerdote, en el anterior Ordo Missae, rezaba al

mezclar algunas gotas de agua en el vino: «Deus, qui humanae


substantiae dignitatem mirabíliter condidisti, et mirabilius reformasti: da
nobis per hujus aquae et vini mysterium ejus divinitatis esse consortes,
qui humanitatis nostrae fíeri dignatus est párticeps, Jesus Christus, Filius
tuus, Dominus noster: Qui tecum vivit et regnat in unitate Spíritus Sancti
Deus: per omnia saécula saeculorum. Amen».
176 Jn 10,10.
177 Cf Is 49,15.
178 Cf Cant 2,16.
LAS GRANDES VERDADES 150

1° En el buen cristiano habita Dios, Uno y Trino, como en


un templo y como en el cielo. Él está en nosotros para traernos
su luz, su consuelo, su vida. Esta vida es gozo, que será perfecto
en el paraíso, pero el alma ferviente ya lo pregusta en la tierra.
Él es el óptimo y máximo;179 principio, gobernador, fin de
cada cosa. Adorémosle en nosotros, en espíritu y verdad, como
Dios Uno y Trino. Muchas almas fervorosas, casi replegándose
sobre sí mismas, piensan en la Sma. Trinidad y casi la
contemplan con sus eternos esplendores, reposando en su
corazón. Repiten a menudo la oración: “Gloria al Padre, al Hijo
y al Espíritu Santo; como era en el principio... Santo, santo,
BM1 santo el Señor...”. A la Sma. Trinidad dirigen todas sus acciones,
165 | que empiezan con la señal de la cruz: “En el nombre del Padre,
y del Hijo y del Espíritu Santo”. Estas almas contemplan las
divinas y eternas operaciones de las tres santísimas Personas y
glorifican a cada una de ellas por sus especiales acciones y
atribuciones. Y desde Dios, luz eterna, se difunde en ellas una
luz que las hace sabias, prudentes, sensatas: «Te doy gracias,
Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas
cosas a los sabios y entendidos (del mundo), y se las has
revelado a los pequeños» (a los humildes inocentes) (Mt 11,25).
2° Imitemos a Dios Uno y Trino: «Sed perfectos como
vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5,48). Este Dios habita
en el alma del justo para asimilarla a sí; para hacerla partícipe
de su naturaleza, que es bondad, y comunicarle sus perfecciones,
vida y virtud.
Adornemos el templo de Dios que es nuestro corazón con la
devoción que tendríamos a una iglesia: pureza, paciencia,
caridad fraterna, para ser una cosa sola, como lo son las tres
divinas Personas.
Sintamos su presencia en nosotros, no sólo al rezar sino
también a lo largo de toda la jornada. Dios no cesa de pensar en
nosotros, pues no cesemos nosotros de pensar en él, haciendo
cualquier acción, incluso las más comunes, por su gloria. Así se
previene la vida del cielo, que Dios nos da como un anticipo,
BM1 con las bienventuranzas del Evangelio: «Yo he encontrado el
166

179 Antiguamente tal título se le atribuía, sobre todo en las inscrip-

ciones, a Júpiter (Júppiter óptimus et máximus, abreviado JOM).


LAS GRANDES VERDADES 151

cielo en la tierra; el | paraíso es posesión de Dios, y yo lo


estrecho y encierro dentro de mí».180
3° Hemos de amar a este Dios y confiar en él. Así como en
la iglesia miramos al sagrario, así fuera de la iglesia podemos
dirigirnos al sagrario de la Trinidad que es el corazón.
Hablemos confiadamente a este Dios presente en nosotros: es
un acto de gran amor; es una comunicación paterna de bienes
que Dios quiere hacer a los hijos de adopción. Confiemos al
Señor, en santa intimidad, todo secreto, pena, aspiración.
¡Amemos! Él nos dice: «Hijo mío, confía en mí (dame tu
corazón)» (Pr 23,26). Detestemos todo pecado; agradezcamos a
Dios sus infinitas gracias; procuremos su gloria; busquemos su
voluntad: «Yo hago siempre lo que le agrada» (Jn 8,29).
Examen. – ¿Pienso, siento, amo, oro a este divino Huésped
de mi corazón?
Propósito. – Durante mis ocupaciones me concentraré de vez en
cuando para percibir la presencia de Dios que habita en mí.
Oración. – Señor, has establecido un paraíso en mi corazón,
donde habitas continuamente: hazme atento a tu voz, a tu
presencia, a tus invitaciones ¡Qué grande es tu bondad! ¡Qué
dulce hablar contigo! ¡Qué familiaridad entre tú y quien te
ama! Quiero gozar este anticipo de paraíso. Hazme gustar las
bienaventuranzas evangélicas | prometidas a los pobres de BM1
espíritu, a los limpios de corazón, a los hambrientos de la 167
justicia eterna.

71.
LA GRACIA SANTIFICANTE - III
«Descubro la siguiente ley: yo quiero hacer lo bueno, pero lo que está
a mi alcance es hacer el mal. En efecto, según el hombre interior, me
complazco en la ley de Dios; pero percibo en mis miembros otra ley
que lucha contra la ley de mi razón, y me hace prisionero de la ley del
pecado que está en mis miembros. ¡Desgraciado de mí! ¿Quién me
librará de este cuerpo de muerte? ¡Gracias a Dios, por Jesucristo

180 De una oración de sor Isabel de la Trinidad (1880-1906).


LAS GRANDES VERDADES 152

nuestro Señor! Así, pues, yo mismo sirvo con la razón a la ley de Dios
y con la carne a la ley del pecado» (Rom 7,21-25).

1° La humildad dispone el corazón a la gracia; la oración


la hace descender del Espíritu Santo a nosotros. Sus efectos son:
a) La conversión del corazón, por la que el hombre pasa de
la muerte a la vida. Es la victoria sobre el pecado y la
resurrección espiritual en Cristo.
b) La perseverancia. El cristiano que ha empezado a caminar
en el buen sendero con constancia va adelante hasta la muerte
sin desviarse. Si por desgracia ha caído, de nuevo se realza, se
arrepiente y reemprende el recto camino, logrando pasar a la
otra vida en la amistad de Dios.
c) Santidad heroica, la de los santos elevados al honor de los
altares. Ellos ejercitaron la fe, la esperanza, la caridad en grado
no común, o porque hicieron actos no comunes, o porque en las
virtudes comunes fueron más que comunes por la diligencia, la
caridad, la perseverancia.
d) La santidad mística es la de los santos que tuvieron dones
extraordinarios: visiones, éxtasis, revelaciones.
e) Santidad privilegiada, como la de María Sma., san José,
san Juan Bautista.
BM1 2° Ante todo debe cuidarse la santidad | común, a la que
168 todos están llamados. Consiste en la unión con Jesucristo,
siempre más íntima y estrecha, a medida que pasan los años.
Jesús crecía en sabiduría, edad y gracia.
El cumplimiento de los deberes cotidianos según el propio
estado, la fuga de los defectos voluntarios, el trabajo por corres-
ponder a la propia vocación, la oración asidua y el uso frecuente
de los sacramentos son los grandes medios.
El buen cristiano tiene mucho cuidado de adquirir la gracia
cuando cae en pecado, y de aumentarla con las buenas obras si
ya la posee. Recurre continuamente a Dios en sus necesidades
para luchar contra el poder de las tinieblas: «Porque nuestra
lucha no es contra hombres de carne y hueso sino contra los
principados, contra las potestades, contra los dominadores de
este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos del aire...
embrazad el escudo de la fe, donde se apagarán las flechas
incendiarias del maligno» (Ef 6,12-16).
LAS GRANDES VERDADES 153

Dos principios hay que mantener constantemente: que el


Señor nos ha creado y nos quiere santos; y que a todos se les
ofrece las gracias necesarias; por tanto, «quien quiere se hace
santo».181
3° Esta gracia es el gran tesoro, eterno. El reino de los
cielos se parece a un comerciante en perlas finas, que al
encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la
compra.182 Los santos lo dieron todo, a veces hasta la vida, con
tal de salvarse.
Examen. – ¿Trato de llegar a la santidad en mi estado? ¿Esti- BM1
mo, amo los deberes cotidianos? ¿Los cumplo bien? ¿Busco 169
esta santidad común?
Propósito. – Recordaré: «Quien quiere se hace santo». Todo
desánimo al respecto es tentación del demonio.
Oración. – Señor, hazme conocer siempre mejor el valor de
la gracia, estimarla cada vez más, buscarla siempre más.
«La preferí a cetros y tronos y a su lado en nada tuve la
riqueza. No la equiparé a la piedra más preciosa, porque todo
el oro ante ella es como barro. La quise más que a la salud y la
belleza y la preferí a la misma luz, porque su resplandor no
tiene ocaso. Con ella me vinieron todos los bienes juntos».183

72.
LA GRACIA ACTUAL - I
«En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí también él hará las
obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo

181 El P. Alberione se refiere al título de un libro, probablemente

conocido por sus lectores, pero cuyo autor ignoramos. Se aludirá a él


también en una meditación de 1956: «Se ha escrito todo un libro con el
título: “Quien quiere se hace santo”. Y no habla sólo de los religiosos o
de las religiosas, sino de todos los cristianos en general. Porque todos
tienen las gracias para cumplir la voluntad de Dios, para practicar, para
hacer lo que él quiere de nosotros en el estado al que nos ha llamado» (P.
Alberione a las Pías Discípulas del Divino Maestro, marzo 1956).
182 Cf Mt 13,44-46.
183 Cf Sab 7,8ss. El P. Alberione aplica a la gracia lo que el Autor

sagrado afirma de la sabiduría.


LAS GRANDES VERDADES 154

que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado


en el Hijo» (Jn 14,12-13).

1° La gracia actual es la ayuda sobrenatural que el Señor


da interiormente al hombre. Es una luz para la mente, un
refuerzo para la voluntad, una moción del corazón. Es un acto
de la misericordia de Dios que socorre nuestra debilidad para
que podamos practicar las virtudes y hacer actos saludables con
vistas al paraíso.
Ilumina nuestra mente para conocer las verdades que salvan;
BM1 para entender el mal que es el | pecado y convertirnos; para
170 comprender el valor de las virtudes y progresar.
En la Escritura se dice que el Señor abre los ojos de los
hombres para que pasen de las tinieblas a la luz; abre el
corazón para que entiendan las verdades predicadas; nos da el
espíritu de sabiduría y revelación para iluminar nuestras
mentes. San Pablo afirma: «No es que por nosotros mismos
seamos capaces de atribuirnos nada como realización nuestra;
nuestra capacidad nos viene de Dios» (2Cor 3,5).
2° Esta gracia conforta 184 la voluntad, comunicando
energía para querer cumplir cuanto es necesario y útil a la
salvación. La gracia celeste interpela, excita, solicita, estimula,
arrastra al bien. Es una ayuda verdadera y real. La madre no
sólo incita al niño, todavía débil, a caminar, sino que le ayuda,
le sostiene, le mueve incluso los piececitos.
Dice Jesucristo: «Nadie puede venir a mí si no le atrae el
Padre que me ha enviado» (Jn 6,44). Y san Pablo: «Es Dios
quien activa en vosotros el querer y el obrar para realizar su
designio de amor».185
Si el hombre se ve tentado violentamente y empujado al mal,
rezando sentirá la fuerza de resistir, será más decidido, más
dispuesto, y de la tentación sacará mérito.
3° La gracia actual toca también el corazón infundiendo
deseos, tendencias y gustos sobrenaturales. Dice el concilio de
BM1 Trento que los adultos se preparan a la gracia «por un impulso |
171
184 “Conforta”, entendido según la acepción latina: “refuerza”, “hace

fuerte”.
185 Flp 2,13.
LAS GRANDES VERDADES 155

sobrenatural del Espíritu Santo sobre el corazón del hombre». 186


Se dan entonces mociones espontáneas en las facultades
sensitivas: memoria, imaginación, inclinación sensible; el bien
aparece hermoso, útil, jocundo,187 deseable, casi gustoso; y el
mal, feo, odioso, detestable. Ello explica la generosidad, los
santos entusiasmos, el sentimiento de la presencia de Dios, las
comunicaciones interiores que se reflejan a veces en lo exterior,
en el acento de la voz, en la devoción sensible, en el rostro
arrebolado, etc.
Examen. – ¿Conozco la preciosidad de la gracia actual?
¿Aprecio este don en mi mente, mi voluntad, mi corazón?
¿Invoco constantemente la ayuda divina?
Propósito. – Consideraré a menudo: podré caminar en el
buen sendero, sólo si obtengo la ayuda divina con la oración.
Oración. – Señor, ven en mi ayuda; Señor, date prisa en
socorrerme. Queden confundidos y avergonzados quienes
quieren arruinarme. Huyan y se ruboricen quienes desean mi
mal. Vuelvan la espalda afrentados quienes traman mi daño...
De mí soy pobre y necesitado, ayúdame, oh Señor. Tú eres mi
auxilio y liberación, Señor no tardes.188

73. BM1
LA GRACIA ACTUAL - II 172

«Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo


en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada» (Jn
15,5).

1° Gracia actual es la acción que el Espíritu Santo, mo-


mento por momento, ejerce en un alma para estimularla, confor-
tarla e iluminarla, de modo que a menudo el trabajo de esta
gracia es realizado por el Señor sin que el alma tome parte;

186 Concilio de Trento, Decreto sobre la justificación, 13 enero 1547,

cap. 5 (DENZINGER-HÜNERMANN, Enchiridion Symbolorum, edición


bilingüe, 1995, n. 1525).
187 Agradable, atractivo.
188 Oración inspirada en el salmo 70/69.
LAS GRANDES VERDADES 156

otras veces, en cambio, el alma pide la ayuda divina y coopera


con la gracia.
La gracia algunas veces nos previene, otras nos acompaña,
otras nos sigue. Cuando socorre la debilidad de la naturaleza
se llama medicinal, pues acrece en nosotros la fuerza; cuando
levanta nuestras facultades a cumplir acciones sobrenaturales
se llama elevante.
Tal ayuda es necesaria al infiel y al pecador para llegar a la
fe y a la gracia: da buenos pensamientos, píos deseos, mociones
al corazón, alicientes divinos: «Lavaos, purificaos...; si rehusáis
y os rebeláis, os devorará la espada...» (Is 1,16.20).
Es necesaria también al alma justa para hacer actos merito-
rios: «Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no perma-
nece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí»
(Jn 15,4). «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Nada: ni
poco ni mucho, ¡nada podemos ganar para la vida eterna, sin la
gracia!
2° Es asimismo necesaria una gracia actual especial para
que un justo, aunque fuera santo, pueda perseverar en el recto
BM1 camino. Por eso, siempre, siempre hay que temer, desconfiar, |
173 y rezar, aprovechar cualquier medio: «Velad y orad para no caer
en la tentación», dice Jesucristo (Mt 26,41).
Es necesaria una gracia muy special para perseverar hasta la
muerte en la vocación y en la santidad: esta perseverancia es el
gran don de Dios. San Pablo escribe: «El que ha inaugurado en
vosotros esta buena obra, la llevará adelante hasta el Día de
Cristo Jesús» (Flp 1,6). Y san Pedro: «El Dios de toda gracia
que os ha llamado a su gloria eterna en Cristo Jesús… él mismo
os establecerá, os afianzará, os robustecerá y os consolidará»
(1Pe 5,10). Por eso la Iglesia ruega siempre por nuestra
salvación y la de todos: «De la condenación eterna, líbranos, oh
Señor», «No permitas que me separe de ti».
También es necesaria a las almas piadosas y buenas la ayuda
divina y un especial privilegio para evitar en toda la vida
cualquier pecado aunque sea sólo venial.
3° El Señor, en su infinita misericordia, a todos da las
gracias necesarias para salvarse. Las da a los pecadores
obstinados y a los infieles. Tanto más las da a los justos para
cumplir los divinos preceptos. La primera gracia la da por pura
LAS GRANDES VERDADES 157

misericordia; las sucesivas pueden obtenerse rezando. Todo el


que lo quiere puede llegar al cielo.
Examen. – ¿Tengo hondas convicciones sobre la gracia
actual? ¿Cuento con ella? ¿Rezo para obtenerla? ¿Correspondo
con ella?
Propósito. – Meditaré las sentencias de san Agustín: «Quien BM1
te creó son ti, no te salvará sin ti». 189 Te creó sin que tú lo 174
supieras, pero te salva sólo si de veras quieres salvarte.
Oración. – Gracia y cooperación me son necesarias para
llegar al cielo, oh Señor. «Él incline nuestros corazones para
que caminemos por sus senderos»; «Incliné mi corazón a
cumplir siempre sus preceptos»; «Señor, ábreme los labios»;
«Abrí mi boca y respiré el espíritu». «Crea en mí, oh Señor, un
corazón puro»; «Procuraos un corazón nuevo y un espíritu
nuevo».190
Señor, sé misericordioso conmigo, dame tu gracia. Y añade
otra misericordia, dándome la gracia de corresponder.

74.
LA GRACIA CREADA - I 191
«Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os
llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a
vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo
he dado a conocer» (Jn 15,13-15).

1° Es una comunicación de Espíritu Santo: «Communi-


catio Sancti Spiritus».192 «El amor de Dios (la gracia creada) ha
sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que
se nos ha dado (gracia increada)» (Rom 5,5).
189 SAN AGUSTÍN, Sermo 169: «Qui ergo fecit te sine te, non te

iustíficat sine te».


190 Cadena de citas bíblicas, no siempre identificables.
191 En la segunda edición (1952), el título es “E L ORGANISMO

SOBRENATURAL - I”.
192 2Cor 13,13. Nótese la distinción entre gracia “increada” (perso-

nificada en Dios: cf meditación 68) y gracia “creada”, o sea participada a


la criatura humana, de la que habla en la meditación sucesiva.
LAS GRANDES VERDADES 158

Esta gracia creada es un don sobrenatural, que se ahdiere al


alma de modo estable; el hombre deviene realmente justo, santo,
amado de Dios, consorte de la divina naturaleza, hijo adoptivo y
amigo suyo, capaz de hacer obras meritorias para la vida eterna
y ser heredero del cielo.
BM1 Es una participación de la vida divina, un injerto en Cristo,
175 una estrecha similitud con Dios, tanto en la naturaleza como en
el obrar aquí en la tierra y en la gloria celeste.
Don sobrenatural que el hombre de suyo no podría ni exigir
ni pensar ni desear, si no hubiera sido que Dios mismo lo ha
querido y lo ha dado y vuelto a dar después de la pérdida
ocasionada por el pecado original.
Es un modo estable del alma, a diferencia de la gracia actual,
que se da como ayuda para hacer actos buenos.
2° El hombre, antes pecador, deviene amigo de Dios,
interiormente santo, justo, miembro de su Cuerpo místico.
Hijo adoptivo de Dios: de simple criatura pasa a ser hijo de
Dios por adopción. Esta adopción tiene cierto parecido con la
adopción humana –cuando a un jovencito se le hace hijo y
heredero de un gran señor–, pero la supera inmensamente.
Amigo de Dios. Dice Jesucristo: «Ya no os llamo siervos
sino amigos...» (Jn 15,5), vosotros sois mis amigos... Y esta
amistad implica una comunicación de afectos, de bienes, de
alegrías, de consolaciones. Injertados en Cristo, las obras
buenas que hagamos pertenecerán a Cristo, y por él tendrán un
valor sobrenatural con vistas a la vida eterna.
3° San Pedro dice que el divino Poder «nos ha concedido las
BM1 preciosas y sublimes | promesas, para que, por medio de ellas,
176 seamos partícipes de la naturaleza divina, escapando de la
corrupción que reina en el mundo por la ambición» (2Pe 1,4).
Nuestro reconocimiento al Señor por sus inefables dones se
demuestra especialmente con el diligente cuidado de conser-
varlos y acrecentarlos.
Examen. – ¿Llevo con reverencia y piedad el gran tesoro de
la gracia presente en mi corazón?
Propósito. – Quiero agradecer al Señor en cada instante el
haberme hecho cristiano y haberme dado la vida sobrenatural.
LAS GRANDES VERDADES 159

Oración. – Señor, has amaestrado los corazones de los fieles


con las luces del Espíritu Santo: te rogamos nos concedas
gustar las cosas rectas en el mismo Espíritu y ser siempre
consolados por él.
Intervenga, oh Señor, la fuerza del Espíritu Santo que nos
purifique benignamente y nos defienda de toda adversidad y
peligro.
Tu Espíritu Paráclito que procede de ti, oh Señor, ilumine
nuestras mentes y nos enseñe toda verdad, como nos prometió
tu Hijo.
Señor, que escrutas cada uno de los corazones y conoces sus
voluntades, de modo que ningún secreto existe para ti, purifica
nuestros sentimientos y pensamientos con la efusión del
Espíritu Santo para que podamos amarte perfectamente y
alabarte dignamente.193

75. BM1
LA GRACIA CREADA - II 194 177

«Vosotros consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo


Jesús. Que el pecado no siga reinando en vuestro cuerpo mortal,
sometiéndoos a sus deseos; no pongáis vuestros miembros al servicio
del pecado, como instrumentos de injusticia; antes bien, ofreceos a
Dios como quienes han vuelto a la vida desde la muerte, y poned
vuestros miembros al servicio de Dios, como instrumentos de la
justicia. Porque el pecado no ejercerá su dominio sobre vosotros, pues
no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia» (Rom 6,11-14).

1° Dice Jesucristo: «El que me ama guardará mi palabra, y


mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él»
(Jn 14,23). Habitando la Sma. Trinidad en el cristiano, le
enriquece de dones. Esto se verifica de modo clásico, y casi
sensible, en el bautismo, la confirmación, la penitencia y
especialmente en la comunión. Con Jesucristo, Hijo de Dios,
vienen al alma el Padre y el Espíritu Santo. Y se verifica

193 Conjunto de oraciones varias tomadas de la liturgia de

celebraciones dedicadas al Espíritu Santo.


194 En la segunda edición (1952), el título es “E L ORGANISMO

SOBRENATURAL - II”.
LAS GRANDES VERDADES 160

después, de modo totalmente insensible, cuando el alma con la


contrición perfecta se pone en gracia: le comunica una nueva
vida, la vida divina, o deiforme, o cristiana, o de la gracia.
La vida, en el orden natural, consta de tres elementos: el
principio vital –que es como el manantial de la vida–, las
facultades que producen las acciones vitales, y los actos que
muestran la energía vital y favorecen su desarrollo.
De modo parecido, en el orden sobrenatural la inhabitación
de Dios produce estos tres elementos: la gracia habitual, o
principio vital, que nos hace semejantes a Dios, pues, por
decirlo así, diviniza la misma sustancia del alma, por lo cual
ésta pasa a ser capaz de actos sobrenaturales, preparatorios para
la vida sobrenatural y eterna en el cielo.
Esta vida de la gracia es distinta de la vida natural; no queda
sencillamente sobrepuesta en el alma sino que la penetra, la
BM1 trasforma, la diviniza. | Asimila todo lo que de bueno hay en el
178 hombre en cuanto a naturaleza, educación y costumbres;
perfecciona y diviniza todos los elementos dándoles valor de
méritos sobrenaturales. Así deviene meritorio para la vida
eterna el estudio, el trabajo, el comer, el respirar y cualquier
otro acto aunque sea insignificante. Ejemplo: el comer es
común a la bestia y al hombre, pero en la bestia se trata de un
acto meramente bestial, instintivo; en el hombre, que hace tal
acto según la razón, deviene acto humano.
2° El segundo elemento que brota de la gracia, está
constituido por las virtudes infusas y los dones del Espíritu
Santo. Dios, habitando en el alma, obra, eleva, diviniza la mente
infundiendo la luz de la fe; obra en la voluntad, la eleva y
diviniza infundiendo la esperanza y las virtudes morales de la
justicia, prudencia, templanza y fortaleza; obra en el senti-
miento, eleva los afectos y diviniza el amor, que deviene
caridad. El cristiano hará actos no simplemente humanos, sino
sobrenaturales, deiformes, meritorios. Dice santo Tomás: «Co-
mo de la esencia del alma brotan sus facultades o potencias, que
son principios de operaciones, así de la gracia brotan las
virtudes en las potencias del alma, empujándolas a actuar». Es
un nuevo organismo espiritual y sobrenatural que viene a
formarse en nosotros y obra de modo deiforme.
LAS GRANDES VERDADES 161

3° Para poner en movimiento estas facultades, la Sma.


Trinidad comunica gracias actuales que actúan en la mente, la
voluntad, el sentimiento. Las | facultades ayudadas por la gracia BM1
actual pasan a la acción y sus actos son fuente de vida eterna. 179
Señor, lo has creado todo y has asignado un orden entre los
seres y en las facultades de los vivientes: haz que todo mi vivir
y obrar esté gobernado por la razón. Concédeme que esta razón
mía, la voluntad y los sentimientos estén regidos por la fe y
según la vida sobrenatural.
Examen. – Estos son los primeros principios de la vida
sobrenatural. ¿Los comprendo? ¿Los vivo? ¿Acojo del Espíritu
que habita en mí las necesarias gracias actuales?
Propósito. – Recordaré que no soy un simple hombre, sino
cristiano por gracia de Dios y debo vivir una vida sobrenatural.
Oración. – Ven, oh divino Espíritu, y vive en mí, domina
todo mi ser, alma, inteligencia, voluntad, sentimiento.

76.
LA GRACIA ES INCIERTA
«Del perdón no te sientas tan seguro, mientras acumulas pecado tras
pecado. Y no digas: “Es grande su compasión, me perdonará mis
muchos pecados”, porque él tiene compasión y cólera y su ira recae
sobre los malvados» (Sir 5,5-6).

1° Es doctrina de los protestantes, condenada por el concilio


de Trento, que para la justificación es necesario y suficiente al
cristiano creer, con certeza de fe, que le son perdonados los
pecados. El mismo Concilio enseña claramente que todo cristiano
puede temer y | dudar de su gracia: nadie puede saber con certeza BM1
absoluta si se encuentra en estado de gracia.195 180
Dice santo Tomás: «No podemos conocer con certeza la
presencia o la ausencia de Dios en nosotros».
En el libro de los Proverbios está escrito: «¿Quién puede
decir: “Soy puro, me encuentro libre de pecado”?» (Prov 20,9).

195 Concilio de Trento, Decreto sobre la justificación, 13 enero 1547,

cap. 9 (DENZINGER-HÜNERMANN, Enchiridion Symbolorum, edición


bilingüe, 1995, n. 1534).
LAS GRANDES VERDADES 162

¡Y eso que tantas almas han llorado mucho sus pecados! Una
santa humildad debe acompañarte siempre: estoy materialmente
seguro de haber cometido aquella acción pecaminosa, con
verdadera conciencia de pecado, pero no estoy tan seguro de
haber obtenido el perdón. Con todo, un alma puede confiar, más
aún, a veces considerar con certeza moral, que está en gracia de
Dios, debido a la paz interior, a haberse confesado bien, contar
con la aquiescencia del confesor, sentir su estado de fervor y el
espíritu de sacrificio en el servicio de Dios.
2° El apóstol Pablo escribe: «La conciencia, es verdad, no
me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es
el Señor» (1Cor 4,4).
Santo Tomás dice al respecto: «No conozco ningún pecado
en mí; pero no por esto me encuentro en gracia; porque pueden
esconderse en mí pecados que yo ignoro, según la expresión
del Salmo: «¿Quién comprende sus faltas?». 196 Por eso el
Apóstol nos advierte: «Trabajad por vuestra salvación con
temor y temblor» (Flp 2,12).
BM1 Sin una especial revelación divina no puede un alma tener la
181 certeza de estar en gracia. Puede haber pecados escondidos; no
estoy seguro de ir a los sacramentos con las debidas dispo-
siciones para obtener el perdón de los pecados que conozco.
San Agustín escribe: «Por grande que sea la gracia en un alma,
siempre debe temer que tal vez haya en ella alguna culpa y
responsabilidad no conocidas».
3° Señor, sería muy angustiosa tal duda para las almas más
delicadas. Yo me confío del todo a tu misericordia, seguro de
poder esperarla siempre. Para formarme la certeza moral de
estar en tu gracia quiero adoptar estos medios: el buen
testimonio de una conciencia recta, un sentido amor al Señor,
acompañado de oraciones fervorosas y de vigilancia para huir
de los peligros, tener celo por las almas, desprecio del mundo,
práctica de la mortificación, una sólida devoción a la Virgen
Sma., llevar una vida de perfección según los consejos
evangélicos. Estos medios usados en su conjunto dan una
certeza moral del perdón.

196 Cf Sal 18,13: «Delicata quis intélligit?» (Vulgata).


LAS GRANDES VERDADES 163

Examen. – Para asegurarme la remisión de los pecados


pasados, ¿uso uno por uno estos medios?
Propósito. – Seré fiel a la práctica de la obediencia, castidad
y pobreza evangélica.
Oración. – Heme aquí, oh Jesús Maestro, a tus pies, como la
Magdalena. Dame | un intenso amor a ti y un vivísimo dolor de BM1
mis pecados. ¡Ojalá tuviera yo la humildad de aquella 182
pecadora y su amor para merecer tu consoladora sentencia:
“Le son perdonados sus muchos pecados porque ha amado
mucho”. Dame un gran dolor; dame un gran amor; dame una
serena confianza del perdón.

77.
LA GRACIA PUEDE PERDERSE
«El temor del Señor es sabiduría e instrucción, le agradan la fidelidad
y la mansedumbre. No seas reacio al temor del Señor, ni te acerques a
él con doblez de corazón» (Sir 1,27-28).

1° Que el cristiano, aun después del bautismo y de la


confesión, puede caer en pecado y perder la amistad con Dios,
es una verdad de fe.
El alma en gracia es templo de Dios, pero lleva su tesoro en
un vaso frágil, que se rompe, si el alma cae en pecado: entonces
se pierde el gran tesoro. «El hombre justo no podrá seguir
viviendo por su buena conducta el día de su pecado» (Ez 33,12).
El Maestro divino también avisa: «Al que no permanece en mí
lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca» (Jn 15,6). Por eso
nos advierte el Espíritu Santo: «El que se crea seguro, cuídese
de no caer» (1Cor 10,12). Y Jesucristo amonestaba a los após-
toles: «Velad y orad para no caer en la tentación» (Mt 26,41).
2° Cayeron muchos ángeles, cayeron Adán y | Eva, caye- BM1
ron Salomón, que era sapientísimo, y David, que era un rey 183
según el corazón de Dios; y Judas que era un apóstol; y Pedro
que era el jefe de los apóstoles.
Nuestra mente es débil, como la voluntad y el corazón. Por
eso a menudo la mente se entenebrece; las pasiones nos turban,
el demonio asalta al hombre con mil tentaciones. «Dichoso el
LAS GRANDES VERDADES 164

que se mantiene alerta» (Prov 28,14). San Pedro advierte a los


fieles: «Sed sobrios, velad. Vuestro adversario, el diablo, como
león rugiente, ronda buscando a quien devorar. Resistidle,
firmes en la fe» (1Pe 5,8). Y san Pablo declara que también la
fe puede perderse y él mismo teme la condenación eterna.
3° Jesús Maestro, mi alma está en un mar borrascoso:
¡sálvame, que me hundo! Si prevalecieran mis enemigos y yo
volviera al pecado, ¿qué sería de mí? La muerte podría
sorprenderme en tal estado, sin darme tiempo para la conversión
y yo me condenaría para siempre. Quien aseguró el perdón al
hombre arrepentido, no prometió otro día al que peca. Quizás se
lo conceda, o quizás no.
Examen. – ¿Nutro en mi corazón un profundo odio al
pecado? ¿Vivo en la humildad, temiendo siempre las recaídas?
¿Recurro al Señor en todo peligro?
BM1 Propósito. – Me portaré como quien | viaja llevando un
184 tesoro de valor inmenso, y está rodeado de ladrones...
Oración. – En ti, oh Señor, he esperado; no quedaré
confundido para siempre. Confío en ti, Corazón divino. Espero,
por tu misericordia, no perder nunca tu gracia. Concédeme la
perseverancia. Haz que siempre te la pida; especialmente
cuando sea tentado. Recurriré siempre a ti, diciendo: Jesús mío,
ayúdame. Señor, no permitas que yo vuelva a pecar y pierda tu
gracia. María, sé mi salvación. Si persiste la tentación, haz que
yo persevere en invocar tu ayuda.
Ab omni peccato, líbera nos, Dómine.197

197 «De todo pecado líbranos, Señor».


LAS GRANDES VERDADES 165

78.
LA GRACIA ES DESIGUAL
EN LAS DIVERSAS ALMAS 198

«Uno es el resplandor del sol y otro el resplandor de la luna, y otro el


resplandor de las estrellas; pues una estrella se distingue de otra por su
brillo» (1Cor 15,41).

1° Por la gracia divina el alma del cristiano está unida a


su Dios. Esta unión se llama santidad, cuyo grado puede ser
muy diverso de un alma a otra. Advierte el Espíritu Santo: «El
justo siga practicando la justicia y el santo siga santificán-
dose» (Ap 22,11). Hay quien posee la gracia primera, hay
quien posee la segunda, la centésima, la milésima.199 Uno es el
estado de un hombre que apenas mereció el perdón de sus
pecados, y otro el estado | de san Alfonso que llegó a 90 años BM1
consumido por la penitencia, la predicación y la fatiga. 185
El grado de santidad depende de la medida de efusión del
Espíritu Santo y de nuestra cooperación. Que la gracia puede
crecer mediante las buenas obras es una verdad de fe. Además:
«Cada uno recibe la gracia según su medida; según cuanto el
Espíritu Santo reparte a cada cual, como él quiere 200 y según las
disposiciones y la cooperación de cada uno».201 En efecto dice
san Pablo: «A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia
según la medida del don de Cristo».202

198 En la segunda edición (1952), el título es simplemente: “LA GRACIA


ES DESIGUAL”.
199 Para este tema, cf DF, pp. 57-58: «La gracia puede ser primera,

segunda, milésima; desde el buen ladrón hasta la altura de la Sma. Virgen


hay una distancia inmensa. En general puede decirse que depende de dos
elementos: obra nuestra y gracia de Dios. Nuestra acción es la parte mate-
rial; la gracia es el alma que da un ser o un valor sobrenatural a la obra».
200 Como quiere, es decir según la propia voluntad.
201 Concilio de Trento, Decreto sobre la justificación, 13 enero 1547,

cap. 7 (DENZINGER-HÜNERMANN, Enchiridion Symbolorum, edición bilin-


güe, 1995, n. 1529).
202 Ef 4,7.
LAS GRANDES VERDADES 166

2° En la Escritura leemos: «La senda del justo es aurora


luminosa, crece su luz hasta hacerse mediodía» (Prov 4,18). La
santificación depende de dos elementos: la gracia y nuestra
cooperación, que el hombre da libremente. Por eso san Pedro
recomienda: «Creced en la gracia y en el conocimiento de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (2Pe 3,18). Y san Pablo:
«Hagamos crecer todas las cosas hacia él, que es la cabeza:
Cristo». 203 En el cielo son muchas las mansiones, y en el
firmamento eterno una estrella brilla más que otra, dependiendo
del grado de gracia con que las almas pasaron a la eternidad.
Debo suplicar, pues, al Espíritu Santo que baje a mí con gran
efusión de gracia y de amor. Y debo trabajar con mucha
voluntad para cooperar con Dios que me quiere santo, siendo
dócil a las sugerencias celestes.
BM1 3° Ven, oh Espíritu Santo, llena de ti los | corazones de los
186 fieles, y enciende en ellos el celeste fuego de tu amor. Concé-
deme, oh Jesús Maestro, la verdadera devoción, es decir la
gracia de pedirte siempre lo que te agrada, para cumplir en todo
la voluntad del Padre celeste. Hay quien apenas vive como un
niño, hay otro que corre, realiza trabajos pesados, y está el
soldado fuerte y heroico. Así es también en la vida espiritual.
Algunos apenas se mantienen vivos en la gracia, otros son
santos y héroes en muchas virtudes.
Examen. – La gracia desciende a los corazones humildes,
como el agua se recoge en los valles. ¿Se da en mí un sentir
bajo y veraz de mí mismo? ¿Coopero con la gracia? Cada noche,
recordando las horas del día, ¿puedo alegrarme de estar con
gracia más abundante que por la mañana?
Propósito. – Imprimiré bien en el corazón: «Creced en la
gracia» (2Pe 3,18).
Oración. – Jesús Maestro, imprime profundamente en mi
corazón la enseñanza de tu Iglesia. El Espíritu Santo distribuye
la gracia según le place; y según las disposiciones y coope-
ración del alma. Envíame tu Espíritu, dame buena voluntad,
pues de mucha paz goza el alma que la posee.

203 Ef 4,15.
LAS GRANDES VERDADES 167

79. BM1
TRES GRACIAS 187

«El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se
doblan. Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a
su tiempo; abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente. El
Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus
acciones; cerca está el Señor de quienes le invocan, de quienes le
invocan sinceramente» (Sal 145/144,14-18).

Las gracias de ilustración, de inspiración, de afecto 204


confortan las energías de la mente, de la voluntad y del corazón.
1° La gracia de ilustración sirve para alumbrar nuestra
mente. El Señor es la Verdad, es el Señor de las ciencias,
«scientiarum Dóminus».205 Se revela a los pequeños, es decir a
los humildes: «Intellectum dat párvulis».206 Y Jesús da gracias
al Padre: «Porque has escondido estas cosas a los sabios y
entendidos, y se las has revelado a los pequeños» (Mt 11,25).
Su luz vale para cada parte de lo cognoscible; pero hay una
ciencia que es la única necesaria para todos: es el conocimiento
de Dios, fin sobrenatural, y de los medios para conseguirlo; en
una palabra, la ciencia de la salvación eterna. Y el Señor se la
da a cuantos oran. La palabra de Dios es luz para nuestros
pasos: «Lámpara es tu palabra para mis pasos» (Sal 119/118,
105). «Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos
y Cristo te iluminará» (Ef 5,14).
2° La gracia de inspiración conforta la voluntad: «Creo, oh
Señor, pero ayuda mi falta de fe» (Mc 9,24). El Señor no manda
cosas imposibles, pero cuando manda nos advierte que hagamos
todo lo posible, y que pidamos cuanto no nos es posible; y nos
socorre para que sea posible.
Debemos cooperar con la gracia. Advierte | Suárez: 207 «El BM1
don de la perseverancia incluye muchas ayudas eficaces, que no 188

204 Cf DF, p. 60: «La gracia produce en el hombre efectos admirables:

ilustración en la mente, afecto santo en el corazón, inspiración en la


voluntad».
205 1Sam 2,3: «El Señor es un Dios que sabe».
206 Sal 119/118,130 (Vulg); «Da inteligencia a los ignorantes».
207 Francisco Suárez (1548-1617), teólogo jesuita español, intérprete

de santo Tomás.
LAS GRANDES VERDADES 168

se nos dan de golpe sino sucesivamente, o sea cuando las


necesitamos». De ahí la súplica: «Incline el Señor nuestros
corazones hacia él, para que marchemos por sus caminos» (1Re
8,58). Y la Iglesia ora así: «Oh Dios, nuestro refugio y nuestra
fuerza». Dios nos atrae a él: «Restáuranos, Dios salvador
nuestro» (Sal 85/84,5).
3° La gracia de afecto nos la infunde en el corazón el
Espíritu Santo que vino a habitar en nosotros por el bautismo.
El «pius credulitatis affectus» 208 es una dádiva del Espíritu
Santo. En efecto, dice Jesús: «Nadie puede venir a mí si no le
atrae el Padre que me ha enviado» (Jn 6,44). En el Cantar de los
Cantares está escrito: «¡Qué exquisito es el olor de tus
perfumes; llévame contigo, corramos» (Cant 1,3-4). El salmista
ruega: «Inclinavi cor meum ad faciendas iustificationes tuas in
aeternum...» 209 (Sal 119/118,112). «Inclina cor meum in
testimonia tua» 210 (Sal 119/118,36). Y también: «Oh Dios, crea
en mí un corazón puro» (Sal 50,12).
Dios mueve al hombre amablemente hacia su fin dejándole
libre, como dispone que todos los seres caminen hacia su fin por
instinto o por las leyes de la naturaleza insensible.211
Examen. – ¿Conozco bien este trabajo de la gracia en mí?
¿Pido estas gracias? ¿Las sigo?
BM1 Propósito. – Debo dejar libre la acción | del Espíritu Santo
189 en mí, sin contristarlo. Si la ayuda de la gracia es talmente
necesaria a los malos para hacerse buenos; a los buenos para ser
mejores; a los mejores para llegar a santos; a los perfectos para
perseverar; a todos para hacer el bien… ¡busquemos siempre
esa ayuda, pidámosla «con gemidos inefables»,212 pues sólo de
ella tenemos necesidad!
Oración. – Oh Dios, a quien se abre todo corazón y habla
toda voluntad, a quien ningún secreto se le escapa, con la
efusión del Espíritu Santo, purifica los pensamientos de nuestro

208 «Afectuosa inclinación a creer»: expresión atribuida a la escuela

agustiniana.
209 «Inclino mi corazón a cumplir tus leyes, siempre y cabalmente».
210 «Inclina mi corazón a tus preceptos».
211 Vegetal o mineral.
212 Rom 8,26.
LAS GRANDES VERDADES 169

corazón para que merezcamos amarte perfectamente y alabarte


dignamente.
LAS GRANDES VERDADES 170

80.
EL MÉRITO
«Todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la
gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios. Por eso, no
nos acobardamos, sino que, aun cuando nuestro hombre exterior se
vaya desmoronando, nuestro hombre interior se va renovando día a
día. Pues la leve tribulación presente nos proporciona una inmensa e
incalculable carga de gloria» (2Cor 4,15-17).

El alma, ayudada por la gracia, puede realizar obras buenas,


que son méritos para el paraíso. Jesús dijo: «El que dé de beber,
aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos
pequeños, sólo porque es mi discípulo, en verdad os digo que
no perderá su recompensa» (Mt 10,42).
Todo cristiano puede acrecentar continuamente su gracia y
merecer una más hermosa corona en el cielo. San Pablo, al
término de su vida, escribía: «He combatido el noble combate,
he acabado la carrera, he conservado la fe. Por lo demás, me
está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo,
me dará en aquel día» (2Tim 4,7). «Cada uno recibirá el salario
según lo que haya trabajado» (1Cor 3,8).
BM1 Nuestras obras son obras de miembros de Jesucristo; son
190 nuestras y suyas al mismo tiempo; tienen por eso valor por
nuestra parte y por la suya. Él dijo: «El que permanece en mí y
yo en él, ese da fruto abundante» (Jn 15,5). De hecho, los
méritos de Jesús son méritos de nuestra cabeza; por tanto,
también nuestros.
2° De toda nuestra vida quedarán únicamente los méritos
para el cielo; o los deméritos o pecados para el infierno. Cada
cual llevará consigo a la eternidad sólo las obras buenas o las
obras malas realizadas, sin que puedan ya cambiarse, ni crecer, ni
remediar, ni perderse, ni disminuir, una vez que hayamos entrado
en el cielo. Durante todo el tiempo pasado en la tierra, las gracias,
los bienes espirituales y materiales se nos dan sólo para adquirir
méritos. ¡Qué remordimientos tendrá el moribundo que se
encuentre con las manos vacías! ¡Y qué gozo experimnetará, en
cambio, el moribundo que haya empleado la vida acumulando
tesoros para el paraíso! «Procurad verdaderas riquezas» (Mt 6,20).
LAS GRANDES VERDADES 171

Hay quien gana mucho para el paraíso, y quien malgasta los


tesoros de las gracias y pierde las ocasiones de adquirir méritos.
3° Dice il concilio de Trento: Hay que prometer la felicidad
eterna a quien persevera en el bien hasta el final, esperando en
Dios; se trata de una recompensa asegurada por el Señor a quien
cumple buenas obras.213 En la sagrada Escritura se lee: «Bien-
aventurado el hombre que aguanta la prueba, porque, si sale
airoso, recibirá la corona de la vida que el Señor prometió a
quienes le aman» (Sant 1,12). San Pablo | escribe a los Hebreos: BM1
«Os hace falta paciencia para cumplir la voluntad de Dios y 191
alcanzar la promesa» (Heb 10,36). Jesús anima a quienes sufren
aquí con paciencia: «Alegraos y regocijaos, porque vuestra
recompensa será grande en el cielo» (Mt 5,12). El día del juicio
Jesucristo premiará a quien haya hecho obras de caridad con el
prójimo.
Examen. – ¿Pienso en los tesoros de méritos que cada día
puedo acumular o perder? ¿Soy más solícito de los tesoros
celestiales o de los terrenos? ¿Imito a los buenos negociantes?
Propósito. – Recordaré la sentencia de Jesucristo: Buscad
primero el reino de Dios... lo demás se os dará por añadidura.214
Oración. – Excita en nosotros, oh Señor, el ardor de los
santos para trabajar constantemente aquí en la tierra,
aguardando el descanso en la otra vida. Si las tentaciones son
más fuertes, más meritoria será la victoria; si la prueba es más
larga, mayor será el mérito; si las virtudes son más eminentes,
más preciosa la corona; si los sufrrimientos son más duros,
más dulce el premio; si más perfectas las virtudes que
ejercitamos, más glorioso el triunfo. ¡Y dichoso quien se une
estrechamente a ti, Jesús mío: contigo, por ti, en ti dará gran
gloria a Dios y tendrá un inconmensurable gozo en el cielo!

81. BM1
LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO 215 192
213 Concilio de Trento, Decreto sobre la justificación, 13 enero 1547,

cap. 16 (DENZINGER-HÜNERMANN, Enchiridion Symbolorum, edición


bilingüe, 1995, n. 1545).
214 Mt 6,33.
LAS GRANDES VERDADES 172

«Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad


plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye
y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá
de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso
os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará» (Jn
16,13-15).

1° Además de la gracia y las virtudes, el Espíritu Santo


infunde siete dones, «Sacrum septenarium». 216 Por eso se le
llama Espíritu septiforme.
Se trata de ayudas divinas, por las que las facultades del
alma se hacen más dóciles y fuertes para seguir la voluntad de
Dios. El alma movida por el Espíritu Santo se guía con las luces
de la fe, se siente fortificada para realizar actos siempre más
perfectos y a veces heroicos: «Cuantos se dejan llevar por el
Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios» (Rom 8,14). Dice san
Ireneo: «El Espíritu de Dios es espíritu de sabiduría y de
inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de
ciencia y de piedad, espíritu de temor».217
2° Cuatro dones perfeccionan nuestra inteligencia: el don
del intelecto, por el que entendemos mejor las verdades de la fe;
el don de la sabiduría, por el que gustamos la piedad, la oración,
las virtudes cristianas; el don de la ciencia, que nos hace subir
de lo creado a las verdades y principios más altos; el don del
consejo, por el que se distingue lo que debe hacerse y lo que se
debe rechazar en nuestra vida práctica, para conseguir la vida
eterna.218
Tres dones perfeccionan nuestra voluntad: el don de la piedad
hacia el Señor, hacia los superiores, hacia el prójimo en general,
para comportarnos siempre con amor y generosidad; el don de la
BM1 fortaleza, para resistir y perseverar no obstante | las dificultades
193 salidas a nuestro paso: muerte, burlas, dolores; el don del temor,
que nos hace evitar la ofensa a Dios, temer el purgatorio y el
infierno.

215 DF, pp. 101-102.


216 Secuencia “Veni, sancte Spíritus”.
217 Ireneo retomaba simplemente Is 11,2.
218 Ver la detallada presentación de estos cuatro dones del Espíritu que

“perfeccionan nuestra inteligencia” en “Amarás al Señor con toda la


mente” (ACV, pp. 40-42).
LAS GRANDES VERDADES 173

La sagrada unción del Espíritu Santo aporta al alma dones


proporcionados a los comunicados el día de Pentecostés a los
apóstoles: fe iluminada, valentía apostólica, celo ardiente, entrega
gozosa a Jesús. El Espíritu Santo es fuego, luz, amor gozoso;
tomando posesión de un alma se comunica él mismo.
3° Oh Señor, haz que la efusión del Espíritu Santo purifi-
que nuestros corazones y los fecunde, penetrándolos con su
celeste rocío.
Examen. – ¿Conozco bien los dones del Espíritu Santo?
¿Los pido? ¿Me pongo bajo su acción?
Propósito. – Cuidaré la devoción al Espíritu Santo.
Oración. – Ven, oh Espíritu divino, manda tu luz desde el
cielo. Padre amoroso del pobre; don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que
enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el
poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, | lava las
manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu
indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu
bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.219

82.
FRUTOS Y BIENAVENTURANZAS
«El fruto del Espíriuo es amor: alegría, paz, paciencia, afabilidad,
bondad, lealtad, modestia, dominio de sí. Contra estas cosas no hay
ley. Y los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con las
pasiones y los deseos. Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el
Espíritu. No seamos vanidosos, provocándonos unos a otros, envi-
diándonos unos a otros» (Gál 5,22-26).

219 Secuencia de Pentecostés.


LAS GRANDES VERDADES 174

1° El Espíritu Santo, obrando en el alma del justo, produce


también algunos frutos. 220 Los recuerda san Pablo: 221 caridad,
gozo, paz, paciencia, mansedumbre, benignidad, bondad, longa-
nimidad, fidelidad, dulzura, templanza. Son actos virtuosos que
se hacen con alegría, con perfección, con frecuencia. Santo
Tomás dice que los frutos son las obras buenas más perfectas,
realizadas por la eficacia de los dones, en las que el cristiano
prueba una cierta suavidad. Por eso son frutos los actos virtuo-
sos que se hacen con facilidad, prontitud y gusto espiritual.
Cuando en cambio esos mismos actos requieren fatiga y esfuer-
zo son simplemente actos virtuosos. Quien cultiva los dones
llega a las virtudes; quien cultiva las virtudes llega a los frutos.
2° Las bienaventuranzas son la última corona de la acción
BM1 divina en un alma. Son también frutos; | pero de tal perfección
195 que comunican al alma un anticipo de la beatitud eterna.222 Aún
no son la felicidad absoluta, sino medios eficaces para alcan-
zarla, y excitan a practicar hasta las virtudes más difíciles.
Jesucristo proclamó ocho:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos
es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque
ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre
y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Bienaven-
turados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán miseri-
cordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos
verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino
de los cielos. Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os
220 En DF, pp. 102-104, el P. Alberione enumera los frutos del Espíritu

y da de cada uno una breve descripción. Notemos que en el texto de san


Pablo (Gál 5,22) la expresión está en singular: al apóstol le interesa
relevar “el fruto” del Espíritu, que fundamentalmente es el agape, el amor.
Del amor, como manifestación eficaz, derivan todos los efectos indicados
detalladamente.
221 Gál 5,22.
222 Escribe el canónigo Francisco Chiesa: «Finalmente la gracia tiene

una amirable explicación en las OCHO BIENAVENTURANZAS EVANGÉLICAS,


que son como actos por los que se combaten las falsas bienaventuranzas del
mundo y por los que se puede gozar ya desde ahora una cierta felicidad,
preludio de la dicha perfecta de la vida futura» (Introducción a la Ascética,
Alba-Roma, 1929, p. 164).
LAS GRANDES VERDADES 175

persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Ale-


graos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el
cielo» (Mt 5,3-11).
3° A veces, el Espíritu Santo comunica a ciertas almas pri-
vilegiadas gracias extraordinarias.223 No constituyen la santidad,
ni son necesarias para alcanzarla. Se conceden para beneficio
del prójimo: para persuadir más, iluminar, animar en el bien.
Por ejemplo: el poder de hacer milagros, la gracia de las cura-
ciones, la visión profética del futuro, el conocimiento de los
corazones, el don de lenguas, la eficacia de la palabra, etc.
Quien no tiene tales dones no los desee; quien | los tiene se BM1
mantenga en profunda humildad. Únicamente el Señor en su 196
infinita sabiduría los distribuye como, cuando y a quien quiere.
Examen. – ¿Dejo al Espíritu Santo obrar en mí? ¿Me
dispongo dócilmente a su gracia? ¿La sigo? ¿Pido de modo
constante al Espíritu que me penetre enteramente?
Propósito. – Me humillaré siempre pensando en las almas
que, respondiendo a la gracia, llegaron a una altísima santidad.
Oración. – En verdad es justo y necesario, es nuestro deber
y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre
santo, Dios todopoderoso y eterno, por Jesucristo nuestro
Señor. Él, elevado a lo más alto de los cielos y sentado a tu
derecha, efunde sobre todos los hijos de adopción el Espíritu
Santo prometido. Por esta efusión de gozo pascual, el mundo
entero se desborda de alegría y también los coros celestiales,
los ángeles y los arcángeles cantan sin cesar el himno de tu
gloria: Santo, santo, santo es el Señor.224

83.
COOPERACIÓN CON LA GRACIA
«Comportaos así, reconociendo el momento en que vivís, pues ya es
hora de despertaros del sueño, porque ahora la salvación está más
cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada,

223 Alude a los “carismas”, que en la espiritualidad sucesiva han adqui-

rido grande relevancia.


224 Prefacio del Espíritu Santo, del Misal romano.
LAS GRANDES VERDADES 176

el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongá-
monos las armas de la luz. Andemos como en pleno día, con dignidad.
Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria y desenfreno, nada
de riñas y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo, y no deis
pábulo a la carne siguiendo sus deseos» (Rom 13,11-14).

1° La voluntad del hombre debe depender y uniformarse a


la voluntad de Dios,225 que dirige y gobierna todo el hombre.
Nuestro fin es Dios, y | el camino hacia él es Jesucristo; único
BM1 obstáculo es el pecado, que consiste en alejarse de la voluntad
197 de Dios; el mérito está en uniformarse a esa voluntad. Se
requiere una mortificación casi continua, sea para hacernos
dóciles a la voluntad de Dios, sea para ejercer un fuerte dominio
en todas las pasiones y acciones.
Para someternos a Dios es necesario vencer el respeto
humano, que nos hace ceder a las opiniones y habladurías
ajenas. También hemos de guardarnos de los malos ejemplos,
pues a menudo arrastran. Solo Dios tiene derecho a mandarnos;
solo Jesucristo merece ser imitado. Los hombres merecen ser
seguidos sólo en cuanto enseñan y viven según Jesucristo.
Oponernos al espíritu del mundo es gran sensatez.
2° La voluntad tiene una tarea harto difícil, que necesita
una fuerte disciplina y asidua mortificación. Se le oponen: los
injustificados temores de no salir a flote, el desánimo ante las
cotidianas dificultades y la indolencia que disminuyen las
fuerzas. Con Dios todo se puede.
También se oponen:226 la indecisión, la pereza, la dejadez;
hay que reforzar las energías morales considerando los ejemplos

225 Cf la orientación precisa dada ya por el P. Alberione en DF, p. 45:

«No debemos tener en cuenta nuestra voluntad sino la voluntad divina en


todo. Nuestra voluntad se nos da para que elijamos la voluntad divina
siempre, en todo, con total adhesión y humildad».
226 Sobre el tema de cuanto se opone a la voluntad o sobre las

enfermedades de la voluntad, el P. Alberione insistió mucho. In DF, p. 61,


escribe: «La gracia medicinal... quoad voluntatem, sana la abulia, la
ligereza e inconstancia, la pereza, la obstinación, las malas costumbres»;
en AS, p. 60, afirma: «En Jesucristo, por la comunión, tenemos el
acebuche injertado en un buen olivo, que es Jesucristo. La voluntad del
hombre recibe dos ventajas: queda sanada y elevada. Salvada, por el
“Salutis humanae Sátor, Iesus voluptas cordium”, de la abulia, incons-
tancia, pereza, obstinación, malos hábitos; y se nos infunde Jesús Maestro,
LAS GRANDES VERDADES 177

de los santos. Se oponen: la irreflexión, las malas costumbres, la


pasión, así como también la prisa excesiva, el entusiasmo fácil
pero inconstante, el desorden en el obrar; es preciso en cambio
tener siempre la mirada dirigida a Dios: «Señor, ¿qué quieres
que haga?» (At 9,6 Vulg.), y proceder, al mismo tiempo, con
calma y energía, cada día.
3° Para ayudar a la voluntad a someterse a Dios y guiar BM1
todo nuestro ser, se requieren la gracia de Dios y nuestra 198
energía.
La gracia del Señor es muy necesaria especialmente tras el
pecado original. Conocemos por experiencia cuán grande es
nuestra inconstancia. Pero Jesús viene a cooperar y colaborar
con nosotros: hemos de apoyarnos en él, orar y gemir, descon-
fiar de nosotros y fiarnos de él. La energía nos llevará a obrar
con firmeza, resolución, constancia. No bastan los deseos vagos
y el lánguido “quisiera”; se necesita el «quise, siempre quise,
fortísimamente quise»;227 es preciso asentar la máxima «quien
quiere se hace santo»; hay que hacer hoy cuanto hoy es posible,
mañana se hará cuanto mañana sea posible; es preciso pensar
que la vida es breve; sobre el tiempo futuro no podemos apos-
tar; cada día se debe obrar como si fuera el último de la vida.
Examen. – ¿Entiendo bien cuál es el cometido de la volun-
tad? ¿Y en qué mortificaciones debe ejercitarse? ¿Sé, bien y
proporcionadamente, esforzarme y contar con la gracia?
Propósito. – O victorioso o vencido: el paraíso es la corona
de los vencedores; el infierno, la ignominia de los vencidos.
Oración. – Señor, que nos creaste y formaste 228 de libertad,
asístenos propicio y fortifícanos por la fuerza del Espíritu Santo
en el camino de tus mandamientos. Reine en mí soberana tu
voluntad; y la voluntad sea reina y firme guía | de cada una de BM1
199
santidad esencial, para producir frutos». Esta indicación pasó en el P.
Alberione a ser oración y compromiso de vida: «Oh Espíritu Santo, por
intercesión de la Reina de Pentecostés, sana (...) mi voluntad de la abulia,
ligereza, inconstancia, pereza, obstinación, malas costumbres, y concibe
en mí a Jesucristo-Camino, el amor nuevo a cuanto ama Jesucristo y a
Jesucristo mismo» (Libretas personales).
227 Cf más arriba, meditación 52.
228 Quizás mejor: nos otorgaste la libertad.
LAS GRANDES VERDADES 178

mis potencias y pasiones. ¡Mucha paz para quien ama tu ley, oh


Señor! ¡Gozo constante y sereno para el hombre recto que
camina en la voluntad divina! De la mortificación vienen los
más dulces frutos.
LAS GRANDES VERDADES 179

84.
EL AMBIENTE DE VIDA
«En cuanto puedas, atiende a tu prójimo y aconséjate con los sabios.
Conversa con los inteligentes y habla siempre de la ley del Altísimo.
Hombres justos compartan tu mesa, y sea tu orgullo el temor del
Señor» (Sir 9,14-16).

1° Somos hombres y vivimos entre hombres, que pueden ser


buenos, malos o indiferentes, bajo el aspecto moral-religioso; de
buen o mal ejemplo; hostiles o favorables. Circunstancias de
tiempo: la vida es hoy muy diversa de la de otros siglos; hoy se
dan peligros especiales; y especiales medios de bien: por
ejemplo las organizaciones católicas, la radio, el cine. Pueden
convivir con nosotros personas ancianas o jóvenes; pobres o
ricas; instruidas o ignorantes. Circunstancias de lugar: país
católico, país antireligioso; país pobre, país rico.
Deben aceptarse muchas cosas porque no dependen de
nosotros, y en ellas debemos santificarnos. Otras cosas podemos
mejorarlas: los amigos, por ejemplo. A menudo el confesor
podemos elegirlo nosotros; así como las lecturas, las relaciones,
las distensiones. Los santos, en cuanto les era posible, se
creaban un ambiente de santidad, incluso retirándose en los
desiertos o en los claustros; o cambiando oficio, empleo; o
buscando colegas o amigos y lecturas según sus aspiraciones.
2° Santificar el ambiente. En todos los lugares se puede BM1
iluminar con la palabra, edificar con el buen ejemplo; obtener 200
gracias y bendiciones con la oración. La vida íntegra, since-
ramente buena, inspirada en fe profunda, en caridad sincera, es
una luz continua para todo el ambiente donde se vive.
Entonces se difunde alrededor un calor sobrenatural, y cada
uno prueba una gran seguridad y paz. Así ha habido soldados,
maestros, médicos que han ejercido un influjo benéfico y
cristiano en el propio ambiente. Y hay jovencitos, hijos de
familia, mujeres y muchachos, que en la humildad y en el
amor han sembrado cada día un gran bien.
Guardarse del mal en la escuela, en el taller, en la fábrica; a
menudo en los colegios, en las asociaciones y hasta en las
LAS GRANDES VERDADES 180

mismas familias, pueden encontrarse malos ejemplos, oír


principios y discursos peligrosos... Guardarse del mal: evitar las
ocasiones, resistir con la oración y la vigilancia. Incluso en un
ambiente corrompido pueden florecer azucenas de pureza y
flores de santidad. A quien ora y vigila con valentía no le
faltarán las gracias y la victoria y el premio final.
Hay siempre quien se deja arrastrar por la corriente; pero
también quien todo lo encamina a la propia santificación con
gozo y edificación. A menudo la esposa, el amigo, el
compañero de trabajo han santificado y salvado al esposo, al
amigo, al compañero de trabajo.
BM1 Otros, en dificultades mayores que las nuestras, se | hicieron
201 santos. Y entonces, ¿por qué no podemos serlo nosotros? La
única ley es siempre esta: huir del mal y obrar el bien.
Examen. – ¿Estoy persuadido de que la vida es una prueba?
¿Y que en la lucha hay quien vence y quien es vencido? ¿Venzo
yo? ¿O me dejo vencer? El heroismo de los santos y de los
mártires ¿me sirve de estímulo?
Propósito. – Vencer el mal; pero, a la vez, santificar mi
pequeño ambiente.
Oración. – Dirige sobre mí tu mirada, oh clemente, oh
piadosa, oh dulce Virgen María. Soy una frágil barquichuela en
un mar borrascoso; sálvame, porque a cada momento me
encuentro a punto de hundirme. ¡Pero confío en ti! Aleja al
demonio, fortifica mi espíritu, ilumíname siempre. ¡Sí, aun a
costa de salvarme con pocos! Más, quiero, con tu gracia, salvar
a los compañeros de viaje; y salvarme con muchos. Lo que no
es posible humanamente, yo lo espero de tu potencia y bondad.
¡Oh María, confío en ti!

85.
EN LA HUMANIDAD
«Tiende también tu mano al pobre, para que tu bendición sea completa.
Sé generoso con todos los vivos, y a los muertos no les niegues tu
generosidad. No te retraigas ante los que lloran, y aflígete con los que
se afligen. No dejes de visitar al enfermo, porque con estas obras te
harás querer. En todas tus acciones ten presente tu final, y así jamás
cometerás pecado» (Sir 7,32-36).
LAS GRANDES VERDADES 181

1° La humanidad es el ámbito más amplio donde vive el


hombre; de ella es parte, en ella tiene oficios, deberes y
derechos.
La humanidad viviente desciende toda de Adán: | por eso se BM1
da una íntima parentela y una hermandad en el padre común. 202
Todos los hombres son creados por Dios, hijos del buen
Padre celeste, que les hizo a imagen y semejanza suya.
Todos los hombres, aunque diversos de raza, de civilización,
de nación, son sustancialmente iguales por su alma espiritual e
inmortal y por su cuerpo. Grande es la dignidad de la persona
humana.
Todos han quedado sometidos a la culpa original, siendo
hermanos de desventura; pero también todos están redimidos
por la preciosa sangre de Jesucristo.
Todos son compañeros de viaje hacia la casa paterna, el
cielo, donde se les aguarda a todos y donde gozarán los mismos
bienes, en íntima caridad y gozo eterno.
2° Los hombres se deben mutuo amor, respeto y
cooperación.
Amor: significa amarnos a nosotros mismos y a Dios en el
prójimo. Describiendo el juicio final,229 Jesucristo predijo que
dirigiéndose a la derecha dirá a los buenos: «Venid vosotros,
benditos,… porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed
y me disteis de beber, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo,
en la cárcel, afligido y me habéis visitado, consolado, soco-
rrido». Ellos responderán: «¿Cuándo, oh Señor, te vimos
hambriento, sediento, desnudo, peregrino, encarcelado, enfermo
y te socorrimos?». Responderá el Juez: «Cada vez que lo hicis-
teis con un hermano vuestro, aun el más pequeño, | conmigo lo BM1
hicisteis... Venid, pues, al reino de mi Padre». 203
Respeto. Los derechos que tiene cada uno son también los
derechos del otro. La dignidad, la familia, la libertad, la
propiedad de la persona humana son sagradas.
No matar, no robar, no mentir. Respeta al prójimo en la
estima, en las posesiones, en el cuerpo, en el alma. Tienen
derechos: el patrón, pero también el siervo y el obrero; el
poderoso, pero también el débil, el enfermo, el pobre; el hombre

229 Cf Mt 25,34ss.
LAS GRANDES VERDADES 182

civil, pero también el salvaje.230 No hagas a los demás lo que


racionalmente quisieras que no te hiciesen a ti. Las guerras, las
persecuciones, cualquier violencia de estos últimos tiempos
claman venganza ante Dios.
3° Cooperación. En las cosas espirituales, proponer las
verdades divinas, extender la Iglesia, luchar contra la inmo-
ralidad y el error.
En las cosas intelectuales, difundir la cultura, la civilización,
el saber.
En las cosas económicas, los comercios, los medios de vida,
la medicina, la beneficencia, etc., etc.
Examen. – ¿Tengo ideas justas en esta materia? ¿Observo
los preceptos naturales con el prójimo? ¿Coopero a la elevación
de la humanidad?
Propósito. – Considero el egoísmo como contrario a los
deberes humanos; considero los deberes humanos como obli-
gaciones de conciencia.
Oración. – Oh Señor, que a todos creaste y redimiste en
BM1 Jesucristo, concédenos | mirar a todo hombre como hijo tuyo y
204 nuestro hermano. El pecado ha disgregado la familia humana,
pero el Evangelio, la redención y la Iglesia deben reordenarla,
reunirla y encaminarla a tu paterna casa en el cielo.
Concédenoslo por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos.

86.
LOS DEBERES FAMILIARES
«Quien respeta a su padre tendrá larga vida, y quien honra a su madre
obedece al Señor. Quien teme al Señor honrará a su padre y servirá a
sus padres como si fueran sus amos. Honra a tu padre de palabra y
obra, para que su bendición llegue hasta ti» (Sir 3,5-8).

230 Se entiende: el hombre primitivo.


LAS GRANDES VERDADES 183

1° La familia es el primer ámbito de santificación para el


hombre. Es la primera sociedad instituida por Dios y santificada
por Jesucristo. Nace por medio de un sacramento.231
En ella el hombre comienza, transcurre y cierra su vida,
ordinariamente. Los mayores méritos se adquieren las más de
las veces en la familia.
La fidelidad a los deberes familiares es el índice para
conocer la verdadera bondad de una persona, según la propia
condición; porque todos tienen en la familia una posición
propia: el marido, el padre, el hijo; la esposa, la madre, la hija;
el adulto, el joven, el niño; el hermano, la hermana, la
servidumbre...
2° Según es la posición, así son los deberes. 232 En la
familia debe haber instrucción religiosa, buen ejemplo recíproco,
caridad constante, ambiente de piedad, trabajo asiduo. En la
familia cada uno | debe encontrar su pan, su habitación, su BM1
descanso, su paz, su paraíso. 205
Los padres, con el recíproco afecto y la plena colaboración,
se sostienen en el trabajo, en las pruebas, en los sacrificios; y
dan a los hijos una formación físicamente sana; una educación
civil y religiosa lo mejor posible; una posición material y
espiritualmente buena.
Los hijos, agradecidos y cariñosos con los padres, los
apoyan en todo su cometido con obediencia, respeto, amor,
ayuda, asistencia moral y material.
Los amos respetan la persona humana de la servidumbre, del
obrero, y retribuyen el justo salario según justicia y asistencia
según caridad. Los siervos y los obreros prestan fielmente su
trabajo y respetan y aman a sus amos.
La ley natural y el cristianismo van unidos en promover la
familia tal como la quiso Dios creando a Adán y Eva, y como se
ve en el ejemplo de la familia de Nazaret, del modo que es
necesario para llevar una vida serena en la tierra, y que se
requiere para la salvación eterna de todos los miembros de una
casa. La muerte no corta los vínculos de afecto, pues las
familias deben reunirse en el cielo; familias sanas significa
sociedad bien ordenada.

231 Se trata de la familia vista en óptica cristiana.


232 O sea, a la posición ocupada corresponden los respectivos deberes.
LAS GRANDES VERDADES 184

Examen. – ¿Estoy bien instruido sobre mis deberes como


miembro de una familia? ¿Los cumplo con amor y fidelidad?
¿Tengo presente sobre todo el bien espiritual y eterno de una
familia?
BM1 Propósito. – Quiero que en el juicio | universal ninguna de
206 las personas con quienes convivo pueda echarme en cara
pecados cometidos en la familia o no haber dado mi aporte al
bienestar de todos los miembros.
Oración. – Jesús Maestro, bendice las familias en las que
está expuesta y es honrada tu imagen. Haz de nuestras familias
nidos de paz; haz que los ángeles habiten en ellas para custo-
diarlas; aleja las insidias del demonio; haz que se asemejen a
la familia de Nazaret.

87.
EL HIJO DE LA IGLESIA
«Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro. Pues
en la Iglesia Dios puso en primer lugar a los apóstoles; en segundo
lugar, a los profetas, en el tercero a los maestros, después, los milagros,
después el carisma de curaciones, la beneficencia, el gobierno, la
diversidad de lenguas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son
profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos
don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan?»
(1Cor 12,27-30).

1° La Iglesia es el segundo ámbito en el que el muchachito,


creciendo, se encuentra. En ella debe vivir, cumplir una misión,
salvar su alma.
La Iglesia es una sociedad 233 instituida por Jesucristo para
continuar la obra comenzada por él.

233 Esta visión de la Iglesia, propia de aquel tiempo, hoy debe quedar

integrada con la eclesiología del Vaticano II. Recordemos que el P.


Alberione, además de estar presente en el Concilio, invitó calurosamente a
sus hijos a asumir las orientaciones conciliares: «Constituye sensatez,
amor a la Iglesia, disposción de docilidad el acoger cuanto resulta de las
Constituciones y Decretos que van siendo aprobados por el Concilio,
guiado por el Papa. Debemos vivir el Concilio, que es el acontecimiento
del siglo, conocerlo lo más posible y comunicarlo en primer lugar a los
LAS GRANDES VERDADES 185

Se compone de la multitud de los fieles bautizados que


profesan la misma fe; está guiada por los pastores, con el Papa,
sumo pastor, por encima de todos; conduce a los hombres a la
felicidad mediante la predicación, el gobierno y los sacramentos.
Es sobrenatural, pero está compuesta por hombres. Vive en
el tiempo pero se perpetuará en el cielo. Es combatida y
perseguida, pero siempre victoriosa. Es madre de todos, pues a
todos engendra en la nueva vida.
2° Para conducir las almas al cielo tiene el poder de dar BM1
leyes según el Evangelio y el deber de predicar la palabra de 207
Dios, de guiar a las personas por el camino de la moral cristiana
tanto en el espíritu como en la vida exterior; de conferir el
bautismo, confirmación, eucaristía, extrema unción, orden y
matrimonio.
En las cosas de fe y moral es infalible; en su vida, siempre
combatida, es indefectible; en su ministerio tiene divinos
poderes que Jesucristo le otorgó; se inspira en la caridad, y en
su fin mira a la eternidad.
Sus hijos poseen una vida sobrenatural y eterna: son súbditos
voluntarios y por amor; cuentan con innumerables medios de
salvación; están nutridos y guiados por esta Iglesia madre,
desde su entrada en el mundo hasta la muerte; e incluso,
después, ayudados con sufragios o invocados como protectores.
Los fieles deben creer cuanto enseña la Iglesia, como si
enseñara Jesucristo mismo: «Quien a vosotros escucha, a mí me
escucha», 234 y someterse a todos sus preceptos y leyes disci-
plinares, litúrgicas y canónicas, secundando también sus orien-
taciones sociales propuestas por el Papa y demás pastores.
Cooperar con la Iglesia amorosamente como hijos devotos:
– con la oración asidua por el Papa y los sacerdotes, la
propagación de la fe, las obras vocacionales;
– con el ejemplo de una vida ejemplar;
– con la acción: por las vocaciones, por los | apostolados BM1
laicos, en defensa de sus derechos según la propia 208
condición.

nuestros, y luego a la cristiandad» (San Paolo, septiembre-diciembre de


1964).
234 Lc 10,16.
LAS GRANDES VERDADES 186

3° La Iglesia es también maestra de oración, especialmente


en la liturgia: misal, breviario, ritual y pontifical contienen las
plegarias y normas para el culto. Orar con la Iglesia, en la
Iglesia, por la Iglesia, tiene un mérito y poder especiales.
Examen. – ¿Cumplo mis deberes esenciales de creer en la
Iglesia, obedecerla, cooperar y orar con ella?
Propósito. – Quiero ser un mejor y más seguidor hijo de la
Iglesia.
Oración. – Oh Jesús Maestro, fundador de la Iglesia y
cabeza, vida y alma de la misma, recuerda que la compraste
con tu preciosa sangre. La Iglesia es tu reino, es tu Cuerpo
místico. Por intercesión de los santos apóstoles Pedro y Pablo,
dale libertad, exáltala ante el mundo; santifica sus miembros.
Te pido sobre todo que me hagas el más devoto de sus hijos.

88.
EL CIUDADANO
«Vosotros, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; ahora bien,
no utilicéis la libertad como estímulo para la carne; al contrario, sed
esclavos unos de otros por amor. Porque toda la ley se cumple en una
sola frase, que es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero,
cuidado, pues mordiéndoos y devorándoos unos a otros, acabaréis por
destruiros mutuamente (Gál 5,13-15).

1° La sociedad civil es el tercer ámbito en que se encuentra


el muchacho. Ahí debe vivir, compartir los bienes sociales,
cumplir una misión y ganarse el paraíso.235
BM1 La sociedad civil es conforme a la voluntad de Dios, que
209 hizo social al hombre.
Es el resultado de la multitud de ciudadanos y de la autori-
dad que gobierna, y tiene por finalidad el bienestar de aquí
abajo conseguido con medios comunes.

235 Esta visión idealizada de la sociedad civil refleja la doctrina social

cristiana, que el P. Alberione tomó de la encíclica Rerum novarum de


León XIII, y luego fue actualizando hasta los años 50 en sus escritos,
particularmente con el ya aludido Catecismo social.
LAS GRANDES VERDADES 187

No hay poder que no venga de Dios, y hacia ese poder todos


tienen deberes de sometimiento. Quien representa al gobierno
tiene el cometido de dar al pueblo leyes sensatas.
Cada ciudadano ha de encontrar en la observancia de las
leyes la libertad para desempeñar su actividad, vivir según su
conciencia y elevar su condición humana y cristiana. Todos
concurren al bien común y la comunidad provee los medios
necesarios para cada uno de los ciudadanos.
2° La Iglesia respeta todas las formas de gobierno; pero el
gobierno es para el bien común. El absolutismo, el despotismo,
el liberalismo, el comunismo son contrarios al bien de los
ciudadanos y por tanto contrarios a la voluntad divina.
Quien gobierna es en la sociedad el padre, a ejemplo del
padre de familia, y [debe], en especial, distribuir equitativa-
mente los pesos y los bienes.
Todos los ciudadanos tienen deberes:
– contribuir a dar buenos gobernantes con el propio voto, si
hay elecciones de los representantes del pueblo;
– contribuir a los gastos comunes;
– defender la paz interna y el territorio frente a enemigos
externos;
– observar las leyes y respetar a los conciudadanos.
Tienen asimismo derechos: BM1
– a que las leyes sean justas; 210
– a que se promuevan todas las iniciativas tendentes a ele-
var el tenor de vita, intelectual, económica y moralmente;
– a que se provea una recta administración de la justicia;
– a que se asegure una vida pacífica en la tranquilidad del
orden y cada uno pueda cumplir sus deberes religiosos.
3° Pueden hacerse muchos méritos: los gobernantes, las
fuerzas del orden, los soldados, los administradores de la justi-
cia, pues son oficios públicos y un continuo ejercicio de la jus-
ticia y de la caridad.
Los súbditos, en la observancia de las leyes, cumplien-
do sus deberes con espíritu de obediencia, como Jesús, que
quiso pagar el tributo por sí y por Pedro.
Y todos los ciudadanos, pues en las relaciones sociales, en el
comercio, en la convivencia civil entre obreros y patronos, en la
LAS GRANDES VERDADES 188

vida del municipio se da una continua práctica de humildad,


respeto, buen ejemplo, misericordia espiritual y corporal con los
necesitados.
Examen. – ¿Soy un buen ciudadano? ¿Cómo cumplo los
deberes de mi posición en la sociedad? ¿Trato de mejorarla por
mi parte?
Propósito. – Soy ciudadano de una patria: seré servidor de
sus leyes, seré hermano entre hermanos.
BM1 Oración. – Señor de todos y de todo, | bendice mi patria.
211 Dale buenos gobernantes, ciudadanos devotos, leyes sensatas,
paz interna, progresivo bienestar. Bendice las buenas institu-
ciones para que la juventud crezca sana, la política sea honesta,
las organizaciones sociales sean conformes al Evangelio y a la
Iglesia. Concédeme ser un buen ciudadano en la patria terrena
y poder ser un feliz ciudadano en el cielo.

89.
PROGRESO ESPIRITUAL
«No es que yo lo haya conseguido o sea ya perfecto: yo lo persigo, a
ver si lo alcanzo como yo he sido alcanzado por Cristo. Hermanos, yo
no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidán-
dome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante,
corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde
arriba en Cristo Jesús» (Flp 3,12-14).

1° Los santos fueron constantes en progresar cada día en el


amor y en la unión con Dios. Hay muchas almas atraídas a sí
por Dios con particulares luces y mociones. Y ellas dócilmente
asecundan al Espíritu Santo, queriendo darse cuenta del propio
aprovechamiento espiritual.
He aquí algunas señales:
a) Un deseo siempre más vivo del cielo y de la unión eterna
con el Señor. Pero este deseo debe ser tal que ayude a amar y
aceptar voluntariosamente los deberes cotidianos y los dolores
de la vida. El alma aspira a entrar en la compañía de los ángeles
en la tierra con una diligencia semejante a la de los propios
ángeles en el cielo. Se considera la vida como un noviciado del
LAS GRANDES VERDADES 189

paraíso: 236 pensamientos celestes, aspiraciones sobrenaturales,


fecundidad y exactitud en las obras que el Señor quiere.
2° b) Una concientización más exacta e iluminada de la
vida presente. El alma se siente más | libre y dueña de sí: ni las BM1
dificultades la frenan, ni los pequeños apegos la impiden. Se 212
halla como un pajarito suelto del lazo o de los hilillos que le
ataban. El dolor y el temor del pecado se hacen cada vez más
sensibles y más filiales. El deseo de Dio se ensancha, el amor a
las almas aumenta. El pensamiento de la gloria de Dios invade
el alma con una nueva luz, de modo que vive en Jesús
compartiendo sus aspiraciones y sentimientos. Con todo, desea
siempre más la vida en Cristo.
c) Desarrollo de las fuerzas espirituales, aunque al tiempo
vayan disminuyendo las físicas. Un gran deseo de conocer y
amar, si bien tal vez separado de toda consolación y satisfac-
ción. Actividad que se da a ver con un auténtico fervor de
obras: ejercicios de piedad bien regulados, afectos vivos, acti-
vidad incesante y humilde a favor de las almas, mayor devo-
ción y comprensión más clara de la Iglesia como maestra de
verdad y de santidad, como madre de gracia.
d) Resistencia más rápida al mal, con una pronta reacción a
cuanto tiende a enflaquecer la vida espiritual. Los titubeos, las
disipaciones, los desánimos se rechazan con prontitud, mientras
se hacen cada vez más raros.
Examen. – ¿Noto en mí la primera señal? ¿La segunda, la
tercera, la cuarta?
Propósito. – Imitaré a san Pablo apóstol, prototipo del alma
siempre elevándose.
Oración. – Señor, infundiste en mí deseos y propósitos de BM1
perfección: socorre mi flaqueza. ¡Qué mundano, inconstante, y 213
frío me siento aún! Más gracia, oh Dios mío, ¡más abundancia

236 Pensamiento habitual en la predicación del P. Alberione: «Así la

vida es toda ella una preparación al paraíso, pudiéndosela llamar el


noviciado del cielo. Aquí en la tierra hemos de prevenir las ocupaciones
que tendremos en el cielo, hemos de prevenir la vida de allá arriba, es
decir, tener los pensamientos y sentimientos que tendremos en el cielo» (A
las Pías Discípulas del Divino Maestro, 1959, 180).
LAS GRANDES VERDADES 190

de dones del Espíritu Santo! Te lo pido por la pasión y muerte


de Jesucristo y por el Corazón inmaculado de María.
LAS GRANDES VERDADES 191

90.
LAS MISIONES
«A los presbíteros entre vosotros, yo presbítero como ellos, testigo de
la pasión de Cristo y partícipe de la gloria que se va a revelar, os
exhorto: pastoread el rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, mirad
por él, no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por
sórdida ganancia, sino con entrega generosa; no como déspotas con
quien os ha tocado en suerte, sino convirtiéndoos en modelos del
rebaño. Y, cuando aparezca el Pastor supremo, recibiréis la corona
inmarcesible de la gloria» (1Pt 5,1-4).

1° Jesús es el Hijo de Dios enviado (Missus o Mesías) 237


para salvar a los hombres.
Jesús, antes de subir al cielo, envió a los apóstoles, que
mientras van, cumplen una misión. Están en misión. Dijo el
divino Maestro: «Como el Padre me ha enviado, así también os
envío yo; id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la
creación».238
Las misiones son, pues, el cumplimiento del divino mandato.
Son el trabajo de expansión del reino de Dios, la Iglesia. Son el
ministerio de Jesús entre los infieles, para comunicarles la
redención. Son predicación, gobierno, regeneración, santifica-
ción de quienes están en las tinieblas y en las sombras de
muerte. 239 Son la civilización y la elevación cristiana de los
pueblos todavía no católicos.
2° De los hombres actualmente vivientes, más de la mitad
no son cristianos. La inmensa Asia, | Oceanía, África, son en BM1
gran parte paganas, mahometanas, etc. Aunque haya misioneros 214
en casi todas partes, es aún lamentable el estado de ignorancia,
superstición, abyección moral e idolatría.

237 El “Missus”, en el mundo latino, era el Enviado imperial. “Mesía”

en cambio, en el mundo judaico, era el Consagrado-Rey, de donde


procede el griego Χριστός (Christós), Cristo.
238 Jn 20,21; Mc 16,15.
239 Cf Lc 1,79.
LAS GRANDES VERDADES 192

El anhelo de Jesús es que se constituya un solo aprisco bajo


un solo pastor.240 Su sed de almas fue incesante. Derramó por
todos su sangre, y quiere que todos se salven y conozcan la
verdad.241 Quienes poseen las riquezas de la fe tienen el deber
de compartirlas con los que viven en la pobreza más absoluta.
Por eso la Iglesia siempre trabajó por las misiones: su buen
espíritu es difusivo, como se siente especialmente hoy.
Obra de la Propagación de la fe, de la Santa Infancia, del
Clero indígena, Institutos misioneros, vocaciones e iniciativas
misionales por todas partes.242
Quien ama y siente la propia fe tiene celo por darla a
conocer. No lo tiene quien no ama. Quien tiene un corazón
cristianamente sensible, se conmueve ante tantos infelices.
3° Medios para ello son la oración y la acción. Orar,
porque el Maestro divino dijo: «Rogad al Señor de la mies que
mande trabajadores a su mies». 243 Comulgar, rezar rosarios,
asistir a la santa Misa, visitar el Smo. Sacramento por las
misiones y los misioneros.
Acción: suscitar vocaciones, ayudar a su formación, contri-
buir de varias formas con ofertas.
BM1 Examen. – ¿Conozco las misiones? ¿Tengo espíritu de veras
215 cristiano? ¿Qué hago por las misiones?
Propósito. – Elegiré hacer alguna oración u obra particular
por las misiones.
Oración. – Oh Señor, quieres que todos se salven: mira
piadosamente al mundo todavía infiel. Ten piedad de un tan
numeroso rebaño disperso y sin pastor. Suscita vocaciones y
sostenlas con tu gracia. Danos misioneros santos y sabios;
enciende su celo. En todos los cristianos se forme una auténtica
conciencia misionera.

240 Cf Jn 10,16.
241 Cf 1Tm 2,4.
242 Frase elíptica, que supone una precedente afirmación: Por este

motivo han surgido en la Iglesia las siguientes instituciones:...


243 Mt 9,38; Lc 10,2.
LAS GRANDES VERDADES 193

91.
LOS DEBERES DE ESTADO 244
«Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la
vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y
amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor,
esforzándoos en mantener la unidad del Espiritu con el vínculo de la
paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza
de la vocación a la que habéis sido convocados» (Ef 4,1-4).

1° Tres son los principales estados de vida: el estado


conyugal, el estado sacerdotal, el estado religioso. Cada uno de
ellos abraza después varias categorías de personas: el superior,
el súbdito; el padre, la madre; el sacerdote simple, el párroco,
etc. Y luego están quienes se preparan para su estado: el hijo de
familia, el estudiante, la joven, etc.
En toda situación hay deberes, que son los mandamientos
aplicados a cada persona en sus especiales circunstancias de
vida. Así es diversa la aplicación del cuarto mandamiento en
el padre, la madre, los hijos; y diversa la del sexto manda-
miento para la hija, 245 la religiosa, la esposa, la viuda, la
soltera.
En cualquier estado hay peligros, gracias, medios, deberes y BM1
méritos que conquistar. 216
2° En cada uno de los estados es posible hacerse santos.
Hay santos obispos, religiosos, padres de familia, jovencitos,
muchachas, viudas, sacerdotes. La santidad está en el cum-
plimiento de la voluntad de Dios: quien la cumple es santo ante
sus ojos purísimos. Los deberes del propio estado, de la propia
condición, del propio oficio en sus circunstancias particulares
de vida, son precisamente el querer y el beneplácito de Dios.
Cada cual dispone, en efecto, de oportunidades especiales: una
persona, por ejemplo una madre de familia, puede tener más o
menos salud; encontrarse con un marido y unos hijos más o
menos buenos; en un ambiente más o menos favorable; en un
244 Por “estado” se entiende aquí una condición estable de vida. Hoy

se habla, en sentido amplio, de “deberes profesionales”.


245 Hija se entiende como muchacha, señorita.
LAS GRANDES VERDADES 194

país más o menos cristiano; en una edad más o menos joven;


sentirse más o menos tentada.
Quien tiene fe reconoce en cada cosa y acontecimiento el
querer divino sobre él. La jornada para cada uno es una cadena
de pequeñas cosas, una sucesión de momentos, una continuada
ocasión de pruebas, dificultades y pequeños preciosos méritos.
Quien sabe santificarlo todo tejerá una vida de hilos de oro;
otros, en cambio, de imperfecciones, faltas e incluso pecados.
3° El examen sobre los deberes de estado es necesario y de
gran ventaja para cada día, cada confesión, cada retiro mensual,
cada curso de santos ejercicios.
BM1 Además, cada cual debe instruirse sobre sus particulares |
217 deberes, vocación, oficio. Y luego rece, pidiendo a Dios las
gracias especiales que le son necesarias.
Examen. – ¿En qué estado me encuentro y cómo conozco los
relativos deberes? ¿Me examino a menudo? ¿Rezo, me aconsejo,
progreso?
Propósito. – Me preguntaré con frecuencia: cuando esté al
final de la vida, ¿me sentiré tranquilo por la correspondencia a
cuanto Dios quiere de mí?
Oración. – Señor, aguardas a todos en tu casa paterna del
cielo, aunque por diversos caminos, oficios y circunstancias:
vuelve a mí tu benigna mirada, hazme un buen hijo, dócil a tu
voluntad, para que yo te agrade en cada día y momento de mi
vida. ¡Nada según mi capricho; nada contra ti, nada sin ti!
Hazme semejante a tu Hijo amado que siempre y en todo te
agradó.

92.
ACCIÓN CATÓLICA
«Tú, hijo mío, hazte fuerte en la gracia de Cristo Jesús, y lo que has
oído de mí, a través de muchos testigos, esto mismo confíalo a
hombres fieles, capaces, a su vez, de enseñar a otros» (2Tim 2,1-2).
LAS GRANDES VERDADES 195

1° La Acción Católica es la participación y cooperación de


los fieles en las obras de celo de los sacerdotes.
El sacerdote predica la fe, el buen cristiano ayuda a la obra
misionera, a la acción catequística; tiene conferencias y exhor-
taciones; se dedica a la prensa católica, a la radio, al cine bueno;
| a la polémica apologética,246 a todo cuanto favorece la instruc- BM1
ción, la cultura cristiana, las escuelas buenas. 218
El sacerdote gobierna las almas: el Papa en todo el mundo,
el obispo en su diócesis, el párroco en la parrocchia, el
sacerdote en tantas 247 participa en su trabajo organizando
hombres e iniciativas. El buen cristiano coopera, favorece a las
mujeres, los jóvenes, los niños, las corporaciones para las
buenas costumbres y la lucha contra el mal, el trabajo para un
buen gobierno y una recta administración ayudando en todas las
iniciativas católicas.
El sacerdote es ministro del culto y dispensador de los
misterios de Dios.248 El buen cristiano favorece la unidad de la
Iglesia, lleva los hombres a los sacramentos, sigue la liturgia,
coopera en la iglesia, en el culto, profesa públicamente su fe.
2° Todos tenemos deberes de caridad con nuestros herma-
nos para ayudarles en la obra de salvación.249
Todos tenemos la posibilidad de hacer algo: apostolado de la
oración, del buen ejemplo, del sufrimento, de las obras, de las
ediciones, en cualquier medida y según nuestras especiales
circunstancias.
Todos tendremos que dar cuenta a Dios, si una sola alma se
perdiera por causa nuestra o llegara a una santidad menor de
cuanto hubiera hecho con nuestra ayuda.
Todos tenemos el título de «estirpe electa, sacerdocio real,
gente santa...», según san Pedro. 250 La Acción Católica, sea
privada u organizada, pero siempre según la enseñanza de la |
Iglesia, es una especie de sacerdocio real y nos hace partícipes BM1
219

246 En el sentido de confrontación abierta, discusión en defensa de la

verdad y de los sanos principios.


247 Sobreentendido probablemente “formas”.
248 Cf 1Cor 4,1.
249 En el original se usa una palabra algo extraña.
250 1Pe 2,9.
LAS GRANDES VERDADES 196

de la obra y del ministerio de salvación confiado al Papa, a los


obispos, al clero.
Hombres y mujeres, muchachos y chicas, obreros, campe-
sinos, intelectuales, súbditos y gobernantes: todos pueden, de
algún modo, cooperar en glorificar a Dios, salvar almas y elevar
la sociedad.
3° Grande es el mérito de quien animosa y dulcemente, a
ejemplo del Salvador, toma su parte de responsabilidad en la vida,
en la familia, en la parroquia, en la sociedad.
La oración, el voto electoral, la palabra, las posesiones, la
ciencia, etc. son talentos de gran valor, y habrá que dar cuenta a
Dios. Todo puede usarse para el ejercicio de la caridad.
Examen. – ¿Cuáles son mis convicciones sobre estas
verdades? ¿Cumplo mi parte o me limito a lamentaciones
vanas? ¿Cuánto y cómo rezo por el prójimo?
Propósito. – Con valentía y fe asumiré mi puesto de acción,
con el consejo del confesor.
Oración. – Señor misericordioso, te pedimos cristianos
dignos de tal nombre, imitadores de Cristo, fieles a él hasta el
heroísmo, cooperadores suyos en la persona de su sacerdote.
Él eligió unos discípulos entre los muchos que le seguían.
BM1 Ahora los cristianos sientan con la Iglesia; | secunden todas sus
220 iniciativas, crean al conjunto de sus enseñanzas, tengan piedad
de quien camina por la senda de perdición y actúen a ejemplo
de Jesucristo que murió por nosotros en la cruz.

93.
LA PRENSA
«La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza;
enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.
Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y
cánticos inspirados» (Col 3,16).

1° Libros, opúsculos, periódicos, revistas, reproducción de


imágenes, imprentas, editoras, libreros, periodistas, escritores,
tipógrafos, propagandistas… forman lo que comúnmente se
llama «la prensa».
LAS GRANDES VERDADES 197

Esta puede ser un apostolado de verdad, de bondad, de


religión; puede ser un medio de cultura, de ciencia, de arte; pue-
de ser también instrumento para cualquier clase de error, herejía,
perversión, desorden. Es un gran invento moderno, por el que la
palabra del hombre se multiplica, se ensancha, llega a todos.
Dolorosamente se sirven de ella más los malos para el mal,
que los buenos para el bien. Son más numerosos los lectores de
las publicaciones malas que los lectores en busca de la verdad y
el bien.
2° La prensa es una gran fuerza.251 La Biblia, el Evangelio,
los libros de Dios se han multiplicado en ediciones y ejemplares
innumerables. Son los libros de la humanidad. Así también los
escritos de los doctores, papas, santos y escritores católicos.
Ellos han difundido en el mundo el pensamiento, la | moral, el BM1
culto cristiano, junto a la predicación oral de los pastores de la 221
Iglesia. Buenos libros de meditación. 252 Por el contrario, 253
millones y millones de ejemplares de periódicos, libros y revistas
difunden el error, las malas costumbres, la superstición, arruinan-
do el recto orden, suscitando guerras, explotando las pasiones
humanas, combatiendo a la Iglesia y las cosas sagradas, corrom-
piendo a la juventud. San Agustín, por la lectura de un trozo de
las Cartas de san Pablo, se convirtió; almas cándidas de joven-
citos perdieron la inocencia por libros y periódicos perversos.
3° Nuestros deberes con la prensa son tres:
a) abstenerse de toda lectura mala y de cualquier coope-
ración, directa o indirecta, con la prensa peligrosa. San Pablo en
Éfeso hizo llevar a la plaza muchos libros escandalosos y
supersticiosos, quemándolos ante el pueblo.254

251 Es bien sabido cuánto esta convicción haya influido en la vocación

y misión del P. Alberione. Desde los orígenes de la fundación de la


Familia Paulina, él sintió la obra de la prensa como “apostolado”,
confirmado en ello por las palabras del papa Benedicto XV: «Para el
católico la prensa es una misión» (citado en San Paolo, mayo 1961).
Sobre el argumento de esta meditación y de las dos sucesivas el P.
Alberione se extiende difusamente en la obra Apostolado de la Prensa
(1933), integrada y actualizada con El Apostolado de la Edición (1944)
reeditada para la presente colección el año 2000.
252 Sobreentendido: se han publicado.
253 En el original: en sentido contrario.
254 Cf He 19,19.
LAS GRANDES VERDADES 198

b) Leer libros buenos, buenos periódicos y contribuir a su


condición 255 según las posibilidades. Es de inmenso fruto la
lectura del Evangelio, de las vidas de los santos, de libros
espirituales.
c) Hacer el apostolado de la prensa en el propio ambiente y
según las propias posibilidades, con la oración, las ofertas,
escribir, difundir.
Hoy más que en el pasado, pues hoy se lee mucho más. El
Papa ha enseñado tanto, y han insistido los obispos y los
sacerdotes. Son incontables y gravísimos los pecados cometidos
BM1 con la prensa deshonesta porque se oponen | directamente al
222 Maestro divino y constituyen un escándalo continuado.
Examen. – ¿Tengo conciencia del bien y del mal que la
prensa produce? ¿Me abstengo del fruto venenoso? ¿Me nutro
del fruto sano? ¿Contribuyo al apostolado de la prensa?
Propósito. – Consideraré las palabras de León XIII: oponer
prensa sana a prensa pervertidora de las almas.
Oración. – Oh Señor, que siempre pones en las manos del
hombre instrumentos más ingeniosos para la divulgación del
pensamiento, vuelve tu mirada piadosa a la sociedad actual.
Mira cómo es combatida la verdad, la virtud, la Iglesia.
Ilumina y santifica a los escritores, tipógrafos y propagan-
distas de modo que se aleje toda insidia y ruina de las almas, y
que tu Evangelio corra, se difunda y sea glorificado doquier.
Bendice y premia a los apóstoles de buenas ediciones;
consuélalos con frutos copiosos. Tú dijiste: El que vivió bien y
enseñó bien tendrá doble fruto.256

94.
EL CINEMATÓGRAFO
«Reconoced la grandeza de su nombre, dadle gracias, proclamad su
alabanza con vuestros cánticos y con las cítaras, alabadle con estas
palabras: ¡Qué hermosas son las obras del Señor!... Las acciones de
los vivientes están ante él, y nada puede ocultarse a sus ojos. Su

255 “Condición”: quizás haya que entender “composición”. En una

edición sucesiva se lee: “publicación”.


256 Cf Mt 5,19; 1Tim 5,17.
LAS GRANDES VERDADES 199

mirada abarca toda la eternidad, y nada le causa admiración» (Sir


39,15.19-20).

1° Es dolorosamente verdad que muchas invenciones hu-


manas se usan más como instrumentos de mal que como medios
de bien. Así sucede con la prensa, la radio, el cine.
Pío XI escribió en relación a este último una bella encíclica, BM1
para recordar a todos sus deberes al respecto.257 Pío XII, luego, 223
en una audiencia a representantes del cine dijo: «A veces me
pregunto si los directores de las industrias cinematográficas
valoran de lleno la vasta potencia que tienen de influenciar la
vida social, sea en la familia, sea en las más amplias comuni-
dades ciudadanas. Los ojos, los oídos, son como anchas carre-
teras que conducen directamente al alma del hombre. ¿Qué es lo
que entra desde la pantalla a las íntimidades de la mente, donde
crecen, se forman y se afinan el fondo de la juventud y las nor-
mas y motivos del obrar que modelarán el carácter definitivo?
¿Es algo que contribuirá a hacer ciudadanos mejores,
industriosos, amantes de la ley, timoratos de Dios, encontrando
en ello la alegría, la distensión del placer y de la sana recre-
ación? San Pablo aprecia a Menandro, antiguo poeta griego,
cuando escribía a los fieles de Corinto que “las malas com-
pañías corrompen las costumbres” (1Cor 15,33).
Y bien, ¡cuánto más eficazmente se corrompen cuando los
discursos van acompañados por una conducta pintada al vivo,
que se burla de la ley de Dios y de la decencia! ¡Qué inmenso
cúmulo de bien puede producirse con la cinematografía! He
aquí por qué el mal espíritu... quiere pervertir este instrumento
para sus impíos propósitos».258
2° Nuestros deberes son: abstenerse de las | representacio- BM1
nes impías e inmorales, alejando de ellas incluso a las personas 224
dependientes. Poner en guardia de los peligros y promover la
«promesa cinematográfica». 259 Rezar y trabajar en difundir el

257 Pío XI, encíclica “Vigilanti cura”, 29 junio 1936.


258 Pío XII, Discurso a los miembros del Motion Picture Executive
Committee of Hollywood (14 julio 1945).
259 Sobre este tema leáse cuanto el P. Alberione había ya escrito en El

Apostolado de la Edición: «Entre los medios prácticos más eficaces está


la promesa sobre los espectáculos cinematográficos. La recomendó el
propio Pío XI en la “Vigilanti cura” con estas textuales palabras: “Todos
LAS GRANDES VERDADES 200

cine sano, como un verdadero apostolato moderno y de gran


necesidad hoy en día.
Todo lo creado es un medio para llegar a la salvación del
alma. Por eso cualquier invento, los medios más rápidos y
eficaces deben usarse para el reino de Dios y para extender la
redención y la salvación de los hombres. Hay que llegar a todo,
oponer cine bueno a cine malo. Es una cuenta grave que
deberemos presentar a Dios.
3° Pío XI escribe: «Hoy es necesaria una más esmerada y
amplia vigilancia sobre los libros licenciosos y los espectáculos
cinematográficos».
Examen. – ¿Tengo conciencia e ideas sanas sobre el cine?
¿Cumplo mi deber de abstenerme y mortificarme? ¿Promuevo,
según mi condición, el apostolado cinematográfico?
Propósito. – Recordaré las palabras de Pío XI. La voz de la
Iglesia, que es maestra y modelo de todo apostolado, y las
varias necesidades de la sociedad, indicarán los medios ade-
cuados y las diversas formas convenientes para que la palabra
de Dios se propague y sea glorificada.
Oración. – Bendice, oh Maestro divino, a cuantos trabajan y
rezan por el apostolado del cine. Ilumina y convierte a tantos
BM1 infelices y | ciegos productores, propagadores y espectadores
225 de películas corruptoras. Tuya es la ciencia y tuyas las fuerzas
de la creación: haz que todo se use para tu gloria y para
nuestra salvación. ¡Que nadie te ofenda, oh Señor, convirtiendo
en veneno y corrupción lo que tú has preparado con tanto amor
a los hombres!

95.
LA RADIO
«Al principio Dios creó bienes para los buenos, y males para los
pecadores. Esenciales para la vida humana son: agua, fuego, hierro y
sal, flor de harina de trigo, leche y miel, mosto, aceite y vestido. Todas

los pastores de almas procurarán obtener de sus fieles que hagan cada
año, como sus cohermanos americanos, la promesa de abstenerse de pelí-
culas que ofendan a la verdad y a la moral cristiana”» (AE, 1944, p. 46).
LAS GRANDES VERDADES 201

estas cosas son bienes para los piadosos, mas para los pecadores se
transforman en males» (Sir 39,25-27).

1° El Papa, así como quiso en el Vaticano tipografía y


periódicos, también quiso la instalación de la radio para
comunicarse con todos los hombres. 260 En las más solemnes
ocasiones cumple con ella el mandato universal: «Predicad a
toda criatura».261 La radio transmite la verdad y la falsedad, la
ciencia y el arte, lo que es santo y lo que corrompe. Es un
discurso que, mediante aparatos, llega a muchos oyentes; por
tanto resulta o más meritorio o más escandaloso por parte de
quien habla en ella. «Los malos discursos corrompen las buenas
costumbres». 262 Por parte de los oyentes se recibe la radio
abriendo los oídos y el aparato; deberá aplicarse, pues, el
espíritu de mortificación cerrando los oídos y el aparato. Puede
ser la voz de la serpiente que sedujo a Eva; y puede ser la voz
del Vicario de Jesús que ilumina y conforta las almas.
2° La radio tiene un gran potencial de bien o de mal; y
san Pablo, si volviera al mundo desearía | hablar por ella.263 BM1
Con este medio puede seguirse la celebración de una función, 226
o participar de una música emotiva. El secreto de su fuerza
está en la amplitud de difusión y en el número de oyentes. Hoy
se la escucha en casi todas las familias de las naciones consi-
deradas civiles.
Pío XII dijo: «Como cualquier invento humano, la radio
puede ser instrumento del bien o del mal. Se la ha usado para
esparcir calumnias, para extraviar a los sencillos y no informa-
dos, para turbar la paz de las naciones y entre los pueblos. Esto

260 La Tipografía Vaticana fue fundada el 25 de abril de 1587 por el

papa Sixto V, encargándosela el 22 de enero de 1588 a una especial Sacra


Congregación. La Radio Vaticana, fue decisión de Pio XI, encargando su
montaje a Guillermo Marconi; se inauguró el 12 de febrero de 1931.
261 Mc 16,15.
262 Sentencia del poeta griego Menandro, citada por san Pablo en 1Cor

15,33.
263 «Si san Pablo viviera, continuaría ardiendo en aquella doble llama

de un mismo incendio: el celo por Dios y por su Cristo, y por los hombres
de cualquier pueblo. Y para que le oyeran subiría a los púlpitos más
elevados y multiplicaría su palabra con los medios del progreso actual:
prensa, cine, radio, televisión...» (San Paolo, oct. 1954; cf ACV, p. 62).
LAS GRANDES VERDADES 202

es abusar de los dones de Dios... ¡Ojalá el bien hecho por la


radio supere el mal! Tal es nuestra oración».264
3° ¿Qué deberes tenemos todos frente a los bienes o los
males provenientes de la radio? Son tres: a) Abstenerse en
modo absoluto de escuchar cuanto en ella hay de malo, que
constituiría pecado; e impedirlo a las personas dependientes de
nosotros, a costa incluso de destruir los aparatos. b) Escuchar
las buenas transmisiones: religiosas, civiles, científicas, artís-
ticas que sirven para reforzar el espíritu cristiano y elevar al
hombre, mejorando su vida. c) Darse cuenta de que hay un
verdadero apostolado de la radio, consistente en promover
transmisiones buenas y en eliminar las corruptoras y vulgares.
El Papa, sacerdotes y católicos de buen espíritu hablan por radio
en determinadas ocasiones con mucho fruto de los fieles.
Examen. – ¿Tengo una verdadera conciencia de la potencia y
BM1 del peligro de la radio? ¿Me mortifico | absteniéndome de lo
227 que es peligroso? ¿Coopero en este apostolado, y me aprovecho
de él personalmente?
Propósito. – De todo puede abusar el hombre; en todo puede
encontrar peligro; todo lo puede santificar. ¿Santifico la radio?
¿La hago medio de santificación y elevación?
Oración. – Oh Señor de las ciencias y de las fuerzas de la
naturaleza, ¡bendito seas por haber puesto tantos bienes al ser-
vicio de la humanidad! Eres omnipotente, bueno, sapientísimo.
Los cielos, la tierra, las fuerzas de la naturaleza y los órganos
265 cantan tus glorias. Ilumínanos y guíanos para que todo nos

empuje al amor agradecido, a una adoración profunda, a


servirte mejor y llevar siempre más verdad, bien y gozo a los
hombres. ¡Cuán grande será nuestra felicidad en el cielo al
contemplar tus infinitas perfecciones! Ea, concédenos que,
pasando inmaculados entre tantos peligros, cada vez más
intensamente te busquemos a ti, sumo bien, eterna felicidad.

96.

264 Discurso de Pío XII al personal de la RAI, 3 diciembre de 1944.


265 Instrumentos musicales de las iglesias.
LAS GRANDES VERDADES 203

EL MOMENTO PRESENTE
«Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros
estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la
boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados aquellos
criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad
os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, los irá
sirviendo» (Lc 12,35-37).

1° El pasado ya no es nuestro; el futuro no lo es aún;


tenemos sólo el momento presente.
Ahora bien, el momento presente tiene un máximo valor,
pues “tanto vale un minuto de tiempo cuanto vale Dios”. En
efecto, al buen ladrón | le bastó un momento para librarse del BM1
infierno y conquistar a Dios: «Hoy estarás conmigo en el 228
paraíso».266 ¡Y cuántos moribundos, con un acto de dolor y de
amor, se arrojan en los brazos de Dios y se salvan! En todo
momento de la vida puede conquistarse a Dios y el paraíso; y
tesoros de méritos, trabajando para el cielo. «Preparaos un
tesoro para el cielo».267
2° Para santificar el momento presente se mecesita: 1)
estar en gracia y amistad de Dios; si no lo estamos, ponernos
enseguida con la contrición perfecta y haciendo cuanto antes la
confesión. «El que permanece en mí y yo en él (es decir, vive
en gracia y en mi amistad), ese da fruto abundante»; 268 son los
frutos eternos, o sea grandes méritos. Quien, al contrario, está
separado de Dios por el pecado, hace obras muertas, aun cuando
de suyo serían obras buenas.
2) En cada momento cumplir la voluntad de Dios. Guste o
no a los sentidos, hacer nuestro deber, que es voluntad de Dios;
y por ello debe agradarnos también a nosotros, aceptándolo todo
con gusto, por su amor; incluso las cosas pequeñas y casi des-
preciables a los ojos de los hombres, hechas por el Señor, con
recta intención, son preciosos tesoros. Es el amor quien las
enriquece.

266 Lc 23,43.
267 Cf Lc 12,33.
268 Jn 15,5.
LAS GRANDES VERDADES 204

3) Las obras háganse bien: comenzadas bien, continuadas


bien, terminadas bien.269 Todo bajo la mirada de Dios, bajo la
mirada de María, con sencillez, delicadeza y amor.
3° El momento presente se puede emplear en ofender a
BM1 Dios o en amar a Dios. Depende de nosotros. | La vida está
229 compuesta de momentos, como una tela de pequeños hilos.
Toda la sensatez de los hombres (sean ignorantes o instruidos
en las ciencias humanas), está en emplear bien la vida, o mejor
cada momento de la vida.
Examen. – ¿Estoy bien persuadido de estas verdades? ¿Me
sirven de guía práctica en la vida? ¿Obro cada momento en
gracia de Dios, con recta intención, haciendo bien el santo
querer de Dios?
Propósito. – Caminaré bajo la mirada de Dios, en cada
momento, mientras dura mi breve vida, pensando que viene
pronto la hora del premio.
Oración. – Sé siempre más misericordioso conmigo, oh
Señor. Ten tu santa mano sobre mi cabeza, oh María. Dame
siempre tu luz, tu gracia, tu bendición, de modo que a cada
momento se acreciente mi tesoro, añadiendo continuamente
perlas a mi corona, obrando generosamente en cada instante,
sabiendo que luego descansaré en el cielo.

269 Cf DF, pp. 47-48: «Cuarta condición [para que algo sea agradable a

Dios]: que la obra se haga bien. Quiere decir que se comience bien, se
continúe bien y se termine como se debe... Cómo comenzar: ofreciendo
todo a Dios, aceptándolo todo de su mano, comenzando bien, en seguida,
gustosamente; continuar bajo la mirada de Dios, con dulce aplicación, con
constancia enérgica; terminar humildemente, cumplidamente».
BM1
231

PARTE II

LAS GRANDES VIRTUDES

«Amarás al Señor con todas tus fuerzas».


[Dt 6,5; Mc 12,30]
97. BM1
LA FE - I 233

«La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se


ve. Por ella son recordados los antiguos. Por la fe sabemos que el
universo fue configurado por la palabra de Dios, de manera que lo
visible procede de lo invisible» (Heb 11,1-3).

1° La fe es una virtud teologal infundida por Dios en nues-


tros corazones, que nos inclina a creer firmemente las verdades
reveladas por Dios y propuestas por la Iglesia. Se cree por la
ayuda de la gracia divina; no ya porque comprendamos las
verdades, sino porque nos las revela Dios, que no puede ni
equivocarse ni engañarnos. San Pablo nos dice todo esto en
breves palabras: «La fe es fundamento de lo que se espera y
garantía de lo que no se ve» (Heb 11,1).
Se cree ante todo en Dios y a Dios; luego se creen las ver-
dades reveladas por Dios a los hombres. «Como de fe divina y
católica hay que creer todo lo contenido en la sagrada
Escritura y en la Tradición, y que la Iglesia con su enseñanza o
solemne u ordinaria, propone así a los hombres». 1 Sólo la
Iglesia es verdadera maestra de fe; y únicamente a ella los
hombres pueden y deben siempre confiarse enteramente, con
plena seguridad, como los niños succionan la lecha materna. A
lo largo de los siglos, la Iglesia siempre más claramente explicó
su doctrina a los fieles, condenó los errores y definió las verda- BM1
des de modo solemne. | Pero nunca propuso dogmas o verdades 234
nuevas: todo cuanto enseña lo toma de la Revelación, de la
cual es guardiana, testigo e intérprete. Estamos más seguros de
las verdades de la fe que no de las verdades conocidas con la
razón o de las cosas que vemos con los ojos.
2° La fe es el máximo bien, principio de la salvación
eterna, fundamento y raíz de la justificación 2 y de la gracia.

Concilio Vaticano I, Constitución dogmática “Dei Filius” (DEN-


1

ZINGER-SCHÖNMETZER, Enchiridion Symbolorum, edición bilingüe, 1995, n.


3011).
2 «Fides est humanæ salutis initium... fundamentum et rádix omnis

iustificationis» (Concilio de Trento, Decreto sobre la justificación,


DENZINGER-SCHÖNMETZER, Enchiridion Symbolorum, edición bilingüe,
1995, n. 1532).
LAS GRANDES VIRTUDES 208

«Sin fe es imposible complacer a Dios».3 Nadie tuvo la gracia


sin la fe. «El que se acerca a Dios debe creer que existe y que
recompensa a quienes le buscan» (Heb 11,6).
El divino Maestro enseñó: «El que no crea será condenado»
(Mc 16,16).
Así pues, el hombre está obligado a acoger la enseñanza de
la fe y acceder a creer para recibir el don de la gracia divina. Al
menos de tanto en tanto todo cristiano debe hacer algún positivo
acto de fe; pero especialmente a punto de morir, en los peligros
y en las tentaciones contra la fe.
3° Los cristianos tienen la obligación de instruirse; y los
pastores de almas deben dar catecismo, instrucciones, predicar.
La instrucción es necesaria para recibir los sacramentos, para
precaverse de los innumerables errores que hoy en día se
divulgan, y para unirse siempre mejor a Jesucristo con la
inteligencia, mereciendo así prepararse en la tierra a la visión
eterna de Dios.
BM1 Están obligados a procurar la instrucción religiosa, según su
235 posición, los padres, los tutores, los educadores, los maestros,
los patronos, etc.
Examen. – ¿Tengo fe? ¿Trato de instruirme en las verdades
de la fe? ¿Pienso en instruir a otros?
Propósito. – Debo escuchar o leer la palabra de Dios;
aunque ya conozco lo necesario, ella alimentará mi fe.
Oración. – Señor, hazme conocer cuánto me es útil y nece-
sario meditar en ti y en las verdades divinas. ¡Que yo te conoz-
ca! Este es el fundamento y principio de toda santificación. Te
amaré más si te conozco mejor; te serviré más fielmente si
ahondo en tus enseñanzas. El estudio y la meditación de las
cosas sagradas es lo más necesario, lo más útil, lo más perfecto,
lo más suave para el espíritu.
Dame, oh divino Espíritu, hambre y sed de tu divina sabi-
duría, verdadero alimento del alma: ésta no vive de pan sino de
la verdad que procede de tu boca, Dios mío.

3 Heb 11,6.
LAS GRANDES VIRTUDES 209

98.
LA FE - II
«Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en
comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la
verdad. Pero si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz,
entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo
Jesús nos limpia de todo pecado» (1Jn 1,5-7).

1° La fe es la luz que ilumina el camino del hombre al cielo.


Por ella el cristiano se distingue del filósofo, como la razón
distingue el hombre del animal. El conocimiento que viene | de BM1
la revelación es más perfecto, alto y seguro que el conocimiento 236
que viene del intelecto o de los sentidos. La fe nos hace partíci-
pes de la sabiduría de Dios y nos une a él; por ella la luz con la
que Dios se conoce a sí mismo pasa a ser luz nuestra; la sabi-
duría de Dios, sabiduría nuestra; su mente, mente nuestra; su
vida, vida nuestra. La fe es «fuente de luz para la inteligencia,
fuerza y consuelo para la voluntad, principio de méritos para el
alma». Ella alberga 4 los conocimientos acerca de Dios y de las
cosas divinas, es decir cuanto Dios ha revelado sobre los miste-
rios y sobre su vida íntima, sobre nuestra elevación en Cristo,
sobre la inhabitación del Espíritu Santo y sobre todo el orga-
nismo espiritual, que nos lleva a obrar en orden a la vida eterna.
Toda la moral evangélica, inmensamente más perfecta, alta,
amplia y completa que la natural, nos ha sido desvelada por
Jesucristo en el sermón del monte. 5 Ello implica en nosotros
una vida de verdaderos hijos de Dios por adopción, y la imita-
ción de Jesucristo.
2° La fe es fuerza y consuelo, pues nos hace considerar el
premio eterno: «Me está reservada la corona de la justicia»
(2Tim 4,8). «La leve tribulación presente nos proporciona una
inmensa e incalculable carga de gloria» (2Cor 4,17), dice san
Pablo. Y en otro lugar: «Considero que los sufrimientos de
ahora no se pueden comparar con la gloria que un día se nos
manifestará» (Rom 8,18). Y entonces se lucha, se combaten las
pasiones, se tiene celo, se cumplen los cotidianos deberes con BM1
237
4 Probablemente deba leerse “alarga” o amplía (así la ed. sucesiva).
5 Cf Mt 5,1ss.
LAS GRANDES VIRTUDES 210

gozo: «Lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es


nuestra fe» (1Jn 5,4).
Ella es manantial de méritos, porque es ya mérito todo acto
de fe, y da una intención recta a nuestras buenas obras. Además,
la fe es tanto más meritoria por cuanto estamos expuestos a
muchos peligros de perderla.
3° La fe es un don de Dios; por eso es necesario orar para
acrecentarla. Es nuestra libre adhesión a la revelación, por eso
es necesario nuestro esfuerzo. Con la oración y el ejercicio, la fe
se hará más firme, más activa, más sencilla, más iluminada.
El orgullo intelectual es la causa por la que muchos no creen
o tienen una fe lánguida, ineficaz, titubeante ante las tentaciones
y los enemigos.
Pero la fe puede perfeccionarse hasta hacernos vivir de ella:
«Mi justo vivirá por la fe» (Heb 10,38).
Examen. – ¿Es viva en mí la fe? ¿Es gozosa, firme, operosa,
fuerte?
Propósito. – Rezaré con mucha devoción el Credo y el Acto
de fe.
Oración. – Señor, infunde en nosotros los dones de la sabi-
duría y del intelecto con una más copiosa efusión de Espíritu
Santo. ¡Que yo viva de fe, viendo en todo tu mano que guía
BM1 personas, cosas y eventos! ¡Que yo razone, obre, hable | con la
238 oración, los ejemplos, las palabras, las obras y el conocimiento
del Evangelio! ¡Que yo sea un verdadero hijo de la Iglesia,
siempre humilde, dócil, fervoroso!

99.
LA FE - III
«Bienaventurados vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque
oyen. En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo
que veis y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron. Vosotros, pues,
oíd lo que significa la parábola del sembrador» (Mt 13,16-18).
LAS GRANDES VIRTUDES 211

1° El estudio de la religión es, según santo Tomás, el más


perfecto, sublime, útil y jocundo.6
El más perfecto, pues nos acerca más a Dios, dándonos ya
cierta participación en la eterna beatitud. Por eso en la
Escritura se dice: «Dichoso el hombre que se aplica a la
sabiduría» (Sir 14,20).
El más sublime, porque hace al hombre más semejante a
Dios, que todo lo realiza con sabiduría. La sabiduría es un
tesoro infinito para el hombre y quien participa en ella deviene
amigo de Dios.
El más útil, pues nos asegura la salvación eterna. El deseo de
la sabiduría nos conduce al cielo.
El más jocundo, porque hablar de cosas espirituales no trae
amargura, ni tedio el nutrirse de ellas, sino alegría y gozo.
2° Se necesitan empero ciertas disposiciones espirituales:
a) Recta intención, que es 7 la gloria de Dios y el fruto
espiritual nuestro y de los demás. Escribe san Bernardo:
«Hay quienes quieren | aprender sólo con el fin de saber, lo BM1
cual es vana curiosidad; quienes quieren aprender para ser 239
estimados, y es torpe vanidad; quienes quieren aprender para
vender su ciencia ganando así dinero u honor, y es una espe-
cie de negocio. Pero hay quienes quieren aprender para ayu-
dar a las almas, y ello es caridad. Y también hay quienes
quieren aprender para santificarse, y es prudencia santa».
b) Sincero amor de la verdad. La ciencia de la religión es la
más segura, porque viene de la Iglesia, maestra infalible. No
deben espantarnos las objeciones de los adversarios, ni poner
por delante nuestras opiniones, sino adherir en todo a la Iglesia.
c) Humildad. Dice Jesús: «Te doy gracias, Padre, porque has
escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has
revelado a los pequeños» (Mt 11,25). El humilde ora: «Si
alguno carece de sabiduría, pídasela a Dios, que da a todos
generosamente» (Sant 1,5). La humildad, además, engendra la
caridad, pues la ciencia se usa para la edificación del prójimo.
d) Deseo de progresar en el conocimiento de Dios. Hay
libros y periódicos que provocan tal vez curiosidad; en cambio

6 Del latín “iucundus”: placentero, amable.


7 Es decir: para la gloria...
LAS GRANDES VIRTUDES 212

las cosas divinas al principio se meditan con fatiga, pero la


buena voluntad logrará superar todas las dificultades.
3° La Iglesia nos pone delante el ejemplo de los grandes
BM1 doctores: san Gregorio Magno,8 san Agustín,9 | santo Tomás,10
240 san Buenaventura, 11 san Alberto Magno, 12 san Alfonso, 13 etc.
Ellos son los verdaderos maestros, modelos y protectores en
este estudio de Dios y de las cosas divinas. Es de provecho leer
su vida y obras, y sobre todo es útil invocarles en las dificultades.

8 Gregorio Magno (540-604), monje benedictino y papa. Promovió la

evangelización en el Norte de Europa. Es autor de numerosos tratados


exegéticos y pastorales, entre ellos la Régula Pastoralis, Moralia y los
Coloquios de san Benito.
9 Agustín Aurelio (354-430), nacido pagano en África septentrional, se

convirtió al cristianismo escuchando a san Ambrosio en Milán. Fue


obispo de Hipona, filósofo y teólogo de los más originales. Entre sus
obras están los célebres Sermones exegéticos, La Ciudad de Dios y Las
Confesiones.
10 Tomás de Aquino (1225-1274), fraile dominico, doctorado en

teología en París, discípulo de Alberto Magno, y luego profesor; se le


llamó “Doctor angélico”. Escribió obras monumentales, como la Summa
contra Gentes y la Summa Theologiæ, además de opúsculos espirituales e
himnos litúrgicos sobre la Eucaristía.
11 Buenaventura de Bagnoregio (1221-1274), fraile menor franciscano,

conocido como el “Doctor seráfico”, condíscipulo y amigo de Tomás.


Autor de tratados teológicos y ascéticos, entre ellos Itinerarium mentis in
Deum (1259), y una biografía de Francisco de Asís, a quien conoció
siendo niño.
12 Alberto Magno (1200-1280), de Lauingen (Baviera, Alemania) fue

obispo de Ratisbona. Estudiante en la universidad de Padua, entró en la


orden de santo Domingo. Profesor de teología, en Colonia y en París,
cultivó también diversas disciplinas científicas. Sus estudios de filosofía,
teología y ciencias naturales llenan 38 gruesos volúmenes.
13 Alfonso María de Ligorio (1696-1787), ex abogado napolitano, fue

obispo y fundador de los PP. Redentoristas. Sus obras de teología moral,


inspiradas en la claridad doctrinal y la mansedumbre evangélica, son la
guía de los sacerdotes dedicados al ministerio de la reconciliación.
Ferviente devoto de la Virgen, le dedicó varias obras, entre ellas Las
glorias de María, y célebres cantos populares.
Para las noticias biográficas sobre cada uno de los doctores, pueden
consultarse las nuevas enciclopedias sobre los Santos, o simplemente el
volumen Il Santo del giorno, de L. Giovannini-M. Sgarbossa, Ed. San
Paolo, Cinisello Bálsamo (MI) 20058, pp. 672.
LAS GRANDES VIRTUDES 213

Examen. – ¿Amo el estudio del catecismo y de la religión?


¿Lo hago con empeño, humildad, recta intención y amor de la
verdad? ¿Deseo santificarme?
Propósito. – Cada día haré la lectura espiritual.
Oración. – «En el principio existía el Verbo, y el Verbo
estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios… Por medio de él se
hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho... El
Verbo era la luz verdadera que alumbra a todo hombre
viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por
medio de él, y el mundo no le conoció... Y el Verbo se hizo
carne y habitó entre nosotros... La gracia y la verdad nos han
llegado por medio de Jesucristo... Para que todo el que cree en
él no perezca sino que tenga vida eterna».14

100.
LA FE - IV
«¡Atención, hermanos! Que ninguno de vosotros tenga un corazón
malo e incrédulo, que le lleve a desertar del Dios vivo. Animaos, por
el contrario, los unos a los otros, cada día, mientras dure este hoy; para
que ninguno de vosotros se endurezca, engañado por el pecado. En
efecto, somos partícipes de Cristo si conservamos firme hasta el final
la actitud del principio. Al decir: Si escucháis hoy su voz, no
endurezcáis el corazón, como cuando la rebelión» (Heb 3,12-15).

1° Muchos son los peligros de perder la fe o al menos de


imbuirse de errores sobre las verdades religiosas: conferencias,
discursos, radio. El peligro | mayor lo constituye la prensa irre- BM1
ligiosa e inmoral. Una buena parte de libros, periódicos y 241
publicaciones de todas clases contienen errores, ataques, here-
jías contrarias al catolicismo;15 y esto es también frecuente en
las novelas, obras teatrales, charlas en la radio. Quien no vigila
acabará bebiendo, poco a poco, el veneno de la incredulidad, o
al menos perderá la pureza de la fe, de modo que ésta, bambo-
leada por dudas e insinuaciones, acabará por no poder defen-

14 Del Prólogo de san Juan (Jn 1,1ss; 3,15).


15 En el original se usa una palabra arcaica por catolicismo.
LAS GRANDES VIRTUDES 214

derse. Balmes,16 ingenio profundo y equilibrado, obligado a leer


libros heréticos para confutarlos, decía: «Sabéis qué enraizados
están en mí los sentimientos y las doctrinas católicas, y sin
embargo nunca leo un libro prohibido sin sentir enseguida la
necesidad de fortalecerme con la lectura de la Biblia, de la
Imitación 17 o de Luis de Granada.18 Y bien, ¿qué será de tanta
juventud insensata y carente de experiencia que lee de todo sin
premunirse? Me asusta sólo pensarlo».
2° San Alfonso de Ligorio escribe: «Debido a la amplia
difusión de hojas y de libros contrarios a la Iglesia, se perpetra
hoy un inmenso destrozo de almas. Si una palabra que vuela,
serpentea como alimaña y hiere mortalmente, ¿qué ruina no
producirá un libro malo, que permanece como un continuado
peligro de perversión? La misma ley natural prohibe escribir,
imprimir, retener, leer, difundir semejantes obras. Los padres,
los sacerdotes, los patronos, los gobiernos, los educadores están
estrictamente obligados a tener una rigurosa vigilancia».
BM1 La Iglesia ha establecido leyes de censura y | cuida la com-
242 pilación del índice de los libros prohibidos, 19 pues tiene el
cometido de conservar y defender la doctrina revelada. La Igle-
sia, al condenar doctrinas heréticas, goza de la infalibilidad. No
puede prohibir sólo libros, sino también periódicos, revistas,
hojas, escritos sueltos, figuras. Puede tratarse di libros heréticos,
apóstatas, cismáticos que propugnan el error y la herejía.
También los obispos en sus respectivas diócesis tienen la
facultad y el deber de condenar y prohibir los periódicos y
libros que provocan la ruina espiritual a las almas.20

16 Jaime Luciano Balmes (1810-1848): sacerdote español, político y

filósofo, trabajó en periódicos fundados por él y en diversas publicaciones


en defensa del catolicismo según los principios de la neoescolástica.
17 Imitación de Cristo, de un autor medieval.
18 Luis de Granada (1504-1588): escritor español, fraile dominico, fue

uno de los más notables autores ascéticos de su siglo.


19 El Índice de libros prohibidos (Index librorum prohibitorum): lista

de publicaciones prohibidas por la Iglesia católica, creado en 1559 bajo


Pablo IV. Quedó suprimido en 1966.
20 Tales condenas o prohibiciones, aun conservando su fuerza moral,

hay que entenderlas como señales de peligro y avisos, más que censuras
jurídicas.
LAS GRANDES VIRTUDES 215

3° El don inestimable de la fe hay que salvaguardarlo con


precauciones y oración. ¡Bendito sea el divino Maestro que nos
ha dado la Iglesia, maestra infalible! Ningún genio o escuela o
libro puede ser una guía tan segura como la Iglesia, que es
Jesucristo viviente a lo largo de los siglos.
Examen. – El humilde desconfía de sí, se hace devoto
discípulo de la Iglesia y evita cualquier lectura, conversación o
conferencia peligrosa. ¿Cómo me comporto yo?
Propósito. – Consideraré la fe que vive en la caridad como
el mayor tesoro de la tierra.
Oración. – Acto de fe: Dios mío, creo firmemente cuanto tú,
verdad infalible, has revelado y la santa Iglesia nos propone
para creer. Y expresamente creo en ti, único verdadero Dios en
tres Personas iguales y distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo;
y en el Hijo | encarnado y muerto por nosotros, Jesucristo, que BM1
dará a cada uno, según los méritos, el premio o la pena eterna. 243
Conforme a esta fe quiero vivir siempre. Señor, aumenta mi fe.

101.
LA ESPERANZA - I
«Ya que tenemos un sacerdote grande que ha atravesado el cielo,
Jesús, Hijo de Dios, mantengamos firme la confesión de fe. No tene-
mos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras
debilidades, sino que ha sido probado en todo, como nosotros,
menos en el pecado. Por eso, comparezcamos confiados ante el trono
de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia para un
auxilio oportuno» (Heb 4,14-16).

1° La esperanza es una virtud teologal, infundida por


Dios en nuestra alma. Nos inclina a desear a Dios como
nuestro supremo bien, con la firme confianza de obtener de él
el paraíso y las ayudas necesarias para conseguirlo. La fe nos
muestra a Dios como sumo Bien y eterna felicidad. De conse-
cuencia nace en nosotros hacia él un amor sobrenatural e
interesado de poseerlo; el deseo de conseguirlo, por su gracia
y su promesa, con las buenas obras. El cristiano quiere a Dios:
«Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del
LAS GRANDES VIRTUDES 216

Señor”» (Sal 122/121,1). Pero alcanzar este fin implica la


necesidad de las gracias para vencer las tentaciones, adquirir
las virtudes, hacer méritos y tener también las ayudas natu-
rales en el trabajo con vistas a la salvación eterna.
2° La esperanza es una gran ayuda y aliento en la obra de
nuestra santificación. Ella nos une a Dios, desprendiéndonos de
los bienes de la vida presente: la estima de los hombres, las
posesiones temporales, los placeres, cosas que la esperanza nos
BM1 hace ver como miserables en sí, y fugaces por su | duración.
244 Ellos 21 nos procuran muy escasa consolación, y con la muerte
desaparecen todos, pues el alma lleva consigo sólo el bien o el
mal hecho. Solo Dios es todo, eterno, gozo inagotable.
La esperanza, junto con la confianza, es una disposición
necesaria para obtener las gracias. Muchas son las divinas
promesas: «En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre
en mi nombre, os lo dará» (Jn 16,23). «Pedid y se os dará.
Buscad y encontraréis» (Mt 7,7).
La esperanza nos inspira un generoso dinamismo: vivos
deseos del paraíso, fervor en la oración, energía en el trabajo,
seguridad de que Dios está con sus siervos fieles que se fían de
él. «Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?»
(Rom 8,31). Si está con nosotros Jesucristo y nosotros estamos
de veras con él, ¿qué podrán el demonio y los hombres? Quien
está seguro de la victoria se mantiene firme en el buen camino y
en el apostolado.
3° Señor, yo me confío totalmente a ti. Yo espero, porque
eres misericordioso con los hijos que confían en ti. Yo espero,
porque tú eres omnipotente y puedes, por tanto, escuchar todos
mis deseos. Yo espero, porque tú has prometido el paraíso y
todas las ayudas para conseguirlo; tu palabra no se borra, 22
aunque pasen los hombres y los cielos.23
Examen. – ¿Es firme mi esperanza? ¿Tiene auténtica eficacia
en mi santificación? ¿Cómo rezo?

21 Los bienes de la vida presente.


22 En el original, se emplea una palabra desusada.
23 Cf Mt 24,35; Mc 13,31; Lc 21,33.
LAS GRANDES VIRTUDES 217

Propósito. – El Apóstol escribe a Timoteo: | Ordena que no BM1


se espere en la incertidumbre de la riqueza, sino en el Dios vivo 245
y verdadero.24
Oración. – Tú, oh Dios mío, me aseguras: «¿Quién confió en
el Señor y quedó defraudado? ¿Quién perseveró en su temor y
fue abandonado?, o ¿quién le invocó y fue desatendido? Porque
el Señor es compasivo y misericordioso, perdona los pecados y
salva en tiempo de desgracia». 25 «El que no se reservó a su
proprio Hijo, sino que le entregó por todos nosotros, ¿cómo no
nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios?
Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo
Jesús que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de
Dios y que además intercede por nosotros?».26

102.
LA ESPERANZA - II
«Por eso, ceñidos los lomos de vuestra mente y, manteniéndoos
sobrios, confiad plenamente en la gracia que se os dará en la
revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no os amoldéis a las
aspiraciones que teníais antes, en los días de vuestra ignorancia. Al
contrario, lo mismo que es santo el que os llamó, sed santos también
vosotros en toda vuestra conducta» (1Pe 1,13-15).

1° Se crece en la esperanza por medio de la oración y de


repetidos actos de deseo, de confianza, de amor a los bienes
celestiales. El Señor la infunde en el alma que ora. Nuestra
cooperación es condición indispensable para toda virtud: «Somos
colaboradores de Dios» (1Cor 3,9). Como quiere que el labrador
siembre, riegue y cultive, y luego él da el vivir y el crecer, así es
también en la vida sobrenatural. La esperanza sobrenatural
eleva la esperanza natural: «Por la gracia de Dios soy lo que soy, BM1
y su gracia para conmigo no | se ha frustrado en mí» (1Cor 246
15,10). Escribía san Pablo, exhortando: «Como cooperadores
suyos, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios»
(2Cor 6,1). Y a su discípulo le decía: «Toma parte en los
24 Cf 1Tim 6,17.
25 Cf Sir 2,10-11.
26 Rom 8,32ss.
LAS GRANDES VIRTUDES 218

padecimientos como buen soldado de Cristo Jesús» (2Tim 2,3).


Y en el mismo tenor se pronuncia san Pedro: «Por eso, her-
manos, poned el mayor empeño en afianzar vuestra vocación y
vuestra elección» (2Pe 1,10). Trabajar, sufrir, orar, combatir por
el cielo y para el crecimiento de las virtudes trae consigo
fortalecimiento y ardor en la esperanza. Hay que estar, pues,
bien convencidos de que en la obra de nuestra santificación todo
depende de Dios, pero es necesario obrar como si todo depen-
diera de nosotros mismos.27 De hecho, Dios nunca nos rehúsa
su gracia, y por tanto, en práctica, debemos ocuparnos sólo de
nuestros esfuerzos.
2° Todos hemos de hacer, al menos cada tanto, actos de
esperanza, especialmente en las tentaciones y en peligro de
muerte.
Dos peligros podemos encontrar: presunción y desespe-
ración. La presunción está en desear de Dios el paraíso y las
gracias sin poner nada de nuestra parte. Hay quienes descuidan
los mandamientos, la abnegación, la oración, el esfuerzo, la
vigilancia, ¡y sin embargo creen que Dios no los perderá! Se
exponen, como Pedro, a la ocasión sin necesidad, olvidando el
«vigilad y orad» (Mt 26,41); y acaban cayendo.
BM1 La desesperación, el desaliento, el | desánimo son enferme-
247 dades opuestas, pero que llevan igualmente a dejar los medios
de salvación y de santificación. San Pablo estaba bien persua-
dido de que él solo no hubiera podido resistir, pero confiado en
la promesa y en la gracia de Dios, pedía: «Gratia Dei per Jesum
Christum»28 (Rom 7,25).
3° Elevemos el corazón y la mirada al cielo: «Para que
también nosotros habitemos con el espíritu en la celeste mora-
da» (del Oremus 29 en la fiesta de la Ascensión). Más, debemos
procurar «aun en las vicisitudes del mundo, tener fijo el corazón
donde reside el verdadero gozo» (del Oremus del Dom. IV
después de Pascua). Ese es el pensamiento que nos hace perse-

27 Pensamiento atribuido a san Ignacio de Loyola: «Debemos orar

como si todo dependiera de Dios, y obrar como si todo dependiera de


nosotros».
28 «La gracia de Dios por medio de Jesucristo».
29 Oremus (= Oremos) era la colecta o la oración después de la

comunión en la Misa de rito latino.


LAS GRANDES VIRTUDES 219

verar y rezar para perseverar. Muchos son los atractivos de la


tierra; muchas las intrigas y las persecuciones; pero san Vicente
decía: «Aun cuando todo el mundo se pusiera en contra para
perdernos, no acaecerá si el Señor no lo quiere: en él se apoya
toda nuestra esperanza».
Todo lo que Dios hace es para nuestro bien. Los mismos dolores
físicos y morales pueden cambiarse en perlas para el cielo.
Examen. – ¿Alimento en mí la esperanza? ¿Evito la
presunción, y la desesperación?
Propósito. – Me abandonaré filialmente en los brazos de
Dios para cuanto él quiera disponer de mí.
Oración. – Señor, te presento mis infinitas miserias, que acu-
den a tu misericordia. Estoy en peligro de pecar, sálvame | tú.
Estoy cargado de pecados, perdóname. Es incierta mi perseve- BM1
rancia, dámela por tu bondad. Temo las dificultades en el pro- 248
greso espiritual, sosténme tú. Pienso con pena en el momento de
la muerte, ven tú, entonces, en mi socorro. Yo espero contra toda
esperanza. ¡Ea, concédeme la gracia de rogarte cada día con
confianza! María, madre mía, te repetiré siempre: «Ruega por
mí, ahora y en la hora de la muerte. Así sea».

103.
CARIDAD - I
«Nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su
Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo
de Dios, Dios permanece en él y él en Dios Y nosotros hemos
conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él, y quien
permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él» (1Jn 4,14-16).

1° La fe santifica la mente; la esperanza santifica la volun-


tad; la caridad santifica el sentimiento. La caridad es una virtud
teologal infusa por Dios en el alma; por ella amamos a Dios
sobre todas las cosas y por sí mismo, y al prójimo por amor de
Dios. El amor a Dios y el amor al prójimo son una sola virtud: es
decir, amor a Dios en sí, o en sus obras. Viene de Dios, tiende a
Dios, nos une a Dios. Dios es infinitamente grande, potente,
bueno, verdadero, bello: por tanto infinitamente amable. Es uno,
LAS GRANDES VIRTUDES 220

pero trino en las Personas: es el Padre que engendra desde toda la


eternidad al Hijo y nos adopta por hijos; es el Hijo, igual al Padre,
que con la encarnacion se hace nuestro hermano y redentor; es el
Espíritu Santo, mutuo amor del Padre y del Hijo, que infunde en
nosotros la vida sobrenatural.
BM1 Amamos al prójimo porque es imagen de Dios y porque
249 Jesucristo ama a todos; porque en él (el prójimo) está la espe-
ranza de Dios 30 o al menos desea que esté. Las almas sencillas
aman mucho al Señor; y tienen gran mérito en esta unión sobre-
natural con Dios; en la mente, voluntad, sentimiento.
2° El primer y más grande mandamiento es: «Amarás al
Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente,
con todo tu ser» (Mc 12,30). San Francisco de Sales explica: «El
amor a Dios debe prevalecer sobre todos nuestros amores, y reinar
sobre todas nuestras pasiones. Esto pide Dios de nosotros: que de
todos nuestros amores el suyo sea el más cordial y señoree en
nuestro corazón; el más afectuoso, que ocupe toda nuestra alma; el
más general, que emplee todas nuestras facultades; el más noble,
que llene toda nuestra mente; el más firme, que ejercite toda
nuestra fuerza y vigor». Y concluye con un magnífico arrebato de
amor: «Soy tuyo, oh Señor, y no debo ser más que tuyo; tuya es mi
alma, y no debe vivir sino para ti; tuya es mi voluntad, y no debe
amar más que a ti; tuyo es mi corazón, y no debe tender sino a ti.
Yo debo amarte como primer principio, porque soy por ti; debo
amarte como mi fin y mi descanso, porque estoy destinado a ti;
debo amarte más que a mi ser, porque éste subsiste por ti; debo
amarte más que a mí mismo, porque soy todo en ti y por ti».
BM1 3° Lo he entendido, Jesús mío, Maestro divino: debo amar a
250 Dios como tú me enseñaste; como tú amaste al Padre; es decir, sin
límites y sin reservas. Lo comprendo considerando tu afirmación
en Getsemaní: «No se haga mi voluntad sino la tuya, Padre» (Lc
22,42). Esta caridad se me manda como fin: vivo para unirme a
Dios, debo quererla, debo tender a ella cada vez más, debo esfor-
zarme por alcanzarla, por perfeccionarme siempre más; allá arriba
podré poseerla cumplidamente y eternamente.
30 Expresión poco clara. Podría tratarse de un error di transcripción, y

leer: «porque en él (el prójimo) se da la presencia de Dios...». Otra


interpretación posible: «porque él espera en Dios o al menos desea que en
él esté presente tal esperanza».
LAS GRANDES VIRTUDES 221

Examen. – ¿He comprendido bien qué es la caridad? ¿Deseo


poseerla? ¿La pido constantemente al Señor? ¿Considero la
caridad del Corazón de Jesús?
Propósito. – Tendré siempre de mira el aumento de la cari-
dad, hasta el grado más perfecto: amarme a mí mismo única-
mente por Dios; y amar a Dios exclusivamente por él.
Oración. – Acto de caridad: Dios mío, te amo con todo el
corazón, por encima de cualquier otra cosa, bien infinito y
nuestra eterna felicidad, y por amor tuyo amo a mi prójimo
como a mí mismo y perdono las ofensas recibidas. Señor, haz
que yo te ame cada vez más.

104. BM1
CARIDAD - II 251

«En esto ha llegado el amor a su plenitud con nosotros: en que tenga-


mos confianza en el día del juicio, pues como él es, así somos noso-
tros en este mundo. No hay temor en el amor, sino que el amor per-
fecto expulsa el temor, porque el temor tiene que ver con el castigo;
quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor» (1Jn 4,17-19).

1° El amor de Dios es un don del Señor; progresa por


medio de la oración y de los actos de caridad. La primera
efusión se da en el bautismo, y se pierde por el pecado.
Se debe empezar con alejarse del pecado: es amor penitente.
Quien detesta la ofensa a Dios, esquiva las ocasiones, se con-
fiesa, ora para vencer las tentaciones: ya se encuentra en el ca-
mino de la caridad; y cuanto más llora su pecado tanto más se
acerca a Dios. Los sentimientos de humildad y de contrición son
un verdadero principio de amor que, por la divina bondad, puede,
incluso pronto, trasformarse en amor perfecto. Dice san Fran-
cisco de Sales: «El amor imperfecto desea a Dios, le invoca; la
penitencia le busca y le encuentra; el amor perfecto lo retiene y
lo abraza».
Sigue el amor de conformidad: cuando se observan los man-
damientos y los deberes de estado y se aceptan las pruebas de la
vida. Luego llega el amor agradecido, que nos hace considerar
cómo ha perdonado el Señor nuestras ingratitudes, continúe
LAS GRANDES VIRTUDES 222

favoreciéndonos y nos llame aún a un alto grado de santidad.


San Pedro es un ejemplo aleccionador.
2° Se progresa con el amor de complacencia, de bene-
volencia, de concupiscencia.31
El alma se complace de todos los atributos divinos, de la
BM1 gloria infinita que Dios tiene en sí | mismo, se complace de que
252 Dios sea Dios. El alma goza de los bienes que hay en Dios. Y
en este amor, si lo medita, progresa: «En el silencio y la quietud
progresa el alma devota».
El alma quiere a Dios, deseándole la mayor gloria externa
que él aún no tiene. Queremos que reciba, primero de nosotros
y luego de toda criatura, la mayor gloria. Por eso la santísima
Virgen cantaba: «Magníficat ánima mea Dóminum» (Lc 1,46).
Más aún, con la Iglesia le deseamos la misma gloria eterna e
infinita que las divinas Personas se dan recíprocamente: «Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos».
El amor de concupiscencia es un vivo deseo de estar con
Dios: aquí en la tierra unidos a Jesús-Hostia en la adoración, en
la santa Misa, en la comunión; y en la eternidad habitando por
siempre en la casa del Padre celeste.
3° El amor deviene perfecto, por cuanto es posible aquí en
la tierra, mediante la amistad, que incluye la reciprocidad y el
darse mutuamente. Dios ama desde la eternidad a cada corazón
que le ama; comunica sus tesoros y recibe del alma alabanza y
adoración; continuamente habla, atrae, conforta, mientras se le
busca, se le siente, se le corresponde. San Francisco di Sales
dice: «Esta amistad no es una amistad simple, sino amistad de
predilección con la que optamos por Dios para amarle con un
amor particular».
31 “Amor de concupiscencia”. El término concupiscencia de suyo

indica un deseo vivo y ardiente, que es bueno o malo según el objeto


deseado. Cuando está orientado al bien, o directamente a Dios, como en el
caso presente, es bueno y santo (concupiscencia santa); cuando está
orientado al mal se convierte en malo. En la teología católica suele
definirse la concupiscencia como deseo de posesión y la debilidad
intrínseca de la naturaleza humana que lleva al hombre a cometer el
pecado. En sentido positivo, puede denominarse con el término griego
eros, que representa el deseo posesivo contrapuesto al agape, el amor
oblativo (cf la encíclica Deus cáritas est de Benedicto XVI).
LAS GRANDES VIRTUDES 223

Examen. – ¿Conozco el camino o la escala de la caridad? BM1


¿He empezado a subirla? ¿Soy constante en el ascenso? ¿Aspiro 253
a la caridad eterna?
Propósito. – Intentaré cada día subir un escalón de esta
mística escala que se apoya en la tierra y llega al cielo.
Oración. – Señor, infunde en mí una caridad semejante al
amor que tú tienes por mí. ¡Que yo te ame como me amas tú, oh
Dios de amor! El tuyo es un amor perpetuo: «Con amor eterno
te amé»; 32 es amor desinteresado, pues me amas sólo para
hacerme bien; es amor generoso, pues te das a mí enteramente;
es amor previsor, pues me has amado antes de que yo pudiera
entender tu amor. Comprendo tu corazón: «Mis delicias están
con los hijos de los hombres». 33 ¡Que yo te ame con amor
continuo, puro, generoso, progresivo!

105.
CARIDAD - III
«Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor
como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y
víctima de suave olor» (Ef 5,1-2).

1° La preciosidad del amor de Dios la describe san Pablo


maravillosamente: «Si yo hablara las lenguas de los hombres y
de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal
que resuena o un címbalo que aturde. Si tuviera el don de
profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; y si
tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no BM1
sería nada. Y si repartiera | todos mis bienes entre los nece- 254
sitados; y si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo
amor, de nada me serviría. El amor es paciente, es benigno; el
amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indeco-
roso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se
alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo

32 Jer 31,3.
33 Prov 8,31. – Notable al respecto es la afirmación del papa Benedicto
XVI: el amor a Dios para ser humano tiene el carácter no sólo del agape,
sino también del eros (cf Mensaje para la Cuaresma 2007).
LAS GRANDES VIRTUDES 224

excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no


pasa nunca» (1Cor 13,1-8). «En una palabra, quedan estas tres:
la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor» (1Cor
13,13).
2° La caridad es la virtud más santificadora. En efecto, une
enteramente el hombre a Dios: mente, voluntad, sentimiento.
Transforma en Dios al alma; estrecha con Dios una íntima
amistad; multiplica los impulsos y las fuerzas: «Es fuerte el
amor como la muerte» (Cant 8,6).
La Imitación de Cristo describe los efectos de la caridad:34
alivia los dolores y los pesos; lleva la carga sin fatiga y hace
dulce y gustosa cualquier cosa amarga; nos levanta hacia Dios,
porque nació de él, nos da alas para volar alegremente a actos
cada vez más perfectos y a la entrega total de nosotros mismos,
nos estimula por tanto a grandes cosas haciéndonos mirar a lo
más perfecto; vigila continuamente, no se queja de las fatigas,
ni se turba por temor, sino que, como llama viva, nos empuja
siempre más arriba y, superando toda dificultad, camina seguro
adelante.
3° Divino Maestro, tú nos invitaste a gustar la dulzura de
BM1 tu yugo y la | suavidad de tu peso. Este yugo y este peso son el
255 amor: «Nada es más dulce, nada es más jocundo, nada hay
mejor en el cielo y en la tierra». 35 En efecto, se trata de una
pregustación de la eterna beatitud, que preanuncia el paraíso del
cielo: «Estar con Jesús es un dulce paraíso..., pues si tú estás
presente, todo es jubiloso; pero si estás ausente, todo es
aburrido».36
Examen. – ¿Conozco la ciencia de la caridad? ¿La deseo?
¿He provado su práctica, sus efectos?

34 Cf Imitación de Cristo: «[Amor] leve facit esse onerosum et fert

aequáliter omne inaequale. Nam onus sine ónere portat et omne amarum
dulce ac sápidum éfficit...» (L. III, cap. 5).
35 «Nil dulcius est amore, nil fortius, nil altius, nil latius, nil iucundius,

nil plenius, nil melius in coelo et in terra, quia amor a Deo natus est, nec
potest nisi in Deo super omnia creata quiéscere» (Ib.).
36 «Esse cum Iesu, dulcis paradisus...» (L. II, cap. 8).
LAS GRANDES VIRTUDES 225

Propósito. – Tendré sed de conocer la supereminente ciencia


de la caridad de Cristo: cuán larga y ancha es: cuán alta y
profunda.37
Oración. – Contemplaré tu Corazón: él es la teología, la
práctica, la oración del amor vivo. Así se manifestó a santa
Margarita Alacoque circundado de viva luz, cubierto de llamas,
llevando una cruz, atravesado por una lanza y por una corona
de agudísimas espinas. La luz es la ciencia del amor, la cruz la
prueba del amor efectivo, las espinas nuestros pecados veniales,
la lanzada el símbolo del pecado grave. Todo esto es camino,
verdad, vida.

37 Cf Ef 3,18s.
LAS GRANDES VIRTUDES 226

106.
CARIDAD - IV
«Él le dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu
alma, con toda tu mente. Este mandamiento es el principal y primero.
El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”»
(Mt 22,37-39).

1° También amar al prójimo es virtud teologal, con tal que


BM1 se le ame por Dios. Amar al prójimo | únicamente porque nos es
256 útil, o por él mismo, no sería caridad.
Dios está en el prójimo porque ha impreso en el hombre su
imagen, dándole el ser, no sólo, sino también la inteligencia y la
voluntad. Más aún, en el prójimo vemos a los hijos de Dios,
miembros de Jesucristo, coherederos del mismo reino celeste. Si
no están en gracia de Dios, podemos contribuir con el ejemplo,
la oración y otros medios a unirlos a Dios.
El amor al prójimo es un modo de amar a Dios. San Juan
escribe: «Sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida
porque amamos a los hermanos... El que odia a su hermano es
un homicida» (1Jn 3,14-15). «Queridos hermanos, amémonos
unos a otros , ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha
nacido de Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque
Dios es amor» (1Jn 4,7-8). «Si nos amamos unos a otros, Dios
permanece en nosotros y su amor ha llegado en nostros a su
plenitud»... (1Jn 4,12). «Si alguno dice: “Amo a Dios”, y
aborrece a su hermano, es un mentiroso»... (1Jn 4,20). «Hemos
recibido de Dios este mandamiento: quien ama a Dios, ame
también a su hermano» (1Jn 4,21).
2° Jesús en el Evangelio declara de modo solemne y neto
que considera como hecho a él el bien que se hace al hermano,
aunque éste sea de los más pequeños: «En verdad os digo que
cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis hermanos más
pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,40). Jesús, claro está,
BM1 no se deja vencer en generosidad | y retribuye centuplicado con
257 toda clase de gracias el mínimo servicio que se le hace en la
persona de los hermanos. San Juan Eudes escribe: «Ved al
LAS GRANDES VIRTUDES 227

prójimo en Dios, y a Dios en el prójimo: es decir, mirad a éste


desde el corazón de la bondad de Dios, como participación de
Dios, como creado para volver a Dios, para quedar situado en el
seno de Dios y ser glorificado o con la misericordia o con la
justicia».
Esto resulta muy consolador para quien sirve a los enfermos,
da limosna o favorece espiritualmente al prójimo. Y lo es más
aún para quienes consagran la vida entera a las obras de apos-
tolado y de beneficencia, rindiendo así cada instante servicio a
Jesús en la persona de los hermanos. Como compensación,
Jesús trabaja sus almas adornándolas de virtudes y santifi-
cándolas.
3° San Pablo escribe: «Yo, el prisionero por el Señor, os
ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido
convocados. Sed siempre humildes y amables, sed compren-
sivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzándoos en
mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un
solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de
la vocación a la que habéis sido convocados... Un Dios, Padre
de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos, y está
en todos… Realizando la verdad en el amor, hagamos crecer
todas las cosas hacia él, que es la cabeza: Cristo» (Ef 4,1-
4.5.15).
Examen. – ¿He ahondado bien los motivos para amar al
prójimo? ¿Mi caridad es | sobrenatural? ¿Miro al fin eterno de BM1
la salvación del prójimo? 258
Propósito. – Usaré con el prójimo una caridad de mente, de
corazón, de obras, de palabras.
Oración. – Considero y ruego con las palabras de san
Pablo: «Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con
vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas
compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y
concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por
rivalidad ni por ostentación, considerando por la humildad a
los demás superiores a vosotros. No os encerréis en vuestros
intereses, sino buscad todos el interés de los demás».38

38 Flp 2,1-4.
LAS GRANDES VIRTUDES 228

107.
CARIDAD - V
«Vuestro amor no sea fingido; aborreciendo lo malo, pegaos a lo
bueno. Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los
otros más que a sí mismo; en la actividad, no seáis negligentes; en el
espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor.
Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación,
sed asiduos en la oración» (Rom 12,9-12).

1° La caridad perfecta es sobrenatural, porque nos muestra


a Jesucristo en el prójimo, «in ómnibus Christus»;39 universal,
porque no hace distinciones ni aceptación de personas; gene-
rosa, porque no tiene más límite que la imposibilidad; activa,
porque se demuestra sobre todo en las obras.
En primer lugar, el amor al prójimo esquiva el mal: con la
mente, evitando los juicios temerarios, no condena a los her-
manos por meras apariencias, o por razones casi fútiles, sin
conocer bien las intenciones; no acepta sospechas mal fundadas.
Con los sentimientos, evitando las antipatías y las simpatías
BM1 morbosas, pues consentirlas equivale a verdaderas faltas de |
259 caridad; excluye las rivalidades, los odios, las envidias, pues
alejan el corazón y son a menudo causa de palabras y obras que
desagradan al Señor y quitan la paz. Con las palabras, evitando
las contiendas y las disputas ásperas y soberbias en que cada
uno quiere hacer triunfar el propio parecer y humillar al
prójimo; e igualmente las discordias, las falsas relaciones, las
críticas injustas, fuente de desacuerdos y disensiones 40 en la
gran familia cristiana; así como las palabras duras, las mofas,
los desprecios que engendran enemistades o las agudizan.
2° El Salvador tuvo una palabra bien fuerte contra los
escandalosos: «Al que escandaliza a uno de estos pequeños,
más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y le
arrojasen al mar» (Lc 17,2). El escándalo puede darse con
discursos contrarios a la fe u otra virtud; con canciones, con
omisiones, con obras que sean ocasión de daño espiritual a las
almas. San Pablo quiere que se eviten también ciertas palabras u
obras que, aun siendo de suyo indiferentes, por la ignorancia o
39 Col 3,11.
40 En el original se lee un término equivalente pero desusado.
LAS GRANDES VIRTUDES 229

debilidad del hermano, pueden ser un incentivo al mal; pide que


los instruidos tengan en cuenta los escrúpulos del prójimo: «No
destruyas (con tu ciencia) 41 a alguien por quien murió Cristo»
(Rom 14,15).
3° Hay que evitar las venganzas de palabra o de obra, pues
«Si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará
vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, BM1
tampoco el Padre | perdonará vuestras ofensas» (Mt 6,14). En 260
efecto, le pedimos así: «Perdona nuestras ofensas, como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden» (Mt 6,12).
Dice Bossuet: «El primer don que debe ofrecerse a Dios es un
corazón puro de toda frialdad y enemistad con el hermano».
San Pablo es explícito: «El sol no se ponga sobre vuestra
ira» (Ef 4,26). Y así avisa un santo: «No os paréis a pensar si
vuestro adversario tiene o no culpa y deba dar el primer paso
hacia vosotros, pues Jesucristo fue el primero en ofrecer el
perdón incluso en favor de sus crucifixores y de los judíos
pidiendo en alta voz: “Padre, perdónales, porque no saben lo
que hacen” (Lc 23,34)».
Examen. – ¿Conozco bien los pecados contrarios a la cari-
dad? ¿Los detesto? ¿Evito pensamientos, sentimientos, palabras,
acciones contrarias a esta virtud?
Propósito. – Vigilaré atentamente sabiendo que las faltas de
caridad laceran al hermano y van a herir el corazón de Dios.
Oración. – Dios mío, eres amor, y cuanto edifica la caridad
te agrada y construye tu presencia en nosotros. Todo lo que
ofende o lastima la caridad, aleja tu presencia en nosotros.
Concédenos la gracia de amar delicadamente, pensar bien de
todos, juzgar bien de todos; hablar bien de todos, y hacer el
bien a todos. Debemos imitarte en todo, pero especialmente en
el amor.

41 No dañes o eches a perder.


LAS GRANDES VIRTUDES 230

BM1 108.
261 CARIDAD - VI
«Yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os
persiguen , para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace
salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e
injustos» (Mt 5,44-45).

1° Dice Jesús: «Este es mi mandamiento: que os améis


unos a otros como yo os he amado» (Jn 15,12). Bossuet
comenta: es un mandamiento nuevo porque quiso que el amor
mutuo sea como él nos amó, es decir amor perfectísimo.
Primero, soportar al prójimo no obstante sus defectos.
¡Cuántas deficiencias aguantó Jesús en sus propios apóstoles; y
con cuántos defectos pesamos nosotros en los demás!
Amar porque el Señor nos amó primero, cuando éramos aún
sus enemigos, «cum adhuc peccatores essemus».42 Se adelantó
a la samaritana, a la mujer pecadora, al ladrón. Esas son las
divinas cortesías que hemos de imitar buscando a los hermanos,
los pobres, los pecadores, los niños, las vocaciones.
Además, la caridad es compasiva. La palabra de Jesús,
«Siento compasión de la gente» (Mc 8,2), debe penetrar en el
corazón de todo cristiano.
Jesús alimenta a los hambrientos, instituye los sacramentos,
canales de la gracia, se enternece ante los niños, cura a los
enfermos. Haremos limosna con el dinero, si nos es posible, con
un poco de nuestro tiempo, consolando, siendo atentos, dando
consejos y luz espiritual.
2° La caridad es generosa, pues Jesús «nos amó y se
entregó por nosotros» (cf Gál 2,20). Serviremos a los hermanos
BM1 aun a costa de penosos sacrificios, incluso si las llagas son
262 repugnantes, | casi intratables. Y ello con cordialidad, porque el
modo de hacer, a menudo, vale por encima de cuanto se hace.
Con inteligencia: vale más dar el modo de ganarse el pan que
no el pan mismo.43 Con espíritu de apóstoles, intentando llegar

42 Rom 5,8. Cf 5,10: “cum inimici essemus...”.


43 El P. Alberione reafirmará este concepto en el San Paolo de enero
1954: «Dar trabajo. Dice la teología: hay desocupados “quibus consultius
est laborem procurare aut subministrare, quam elemosynam dare” (“para
LAS GRANDES VIRTUDES 231

al alma a través del cuerpo, recordando siempre el dicho: «Sepa


que quien convierte a un pecador de su extravío se salvará de la
muerte y sepultará un sinfín de pecados».44
3° Caridad que se inmola: «Jesús dio la vida por nosotros;
también nosotros debemos dar la vida por nuestros herma-
nos». 45 Obreros apostólicos, religiosos, sacerdotes a menudo
dan la vida hora tras hora, gota a gota, trabajando sin tregua por
las almas. Ellos, con oraciones, predicaciones, estudios, obras
varias, realizan el programa de san Pablo: «Por mi parte, con
sumo gusto gastaré y me desgastaré yo mismo por vosotros. Y
si yo os quiero más, ¿me querréis vosotros menos?» (2Cor
12,15). Algunos han llegado a hacer el voto de servidumbre
respecto a las almas, obligándose a considerarlas como superio-
res con derecho a exigir que se las contente en sus deseos.
Examen. – ¿Tengo bien grabado en la mente el programa
positivo de la caridad cristiana? ¿Cuánto he realizado de él?
¿Rezo para progresar en esta divina senda en la que Jesús me
precede?
Propósito. – Estudiaré a Jesucristo: sus acciones son pre-
ceptos; como hizo él, debo hacer también yo.
Oración. – Finalmente, mi Maestro divino, debo entrar en BM1
los sentimientos de tu corazón: «Amad a vuestros enemigos, 263
haced el bien a quienes os odian, bendecid a los que os
maldicen, orad por los que os calumnian». 46 Sólo tu gracia
puede dar a mi corazón estas disposiciones. Sagrado Corazón
de Jesús, en ti confío.

quienes es más provechoso procurarles trabajo que no darles una


limosna”)». Cf ACV, p. 182.
44 Sant 5,20.
45 1Jn 3,16.
46 Lc 6,27s.
LAS GRANDES VIRTUDES 232

109.
PRUDENCIA - I
«El deseo de la carne es muerte; en cambio el deseo del Espíritu, vida
y paz. Por ello, el deseo de la carne es hostil a Dios, pues no se somete
a la ley de Dios; ni puede someterse. Los que están en la carne no
pueden agradar a Dios» (Rom 8,6-8).

1° Es una virtud moral y sobrenatural, que inclina la mente


a elegir los medios mejores para conseguir la salvación eterna.
Están el industrial prudente, el comerciante prudente; el agri-
cultor, el estudiante, el obrero prudente: lo disponen y dirigen
todo a los propios intereses terrenos. Esta prudencia es humana.
Está la prudencia del hombre carnal, ambicioso, avaro: se
llama prudencia de la carne; es enemiga de Dios y lleva a la
muerte.
En cambio, la prudencia cristiana, una vez conocido el
destino eterno del hombre, todo lo dirige a la conquista del
cielo; todos los deberes humanos, los pensamientos, las
intenciones, los sentimientos, aun cuando versen sobre
muchas cosas, tienen un motivo y fin único: llegar al paraíso.
«La verdadera y perfecta prudencia es la que aconseja, juzga
y lanza hacia la finalidad de toda la vida», dice santo Tomás.
2° Una luz segura para conocer mejor la prudencia, la
BM1 encontramos en la parábola de las | vírgenes: «El reino de los
264 cielos se parecerá a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y
salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y
cinco eran prudentes. Las necias, al tomar las lámparas, no se
proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron
alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró
sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz:
“¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”. Entonces se
despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus
lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de
vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”. Pero las
prudentes contestaron: “Por si acaso no hay bastante para
vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo
LAS GRANDES VIRTUDES 233

compréis”. Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que


estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se
cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras vírgenes,
diciendo: “Señor, señor, ábrenos”. Pero él respondió: “En
verdad os digo que no os conozco”. Por tanto, velad, porque no
sabéis el día ni la hora» (Mt 25,1-13).
3° La razón iluminada por la fe nos muestra el premio.
Bien fijado éste, se disponen los medios: «Habiéndose pro-
puesto el gozo, sostuvo la cruz»47 (Heb 12,2). Se ordena así el
conjunto de la vida, como también cada acción diaria y cada
palabra, a la felicidad eterna.
Examen. – ¿Tengo claro y estoy compenetrado con los | BM1
principios sobrenaturales? ¿Es viva mi fe en los novísimos? 265
¿Oriento mis acciones a la eternidad?
Propósito. – Necesito luz, y se la pediré siempre a Dios,
pues es la que debe iluminar mis pasos e introducirme en las
eternas moradas.
Oración. – Señor, mil oscuridades, insidias y debilidades me
dificultan la salvación; ¡mas espero en ti! «Quien se confía al
Señor, en él resurgirá».48 Acudiré a las fuentes de la vida y de
la gracia: tú las has dispuesto 49 en los santos sacramentos.
Hazme comprender siempre mejor los bienes ofrecidos en la
confesión, la comunión, la Misa, la visita eucarística. Ahí es
donde te encuentro siempre presente; cada día puedo hablar
contigo y abrirte mi alma; puedo sentir tu santa, amabilísima
palabra y recibir inefable y gozoso consuelo. Contigo estoy
seguro, subiré a mi pequeño calvario, alcanzaré el cielo.

47 La traducción actual es algo diversa: «Jesús, en lugar del gozo

inmediato, soportó la cruz».


48 De los Inni sacri de Alejandro Manzoni, últimos dos versos de la

Resurrección».
49 La expresión italiana en el original es algo defectuosa.
LAS GRANDES VIRTUDES 234

110.
PRUDENCIA - II
«Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino sensatos,
aprovechando la ocasión, porque vienen días malos. Por eso, no estéis
aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere» (Ef 5,15-17).

1° La prudencia examina con madurez, decide con sen-


satez, obra fielmente.
Se requiere, ante todo, examinar bien el fin. Muchos fallan
en este punto esencial: ¿Para qué he sido creado? 50 ¿Para qué
existo? Es imprescindible un maduro examen dada la gravedad
del problema a resolver.
BM1 Hay que reflexionar sobre nuestro pasado, pues la expe-
266 riencia es maestra en la vida: las dificultades encontradas, las
caídas, las victorias. También la historia nos sirve, porque da a
conocer lo que hicieron bien o mal quienes nos precedieron, y
qué obstáculos o ayudas encontraron. Conviene asimismo
reflexionar sobre las circunstancias presentes y sobre cómo se
delinea el futuro. También aprovecha aconsejarse con hombres
más sabios, que nos quieren, y a veces incluso con personas de
menos edad, cultura o posición, que pueden aclararnos los
peligros, descubrir un lado no considerado antes, darnos una
sugerencia útil. Esta luz, en los casos de decisiones importantes,
se la pediremos sobre todo al Señor, con el Veni, Sancte
Spíritus,51 o alguna otra oración.
2° Decidir con sensatez, escogiendo los medios más
seguros para el fin. Para ello es preciso alejar cuidadosamente
los prejuicios, las pasiones, las impresiones que turban el juicio:
¿qué me vale esto para la eternidad?, 52 ¿qué desearé haber
hecho cuando me encuentre en punto de muerte o en el juicio?
Tratando de no equivocarse, el cristiano profundiza con
perspicacia las varias cosas; luego, con decisión, concluye sin

50 Ver más arriba, meditaciones 7 y 8.


51 “Ven, Espíritu Santo” secuencia de la Misa de Pentecostés.
52 «Quid hoc ad æternitatem?»: expresión atribuida a san Bernardo de

Claraval.
LAS GRANDES VIRTUDES 235

excesivos titubeos. Siempre podemos fiarnos de Dios, cuando


se han usado los medios que él nos ha preparado; entonces, aun
cuando materialmente se fallase, la ayuda de Dios y el premio
no pueden faltar. Él estará con nosotros para confortarnos, y
para premiar al menos el esfuerzo hecho con buena voluntad.
3° Obrar fielmente. No obstante todos los cálculos y la BM1
buena voluntad, siempre se requiere humildad. Hay que echar 267
mano de los medios más potentes para no ceder ante cualquier
derrota. Es necesario, pues, abrir los ojos, notar las cualidades
de las personas, no perder de vista la sucesión de los
acontecimientos internos y externos, usando toda precaución:
«Videte quómodo caute ambuletis» 53 (Ef 5,15). El enemigo
prepara dificultades y artimañas tanto más astutas cuanto más
buenas y santas son las resoluciones. Así no caeremos víctimas
de circunstancias improvisas o imprevistas, ni quedaremos
desconcertados, sino que tendremos la fuerza de levantarnos de
nuevo y recomenzar. Con la gracia divina se tiene la fuerza de
llevar a cabo la obra de nuestra santificación y todas las buenas
iniciativas de apostolado.
Examen. – ¿Cuánto considero las cosas? ¿Cómo me decido?
¿Cómo obro de consecuencia?
Propósito. – Prudencia de mente; prudencia de sentimiento;
prudencia de acción.
Oración. – Medito las palabras escritas por el apóstol
Santiago sobre la verdadera sabiduría o prudencia: «La
sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar intachable, y
además es apacible, comprensiva, conciliadora, llena de
misericordia y buenos frutos, imparcial y sincera».54
Intachable en la mente y el corazón; pacífica, pues conserva
la calma necesaria; modesta, por condescendiente, más aún
suadíbilis 55 pues se | rinde a las buenas razones; llena de BM1
misericordia con los caídos, obtiene doquier buenos frutos; no 268
es parcial, no favorece hipocresías o ficciones.

53 «Fijaos bien cómo andáis».


54 Sant 3,17.
55 “Dócil”, que se deja persuadir.
LAS GRANDES VIRTUDES 236

111.
JUSTICIA
«Siendo justo, todo lo gobiernas con justicia y consideras incom-
patible con tu poder condenar a quien no merece ser castigado. Porque
tu fuerza es el principio de la justicia y tu señorío sobre todo te hace
ser indulgente con todos. Despliegas tu fuerza ante el que no cree en
tu poder perfecto y confundes la osadía de los que lo conocen. Pero tú,
dueño del poder, juzgas con moderación y nos gobiernas con mucha
indulgencia, porque haces uso de tu poder cuando quieres. Actuando
así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano y diste a tus
hijos una buena esperanza pues concedes el arrepentimiento a los
pecadores» (Sap 12,15-19).

1° Es una virtud moral y sobrenatural, que inclina la


voluntad a dar a todos cuanto les es estrictamente debido. La
caridad concede incluso lo que no es debido estrictamente al
prójimo. Dice Bossuet: «Cuando digo “justicia”, nombro al
mismo tiempo el vínculo sagrado de la sociedad humana, la
detención del desenfreno... Cuando reina la justicia, en los
tratados está presente la fe, la honradez en los negocios, el
orden en la política; la tierra está en paz, y también el cielo, por
decirlo así, nos alumbra alegremente con dulces influjos».
La justicia es general, si se refiere a la sociedad o a las
LAS GRANDES VIRTUDES 240

humildad estas pequeñas flores, al no ser capaz de grandes


cosas:¡acéptalas, oh mi divino Maestro, por amor tuyo!
LAS GRANDES VIRTUDES 241

113.
TEMPLANZA
«Yo os digo: caminad según el Espíritu y no realizaréis los deseos de la
carne; pues la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne;
efectivamente hay entre ellos un antagonismo tal que no hacéis lo que
quisierais» (Gál 5,16-17).

1° La templanza es la virtud que modera el ánimo e impide


y mortifica las pasiones, sometiéndolas a la razón.
La templanza la describe bien san Agustín: «El hombre
temperante tiene una regla en las cosas de esta vida... de modo
que de nada es esclavo, nada desea por mera satisfacción sino
que de todo usa a tiempo no por el placer, sino siempre
modestamente». La templanza modera todas las pasiones, y
produce muchas virtudes en el corazón del hombre.
2° Los frutos de la templanza son:
La continencia, que frena los movimientos del sentido y los
deseos desordenados de comer y beber; es una virtud de almas
que se imponen un disciplinado tenor de vida ateniéndose a él
fielmente.
La mansedumbre, que frena los ímpetus de la ira, para que el
hombre no se aíre si no cuando, como y cuanto se requiere para
evitar el pecado y obrar bien.
La clemencia, que mitiga las penas, incita a una justa
compasión y concilia el perdón.
La humildad, que domina el excesivo deseo de estima, de BM1
encomio, de liberalidad. Modera también la excesiva y falsa 274
estima de uno mismo.
La modestia, que compone los movimientos del cuerpo,
atenúa los discursos y acciones, reduce a justos límites las
tendencias ambiciosas en el vestir, las comidas, los atavíos.
La estudiosidad, que regula el deseo de saber para que no
desemboque en pasión, y atempera la fatua curiosidad y el
deseo de una ciencia vana.
La eutrapelia, que es la moderación en los juegos,
esparcimientos y diversiones. A veces es necesario mortificarse
en cosas de suyo lícitas e indiferentes para no seguir sólo la ola
del placer.
LAS GRANDES VIRTUDES 242

3° Oh Jesús Maestro, modelo perfecto de toda virtud, lí-


brame de los excesos de mis pasiones. Haz brillar a mis ojos
constantemente la luz de tus ejemplos, y socórreme con tu
gracia. Soy enfermo –lo confieso–, y he faltado mucho de in-
temperancia: con la gula, ira, codicia, curiosidad, excesivo re-
poso. Jesús Maestro, Camino, Verdad y Vida, ten piedad de mí.
Examen. – La templanza es una virtud cardinal: ¿me doy
cuenta? ¿Estoy entre quienes no tienen regla alguna, y hacen lo
que más les place momento por momento? Los buenos
propósitos son útiles, pero más necesaria es la oración para
cumplirlos.
BM1 Propósito. – Restableceré en mí el reino | ordenado de la
275 voluntad y de la fe, descompuesto por el pecado.
Oración. – Venga, oh Señor, el socorro de tu misericordia
para que yo viva como hombre y cristiano, de modo que pueda
vencer la ira y la debilidad, practicando la verdadera manse-
dumbre. Que yo venza la gula y practique la mortificación. Que
yo frene la soberbia y practique la santa humildad. Que yo
venza la ambición y practique la modestia cristiana. Que yo
venza la vana curiosidad y ame santamente la verdadera
ciencia. Que yo frene la lengua y el desorden en mi obrar, y
viva según una regla establecida con el consejo del director
espiritual.

114.
HUMILDAD - I
«Esta confianza la tenemos ante Dios por Cristo; no es que por
nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos nada como realización
nuestra; nuestra capacidad nos viene de Dios» (2Cor 3,4-5).

1° Es una virtud que nos inclina a conocernos, a consi-


derarnos y a que se nos considere en nuestro verdadero valor.
La humildad es verdad; la humildad de la mente es la
persuasión profunda de que:
Como seres creados no tenemos nada nuestro; de hecho,
nada es nuestro en el orden sobrenatural, pues todo lo hemos
recibido, más allá de lo exigido por una naturaleza creada.
LAS GRANDES VIRTUDES 243

Como pecadores, además, hemos ofendido al Señor, y nada


sería suficiente para pagar las | deudas contraídas con la divina BM1
justicia: castigos, humillaciones, dolores. 276
Como llamados a la santidad, nada absolutamente podemos
por nosotros mismos: la cooperación a la gracia es tan incierta
que sin la ayuda de Dios no cabe esperarla. Dice santo Tomás:
En el hombre pueden considerarse dos cosas: lo que es de Dios
y lo que es del hombre. Es del hombre todo lo defectuoso, y es
de Dios cuanto pertenece a la perfección y la salvación.
2° La humildad es justicia. Si nada tenemos en el orden de
la naturaleza y en el orden de la gracia, únicamente a Dios irá el
honor, el agradecimiento, la adoración. Yo cometería una
injusticia si pretendiera ser alabado; sería un ladrón de la gloria
que solo Dios merece. Si soy pecador, he hecho a Dios tal
desaire, tal acto de temeridad y de necedad que, por cuantas
ofensas e injurias me inflijan los hombres, serán siempre menos
de las que yo he hecho al Señor; por cuanto me juzguen simple,
imprudente, culpable, nunca alcanzarán la enormidad de mi
insensatez y culpa.
El pecado tiene una cierta infinitud de malicia. Si Dios solo da
los buenos pensamientos, las buenas resoluciones, y el cumpli-
miento de las mismas, yo dependo en todo de él, pues es él quien
obra. Por otra parte, deberé estar siempre con la cabeza gacha,
con los ojos suplicantes, rogando que continúe su misericordia.
Así como yo no subsistiría sin una casi continua creación en el BM1
orden natural, igualmente, | sin una particularísima acción de la 277
gracia, no perseveraría en la senda del bien, ni llegaría a la
salvación eterna, aunque ya fuera yo tan perfecto como san Luis,
pues «sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5).
3° La humildad es orden. ¡Cada cual a su sitio! Dios es
Dios, y yo la nada, y como tal debo comportarme; viviendo en
todo sometido a las disposiciones de Dios; como un malhechor
escapado de la cárcel, no porque se me haya ignorado, sino
porque he sido liberado; como un injerto que recibe toda la
vitalidad de la vid-Cristo; como una caña fragilísima que el
viento puede romper. ¡Soy tan corto de inteligencia! En cambio,
Dios es la verdad; estoy tan lleno de pasiones desordenadas,
mientras Dios es la santidad; soy tan voluble, mientras Dios es
inmutable; vivo al borde de un sepulcro, mientras Dios es
LAS GRANDES VIRTUDES 244

eterno... «¿Tienes algo que no hayas recibido?» (1Cor 4,7).


¿Qué diré el día del juicio, yo, soberbio, polvo y ceniza?
Examen. – ¿Estoy bien convencido de que la humildad se
enraíza en los dogmas fundamentales? ¿Qué es la verdad en
cuanto a nuestro verdadero ser y en cuanto al Ser infinito, Dios?
¿Considero que ahí está la justicia hacia Dios, el orden por el
que Dios es considerado prácticamente lo que es, y que yo debo
ponerme en el sitio que me corresponde?
Propósito. – Reflexionaré que, para tener fe, para observar la
BM1 justicia, para respetar | el orden, debo hacerme humilde interior-
278 mente, empezando por mi mente.
Oración. – Jesús Maestro, manso y humilde de corazón, haz
mi corazón semejante al tuyo.
La virgen María, cuando fue reconocida y saludada como
Madre de Dios, dio plena alabanza al Señor: «Proclama mi
alma la grandeza del Señor... El Poderoso ha hecho tanto por
mí, él es santo».61
San Pablo escribe: «Por la gracia de Dios que me ha sido
dada os digo a todos y a cada uno de vosotros: No os estiméis
en más de lo que conviene, sino estimaos moderadamente,
según la medida de la fe que Dios otorgó a cada cual».62

115.
HUMILDAD - II
«Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. El
cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a
Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de
esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido como
hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente
hasta la muerte, y una muerte de cruz» (Flp 2,5-8).

1° Cuán preciosa sea la humildad se conoce ante todo por


la estima y por la práctica que de ella hizo Jesús, Maestro
infalible. El Hijo de Dios, igual al Padre en la gloria y en la
potencia, se aniquiló, encarnándose, en cada momento de la
61 Cf Lc 1,46ss.
62 Rom 12,3.
LAS GRANDES VIRTUDES 245

vida, especialmente durante la pasión y en la Sma. Eucaristía.


Fue luego exaltado por el Padre sobre cualquier otro nombre
porque había tocado el fondo de las humillaciones.63
En el pesebre le contemplamos niño débil, pobre, recostado
en un poco de paja.64 No había sitio para él entre los hombres y |
tuvo que nacer en una gruta que servía de cuadra para animales. BM1
Al final de su vida mortal, el pueblo ingrato tuvo la osadía de 279
gritar: ¡Fuera, fuera, crucifícalo! 65 Y él todo lo soporta de sus
criaturas, a las que traía la salvación, callando como incapaz de
defenderse. Huye a Egipto y al regreso va a ocultarse en una
casa pobrísima de un villorrio despreciado; lleva por treinta
años una vida de escondimiento. 66 Obedece como si fuera
incapaz de guiarse; trabaja como obrero común, sirve a la
Madre y a José en cosas insignificantes. Por ello exclama
Bossuet: «Ven, humano orgullo, y muere ante tal espectáculo».
2° En la vida pública Jesús predica, obra prodigios, se
declara Hijo de Dios: pero esto sólo a gloria del Padre, en espí-
ritu de obediencia y por la salvación de los hombres. Se dirige
especialmente a los pobres, vive de limosna, por confidentes y
apóstoles escoge algunos pescadores y un publicano. Es sencillo
en el hablar, rehúye la popularidad, busca sólo la gloria del
Padre. No tiene de suyo ni una piedra, a menudo prohibe dar a
conocer sus prodigios, varias veces habla de su pasión. Cierra
su vida con humillaciones que para nosotros son un misterio.
Contemplémosle en Getsemaní, o bajo los golpes de los
flagelos, o en el escarnio de la coronación de espinas.
Vendido por un apóstol, negado por el elegido a ser funda-
mento de la Iglesia, abandonado por todos. Condenado por el
tribunal religioso, | por el tribunal militar, por el tribunal polí- BM1
tico. Se ve casi sumergido en un mar de acusaciones; herido en 280

63 Cf Flp 2,3-11.
64 El P. Alberione anticipa aquí lo que tratará ampliamente más
adelante (meditaciones 141-146). Cf DF, p. 41: «Contemplación del
nacimiento: Hecho niño - homo factus. Circunstancias del nacimiento:
Pobreza, humildad, mortificación son documentos para entrar en la
escuela de Jesús».
65 Jn 19,15.
66 A la meditación de este periodo de la vida de Jesús (“La Escuela di

Nazaret”, DF, pp. 14-15) el P. Alberione dedica seguidamente varios días:


ver meditación 147 y siguientes.
LAS GRANDES VIRTUDES 246

la dignidad de hombre, de rey, de juez, pospuesto a Barrabás un


malhechor, sentenciado a morir en cruz. Camina hacia el
Calvario curvo bajo el instrumento del suplicio; es desnudado y
crucificado; agoniza durante tres horas; muere entre dos
ladrones. Y sin embargo, calla siempre, sufriendo y pidiendo
por quien le golpeaba; dando a los hombres las supremas
pruebas de su amor.
3° Dice san Vicente de Paúl: «La vida de nuestro Señor
fue como un continuo acto de estima y afecto al desprecio; su
corazón estaba tan lleno que, de haberle hecho la anatomia
(como lo intentó cierto santo), se hubiera ciertamente encon-
trado en el adorable corazón de Jesús que la santa humildad
estaba esculpida en él de modo especial; y quizás no diría yo
demasiado afirmando que lo estaba con preferencia a todas las
otras virtudes».
Examen. – ¿He estudiado bien el misterio de las humi-
llaciones de Jesús? ¿Me dejo enamorar de ellas? ¿Siento, como
Jesús, esta hambre de humillaciones?
Propósito. – Trataré de hacer amable la confusión, 67 las
injurias, las calumnias contemplando a Jesús, mi amor y modelo.
Oración. – «Oh Salvador mío, ¡cuán enamorado estabas de
esta virtud! ¿Por qué abandonarte a tales envilecimientos ex-
tremos? Sólo porque conocías bien la excelencia de las humi-
BM1 llaciones y la malicia del pecado | contrario. El orgullo no sólo
281 agrava los demás pecados, sino que hace viciosas las obras de
suyo no malas y, más aún, las positivamente buenas y santas».

116.
HUMILDAD - III
«Por entonces viene Jesús de Galilea al Jordán y se presenta a Juan
para que le bautice. Pero Juan intentaba disuadirle diciéndole: “Soy yo

67 La confusión de la que habla aquí el autor (“santa confusión”, como

la define en otro contexto) es el sentido de estupor, de asombro que


adopta la persona al verse, aunque mísera y llena de culpas, inmensa y
gratuitamente amada por su Creador y Padre.
LAS GRANDES VIRTUDES 247

el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?». Jesús le


contestó: “Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia”.
Entonces Juan se lo permitió» (Mt 3,13-15).

1° La preciosidad de esta virtud se deduce también de sus


frutos.
Es llave de los divinos tesoros. El Señor, en todas sus obras,
mira necesariamente a su gloria: dará sus bienes a quien los
reconoce como dones suyos, le sea grato y le dé gloria. No
puede hacer diversamente: «No cedo mi gloria a ningún otro»
(Is 42,8). «Dios resiste a los soberbios, mas da su gracia a los
humildes» (Sant 4,6). Los soberbios son como los montes: el
agua de las divinas gracias no se detiene y quedan áridos. Los
humildes son como valles donde las aguas se remansan. «Los
valles serán rellenados, los montes y colinas serán rebajados»
(Lc 3,5). La humildad tiene, pues, el cometido de inclinar la
bondad benéfica del Corazón divino a dar y preparar el corazón
del hombre a recibir. La bondad de Dios es difusiva; pero el
soberbio la detiene, la impide, mientras el humilde deja que se
extienda y se enriquece con ella.
2° La humildad es fundamento negativo 68 y nutritivo de
toda virtud.
Las virtudes teologales y morales las infunde el Espíritu
Santo, que no habita en el | corazón orgulloso, hinchado de BM1
saber o de poder, sino que se comunica a los sencillos. En 282
efecto, el Señor revela a los pequeños su sabiduría, con un
espíritu de fe sincera y profunda; el humilde espera en Dios, no
en sí mismo y su esperanza se fortifica y deviene operosa; la
caridad se opone al egoísmo, que es amor propio, orgullo,
altivez; la humildad hace al hombre receloso de sí y prudente;
el soberbio exagera sus derechos, olvidando los del prójimo,
mientras el humilde observa la justicia, consciente de ser débil,
y encontrando en Dios su fortaleza; la humildad hace también
buena guardia a la templanza, así como a la castidad.
3° El humilde goza de gran paz, de frecuentes e íntimas
comunicaciones con el Señor, estando gustosamente en el
puesto asignado por la Providencia. Quizás aparece poco ante

68 En sentido de pasivo, receptivo.


LAS GRANDES VIRTUDES 248

los hombres, pero la mirada del Señor se vuelve complaciente a


él y va acumulando grandes tesoros de méritos para el cielo.
San Agustín dice: «¿Quieres elevarte? Empieza abajándote.
¿Piensas levantar muy alto tu edificio? Pon primero el funda-
mento de la humildad».
Examen. – ¿Estimo mucho la humildad? ¿La deseo? ¿La
busco? ¿Se la pido al Señor?
Propósito. – Consideraré la humildad en la concreta práctica
de la vida: con Dios, con el prójimo, conmigo mismo.
BM1 Oración. – Haz, oh Señor, que yo | comprenda tu palabra:
283 «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto
principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría
que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro, y te diga:
“Cédele el puesto a este”. Entonces, avergonzado, irás a
ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a
sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te
convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba”. Entonces
quedarás muy bien ante todos los comensales».69 A mí, que soy
tan pecador, me corresponde el último puesto.

117.
HUMILDAD - IV
«El mayor entre vosotros se ha de hacer el menor, y el que gobierna
como el que sirva» (Lc 22,26).

1° La humildad interior afecta a la mente y al corazón. San


Bernardo dice che la humildad es «un profundo conocimiento
de sí, por el cual el hombre se desprecia a sí mismo». El
hombre no desdeña los dones de Dios que hay en él: al contrario,
le incitan a la adoración, amor y alabanza a Dios que se los ha
dado. El hombre se desprecia a sí mismo en cuanto es una nada,
pecador, incapaz de todo en la vida sobrenatural: «Sin mí no
podéis hacer nada» (Jn 15,5). Ni poco, ni mucho, sino nada de
nada, dice san Agustín. Y esto es doctrina de fe. La humildad
del corazón nos lleva a amar esta nuestra nulidad, abyeción,
69 Lc 14,8ss.
LAS GRANDES VIRTUDES 254

Examen. – ¿Conozco bien la virtud de la obediencia? ¿La


practico sobrenaturalmente? ¿La amo?
Propósito. – Recordaré el ejemplo de Jesús: «Estaba sujeto a
ellos (María y José)» (Lc 2,51).
Oración. – Señor, hazme comprender cómo debo obedecer
siempre y en todo. Dame este espíritu de mortificación interior |
BM1 de mi voluntad. Hazme conocer los méritos de la obediencia y
291 la gran paz que trae al alma. Hazme también conocer cómo de-
bo obedecer: no porque veo buena y ventajosa la obra manda-
da, sino porque es mandada, porque viene de tu voluntad. Tú
siempre y en todo puedes disponer de mí. Soy tuyo, te perte-
nezco totalmente, en todas mis facultades y energías; en todo
momento. Todo lo acepto de ti; dispón de mí como te plazca, en
la vida y en la muerte: hágase no mi voluntad sino la tuya.80

120.
OBEDIENCIA - II
«Yo, el Señor, tu Dios, te instruyo por tu bien. Si hubieras atendido a
mis mandatos, tu bienestar sería como un río, tu justicia como las olas
del mar» (Is 48,17-18).

1° Para vivir alegres en la obediencia y cosechar frutos


dulcísimos y preciosísimos es preciso que la misma sea sobre-
natural, general, completa.
Sobrenatural: se necesita la gracia de Dios; por tanto, la
oración. Se trata de una virtud difícil, porque es de cada día,
más, de cada momento. Decía san Pacomio a un joven religioso
que deseaba el martirio: «Es mayor martirio perseverar toda la

80 Como demostración de que la oración del P. Alberione nace del

compromiso práctico y vital, léase cuanto había escrito, durante el curso


de ejercicios espirituales de 1940, en sus Libretas personales: «Le pido al
Señor que aleje de mí toda voluntad, gusto o preferencia mía, para que él
haga de mí, y de cuanto me concierne, todo lo que quiera y como quiera,
BM1
en el tiempo y por la eternidad. Deseo que el Señor pueda libremente
292 hacer y usar de mí como quiera, reduciéndome incluso a la nada en la
salud, la estima, el puesto, las ocupaciones, las cosas más íntimas y las
externas: ¡todo y sólo por la gloria de Dios, por la exaltación eterna de su
misericordia, en descuento de mis pecados!».
LAS GRANDES VIRTUDES 255

vida en la obediencia que morir de golpe a espada». Es preciso


rezar cada día para obedecer cada día, viendo a Dios en los
padres y en los superiores, pues ellos le representan. No es
obediencia aceptar una disposición porque el superior es
instruido, porque nos amenaza un castigo, porque manda con
dulzura para ganarse | las simpatías. En cambio, es noble,
constante y meritoria la obediencia cuando se hace como a
Jesucristo: «No por servilismo o respetos humanos (Col 3,22),
sino como esclavos de Cristo que hacen, de corazón, lo que
Dios quiere» (Ef 6,6). Cuanto más se mira a Dios, tanto será
más perfecta la obediencia.
2° Obediencia general: es decir, a todos los legítimos su-
periores; y en todas las cosas, excepto en las ilícitas, pues dice
santo Tomás: «Es obediencia indiscreta,81 la que acata también
cosas ilícitas». Escribe san Francisco de Sales que la obedien-
cia: «amorosamente, y a la buena, se someta a hacer cuanto se
manda, sin ponerse a considerar si el mandato está bien o mal
dado, con tal que quien manda tenga el poder de mandar, y el
mandato sirva a la unión de nuestra mente con Dios». Y en otro
lugar, comentando el dicho escriturístico «El hombre obediente
cantará victoria» (Pr 1,28?), explica: «El verdadero obediente
saldrá victorioso de todas las dificultades en que se encuentre
por obediencia, y saldrá con honor en las sendas que recorra por
obediencia, por muy peligrosas que sean».
El superior, al mandar, puede equivocarse; no, en cambio,
quien obedece. Dios ve el corazón; quien escucha con buen
espíritu siempre adquiere mérito.
3° Obediencia completa: es todo el hombre –mente,
voluntad, corazón, cuerpo– quien debe someterse al Señor, que
pide sobre todo | lo que es más interno y precioso. BM1
La obediencia sea constante, pues es la perseverancia lo que 293
hace virtuoso al hombre. San Francisco de Sales escribe:
«Hacer alegremente lo mandado, una sola vez y hasta que nos
guste, es cosa de poco costo. Pero cuando se nos dice: harás
esto siempre, durante toda la vida, ¡aquí está la virtud, aquí está
el mérito!».

81 Indiscreta (latinismo) está por: sin discernimiento.


LAS GRANDES VIRTUDES 256

Sea pronta. Dice san Bernardo: «El verdadero obediente no


conoce dilaciones; tiene horror al mañana; ignora los retrasos;
previene el mandato; tiene los ojos atentos, las orejas tensas, la
lengua pronta para hablar, las manos dispuestas a obrar, los pies
ligeros para moverse; está todo él ocupado en acoger y hacer
enseguida la voluntad de quien manda».
Examen. – ¿Son estas mis convicciones sobre la obediencia?
En práctica, mi obediencia ¿es sobrenatural, general, completa?
¿Rezo para alcanzar esto?
Propósito. – Quiero aportar, en la obediencia, una verdadera
alegría: sólo así estaré pronto a correr donde ella me llame.
Oración. – Dios mío, adoro tu voluntad santísima. Tú eres
bueno, y quieres sólo y siempre el bien. Desde toda la eternidad
has dispuesto cada cosa con sabiduría y amor, también en lo
referente a mí. Me has preparado unos superiores que te
BM1 representan y me comunican tus | deseos. Adoro a tu Unigénito
294 siempre unido a ti en un único y perfecto querer. Todo deseo
tuyo lo es también nuestro, oh Padre celeste, junto con el
Espíritu Santo. Yo, siguiendo tu voluntad y tus deseos, camino
seguramente hacia la felicidad eterna. Concédeme presentarme
a ti en el juicio pudiendo decir: «Padre, nunca he desobedecido
una orden tuya».82

121.
OBEDIENCIA - III
«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos»
(Mt 7,21).

1° La obediencia nos une al Señor como en una continua y


habitual comunión con él. Con la obediencia sometemos y
unimos toda nuestra voluntad a la de Dios: más, ponemos al
servicio suyo todas nuestras facultades y potencias del alma.
La renuncia a nuestra voluntad es sacrificio acepto a Dios, el
más agradable: «La obediencia vale más que el sacrificio»

82 Cf Lc 15,29.
LAS GRANDES VIRTUDES 257

(1Sam 15,22), porque es una especie de martirio e inmolación


continua: «Por la obediencia se destruye la propia voluntad»,
dice san Gregorio Magno. Si la comunión sacramental nos une
a Jesucristo por un tiempo, la obediencia prolonga esta unión
espiritualmente: estamos en Jesús, y Jesús en nosotros: «un solo
querer y un solo no querer».
2° San Agustín dice que la obediencia es madre y custodia
de la virtud; la obediencia es la caridad | práctica: «Si me amáis, BM1
guardaréis mis mandamientos» (Jn 14,15). 295
Más aún, vivir en la divina voluntad significa practicar todas
las virtudes, que se reducen a la obediencia, como todos los
pecados son, en el fondo, una desobediencia. Quien cumple la
voluntad de Dios es paciente, caritativo, firme en sus deberes de
estado, justo, fuerte, temperante, mortificado, etc.
La obediencia acarrea una gran paz. El alma sabe de agradar
a Dios, y vive serena bajo su mirada complacida y bendecidora.
Descansa en la barca sabiendo que la conduce Dios, Padre
bueno, quien todo lo dispone siempre con amor y para el mayor
bien: ¿de qué, pues, turbarnos?
El obediente es consciente de que el Señor castiga sólo a
quien no cumple su querer; por tanto, sabe que no va al
encuentro de la condenación sino del paraíso. Conoce además
que todo, incluso las mínimas e insignificantes acciones, se
transforma en precioso mérito para el cielo.
3° La obediencia tiene tres grados.
Primero: el obediente observa los mandamientos de Dios y
de la Iglesia, cumplimenta 83 las órdenes de los superiores,
siendo diligente en ello, puntual, y obra con un fin sobrenatural.
Segundo: el obediente se amolda al ejemplo de Jesucristo; le
contempla en la vida de Nazaret y en el Calvario; se somete
interiormente al querer divino incluso en las circunstancias
penosas.
Tercero: el obediente, progresando más, somete el propio BM1
juicio, uniformándolo al del superior. 296
Examen. – ¿Conozco cuántos tesoros hay en la obediencia?
¿A qué grado he llegado? ¿Me esfuerzo en progresar?

83 Cumple (en el original se lee una palabra desusada).


LAS GRANDES VIRTUDES 258

Propósito. – La obediencia es lo más razonable de todo,


pues me lleva a hacer lo más justo en sí y lo más útil para mí en
el tiempo y en la eternidad.
Oración. – Señor, a mi naturaleza le suena dura la palabra
“obedecer como un bastón, como un cadaver”.84 Pero sé que
en el cielo seré tanto más exaltado cuanto aquí en la tierra me
haya sometido. «Fiat voluntas tua, sicut in coelo et in terra».85
¡Hágase y sea alabada y eternamente exaltada la santísima,
justísima y amabilísima voluntad de Dios en todo! Hazme
conocer qué te agrada hoy: habla, que tu siervo escucha. Sí,
someteré generosamente la voluntad, el corazón, el juicio.
Acepta mi servicio como mérito.

122.
PUREZA - I
«Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación, que os apartéis de
la impureza, que cada uno de vosotros trate su cuerpo con santidad y
respeto, no dominado por la pasión, como hacen los gentiles que no
conocen a Dios» (1Tes 4,3-5).

1° La castidad es una virtud que nos lleva a reprimir


cuanto hay de inmoderado en los deseos de la carne. Es distinto
BM1 el estado del casado, | del que no está casado. En el estado con-
297 yugal es santo lo requerido por el uso legítimo del matrimonio
para la propagación del género humano. Fuera de eso, todo
placer sensual está prohibido.86 La castidad conyugal impone la
mutua fidelidad, la pureza de intención, la honestidad de las
relaciones entre los cónyuges. Hay que tener del matrimonio un
concepto muy elevado, según el espíritu de la Iglesia.

84 El P. Alberione alude a la conocida expresión de san Ignacio de

Loyola: “Perinde ac cadáver (al modo de un cadáver)”. San Ignacio quiso


que los religiosos de la Compañía de Jesús, además de los votos solemnes
de pobreza, obediencia y castidad, hicieran también un cuarto voto de
obediencia total a la persona del Papa, “perinde ac cadáver”.
85 Mt 6,10.
86 Estas afirmaciones deben ir integradas con las enseñanzas del

concilio Vaticano II. Cf Constitución pastoral Gaudium et Spes, parte II,


“Dignidad del matrimonio y de la familia y su valoración”, nn. 47-52.
LAS GRANDES VIRTUDES 259

San Pablo escribe: «Sed sumisos unos a otros en el temor de


Cristo: las mujeres, a sus maridos, como al Señor, porque el
marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la
Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Como la Iglesia se
somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su
Iglesia: Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla,
purificándola con el baño del agua y la palabra, y para
presentársela gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante,
sino santa e inmaculada» (Ef 5,21-27).
2° Fuera del matrimonio todos han de observar continencia
absoluta, sea los jóvenes o los viudos o las almas llamadas a
una vida más perfecta y a vivir el celibato perpetuo, como los
religiosos y los sacerdotes u otras personas en el mundo.
Reprimir las fuertes tendencias de la carne es una gran
virtud: «La carne desea contra | el espíritu» (Gál 5,17). Son BM1
tendencias fuertes, que pueden hacerse incluso fortísimas si ya 298
hubo antes caídas o la persona se expone a peligros. «Entre los
combates humanos los más duros son las batallas de la
castidad». Y quien combate estas batallas más difíciles ejercita
una virtud no común.
Y es de gran mérito, pues esta virtud hace la vida humana
semejante a la vida celeste, que es toda pura y santa, y
constituye una prenda de salvación eterna.
3° Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos
verán a Dios: 87 así nos has enseñado, oh divino Maestro. En
efecto, ellos nutren pensamientos elevados, conservan
aspiraciones de caridad, tienen palabras y obras superiores,
dignas del hombre y apenas inferiores a los ángeles.
Examen. – ¿Conozco claramente los deberes de mi estado?
¿Sé elevarme a una vida digna? Compuesto de cuerpo y espíritu,
¿me asemejo más al animal o al ángel? ¿Tengo verdadera
devoción a los ángeles?
Propósito. – Me esforzaré constantemente por elevarme, de
modo que viva en mí la santidad y la gracia.

87 Mt 5,8.
LAS GRANDES VIRTUDES 260

Oración. – Mater purissima, ora pro nobis; mater castissima,


ora pro nobis; mater inviolata, ora pro nobis; mater intemerata,
ora pro nobis; sancta virgo virginum, ora pro nobis; mater
divinae gratiae, ora pro nobis; virgo prudentissima, ora pro
nobis.88

88 De las Letanías Lauretanas: «Madre purísima, ruega por nosotros;

madre castísima, ruega...; madre inviolada...; madre incontaminada...;


santa virgen de las vírgenes...; madre de la divina grazia...; virgen
prudentísima, ruega por nosotros».
LAS GRANDES VIRTUDES 261

123.
PUREZA - II
«Dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la
impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría. Esto
es lo que atrae la ira de Dios sobre los rebeldes. Entre ellos andabais
también vosotros, cuando vivíais de esta manera; ahora en cambio,
deshaceos también vosotros de todo eso: ira. coraje, maldad,
calumnias y groserías, ¡fuera de vuestra boca!» (Col 3,5-8).

1° El divino Maestro dijo: «Esta especie (de demonios)


sólo puede salir con la oración y con ayuno» (Mc 9,28). Y
también: «Velad y orad para no caer en la tentación» (Mt 26,41).
Se necesitan tres medios: mortificación, huida de las
ocasiones y oración.
Mortificación: consiste ante todo en humildad interior y
exterior. Muchos, antes de ser impuros, son orgullosos y
presuntuosos. «Dios, que no puede sufrir la soberbia en un alma,
la humilla hasta el fondo... Para darle a conocer su debilidad...
permite que la asalten ciertas tentaciones horribles y que a veces
sucumba y toque fondo, siendo esas caídas las más vergonzosas
de todas y causantes de la mayor confusión. Cuando, en cambio,
se está persuadido de no poder ser casto por sí, se repite a Dios
aquella oración de san Felipe Neri: “Oh Dios mío, no te fíes de
Felipe, que si no te traicionará”» (Olier). Todos deben temer:
quienes ya cayeron, porque las tentaciones volverán más
fuertes; quienes se mantuvieron inocentes, porque llegará la
crisis; los laicos y los religiosos, los adultos y los viejos, las
almas santas y los jóvenes. Mientras se camina con este cuerpo,
son mil los engaños y las astucias del enemigo. La humildad
LAS GRANDES VIRTUDES 264

el corazón del ocioso se abandona a afectos sensibleros, su alma


LAS GRANDES VIRTUDES 266

y las exhortaciones de un sensato confesor adiestran y fortifican


el corazón en la lucha.
En segundo lugar, la devoción a María Sma. es de grande y
seguro fruto por dos razones: ella es la más amable y potente
criatura ante Dios. María arrebata y enamora todo corazón puro:
el conjunto de los afectos quedan tan concentrados en ella que
se perciben mucho menos los atractivos y las lisonjas de los
sentidos. Además, María, con sus súplicas, obtiene a los devo-
tos una mente más serena, una voluntad más enérgica, un cora-
zón más fuerte. «El infierno tiembla, el demonio huye cuando
digo Ave María».101
El uso de jaculatorias, especialmente cuando arrecia la
tentación, es eficacísimo. Por ej., «Dulce Corazón de María, sé
mi salvación»; «Virgo singularis, inter omnes mitis, nos culpis
solutos, mites fac et castos».102
BM1 3° El amor a las cosas celestes, a Jesús, a | María debe ser
306 ardiente, generoso, predominante. Si es ardiente, consumirà
todo otro amor; si es generoso, las potencias del alma se colma-
rán; si es predominante, se realizará poco a poco la invitación
de amar al Señor con toda la mente, todo el corazón, todas las
fuerzas. Dice san Juan Clímaco: «Virtuoso es quien lleva tal-
mente impresas en el ánimo las bellezas celestes, que ni siquiera
se digna echar una mirada a las bellezas terrenas, y no nota el
ardor del fuego que inflama los demás corazones».
Examen. – ¿Comprendo la necesidad que tengo de Dios para
conservarme casto? ¿Uso los medios indicados? ¿Tengo la
costumbre de recurrir a María en los peligros?
Propósito. – En las tentaciones procuraré invocar el nombre
de María; y también desviar enseguida la mente a otra cosa, por
ejemplo a los deberes cotidianos.

101 Ojeando los Cuadernos manuscritos del P. Alberione –que

contienen su predicación a los seminaristas de la diócesis de Alba, desde


1908 en adelante– se constata que muchas veces citaba él esta expresión
latina: «“Satan fugit, infernus contremiscit, cum dico Ave Maria”, dice un
santo».
102 «Virgen incomparable, dulce como ninguna, libres ya de las culpas,

haznos humildes y castos » (del himno Ave maris stella).


LAS GRANDES VIRTUDES 267

Oración. – Custodio y padre de los vírgenes, san José, a


cuya tutela le fue confiada la misma inocencia, Jesucristo, y la
Virgen de las vírgenes, María, por estos inapreciables tesoros,
te ruego y te suplico, que yo, preservado de toda inmundicia,
puro de mente y de corazón, y casto en el cuerpo, siempre sirva
purísimamente a Jesús y a María.103

126. BM1
PACIENCIA 307

«Considero que los sufrimientos de ahora no se pueden comparar con


la gloria que un día se nos manifestará. Porque la creación, expectante,
está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rom 8,18-19).

1° La paciencia es la virtud que nos induce a aceptar con


resignación los sufrimientos por amor de Dios.
Todos tienen en la vida un cupo de penas suficiente para
hacerse santos. Para mantenerse constantes en el bien, es siem-
pre necesario sufrir. Fácilmente nos cansamos y nos desanima-
mos ante los continuos esfuerzos y dificultades. Aunque no tu-
viéramos otras pruebas, estas las encontraremos siempre. Algu-
nos las soportan con ánimo tranquilo, en unión con Jesucristo.
Otros, en cambio, sufren irritándose, lamentándose, blasfeman-
do; y otros sufren por orgullo, avidez, interés humano. Quien
tiene de veras paciencia se enriquece de méritos: es la paciencia
lo que hace santos. Los demás, por el contrario, acumulan
pecados y van al encuentro de penas más duras en la eternidad.
2° La sumisión a la divina voluntad fue el secreto de los
santos y de los mártires aceptando con resignación, más aún, a
veces con gozo, los sufrimientos más dolorosos y prolongados.
«Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22,42) fue la
gran aceptación del amarguísimo cáliz de la pasión. También
Job dijo: «Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar
los males?» (Job 2,10).
El pensamiento del paraíso confortó siempre mucho en sus
penas a las almas generosas: | «Tanto es el bien que espero, que BM1
308
103 «Vírginum custos et páter, sancte Ioseph...»: oración a san José

para obtener la pureza.


LAS GRANDES VIRTUDES 268

toda pena me da consuelo», decía san Francisco de Asís. Y san


Pablo: «Estoy lleno de consuelo, desbordo de gozo en todas
nuestras tribulaciones» (2Cor 7,4). En efecto, no hay proporción
entre el breve sufrir y el eterno gozar; entre las pequeñas
pruebas y el gozo embriagador del cielo.
El purgatorio es más breve y más ligero en esta vida; más
largo y doloroso en la otra. Y es una gran misericordia por parte
de Dios si nos ofrece ocasión de pagar aquí nuestras deudas con
la divina justicia. Por otra parte, podemos buscar nosotros
mismos algunas mortificaciones voluntarias.
La pasión de nuestro Señor Jesucristo es un acicate muy útil
para soportar con paciencia nuestros dolores. Jesús sufre, y es
inocente; nosotros sufrimos, pero somos pecadores. Si quere-
mos llegar a su gloria debemos seguirle en la vía dolorosa de
sus continuos sufrimientos, que alcanzaron el colmo en la pasión.
El apostolado del sufrimiento es el más eficaz, pues entraña
padecer para cumplir la pasión de Jesucristo en favor de su
cuerpo místico que es la Iglesia. 104 Santa Gema Galgani, san
Juan de la Cruz y muchos otros santos tenían verdadera sed de
mortificaciones y de sufrimientos.
3° Tres grados: la aceptación de la cruz; vida de unión con
el Salvador paciente; deseos y gozo en el sufrimiento.
BM1 Examen. – ¿He considerado bien qué fuente de bien es el
309 dolor? ¿Cómo mi porto ante el sufrimiento? ¿Tengo devoción a
Jesús crucificado?
Propósito. – Haré mía la máxima de san Pablo: «Si sufrimos
con él, también con él seremos glorificados».105
Oración. – Oh mi Maestro crucificado, he entendido tu amo-
nestación: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue
a sí mismo, tome su cruz y me siga».106 Esta es la senda para
unirme más íntimamente a ti y obtener comunicación abundan-
te de gracia: «Muy a gusto me glorío de mis debilidades, para
que resida en mí la fuerza de Cristo». 107 En este camino del
Calvario tal vez me deje caer bajo el peso de la cruz, pero ense-
104 Cf Col 1,24.
105 Cf 2Tim 2,11s.
106 Mt 16,24 y paralelos.
107 2Cor 12,9.
LAS GRANDES VIRTUDES 269

guida alzaré la voz hacia ti que caíste para levantar a los


caídos. En ti pongo mi confianza, «porque tú, oh Dios, eres mi
fuerza».

127.
MORTIFICACIÓN - I 108
«Jesús dijo a los discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que
se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque quien quiera

108 El P. Alberione empieza aquí a tratar el tema de la mortificación,

al cual dedica las meditaciones de toda una semana. Es resabido que la


mortificación constituye uno de los argumentos más presentes en la
predicación y la enseñanza del Fundador. Lo encontramos desde las
primeras páginas del DF: «[Es necesario] el ejercicio de la mortificación
para formar una voluntad indiferente a las cosas creadas: salud o
enfermedad, alabanza o humillación, riqueza o pobreza, etc. “Christus
non sibi plácuit”. Mortificación de la inteligencia, de la memoria, de la
voluntad, de la fantasía, del corazón, de los sentidos externos. Y esto
prolijamente, para que estos santos excesos y la repetición frecuente
consigan pronto la costumbre y la muerte del hombre viejo. “Éxuat te
Dóminus véterem hóminem”» (DF, pp. 11-12). Posteriormente, el P.
Alberione se preocupó de aclarar con más detalle el sentido y el rol de la
mortificación. «Hay que entender bien la mortificación. Hay mortifica-
ciones negativas y positivas. No debemos extenuarnos con privaciones,
sino fortificar el organismo para obrar con celo. Los apostolados
cumplidos convenientemente son una mortificación positiva...» (SP,
enero 1951). El autor reafirmará frecuentemente la finalidad positiva de
la mortificación y adoptará de buen grado el nuevo léxico relativo a este
tema: «El fin de la mortificación es positivo, está en cooperar en la
dirección justa. El nombre suena casi a mortuum fácere, es decir a esta-
blecer la voluntad por reina y que dirija el ojo como la memoria, la
lengua como la fantasía, ya sea directamente o indirectamente, como si
fueran cadáveres carentes de oposición. – Tres máximos bienes tendre-
mos de una recta mortificación: salvación, perfección, apostolado. – Las
varias denominaciones con que se indica la mortificación aclaran el
concepto, la necesidad y el fin. En la sagrada Escritura se presenta con
muchos nombres: renuncia “qui non renuntiat...”; abnegación “ábneget se
metipsum”; mortificación “Si autem spíritu facta carnis mortifica-
véritis”; muerte “mortui estis”; enterramiento “consepulti”, despojo
“expoliantes vos”; lucha “bonum certamen”. – Hoy suele decirse a
menudo: reforma, gobierno de sí, desapego, educar la voluntad, reves-
tirse de Dios, vivir en Cristo, orientarse hacia Dios, esfuerzo, sacrificio,
vigilancia» (SP, febr.-marzo 1954; cf ACV, pp. 249s.).
LAS GRANDES VIRTUDES 270

salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí,la encontrará”»


(Mt 16,24-25).

1° La mortificación es el trabajo espiritual o la lucha inte-


rior para vencer el pecado y vivir de la vida de Jesucristo. Es so-
meter a la razón y a la fe las pasiones y las tendencias desor-
denadas. Es una lucha interior, un esfuerzo para alejarnos del
mal y progresar en la virtud. Es una renuncia, un desapego, una
crucifixión, una muerte | interior; y, al mismo tiempo, una con-
BM1 quista, una elevación, una vida nueva, una verdadera santifi-
310 cación, una resurrección, un recto gobierno de nosotros mismos,
una educación de la voluntad, una orientación del alma hacia el
cielo. El hombre quita el mal: declina a malo; y pone el bien:
fac bonum.109
La mortificación nos hace vivir una vida superior. Es cruci-
ficar y hacer morir las naturales tendencias pecaminosas para
emplearlas al servicio de Dios y de la razón.
2° La mortificación es necesaria como penitencia para
quien ha pecado. El pecado es una injusticia a Dios: la peniten-
cia es una reparación necesaria. El pecado es un error de mente
y de corazón, y hay que rectificar pensamientos y voluntades.
Dice Bossuet: «Jesús, para ser el salvador del género humano,
quiso ser la víctima. Pero la unidad de su cuerpo místico re-
quiere que, habiéndose inmolado la cabeza, todos los miembros
sean también ofrendas vivientes». El pecado deja en el alma
funestas consecuencias; la penitencia repara las fuerzas perdidas,
y corrige las malas costumbres. Dice el concilio de Trento: «Sin
duda, las penitencias nos alejan del pecado y son como un
freno; hacen al cristiano más cauto y vigilante; corrigen los
malos hábitos 110 contraidos».111 Por otra parte, la penitencia hay
que hacerla en esta vida o en la otra; y es siempre más sensato
pasar el purgatorio en este mundo.

109 Es iluminador al respecto cuanto el P. Alberione escribe en el

boletín San Paolo de junio-julio-agosto 1950: «La santidad resulta de dos


elementos: odio al mal (declina a malo) y cumplimiento de la voluntad de
Dios (fac bonum)».
110 Costumbres.
111 Concilio de Trento, Doctrina sobre el sacramento de la penitencia,

25 noviembre 1551, cap. 8 (DENZINGER-HÜNERMANN, Enchiridion


Symbolorum, edición bilingüe, 1995, n. 1690).
LAS GRANDES VIRTUDES 271

3° Hay una penitencia interna y una penitencia externa.


Como al pecado contribuyen el alma y el cuerpo, también ha de
ser doble la satisfacción. El corazón humillado, el espíritu con-
trito cuenta mucho ante Dios. El salmo Miserere es un ejemplo
clásico: «Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo despre-
cias» (Sal 51/50,19). La penitencia exterior se hace con oracio-
nes, limosnas y mortificaciones de los sentidos. La limosna re-
dime, la oración aplaca a Dios, las privaciones renuevan el espíritu.
Examen. – ¿Estoy persuadido de la necesidad y valor de las
mortificaciones? ¿Cuáles he elegido? ¿Las ofrezco al Señor
junto a la sangre preciosa de Jesucristo?
Propósito. – Si cada día peco, cada día satisfaré con alguna
mortificación.
Oración. – Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu
inmensa misericordia borra mi culpa. Lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. Crea en mí un corazón puro, remodélame 112
por dentro con espíritu firme.113

128.
MORTIFICACIÓN - II
«No pretendas lo que te sobrepasa, ni investigues lo que te excede.
Pon atención a lo que se te encomienda, porque no tienes necesidad de
cosas secretas. No te afanes por lo que supera tus capacidades, pues ya
te han enseñado cosas que te desbordan» (Sir 3,21-23).

1° ¿En qué debemos mortificarnos? Siempre y en todo; in-


terior y exteriormente. Interiormente, en la inteligencia, la vo-
luntad, la | memoria, la fantasía, el corazón. No se trata de des-
truir estas óptimas facultades, sino de amansarlas, es decir ha-
cerlas obedientes como un cadá
v1320TJEB/F.4f9856m[(co)]si7prl-quaz:tehn
LAS GRANDES VIRTUDES 273

Examen. – ¿Tengo profundas convicciones sobre el recto


gobierno de mí mismo? ¿Disciplino mi inteligencia y regulo con
sensatez mis pensamientos? ¿Doy de veras a Dios mi mente?
Propósito. – Quiero tener sólo pensamientos | buenos, BM1
sabiendo que la inteligencia es el primer talento del que debo 314
rendir cuentas a Dios.
Oración. – Oh Jesús, Sabiduría increada, que has encendido
en mí la luz de la razón, concédeme la gracia de usar santa-
mente este talento. Líbrame de todo pensamiento vano, perver-
so e inútil: «Líbera corda nostra de malorum tentatiónibus cogi-
tationum ut sancti Spíritus dignum fíeri habitáculum mere-
ámur».115 Dirige por el camino de la sensatez mi mente; ábrela
a conocer cada vez mejor lo que es de tu voluntad. Acrece
nuestra fe para que podamos llegar a la eterna visión en el
paraíso.

129.
MORTIFICACIÓN - III
«Hermanos, somos deudores, pero no de la carne para vivir según la
carne. Pues si vivís según la carne, moriréis; pero si con el Espíritu
dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis» (Rom 8,12-13).

1° La mortificación es necesaria siempre, doquier, para


todos. Cualquier buen resultado requiere sacrificio. El estu-
diante para aprender, el joven para abrirse camino, el obrero
para ganarse el salario, el agricultor para cosechar los frutos, el
comerciante para sus ganancias; todo profesional, soldado o
artista para sus respectivos empeños deben fatigarse, superar
obstáculos, vencer desalientos, soportar desilusiones. Quien
abandona su trabajo será un fracasado en la vida; quien
persevera llegará a la meta, será estimado, gozará la justa BM1
satisfacción de haber cumplido su | deber. Pues lo mismo, y aún 315
más, cabe decir del sacerdote y del religioso.

115 «Libra nuestros corazones de las tentaciones de malos pensa-

mientos, para que merezcamos ser una digna morada del Espíritu» (Anti-
gua oración de Adviento).
LAS GRANDES VIRTUDES 274

2° Pero la mortificación es del todo imprescindible en el


cometido máximo y más delicado: la salvación eterna.
Quien no sabe mortificarse caerá en pecado: «Si vivís según
la carne,moriréis; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras
del cuerpo, viviréis» (Rom 8,13). Los deseos de la carne tienden
al mal, a los bienes y placeres de la tierra. Pero el Evangelio
ordena claramente no mirar a lo que es peligroso, no desear
cosas prohibidas, huir de las ocasiones de pecado. Lo cual
significa que deben siempre frenarse los ojos, el oído, la lengua,
el tacto, la fantasía, el corazón y dejar las compañías placenteras,
las diversiones inmorales, las lecturas malas.
Sólo quien se mortifica se hace mejor y hasta santo. Despe-
gando el corazón de las criaturas, el hombre se une a Dios.
Mortificando el deseo de estima, de orgullo, de ambición y
frenando el amor a las riquezas, el alma se apega más a Dios, se
conforma a Jesucristo, aspira y adquiere los bienes espirituales
y eternos. «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a
sí mismo, tome su cruz y me siga» (Mt 16,24), dice Jesucristo.
Y se insiste: la perfección requiere lucha: «Progresarás tanto
cuanto te hagas violencia a ti mismo».116 Muchas almas tienen
BM1 deseo y hacen propósito de santificarse, pero se bloquean ante |
316 las dificultades, el combate, la negación de sí mismas. Y bien,
es necesario ir contracorriente, dice san Ignacio, «combatiendo
contra la sensualidad y el amor propio». Entonces el amor de
Dios se posesiona del alma y la penetra en todas sus facultades.
3° Te contemplo en la cruz, oh Jesús, mi Maestro y
consuelo. ¿Cómo voy a ser tu discípulo prescindiendo de la
mortificación? Para ser tu discípulo, tengo que dominar mi
orgullo, mi sensibilidad, mi corazón, la ira, el amor a las
comodidades. Tú me lo dices, incluso callando desde la cruz.
¡Ea!, socorre mi debilidad, hazme paciente, dulce, moderado,
puro. «En la cruz, salvación; en la cruz, vida; en la cruz,
protección de los enemigos; en la cruz, efusión de suavidad
sobrenatural; en la cruz, fuerza para la mente; en la cruz, gozo
del espíritu; en la cruz, todas las virtudes; en la cruz, la
perfección de la santidad» (Imitación de Cristo).117

116 Así la Imitación de Cristo: «Tantum proficies quantum tibi ipsi vim

intúleris» (L. I, c. 25).


117 L. II, cap. 12.
LAS GRANDES VIRTUDES 275

Examen. – ¿He comprendido la santidad y la necesidad de la


mortificación? ¿He puesto en ella amor? ¿En qué me mortifico?
Propósito. – Consideraré las palabras de un gran escritor:
«Así como la inmortificación es origen de los vicios y causa de
todos nuestros males, así la mortificación es el fundamento de
las virtudes y la fuente de todos nuestros bienes».
Oración. – Señor, infúndeme valor | y constancia con el pen- BM1
samiento de la recompensa: Quien renuncia... poseerá la vida 317
eterna. Muchos sacrificios hacen los mundanos por cualquier
ventaja terrena, ¡pero yo soy hombre de eternidad! Un poco de
paraíso pagará toda pena, aun la más dolorosa. ¡Paraíso, paraíso!

130.
MORTIFICACIÓN - IV
«Los que temen al Señor tienen el corazón dispuesto, y se humillan
delante de él» (Sir 2,17).

1° Entre las mortificaciones internas, son muy necesarias


las que afectan a la memoria y la fantasía, dos sentidos internos
utilísimos si se les guía y disciplina bien, pero también muy
peligrosos, si se les deja libres.
La memoria sirve en los estudios, las artes, la vida de cada día,
para todos, especialmente para quien debe enseñar o aprender. La
fantasía es una óptima criada de la inteligencia, pues ayuda
poderosamente a la memoria, es un buen medio para la piedad y
para la claridad y vivacidad en la enseñanza. Pero hay que impedir
a la memoria y a la fantasía reproducir imágenes, recuerdos y
hechos que disipan o malgastan las energías o llevan a tenta-
ciones y pecados contra la pureza, la caridad, la humildad, la
templanza, la justicia, etc.
Rememorar, sin verdadera necesidad, el mal hecho, recordar
discursos peligrosos, imaginar de nuevo episodios, personas y
circunstancias seductoras son cosas que absolutamente deben
evitarse. Es necesario mortificarse.
2° Santificar la fantasía y la memoria, aplicándose con BM1
mayor intensidad a recordar conocimientos teóricos y prácticas 318
LAS GRANDES VIRTUDES 276

aprendidas, significa mortificarse. La fantasía, como la memoria,


sirve para fijar los propósitos, rezar mejor, ponernos en la
presencia de Dios.
Ejemplos: al entrar en la iglesia, podemos figurarnos el
pesebre para arrodillarnos, con María y José, ante el Niño; o
bien vernos en el Calvario mientras el Salvador agoniza, nos da
por Madre a la Sma. Virgen, perdona al buen ladrón, confía a
las manos del Padre su espíritu, muere; etc. Si reproducimos
con la memoria y la fantasía los misterios del rosario, las
estaciones del viacrucis, la horrenda vorágine del infierno, la
fiesta eterna del cielo, el aspecto sereno de un buen siervo de
Dios que muere en paz, etc., será fácil recogerse.
Hay quienes se esfuerzan por recordar, a lo largo del día, las
homilías, los propósitos, las máximas del Evangelio; hubo
personas que estudiaron cada día tres o cuatro versículos de la
sagrada Escritura. Las buenas comparaciones, las sugestivas
imágenes, los hechos edificantes, recordados a menudo, acaban
por poblar la memoria y la fantasía de cosas santas, incluso muy
agradables para las almas fervorosas.
Se dan cosas muy edificantes que impresionan y nos hacen
pensar, escenas lastimosas de pobres, el ejemplo de concordia y
gozo de una familia cristiana, las útiles habilidades para mul-
tiplicar el bien, la vida devota y laboriosa de la Sagrada Familia,
las personas ejemplares conocidas por cada uno, etc.
BM1 3° Quien regula su memoria y su fantasía tendrá dos bue-
319 nos aliados en el trabajo de santificación. En cambio, quien deja
libremente revolotear, noche y día, estas dos facultades tiene
dos puertas abiertas al diablo y a las tentaciones más seductoras.
En la juventud estas dos facultades son más vivaces, raudas,
activas, y el joven que las disciplina bien, recabará gran ayuda y
progresará en el estudio y en la virtud. Al contrario, dejándolas
libres, se zambullirá en los más graves peligros: lecturas de
novelas, espectáculos teatrales y cinematográficos, charlas y
tristes ejemplos impresionarán malamente su fantasía y memo-
ria, excitando los instintos más rastreros: «A cada uno le tienta
su proprio deseo cuando le arrastra y le seduce» (Sant 1,14).
Examen. – ¿Me he metido bien en la cabeza que debo morti-
ficar memoria y fantasía, retrayéndolas del mal y usándolas para
el bien? ¿Cómo me porto en esto, ayudándome a rezar?
LAS GRANDES VIRTUDES 277

Propósito. – Me aplicaré diligentemente al deber presente:


«age quod agis».118
Oración. – «Oh Dios, que iluminas a todo hombre que viene
a este mundo, alumbra, te rogamos, nuestros corazones con el
esplendor de tu gracia, para que podamos pensar cosas dignas
y agradables a tu Majestad, y amarte sinceramente. Te lo
pedimos por Jesucristo nuestro Señor».119
131. BM1
MORTIFICACIÓN - V 320

«Escuchad, hijos, la instrucción sobre el hablar, quien la guarde no


quedará atrapado. El pecador se enreda en sus propios labios, el
calumniador y el soberbio tropiezan en ellos» (Sir 23,7-8).

1° La mortificación se extiende a los ojos, al oído, a la


lengua, al gusto, al tacto, al olfato. El ojo ha de estar discipli-
nado, es decir usándolo en lo que es bueno, retrayendo las mira-
das de lo que es peligroso. Los ojos son las ventanas del alma y
a través de ellas puede entrar la virtud o el pecado. Dice el
Espíritu Santo: «Entre las cosas creadas, ¿qué hay peor que el
ojo envidioso?»120 (Sir 31,13).
Dice Jesucristo: «Si tu ojo te induce a pecar, sácalo y arró-
jalo de ti. Más te vale entrar en la vida con un solo ojo que con
los dos ser arrojado a la gehenna del fuego» (Mt 18,9). Eva, por
sugerencia del demonio, miró el fruto prohibido, «atrayente a
los ojos y deseable» (Gén 3,6), y cayó. David cayó porque en un
día de reposo se detuvo a observar una persona peligrosa para él.
En los salmos se pide al Señor: «Aparta mis ojos de las
vanidades» (Sal 119/118,37).
Muchos creen poder verlo todo..., pero luego, incapaces de
frenar los pensamientos y sentimientos, dan en ruinosas caídas.
Hay también miradas gravemente culpables: «Vírginem ne con-
spícies, ne forte scandalizáris in decóre illíus»121 (Sir 9,5).

118 Expresión proverbial latina: «Haz bien lo que estás haciendo».


119 Oración para pensar cosas buenas y amar a Dios sinceramente.
120 Las modernas traducciones dan otro texto: «Recuerda que es mala

cosa el ojo codicioso, nada peor que él en toda la creación».


121 «No fijes tu mirada en una doncella, para no hallar escándalo en su

belleza». Según versiones modernas: «Por la belleza de una mujer muchos


se perdieron».
LAS GRANDES VIRTUDES 278

Buen uso de los ojos: Un piadoso jovencito, invitado a


BM1 observar mundanidades peligrosas, | declaró: Yo quiero reservar
321 mis ojos para contemplar a María en el cielo.
Los ojos nos valen para muchos buenos usos en la vida
diaria: para el estudio, el trabajo, caminar, tener relaciones
sociales. San Juan Berckmans no se volvía a mirar ni cuando le
llegaban ruidos inesperados. San Luis, después de un tiempo
notable pasado en la corte de España, no conocía a la emperatriz
más que por el sonido de la voz. San Luciano guardaba tanta
modestia que, observándolo, los paganos se convertían.
2° La gula es sentido difícil de controlar. Hay que comer
no por el gusto, sino para mantenerse en el servicio de Dios,
como se alimenta la lámpara del Smo. Sacramento añadiéndole
frecuentemente aceite.
Se mortifica el gusto, en primer lugar, absteniéndose de algo
que place; por ejemplo, no comiendo fuera de las horas, no
hacerlo excesivamente, prescindir de licores y vinos muy
alcohólicos que embriagan la inteligencia, guardar los ayunos o
al menos las abstinencias mandadas por la Iglesia, hacer
siempre una pequeña mortificación, aunque sea sólo de un
simple bocado. Se le mortifica también tomando algo que
desagrada, por ejemplo las medicinas, o bien los alimentos que
favorecen la salud aunque no sean de nuestro gusto.
El placer no está prohibido; pero es un medio, no un fin. San
Jerónimo ayunaba para entender los pasos difíciles de la Escritura.
BM1 San Vicente de Paúl decía que la mortificación de la gula es el A-
322 B-C | de la perfección. La Imitación de Cristo enseña: «Frena la
gula, y te será fácil frenar también las demás inclinaciones de la
carne».122
Examen. – ¿Tengo bien claro el concepto de la disciplina de
los ojos y de la gula? ¿Sé dominar estos sentidos? ¿Pido al
Señor que me guarde?
Propósito. – «Frena la gula». «He hecho un pacto con mis
ojos para alejar así el pensamiento de personas extrañas».
Oración. – « Oh Señor, mira con misericordia a tu familia,
para que por tu bondad se regule en el cuerpo y por tu gracia
122 «Frena gulam et omnem carnis inclinationem facílius frenabis»

(Imitación de Cristo, L. I, c. 19).


LAS GRANDES VIRTUDES 279

se guarde en el alma». «Infunde benignamente, oh Señor, tu


gracia en nuestros corazones, para que como nos abstenemos
de alimentos demasiado abundantes, mortifiquemos también así
los demás sentidos de cuanto es nocivo para el espíritu».
LAS GRANDES VIRTUDES 280

132.
MORTIFICACIÓN - VI

«Cuando lleves un asunto ante Dios, no tengas prisa en hablar ni


tomes decisiones precipitadas. Dios está en el cielo y tú en la tierra:
sean contadas tus palabras» (Qo 5,1).

1° Tener o escuchar una buena conversación implica


mortificar la lengua y el oído.
La lengua se mortifica hablando a tiempo. Si una exagerada
locuacidad es algo malo, también lo es una morbosa tacitur-
nidad, pues hace pesada la vida social y de comunidad.
BM1 Es necesario orar también vocalmente: rosarios, oraciones de
323 la mañana y de la tarde, cantos sagrados, etc.
Tener una buena conversación edifica al prójimo y al mismo
que la mantiene. «Como los miembros del cuerpo se desarrollan
con el movimiento, así le sucede al alma con las conversaciones
buenas y piadosas». Las buenas conversaciones favorecen el
recogimiento: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba
por el camino y nos explicaba las Escrituras?» (Lc 24,32). Una
buena conversación puede hacer tal vez más bien que un sermón.
Dar cuerda a la lengua suficientemente acusándose en el
confesonario; reconocer lealmente un error cometido; exponer
las propias dudas, tentaciones o dificultades al director espiri-
tual y a quien puede iluminarnos y confortarnos, son preciosas
mortificaciones de la lengua.
También se mortifica uno callando cuando conviene hacerlo.
«Si alguien se cree religioso y no refrena su lengua... su religio-
sidad está vacía... También la lengua es fuego, un mundo de
iniquidad (Sant 1,26; 3,6). Debe evitarse absolutamente cual-
quier dicho o canción peligrosa, pues podría causar un verda-
dero escándalo: «Su garganta es un sepulcro abierto» (Sal 5,10).
Hay que evitar las murmuraciones, que rompen la caridad, si
van contra iguales o inferiores; y rompen también la obediencia
si son contra los superiores. A menudo quienes no se examinan y
lanzan críticas, murmuraciones o calumnias contra otros, son los
más llenos de defectos. Debe evitarse la inmoderación de querer
BM1 hablar siempre de sí mismos: «El deslenguado no se afirme en la
324 tierra» | (Sal 140/139,12). «Donde se habla mucho, no faltará la
culpa» (Pr 1,19?; cf 13,3).
LAS GRANDES VIRTUDES 281

Hay que evitar alabarse uno mismo, hablar precipitadamente,


referir lo que desanima, distrae o disgusta al prójimo.
2° El oído se mortifica escuchando a tiempo, incluso cuan-
do ello desagrada, por amor de Dios. Escuchar la palabra de
Dios es un deber: «Mis ovejas escuchan mi voz» (Jn 10,27).
«La fe nace del mensaje que se escucha, y la escucha viene a
través de la palabra de Cristo» (Rom 10,17).
Atender a los avisos del confesor, de los padres, de las
personas sabias, del médico, etc., es sensatez y mortificación.
Igualmente escuchar las órdenes dadas, las explicaciones de los
profesores, las buenas conversaciones. De san Juan Berckmans
y de san Luis se decía que para ser sus amigos se necesitaba
corregirles. Las correcciones deben apreciarse como saludable
medicina. Aunque nos gusten, no deben escucharse cosas malas,
ni detenerse en prestar oídos a las murmuraciones contra el
prójimo ni a palabras en alabanza nuestra. Hay que evitar
escuchar charlas malévolas, noticias que distraen de los deberes
y virtudes. Hay personas muy curiosas que por ello pierden un
tiempo precioso dando oídos a conversaciones, noticias o
canciones dañosas para el espíritu.
Examen. – Quien es mudo o sordo no deberá dar cuenta a
Dios sobre el uso de la lengua y del oído. Pero yo ¿agradezco al
Señor el | haberme dado estos dos sentidos? ¿Los uso bien? ¿Sé BM1
controlarme, disciplinándolos? 325
Propósito. – Vigilaré asiduamente mi lengua y mi oído,
sabiendo qué bienes y males pueden acarrearme.
Oración. – Te doy gracias, Dios mío, por no haber nacido ni
ciego ni sordo. Pero reconozco que el pecado original ha
depravado los gustos y ha puesto difícil el disciplinar los
sentidos. Socórreme con tu gracia, oh Jesús; tu redención ha
traído remedio a los males causados por el pecado. «Coloca,
Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis
labios».123 «Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará
tu alabanza».124 Tus ovejas se reconocen porque escuchan tu
voz. Háblame, pues, que yo, tu siervo, te escucharé.

123 Sal 141/140,2.


124 Cf Sal 51/50,17.
LAS GRANDES VIRTUDES 282

133.
MORTIFICACIÓN - VII
«Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y
caminad por una senda llana: así el pie cojo no se retuerce, sino que
cura. Buscad la paz con todos y la santificación, sin la cual nadie verá
al Señor. Procurad que nadie se quede sin la gracia de Dios, y que
ninguna raíz amarga rebrote y haga daño, contaminando a muchos»
(Heb 12,12-15).

1° La modestia es una mortificación continua y general,


especialmente respecto al sentido del tacto. Es «la virtud que
modera los movimientos y las acciones del cuerpo para
hacerlos decente y honestamente, tanto en las cosas serias
como en las jocosas». Regula todo el exterior del hombre en lo
que es entretenimiento y en lo que constituye una ocupación
BM1 seria. Es un modo decoroso, | honesto y conveniente de actuar:
326 «Hay una medida en las cosas, hay términos establecidos, más
acá o más allá de los cuales no se da lo justo»,125 dice Horacio.
Se trata de una gran virtud: «Es rica la modestia; es rica ante
Dios, frente al cual nadie es rico, pero lo es por ser parte de
Dios». Es imitación de Jesucristo que, según san Francisco,
apareció modesto en su vida.126 Se muestra fuera, pero radica en
lo profundo del alma. Por ella el hombre compone toda su vida
rectamente, como quien quiere escribir con buena caligrafía o
hablar según las reglas de la gramática y de la sintaxis.
2° En el vestir y en la limpieza. San Francisco de Sales
escribe: «Sé limpia, Filotea, y nada se vea en ti desaliñado o
desajustado... Guárdate bien de las vanidades, de la afectación,
de curiosidades y extrañezas. Atente, en todo lo posible, a la
sencillez y modestia, que son el gran ornato de la belleza y el
mejor paliativo contra la fealdad...». San Luis dice que «cada
cual debe vestirse según el propio estado, de modo que las per-

125 «Est modus in rebus, sunt certi dénique fines, quos ultra citraque

nequit consistere rectum» (Horacio, Sátiras I, 1, 106-107).


126 Expresión poco clara. En la edición sucesiva se omitieron las

palabras «según san Francisco».


LAS GRANDES VIRTUDES 283

sonas sensatas y la gente normal no puedan decir: te acicalas


demasiado, ni los jóvenes noten que te engalanas demasiado poco».
En el comportamiento. El cuerpo, en general, se mantenga
recto; las piernas no cruzadas sino juntas; el gesto, la voz, el
trato sean moderados; la ropa bien puesta. Hay un modo que
conviene al militar, otro conveniente al sacerdote, otro | para las BM1
mujeres. Se da un comportamiento adapto a la iglesia, en la 327
cama, de paseo, con los superiores, en el juego, en clase, en la
oficina, en el campo… Todo debe regularse según la modestia,
que es en el fondo buena educación y cortesía. «Vuestra
modestia 127 la conozca todo el mundo» (Flp 4,5). La misma es
una continua y útil predicación.
3° Al desvestirse y vestirse, solos o en público, hay un
porte digno del cristiano.
En exponer un propio juicio, escuchar a quien habla, viajar,
estudiar, divertirse con otras personas se debe observar un com-
portamiento respetuoso y franco. La historia refiere que un
emperador se expresaba así: «Si no me equivoco, me parecería,
considerad por favor esta mi idea». Hubo santos que mandaban
rogando a sus dependientes hacer una cosa u otra.
Examen. – ¿He considerado por qué hay personas apreciadas,
buscadas, deseadas, mientras otras son rechazadas? ¿Tengo un
porte adecuado? ¿Considero la modestia de María y de Jesús?
Propósito. – Quiero hacer cada día al menos algunos actos
de esta virtud.
Oración. – Oh Señor, escúchanos en tu bondad; haznos vir-
tuosos en el espíritu y modestos en nuestro comportamiento,
para poder ser reconocidos semejantes a nuestro divino modelo
Jesús. Nuestro proceder exterior no ha de ser una hipocresía o |
afectación, sino la expresión de humildad interior, pureza, pie- BM1
dad, estima del prójimo; pero es necesario también hacer el 328
bien ante los hombres, de modo que vean y te glorifiquen, Padre
celeste. Te lo pedimos por tu Hijo Jesucristo que en todo te agradó.

127 La versión moderna lee: «Vuestra mesura...».


LAS GRANDES VIRTUDES 284

134.
VIRTUD DE LA RELIGIÓN
«Te doy gracias, Señor, de todo corazón, proclamando todas tus
maravillas; me alegro y exulto contigo y toco en honor de tu nombre,
oh Altísimo» (Sal 9,1-2).

1° La religión es una virtud moral y sobrenatural, que


inclina nuestra voluntad a rendir a Dios el culto debido, consi-
derando su infinita grandeza y su dominio sobre las criaturas. El
hombre, tan pequeño, de suyo no podrá cumplir perfectamente
este deber de justicia con Dios infinito; pero en Jesucristo y con
Jesucristo podrá darle digno honor y gloria.
Dios es el primer principio y el último fin; es el óptimo
máximo; es Creador y premio. por tanto tiene derecho al culto
interno y externo por parte del hombre. A Dios se le debe
adoración, que se tributa con la postración de todo nuestro ser
ante él. Le debemos reconocimiento por cada uno de sus dones
y beneficios. Le debemos satisfacción en espíritu de penitencia
por las ofensas hechas a su Majestad infinita. Le debemos
súplicas por las continuas necesidades en la vida presente y en
orden al último fin.
Muchos son los actos de culto externo: el principal es el
BM1 sacrificio de la santa Misa, que es a la vez un acto de | culto
329 social porque se ofrece en nombre de la Iglesia y por la familia
cristiana. Están también las oraciones litúrgicas, los votos, los
juramentos.
2° Es digno y justo dar a Dios este supremo culto por parte
de las criaturas. Las cosas existentes deben cantar la potencia,
sabiduría y bondad de Dios. Salieron de la nada; son
conservadas y sostenidas; están encaminadas hacia su fin. «El
cielo proclama la gloria de Dios» (Sal 19/18,1). Ahora bien, las
cosas dan a Dios una gloria inconsciente; en cambio, el hombre,
dotado de razón, le debe una alabanza concienciada, «ratio-
nábile obsequium». 128 El hombre reúne y presenta a Dios el
coro de voces que suben de la creación; más aún, él debe
glorificar a Dios también como Redentor y Santificador. Dice

128 Cf Rom 12,1. Literalmente significa “obsequio racional”. Las

nuevas versiones traducen por «es vuestro culto espiritual».


LAS GRANDES VIRTUDES 285

san Pablo: «De él, por él y para él existe todo. A él la gloria por
los siglos».129 «Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos,
morimos para el Señor...» (Rom 14,8). Este cometido concierne
a todo hombre, pero especialmente a los sacerdotes y a los reli-
giosos: «Todo sumo sacerdote, escogido de entre los hombres,
está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios;
para ofrecer dones y sacrificios por los pecados» (Heb 5,1).
3° Por medio de Jesucristo y en Jesucristo, adoramos a
Dios, damos gracias, satisfacemos por los pecados y suplicamos.
Jesús es el religioso de Dios, y en él, cabeza, cumplimos conve-
nientemente nuestros actos de religión nosotros, miembros.
Tendremos así mucho fruto: «qui mánet in | me et ego in eo, hic BM1
fert fructum multum»,130 es decir, gloria a Dios y mérito a favor 330
nuestro: «Para que Dios sea glorificado en todo, por medio de
Jesucristo» (1Pe 4,11). Obramos en Cristo, no menos de cuanto
la mano cumple las acciones bajo el mando de la voluntad.
Examen. – ¿He comprendido la virtud de la religión hasta
persuadirme íntimamente de ella? ¿Amo el culto y sus varios
actos? ¿Cómo participo en ellos?
Propósito. – He de hacer actos de culto internos y externos
continuos: la vida es una glorificación consciente de Dios:
«Padre, yo te he glorificado» (Jn 17,4).
Oración. – En ti, Jesús mío, contigo, por ti, llegue a Dios
adoración, acción de gracias, satisfacción y súplica. El Padre
las recibe de ti con complacencia, porque le eres acepto. La
acción material o espontánea de la mano no tiene valor; en
cambio, tiene valor moral por la razón. Yo viviré inmerso en ti,
oh Jesús; pensaré, decidiré, obraré en ti: «Vivo, pero no soy
yo el que vive, es Cristo quien vive en mí».131 Mis actos de
culto y mis obras quiero que sean cristianas, es decir tuyas.
Siempre Jesús en la mente, siempre Jesús en el corazón,
siempre Jesús en las manos, siempre Jesús en las intenciones.

129 Rom 11,36.


130 «El que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto» (Jn 15,5).
131 Gál 2,20.
LAS GRANDES VIRTUDES 286

BM1 135.
331 CELO - I
«Os exhortamos, hermanos, a que amonestéis a los indisciplinados,
animéis a los apocados, sostengáis a los débiles y seáis pacientes con
todos. Mirad que nadie vuelva a otro mal por mal; esmeraos siempre
en haceros el bien unos a otros y a todos» (1Tes 5,14-15).

1° Hazme comprender, oh Señor, qué talentos me has dado,


de modo que yo sienta cómo debo gastarme y desgastarme por
las almas.132
En primer lugar, encuentro de estímulo los nobles instintos
del hombre, presentes en el fondo de mi ser como un eco de la
voz de Dios que, en cuanto bondad difusiva, ha infundido en el
hombre un poco de esta su inefable perfección. Siento que mi
vida no se agota con el goce propio, no da con nada que de
veras añada algo a la satisfacción personal, aunque sea elevada.
Un movimiento espontáneo, inconsciente la empuja fuera de sí,
como la planta se ve impelida hacia su flor y su fruto. Tiende a
multiplicarse, germina para expandirse y sobrevivir. De aquí la
necesidad de comunicar el propio saber y el propio pensamiento,
los propios sentimientos, más aún el alma misma.
Primera inclinación: yo no quiero quedarme siendo un ser
estéril; es preciso que sea útil a alguien. De buen grado haré mía
esta máxima: «¡Con tal que yo sirva!». Si no valgo para nada,
soy un instrumento de desecho, me avergüenzo de mí mismo.
2° Segunda inclinación: la vida es breve, por tanto debo
producir enseguida algo estable que prolongue mi existencia. La
tendencia a ser padre está en la misma naturaleza. Percibo el
negarme a ser un fuego fatuo que ilumina un instante y luego se
apaga para siempre; no me resigno a morir todo entero. Y por
BM1 cuanto | sea débil la estela de mi paso, quiero que al menos no
332 quede borrada enseguida toda huella, sino que yo lleve conmigo
a la eternidad algún pequeño mérito. Y bien, el mayor mérito
que puedo llevarme ¿no es quizás el bien hecho a las almas?
Tercera inclinación: Siento compasión ante las humanas
miserias; yo querría curar llagas gangrenosas, enjugar lágrimas,
serenar rostros doloridos. Bien inmenso es la luz de la verdad,

132 Cf 2Cor 12,15.


LAS GRANDES VIRTUDES 287

gran felicidad la paz del corazón; bien infinito y eterno el


paraíso: y todo esto es lo que yo quisiera dar, darlo ampliamente,
darlo siempre. ¡Qué gozo ver a un hambriento que come
ávidamente el buen pan que yo le he dado; a un sediento que
puede saciarse con el agua que le he llevado; a un niño tiritando
que se calienta con la ropa pesada que yo le he procurado!
3° Dios mío, has querido que el celo encerrase ya un
premio en sí mismo. Haz que tu voz invitadora, claramente
audible en el fondo de mi alma, no suene en vano para mí.
¡Enciéndeme la llama del celo apostólico!
Examen. – ¿Qué compasión he tenido hasta ahora con los
infelices? ¿Qué estoy haciendo por las almas? ¿Me procuro el
gozo de quien se comunica y deja en las almas y en los
corazones alguna huella de sí mismo?
Propósito. – Debo ser padre de alguna alma. Quien es estéril,
al final habrá defraudado al | mundo y casi encogido violenta- BM1
mente su inclinación a expandirse. Daré mi apoyo moral y 333
material a alguna persona necesitada.
Oración. – Señor, nos has hecho semejantes a ti. Infeliz
quien, al contrario,133 se centra todo en sí mismo. Somos tus
hijos, creados a tu imagen y semejanza. «Non omnis
moriar»; 134 no quiero morir del todo. No importa que mi
nombre no quede esculpido en el mármol: sólo deseo, y esto me
basta, que en alguna alma permanezca alguna huella de mí
mismo. ¡Haz, oh Señor, que yo pueda imitarte en esto!

133En el original, se lee una palabra algo atípica.


134«No moriré del todo». Conocida expresión del poeta latino Horacio
(Odas III, 30,6), para indicar que su poesía duraría más allá de su muerte.
LAS GRANDES VIRTUDES 288

136.
CELO - II
«No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor
y a nosotros como siervos vuestros. Pues el Dios que dijo Brille la luz
del seno de las tinieblas ha brillado en nuestros corazones, para que
resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el
rostro de Cristo» (2Cor 4,5-6).

1° Soy hombre, pero también cristiano. El sacramento de


la confirmación enciende en cada cristiano el fuego del
Espíritu Santo. En el cristiano cabal es un fuego sagrado la
llama del celo. Si amo a mi Dios, si creo que tiene derecho al
obsequio, la obediencia, el respeto de los hombres, ¿qué voy a
pensar del modo como viven los hombres? Si estoy conven-
cido de tener que pedir «adveniat regnum tuum»,135 ¿qué dolor
sentiré oyendo tantas blasfemias? ¿Cómo mantenerme en paz
observando que cientos de millones de hombres crecen, viven
y mueren sin conocer a Dios, y sin adorarle? ¿Qué pensar al
reflexionar que muchos de quienes no le conocen, le rechazan,
BM1 le hacen la guerra, viven como si | Dios fuera un ser de valor
334 nulo; más aún, organizan la sociedad como si él no existiera,
desconociendo cualquier derecho suyo? Dios cuenta conmigo,
porque quiere mi concurso para extender su reino con las
obras y con la palabra.

2° El amor a la Iglesia crea apóstoles. Ella es mi madre


pues me ha engendrado a la vida nueva, me ha formado sobre
sus rodillas haciéndome participar en su rica herencia de fe y de
vida. Yo le soy deudor de cuanto en mí hay de sobrenatural.
Debo amarla. Y bien, está pidiéndome hijos: «Da mihi líbe-
ros».136 Esto me compromete a defenderla de los asaltos de los
enemigos; a trabajar diligentemente en su difusión y hacerla
amar de quien no la ama. Por limitada que sea mi influencia,

135«Venga tu reino»: Mt 6,10.


136«Dame hijos [o me muero]»: es la petición de Raquel a su esposo
Jacob (Gén 30,1).
LAS GRANDES VIRTUDES 289

debo, con oraciones, obras y palabras, darla a conocer, trabajan-


do para que haya «un solo rebaño y un solo Pastor» (Jn 10,16).
El amor a las almas requiere que me interese de su salvación
eterna. No puedo ser un sincero creyente y quedarme pasivo
respecto a su salvación. No es algo indiferente, sino o felicidad
eterna o fuego eterno. Si el vicio es una desventura, me sentiré
movido a librar de él a los pecadores. Si la ignorancia religiosa
es causa de todos los males actuales, debo encenderme de celo
para proporcionar catecismo e instrucción. Si comprendo que
hay infierno y que muchos van camino de él, 137 me pondré a la
puerta para impedir el paso, gritando: deteneos, oh insensatos,
¡cambiad vereda y salvaos!
3° Tú, oh Jesús salvador, diste la sangre y la vida por las BM1
almas: «Me amó y se entregó por mí» (Gál 2,20). ¿Voy a temer 335
ahora cualquier fatiga por las almas? ¿No seré capaz de un
sacrificio? ¿Dejaré escondidos los tesoros de la gracia, las
verdades del Evangelio, los sacramentos de salvación que tú has
ofrecido a la humanidad? «He venido para que tengan vida» (Jn
10,10); «Venid a mí todos» (Mt 11,28), dijiste. El suspiro de tu
corazón es la salvación de los hombres: si te amo, ciertamente
conduciré almas a ti.
Examen. – ¿Hay en mí amor a las almas, amor a Dios, amor
a la Iglesia, amor a Jesucristo? Este amor ¿enciende en mí el celo?
Propósito. – Confrontaré a menudo mi corazón, tan frío, con
el corazón de Jesús inflamado de amor por las almas.
Oración. – Te adoramos, Cristo, y te bendecimos porque con
tu cruz y tu muerte redemiste el mundo. Yo no puedo dejar que
tu sangre se haya derramado en vano; no puedo permitir que
sean inútiles los dolores de tu pasión. Comprendo que
demasiadas veces quedó sin fruto tu muerte: ¿qué utilidad ha
tenido en mi sangre? ¡Oh!, ya basta; uniré mis sacrificios a tus
dolores ¡y que las almas se salven!

137 En el original, un término algo desusado ya.


LAS GRANDES VIRTUDES 290

BM1 137.
336 CELO - III
«A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien
común. Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el
de hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el
mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu,
don de curar. A este se le ha concedido hacer milagros; a aquel,
profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, la
diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas. El mismo y
único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular
como él quiere» (1Cor 12,7-11).

1° Todos pueden trabajar con celo, todos, también los con-


templativos, los cabeza de familia, las personas solas, los enfer-
mos. Cada uno según su ambiente y según el propio estado. El
celo se ejercita con el sufrimiento, la fatiga, la oración, las obras,
la palabra, la prensa y el ejemplo. Y bien, nadie está en la impo-
sibilidad de practicar al menos alguno de estos apostolados:
verbigracia la oración, el ejemplo. Hay a veces personas depen-
dientes, pero que al menos tienen alguna relación por necesidad
del estado, del empleo, de la vida misma. Todos vivimos en
sociedad. También los contemplativos: se encuentran recluidos
en los claustros para vivir más unidos a Dios, para defender su
virtud, para crecer en santidad. Pero si están dispensados de la
predicación, pueden rezar; si no gobiernan las almas, pueden
ejercitarse en la oración, en las virtudes. Sus méritos sirven para
los misioneros: los trapenses preparan las mejores conquistas de
los misioneros. ¿Y no son también eficaces los sufrimientos
padecidos con fines apostólicos? Jesucristo es el Salvador
precisamente por su pasión y muerte.
2° El apostolado es también un deber. Para el sacerdote
forma parte de la obligación de estado, pues ha recibido el
mandato especial por boca de Jesucristo: «Os he elegido y os he
destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto
permanezca» (Jn 15,16).
BM1 Los padres deben santificar la familia, y de ella darán rigu-
337 rosa cuenta a Dios. La huella que dejen en los hijos no se borrará.
Los patronos, los jefes de oficina, los responsables de una
hacienda pueden hacer mucho por la moralidad, el respeto a la
religión, la salvación de sus dependientes.
LAS GRANDES VIRTUDES 291

En fin, todos los buenos fieles recuerden que han recibido la


fe y deben hacer la caridad de favorecerla; tienen la gracia y han
de concurrir en hacerla vivir a las almas; cuentan con el bien de
comprender qué significa la vida cristiana y virtuosa, y deben
extender su práctica con el perfume de Cristo: «Christi bonus
ódor».138 Es una actitud de equidad, si no ya siempre de justicia.
Está además la caridad. Entra en las obras de misericordia el
instruir a los ignorantes, consolar a los afligidos, aconsejar a los
titubeantes, convertir a los pecadores, favorecer las vocaciones,
orientar bien a los jóvenes, rezar por la Iglesia, por todos los
vivos y difuntos, etc., etc.
3° Señor, fácilmente olvido mis deberes y obligaciones; o
bien, con cualquier excusa, tal vez fútil, me dispenso de ellos.
Pero no sé si estos olvidos y estas dispensas me justificarán
ante tu tribunal. No puedo estar tranquilo sólo por el hecho de
no haber dado escándalo, pues debo positivamente ser de prove-
cho a la humanidad, a la sociedad civil, religiosa, familiar, al
igual que yo he recibido positivamente el bien.
Examen. – En mi estado ¿cumplo los deberes | que tengo con BM1
mi prójimo? Debo socorrerlo diligentemente. 338
Propósito. – Cada noche me interrogaré: ¿qué has dado hoy?
Es mejor dar que recibir.139
Oración. – Reina de los Apóstoles, María, obtén también
para mí una efusión de celo apostólico. Oh Madre, tan
premurosa por la salvación de tus hijos, ¡haz que yo me
asemeje a ti al menos un poco, de modo que pueda presentarme
al juicio de Dios con frutos copiosos!

138 Cf 2Cor 2,15: «Somos incienso de Cristo ofrecido a Dios...».


139 Cf He 20,35.
LAS GRANDES VIRTUDES 292

138.
CELO - IV
«Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio
de Cristo, de modo que, tanto si voy a veros como si tengo de lejos
noticias vuestras, sepa que os mantenéis firmes en el mismo espíritu y
que lucháis juntos como un solo hombre por la fidelidad al Evangelio,
sin el menor miedo a los adversarios; esto será para ellos signo de
perdición, para vosotros de salvación; todo por obra de Dios. Porque a
vosotros se os ha concedido, gracias a Cristo, no sólo el don de creer
en él, sino también el de sufrir por él, estando como estamos en el
mismo combate; ese en que me visteis una vez y que ahora conocéis
de oídas» (Flp 1,27-30).

1° No cualquier celo viene de Dios. Las características del


celo santo son: desinterés, disciplina, conquista.
Hay quien busca a Dios y quien se busca a sí mismo, incluso
en el trabajo de apostolado. El amor propio puede nutrirse tanto
de bienes materiales cuanto de predicación. Dios, por medio del
profeta Ezequiel, reprocha a los pastores del Antiguo Testa-
mento, porque en sus ministerios se buscaban sólo a sí mismos:
«¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos!
¿No deben los pastores apacentar las ovejas?» (Ez 34,2). San
Pablo también se lamenta de los ministros de Dios que buscan
la recompensa: «Todos buscan su interés, no el de Jesucristo»
(Flp 2,21). La verdadera caridad, al contrario, 140 no busca el
BM1 propio interés (1Cor 13,5). Y hablando luego de sí | escribía:
339 «Yo procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propia
ventaja, sino la de la mayoría, para que se salven» (1Cor 10,33).
El apóstol de Jesucristo nunca se busca a sí mismo.
2° No va a la caza de dinero, sino que lo gasta por las
almas. De su trabajo, el apóstol espera ciertamente tener lo
necesario; pero le basta esto, no mira a rentas o a enriquecerse;
no vive acuciado pensando en la vejez. No elige el campo de
trabajo con el único criterio de la retribución; no es un apasio-
nado defensor de sus derechos. Las almas son su máxima

140 En el original, se lee una expresión arcaica.


LAS GRANDES VIRTUDES 293

ganancia y a ellas se dedica de lleno, sirviéndolas sin hacer


cálculos y considerándose feliz si se salvan.
No busca los consuelos del corazón, la gratitud, la adhesión,
la atención, el reconocimiento: todo esto es para él una especie
de sensualidad espiritual. Por tanto, no se desanima cuando esas
cosas le fallan. Más bien, si el dulce calorcillo de las simpatías
le llega a faltar, y aparecen la ingratitud y las críticas, parece
que con ello adquiera nuevo vigor y firmeza, corrigiéndose más
y trabajando sólo por el Señor. Si llegan los fracasos como
amarga conclusión, se considera pago con haber trabajado por
Dios, haber amado, confiando serenamente en que ninguna pena
del apostolado quedará sin el riego de la gracia.
3° Señor, que yo no busque los honores humanos. Dema-
siado me has honrado con una vocación divina, empleándome
como | colaborador tuyo, haciéndome ministro tuyo: «Excesiva- BM1
mente has honrado a tus amigos, oh Dios» (Sal 138,17 Vulg.); 340
«La gente sólo vea en nosotros servidores de Cristo y adminis-
tradores de los misterios de Dios» (1Cor 4,1) ¿Y podría yo
desear aún las alabanzas humanas? ¿Voy a querer todavía
procurarme un puesto entre los hombres, mientras Dios hará
que me siente entre los príncipes: «ut cóllocet eum in príncibus,
in príncibus pópuli sui»? 141 (Sal 113/112,8).
Examen. – ¿Me elevo a lo alto, por encima de estos pensa-
mientos e intereses humanos, de las preferencias humanas, de
posiciones y ganancias?
Propósito. – Oh Señor, eres un bien infinito; por tanto, me
bastas tú. ¿Qué buscaré en la tierra? Dios es mi parte. Haré al
Señor gustosamente el sacrificio de un afecto.
Oración. – Condeno, oh Señor, cualquier ambición mía,
cualquier egoísmo e interés humano en mi celo. Humíllame en
donde yo me busco a mí mismo. Sólo a ti todo honor y gloria.
Quiero reparar con las humillaciones toda vanidad de mi vida.

141 «Para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo» (Sal

113/112,8). Nótese el fallo “príncibus”, que debería ser “princípibus”.


LAS GRANDES VIRTUDES 294

139.
CELO - V
«Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si
nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta
gran alegría: manteneos unánimes y concordes en un mismo amor y un
mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación, considerando
por la humildad a los demás superiores a vosotros. No os encerréis en
vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás» (Flp 2,1-4).

Apostolado disciplinado.
1° La Iglesia por medio del Papa y de los pastores dirige
BM1 toda la labor de apostolado en | general. Hay una jerarquía,
341 como la quiso Jesucristo. Los hombres no pueden cambiar lo
que está divinamente establecido. En los ejércitos se da un
orden de graduación y una disciplina: cada cual debe estar en su
sitio. Los pastores a la cabeza, mientras se les someten los
educadores, maestros, asociaciones de Acción Católica, cada
uno de los individuos en su propia esfera de acción. El
apostolado sin disciplina es una forma religiosa de egoísmo.
Hay que excluir las necias concurrencias, los celos, los deseos
de querer mandar. Hay que excluir asimismo las ingerencias
intempestivas, las disputas por puntos de vista personales, el
abandono del campo en son de protesta o por desaliento.
Siempre humilde, el auténtico apóstol está convencido de
que cada uno debe aportar sólo una piedrecita al gran edificio;
sabe que el mérito es proporcionado al buen hacer, y que tendrà
siempre un gran fruto quien sostiene bien la propia parte.
2° Multiplicar proyectos, trabajar según determinadas
perspectivas, esterilizarse en esfuerzos inútiles, invadir el
campo ajeno, intentar hacer lo que nos supera... son otras tantas
formas de indisciplina. En cambio, trabajar con buen ánimo en
el propio surco, ser fieles al programa, evitar las críticas, acudir
a la oración, remediar las cosas con paciencia constante… he
aquí las características de un apostolado que será bendecido.
Demasiado a menudo hay celo más en reformar a los otros
que a sí mismos; más sagacidad en sugerir qué debería hacerse
BM1 que voluntad de hacerlo; | más pesimismo que confianza en
342 Dios; más excusas para no dar golpe que espíritu de sacrificio;
más ganas de trabajar en extensión que en profundidad.
LAS GRANDES VIRTUDES 295

La Acción Católica es la participación de los laicos en el


apostolado jerárquico, y ello implica una verdadera sumisión,
una profunda humildad, una generosa voluntad de secundar las
directrices de la jerarquía católica.
3° Señor, dame fe para hacerme comprender y creer que la
salvación de las almas es cosa sobrenatural, y que por tanto
debo trabajar como si el fruto dependiera de mí, pero esperán-
dolo todo de ti, pues realmente todo es tuyo.142 A veces, quizás,
he puesto más confianza en el esfuerzo, habilidad, industria o
dinero míos que no en ti. A menudo he dado mucha importancia
al efecto, al ruido externo en vez de a la genuina santificación
de las almas.
Examen. – ¿Estoy entre quienes gastan más energías contra
la autoridad que en el verdadero trabajo de salvación? ¿O bien
sigo en silencio activo y amoroso cuanto dispone la autoridad?
Propósito. – ¡Qué hermosos los pies de quienes traen el bien
y la verdadera paz! 143 Examinaré frecuentemente si todas mis
acciones van por ese camino.
Oración. – Señor, tú coronas a los soldados victoriosos; por
eso tu Apóstol decía a su discípulo: «Toma parte en los
padecimientos como buen soldado de Cristo Jesús».144 También BM1
| muriendo, como tú, oh Jesús, y como tus apóstoles, tu fiel 343
seguidor vence: «morir es una ganancia». 145 Haz brillar
siempre sobre mí esta fe de amor y de victoria.

142 Ver la nota 27 de la meditación 102.


143 Cf Rom 10,15 e Is 52,7.
144 2Tim 2,3.
145 Flp 1,21.
LAS GRANDES VIRTUDES 296

140.
CELO - VI
«Os queríamos tanto que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio
de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais
ganado nuestro amor. Recordad, hermanos, nuestros esfuerzos y
fatigas; trabajando día y noche para no ser gravosos a nadie,
proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios» (1Tes 2,8-9).

1° El celo es conquistador. «Yo he venido para que tengan


vida y la tengan abundante» (Jn 10,10). «Cuando yo sea elevado
sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí» (Jn 12,32), dijo
Jesucristo. El apóstol Pablo confiesa haberse hecho todo a todos
para llevarlos al Señor.146
El mundo anda muy separado de Dios y de Jesucristo; más
de mil millones de personas no conocen la redención, y se
encuentran aún como los paganos antes de que el Hijo de Dios
se encarnara, predicase su Evangelio y derramara su sangre
bendita por los hombres. Entre quienes se llaman cristianos,
centenas de miles son cismáticos; y centenares de miles son
herejes. De los católicos, muchos viven en pecado la mayor
parte del año; gran parte se acercan raramente a los sacramentos,
y escasamente o casi nunca escuchan la palabra de Dios.
¡Mucha es por tanto la mies, pero pocos los obreros! 147
¡Adelante, pues los campos están ya dorados para la siega!148
2° Ante todo, hay que orar y hacer sacrificios, porque dice
el Salvador: «Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores
BM1 a su mies» (Mt | 9,38). ¡Benditas las almas que se ofrecen como
344 víctimas para este fin!
Después, se impone trabajar en el campo delicadísimo de la
juventud masculina, pues de ahí saldrán los ciudadanos, los
cristianos, de quienes dependerà el rumbo de la sociedad de
mañana. La juventud femenina es también campo amplísimo de
trabajo y un terreno fecundo para un apostolado serio, cuyos

146 Cf 1Cor 9,22.


147 Mt 9,37 y paralelos.
148 Cf Jn 4,35.
LAS GRANDES VIRTUDES 297

frutos se extenderían a otras zonas de labor. De las mujeres y


madres cristianas reciben los hijos la primera y más honda
educación; por eso se comprende que el celo apostólico halle
aquí un sector de primera importancia. Nuestra religión, lo
sabemos bien, por las sublimes verdades que enseña, y por la
grandeza de las virtudes que inculca, y por su eficacia social es
particularmente adapta a los hombres: el apostolado bien hecho
entre ellos será, pues, más difícil pero de más profundas
satisfacciones por sus frutos.
3° Medito, oh mi divino Maestro, la gran lección dada por
ti a los discípulos que proponían hacer caer fuego sobre las
ciudades rebeldes: «No sabéis de qué espíritu sois» (Lc 9,55).
Hay, pues, dos modos de celo: uno aleja, otro conquista. Hablar
con altivez, mandar con autoritarismo, con turbación, casi con
violencia, indispone, enajena. En cambio, a las almas se las
atrae con la bondad, la paciencia, la persuasión. Hacerles el bien,
tal es el camino; y hacérselo bien, tal es el medio para | BM1
adelantar en el camino. ¡Señor, instrúyeme en estos secretos! 345
Examen. – En mi celo, ¿uso maneras ásperas o, al contrario,
modos dulces, pacientes, constantes?
Propósito. – Quiero obrar de modo que las almas sientan
necesidad de mí y me busquen; luego no bloquearé el camino
con maneras ásperas.
Oración. – Amabilísimo Jesús mío, dame tu dulzura, haz mi
corazón según el tuyo. Debo escuchar tu precepto: «Sal por los
caminos y los senderos, e insísteles hasta que entren y se llene
mi casa».149 Pero también debo atender tu invitación: «Apren-
ded de mí que soy manso y humilde de corazón».150 La humil-
dad y la dulzura abren la senda para llegar a los corazones.

149 Lc 14,23.
150 Mt 11,29.
LAS GRANDES VIRTUDES 298

141.
EL DIVINO MAESTRO - I
«El Espíritu del Señor, Dios, está sobre mí, porque el Señor me ha
ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para
curar los corazones desgarrados, proclamar la amnistía a los cautivos,
y a los prisioneros la libertad» (Is 61,1).

1° Jesucristo fue preanunciado como Maestro por los


profetas. Así lo indica Moisés: «El Señor, tu Dios, te suscitará
de entre los tuyos un profeta... A él le escucharéis...» (Dt 18,15).
Isaías predice: «Caminarán pueblos numerosos y dirán: “Ve-
nid…, él nos instruirá en sus caminos”».151
Él es Maestro por naturaleza: en efecto, es la misma
verdad; verdad comunicable. El Hijo de Dios había creado al
BM1 hombre inteligente: | «alumbra a todo hombre» (Jn 1,9). Y el
346 Verbo se hizo hombre, para enseñar. Dice san Pablo que Dios
había ya hablado en el Antiguo Testamento muchas veces y de
muchas maneras por medio de los profetas; pero en la etapa
final habló por el Hijo.152
Él es Maestro perfecto: no puede engañarse ni engañar;
enseña con la palabra, pero antes con el ejemplo; luego comu-
nica la gracia para que creamos su enseñanza y sigamos su ejemplo.
2° Tal se mostró: su doctrina nunca pudo ser confutada;
enseñaba como quien tiene derecho a que le crean, como quien
tiene derecho a ser obedecido: «Les enseñaba con autoridad y
no como sus escribas» (Mt 7,29); confirmaba su predicación
con prodigios divinos.
Tal se proclamó: «Uno solo es vuestro maestro, Cristo» (Mt
23,8). Más aún, declaró: «Vosotros me llamáis “el Maestro” y
“el Señor”, y decís bien, porque lo soy» (Jn 13,13). Y así le
reconocieron. Nicodemo le dijo: «Rabí, sabemos que has venido
de parte de Dios, como maestro» (Jn 3,2). Los fariseos le dicen:
«Maestro, sabemos que eres sincero...» (Mt 22,16; Mc 12,14).
«Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?» (Mt 17,25). Su
doctrina coincide con la del Padre: «Mi doctrina no es mía, sino
del que me ha enviado» (Jn 7,16), por tanto es divina. Y Jesús la

151 Cf Is 2,3ss.
152 Exordio de la Carta a los Hebreos, atribuida entonces a san Pablo.
LAS GRANDES VIRTUDES 299

comunicó con exactitud y veracidad. Él es Maestro único, y sus BM1


apóstoles son | repetidores, tanto que escuchar a Jesucristo y 347
escuchar al sacerdote es la misma cosa: «Quien a vosotros
escucha, a mí me escucha» (Lc 10,16).
3° El día de la transfiguración, 153 Jesucristo recibió una
solemne declaración del Padre. Subió a un monte a rezar, y la
oración duró toda la noche. Allí se trasfiguró mientras oraba: su
rostro resplandecía como un sol. Le dieron testimonio Moisés
representando la ley, y Elías representando la profecía, o sea el
Antiguo Testamento. Allí empezaba el Nuevo Testamento, es
decir la nueva ley, las nuevas promesas, la nueva fe; Pedro
representaba la fe, Santiago las obras, Juan la caridad. Y de
pronto se dejó oír la voz del Padre: «Este es mi Hijo, el amado,
en quien me complazco. ¡Escuchadle!». Jesucristo está entre los
dos testimonios:154 completa el antiguo y abre el nuevo.
Examen. – ¿Creo firmemente que Jesucristo es el Maestro
divino? ¿Medito sus palabras? ¿Sigo sus ejemplos?
Propósito. – Leeré con amor una vida de Jesucristo.
Oración.
Domingo – Oh mi amadísimo Señor Jesús, dame la gracia
de amarte.
Lunes – Oh mi amadísimo Señor Jesús, quiero amarte, pero
no puedo hacerlo sin ti.
Martes – Oh mi Señor Jesús, enciéndeme en tu amor.
Miércoles – Oh dulce amor mío Jesús, infúndeme una BM1
dulzura suavísima de ti, y una humildad profundísima, para que 348
yo, languideciendo, llegue a morir de amor por ti.
Jueves – Señor Jesús, ¡ojalá pueda yo padecer algo, a
ejemplo de tu amor por mí.
Viernes – (De rodillas ante un Crucifijo): Señor Jesús,
crucificado y clavado por mí, ven a vivir en mí, para que estos
tus clavos se incrusten también en mí, y yo desee estar
crucificado por ti.

153 Mt 17,1-9; Mc 9,2-8; Lc 9,28-36.


154 Así en la primera edición. Probablemente testimonios debería
corregirse en testamentos (en la edición sucesiva: «Jesucristo está entre
dos testificaciones»).
LAS GRANDES VIRTUDES 300

Sábado – O mi amadísimo Jesús, que descansaste el séptimo


día: cuando yo vea tu rostro glorioso, haz que, peregrino gra-
cias a tu misericordia, descanse contigo en el eterno gozo. Así sea.
(San Bernardino de Siena)

142.
EL DIVINO MAESTRO - II
«Estad alegres en la medida que compartís los sufrimientos de Cristo, de
modo que cuando se revele su gloria, gocéis de alegría desbordante. Si
os ultrajan por el nombre de Cristo, bienaventurados vosotros, porque el
Espíritu de la gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros»
(1Pe 4,13-14).

1° Hay que conocerle, imitarle, amarle. 155 Jesucristo se


lamentó con Felipe porque los propios apóstoles no le conocían:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe?»
(Jn 14,9). Los apóstoles distinguían bien la persona física de
Jesucristo, conocían también sus milagros, y al menos parte de
su doctrina; pero Jesús hablaba de un conocimiento sobrenatural
BM1 e íntimo; del | conocimiento de su misión y de su doctrina; del
349 conocimiento de su espíritu y de su corazón. Este conocimiento
es necesario. Dice san Pablo: «Conocer... a Jesucristo». 156 En
ello consiste la vida eterna: «Esta es la vida eterna: que te
conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo»
(Jn 17,3). Se trata de un conocimiento que lleva a la fe, como la
de Pedro cuando confesó: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios
vivo» (Mt 16,16); como la de Tomás cuando exclamó: «¡Señor
mío y Dios mío!» (Jn 20,28). Un conocimiento que llevó al
amor, a la imitación, a vivir según su Espíritu. Dice san Agus-
tín: «Cuanto más conoces a Dios, cuanto más le comprendes,
tanto más parece crecer él en ti»... El hombre interior progresa
en tal conocimiento y Dios parece crecer en él.

155 Nótense los tres momentos: conocer (mente, Jesús-Verdad), imitar

(voluntad, Jesús-Camino), amar (corazón, Jesús-Vida), según el trinomio


típico en el P. Alberione.
156 Cf, por ej., Flp 3,10.
LAS GRANDES VIRTUDES 301

2° Imitar a Jesucristo significa vivir según sus ejemplos.


Viviremos según Dios, si vivimos según Jesucristo. Uno de los
fines de la encarnación es este: el Hijo de Dios quiso hacerse
nuestro camino y modelo para que lleguemos al paraíso. Por
ello nos dijo: «Aprended de mí... Os he dado ejemplo para que
lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo ha-
gáis». 157 Jesucristo fue el Hijo que en todo agradó al Padre:
«Este es mi Hijo amado, en quien me complazco». 158 Ha-
ciéndonos semejantes a Jesús, también nosotros agradaremos a
Dios y seremos salvados: los predestinados deben asemejarse a BM1
Jesucristo. Por nuestro modo de | razonar, hablar, obrar, quien 350
nos ve y oye debe poder decir: he aquí un segundo Cristo.
3° Amar más intensamente, confiar siempre, unirnos más
íntimamente a Jesucristo, es el tercer fin del estudio del Maestro
divino. El amor de Jesucristo a nosotros se conoce por los dones:
nos dio la Iglesia, los sacramentos, la Eucaristía, su vida; nos dará
también la beatitud eterna. ¡Amor pide amor! «Quien no ama al
Señor, sea anatema» dice san Pablo (1Cor 16,22). Jesucristo debe
ser amado como Dios y como Dios-Hombre: él es infinitamente
bueno, bello, amable. Jesucristo lo es todo para nuestra vida
sobrenatural: «Para mí la vida es Cristo» (Flp 1,21).
Examen. – ¿Cómo conozco a Jesucristo? ¿Cómo le imito?
¿Cómo le amo? ¿Qué confianza tengo en él?
Propósito. – Recordaré continuamente: «Uno solo es vuestro
Maestro: Cristo».
Oración. – Señor Jesucristo, que eres Camino Verdad y Vida,
concédenos tu sabiduría según el espíritu del bienaventurado
apóstol Pablo, para que siguiendo tus ejemplos lleguemos a la
vida eterna. Tú que vives y reinas...159

157 Cf Jn 13,15.
158 Mt 3,17 y paralelos.
159 Oración a Jesús Maestro, muy utilizada sobre todo en su formu-

lación latina: «Dómine Jesu Christe, qui es Via, Véritas et Vita, fac nos
tuam supereminentem scientiam spíritu Pauli apóstoli edíscere, ut in viam
mandatorum tuorum currentes, ad vitam perveniamus sempiternam. Qui
vivis...» (Colecta en la memoria de san Antonio Mª Zacarías, 5 de julio).
LAS GRANDES VIRTUDES 302

BM1 143.
351 ENCARNACIÓN
«Quiero recordar la misericordia del Señor, las alabanzas del Señor:
todo lo que hizo por nosotros el Señor, sus muchos beneficios a la casa de
Israel, que llevó a cabo con compasión y su gran misericordia» (Is 63,7).

1° «El Salvador aplacó la ira de Dios y nos ha traído su


gracia», dice san Agustín. ¡Inmensa bondad! Él podía castigar
al hombre, podía abandonarle en su estado, y podía también
perdonarle. En cambio escogió un camino que muestra mejor su
bondad, omnipotencia y justicia; y eleva mayormente al hombre.
El Hijo de Dios se hace hombre para poder morir, y, en cuanto
Dios, sus padecimientos tendrán valor infinito. El hombre será
ennoblecido porque quedará unido a Jesucristo, y así todas sus
buenas acciones adquirirán mérito de vida eterna. «A ti, oh Dios,
te alabamos... Tú, para liberar al hombre, aceptaste la condición
humana sin desdeñar el seno de la Virgen».160 El Hijo de Dios
se hizo carne, es decir, se hizo como criatura. «El Creador del
hombre se dignó hacerse hombre, pasó a ser lo que él había
creado, para que lo que había creado no pereciera. ¿Qué cabe
añadir a tal misericordia?» (San Agustín). Dios se hace hombre,
para que el hombre se haga Dios.161
2° Dios quiso que en la obra de la redención interviniera la
mujer, como había intervenido en la ruina. La mujer escogida
fue María, y el arcángel Gabriel fue mandado a pedir su
asentimiento.
Consideremos los caminos misteriosos de Dios: elige a
María, joven, pobre, esposa de un artesano, habitante en un
BM1 remoto y despreciado | villorrio de Galilea. ¿Y por qué?
352 Porque es virgen y humilde, como dice san Bernardo: «Agradó
a Dios por su virginidad, y por su humildad llegó a ser Madre
de Cristo».162 María estaba dispuesta a renunciar a la dignidad
de Madre de Dios, antes que perder la prerrogativa de la

160 Del himno Te Deum. «Tu, ad liberandum suscepturus hóminem,

non horruisti Vírginis úterum».


161 Cf San Ireneo (Adv. haer., III, 19,1): «Dios se hizo hombre para

que el hombre se hiciera Dios».


162 San Bernardo (Super Missus est, Homilía I, 5): «Et si plácuit ex

virginitate, tamen ex humilitate concépit».


LAS GRANDES VIRTUDES 303

virginidad. A la propuesta de la encarnación había objetado:


«¿Cómo puede ser esto, si soy virgen?». Quedó serena cuando
el ángel le dio garantías al respecto.
La Sma. Virgen se turbó oyendo las alabanzas del ángel:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo… Bendita entre
las mujeres» (Lc 1,28.42). Ella se consideraba una simple sierva
de Dios: y lo declaró enseguida abiertamente: «El Señor ha
mirado la humildad de su esclava» (Lc 148). Estos son los
títulos que atraen las gracias de Dios: pureza y humildad. Dios
juzga no según los principios del mundo, sino según el
verdadero valor.
3° El Hijo de Dios asumió la naturaleza humana, es decir,
se hizo semejante a nosotros en todo, menos en el pecado. El
que era Dios se presentó hombre, sujeto a la sed, al hambre, a
los dolores, incluso a las tentaciones. Se hizo niño, mientras
Adán había sido creado adulto. Nació de una mujer, «nacido de
mujer» (Job 14,1), 163 para ser cabeza del género humano
redimido.
Examen. – ¿Considero la bondad, la sabiduría, la omni-
potencia de Dios en la encarnación? ¿Estoy agradecido a
Jesucristo? ¿Sigo su camino | haciéndome cooperador en la BM1
redención de las almas? 353
Propósito. – Recordaré: Quien no ama a Jesucristo, sea
anatema.164
Oración. – Solo tú, oh Señor, tienes designios de paz y no de
castigo. Solo tú has librado del castigo al hombre pecador,
pero tomando el castigo sobre ti, padeciendo la pena que
merecíamos nosotros. Y la sufriste, oh Jesús, con una serie de
incontables humillaciones: te presentaste como hombre, hijo
del hombre, niño, necesitado incluso de la leche para vivir.
«¡Alabanza a Jesucristo, alabanza al Salvador!»: este será
mi cántico eterno.

163 La cita de Job se refiere a todo hombre, «nacido de mujer». Con

referencia a Jesús: Gál 4,4.


164 1Cor 16,22.
LAS GRANDES VIRTUDES 304

144.
NACIMIENTO DEL MAESTRO
«Cuando un silencio apacible lo envolvía todo y la noche llegaba a la
mitad de su carrera...» (Sab 18,14).

1° El Hijo de Dios encarnado es camino, verdad y vida; es


modelo y camino desde el primer instante de la encarnación,
especialmente a partir del nacimiento.
Estaba predicho que el Mesías nacería en Belén.
José y María habitaban en Nazaret. Un edicto ordenando el
censo les obliga a viajar para dar sus nombres en Belén, la
ciudad originaria de David de quien descendían. Viaje incó-
modo y largo. En Belén no encuentran puesto en la pequeña
BM1 posada local; tampoco son acogidos | en casa de los parientes.
354 Se refugian en una gruta para no pasar la noche a la intemperie.
Y precisamente en esa gruta, hacia medianoche, viene a la luz,
como rayo de sol a través del cristal, el encantador Niño Jesús.
Nace entre dos animales, como un día morirá entre dos
ladrones; nace en una gruta no suya, como un día será puesto
en un sepulcro no suyo; le recuestan en un pesebre sobre un
poco de paja, como morirá desnudo en el leño de la cruz.
Él mismo elige un establo, habiendo podido escoger un
palacio. Pero quiere enseñarnos el amor a la pobreza y darnos
ejemplo de desapego de los bienes y posesiones humanas.
Meditemos el ejemplo de Jesús.165
2° Contemplemos y adoremos con María: «adoró a quien
había engendrado».166 La máxima preocupación de Jesús es la
de esconder sus perfecciones. Es Dios omnipotente que lo ha
creado todo, y sin embargo ahí está, sin nada, sin apartar
siquiera la paja que le punza, y tiene que ser sostenido en las
manos de María. Con su palabra creó los cielos y la tierra,
pero ahora es un niño que no dice nada y manifiesta sus
necesidades sólo con leves vagidos. Gobierna y guía el mundo

165 El P. Alberione desarrolla aquí cuanto había indicado en DF, p. 41:

«Contemplación del nacimiento: hecho niño, homo factus. Circunstancias


del nacimiento: pobreza, humildad, mortificación son documentos para
entrar en la escuela de Jesús».
166 De la Liturgia: «Quem génuit adorávit».
LAS GRANDES VIRTUDES 305

con su providencia y nutre incluso las aves del aire, mientras


aquí depende de la madre para la leche y tiene que ser llevado
en brazos. Viste los lirios del campo, pero ahora está cubierto
por míseros pañales. En el cielo está entre los esplendores de
los | ángeles, y aquí, en cambio, entre animales, en la oscuri- BM1
dad de la noche y de la gruta. Dios escondido. 355
Jesús nos enseña la humildad del encubrimiento, desconcer-
tando así nuestra manía de figurar, parecer, ser considerados.
3° En el silencio de la noche los ángeles cantan el progra-
ma que el Hijo de Dios se ha propuesto al encarnarse, los fines
que quiere conseguir en su vida: «Gloria a Dios en el cielo, y en
la tierra paz a los hombres de buena voluntad» (Lc 2,14). Los
ángeles distribuyen los frutos de la encarnación: el primero va a
Dios, a quien procura una nueva gloria altísima; el segundo va
al hombre a quien le viene la salvación, supuesta la buena
voluntad. Este programa divino ha de ser también el de cada
cristiano: todo para la mayor gloria de Dios y para la conquista
de la paz interior y celeste; aquí están compendiadas todas las
intenciones buenas y rectas que van a Dios y aseguran el valor
sobrenatural de nuestras obras.
Examen. – ¿Comprendo los deseos, los gustos, las miras de
mi Maestro? ¿Los condivido? ¿Los renuevo a menudo?
Propósito. – El pesebre es la primera escuela de Jesús: en
ella quiero entrar para aprender sus divinas lecciones.
Oración. – Me postro ante tu cuna, oh Jesús mío; te reco-
nozco por mi Dios, | mi maestro, mi salvador. ¡Cuán amable BM1
eres, oh Niño encantador! Tú callas, pero yo por la gracia del 356
Espíritu Santo comprendo tus lecciones. Aquí se me desvelan
tus miras de pobreza, escondimiento, gloria de Dios y salva-
ción de los hombres. ¡Ea!, concédeme uniformar mis inten-
ciones a las tuyas, y tener un solo corazón contigo, querido
Niño, que por nuestro amor estás en el pesebre. Te amo, me
apunto a tu escuela para seguirte, como humilde discípulo,
todos los días de mi vida.
LAS GRANDES VIRTUDES 306

145.
ALREDEDOR DEL PESEBRE
«Cuando los ángeles se marcharon, los pastores se decían unos a
otros: “Vayamos, pues, a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el
Señor nos ha comunicado”. Fueron corriendo y encontraron a María y
a José, y al niño acostado en el pesebre» (Lc 2,15-16).

1° Adoremos al Niño Jesús con María, José y los ángeles:


ellos son los primeros y más fervientes adoradores. De los án-
geles el Evangelio dice: «En torno al ángel, apareció una le-
gión del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo:
“Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de
buena voluntad» (Lc 2,13-14). Añadamos con la Iglesia: «Te
alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos; te da-
mos gracias, Señor Dios, Rey celestial... Señor, Hijo único Jesu-
cristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que
quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás
BM1 sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; | porque
357 sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo».167
María y José son los adoradores modélicos, los más per-
fectos. La gruta se convirtió entonces en el santuario más santo:
acogía a Jesús, José y María. Jesucristo en el pesebre recibió las
adoraciones más perfectas que en cualquier otro sagrario. Los
actos de amor y de agradecimiento, las alabanzas y súplicas de
María y de José fueron las primicias y las más santas de cuantas
a lo largo de los siglos habría de recibir Jesús.
2° Jesús atrajo a su cuna a los pastores y a los magos. Los
pastores fueron los primeros, invitados por los ángeles: «Os
anuncio una buena noticia que será de gran alegría… Os ha
nacido un salvador… Encontraréis un niño envuelto en paña-
les y acostado en un pesebre» (Lc 2,10-12). Fueron, encontra-
ron al niño y le adoraron. No los ricos, ni los sabios, ni los
poderosos, ni los dignatarios fueron llamados en primer lugar,
sino los pobres, los humildes, los sencillos, que de ordinario

167 Himno Gloria, en la celebración eucarística.


LAS GRANDES VIRTUDES 307

son también los de corazón recto y temerosos de Dios. Deci-


didamente las preferencias de Jesucristo son por los pobres,
para quienes será la primera bienaventuranza: dichosos los
pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Pero Jesús es el salvador de todos: un día dirá: «Venid a mí
todos» (Mt 11,28). Por eso sucesivamente la invitación se
dirigiría a los sabios, a los gentiles. Para ellos hace aparecer
una estrella que brilla ante sus ojos, mientras una luz interior
ilumina su espíritu. Y los magos corresponden prontamente:
«Hemos visto salir su estrella en | Oriente y venimos a adorar BM1
al Señor» (Mt 2,2). La estrella les guía, y ellos, llegados a la 358
casa, ofrecen a Jesús niño oro, incienso y mirra. Con estos
dones simbólicos reconocen a Jesucristo como rey, como Dios,
como hombre.
Estemos siempre preparados a la llamada y a las inspira-
ciones de Dios. El Señor recompensa ampliamente a quien es
generoso en corresponder a las invitaciones divinas.
3° Es necesario, con todo, proceder con tiento: los miem-
bros del sanedrín indicaron a los magos el lugar del nacimiento
del Mesías; pero ellos no se movieron. Herodes los encaminó
allá con un designio horrendo en su corazón: les rogó volver
para informarle, pues él quería ir a adorar al Niño, mientras, en
realidad, pretendía apoderarse de él y matarlo. Sinedritas y
Herodes murieron obstinados en sus errores.
Examen. – ¿Correspondemos a las inspiraciones divinas?
¿Somos generosos, o nos quedamos indiferentes?
Propósito. – Para todos resplandece, al menos alguna vez, la
luz de Dios: quiero seguirla con prontitud.
Oración. – Dios mío, al hacerme oír tu voz, mueve también
mi corazón y mi voluntad. Recuerdo tu admonición: «Si hoy
escucháis la voz de Dios, no endurezcáis el corazón».168 San
Esteban reprochaba a quienes le lapidaban: «Vosotros siempre
| resistís al Espíritu Santo».169 Dame, oh Señor, docilidad para BM1
corresponder a tus llamadas. 359

168 Cf Sal 95/94,8.


169 He 7,51.
LAS GRANDES VIRTUDES 308

146.
INFANCIA DEL MAESTRO
«Cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se
volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba
creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios
estaba con él» (Lc 2,39-40).

1° El deseo de la gloria del Padre, y de nuestra salvación


eterna, guía toda acción de Jesucristo, desde su infancia.
El Hijo de Dios se hizo hombre para ser ofrenda de paz y de
amor. «No quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un
cuerpo… Entonces yo dije: “He aquí que vengo”» (Heb 10,6-
7),170 escribe san Pablo a los Hebreos. Dios Padre ya no estaba
satisfecho con las antiguas ofrendas y sacrificios legales, por
eso preparó un cuerpo para el Hijo, y éste exclamó: «Aquí
estoy» (Sal 40/39,8). Y he aquí llegado el día en que viene y es
presentado al Templo para ser ofrecido al Señor (Lc 2,22).
Para los otros niños la presentación al Templo era una cere-
monia legal; para Jesucristo es un ofrecimiento verdadero,
querido, oficial, sin rescato, pues él era la verdadera y única
oferta, el Sacerdote eterno. Una hostia viviente, racional, per-
fecta, humano-divina: un sacerdote según el orden de Melqui-
sedec. Él es el santo de Dios, «el Cristo de Dios» (1Cor 3,23).
También nosotros nos dimos a Dios en el bautismo; y en la
confirmación el Espíritu Santo tomó más plena posesión de no-
BM1 sotros; y en la comunión Jesucristo nos hace suyos: «El que
360 come mi carne y bebe mi sangre habita | en mí y yo en él» (Jn
6,56). ¿Y si hay votos o el sacerdocio? Yo soy de Cristo, «sois
de Cristo» (1Cor 3,23). ¿Observo esta donación y esta
conservación? ¿Las respeto y mantengo?
2° Junto al Templo vivía Simeón, santo anciano, ducho en
la mortificación y contemplación: «Hombre justo y piadoso»
(Lc 2,25). Estaba en gracia, aguardaba la redención, y el
Espíritu Santo habitaba en él. Vivía en íntima confianza con
Dios, y éste conversaba familiarmente con él, de quien había

170 La primera edición citaba tres veces Heb 8,9 para este contexto,

con evidente equivocación.


LAS GRANDES VIRTUDES 309

recibido una respuesta a sus oraciones: que no moriría antes de


ver al Salvador.
El día en que el Niño era presentado al templo por María,
llegó Simeón guiado por el Espíritu Santo; tomó a Jesús en
brazos y exclamó: “Ahora déjame morir, oh Señor, porque he
visto al Salvador, luz y revelación para las gentes. Este será un
blanco de contradicción. Y también tú, dijo dirigiéndose a
María, tendrás el alma traspasada por una espada”.171 Por Jesús
muchas almas arderán de amor a lo largo de los siglos; pero
también, ¡ay!, muchas otras le ofenderán y le combatirán. Y yo
¿ardo de amor, o me asocio aún a quienes le ofenden?
3° Signo de contradicción. Es la primera manifestación
solemne. De Oriente, como signo de amor y de ferviente piedad,
llegaron los magos a adorar al Niño. En cambio, Jesús se ve
obligado a dejar la Palestina e irse al destierro en Egipto para
huir de un Herodes corroído de | odio y envidia. Igualmente, BM1
cada cristiano, cada apóstol, cada sacerdote, dignos de tal 361
nombre, serán también signos de contradicción, objeto de amor
y de odio. ¿Por qué maravillarse? Si agradamos a los hombres
no somos siervos de Cristo. 172 Aceptemos las oposiciones
injustas como prueba de estar con Jesucristo, en penitencia de
los pecados, para acrecentar nuestros méritos: las alabanzas de
los buenos refirámoslas a Dios: «A Dios honor y gloria».173
Examen. – ¿He mantenido las promesas hechas a Dios?
¿Amo de veras a Jesús? ¿Soy constante en una vida buena?
Propósito. – No daré peso alguno a las alabanzas ni a las
maledicencias de los hombres; pero en todo caso me examinaré
para ver cómo me encuentro en conciencia ante Dios.
Oración. – Divino Maestro, tres lecciones he recibido hoy en
tu escuela. Te las agradezco. Te seguiré doquiera que vayas, oh
Jesús, no obstante todo. Eres el buen camino, el del cielo,
aunque sea estrecho y empinado. Vendrá el día en que lanzaré
el cántico del triunfo y del amor eterno.

171 Cf Lc 2,29ss.
172 Cf Gál 1,10.
173 1Tim 1,17.
LAS GRANDES VIRTUDES 310

147.
VIDA EN NAZARET - I
«A los tres días, le encontraron en el templo, sentado en medio de los
maestros, escuchándoles y haciéndoles preguntas. Todos los que le
oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba»
(Lc 2,46-47).

1° José y María, cada año, en el tiempo establecido por la


BM1 ley, iban al templo de | Jerusalén.174 Cuando Jesús alcanzó los
362 doce años de edad fue también con ellos al templo por Pascua.
Cumplidas las prescripciones y ceremonias legales con gran
perfección, emprendieron el regreso a Nazaret. Pero Jesús se
quedó en Jerusalén, sin decir nada a María y a José. Ellos,
creyendo que estuviera en la comitiva, caminaron un día; sólo al
atardecer se percataron de que faltaba Jesús. Vueltos a Jerusalén,
le buscaron con solicitud y dolor, hasta que a los tres días le
encontraron en el templo: estaba sentado entre los doctores; les
escuchaba e interrogaba; y los presentes se maravillaban de su
sabiduría y de sus respuestas.
¿Cuál fue el motivo de este inhabitual comportamiento de
Jesús, siempre obedientísimo a María y a José? Lo entendemos
por la respuesta dada a María: es necesario que yo esté donde se
tratan los intereses de mi Padre.175
Jesús sigue su vocación. El padre terreno tiene derechos
sobre los hijos; pero antes hay que cuidar los derechos del Padre
celeste.
La ley del Señor, la vocación, la voluntad de Dios, están por
encima de las disposiciones humanas. Hay casos en que es
preciso recordar aquello de «es necesario obedecer a Dios antes
que a los hombres». 176 Las leyes, los mandamientos, los
consejos, las imposiciones, las pretensiones contra la conciencia
cristiana no obligan y no pueden observarse.

174 Cf Lc 2,41ss.
175 Cf Lc 2,49.
176 He 5,29.
LAS GRANDES VIRTUDES 311

2° Jesús dio una prueba de su misión divina. Un día debe-


ría, como | Maestro único, enseñar su doctrina celeste; sería el BM1
doctor, y ahora se sitúa entre los doctores; pedirá el asenti- 363
miento a su palabra divina, y ahora él la escucha e interpreta;
explicará las profecías y expondrá la nueva revelación, y ahora
pregunta sobre el sentido de ellas. El mundo se maravillará de la
doctrina de Jesucristo, y ahora él pasma a todos por su sabiduría.
Un día dejará Nazaret y la parentela para dedicarse completa-
mente al ministerio público, y aquí ahora afirma que debe
ocuparse de las cosas concernientes a la gloria del Padre celeste.
Revelará misterios altísimos, y aquí da a María una respuesta
tan alta que no cabe entenderla. He aquí una señal de su
vocación divina.
Debemos escrutar en los jóvenes qué señales e indicios
presentan de cara a su vida futura; cultivar las vocaciones y
desarrollarlas con amor. Pero igualmente, sin consideraciones
humanas, debemos corresponder a la nuestra.
3° La solicitud de María y de José en buscar a Jesús, per-
dido sin culpa alguna de ellos, debe caracterizar nuestro amaes-
tramiento. María, al encontrar al muchachito, desahoga el senti-
miento de su corazón: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu
padre y yo te buscábamos angustiados» (Lc 2,48). A menudo
los cristianos pierden a Jesús por indiferencia, por malicia, por
alguna pasión; el pecado es la pérdida verdadera, voluntaria y
culpable de Jesús. Y luego no siempre se le busca; | no siempre BM1
se siente pena de haberle perdido; no siempre se ponen los 364
medios y la diligencia para reencontrarle. ¡Pidamos no alejarnos
nunca de Jesús! Pidamos que le busquen cuantos le han perdido.
Examen. – ¿Obedezco a Dios cuando conozco su voluntad?
¿Escucho con gusto la doctrina del Maestro divino? ¿Tengo
verdadero horror al pecado?
Propósito. – Pondré especial atención en el quinto misterio
gozoso, contemplando este episodio tan instructivo de la vida de
Jesús.
Oración. – Introdúceme, oh Maestro bueno, en el conoci-
miento de tus misterios e ilumíname para comprender las ense-
ñanzas que nos da tu vida. Cada acción tuya es para mí una
orientación y un precepto que debo meditar y seguir dócilmente.
LAS GRANDES VIRTUDES 312

Socórreme con tu gracia; sosténme en las dificultades del


camino; dame la perseverancia hasta la muerte. Contigo, Jesús,
hoy, cada día; para estar contigo eternamente en el cielo.

148.
VIDA EN NAZARET - II
«Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. El
cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a
Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de
esclavo, hecho semejante a los hombres» (Flp 2,5-7).

1° Jesús santificó la vida privada con inefables virtudes. Él


es el modelo de los niños, el modelo de los muchachitos, el
BM1 modelo de los jóvenes: en fin, el modelo de los hijos. Para
365 María, su | madre, y para san José, su padre putativo, tenía gran
respeto, veneración, amor. Nadie honrará tanto a María y José
como les honró Jesucristo; nadie como él tendrá nunca tanto
amor y gratitud a María y a José.
En Jesús, modelo de los hijos, hay que considerar en primer
lugar la obediencia, que en él era dócil y amorosa sumisión. Lo
dice el Evangelio con su acostumbrada sencillez: «Estaba sujeto
a ellos» (Lc 2,51). Seguimos a san Bernardo:
¿Quién obedece? El Hijo de Dios, y Dios él mismo; quien
creó cielo y tierra, y creó también al hombre para que le
obedeciera. Obedece Dios, el autor de toda ley, la escrita en los
corazones y la promulgada en el Sinaí y perfeccionada en el
Evangelio. Obedece Dios que no puede fallar, que es la ley
misma y nos juzgará en base a su observancia por parte nuestra.
2° ¿A quién obedece Jesús? A dos criaturas, muy santas,
pero criaturas al fin y sujetas a equivocarse. Son infinitamente
inferiores a él, mientras suele suceder que los propios superiores
sean ninguneados por los súbditos.
¿Por cuánto tiempo obedece? Durante treinta años, es decir
todo el tiempo pasado en la casa materna. Él tenía el uso de
razón desde su concepción, por tanto se sometió desde entonces.
¿Y en la vida pública? Obedeció hasta la muerte. Obedeció a
BM1
366
LAS GRANDES VIRTUDES 313

Caifás, a Pilato, a los sayones que le obligaban a tenderse | en la


cruz; nunca tuvo un gesto de oposición.
¿Por qué obedece? Por un solo motivo: hacer la voluntad de
su Padre celeste: «Hago siempre lo que le agrada» (Jn 8,29). No
obedecía porque María y José eran santos, sino porque manifes-
taban la voluntad de Dios. Y esta es la razón por la que debe-
mos obedecer, y no porque los superiores sean sensatos, buenos,
ancianos, útiles para nosotros. Dice san Pedro: «Someteos por
causa del Señor, a toda criatura humana, lo mismo al rey, como
soberano, que a los gobernadores, que son como enviados por él
para castigo de los malhechores y aprobación, en cambio, de los
que hacen el bien. Porque esa es la voluntad de Dios...» (1Pe
2,13-15). «Los criados estén, con todo temor, a disposición de
los amos, no sólo de los buenos y comprensivos, sino también
de los retorcidos» (1Pe 2,18).
3° ¿Qué es lo que pasa en el mundo? Muchos, por capri-
cho y soberbia, no obedecen. Muchos se zafan de la obedien-
cia porque encuentran defectos en sus superiores. Muchos
obedecen mientras son muchachitos, luego ya creen poder ir a
su aire, al llegar a una cierta edad o al menos a los veintiún
años.177 Muchos obedecen por fines humanos, y sólo en lo que
a sus ojos les parece razonable.
Examen. – ¿He comprendido el verdadero motivo de
obedecer? ¿Me someto con gusto? ¿Rezo para obtener una
virtud tan preciosa?
Propósito. – Diré con frecuencia: «Hágase tu voluntad así en
la tierra como en el cielo» (Mt 6,10).
Oración. –Jesús, maestro mío, te contemplo en Nazaret con BM1
tu continuada, afectuosa, esmerada obediencia. Y me confundo 367
por mis muchas obstinaciones y tanta presunción de saber
guiarme yo solo. ¡Cuántos méritos preciosos he perdido!
Quizás haya llegado incluso a ingratitudes, a murmuraciones, a
claras oposiciones a mis superiores... Quizás haya yo creído
que la obediencia es la virtud de los ignorantes, los pequeños,
los débiles... Jesús mío, ¡cuántos reproches siento en mi cora-

177 Edad en que, por entonces, se llegaba a la mayor edad. Después se

bajaría el listón hasta los 18 años.


LAS GRANDES VIRTUDES 314

zón! ¡Qué lejos estoy de tus ejemplos! Por tu misericordia, te


ruego, haz mi corazón dócil como el tuyo.
LAS GRANDES VIRTUDES 315

149.
VIDA EN NAZARET - III
«Brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un
vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría
y entendimiento, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y
temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor» (Is 11,1-3).

1° «Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en


gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2,52).
Progresaba en edad. Se había hecho semejante a nosotros en
todo: «Tenía que parecerse en todo a sus hermanos».178 Por eso
nació niño, como nacemos nosotros; pasó a través de la infancia,
la puericia, la adolescencia, la juventud, la virilidad, hasta la
edad perfecta. También para él se contaron los años como se
cuentan para nosotros. Él santificó todas las edades y en todas
dejó maravillosos ejemplos de virtud. Sabía el valor del buen
ejemplo, como predicaría después: «Vean [los hombres]
vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en
los cielos» (Mt 5,16).
A este propósito, deberíamos hacernos dos preguntas: BM1
¿Hemos santificado las varias edades por las que hasta ahora 368
hemos pasado? ¿Hemos esparcido a nuestro alrededor el buen
perfume de la virtud?
2° Jesús progresaba en gracia. La gracia es la amistad con
Dios, su santo amor. No se habla aquí de un aumento intrínseco,
porque, desde su concepción, Jesús tuvo la plenitud de la gracia,
estando unido hipostáticamente 179 a la Persona del Verbo. Se
habla de un aumento extrínseco, en cuanto él manifestaba con
virtudes y obras cada vez más perfectas la santidad interior: le
vimos «lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14). En sus palabras y
acciones daba a ver esta plenitud de gracia. Su manifestación
era sincera ante Dios, porque lo exterior correspondía con lo
interior; y ante los hombres que le conocían, le observaban y le
admiraban cada vez más.

178
Heb 2,17.
179De “hipóstasis”: expresión técnica para indicar la unión en la
misma persona de elementos divinos con elementos humanos.
LAS GRANDES VIRTUDES 316

Progresaba en sabiduría. Se trata aquí de la sabiduría celeste,


no de la sabiduría humana. En cuanto al conocimiento de las
cosas divinas, Jesucristo estuvo siempre «lleno de verdad» (Jn
1,14), pues tenía la plenitud de la sabiduría. Pero con el paso de
los años daba muestras siempre más claras de su saber celeste.
Sus respuestas de doceañero habían maravillado a los doctores
en el templo de Jerusalén. Los discursos y las palabras iban
siendo cada vez más sabias ante los hombres. Dice san Bernar-
BM1 do «Lo que aquí se dice de la sabiduría y de la gracia, debe |
369 entenderse no según la realidad, sino según lo que aparecía».
3° A nosotros se nos conceden los años para progresar en
la virtud, la piedad, la fe, el conocimiento de las cosas divinas.
Los santos progresaban: de algunos se ha dicho que avanzaban
a diario admirablemente. En cambio, hay personas que con el
pasar de los años no sólo pierden la inocencia de la niñez, sino
que progresan en la malicia y en el pecado. Hay quienes, des-
pués de la instrucción del catecismo para la primera comunión,
abandonan prédicas y buenas lecturas... Tal vez estudien mu-
chas cosas, pero se quedan en una desoladora ignorancia en
cuanto a la ciencia más necesaria.
Examen. – ¿Comprendo el deber de progresar? ¿He avan-
zado en la santidad? ¿He adelantado en la ciencia celeste?
Propósito. – Me fijaré bien esto: «Jesús iba creciendo en
sabiduría, en estatura y en gracia» (Lc 2,52); lo recordaré cada
vez que cierro el mes, o cumplo los años.
Oración. – Señor Jesucristo, estando sometido a María y a
José, consagraste la vida doméstica con inefables virtudes: haz
que con su ayuda nos sintamos amaestrados por los ejemplos
de tu santa familia y podamos conseguir su eterna compañía.180

180 Comunión de vida.


LAS GRANDES VIRTUDES 317

150. BM1
VIDA DE NAZARET - I 370

«Mirad a mi Siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me com-


plazco. He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la justicia a las na-
ciones» (Is 42,1).

1° Fue una vida de oración. En aquella santa Casa se reza-


ba por la mañana, por la tarde y a lo largo del día en las horas
que los hebreos destinaban a la oración: prima, tercia, sexta, etc.
Además se observaban las grandes festividades hebreas: Pascua,
Pentecostés y Fiesta de los Tabernáculos; el sábado era el día
consagrado a las prácticas de culto, de piedad y de caridad, en la
sinagoga y en casa. Piedad interior: en la continua unión con
Dios, frecuentes jaculatorias, pensamientos sobrenaturales. Pie-
dad exterior: salmos, conversaciones santas, cánticos espiri-
tuales. La casita era el más devoto santuario de la humanidad,
donde tres santísimas Personas en las alabanzas al Señor com-
petían con el paraíso, los ángeles y los justos pasados ya al seno
de Abrahán. Alabanza jocunda,181 plena, digna de Dios: nunca
el Señor había recibido adoraciones, súplicas, agradecimientos,
reparaciones y ofertas tan preciosas. La oración es la ocupación
más importante de la vida. Con ella el hombre alcanza su fin, e
impele hacia el mismo a todas las criaturas, como el pastor
empuja hacia el redil a todas las ovejas. Y ello para la mayor
gloria de Dios y santificación del hombre.
2° Altísima oración. Hay religiosos contemplativos, reli-
giosos activos, religiosos de vida mixta. La Iglesia es un jardín
con tantos parterres | florecidos: los Institutos religiosos, que BM1
han dado un número incalculable de vírgenes, de confesores, de 371
almas meditativas, penitentes, místicas, un ejército de orantes.
Pero la oración de aquellas tres santísimas Personas era la más
perfecta de todas. Jesucristo estaba siempre en visión beatífica,
cual feliz comprehensor,182 desde que su alma fue creada. María
fue el alma más mística: tuvo más íntimas comunicaciones y
más dones místicos que todos los santos juntos. San José era
cabeza de la Sagrada Familia, gozaba de íntima familiaridad

181 Es decir llena de gozo.


182 “Comprehensor”: quien tiene la visión intuitiva de Dios.
LAS GRANDES VIRTUDES 318

con el Hijo de Dios y con su esposa santísima; tuvo varias veces


comunicaciones con los ángeles. Debiendo guiar, según profun-
dos designios de Dios, a Jesús y a María, sin duda poseía dones
especialísimos e iluminaciones del Padre celeste, a quien representaba.
3° En continua oración. No existe sólo la oración vocal y
la mental, está también la vital. Obrar por el Señor, dirigiéndolo
todo a una especial gracia es oración vital. En la casita de
Nazaret había una misión que cumplir, un fin que conseguir: la
redención de los hombres. Jesús la realizaba como redentor;
María y José cooperaban como corredentores. Cada una de sus
actividades llevaba este marchamo, y era continua oración.
Examen. – ¿Estimo la oración por encima de las diversas
ocupaciones? ¿Consagro a ella el tiempo mejor? ¿Qué grado de
perfección ha alcanzado mi oración?
BM1 Propósito. – Cuidaré cada día mi oración.
372
Oración. – El apóstol Pablo hablando de ti, o Jesús modelo
de oración, escribió: «En los días de su vida mortal, a gritos y
con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía
salvarle de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial».183
Perfecta internamente y externamente era, pues, tu oración.
Haz que yo aprenda de ti el modo de orar: enséñame a orar.

151.
VIDA DE NAZARET - II
«[Jesús]... fue a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente
decía admirada: “¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros?
¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos
Santiago, José, Simón y Judas?”» (Mt 13,54-55).

1° En Nazaret, Jesús, María y José llevaban una vida de


trabajo: el trabajo de María era el de cualquier mujer hebrea de
su condición social; el de Jesús y José, el de un carpintero.
Durante su ministerio público Jesús, un día, volvió a su pue-
blecito y tuvo un discurso admirable de sabiduría y unción

183 Heb 5,7.


LAS GRANDES VIRTUDES 319

sagrada. Los compaisanos se miraban unos a otros maravillados


diciendo: «¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros?
¿No es el hijo del carpintero?» (Mt 13,54). Otros decían inclu-
so: «No es éste el carpintero?» (Mc 6,3).
Mientras vivió, san José estaba al frente del taller; una vez
muerto san José, Jesús continuó el mismo oficio y pasó a ser el | BM1
herrero-carpintero del pueblo. Le habían visto pasar la jornada 373
trabajando; muchos le habían encargado algunas tareas, y Jesús
había ido a sus casas a llevar los trabajos hechos y a cobrar el im-
porte...; por tanto ahora se extrañaban de su sabiduría, oyéndole
hablar: «¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada?» (Mc 6,2). ¡Y
era el constructor del mundo! «Por medio de él 184 se hizo todo»
(Jn 1,3). ¿Y tú desdeñas un trabajo humilde? ¿No es una plaga
social el aspirar a profesiones elevadas, dedicándose a los estu-
dios, minusvalorando los trabajos del campesino y del obrero?
2° El trabajo es una orden de Dios: «El hombre nace para
trabajar, como el ave para volar» (Job 5,7 Vulg.). Ya antes del
pecado original el hombre debía trabajar: «Para que lo guardara
y lo cultivara» (Gén 2,15); debía cuidar y trabajar el jardín de
las delicias.
Dios es sumamente activo, y es el primer motor; el hombre
debe ser semejante a él. La vida es movimiento; el ocio, muerte.
El trabajo fatigoso es la pena del pecado, infligida a Adán:
«Comerás el pan con el sudor de tu frente» (Gén 3,19); el pan
que antes comías trabajando, pero sin fatiga, desde ahora estará
bañado con tu sudor.
El trabajo es una necesidad vital. Por eso san Pablo escribía:
«Quien no trabaja 185 que no coma» (2Tes 3,10). Es sabido que
hay diversos trabajos: en unos predomina la inteligencia, en
otros el espíritu, o el cuerpo; están el | maestro, el sacerdote, el BM1
campesino, el profesional, el soldado, el artista, el obrero. 374
3° Quien pudiendo trabajar lleva vida ociosa, aunque sea
propietario, vive en pecado habitual. La vida, incluso la del rico,
no puede desempeñarse inútilmente o en diversiones. Quien
tiene una salud limitada trabajará lo que le sea posible. Rezando

184 En el original se lee “Todo fue hecho por él”: falta la precisión “por

medio de”.
185 Más exactamente: «Si alguno no quiere trabajar, que no coma...».
LAS GRANDES VIRTUDES 320

y sufriendo por la sociedad y la salvación del mundo, se realiza


un digno y gran trabajo.
Jesucristo ennobleció al máximo el trabajo; el suyo fue asi-
duo, incesante; hecho con recta intención y resignación; él im-
plícitamente condenaba las excesivas pretensiones y las actuales
luchas de clases. Son sumamente instructivas las encíclicas de
los papas desde León XIII a hoy que tratan de este argumento.
Examen. – ¿Cómo considero el trabajo? ¿Con qué disposi-
ciones internas y externas lo hago?
Propósito. – Leeré y meditaré las encíclicas sociales de León
XIII, Pío XI y Pío XII.186
Oración. – Oh Jesús, te considero modelo de trabajo. Me
gusta contemplarte en el taller, con traje de faena, atento a
serrar, cepillar, golpear con el martillo, sin perder un minuto
de tiempo, con tu frente sudando.187 Quiero adorarte, amarte,
rogarte, mientras te muestras como aprendiz en el taller. Te
agradezco esta gran lección que nos das a mí y a la humanidad.
BM1 Santifica al obrero, confórtanos en las | fatigas diarias,
375 infúndenos gozosa resignación, para que siempre busquemos
dos metas: «pan y paraíso».

152.
VIDA DE NAZARET - III
«No os procuréis en la faja oro, plata ni cobre; ni tampoco alforja para
el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; bien merece el
obrero su sustento» (Mt 10,9-10).

1° El Hijo de Dios se encarnó para restaurar todo lo que el


pecado había arruinado. La restauración aconteció por medio de
los ejemplos, la predicación y la gracia.

186 Hoy habría que añadir la encíclica “Populorum Progressio” de

Pablo VI (1967) y las dos de Juan Pablo II: “Laborem exercens” (1981) y
“Sollicitudo rei socialis” (1987).
187 La imagen de Jesús, sudando en el banco de trabajo, impresionaba

fuertemente al P. Alberione. Comentará más adelante: «El sudor de su


frente en Nazaret no era menos redentor que el sudor de sangre en
Getsemaní» (San Paolo, enero 1954; cf ACV, p. 170).
LAS GRANDES VIRTUDES 321

Restauró al individuo con el ejemplo y la enseñanza de una


vida perfecta; restauró la familia ejercitando las virtudes domés-
ticas en la más santa de las familias; restauró la sociedad civil con
los principios evangélicos para una honrada vida social y mos-
trándose como el más perfecto ciudadano. A los ejemplos y a la
enseñanza añadió la gracia.
Consideremos el espíritu de pobreza de Jesucristo.
Fue una pobreza voluntaria. Dice san Pablo: «Siendo rico se
hizo pobre» (2Cor 8,9). Él es el creador del oro y de la plata,
escondidos en las vísceras de la tierra. Él, durante la vida públi-
ca, cambió el agua en vino; sació a las muchedumbres multi-
plicando el pan y los peces... Podía, pues, procurar bienestar y
riqueza para sí mismo y su familia. Él es el dador de los bienes
a los ricos: «La bendición del Señor enriquece» (Prov 10,22). |
Comprendamos que las preferencias del Señor son para la vida BM1
pobre, incluidos sus efectos. 376
2° Fue una pobreza continua. Comienza su vida en una
gruta escuálida entre un buey y una mula; la termina tendido en
el duro leño de la cruz, suplicio de malhechores; y el curso de
su vida no tiene signo diverso.
Dijo predicando: «Las zorras tienen madrigueras y los pája-
ros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su
cabeza» (Mt 8,20; Lc 9,18). Por eso en Nazaret tuvo el alimento,
la ropa, la casa, el lecho de un obrero, según los tiempos y el
lugar en que vivió. ¡Y ello por muchos años! Quiso ganarse la
escasa comida y el pobre vestido con el duro trabajo de herrero-
carpintero.
Fue una pobreza ejemplar. Él invitó a seguirla: «Si quieres
ser perfecto –dijo al joven rico–, anda, vende tus bienes, da el
dinero a los pobres… y luego ven y sígueme» (Mt 19,21).
Declaró: «Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de
ellos es el reino de los cielos» (Mt 5,3); por eso la pobreza es el
camino seguro para adquirir las auténticas riquezas. Todos están
obligados a la pobreza de afecto: quien no renuncia a campos,
casa y cuanto posee no es digno del cielo.
3° Fue una pobreza que nos enriquece a nosotros. Jesús no
sólo dio el ejemplo y la enseñanza de la pobreza, sino que su
virtud nos mereció la gracia de imitarle. Y en los primeros
tiempos y en los sucesivos siglos del cristianismo ¡cuántos le BM1
377
LAS GRANDES VIRTUDES 322

siguieron! Los | monjes del desierto, los hijos de san Benito, de


san Francisco de Asís y la innumerable multitud de religiosos y
religiosas vivieron y viven en pobreza. Muchos cristianos con-
servan el corazón despegado de los bienes; muchos los dan para
obras de beneficencia y de caridad.
Examen. – ¿He comprendido la divina lección de la pobre-
za? ¿Cómo estoy respecto a la pobreza interior? ¿Y cómo en la
exterior?
Propósito. – Recordaré la veraz declaración de san Pedro,
hecha en nombre de los doce: «Nosotros lo hemos dejado todo
y te hemos seguido».188
Oración. – Te doy gracias, oh Maestro divino, por esta
lección sobre la virtud de la pobreza. Haz que yo la ame y la
practique según mi estado. No se puede servir a dos amos,
enseñaste tú: a Dios y al dinero.189 Te rogaré con la Iglesia:
Conserva libre mi corazón; haz que yo busque ante todo el
reino de Dios y tu justicia, pasando entre los bienes temporales
sin perder los eternos; más aún, que con los bienes presentes,
logre adquirir riquezas sobrenaturales.

153.
VIDA DE NAZARET - IV
«Jesús les dijo: “No todos entienden esto, sólo los que han recibido
ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros
los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos ellos
mismos por el reino de los cielos. El que pueda entender, entienda”»
(Mt 19,11-12).

1° Contemplamos en Nazaret tre lirios: Jesús, el lirio más


BM1 alto, perfumado, cándido; María, | virgen de las vírgenes y
378 madre purísima; José, virgen y custodio de los otros dos lirios.
El Verbo se hizo carne (Jn 1,14), o sea se humanizó; por eso
Dios le formó también un cuerpo, fruto de virginidad y modelo

188 Mt 19,27.
189 Cf Mt 6,24.
LAS GRANDES VIRTUDES 323

de los vírgenes. Es adorado ahora en la Eucaristía y glorificado


en el cielo, a la derecha del Padre.
Todas las energías espirituales y corporales de Jesús, todos
los afectos, todo el corazón eran para el Padre y para las almas.
Él, amigo de los vírgenes, por treinta años vivió en la
intimidad con vírgenes.
Eligió a su precursor, y le quiso virgen: san Juan Bautista
hombre austero, dado a ayunos, penitencias y a la oración.
2° En la vida pública eligió a doce como íntimos familiares,
destinados a evangelizar el mundo: les llamó apóstoles (Lc 6,13).
Entre ellos el preferido era Juan, por ser virgen. La Iglesia dice
de él: Jesús le amaba, porque una singular prerrogativa de cas-
tidad le había hecho digno de más amplio amor; fue elegido
virgen y tal permaneció por toda la vida. Y el Salvador mori-
bundo en la cruz a este virgen confió la virgen, su Madre. Los
otros apóstoles fueron elegidos entre quienes estaban libres de
vínculos terrenos, o que fueron generosos en romperlos para
darse a él libres de todo lazo: por esto fueron preferidos.
Si se quiere entrar en la familia espiritual de Jesús, hay que
ser vírgenes o al menos puros: de pureza conservada o reparada.190
3° Jesús no estaba en nuestras infelices condiciones. BM1
Nosotros nos sentimos atormentados por la rebelión de los 379
sentidos, por las lisonjas del mundo. Jesús tenía las pasiones
perfectamente sometidas al espíritu; su alma estaba consumada
en la caridad por efecto de la continua visión beatífica; su mente
siempre fija en Dios, no sujeta al error. No podía temer las
caídas. Sin embargo, para darnos ejemplo, usó los medios que
después nos recomendó: huida de los peligros, mortificación de
los sentidos, oración asidua. Vivía retirado en su casita durante
la vida privada; siempre ocupado, constante en la oración,
mortificado en todo, dado a la fatiga. «Desde la juventud fui
pobre y entregado al trabajo»191 (Sal 88/87,16).

190 En enero de 1950, con motivo del año santo, el P. Alberione

invitará a vivir un “año de inocencia” con este mismo concepto:


«Inocencia o conservada o readquirida, y luego defendida y mantenida
con piadosa tenacidad» (San Paolo, enero 1950).
191 Texto de la Vulgata. Las nuevas versiones leen: «Desde niño fui

desgraciado y enfermo, me doblo bajo el peso de tus terrores».


LAS GRANDES VIRTUDES 324

Ejemplo para nosotros: la rebelión de la carne es la gran


concupiscencia; cada día, cada hora, podemos ser arrollados.
Examen. – ¿Vigilamos, nos mortificamos, evitamos los peli-
gros? Y sobre todo, ¿ oramos asiduamente?
Propósito. – Contemplaré con frecuencia a Jesús, grande y
perfumado lirio, puesto entre dos lirios, María y José.
Oración. – Purifica, oh Señor, con el fuego del Espíritu
Santo nuestro corazón, para que te sirvamos con cuerpo casto y
te agrademos por nuestra pureza. Rompe las cadenas de
BM1 nuestros pecados, para que podamos amarte con | creciente
380 caridad. Tú, nuestra ayuda y protector, socórrenos, y así
florezcan nuestro corazón y nuestra carne por el vigor de la
pureza y el renovamiento de la castidad.

154.
COMIENZO DE LA VIDA PÚBLICA
«Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas; su
diestra le ha dado la victoria, su santo brazo; el Señor da a conocer su
victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia
y su fidelidad en favor de la casa de Israel» (Sal 98/97,1-3).

1° Llegado a la edad de unos treinta años, Jesús dejó la


casa materna y paterna para comenzar el ministerio público.
Consideremos que Jesús dedicó treinta años a la vida de reco-
gimiento y al ejercicio del retiro en la oración y en las virtudes
domésticas, mientras que sólo por tres años ejercitó su ministerio
público. Diez partes, pues, sobre once, de su vida terrena.192 Hay
que dar la máxima importancia a la obra de nuestra santificación
individual, al estudio, a las virtudes individuales. Es necesario
acumular en el corazón y en el espíritu los tesoros de sabiduría y
de gracia para revertirlos después en las almas con el apostolado.
Pero cuando llega la hora designada por el Padre, Jesús
deja la santa intimidad de la vida con María, trunca la tranqui-
lidad de la casa de Nazaret y valientemente entra en el minis-

192 Cf DF, p. 42: «Vida privada: Ocupa 30 de 33 años; así que tiene

una importancia de diez contra uno».


LAS GRANDES VIRTUDES 325

terio público: «Yo debo estar en las cosas de mi Padre» (Lc


2,49). Si Dios llama, cada cual debe dejar lo que prefiere, aun-
que fuese la contemplación, y correr a las batallas | de Dios. BM1
Así hicieron los apóstoles y tantos monjes, como narra la historia. 381
La vida mixta en la que se asocia la oración a la acción, es
más perfecta. Se trata de «trádere contemplata»; 193 antes se
consideran las divinas enseñanzas para nosotros, luego se
predican a los fieles.
2° «Por entonces viene Jesús desde Galilea al Jordán y se
presenta a Juan para que le bautice» (Mt 3,13). Juan predicaba
para preparar al pueblo a recibir al Mesías; daba un bautismo de
penitencia. «Confesaban sus pecados y él les bautizaba en el
Jordán» (Mt 3,6). Jesús, el santo de los santos, pide este bautis-
mo juntándose con los pecadores. Y como Juan se opuso dicien-
do: «Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a
mí?» (Mt 3,14), Jesús le responde: «Déjalo ahora. Conviene que
así cumplamos toda justicia» (Mt 3,15). Y fue bautizado.
¡Cuánta humildad! Nosotros, al contrario, quisiéramos siempre
parecer justos; desdeñamos ser reprendidos y corregidos; con
frecuencia llevamos mal el reconocer y admitir nuestros defectos.
3° «El que se humilla será enaltecido» (Lc 14,11 y 18,14),
dirá después Jesús; y he aquí que ello se cumple en él: «Apenas
se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que
el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre
él. Y vino una voz de los cielos que decía: “Este es mi Hijo
amado, en quien me complazco”» (Mt 3,16-17). | ¡Gran exal-
tación, solemne manifestación de la Sma. Trinidad! El Espíritu BM1
Santo se presenta en forma de paloma; el Padre reconoce en 382
Jesucristo a su Hijo encarnado; más, declara que es perfecto
objeto de sus complacencias. Le había agradado su vida privada
y le agrada ahora el comienzo de la vida pública hecho con
humillación y oración. Entendamos aquí que la humillación y la
oración nos atraen la mirada complaciente de Dios.
Examen. – ¿Sé estar escondido y mostrarme a tiempo?
¿Conozco que la humildad es también la base del ministerio
público? Actualmente, ¿mi vida le agrada a Dios?

193 «Transmitir a otros lo que se ha contemplado». Lema atribuido a

santo Tomás de Aquino.


LAS GRANDES VIRTUDES 326

Propósito. – Reconozco que Jesucristo es el gran modelo


tanto para la vida privada, cuanto para el apostolado.
Oración. – Maestro divino, te seguiré doquier. También yo
debo y quiero agradar al Padre celeste. Él se complace de ti y
de cuantos se te asemejan. Atráeme a tu camino, con tu ama-
bilidad y con tu gracia. Quiero seguirte; pero fácilmente me
canso por la asperidad del camino. Sostén mi debilidad; ilu-
mina mis tinieblas; conforta mis desánimos.

BM1 155.
383 JESÚS ES TENTADO
«Quien ha viajado mucho sabe muchas cosas, el que tiene experiencia
se expresa con inteligencia. Quien no ha sido probado poco sabe,
quien ha viajado posee muchos recursos» (Sir 34,9-10).

1° Desde el Jordán, Jesús se dirige al desierto. Tras un


ayuno de cuarenta días, es tentado por el demonio.
Notemos las palabras del Evangelio: «Entonces Jesús fue
llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo»
(Mt 4,1). Entonces: es decir después de haberse bautizado,
después que el Padre se ha complacido en él, después de ayunar
cuarenta días.
El alma puede encontrarse en los momentos de mayor fervor,
y sin embargo ser tentada. Nunca estamos seguros, ni siquiera
quizás después de la comunión. Sucede que precisamente tras
haber hecho generosos propósitos, el Señor nos ponga a prueba
para ver si eran de veras firmes.
Jesús: Es tentado el Hijo de Dios encarnado. Así que la
tentación no es desdoro para nadie; no es pecado; al contrario,
es una buena ocasión de méritos. Nadie se avergüence por verse
tentado; con ánimo y alegría combata y venza.
Por el Espíritu: La tentación entra en los designios de Dios
para nuestra humildad, amaestramiento y mérito. Está permitida
por la sabiduría y el amor de Dios: «Dios puso a prueba a
Abrahán» (Gén 22,1). «Bienaventurado el hombre que aguanta
la prueba, porque, si sale airoso, recibirá la corona de la vida»
(Sant 1,12).
LAS GRANDES VIRTUDES 327

En el desierto: Está bien huir del mundo; pero no basta. El


demonio y el cuerpo pueden excitarnos al mal en cualquier sitio,
también en un convento de | estricta clausura; también en la BM1
iglesia. Nadie está salvado, aunque sea ya santo, o viejo, o 384
enfermo o moribundo. ¡Hay que vigilar siempre!
2° Jesús es tentado con una tentación que recuerda la
concupiscencia de la carne: «Di que esas piedras se conviertan
en panes». Y él responde: «No solo de pan vive el hombre, sino
de toda palabra que sale de la boca de Dios». Luego, el demonio
transporta a Jesús a la terraza del templo, y le dice: «Si eres
Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes
a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que
tu pie no tropiece con las piedras”» (Mt 4,3-6). Esta tentación
de presumir de Dios vendría de la soberbia; pero Jesús respon-
de: «También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”» (Mt
4,7). La tercera tentación recuerda la de avaricia: «Le llevó a un
monte altísimo y le mostró los reinos del mundo y su gloria, y
le dijo: “Todo esto te daré, si te postras y me adoras”. Entonces
le dijo Jesús: “Está escrito: Al Señor, tu Dios adorarás y a él
solo darás culto”» (Mt 4,8-10).
Tres son las concupiscencias del hombre: soberbia, avaricia,
sensualidad. Jesús no podía ser tentado por sus pasiones, sujetas
perfectamente en él al espíritu. Con todo, es tentado por el demonio,
y las tres tentaciones van dirigidas a las tres concupiscencias.
3° Jesús vence, apoyando sus repulsas 194 en la Escritura.
La tentación es un intento de engañar, como Satanás había ya
engañado a | Adán y Eva prometiéndoles: seréis como Dios.195 BM1
En cambio, la palabra de Dios es verdad, luz, guía segura. En 385
toda lisonja o sugestión, confrontemos lo que se nos propone
con lo que enseña Dios, con su ley, con la Escritura. Solo el
Señor es nuestra luz. Jesús fue tentado y sufrió para ayudar a
quienes serían después tentados: «Por el hecho de haber
padecido sufriendo la tentación, puede auxiliar a los que son
tentados» (Heb 2,18). Por tanto, recurramos siempre al Señor:
«Señor, date prisa en socorrerme» (Sal 70/69,2). Dulce Corazón
de Jesús, haz que yo te ame siempre más.

194 Refutaciones, resistencias a la tentación.


195 Cf Gén 3,5.
LAS GRANDES VIRTUDES 328

Examen. – ¿Tengo una idea justa de las tentaciones? ¿Cuáles


son mis principales tentaciones? ¿Cómo me comporto en ellas?
Propósito. – Recordaré el «Vigilate et orate» (Mt 26,41) de
Jesús.
Oración. – «Tú, oh Dios, justificas al impío y no quieres la
muerte del pecador: humildemente suplicamos a tu majestad
que a tus siervos, confiados en tu misericordia, los protejas
benigno con tu celeste socorro, y los conserves benigno con tu
ayuda, para que te sirvan constantemente y nunca queden
separados de ti por las tentaciones».

BM1 156.
386 ELECCIÓN 196 DE LOS APÓSTOLES
«Hagamos el elogio de los hombres ilustres, de nuestros padres según
sus generaciones. Grandes glorias exhibió el Señor, desde siempre ha
mostrado su grandeza» (Sir 44,1-2).

1° «En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la


noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus
discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también
nombró apóstoles» (Lc 6,12-13).
Los apóstoles son misioneros, es decir enviados: Jesucristo
fue el apóstol del Padre (Heb 3,1). Él dijo: «Como el Padre me
ha enviado, así también os envío yo» (Jn 20,21). Por eso son los
legados, los embajadores que hablan en nombre de Cristo; y
deberán ser escuchados como Jesucristo mismo: «Quien a
vosotros escucha, a mí me escucha» (Lc 10,16); quien recibe a
quien yo mande, me recibe a mí mismo. En ellos habla Dios:
«No seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de
vuestro Padre hablará por vosotros».197
Y Jesús les consigna el mundo y todos los hombres: «Id al
mundo entero» (Mc 16,15); y podrán perdonar los pecados y
dar leyes: «A quienes les perdonéis los pecados, les quedan
perdonados» (Jn 20,23). Serán como dioses: «Servidores de
Cristo y administradores de los misterios de Dios» (1Cor 4,1);
196 Del latín “elígere”: elegir, y llamar.
197 Mt 10,20.
LAS GRANDES VIRTUDES 329

luz y sal del mundo; pescadores de almas y sembradores; agri-


cultores y segadores; constructores y padres de las almas;
pastores y testigos de Cristo.
2° ¿A quiénes eligió Jesucristo? A doce hombres entre
pescadores ignorantes y sencillos, exceptuando a Mateo y Pablo.
No conocen lenguas y deberán instruir al mundo entero; no BM1
tienen ciencia y deberán convencer a doctos y filósofos; ocupan 387
una posición social humildísima y deberán sentarse como jueces
en doce tronos; no poseen ni fuerza, ni dinero, ni potencia, ni
política, pero dominarán la tierra, regirán a los pueblos, y
extenderán su poder hasta en el cielo. En ellos actuó verda-
deramente la gracia, la luz de Dios, el Espíritu Santo: siendo
nada, todo lo pueden en Cristo.
3° Correspondieron a la vocación. En el Evangelio se narra
en cambio el caso del joven rico que no correspondió; igualmente
un escriba que se desanimó ante la pobreza de Jesús; otro que
primero quería dar sepultura al padre difunto; y otro rico apegado
a sus haberes. Los apóstoles, por el contrario, apenas oyeron la
invitación, generosamente fueron con él: «Dejándolo todo, le
siguieron» (Lc 5,11). Su prontitud agradó a Jesucristo y fue
recompensada: «Vosotros, los que me habéis seguido… recibiréis
cien veces más y heredaréis la vida eterna» (Mt 19,28-29).
Honremos a los doce afortunados apóstoles, seamos sus
devotos, imitémoslos.
Sobre todo correspondamos a la gracia divina. ¡Que no pase
inútilmente el Señor! San Pablo decía: «Su gracia para conmigo
no se ha frustrado en mí» (1Cor 15,10).
Examen. – ¿Tengo en alta estima a los apóstoles y a los | BM1
sacerdotes, sus sucesores? ¿Les honro? Correspondo a las inspi- 388
raciones y a la voz de Dios, o las rehúso por mis apegos?
Propósito. – Adoro a Jesucristo en sus ministros.
Oración. – «Oh Dios, para gloria de tu majestad y para la
salvación del género humano, has constituido sumo y eterno
Sacerdote a tu Unigénito: concédenos que aquellos a quienes
fueron elegidos, por tu mismo Hijo, ministros y dispensadores
de tus misterios, sean fieles ejecutores del ministerio a ellos
confiado».
LAS GRANDES VIRTUDES 330

157.
FORMACIÓN DE LOS APÓSTOLES
«Esto es lo principal de todo el discurso: Tenemos un sumo sacerdote
que está sentado a la derecha del trono de la Majestad en los cielos, y
es ministro del santuario y de la tienda verdadera, construida por el
Señor y no por un hombre» (Heb 8,1-2).

1° Jesús tuvo consigo a los doce para formarles en su


ministerio: «procuró que los doce estuvieran con él» (Lc 8,1).198
Esta obra suya de formación duró tres años, y a ella dedicó las
mejores horas y el mayor esfuerzo. Se dieron buenos frutos
aunque fuera aún necesaria la obra del Espíritu Santo.
Muchas dificultades encontró Jesús, maestro incomparable.
Muchas veces debió reprochar a los apóstoles por su debilidad
en la fe: «Módicae fídei... noli esse incrédulus... exprobravit
incredulitatem eorum... stulti et tardi corde ad credendum».199
A menudo no le comprendían: entendían de un reino terreno lo
BM1 que él decía del reino celeste: «No | sabéis lo que pedís» (Mt
389 20,22); seguían con sus ambiciones y hasta en la proximidad de
de la pasión de Jesús discutían sobre «quién de ellos era el más
importante» (Mc 9,33); no entraban en su espíritu: «No sabéis
de qué espíritu sois» (Lc 9,55); esquivaban el sufrimiento y la
cruz, como declaró enérgicamente Pedro hasta merecer la repro-
bación de Jesús: «Ponte detrás de mí, Satanás. Eres para mí
piedra de tropiezo» (Mt 16,23). Pero el Salvador siguió instru-
yendo, corrigiendo, repitiendo, reprochando, amonestando, pi-
diendo con paciencia y dulzura (cf 2Cor 12,12).200
2° ¿Qué medios usó Jesús? La convivencia ante todo:
«Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo» (Lc 22,28).
Él les edificaba con su ejemplo, que era una escuela de todas las
virtudes. Su vida demostraba con los hechos a aquellas personas
buenas, pero duras de entendederas, cómo deberían haber vivi-
do: tanto que al final dijo: «Os he dado ejemplo para que lo que
yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis» (Jn 13,15).

198 Quizás el P. Alberione alude más precisamente a Mc 3,14.


199 «De poca fe..., no seas incrédulo..., les reprochó su incredulidad...,
necios y torpes para creer» (cf Mt 14,31; Jn 20,27; Mc 16,14; Lc 24,25).
200 Citación probablemente equivocada, pues se refiere a la acción

formativa de san Pablo.


LAS GRANDES VIRTUDES 331

A menudo, Jesús les exhortaba, les hacía rezar, les corregía:


la convivencia era una escuela continua.
Y además, la enseñanza. «Todo lo que he oído a mi Padre os
lo he dado a conocer» (Jn 15,15). Les instruye a parte en
secreto: «A vosotros se os ha otorgado conocer los secretos del
reino de Dios; pero a los demás, en parábolas» (Lc 8,10; cf Mt
13,11). Les hizo las más íntimas confidencias: «Todo lo que he
oído a mi Padre os lo he dado a conocer» (Jn 15,15).
En tercer lugar, les encaminó al ministerio, con reglas, expe- BM1
riencias, correcciones. Les mandó de dos en dos, les dio poderes, 390
les corrigió de las vanas complacencias, les prometió su conti-
nua asistencia: «Sabed que estoy con vosotros todos los días,
hasta el final de los tiempos» (Mt 28,20). Por encima de todo,
les amó: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo» (Jn
15,9). «A vosotros os llamo amigos» (Jn 15,15). Más aún, her-
manos: «Id a comunicar a mis hermanos» (Mt 28,10). Les
consoló: «Venid a descansar un poco» (Mc 6,31); «No se turbe
vuestro corazón» (Jn 14,1). Les promete un puesto en el cielo:
«Voy a prepararos un lugar» (Jn 14,2).
3° El fruto. A primera vista no parecería maravilloso. Ya
casi al final se mostraban aún ambiciosos, disputándose los
primeros puestos, presuntuosos en la última cena; débiles,
huyendo todos tras el arresto del Maestro. Judas le traicionó,
Pedro le negó, todos se mostraron incrédulos de la resurrección.
De modo parecido, nuestra obra de educadores no obtiene
siempre el fruto deseado. Pero Jesús remitió al Espíritu Santo el
realizar la formación de los apóstoles: «Recibirá de lo mío y os
lo anunciará» (Jn 16,14); «Será quien os lo enseñe todo y os
vaya recordando todo lo que os he dicho» (Jn 14,26). Y ellos se
hicieron fuertes, profundos teólogos, repletos de celo; después
de haber sido testigos 201 de Jesucristo hasta los confines del
mundo, con la muerte probaron su fe y su amor al Maestro divino.
Examen. – ¿Comprendo la obra de las | vocaciones al BM1
apostolado? ¿Doy el aporte de oración, de trabajo, de dinero que 391
me es posible? ¿Con qué espíritu trabajo?

201 Del latín “testes”: testimonios.


LAS GRANDES VIRTUDES 332

Propósito. – Meditaré frecuentemente el gran problema de la


vocación. «Oh Jesús, Pastor eterno de nuestras almas, manda
buenos obreros a tu mies».
Oración. – «Oh Maestro divino, dirige tu benigna mirada al
mundo. Mitad del género humano aún no te conoce; yace en las
tinieblas del error y del vicio. Suscita vocaciones; pero, a la vez,
danos buenos maestros, custodios y formadores de las voca-
ciones. Somos siervos inútiles, es verdad, pero, según tu volun-
tad y las leyes de la Iglesia, los formadores deben dar su acción
por aquellos que has llamado. Sosténles, ilumínales, concédeles
frutos copiosos en su ministerio».

158.
BODAS DE CANÁ
«Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Gali-
lea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él» (Jn 2,11).

1° Entre los primeros episodios de la vida pública del


divino Maestro tenemos las bodas de Caná. Fueron invitados
Jesús con sus discípulos. Y también María, la madre de Jesús. A
mitad de la fiesta faltó el vino. María se interpuso ante Jesús, y
él hizo el gran prodigio de cambiar el agua en vino.
BM1 Consideremos la escena. María está en el principio de toda la
392 | redención. Una vez caídos los progenitores, Dios promete el
reparador:202 pero junto a él preanuncia a la Virgen. Llegada la
plenitud de los tiempos, a María se le pide el consentimiento
para la encarnación del Verbo. Cuando Jesús comienza el
ministerio de salvación es María quien obtiene de Jesús el
primer milagro, con el cual se manifiesta a sí mismo.
Para la aplicación de la redención, María es la mediadora de
toda gracia; es la dispensadora. Y así nuestra salvación pasa por
María: ella obtiene «el primero de los signos»; 203 por el que
comienza la fe en Jesucristo.

202 Cf DFms 36: «Caído Adán, el Padre revela a lo lejos al Reparador;

caído el pecador, queda la confesión, la misericordia».


203 Jn 2,11.
LAS GRANDES VIRTUDES 333

2° Aquí se ve cuánto esmero tiene María con los suyos.


Está en la boda, pero, más que a la fiesta externa, se preocupa
de que todo proceda bien, que la santa alegría no quede turbada.
Es solícita en ahorrar incluso un poco de rubor a los esposos y
cualquier mortificación a los convidados, como hubiera sido si
llegara a faltar il vino, tan importante en un banquete nupcial.
Es la primera en darse cuenta: «No tienen vino» (Jn 2,3); piensa
cómo remediarlo y enseguida interpone su súplica.
De este modo María tiene infinitas atenciones y cuidados
para cada uno de sus hijos. Su oración es brevísima, pero humil-
de, acompañada por gran fe, potentísima. Ella es la madre de
Jesús: aquí está la razón principal de su poder.
Narrando este episodio, el Evangelio, en cinco versículos,
por tres veces llama a la Virgen “la madre de Jesús” (Jn 2,3).
De primeras | parece un poco desalentadora la respuesta de BM1
Jesús: «¿Qué quieres de mí, mujer? Todavía no ha llegado mi 393
hora» (Jn 2,4). Pero la madre de Jesús sabe que la escuchará,
como siempre; se regula como si la gracia fuera segura; dice a
los sivientes: «Haced lo que él os diga» (Jn 2,5). Y el milagro se
realiza; porque, dice un piadoso autor, no había llegado la hora
de Jesús, pero sí la hora de María, la hora de su intercesión.
3° El fruto del milagro fue mucho más allá del simple
hecho de que la alegría de la fiesta no quedara turbada. Dice el
Evangelio que así comenzó a manifestarse la potencia tauma-
túrgica de Jesucristo; y añade: «Sus discípulos creyeron en él»
(Jn 2,11). Brotó la fe en los discípulos, apareció la gloria de
Jesús; se dio el primer fruto de su predicación, que luego conti-
nuaría por tres años. María lleva a Jesús, encamina las almas a
él; y lleva a Jesús a las almas.
Examen. – ¿Tengo fe en la intercesión, bondad y potencia de
María? ¿Soy devoto de ella? ¿Colaboro en las miras de María?
Propósito. – ¡Ningún día de la vida sin la sonrisa de la
madre! Lo meditaré rezando a María alguna oración.
Oración. – «Acuérdate, oh piadosísima Virgen María, que
jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu
protección, implorando tu asistencia y reclamando tu auxilio, BM1
haya sido abandonado de ti. Animado yo con esta confianza, a 394
ti también acudo, ¡oh Virgen madre de las vírgenes!, y gimien-
LAS GRANDES VIRTUDES 334

do bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante tu


presencia soberana. ¡Oh Madre de Dios!, no desprecies mis súplicas;
antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Así sea».204

159.
LAS BIENAVENTURANZAS
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a
vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya,
pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos
del mundo, por eso el mundo os odia. Recordad lo que os dije: “No es
el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a
vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también
guardarán la vuestra. Y todo ello lo harán con vosotros a causa de mi
nombre, porque no conocen al que me envió» (Jn 15,18-21).

1° Jesús, visto el gentío que le había seguido, subió a un


monte y se sentó. Habiéndose acercado a él sus discípulos, co-
menzó a instruirles diciendo: «Bienaventurados los pobres en el
espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaven-
turados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Bien-
aventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia [de
Dios], porque ellos quedarán saciados. Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Biena-
venturados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán
llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por
causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os
calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos,
porque vuestra recompensa será grande en el cielo» (Mt 5,3-12).
2° Hay un único Maestro; pero muchos quieren hacer de
BM1 maestros. El magisterio de Jesucristo está | en oposición a estos
395 numerosos antagonistas suyos que constituyen el denominado
mundo. 205 Entre Jesucristo y el mundo hay un abismo. El

204Conocida oración mariana de san Bernardo.


205“Mundo”: aquí en la acepción negativa de sociedad opuesta a Dios,
cerrada a su luz, sede del maligno.
LAS GRANDES VIRTUDES 335

espíritu de Jesucristo viene de Dios; el espíritu del mundo viene


del maligno.
El mundo también tiene sus bienaventuranzas: bienaventu-
rados los ricos, bienaventurados quienes gozan, bienaventu-
rados los poderosos, bienaventurados quienes en la vida se
hacen respetar y temer; el mundo exalta la fuerza, se pliega a
los prepotentes, alaba la venganza, la brabuconería y el engaño.
Y bien, ante estos dos maestros, ¿de cuál queremos ser
discípulos? ¿Cuál es la verdad? ¿Cuál sigue la virtud? ¿Cuál
tiene derecho a nuestro obsequio?
Jesús Maestro hablaba a los discípulos: ante sus ojos tenía
presentes los de entonces; estaban presentes a su espíritu los de
todo tiempo; estábamos presentes también nosotros. «Si yo
siguiera todavía agradando a los hombres, no sería siervo de
Cristo», dice san Pablo (Gál 1,10).
3° La diferencia entre la enseñanza de Jesucristo y la del
mundo, no está sólo en indicar un camino diverso y opuesto,
sino en esto: que Jesús da la gracia para seguir su enseñanza.
Además, en la tierra se tiene gozo y consolación practicando las
virtudes; luego, en la eternidad será bienaventuranza perfecta y
sin fin. Cuando se practican las virtudes, se tienen los frutos de
la inhabitación del Espíritu Santo en el alma. Y si la virtud se
posee perfectamente y se la practica con facilidad, se tiene una
pregustación, una prueba, un anticipo de la beatitud eterna.
Examen. – ¿Veo claramente que no puedo servir a dos amos, BM1
a Jesucristo y juntamente al mundo? ¿A cuál de los dos sigo 396
prácticamente?
Propósito. – Me pondré a la escucha para entender qué me
enseña el Maestro divino.
Oración. – Señor, has mandado a tu Unigénito como luz y
revelación a las gentes: haz dóciles nuestras mentes, rinde
nuestras voluntades, penetra nuestros corazones con tu gracia.
Defiéndenos de todo error, de las máximas corrompidas del
mundo. Tengo que vivir entre los hombres, ¡pero cuántos
peligros encuentro! ¡Ea!, concédeme ser para el mundo luz que
ilumina y sal que conserva, en vez de dejarme envolver por sus
tinieblas y arrastrar por sus vicios. Padre celeste, recordaré
LAS GRANDES VIRTUDES 336

siempre la dulce invitación: Este es mi Hijo, el amado,


¡escuchadle!206

206 Mt 17,5.
LAS GRANDES VIRTUDES 337

160.
CELO DE JESÚS - I
«El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús en pie gritó: “El que
tenga sed, que venga a mí y beba el que cree en mí; como dice la
Escritura, de sus entrañas manarán ríos de agua viva”» (Jn 7,37-38).

1° El Maestro divino durante tres años, en Palestina, de


aldea en aldea, de ciudad en ciudad, y hasta de casa en casa,
expande haces de luz y llamaradas de calor.
Su celo nace de la caridad: amor a Dios y amor a las almas;
quien no ama, no tiene celo. Él amaba al Padre celeste con amor
infinito como Dios; y, como hombre, también su | amor era BM1
purísimo e intensísimo. Deseaba por eso para el Padre la gloria 397
que le deben todas las criaturas, pero en especial los hombres
y los ángeles. Con tal fin el Padre lo había creado todo, y Jesús
deseaba ardientemente que tal designio se cumpliera.
Jesús amaba a los hombres. Todo cuanto hizo, de la encarna-
ción a la ascensión, fue por amor al hombre. Lo declaró san
Pablo: «Me amó y se entregó por mí» (Gál 2,20). Y el mismo
Jesús dijo a santa Margarita Alacoque: «He aquí el Corazón que
tanto ha amado a los hombres, sin ahorrar nada por ellos».
Quería su salvación: «He venido para que tengan vida y la
tengan abundante» (Jn 10,10).
Jesús tenía un corazón sensibilísimo ante las miserias del
hombre. Dice santo Tomás que la misericordia es una virtud
especial: «Asume un particular aspecto, es decir la miseria de
aquel a quien proporciona ayuda». Jesús tuvo piedad: «Siento
compasión de la gente» (Mc 8,2). Dios se hizo hombre para
«comprender a los ignorantes y extraviados» (Heb 5,2).
2° De dos maneras se ejercita el celo: impide todo lo posi-
ble el mal y promueve el bien del amado. Esto se entiende por-
que el celo procede del amor: «Zelus... ex intensitate amoris
procedit». 207 El amor es querer bien a alguien. Por eso Jesús
combate el pecado y toda ofensa a Dios. Él vino para quitar el
pecado, y restituir a Dios el honor que el pecado le había arre-

207 «El celo... es fruto de la intensidad del amor».


LAS GRANDES VIRTUDES 338

BM1 batado. «Este es el Cordero de Dios, que quita los | pecados 208
398 del mundo» (Jn 1,29). Cuando Jesús vio vilipendiado el honor
de Dios con la profanación del templo, se encendió de indig-
nación: entrelazó unos cordeles y arrojó violentamente del tem-
plo a los vendedores. Se cumplió la profecía del salmista: «El
celo de tu casa me devora» (Jn 2,17). Igualmente lanzó Jesús
terribles amenazas contra los fariseos que tenían el corazón
repleto de pecados, y contra quienes escandalizan a los niños.
3° El celo busca además el bien del amado. «Beneficentia
est exsecutio benevolentiae».209 El verdadero amante no es un
egoísta sino un altruísta en el sentido más auténtico y sobre-
natural. Jesús buscó siempre la gloria del Padre: desde el canto
de los ángeles, «Gloria a Dios en el cielo» (Lc 2,4), a la decla-
ración conclusiva: «Padre, yo te he glorificado sobre la tierra»
(Jn 17,4). Y ello a costa de las más hondas humillaciones,
escondimientos y aniquilaciones. Jesús benefició siempre a los
hombres con toda clase de bienes: no con unas pocas monedas,
no con el pan o la salud, sino que se dio él mismo, los sacra-
mentos, la Iglesia. Ofreció su propia vida a las almas, o sea la fe,
la gracia, el paraíso.
Examen. – ¿Cómo es mi celo por la gloria de Dios y por las
almas? ¿Es iluminado, convencido, fuerte, perseverante?
Propósito. – Dar las almas a Dios, conocido en la fe, amado
en la gracia, poseído en la gloria.
BM1 Oración. – Señor, hazme comprender cada vez mejor tu
399 mandato: «A todos les está ordenado cuidar al prójimo». 210
Asimismo medito el comentario de san Agustín: «No penséis
solamente en los buenos obispos, y en los buenos clérigos.
También vosotros, a modo vuestro, sois ministros de Cristo,
viviendo bien, haciendo limosnas, predicando su amor y su
doctrina a cuantos podáis». Oh Señor, pon en mi alma y en mi
corazón buenos sentimientos, para que yo tenga siempre
pensamientos de paz y de bondad.

208 Más exactamente: “el pecado”.


209 «La beneficencia es la benevolencia en acto».
210 Cf Mt 19,19 y paralelos.
LAS GRANDES VIRTUDES 339

161.
CELO DE JESÚS - II
«Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado; el que esté
dispuesto a hacer la voluntad de Dios podrá apreciar si mi doctrina
viene de Dios o hablo en mi nombre. Quien habla en su proprio
nombre busca su propia gloria; en cambio, el que busca la gloria del
que le ha enviado, ése es veraz y en él no hay injusticia» (Jn 7,16-18).

1° Fue un celo sobrenatural, más aún, divino; celo prudente,


celo fuerte. Siempre debe ser sobrenatural el celo en su principio
y en su fin. No nace por adquirir una vana popularidad ni por
exhibición natural, sino sólo por verdadero amor a Dios y a las
almas. Es infundido en nuestros corazones por obra del Espíritu
Santo con la caridad –siendo parte de ella–. Y mira a la gloria de
Dios y la salvación de las almas, con entrega generosa y
constante. El celo de Jesús no era sólo sobrenatural, sino divino.
El fin de la encarnación era claro: «Propter nos hómines et
nostram salutem, descendit de coelis, et incarnatus est de Spíritu
Sancto ex María Vírgine et homo factus est».211 La explicación
de cuanto Jesucristo hizo por los | hombres: la institución de la BM1
Iglesia, de los sacramentos, de la Misa, con la predicación, la 400
pasión, la muerte, ¿dónde puede encontrarse? En el Corazón
sacratísimo de Jesús que tanto amó a los hombres: «Cristo no
buscó su proprio agrado» (Rom 15,3); «Hago siempre lo que
agrada al Padre» (Jn 8,29).
2° Celo prudente. Jesús se preparó con treinta años de vida
escondida. Hay que pensar antes de hablar, pensar lo que se
deberá decir. Después quiso anteponer a la predicación el
bautismo, el ayuno, la victoria sobre las tentaciones.
Se mostró prudente y reservadísimo. Según leemos en el
Evangelio, únicamente dos veces se entretiene a solas con
mujeres. A saber, cuando convierte a la samaritana –y era una
cosa tan extraña que los apóstoles se maravillaron–, y luego,

211 «Por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo,

y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo


hombre» (Credo).
LAS GRANDES VIRTUDES 340

cuando después de la resurrección, se apareció a la Magdalena,


prohibiéndole tocarle: «No me toques» (Jn 20,17).212
Además, se ocupó de hacer estable y duradero el fruto de su
predicación con la institución del apostolado y de la Iglesia.
Por otra parte, no violentaba 213 a seguirle, sino que invitaba;
no imponía, persuadía. Quería un reino, pero de súbditos
voluntarios y convencidos: «El reino de la verdad, de la justicia,
el amor y la paz».214
3° Celo fuerte. Encontró dificultades en sus parientes:
«Tampoco sus hermanos creían en él» (Jn 7,5), y en Nazaret le
BM1 creían enloquecido y querían despeñarle por un precipicio.
401 Encontró | dificultades en los ignorantes y en los duros de
corazón: «¡Qué necios y torpes sois para creer!» (Lc 24,25);
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe?»
(Jn 14,9). Encontró celos y envidias: «Sabía que se lo habían
entregado por envidia» (Mt 27,18), hasta Pilato se dió cuenta de
ello. Dificultades con los fariseos, que más de una vez trataron
de tirarle de la lengua acechándole en sus discursos para
sorprenderle en algún fallo (cf Lc 20,20). Dificultades con el
diablo que le tentó en el desierto, excitó el ánimo del traidor:
«entró en él Satanás» (Jn 13,27), y suscitó contra él al Sinedrio,
que acabaría condenándole. Pero él, con fortaleza, a costo de la
vida, perseveró hasta el final, proclamando su divinidad ante el
sumo sacerdote, y su realeza ante Pilato.
Examen. – Mi celo ¿es sobrenatural o humano? ¿Es prudente
o indiscreto? ¿Es fuerte o inconstante?
Propósito. – Estudiaré el ministerio de Jesús en cada uno de
sus particulares.
Oración. – Ilumine el Espíritu Santo nuestras mentes; nos
amaestre en las virtudes apostólicas; nos conforte en la

212 En las nuevas versiones de la Biblia esta expresión se traduce: «No

me retengas».
213 No obligaba, no constreñía.
214 Del prefacio de la Misa de Cristo Rey del universo.
LAS GRANDES VIRTUDES 341

imitación del «apóstol del Padre»: «Considerad al apóstol y


sumo sacerdote de la fe que profesamos: a Jesús».215

215 Heb 3,1.


LAS GRANDES VIRTUDES 342

BM1 162.
402 CELO DE JESÚS - III
«Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas,
sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8,12).

1° El buen ejemplo es una forma de apostolado obligatoria


para todos los cristianos. Es como un suavísimo olor de Cristo,
que se difunde alrededor, humildemente, como el perfume de
una violeta. Es como la sal, que se disuelve y se funde en la
masa preservando y dando sabor, haciendo fácil el vivir
cristiano. Es una levadura que hace fermentar una gran masa.
Basta la continuada presencia de una persona piadosa y recta
en una familia, asociación o parroquia. Especialmente debido y
eficaz es el ejemplo de quien guía y enseña: maestros, padres,
superiores, miembros de Acción Católica, sacerdotes, personas
doctas, eminentes y distinguidas 216 por mérito y posición social.
¿Es un deber, una ambición, un acto de soberbia? Cristo
Jesús lo quiere como medio de apostolado: «Vean vuestras
buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los
cielos» (Mt 5,16).
2° Jesús obró con tal santidad y perfección que su ejemplo
es guía, precepto y norma para los cristianos. Esta finalidad
estaba en su mente, en el ejercicio de las virtudes privadas y
públicas, individuales y sociales. Quería explícitamente ejercitar
un apostolado. En el cenáculo lavó los pies a sus apóstoles,
BM1 besándoselos humildemente. Vuelto después a su | sitio y a su
403 actitud de Maestro, les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con
vosotros?» (Jn 13,12). Él no pretendía hablar del hecho material,
¡bien lo conocían, y se entiende por la protesta de Pedro!, sino
hacerles entender el espíritu y la intención con que había
obrado; y se lo explica: «Os he dado ejemplo para que lo que yo
he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis» (Jn 13,15).
Y esta intención no se refiere sólo al episodio del lavtorio de los
pies, sino a todos sus rasgos, hechos y modos de vivir. Él vino
para mostrar qué vida debían llevar los hombres para agradar a
Dios, caminar hacia el cielo y glorificar al Padre celeste.

216 En la primera edición el adjetivo era “destinadas”, quizás por error

de transcripción.
LAS GRANDES VIRTUDES 343

3° Los hombres son hijos de Dios; deben imitar a su Padre


celeste: «Sed imitadores de Dios, como hijos queridos» (Ef 5,1).
Pero los hombres veían esto demasiado difícil; Dios, puro
espíritu, está en el cielo; los hombres se encuentran en la tierra
y están compuestos de un cuerpo. Vino Jesucristo, perfecto
Dios y perfecto hombre, hecho en todo semejante a nosotros,
excepto en el mal; en todo se presentó como imitable: el camino
recorrido por él concluye con el último paso, la Ascensión.
Sigámosle con fidelidad y amor, como le siguió san Pablo,
quien dirigiéndose a los fieles les incitaba: «Sed imitadores
míos, como yo lo soy de Cristo» (1Cor 11,1).
Examen. – ¿Conozco y estimo el apostolado del ejemplo?
¿Lo siento como una obligación? Mi vida ¿es humildemente
ejemplar?
Propósito. – Consideraré que cada una de mis acciones | BM1
tiene, en quien me recuerda, un reflejo para bien o para mal. 404
Oración. – Maestro divino, tus virtudes son sublimes y
heroicas; te hiciste un amable maestro. Acabo de comprender
tu misión: primero hacer, después hablar. Treinta y tres años
de apostolado del ejemplo: tres de apostolado de la palabra. Si
yo no entendiera la elocuencia de este dato sería di mollera
demasiado dura. Quiero ante todo y sobre todo y siempre
edificar al prójimo con una vida ejemplar.

163.
CELO DE JESÚS - IV

«Así habló Jesús y, levantando los ojos al cielo, dijo: “Padre, ha


llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y,
por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a
todos los que le has dado”» (Jn 17,1-2).

1° El celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas


ha suscitado el apostolado de la oración: con el ejemplo,
sufrimiento, predicación, edición, sacramentos, obras, aposto-
lado entre los jóvenes, los hombres, los enfermos, las mujeres.
LAS GRANDES VIRTUDES 344

Apostolado de la oración de Jesús. Si Dios mandó a cada


cual cuidar del prójimo, es porque todos, ninguno excluido,
pueden hacer algo por el hermano. Al menos se podrá rezar, al
menos sufrir, al menos dar buen ejemplo; y podrán también
hacerlo los viejos, los jovencitos, los enfermos.
El apostolado de la oración lo ejercitó Jesucristo desde el
momento de la encarnación, y ahora lo perpetúa en el cielo. Él
es la oración, porque es el sacrificio. Su oración es siempre
BM1 acogida | «por su dignidad». 217 Es oración continua porque
405 siempre se ofreció al Padre desde cuando pudo decir: «Me
formaste un cuerpo» (Eb 10,6); en el sagrario siempre ora; en el
cielo «vive siempre para interceder» (Heb 7,25). Es más oración
de alabanza, o más de agradecimiento, o satisfacción, o de
súplica. Él es el “orante”. Nuestra oración es buena si la
hacemos en él, con él, por él, o sea in nómine Christi.218
2° Su oración es apostólica. Él quiere la gloria de Dios en
la salvación y santificación de las almas.
En las tres primeras peticiones del Páter [Padrenuestro] se
pide la gloria de Dios, que su nombre sea santificado, que se
extienda su reino, que los hombres se sometan a él. En las otras
cuatro peticiones se impetra para nosotros: el pan material y
espiritual, el perdón de los pecados, la preservación del mal a
los justos, la liberación de las desgracias, especialmente de la
condenación eterna.
En el Evangelio se dan a conocer algunas oraciones de Jesús,
pero sobre la mayoría de ellas se guarda silencio. Jesús oró por
el ministerio de la palabra, durante cuarenta días, antes de
comenzarlo; oró toda la noche para elegir a los apóstoles; oró en
Getsemaní por los frutos de la pasión. En el cenáculo hizo
cuatro peticiones al Padre: «Te ruego que guardes del maligno»
a estos discípulos (Jn 17,15); «Padre santo, guárdalos en tu
BM1 nombre» (Jn 17,11), es decir en tu doctrina, «santifícalos en la
406 verdad» (Jn 17,17), porque | la fe lleva a la santidad de la vida;
te ruego «que sean uno en nosotros» (Jn 17,21), «que sean
completamente uno» (Jn 17,23); «que todos sean uno en
nosotros» (Jn 17,21): unión perfecta en la fe, en la caridad, en
las obras de celo; unión en la tierra y en el cielo.

217 Probable referencia a Heb 3,3.


218 En el nombre de Cristo, en la Persona de Cristo.
LAS GRANDES VIRTUDES 345

3° El apostolado de la oración lo puede ejercer cada uno en


particular; o bien en una asociación erigida, aprobada y abierta
a todos. Todo puede transformarse en oración: «plegarias,
acciones, sufrimientos». 219 La plegaria resulta más potente si
muchas personas se juntan y unen en ella. Es mejor acogida si
se hace por medio del Corazón inmaculado de María. Se pide
toda clase de bienes para cada hombre, si uno se apropia las
intenciones de Jesucristo al inmolarse cada día en el altar.
Examen. – ¿Conozco y aprecio cuanto merece el apostolado
de la oración? ¿Lo practico? ¿Con qué disposiciones?
Propósito. – Si puedo, me inscribiré al Apostolado de la
oración; si no, lo practicaré en privado.
Oración. – Jesús Maestro, en unión con las intenciones
divinas con las que oraste en la tierra y ruegas en el sagrario,
te ofrezco mis oraciones, acciones y sufrimientos de la vida. Te
ruego por tus mismos méritos; te ruego por cuantos no oran; te
ruego por todos: justos y | pecadores, fieles e infieles, súbditos BM1
y gobernantes, sanos, moribundos, difuntos. 407

164.
CELO DE JESÚS - V
«Jesús gritó diciendo: “El que cree en mí, no cree en mí, sino en el
que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo
he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en
tinieblas”» (Jn 12,44-46).

1° El ministerio de Jesús dio frutos admirables. Él dispuso


de medios en los que podemos alguna vez imitarle, y otras
veces admirarle.
a) La doctrina divina. Jesús es la verdad misma. En él están
todos los tesoros de sabiduría y de ciencia (Col 2,3). Hablaba
pues con perfecta competencia. Su palabra se adaptaba a cual-
quier inteligencia. Hablaba como quien tiene derecho a exigir
el asentimiento de los hombres. Enseñaba con tal amabilidad y

219Esta fórmula, sugerida por el Apostolado de la Oración, vuelve a

estar también en la “Oración para una buena muerte”.


LAS GRANDES VIRTUDES 346

fuerza que el pueblo le seguía con irruencia y hasta olvidando


el alimento: «La gente se agolpaba en torno a él para oír la
palabra de Dios» (Lc 5,1). Decían de él: «Jamás ha hablado
nadie como ese hombre» (Jn 7,46). Todo apóstol debe antes
estudiar, si desea enseñar.
2° b) La santidad de vida. Nada enseñaba Jesús que antes
no lo hubiera practicado. Tanto es ley su palabra como su vida.
Podía desafiar a sus adversarios: «¿Quién de vosotros puede
acusarme de pecado?» (Jn 8,46), y declarar: «Aprended de mí»
(Mt 11,29). Enseñaba a amar al prójimo, y nos daba el ejemplo:
«Como yo os he amado» (Jn 13,34).
BM1 c) Su virtud divina se mostró especialmente leyendo en los
408 corazones, con los numerosos milagros, con las profecías. «Este
hombre hace muchos signos» (Jn 11,47), debieron admitir, de
mala gana, sus enemigos. Por eso podía argumentar: «Aunque
no me creáis a mí, creed a las obras» (Jn 10,38).
d) La constancia. Manifestó una resistencia única a la fatiga.
Dedicaba el día a la predicación y la noche, frecuentemente, a la
oración. Los tres años de vida pública son densísimos en obras,
como resulta de los evangelios, aunque muchísimas cosas no se
escribieron, como nota san Juan. Se cansaba: «fatigatus»; 220
pues a él y a los apóstoles acudían las turbas tanto que «no
encontraban tiempo ni para comer» (Mc 6,31).
[3°] Perseveró, a pesar de la ignorancia del pueblo y de los
propios apóstoles. No obstante la oposición de los parientes que
le consideraron loco. No obstante la envidia de los doctores y
sacerdotes de la antigua ley, como constató el mismo Pedro:221
«Sabía que se lo habían entregado por envidia» (Mt 27,18).
e) La oración. Su oración era humilde, confiada, perseve-
rante. El Padre le escuchaba siempre por sus grandes méritos:
«Yo sé que tú me escuchas siempre...» (Jn 11,42).
Examen. – ¿Acudo a la oración para obtener fruto en el
apostolado? Mi vida ¿es de edificación para el prójimo? ¿Soy
perseverante en las obras de celo?

220 Jn 4,6.
221 “Pedro”: evidente lapsus. Se trata de Pilato.
LAS GRANDES VIRTUDES 347

Propósito. – No muchas obras de celo, pero bien escogidas, BM1


bien hechas, con exactitud. 409
Oración. – El Señor es mi pastor, no me faltará nada.
Me ha puesto en un lugar de abundantes pastos, me ha
guiado al agua restauradora.
Atrayendo a sí mi alma, me guía por los senderos de la
justicia por amor de su nombre.
Y ahora, aunque tuviera yo que caminar entre sombras de
muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo. Tu
vara y tu cayado me confortan.
Has preparado ante mí una mesa enfrente de aquellos que
me persiguen; has ungido con aceite mi cabeza.
¡Qué hermoso y embriagador es mi cáliz!
Tu misericordia me acompañará todos los días de mi vida. Y
así habitaré en la casa del Señor por muchos años.222

165.
CELO DE JESÚS - VI
«Les dijo: “Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que
era necesario que se cumpliera cuanto está escrito en la Ley de Moisés
y en los Profetas y Salmos acerca de mí”. Entonces les abrió el
entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo: “Así está
escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer
día y en su nombre se predicará la conversión de los pecados a todos
los pueblos”» (Lc 24,44-47).

1° Apostolado de los sacramentos. Es lo que da y acre-


cienta la vida a las almas. Los otros apostolados sirven de
medio para preparar la unión con Dios, que especialmente se
efectúa en los sacramentos.
En un lugar del Evangelio se dice que Jesús bautizaba; 223
pero en general él no | administraba los sacramentos, pues Jesús BM1
producía directamente la gracia en las almas. 410
Pero sí instituyó los sacramentos. «Id,... bautizad» (Mt
28,19); «a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdo-

222 Cf Sal 23/22.


223 Jn 3,22.
LAS GRANDES VIRTUDES 348

nados» (Jn 20,23), «haced esto (la consagración de la Euca-


ristía) en memoria mía» (Lc 22,19).
Él administra los sacramentos en todos los tiempos como
ministro principal. Es él quien, mediante el rito sensible, infun-
de la gracia: cada sacerdote es instrumento o ministro secun-
dario. Quienquiera que bautice, «es Cristo quien bautiza» (Jn
1,33). El sacerdote le presta los labios y las manos, Jesucristo
hace correr la sangre de su corazón a las almas.
2° Apostolado de la Escritura o de la edición. Los libros
del Antiguo y del Nuevo Testamento son obra del Espíritu
Santo. La Escritura puede considerarse una carta de Dios a los
hombres.224 Es útil para instruir, argumentar, corregir, enseñar
la justicia: de modo que el hombre de Dios se haga perfecto 225 y
preparado para toda obra buena, según dice san Pablo. Leer la
Escritura significa instruirse en las cosas de Dios; difundir la
Escritura es ejercitar un gran apostolado. Jesucristo, entrando en
la sinagoga de Nazaret, leyó la Escritura: era un pasaje que se
refería al Mesías. Luego lo explicó. 226 Después de su resu-
rrección, acompañando a los dos discípulos de Emaús que esta-
ban desanimados, Jesús les mostró con argumentos escritu-
BM1 rísticos que el Mesías debía padecer, morir, | resucitar. Cuando
411 después en la mesa se les reveló, ellos exclamaron: «¿No ardía
nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos
explicaba las Escrituras?» (Lc 24,32).
Jesús incitaba a leer la Escritura, como cuando dijo: «Las
Escrituras están dando testimonio de mí» (Jn 5,39).
Quiso que su Evangelio se escribiera, aunque a los apóstoles
les había mandado sólo predicar. La Escritura del Nuevo Tes-
224 Así escribe san Gregorio Magno (Ep. V, 46): “epístula Dei ad

hómines”. La imagen de la sagrada Escritura como Carta de Dios le


gustaba mucho al P. Alberione. Es significativo cuanto afirma en Leed las
sagradas Escrituras: «Extraviado estaría el corazón de quien, habiendo
recibido una carta de su padre lejano, no se preocupara de abrirla y leerla»
(G.D.P.H., Leed las sagradas Escrituras, Diez horas de adoración sobre
la sagrada Biblia, por M. S. ALBERIONE, F.S.P., 1933, pp. 19-20. Nueva
edición en la serie Ópera Omnia, Ed. San Paolo, 2004).
225 Cf 2Tim 3,17. En la forma latina – “Ut perfectus sit homo Dei” –,

la expresión era muy familiar al P. Alberione, tanto que la puso como


título de las Instrucciones dadas por él a los cohermanos paulinos de la
primera hora en el mes de ejercicios tenido en Ariccia en 1960.
226 Cf Lc 4,16-30.
LAS GRANDES VIRTUDES 349

tamento debía confirmar la del Antiguo. Y Dios intervino:


también el Nuevo Testamento es palabra de Dios, inspirada por
el Espíritu del Hijo.
El divino Maestro se apela frecuentemente a la Escritura:
“Está escrito que el hombre no vive sólo de pan; está escrito que
no se tiente al Señor Dios tuyo; está escrito que se adore a Dios
y sólo a él se le sriva; está escrito: mi casa es casa de oración; el
Hijo del hombre morirá, como está escrito; está escrito que una
vez herido el pastor, se dispersará el rebaño; ¿no habéis leído lo
que está escrito? (hablaba del matrimonio); en la ley, ¿qué está
escrito? Es necesario cumplir cuanto está escrito...”.
3° ¿Asumimos el consuelo de los libros santos? ¿Sabemos
encontrar en ellos los divinos estímulos?
Examen. – ¿Comprendo bien el apostolado de los sacra-
mentos y de la Escritura? ¿Lo aprovecho, lo ejercito?
Propósito. – Procuraré recibir a menudo los | sacramentos. BM1
Leeré un paso del santo Evangelio o de otro libro bíblico. 412
Oración. – Te agradezco, oh divino Maestro, los ejemplos de
celo que me has dejado. Haz que yo no descuide las dos gran-
des gracias y tesoros inestimables: los sacramentos y la Escri-
tura. Quiero morir recibiendo todos los sacramentos, quiero
tener junto a mi lecho el Libro sagrado. Bendíceme, oh Jesús,
para que cada día yo reciba de ellos luz, gozo, vida eterna.

166.
CELO DE JESÚS - VII
«Te doy gracias, Señor, porque estabas airado contra mí, pero ha
cesado tu ira y me has consolado. Él es mi Dios y Salvador: confiaré y
no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi
salvación» (Is 12,1-2).

1° Apostolado de la beneficencia. La predicación es más


eficaz cuando se une a la caridad.
La beneficencia inclina el ánimo de los oyentes a aceptar la
enseñanza de la palabra. Jesús, para sanar las almas, curaba los
cuerpos: «Le traían todos los enfermos aquejados de toda clase
LAS GRANDES VIRTUDES 350

de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos.


Y él les curaba» (Lc 6,19). «Toda la gente trataba de tocarle,
porque salía de él una fuerza que curaba a todos» (Lc 6,19).
El Maestro indicaba también la razón de sus milagros: «Mira,
has quedado sano; no peques más» (Jn 5,14). «Aunque no me
creáis a mí, creed a las obras» (Jn 10,38). Después de haber
BM1 saciado milagrosamente a cinco | mil hombres con cinco panes,
413 Jesús habló de la Eucaristía, pan celeste.
Si queremos conquistar las almas, pensemos en los cuerpos.
Las Conferencias de san Vicente de Paúl llevan a las almas más
luz y consuelo de cuanto distribuyen en pan y en ropa para los
cuerpos. Es difícil dar a entender las verdades cristianas y
hablar de la Eucaristía a quien tiene vacío el estómago.
2° Apostolado de la palabra. San Pablo dice que Dios
quiso salvar a los creyentes valiéndose de la necedad de la pre-
dicación;227 es decir, predicando la cruz juzgada por el mundo
como una necedad. La predicación de Jesucristo duró unos tres
años. En cada palabra suya destacaban sabiduría, calor y auto-
ridad divina. «Recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas,
proclamando el Evangelio del reino» (Mt 4,23). «Iba caminando
de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y
anunciando la Buena Noticia del reino de Dios» (Lc 8,1). El
pueblo, pasmado ante su palabra, exclamaba: «Jamás ha habla-
do nadie como ese hombre» (Jn 7,46). Y ya a punto de dejar la
tierra, confió a los discípulos el ministerio de la palabra: «Id al
mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc
16,15). Ellos fueron, y su voz resonó en toda la tierra.
Hay quien debe predicar, y hay quien debe escuchar la pala-
bra de Dios. Cada cual cumpla su parte de deberes.
3° Apostolado de las santas conversaciones. Éstas pue-
BM1 den ser una verdadera dirección de las | almas. Podemos recor-
414 dar la conversación con la samaritana 228 en el pozo de Sicar.
Jesús se abrió camino en aquella alma ignorante, manchada de
pecados, llena de prejuicios. Pidió de beber y la sació con el
agua que sube a la vida eterna; descubrió los secretos de su
corazón y se manifestó como Mesías; le recordó los escándalos

227 1Cor 1,21.


228 Jn 4,7ss.
LAS GRANDES VIRTUDES 351

e hizo de ella una apóstol. Podemos recordar la conversación


secreta con María, hermana de Marta y Lázaro. María se senta-
ba a sus pies y le escuchaba devotamente.229
El discurso nocturno entre Jesús y Nicodemo 230 desveló el
bautismo, la redención, el misterio del amor de Dios a los hom-
bres. A cada cual le es posible este apostolado de la palabra
menuda de las santas conversaciones, del consuelo sobrenatural.
Con frecuencia actúan en el alma más que largos sermones.
Examen. – ¿Comprendo el apostolado de la beneficencia, de
la predicación, de las santas conversaciones? ¿Lo practico, con
qué espíritu, con qué fruto?
Propósito. – Pediré a Jesús que me infunda, por la gracia del
Espíritu Santo, los mismos sentimientos de su Corazón, espe-
cialmente el de gran celo.
Oración. – Te agradezco, oh Jesús, el haberme descu-
bierto las riquezas de tu caridad a los hombres. Comprendo
cómo este amor se haya 231 manifestado en tantas formas de
celo por | nuestra salvación. Dame la gracia de imitarte, al BM1
menos en alguna medida. Tú que amas a las almas, comu- 415
nícame la llama de la caridad; tú que viniste a traer este fuego
a la tierra y deseas ardientemente que se encienda.

167.
CELO DE JESÚS - VIII
«Preparará el Señor del universo para todos los pueblos, en este monte,
un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manja-
res exquisitos, vinos refinados» (Is 25,6).

1° Jesús ejercitó el celo de varias formas: con el ejemplo,


la oración, el sufrimiento, la palabra, los sacramentos, la con-
versación privada, la Escritura.
El ejemplo. La vida de Jesús fue una tácita, pero continua,
exhortación a la santidad. Su ejemplo era verdadero apostolado.

229 Lc 10,39.
230 Jn 3,1ss.
231 En el original, una expresión parecida a nuestro “háyase”.
LAS GRANDES VIRTUDES 352

Así se lo propuso. Por lo demás, el buen ejemplo es siempre


apostolado. Jesús dijo a todos sus seguidores: «Vean [los
hombres] vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre
que está en los cielos» (Mt 5,16). Proponerse dar buen ejemplo
no es una ambición vana: es un deber. Se vive en sociedad y
todos están obligados, pero particularmente lo está más quien de
alguna manera es superior, quizás sólo en la edad. Lo declara
san Pablo: «Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo»
(1Cor 4,16).232
En la última cena Jesús lavó los pies a los discípulos, y luego
concluyó: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Quería
hacer notar no el acto, que era evidente en sí mismo, sino el fin
del lavatorio de los pies: «Os he dado ejemplo para que lo que
BM1 yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis» (Jn
416 13,15). Igualmente: | cuanto Jesús hizo desde el nacimiento
hasta la muerte tenía por fin istruirnos y animarnos: «Aprended
de mí» (Mt 11,29).
2° La oración. Este apostolado Jesús lo ejercitó por treinta
y tres años: murió orando; y perpetúa su oración en el cielo y en
la Eucaristía. Su oración era apostólica: miraba a la salvación de
las almas. Rezó antes de elegir a los apóstoles; antes de realizar
los mayores prodigios; rezó para que la fe de Pedro no fallara, y
para que los crucifixores fueran perdonados.
En la oración después de la última cena, rogó por los após-
toles, por la Iglesia, por cuantos creerían en él: «Santifícalos (Jn
17,17), guárdalos del maligno (Jn 17,15)..., que sean todos uno»
(Jn 17,21). La oración dominical 233 nos enseña a rogar en plural,
por todos. Podemos ejercitar el apostolado de la oración priva-
damente o bien socialmente entrando en la correspondiente
organización.
3° El sufrimiento. Jesús es también el apóstol del dolor, de
la sangre, del sacrificio. Miró siempre a la salvación de las
almas en las fatigas, en los dolores, en la pasión: «por la vida
del mundo».234 Y sin efusión de sangre no se cumple la reden-
ción.235 En el Credo profesamos: «Por nosotros, los hombres, y
232 Más exactamente: 1Cor 11,1.
233 La oración del Padrenuestro.
BM1
234 Jn 6,51.
417 235 Cf Heb 9,22.
LAS GRANDES VIRTUDES 353

por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu
Santo se encarnó,... fue crucificado, padeció y fue sepultado».
San Pablo declara que Jesús, desde su primera presentación en
el mundo, se ofreció | como víctima en sustitución de las
insuficientes ofrendas del Antiguo Testamento: «He aquí que
vengo para hacer tu voluntad» (Heb 10,9). Y en tal ofrenda
hemos sido salvados todos.
Examen. – ¿Conozco bien los apostolados de la oración, del
ejemplo, del sufrimiento? ¿Los ejercito, con las miras y las
disposiciones de Jesús Maestro?
Propósito. – Consideraré que el Señor me ha dado muchos
medios y muchos caminos para cumplir la redención de los
hombres. De todo deberé dar cuenta a Dios.
Oración. – Jesús Maestro, te contemplo en la santidad de tu
vida, en tus indecibles padecimientos, y allá arriba en el cielo
«semper vivens ad interpellandum pro nobis». 236 ¡Cuántas
maneras de caridad, cuántos gemidos, cuántas angustias por
nosotros y por nuestra salvación! «Al acercarse y ver la ciudad,
lloró sobre ella». 237 Dame, oh Señor, la gracia de tener tus
sentimientos; de participar en tu apostolado de la oración, del
ejemplo, del sufrimiento, de modo que yo salve al menos
algunas almas.

168.
CELO DE JESÚS - IX
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi
amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo
mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y
permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría
esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud» (Jn 15,9-11).

1° La característica de Jesús es el amor, la bondad, la


misericordia. Sus atenciones se dirigen a los más necesitados y | BM1
débiles: pecadores, niños, pobres, sufrientes. 418

236 «Vive siempre para interceder a nuestro favor» (cf Heb 7,25).
237 Lc 19,41.
LAS GRANDES VIRTUDES 354

Los pecadores. El Hijo de Dios se encarnó para salvar al


hombre perdido por la culpa. Se dice expresamente en el
Evangelio: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos.
No he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Mc 2,17).
Le acusaban de ser demasiado familiar con los publicanos.
Pero Jesús contó tres parábolas para demostrar su misión parti-
cular: la historia del hijo pródigo, de la oveja descarriada, de la
dracma perdida. Su comportamiento con la samaritana, con
Magdalena, con la adúltera, con Pedro, con Zaqueo, con Mateo
y hasta con Judas, es conmovedor. Instituyó el sacramento de la
confesión para que en cualquier tiempo todos los hombres
hallen en su corazón el océano de la misericordia.
2° Los pequeños. Jesús declaró que a éstos les acompaña
un ángel. Amenazó con grave castigo a quien les diera escán-
dalo: «Más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de
molino y le echasen al mar» (Mc 9,42). Se puso en su lugar,
considerando como hecho a él lo que se les hace a ellos: «En
verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos,
mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,40).
Él mismo se hizo pequeño: «Un niño nos ha nacido» (Is 9,5).
Acogía a los pequeños que le rodeaban atraídos por su bondad,
BM1 aunque armasen barullo, | por lo que los apóstoles les chillaban
419 y apartaban; él, en cambio, les defendía y les llamaba: «Dejad
que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis» (Mc 10,14);
declarándoles incluso dignos del cielo: «De los que son como
ellos es el reino de Dios» (Mt 19,14). Más aún, les pone como
modelo para los adultos: «Si no os hacéis como niños, no
entraréis en el reino de los cielos» (Mt 18,3).
3° Los pobres. Jesús se hizo pobre: «Siendo rico, se hizo
pobre» (2Cor 8,9). Declaró que había sido enviado a evange-
lizar de modo especial a los pobres: «Me ha enviado a evan-
gelizar a los pobres» (Lc 4,18). La primera bienaventuranza se
dirige a los pobres: «Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5,3). Los enco-
mendó a la caridad de los pudientes, afirmando que consideraba
la limosna dada a ellos como dada a él mismo: «Tuve hambre y
me disteis de comer» (Mt 25,35). «El que tenga dos túnicas, que
comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo
LAS GRANDES VIRTUDES 355

mismo» (Lc 3,11). Él, en persona, varias veces multiplicó los


panes para saciar a las turbas hambrientas.
Examen. – Mi corazón ¿se amolda a la misericordia? ¿Cuá-
les son mis disposiciones hacia los pecadores, los niños, los po-
bres? ¿Cómo les trato?
Propósito. – Intentaré compartir y tener caridad con los
pecadores y necesitados. Seré delicado y paternal con los niños.
Oración. – Cor Jesu, flagrans amore nostri, | inflamma cor BM1
nostrum amore Tui. Cor Jesu, fornax ardens caritatis, Cor Jesu, 420
bonitate et amore plenum, Cor Jesu, virtutum omnium abissus,
miserere nobis.238

169.
CELO DE JESÚS - X
«No juzgará por apariencias ni sentenciará de oídas; juzgará a los
pobres con justicia, sentenciará con rectitud a los sencillos de la tierra;
pero golpeará al violento con la vara de su boca, y con el soplo de sus
labios hará morir al malvado» (Is 11,3-4).

1° Con los que sufren. Jesús fue el hombre de dolores,


acostumbrado a sufrimientos (Is 53,3). Y fue el gran consolador.
Curó a muchos enfermos. A los expedidos 239 por el Bautista
que le preguntaban quién era, les respondió: «Id a anunciar a
Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, los cojos
andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los
muertos resucitan» (Mt 11,5). Sanó a la suegra de Pedro que
tenía fiebres; curó a la hemorroísa; limpió a los leprosos; hizo
caminar al paralítico de la piscina; a todos les consoló con
palabras de fe y esperanza.
Se adosó nuestros dolores, y nos proporcionó los verdaderos
consuelos de la gracia celeste y de los gozos espirituales.

238 De las letanías al sagrado Corazón. «Corazón de Jesús, encendido

de amor por nosotros, inflama nuestro corazón de amor a ti; Corazón de


Jesús, horno ardiente de caridad; Corazón de Jesús, repleto de bondad y
amor; Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, ten piedad de
nosotros».
239 A los enviados, a los mensajeros.
LAS GRANDES VIRTUDES 356

2° Con las mujeres. Devolvió a la mujer su dignidad de


ayuda y compañera del hombre. El paganismo la había llevado
a una profunda humillación. Rehabilitó a Magdalena, a la
adúltera y a la samaritana, haciéndolas almas santas y apóstoles.
Jesús ante todo se hizo hijo de mujer (Job 14,1).240 Luego
BM1 consagró las bodas con su intervención en | Caná; y de las bodas
421 se sirvió gustosamente en varias parábolas para recordarnos el
paraíso: «Salieron al encuentro del esposo» (Mt 25,1); «venid a
la boda» (Mt 22,4). Consoló a la madre que lloraba al hijo
muerto con el milagro de la resurrección; atendió a la madre
que le rogaba por la hija atormentada por el demonio; describió
la alegría de la mujer cuando llega a ser madre.
Amaba a Lázaro y se complació en obrar un prodigio para
consolar a las dos hermanas, Marta y María, que lloraban su
muerte.
Los ángeles dieron a las piadosas mujeres el encargo de
anunciar a los apóstoles que él había resucitado: «Id aprisa a
decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos”»
(Mt 28,7). La misma misión Jesucristo se la confió a Magdalena
como indicando que la mujer tiene gran papel en la sociedad.
Jesús, en sus viajes apostólicos, se hizo acompañar por algunas
mujeres virtuosas, entre las cuales hubo madres de apóstoles y
apóstoles ellas mismas.
3° El amor de Jesús era el más auténtico: daba gratuita-
mente. Y lo mismo recomendaba a los discípulos: «Gratis habéis
recibido, dad gratis» (Mt 10,8). Excluía de su ministerio el lucro
material, la ambición, los atractivos naturales. Por eso condenaba
la vanidad de los fariseos, que hacían el bien «para ser honrados
por la gente» (Mt 6,2); al final tendrán una amarga desilusión:
«Ya han recibido su recompensa» (Mt 6,2). Después de los
hechos más admirables de su vida, Jesús imponía el silencio: «No
BM1 contéis a nadie | la visión» (Mt 1,44).241 Querían hacerle rey a
422 raíz de la multiplicación de los panes, pero él «se retiró otra vez a
la montaña él solo » (Jn 6,15). Y a medida que se acercaba al
término de la vida, iba mostrándose cada vez más claro su estado
de pobreza: vivía de limosnas, y ni siquiera las conservaba

240 Mejor: Gál 4,4.


241 Más exactamente: Mt 17,9.
LAS GRANDES VIRTUDES 357

consigo sino que se las entregaba a Judas, quien por amarga


ironía era ladrón; al final Jesús murió desnudo en una cruz.
Examen. – ¿Tengo conocimiento del dolor y del pobre? ¿Sé
sufrir algo por el prójimo? ¿Respeto y sé santificar a la mujer en
sus varios estados de hija, esposa, madre, viuda, apóstol?
Propósito. – Consideraré a menudo las palabras de Jesús:
«He venido para que tengan vida y la tengan abundante» (Jn
10,10).
Oración. – Oh Señor, has querido restaurar 242 el mundo de-
caído por medio de tu Unigénito: ilumínanos con tu gracia pa-
ra conocer su espíritu y sus obras. Concédenos por sus méritos
imitarle en su ministerio, para poder recibir el premio del apóstol.

170.
CELO DE JESÚS - XI
«Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir,
y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer
estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante. Yo
soy el buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas» (Jn 10,9-
11).

1° El ministerio público de Jesús y su misión de Sacerdote,


Maestro y Rey se resume en las palabras: «Yo soy el camino, la
verdad y la vida». 243 | Este mismo ministerio y esta misma BM1
misión se la confió él a la Iglesia. Mejor, él continúa en la 423
Iglesia, en la cual vive, enseña y obra hasta el final de los siglos.
«Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo (Jn
20,21). Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la
creación (Mc 16,15); enseñándoles a guardar todo lo que os he
mandado (Mt 28,20), bautizándoles en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19). Él enseñó una
doctrina suya: «Recorría toda Galilea proclamando el Evangelio
del reino» (Mt 4,23).

242 Restaurar (en el original se lee una forma algo arcaica).


243 Jn 14,6.
LAS GRANDES VIRTUDES 358

2° La fe: la exigía en el Padre 244 y en él: «Creed en Dios y


creed también en mí» (Jn 14,1). Y ello para obtener la vida
eterna: «Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti y a tu
enviado» (Jn 17,3). Se trata de algo absolutamente fundamental:
«La obra de Dios es ésta: que creáis» (Jn 6,29).
b) Las obras: «Si quieres entrar en la vida, guarda los man-
damientos».245 Y entre estos mandamientos uno es el primero y
máximo: el amor a Dios. Luego sigue un segundo semejante al
primero: el amor al prójimo. «En estos dos mandamientos se
sostiene toda la Ley» (Mt 22,40). Ahora bien, en la santifi-
cación de la vida y en el amor a Dios hay varios grados: está
quien cumple los preceptos, y está quien llega también a seguir
los consejos: «Anda, vende, ven, sígueme» (Mt 19,21; Mc
10,21).
c) Los sacramentos: son los canales de la gracia, el principio
y alimento de la vida espiritual. Instituyó siete; pero sobre cinco
quiso hablar más claramente: bautismo, penitencia, Eucaristía,
orden, matrimonio.
BM1 d) El apostolado: lo comenzó Jesucristo como medio para
424 extender la fe, comunicar la vida y guiar las almas al cielo. La
Iglesia está establecida para continuar la obra misma de Jesús a
lo largo de los siglos: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edifi-
caré mi Iglesia» (Mt 16,18). El Espíritu Santo completaría des-
pués la obra de Jesucristo: «Será quien os lo enseñe todo y os
vaya recordando todo lo que os he dicho» (Jn 14,26), pues él es
el Consolador, un segundo Abogado, el Espíritu de verdad.
3° Tal es, a grandes líneas, la enseñanza de nuestro Señor
Jesucristo. Al término de su vida pudo con plena verdad decir al
Padre: «Yo les he comunicado las palabras que tú me diste» (Jn
17,8).
Examen. – ¿He comprendido bien el «Evangelio del reino?»
(Mt 4,23;9,35). ¿Es esto lo que pido: «Advéniat regnum tuum»?
246 (Mt 6,10; Lc 11,2). ¿Coopero en ello? ¿Soy el «hijo del

reino?».

244 La exigía a los discípulos respecto al Padre...


245 Mt 19,17.
246 «Venga tu reino».
LAS GRANDES VIRTUDES 359

Propósito. – Debo tener una idea que resuma toda la


sustancia de la predicación de Jesucristo.
Oración. – Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo,
sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de
Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. Oh buen Jesús,
óyeme. Dentro de tus llagas escóndeme. No permitas que me
aparte de ti. Del maligno enemigo defiéndeme. En la hora de mi
muerte | llámame y mándame ir a ti, para que con tus santos te BM1
alabe por los siglos de los siglos. Así sea.247 425

247 Es la conocida oración Ánima Christi, habitualmente puesta al

comienzo del volumen Ejercicios espirituales de san Ignacio. El P.


Alberione la incluyó entre las oraciones introductorias al DF.
LAS GRANDES VIRTUDES 360

171.
LA PASIÓN - I
«Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles.
Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo
sacerdote misericordioso y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar los
pecados del pueblo. Pues por el hecho de haber padecido sufriendo la
tentación, puede auxiliar a los que son tentados» (Heb 2,16-18).

1° A la preparación de la pasión de Jesucristo contribu-


yeron: Dios, Jesucristo, los hombres.
Dios. Adán había pecado, y su pecado, como individuo y
como cabeza de la familia humana, era gravísimo, horrendo. La
justicia de Dios exigía un justo castigo: la aniquilación o el
abismo del infierno, como había sucedido con el único pecado
cometido por los ángeles rebeldes. Pero la misericordia, como
la justicia, es en Dios un atributo siempre activo, que inclina el
corazón de Dios al perdón, para que Satanás no se jacte de
haberle arrebatado toda la humanidad.
La divina sabiduría concilió la justicia con la misericordia:
si por la desobediencia de Adán todos son pecadores, por la
obediencia de otra cabeza, muchos pasarán a ser justos.248 Una
de las tres divinas Personas asumirá carne humana: sufrirá co-
mo hombre, dará a su sufrimiento un valor infinito, como Dios,
y la justicia y la misericordia se besarán en la frente. 249 San
Pablo dice que Cristo «es nuestra paz» (Ef 2,14). Dios prepara
así la víctima del holocausto: en la encarnación intervienen el
BM1 Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; | y el Verbo se hizo carne;
426 más y mejor, se humanó para poder padecer y morir.
2° Jesucristo. El alma bendita de Jesús, apenas creada, fue
admitida a la visión beatífica de Dios, en el cual vio toda la
historia de los dolores y la cruz que le aguardaban. Los vio y los
aceptó: «He aquí que vengo para hacer tu voluntad» (Heb 10,9).
En toda su vida, no menos que en Getsemaní, él decía: «No se
haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22,42). A Pedro que con la
espada quería defenderle, le reprochó: «El cáliz que me ha dado
mi Padre, ¿no lo voy a beber?» (Jn 18,11). Más aún, se consu-

248 Cf Rom 5,19.


249 Sal 85/84,4.
LAS GRANDES VIRTUDES 361

mía por el deseo de testimoniar el amor al Padre y a los hom-


bres: «Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia
sufro hasta que se cumpla!» (Lc 12,50). Y cuando llegó Judas con los
esbirros, dijo a los apóstoles: «¡Levantaos, vamos!» (Mt 26,46).
3° Los hombres. Prepararon a Jesús la cruz, en un modo
vergonzoso y sumamente delictivo. Jesús había pasado por Pa-
lestina conquistando a las muchedumbres con la doctrina,
confirmada con los milagros y con su vida santísima. Y he aquí
que surge la envidia de los doctores, escribas y fariseos. Le ace-
chan en sus palabras y obras, buscando un pretexto para conde-
narle. Cuando Jesús resucitó a Lázaro, y el pueblo le preparó la
entrada triunfal en Jerusalén, se reunieron en consejo y se pre-
guntaron: «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos | signos»
(Jn 11,47). Parece que deberían haber concluido diciendo BM1
¡creámosle! En cambio decidieron: «Conviene que uno muera 427
por el pueblo» (Jn 11,50). Y desde aquel día cavilaron el modo
de darle muerte (Jn 11,53). Judas, uno de los discípulos, les
propone su cooperación: «¿Qué estáis dispuestos a darme si os
lo entrego?» (Mt 26,15). Y convinieron en una modesta suma.
Judas se puso a la cabeza de un pelotón de soldados y les guió a
Getsemaní; según acordaron, besó al Maestro como señal de
reconocimiento.
El Sanedrín, Pilato, Herodes contribuyeron, en diversas
maneras, a la muerte de Jesucristo.
Examen. – Jesús arrostró la muerte por los pecados de los
hombres: también yo contribuí en ello, ¿en qué medida? ¿Al
menos ahora aprovecho de la sangre de Jesús para obtener el
perdón? ¿Me enriquezco con sus méritos?
Propósito. – Compararé a menudo la bondad de Dios y la
malicia humana y pediré perdón a Jesús de los pecados que
contribuyeron a su pasión.
Oración. – Dulcísimo Señor Jesucristo, te ruego que tu pasión
sea para mí una fuerza que me arme, me proteja y me defienda;
tus llagas sean alimento y bebida en que yo me nutra, embriague
y deleite; la efusión de tu sangre me lave de todos mis pecados;
tu muerte sea para mí vida sin fin, tu cruz me dé gloria eterna.
En estas cosas esté mi | alimento, la exultanza, la salud y la BM1
dulzura de mi corazón. 428
LAS GRANDES VIRTUDES 362

172.
LA PASIÓN - II
«Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder
recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente.
Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla» (Jn
10,17-18).

1° Jesucristo padeció voluntariamente. La suya no fue una


simple resignación, como puede darse en nosotros. Él, ya que
como Dios no podía ni sufrir ni morir, tomó un cuerpo para
poder sufrir y morir. Nosotros padecemos los dolores, porque
somos débiles; él saboreó el dolor porque lo quiso. Su alma
gozaba siempre la beatitud eterna; pero halló una admirable
manera de sentir a la vez espasmos en su espíritu y en su cuerpo.
Dice san Agustín: son verdaderos sus dolores, pero porque en
su potencia quiso sentirlos. Con su potencia eligió el tiempo y
la amargura de sus miembros. Los de Nazaret habían intentado
precipitarle desde el monte sobre el que se levantaba su pueblo;
pero Jesús no quería morir estrellado, y por eso se abrió paso
entre sus paisanos y se fue. Los judíos hubieran querido ape-
drearle porque se había equiparado a Dios; pero Jesús aún no
quería morir, ni quería ser lapidado, y por eso se alejó mientras
a los enemigos se les cayeron las piedras de las manos.
Llegada la hora establecida, sabiendo que Judas le aguardaba
con los esbirros en Getsemaní, allí fue; cuando el piquete llegó,
Jesús dijo a los apóstoles: «¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el
que me entrega» (Mc 14,42).
BM1 2° Jesús quería el género de muerte más humillante. Para
429 mostrar que el entregarse en mano de sus enemigos era un acto
voluntario, en Getsemaní preguntó a los soldados: «¿A quién
buscáis?”. Le contestaron: “A Jesús, el Nazareno”. Les dijo:
“Yo soy”». Ante tal palabra, retrocedieron y cayeron a
tierra;250 y no pudieron levantarse sino después de habérselo
permitido él. Dice san Agustín que aterrorizándoles mostró su
poder, y permitiéndoles levantarse mostró su libre voluntad de
afrontar la muerte.

250 Jn 18,6. En el original italiano: “Cayeron de bruces”.


LAS GRANDES VIRTUDES 363

De haber querido librarse, le hubiera bastado pedir al Padre


legiones de ángeles; así se lo dijo a Pedro que intentaba
defenderle con la espada. Más aún, bastaba que usara su poder
taumatúrgico, y podía librarse él solo no únicamente de la
muerte, sino también resucitar a otros y resucitarse a sí mismo.
De hecho, después de tres días muerto en el sepulcro, se
desembarazó fácilmente de la piedra y de los soldados que le
custodiaban, dejándoles estupefactos.
Jesús se entregó en manos de los enemigos, aceptó la señal
del beso de Judas y declaró: «Esta es vuestra hora y la del poder
de las tinieblas».251
3° Había ansiado esta hora desde el instante de la encarna-
ción, ofreciéndose como víctima. A lo largo de toda su vida
tuvo presente esta su misión: «Con un bautismo tengo que ser
bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!» (Lc
12,50). Sentía casi una obsesión por llegar al momento de este
bautismo de sangre. A Pedro, que no quería oír hablar de eso, le
respondió severamente: «Ponte detrás de mí, Satanás. Eres para BM1
mí piedra de | tropiezo» (Mt 16,23). Debió aguardar su hora, y 430
cuando ésta llegó se mostró pronto y dispuesto: «¡Levantaos,
vamos!» (Mt 26,46).
Examen. – ¿Acepto, en mi misión y tarea, las penas que
deben acompañarla? ¿Las deseo? ¿Me preparo con la oración?
¿Entro en las íntimas disposiciones de Jesús?
Propósito. – Meditaré: «Cristo padeció por vosotros, deján-
doos un ejemplo para que sigáis sus huellas» (1Pe 2,21).
Oración. – Oh Jesús, tú debías ocasionar mártires, por eso
te hiciste cabeza de los mártires, como te hiciste cabeza de los
apóstoles, de los vírgenes, de los confesores. Tú ves cómo te
sigo recalcitrante, cojeando, triste, casi rebelde ante la cruz.
Por eso a menudo no correspondo del todo a mi vocación; me
espanta el padecer. «Oh pasión de Cristo, confórtame».
Sosténme por tu voluntaria y divina aceptación del dolor.
Mírame y socórreme misericordiosamente.

251 Lc 22,53.
LAS GRANDES VIRTUDES 364

173.
APARICIONES DEL CORAZÓN DE JESÚS - I
«Sión extiende sus manos sin hallar quien la consuele; el Señor envió
a sus adversarios para cercar a Jacob; Jerusalén se ha convertido entre
ellos en impureza» (Lam 1,17).

1° Jesús se apareció a su confidente, santa Margarita Mª


Alacoque,252 mostrándole su Corazón.
A ella le manifestó en la actitud y de palabra el sentimiento
de su Corazón.
BM1 a) Se dolió de las tibiezas de tantas almas, entre ellas tam-
431 bién de algunas consagradas a él, que no se estremecen ante su
inmenso amor.
b) Se dolió de la indiferencia con que muchos descuidan la
gloria de Dios, de la Iglesia, de las almas, de los intereses de su
Corazón.
c) Se dolió de muchas almas inconstantes, que empiezan
bien, pasan jornadas fervorosas, y luego vuelven al pecado y a
las mundanidades.
d) Se dolió de la pusilanimidad de quien se detiene ante
cualquier sacrificio, fatiga, contradicción.
e) Se dolió de mis pecados: él los conocía y los conoce todos
en número, gravedad, consecuencias, circunstancias.
Estas son las muchas espinas que rodean el Corazón de Jesús
punzándolo, haciéndole sangrar.
2° ¿Y qué consolaciones puedo yo llevar hoy a Jesús
eucarístico?
a) Las penas sufridas por su amor y en unión de sus
padecimientos durante la pasión, especialmente la agonía en el
huerto y en la cruz.
b) Las fatigas en el apostolado que voy realizando para la
salvación de las almas, por las que él dio toda su sangre.
c) La buena voluntad de servir a Dios fielmente, cada día, en
los deberes de mi estado. Él mira el corazón, mientras se

252 Religiosa de la Visitación (1647-1690), recibió las revelaciones del

Corazón de Jesús en 1675, a los cuatro años de su entrada en el mo-


nasterio de Paray-le-Monial (Francia).
LAS GRANDES VIRTUDES 365

compadece de las debilidades. Le agrada mucho la generosidad


y le confortan el esfuerzo y los propósitos de cada día.
d) Le conmueve la confianza en su Corazón bueno y dul- BM1
císimo. | En el Evangelio mostró de mil maneras su bondad con 432
todos, especialmente con los pecadores, los pobres, con sus
sacerdotes y discípulos fieles.
e) La paciencia en los deberes cotidianos, con las personas a
mi alrededor, conmigo mismo y mis defectos e imperfecciones.
f) La caridad hacia los míseros, los pobrecitos; la compasión
hacia los pecadores y los débiles; las obras de misericordia
espirituales o corporales.
Examen. – A Jesús ¿le ofrezco la hiel o el agua que deseaba
estando en la cruz? ¿Le presento espinas o consuelos? ¿Soy su
verdadero amigo, o me uno a los crucifixores?
Propósito. – ¡Yo y Jesús! Quiero establecer con él una
amistad íntima; una verdadera amistad, como se la pedía a santa
Margarita: «¡Al menos tú!».
Oración. – Oh Corazón dulcísimo de Jesús, perdóname las
espinas con que te he punzado, no con una sino con un manojo,
no un día sino todos los días.
Acepta una vez más mis propósitos, no obstante mis tantas
infidelidades. Para ganarme, tú has trabajado mi alma con
innumerables gracias y señales de predilección.
¿Qué más hubieras podido hacer aún por mi alma? Pero yo
he resistido siempre, porque soy ciego y duro de corazón. Te
agradezco la luz que ahora me das. Concédeme también tu
amor, un amor fuerte y constante.

174. BM1
APARICIONES DEL CORAZÓN DE JESÚS - II 433

«[Jesús] envió mensajeros delante de él. Puestos en camino, entraron


en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no le
recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia
Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron:
“Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con
ellos”. Él se volvió y les regañó» (Lc 9,52-55).
LAS GRANDES VIRTUDES 366

1° A santa Margarita Mª Alacoque el Sagrado Corazón de


Jesús le hizo promesas especiales. Algunas de ellas eran perso-
nales para la santa; otras generales, para todos sus devotos.
Las principales son:
1) Les daré todas las gracias necesarias para su estado.
2) Pondré paz en sus familias.
3) Seré su refugio seguro en la vida y especialmente en la
hora de la muerte.
4) Derramaré abundantes bendiciones en todas sus
tareas.253
5) Los pecadores encontrarán en mi Corazón la fuente y el
océano de la misericordia.
6) Les consolaré en sus aflicciones.
7) Las almas tibias se harán fervorosas.
8) Las almas fervorosas llegarán pronto a gran perfección.
9) Bendeciré las casas donde se exponga y honre mi imagen.
10) Daré a los sacerdotes la gracia de conmover los cora-
zones más endurecidos.
11) Las personas que propaguen esta devoción tendrán su
nombre escrito en mi Corazón.
12) En el exceso de mi misericordia y de mi amor omni-
potente, prometo que quien comulgue los primeros viernes
por nueve meses consecutivos, tendrá la perseverancia final,
BM1 no | morirá en pecado, ni sin haber recibido los santos sacra-
434 mentos, y mi Corazón será refugio seguro en la hora de la muerte.
2° El Corazón de Jesús manifestó también algunos deseos,
especialmente estos:
1) Que nos convirtamos perfectamente, y enseguida, y nos
dediquemos con gran solicitud a la santificación de nuestra
alma.
2) Que todos tengamos una tierna y constante devoción a su
Corazón.
3) Que las almas más fieles y todos los cristianos reparen las
muchas ofensas hechas a su Corazón, especialmente los viernes.
4) Que se predique y propague de todos modos la devoción
al Sagrado Corazón, que trae a las almas tanto gozo y tanta gracia.

253 Iniciativas.
LAS GRANDES VIRTUDES 367

Examen. – ¿Me interrogo acerca de los deseos de Jesús?


¿Me he convertido del todo? ¿Me libro de la tibieza? ¿Reparo
las ofensas hechas a Jesús? ¿Propago la devoción a su Corazón?
Propósito. – Quiero fiarme de las promesas divinas del
Sagrado Corazón.
Oración. – Eterno Padre, te ofrezco el Corazón de tu divino
Hijo Jesús, con todo su amor, todos sus sufrimientos y todos sus
méritos:
1) Para expiar todos los pecados que he cometido en mi vida,
especialmente por orgullo y sensualidad.
2) Para purificar mi alma.

175. BM1
EL CORAZÓN DE JESÚS - LA LANZADA 435
«Al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las
piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el
costado y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y
su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que
también vosotros creáis» (Jn 19,33-35).

1° Narra san Juan que para acelerar la muerte, los soldados


quebraron las piernas a los dos ladrones crucificados con Jesús;
«pero llegados a él le vieron ya muerto; uno de ellos, con la
lanza le traspasó el costado, y salió sangre y agua».254
El Señor cambió este instrumento de ofensa por parte de los
enemigos de Jesús en instrumento de gracia para todos. Se
quiso inferir a Jesús un extremo insulto, y Jesús quiso darnos la
extrema señal de amor, abriéndonos el camino a su Corazón.
La divina Providencia sabe sacar el bien del mal, y servirse
del odio de nuestros enemigos y de las penas de la vida para
nuestra santificación.
Basta con que nosotros lo aceptemos todo de la mano de
Dios y se lo ofrezcamos para su gloria y para nuestra santifi-
cación, como descuento de nuestros pecados. Todo coopera así

254 Jn 19,32-34.
LAS GRANDES VIRTUDES 368

al bien de quien ama al Señor.255 «Bendito quien confía en el


Señor».256
2° Signo de inmenso amor. Del Corazón abierto de Jesús
brotaron sangre y agua, indicio de que Jesús quería derramar
hasta las últimas gotas de su sangre. El costado quedó abierto
para que pudiéramos contemplar el Corazón de Jesús.
Este Corazón indica el amor por el que el Hijo de Dios se
encarnó, se humilló, predicó, instituyó la Iglesia, estableció la
Eucaristía, sufrió la pasión y la muerte.
BM1 Nos amó y murió por nosotros. Nos amó y se dio del todo | a
436 nosotros en la Eucaristía. Nos amó e hizo tanto por mi alma.
Debo amar a quien así me amó. Quien no le ama después de
cuanto él hizo, merece ser anatematizado.257
3° Podemos abrir el camino al Corazón de Jesús con la
confianza y la humildad, mejor de cuanto lo hiciera la lanza de
acero.
El Corazón de Jesús es humilde, y acoge a cuantos son
pequeños, pobres y humildes. El Corazón de Jesús es todo
bondad y misericordia, e invita a todos: ¡confiemos! Las
promesas que hizo a santa Margarita Alacoque abren nuestro
corazón a la confianza en medio de todas las necesidades.
«Ninguno de quienes esperaron en el Señor quedó defrau-
dado». «El Señor es mi ayuda y protector: mi corazón esperó en
él y me socorrió».258
Examen. – ¿Considero a menudo el misterio de amor de esta
lanzada? ¿Voy al Corazón de Jesús con humildad y confianza?
Propósito. – Al Corazón de Jesús abierto por el amor, le
pediré sobre todo amor.
Oración. – Corazón divino de Jesús, aunque soy miserable
me acerco a ti. ¿A quién podría ir yo? Tú eres la misericordia
misma. ¡Ea!, concédeme poder acercarme a ti con las dos
disposiciones que te agradan: la humildad y la confianza.

255 Rom 8,27.


256 Jer 17,7.
257 Echado fuera, separado.
258 Entrelazado de diversos salmos.
LAS GRANDES VIRTUDES 369

«Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco


llamarme hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros».259

176. BM1
LOS DISGUSTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS 437

«Vinieron a él su madre y sus hermanos, pero con el gentío no logra-


ban llegar hasta él. Entonces le avisaron: “Tu madre y tus hermanos
están fuera y quieren verte”. Él respondió diciéndoles: “Mi madre y
mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la
cumplen”» (Lc 8,19-21).

1° Entre los cristianos son muchos los devotos del Corazón


de Jesús; al menos son muchos quienes desean serlo. Sin em-
bargo, aun teniendo hacia él alguna práctica devota, arrastran
disposiciones que le producen repugnancia y disgusto.
El amor a Jesús tiene sin duda una parte de sentimiento; pero
consiste sobre todo en uniformarse a su querer, en verdadero
fervor de virtudes y una fe viva y práctica.
Jesús enseñó abiertamente que desea ser amado con toda la
mente, con todas las fuerzas, con todo el corazón.
Las protestas 260 a flor de labios, las prácticas hechas mecáni-
camente no bastan. Todo el hombre es de Dios; todo el hombre,
pues, vaya a Dios por medio de Jesucristo.
2° El Corazón de Jesús se disgusta con quien tiene una fe
lánguida, incierta, imperfecta. Quien lee o escucha doctrinas
contrarias a la Iglesia católica; quien disiente del Papa, o le
considera apenas por su valor humano; quien descuida la
instrucción religiosa, no puede agradar al Corazón de Jesús.
Una conducta cristiana sólo en privado no es suficiente: hay
que mostrarse católicos practicantes en la parroquia, en la
oficina, en la iglesia, en los deberes sociales y también en los
políticos. Quien, al contrario, es cristiano a mitad desagrada al
Corazón de Jesús.
¡Cuánto le disgusta quien tiene espíritu mundano, | busca la BM1
propia satisfacción terrena, trata de sobresalir, procura los am- 438

259 Lc 15,18s.
260 Declaraciones.
LAS GRANDES VIRTUDES 370

bientes mundanos! Y no menos le disgusta quien es tibio, fre-


cuenta poco los sacramentos, reza o deja de rezar según los
tiempos, las impresiones o las personas que encuentra.
La indiferencia de quien se acostumbra a sensibilidades 261
en el hablar, en los sentimientos o en las acciones es como una
corona de espinas que punzan el Corazón de Jesús.
El espíritu mundano lleva a los hombres a la ruina; el
espíritu de Jes
LAS GRANDES VIRTUDES 372

Examen. – ¿Entro en una categoría de estas almas predi-


lectas del Corazón de Jesús? ¿Las humildes, las pobres, las mor-
tificadas, las obedientes?
Propósito. – Quiero estudiar los gustos de Jesús y conocer
sus preferencias.
Oración. – Maestro divino, enséñame y atráeme al camino
de tus predilecciones. Haz que yo aprenda tu humildad; que
ame y busque la pobreza; que me mortifique interior y exte-
BM1 riormente; que aprecie en todo tu | voluntad. ¡Ten piedad de
441 mí! Tú puedes infundirme tus gustos y tus preferencias. ¡Ten
misericordia de mi pobre alma!

178.
EL CORAZÓN DE JESÚS ¡ME AMA!
«Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto
se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo
a su Unigénito, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el
amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos
amó y envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros
pecados» (1Jn 4,8-10).

1° Dice san Pablo: «Vivo en la fe del Hijo de Dios, que me


amó» (Gál 2,20).
Nuestro Dios es el Dios santo, potente, bello, sabio. ¡Y que
me amó y me ama más que todas las criaturas, incluida la Sma.
Virgen!262 ¡Qué gracia, qué honor, qué gozo!
Me amó a mí:
Tan pequeño: como una gota de agua perdida en el mar, así
soy yo entre tantos miles de millones de hombres, de ángeles,
de criaturas. Soy una nada, que como gota de rocío en una hoja
se evapora al primer rayo de sol.
Tan pecador: pequeño pero tan obstinado pecador, que no
ceso aún de disgustar y rebelarme ante mi Dios. Soy como un
tumor del que sale podredumbre.

262 Es decir, más de cuanto me ama la santísima Virgen.


LAS GRANDES VIRTUDES 373

Tan malo: se me eligió para una misión, Dios tenía designios


sobre mí, y yo los he desbaratado tantas veces. Podía él recha-
zarme y machacarme; pero fue indulgente y aún en este mo-
mento me invita a entrar en su Corazón: «Venid a mí».263
2° Me amó generosamente, multiplicando sus beneficios;
casi desafiando mi obstinación | en pecar con una mayor tena- BM1
cidad suya en ganarme con su amor. Me amó seriamente: 442
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo».264 Me amó
no obstante mi pereza, frialdad, suciedad moral.
Me amó generosamente: ¿qué ventajas podía tener él de mi
amor? Y sin embargo, «me amó y se entregó por mí».265
Me amó y me enriqueció: es un gran honor ser amados, no
por un grande, ¡sino por Jesús Hombre-Dios! Soy tan honrado
cuanto soy amado por el Hijo de Dios.
Es una suerte inmensa, pues Jesús da a sus amigos tesoros de
sabiduría celeste, fortaleza en cualquier dificultad e iniciativa,
gracias y méritos para el paraíso, el eterno bien.
Es indecible felicidad, pues los santos, aunque pobres, enfer-
mos, despreciados, estaban llenos de gozo y nunca habrían
cambiado su estado con los ricos, potentes, grandes de la tierra.
Examen. – ¿Amo como soy amado? ¿Gozo de ser amado por
Jesús? ¿Demuestro prácticamente que le amo, con generosidad,
perseverancia, humildad?
Propósito. – Quiero surtirme de lleno en la fuente del
Salvador, sólo aquí se da siempre y completo el gozo.
Oración. – Amabilísimo Corazón de Jesús, mi corazón no es
digno de ti; demasiadas otras | cosas he amado. Siento mucha BM1
pena y vergüenza al ofrecerte un corazón tan mísero, soberbio, 443
frío. Pero confío en ti, y creo en tu amor. Acepta pues, en tu
amor, el deseo que tengo de amarte y de consagrarte el resto de
mis días y todos los latidos que aún pueda dar mi corazón.

179.
SÍMBOLOS DEL CORAZÓN DE JESÚS
263 Mt 11,28.
264 Jn 15,9.
265 Gál 2,20.
LAS GRANDES VIRTUDES 374

«Cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor


al hombre, no por las obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros,
sino, según su propia misericordia, nos salvó por el baño del nuevo
nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo, que derramó
copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador,
para que, justificados por su gracia, seamos, en esperanza, herederos
de la vida eterna » (Tit 3,4-7).

1° Jesús a su confidente santa Margarita Mª Alacoque le


mostró su Corazón.
Un Corazón de carne. Un corazón vivo e hipostáticamente
unido al Verbo divino, no un corazón muerto. Un corazón no
simplemente humano, sino el más santo, el más humilde, el más
compasivo. El corazón más bello, más noble, más amable. Un
corazón de sacerdote, de maestro, de rey, de hermano.
Mostró un corazón coronado de llamas, que indican el amor
y el celo de Jesús. Amor encendidísimo al Padre, amor encen-
didísimo a las almas. Del amor brota y se nutre el celo; éste se
apaga cuando cesa el amor. Dice san Agustín: «Quien no ama
no tiene celo».
2° Mostró un corazón rodeado por una corona de espinas,
que indican los pecados veniales, las negligencias, las frialdades,
BM1 el espíritu mundano, las transgresiones en los deberes diarios,
444 las | irreverencias al Smo. Sacramento. Hay almas que ofrecen a
Jesús flores de virtudes; y hay otras que le presentan muchas
espinas puntiagudas que le hieren profundamente.
Mostró la herida abierta por la lanza, indicando el pecado
mortal, que como una lanzada violenta, abriendo el corazón, le
daría muerte. Los pecadores multiplican sacrilegios, blasfemias,
deshonestidades, robos; no reflexionan que esto equivale a cru-
cificar nuevamente a Jesús: «rursum crucifigentes Christum
Iesum».266 Hay que reparar, evitar el pecado, trabajar con celo,
predicar la lucha al pecado.
3° Mostró la cruz que lo coronaba.
Es el gran signo del amor de Jesús por nosotros. «Nos amó,
hasta el punto de morir por nosotros». Sobre todo en el
Crucifijo está la esperanza, la salvación, la vida, la resurrección.

266 «Crucificando de nuevo a Jesucristo» (cf Heb 6,6).


LAS GRANDES VIRTUDES 375

Todos nuestros méritos, toda la gracia, toda nuestra confian-


za vienen de la cruz y por la cruz.
Ella es el gran precio de la redención.
Examen. – Ante este Corazón divino me interrogo: ¿mi cora-
zón se asemeja al Corazón de Jesús? ¿He traspasado aún este
Corazón con vanidades cotidianas y voluntarias? ¿He reparado
los pecados? ¿He evitado las ofensas a Dios?
Propósito. – Descansaré a menudo en este Corazón como en
un asilo seguro contra las tempestades y los engaños.
Oración. – Sagrado Corazón de Jesús, yo creo en tu amor.
Sagrado Corazón de Jesús, confío en ti. BM1
Tú, oh Jesús, has presentado a los hombres tu Corazón. 445
Quiero ofrecerte el mío, todo entero. Quiero darte no un cora-
zón frío, sino encendido de amor. No un corazón disipado, sino
un corazón piadoso y recogido. No un corazón muerto, sino
vivo y operante. No un corazón soberbio y vanidoso, sino
humilde y generoso. Me lo pides tú: «Fili mi, praebe mihi cor
tuum».267 Aquí lo tienes, tuyo para siempre.

180.
AMAR AL CORAZÓN DE JESÚS
«En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a
Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues en esto consiste el amor de
Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no
son pesados» (1Jn 5,2-3).

1° Es un camino sencillísimo, facilísimo y brevísimo para


llegar a la santidad. No hace falta que este amor sea sensible,
basta que sea práctico.
El amor al Corazón de Jesús destruye en nosotros todo
afecto desordenado a cosas o personas, y suscita horror de todo
cuanto desagrada al Señor. El mínimo pecado aparece como el
más grave mal.

267 «Hijo mío, dame tu corazón». De la Liturgia del Sagrado Corazón

de Jesús.
LAS GRANDES VIRTUDES 376

Este amor lleva a cumplir cuanto desea Jesús, aunque se tra-


tara de una cosa pequeña; y cumplirla con diligencia, gozo, prontitud.
Este amor excita el deseo de mortificarse, de hacer peni-
tencia, de realizar cosas grandes por el Señor.
Este amor dispone a la oración, prepara las buenas voca-
ciones, llena el alma de gozo aun en las tribulaciones.
BM1 Este amor suscita apóstoles, heroísmos, el más vivo deseo
446 del paraíso, y aleja los temores y desconfianzas.
2° El amor a Jesús es una planta que para crecer necesita
un clima y alimentos adecuados.
Requiere mortificaciones. Nuestro corazón debe preferir a
Dios sobre todas las cosas, pues él es el sumo bien. No se puede
amar al Señor y al mismo tiempo amar lo que a él le desagrada.
Y cuanto más el corazón ama a Dios, tanto más prueba y goza
de él, destacándose de cuanto no es Dios y su voluntad.
Es preciso mortificar la curiosidad de cuanto no es necesario
saber; mortificar los ojos para que el corazón no se rinda a las
vanidades; mortificar la lengua, el oído, el tacto; mortificar los
sentimientos vanos y sensuales; mortificar la ira, la envidia, el
orgullo. La mundanidad poco a poco apaga el amor de Dios.
Además se requiere recogimiento, una santa soledad para
nuestro corazón, reduciendo los deseos hasta buscar sólo a Dios
y su santa voluntad. El recogimiento lleva a meditar, a orar, a
concentrarse en los deberes diarios, que son la voluntad de Dios
para nosotros. Entonces se ama a Dios, y se es amado por Dios.
Examen. – ¿Escucho la invitación de Jesús: «Venid a mí
todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré…
encontraréis descanso para vuestras almas»?268 Por los frutos
se conoce la planta: ¿encuentro en mí los frutos de un verda-
dero amor?
BM1 Propósito. – Conservaré un habitual | recogimiento, y morti-
447 ficaré mi corazón en sus deseos.
Oración. – Corazón divino de Jesús, inflama mi alma de tu
santo amor. Ese es tu don, y no busco otra cosa: tú eres todo mi bien.
Tú eres mi paz y mi confianza, mi seguro refugio. Haz que
también de mí pueda decirse: no está bloqueado por otras cosas,

268 Cf Mt 11,28.
LAS GRANDES VIRTUDES 379

los santos. Por eso la Iglesia canta: «Toda hermosa eres, María,
y en ti no hay mancha original. Tú, gloria de Jerusalén, tú ale-
gría de Israel, tú honor de nuestro pueblo».
2° María fue siempre enemiga y vencedora del demonio;
siempre le aplastó la cabeza; y | comenzó, por los méritos de su BM1
Hijo, la serie de triunfos sobre Satanás que se prolonga de siglo 450
en siglo.
María fue preservada inmune para ser digno tabernáculo del
Hijo de Dios encarnado, y proporcionarle una carne y sangre
inmaculadas. María por la encarnación llegaba a ser la natural
Madre de Jesucristo, como Dios es su Padre natural.271
El Espíritu Santo, para cubrirla con su sombra y cooperar
con ella a la encarnación del Verbo, no podía tener por esposa
una criatura que hubiera estado sometida al demonio.
Dios nutre un sumo, eterno, irreconciliable odio al pecado.
Por otra parte, el verdadero y más alto ornato de un alma es la
gracia, que nos hace partícipes de la vida divina. San Germán la
saluda: «Ave, oh racional y amenísimo paraíso de Dios... Ave,
oh inmaculado y purísimo palacio del sumo Rey, adornado con
toda magnificencia y lleno de toda delicia... en el que Dios se
unió a la humanidad para la encarnación».
3° ¡Reconocida, bendita y siempre amada seas, oh Sma.
Trinidad, por el singular privilegio concedido a María, y por
esta aurora de un nuevo y esplendente día para la humanidad
caída! Día de esperanza, de luz, de reconciliación, de bendición,
de redención. Haz que yo comprenda cuánto te desagrada el
pecado, cuán preciosa sea tu gracia, y con qué empeño deba yo
buscarla y acrecentarla en mi corazón.
Examen. – Mi alma ¿alaba a Dios por este don hecho a BM1
María? ¿Alaba a María por tal excepcional privilegio? ¿Me 451
purifico siempre más de toda mancha para comulgar digna-
mente? ¿Adorno mi alma con mucha gracia?
Propósito. – Seré devoto de María inmaculada.
Oración. – Ave, María, llena de gracia; la más santa de los
santos, más excelsa que los cielos, más gloriosa que los queru-
bines, más digna de honor que los serafines, más venerable que

271 Por naturaleza divina.


LAS GRANDES VIRTUDES 380

cualquier criatura. Ave, oh paloma, que nos traes el fruto del


olivo y anuncias a quien nos salvó del diluvio espiritual, y
cuyas plumas resplandecen mejor que el oro más brillante... Oh
Virgen Madre, con tus poderosísimas súplicas y con tu
autoridad materna ante el Hijo, asiste a la Iglesia y a sus
pastores para que puedan todos llegar al puerto de una feliz
eternidad (San Germán).

183.
INMACULADA
«Lo mismo que antes ofrecisteis vuestros miembros a la impureza y a
la maldad, como esclavos suyos, para que obrasen la maldad, ofreced
ahora vuestros miembros a la justicia, como esclavos suyos, para
vuestra justificación» (Rom 6,19).

1° Qué significa. Después del pecado de Adán, todos los


hombres nacen manchados y sufren las consecuencias de aque-
lla culpa. Únicamente María santísima fue concebida toda her-
mosa y ornada de una gracia inefable. A ella se le aplicaron
antecedentemente los frutos de la Redención. No fue purificada,
sino del todo preservada del pecado | original. La gracia que
BM1 adornó su alma desde el primer instante de su concepción fue
452 plena; es decir, no la que convenía a un ángel, sino la que
incumbía a la Reina de los ángeles. No la gracia conveniente a
un siervo de Dios a la hora de morir, sino la concerniente a la
Madre de Dios y Madre de todos los santos: a ella pasó toda la
gracia conferida a la multitud de los santos: «¡Eres toda her-
mosa, oh María!».
2° Grandeza del privilegio. Esta prerrogativa es un dogma
de fe definido por el papa Pío IX en 1854. La Iglesia lo celebra
cada año el 8 de dicembre; la fiesta tiene su vigilia y octava
como las mayores solemnidades del año.272 En 1858 la Virgen
Inmaculada se apareció a una pobre chiquilla, Bernardita
Soubirous, ahora glorificada como santa. María obró allí 273

272 Era lo señalado en la Liturgia de quel tiempo, antes de la reforma

establecida por el concilio Vaticano II.


273 En Lourdes.
LAS GRANDES VIRTUDES 381

innumerables prodigios a favor de sus devotos que la invocaron


con el título de Inmaculada. Se trata de un título muy grato a
esta Madre nuestra, porque es glorioso y la pone por encima de
todos los hombres, y porque es su primer privilegio, en cuanto
al tiempo, concedido como gracia singular que demuestra la
omnipotencia y la bondad de Dios.
El Señor quiso que el demonio no pudiera tener, ni por un
instante, dominio sobre María, pues quería santo y virginal el
tabernáculo en el que habría de encarnarse y habitar. Él odia
con odio eterno el pecado, y | adorna a las almas con la vesti- BM1
dura nupcial de la gracia. Si queremos que Dios habite en 453
nosotros, purifiquemos el alma con la confesión y adornémosla
con la comunión.
3° Devoción a la Inmaculada. Son verdaderos devotos de
la Inmaculada quienes huyen del pecado, viven en gracia y
crecen en el amor. Los devotos de la Inmaculada la rezan por
toda la humanidad, creen con viva fe en este gran privilegio y
desean contemplar la belleza de esta Madre de Dios y nuestra
en el paraíso.
Examen. – ¿Conozco bien y estimo este privilegio de María?
¿Amo la pureza de corazón para imitar al Corazón inmaculado
de María? ¿Soy devoto de este privilegio?
Propósito. – Avivaré frecuentemente en mí el deseo de
contemplar en el cielo a la Toda hermosa.
Oración. – Oh María inmaculada, no desdeñes dirigir tu
mirada a un pecador tan indigno y manchado de tantas culpas.
¡Límpiame! Excita en mí un dolor siempre vivo y obténme la
divina misericordia. Vísteme de gracia para poder acercarme a
ti, toda hermosa. Tú atrajiste el corazón de Dios con el encanto
de tu belleza. Aumenta en mí el gran don de la gracia.

184. BM1
NACIMIENTO DE MARÍA 454

«¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!


Ensalzaste tu majestad sobre los cielos. De la boca de los niños de
LAS GRANDES VIRTUDES 382

pecho has sacado una alabanza contra tus enemigos, para reprimir al
adversario y al rebelde» (Sal 8,2-3).

1° Habían pasado miles de años desde la promesa hecha


por Dios de mandar al mundo la mujer Madre del Reparador.
La humanidad aguardaba y suspiraba esta aurora, anuncio
del Sol de justicia, Cristo Jesús.
En la Concepción inmaculada de María tenemos el alba; en
su nacimiento, la aurora. San Juan Damasceno dice de la
concepción de María: «Cáput miraculórum, principio de los
milagros» que el Señor multiplicó para gloria de María y de
Jesús su Hijo.
Después, su nacimiento llenó al mundo de exultancia: «Tu
nacimiento trajo gozo al mundo entero», dice la Iglesia. Evan-
gelio, buena nueva, liberación, verdad, paz, paraíso en Jesucristo.
2° María, gozo del Padre. Él se complació de la creación:
«Vio que todo era bueno»; 274 y mucho más se complació de
María, obra maestra de sus manos. María, gozo del Hijo, que en
ella contempló el tabernáculo donde se encarnaría, la Madre de
quien habría de nacer.
María, gozo del Espíritu, que vio en ella a su esposa purí-
sima, fidelísima, sobre la cual descendería para formar a Cristo.
María, gozo del mundo, que finalmente tendría una Madre
santa, portadora de salvación, mientras antes recordaba sólo a
Eva, madre infeliz y portadora de ruina.
BM1 María, gozo de nuestra alma, pues ella es la razón y la causa
455 de nuestra alegría, nuestro bien, nuestra felicidad eterna.
3° Adoremos a Dios que creó un ser tan hermoso; agra-
dezcámosle por haber puesto en este valle de lágrimas a la
Madre del consuelo; pidamos perdón por no haber aún amado
suficientemente a nuestra Madre.
Examen. – ¿Tengo viva devoción a María inmaculada?
¿Contemplo con frecuencia a la celeste Niña con los ángeles
que rodean su cuna? ¿Gozo con san Joaquín y santa Ana, sus
progenitores; con Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo,
con todo el mundo por la aparición de esta Madre y Reina?

274 Gén 1,12ss.


LAS GRANDES VIRTUDES 383

Propósito. – Acudiré también yo frecuentemente a María


Niña, para ser de los primeros en recibir sus preciosos dones.
Oración. – ¡Canten el cielo y la tierra sus himnos de saludo,
de gozo, de invocación a la excelsa Niña! A ella encomendemos
especialmente los niños y jovencitos; por ella amemos la
infancia espiritual que tanto agrada al Señor.

185.
LA NIÑA CELESTE
«Tú eres la gloria de Jerusalén, tú eres el orgullo de Israel, tú eres el
honor de nuestro pueblo» (Jdt 15,9).

1° San Joaquín y santa Ana impusieron a su afortunada


hija el nombre de María. Sin duda ello fue | por especial desig- BM1
nio de Dios, pues ese nombre expresa la dignidad, la santidad, 456
el oficio de María respecto a la humanidad.
Se ha escrito que «ante el nombre de María todo el mundo se
inclina: se postran el cielo por reverencia y el infierno por temor.
Este nombre reconforta a los cansados, sana a los lánguidos,275
ilumina a los ciegos, conmueve a los duros, conforta a los
moribundos. Es miel para el gusto, armonía para el oído, júbilo
para el corazón».
2° La Iglesia celebra la presentación de María santísima al
templo el 21 de noviembre. En Roma, en la nave izquierda de la
basílica de san Pedro, hay un altar dedicado a la presentación de
María. Un espléndido cuadro-mosaico representa a la tierna
chiquilla mientras sube las gradas del templo. El empuje de
amor se trasluce en su hermosísimo rostro; el sacerdote le sale
al encuentro con alegre ademán; la acompañan Joaquín y Ana
que vienen a ofrecerla. 276 Las figuras se presentan con viva-
cidad, casi como si hablaran. Expresión de fe y de arte.

275 Débiles, frágiles.


276 Episodios narrados, con abundancia de particulares prodigiosos, en
los evangelios apócrifos.
LAS GRANDES VIRTUDES 387

Es una virtud excelentísima, pues implica un firme propósito


de abstenerse de todas las satisfacciones lícitas e ilícitas, en una
continua y perpetua integridad. La Virgen opta por eso para
agradar más al Señor, su celeste Esposo. Virginidad es preferir
los bienes sobrenaturales a los materiales; es seguir el camino
mejor, según las repetidas enseñanzas de la sagrada Escritura,
especialmente en el Evangelio y en las cartas de san Pablo.
3° Según los divinos designios, el mundo debe ser salvado
por vírgenes o, al menos, por almas castas. Alrededor del altar
Jesús quiere pureza y santidad.
El virgen capta mejor las cosas celestes; tiene una esperanza
más confiada, una caridad más ferviente, méritos grandísimos
por la lucha continua y los muchos enemigos que debe vencer.
Examen. – ¿Estimo la virginidad? ¿Al menos practico la
castidad según mi estado?
¿Vigilo ante los peligros? ¿Adopto los medios, entre ellos el BM1
principal que es la oración? 461
Propósito. – Pondré constantemente en práctica el «Vigilate
et pregate»281 del Evangelio.
Oración. – Jesús Maestro, que quisiste nacer de una virgen
purísima, concede a tu Iglesia muchas almas delicadas que,
venciendo los continuos peligros, perfumen el mundo con el
buen olor del lirio; y danos la gracia de pasar inmaculados
entre las insidias del mundo.

188.
ANUNCIACIÓN
«El ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado gracia
ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás
por nombre Jesús”... María contestó: “He aquí la esclava del Señor;
hágase en mí según tu palabra”» (Lc 1,30-31.38).

1° Narra san Lucas que, llegada la plenitud de los tiempos,


«el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de la Galilea
llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado
281 Mt 26,41 y paralelos.

BM1
462
LAS GRANDES VIRTUDES 388

José…; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en


su presencia, dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está con-
tigo”, [bendita entre las mujeres]. Ella se turbó grandemente ante
estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le
dijo: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por
nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo... Y
María dijo al ángel: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”.
El ángel le contestó: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la
fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo
que va a nacer será llamado Hijo de Dios”... María contestó:
“He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”»
(Lc 1,26-31).
2° Vemos que María corresponde a su vocación: cumplir
el oficio de Madre de Jesús, acompañarle en todos los misterios
de su vida terrena, aplastar la cabeza a la serpiente infernal y
reabrir a los hombres el paraíso.
Dios, desde la eternidad, ha asignado a cada criatura una
senda, y la ha marcado especialmente para María, otorgándole
los convenientes dones de naturaleza y de gracia.
Siga cada uno la llamada divina, si quiere tener las divinas
bendiciones y desea enriquecerse de méritos. ¡Dichosos los
hijos que secundan los deseos del Padre celeste!
3° María, apenas conoció con certeza que Dios le hablaba
por medio del ángel, se declaró disponible como la sierva que
en todo depende de su Señor. Hemos de cumplir en todo, con
generosa prontitud, la divina voluntad por toda la vida.
Examen. – Dios ¿me halla siempre pronto a su querer,
aunque éste sea misterioso y penoso para mí? ¿Busco la mía o
la divina voluntad?
Propósito. – Seré como un dócil niño en las manos de Dios.
Oración. – Concede, oh divino Espíritu, tus dones celestes,
por intercesión de la santísima virgen María, para que estemos
siempre dispuestos a realizar en todo la divina voluntad, y
conseguir así el premio del siervo fiel.
LAS GRANDES VIRTUDES 389

189. BM1
DESPOSORIO ENTRE MARÍA Y SAN JOSÉ 463

«En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad
de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre
llamado José; el nombre de la virgen era María» (Lc 1,26-27).

1° María se había consagrado a Dios y quería servirle sólo


a él, permaneciendo virgen. El Señor proveyó a conservarla así,
aun haciéndola Madre de Dios; y le dio en José un esposo
virgen, custodio y defensor de su virginidad perpetua; ayuda
recíproca para cumplir la providencial y respectiva vocación:
Madre de Dios, padre putativo de Jesús.
El Señor une las almas cuando las ve dispuestas a trabajar
juntas por la santificación y por el apostolado.
Las dos vidas se fundieron en una única intención, en un
único compromiso, en una única misión: glorificar mejor con-
juntamente al Señor; darse la mano para crecer en la perfección;
acompañar al Hijo de Dios encarnado en su misión. La unión de
ambos significó un renovado fervor y una garantía más segura
en cumplir la altísima voluntad de Dios sobre ellos.
[2°] A las almas, Dios les proporciona confesores, predi-
cadores, directores espirituales.
A los niños, Dios les da padres, educadores, buenos párrocos.
A veces, Dios hace encontrar compañeros, personas, amigos
que son un tesoro.
Ayudarse mutuamente constituye un gran bien, ánimo,
garantía para avanzar constantemente por el buen camino.
3° Hay amistades espirituales buenas. BM1
Son de apreciar las asociaciones indicadas por la Iglesia. 464
Sirvámonos santamente de las personas rectas que el Señor nos
ha hecho encontrar, y, por nuestra parte, sepamos ser de ayuda y
ejemplo para ellas.
Examen. – ¿Soy una ayuda para quien vive conmigo? ¿Sé
acoger la gracia de las personas buenas que encuentro en el
camino de la vida? ¿Con quién estrecho amistad y hago mis
confidencias?
LAS GRANDES VIRTUDES 390

Propósito. – Pensaré a menudo en los deberes que tengo con


quienes me están cercanos, y cómo puedo valerme de ellos en
vista de mi salvación y del apostolado.
Oración. – Oh santísimas personas, María y José, obtened-
me santificar mis amistades, corresponder a todas las gracias
de mi ambiente, aprovechar cualquier ocasión para hacer el bien.

190.
VISITA A SANTA ISABEL
«En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino hacia
la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a
Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó
la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo» (Lc 1,39-41).

1° En la anunciación, el ángel había dicho a María Sma.


que santa Isabel, su pariente, iba a ser pronto madre de san Juan
Bautista.
María se puso inmediatamente en viaje para visitar a santa
Isabel. Entrando en aquella casa, el Bautista quedó santificado;
santa Isabel se llenó de Espíritu Santo y exclamó: «¡Bendita tú
BM1 entre | las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy
465 yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu
saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi
vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha
dicho el Señor se cumplirá».282
2° La Sma. Virgen hizo una hermosa obra de caridad con
su pariente: fue a prisa, llevó tantas bendiciones a aquella casa,
se entretuvo en ella para prestar humildes y afectuosos servicios.
Allí desató el canto de la humildad y del reconocimiento a Dios:
el Magníficat.
En María la caridad alcanzó un altísimo grado: estaba desti-
nada a traer a Jesús a los hombres, y este su gran don lo hizo en
primer lugar a aquella casa.
La caridad nos hace amados de Dios, multiplica los méritos
y encuentra tantas iniciativas para hacer el bien al prójimo. Los
bienes espirituales son inmensamente superiores a los bienes
282 Lc 1,42ss.
LAS GRANDES VIRTUDES 391

naturales. Un don mayor que Jesús no se le puede hacer al


prójimo. Por eso están en primer lugar las obras espirituales de
caridad. Siguen las obras materiales, como vestir a los desnudos,
dar alimento a los hambrientos, servir a los enfermos, socorrer a
los pobres, etc.
3° A las almas caritativas Jesús en el Evangelio les hace
promesas celestes. San Pablo describe las prerrogativas de la
caridad:283 «Es paciente, es benigna, no tiene envidia, no presu-
me, no se engríe; no es indecorosa ni egoísta; no se irrita, no lle-
va cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza
con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo
lo soporta».
Examen. – ¿Estoy inclinado a hacer el bien, el mayor bien a
las almas? ¿Me mueven a compasión los pobres, los afligidos,
las almas del purga
LAS GRANDES VIRTUDES 395

193.
MARÍA Y LOS MAGOS
«Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo
de rodillas le adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron
regalos: oro, incienso y mirra» (Mt 2,11).

1° El Mesías había venido no sólo para el pueblo hebreo,


sino para todas las gentes. Por eso, ya desde la cuna, después de
los pastores representantes del pueblo hebreo, llamó a sí a los
magos representantes del mundo pagano. María ejerció el
grande y único apostolado de presentarles también a ellos a
Jesús. «Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos
del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en
Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha
nacido? Porque hemos visto su estrella y venimos a adorarle”».
(Mt 2,1-3). Encaminados a Belén continuaron su viaje.
«Y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a
guiarles hasta que vino a pararse encima de donde estaba el
niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron
en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de BM1
rodillas le adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron 471
regalos: oro, incienso y mirra» (Mt 2,10-11).
2° «Desaparece la estrella, dice un piadoso escritor, porque
para indicar al Niño estaba María, “estrella matutina”, que se lo
presentó a los magos. Y así, con ella adoraron, agradecieron y
magnificaron al recién nacido Mesías».
El laicado católico debe completar y, en muchas cosas,
suplir al apostolado jerárquico. Hoy una ferviente legión de
hombres y mujeres, de muchachos y muchachas, secunda la voz
del Papa y demás pastores, consagrándose a la salvación de las
almas y de la sociedad. «Este trabajo apostólico, hecho según el
espíritu de la Iglesia, escribe Pío XI,290 consagra al laico casi
como “ministro di Cristo”, en el sentido indicado por san
Agustín, que dice: “Donde estoy yo, está también mi ministro”;
290 Más exactamente, son palabras de Pío XII, en la encíclica Summi

Pontificatus (20 de octubre de 1939).


LAS GRANDES VIRTUDES 396

no vayáis con el pensamiento sólo a los buenos obispos y a los


buenos clérigos. También vosotros, a vuestro modo, debéis ser
ministros de Cristo, viviendo bien, haciendo limosnas, predi-
cando su doctrina a quien podáis; de manera que cada cual, aun
siendo padre de familia, reconozca, también por tal título, que
debe dar un afecto paterno a su familia».
Examen. – ¿Siento la llama del celo? ¿Lo alimento? ¿Obro
por las almas?
Propósito. – «Por Cristo y por la vida eterna, el padre de
familia amoneste a los suyos, instrúyalos, les exhorte, les
BM1 reproche, demuéstreles | benevolencia, manténgales en orden.
472 Así ejercerá en casa el oficio de clérigo y, en cierto modo, de
obispo, sirviendo a Cristo, para estar con él eternamente».291 Y
lo mismo cada cristiano en sus particulares circunstancias.
Oración. – Virgen María, Reina de todo apostolado, invoca
al Espíritu Santo sobre los fieles para que cada uno ame a la
Iglesia y tenga la sed que tuvo tu Hijo y tú misma, oh Madre
nuestra.

194.
MARÍA PRESENTA A JESÚS EN EL TEMPLO
«Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón les bendijo y dijo a María: “Este ha sido puesto para que mu-
chos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contra-
dicción –y a ti una espada te traspasará el alma–, para que se pongan
de manifiesto los pensamientos de muchos corazones» (Lc 2,33-35).

1° Ocho días después del nacimiento, el Niño fue circun-


cidado; y María le puso el nombre de Jesús según le había dicho
el ángel.
Después, María llevó el Niño al Templo para la ceremonia
de la purificación y de la presentación, haciéndolo no por obli-
gación, sino para observar abundantemente la ley. Todo primo-
génito era consagrado al Señor y enseguida rescatado con una
ofrenda legal.

291 Ibid.
LAS GRANDES VIRTUDES 397

Jesús era el Sacerdote eterno según el orden de Melquisedec


y ningún rescate le substraería de su oficio.
2° María es la madre del gran Sacerdote. Ella preparaba la
hostia y el Pontífice para el gran día del sacrificio en el Calvario.
La ofrenda | presentada en el templo precedía, recordaba y BM1
preparaba la segunda ofrenda. De María aprendamos el respeto, 473
el amor y la cooperación con el sacerdocio.
Dice san Francisco de Asís: «Honraré siempre al sacerdote
que me da el Cuerpo y la Sangre de Jesús y me comunica la
palabra de Dios».
En el sacerdote se honra a Jesucristo, del cual es ministro.
«Que la gente sólo vea en nosotros servidores de Cristo y
administradores de los misterios de Dios», escribe san Pablo.292
3° Todos los fieles deben cooperar en preparar buenos
sacerdotes a la Iglesia de Dios. En efecto, todos deberán recibir
de ellos la vida sobrenatural de la gracia, el perdón de los
pecados, la comunión, el Evangelio, la asistencia en la hora de
la muerte, y los sufragios.
Los padres considérense honrados, si el Señor da la vocación
a alguno de sus hijos.
Examen. – ¿Cómo venero al sacerdote? ¿Qué amor tengo a
los sacerdotes que se ocupan de mí? ¿Qué cooperación doy a las
vocaciones?
Propósito. – Consideraré en el sacerdote no al hombre, sino
al ministro de Dios, al padre de las almas, al representante de
Jesucristo.
Oración. – María, madre del gran Sacerdote, multiplica los
sacerdotes, intercede por ellos y cuídalos maternalmente como
hiciste con Jesús sacerdote, tu Hijo. Santifícalos y haz fructuoso
su ministerio. | Obténles una santa muerte y libra sus almas del BM1
purgatorio. 474

292 1Cor 4,1.


LAS GRANDES VIRTUDES 398

195.
PRESENTACIÓN DE JESÚS AL TEMPLO
«Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en
mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su
cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado servidor,
conforme al encargo que me ha sido encomendado en orden a
vosotros: llevar a plenitud la palabra de Dios» (Col 1,24-25).

1° Un santo anciano llamado Simeón estuvo presente


cuando María presentò el Niño en el templo. Era hombre justo
y piadoso y esperaba, con vivo deseo, la consolación (el
Mesías) de Israel. El Espíritu Santo moraba en él, y le había
revelado que no moriría antes de ver a Cristo. Aquel día se
sintió movido por un impulso interior y fue al templo. Allí
María puso en sus brazos al divino Infante. Simeón le
contempló, reconoció en él al Mesías y con gran alborozo
exclamó: «Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has
presentado ante todos los pueblos, luz para alumbrar a las
naciones y gloria de tu pueblo Israel».293
2° La admiración y el gozo embargaron el alma de María;
pero he aquí que el santo anciano se siente aún iluminado para
descubrir el futuro, y hablando a María dice: «Este niño será la
ruina y la salvación de muchos en Israel; será como un signo de
contradicción; y también a ti, María, una espada de dolor te
traspasará el alma...». A Simeón le hizo eco la profetisa Ana,
BM1 mujer piadosa y asidua en el templo: hablaba de este Niño | «a
475 todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén».294
Así la oferta del Niño al Señor era aceptada. Jesús venía para
la redención. Quiere decir que todas las profecías referidas a la
pasión, la agonía, la traición, los azotes, la condena, la
crucifixión, la penosa muerte predicha, se referían a este Niño.
Y la Madre iba a compartir las penas como corredentora; las

293 Lc 2,29ss.
294 Lc 2,38.
LAS GRANDES VIRTUDES 399

penas serían tan grandes cuanto era el amor que tenía esta
Madre a su Hijo y su Dios.
3° Quien quiere asemejarse a María comparta, como ella,
las penas de Jesús. No hay amor sin dolor. No hay santidad sin
mortificación. No hay redención sin sangre. Dios acepta en
sumo grado las lágrimas fruto del dolor y la cruz llevada
diariamente siguiendo a Jesús junto a María.
Examen. – ¿Tengo una idea justa del sufrimiento? ¿La esti-
mo? Y si no sé buscar las grandes penitencias ni imitar los hero-
ísmos de los santos, ¿abrazo con gozo al menos los pequeños
sufrimientos?
Propósito. – Mejor ser manso y paciente que temido y fuerte.
Oración. – María dolorosa, te presento mis penas íntimas,
quizás escondidas para todos, pero que me laceran en lo íntimo
del alma. Concédeme que llore la pasión de Jesús; que llore
mis pecados; que gima por las almas encaminadas hacia el
infierno; que yo tome parte en la obra de la redención.

196.
HUIDA A EGIPTO
«Judit, alzando la voz, dijo: “¡Alabad a Dios, alabad a Dios! Alabadle
porque no ha retirado su misericordia de la casa de Israel, porque esta
noche ha derrotado a nuestros enemigos por mi mano”» (Jdt 13,14).

1° La Providencia vela sobre los inocentes y rectos de co-


razón, guiándolos por sendas misteriosas en su misión en la tierra.
Muy pronto los hechos demostraron la verdad de la profecía
de Simeón. Herodes, celosísimo de su trono, buscaba a muerte
al Niño. Los magos dijeron haber visto en Oriente una estrella
extraordinaria, signo del nacimiento de gran Rey. Herodes
temía un futuro competidor y decidió hacerle morir en la cuna.
Un ángel adv
LAS GRANDES VIRTUDES 403

saciones eran estímulos continuos al amor, ocasiones diarias de


una siempre mayor luz y perfeccionamiento a partir del ejemplo
de Jesús.
El Hijo crecía en sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante
los hombres; la Madre vivía una especie de santa competición
para progresar momento por momento.
Jesús en todo obedecía y complacía a la Madre; la Madre en
cada cosa adivinaba los gustos del Hijo; el Hijo y la Madre
juntos buscaban a cada instante la gloria de Dios y la salvación
del mundo.
3° El alma que de veras ama a Jesús le busca en las igle-
sias; le visita y adora, le | agradece y repara; se ofrece y suplica BM1
en el sagrario. Jesús habla al alma y comunica sus deseos y su 481
amor; la atrae cada vez más a sí y establece con ella una unión
habitual y maravillosa.
Las frecuentes visitas a Jesús preparan la eterna cohabitación
con él, que será la beatitud.
Examen. – ¿Visito el santísimo sacramento? ¿Con buen mé-
todo? ¿Con fruto?
Propósito. – Si es una delicia de Jesús estar con los hombres,
debo hacer mi delicia el estar con Jesús.
Oración. – Oh María, modelo de las almas amantes y de las
fervientes adoradoras, te pido tres gracias preciosas: conocer
al Dios escondido en el sagrario; buscar su presencia, en santa
intimidad; vivir habitualmente con el corazón dirigido a él.

199.
LA SAGRADA FAMILIA EN EL TEMPLO
«Cuánto amo tu voluntad: todo el día la estoy meditando; tu mandato
me hace más sabio que mis enemigos, siempre me acompaña; soy más
docto que todos mis maestros, porque medito tus preceptos» (Sal
119/118,97-99).

1° Jesús había crecido en gracia y en edad: había llegado a


los doce años. Entonces María y José le llevaron a Jerusalén
LAS GRANDES VIRTUDES 404

para las fiestas pascuales.299 Jesús iba a ser el maestro, el maes-


tro a quien todos deben escuchar, el Maestro único. En aquella
ocasión quiso dar una muestra profética de su futura misión.300
BM1 En efecto, terminadas las fiestas, José y María, | con sus
482 compaisanos, emprendieron el camino de regreso a Nazaret.
Pero después de una jornada de camino se dieron cuenta de que
faltaba Jesús. Afligidos, le buscaron entre parientes y amigos;
volvieron a Jerusalén, y sólo a los tres días de penosa búsqueda
le encontraron en el templo. Estaba sentado entre los doctores
de la ley, escuchándoles e interrogándoles; a todos les causaba
estupor su prudencia y sus respuestas.
2° María, apenas entrevisto, le hizo cierto reproche: «Hijo,
¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos
angustiados». Y Jesús dio una respuesta de Maestro: «¿Por qué
me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi
Padre?». Ante esta respuesta María queda estupecta, pues no
comprende. Sin embargo, conservaba en su memoria todas las
palabras del Hijo, e iba meditándolas en su corazón.
¡He aquí el Maestro! ¡He aquí la dulcísima 301 discípula!
Las palabras revelaban la sabiduría y el celo del Maestro, el
modo de aceptarlas y meditarlas muestran a María como la
primera y más perfecta oyente, alumna, discípula. Jesús ni
siquiera en la vida pública fue tan escuchado y tan dócilmente
seguido, ni encontró nunca una discípula más digna.
3° Hagámonos dóciles discípulos de Jesús a ejemplo de
María. El Hijo de Dios encarnado es la misma Sabiduría infinita
BM1 de Dios; y no cabe maravillarse si muchas de sus palabras son
483 altísimas y | revelan misterios. Inclinemos la cabeza, creamos,
meditemos como María.
Examen. – Oyendo o leyendo la palabra divina ¿me limito a
admirar y maravillarme, como sucedió a los doctores que escu-

299 Y no sólo en tales fiestas, sino también para el rito de la “bar-

mizvah”, o sea para la admisión en el pueblo de Dios. Téngase en cuenta


que, a los doce años, previo un examen de los rabinos, el adolescente era
declarado “bar-mizvah” (hijo de la Ley) y por tanto adulto. No se puede
excluir que Jesús haya pensado quedarse en el templo, sirviendo a Dios,
como el pequeño Samuel (cf 1Sam 2).
300 Lc 2,41ss.
301 Probablemente: docilísima (por el contexto).
LAS GRANDES VIRTUDES 405

chaban a Jesús? ¿O bien considero cada palabra suya con


humildad con fe sencilla, con corazón dócil?
Propósito. – Recordaré siempre la palabra de Jesús: «El que
es de Dios escucha las palabras de Dios».302
Oración. – María, modelo de discípulo de Jesús, obténme tu
docilidad. Aleja de nosotros el orgullo, los prejuicios, la
obstinación, las pasiones que endurecen el corazón y oscurecen
la mente. María, madre del Maestro y respectivamente su
discípula, guíame por tu camino.

200.
MARÍA DURANTE LA VIDA PÚBLICA DE JESÚS
«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y
yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arre-
batará de mi mano. Lo que me ha entregado mi Padre es lo que más
importa, y nadie puede arrancar nada de la mano de mi Padre» (Jn
10,27-29).

1° Dice san Epifanio: «María fue la perpetua seguidora de


Cristo, y nunca se separó de su compañía». Desde el primer
anuncio de la redención, en la vida privada, en la vida pública,
en la vida dolorosa, en la vida gloriosa, la Madre estuvo siem-
pre asociada al Hijo.
«Seguían a Jesús algunas mujeres...». 303 Instintivamente
éstas debieron agruparse en torno a María; como los doce y los
discípulos estaban en torno a | Jesús. Ella era como un lazo de BM1
unión entre aquellas mujeres y Jesús: las iniciaba en el sublime 484
mensaje evangélico, siendo la primera en escucharlo y servirlo,
aun recatándose todo lo posible. El Evangelio alude poquísimas
veces a María, pues era el tiempo en que la figura de Jesús
debía resplandecer sobre todo: él era el gran Maestro.
2° La actitud de María era modesta, sobria y humilde en el
hablar, buscando el escondimiento, con espíritu de sacrificio y
maravillosa finura. La vida de María debía aparecer a todos

302 Cf Jn 8,47.
303 Lc 8,2.
LAS GRANDES VIRTUDES 406

como el eco fiel de la palabra de Jesús; más aún, como el evan-


gelio viviente, hecho comprensible casi del todo en la vida
práctica. De este modo llegó a ser también ella, dentro de los
límites de su condición, la conquistadora de almas, con el
apostolado de la oración, del ejemplo, de la palabra. Jesús
obraba en público; María, como en el corazón de la Iglesia,
escondida, y activa, obraba en secreto. Ambos por el servicio y
la redención de la humanidad.
3° He aquí la misión del laicado católico, particularmente
de la mujer.304
Apostolado de la vida interior: quien es santo aporta al
Cuerpo místico de Jesucristo una linfa pura y vivificante.
El apostolado de los santos deseos, de la oración; apostolado
del buen ejemplo que impresiona silenciosamente y hace sentir
a Dios, representado en la tierra por el justo; apostolado del
BM1 sufrimiento, que | sella y da eficacia a cualquier otro apos-
485 tolado; apostolado del servicio al celo del clero.
Examen. – ¿Vivo con la Iglesia? ¿Acompaño a la Iglesia en
su acción? ¿Aporto alimento a las almas?
Propósito. – Quiero vivir en la Iglesia, con la Iglesia, para la
Iglesia como un miembro de su cuerpo.
Oración. – Oh María, que has llevado en tus brazos la
Iglesia naciente, dame tu espíritu para seguirte en las virtudes
de la vida pública. Haz que la acción del laicado apostólico en
la Iglesia sea humilde, generosa, constante. Bendice a cuantos
aman y trabajan con la Iglesia y por la Iglesia en los varios
apostolados.

304 Se trata de una “iluminación” que animó al joven Alberione desde

los primeros años de su ministerio. Al rol de la mujer en la Iglesia y en el


apostolado dedicó, ya en 1915, un texto muy importante: La mujer
asociada al celo sacerdotal.
LAS GRANDES VIRTUDES 407

201.
MARÍA EN CANÁ
«A los tres días, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de
Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la
boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: “No tienen vino”.
Jesús le dice: “Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha
llegado mi hora”. Su madre dice a los sirvientes: “Haced lo que él os
diga”» (Jn 2,1-5).

1° María tiene sensatez para conocer nuestras necesidades;


tiene bondad que se conmueve por nuestras miserias; tiene po-
der de interceder y socorrer. Por eso debemos 8>6<00700003>-J/ 0 1 124.73 311(e
LAS GRANDES VIRTUDES 410

203.
DOLOROSA
«Vosotros, los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor
como el dolor que me atormenta, con el que el Señor me afligió el día
de su ardiente ira» (Lam 1,12).

1° María sufrió indecibles penas y fue traspasada en el


alma por una espada de dolor para ser misericordiosa.
Su martirio fue el más largo, porque siempre contemplaba en
su espíritu la pasión de su Hijo y el pecado, causa de tal pasión,
ofensa a la divina Majestad, ruina eterna de las almas.
Su martirio fue el más penoso, pues nacía de amor al Hijo, a
BM1 Dios, a las almas. Y | cuanto más amaba tanto más penaba; y
490 cuanto más se encendía el fuego de la caridad, tanto más la
espada del dolor penetraba en su alma.
Su dolor fue universal. Cada una de las penas de Jesús se
reflejaba en el corazón de María: los clavos, las espinas, los
azotes, la traición, el abandono. Todos los pecados de los
hombres en su número y malicia se reflejaban en su corazón.
2° Cómo sufrió la santísima Virgen:
Con pleno abandono a la divina voluntad; mejor que todos
los santos decía: «No se haga mi voluntad, sino la tuya, oh
Señor».307 No acusaba a quien era causa de sus sufrimientos, ni
le parecían excesivas sus penas.
Sufrió en unión con Jesús redentor, siendo ella corredentora.
Sabía que tal era su misión: dar una satisfacción digna por el
pecado, reabrir el cielo, salvar a los hombres. Desempeñó este
papel desde el pesebre de Jesús hasta el Calvario y la sepultura
de Jesús. Acogía cada nueva pena como algo debido, como
parte de su cometido, y no lo hubiera cambiado con ningún otro
estado de vida.
Sufrió en amoroso silencio, como Jesús fue a morir sin un
lamento. Amaba y callaba. Fue ejemplo para las piadosas
mujeres, para los apóstoles, para los mártires de siempre.

307 Cf Lc 22,42.
LAS GRANDES VIRTUDES 411

3° El apostolado del sufrimiento supera cualquier otro,


porque nos asocia mejor a la obra del Salvador; porque es más
eficaz ante Dios; porque muestra un veradero y profundo amor a
las | almas; porque es proprio de corazones generosos, de las BM1
almas amantes. 491
Es también el camino seguro para la santificación: «Si al-
guno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome
su cruz y me siga».308 Cuando se ama hasta el sacrificio acep-
tado con gusto, no hay duda de que se está de veras con Dios.
Examen. – ¿Qué aprecio tengo del sufrimiento? ¿Hago de él
un medio de apostolado? ¿Cómo sufro las inevitables penas de
la vida?
Propósito. – Contemplaré a menudo la Dolorosa al pie de la
cruz, uniendo mis pequeñas penas a sus inmensos sufrimientos.
Oración. – Concédeme, oh María, llorar contigo las llagas
del Salvador y mis pecados, que son su causa. Mis cruces son
pequeñas, pero no soy capaz más que de ligeros y breves
sufrimientos. ¡Soy tan poco virtuoso, amo tan poco a Jesús, soy
tan frío en el apostolado! ¡Ea, Madre!, obténme el amor a la
cruz, la gracia de seguir contigo a Jesús hasta el Calvario, y de
acoger con rostro y corazón sereno cualquier tribulación.

204.
MARÍA Y LA RESURRECCIÓN DE JESÚS
«Entonces les dijo: “¡Qué necios y torpes sois para creer lo que
dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y
entrar así en su gloria?» (Lc 24,25-26).

1° Al tremendo drama de la pasión de Jesús, María había


participado más que los | apóstoles y discípulos. Su dolor fue BM1
más grande; los frutos espirituales inmensos; la fe fortificada. 492
Ella veía cumplirse una por una las antiguas profecías y las del
propio Jesús concernientes a la vida dolorosa. Se ratificaba en la
seguridad de que se cumplirían igualmente las referentes a la
vida gloriosa: la resurrección, la ascensión, la gloria de Cristo

308 Mt 16,24 y paralelos.


LAS GRANDES VIRTUDES 412

en el cielo, su reino en la tierra, la Iglesia. Los vientos contra-


rios que agitaban y apagaban las débiles llamas, hacían en
cambio arder siempre más la llama de la fe de María. Ella
aguardaba, en el silencio y en la oración, el cumplimiento. Por
parte suya, animaba y confirmaba a los apóstoles desorientados:
«Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño»; 309
María piadosamente les reunía a su alrededor en el cenáculo.
2° En fuerza de esta fe, María no fue al sepulcro para
volver a ver y embalsamar el cuerpo del Hijo: sabía y creía
que resucitaría. Los evangelios callan, como de otras infinitas
cosas, también de ésta. Pero la tradición y la piedad persuaden
de que Jesucristo resucitado se apareció en primer lugar a
María Sma. Él había unido íntimamente a sí la Virgen en la
encarnación, en la vida, en la pasión, y así debía unirla en la
resurrección, ascensión, bajada del Espíritu Santo, y en el
cielo. Cuando Jesús resucitó, María acogió, la primera, el
beneficio del gran misterio, reabrazando al Hijo divino, y gozó,
BM1 la primera, la nueva y celeste | juventud, en la que reflorecía
493 aquel cuerpo que ella, bendita entre las mujeres, le había dado.
Vio y sintió glorificado su cuerpo, en el cuerpo glorioso de su
Hijo santísimo; besó las llagas que debían ser la alegría del
cielo; se deleitó con exuberante gozo de aquel paraíso que era
para ella Jesús triunfante del pecado y de la muerte, y
unificador del género humano en Dios. María reverentemente
le adoró resucitado, como un día le había adorado niño en el
pesebre y después crucificado en el Calvario. Desde aquel
momento su corazón se inflamó de un amor nuevo; pero sobre
todo ardió mayormente su fe.
3° Los dones sobrenaturales vienen de Dios; especialmente
el primero, la fe. Sucesivamente los actos de fe y la oración
aumentan ese gran don. Sobre todo pidamos la fe en los
novísimos: hay un Dios, que es remunerador; la fe en el juicio
particular; la fe en el fin para el que hemos sido creados; la fe
en el paraíso; la fe en el juicio universal; la fe en el valor eterno
del mérito, de las obras buenas, de la providencia.

309 Cf Mt 26,31.
LAS GRANDES VIRTUDES 413

Examen. – ¿Estoy firme en la fe? Las dificultades y contra-


dicciones ¿alimentan en mí esa llama? Los novísimos ¿son mi
pensamiento constante, la guía de mi vida?
Propósito. – Creo la resurrección, la ascensión al cielo, la
gloria de Jesucristo, y quiero seguirle día a día.
Oración. – Virgen bendita, madre del Salvador, obténme BM1
aumento de fe. Jesús no te llamó sólo para seguirle al Calvario, 494
sino que te hizo partícipe de los gozos de la resurrección.
Hazme sentir que también yo debo seguir este camino y llegar a
la misma gloriosa resurrección.

205.
MARÍA Y LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
«Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas
mujeres y María, la madre de Jesús, y con sus hermanos» (He 1,14).

1° Después de la Ascensión de Jesús al cielo, los apóstoles


se reunieron en el cenáculo para orar, reflexionar y aguardar al
Espíritu Santo.310 Estaban allí Pedro y Juan, Santiago y Andrés,
Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago de Alfeo, Simón
Zelotes y Judas el de Santiago. Eligieron al sucesor de Judas el
traidor, o sea Matías. Todos perseveraban en la oración con las
mujeres y María madre de Jesús. Llegado el día de Pentecostés
se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que
sopla impetuoso y llenó toda la casa.
Apareció un globo de fuego, que se dividió en pequeñas
llamas que se posaron en la cabeza de cada uno de los presentes.
Se llenaron todos de Espíritu Santo, especialmente María
santísima, cuyas oraciones habían acelerado su venida.
2° El Espíritu Santo infundió dones preciosísimos: un
aumento de fe, de esperanza, de caridad. De tal modo, el alma
de María fue mayormente santificada. Ella era para todos ejem- BM1
plo vivo y | constante, casi el Evangelio viviente, sobre todo 495
después de recibir los dones para su nuevo cometido de Madre
de la Iglesia.

310 He 1,13ss.
LAS GRANDES VIRTUDES 414

Ella tuvo el don del consejo para iluminar a los apóstoles,


los evangelistas, los fieles.
El don de la fortaleza para sostener, confortar, animar a
todos frente a las dificultades y persecuciones.
El don de una profunda ternura para los neófitos, los idó-
latras y los errantes.
El don del celo por todas las almas redimidas con la sangre
de Jesucristo. Tuvo una luz particular para conocer la naturaleza,
la misión, los derechos de la Iglesia.
Tuvo un amor ardentísimo por el reino de Jesucristo y su
dilatación en la tierra. Desde entonces sus oraciones eran por
Pedro y por los doce; vivía para la Iglesia, llevándola en su
corazón, con la misma premura tenida antes con su Hijo Jesús.
3° Los dones del Espíritu Santo se conceden a cada alma
según sus disposiciones y según la propia misión.
Pidamos ciencia, sabiduría, inteligencia, consejo, piedad,
temor de Dios.
Sobre todo pidamos celo por la salvación de las almas.
Pidamos amor a la Iglesia, fortaleza, generosidad, piedad.
Pidamos ser en la Iglesia miembros vivos y operantes.
Examen. – ¿Tengo verdadera devoción al Espíritu Santo?
¿Pido a nteligen
menudo sus dones? ¿Trato de aumentar mi fe enif
LAS GRANDES VIRTUDES 418

208.
EL TRÁNSITO DE MARÍA
«Habla mi amado y me dice: “Levántate, amada mía, hermosa mía, y
vente”. Mira, el invierno ya ha pasado, las lluvias cesaron, se han ido.
Brotan las flores en el campo, llega la estación de la poda, el arrullo de
la tórtola se oye en nuestra tierra...» (Cant 2,10-12).

1° El Señor escuchó los ardientes deseos de la santísima


Virgen de unirse eternamente a él.
La aceptación de la muerte es un gran mérito, como lo fue
para Jesucristo, como lo es para cada alma. No podía faltar en
María. También en esto se asemejó a su Hijo.
Pero su muerte fue muy diversa de la común. María no
murió de enfermedad o vejez, sino por amor de Dios.
A la muerte de María se la llama sueño o dormición, un
BM1 sueño divino llegado en | el lugar y el tiempo querido por Dios;
501 y que en la realidad de Dios era un despertarse, un amanecer en
la otra vida, en una visión beatífica, es decir abrir los ojos a los
esplendores de la patria, cesando de ver las tristezas del exilio.
Se trata, pues, de un paso realizado en el amor. Ella tenía,
especialmente en los últimos años, visiones y conversaciones
celestiales, cada vez más frecuentes y prolongadas con su Jesús
y con el paraíso. En aquellos momentos estaba más allí que aquí
y nada se ocupaba de la tierra... hasta que, llegado el momento
designado por Dios, ya no se despertó: estaba allí arriba.
2° Tres cosas hicieron feliz el tránsito de María.
La vida pasada cumpliendo en todo el querer divino, con
gran amor. Ella no podía sentir el remordimiento de quien ha
ofendido al Señor.
La seguridad de encontrar benigno y acogedor el rostro del
Señor. El suyo fue un juicio sólo de aprobación, no de discusión.
El gozo de haber llegado al término de su exilio y de hallarse
en el umbral del paraíso. Las consolaciones inefables infundidas
por el Señor en su alma, dada su íntima unión con él.
3° Nos acercamos a pasos agigantados a la muerte, que ya
tenemos a la vista. Las penas de un moribundo que fue infiel a
LAS GRANDES VIRTUDES 419

Dios serán: los remordimientos por los pecados cometidos; el


temor al juicio divino; el disgusto de tener que dejar lo que ha
buscado y amado desordenadamente.
Las consolaciones del alma fiel a Dios, en cambio, a la hora BM1
de la muerte serán: el recuerdo de las buenas obras hechas 502
durante la vida, la esperanza del premio, el alivio de los santos
sacramentos y de los divinos consuelos.
Examen. – ¿Qué muerte me preparo? ¿La del siervo infiel?
¿O la del siervo fiel? 316
Propósito. – Quiero imitar cada vez mejor a la Sma. Virgen
en mi vida, para al menos de alguna manera, asemejarme a ella
en la muerte.
Oración. – Virgen bendita, tu tránsito fue de veras el día de
la ganancia. Los ángeles te rodeaban, Jesús venía a acogerte,
todo el paraíso te aguardaba.
Dame la gracia de prepararme santamente a la muerte,
cada día. Obténme un espacio de penitencia, una gran puri-
ficación y una profunda unión con mi Dios.

209.
ASUNCIÓN
«¿Qué sube del desierto 317 como columna de humo, perfumada con
mirra y olíbano, con tantos perfumes exóticos?» (Cant 3,6).

1° María Sma. quedó unida a su divino Hijo en la vida, en


la pasión, en la resurrección, en la gloria y misión en el cielo.
María murió para ser más semejante al Hijo que se inmoló
en el Calvario.

316 Puede iluminarnos la descripción que el P. Alberione propone

acerca del momento de nuestra muerte, o de nuestro encuentro con Jesús:


«Cuando el alma se presentará a Jesús juez, él divisará en ella como otro
sí mismo: “conformes fíeri imágini Filii sui”; la presentará a Dios, que
verá su semejanza con la augusta Trinidad, semejanza restablecida por
Jesús mismo. Se complacerá de ello y el alma cantará eternamente: Gloria
Patri et Filio et Spirítui Sancto» (Introducción, en: Stéfano Lamera, Jesús
Maestro Camino, Verdad y Vida, Apuntes, E.P., Alba 1949).
317 Texto de la Vulgata. Las versiones modernas leen: «¿Quién es esta

que sube del desierto...?».


LAS GRANDES VIRTUDES 420

BM1 El cuerpo de María no quedó sometido a la | corrupción del


503 sepulcro, como no había quedado sometido Jesús.
El alma de María, por la fuerza de Dios, volvió a unirse al
cuerpo, como el alma de Jesús por su propia fuerza. Entrambos
resucitaron.
María fue asunta al cielo con gran gloria, como Jesús
ascendió al cielo en presencia de los discípulos.
María en el cielo fue exaltada por encima de los santos y de
los ángeles, como Jesús es la cabeza del reino dichoso y se
sienta a la derecha del Padre.
2° María en el cielo:
Es mediadora y distribuidora de la gracia.318 La redención
cumplida en Cristo es preciso que se cumpla en sus miembros,
aplicada por Jesús y por María.
De consecuencia, María piensa en todos sus hijos, provee a
todos sus hijos, ruega por todos sus hijos, da a todos sus hijos
toda clase de socorros y ayudas. A los hijos de cada tiempo y
lugar, hasta que se acabe el tiempo y la Iglesia se reúna toda ella
en el cielo atorno a Jesucristo, como trofeo de la victoria de
Cristo Jesús y de María sobre el demonio. Entonces Jesús
presentará al Padre este su reino dichoso, que eternamente
adorará, exaltará y agradecerá a Dios. Jesucristo conquistador,
rey, sacerdote y maestro; María, la primera conquista, la
primera gloria, la más bella, la toda hermosa, la perfecta
conquista, sobre la cual el demonio nunca tuvo poder alguno.
BM1 María la más bella gloria de Jesús; Jesús, la gloria de María
504 pues [ella] es su | Madre. Dos espejos que se reflejan recípro-
camente en luz y calor.
Y ello para exaltar, glorificar, agradecer a Dios eternamente.
3° ¡Hermosa Reina en su trono elevado sobre el de los
vírgenes, confesores, mártires, apóstoles, san José, san Juan
Bautista, por encima de los querubines y serafines!
Pero María, en aquel reino feliz, es especialmente Reina de
misericordia. Desde allí piensa en nosotros, ruega por nosotros,

318 Esta “mediación” y “distribución”, como precisó el concilio

Vaticano II, deben entenderse en íntima unión con la mediación


sacramental y pastoral de la Iglesia, de la cual María es Madre y modelo
(cf LG 63).
LAS GRANDES VIRTUDES 421

nos sigue, soccorre e ilumina. ¡Dichosos quienes esperan en


ella!
Examen. – ¿Amo a María y la alabo como la ama y exalta
Jesús en el cielo? ¿Confío en su intercesión? ¿Deseo con ardor
ir a contemplarla y amarla allá arriba?
Propósito. – María tiene siempre fija su mirada en mí; yo
quiero dirigir siempre mis ojos a María.
Oración. – Recuerda, oh piadosísima Madre, que Jesús
desde la cruz te hizo madre mía; que en el paraíso tienes por
oficio ser mi mediadora; que en ti se hallan todas las gracias;
acuérdate de nosotros que estamos gimiendo y pasando peli-
gros en este valle de lágrimas; que yo soy un hijo muy pobre,
pecador y náufrago...
¡Sí, acuérdate, y ven en mi socorro, oh Madre! Yo confío sin
límites precisamente porque soy el más mísero. Los míseros son
los súbditos de la Reina de misericordia.

210. BM1
MARÍA EN EL CIELO - I 505

«¡Ven del Líbano, esposa, ven del Líbano, acércate! ¡Desciende de la


cumbre del Amaná, de las cumbres del Senir y del Hermón, de las
guaridas de leones, de los montes de leopardos! Me has robado el
corazón, hermana mía, esposa, me has robado el corazón con una sola
mirada tuya...» (Cant 4,8-9).

1° María con Jesús debía obtener plena victoria sobre el


demonio. La muerte era uno de los graves males traídos por el
demonio e introducidos en el mundo. La victoria de Jesús y de
María sobre la muerte fue completa al resucitar del sepulcro.
El cuerpo virginal de María no fue sometido a la corrupción
del sepulcro. María era inmaculada; la corrupción en cambio iba
unida íntimamente a la culpa.
2° María en el cielo fue coronada Reina del cielo y de la
tierra por la Sma. Trinidad.
María fue exaltada sobre todos los coros de ángeles y santos.
LAS GRANDES VIRTUDES 425

María ofreciendo a Dios el Fruto bendito de su seno, ofreciendo


a Dios su Unigénito, adquiría innumerables hijos adoptivos.
«Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo que
amaba, dijo a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego,
dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora,
el discípulo la recibió como algo propio» (Jn 19,26).
3° María nos aceptó por hijos y desempeña con nosotros
verdaderamente el oficio de madre: nos ama, nos socorre, nos
defiende, nos da la gracia, nos santifica.323 Hemos de tomar a
María con nosotros como hijos | cariñosos: conocerla, amarla, BM1
escucharla, servirla, predicarla, rezarla. 510
Examen. – ¿Soy un buen hijo de María? ¿La estudio cada
vez más? ¿La amo siempre más? ¿La predico? ¿La rezo?
Propósito. – Quiero tomar conmigo a mi Madre, a ejemplo
de san Juan:324 para convivir con María, y morir como Jesús,
bajo su mirada.
Oración. – Oh María, ¡muéstrate como madre mía! Yo quie-
ro mostrar que soy tu hijo. Quiero permanecer siempre cerca
de ti, quiero buscar a menudo tu rostro y tu mirada, quiero in-
vocarte en todas mis necesidades. Salva el alma de este tu po-
bre y desafortunado pecador, que no tiene ninguna esperanza
fuera de ti.

213.
MARÍA EN EL CORAZÓN DE LOS HIJOS
«Al terminar la oración, tembló el lugar donde estaban reunidos; los
llenó a todos el Espíritu Santo, y predicaban con valentía la palabra de
Dios. El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma:
nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo
en común» (He 4,31-32).

323 Recordemos una vez más que estas afirmaciones deben entenderse

a la luz del misterio de la Iglesia y de la acción del Espíritu, «para no


atribuir a María –como nos acusan los protestantes– lo que es propio del
Espíritu de Cristo».
324 Jn 19,27.
LAS GRANDES VIRTUDES 426

1° Entre la Sma. Virgen María y los hombres se dio una


correspondencia como entre la madre y los hijos.
María y la Iglesia. Después de la asunción al cielo, la Virgen
bendita asumió constantemente el cuidado de la Iglesia, que es
hija suya.
María salvó a la Iglesia de los errores y de las herejías. En la
liturgia leemos: «Cunctas haereses interemisti in universo mun-
BM1 do».325 Las herejías | de los nestorianos, los valdenses, Lutero,
511 el modernismo; los errores del racionalismo, materialismo, so-
cialismo; las aberraciones del humanismo, la potencia ma-
hometana, el razismo y el comunismo. En todo tiempo, la cris-
tiandad rogó y ruega, y siempre fue y es visible la intervención
de María. La Iglesia, agitada por tanto oleaje, continúa su viaje.
2° María trajo socorro a la Iglesia. En todo tiempo
protegió al Pontificado romano asaltado en los siglos por
poderosos enemigos: los emperadores romanos, los bárbaros,
los mahometanos, los emperadores alemanes, Napoleón I.
Mandó a la Iglesia hombres eminentes por doctrina y celo,
como los padres, los doctores, los escritores católicos.
Suscitó en la Iglesia misioneros incansables en dilatar la fe;
pastores prudentes y llenos de celo en el gobierno de la Iglesia,
innumerables santos, que en la cura de almas, en las obras
caritativas y en otras actividades beneficiaron a la cristiandad.
Fue Madre de órdenes y de congregaciones religiosas que
trabajan por la sociedad, las almas y la civilización cristiana con
frutos maravillosos o por lo menos abundantes. Así tenemos a
los dominicos, insignes por doctrina; los hijos de san Francisco,
distinguidos por muchas obras de caridad espiritual y material;
los Siervos de María, los jesuitas, los salesianos, etc.326
3° María fue luz para los evangelistas, consuelo para los
BM1 mártires, Reina de los apóstoles y de todo | apostolato, pureza
512 de las vírgenes y Madre de todos los santos. Su solicitud por la
Iglesia es continua. Se comprende cómo todos los santos, los
vírgenes, los mártires, los apóstoles, los doctores, los papas, los

325 «Has vencido todas las herejías en el mundo entero»: antífona

mariana del siglo VIII para la fiesta de la anunciación.


326 Aquí se apuntan sólo algunos ejemplos de instituciones religiosas.

No cabe olvidar a las grandes familias de los benedictinos, carmelitas,


pasionistas y las modernas congregaciones misioneras.
LAS GRANDES VIRTUDES 427

padres hayan amado tanto a María. A ella acudieron en las


grandes necesidades públicas de la Iglesia y de las naciones;
escribieron y predicaron incesantemente de María; introdujeron
prácticas de piedad y fiestas en su honor; erigieron estatuas,
altares e iglesias en cualquier punto del mundo cristiano.
Examen. – ¿Sigo estos insignes [ejemplos] en la devoción a
María? ¿La invoco con la Iglesia? ¿Me instruyo en las verdades
marianas?
Propósito. – Caminaré con la Iglesia, sentiré con la Iglesia,
oraré con la Iglesia a esta Madre bendita.
Oración. – Virgen santísima, cubre con tu manto a la Iglesia,
ilumina al Papa; guía a los pastores; concédenos muchos
santos; multiplica los apóstoles, bendícelos.

214.
LA VIDA DE MARÍA EN NOSOTROS
«Y tuvo un sueño: una escalinata, apoyada en la tierra, con la cima
tocaba el cielo. Ángeles de Dios subían y bajaban por ella. El Señor,
que estaba en pie junto a ella, le dijo: “Yo soy el Señor, el Dios de tu
padre Abrahán y el Dios de Isaac. La tierra sobre la que estás acostado
la daré a ti y a tu descendencia. Tu descendencia será como el polvo
de la tierra, y te extenderás a occidente y a oriente, a norte y sur; y
todas las naciones de la tierra serán benditas por causa tuya y de tu
descendencia”» (Gén 28,12-14).

1° La perfecta devoción a María consiste en pensar como


María, desear lo que desea María, querer lo que quiere María,
obrar con María, tener las intenciones de María.
En una palabra, ser enteramente en María, para ser más BM1
perfectamente en Jesucristo. Es perfecto devoto quien puede 513
decir: yo vivo, pero verdaderamente ya no vivo yo, vive en mí
María; y esto para hallar el camino que nos lleva a Jesús, y
poder concluir: Vivo yo, pero verdaderamente ya no soy yo,
vive en mí Jesucristo.327 Mi vida es Cristo,328 y el camino para
llegar a él es María.
327 Gál 2,20.
328 Flp 1,21.
LAS GRANDES VIRTUDES 428

2° ¿Por qué la devoción a María?


Porque el devoto de María se salva.
Porque quien es muy devoto de María, se hace santo.
Porque el devoto de María no peca.
Porque el devoto de María se levanta antes, si ha caído.
Porque el devoto de María es guiado y asistido por ella.
Porque el devoto de María obra más santamente.
Porque el devoto de María es socorrido en toda necesidad.
Porque el devoto de María tiene más fe, esperanza y caridad.
Porque al devoto de María le asiste ella en punto de muerte.
Porque el devoto de María es librado del purgatorio.
Porque el devoto de María tendrá más gloria en el paraíso.
Porque María es el auxilio del pueblo cristiano.
Porque María es la Reina de la paz.
Porque María es la salud de los enfermos.
BM1 Porque María es la consoladora de los afligidos.
514 Porque María es el refugio de los pecadores.
Porque María es la potente abogada ante Dios.
Porque María es causa de alegría, puerta del cielo, estrella matutina.
Porque María es madre mía.
Porque Dios, Jesús y la Iglesia quieren la devoción a María.
3° ¿Quién llegará a la perfecta devoción? Quien:
a) estudie mejor a María;
b) imite mejor a María;
c) rece mejor a María.
Examen. – ¿Soy verdadero devoto de María? ¿Me acerco a
la Madre para encontrar a Jesús? Mi devoción ¿es iluminada,
práctica, afectuosa, constante?
Propósito. – O María, o muerte.
Oración. – Soy todo tuyo, oh María, y cuanto tengo, lo
ofrezco a Jesús por tus manos benditas, oh Madre. No me dejes
ni un momento; mejor, no permitas que yo te abandone. Hazme
digno devoto tuyo, para que yo llegue a cantar eternamente
tus alabanzas, y contigo las alabanzas al Dios altísimo.
LAS GRANDES VIRTUDES 429

215.
CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
«Hijos míos, escuchadme: dichosos los que siguen mis caminos;
escuchad la instrucción, no rechacéis la sabiduría. Dichoso el hombre
que me escucha, velando día a día en mi portal, guardando las jambas
de mi puerta. Quien me encuentra, encuentra la vida y alcanza el favor
del Señor» (Prov 8,32-35).

1° María y Jesús siempre están unidos, en la vida, en el


cielo, en el culto. Junto al Corazón de Jesús la Iglesia honra y
ruega al Corazón de María, indicándonos que arriba, en el cielo,
está la Madre de gran corazón para sus hijos. En la octava de la
asunción, en efecto, se estableció la fiesta del Corazón inma-
culado de María. 329 Ella tiene en el cielo, para cada uno de
nosotros, la solicitud que tuvo par
p
LAS GRANDES VIRTUDES 432

ojos misericordiosos y después de este destierro muéstranos a


Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!».
BM2
3

Sac. Giacomo Alberione, S. S. P.

BREVI MEDITAZIONI
per ogni giorno dell’anno

Volume II



Roma - Società Apostolato Stampa - Roma

Frontispicio del II volumen. Es igual al del I volumen, cambiando


la indicación “Volumen I” y la ciudad del editor: “Alba”.
LAS GRANDES VIRTUDES 434

BM2
4

Visto: NULLA OSTA ALLA STAMPA

Alba, 1 marzo 1948


D. Agostino Damonte

SI STAMPI

Alba, 6 marzo 1948


Can. Gianolio, Vic. Gen.

Dorso del frontispicio del II volumen (igual a la del I). El vicario


general (de la diócesis de Alba) era el canónigo Pasquale Gianolio.
BM2
5*

PARTE III

LAS GRANDES ORACIONES

«Amarás al Señor con todo tu corazón».


[Mt 22,37]

* La “Parte III” aparece en el segundo volumen: por eso el número de

página de la edición original recomienza y se indica con la sigla “BM2”.


217. BM2
LOS SACRAMENTOS 1 - I 7

«No hay proporción entre el delito y el don: si por el delito de uno


solo murieron todos, con mayor razón la gracia de Dios y el don
otorgado en virtud de un hombre, Jesucristo, se han desbordado sobre
todos» (Rom 5,15).

1° Dos vidas hay en el cristiano: la vida natural y la vida


sobrenatural. La vida sobrenatural tiene semejanzas con la vida
natural. El hombre nace, crece, se nutre, necesita medicinas
para curarse de las enfermedades; como miembro de la sociedad
está sujeto a la autoridad y debe propagar la sociedad misma.
Jesucristo ha proveído de modo semejante para la vida
sobrenatural: el hombre nace 2 por medio del bautismo; el cris-
tiano crece y se fortifica por la confirmación, se nutre en la
Eucaristía; si cae enfermo readquiere la salud por la penitencia;
después de las enfermedades recupera la salud primitiva por
medio de la extremaunción; 3 mientras por el matrimonio se
logra la propagación del género humano; y por el orden conti-
núa la Iglesia, y las almas tienen la vida espiritual.
2° Grandes beneficios son los santos sacramentos, que
fueron instituidos como signos sensibles de la gracia contenida
y conferida realmente en ellos. Así, por el agua y las palabras
«Yo te bautizo, etc.» se indica el efecto que se produce | en el BM2
alma: purificación del pecado original y concesión de la vida 8
1 Empieza aquí una amplia sección dedicada a los sacramentos y a la

vida sacramental. Al lector no le resultará difícil ver el desarrollo de los


elementos apenas enumerados en el siguiente paso del DF: «Los
SACRAMENTOS. – 1. Son signos sensibles, instituidos por nuestro Señor
Jesucristo, que significan y confieren la gracia. Se dividen por razón de su
efecto, de la necesidad, del carácter, etc. 2. Ocupan el primer lugar entre
los medios de santificación. Sirven para engendrar, acrecentar, reparar y
nutrir la vida sobrenatural y también para la preparación de los padres
naturales y espirituales. Cada uno tiene su particular excelencia y sus
efectos específicos. 3. Condiciones: unas son externas y otras internas,
unas para los sacramentos de vivos y otras para los sacramentos de
muertos, etc. Algunos conviene recibirlos con la máxima frecuencia; para
todos se requiere el máximo respeto. Nacen en el Calvario, actúan por el
Espíritu Santo» (p. 73).
2 Nace cristiano.
3 Hoy, unción de los enfermos.
LAS GRANDES ORACIONES 438

nueva, divina. En la Eucaristía se indica que, como el pan y el


vino sustentan la vida del cuerpo, así en este sacramento es
alimentada y acrecentada la vida sobrenatural del alma. En los
tribunales civiles se conceden las absoluciones y las gracias, y
en el sacramento de la penitencia el sacerdote pronuncia la
absolución, quedando el pecado perdonado ante Dios. El orden
da a los fieles los padres espirituales de las almas, creando los
sacerdotes con poderes sobrenaturales. El matrimonio eleva un
contrato natural a la dignidad de sacramento, ennoblece
inmensamente lo que Dios ya había establecido en la creación
del hombre, confiriendo gracias y ayudas divinas para el
desempeño de los graves deberes de la vida conyugal, de la
paternidad y del gobierno de la familia.
3° Jesús Maestro, yo reconozco y admiro en los sacra-
mentos la divina sabiduría que por medio de signos sensibles
nos hace entender y producir divinos efectos; me asombra la
divina bondad que se adapta a nuestra débil naturaleza; la divina
omnipotencia que a elementos tan pobres ha unido el inefable
don de la gracia; la divina misericordia que nos otorgó unos
signos para distinguir los fieles de los infieles; la divina benig-
nidad que quiso hacernos más seguros de la divina gracia, y
darnos el modo de elevarnos más fácilmente a Dios, adorándole
y entrando en comunicaciones íntimas con él.
BM2 Examen. – ¿He amado los sacramentos? ¿He | tratado de
9 recibirlos con las disposiciones de fe, esperanza, caridad y
arrepentimiento?
Propósito. – Quiero dar a conocer mediante la palabra, las
ediciones, en privado y en público, estos grandes medios de
vida espiritual.
Oración. – Jesús redentor, adoro tus palabras: «He venido
para que tengan vida y la tengan abundante».4 Es por medio de
los sacramentos como das la vida y la acrecientas en nuestras
almas. ¡Qué preciosas me resultan las palabras: «Bautizad en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».5 «Haced

4 Cf Jn 10,10.
5 Cf Mt 28,19.
LAS GRANDES ORACIONES 439

esto en memoria mía»;6 «Recibid el Espíritu Santo; les quedan


perdonados los pecados a quienes se los perdonéis aquí en la
tierra».7 Dame la gracia de conocer, amar y recibir estos sa-
cramentos cada vez más y mejor; concédeme también la gracia
de darlos a conocer, amar y practicar a muchas otras almas.

218.
LOS SACRAMENTOS - II
«Si por el delito de uno solo la muerte inauguró su reinado a través de
uno solo, con cuánta más razón los que reciben a raudales el don
gratuito de la justificación reinarán en la vida gracias a uno solo,
Jesucristo» (Rom 5,17).

1° Los sacramentos son el medio principal que nos dio


Cristo para nuestra santificación y salvación. Jesucristo realizó
la redención, pero ésta alcanza a las almas especialmente por
medio de los sacramentos, que son los canales a través de los
cuales la sangre de Jesucristo llega al alma.
Dice el Ritual romano: No hay nada tan santo o más útil, ni
más excelente o más divino | que los sacramentos instituidos BM2
por Jesucristo para la salvación del género humano. 10
2° El valor de los sacramentos se aprecia mejor si se los
considera en sí mismos. Son reliquias 8 de la encarnación y
preciosos vasos en los que se contienen la sangre y los méritos
de Jesucristo.
Son la perenne acción de Jesucristo en su Cuerpo místico
que es la Iglesia. Mediante los sacramentos instituidos por
Jesucristo, y trámite el ministerio de los sacerdotes, él comunica
la propia vida y virtudes. Son fuentes del agua viva surgida de
su sagrado costado, de modo que a los sacramentos cabe aplicar
estas palabras de Isaía: «Sacaréis agua con gozo de las llagas
del Salvador, como de una fuente».9

6 Lc 22,19.
7 Cf Jn 20,22-23.
8 Latinismo, con el significado de lo que queda de la encarnación, los

frutos, la prolongación de la encarnación.


9 Is 12,3. Las modernas versiones dan este texto: «Y sacaréis agua con

gozo de las fuentes de la salvación».


LAS GRANDES ORACIONES 440

Son medicina para el alma herida, como el aceite y el vino


del samaritano evangélico.10 Con los santos sacramentos Jesu-
cristo remedia los males de nuestras almas.
Son los vínculos exteriores por los que los fieles forman un
solo cuerpo y una sola sociedad.
3° Te doy gracias, oh divino Salvador, por haber instituido
misericordiosamente estos signos sensibles y perpetuos que
indican y confieren la vida espiritual a nuestras almas. Te doy
gracias porque me llamaste a recibir estos sacramentos antes de
que yo comprendiera su valor. Fue también bondad tuya haber
nacido yo en seno a la Iglesia católica. Te agradezco el poder
concedido a tus ministros de administrar estos sacramentos.
Examen. – ¿Estoy bien instruido acerca del valor de los
sacramentos? ¿Conozco su naturaleza, efect
LAS GRANDES ORACIONES 443

1° El divino Reparador nos restituyó cuanto habíamos


perdido en Adán. Pero no todo se nos devuelve en el bautismo.
En él queda restituida la vida de la gracia con las virtudes
infusas y los dones del Espíritu Santo. La inmortalidad, en
cambio, la tendremos después de la resurrección; la sujeción de
la carne al espíritu se obtiene con la oración; la ciencia la
tenemos en la revelación, en la práctica de la fe, en la esperanza
de la visión beatífica en el cielo.
Permance la condena a muerte y a muchas penas, para ser
semejantes a Jesucristo que quiso morir y sufrir toda clase de
dolores. Él aceptó la muerte: «No se haga mi voluntad, sino la
tuya» (Lc 22,42). El discípulo imite al Maestro. La aceptación de
la muerte es un acto de mucho mérito. Conviene hacerlo con
frecuencia, mejor aún, cada día, o al menos en el retiro mensual.
La natura rehúsa tanto la muerte como el dolor; sin embargo, con
la aceptación del dolor y de la muerte el alma se fortifica en la
virtud y se orienta en la vida hacia nuestro fin, el paraíso.
También aprovecha mucho reavivar la fe en la resurrección de
Jesucristo y en la resurrección de la carne.
2° El bautismo no nos restituye la integridad, es decir la
inmunidad frente a las tentaciones; pero sí nos da el derecho a la
gracia para vencerlas. Nos injerta en Cristo, nos reviste de él:
sus méritos son nuestros, nuestras súplicas son escuchadas | por- BM2
que Jesucristo agradó al Padre. El demonio excita, despierta las 15
pasiones que en determinados momentos llegan a ser prepoten-
tes: la pereza, la gula, la ociosidad, la sensualidad estimulan
fuertemente; pero quien ora se salva del infierno porque se libra
de los pecados. En la oración, gracias a la pasión de Jesucristo,
se curan todas nuestras enfermedades espirituales; nuestra voluntad
se fortifica para domar a la carne; el espíritu se somete a Dios.
3° Después del bautismo perdura nuestra ignorancia; pero
Jesucristo ha revelado a los hombres verdades divinas, misterios
superiores a la naturaleza humana; la Iglesia nos las propone
para creerlas.
El niño, creyendo en los misterios, se hace sabio porque
conoce verdades que ningún hombre podría descubrir. La fe
pone la mente al servicio de Dios, suma y esencial verdad. Los
actos de fe son altamente meritorios. Quien vive de fe llegará a
la visión de Dios.
LAS GRANDES ORACIONES 444

Examen. – ¿Tengo fe en el dogma de la resurrección de la


carne? ¿Confío en poder vivir rectamente sometiendo mi carne
por la gracia de Jesucristo? ¿Vivo de fe?
Propósito. – Tendré presente el principio de san Pablo: Dios
quiere restaurar del todo cuanto estaba arruinado por el pecado,
mediante Jesucristo.17
Oración. – Dos deben ser los actos de mi espíritu y dos las
BM2 disposiciones de mi alma: | humillación por lo que soy, y con-
16 fianza en Jesucristo por lo que él es. Yo soy ignorante, débil,
sujeto a mil enfermedades y a la muerte. Tú, oh Jesús, eres la
resurrección y la vida. De mí nada puedo; contigo lo puedo
todo. Jesús mío, confío en ti. Temo por mí, pero tú eres mi vida,
mi paz, mi luz, mi seguridad.

221.
EL BAUTISMO - III
«¿Qué diremos, pues? ¿Permanezcamos en el pecado para que abunde
la gracia? De ningún modo. Los que hemos muerto al pecado, ¿cómo
vamos a seguir viviendo en el pecado? ¿Es que no sabéis que cuantos
fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte?»
(Rom 6,1-3).

1° En el bautismo se da como un pacto entre Dios y el


bautizando; éste pide entrar en la Iglesia para llegar a la vida
eterna, y Dios le pone algunas condiciones.
1) Las renuncias. «¿Renuncias a Satanás?» «¡Renuncio!».
Satanás tiene bajo su dominio tantas regiones 18 y tantos
corazones. Su reino está hecho de errores, odios, idolatrías,
vicios, carne 19 y mundanidad. Él alza su bandera y llama a los
hombres a enrolarse bajo ella. Con la renuncia al diablo se hace
también la renuncia a las máximas y vanidades del mundo, y a
las ilícitas satisfacciones de la carne.
Otra condición: creer en Dios Padre omnipotente, en Jesu-
cristo su único Hijo, en el Espíritu Santo, en la Iglesia católica y
en la vida eterna. Esto implica la condena de todos los errores y

BM2 17 Cf Rom 5,21; Gál 3,22.


17 18 Probablemente “razones”, en el sentido de “mentes”.
19 En el significado de inclinaciones y obras opuestas al Espíritu.
LAS GRANDES ORACIONES 445

herejías en punto a religión, obligándose además a creer todas


las verdades que la | Iglesia propone a los fieles, así como el
deber de instruirse en la doctrina cristiana. El bautizando
promete asimismo la observancia de los mandamientos y de
unirse a Jesucristo como verdadero discípulo e imitador.
2° Cuando el niño es llevado a la iglesia para ser bautizado,
se le pregunta: «¿Qué te da la fe?». Y por medio de los padrinos
responde: «La vida eterna». El Señor, por su parte, se obliga a
dar al recién nacido el paraíso y las gracias necesarias para
alcanzarlo. El paraíso es la visión de Dios, o sea conocer a Dios
como él se conoce a sí mismo; poseer a Dios como máximo
bien; participar en el mismo gozo de Dios, en su beatitud. El
paraíso es un bien sobrenatural al que el hombre, de suyo, no
podría aspirar, pero el Señor se obliga a dar la gracia que es la
vida divina en nosotros, la inhabitación de la Sma. Trinidad. Se
obliga también a proporcionar todas las ayudas para que el
hombre pueda creer, vivir según los mandamientos y amar al
Señor con todo el corazón.
3° Oh divino Maestro Jesucristo, te agradezco el haberme
llamado a la vida eterna por medio del bautismo. Consciente de
los compromisos asumidos en él, yo los ratifico y confirmo con
toda el alma. Es bien poco lo que que me pides, y en cambio es
desproporcionadamente grande cuanto me prometes. Bondad
infinita, te bendigo con todo el corazón.
Examen. – ¿He mantenido las promesas del | bautismo? BM2
¿Nunca he cedido a Satanás, a la carne, al mundo? ¿He sido fiel 18
a los mandamientos? ¿Nunca he roto la amistad con Dios con el
pecado?
Propósito. – A menudo renovaré las promesas bautismales.
Oración. – Dios mío, tú eres fidelísimo a tus promesas; pero
yo, ¡cuántas veces he fallado en los más sagrados y solemnes
compromisos asumidos! Me arrepiento y pido humildemente
perdón. ¡Cómo me ofendería si otros faltasen conmigo a la
palabra dada! Perdóname, oh Señor, y dame la gracia de ser
fiel de ahora en adelante. Protesto 20 creer en ti, amarte, obede-
certe, resistir a todas las lisonjas de la carne, de Satanás y del

20 Declaro.
LAS GRANDES ORACIONES 446

mundo. Dame, por intercesión de María, la gracia de orar cada


vez más y mejor, y de ser digno de las promesas: «Ut digni
efficiámur promissiónibus Christi».21

21 «Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo»

(Oración delÁngelus, y conclusión de la Salve).


LAS GRANDES ORACIONES 447

222.
EL BAUTISMO - IV
«Mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas, avivadas
por la ley, actuaban en nuestros miembros, a fin de que diéramos
frutos para la muerte; ahora, en cambio, tras morir a aquella realidad
en la que nos hallábamos prisioneros, hemos sido liberados de la ley,
de modo que podamos servir en la novedad del espíritu y no en la
caducidad de la letra» (Rom 7,5-6).

1° Del bautismo, casi por un contrato que se establece con


Dios, deriva la obligación de vivir según Jesucristo, y el
derecho a la gracia para cumplir santamente tal deber.
San Pablo dice: «Ahora, liberados del pecado y hechos
esclavos de Dios, | dais frutos para la santidad que conducen a BM2
la vida eterna» (Rom 6,22). «Andemos en una vida nueva» 19
(Rom 6,4). «Despojaos del hombre viejo… y revestíos de la
nueva condición humana» (Ef 4,22.24), es decir de Jesucristo.
Vivir según Jesucristo, revestirnos de Jesucristo, significa imitar
sus ejemplos. «Si alguno quiere venir en pos de mí… tome su
cruz y me siga» (Mt 16,24). «Os he dado ejemplo para que lo
que yo he hecho con vosotros, vosotros lo hagáis también» (Jn
13,15). «Aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón» (Mt 11,29).
2° Y bien, en su conjunto, ¿cómo se presenta ante nosotros
la vida de Jesucristo?
Vida de pobreza: nace en una gruta no suya, y, después de
muerto, es sepultado en un sepulcro ofrecido por caridad; tiene
alimento común, ropas de obrero, casita pobrísima; en la vida
pública vive de limosnas, no dispone ni de una piedra donde
posar la cabeza, trata preferentemente con gente del pueblo.
Vida mortificada: en la gruta de Belén está expuesto a sufri-
mientos; prófugo en Egipto, padece las penas del desterrado; en
Nazaret trabaja como obrero ordinario; en la vida pública
soporta fatigas e incomodidades, dedica su jornada al apos-
tolado y la noche a la oración; en la pasión sufre toda clase de
penas en el espíritu, en el corazón, en el cuerpo; muere víctima
de los pecadores entre infinitos dolores.
LAS GRANDES ORACIONES 448

Vida humilde: Jesús nace entre dos animales, y muere entre


dos ladrones. Se muestra obediente a María en la | vida privada;
en el ministerio público prefiere a
LAS GRANDES ORACIONES 451

Espíritu | Santo descienda sobre vosotros y la fuerza del Altí-


simo os guarde de todo pecado...». Y ruega así: «Envía sobre
ellos el Espíritu septiforme:24 espíritu de sabiduría y de inteli-
gencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y
de piedad, y cólmalos del espíritu de tu santo temor. Y sígnalos
con la señal de la cruz».
2° En Pentecostés, los apóstoles recibieron estos siete
dones, pero especialmente la ciencia divina, el celo por la
salvación de las almas, la fortaleza en predicar a Jesucristo.
Antes eran muy ignorantes y a menudo el Maestro divino se
quejó porque entendían sólo materialmente sus exhortaciones.
En cambio, después de Pentecostés, Pedro, en sus primeras
intervenciones, se muestra sabio teólogo, orador, apologista.
Antes eran débiles y, dice el catecismo del concilio de
Trento, sabemos cómo huyeron cuando Jesús fue maniatado por
los enemigos en el huerto de Getsemaní y cómo Pedro renegó al
Maestro divino por miedo a una criada. Pero después de la
venida del Espíritu Santo se alegraban de haber padecido
insultos, burlas y azotes por Jesucristo.25
Antes eran tímidos y estaban cerrados en casa por miedo a
los judíos, aunque se mantuvieron fieles al mandato de Jesús de
quedarse orando todos juntos en Jerusalén. Pero, apenas recibido
el Espíritu Santo, salieron a las plazas y comenzaron a predicar a
todos el nombre de Jesucristo. Más aún: «a toda la tierra alcanza
su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje» | (Sal 19/18,5). BM2
Y aguantaron por el Evangelio fatigas, cárceles, muerte. 25
3° Manda tu Espíritu, oh Señor, y habrá nuevas criaturas, y
renovarás la faz de la tierra. Renuévese en todos los fieles el
divino Pentecostés; se renueve especialmente en mí, de modo que
yo haga resurgir los frutos de gracia de la confirmación: sabiduría
celeste, fortaleza en el bien, celo por la salvación de las almas.
«Oh Dios, confirma cuanto has obrado en nosotros. Muéstranos
tu misericordia, oh Señor».
Examen. – ¿He cultivado en mí los tres principales dones del
Espíritu Santo: la sabiduría celeste instruyéndome en la fe, la
fortaleza en el bien con la perseverancia en las obligaciones

24 Latinismo, de septiformis: Espíritu con los siete dones.


25 Cf He 5,41.
LAS GRANDES ORACIONES 452

derivadas de la confirmación, y el espíritu de celo para ayudar a


las almas a lograr el paraíso?
Propósito. – Celebraré cada año el aniversario de la fecha de
la confirmación con oraciones, meditaciones y propósitos.
Oración. – Señor, que yo conserve siempre cada partecita de
los preciosos dones del divino Espíritu. Que yo, por la gracia
del mismo Espíritu, sea cada vez más iluminado con su sabi-
duría; más fortificado por su energía; más encendido en el
fuego de su amor. Que yo conserve siempre la bendición recibi-
da del obispo al concluir el sagrado rito. «Os bendiga el Señor
desde el cielo para que tengáis vuestros ojos fijos en el paraíso
cada día de vuestra vida y podáis así llegar a la vida eterna».
BM2 225.
26 LA CONFIRMACIÓN - II
«El Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre,
será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo los que os he
dicho» (Jn 14,26).

1° Es el sacramento que completa el bautismo, hacién-


donos perfectos cristianos, constituyéndonos en el estado de
combatientes o soldados de Jesucristo: «Toma parte en los
padecimientos como buen soldado de Cristo Jesús».26 Leemos
en los Hechos de los Apóstoles: «Cuando los apóstoles, que
estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaría había
recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos
bajaron hasta allí y oraron por ellos, para que recibieran el
Espíritu Santo; pues aún no había bajado sobre ninguno;
estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces
les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo» (He 8,14-
17). El bautismo confiere la gracia de vivir bien individual-
mente; la confirmación confiere la gracia de profesar la fe y las
convicciones cristianas ante el mundo.
El soldado combate en guerra defensiva y en guerra de conquista.
2° Defendernos del espíritu mundano. El mundo está siempre
en oposición a Jesucristo. El espíritu del mundo resulta de todas las
máximas, doctrinas y ejemplos de vida contrarias a las máximas,

26 2Tim 2,3.

BM2
27
LAS GRANDES ORACIONES 453

doctrinas y ejemplos del santo Evangelio. El mundo busca los


bienes de la tierra, los placeres ilícitos, la vana estima, olvidando
los bienes espirituales, el alma, la eternidad: «El mundo entero
yace en poder del Maligno» (1Jn 5,19). Por eso está en el error, en
el vicio, en el culto al yo y a cuanto es egoísmo, | tiempo presente,
vanidad. 27 «El mundo pasa, y su concupiscencia» (1Jn 2,17).
¡Pero cuántos, sin embargo, se dejan seducir por sus falsas apa-
riencias, por las promesas mentirosas, por vanos espejismos! La
confirmación debe hacernos fuertes y sagaces, de modo que
podamos usar los bienes temporales sin perder los eternos.28
Conquistar el mundo, o sea a los hombres que están en el
mundo. Satanás alza su bandera e invita a los hombres a
enrolarse en su ejército. Jesucristo despliega 29 su estandarte y
nos invita a seguirle en la gran lucha. Con la confirmación se
pasa a ser soldados de Jesucristo; él es el gran capitán venido a
conquistar a los hombres y establecer aquí su reino.
La confirmación es también el sacramento del apostolado.
Cada uno de los fieles se ha hecho combatiente; todos están
llamados a la Acción Católica, que es la participación de los
laicos en el apostolado jerárquico de la Iglesia, o sea del Papa,
los obispos, los sacerdotes.
3° Te doy gracias, divino Maestro, por haberme hecho tu
soldado. Con el bautismo me has conferido las gracias para ser
tu seguidor individualmente; en la confirmación, para ser tu
seguidor delante de la sociedad y el mundo. Recuerdo tu
promesa: «Todo aquel que se declare por mí ante los hombres,
también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles
de Dios» (Lc 12,8).
Examen. – ¿Me he ruborizado quizás de mi fe | o de mi pie- BM2
dad ante los hombres? El respeto humano se manifiesta a veces 28

27 Cf DF, p. 45: «La lucha es siempre del yo contra Dios, del yo que

quiere sentarse como Lucifer al lado de Dios. El yo de la propia voluntad,


el yo de contar con uno mismo, el yo que hace que nos consideremos
como fin, mientras que debemos depender de Dios, contar con Dios,
tender a Dios».
28 Cf la colecta del martes y viernes de la 2ª semana de Adviento: «Sic

transeamus per bona temporalia ut non amittamus aeterna».


29 Agita, flamea.
LAS GRANDES ORACIONES 454

con hipocresía, ostentando una virtud no poseída; o bien otras


veces, con cobardía, escondiendo la verdad, la virtud, la piedad.
Propósito. – Soy soldado de Jesucristo, no puedo ser un
desertor miedoso. Amigo de todos, pero especialmente amigo
de la verdad y de la sinceridad.
Oración. – Líbrame, oh buen Maestro, de la suma desgracia
de quien se avergüenza de ti; porque equivaldría a no ser
reconocido como discípulo tuyo en el gran día del juicio final.
No quiero gloriarme más que de la cruz y de ti, mi Maestro
crucificado. No hay en mí nada de lo que pueda gloriarme; la
verdadera gloria y única ventura es pertenecerte, ser amigo de
un Dios tan bueno y tan grande. Oh Jesús, manda tu Espíritu,
llena mi alma de sus dones, especialmente de fortaleza. ¡Que
esta mi frente signada con el sagrado crisma no se ruborice de
ti! Al contrario, con fe generosa difunda mi fe y ejercite a mi
alrededor un continuo apostolado.

226.
LA CONFIRMACIÓN - III
«Sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré mi Espíritu
sobre toda carne y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán y
vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños; y
aun sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu en
aquellos días, y profetizarán» (He 2,17-18).

1° Los santos padres llaman a la confirmación el sacra-


BM2 mento de la plenitud de la gracia, pues en él | se acrecienta la
29 vida espiritual dada por el bautismo: «He venido para que
tengan vida y la tengan abundante» (Jn 10,10).
Materia de este sacramento es el sagrado crisma, o sea el
aceite mezclado con un poco de bálsamo, consagrado por el
obispo el jueves santo.
El aceite tiene tres significados: fortaleza, candor y abun-
dancia de gracia.
Fortaleza. Con aceite se ungía a reyes, profetas y sacerdotes;
también se untaban de aceite los atletas, para las grandes
pruebas. La fortaleza es necesaria en las batallas contra el
LAS GRANDES ORACIONES 455

demonio y la carne; se necesita para sab


LAS GRANDES ORACIONES 458

hijos, para alabanza de la gloria de su gracia que tan generosamente


nos ha concedido en el Amado» (Ef 1,4-6).

1° Por medio de la Eucaristía se promueve el espíritu de


religión, que es un lazo y un comercio 35 con la Divinidad. En la
comunión el alma se estrecha más a Dios; y por la santa Misa se
le ofrece un digno sacrificio de adoración, agradecimiento,
satisfacción y súplica. No hay parangón entre la unión que tiene
con Dios el pueblo cristiano y la que tenía el pueblo de Israel. Y
sin embargo, ya de aquel pueblo está escrito: «¿Dónde hay una
nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el
Señor, nuestro Dios?».36 Nos acercamos a él, cuando queremos,
visitándolo: «Te adoro, oh Dios escondido». Además, con Jesús
y por medio suyo, adoramos a la Trinidad Sma., presentando el
sacrificio de suave olor. El culto eucarístico llena la sagrada
BM2 liturgia; es el centro de toda la religión; es | lo que da un
34 sagrado calor a todas las funciones, que tienden sin excepción a
la Eucaristía como los radios al centro.
2° En el culto eucarístico aprendemos la humildad. El Hijo
de Dios encarnado vela el esplendor de su gloria celeste bajo
humildes apariencias, que son las sagradas especies. Está aquí
más humillado que en el pesebre, en el taller de Nazaret, en la
pasión misma: «En la cruz se escondía sólo la divinidad, aquí se
esconde también la humanidad».37 Frecuentemente a la sagrada
mesa se acercan más los pobres que los ricos, más los pequeños
que los potentes: «Se nutren del Señor el pobre, el siervo y el
humilde».38
3° En la vida eucarística, tú, oh divino Modelo, nos das
ejemplo de las virtudes practicadas por ti en la tierra. Yo admiro
tu paciencia. Soportas las indiferencias, las irreverencias, los
sacrilegios y robos que se cometen en las iglesias y contra tu
real presencia. Admiro tu obediencia prontísima, pues a la voz
del sacerdote celebrante bajas a los altares... Te dejas llevar,
distribuir, cerrar en el sagrario, como si carecieras de sentido y
de poder. Admiro tu voluntaria pobreza: muchas iglesias son

35 Intercambio de dones.
36 Cf Dt 4,7.
37 Himno “Adoro te devote...” de santo Tomás de Aquino.
38 Motete eucarístico “Panis angélicus”.
LAS GRANDES ORACIONES 459

pobres y desaliñadas, los corporales poco decentes, el mismo


pan y el vino de baja calidad y hasta mal elaborados.
Examen. – Después de haberme beneficiado tantas veces del
sacramento de la Eucaristía, ¿he progresado | en el espíritu de BM2
religión, en la humildad, pobreza, obediencia? 35
Propósito. – Quiero cuidar las disposiciones internas al acer-
carme a Jesús eucarístico. En el sagrario no hay sólo ejemplos
evangélicos, lejanos, sino ejemplos de hoy, visibles. Desde el
sagrario sigue resonando la invitación: aprended de mí... os he
dado ejemplo.
Oración. – Oh Dios, que en este sacramento admirable nos
dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos concedas
venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu
Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el
fruto de tu redención. A tu Iglesia concede propicio, oh Señor,
te suplicamos, los dones de la humildad y de la paz, que
místicamente están figurados por las oblaciones del altar. Oh
Señor, concédenos, te pedimos, gozar de la posesión eterna de
tu divinidad, prefigurada por el sacramento de tu precioso
Cuerpo y Sangre recibidos en la santa comunión.

229.
LA EUCARISTÍA - II
«Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no
se reservó a su propio Hijo, sino que le entregó por todos nosotros,
¿cómo no nos dará todo con él?» (Rom 8,31-31).

1° La presencia real de Jesús en la Eucaristía demuestra su


omnipotencia, sabiduría y bondad.
La omnipotencia de Dios resplandece en la consagración,
cuando toda la sustancia del pan se | cambia en la sustancia del BM2
cuerpo de Jesucristo; y toda la sustancia del vino en la sustancia 36
de la sangre de Jesucristo.
Jesucristo se hace así presente en cada hostia consagrada;
más aún, en cada parte de esa hostia.
Y no sólo en una iglesia, sino en cualquier iglesia y lugar
donde se celebra la santa Misa.
LAS GRANDES ORACIONES 460

Y no una vez, por ejemplo, cada año; o una vez en la vida de


cada sacerdote, sino cada día, en cada Misa, incluso si un sacer-
dote celebra dos veces. Y esto no sólo puede hacerlo un
sacerdote, por ejemplo el Papa, sino cualquier sacerdote, aun-
que fuera el más insignificante entre todos ellos.
¡Cosa admirable! Vemos pan, tenemos el sabor, el color, el
peso del pan; y en cambio no hay sustancia alguna de pan.
Jesucristo se muestra como verdadero dueño de la naturaleza.
La Eucaristía es un conjunto de prodigios de la omnipotencia
divina, declara el concilio de Trento.
2° Resplandece también en la Eucaristía la sabiduría divina.
«La sabiduría se ha hecho una casa…, ha mezclado el vino y ha
preparado la mesa» (Prov 9,1-2). No sólo en el momento de la
encarnación, sino en toda su continuación, el fin de Jesús es la
gloria de Dios y la salvación de los hombres. En la Eucaristía,
Dios es sumamente glorificado. En innumerables altares, día y
noche, Jesucristo alaba, adora, agradece al Padre, continuando
ofreciéndole el sacrificio de sí realizado ya en el Calvario.
BM2 Muchos | sacerdotes, religiosos y fieles se asocian a Jesús en
37 este “sacrificio de alabanza”: «Proclamad conmigo la grandeza
del Señor, ensalcemos juntos su nombre» (Sal 34/33,4).
La salvación de las almas se promueve porque Jesucristo
atrae a sí los corazones bien dispuestos, comunica a los hom-
bres su misma vida, la nutre, la acrecienta: «El que come mi
carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él» (Jn 6,56), y
dará mucho fruto.
3° Sobre todo en la Eucaristía muestras, oh Jesús, tu
bondad. Aquí presentas la riqueza de tus dones. «Tanto amó
Dios al mundo, que entregó a su Unigénito» (Jn 3,16), que aquí
se le da a cada uno de nosotros en particular, y tan íntimamente
cuanto el alimento se une al cuerpo. Con el Hijo de Dios entran
en nuestra alma el Padre y el Espíritu Santo, de un modo
particular, y así después de la comunión habita en nosotros de
manera admirable la Sma. Trinidad.
Examen. – En las comuniones, misas y visitas al santísimo
Sacramento el alma fervorosa recibe iluminaciones especiales.
¿Entro yo en comunicación íntima con Jesús eucarístico?
LAS GRANDES ORACIONES 461

Propósito. – Quiero tener un profundo recogimiento al co-


mulgar, para sentir la suave voz de Jesús en mi corazón.
Oración. – Señor, enriquéceme con los tesoros celestes que
hay en tu corazón. Los espero: ¿cómo no vas a darme todo,
mientras te | das a mí tú mismo? Son los tesoros que has BM2
ganado para mí en los varios misterios de tu vida, pasión y 38
muerte. Te repetiré con la Iglesia: Alaba, oh Sión, al Salvador,
alaba a tu Señor y tu Pastor con himnos y cantos. Ensálzale
cuanto puedas, porque está por encima de todo elogio y nunca
lograrás alabarle suficientemente.

230.
LA EUCARISTÍA - III
«Estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni princi-
pados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni
ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado
en Cristo Jesús, nuestro Señor» (Rom 8,38-39).

1° La Eucaristía es el sacramento que nutre y acrecienta la


vida cristiana y las principales virtudes.
Vivimos una vida natural, para la que hay un alimento mate-
rial, el pan. Pero el cristiano vive también una vida sobrenatural,
que tiene asimismo su alimento: «Mi carne es verdadera comida,
y mi sangre es verdadera bebida» (Jn 6,55). Este pan celeste nos
viene del cielo: «Les mandaste del cielo un pan preparado sin
esfuerzo, lleno de toda delicia» (Sab 16,20). Y Jesús explicó:
«Yo soy el pan de vida» (Jn 6,35).
Con la gracia queda alimentada también la fe. Encontramos
aquí un misterio de fe: nuestros sentidos no perciben nada, pero
la fe nos desvela un complejo de misterios. Con el misterio
eucarístico están conectados los misterios de la encarnación,
redención y Sma. Trinidad. Se requiere, pues, un continuo
ejercicio de fe, especialmente si oramos con los apóstoles:
«Auméntanos la fe» (Lc 17,5).
LAS GRANDES ORACIONES 462

2° Se nutre también la esperanza: en este sacramento «se


nos da una prenda de la gloria futura»39. Hay aquí una fuente de
agua que salta hasta la vida eterna: «Sacaréis agua con gozo de
LAS GRANDES ORACIONES 465

232.
LA SANTA MISA - I 42
«No me dais ninguna satisfacción, dice el Señor del universo, ni me
agrada vuestra ofrenda. Pues de Oriente a Occidente mi nombre es
grande entre las naciones, y en todo lugar se quema incienso en mi
honor y se ofrece a mi nombre una ofrenda pura, pues ni nombre es
grande entre las naciones, dice el Señor del universo» (Mal 1,10-11).

1° La santa Misa es el mismo sacrificio de la cruz. Se


distingue de éste sólo porque la Misa es sacrificio incruento,
mientras en el Calvario fue cruento. De hecho, «en la Misa
tenemos una misma hostia, el mismo oferente principal,
Jesucristo, que se sirve del ministerio sacerdotal, aunque el
modo del sacrificio sea diverso».
Es igual la hostia, Jesucristo, Dios y hombre. En efecto por
las palabras de la consagración Jesucristo se pone en la forma y
posición externa de la muerte: por una parte el cuerpo, por otra
la sangre. Es el mismo y principal sacerdote, Jesucristo, que en
la cruz, inflamado de amor y por obediencia, sufrió y se ofreció
por nosotros al Padre.
Son, pues, una sola y misma persona el Sacerdote y la
Víctima. Él ordenó a sus ministros realizar el gran acto en
nombre suyo y en su misma persona. Jesucristo se ofrece al
Padre en cada Misa, con un especial acto de su voluntad, por el
ardentísimo deseo de la gloria de Dios y la salvación de los
hombres, tal como el que tuvo en la cruz.
2° La diversidad es accidental: en la cruz la víctima es BM2
mortal, pasible, visible; en la Misa, por el contrario, está presen- 44
te en su estado sacramental, inmortal, impasible, invisible.
En la cruz es único el sacerdote, Jesucristo; mientras en la
Misa Jesucristo es el sacerdote principal y el presbítero es su

42 En esta primera meditación dedicada a la santa Misa, el P.

Alberione explicita cuanto había enunciado sintéticamente en DF, p. 76:


«La santa Misa. 1° Es la renovación del sacrificio de la cruz de forma
incruenta sobre nuestros altares». – Cf también SAC. ALBERIONE, La Santa
Misa. Dos métodos para oirla con fruto, Roma, FSP 1947, pp. 16, donde
se propone meditar la pasión de Jesús (primer método) y de honrar a Jesús
Camino, Verdad y Vida (segundo método).
LAS GRANDES ORACIONES 466

ministro visible, ordenado para este oficio por la Iglesia y por


ella encargado de celebrar.
El sacrificio de la cruz es el sacrificio absoluto, más aún el
único sacrificio absoluto, pues no es ni figura, ni memoria, ni
representación de otro sacrificio. En cambio, el sacrificio de la
Misa es representativo del sacrificio de la cruz hasta el final de
los siglos, en expiación de los pecados actuales. El sacrificio de
la cruz se ofreció una sola vez, mientras la santa Misa se ofrece
cada día y en muchos lugares.
En la cruz se realizó la redención, en la Misa se aplica.
El sacrificio del Calvario se ofreció por todos los hombres;
el sacrificio de la Misa se ofrece directamente sólo por los
miembros de la Iglesia.
3° Oh Jesús salvador, tú eres la víctima pura, de valor
infinito, que complace al Padre. Al Padre no podían darle
merecida satisfacción por el pecado los antiguos sacrificios, ni
hubieran podido dársela todos los dolores de los mártires, los
actos de virtud y las penitencias de los vírgenes, confesores,
apóstoles... Sólo tu sacrificio de infinito valor cumplió una reden-
BM2 ción copiosa, cubrió todos los pecados por graves y numerosos
45 que fueran. | «¡Cuánto más la sangre de Cristo… podrá purificar
nuestra conciencia!» (Heb 9,14). ¡Gracias, oh Jesús!
Examen. – ¿Penetro el verdadero sentido de la Misa? ¿Me
apropio de los sentimientos, finalidades e intenciones con que
Jesús se inmola en los altares? Con la divina Víctima, ¿sé
ofrecerme a mí mismo, pequeña víctima, por mis pecados y los
de todos los hombres?
Propósito. – Participaré en la santa Misa con vivísimo gozo,
pues en ella se satisface la justicia de Dios; cooperaré en la
salvación de los hombres como corredentor; me uniré a
Jesucristo sacerdote eterno en el cielo, presentando siempre al
Padre su corazón, su sangre, sus llagas.
Oración. – Oh Señor, también nosotros, tus siervos, y todo tu
pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa
de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, de su santa resurrección
del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los
cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos
bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo,

BM2
46
LAS GRANDES ORACIONES 467

pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación. Mira con ojos de


bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del
justo Abel, el sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe, y la
oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec. Te pedimos
humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada
a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel,
para que cuantos | recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,
al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y
de bendición.43

233.
LA SANTA MISA - II 44
«Esto nos lo atestigua también el Espíritu Santo. En efecto, después de
decir: “Así será la alianza que haré con ellos después de aquellos días”,
añade el Señor: “Pondré mis leyes en sus corazones y las escribiré en
su mente, y no me acordaré ya de sus pecados ni de sus culpas”» (Heb
10,15-17).

1° El sacrificio de la Misa se ofrece por cuatro fines:


adorar, agradecer, propiciar, suplicar a Dios. En efecto, es un
sacrificio latréutico,45 eucarístico, propiciatorio, impetratorio.
Fin latréutico. Dios es el sumo bien; más aún, es el Bien. Y
nada hay de bueno que no proceda de él. Él es il principio como
es el fin de todo. Infinitas son sus perfecciones, y cada una de
ellas es infinita. Es el eterno, el omnipotente, la justicia, la
misericordia, el inmenso, el omnisciente.
No tenía necesidad de nada, porque en sí es felicísimo; sin
embargo, el Amor se abrió a nuevos amores, creando cuanto
existe fuera de él. Las criaturas debieran reconocerle y darle el
debido honor y la debida adoración. Desafortunadamente no lo
hacen, no le dan un honor proporcionado a su grandeza. Él es el
infinito, y merece honor infinito. Este honor puede dárselo sólo

43 Plegaria del Canon romano, después de la consagración.


44 El P. Alberione se refiere al método de los cuatro fines, propagado
especialmente por san Pedro Julián Eymard: «para adorar, agradecer,
satisfacer, rogar, en Jesucristo y por Jesucristo, a Dios nuestro Padre» (DF,
p. 76).
45 Latréutico: de adoración.
LAS GRANDES ORACIONES 468

Jesucristo, verdadero hombre pero a la vez verdadero Dios. Y se


lo da en la santa Misa, hallándose representado en estado de
inmolación. En este estado 46 reconoce el supremo dominio de
Dios sobre todas las cosas.
2° Fin eucarístico. Cuanto tenemos es de Dios: «¿Tienes
BM2 algo que no hayas recibido?» | (1Cor 4,7). La creación, la
47 redención, la santificación vienen de Dios. De Dios viene la
vida, el alma con sus potencias, el cuerpo con los sentidos.
Todo son beneficios para el mundo, para la Iglesia, para
nosotros: «¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha
hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre»
(Sal 116/115,12-13). Jesucristo, antes de consagrar el pan, dio
gracias al Padre; e igualmente antes de consagrar el vino. Ello
significa que este sacrificio es “eucarístico”. ¿Qué agradeci-
miento más digno del ofrecido al Padre por su Hijo encarnado?
Tal acto tiene valor infinito; Dios se complace, como dice la
plegaria: «Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala...».
Todos los sacrificios de la antigua ley y la sangre de millones de
mártires no serían suficientes, pero la Sangre de Jesucristo es
sangre del Dios humanado.
3° Fin propiciatorio. Cada vez que se repite el sacrificio se
renueva la obra de la redención. En la última cena, consagrando
Jesucristo su Cuerpo, dijo: «se entrega por vosotros» (1Cor
11,24), será inmolado. También de su Sangre dijo: «es
derramada por vosotros» (Lc 22,20; Mt 26,28; Mc 14,24). Por
eso el concilio de Trento enseña que la santa Misa «es sacrificio
propiciatorio y por él acontece que los pecadores pueden tener
la gracia del arrepentimiento y reconciliarse con Dios. Además
la Misa aprovecha a las almas purgantes, satisfaciendo por las
deudas que tienen aún con Dios».
BM2 Examen. – ¿Entiendo los fines de la santa Misa? Mi interna
48 disposición ¿se adecua a las intenciones y a las finalidades por
las que se ofrece Jesucristo? ¿Me ensimismo en él, víctima y
oferente principal?
Propósito. – Ayudado con el uso del Misal quiero asistir a la
Misa, para conocer cada vez mejor los elementos, las ceremo-

46 Es decir, en esta actitud Jesús reconoce...


LAS GRANDES ORACIONES 469

nias, las oraciones, las enseñanzas, y pedir las gracias que pide
el proprio Jesucristo.
Oración. – Fin impetratorio. Está bien expresado en la
plegaria después del Prefacio, cuando se suplica al Señor que
acepte las oblatas:47 «… que te ofrecemos, ante todo, por tu
Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la
protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el
mundo entero, con tu servidor el Papa N.N., con nuestro
obispo N.N. Acuérdate, Señor de tus hijos N. y N. (vivos) y de
todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por
ellos y todos los suyos, por el perdón sus pecados y la
salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen,
LAS GRANDES ORACIONES 472

Jesucristo en la cruz; e igualmente ahora en los altares; el sacer-


dote ofrece la divina Víctima con el mismo corazón de Jesús.
La Imitación de Cristo dice: «Cuando el sacerdote celebra,
honra a Dios, da alegría a los ángeles, edifica la Iglesia, ayuda a
los vivos, favorece a los difuntos, adquiere para sí tesoros celes-
tes».53 Depende 54 de la Iglesia y de Jesucristo, principal oferente.
2° Fruto general. Lo obtienen cuantos concurren en la
santa Misa: quien ha contribuido a la construcción del templo, a
BM2 la educación y | formación del sacerdote, a la adquisisión de los
52 ornamentos sagrados y de todo el ajuar de la Misa. Gozan de él
los cantores, los ayudantes, todos los presentes. Y también
quien ha ofrecido la hostia, el vino o ha contribuido a la función.
Todos reciben socorro 55 de impetración y satisfacción. Este
fruto no depende de las intenciones del sacerdote celebrante,
sino de la devoción de los fieles participantes, que en cierto
modo son los oferentes del Sacrificio, pues tienen un sacerdocio
real que presentan por medio del sacerdote a Dios.
Fruto especial. Lo obtiene quien da el estipendio para la
celebración de la Misa, es decir aquel por quien ésta es aplicada.
Este fruto depende de la intención del sacerdote y puede ser
aplicado por los vivos o por los difuntos. Constituye una inmen-
sa ventaja hacer celebrar misas, y siempre quien da limosnas
para ellas obtiene para sí grandes beneficios espirituales, a
menudo incluso provecho temporal. La Misa es el sol de las
devociones, el centro del culto, el mayor honor que se le da a
Dios, el mayor mérito para las almas. Es provechoso sobre todo
hacer celebrar misas durante la vida, pues se tiene un fruto más
seguro y más abundante.
3° Fruto especialísimo es el que le viene al sacerdote cele-
brante: es algo propio suyo, pues aquí está la gran dignidad y la
máxima fuente de méritos para el presbítero. El altar es para el
sacerdote la consolación inefable, el misterio en medio a las
fatigas, el sostén en todas las pruebas, tentaciones y desilusiones
provenientes de los hombres: al buen sacerdote le basta el altar.

53 Imitación de Cristo, L. IV, c. 5.


54 El sujeto es el fruto generalísimo.
55 Reciben ayuda de intercesión y de reparación.
LAS GRANDES ORACIONES 473

Examen. – ¿Siento 56 la Misa enteramente, de principio a fin? BM2


En lo posible, ¿hago celebrar misas? ¿Me istruyo al respecto? 53
Oración. – En la santa Misa ejercito la mayor caridad hacia
Dios y los hombres. Sean mis misas de gran gloria para ti, oh
Señor; sean de gran ventaja para las almas. No siempre me es
posible la caridad material, pero puedo dar bienes espirituales.
¡Oh Dios, qué tesoro has puesto en mi mano! La Misa es el
tesoro que puedo dispensar con amplitud inagotable según san
Alfonso. La Misa tributa alabanza y gloria alla Sma. Trinidad,
aporta gozo a los ángeles, obtiene perdón a los pecadores, a los
justos les trae ayuda y gracia, lleva refrigerio a las almas
purgantes, para toda la Iglesia militante es un beneficio espi-
ritual, para quien celebra y para quien asiste es remedio y
medicina contra los pecados y enfermedades de cada día.
Concédeme, oh Señor, una gran devoción a la Misa.

236.
LA SANTA COMUNIÓN - I
«¿Por qué gastar dinero en lo que no alimenta y el salario en lo que no
da hartura? Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos
sustanciosos. Inclinad vuestro oído, venid a mí: escuchadme y viviréis.
Sellaré con vosotros una alianza perpetua, las misericordias firmes
hechas a David» (Is 55,2-3).

La Eucaristía es la fuente de todas las gracias porque es


Jesucristo.
1° Produce una íntima unión 57 y una íntima amistad entre
el alma y Jesucristo: «El que come mi carne y bebe mi sangre
habita en mí y yo en él» (Jn 6,56). Con Jesucristo el alma | se
hace una cosa sola, del modo como el amado está en el amante BM2
y la verdad en el intelecto. El amor de Dios no es ocioso: 54
cuando existe, obra grandes cosas; por eso, en virtud de este
sacramento, no sólo se otorga la gracia y la santidad sino que se

56 En el sentido de “participo”, “tomo parte viva” en la Misa...


57 Cf DF, pp. 74-75: «La santa comunión es unión con Jesucristo Dios
y hombre; unión no común sino sacramental, que realiza la adhesión a
Jesucristo con la mente, el corazón y la voluntad».
LAS GRANDES ORACIONES 474

recibe un empuje a la acción: «Nos apremia el amor de Cristo»


(2Cor 5,14). El alma siente gran necesidad de obrar por Dios y
por la salvación del prójimo. El alma se trasforma en Cristo
Jesús: es el elemento inferior el que se trasforma en el superior,
como el pan se cambia en carne y sangre. Así lo dice san
Agustín: «Soy alimento de adultos; crece y cómeme; no serás tú
quien me trasforme en ti, sino yo quien te trasforme en mí». En
efecto, el elemento más fuerte asimila a sí el más débil.
Jesucristo se sustituye, diríamos, al hombre: «Vivo, pero no soy
yo el que vive, es Cristo quien vive en mí» (Gál 2,20). Es una
unión moral, íntima, real, transformante. El hombre tiene la
vida sobrenatural y todas las virtudes y méritos por Dios y en
Dios «por Jesucristo», de quien abundantemente afluyen todas
las cosas buenas y dichosas. Y bien, fuente de todo y cabeza de
todo es especialmente la Eucaristía, que nos presenta a Jesu-
cristo inmolado por nuestra salvación.
2° La comunión es símbolo y llama de íntima caridad entre
los fieles. Dice el concilio de Trento: La Eucaristía mira a que
todos y cada uno de los fieles concuerden y convengan en este
BM2 signo de unidad, en este vínculo de caridad, en este | símbolo de
55 amor recíproco. Por la comunión somos miembros de miembros,
unidos a la Cabeza, Jesucristo. Como muchos granos concurren
a formar un único pan y muchas uvas a formar el vino euca-
rístico, así todos formamos un solo cuerpo en Cristo. «Que
todos sean uno» (Jn 17,22).
La comunión da un derecho especial a la gloria celeste:
«Nos es dada una prenda de la gloria futura». Dice Jesucristo:
«El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna» (Jn 6,55).
Además ingiere 58 en el cuerpo el germen de la resurrección:
«El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo
le resucitaré en el último día». Dice León XIII: «La hostia
divina comunica a nuestro cuerpo corruptible la resurrección,
pues introduce en él una semilla de eternidad».
3° Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: «La paz os
dejo, mi paz os doy» (Jn 14,27), no tengas en cuenta nuestros
pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra,

58 Introduce.
LAS GRANDES ORACIONES 475

concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los


siglos de los siglos.
Examen. – ¿Doy a la comunión el lugar debido? ¿Comulgo
con frecuencia? ¿Me acerco con las debidas disposiciones?
Porque quien comulga indignamente firma su propia condena.
Oración. – Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por
voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu BM2
muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu 56
Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás per-
mitas que me separe de ti, que con el Padre y el Espíritu Santo
vives y reinas, Dios por todos los siglos de los siglos. Así sea.

237.
LA SANTA COMUNIÓN - II
«Oíd, sedientos todos, acudid por agua; venid, también los que no
tenéis dinero: comprad trigo y comed, venid y comprad, sin dinero y
de balde, vino y leche» (Is 55,1).

1° La comunión es el alimento, el nutrimento del alma. El


alimento se les da a los vivos y los reconforta. La Eucaristía
aumenta la gracia en el alma. Dice el concilio de Trento: «Este
sacramento aporta a la vida espiritual los buenos efectos que
produce el pan a la vida corporal: sustentando, acrecentando,
reparando, deleitando».
Sustenta, concediendo caridad actual y habitual: «El que
coma de este pan vivirá para siempre» (Jn 6,51). Por la gracia
actual el hombre es preservado del pecado, pues por este
alimento nos hacemos fuertes para superar las tentaciones. Es
un antídoto por el que somos preservados de los pecados graves.
De hecho, este sacramento aminora la concupiscencia por la
afinidad contraida entre nuestra carne y la de Jesucristo. Más
aún, rechaza los ataques de los demonios, pues representa la
muerte de Jesucristo que venció a Satanás; en la comunión nos BM2
hacemos terribles | para el demonio. Además, aleja también los 57
escándalos del mundo, porque en la comunión hay luz para la
mente y fuerza para la voluntad; es el pan de los fuertes. «El
LAS GRANDES ORACIONES 476

Cuerpo y la Sangre de Cristo me guarden para la vida eterna».


Scribe san Bernardo: «Si alguien siente menos frecuentes e
impetuosos los movimientos de la ira, de la envidia, de la lujuria,
debe reconocer que ello es efecto de la comunión».
2° Acrecienta la vida espiritual: la Eucaristía fortifica al
hombre, perfeccionando la unión del alma con Dios. La con-
firmación fortifica especialmente contra los enemigos externos,
mientras la comunión aumenta dentro del hombre mismo la
gracia y la vida espiritual, por medio de una más estrecha unión
con Dios: «El que me come vivirá por mí» (Jn 6,58).
Repara los males del espíritu, librándonos de las culpas
veniales y de la pena debida por el pecado. Remite indirecta-
mente los pecados veniales cometidos, como dice el concilio de
Trento: «Antídoto con el que somos librados de las culpas
diarias». Así como el alimento quita el agotamiento y el
cansancio, así la comunión repara las pequeñas manifestaciones
de la concupiscencia. La comunión cancela las venialidades y
enciende la caridad. Desapega del pecado el corazón. También
indirectamente cancela la pena debida por el pecado. En la
comunión, por medio de la caridad, se satisface por las culpas,
en proporción del mayor o menor fervor.
3° La comunión consuela al alma dándole dulzura y
suavidad: «Les mandaste un pan lleno de toda delicia» (Sab
16,20); a los apóstoles, que estaban tristes, les diste el cáliz de
LAS GRANDES ORACIONES 480

está con nosotros y nosotros estamos con él»; o bien: «Jesús


viviente en María, ven y vive en tus siervos con la plenitud de
tu amor, de tu luz, de tu virtud». La comunión espiritual puede
hacerse en cualquier tiempo y | lugar, especialmente durante la
BM2 visita al Smo, Sacramento, durante la santa Misa y cuando
62 llegan las tentaciones.
Con esta práctica se obtienen muchísimas gracias. Jesús
quiere saciar los deseos de sus devotos, y suele satisfacerlos con
amplitud proporcionada a la intensidad: «A los hambrientos los
colma de bienes y a los ricos los despide vacíos» (Lc 1,53).
Además, por la habitual unión con Jesús, nuestras acciones,
hasta las más comunes, obtienen preciosísimos méritos.
2° La santa comunión, cuanto más frecuente es, más nutre
y restablece al alma y mejor se recibe. Dice Pío X: Es cosa
conocida que con la comunión frecuente y cotidiana el alma se
une mayormente a Jesucristo, la vida espiritual se nutre mejor,
las virtudes crecen y se fortifican, se tiene una prenda más
segura de eterna salvación; por eso todos los párrocos, los
predicadores, los confesores, etc. exhorten a recibir con
frecuencia la santa Eucaristía. Además dice que la comunión
frecuente y diaria, como cosa católica, 64 fuertemente deseada
por Jesucristo y por la Iglesia, debe concederse a todos los fieles
de cualquier condición y edad, de modo que nadie, cuando está
en estado de gracia, se vea impedido o disuadido de acercarse
con recta intención. Y la intención es recta si se desea
corresponder a la voluntad de Jesucristo, aumentar los méritos,
crecer en el amor de Dios, obtener gracias espirituales.
BM2 3° Si quien comulga frecuentemente | mejora poco a poco
63 la propia vida y disminuye sus defectos, tiene una verdadera
señal de obrar con recta intención. El confesor es para ello un
buen juez y consejero. Jesús mío amadísimo, haz conocer a
todos los tesoros de bien, de gracias y de méritos que concedes
en este sacramento. ¡Cuántos buscan bienes y consolaciones
fuera de ti, que eres el único Bien y fuente de todo bien!
Ilumina a quienes caminan en las tinieblas.

64 Es decir, práctica conforme al espíritu católico.


LAS GRANDES ORACIONES 481

Examen. – ¿Practico la devoción de la comunión espiritual?


¿Comulgo sacramentalmente cuando puedo? ¿Obtengo de la
comunión una mejora de vida?
Propósito. – Cuidaré sobre todo recibir el máximo fruto de
la comunión sacramental; y me prepararé con al menos N...
comuniones espirituales.
Oración. – «Panem nostrum quotidianum da nobis».65 Danos,
oh Señor, el diario alimento eucarístico, verdadero pan, super-
sustancial que da la vida eterna. Excita en los hombres una
constante hambre de ti: solo tú puedes saciar al hombre. «El
pan angélico pasa a ser pan de los hombres; el pan celeste
lleva al culmen todos los símbolos, y, oh maravilla, el pobre, el
siervo, el humilde se nutren del Señor».

240. BM2
JORNADA EUCARÍSTICA 66 64

«Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá, sino


después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para
que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será la palabra, que
sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo»
(Is 55,10-11).

1° Es la jornada que se apoya, como en su base propia, en


un punto solo: la santísima Eucaristía. Una bola de marfil per-
fectamente esférica, puesta sobre una mesa de mármol exac-
tamente plana, se apoya del todo sobre un solo punto, por el que
es enteramente llevada.
Se trata de una óptima práctica: desde mediodía a la mañana
siguiente santificarlo todo y dirigirlo como preparación a la
Misa o a la santa comunión; sucesivamente hasta mediodía,
santificarlo todo y dirigirlo como agradecimiento por la Misa y
la comunión recibida. Ello es signo de un vivo deseo y acto de
reconocimiento por el gran beneficio de la Misa y la comunión.

65«Danos hoy nuestro pan de cada día».


66Podemos ver en esta meditación del P. Alberione la explicitación de
una de las “conclusiones prácticas” sugeridas con referencia a Jesús-Vida:
«unión habitual [con Jesús] con todo el corazón» (DF, p. 65).
LAS GRANDES ORACIONES 482

Es una continuada unión espiritual con Jesucristo.


Es un medio para caminar en la presencia de Jesús y recibir
sus luces: «El que me sigue no camina en tinieblas, sino que
tendrá la luz de la vida» (Jn 8,12).
Es una práctica útil para tener siempre presentes los
ejemplos santísimos de Jesús eucarístico. Es una continuada
oración para obtener las bendiciones divinas sobre las acciones,
los trabajos, las tareas que debemos cumplir.
Es una fuente de consolaciones caminar con el divino Amigo,
consolador de las almas que le buscan y se confían a él:
«Gustad y ved qué bueno es el Señor» (Sal 34/33,9).
BM2 Es el medio más eficaz para santificar la jornada.
65 Es sentir prácticamente cómo Jesucristo es de hecho Camino,
Verdad y Vida.
Es valorizar al máximo y conseguir para nuestra alma el más
grande fruto de la Misa y de la comunión.
Es vivir en continuada adoración y en continuada acción de
gracias, previniendo la ocupación eterna en el cielo.
Hay personas que, ayudándose luego con la Visita, hacen
más tangible y profundo el fruto de la jornada eucarística.
Tales son los sentimientos que quiero conservar en mi
jornada.
3° Detesto y abomino todos y cada uno de mis pecados; y
todos los cometidos por otros desde el principio del mundo
hasta hoy, y aquellos de los que yo haya sido causa, o los que se
cometerán aún; si yo pudiera, quisiera impedirlos todos; esta
gracia te pido suplicante, oh Señor.
Alabo y apruebo todas las obras buenas, hechas desde el
principio del mundo a hoy, o que se harán aún; y si yo pudiese
quisiera multiplicarlas; con este fin te ruego devotamente.
Me propongo pensar, hablar, hacerlo todo, sólo y siempre
para la gloria de Dios y con todas las santas intenciones que
tuvieron o tendrán los santos.
Examen. 67 – ¿Obro así? ¿Perdono de corazón a todos mis
BM2 enemigos, los calumniadores, los murmuradores, y cuantos se
66 me | opusieron o me desearon mal?

67 Las indicaciones “Examen”, “Propósito” y “Oración” no aparecen

en el original, pero son fácilmente intuibles.


LAS GRANDES ORACIONES 483

Propósito. – ¡Oh, si yo pudiera morir por cada uno de los


hombres y salvarlos a todos! Lo haría gustosamente con la
divina gracia, que humildemente invoco y sin la cual nada
puedo.
Oración. – Quiero vivir contigo, Jesús, amor mío; morir
contigo, crucificado, bien mío; camminar contigo, mi único
sostén; ir a ti, mi eterna felicidad.
LAS GRANDES ORACIONES 484

241.
LA PRESENCIA REAL
«¡No temas! ¡Sión, no desfallezcas! El Señor tu Dios está en medio de
ti, valiente y salvador; se alegra y goza contigo, te renueva con su
amor; exulta y se alegra contigo como en día de fiesta» (Sof 3,16-17).

1° La presencia de Jesucristo en la Sma. Eucaristía es la


más intensa entre las varias presencias de Dios en esta vida.
Dios está presente en todo lugar; doquier se encuentra y ejerce
su poder. Pero en la Eucaristía Jesucristo está presente con su
cuerpo, sangre, alma y divinidad.
Se encuentra aquí aquel Jesús que lloriqueaba en el pesebre,
trabajaba en el taller de Nazaret, hablaba a las turbas, sufrió la
pasión, murió en cruz, resucitó, se apareció a los apóstoles y
ahora se sienta glorioso en el cielo.
Jesús con el cuerpo formado en la Sma. Virgen, desgarrado
por los azotes, esplendoroso más que el sol en el cielo. Jesús
con su sangre derramada desde Getsemaní al Calvario, en la
flagelación, coronación de espinas, crucificado, en la agonía.
Jesús con su corazón: el corazón que a todos amaba y ama;
el corazón abierto a toda súplica y n
LAS GRANDES ORACIONES 488

Oración. – Jesús en su nacimiento se hizo hermano, en la


Eucaristía alimento, en la muerte medio de redención, en el
reino premio para nosotros.
«Hostia salutífera, que abres las puertas del cielo: los
enemigos nos oprimen, ¡danos fuerza y ayuda!».

243.
VISITA A JESÚS EUCARÍSTICO - II
«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os ali-
viaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy man-
so y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas.
Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera» (Mt 11,28-29).

1° Dice san Agustín: «Nadie coma esa Carne, sin antes


haberla adorado». Quien visita al Smo. Sacramento hace una
óptima preparación a la comunión. Le adoraron los pastores en
el pesebre. Fueron llamados por el ángel, le ofrecieron sus
dones, le presentaron sus corazones, recibieron las primicias de
las gracias que el Hijo de Dios encarnado trajo a los hombres.
Le adoraron los Magos. Habían venido de oriente, siguiendo
una estrella. «Cayendo de rodillas le adoraron» (Mt 2,11). Y en
señal de sumisión, de su fe y de su amor, le ofrecieron oro,
incienso y mirra.
Le adoraron en Nazaret san José y la Sma. Virgen, que tení-
an en aquella casita a Jesús, verdadero Dios y verdadero hom-
bre, como le tenemos nosotros en nuestras iglesias. Disponían
BM2 de Jesús como hace el sacerdote con la Eucaristía, llevándola, |
72 cerrándola, exponiéndola, etc. Y así como el sacerdote actuando
de este modo, la adora, igualmente María y José ofrecían sus
adoraciones, súplicas, propiciaciones y acciones de gracias.
[2°] Le adoró san Pedro: «Tú eres el Mesías, el Hijo del
Dios vivo» (Mt 16,16). Jesús había preguntado qué decían de él
los hombres. Y los apóstoles habían respondido: «Unos que
Juan el Bautista, otros que Elías… o uno de los profetas». Pero
Jesús recalcó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Por
todos respondió Pedro, haciendo una gran confesión de fe.
Le adoró el ciego de nacimiento: «Se postró ante él» (Jn
9,38). Jesús le había curado; al ciego su confesión le costó la
LAS GRANDES ORACIONES 489

expulsión de la sinagoga. Pero el agraciado era un hombre


franco y sincero, resuelto: ante la revelación de que Jesús era el
Mesías, Hijo de Dios, decididamente se postró adorándole.
3° Te adoro, oh Jesús bendito, verdadero Hijo de Dios y
verdadero hombre, nacido de María virgen, Maestro y salvador del
mundo, presente en el cielo y en el Sacramento del altar. Aquí tú
eres mi Dios omnipotente; mi bienhechor, que sigues distribu-
yendo los dones a quien te los pide; mi amigo, que tienes tus
delicias en estar con los hombres; el ejemplar de todas las virtudes
que yo debo reproducir.
Examen. – ¿Considero el sagrario como la casa de mi
incomparable amigo, el refugio en cualquier necesidad, la con-
solación en todos los desalientos?
Propósito. – Llevaré a Jesús cuantas almas me sea posible. BM2
Oración. – A Jesús sacramentado: He aquí la fuente de todo 73
bien, Jesús eucarístico, que dice: «Quien tenga sed, venga a mí».
¡Oh, cuántas aguas de gracias han sacado los santos de esta
fuente, donde se distribuyen los méritos de la pasión! «Sacaréis
aguas con gozo de las fuentes del Salvador». Decía un alma,
habituada a pasar horas enteras ante el Smo. Sacramento: Yo me
quedaría aquí toda la eternidad. ¿No está aquí la esencia de
Dios, sustento de los bienaventurados? Ante el buen Dios, ¿qué
se hace, y qué no se hace? Se ama, se alaba, se agradece, se pide.
¿Y qué hace un pobre ante un rico, un enfermo ante el médico, un
sediento ante la fuente, el hambriento ante una abundante mesa?
Tú, Jesús, eres mi tesoro, la vida, la gracia, la esperanza, ¡todo!

244.
LA PENITENCIA - I 71
71 El P. Alberione dedica aquí al sacramento de la penitencia nada

menos que nueve meditaciones, que le permiten desarrollar ampliamente


–sobre todo en la óptica positiva y propositiva, tan de su agrado– los
aspectos apenas aludidos en DF, p. 74: «1. La confesión es el gran medio
de perfección: en la vida espiritual, los ejercicios fijan el propósito
general; el retiro mensual, el propósito particular; la confesión semanal es
la revisión y enmienda de la semana. Tiene el cometido y la finalidad de
la absolución y santificación de la semana. 2. La confesión es el canal de
gracia santificante especial; es la recuperación de las fuerzas perdidas, la
luz para el camino nuevo, la moción del corazón para las resoluciones, la
LAS GRANDES ORACIONES 490

«Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré:


“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme
hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”. Se levantó y vino
adonde estaba su padre» (Lc 15,18-20).

1° Dijo el divino Maestro: «Habrá más alegría en el cielo


por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve
justos que no necesitan convertirse» (Lc 15,7). Esto porque la
reconciliación de un pecador es un triunfo de la misericordia de
Jesucristo. ¿Qué hace el pecado? Un mal casi infinito: injuria a
BM2 Dios porque es una desobediencia; lo deshonra porque le |
74 pospone a las cosas más viles; le provoca al castigo porque Dios
ha lanzado sus amenazas contra quien no cumple con su ley,
privando así a Dios de una gloria eterna extrínseca; es una cruel
y vergonzosa ingratitud a los beneficios recibidos. El pecador es
un loco, pues se cierra el paraíso por el placer de un instante; se
condena al infierno, no faltándole ya más que llegue la muerte
para pasar a la ejecución del castigo; acumula los más pesados y
agudos remordimientos; pierde la vida de la gracia recibida en
el bautismo; anula todos los méritos de la vida pasada por muy
preciosos y grandes que hayan sido; expulsa de su alma a Dios
para meter al demonio; se enfrenta a muchísimos males en la
vida presente, frecuentemente también para el cuerpo; causa
daños al prójimo, a menudo por el mal ejemplo y el escándalo,
y siempre porque reduce la gracia a las personas que le rodean y
a todos los miembros del Cuerpo místico de Jesucristo.
2° He aquí ahora el bien inmenso de la confesión: es el
humilde retorno del hijo a Dios, buen Padre, como se describe
en la parábola del hijo pródigo. En la penitencia se repara a
Dios el honor, la ingratitud, la injuria cometida; se le restituye
la gloria usurpada; se aplaca su enfado y su ira; se reconoce su
infinita majestad; se consuela a Jesucristo crucificado por el
pecado. Además, queda reabierto el paraíso y cancelada la
sentencia de condena al infierno; retorna una suave paz al alma,
BM2
75 bendición o aprobación divina del trabajo cotidiano en la gran empresa de
la subida hacia Dios. 3. a) Elegir bien y expresar claramente los
propósitos semanales; b) hacerlos objeto de examen, dolor, acusación,
propósito y satisfacción semanal; c) ser constantes en rendir cuentas
gradualmente y en el camino continuo».
LAS GRANDES ORACIONES 491

se entra en una corriente de gracias y bendiciones que del | cielo


baja sobre las almas justas; se readquiere la amistad de Dios;
reviven en el alma los méritos de la vida pasada; se difunde
alrededor el buen ejemplo; para todos se obtiene una más
amplia efusión de gracias; la Sma. Trinidad viene a habitar en el
alma como en un santuario.
3° Bendito seas, oh Jesús, por la institución de este sacra-
mento. ¡Cuántas veces encontré en él alivio y consuelo! Me
vino el consuelo que tuvo Magdalena con tu perdón, Zaqueo
con tu bienhechora entrada en su casa, la adúltera defendida por
ti frente da los acusadores y vuelta a una vida mejor. Te agra-
dezco por cada vez que he recibido este sacramento y por los
inmensos bienes que me han venido.
Examen. – ¿Me acerco con las debidas disposiciones a la
confesión? Especialmente ¿tengo sie 323.3reTBT1 0 0 1 90.384 341.3.35 Tm[
LAS GRANDES ORACIONES 494

Dos elementos entran en esta vida sobrenatural y moral:


aversión al pecado cometido, porque es una ofensa a Dios; y
propósito de satisfacer y corregirse. Job decía: «Es cierto, hablé
de cosas que ignoraba…, por eso me retracto y me arrepiento»
(Job 42,3.6). Ezequiel advierte: «Arrepentíos y convertíos de
vuestros delitos…, renovad vuestro corazón y vuestro espíritu»
(Ez 18,30).
Abraza, pues, al hombre entero: la mente, porque implica un
cambio de pensamiento; la voluntad, porque se trata de hacer lo
que antes se había abandonado y de abandonar lo que antes se
había hecho; el corazón, que ha de buscar a Dios, a quien antes
se le había dado la espalda, y de consecuencia detestar las satis-
facciones y criaturas que antes se habían buscado.
2° Es una virtud preciosísima y necesaria. Nuestra vida ha
de ser una continua renovación, una continua conversión, una
continua resurrección. A tal fin se nos concede el tiempo para
progresar en la santidad, en los méritos y virtudes, hasta llegar a
nuestra plenitud, según los designios de Dios sobre nosotros.
Esto exige conocer cuanto todavía nos falta, para poder dese-
arlo; conocer los pecados y defectos, para detestarlos y enmen-
darnos. Además, hemos de excitarnos a un sincero dolor, espe-
BM2 cialmente | si nuestros pecados incluyen verdadera malicia. Y
80 también, formular el propósito y el deseo firme de mayor
santidad y de mejorar la vida. Digamos cada día: «Restáuranos,
Dios, salvador nuestro» (Sal 85/84,5).
Cada mañana, quien quiere renovarse hace el examen pre-
ventivo, que consiste en prever las ocasiones de bien y de mal a
lo largo de la jornada. Pensando en los días precedentes, en las
tentaciones, en las dificultades internas y externas, en los peca-
dos, en las obras buenas, es fácil prever cuanto nos espera en la
jornada. Después, se reza, se dispone el ánimo y se hacen
buenos propósitos para santificarla. Esto equivale a practicar el
divino aviso: «Velad y orad» (Mc 14,38), y también a ejercitar
una sensata prudencia de hombres espirituales.
3° Señor, reconozco mi fragilidad, mis pecados, mis mu-
chísimos defectos. Todo ello forma mi hombre viejo, del que
debo despojarme. Admiro en ti el altísimo ideal de la per-
fección: el hombre nuevo y santo, que debo revestir con un
LAS GRANDES ORACIONES 495

trabajo diario de buena voluntad y de oración. Ten misericordia,


oh Jesús mío, de este pobre, mísero pecador.
Examen. – ¿Trabajo en conocerme a mí mismo? ¿Hago el
examen preventivo diario? ¿Cómo lo concluyo, qué fruto saco?
Propósito. – Dedicaré cada mañana cierto espacio de tiempo
al examen preventivo.
Oración. – Ilumíname, oh Señor, para | conocer lo que me BM2
falta. ¡Qué distancia entre tú y yo! Me parece cometer casi un 81
parangón sacrílego sólo con pensarlo. Y sin embargo, ¡debo
estudiarte, divino y perfecto modelo, y esforzarme en imitarte!
Tú, Jesús, eres el Camino, la Verdad y la Vida: por tanto
ilumíname, guíame, socórreme.
LAS GRANDES ORACIONES 496

247.
LA PENITENCIA - IV
«Acuérdate, pues, de dónde has caído, conviértete y haz las obras
primeras. Si no, vendré a ti y removeré tu candelabro, si no te
conviertes» (Ap 2,5).

1° Para la remisión de los pecados se requieren: la


contricción o dolor, al que va unido el propósito; la acusación
hecha con sinceridad al sacerdote; la satisfacción tal como la
impone el confesor.
El dolor es el disgusto y arrepentimiento del pecado
cometido, y a la vez proponerse no pecar en el porvenir. El
dolor es una verdadera aflicción, una tristeza, una amargura
interior nacida de la consideración de la ofensa hecha a Dios, y
un odio concebido contra el pecado, considerando su malicia y
sus consecuencias en nosotros, retractando la voluntad hasta
llegar a una firme decisión de no volver a cometerlo nunca más,
usando para ello todos los medios necesarios. San Juan
Crisóstomo escribió un libro sobre la compunción. San Justino
escribe: «¿De qué manera los impuros, si no lloran y detestan su
pecado, pueden esperar que el Señor les perdone?». San
BM2 Cipriano promete el perdón a quienes se arrepienten: «Si | hacen
82 penitencia, confesando sus fallos y con lágrimas y gemidos y
sollozos, muestran profundo dolor».
2° El arrepentimiento de las propias culpas en todo tiempo
y lugar se consideró necesario para obtener el perdón y la gracia.
Cuando a san Pedro le preguntaron los hebreos qué debían
hacer para ser perdonados, respondió: «Arrepentíos y conver-
tíos». 72 Jesucristo dijo: «Si no os convertís, todos pereceréis»
(Lc 13,3).
Por el pecado el hombre da la espalda a Dios, sumo bien y
eterna felicidad, para buscar una satisfacción humana y terrena.
Ahí tenemos al hijo pródigo que parte de la casa paterna para
hacer libremente sus caprichos. ¡Gran ofensa a Dios! Por medio
del arrepentimiento este hijo regresa y dice: «He pecado. No

72 Cf He 2,38.
LAS GRANDES ORACIONES 497

merezco ser considerado aún como hijo; acéptame al menos


como siervo»... Con el dolor se da la espalda a las criaturas y se
busca de nuevo a Dios, único gozo y eterno bien.
La justicia lo exige, porque el mal requiere una reparación;
la cordura impide perdonar a quien no está arrepentido para no
dar más alas al pecado; la santidad de Dios no permite que a él se
junte nada de manchado. Dios repugna absolutamente el pecado.73
3° Oh Señor, traspasa mi corazón con el santo temor del
pecado, de modo que yo empiece a odiar lo que hasta ahora he
amado, y comience a amar cuanto hasta ahora he odiado. El
dolor es fruto de | tu gracia y de la consideración de la malicia BM2
del pecado. Ilumíname y concédeme tu misericordia. 83
Examen. – Para obtener el perdón, la disposición primera y
absolutamente necesaria siempre es el dolor. ¿Lo tengo yo
habitualmente? ¿Lo llevo siempre a la confesión?
Oración. – Señor, dame un dolor perfecto de mis culpas, que
nazca de un perfecto amor a ti, sumo bien y eterna felicidad.
Acto de dolor: Dios mío, me pesa y me arrepiento de todo
corazón de mis pecados, los odio y los detesto como ofensa a tu
Majestad infinita, causa de la muerte de tu divino Hijo Jesús y
de mi ruina espiritual. No quiero volver a cometerlos en el
futuro y propongo huir de las ocasiones. Señor, misericordia,
perdóname.

248.
LA PENITENCIA - V
«“Venid y discutiremos”, dice el Señor. “Aunque vuestros pecados
sean como escarlata, quedarán blancos como nieve; aunque sean rojos
como la púrpura, quedarán como lana. Si sabéis obedecer, comeréis de
los frutos de la tierra; si rehusáis y os rebeláis, os devorará la espada”
–ha hablado la boca del Señor–» (Is 1,18-20).

1° La confesión consiste en acusarse de los pecados ante el


sacerdote para recibir la absolución y la penitencia. Es obligatorio
confesar todos los pecados graves. Es cosa libre, pero buena y

73 Más correcto: A Dios le repugna absolutamente el pecado.


LAS GRANDES ORACIONES 498

saludable, confesar al menos los principales pecados veniales


deliberados. El confesor es juez; por eso debe conocer las culpas
en su entidad, las disposiciones del penitente, saber si puede
BM2 conceder la absolución, | los medios y condiciones con que
84 establecer la absolución y la enmienda.
Así se da una conveniente reparación a Dios. El pecado es
un acto de soberbia y desobediencia; la acusación sincera es una
humillación, pues el penitente se abaja reconociendo su fallo y
se somete al ministro de Dios. Y Dios «un corazón quebrantado
y humillado no lo desprecia» (Sal 51/50,19).
San Ambrosio, escuchando las confesiones de los penitentes,
a veces lloraba a lágrima viva, de modo que también ellos se
sentían impulsados a llorar.
2° La confesión da paz y seguridad, tan profundas cuanto
mayor sean la humillación y la contrición. El penitente, por sí
solo, siempre podría dudar de sus disposiciones; en cambio, el
juicio del sacerdote, ministro de Dios, le da seguridad; la
absolución es prenda del perdón.
La confesión mantiene alejado el pecado. Quien a menudo
se examina para confesarse, conoce las ocasiones, los medios,
las tentaciones, las obligaciones, y deviene más sensato y
prudente para el futuro.
La confesión es un gran medio de perfeccionamiento. En
ella el sacerdote es amigo, guía, padre. Como a un amigo, se le
confía cualquier secreto, tendencia, debilidad o grazia, bajo
secreto y con la seguridad de obtener una palabra en nombre de
Dios. Como guía, es director espiritual para la vida íntima de
cada uno en particular y para adquirir la virtud. Cuando san
BM2 Pablo preguntó al Señor qué debía hacer, oyó esta respuesta: |
85 «Levántate, entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tienes que
hacer» (He 9,6). Como padre, es de gran ayuda para perseverar
y de considerable ánimo en el momento del desaliento.
3° La confesión presenta también muchas ventajas sociales.
El confesor inculca la observancia de todas las leyes divinas y
humanas, en interés de la familia, de la sociedad civil y de la
Iglesia. Compone disensiones, impone restituciones, previene y
remueve escándalos, dicta una ley igual para todos: ante el
sacerdote todos somos simples penitentes.
LAS GRANDES ORACIONES 499

«Ante ti, oh Señor, traemos nuestras culpas y


LAS GRANDES ORACIONES 502

1° El penitente debe ser un dócil y humilde hijo respecto al


padre de su alma. Cuatro son los cometidos del confesor, a los
que corresponden cuatro deberes del penitente.
El confesor es juez que debe conocer el alma, las disposi-
ciones, los pecados. El penitente ábrase a él con candor,
muestre sus llagas, debilidades, deseos, resoluciones; considere
que, para no caer inexorablemente en las manos del Juez eterno,
BM2 ha de confiar la salud del alma | a su ministro. Para no ver
90 publicados los pecados en el juicio universal, es una gran suerte
darlos a conocer a un hombre solo, amigo, obligado al secreto
más absoluto.
Nadie es buen juez en causa propia.
2° El confesor es padre que representa la bondad del
Corazón de Jesús. El hijo pródigo fue al padre con humildad y
confianza. Reconocía su situación y sus yerros: «He pecado
contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo»
(Lc 15,21). Pero conocía, a la vez, la bondad del padre y se
confiaba, se entregaba a él para que dispusiera como creyera;
arrodillado decía: «Trátame como a uno de tus jornaleros» (Lc
15,19). Nadie nos ama como Dios: abandonémonos a él, que
nos hablará por medio de su ministro.
El confesor es médico. Al médico se le exponen los males y
las causas; y de él se esperan el remedio y las curas,
aceptándolas. Ocultar el propio mal al médico es necedad; al
contrario, se le debe ayudar proporcionádole todos los datos
útiles para el diagnóstico. De igual modo, el penitente dé a
conocer sus tareas, costumbres, deficiencias y tendencias. Por
ello es importante tener ordinariamente un confesor fijo. Y
después se debe aceptar los remedios, aunque sean contrarios a
los propios deseos y convicciones, con la resolución de seguir la
cura prescrita con plena fidelidad.
3° El confesor es maestro, que para el fiel constituye la
BM2 verdad, el camino, la vida. Por eso el penitente | escucha sus
91 instrucciones, con tanta mayor disponibilidad cuanta lo requie-
ran las necesidades particulares. Una sola palabra del confesor
tal vez da más luz al alma que todo un sermón predicado a la
comunidad de los fieles.
El confesor enseña los medios prácticos para evitar la culpa
y recorrer con ánimo y gozo el camino de la perfección.
LAS GRANDES ORACIONES 503

Examen. – ¿Voy al confesor con las disposiciones de un hijo


dócil, humilde, piadoso, confiado?
Propósito. – En las confesiones consideraré al confesor no
ya bajo el aspecto humano cuanto en el aspecto sobrenatural.
Con todo, escogeré mi confesor entre muchos, mirando a que
sea docto, santo, prudente.
Oración. – Jesús Maestro, buen Pastor, te ruego que des
santos confesores a tus almas. Sean confesores según tu cora-
zón: instruidos como los quiere la Iglesia, y pacientes con las
necesidades de las almas. Sean jueces íntegros, padres amoro-
sos, médicos sabios, maestros en la vida y la palabra.
Bendice a mi confesor: ilumínalo para conocer mis caren-
cias; fortifícalo para que me guíe con firmeza; pon en sus
labios las palabras que me hagan bien; consuélale por mis
incorrespondencias; prepárale una bella corona como premio
de sus fatigas; y a mí hazme dócil a sus cuidados, para que él
pueda conducirme cada vez más cerca de ti.

251. BM2
LA PENITENCIA - VIII 92

«Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y en cambio me abriste el oído;


no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: “Aquí estoy –como
está escrito en mi libro– para hacer tu voluntad”. Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas» (Sal 40/39,7-9).

1° La satisfacción es parte del sacramento de la confesión.


Implica aceptar y cumplir voluntariamente la penitencia im-
puesta por el confesor para reparar la injuria hecha a Dios, y
borrar la pena temporal merecida; penitencia que ordinaria-
mente debe hacerse después de la absolución.
No siempre se perdona toda la pena temporal una vez perdo-
nadas la culpa y la pena eterna; más bien queda aún por satis-
facer. David fue perdonado, pero la pena temporal fue bien
dura; Moisés y Aarón fueron perdonados, pero no pudieron
entrar en la tierra prometida. Obras especialmente satisfactorias
son la limosna, el ayuno, la oración; con ellas restituímos a Dios
algo de lo que el pecado había quitado. Además con estas obras
LAS GRANDES ORACIONES 504

se mortifican nuestras tres concupiscencias: la avaricia con la


limosna, la carne con el ayuno, la soberbia con la oración.
2° Dice el Señor: «Convertíos a mí de todo corazón, con
ayunos, llantos y lamentos» (Jl 2,12). «Expía tus pecados con
limosnas, y tus delitos socorriendo a los pobres» (Dan 4,24).
«Dad el fruto que pide la conversión» (Lc 3,8). «Si alguno
quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su
BM2 cruz y me siga» (Mt 16,24); «Completo en mi carne lo que falta
93 a los padecimientos de | Cristo» (Col 1,24). ¡Qué duras eran las
penitencias canónicas en los primeros tiempos de la Iglesia!
Se comprende bien: Dios es legislador y rector de la socie-
dad. Como sabio legislador y prudente rector impone penas por
los delitos para que cada cual tenga mayor horror del pecado, la
justicia quede reparada, se entienda cuán grave es la violación
de la ley. El penitente, con la penitencia, pone remedio a las
malas costumbres, quita los rastros del pecado, borra la pena del
purgatorio.
Dios mismo, por su misericordia, permite que muchas veces
seamos atribulados, oprimidos por males físicos o morales, con-
trariados por los hombres. Estas penas aceptadas como venidas
de la mano de Dios, uniéndolas a Jesús crucificado y a su
Madre dolorosa, sirven muy bien como obras satisfactorias.
3° Oh Dios, que ofendido por el pecado, te aplacas por la
penitencia, mira propicio las súplicas de tu pueblo y aleja los
flagelos de tu justicia merecidos por nuestros pecados. Por
Cristo nuestro Señor (La Iglesia).74
Examen. – ¿He aceptado de buen grado la penitencia im-
puesta por el confesor? ¿La he cumplido en el tiempo, modo y
medida prescrita? ¿He añadido por mi parte alguna mortifi-
cación voluntaria para satisfacer enteramente?
Propósito. – Aceptaré, en satisfacción de mis pecados,
cuanto de triste, duro y penoso quiera permitir el Señor hoy.
BM2 Oración. – «En el castigo confesamos lo que hicimos mal; y
94 después de tus lecciones olvidamos lo que lloramos. Si tú retra-
sas el castigo, no nos corregimos; si tú sancionas, no lo tolera-

74 Referencia genérica. En realidad, se trata de una oración colecta del

tiempo cuaresmal.
LAS GRANDES ORACIONES 505

mos. Henos aquí ante ti, pobres pecadores: reconocemos que


nos afliges justamente si no invocamos piedad» (San Agustín).
LAS GRANDES ORACIONES 506

252.
LA PENITENCIA - IX
«Porque yo estoy a punto de caer, y mi pena no se aparta de mí. Yo
confieso mi culpa, me aflige mi pecado… No me abandones, Señor;
Dios mío, no te quedes lejos; ven a prisa a socorrerme, Señor mío, mi
salvación» (Sal 38/37,18-19; 22-23).

1° La confesión frecuente es un medio utilísimo para en-


mendar los defectos y acrecentar la gracia. Al clero y a los
religiosos la Iglesia les pide la confesión semanal. A las almas
piadosas que quieren de veras progresar en la virtud, los libros
de ascética, los predicadores y los confesores unánimemente
aconsejan esa misma frecuencia.
Quien se confiesa y ya está en estado de gracia, se acusará
de los pecados veniales, o bien de los de la vida pasada. Con
este medio previene y se asegura de no tener caídas graves.
Por dos razones: por una parte, el sacramento da al alma como
un derecho ante Dios a gozar de gracias actuales y de una
fuerza especial para evitar incluso las pequeñas caídas.
Además, detestar las venialidades y los pecados pasados, aun
ya perdonados, va siempre unido al deseo y al propósito de
evitarlos en el porvenir, usando los medios necesarios. Hubo
santos que se confesaban dos veces a la semana e incluso
todos los días.75
BM2 2° La confesión frecuente produce también una más segura
95 remisión de los pecados veniales. Éstos pueden perdonarse de
muchas maneras, pero la más eficaz es siempre el sacramento
de la penitencia, el gran medio instituido de propósito por
nuestro Señor Jesucristo.
Cada vez que se recibe este sacramento se da un aumento de
gracia, de santidad, con el derecho a una mayor gloria en el
cielo. ¡Qué facilidad y qué seguridad tienen aquí las almas de
recibir una más copiosa participación en los méritos de Jesús
crucificado! Su preciosísima sangre, aplicada al alma, hace que

75 En el Diario inédito de su secretario leemos que el propio P.

Alberione, los últimos años de vida, se confesaba todas las tardes.


LAS GRANDES ORACIONES 507

se entienda lo que sucede en práctica: que habitualmente estas


almas evitan las culpas graves.
Más aún: en las confesiones frecuentes queda
LAS GRANDES ORACIONES 510

254.
EXTREMAUNCIÓN - II
«Confesaos mutuamente los pecados y rezad unos por otros para que
os curéis; mucho puede la oración insistente del justo» (Sant 5,16).

1° El rito de este sacramento es muy expresivo e ins-


tructivo. Entrando el sacerdote en la habitación del enfermo,
desea la paz: «Paz a esta casa y a cuantos la habitan » (Mt 10,12
- Lc 10,5); «Nuestro auxilio es el nombee del Señor, que hizo el
cielo y la tierra» (Sal 124/123,8). «Señor Jesucristo, entre en
esta casa, junto con nuestro humilde ministerio, la felicidad
eterna, la divina prosperidad, el sereno gozo, la caridad fruc-
tuosa y la salvación eterna; queden lejos de este lugar los de-
monios; vengan, en cambio, los ángeles de la paz, y se aleje de
aquí toda discordia. Oh Señor, exalta sobre nosotros tu santo
BM2 nombre y bendice nuestra vida; santifica el ingreso del | minis-
100 tro, tú que eres santo y piadoso, y con el Padre y el Espíritu
Santo reinas por todos los siglos de los siglos».
Después se bendicen la habitación, el enfermo, todos los
presentes; y se añade: «Escúchanos, oh Señor santo, Padre
omnipotente, Dios eterno, y dígnate mandar del cielo a tu santo
ángel, que custodie, conforte, proteja, visite y defienda a
cuantos aquí habitan».
2° Se pasa luego a la administración del sacramento. Se
recita el Confíteor, en nombre del enfermo, como una genérica
y pública acusación de todo pecado cometido. El sacerdote
invoca a la divina Misericordia un perdón general con el
Misereátur y el Indulgentiam.80 Seguidamente impone la mano
sobre el enfermo diciendo: «En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo, se extinga en ti todo poder diabólico por la
imposición de nuestras manos y por la invocación de María
virgen, gloriosa y santa madre de Dios, y de san José su ínclito
esposo, de todos los santos ángeles, arcángeles, patriarcas,

80 «(Dios) tenga misericordia...»; «(Dios te conceda) el perdón...»

(Ritual).
LAS GRANDES ORACIONES 511

profetas, apóstoles, mártires, confesores, vírgenes y de todos los


santos. Así sea».
A continuación se ungen los sentidos del enfermo: los ojos,
los oídos, la nariz, los labios, las manos, los pies. Para cada sen-
tido el sacerdote repite la fórmula, cambiando sólo el nombre de
la parte ungida. «Por esta santa unción y por su piisíma mise-
ricordia, el Señor te perdone toda falta cometida con la vista (o
el oído, el olfato, el gusto y la lengua, el tacto, los pasos)».
3° Siguen las oraciones para que sea estable y abundante el BM2
fruto del sacramento recibido. «Señor, ten piedad de nosotros; 101
Cristo, ten piedad de nosotros; Señor, ten piedad de nosotros.
Padre nuestro... Salva, oh Señor, a tu siervo que espera en ti;
mándale la ayuda de lo alto, y desde Sión defiéndele; sé para él
torre de fortaleza frente al enemigo. Éste nada pueda contra él;
el hijo de la iniquidad no logre hacerle mal. Señor, escucha mi
oración y mi grito llegue hasta ti. Señor Dios, que por medio del
apóstol Santiago has dicho: “¿Está enfermo alguno de vosotros?
Llame a los presbíteros de la Iglesia, que recen por él y lo unjan
con óleo en el nombre del Señor. La oración hecha con fe
salvará al enfermo y el Señor lo restablecerá; y si hubiera
cometido algún pecado, le será perdonado”, cura, te pedimos,
oh Redentor nuestro, los males de este enfermo con la gracia del
Espíritu Santo; sana sus heridas, perdona sus pecados, aleja de
él toda pena del alma y del cuerpo y dale por tu misericordia
una perfecta salud interna y externa, para que restablecido en la
primitiva fuerza vuelva a sus deberes. Tú que vives… etc.».
Los dos Oremus que concluyen el sacro rito insisten aún con
más intensidad en favor de las particulares necesidades espiri-
tuales y corporales del enfermo.
(Es fácil hacer el examen y el propósito considerando las
palabras con las que el sacerdote acompaña cada unción).

255. BM2
EXTREMAUNCIÓN - III 102

«Hermanos, poned el mayor empeño en afianzar vuestra vocación y


vuestra elección; haciendo esto no caeréis nunca. Pues así se os
facilitará muchísimo la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo» (2Pe 1,10-11).
LAS GRANDES ORACIONES 512

1° La extremaunción es un sacramento instituido por


nuestro Señor Jesucristo, en el que, por la unción con el óleo
consagrado y la oración del sacerdote, se confiere a los cris-
tianos gravemente enfermos la salud del alma y también la del
cuerpo si conviene para el alma. Es como un complemento de
la penitencia; en ésta se perdona el pecado grave; con el óleo
santo se quitan los restos, las consecuencias y, en parte al
menos, la pena temporal.
En el trabajo espiritual se combaten los defectos, que
siempre permanecen; pero nosotros no quisiéramos entrar
con ellos en la eternidad. La extremaunción es la última
purificación: bien recibida, quita muchos defectos de carácter,
tendencias de pasiones e inclinaciones demasiado humanas y
terrenas; dispone el alma a presentarse más pura en el reino de
luz, ante el esplendor de Jesucristo, Hombre-Dios.
La extremaunción es una última vestidura, casi el último
toque del alma para entrar en la sala del convite, donde el
Esposo celeste aguarda: el traje nupcial recibe su último
esplendor y ornamento.
2° Dice el concilio de Trento que este sacramento lo
estimaron los Padres como último perfeccionamiento de la
penitencia y de toda la vida cristiana, que debe ser una continua
mortificación.
BM2 Es un signo y casi la extrema y sensible | prueba de la
103 voluntad de Dios que quiere salvarnos a todos: «Dios quiere que
todos se salven» (1Tim 2,4). Es como una última demostración
de la infinita misericordia de Jesús, que acompaña el alma hasta
el postrer momento para salvarla. Es el complemento terminal
de todas las gracias recibidas en la vida. Así como en el
bautismo Jesucristo interviene por primera vez para conferir una
nueva vida al alma, así en la extremaunción interviene por
última vez con un sacramento para dar el toque final de perfec-
cionamiento a esta vida.
3° Oh Jesús, ¡bendita sea eternamente tu misericordia, que
nos acompaña con tu gracia hasta el extremo de la vida! Has
provisto a todas las principales necesidades de la vida espiritual
con algún sacramento; y no has olvidado a tus hijos necesitados
cuando se encuentan al borde del paso extremo. «Si alguno está
gravemente herido o enfermo, el apóstol Santiago le invita a
LAS GRANDES ORACIONES 513

llamar al sacerdote, que con la oración de la fe y la unción del


óleo, le salve y le asegure, con una y otra, la remisión de los
pecados» (Casiodoro).
Examen. – ¿Conozco bien este sacramento? ¿Comprendo el
corazón de Jesús al instituirlo? ¿Medito sus benéficos efectos?
¿Tengo prejuicios al respecto?
Propósito. – Quiero instruirme y conocer bien la naturaleza,
los efectos, el rito, las disposiciones para recibir adecuadamente
y a tiempo este sacramento.
Oración. – Líbrame, oh Señor, de la muerte imprevista, y BM2
concédeme la gracia de recibir con suficiente conocimiento este 104
sacramento de tu amor solícito. Mándame una persona verda-
deramente amiga que me dé a conocer con sinceridad mi estado,
cuando me encuentre enfermo; mándame tu sacerdote, te lo
pido desde ahora; dame en aquel momento la fe y el arre-
pentimiento necesario. Te lo suplico por el amor que te indujo a
instituir este sacramento; te lo ruego por tu agonía en la cruz;
te lo pido por los dolores de la Madre que te asistió en el
Calvario; te lo imploro por la intercesión de san José, patrono
de los moribundos.

256.
EL ORDEN - I
«Que la gente vea en nosotros servidores de Cristo y administradores
de los misterios de Dios. Ahora, lo que se busca en los adminis-
tradores es que sean fieles» (1Cor 4,1-2).

1° El sacerdote tiene dos cometidos en la Iglesia: uno con


el cuerpo real de Jesucristo; el otro con el cuerpo místico.
En cuanto al cuerpo real de Jesucristo, el sacerdote debe
consagrar la Eucaristía, guardarla en las iglesias, dispensarla a
los fieles, darle el honor debido. En efecto, Jesucristo quiso
permanecer perpetuamente en los sagrarios. La Eucaristía es el
sacrificio de la nueva ley; y es el sacerdote quien celebra la
santa Misa. La Eucaristía es el alimento de las almas, el pan
celeste para nuestro espíritu; y es el sacerdote quien lo dis-
tribuye. La Eucaristía se conserva en las iglesias y a ella se le BM2
105
LAS GRANDES ORACIONES 514

debe el honor | que merece Jesucristo verdaderamente presente;


y la custodia, el cuidado y el culto están confiados particu-
larmente al sacerdote.
El sacerdote, como la Sma. Virgen en la anunciación, dice
en la Misa su fiat, y un gran prodigio se realiza en sus manos: la
transustanciación.81 La Sma. Virgen presentó a Jesús Niño a los
pastores, a los magos, al templo: de forma similar, el sacerdote
ofrece la Eucaristía para alimento de los fieles. La Sma. Virgen
trataba, custodiaba, alimentaba a su Hijo Jesús; asimismo el
sacerdote toca, lleva, honra a Jesús-Hostia, que se ha entregado
enteramente en sus manos. ¡Inmensa dignidad y poder divino!
2° El sacerdote tiene unos cometidos respecto al cuerpo
místico de
LAS GRANDES ORACIONES 516

hombre escogido entre el pueblo, constituido para el pueblo


para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Es el hombre
que por el sagrado orden está puesto como mediador entre el
cielo y la tierra: al cielo presenta las necesidades de la huma-
nidad, y del cielo obtiene las gracias y misericordias. A los
hombres les predica la palabra y la voluntad de Dios, y por
medio de los sacramentos eleva las almas hasta Dios y a la
eterna felicidad.
BM2 2° Jesucristo desde el comienzo de su ministerio público
108 llamó junto a sí a Andrés, Pedro, Santiago, Juan, Felipe, etc.
«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres» (Mt 4,19;
Mc 1,17). Tuvo de ellos el máximo cuidado; los instruyó de
modo especial, les llamó apóstoles. Les mandó a predicar el
reino de Dios, con particulares avisos, con poderes especiales
sobre los demonios, advirtiéndoles que les había escogido para
ir, procurar frutos, y frutos duraderos.
Después, Jesucristo los consagró sacerdotes, mandándoles
repetir cuanto él mismo había realizado en la última cena; les
confió el poder de absolver los pecados y les dio el gran
mandato: «Id por todo el mundo, predicad el Evangelio a toda
criatura, bautizad, enseñad a cumplir cuanto os dije».82
El sacerdocio debe ser perpetuo como el sacrificio; por ello
también los apóstoles, en las ciudades donde habían predicado,
eligieron hombres de buena fama y les consagraron como sacer-
dotes. Debían gobernar la Iglesia de Dios, dispensar los miste-
rios de Dios, ofrecer el divino Sacrificio. Así hacía san Pablo por
doquier: san Tito, san Timoteo, Sila, etc. fueron elevados al sa-
cerdocio y continuaron la obra de los apóstoles después de su muerte.
Igualmente, en la historia de la Iglesia, hasta hoy, se repitió
y se repite aún y se repetirá siempre más ampliamente lo mismo.
3° El autor de la Doctrina de los doce Apóstoles 83 escribe:
BM2 «Estableced dignos obispos y | diáconos, que sean hombres
109 mansos, no avaros, veraces, de virtud comprobada». Haremos,
pues, esta súplica: «Señor, da a conocer a quiénes has elegido

82 Cf Mt 28,19-20; Mc 16,15.
83 La Doctrina de los doce Apóstoles, o Didaqué, es un texto cristiano
de autor desconocido, probablemente contemporaneo del Nuevo Testa-
mento. Contiene una catequesis moral para la comunidad, y textos
litúrgicos sobre el bautismo y la eucaristía.
LAS GRANDES ORACIONES 517

para el santo ministerio sacerdotal, para que ellos te den el


honor y el culto debido, y los hombres sean nutridos con la
verdad y santificados con la gracia de su labor».
Examen. – ¿Comprendo bien la constitución de la Iglesia,
estructurada entre el cuerpo discente, o sea los fieles, y el cuer-
po docente, es decir los obispos, los sacerdotes y los ministros?
¿Venero la jerarquía instituida por Jesucristo en su dignidad,
oficios y poderes?
Propósito. – Conservaré en mi corazón las palabras del
Apóstol: «Que la gente sólo vea en nosotros servidores de
Cristo y administradores de los misterios de Dios» (1Cor 4,1).
Oración. – «Padre, conserva a los sacerdotes en tu nombre.
Yo les he comunicado tu palabra, pero el mundo les odia por-
que no son del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino
que los guardes del maligno. Santifícalos en la verdad: tu pala-
bra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío
también al mundo. ¡Que sean santos! ¡Que sean uno, como tú,
Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en noso-
tros!» (De «la Oratio Christi»84).

258. BM2
EL ORDEN - III 110

«Que nadie te menosprecie por tu juventud; sé, en cambio, un


modelo para los fieles en la palabra, la conducta, el amor, la fe, la
pureza. Hasta que yo llegue, centra tu atención en la lectura, la
exhortación, la enseñanza. No descuides el don que hay en ti, que te
fue dado por intervención profética con la imposición de manos del
presbiterio. Medita estas cosas y permanece en ellas, para que todos
vean cómo progresas» (1Tim 4,12-15).

1° Hay órdenes mayores y sagradas, a saber: el presbite-


rado, el diaconado, el subdiaconado. 85 Y luego hay órdenes
menores: acolitado, exorcistado, lectorado, ostiariado. Uno es el

“Oración de Cristo”, o plegaria sacerdotal (Jn 17).


84
85
Este escalafón, vigente hasta el concilio Vaticano II, quedó refor-
mado con la abolición del subdiaconado y la reducción de las “órdenes
menores” a dos únicos “ministerios”: lectorado y acolitado.
LAS GRANDES ORACIONES 518

sacramento del orden, pero con diversos poderes, que se distri-


buyen y comunican gradualmente, empezando por los más sen-
cillos, a medida que el aspirante se hace capaz y más preparado.
El sacramento del orden está orientado en primer lugar a la
Eucaristía. El sacerdote produce y consagra la Eucaristía, el
diácono la distribuye a los fieles, el subdiácono prepara en los
vasos sagrados la materia para el sacrificio y la presenta; el
acólito la prepara en los vasos no sagrados, el exorcista purifica
de las infecciones demoníacas a quienes quedarían impedidos
de comulgar, el lector instruye a los niños y a los catecúmenos
que se preparan a recibir la comunión, el ostiario guarda la
iglesia donde se conserva la Eucaristía.
2° El orden sagrado exige una larguísima preparación
moral, intelectual y práctica, más que cualquier otro sacramento.
El aspirante se acerca al altar por varios grados. Mientras va
creciendo en la virtud y en la ciencia, la Iglesia le encarga
ministerios primeramente inferiores, luego más delicados y ma-
yores. Ante todo, se le separa de la comunidad de los fieles y se
BM2 le agrega al clero por medio de la tonsura, que es como el | pre-
111 ámbulo a las órdenes. Después, si se muestra delicado de con-
ciencia y respetuoso de las cosas sagradas, se le confía el
cuidado de la iglesia material: él la abre y la cierra con las
llaves, y con el tañer de las campanas invita a los fieles a entrar
en ella. Luego, si el aspirante se muestra fuerte contra las lison-
jas del demonio, podrá ser exorcista; acólito, si es devoto de la
Sma. Eucaristía; lector o catequista, si tiene celo por la salva-
ción de las almas. Para el subdiaconado es preciso dar prueba de
saber conservar la continencia y ser fiel al Oficio divino, así
como para el diaconado se requiere dar prueba de verdadera
caridad con el prójimo. El presbiterado exige un hombre ya
todo de Dios, más santo que el simple religioso, digno de ejer-
cer como vicario de Cristo; el orden sagrado infunde gracia
abundante para los grandes cometidos del sacerdote: predicar,
absolver, celebrar la Misa, regir la grey de Jesucristo.
3° El sacerdocio es como un alto monte al que ascienden
quienes tienen manos inocentes y puro corazón: es la máxima
dignidad de la tierra. El sacerdote debe ser en la vida, palabras,
obras, mente y tendencias, como un segundo Cristo: hombre por
naturaleza, Cristo en los poderes y en las costumbres. Con san
LAS GRANDES ORACIONES 519

Pablo ha de poder decir de sí: «Sed imitadores míos, como yo lo


soy de Cristo». Le son necesarias, pues, gracias especialísimas.
Examen. – ¿He comprendido cuántas renuncias debe hacer
un aspirante al sacerdocio? ¿Qué virtudes ha de tener? ¿Cuánto
interesa al pueblo | contar con dignos ministros de Dios? ¿Y que BM2
a este digno ministro se le merece con la oración y la virtud? 112
Propósito. – Consideraré que tener sacerdotes santos es de
sumo interés para cada población, cada fiel, cada tiempo.
Oración. – Con la Iglesia rezaré los tres oremus de la Misa
«Christi summi et aeterni Sacerdotis».86
Oh Dios, que constituiste sumo y eterno sacerdote a tu
Unigénito para gloria de tu majestad y salvación del género
humano: concede que quienes él ha elegido por ministros y
dispensadores de sus misterios, sean hallados fieles en el
cumplimiento de su ministerio. Por Jesucristo nuestro Señor.

259.
EL MATRIMONIO
«Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia. Él
se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el
baño del agua y la palabra» (Ef 5,25-26).

1° El matrimonio fue instituido por Dios; después, Jesu-


cristo lo constituyó sacramento. San Pablo dice: «El matrimonio
es un gran sacramento, en Cristo y en la Iglesia, y debe ser
honrado por todos»; en todo y en todos, en cada una de sus
partes. San Francisco de Sales explica: «por todos, porque aun
las personas célibes deben honrarlo humildemente; en todos,
porque es santo, tanto en los pobres como en los ricos; en todo, BM2
porque su origen, su | fin, sus ventajas, su forma y su materia 113
son cosas santas». Es un semillero para la sociedad civil, que de
él recibe los nuevos miembros, y para la Iglesia, ya que por él
se puebla la tierra de fieles; y para el cielo, porque contribuye a
completar el número de los elegidos. Es interés de todos, bajo

86 “(Misa) de Cristo, sumo y eterno Sacerdote”.


LAS GRANDES ORACIONES 520

cada uno de sus aspectos, conservar en alta estima y contribuir a


la santificación del matrimonio.
De la inadecuada preparación y celebración de los matrimo-
nios, dependen tantos dolores, fracasos familiares y pecados.
2° San Pablo advierte: «Maridos, amad a vuestras mujeres
como Cristo amó a su Iglesia; mujeres, amad a vuestros maridos
como la Iglesia ama a Jesucristo» (Ef 5,25). Este afecto,
encendido y consagrado en el sacramento, debe engendrar una
unión indisoluble de los corazones, porque les ha unido la
sangre de Jesucristo. De ahí seguirá la fidelidad recíproca entre
los dos cónyuges.
Gran honor y mérito es el que Dios da a los esposos
llamándoles a cooperar con él en multiplicar las almas que le
alabarán por toda la eternidad. Particularmente delicada y
fecunda de grandes méritos ante Dios y la sociedad es la
educación cristiana, física, intelectual y civil de los hijos.
Esta misión tan alta bien merece algún sacrificio. Se necesita
también paciencia recíproca: el hombre debe soportar las debili-
BM2 dades morales y físicas de la mujer; y ésta las | del hombre. El
114 afecto mutuo debe estar saturado de reverencia y de esmero,
considerándose como dos compañeros que han de hacer juntos
el viaje hacia la eternidad, sosteniéndose en los tramos difíciles
y peligrosos. San Pedro dice: «Los maridos, en la convivencia
con la mujer, sabiendo que es más delicada, demuestren estima
hacia ellas» (1Pe 3,7). San Gregorio Nacianceno escribe: «¿Con
qué cara podéis, maridos, exigir de vuestras mujeres la hones-
tidad, si vosotros no lleváis vida honesta? ¿Cómo requerir lo
que vosotros no dais?».
Una continua confianza y familiaridad, con corazón abierto,
hará feliz la vida conyugal. La historia eclesiástica nos lo prue-
ba contando la vida de mujeres y maridos elevados a los hono-
res de los altares. Hijos santos como san Agustín, san Andrés de
Fiésole, santo Tomás de Aquino, san Luis rey, son el fruto de
una vida conyugal santificada en la piedad y en la virtud.
3° Dice san Pablo: «El marido infiel 87 se santifica por la
mujer creyente; y la mujer no creyente se santifica por el mari-
do fiel» (1Cor 7,14). Con todo, escribe san Francisco de Sales:

87 Infiel aquí está por “no creyente”, “no cristiano”.


LAS GRANDES ORACIONES 521

«En la paz se percibe la voz de Dios; pero el Espíritu Santo no


puede habitar en una casa llena de gritos, discusiones y male-
volencia».
San Gregorio Nacianceno recuerda que en su tiempo los
casados festejaban el aniversario de su matrimonio. Y san Fran-
cisco de Sales escribe: «También a mí me gustaría que tal uso
se introdujera entre nosotros, con tal de que no acabara todo | en BM2
diversiones mundanas y sensuales, sino que maridos y mujeres, 115
confesándose y comulgando ese día, encomendasen a Dios de
modo más fervoroso del habitual la prosperidad de su matri-
monio, renovando los buenos planes de santificarlo cada vez
más con una amistad y fidelidad recíproca, y recabando del
Señor nuevo empuje para sostener los pesos del propio estado».
Examen. – ¿Tengo en la debida estima este sacramento? ¿Sé
calibrar las consecuencias para las familias, la Iglesia, la socie-
dad civil? ¿Colaboro en dar a conocer la santidad, los deberes,
los méritos y frutos del matrimonio?
Propósito. – Rezaré a menudo por las familias cristianas,
para que estén fundadas en Jesucristo, es decir en fuerza de la
gracia; vivan cristianamente; y, a ejemplo de la Familia de
Nazaret, sean el nido de la paz y el domicilio de las virtudes.
Oración. – «Déjate, Señor, vencer por nuestras súplicas, y
asiste benigno a esta tu institución, con la que has ordenado la
propagación del género humano, para que lo que está unido
por autoridad tuya se conserve tal gracias a tu ayuda. Por
nuestro Señor Jesucristo».
«Oh Dios, que en virtud de tu poder has creado de la nada
todas las cosas; oh Dios, que una vez puestas las bases del
universo, al hombre, hecho a tu imagen, le diste como ayuda
inseparable la mujer, cuyo cuerpo extrajiste del mismo hombre,
para enseñar que nunca es lícito separar lo | que te plugo unir; BM2
oh Dios, que consagraste la unión conyugal con un misterio tan 116
grande al punto de hacer del matrimonio el símbolo de la unión
de Cristo y de la Iglesia; oh Dios, para quien la mujer se une al
hombre y la sociedad doméstica, instituida desde el principio,
recibe aquella bendición, única, que no fue abolida ni por la
pena del pecado original, ni por la sentencia del diluvio, vuelve
propicio tu mirada a estos cónyuges que en el acto de unirse en
LAS GRANDES ORACIONES 522

matrimonio desean pertrecharse con tu protección. Perdure en


ellos el vínculo del amor y de la paz;... sean estimados e, inocentes,
lleguen al descanso de los bienaventurados y al reino celeste».
LAS GRANDES ORACIONES 523

260.
LA ORACIÓN - I 88
«No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he
elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto
permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo
dé» (Jn 15,16).

1° El Señor quiere que todos los hombres se salven, por


eso a todos da la gracia de orar, pues la oración es realmente el
medio absolutamente necesario para obtener la salvación. Todos
reciben del Señor este don. Esta es la doctrina de la Iglesia:
debemos observar los preceptos de Dios que consideramos
posibles; y orar cuando encontramos dificultades: entonces, por
la gracia de Dios, todo se hace posible. San Agustín dice: De los
mandamientos algunos son fáciles de observar, y debemos
hacerlo. Otros son difíciles y hemos de orar; entonces podremos
observarlos también.
San Alfonso escribe: Los preceptos pueden | observarse BM2
todos, al menos acudiendo al gran medio de la oración. Dios, 117
sapiente y bueno, no carga sobre nuestros hombros pesos que
no podamos llevar. Al contrario, cuando el alma abunda en
oración, Dios abunda también en gracia; y experimentamos que
el yugo de Dios es dulce y su peso ligero.
2° San Pablo nos advierte: «Dios es fiel, y no permitirá que
seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino que con la
tentación hará que encontréis también el modo de poder
soportarla» (1Cor 10,13). Santo Tomás con san Alfonso dice
que la fidelidad de Dios está precisamente en esto: en ayudar a
quien en la prueba recurre a él. Bien duros serían ciertos

88 En el librito DF el P. Alberione sitúa el tema de la oración sobre

todo en la sección dedicada a Jesús-Vida, definiéndola como “el medio de


la gracia”. «1. La oración “est elevatio mentis in Deo” [elevación de la
mente a Dios], en general; en especial es “petitio decentium a Deo”
[petición a Dios de cosas honestas]. Puede ser vocal, mental o vital. Es
también el estado de ánimo de quien ante el Señor se comporta confia-
damente como súbdito, como pobre, ignorante, pequeño, mezquino» (DF,
pp. 58-59).
LAS GRANDES ORACIONES 524

preceptos divinos: a quien nos ha golpeado en una mejilla,


presentarle también la otra, o hacer bien a quien nos persigue,
observar perfecta continencia, obedecer a superiores esquinados
e injustos… Pero Jesús oró en Getsemaní; oró san Esteban, oró
san Lorenzo; los santos oraron; tantas almas buenas oran cada
día; y todos ellos cumplieron y cumplen obras harto heroicas e
imposibles a las fuerzas humanas.
Dios manda mucho a todos. Por eso dice san Juan Crisós-
tomo: «Nadie puede sentirse disculpado si cede al demonio,
porque ha dejado de orar, mientras podía continuar». San
Agustín añade: «No es culpa ignorar lo que no has podido
aprender; pero sí lo es, en cambio, la negligencia en orar». ¿Qué
significa el mandato divino «Llamad, pedid, buscad»? (Mt 7,7).
BM2 Es cierto que observaremos la ley divina | si realmente lo
118 queremos, pidiéndoselo siempre al Señor.
Como para la vida natural el Señor no nos ofrece la mesa ya
preparada, pero nos da medios para prepararla, así para la vida
sobrenatural nos ofrece los medios que debemos usar con soli-
citud: sacramentos, sacramentales, meditaciones, rosarios, jaculatorias.
3° Te doy gracias, oh Señor, por este gran don de la
oración, y entiendo estas tus palabras: Esperad en vuestro Dios.
Esperad, pueblos todos, en el Señor; quienes teméis al Señor,
esperad en él. Porque esperó en mí, le libraré, le protegeré, le
glorificaré. Esperad la gracia que se os ofrece. Por la esperanza
fueron salvados. De las promesas divinas no cabe dudar.
Examen. – ¿Correspondo a la gracia que el Señor siempre
me da de orar? ¿Ruego con constancia o me abandono al
desaliento en las dificultades? ¿Cómo explico las caídas?
Propósito. – Tengo la certeza de que, si quiero, puedo
salvarme y obtener todas las gracias necesarias: quiero conser-
var constantemente esta virtud.
Oración. – Creo cuanto me enseña la Iglesia: «Todos deben
poner una firmísima esperanza en la ayuda del Señor». Sin
embargo, conozco que debo siempre temer mi fragilidad; pero
justo por esto recurriré con más constancia a Dios, para que mi
inconstancia se cambie en la virtud de la perseverancia. Me
BM2 dan seguridad las | palabras de san Bernardo: «Considero las
119 tres virtudes en que se apoya mi esperanza: la caridad de
LAS GRANDES ORACIONES 525

adopción en hijo de Dios; la verdad de las promesas divinas; la


omnipotenza de Dios en escuchar a quien le ruega».
LAS GRANDES ORACIONES 526

261.
LA ORACIÓN - II
«En esto consiste la confianza que tenemos en Cristo: en que si le
pedimos algo según su voluntad, nos escucha. Y si sabemos que nos
escucha en lo que le pedimos, sabemos que tenemos conseguido lo
que le hayamos pedido» (1Jn 5,14-15).

1° La oración es el gran medio para obtener la gloria de


Dios y la paz de los hombres, que son los dos fines de Dios en
la creación, redención y santificación de los hombres. Tales
deben ser las miras que todas las criaturas racionales han de
tener constantemente en cualquier acción. La oración es la
cooperación del hombre con Dios para conseguir lo que Dios
mismo quiere: está entre los medios que el hombre tiene a
disposición y pretende usar; pero, antes que nosotros y más que
nosotros, Dios desea escucharnos, si oramos bien. Jesucristo, al
rezar, entraba siempre en el corazón y en la mente del Padre; así
que rezar en nombre de Jesucristo significa realmente unirnos a
sus súplicas, orar en él, con él, por él. Dice san Agustín: «No se
ora en nombre del Salvador cuando se piden cosas contrarias a
la salvación eterna». Es preciso siempre que Cristo haga suya
nuestra oración; y la hace suya si lo que pedimos es para gloria
de Dios y paz de los hombres. Por tanto, no reza quien pide
cosas malas, o sea las que Dios ni puede ni quiere dar.
BM2 2° Dice el Señor: «Llámame, | y te responderé» (Jer 33,3).
120 «Invócame… yo te libraré» (Sal 50/49,15). «Pedid y se os dará,
buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá» (Mt 7,7), «Dará
cosas buenas a los que le piden» (Mt 7,12). «Todo el que pide
recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre» (Lc
11,10). «Todo lo que pidáis orando con fe, lo recibiréis» (Mt
21,22). «Todo cuanto pidáis en la oración, creed que os lo han
concedido y lo obtendréis» (Mc 11,24). «Si me pedís algo en
mi nombre, yo lo haré» (Jn 14,14). «En verdad, en verdad os
digo: si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará» (Jn
16,23). «Lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dará» (Jn 15,16).
Los hebreos, esclavos en Egipto, clamaron, y fueron libe-
rados. Moisés oraba por la victoria contra los amalecitas, y fue
LAS GRANDES ORACIONES 527

escuchado. Josué, Judit, Ester oraron y obtuvieron respuesta. En


el Evangelio, rogaron los diez leprosos, el ciego de nacimiento,
la hemorroísa, la cananea, el centurión, etc., y cada oración bien
hecha fue atendida por Jesucristo.
Quien ora, pide en el Espíritu Santo y con Jesucristo: «El
mismo Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables»
(Rom 8,26). «Exauditus est pro sua reverentia», fue escuchado
(Jesucristo) por su piedad filial (Heb 5,7). Orando entramos en
la voluntad misma de Dios, pues es él quien nos da la gracia y
nos mueve a orar: ¿cómo no va a escucharnos después? Los
santos obtenían cuanto querían: «Por la oración se obtiene todo
bien y se aleja todo mal» (San Buenaventura).
3° Medito las palabras de Tertuliano: «¿Qué negará Dios a BM2
quien ora? Sólo la oración vence a Dios. Jesucristo confirió a la 121
oración la omnipotencia. Por eso la oración fortifica a los débi-
les, sana a los enfermos, espanta a los demonios, libra a los ino-
centes, borra los delitos, repele las tentaciones, consuela a los
afligidos, detiene las persecuciones, sostiene a los magnánimos,
guía a los peregrinos, calma las olas, frena a los ladrones, nutre
a los pobres, guía a los ricos, levanta a los caídos, sustenta a los
vacilantes, consolida a los justos». En fin, la oración, con ser
una cosa sola, las puede todas.
Examen. – ¿Cuánto rezo? Tendré tantos bienes cuanta ora-
ción mental y oral haga.
Propósito. – Cada día mejoraré mi oración.
Oración. – Aumenta en mí, oh divino Espíritu, la fe en tus
promesas. Hazme creer que la oración es la fuerza de los
débiles, estableciendo el equilibrio entre el niño y el fuerte; aún
más, hace al pobre más rico de quien tiene mucho, al ignorante
más sensato que los sabios, al doliente más feliz que los vivi-
dores, al manso victorioso frente al prepotente, al humilde más
seguro y más santo que el soberbio.
LAS GRANDES ORACIONES 528

BM2 262.
122 LA ORACIÓN - III
«Yo invoco a Dios, y el Señor me salva: por la tarde, en la mañana, al
mediodía, me quejo gimiendo. Dios escucha mi voz: su paz rescata mi
alma de la guerra que me hacen, porque son muchos contra mí. Dios
me escucha, les humilla el que reina desde siempre, porque no quieren
enmendarse ni temen a Dios» (Sal 55/54,17-20).

1° No hay argumento del que se hable más en la sagrada


Escritura. Es un don «orar siempre, sin desfallecer» (Lc 18,1).
«Pedid y se os dará» (Mt 7,7). «Todo el que pide recibe, y el que
busca halla, y al que llama se le abre» (Lc 11,10). «Velad y orad
para no caer en la tentación» (Mt 26,41). «Pedid y se os dará »
(Mt 7,7). «Rezad unos por otros para salvaros...».
Más de quinientas veces se habla de la oración; o para
expresamente mandarla, o para inculcarla con palabras y hechos,
o para exponer las condiciones y el modo de orar, o para
presentar fórmulas de oración. Esto significa que de veras es
voluntad de Dios que recemos. Por ello, no cabe desistir de la
oración, o por tibieza, o porque no hemos sido escuchados, o
por falta de tiempo.
2° La oración es, además, indispensable a los adultos para
salvarse; tanto que san Alfonso compendia todos los motivos en
una frase redonda: «Quien ora se salva; quien no ora se
condena».89 En realidad hay preceptos que superan las fuerzas
de la naturaleza, como perdonar a los ofensores, pero resultan
posibles y fáciles, incluso dulces a veces, con la oración. Esta es
siempre posible. Dice san Agustín: «Dios no manda cosas
BM2 imposibles; pero, al mandar, nos advierte que hagamos cuanto |
123 podamos y que pidamos lo que no podemos, pues nos ayuda
para que podamos».

89 «La oración es necesaria en la economía de la Providencia, puesto

que sin especial ayuda divina no podemos ejercitar ciertas virtudes y


cumplir ciertos deberes, ni vencer ciertas pasiones, ni perseverar siempre
en el bien; y, por otra parte, sólo se le concede ayuda a quien reza. Por
tanto, quien reza se salva y quien no reza se condena. La oración es eficaz
porque se funda en las promesas divinas y en los méritos de nuestro Señor
Jesucristo; o nos obtiene lo que pedimos o algo mejor de lo que pedimos»
(DF, p. 59).
LAS GRANDES ORACIONES 529

Hay algunas tentaciones y pruebas gravísimas, que sólo


orando lograremos vencer; por ejemplo las batallas por la casti-
dad. «Sin mí –dice Jesucristo– no podéis hacer nada» (Jn 15,5).
Más aún, sin la gracia, ni siquiera podemos pensar algo bueno
en orden a la vida eterna. Dios obra en nosotros el querer ganar
méritos y en lograrlos. Santo Tomás escribe: «Cada uno está
obligado a rezar por la misma razón que debe procurar el estado
de gracia con los bienes a ella ligados».
Después del bautismo es necesaria una asidua oración para
poder salvarse; pues, aunque se borre el pecado original, queda
el incentivo de la concupiscencia, que nos incita interiormente
al mal, mientras el mundo y el demonio nos combaten exterior-
mente.
Y bien, dice san Alfonso de Ligorio, no podemos resistir a la
violencia de tantos y tales enemigos sin una ayuda especial, que
sólo con la oración puede obtenerse; por eso sin la oración no
cabe esperar la salvación.
3° Comprendo que la oración es para mí un estado y una
condicion natural: el ignorante se dirige al sabio, el pobre al rico,
el débil al fuerte. Así como la planta se comunica siempre con
la tierra por las raíces, y por las hojas con el aire, así el cristiano
ha de mantenerse siempre en comunicación con Dios.
Examen. – ¿Tengo firme convicción sobre la | necesidad de BM2
la oración? ¿Estoy siempre en estado de oración: convicción de 124
debilidad, confianza segura en Dios, comunicación habitual con él?
Propósito. – Que falte más bien el tiempo para comer, pero
nunca el de la oración, que debe preceder a todo lo demás.
Oración. –Señor clementísimo, presta atención a nuestras
oraciones, y con la gracia del Espíritu Santo ilumina nuestro
corazón para que podamos servir dignamente a tus misterios y
amarte en eterna caridad.
Oh Dios, a quien está descubierto todo corazón y es cono-
cida toda voluntad y ningún secreto se le oculta, purifica,
mediante la infusión del Espíritu Santo, los pensamientos de
nuestro corazón para que merezcamos amarte perfectamente y
alabarte dignamente.
LAS GRANDES ORACIONES 530

263.
LA ORACIÓN - IV
«Sólo en Dios descansa mi alma, porque él es mi esperanza. Sólo él es
mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré. De Dios viene mi
salvación y mi gloria, él es mi roca firme, Dios es mi refugio» (Sal
62/61,2.7-8).

1° El Señor escucha siempre las oraciones bien hechas;


ninguna oración, ni la más pequeña, es vana: o el Señor dará lo
que se pide, o dará algo mejor. Pero, en práctica, ¿cómo muchas
oraciones son ineficaces? Responde san Agustín: O porque quien
reza es pecador (póngase en gracia con una buena confesión).
O bien porque se piden cosas malas, peligrosas para el alma:
por ejemplo, riquezas, de las que el Señor prevé que se abusará.
BM2 Pídase | la salvación, la fe, el perdón de los pecados, una buena
125 muerte, etc.
O bien porque se reza mal.
Para rezar bien consideremos en especial tres condiciones:
La primera, la humildad. El humilde está íntimamente per-
suadido de su nada, de su indignidad, ignorancia, debilidad, de
su pobreza absoluta; y sabe que Dios lo es todo: la misericordia,
la gracia. El publicano es el símbolo de la humildad: se quedó
atrás, en el templo, no atreviéndose ni a levantar los ojos, se
golpeaba el pecho diciendo: “¡Oh Señor!, ten compasión de este
pecador” (Lc 18,13).
2° Dice el salmo: «El Señor se vuelve a la súplica de los
indefensos» (Sal 102/101,18). «Dios resiste a los soberbios, mas
da su gracia a los humildes» (1Pe 5,5; Sant 4,6). En otros luga-
res de la Escritura se lee: La oración de quien se humilla
atraviesa las nubes... y no desiste hasta que el Altísimo le
atiende… El Señor no tardará (cf Sir 35,21). Dice el Señor: «¿A
quién me inclinaré si no al pobre, al arrepentido, a quien me
teme? El Señor está cerca de los atribulados, y escucha a los
íntimamente humildes». «Un corazón quebrantado y humillado
Dios no lo desprecia» (Sal 51/50,19).
Los ninivitas, con profunda humildad, hicieron penitencia
ante la predicación de Jonás; y el Señor les perdonó. El publi-
cano humillado volvió a casa justificado; el fariseo soberbio
volvió con una culpa mayor por su altivez.
LAS GRANDES ORACIONES 531

Dice la Imitación de Cristo: El Señor protege y libera al BM2


humilde, consuela y ama al humilde; hacia el humilde se inclina 126
con bondad; al humilde le da abundante gracia; después de la
confesión lo levanta a una gran gloria; al humilde le revela sus
secretos; al humilde le invita y atrae a sí; al humilde le
comunica la gracia de la devoción.90
3° Meditaré las palabras de san Juan Crisóstomo: «El pu-
blicano, habiendo acusado sus pecados, fue santificado; el fari-
seo, habiendo enumerado sus méritos, se quedó con las manos
vacías. Mira qué daño trae la complacencia en las obras buenas,
y qué ventaja da al humilde la acusación. Y con razón, pues
quien recuerda los propios méritos se exalta a sí mismo, y
desprecia a los demás; y el fariseo no hubiera llegado a decir:
Yo no soy como todos los otros hombres (Lc 18,11), si no hu-
biera recordado sus ayunos y el pago de los diezmos. En cambio,
el recuerdo de los pecados rebaja el concepto de uno mismo,
mantiene en la humildad que conquista la divina benevolencia».
Examen. – ¿Cómo rezo? ¿En estado de gracia? ¿Para pedir
cosas a gloria de Dios o útiles para mi eterna salvación? Al orar,
¿imito al fariseo o al publicano?
Propósito. – La humildad abre el camino a las gracias, como
el valle embalsa las aguas. Me humillaré antes de empezar la oración.
Oración. – Señor, tú has creado el mundo para tu gloria;
¿cómo podrías | prestar atención a quien, por el contrario, BM2
busca la propia? Quítame, pues, mi corazón tan soberbio y 127
dame un corazón humilde. Meditaré siempre las palabras de mi
madre María santísima: Dios se ha fijado en su humilde
esclava... Su misericordia llega a sus fieles... A los ricos y
soberbios de corazón los despide vacíos.

90 Imitación de Cristo, L. II, c. 2.


LAS GRANDES ORACIONES 532

264.
LA ORACIÓN - V
«A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que
eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído y sálvame. Sé
tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi
alcázar eres tú» (Sal 71/70,1-3).

1° La segunda condición de la oración, para que sea escu-


chada, es la confianza, llamada a veces fe, esperanza, abandono.
El apóstol Pablo nos exhorta: «Comparezcamos fiduciosos ante
el trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar
gracia para un auxilio oportuno» (Heb 4,16).
Dios es omnipotente: puede hacer cuanto quiere, como creó
todas las cosas que quiso, en el cielo, la tierra y los abismos.
Dios es bondad, caridad, misericordia; y de hecho ha amado el
mundo hasta dar su mayor tesoro, el Hijo unigénito, para que el
mundo se salve. ¿Y con el Unigénito no dio todas las otras cosas?
Dios ha prometido escuchar las súplicas; y, dice san Agustín,
quien promete es Dios Verdad: no nos exhortaría a pedir si no
quisiera dar. Y bien, hasta con juramento, aseguró escucharnos.
BM2 Dice san Basilio: «No has orado bien si | lo has hecho en la
128 duda». Y san Bernardo: «El aceite de la misericordia corre sólo
en los vasos de la confianza». En efecto, santo Tomás dice que
la oración merece las gracias por la caridad; pero las gracias se
nos dan según la fe y la confianza.
2° El salmista dice: Los ojos del Señor están siempre
vueltos benignamente hacia quienes le temen y esperan en su
misericordia. Y el Señor responde: Porque ha esperado en mí,
yo le libraré, le protegeré, le defenderé, le glorificaré (Sal
91/90,14). Alégrense los que se acogen a ti, con júbilo eterno
(Sal 5,11)... El Señor es protector de cuantos esperan en él...
Salva a quienes reponen en él su confianza.
En el Nuevo Testamento Jesucristo dice: «Tened fe en Dios.
En verdad os digo que si uno dice a este monte: “Quítate y
arrójate al mar”, y no duda en su corazón, sino que cree en que
sucederá lo que dice, lo obtendrá» (Mc 11,23). Santiago escribe:
«Si alguno de vosotros carece de sabiduría, pídasela a Dios, que
LAS GRANDES ORACIONES 533

da a todos generosamente. Pero que pida con fe, sin titubear


nada, pues el que titubea se parece a una ola del mar agitada y
sacudida por el viento. No se crea un individuo así que va a
recibir algo del Señor» (Sant 1,5-7).
3° Tú, oh Jesús, bendito Maestro mío y salvador, solías
exigir esta confianza a quien te rogaba; y era como la medida de
tus concesiones. Dos ciegos te seguían, alzando la voz y
pidiéndote: «Ten compasión de nosotros, hijo de David...» (Mt
9,27); tú les | interrogaste acerca de su fede y les escuchaste BM2
diciendo: «Que os suceda conforme a vuestra fe» (Mt 9,29). 129
Igualmente al centurión que te suplicaba por su siervo paralítico,
y aseguraba creer que podías curarlo incluso de lejos, le
respondiste: «Vete, que te suceda según has creído» (Mt 8,13).
Comprendo que la humildad atrae las gracias, pero la fe sella la
medida de la misericordia.
Examen. – ¿Ruego con fe viva, o titubeo? ¿Confío aun
cuando se trata de gracias más grandes, en las dificultades?
Propósito. – Susana, en situación extrema, levantó los ojos
al cielo, porque su corazón estaba lleno de confianza en el
Señor. Así haré yo especialmente cuando lleguen a faltarme
todos los apoyos y las fuerzas humanas.
Oración. – En ti, oh Señor, he esperado, no quedaré defrau-
dado eternamente. Señor, quiero honrarte esperando en ti con-
tra toda esperanza, como tu siervo Abrahán. Es gloria tuya si
yo estimo tanto tu bondad y misericordia. Escúchame amplia-
mente, oh Señor, para que seas glorificado. Cambia un gran
pecador en un gran santo. Glorifica tu nombre, para que todos
te reconozcan y te adoren.
LAS GRANDES ORACIONES 534

BM2 265.
130 LA ORACIÓN - VI
«Sed constantes en la oración; que ella os mantenga en vela, dando
gracias a Dios. Orad al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor
nos dé ocasión de predicar, y de exponer el misterio de Cristo, por el
cual estoy en la cárcel» (Col 4,2-3).

1° «Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida»


(Ap 2,10). La respiración es necesaria y tiene que continuar
hasta el término de la vida; si se interrumpe, es la muerte.
Igualmente cabe decir de la oración, que es la respiración de la vida
sobrenatural; si llega a faltar, el alma muere spiritualmente.91
Dice el concilio de Trento que el hombre justificado, sin una
especial ayuda de Dios, no puede perseverar en gracia; pero sí
perseverará recibiendo esa especial ayuda. Y bien, para mere-
cerla, el gran medio es la oración, como dice san Agustín: «Im-
petrare supplicando». Es decir, se requiere rezar cada día, cada
semana, cada mes, cada año: «Es necesario orar siempre, sin
desfallecer» (Lc 18,1). A una continuada cadena de oraciones
por parte del cristiano, corresponderá una continuada cadena de
gracias por parte de Dios, por las que al fin se llega al cielo.
3° Dice el divino Maestro: «Estad despiertos todo el tiempo,
pidiendo» (Lc 21,36) Y para hacernos comprender tal necesidad,
Jesús contó dos parábolas: el amigo que de noche va a pedir
panes a su amigo, y llama hasta obtenerlos. El juez inicuo que se
decide a hacer justicia a una viuda para quitarse de encima sus
BM2 importunas insistencias. Concluye Cornelio A Lápide: «El Señor
131 | quiere de nosotros una oración perseverante hasta la importunidad».
Así, perseverando en pedir, la cananea obtuvo la curación de
su hija. Y por eso san Pablo nos exhorta: «Poneos el casco de la
salvación y empuñad la espada del Espíritu que es la palabra de
Dios. Siempre en oración y súplica, orad en toda ocasión» (Ef
6,17-18).

91 «Ès necesaria [la oración] para salvarse. “Quien reza se salva”. De

necesidad absoluta, porque a los adultos se les conceden las gracias sola-
mente si rezan (teología). De hecho se salvó y se salva todo el que reza.
La oración es infalible en cuanto al efecto para las gracias espirituales;
para las materiales, si son útiles. Se apoya en la omnipotencia divina, en
los méritos de Jesucristo, en las promesas del Señor» (DF, p. 79).
LAS GRANDES ORACIONES 535

Santo Tomás anota: «Después del bautismo es necesaria una


continua oración, si de veras se quiere la salvación eterna». Y
san Bellarmino escribe sobre la perseverancia final: «Hay que
pedirla cada día para obtenerla cada día».
3° Medito las palabras de san Juan Crisóstomo sobre el
episodio de la cananea: «Cuando digo a uno: Reza al Señor,
suplica, requiere, él me responde: He rezado una vez, dos, tres,
diez, veinte veces, y nada he recibido. Pues bien, hermano, no
ceses, hasta ser escuchado. La oración tiene por finalidad el ser
escuchado. Cesarás de rezar cuando hayas recibido: mejor, ni
siquiera entonces debes interrumpir, sino continuar». San Am-
brosio escribe: «Quien ora, ore siempre; y si no puede siempre
orar, tenga al menos el deseo y las disposiciones.
Examen. – La oración es la condición que más a menudo
falta. ¿Cómo me comporto yo? ¿No falto tal vez en esto?
Propósito. – Voy a determinar claramente las | oraciones que BM2
quiero hacer cada día, cada semana, cada mes, cada año: y 132
luego seré fiel, a pesar de la natural inconstancia.
Oración. – Jesús Maestro, dame tu espíritu de oración. ¡Qué
oraciones partían de tu corazón desde el pesebre, en la casa de
Nazaret, en las noches insomnes, en Getsemaní, en la cruz! Y
tus últimas palabras fueron: Padre, a tus manos encomiendo mi
espíritu. ¡Dame la santa perseverancia! Mañana y tarde, a
menudo durante el día y en el curso de la noche, nunca callen
mis labios; nunca se duerma mi espíritu. Siempre: Deus in adiu-
torium meum intende; Domine, ad adiuvandum me festina.92

92 «Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme».


LAS GRANDES ORACIONES 536

266.
LA ORACIÓN - VII 93
«Mis ojos se adelantan a las vigilias, meditando tu promesa; escucha
mi voz, por tu misericordia, con tus mandamientos dame vida» (Sal
119/118,148-149).

1° La meditación es una consideración discursiva y fatigo-


sa sobre una verdad divina, para convencer la mente, inflamar el
corazón y fortificar la voluntad a practicarla.
La sagrada Escritura dice: «En todas tus acciones ten
presente tu final, y así jamás cometerás pecado» (Sir 7,36). Y
también: «Perece el inocente, sin que nadie haga caso» (Is 57,1).
La misma Ecritura es el libro escrito para meditar: «Estudiáis las
Escrituras…, pues ellas están dando testimonio de mí» (Jn 5,39),
BM2 decía Jesús a los fariseos. Y cuando se apareció a los discípulos
133 de Emaús, | interpretó las Escrituras de los profetas que
hablaban de él.
Más aún, a los hebreos repetidas veces les invita Dios a
considerar sus beneficios recibidos para corresponder a ellos;
a meditar su ley para practicarla, a retirarse en silencio para
percibir sus propuestas y amonestaciones.
2° Los santos practicaron siempre la meditación, aunque
antiguamente sin un método determinado, por ejemplo Elías, los
monjes de la Tebaida, de Libia, de Egipto, san Antonio, san
Basilio, san Agustín, san Benito.
En todas las órdenes religiosas –dominicos, franciscanos,
carmelitas, hijos de san Ignacio– se practica la meditación.
Todos los santos de los últimos tiempos la recomiendan encare-
cidamente. Y así se hace en los seminarios, casas de noviciado,
y en las diversas modalidades de ejercicios espirituales.
Y es que, tras el pecado original, la inteligencia con facilidad
se oscurece, si mediante la reflexión no se mantiene siempre
claro el conocimiento de la verdad. El corazón, a su vez, se
enfría fácilmente en los buenos propósitos, si no se vuelve a

93 Como resulta evidente en el texto, aquí el P. Alberione quiere fijarse

sobre todo en la oración mental (o meditación).


LAS GRANDES ORACIONES 537

encender el sagrado fuego del amor a Dios. Y luego la voluntad


a menudo es inconstante; la meditación busca el efecto de
ratificarla y fortificarla en las buenas resoluciones.
3° Oración antes de la meditación: «Heme, oh Dios mío, en
tu presencia. Creo que estás aquí y con tu mirada penetras mi
alma y mi corazón. ¡Cuán indigno soy | de estar en tu presencia! BM2
Vivamente arrepentido, te pido perdón de todos mis graves y 134
numerosos pecados. Dame luz para meditar bien, deseo sincero
de perfección y santidad, resoluciones firmes para el porvenir.
María, modelo y maestra de santas meditaciones, asísteme con
tu materna protección».
Examen. – ¿Hago todos los días la meditación? ¿Con
método? ¿Obtengo fruto?
Propósito. – Venceré la repugnancia que por lo general se
siente al principio de esta práctica.
Oración. – (Después de la meditación). Te agradezco, oh
divino Espíritu, las luces y los propósitos que acabas de inspi-
rarme. Continúa dándome tu gracia. «Envía tu Espíritu y reno-
varás las criaturas, renovarás la faz de la tierra». Te ofrezco
esta jornada. Haz que yo recuerde los buenos pensamientos y
los propósitos de esta mañana y que los lleve a la práctica.
Jesús y María, dadme vuestra bendición.

267.
LA ORACIÓN
«Tus preceptos son admirables, por eso los guarda mi alma; la expli-
cación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes; abro la
boca y respiro ansiando tus mandamientos» (Sal 119/118,129-131).

1° La oración es la elevación de la mente a Dios; y, más


estrictamente, es pedir al Señor cuanto necesitamos. El primer
aspecto comprende especialmente la oración mental; el segundo,
de modo particular, la oración vocal.94

94 «La oración. 1. Es “elevatio mentis in Deum”; o “petitio decentium

a Deo”. La primera definición se refiere especialmente a la oración


LAS GRANDES ORACIONES 538

BM2 En la oración nuestra alma se eleva sobre las cosas tempo-


135 rales, entra en comunicación con el Señor, considera las cosas
divinas y eternas. Estimando a Dios como último fin, y recono-
ciendo nuestra debilidad, se piden las gracias necesarias para la
salvación. La oración es una función de la vida espiritual, como
lo serían la respiración y la nutrición para la vida del cuerpo.
El Espíritu Santo en tal acto comunica al alma humana la
vitalidad sobrenatural, por la que no sólo vivirá sino que podrá
obrar en orden a la vida eterna.
La práctica de la virtud, de la vida cristiana y de los deberes
cotidianos, los resultados de las iniciativas, el gozo en el sacri-
ficio, dependen del dinamismo espiritual, fruto de la oración.
Quien ora se activa, florece, fructifica como un árbol junto a la
corriente de agua.
2° Nosotros, por el pecado, estamos muertos respecto a la
vida espiritual: «Estando nosotros muertos por los pecados…»
(Ef 2,5), «vosotros un tiempo estabais muertos por vuestras
culpas y pecados» (Ef 2,1). Son especialmente las oraciones de
los sacramentos, siempre atendidas, las que nos devuelven la
vida. «Dios, rico en misericordia…, nos ha hecho revivir con
Cristo –estáis salvados por pura gracia–…, mediante la fe, que
no viene de nosotros sino que es don de Dios» (Ef 2,4-8).
Y bien, la gracia de Dios es, a la vez, luz para la mente,
fuerza para la voluntad y gozo para el corazón; nos inclina a
BM2 creer, nos mueve al arrepentimiento, nos | hace desear y esperar
136 el paraíso; excita el amor de Dios. Y esta gracia, por el Espíritu
Santo, nos socorre según los deberes, las necesidades, las
circunstancias particulares.
¿Y qué es lo que induce al Espíritu a obrar en nosotros y
producir tantos frutos espirituales? La oración. Ejercitándola se
excita en el Espíritu Santo esta actividad espiritual: cada vez
que queremos enardecernos basta recurrir a ella. Por tanto,
dependen de nosotros la fuerza y la actividad espiritual, las
virtudes, las obras de celo. Tendremos tanto cuanto oremos; y la
capacidad de orar se obtiene siempre.

mental; la segunda, a la oración vocal. La oración se divide en mental, en


la que predomina la mente; vocal, en la que predomina la palabra; vital,
en la que predominan las obras; habitual, cuando existe el estado o
espíritu de oración» (DF, pp. 78-79).
LAS GRANDES ORACIONES 539

3° La voluntad puede ser buena; pero la carne puede


sentirse débil. Jesús la sintió así en Getsemaní. Oró, ¡y qué
fuerza penetró en todo su ser! «Levantaos, vamos; ya está cerca
el que me entrega» (Mt 26,46). También los apóstoles sintieron
su debilidad, al no seguir la advertencia del Maestro «velad y
orad» (Mt 26,41), y cayeron míseramente.
Examen. – ¿Doy la debida importancia a la oración? ¿Cómo
se explican mis tantas debilidades? ¿Infidelidad, pecados, falta
de oración o de cooperación?
Propósito. – Hoy, en cualquier pequeña dificultad, recurriré
al Señor rezando una breve oración.
Oración. – Señor, cada día me encuentro en circunstancias,
tentaciones, dificultades, | peligros. Necesito siempre nuevas BM2
gracias, y sólo con el gran medio de la oración puedo obtenerlas. 137
A la lámpara le hace falta el aceite para arder; a los pulmones
les es necesario el aire para respirar; al cuerpo le es preciso el
alimento para obrar. Del mismo modo, al alma, para la
actividad espiritual le son necesarias gracias a cada momento, y
éstas se obtienen con la oración.
Infúndeme, pues, oh Señor, el espíritu de gracia y de oración.

268.
LA ORACIÓN VOCAL
«Te invoco de todo corazón: respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame, y cumpliré tus decretos. Me adelanto a la aurora
pidiendo auxilio, esperando tus palabras» (Sal 119/118,145-147).

1° Es la oración expresada de viva voz, además de aplicar


la mente. La Iglesia aprobó un número casi infinito de oraciones
y cantos; tanto para las funciones litúrgicas como para las no
litúrgicas, por ejemplo para las procesiones, funerales, Misas
solemnes. En el Breviario tenemos el oficio de la Sma. Virgen;
luego están el rosario, las letanías del Corazón de Jesús, de la
Virgen, de los santos, de los agonizantes, de san José. Hay
oraciones comunes, entre ellas especialmente el padrenuestro, el
avemaría, el gloria, credo, la salve, actos de fe, etc. Hay ejerci-
cios y oraciones al Corazón de Jesús, a la Virgen, a san José, a
LAS GRANDES ORACIONES 540

los santos. Encontramos libros repletos de oraciones varias,


jaculatorias, himnos, alabanzas, salmos. Muchas de esas oracio-
nes están enriquecidas con indulgencias. Los varios institutos,
cofradías, asociaciones, tienen sus propias oraciones, a veces
numerosísimas.95
BM2 2° Dios quiere la oración vocal. También Jesús oró con la
138 voz después de la última cena, en Getsemaní y en la cruz.
El salterio y muchas oraciones esparcidas en los varios libros
bíblicos –proféticos, históricos, sapienciales– son auténticas
oraciones vocales.
Abrahán oró por Sodoma y Gomorra; Isaac oró por su mujer
Rebeca; Jacob oró para librarse de las insidias de Esaú; Moisés
oró muchas veces para librar a los hebreos y conducirlos a la
tierra prometida; Josué oró por el pueblo; Elías oró por la sequía
y por la lluvia; oraron David, Salomón, Tobías, Judit, Ester...
En la oración honramos a Dios incluso con culto externo, al
que él tiene derecho; y el hombre, compuesto de cuerpo y alma,
presenta un homenaje conforme a su naturaleza.
3° En las múltiples oraciones vocales encontramos fórmu-
las preparadas, listas de peticiones, expresiones devotas que nos
proporcionan la materia de la oración. En las oraciones vocales
fácilmente se concilia la atención de la mente y se excita el
afecto del corazón, llegando así con frecuencia a una elevación
y piadosa unión íntima con Dios que difícilmente obtendríamos
con la mera oración mental.
Examen. – De la oración vocal, ¿tengo el aprecio que de ella
tiene Dios, y la Iglesia, de acuerdo con la razón? ¿Rezo las
oraciones vocales y participo en los cantos sagrados?
BM2 Propósito. – Honraré al Señor y le suplicaré, también con la
139 voz, en mis necesidades. «Me invocará y le escucharé» (Sal
91/90,14).
Oración. – (Al comienzo) Abre, oh Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; purifica, a la vez, mi corazón de to-
dos los pensamientos vanos, perniciosos e importunos; ilumina
el intelecto y enciende el corazón, para que yo pueda rezar estas

95 El propio P. Alberione contribuyó ampliamente a tal abundancia.

Véase el volumen Oraciones, del mismo Autor, Ed. San Paolo, 2007.
LAS GRANDES ORACIONES 541

oraciones digna, atenta y devotamente, mereciendo así ser escuchado


ante tu divina Majestad; por Cristo nuestro Señor. Así sea.
Señor, te ofrezco estas oraciones uniéndome a la divina intención
con la que tú diste en la tierra el tributo de alabanza a Dios.

269.
LA ORACIÓN VITAL
«Mi alma guarda tus preceptos, y los ama intensamente; guardo tus
decretos, y tú tienes presentes mis caminos» (Sal 119/118,167-168).

1° La oración vital consiste en una obra buena ofrecida


explícitamente a Dios para obtener una gracia especial. Puede
ser una acción coincidente con una oración propiamente dicha:
por ejemplo una peregrinación, una procesión; o bien una
acción común que se hace para obtener una gracia: por ej. la
remisión de los pecados, la curación; o bien cuando se empieza
una obra a gloria de Dios contando con su ayuda para acabarla,
por ej. la construcción de una iglesia, acoger a infelices, como BM2
hicieron | don Bosco, Cottolengo, san Vicente de Paúl. Si un 140
novicio cumple bien sus deberes de estado, hace toda una serie
de acciones vitales para merecer la profesión.96 Si un padre de
familia atiende con empeño la educación de los hijos para
obtener de Dios que crezcan bien, su trabajo es oración vital.
2° Tal oración agrada a Dios, pues, en efecto le tributa más
gloria que rezando sólo con el espíritu, o con el espíritu y la voz,
ya que es todo el hombre quien suplica en la oración vital, y con
mayor fatiga y por tanto con mayor caridad.
Los santos sacerdotes trabajaron constantemente por la con-
versión de los infieles, de los pecadores o por la perseverancia de
los justos, con el fin de la gloria de Dios y la salvación de las
almas, y sus fatigas fueron bendecidas. San Cipriano escribe: El
Señor, que en el día del juicio premiará las obras buenas y las
limosnas, ya en esta vida escucha a quien obra y reza. Por ello
san Rafael curó a Tobías, que rezaba siempre y hacía obras de
caridad. En efecto, san Rafael dijo a Tobías: Buena es la oración
con el ayuno; asimismo es mejor la limosna que acumular dinero.

96 Se entiende la profesión religiosa de los votos.


LAS GRANDES ORACIONES 542

Cuando rezabas con lágrimas y enterrabas a los muertos y


retrasabas el comer para esconder de día en tu casa los cadáveres
y enterrarlos por la noche, yo presentaba al Señor tu oración.
Quien hace el bien escucha a Dios, y a su vez merece ser
escuchado por Dios. San Juan Crisóstomo exhorta siempre a los
BM2 fieles para que a la oración | añadan algún sacrificio; y en
141 particular quiere que en las familias, cuando se quiere que Dios
se comprometa a conceder alguna gracia, haya como una hucha
donde se metan las monedas destinadas a los pobres.
3° «No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el
reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre»
(Mt 7,21). Hay obras, como es el ayuno, con un especial valor
satisfactorio, que obtienen la condonación de la pena merecida
con nuestros pecados; otras, como una peregrinación, tienen
particularmente valor impetratorio y obtienen gracias; otras, en
fin, como un sacrificio de la voluntad o del corazón, tienen
sobre todo valor meritorio, y obtienen aumento de gloria.
Examen. – Mi vida puede llegar a ser una oración; pero a
condición de que las acciones sean buenas, hechas en gracia y
para impetrar un don. ¿Son así mis obras?
Propósito. – Quiero cumplir así al menos mis deberes de
estado, para obtener en ellos un resultado feliz.
Oración. – (Sirve para fijar bien las intenciones) A la
sacrosanta e invisible Trinidad, a la humanidad de nuestro Señor
Jesucristo crucificado, a la fecunda integridad de la bienaven-
turada y gloriosísima siempre virgen María, y a todos los santos,
sea siempre alabanza, honor, potencia y gloria por parte de toda
criatura, y a nosotros se nos conceda la remisión de los pecados
por los siglos infinitos. Así sea.

BM2 270.
142 LOS SACRAMENTALES
«Alabad al Señor en su templo, alabadle en su fuerte firmamento.
Alabadle por sus obras magníficas, alabadle por su inmensa grandeza.
Alabadle tocando trompetas, alabadle con arpas y cítaras, alabadle con
tambores y danzas, alabadle con trompas y flautas, alabadle con
platillos sonoros, alabadle con platillos vibrantes. Todo ser que alienta
alabe al Señor» (Sal 150,1-6).
LAS GRANDES ORACIONES 543

1° Son signos sensibles y sacros instituidos por la Iglesia


para producir determinados efectos espirituales o también
temporales. Son una imitación de los sacramentos, pero proce-
den de la Iglesia, que en ellos ora obteniendo gracias por la fe y
las disposiciones del sujeto que los usa.
El sacrificio de la santa Misa consiste esencialmente en la
consagración; como los demás sacramentos implica la aplicación
de materia y forma. Pero la Iglesia hace preceder oraciones, ritos
y ceremonias que dignifican más la celebración, disponen mejor
a la recepción por parte de los fieles y aseguran fruto más
abundante.
2° La santa Misa cuenta con un conjunto conveniente de
ceremonias. Dice el concilio de Trento: «Estando hechos los
hombres de tal manera que sin pormenores 97 externos difícil-
mente se elevan a la meditación de las cosas divinas, la Iglesia ha
establecido reglas para que algunas oraciones se digan en voz
baja y otras en voz más alta. Instituyó también ceremonias,
bendiciones, luces, cantos, incienso, vestiduras, etc., en parte ya
desde la edad apostólica, para presentar mejor la majestad de este
sacrificio y que la mente de los fieles, debido a estos signos
visibles de religión y piedad, se eleve a la contemplación de las
realidades altísimas escondidas en este sacrificio». De ahí que la
santa Misa se divida en tres partes: didáctica, | sacrificial o central, BM2
complementaria (comunión). 143
El sacramento del bautismo incluye diálogos entre el sacer-
dote y el bautizando, que responde mediante los padrinos; sig-
nos de cruz, unciones, imposición de manos, exorcismos, bendi-
ciones, etc.: elementos todos ellos de alto significado, para
entender mejor el efecto que el bautismo produce en el niño.
Igual cabe decir de la confirmación, penitencia, extrema-
unción, orden y matrimonio.
3° Las ceremonias, los ritos y las palabras deben considerarse
atentamente, según sus significados, para rezar con mayor sentido
y piadoso afecto, para penetrar mejor en los dogmas que expresan
o en los que están fundados, y deducir las consecuencias prácticas
para la vida. A tal fin ayuda mucho la lectura de los libros que

97 En el original hay una palabra ya desusada con la significación de

artificios, apoyaturas.
LAS GRANDES ORACIONES 544

comentan el misal, el sacramental, el ritual, el pontifical, el


breviario, etc.98
Examen. – La liturgia ¿es para mí un libro cerrado o abierto?
¿Comprendo las funciones, los ritos sagrados? ¿Leo o escucho
las explicaciones?
Propósito. – Daré a la piedad litúrgica el primer puesto entre
todas las devociones, tratando de conocerla suficientemente.
Oración. – Debo y quiero rezar con la Iglesia, que es
maestra de oración. Por la oración litúrgica todos los miem-
bros del cuerpo místico participan auténticamente en el culto
de adoración infinita que Jesucristo, su cabeza, da en conti-
BM2 nuidad a Dios: «vive siempre para interceder | a favor nuestro»
144 (Heb 7,25). Es la plena actuación de la palabra del Maestro:
«Se acerca la hora, ya está aquí, en que los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad» (Jn 4,23).
Como dice san Anselmo, los cristianos, en el Espíritu Santo y
unidos a Jesucristo, Hijo de Dios, darán al Padre un culto filial.
En efecto, san Pablo asegura que por medio de Jesucristo
tenemos acceso al Padre, mediante el Espíritu. Dice Pío X: «La
participación activa en los sagrados misterios y en la pública y
solemne oración de la Iglesia es la primera y más indispensable
fuente del verdadero espíritu cristiano».
Infúndeme, Señor, tu Espíritu, para que yo entienda y siga a
la santa madre Iglesia, de la que quiero ser, vivir y morir como
verdadero hijo.

271.
EL ESTADO RELIGIOSO 99

98 Lectura esencial al respecto es la constitución dogmática Sacro-

sánctum concilium sobre la liturgia, del concilio Vaticano II.


99 En esta meditación el P. Alberione resume los numerosos capítulos

que en DF dedicó a los estados de vida y en particular al estado religioso y a


los consejos evangélicos. «EL ESTADO RELIGIOSO. 1. El estado religioso es
un estado de vida con el que se tiende a la perfección mediante la obser-
vancia de los tres votos en la vida de comunidad. Estado, es decir, que
tiene estabilidad; de perfección, lo que significa que todas las familias
religiosas son iguales en la sustancia por su fin principal, que se alcanza con
los tres votos, y se distinguen solamente por el fin secundario (educación,
enfermos, prensa, etc.). La vida de comunidad es obligatoria. 2. Impor-
LAS GRANDES ORACIONES 545

«Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la


vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y
amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor,
esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la
paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza
de la vocación a la que habéis sido convocados» (Ef 4,1-4).

1° Los fieles pueden encontarse en la condición de simples


cristianos, o de religiosos, o de sacerdotes.
El estado religioso es un modo estable de vida, en la que,
además de observar los mandamientos, se tiende a la perfección.
Los medios son: la práctica de los votos de pobreza, castidad y
obediencia en la vida comunitaria, en un instituto aprobado por
la Iglesia.100
Para aspirar a la vida religiosa se requiere haber ya dado
prueba de vida cristiana, mediante la observancia de los manda-
mientos, el amor a la | oración, la huida del mundo, una fe viva BM2
y activa. Si después se deja sentir una inclinación interior, un 145
deseo constante, una invitación divina a una mayor santidad, es
que hay vocación religiosa. Se trata de una llamada divina: «Si
vis perfectus esse..., si quieres ser perfecto, déjalo todo, ven y
sígueme, así tendrás un tesoro en el cielo» (Mt 19,21).
Hay institutos de vida contemplativa, donde el religioso mira
directamente sólo a su propia santificación; y hay institutos de
vida activa, donde el religioso, además de trabajar por la propia
salvación, lo hace también por la salvación de la del prójimo.
2° Este estado viene de Jesucristo.
Él invitó a la práctica de los consejos evangélicos. A la
pobreza: «Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el
dinero a los pobres –así tendrás un teoro en el cielo– y luego
ven y sígueme» (Mt 19,11). Con esto Jesús no mandaba, sino
que aconsejaba la pobreza voluntaria. A la castidad perpetua:

tancia. Para el religioso: más gracias, más facilidad para alcanzar la santidad,
salvación más segura, muerte más tranquila. Para la sociedad: hacen
grandes obras, son una manifestación externa de la santidad de la Iglesia,
son ejemplo santo, son más firmes en la doctrina. 3. Práctica. Estima del
estado; considerar los privilegios y las gracias; permanecer humildes y
santamente deseosos» (DF, p. 85).
100 Sobre el presente argumento, cf el capítulo VI de la constitución

dogmática Lumen gentium, sobre la Iglesia, y el decreto Perfectæ caritatis,


sobre la renovación de la vida religiosa, del concilio Vaticano II.
LAS GRANDES ORACIONES 546

Hay quienes se obligan a vivir perfectamente puros para ganar


el paraíso. Quien tenga la gracia de entender, entienda. San
Pablo explicó el pensamiento del divino Maestro: Acerca de los
célibes no tengo precepto del Señor, pero doy mi parecer como
alguien que, por la misericordia del Señor, es fiel (cf 1Cor 7,25).
A la obediencia perfecta: «Si alguno quiere venir en pos de mí,
que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga» (Mt
16,24; Lc 9,23). «Ven y sígueme».101
Además, Jesucristo trazó con sus santísimos ejemplos la
senda de la perfección. Él vivió absolutamente pobre, desde el
BM2 pesebre al Calvario; | la suya fue una vida de perfectísima
146 pureza; practicó una obediencia total desde la cuna hasta la
muerte de cruz. Añádase que la gracia de Jesucristo adquirida es
una valiosa ayuda no sólo para observar los preceptos, sino
también los consejos de perfección dados por él.
Más aún, Jesucristo confirió a la Iglesia el poder de regir al
pueblo cristiano y guiar las almas al cielo y a la perfección. En
todos los tiempos, la Iglesia orientó hacia el camino de la
santidad religiosa a muchas almas voluntariosas.
3° Cada uno es libre de aspirar a la vida religiosa, con tal
que sea idóneo, tenga recta intención y esté libre de impedi-
mentos. El religioso encuentra menos peligros, sufre menos
tentaciones, cae más raramente, se levanta antes, tiene mayor
intimidad con Dios, acumula más méritos, se siente más libre en
el servicio de Dios, muere más tranquilo, alcanza una mayor
gloria en el paraíso.
Examen. – El religioso tiene un deber principal: tender a la
perfección. Los simples fieles tienen el deber de respetar,
honrar, amar a las almas consagradas a Dios. En mi estado ¿he
cumplido bien la parte que me concernía?
Propósito. – Consideraré la vida religiosa como un signo de
predilección y un estado de perfección.
Oración. – Jesús Maestro, tu Iglesia es un jardín de
deliciosa variedad de flores, es decir de almas elegidas, hijas
BM2 de tu predilección. Es | una riqueza de modos de tender a la
147 santidad y una abundancia de iniciativas y obras de celo. Te

101 Mt 19,21.
LAS GRANDES ORACIONES 547

suplicamos: multiplica a los llamados; sean todos santos;


produzcan frutos copiosos en tu Iglesia. Aleja la insidiosa
serpiente, líbrales de la tibieza, dales un constante fervor, para
que siempre florezca la observancia regular y consuelen a tu
Corazón divino, tan amargado por los pecados y la tibieza de
muchos cristianos.
LAS GRANDES ORACIONES 548

272.
DIRECCIÓN ESPIRITUAL 102
«Escucha y haz caso a las sentencias de los sabios, presta atención a
mi enseñanza: te gustará guardarlas dentro, tenerlas a punto en tus
labios. Para que pongas tu confianza en el Señor he pensado instruirte
hoy» (Prov 22,17-19).

1° La senda de la salvación y de la perfección es larga y


ardua, flanqueada por muchos peligros, insidiada por astutos
enemigos, diversos para las diversas almas; se requiere un
guía experto, tanto para elegir la senda como para recorrerla
con seguridad. Este guía suele llamarse director espiritual. A
menudo es el mismo confesor; otras veces, un sacerdote
distinto. Es una grave imprudencia prescindir de él.
León XIII escribe: «Ya en los orígenes de la Iglesia encon-
tramos una célebre manifestación de esta ley: aunque Saulo,
respirando amenazas de muerte, había oído la voz del mismo
Cristo y le había pedido: “Señor, ¿qué debo hacer?”, con todo
fue enviado a Ananías en Damasco: “Entra en la ciudad y te
dirán lo que debes hacer”». Y añade: «Así se practicó siempre
BM2 en la Iglesia; esta es la doctrina | unánimemente profesada por
148 cuantos en el curso de los siglos, destacaron en ciencia y
santidad». En efecto, Jesucristo estableció la Iglesia como una

102 Cf DF, p. 80: «EL DIRECTOR ESPIRITUAL. 1. Es el ángel visible que

guía al alma en el camino de la perfección. A menudo se identifica con el


confesor habitual. El director espiritual tiene la misma misión que el ángel
para Tobías: ilumina, cuida, dirige al alma dócil hasta la casa paterna del
cielo. 2. Razones naturales: encontrar un amigo es encontrar un tesoro,
porque hallamos una inteligencia, una experiencia, un apoyo sólido.
Razones sobrenaturales: Dios se sirve de las causas segundas incluso en el
gobierno de las almas. Dios bendice la humildad y la docilidad, y ahí está
el ejemplo de los santos: el beato Cottolengo, el beato Bosco, san Ignacio,
todos los mayores fundadores y formadores de almas. 3. a) Elección: “si
doctus, si sanctus, si prudens regat nos” [si es santo, docto y prudente,
que nos dirija]. b) Abrir la conciencia haciéndole conocer el pasado, el
presente, los propósitos para el futuro. Además conviene que conozca las
inclinaciones, circunstancias de la vida, los peligros, las costumbres. c)
Docilidad como Pablo con Ananías, especialmente en los puntos más
delicados de elección y orientación de la vida».
LAS GRANDES ORACIONES 549

sociedad jerárquica, cuyos miembros son santificados por quie-


nes tienen el cometido de gobernar, administrar la palabra de
Dios y los sacramentos, y de «enseñar a guardar cuanto Jesu-
cristo ha mandado». Regir al pueblo cristiano y guiar al cielo
cada una de las almas es para los sacerdotes el encargo dado por
Jesucristo. El sacerdote no sólo en general, sino para cada alma,
debe ser luz que ilumina, guía en el sendero del cielo, canal de
la gracia y vida eterna.
2° Casiano en las Instituciones, san Juan Clímaco en la
Escala del paraíso, san Bernardo en los Sermones y en las
cartas, enseñan que los caminos del espíritu son difíciles y que
nadie es capaz de guiarse a sí mismo: «Quien se constituye ma-
estro de sí mismo se hace discípulo de un necio». San Jerónimo,
san Agustín, san Alfonso con su doctrina y con la práctica ex-
quisita enseñan la necesidad de la dirección espiritual. No es
una necesidad absoluta, sino moral, porque se trata del medio
ordinario y normal de progreso espiritual. San Francisco de
Sales dice: «¿Por qué querremos ser maestros de nosotros mis-
mos en el espíritu, mientras no lo somos en lo tocante al cuer-
po? Los propios médicos, cuando enferman, llaman a otros
médicos para hacerse indicar las medicinas adecuadas». El alma
halla dificultades al principio, las encuentra en el medio, y da
con ellas al término de este difícil camino.
3° Meditemos las palabras del P. Godínez: «De mil perso- BM2
nas que Dios llama a la perfección, apenas diez corresponden; y 149
de cien que Dios llama a la contemplación, noventa y nueve
faltan a la cita... Debe reconocerse que una de las causas princi-
pales es la falta de maestro espiritual... Él es el piloto para el alma.
Y si ninguna ciencia o arte se aprende sin un maestro que la
enseñe, por sencilla que sea, tanto menos se podrá aprender la
alta sabiduría de la perfección, donde se encuentran misterios tan
profundos... Considero, pues, moralmente imposible que, sin un
milagro o sin un maestro, un alma pueda por muchos años pasar
por lo que hay de más elevado y de más arduo en la vida espiri-
tual, sin correr el riesgo de perderse».
Examen. – ¿Cuáles son mis convicciones sobre la dirección
espiritual? ¿Tengo mi guía? ¿Soy dócil a sus consejos como un
hijo espiritual?
LAS GRANDES ORACIONES 550

Propósito. – Rezaré, escogeré mi guía y le abriré totalmente


mi corazón.
Oración. – Tres gracias te pido, oh Maestro divino, que te
hiciste guía espiritual de los apóstoles: encontrar un director
espiritual dotado de estas tres cualidades: caridad, ciencia y
prudencia. Segunda: abrirle con candor y franqueza todo mi
interior y apariencias, pasado y presente. Tercera: ser dócil y
perseverante en secundar sus enseñanzas y consejos, después
de haber pedido para él las luces divinas.

BM2 273.
150 VOCACIONES
«En cuanto a los diáconos, sean asimismo respetables, sin doble
lenguaje, no aficionados al mucho vino ni dados a negocios sucios;
que guarden el misterio de la fe con la conciencia pura. Tienen que ser
probados primero y cuando se vea que son intachables, que ejerzan el
ministerio» (1Tim 3,8-10).

1° La vocación es la divina voluntad que destina a ciertos


individuos al estado religioso o al sacerdocio. Dios provee de
particulares dones y gracias a estas almas predestinadas, de mo-
do que tengan las aptitudes suficientes para los deberes, tareas y
vida que deberán abrazar. No cabe pensar que el Señor inter-
venga ordinariamente con revelaciones. Pero él da salud, inteli-
gencia, inclinaciones, deseos que preparan al jovencito; luego,
mediante varias circunstancias, hechos, ejemplos, confesores,
libros, amigos, predicadores, desarrolla aquellos primeros gér-
menes; y, en fin, una propensión, afección, atracción, en parte
natural y en parte sobrenatural, madura la decisión en el alma.
La verdadera vocación llega a conocerse pensando, orando,
aconsejándose. Y ello no un día, sino un tiempo notable y en los
momentos de mayor recogimiento.
Orar, pues el Señor lo conoce todo y es él quien no sólo crea,
sino que destina a los hombres a uno u otro camino.
Aconsejarse con personas desinteresadas, especialmente con
el confesor o el director espiritual.
LAS GRANDES ORACIONES 551

2° Cada hombre es criatura de Dios, autor de la vida, que,


como Dueño, tiene derecho a disponer de cada uno. En efecto,
así como fijó un puesto y una órbita para el sol, la luna y cada
estrella, con más razón destina para un género de vida a cada
uno de los hombres. Es un deber | someterse a la divina volun- BM2
tad. Si hay grave obligación de observar un particular manda- 151
miento, por ejemplo, participar en la Misa festiva, ¡cuánto más
grave será uniformar toda la vida al divino querer!
Ayudar y formar las vocaciones es para nosotros un dulce y
meritorio deber. Se trata de “la obra de las obras”, decía Pío X,
el papa santo. En efecto, los hombres en la economía ordinaria
de la redención se salvan mediante el ministerio sacerdotal. Si
es gran cosa educar en vida cristiana a los jovencitos, ¡cuánto
mayor bien será formar a los mismos educadores, más aún, a los
salvadores de almas! Quien ayuda, sostiene, forma una voca-
ción, tendrá un premio especial en el paraíso. No sólo, quien
ayuda a las vocaciones obtendrá fácilmente en esta tierra gra-
cias especiales para cumplir los propios deberes de estado.
3° «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos;
rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su
mies» (Mt 9,38; Lc 10,2): así nos advertía Jesucristo.
Los sacerdotes, especialmente los párrocos, se esfuercen
para que los jovencitos con señales de vocación sean alejados
del mal, se formen en la verdadera piedad, en los estudios, etc.;
así dice el Derecho canónico. Pero esta recomendación vale en
primer lugar para los padres, extendiéndose luego a los maes-
tros, instructores, etc. ¡Cuánto antes se realizaría la evangeli-
zación del mundo, si se pensara en las vocaciones religiosas,
misioneras, eclesiásticas, y se emplearan con generosidad
fatigas y recursos económicos!
Examen. – ¿Comprendo la gravedad de este deber: todos los BM2
fieles por todos los infieles? ¿Qué he hecho en esto hasta ahora? 152
Propósito. – Tendré siempre presente el aviso del Maestro
divino: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos;
rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su
mies» (Mt 9,38; Lc 10,2).
Oración. –Maestro divino, los sacerdotes son tus amigos,
ocupan un lugar preferente en tu corazón. ¡Ea!, que sean mu-
LAS GRANDES ORACIONES 552

chos los llamados y cuenten con las ayudas espirituales y


materiales para corresponder a tus altísimos deseos. Santifí-
cales, enciéndeles de celo, consuélales con frutos copiosos: tú,
oh Jesús, que les esperas en el cielo para la divina recompensa.
LAS GRANDES ORACIONES 553

274.
LA LITURGIA - I

«Se acerca la hora, ya está aquí, en que los verdaderos adoradores


adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le
adoren así. Dios es espíritu, y los que adoran deben hacerlo en espíritu
y verdad» (Jn 4,23-24).

1° Pío XII escribe: «La sagrada liturgia es el culto público


que nuestro Redentor da al Padre, como cabeza de la Iglesia; y
es el culto que la sociedad de los fieles tributa a su Cabeza y,
por medio suyo, al Padre celeste; es, en resumen, el culto
integral del Cuerpo místico de Jesucristo, o sea de la Cabeza y
de sus miembros».
Jesucristo, entrando en el mundo, inició un culto perfecto a
su Padre, con obediencia total y amor sincerísimo, con asidua
alabanza y | adoración, con preces y súplicas presentadas con BM2
lágrimas y con gran fuerza. 153
La Iglesia continúa este culto. Unida a las satisfacciones y
agradecimientos eucarísticos de Jesús, por medio de sus minis-
tros y de todos los fieles, ofrece siempre a Dios un culto interno
y externo.
2° El culto debe ser total: sumisión sincera de la mente por
medio de la fe; obediencia a los preceptos del santo Evangelio;
unión íntima con Dios por la caridad; ofrenda del sacrificio y
participación en los santos sacramentos y en el culto externo,
como enseña y practica la Iglesia. Su finalidad, en efecto, es
hacernos a todos buenos hijos de Dios en Cristo.
El Hijo de Dios humanado siempre tuvo de mira en su
oración el programa cantado por los ángeles: Gloria a Dios y
paz a los hombres. Pues igualmente la Iglesia, dado que el
hombre fue creado a gloria de Dios y para ir a gozar de él por
siempre en el cielo. Doquier, a lo largo de los siglos, llegó un
apóstol o un sacerdote, allí se levantó un altar, se ofreció la
oblación pura, se comunicó la vida a las almas con los
sacramentos.
LAS GRANDES ORACIONES 554

3° La primera y la mejor parte de la liturgia es el culto


interno, que constituye el alma de todo el culto externo. «Quien
coma del pan y beba del cáliz del Señor indignamente, es reo
del cuerpo y de la sangre del Señor…, bebe su condenación»
(1Cor 11,27.29). Por tanto, examínese el hombre y vea cómo
está ante Dios.
Examen. – ¿Tengo convicción verdadera y profunda de
BM2 deber dar al Señor un culto integral? ¿Le doy | este culto? ¿Se lo
154 doy cada día con fe, conciencia recta y corazón puro?
Propósito. – Quiero que Dios pueda aceptar mi culto como
le agradó el sacrificio de Abel.
Oración. – Oh Señor, te agradezco las luces que me has
dado. Haz que yo camine siempre en la luz; que las tinieblas de
la carne y del mundo no me sorprendan. Concédeme comenzar
en la tierra un perfecto culto a tu Majestad, para poder conti-
nuarlo en el cielo. Limpia mi alma, de modo que sea jubilosa y
plena mi alabanza; la caridad te haga agradable mi sacrificio;
tu gracia penetre todo mi ser y mis facultades.

275.
LA LITURGIA - II
«¿Es ese el ayuno que deseo en el día de la penitencia: inclinar la
cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza? ¿A eso llamáis
ayuno, día agradable al Señor? Este es el ayuno que yo quiero: soltar
las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los opri-
midos, quebrar todos los yugos» (Is 58,5-6).

1° La liturgia, además de tributar honor a Dios, procura la


unión de las almas a Cristo, y por él a Dios. Quiere purificar el
alma cada vez más del pecado y de todo afecto terreno; quiere
adherir crecientemente el alma a Cristo, como un miembro a su
cabeza, como un sarmiento a la vid, de modo que el hombre se
configure siempre mejor a él y de él recabe la inspiración y la
fuerza que necesita, sienta un creciente estímulo eficaz al bien,
al deber, a la práctica de la religión, al ferviente ejercicio de la
BM2 virtud, según | la enseñanza de san Pablo: «Vosotros sois de
155 Cristo y Cristo es de Dios». Por eso el centro de la liturgia está
LAS GRANDES ORACIONES 555

en la Eucaristía como presencia real, misa, comunión. Todo,


también la confesión, debe llevar a Jesús-Hostia.
2° Que el hombre vaya a Dios es el cumplimiento del
precepto de la caridad. Toda la liturgia está bien organizada
según Jesucristo por la sabiduría de la Iglesia. Con la enseñanza
de la doctrina cristiana, con la exhortación a observar los
preceptos, la Iglesia prepara el camino a su acción propiamente
sacerdotal y santificadora. Dispone las almas a una más íntima
contemplación de la vida de Jesús, a una mayor penetración en
los misterios de la fe, a un más fuerte deseo de perfección y
santidad. Todo, pues, lleva así a la Eucaristía, por la que el
hombre se verá reforzado y esparcirá el perfume de Cristo. De
ello tendrán inmensa ventaja la familia, la actividad privada,
conyugal y social, y asimismo el ambiente y hasta la acción
política y económica. Por doquier se llevará a Cristo y su
gracia: Todo hacia Jesús-Hostia; todo a partir de Jesús-Hostia.
Todos en Cristo, todo de Cristo.
3° San Pablo nos instruye: «Así pues, teniendo libertad
para entrar en el santuario, en virtud de la sangre de Jesús,
contando con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para
nosotros a través de la cortina, o sea, de su carne, y teniendo un
gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con
corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de
mala conciencia y con el cuerpo lavado en agua pura. Man- BM2
tengámonos | firmes en la esperanza que profesamos… Fijé- 156
monos unos en los otros para estimularnos a la caridad y a las
buenas obras».103
Examen. – ¿Tengo verdadera ciencia litúrgica? ¿Asisto a las
funciones como frío espectador, o como participante en la
acción litúrgica? ¿Progreso en las observancias litúrgicas según
la Iglesia?
Propósito. – Meditaré las palabras de Pío XII a los obispos:
«Considerad no haber satisfecho nunca suficientemente vuestro
celo apostólico si no cuando veáis a vuestros hijos acercarse en
gran número al celeste convite, que es el sacramento de piedad,
signo de unidad, vínculo de caridad».

103 Heb 10,19-24.


LAS GRANDES ORACIONES 556

Oración. – Oh Jesús, que moras en el sacramento de tu amor,


atrae a ti todas las almas, de modo que vivan de ti y para ti.
Haz que yo comprenda y profese siempre mejor el «por Cristo,
con Cristo y en Cristo, suba a ti, Padre celeste omnipotente, en
la unidad del Espíritu Santo, todo honor y gloria».

276.
AÑO LITÚRGICO - I
«El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de
poder: así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde
siempre, y tú eres eterno» (Sal 93/92,1-2).

1° El año eclesiástico o litúrgico empieza con el primer


domingo de adviento, y acaba el sábado que sigue al domingo
24 después de Pentecostés.104 Se divide en estaciones o períodos
BM2 llamados ciclos del tiempo, o propio del tiempo, o sin más |
157 temporal o dominical. Por medio de la santa Misa y del
breviario, nos presenta especialmente a Jesucristo en sus miste-
rios de la encarnación, redención, glorificación y en la vida del
Espíritu de la Iglesia.
El temporal o dominical se subdivide en ciclo de la Encar-
nación, de Pascua, de Pentecostés. El primero abraza el Advien-
to, la Navidad, la Epifanía. El segundo los nueve domingos
antes de la Pasión, la Pasión, la Resurrección. El tercero com-
prende Pentecostés y el tiempo después de Pentecostés.
2° En el año litúrgico hay una completa y orgánica suce-
sión de fiestas en que la figura de Cristo emerge y esplende en
su luz y su caridad salvadora. No se trata sólo de una fría con-
memoración histórica: la liturgia quiere hacer participar a todos
los fieles de manera que la divina Cabeza viva en ellos con
plenitud de verdad y santidad. Ellos, con Cristo y en Cristo,
adoran, alaban, agradecen, aplacan al Padre. Ellos ven en
Navidad, en la vida pública, en la pasión, los santísimos ejem-

104 En toda esta sección –Año litúrgico, dominical y festividades, con

los relativos textos litúrgicos– téngase presente que el P. Alberione seguía


el ciclo litúrgico en vigor por entonces, antes de la reforma aplicada sobre
todo con el concilio Vaticano II.
LAS GRANDES ORACIONES 557

plos de Jesús y los imitan, de modo que en el curso del año van
configurándose a él en las varias virtudes.
El resumen de toda la religión es la imitación de Aquel a
quien adoramos. Se aguarda y se invoca al Mesías durante el
Adviento; es decir detestamos la culpa para que Jesucristo
venga y nazca en nosotros con su gracia. En Navidad la Iglesia
nos conduce al pesebre para que desapeguemos el corazón de
todas las cosas y vivamos según la escuela del | pequeño y BM2
amable Maestro. La Epifanía y la vida pública de Jesús nos 158
hacen participar en la divulgación de la palabra divina; la
Cuaresma y la pasión tienden a reconciliarnos con Dios; la
Pascua quiere llevarnos a la nueva vida en Cristo resucitado.
3° En el tiempo de Pentecostés, que comprende unas 26
semanas, la Iglesia nos exhorta con los preceptos y con su obra
a ofrecernos dócilmente a la acción del Espíritu Santo. Éste
quiere encender en el alma el fuego de la divina caridad para
que vivamos el Evangelio, practiquemos las virtudes y nos
asemejemos a Cristo nuestro Señor y a su Padre, que son santos.
Examen. – ¿Conozco el año litúrgico? ¿Sigo sus ciclos para
imitar y vivir siempre más en Cristo? Con cada misterio ¿crece
la gracia en mí?
Propósito. – Quiero, durante este año, vivir el espíritu de la
sagrada liturgia.
Oración. – Jesús, haz que yo secunde la Iglesia, maestra de
fe, de santidad y de oración. Haz que, viviendo tus misterios, yo
sea de veras otro tú mismo, alter Christus, un verdadero
cristiano, como deseas tú.

277. BM2
AÑO LITÚRGICO - II 159

«El Señor ha mirado la humildad de su esclava. Desde ahora me


felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras
grandes en mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación» (Lc 1,48-50).
LAS GRANDES ORACIONES 558

1° En el curso del año litúrgico, además del ciclo domi-


nical o temporal, tiene lugar el ciclo marial, referido a la santí-
sima Virgen.
Entre los santos, María tiene un culto especial, de hiper-
dulía,105 como Reina de los santos. La vida de María está tan
unida a la de Jesús que la liturgia, a menudo, entrelaza en los
misterios del Hijo las glorias de la Madre. Algunos ejemplos: la
expectación del nacimiento de Jesús, la Navidad, la huida en
Egipto, la purificación, la pérdida y el hallazgo de Jesús en el
templo, la pasión de Jesús, pentecostés...
Luego están la divina maternidad, la inmaculada, la
natividad, el nombre de María, la anunciación, la dolorosa, la
virginidad, la asunción, la reina de los ángeles, la Madre y
mediadora de toda gracia, el Corazón de María. Además,
muchos títulos con los que la Iglesia quiere honrarla: la Reina
de los Apóstoles, la Auxiliadora, la Consoladora, el Refugio de
los pecadores, el Carmen, el Rosario.
2° María imitó la vida divina de Jesús por encima de
todos; más que todos los santos goza de una excelsa gracia y de
un inefable poder ante el Corazón sacratísimo del Hijo y, a
través de él, ante el Padre celeste.
Ella es más santa que los querubines y serafines; es más
gloriosa que todos los santos juntos, siendo la «llena de gracia»,
BM2 la Madre de Dios, la corredentora del género humano, la Madre
160 dada | por Jesucristo a todos nosotros. María es madre de
misericordia, vida, dulzura, esperanza nuestra; por eso todos
podemos recurrir a ella mientras estamos gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas, para que vuelva a nosotros sus ojos
misericordiosos. Todo podemos confiárselo a María: el alma y
el cuerpo; y jamás se ha oído decir que alguien se haya dirigido
a ella inútilmente.
3° María, pues, en el curso del año litúrgico nos enseña
todas las virtudes más hermosas; nos brinda todas las ayudas
para nuestra vida eterna y temporal; nos acompaña hacia Jesús
para que vivamos unidos a él; nos prepara a la vida eterna:
«después de este destierro, muéstranos a Jesús».

105 Término griego que significa alta, o máxima, veneración.


LAS GRANDES ORACIONES 559

Examen. – ¿Comprendo el aspecto mariano en el curso del


año litúrgico? ¿Lo sigo, crezco en el amor y devoción a María?
Propósito. – ¿Considero a María como la Iglesia me la
presenta? Ella es Madre de la Iglesia, y ésta nos enseña a
nosotros, sus hijos, la verdadera devoción a tal Madre.
Oración. – Bendita sea la Iglesia que me amaestra en la
teología, en las virtudes, en la piedad mariana.
Me dejaré conducir como un niño por la madre Iglesia, con
la que el camino es seguro, la luz plena, la gracia copiosa.
Quien tiene a la Iglesia por madre, tiene a María por abogada
y a Dios por Padre.

278. BM2
AÑO LITÚRGICO - III 161

«Después vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de


todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono
y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus
manos. Y gritan con voz potente: “¡La victoria es de nuestro Dios,
que está sentado en el trono, y del Cordero!”» (Ap 7,9-10).

1° El culto de los santos es el tercer ciclo en el curso del


año litúrgico, después del dominical y el mariano.
Celebramos a los ángeles, entre ellos especialmente a san
Miguel, san Gabriel, san Rafael, y a los destinados para nuestra
guarda.
Celebramos a san José, san Juan Bautista, santa Ana y san
Joaquín según el oficio, más o menos íntimo, que tuvieron en la
encarnación del Verbo. Siguen san Pedro y san Pablo, más los
otros apóstoles y evangelistas. Luego vienen los mártires, desde
san Esteban hasta los canonizados más recientemente, víctimas
del furor antireligioso o de otras pasiones, como la beata
Goretti.106 Muchos confesores: obispos, sacerdotes, religiosos y
laicos; numerosas vírgenes; y todos los santos en conjunto (1 de
noviembre).

106 María Goretti fue canonizada después por Pío XII en 1950.
LAS GRANDES ORACIONES 560

2° Tres son los motivos para celebrarlos. Honramos en


ellos al Redentor, que les arrebató del infierno y del poder de
las tinieblas, adornándoles de gracia y de tantas virtudes mara-
villosas, privilegios, prodigios. Alabamos a Dios en los santos y
con los santos.
La imitación de las virtudes es el segundo fin, por cuanto
ellos imitaron al divino Maestro. En algunos brilló el celo del
apostolado, en otros una fortaleza y paciencia heroica, la virtud
cotidiana en cumplir los propios deberes, la pureza virginal, la
fe sincera, la caridad hacia Dios y hacia el prójimo. La liturgia
les pone ante nosotros para que «mientras gozamos de sus
BM2 méritos seamos estimulados | al bien por su ejemplo». Es
162 necesario «conservar la inocencia en la sencillez, la concordia
en la caridad, la modestia en la humildad, la diligencia en el
gobierno, la vigilancia en ayudar a quien sufre, la misericordia
en cuidar a los pobres, la constancia en defender la verdad, la
justicia en la severidad de la disciplina... Estas son las huellas
que han dejado en esta tierra antes de partir para la patria».
Imitemos, pues, las virtudes de aquellos a quienes honramos en
las imágenes y en las reliquias.
3° Además, «ansiamos invocar a estos amigos de Dios que
son potentes ante él. Queremos ser socorridos por las plegarias
de aquellos a quienes alabamos en la tierra».
Examen. – ¿Conozco algo el santoral? ¿Leo al menos o escu-
cho con gusto las vidas de los santos? ¿Soy devoto e imitador al
menos de mis especiales protectores?
Propósito. – Diré frecuentemente: «Omnes sancti et sanctae
Dei, intercédite pro nobis».107
Oración. – Oh Señor Jesús, que muestras en el cortejo de los
santos que te rodean, tu misericordiosa y abundante redención,
concédeme la gracia de conocerles, imitarles y ser su devoto.
En sus ejemplos conozco cómo puedo practicar tu Evangelio y
tus divinas virtudes. Por tus méritos y los de ellos socorre mi
miseria, para que, no obstante tantas infidelidades, pueda
también yo alcanzar su celeste bienaventuranza.

107 «Santos todos y santas de Dios, interced por nosotros».


LAS GRANDES ORACIONES 561

279. BM2
DOMINGO 1º DE ADVIENTO 163

«Restáuranos, Dios salvador nuestro, cesa en tu rencor contra nosotros.


¿Vas a estar siempre enojado, o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No volverás a devolvernos la vida, para que tu pueblo se alegre
contigo?» (Sal 85/84,5-7).

1° Por Navidad, Jesús nacerá en nuestras almas, pues


entonces se celebrará el aniversario de su nacimiento temporal.
En tal ocasión, por las súplicas de su esposa la Iglesia, él
concederá a nuestras almas las mismas gracias que otorgó a los
pastores y a los magos. Jesucristo volverá al final del mundo
para llevarse a sus elegidos y guiarlos al cielo, y para condenar
los culpables a las llamas. Toda la Misa nos prepara a esta doble
venida de misericordia y de justicia. Algunas partes de la
liturgia se refieren a la primera venida, otras a la segunda. Dice
san Ambrosio: Jesús viene de lo alto del cielo, despiértese por
fin el alma entumecida, deje ya de dormir en las tinieblas.
Al respecto leemos en la epístola: «Hermanos, ya es hora de
despertaros del sueño, porque ahora la salvación está más cerca
de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avan-
zada, el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas
y pongámonos las armas de la luz. Andemos como en pleno día,
con dignidad. Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria
y desenfreno, nada de riñas y envidias. Revestíos más bien del
Señor Jesucristo» (Rom 13,11-14).108 Tenemos aquí la promesa
de redención.
En el evangelio se habla especialmente de la segunda venida,
cuando Cristo | Jesús premiará a quien haya sacado provecho de BM2
la redención. 164
«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Habrá signos
en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las
gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, defalle-
ciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se
viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán
sacudidas. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube,
con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levan-

108 En la actual ordenación litúrgica, este pasaje se propone en la

segunda lectura del ciclo A.


LAS GRANDES ORACIONES 562

taos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Y les dijo


una parábola: “Fijaos en la higuera y en todos los demás árbo-
les: cuando veis que ya echan brotes, conocéis por vosotros
mismos que ya está llegando el verano. Igualmente vosotros,
cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el
reino de Dios. En verdad os digo que no pasará esta generación
sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis
palabras no pasarán”» (Lc 21,25-33).109
2° La acogida que nosotros hacemos a Jesús cuando viene
a redimirnos, será la que nos hará él cuando venga a juzgarnos.
Preparémonos, con santas aspiraciones y con el mejoramiento
de nuestra vida, a las fiestas navideñas, para estar preparados al
último tribunal, del que dependerá la suerte de nuestra alma
para la eternidad. Tengamos confianza porque quienes aguardan
a Jesucristo no serán defraudados. El Redentor muestra su poder
BM2 librándonos del dominio de las tinieblas | y fortificándonos
165 contra los asaltos del mal. La salvación está al venir, el día se
acerca, la redención está próxima. Añade san León Magno:
Conviene que cada cual se prepare a la llegada del Salvador,
temiendo que le encuentre dado a la gula o preocupado en los
pensamientos y preocupaciones del mundo.
3° ¡Oh Dios mío, confío en ti! ¡Que no tenga yo que rubo-
rizarme de vergüenza, ni me hagan burla mis enemigos, pues
cuantos confían en ti no serán defraudados! Hazme conocer tus
caminos, oh Señor, y enséñame tus sendas. Muéstranos tu
misericordia y mándanos tu Salvador.
Examen. – ¿Cómo me dispongo a la Navidad? ¿Con peni-
tencia? ¿Confiando en el Niño?
Propósito. – Quiero santificar el Adviento: meditando,
deseando, pidiendo los dones navideños a Jesús Niño.
Oración. – Suscita, oh Señor, tu potencia y ven, para que por
tu protección podamos ser liberados de los peligros que nos
amenazan a causa de nuestros pecados y tu mano potectora nos
salve. Haz, oh Señor, que experimentemos en tu templo el efecto

109 Actualmente este evangelio se proclama en la Misa del ciclo C.


LAS GRANDES ORACIONES 563

de tu misericordia para celebrar con dignidad y honor las


próximas solemnidades de nuestra redención.

280. BM2
DOMINGO 2º DE ADVIENTO 166

«Dios de los Ejércitos, vuélvete. mira desde el cielo, fíjate, ven a


visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó y que tú hicista vigorosa»
(Sal 80/79,15-16).

1° En la liturgia de hoy domina el pensamiento de Isaías,


profeta del Mesías. Él anuncia que Jesucristo nacerá de una
virgen; que su manifestación estará precedida por el Bautista;
que su venida se conocerá por ciertos prodigios; que librará a
los pueblos del dominio de Satanás; que, en gran parte, Israel no
le reconocerá, mientras en cambio los gentiles correrán hacia él
y obtendrán así la salvación.
Dice san Pablo en la epístola: «... Cristo se hizo servidor de la
circuncisión en atención a la fidelidad de Dios, para llevar a
cumplimiento las promesas hechas a los patriarcas y, en cuanto a
los gentiles, para que glorifiquen a Dios por su misericordia;
como está escrito: “Por eso te alabaré entre los gentiles y cantaré
para tu nombre”. Y en otro lugar: “Regocijaos, gentiles, junto con
su pueblo”. Y además: “Alabad al Señor todos los gentiles,
proclamadle todos los pueblos”. E Isaías vuelve a decir: “Apa-
recerá el retoño de Jesé y el que se levanta para dominar a los
gentiles: en él esperarán los gentiles”» (Rom 15,8-13).110
2° Y he aquí los prodigios y las señales con que se debía
reconocer al Mesías: «En aquel tiempo, Juan, que había oído en
la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a pre-
guntar a Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que
esperar a otro?”. Jesús les respondió: “Id a anunciar a Juan lo BM2
que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan; 167
los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos
resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Y bienaventurado el
que no se escandalice de mí!”. Al irse ellos, Jesús se puso a
hablar a la gente sobre Juan: “¿Qué salisteis a contemplar en el
110 Parte de la segunda lectura del ciclo A.
LAS GRANDES ORACIONES 564

desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver,


un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo
habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un
profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está
escrito: “Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual
preparará tu camino ante ti”» (Mt 11,2-10).111
Jesucristo declara, pues, que el Bautista era el ángel, el
nuncio que le había precedido, según la profecía de Isaías.
Sin embargo, muchísimos connacionales, a pesar de los
prodigios, no quisieron reconocer a Jesús; pero quienes le
reconocieron pasaron a ser hijos de Dios, en Cristo.
Tampoco hoy todos los hombres aceptan la doctrina, la
moral, los sacramentos, el Evangelio de Jesucristo, que sigue
siendo siempre signo de contradicción: los humides acogen el
reino de Dios como niños, con sencillez; mientras los soberbios
no tienen el don de la fe.
3° Es misericordia divina si yo he creído desde la infancia;
si he aceptado la santa moral evangélica; si he sido santificado
por los sacramentos; si estoy injertado en Jesucristo. Este es mi
BM2 gozo y mi riqueza | inestimable; es la señal de salvación; aún
168 más, la vida eterna. ¡Alabanza a Jesucristo, por todos los siglos!
Examen. – ¿Soy cristiano convencido, total, de profunda fe,
en la práctica de la vida, hasta la meditación y la comunión?
Propósito. – Meditaré: Jesús viene a nosotros, y le pido
aumento de fe, esperanza más firme, caridad más ardiente.
Oración. – Señor, excita nuestros corazones a preparar el
camino a tu Unigénito, para que mediante su venida podamos
servirte con alma purificada. Te aplaquen, oh Señor, las
oraciones y ofrendas de nuestra humildad; y donde no haya
mérito alguno nuestro, supla tu misericordiosa bondad.
¡Extienda Jesucristo la luz y el gozo en el mundo, y le acojan
hombres y naciones, como Camino, Verdad y Vida!

281.
DOMINGO 3º DE ADVIENTO
111 Actualmente este pasaje se lee el 3er domingo de Adviento, ciclo A.
LAS GRANDES ORACIONES 565

«Aclamad al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en


su presencia con vítores. Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y
somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño» (Sal 100/99,1-3).

1° San Juan Bautista es hoy para nosotros maestro de


sinceridad, de veracidad, de franqueza. Él dice cándidamente
cuanto es y niega con lealtad lo que no es. Óptima preparación
esta para la Navidad, ya cercana: «El Señor está cerca, venid,
adorémosle». Reconozcamos nuestra necesidad del Señor; y |
tendremos sus dones: «Suscita, oh Señor, tu poder; ven a BM2
socorrernos». 169
Así dice el evangelio: «Este es el testimonio de Juan, cuando
los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le
preguntaran: “¿Tú quién eres?”. Él confesó y no negó; confesó:
“Yo no soy el Mesías”. Le preguntaron: “¿Entonces, qué? ¿Eres
tú Elías?”. Él dijo: “No lo soy”. “¿Eres tú el Profeta?”.
Respondió: “No”. Y le dijeron: “¿Quién eres, para que podamos
dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti
mismo?”. Él contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto
‘Allanad el camino del Señor’, como dijo el profeta Isaías”.
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: “Entonces,
¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el
Profeta?”. Juan les respondió: “Yo bautizo con agua; en medio
de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí,
y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia”. Esto
pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan
estaba bautizando» (Jn 1,19-28).112
2° Tal era la santidad de vida de san Juan Bautista; tan
eficaz era su palabra a las turbas para moverlas a penitencia; la
resonancia de sus prodigios era tanta que muchos pensaban
que fuese el Mesías. Una solemne embajada de sacerdotes y
levitas llega para interrogarle. Parecería que al menos una
tentación de hacerse honrar como Mesías, tal vez por un poco de
tiempo, la haya sentido; a una afirmación suya, muchos hubie-
ran creído... San Juan en cambio: | «Confesó y no negó; confe- BM2
só: No soy el Cristo» (Jn 1,20). Y también niega ser Elías o el 170
Profeta. Pero quien busca la verdad con corazón sencillo, tal
como niega ser lo que no es, con igual prontitud, si el honor de

112 Actualmente, evangelo del ciclo B.


LAS GRANDES ORACIONES 566

Dios lo requiere, admite ser lo que realmente sabe que es: el


nuncio de quien habla el profeta Isaías: «Yo soy la voz que
grita en el desierto “Allanad el camino del Señor”» (Jn 1,25).
A menudo, la ambición empuja al hombre a darse aires y
preciarse de cualidades, ciencia, aptitudes, riquezas, méritos que
no tiene. La mentira, la hipocresía, el engaño son vicios muy
frecuentes en las relaciones familiares y sociales.
Al contrario, el Evangelio enseña a amar la sinceridad:
vuestro hablar sea sí sí, no, no; lo que pasa de ahí viene del
Maligno.
3° Jesús Maestro, tú eres la verdad y el amante de la
verdad. Nadie te concita más odio que el hipócrita, el mentiroso,
el embustero, el falso y simulador; por eso amaste tanto a los
sencillos y condenaste a los fariseos. Apreciabas a los pastores,
los niños, los apóstoles elegidos entre la gente sencilla, y recha-
zaste a los fariseos: “¡Ay de vosotros!, que os parecéis a sepul-
cros blanqueados; por fuera tienen buena apariencia, pero por
dentro están llenos de huesos de muertos y podredumbre. ¡Ay
de vosotros, hipócritas!”. Señor, detesto toda ficción, hipocresía
y mentira: ¡esté siempre la verdad en mi mente, en mi corazón,
en mi boca, y más aún en mi vida!
BM2 Examen. – ¿Tengo gran amor a la verdad? | ¿Soy igual en
171 privado y en público? En mis labios, ¿está cuanto siento en el
corazón? ¿Tengo la valentía de profesar mis convicciones
religiosas o las oculto por cobardía? ¿Me pavoneo de cualidades
que no tengo? ¿Pretendo una estima que no merezco?
Propósito. – La verdad a toda costa, siempre, por honor de
Dios.
Oración. – Oh Señor, te pedimos que escuches benigno nues-
tras súplicas; ilumina las tinieblas de nuestra mente; dirige por
camino recto nuestros corazones y nuestra lengua, para que
siempre te honremos en tu verdad y nos humillemos en nuestra
debilidad. Concédenos rechazar igualmente la hipocresía y el
respeto humano. Por nuestro Señor Jesucristo que siendo Dios
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo.

282.
LAS GRANDES ORACIONES 567

DOMINGO 4º DE ADVIENTO
«Inclina el oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo, salva a tu siervo que confía en
ti; tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando
todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti»
(Sal 86/85,1-4).

1° Jesucristo está a punto de venir a nosotros como


Camino, Verdad y Vida: «Preparad el camino del Señor» (Mt
3,3; Mc 1,3). La preparación consiste especialmente en una dis-
posición de humildad y de penitencia por nuestros pecados,
nuestra ignorancia, nuestra infeliz situación de muerte; y en una
disposición de confianza en quien nos anunciará las verdades
que salvan, nos trazará la senda del cielo, nos devolverá la vida BM2
sobrenatural. La liturgia está | dominada por tres grandes 172
figuras: Isaías, el Bautista, la virgen María.
Dice el evangelio: «En el año décimoquinto del reinado del
emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y
Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Filipo tetrarca de
Iturea y Traconítide, y Lisanio tetrarca de Abilene, bajo el sumo
sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan,
hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la comarca del
Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los
pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta
Isaías: “Voz del que grita en el desierto: Preparad el camino del
Señor, allanad sus senderos; los valles serán rellenados, los mon-
tes y colinas serán rebajados; lo torcido será enderezado, lo esca-
broso será camino llano. Y toda carne verá la salvación de
Dios”» (Lc 3,1-6).113
2° Humildad. El Bautista dice: Dad el fruto que pide la
conversión. Y san Gregorio hace notar que no se pide cualquier
penitencia, sino una digna, proporcionada al pecado. La Iglesia
hoy ruega así: «Ven, Señor, no tardes; perdona las culpas de tu
pueblo Israel». El Evangelio es claro: Allanad los senderos;
enderezad los sentimientos de vuestro corazón. El hombre, pri-
vado de su vida sobrenatural, entenebrecido en su mente, había
ido precipitándose cada vez más en el abismo del error y del vicio.

113 Actualmente se lee en el 2º domingo de Adviento del ciclo C.


LAS GRANDES ORACIONES 568

Confianza. Dice el Bautista: «Los valles serán rellenados,


los montes y colinas serán rebajados» (Lc 3,6). Jesús es la luz.
BM2 Dice el profeta | Isaías (58,10-11): «Brillará tu luz en las
173 tinieblas… El Señor te guiará siempre». Y san Juan evangelista:
«El Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que
conozcamos al Verdadero… y estemos en él y en su Hijo Jesu-
cristo» (1Jn 5,20). Jesucristo es la vida eterna y la salvación:
«Toda carne verá la salvación de Dios» (Lc 3,6). Y la Iglesia
ora: «Suscita, oh Señor, tu potencia, y ven; socórrenos con tu
gran poder, para que con la ayuda de tu gracia recibamos cuanto
nuestros pecados nos han desmerecido».
3° «Cielos, destilad desde lo alto la justicia, las nubes la
derramen, se abra la tierra y brote la salvación» (Is 45,8). De
Sión venga la ley y de Jerusalén la palabra de Dios, que ilumine
los ojos de sus siervos.
Jerusalén haga sonar sus trompetas, porque se acerca el día
del Señor; he aquí que él viene a salvarnos; él, el esperado, el
suspirado de las naciones; la Virgen me dé al Salvador; los
hombres acojan la salvación. Ha llegado la plenitud de los
tiempos. Camine delante de nosotros y nos enseñe sus sendas;
nos amaestre en la justicia; nos indique el camino de la
prudencia.
Examen. – ¿Me preparo a recibir a Jesús tal como viene al
mundo, es decir: Camino de toda santidad, Maestro de la verdad,
Vida del alma? ¿Siento necesidad de él?
Propósito. – A Jesús le pediré mucho, para recibir mucho;
sobre todo pediré con corazón humilde.
BM2 Oración. – Oh Sabiduría del Altísimo, ven y muéstranos el
174 camino de la prudencia.
Oh Renuevo del tronco de Jesé, signo para los pueblos, a
quien los reyes aguardan y los pueblos invocan, ven a librarnos.
Oh Oriente, sol que naces de lo alto, resplandor de la luz
eterna, sol de justicia, ven a iluminar a los que viven en
tinieblas y en sombra de muerte.
«El Señor está cerca de quien le invoca, de quien le invoca
con sincero corazón».
LAS GRANDES ORACIONES 569

283.
VIGILIA DE NAVIDAD
«Su poder divino nos ha concedido todo lo que conduce a la vida y a
la piedad, mediante el conocimiento del que nos ha llamado con su
propia gloria y potencia, con las cuales se nos han concedido las pre-
ciosas y sublimes promesas, para que, por medio de ellas, seáis partí-
cipes de la naturaleza divina, escapando de la corrupción que reina en
el mundo por la ambición; en vista de ello, poned todo empeño en
añadir a vuestra fe la virtud, a la virtud el conocimiento, al conoci-
miento la templanza, a la templanza la paciencia, a la paciencia la pie-
dad, a la piedad el cariño fraterno, y al cariño fraterno el amor. Pues
estas cosas, si las tenéis en abundancia, no os dejan ociosos ni infe-
cundos para el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo» (2Pe 1,3-8).

1° Representémonos al vivo la gruta, el pesebre, el buey y


la mula, después a José, María, el Niño. Adoremos con los
ángeles.
El pesebre es la cátedra del Maestro, el tribunal del Juez, el
trono de misericordia. Es cátedra, la primera del Maestro divino.
Él, callando, enseña a las almas piadosas y dóciles la humildad,
la pobreza, la paciencia.
La humildad: siendo Dios, se humilló, se aniquiló ante los
hombres; y se mostró como hombre, aún más, como niño.
Aprendamos a desaparecer: «Sería un intolerable descaro que,
mientras la majestad se anonada, el gusanillo se hinchara y se
enorgulleciera».
La pobreza: Jesús tiene por casa una gruta, por cuna un
pesebre, por lecho unas pajas, por pañales unos lienzos burdos.
Y sin embargo él es Dios | verdadero de Dios verdadero, por el BM2
que todo ha sido creado. Después predicará: “Bienaventurados 175
los pobres”.
La paciencia: Vino a su nación, pero no le acogieron; al
contrario, le buscaron para matarle. Pero él, olvidado, calla;
como callará cuando le acusen y le condenen. Aprendamos el
silencio de quien sufre sólo por Jesucristo.
2° Es tribunal de juez, el pesebre. Callando, el Niño da a
conocer quién es y quién no es su discípulo. Es discípulo suyo
quien se enrola en la escuela de sus ejemplos, quien le sigue, le
imita en la humildad, pobreza, mortificación, paciencia. No es
LAS GRANDES ORACIONES 570

discípulo suyo quien no viene a su escuela, o no saca provecho


de ella, o se presenta sólo raramente o casi por curiosidad.
Verdadero discípulo suyo es quien toma su cruz y le sigue;
no es verdadero discípulo suyo quien no lleva su cruz.
Es verdadero discípulo quien renuncia a todo o al menos
desapega su corazón de las cosas, por amor suyo; no es verda-
dero discípulo suyo quien es mundano, se busca a sí mismo,
ama la vida cómoda, los honores, los placeres, las riquezas.
Es discípulo suyo quien tiene espíritu de mansedumbre y de
caridad; no lo es quien se venga, odia, envidia.
3° Es trono de misericordia. En el pesebre, Jesús extiende
por primera vez sus manos para invitar a sí a todos los hombres,
como hará en toda la vida: «Tenía mis manos extendidas todo el
BM2 día» (Is 65,2). Venid a mí cuantos tenéis sufrimientos | o peso de
176 los pecados, y os aliviaré. Muchas son nuestras penas: «Aunque el
justo sufra muchos males, de todos le libra el Señor» (Sal
34/33,20). Confiémonos a Jesús: él nos confortará.
Primero, perdonará a los arrepentidos sus pecados; luego,
inspirará la paciencia; además infundirá consuelo con la
esperanza del paraíso. Cualquier pena encomendada a Jesús
resultará leve; aceptada de su mano, dejará de ser una cruz.
Examen. – Navidad ¿es para mí sólo una fiesta de familia, un
día de poesía, una ocasión de reposo y goce humano? ¿O es más
bien un nuevo nacimiento en Cristo?
Propósito. – Hoy me alisto a la escuela de este divino
Maestro, para quedarme en ella todos los días de mi vida.
Oración. – «Oh Dios, que has iluminado esta noche santa
con los fulgores de la verdadera luz, concédenos, te rogamos,
que de esa misma luz, mediante la cual conocemos los misterios
aquí en la tierra, participemos en el cielo gozando la
contemplación de tu gloria».

284.
NAVIDAD
LAS GRANDES ORACIONES 571

«El Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación. Escuchad, hay


cantos de victoria en las tiendas de los justos: “La diestra del Señor es
poderosa, la diestra del Señor es excelsa, la diestra del Señor es
poderosa”» (Sal 118/117,14-16).

1° En Belén, una noche oscura, nació el salvador Jesús.


Los ángeles cantaron los fines de la encarnación, el programa
de vida de Jesucristo, | las intenciones que han de guiar a todo BM2
cristiano en cada uno de sus pasos. 177
«Sucedió en aquellos días que salió un decreto del empe-
rador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio.
Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador
de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad.
También José, por ser de la casa y familia de David, subió
desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David,
que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa
María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí,
le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primo-
génito, le envolvió en pañales y le recostó en un pesebre,
porque no había sitio para ellos en la posada. En aquella misma
región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre,
velando por turno su rebaño. De repente un ángel del Señor se
les presentó; la gloria del Señor les envolvió de claridad, y se
llenaron de gran temor. El ángel les dijo: “No temáis, os anun-
cio una buena noticia que será de gran alegría para todo el
pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el
Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño
envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. De pronto, en
torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que
alababa a Dios diciendo: “Gloria a Dios en el cielo, y en la
tierra paz a los hombres de buena voluntad”» (Lc 2,1-14).114
2° La gloria de Dios es el fin de toda obra divina: la crea-
ción, la encarnación, las efusiones | del Espíritu Santo: «El BM2
Señor ha creado todas las cosas para su gloria».115 El Hijo de 178

114 Actualmente, evangelio de la Misa de medianoche.


115 Esta expresión, parafraseada de Prov 16,4, debe entenderse en el
sentido que Dios alcanza tal objetivo comunicando sus perfecciones a
todas las criaturas. (Cf la Plegaria eucarística IV, Prefacio: «Tú solo eres
bueno y la fuente de la vida, hiciste todas las cosas para colmarlas de tus
bendiciones y alegrar su multitud con la claridad de tu gloria»).
LAS GRANDES ORACIONES 572

Dios, encarnándose, vino a reparar los pecados de los hombres,


que le habían usurpado a Dios una gloria extrínseca, pero eter-
na. Quiso dar al Padre adoraciones, acciones de gracias, satis-
facciones y súplicas dignas de la infinita majestad de Dios.
«Gracias al misterio de la Palabra hecha carne –dice el
Prefacio– la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con
nuevo resplandor, para que, conociendo a Dios visiblemente,
él nos lleve al amor de lo invisible». En efecto, Jesucristo nos
hizo conocer al Padre, manifestándonos su voluntad, bondad y
gloria eterna.
En la encarnación, por encima de todos los atributos divinos,
se manifiesta la misericordia. Dios, en vez de vengarse del hom-
bre pecador, manda a su Hijo a salvarle del abismo de males en
que se había precipitado: «Tanto amó Dios al mundo, que entre-
gó a su Unigénito» (Jn 3,16). Es el Hijo quien toma carne hu-
mana y viene a vivir con los hombres, a sufrir, más aún, a morir
por ellos: «Me amó y se entregó por mí» (Gál 2,20). Es un Dios
niño quien aparece: «Se ha manifestado la gracia de Dios,
nuestro salvador» (Tit 2,11 Vulg.). «Un niño nos ha nacido, un
hijo se nos ha dado» (Is 9,5). Reconciliar al hombre con Dios,
traer a los hombres el mandato de la caridad y del perdón, co-
municarles la vida nueva: he aquí la paz, el gozo inaudito que
BM2 por el Verbo de Dios les llega a los hombres. «La paz os dejo,
179 mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo» (Jn 14,27).
3° Estas dos mismas intenciones me guiarán en todos los
pasos de mi vida, oh Señor: a ti gloria, a las criaturas paz. Mil
infiltraciones de egoísmo intentan entrar en el espíritu y en el
corazón: yo las detesto y condeno. He comenzado mi vida cris-
tiana para servir, amar, llegar a Dios: no daré un paso, no diré
una palabra por otro fin. Todo, solo y siempre por la gloria de
Dios y la paz de los hombres.
Examen. – ¿Cuáles son mis intenciones? ¿Son las mismas
que tuvo Jesucristo en el pesebre, en la adolescencia, en la cruz,
en el sagrario? Cuanto más viva es la llama, tanto mayor el
mérito.
Propósito. – Mi lema programático será: Gloria a Dios y paz
a los hombres.
LAS GRANDES ORACIONES 573

Oración. – Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los


hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad
de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra
súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad
de nosotros; porque solo tú | eres Santo, solo tú Señor, solo tú
Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios BM2
Padre. Amén. 180

285.
SAN ESTEBAN PROTOMÁRTIR
«Los malvados me tendieron un lazo, pero no me desvié de tus
decretos; tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi
corazón» (Sal 119/118,110-111).

1° San Esteban fue digno de su elección como diácono, a


propuesta y testimonio del pueblo. Estaba repleto de fe y de Es-
píritu Santo. Obraba muchos milagros en la Iglesia de Jerusalén.
Mereció ser el primero en el gloriosísimo escuadrón de cris-
tianos que testimoniaron su fe con la sangre y la vida. Tenía
ante todo un corazón encendido de amor a Dios y a las almas.
Joven inocente, lleno de ardor, se había dado todo a Jesu-
cristo; resplandecía entre todos por su ferviente piedad, por la
santidad de costumbres, per la caridad hacia los pobres. Hizo
tales prodigios y tan grandes milagros, que los judíos de cinco
diversas sinagogas entraron en ansia, viendo crecer cada vez
más, por ese su celo, los seguidores de Jesucristo. Por eso le
llevaron ante el Sanedrín.
El divino Maestro había reprochado a los judíos haber mata-
do y lapidado a los profetas. Esteban, por su parte, les declara
que habiendo crucificado a Cristo, se habían mostrado dignos
de sus padres que apedrearon a los enviados de Dios. Y ellos no
podían hacer frente a la sabiduría y al espíritu | con que Esteban BM2
hablaba, viendo su rostro encendido, trasformado como el de un 181
LAS GRANDES ORACIONES 574

ángel. Pero no se rindieron, aun recomiéndose en sus corazones


y rechinando los dientes de rabia.
2° Supremo acto de amor: dar la vida. Esteban, lleno de
Espíritu Santo, fijando la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios
y a Jesús de pie a su derecha. Y dijo: “Veo los cielos abiertos y al
Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios”. Entonces los judíos
gritando y tapándose los oídos, como si Esteban hubiera blasfe-
mado, se abalanzaron sobre él, empujándole fuera de la ciudad y
se pusieron a apedrearle. Los testigos dejaron sus capas a los pies
de un joven llamado Saulo (que después, convertido, sería san
Pablo, el apóstol de las gentes). Lapidaron al fuerte joven Esteban,
que oraba y decía: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Y cayendo
de rodillas, clamó con voz potente: “Señor, no les tengas en cuen-
ta este pecado”. Y dicho esto, se durmió en el Señor (He 7,55-59).
3° ¿Cuánto amo yo al Señor? La mayor caridad es esta: dar
la vida por el amado. Hay quien da algunas palabras, protes-
tando vanamente. Hay quien eleva al menos unas oraciones
sinceras. Hay quien ha dado al Señor todos los afectos del
corazón. Hay quien cumple la voluntad de Dios observando sus
deberes. Hay quien llega a despojarse de algunos bienes, a
BM2 mortificarse, a guardar los consejos evangélicos. Hay quien
182 elige siempre, en cuanto puede, | lo que es más pobre, más hu-
millante, más penoso, más mortificador. Hay quien nutre una
interna y continua sed de padecer. Hay quien llega hasta dar su
vida por Jesucristo.
Examen. – ¿Dónde he llegado en este camino? ¿Tengo
miedo a la cruz? ¿Sé al menos cumplir con generosidad mis
deberes cotidianos?
Propósito. – Pediré al Espíritu Santo que invada mi alma con
una llama de caridad cada vez más ardiente.
Oración. – Concédenos, oh Señor, te rogamos, imitar al
bienaventurado Esteban, a quien hoy honramos, para que
aprendamos a amar incluso a nuestros enemigos, y así cele-
bremos el día natalicio de quien supo pedir a nuestro Señor
Jesucristo por sus mismos perseguidores.
LAS GRANDES ORACIONES 575

286.
SAN JUAN EVANGELISTA
«Uno de los discípulos, al que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa
en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase
por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le
preguntó: “Señor, ¿quién es?”» (Jn 13,23-25).

1° Juan, hijo de Zebedeo, hermano de Santiago el mayor,


fue primero discípulo del Bautista. Después, mientras estaba
con su padre y su hermano lavando las redes, fue llamado por
Jesucristo; y en seguida le siguió. Fue el discípulo predilecto del
divino Maestro por ser virgen. En la última cena reclinó la
cabeza en el pecho adorable de Jesús; y en el Calvario recibió la
misión de sustituir a Jesús en sus deberes con María. Después BM2
de la Ascensión, con | Pedro estuvo como jefe de la Iglesia de 183
Jerusalén, fue a Samaría y permaneció en Palestina. Tras la
muerte de María se trasladó a Éfeso y governó las Iglesias de
Asia. Perseguido por Domiciano, en Roma, fue metido en una
caldera de aceite hirviendo, pero milagrosamente salió ileso.
Le desterraron a la isla de Patmos, donde escribió el Apo-
calipsis. Muerto Domiciano, volvió a Éfeso, donde murió casi
centenario. Escribió también el cuarto evangelio y tres cartas.
2° San Jerónimo dice que san Juan escribió su evangelio
para mostrar el origen divino y la divinidad de Jesucristo. San
Clemente Alejandrino dice que mientras los tres primeros
evangelistas muestran ampliamente la naturaleza humana de
Jesucristo, san Juan le muestra como Hijo de Dios y Mesías.
San Juan es el discípulo del amor y de las intimidades con Jesu-
cristo y con la Sma. Virgen; por eso escribió un evangelio que,
según san Agustín, «trasciende las regiones de los ángeles y va
derecho a Dios». «Está escrito con la pluma del amor», tras
haber meditado por muchos años los latidos del corazón del
divino Maestro y sus palabras. Es el verdadero biógrafo de
Jesús; y tiene como símbolo el águila que se eleva sobre todo.
3° Medito el evangelio de san Juan, y encuentro en él una
armoniosa unidad, que se desarrolla en torno a la frase del
prólogo: «La luz (es Jesús) brilla en la tiniebla, y la tiniebla (el
LAS GRANDES ORACIONES 576

mundo) no le recibió» (Jn 1,5). Se entabla una gran lucha entre


la luz y la tiniebla.
BM2 Primero, la luz es acogida por los buenos y brilla tranquila
184 en Jerusalén, en Judea, en Samaría y en Galilea.
Después, la luz es contrarrestada por las tenieblas en Jeru-
salén y en Galilea.
Así que las tinieblas logran cubrir en parte la luz en un apa-
rente triunfo, hasta que en la gloria de la resurrección resplan-
dece definitivamente en el triunfo de amor y de vida. El
evangelio se cierra con el primado de Pedro, luz inestinguible
para el mundo.
En este evangelio admiramos vivacidad, profundidad, subli-
midad, veracidad.
Examen. – ¿Amo, adoro, leo el Evangelio?
Propósito. – Tendré siempre conmigo el texto del Evangelio.
Oración. – Por las palabras del Evangelio se borren mis ini-
quidades. La lectura del Evangelio sea para nosotros salud y
protección.
Jesucristo, Hijo de Dios, nos explique las palabras del
Evangelio.
LAS GRANDES ORACIONES 577

287.
¿QUÉ SERÁ ESTE NIÑO? 116
«A los que había conocido de antemano les predestinó a reproducir la
imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos
hermanos. Y a los que predestinó les llamó; a los que llamó, les
justificó; a los que justificó, les glorificó» (Rom 8,29-30).

1° Nos hemos postrado, estos días, junto con los pastores,


María y José, ante la cuna del Niño Jesús. Hemos adorado,
agradecido, amado, rezado al Hijo de la Virgen madre.
Hoy se anuncia qué será de él y cuál será su misión. BM2
«El Verbo bajado del cielo», en la noche de Navidad, es «el 185
Hijo de Dios venido para hacernos partícipes de su heredad
como hijos adoptivos». En efecto, después de Jesucristo, el
hombre ya no es sólo un siervo, sino un hijo. Dios es el gran
Padre; Jesucristo el gran Rey, que penetrará en las intimidades
del corazón; para cuantos le acojan será el Salvador; para
cuantos le repudien será ruina.
2° Dice la epístola: «Cuando llegó la plenitud del tiempo,
envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para
que recibiéramos la adopción filial. Como sois hijos, Dios
envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama:
“¡Abbá, Padre!”. Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si
eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios» (Gál
4,4-7).117
En el Evangelio, el Niño es reconocido como el prometido
Mesías. Su venida trae una división entre quien le cree y le
sigue, y quien le contradice y se obstina en el mal. Los primeros
son afortunados hijos de Dios, por humildes; los segundos son
los orgullosos que se verán rechazados. Desde el comienzo
Jesús tuvo adoradores y perseguidores. Así fue hasta el final de
su vida; y lo será también en la Iglesia a lo largo de los siglos.

116Título original: “Domingo en la octava de Navidad”.


117 Actualmente, segunda lectura de la solemnidad de la Madre de
Dios (1º de enero).
LAS GRANDES ORACIONES 578

BM2 Dice el evangelio: «En aquel tiempo, su padre y su madre


186 [José | y María] estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: “Este ha sido
puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten, y será
como un signo de contradicción –y a ti misma una espada te
traspasará el alma–, para que se pongan de manifiesto los
pensamientos de muchos corazones. Había también una
profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy
avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y
luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del
templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día.
Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y
hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de
Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley
del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El
niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de
sabiduría; y la gracia de Dios estaba en él» (Lc 2,33-40).118
3° Están los humildes hijos de Dios; y están los viles y
orgullosos enemigos. Los primeros creen al Evangelio y a la
Iglesia; escuchando sus preceptos y consejos, se acercan a los
santos sacramentos y viven en la gracia del Señor. Tanto crece
un alma en estas gracias cuanto es humilde. A medida que nos
deslizamos hacia el humilde y genuino conocimiento de noso-
tros mismos, más nos acercamos y elevamos hacia Dios.
BM2 Examen. – ¿Me siento amigo e hijo de Dios? | ¿Trato de
187 serlo siempre más? ¿Escucho, sigo, amo siempre mejor a Jesús?
Propósito. – Quiero quedarme en la escuela de humildad de
Jesús Niño. Quiero progresar en el conocimiento de Dios.
Quiero gustar el gozo de ser hijo de Dios.
Oración. – «Omnipotente y eterno Dios, guía nuestros pasos
en tu beneplácito, para que podamos, en el nombre de tu amado
Hijo, abundar en buenas obras». Concédeme la gracia de pro-
gresar en la escuela de humildad de nuestro pequeño, amable y
buen Maestro. ¡Ojalá sea yo un hijo del que puedas compla-
certe, y ser un día coheredero de Jesucristo en tu casa paterna.

118 Evangelio de la Santa Familia (infraoctava de Navidad), ciclo B.


LAS GRANDES ORACIONES 579

288.
ÚLTIMO DÍA DEL AÑO
«Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Antes que naciesen los montes, o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios. Tú reduces el hombre a
polvo, diciendo: “Retornad, hijos de Adán”. Mil años en tu presencia
son un ayer que pasó, una vela nocturna. Los siembras año por año,
como hierba que se renueva» (Sal 90/89,1-5).

1° El Señor es dueño de los tiempos: él no cambia, mien-


tras van trascurriendo los siglos como se sustituye un vestido
viejo. La vida se desenvuelve bajo el amoroso cuidado de la
Providencia, entre continuos beneficios suyos, pero no siempre
con nuestra plena correspondencia. Estamos ante un maravillo-
so y casi dramático contraste: por una parte, Jesucristo que
invita a sí a la humanidad errante, curva bajo sus errores y
pecados: «Venid a mí todos» (Mt 11,28), «Yo soy el camino y
la verdad y la vida» (Jn 14,6). Por otra, esta humanidad que en BM2
parte se rinde, pero en gran | porción obstaculiza la luz, combate 188
a Jesucristo y su Iglesia: «No queremos que reine sobre nosotros».
En cada uno de los cristianos se libra también semejante
lucha: entre Jesucristo y el hombre viejo, que se contrastan y
disputan el corazón del hombre. Jesucristo quiere al hombre
entero: mente, voluntad, sentimiento.
2° Agradecimiento. Este año 119 fue una continua efusión
de dones divinos. Por parte del Señor se dio una ininterrumpida
serie de beneficios a la humanidad y a cada hombre. Dios, que
quiere salvar al hombre, desea el reino de Jesucristo en la tierra,
y anhela vivir en cada persona. Por eso, conservó la existencia,
dirigió los acontecimientos, todo lo hizo converger en Jesucristo
y en la Iglesia, otorgó beneficios espirituales a cada uno,
muchos conocidos, otros muchos casi inadvertidos.
Del beneficio brota la obligación del reconocimiento: «Vere
dignum et iustum est, aequum et salutare, nos tibi semper et
ubique gratias ágere, Dómine sancte, Páter omnípotens».120 En

119 Es decir el año que termina.


120 «En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte
gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno» (Prefacio de la Misa).
LAS GRANDES ORACIONES 580

agradecimiento, tomemos el cáliz y ofrezcámoslo a Dios Padre;


será el Hijo mismo quien dé gracias con nosotros y por nosotros.
3° Reparación. Un cúmulo inmenso de pecados ha ido
formándose por parte de la humanidad contra Dios, provo-
cando su enojo. En cuanto a mí, ¿cómo he correspondido a los
beneficios del Señor? Él, en quien radica todo bien y riqueza
BM2 de vida eterna, quería darse a sí mismo. | ¿Quizás, a menudo,
189 no he dejado sitio a su verdad, manteniendo mis ideas, mis
puntos de vista y cerrándome en una culpable ignorancia de
las verdades divinas? ¿He seguido siempre la voluntad divina
y acogido su gracia?
Por el bien cumplido, un vivo ¡gracias! Por las ingratitudes,
una profunda humillación.
Examen. – ¿Cómo he empleado el año? El tiempo pesa en la
balanza de la eternidad: ¿como mérito o como culpa mía?
Propósito. – Debo cerrar el año con una buena confesión.
Oración. – A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reco-
nocemos. A ti, eterno Padre, te venera toda la creación.
A ti la Iglesia santa, extendida por toda la tierra, te pro-
clama: Padre de inmensa majestad, Hijo único y verdadero,
digno de adoración, Espíritu Santo, Defensor.
Dígnate, Señor, en este día guardarnos del pecado. Ten pie-
dad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros… – En ti, Señor,
confié, no me veré defraudado para siempre.
LAS GRANDES ORACIONES 581

289.
PRIMER DÍA DEL AÑO 121
«Haz bien a tu siervo: viviré y cumpliré tus palabras; ábreme los ojos
y contemplaré las maravillas de tu voluntad; soy un forastero en la
tierra: no me ocultes tus promesas» (Sal 119/118,17-19).

1° Previsiones. El año nuevo traerá fatigas, dolores, ten-


taciones. Pero todo puedo santificarlo. Debo consumir mis
energías físicas y morales en el servicio de Dios y en el
cumplimiento de los deberes | diarios. Soportar las pequeñas y BM2
grandes cruces es secreto de méritos y de paz. Es siempre 190
posible vencer las tentaciones, mediante la oración y la
vigilancia. Por otra parte, la vida es una milicia, y cada año
una batalla. Será coronado quien haya combatido bien.
El año traerá también consolaciones: entre ellas, las seguras
ayudas de Dios, las íntimas comunicaciones con Jesús-Hostia,
la luz del Evangelio, el pensamiento del cielo, la asistencia del
ángel custodio, la protección de la Madre celeste María, el
apoyo paterno del confesor, los ejemplos de buenos amigos, los
frutos positivos del propio trabajo.
2° Propósitos. Aquí estoy, continuando mi fatigoso cami-
no hacia la casa de mi Padre celeste; otro trecho que recorrer,
iluminado por la luz de quien dijo: «Yo soy el Camino» (Jn
14,6). Reemprendo la marcha con la prudente confianza del
viajero que cuenta con la aleccionadora experiencia del pasado.
Debo aplicar en particular al año presente el trabajo y el fin
general de mi existencia: «Fui creado para conocer, amar y ser-
vir a Dios en esta vida; y luego ir a gozarlo por siempre en la
futura».
Este año quiero conocer un poco más al Señor con un
estudio entrañable, piadoso, cotidiano, para nutrimiento de mi
fe. Quiero amar al Señor, comunicándome con él en las Misas,

121 A diferencia de las otras meditaciones, como homilías sobre los

misterios del tiempo, ésta (y también la precedente) no tiene referencia


alguna litúrgica, sino que propone únicamente una mirada preventiva
sobre el nuevo año que debemos santificar.
LAS GRANDES ORACIONES 582

confesiones, comuniones. Quiero servirle, cumpliendo con


gozo filial su voluntad, que es santa, benéfica, un | suavísimo
BM2 yugo liberador del alma; el servir a Dios es, más bien, reinar
191 sobre todo y sobre todos.
3° Señor Dios, nos has hecho llegar al comienzo de este
año: sálvanos ahora con tu poder, para que no caigamos en pe-
cado alguno, sino que, al contrario, palabras, pensamientos y
obras vayan siempre hacia el cumplimiento de tu voluntad.
Ofrecimiento. Corazón divino de Jesús, te ofrezco, en unión
al Corazón inmaculado de María, todas mi oraciones, acciones
y penas de este año, con las intenciones por las que te inmolas
continuamente en nuestros altares. De modo general, todo sea
para mayor gloria de Dios y paz de los hombres; más en parti-
cular, para que venga tu reino, oh Cristo Jesús, sea santificado
el nombre de Dios, se cumpla su voluntad en mí y a mi alrede-
dor; para que se perdonen nuestras deudas, se alejen las tenta-
ciones, tengan todos el pan de la verdad, del espíritu y del cuer-
po, sean liberados de cualquier mal pasado, presente y futuro.
Oh Dios omnipotente y sempiterno, guía nuestros pasos y
actos según tu beneplácito, para que en el nombre de tu amado
Hijo merezcamos abundar en buenas obras.
La santísima virgen María y todos los santos intercedan por
nosotros ante Dios, de modo que merezcamos ser ayudados y
salvados por él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
El Señor nos bendiga, nos defienda de todo mal y nos guíe a
la vida eterna. Y que las almas de los difuntos, por la divina
misericordia, descansen en paz.

BM2 290.
192 EPIFANÍA
«Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la roca que nos salva;
entremos en su presencia dándole gracias, vitoreándole al son de
instrumentos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos
los dioses» (Sal 95/94,1-3).

1° Epifanía significa manifestación. En Navidad, Jesús


niño se había mostrado a los hebreos, representados por María,
José, los pastores. Hoy, en la Epifanía, se manifiesta al gran
mundo de los gentiles. Es el misterio de un Dios invisible, cuyo
LAS GRANDES ORACIONES 583

nombre los gentiles debían leer en sus obras, y que ahora se


hace visible: «el Padre revela al Hijo».
El profeta Isaías, en una grandiosa visión, vislumbra la
Iglesia, representada por Jerusalén, a la que acorren las gentes.
Dice: «¡Levántate y resplandece, porque llega tu luz; la gloria
del Señor amanece sobre ti! Las tinieblas cubren la tierra, la
oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor y su
gloria se verá sobre ti. Caminarán los pueblos a tu luz, los reyes
al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos
esos se han reunido, vienen hacia ti; llegan tus hijos desde lejos,
a tus hijas las traen en brazos. Entonces lo verás y estarás
radiante, tu corazón se asombrará, se ensanchará, porque la
opulencia del mar se vuelca sobre ti, y a ti llegan las riquezas de
los pueblos. Te cubrirá una multitud de camellos, dromedarios
de Madián y de Efá. Todos los de Saba llegan trayendo oro e
incienso y proclaman las alabanzas del Señor» (Is 60,1-6).
2° Y el evangelio nos pone delante el primer episodio de BM2
este gran acontecimiento que se perpetúa en los siglos: llegan 193
los magos guiados por una estrella hasta el Niño Jesús.
«Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del
rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén
preguntando: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?
Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarle”. Al
enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él;
convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les
preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron:
“En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú,
Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las
poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a
mi pueblo Israel”. Entonces Herodes llamó en secreto a los
magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido
la estrella, y les mandó a Belén, diciéndoles: “Id y averiguad
cuidadosamente qué hay del niño y, cuando le encontréis, avi-
sadme, para ir también yo a adorarle”. Ellos, después de oír al
rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían
visto salir comenzó a guiarles hasta que vino a posarse encima
de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de in-
mensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su
madre, y cayendo de rodillas le adoraron; después, abriendo sus
cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo BM2
194
LAS GRANDES ORACIONES 584

recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes,


se retiraron a su tierra por otro camino» (Mt 2,1-12).
3° Vayamos también nosotros a Jesús llevando el oro de
nuestra fe, el incienso de nuestra oración, la mirra de nuestra
mortificación. El Niño que está en el pesebre es el mismo Dios
que nos creó, nos sostiene, nos juzgará y premiará a los buenos.
¡Tengamos fe! El niño Jesús es el Salvador, de él procede toda
gracia, en él se da la salvación. A él pidámosle perdón de
nuestras culpas; unámonos a él en los santos sacramentos, espe-
cialmente en la comunión; a él recurramos en cualquier nece-
sidad. El niño Jesús es también hombre, nacido para morir y dar
su vida en redención. Mortifiquemos nuestros sentidos, emple-
emos nuestra vida en servirle y amarle.
Examen. – ¿Imitamos a los santos magos? ¿Qué fe tenemos,
especialmente en la iglesia, ante Jesús? ¿Cómo es nuestra
oración? ¿Parte de un corazón puro y recto? ¿Mortificamos
nuestros sentidos? ¿Amamos a Jesús?
Propósito. – En la octava de Epifanía haré frecuentes actos
de fe y de amor a Jesús eucarístico.
Oración. – «Reconozcamos en los magos, que adoran al
niño Jesús, el principio de nuestra vocación y de nuestra fe; y
celebremos con corazones llenos de gozo el comienzo de nues-
BM2 tra salvación, pues desde aquel momento se abrió para | noso-
195 tros el camino al reino celeste» (San León Magno). Con tal
visual recemos el oremus de la Iglesia: «Señor, tú que en este
día revelaste a tu Hijo unigénito a los pueblos gentiles, por
medio de una estrella, concede a los que ya te conocemos por
la fe poder contemplar un día, cara a cara, la hermosura
infinita de tu gloria. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor».
LAS GRANDES ORACIONES 585

291.
SAGRADA FAMILIA 122
«Hijos, escuchad a vuestro padre, hacedlo así y viviréis. Porque el
Señor honra más al padre que a los hijos y afirma el derecho de la
madre sobre ellos» (Sir 3,1-2).

1° La familia es la célula de la sociedad civil y de la so-


ciedad religiosa, o sea de la Iglesia. El Hijo de Dios, venido a
restaurar lo que el pecado había destruido y arruinado, empezó
por la familia. Él es el mejor de los hijos; la familia de Nazaret
es la mejor de las familias; allí la vida de familia era óptima en
el cumplimiento de los deberes religiosos y familiares. Esto
resulta claramente en el evangelio que se lee hoy, fiesta de la
sagrada Familia.
«Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según
la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús
se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos,
creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un
día y se pusieron a buscarle entre los parientes y conocidos; al
no encontrarle, | se volvieron a Jerusalén buscándole. Y sucedió BM2
que, a los tres días, le encontraron en el templo, sentado en 196
medio de los maestros, escuchándoles y haciéndoles preguntas.
Todos los que le oían estaban asombrados de su talento y de las
respuestas que daba. Al verle, se quedaron atónitos, y le dijo su
madre: “Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te
buscábamos angustiados”. Él les contestó: “¿Por qué me busca-
bais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?”.
Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. Él bajó con ellos y
fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo
esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en esta-
tura y en gracia ante Dios y ante los hombres».123
2° María y José cumplían su deber religioso de ir cada año
al templo por Pascua; y llegado el tiempo también para Jesús, o

122 En el original el título era: “Domingo infraoctava de Epifanía”.

Hoy la fiesta se celebra en la infraoctava de Navidad.


123 Lc 2,42-52.
LAS GRANDES ORACIONES 586

sea el duodécimo año de edad, le llevaron con ellos. Los debe-


res religiosos conciernen a todos los miembros de la casa,
padres e hijos. Cumplirlos todos juntos es sumamente educativo,
y atrae las bendiciones de Dios y gran paz en las familias. Es
hermoso el cuadro de una familia, cuando al anochecer, reunida
bajo el padre, todos le siguen en las oraciones y en el rosario.
Hermoso es el cuadro de una familia cuando se encamina en
grupo o al menos sucesivamente –padres e hijos, incluso los
mayores– hacia la iglesia para la Misa festiva. Hermoso es el
BM2 cuadro de una familia cuando al completo, el primer domingo
197 de mes, se acerca a los santos | sacramentos, para volver des-
pués a casa con alegría, llevando consigo la paz y los tesoros de
gracias. Todo depende especialmente de los progenitores,
empezando por el padre.
Jesús buscado y encontrado en el templo, declaró: “¿No
sabíais que yo debo ocuparme de las cosas concernientes a mi
Padre?”. Vuelven a Nazaret, y allí Jesús obedecía. Apenas 124 se
levanta un poquito el velo que escondía la vida íntima, de paz,
trabajo, virtud y oración que la sagrada Familia llevaba dentro
de su casa. Una madre premurosa con todos, paciente siempre,
silenciosa, sonriente en todo momento; el padre que suda en un
fatigoso trabajo, proveyendo a todo, rico de virtudes, modestí-
simo en sus deseos; un Hijo que progresaba en sabiduría, edad y
gracia, afectuoso, obedientísimo, que aportaba continua sonrisa
y alegría, que aligeraba las fatigas, más aún, cargaba todo lo
posible sobre sí con las del padre y de la madre... Los ángeles
del cielo venían a visitar aquella casa, domicilio de las virtudes
y de las tres personas más santas de la tierra.
Es necesario reducir los compromisos exteriores y las diver-
siones, para reconducir la vida familiar a su santidad y a su
poesía, salvando así la familia.
3° Jesús, José y María bendigan las familias cristianas, las
consuelen en los sufrimientos, acrecienten las sanas alegrías,
ennoblezcan los afectos. Cada integrante de la familia compren-
da su parte de deberes para incrementar los bienes comunes.

124 Este “apenas” no tiene aquí valor temporal, sino el sentido de

adverbio de modo: un poco, discretamente.


LAS GRANDES ORACIONES 587

Examen. – ¿Desempeño mi parte de deberes en la familia? BM2


¿O estoy entre quienes aducen sólo pretensiones y derechos? 198
Propósito. – Miraré con frecuencia a la sagrada Familia, y a
ella consagraré la mía.
Oración. – Señor Jesucristo, que sometiéndote a María y
José, consagraste con inefables virtudes la vida doméstica, haz
que con la ayuda de entrambos, nos modelemos según los
ejemplos de tu santa Familia y consigamos su compañía en la
eternidad.
Haz, oh Señor, que cuantos nos alimentamos con los santos
sacramentos imitemos constantemente los ejemplos de la sagra-
da Familia, para que en la hora de nuestra muerte nos salga al
encuentro la gloriosa Virgen, tu madre, con el bienaventurado
José y merezcamos ser recibidos por ti en la morada eterna.
«Es dulce para nosotros, dice León XIII, recordar la peque-
ña casa de Nazaret y la humilde existencia que lleva; más dulce
aún es celebrar la vida oscura de Jesús. Allí el divino adoles-
cente aprendió el humilde oficio de José y creció a su sombra,
siendo feliz de acompañarle en los trabajos de carpintería. El
sudor, dice él, corra en mis miembros, antes que los bañe la
sangre; esta fatiga del trabajo sirva de expiación para el
género humano. Junto al tierno muchachito está la tierna
madre; al lado del esposo está la esposa devota, feliz de poder
aliviar las penas a los fatigados con cuidados afectuosos. BM2
Vosotros, que, conociendo la desventura, no estuvisteis libres | 199
de las penas y del trabajo,¡asistid a los infelices afligidos por la
indigencia y que luchan frente a las dificultades de la vida!».

292.
LAS BODAS DE CANÁ 125
«Honra a tu padre con todo tu corazón, y no olvides los dolores de tu
madre. Recuerda que ellos te engendraron, ¿qué les darás a cambio de
lo que te dieron?» (Sir 7,27-28).

125 Título original: “Domingo II después de Epifanía”.


LAS GRANDES ORACIONES 588

1° En este domingo pidamos al Señor que siempre y por


todos sea santificado el sacramento del matrimonio, el gran
sacramento según san Pablo.
Dios instituyó el matrimonio y Jesucristo lo elevó a la digni-
dad de sacramento. De la santidad de las bodas dependen nume-
rosas gracias para los cónyuges y para la familia formada por
ellos. Es necesario que todo se haga con Jesucristo, es decir
según su voluntad y en su gracia; ello equivale a tener a Jesús
como invitado en la boda.
Dice el evangelio: «Había una boda en Caná de Galilea, y la
madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban tam-
bién invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le
dice: “No tienen vino”. Jesús le dice: “Mujer, ¿qué tengo yo que
ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora”. Su madre dice a
los sirvientes: “Haced lo que él os diga”. Había allí colocadas
seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de
unos cien litros cada una. Jesús les dice: “Llenad las tinajas de
agua”. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: | “Sacad
BM2 ahora y llevadlo al mayordomo”. Ellos se lo llevaron. El mayor-
200 domo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía
(los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y en-
tonces llama al esposo y le dijo: “Todo el mundo pone primero
el vino bueno, y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio
has guardado el vino bueno hasta ahora”. Este fue el primero de
los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó
su gloria y sus discípulos creyeron en él» (Jn 2,1-11).
2° Jesús, invitado a aquella boda, intervino para santifi-
carla. Estaba también presente la Sma. Virgen. Se cumple un
gran milagro para que la fiesta se prolongue y termine sin el pe-
noso incidente de la falta del vino. Invitar a Jesús a las bodas
significa prepararse debidamente: los jóvenes deben hacer una
elección no según la pasión, sino según la razón, siguiendo el
consejo de personas timoratas de Dios, y decididos a correspon-
der a un deber, a una misión, a los designios de Dios. El matri-
monio debe ir precedido por un buen ajuar de virtudes, relacio-
nes reguladas según una justa prudencia y un santo temor de
Dios.
Celebrar las bodas con Jesús significa cuidar no tanto la
fiesta externa cuanto la oración. Es costumbre en algunas regio-
nes que los jóvenes novios pasen algunos días en retiro espiri-

BM2
201
LAS GRANDES ORACIONES 589

tual. Instruirse convenientemente en los futuros deberes; prepa-


rarse a ellos con una vida disciplinadamente cristiana y mode-
rada; recibir bien el sacramento de la | penitencia y la comu-
nión; preparar una posición ordenada y conveniente para una
vida serena: estas son las cosas que deben importar a los novios
al acercarse el gran día.
Vivir con Jesús la vida conyugal, que implica deberes, gozos
y sacrificios. Los cónyuges deberán amarse, compadecerse, ser
recíprocamente fieles. Deberán educar cristianamente a los hijos,
ayudarse en las dificultades morales y materiales, hacerse mu-
tuamente agradable la vida familiar. Y bien, todo esto requiere
llevar una vida retirada, de recíproca comprensión, con tiempos
dedicados a la oración, frecuentar los sacramentos, continuar la
instrucción religiosa. En una palabra, que Jesús viva en la nueva
familia. Las familias cristianas tienen abundantes bendiciones
de Dios.
3° Las familias cristianas han de seguir el modelo de la
sagrada Familia, contribuyendo cada miembro al bien moral y
material de la casa, para al final poder reunirse todos en la
eterna felicidad del paraíso.
Examen. – En mi familia, ¿soy de buen ejemplo? ¿Ayudo a
la familia? ¿Rezo por la familia?
Propósito. – Miraré a menudo a la Familia de Nazaret e invi-
taré a otros a que lo hagan.
Oración. – Señor Jesucristo, tú instituiste el sacramento del
matrimonio, pero sabes cuánto lo profanan tantos cristianos.
Ilumínales, cólmales de tu santo | temor, y bendice a todas las BM2
familias para que se formen en tu santa gracia. 202

293.
LA FE DEL LEPROSO Y DEL CENTURIÓN 126
«Tú eres, Señor, altísimo sobre toda la tierra, encumbrado sobre todos
los dioses. El Señor ama al que aborrece el mal, protege la vida de sus
fieles y les libra de los malvados. Amanece la luz para el justo y la

126 Título original: “Domingo III después de Epifanía”.


LAS GRANDES ORACIONES 590

alegría para los rectos de corazón. Alegraos, justos, con el Señor,


celebrad su santo nombre» (Sal 97/96,9-12).

1° La Epifanía es la manifestación del Señor. El tiempo


litúrgico sucesivo completa esa manifestación, pues Jesucristo
se revela como Dios, en las obras y palabras, a los judíos y a los
gentiles. Esto se ve claramente en el evangelio de hoy con la
curación de un leproso judío y la del siervo del centurión gentil.
Leemos así: «Al bajar Jesús del monte, le siguió mucha
gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo:
“Señor, si quieres, puedes limpiarme”. Extendió la mano y le
tocó diciendo: “Quiero, queda limpio”. Y enseguida quedó
limpio de la lepra. Jesús le dijo: “No se lo digas a nadie, pero
vete a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó
Moisés, para que les sirva de testimonio”. Al entrar Jesús en
Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: “Señor, tengo
en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho”.
Le contestó: “Voy a curarle”. Pero el centurión le replicó:
“Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo
digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también
vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a
uno ‘Ve’, y va; al otro ‘Ven’, y viene; a mi criado ‘Haz esto’, y |
BM2 lo hace”. Al oírle, Jesús quedó admirado y dijo a los que le
203 seguían: “En verdad os digo que en Israel no he encontrado en
nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occi-
dente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de
los cielos; en cambio, a los hijos del reino les echarán fuera, a
las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”. Y dijo
Jesús al centurión: “Vete; que te suceda según has creído”. Y en
aquel momento se puso bueno el criado» (Mt 8,1-13).
2° El leproso debe presentarse al sacerdote para testimo-
niarle la divinidad de Jesucristo. El centurión, humilde y
confiado, con una argumentación sencilla, demuestra su fe en
Jesús-Dios: le basta una orden, para que la enfermedad
obedezca y se vaya. Todos los pueblos, pues, están llamados
por Jesucristo a entrar en la Iglesia.
Los dos milagros del evangelio prueban la divinidad de
Jesucristo y muestran lo que él hizo por los judíos y por los
gentiles, habiendo venido a limpiarles de la lepra y de la
parálisis del pecado. Después del discurso de la montaña obró
LAS GRANDES ORACIONES 591

estos prodigios justo para confirmar cuanto había enseñado. El


Señor extiende la mano al enfermo y enseguida desaparece la
lepra. Jesús dice al centurión: “Vete; que te suceda según has
creído”, y en el mismo momento el siervo quedó curado.
No faltan, pues, las pruebas de la verdad divina, ni falta la
invitación de Jesús: a todos se les abre la puerta para entrar en
el reino de Dios, en la Iglesia. Hagamos actos de fe en la
divinidad de Jesucristo | y repitamos actos de caridad para ser BM2
partícipes de la salvación eterna. Dice el Introito: 127 «Adorad a 204
Dios, vosotros, sus ángeles (Sal 97/96,7). 128 El Señor es rey;
exulte la tierra; se alegren las multitudes (Sal 97/96,1)».
Jesucristo es Dios; pero en la encarnación, pasión, obras,
vida y muerte, entre sus atributos, quiso mostrar especialmente
el de su infinita misericordia. Él cura cualquier enfermedad,
remedia todas las consecuencias del pecado original, ofrece a
todos la salvación. Él, que es el Dios ofendido por el hombre,
muere para pagar las deudas de éste y levantarlo a una vida
nueva. Sólo un Dios-Hombre podía hacer esto.
3° «Los gentiles temerán tu nombre; los reyes del mundo,
tu gloria. Cuando el Señor reconstruya Sión, y aparezca en su
gloria» (Sal 102/101,16-17). «La diestra del Señor es excelsa, la
diestra del Señor es poderosa. No he de morir, viviré para con-
tar las hazañas del Señor» (Sal 118/117,16-17). «Se admiraban
de las palabras de gracia que salían de su boca».129
Examen. – ¿Acojo como divinas todas las palabras de Jesu-
cristo? ¿Le adoro y me porto con el respeto debido a Jesús en la
santísima Eucaristía? ¿Procuro su gloria?
Propósito. – Repetiré a menudo la jaculatoria: Oh Jesús
Maestro, Camino, Verdad y Vida, ten piedad de nosotros.
Oración. – «Alabad al Señor todas las naciones, aclamadle, BM2
todos los pueblos: firme es su misericordia con nosotros, su 205
fidelidad dura por siempre» (Sal 116/117).

127 Antífona de entrada.


128 Según la Vulgata.
129 Lc 4,22.
LAS GRANDES ORACIONES 592

294.
LA TEMPESTAD CALMADA 130
«Tú me has seguido en la doctrina, la conducta, los propósitos, la fe,
la magnanimidad, el amor, la paciencia, las persecuciones y los
padecimientos, como aquellos que me sobrevinieron en Antioquía,
Iconio y Listra. ¡Qué persecuciones soporté! Y de todas me libró el
Señor. Por otra parte, todos los que quieran servir al Señor
piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos. Pero los malvados y
embaucadores irán de mal en peor, engañando a los demás y
engañándose ellos mismos» (2Tim 3,10-13).

1° Hay tempestades en el mar por la irruencia de los


vientos; hay tempestades en la Iglesia por las persecuciones a
que está expuesta; hay tempestades en el alma por las tenta-
ciones que se repiten. Recurrir humilde y constantemente a
Jesucristo es siempre consolación y ayuda, portadoras de paz.
La tempestad calmada, como se nos narra en el evangelio de
hoy, nos persuade de ello. «Subió Jesús a la barca, y sus discí-
pulos le siguieron. En esto se produjo una tempestad tan fuerte,
que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron
y le despertaron gritándole: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!”.
Él les dice: “¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?”. Se
puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran
calma. Los hombres se decían asombrados: “¿Quién es éste, que
hasta el viento y el mar le obedecen?”».131
2° Jesús muestra su poder divino y su bondad con los dis-
cípulos. Él manda a elementos potentes e indóciles como son
las aguas revueltas y los vientos desatados. El evangelista resal-
BM2 ta el prodigio oponiendo a la gran agitación de las | olas la total
206 calma que siguió. Dice san Jerónimo: «Que grite Jesús a las
criaturas o les dé órdenes, todas sienten su poder y le reconocen
como Creador, porque las mismas criaturas insensibles denotan
la majestad del Creador». Mandar a las olas se considera en la
Escritura como algo propio de la potencia divina «que amansa
la agitación del oleaje» (Sal 89/88,10).
130 Título original: “Domingo IV después de Epifanía”.
131 Mt 8,23-27.
LAS GRANDES ORACIONES 593

Esta barca es figura de la Iglesia, que atraviesa el borrascoso


mar de este mundo agitado por continuas tempestades. Se debe
reconocer que sólo el vigor de su divino Fundador impide que
ella, «no obstante su fragilidad», sea sumergida. Jesucristo pare-
ce dormir, pero vela siempre. Velaba por la Iglesia incluso des-
de el sepulcro y preparaba para ella los primeros maravillosos
triunfos sobre sus enemigos. Ninguna persecución ha hundido a
la Iglesia; ninguna escuela filosófica ha podido demostrar la
falsedad ni de una iota 132 del Evangelio; ninguna herejía, como
tampoco potencia alguna de los reinantes o de los partidos, ha
prevalecido ni prevalecerá: «El poder del infierno no la
derrotará» (Mt 16,18).
Hay también tempestades para todo cristiano, dentro y fuera
de él. Los santos padres vieron en estos vientos que soplan y
suscitan la tempestad un símbolo de los demonios, cuyo orgullo
levanta las persecuciones contra los santos; y en el tumultuoso
mar vieron las pasiones del corazón humano, causa del pecado
y de la lucha interior entre los sentidos y la razón. Pero los
santos vencieron, encontraron la paz por la buena voluntad.
3° El remedio es siempre uno: recurrir a Jesucristo gri- BM2
tando: «Sálvanos, que perecemos» (Mt 8,25). Somos frágiles; es 207
verdad que, como los apóstoles en el lago, debemos hacer el
esfuerzo para combatir el mal; pero la victoria está asegurada a
quien ora al Salvador, a quien él da la mano. Hombre de poca fe,
¿por qué vacilas? La oración es la fuerza omnipotente de la
extrema debilidad del hombre. La jaculatoria «Salva nos, peri-
mus» 133 (Mt 8,25) vale más que un ejército potentísimo: nos
trae la ayuda sobrenatural más valiosa que toda la naturaleza.
Examen. – ¿Tengo fe ante las dificultades materiales? ¿Co-
nozco bien y creo en la fuerza sobrenatural de la Iglesia? En las
tentaciones y desconciertos de la vida ¿confío en Jesucristo y rezo?
Propósito. – Mi seguridad será la promesa: No temáis, yo
estoy con vosotros.
Oración. – «Oh Dios, tú sabes que, por la humana fragilidad,
no podemos subsistir entre tantos peligros: concédenos la salud
del alma y del cuerpo para que con tu ayuda superemos cuanto
132 Literalmente, una i del alfabeto griego, o sea una minucia.
133 «Sálvanos, estamos perdidos».
LAS GRANDES ORACIONES 594

por nuestros pecados debemos sufrir». «Te suplicamos, oh


Señor, concédenos que la Hostia divina del altar nos libre
siempre y defienda nuestra fragilidad contra todo mal».

BM2 295.
208 EL TRIGO Y LA CIZAÑA 134
«Nosotros, que somos del día, vivamos sobriamente, revestidos con la
coraza de la fe y el amor, y teniendo como casco la esperanza de la
salvación. Porque Dios no nos ha destinado al castigo, sino a obtener
la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, que murió por
nosotros para que, despiertos o dormidos, vivamos con él» (1Tes 5,8-10).

1° El pasaje del evangelio nos enseña a considerar la


andadura moral del mundo desde un punto de vista altísimo y
en la luz de un amplio horizonte: el tiempo y la eternidad.
Dice el texto: «Jesús les propuso otra parábola: El reino de
los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en
su campo; pero, mientras los hombres dormían, un enemigo fue
y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando
empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la
cizaña135. Entonces fueron los criados a decirle al amo: “Señor,
¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la
cizaña?”. Él les dijo: “Un enemigo lo ha hecho”. Los criados le
preguntaron: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?”. Pero él les
respondió: “No, que al recoger la cizaña podéis arrancar
también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y cuando
llegue la siega diré a mis segadores: Arrancad primero la cizaña
y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi
granero”» (Mt 13,24-30).
2° El Espíritu Santo dice: «Considera las obras del Altisí-
mo». Verás siempre una oposición en la tierra y en la eternidad.
El Evangelio nos muestra frente al cielo, el infierno; frente a la
BM2 recompensa, el castigo; frente al tiempo, la eternidad. | El
209 mundo es un vasto campo; Jesucristo, el buen sembrador, lanza
a plena luz lo que san Pablo llama «la palabra de Dios», una

134 Título original: “Domingo V después de Epifanía”.


135 Planta gramínea de granos venenosos.
LAS GRANDES ORACIONES 595

semilla que tiene por fruto la paz. El demonio, sembrador


malvado, arroja a escondidas otra semilla: la cizaña, el hierbajo.
Los siervos del amo son los ángeles, que quisieran separar a los
buenos de los malos; pero como las raíces de la cizaña y las del
trigo están intrincadas unas en otras y no es posible separarlas
más que en la siega, la justicia divina distinguirá buenos y
malos sólo en el juicio universal. Los malos, como paja inútil,
serán quemados; los buenos, librados de los perseguidores y de
los burlones, estarán en el cielo con Jesús. «Almacenad el trigo
en mi granero», les dirá a los ángeles.
Teniendo presentes estas verdades, comprendemos por qué
los malos vivan con los buenos, y cómo al final cada uno tendrá
su merecido. Dios aguarda que los males hagan penitencia; pero
¡ay de quien no se rinde a sus amorosas invitaciones! Entre
tanto, los buenos soporten, no se dejen desviar por los ejemplos
de los malvados. El bien es de quien lo hace; el mal cae sobre la
cabeza de quien se autoestima. En la red entran peces buenos y
peces malos; pero al final los buenos se recogen y los malos se tiran.
3° Todos los cristianos están llamados a la santidad. Cristo
Jesús ha dado a la Iglesia el magisterio de la verdad, una
autoridad para guiar, un ministerio de gracia para santificar a
todos y llevarlos a la salvación. Pero el hombre, dotado por BM2
Dios de libertad, puede | hacerse enemigo de Jesucristo y poner- 210
se de parte de Satanás. La potencia del mal, con la cooperación
consciente o inconsciente de los malos, no puede dañar a los
buenos. Al contrario, estos ejercitan la paciencia y el apostolado
para oponerse al mal, esperando que la cizaña o el hierbajo se
cambien en buen grano. Quieren vencer el mal con el bien.
Nada se perderá de cuanto hagan tanto los hijos de Dios como
los hijos del demonio; seguirá el respectivo premio o castigo.
Examen. – ¿Mantengo como cierta esta verdad: el triunfo de
una hora de los malvados se cambiará en derrota eterna? ¿Sé
valorar y medir las cosas con perspectiva sobrenatural y eterna?
Propósito. – Juzgaré no según las apariencias, sino según la
eternidad: los sufrimientos temporales cederán el paso a la
felicidad eterna.
Oración. – Nunca preferiré que la justicia sea la hecha
aquí en la tierra; aguardaré confiadamente tu misericordia y
LAS GRANDES ORACIONES 596

tu justicia, oh Señor. ¿Quién subsistiría si tú, oh Señor,


castigases enseguida a quien peca? «Si llevas cuenta de los
delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?».
Soportar la aparente victoria de los errantes no significa
ceder ante el error y al predominio de los malos; no significa
que el bien quede subyugado. Por encima de todo, tú, oh Dios,
marcas siempre las horas secretas e ineluctables: la hora del
granero y la hora del fuego.
BM2 Señor, misericordia para todos: perdona a tu pueblo y no
211 estés eternamente enojado con nosotros.

296.
EL GRANO DE MOSTAZA Y LA LEVADURA 136
«Cuando os anuncié nuestro evangelio, no fue sólo de palabra, sino
también con la fuerza del Espíritu Santo y con plena convicción.
Sabéis cómo nos comportamos entre vosotros para vuestro bien. Y
vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la
Palabra en medio de una gran tribulación, con la alegría del Espíritu
Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de
Macedonia y de Acaya» (1Tes 1,5-7).

1° Es admirable el efecto de la predicación del Evangelio:


esparce la fe, la divina gracia, la esperanza del cielo, que consti-
tuyen una vida sobrenatural, por encima de toda vida y activi-
dad naturales. Puede comparársele a la pequeña semilla o a un
poco de levadura: la semilla del Evangelio, que se expande en el
mundo mediante la predicación de Jesucristo, y el fermento que
vigoriza todas las potencias del alma, produciendo maravillas.
Dice el pasaje evangélico de este domingo: «Les propuso
otra parábola: “El reino de los cielos se parece a un grano de
mostaza que uno toma y siembra en su campo; aunque es la más
pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las
hortalizas; se hace un árbol hasta el punto de que vienen los
pájaros del cielo a anidar en sus ramas”. Les dijo otra parábola:
“El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la
amasa con tres medidas de harina, hasta que todo fermenta”.
Jesús dijo todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no

BM2
136 Título original: “Domingo VI después de Epifanía”.
212
LAS GRANDES ORACIONES 597

les hablaba nada, para que se cumpliera lo dicho por medio del
profeta: “Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré lo
secreto desde la fundación del mundo”» (Mt 13,31-35).
2° En el mundo, la predicación del Evangelio es la más
humilde de las ciencias. La vida del Maestro comenzó en una
gruta. Él se presentó como el más humilde de los hombres.
Cuando comienza su enseñanza, habla con extrema sencillez, y
a un auditorio en mayoría de pobres, artesanos, niños, mujeres.
¡Qué diferencia respecto al uso de filósofos y oradores que
hablan con el esplendor de su elocuencia y tejen sus discursos
de hábiles razonamientos! No obstante, Jesucristo ha trasforma-
do el mundo: ha implantado toda una vida, una moral, una
doctrina, un nuevo organismo social y sobrenatural. Ningún
poder de emperadores, de partidos o de doctrina lo abaterá; es
infalible, indefectible, sanador; domina los siglos y extiende sus
frutos a la eternidad.
En cada alma la acción de la divina palabra obra como la
levadura, moviendo las potencias: conquista la inteligencia, la
voluntad, el sentimiento. Todo el hombre experimenta como un
fermento de vida nueva y sobrenatural. La fe, la esperanza, la
caridad producen la vida cristiana, frutos que no son de la tierra,
méritos para el cielo, un premio que es el gozo mismo de Dios.
El cristiano es una maravilla que comprenderemos en la eternidad.
La Iglesia, simbolizada en el árbol, crecerá hasta el fin del
mundo; el alma aumenta sus méritos hasta el término de la vida.
Admiremos el gran reino de la Iglesia; pongamos en el alma | la divina
levadura del Evangelio, leyéndolo y escuchándolo con devoción. BM2
El Evangelio es un libro venido del cielo, eco y resumen de 213
la predicación apostólica; contiene la palabra o buena nueva
anunciada por Jesucristo al mundo. Está escrito en cuatro diversas
redacciones, pero forma un libro solo divinamente inspirado.
3° Antes de la lectura: Oh Jesús, luz verdadera que ilumi-
nas a todo hombre viniendo al mundo, te ruego alumbres mi
mente con la lectura del santo Evangelio, de modo que pueda yo
conocer los misterios del reino de Dios. Concédeme el espíritu
de humildad y de fe que acerca las almas a tu sacratísimo
Corazón y las capacita para comprender las verdades que tu
Padre celeste ha revelado a los hombres.
LAS GRANDES ORACIONES 598

Oh Madre del Verbo divino, obténme de tu amado Hijo la


gracia de escuchar piadosamente y entender rectamente las
enseñanzas salvíficas contenidas en este libro santo. Así sea.
Examen. – ¿He considerado la fuerza sobrenatural del Evan-
gelio? ¿Lo escucho por curiosidad y para conocer una ciencia
común? ¿O con humilde docilidad para aprender las verdades
que creer y los ejemplos que imitar, el camino que seguir para
llegar al paraíso?
Propósito. – Adoro el santo Evangelio, que contiene y me
muestra a Jesucristo, Verdad, Camino, Vida. Daré a este libro el
puesto de honor por encima de todos, pues es el libro divino.
BM2 Oración. – Después de la lectura: Oh Jesús, Hijo de Dios
214 vivo, tú eres la puerta y quien la pasa encuentra la salvación
eterna. Concédeme, te ruego, la gracia de esculpir profunda-
mente en el alma las enseñanzas aprendidas en la lectura del
santo Evangelio y de actuarlas con una vida verdaderamente
cristiana, para merecer participar contigo en los gozos eternos
que conquistaste para mí con tu muerte en la cruz.
Oh Madre del Redentor, obténme de tu querido Hijo que su
sangre no haya sido derramada en vano para mí, sino que yo
pueda cantar las divinas misericordias por todos los siglos. Así
sea.

297.
LOS JORNALEROS DE LA VIÑA 137
«¿No sabéis que en el estadio todos los corredores cubren la carrera,
aunque uno solo se lleva el premio? Pues corred así: para ganar. Pero
un atleta se impone toda clase de privaciones para ganar una corona
que se marchita; nosotros, en cambio, una que no se marchita» (1Cor
9,24-25).

1° Jesús nació para morir y, con la muerte, redimir al


hombre y devolver, más aún, aumentar, la gloria que el hombre,
pecando, había usurpado al Padre. En el domingo llamado de
septuagésima porque precede de siete semanas al domingo de

137 Título original: “Domingo de Septuagésima”.

BM2
215
LAS GRANDES ORACIONES 599

Pasión, el breviario nos habla de la creación del hombre; en la


semana sucesiva, de la caída de Adán.138 Pero Dios no aban-
donó al hombre, a los hijos de Adán, permitiendo que sufrieran
perpetuamente las consecuencias y ruinas del pecado de su
progenitor. Dios quiso restaurarlo 139 todo en su Hijo, de modo
que quien cree en él no perezca sino que tenga la vida eterna.
Cuantos esperan en él | forman la Iglesia, es decir el conjunto de
los seguidores de Cristo. La Iglesia, dice san Jerónimo, dura
desde Abel hasta el final del mundo; en todo tiempo Dios llama
a entrar en ella para trabajar en pro de la salvación.
Esto queda bien claro en el texto evangélico: «El reino de los
cielos se parece a un proprietario que al amanecer salió a con-
tratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en
un denario por jornada, les mandó a la viña. Salió otra vez a
media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y
les dijo: “Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido”.
Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e
hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados,
y les dijo: “¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?”.
Le respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Id
también vosotros a mi viña”. Cuando oscureció, el dueño dijo al
capataz: “Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando
por los últimos y acabando por los primeros”. Vinieron los del
atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los
primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también reci-
bieron un denario cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar
contra el amo: “Estos últimos han trabajo sólo una hora y les
has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso
del día y el bochorno”. Él replicó a uno de ellos: “Amigo, no te BM2
hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? 216
Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti.
¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asun-
tos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”. Así, los
últimos serán primeros y los primeros, últimos. [Porque muchos
son llamados, pero pocos escogidos]» (Mt 20,1-16).

138 Esta referencia al breviario (Liturgia de las Horas) concierne

obviamente al ordenamiento anterior a la reforma conciliar.


139 En el original se lee un vocablo ahora en desuso.
LAS GRANDES ORACIONES 600

2° He aquí la explicación de san Jerónimo: «El reino de los


cielos es semejante a un padre de familia que ajusta unos obre-
ros para cultivar su viña. ¿Quién puede ser representado más
oportunamente en el padre de familia sino nuestro Creador, que
rige con su providencia cuanto ha creado y gobierna a sus ele-
gidos en este mundo como el amo a sus siervos domésticos?».
Aquí se habla del reino de Dios, o sea de la iglesia en sen-
tido espiritual: abarca a cuantos, esperando en Jesucristo salva-
dor, están encaminados al cielo. San Gregorio Magno dice: «La
mañana del mundo puede decirse del espacio de tiempo desde
Adán a Noé; la hora tercia desde Noé ad Abrahán, la sexta de
Abrahán a Moisés, la nona de Moisés a Jesucristo; y la undé-
cima desde Jesucristo al fin del mundo. Todos los hombres
están llamados a trabajar para recibir como recompensa un dena,
que es la vida eterna».
La hora undécima es la de los gentiles, la nuestra. Aun con
una vida breve el cristiano puede ganar méritos grandísimos,
teniendo mayores medios, entre ellos los santos sacramentos.
BM2 3° «Tú, oh Señor, eres la ayuda oportuna | en el tiempo de
217 la tribulación; confiamos en ti cuantos te conocemos, pues tú no
abandonas a quienes te buscan ».
Examen. – ¿Empleo bien mi hora de trabajo, o sea mi vida,
con toda la mente, la voluntad, el corazón al servicio de Dios?
Propósito. – Considero que la hora pasa, pero lo hecho per-
manece eternamente.
Oración. – Yo sería un infeliz y temerario, oh Señor, si te
pidiera cuentas de tus disposiciones. Debo pedirte, en cambio,
misericordia, gracia, ayuda para que no pasen inútilmente los
minutos de mi hora. Espero en ti; no quedaré defraudado.

298.
LA SEMILLA DE LA PALABRA 140

140 Título original: “Domingo de Sexagésima”.


LAS GRANDES ORACIONES 601

«Si tu voluntad no fuera mi delicia, ya habría perecido en mi


desgracia; jamás olvidaré tus decretos, pues con ellos me diste
vida» (Sal 119/118,92-93).

1° Adán es el padre de todos los hombres; Noé el padre de


los descendientes; Abrahán el padre de los creyentes. Estos días
el breviario nos habla de Noé, figura de Jesucristo, porque Noé
libró del diluvio al género humano y Jesucristo lo salvó de la
perdición eterna. Con su palabra, Jesucristo trajo el anuncio o
evangelio de la liberación. El Verbo es la palabra del Padre.
Veamos el texto evangélico: «Salió el sembrador a sembrar
su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo
pisaron, y los pájaros del cielo se lo comieron. Otra parte cayó BM2
en terreno pedregoso, y, después de brotar, se secó por falta de 218
humedad. Otra parte cayó entre abrojos, y los abrojos, creciendo
al mismo tiempo, la ahogaron. Y otra parte cayó en tierra buena,
y, después de brotar, dio fruto al ciento por uno. Dicho esto
exclamó: El que tenga oídos para oír que oiga. Entonces le
preguntaron los discípulos qué significaba la parábola. Él les
dijo: “A vosotros se os ha otorgado conocer los misterios del
reino de Dios; pero a los demás en parábolas, para que viendo
no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es
este: la semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino
son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la
palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del
terreno pedregoso son los que, al oír, reciben la palabra con
alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen,
pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre
abrojos son los que han oído, pero, dejándose llevar por los
afanes, riquezas y placeres de la vida, se quedan sofocados y no
llegan a dar fruto maduro. Lo de la tierra buena son los que
escuchan la palabra con un corazón noble y generoso, la
guardan y dan fruto con perseverancia» (Lc 8,4-13).
2° Dice san Pedro: «Habéis sido regenerados, pero no a
partir de una semilla corruptible sino de algo incorruptible,
mediante la palabra de Dios viva y permanente» (1Pe 1,23). Y BM2
esta palabra es el anuncio de la | buena nueva (el Evangelio de 219
Dios): «La semilla es la palabra de Dios» (Lc 8,11). Si al
tiempo de Noé los hombres perecieron debido a su incredulidad,
mientras, dice san Pablo, «por la fe, advertido Noé de lo que
LAS GRANDES ORACIONES 602

aún no se veía, tomó precauciones y construyó un arca…; por


ella condenó al mundo y heredó la justicia que viene de la fe»
(Heb 11,7). Así también quienes crean en la palabra de Jesús
serán salvados. San Pablo en la epístola de hoy 141 expone
cuanto ha hecho para predicar el Evangelio.
Los corazones de los oyentes de la palabra de Dios pueden
estar diversamente dispuestos. Tres especies de terreno defec-
tuoso: según que se trata de un suelo pedregoso (almas orgullo-
sas), de una tierra árida (almas arecidas por el interés) o de un
terreno lleno de abrojos (corazones sensuales). Tres resultados
da en cambio el terreno bueno, pues en la tierra adapta la pala-
bra de Dios produce el 30, el 60, el 100 por uno (cf Mt 13,8).
También hoy la palabra de Dio es abundante: nuestro trabajo
debe ser el de preparar un corazón bueno. Es bueno el corazón
cuando la intención es recta, el deseo de las cosas celestiales
vivo, el corazón puro. Pero el fruto se logra con la paciencia:
mortificando la carne, venciendo el respeto humano, librán-
donos de las excesivas preocupaciones del presente. Los santos
cosecharon el 100 por uno: san Pablo es un espléndido ejemplo.
Nuestro fruto sea al menos el 60, o el 30.
3° San Juan Crisóstomo escribe: «¿Quién me concederá ir
a la tumba de Pablo para besar el polvo de sus miembros, en los
BM2 | que el Apóstol completó con sus sufrimientos la pasión de
220 Cristo, y extendió por doquier como una simiente la predicación
del Evangelio?».
Examen. – ¿Estimo la palabra de Dios, la escucho con
humildad, corazón recto y buen deseo?
Propósito. – Optaré por ir preferentemente, los domingos, a
la Misa en la que el párroco explique el Evangelio.142
Oración. – «Dichosos quienes escrutan tus preceptos, oh
Señor; quienes te buscan de corazón. Bendice a tu siervo, y
guardaré tus palabras. Tu palabra es sabiduría. Tus preceptos
constituyen mi meditación, tu voluntad es mi guía. He recorrido
la senda de tus mandamientos, cuando me has ensanchado el

141 2Cor 11,19-33.


142 Antes de la reforma conciliar, la homilía no estaba prescrita.
LAS GRANDES ORACIONES 603

corazón. Dame inteligencia para entender tu ley, y la observaré


con todo el corazón».

299.
EL CIEGO DE JERICÓ 143
«Hemos salvado la vida como un pájaro de la trampa del cazador; la
trampa se rompió y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del
Señor, que hizo el cielo y la tierra» (Sal 124/123,7-8).

1° En el breviario de estos días se habla de Abrahán «pa-


dre de los creyentes». Él se dispuso a sacrificar a su único hijo,
Isaac, sin dudar mínimamente de la promesa de Dios: que sería
padre de un gran pueblo. El sacrificio de Isaac era figura del
sacrificio de Jesús en la cruz, recordado hoy en el evangelio; y
es la fe en esta muerte del Salvador la que nos obtiene la | BM2
salvación, así como la fe obtuvo la vista al ciego. 221
«Tomando consigo a los Doce –dice el pasaje evangélico de
hoy–, Jesús les dijo: “Mirad, estamos subiendo a Jerusalén y se
cumplirá en el Hijo del hombre lo escrito por los profetas, pues
será entregado a los gentiles y será escarnecido, insultado y
escupido, y después de azotarle le matarán, y al tercer día resu-
citará”. Pero ellos no entendieron nada de esto, este lenguaje era
misterioso para ellos y no comprendieron lo que les decía.
Cuando se acercaba a Jericó, había un ciego sentado al borde
del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, pregun-
taba qué era aquello; y le informaron: “Pasa Jesús el Nazareno”.
Entonces empezó a gritar: “¡Jesús, hijo de David, ten com-
pasión de mí!”. Los que iban delante le regañaban para que se
callara, pero él gritaba más fuerte: “¡Hijo de David, ten com-
pasión de mí!”. Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó: “¿Qué quieres que haga por
ti?”. Él dijo: “Señor, que vea otra vez”. Jesús le dijo: “Recobra
la vista, tu fe te ha salvado”. Y enseguida recobró la vista y le
seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a
Dios» (Lc 18,31-43).

143 Título original: “Domingo de Quincuagésima”.


LAS GRANDES ORACIONES 604

2° Jesús satisface por nuestros pecados; por toda clase de


pecados, él sufrió toda clase de dolores. «Cristo, dice san Pablo,
nos redimió pendiendo de la cruz, para que la bendición pro-
BM2 metida a Abrahán se comunicara a los | gentiles, y así nosotros
222 recibiéramos mediante la fe la promesa del Espíritu», es decir el
espíritu de adopción prometido a Abrahán. Jesucristo habla a
menudo de su pasión, muerte y resurrección, para que los discí-
pulos comprendieran que es el Salvador. Pero para ellos la cosa
era oscura; por eso Jesucristo obró un prodigio que confirmó
cuanto predicaba y mostró que la fe en él salva.
La fe –como explica san Pablo en la epístola–,144 debe estar
unida a la caridad. Y esta caridad debe necesariamente ser pa-
ciente, benigna; en una palabra, activa. Fe y caridad nos pre-
paran la eterna visión y felicidad del cielo.
Nutrir la fe mediante la oración y el ejercicio de las obras
constituye la vida del cristiano. Los hombres que viven de las
máximas del mundo, que razonan como si la vida futura no
existiera, que obran como si todo dependiera de ellos y no hu-
biera una Providencia... son racionalistas, materialistas, munda-
nos, ateos prácticos; pero no cristianos. Tal vez se llamen cris-
tianos, estarán bautizados, pero no llevan vida cristiana; no
tienen el gozo, el consuelo, la esperanza del cristiano.
3° «Vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por
nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor» (Ef
5,2), dice san Pablo. Una viva y ferviente devoción al Cruci-
ficado nos comunica la fe que nos hace hijos de Dios y nos
salva en la caridad.
BM2 Examen. – ¿Tengo el verdadero concepto de la redención?
223 ¿Tengo confianza en la pasión, muerte, resurrección de Jesu-
cristo? ¿Estoy guiado por la fe en mi vida?
Propósito. – Haré mía la petición del ciego: ¡Señor, que yo
vea!
Oración. – Padre, que constituiste salvador a tu Unigénito y
quisiste que se llamara Jesús, dame luz para comprender el
gran misterio de la cruz y recabar de él el gran fruto de la
salvación. No cabe salvación más que en Jesucristo: sus llagas

144 1Cor 13,1-13.


LAS GRANDES ORACIONES 605

sanan todas las heridas que los pecados abren en las almas.
Por ellas espero el perdón, la buena muerte y el paraíso.
Por la sangre de Jesucristo confío en huir de las ocasiones,
vencer las tentaciones, acrecentar la fe, vivir en gracia, encen-
der en mí una caridad silenciosa y activa. Quiero que cada
señal de la cruz sea una plegaria a mi dolorido Señor para
implorar esta gracia.

300.
MIÉRCOLES DE CENIZA
«Dios mío, sálvame, que me llega el agua al cuello: me estoy
hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer pie; he entrado en
la hondura del agua, me arrastra la corriente. Estoy agotado de gritar,
tengo ronca la garganta; se me nublan los ojos de tanto aguardar a mi
Dios» (Sal 69/68,2-4).

1° «Dómine, clamavi ad te et sanasti me; Señor Dios mío,


a ti grité, y tú me sanaste» (Sal 30/29,3). La cuaresma nos pre-
para a participar en los frutos de la pasión, muerte y resu-
rrección de Jesús con la penitencia y las buenas obras. La |
cuaresma es como un gran retiro hecho por los cristianos de BM2
todo el mundo, que se preparan a la vida nueva y la resurrección 224
en Cristo. Se imita el retiro y ayuno de Jesús en el huerto.145
Aquí se conocen los verdaderos amantes de la cruz, dice
Benedicto XIV.
El comienzo está marcado con la función de la ceniza. Los
ninivitas hicieron penitencia con ceniza y cilicio. Humilla tu
orgullo: «Recuerda que vienes de la tierra y volverás a la tierra».
«O Dios, que no quieres la muerte del pecador, sino su arre-
pentimiento, escucha con bondad nuestras súplicas y dígnate
bendecir esta ceniza que vamos a imponer sobre nuestra cabeza;
y porque sabemos que somos polvo y al polvo hemos de volver,
concédenos, mediante las prácticas cuaresmales, el perdón de
los pecados; así podremos alcanzar, a imagen de tu Hijo resu-
citado, la vida nueva de tu reino».

145 Fallo: no en el huerto, sino en el “desierto” (monte de la Cuarentena).


LAS GRANDES ORACIONES 606

2° «Corrijamos lo que por ignorancia hemos cometido, no


sea que, sorprendidos por el día de la muerte, busquemos, sin
poder encontrarlo, el tiempo de hacer penitencia». Texto de la
epístola tomada del profeta Joel: «“Ahora –oráculo del Señor–
convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto.
BM2 Rasgad los corazones y no las vestiduras; convertíos al | Señor,
225 Dios vuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la
cólera, rico en piedad; y se arrepiente de las amenazas”. Quizás
se arrepienta y nos deje todavía su bendición, la ofrenda, la
libación para el Señor, vuestro Dios. Tocad la trompeta en Sión,
proclamad el ayuno, convocad la reunión. Congregad al pueblo,
santificad la asamblea, reunid a los ancianos, congregad a mu-
chachos y niños de pecho. Salga el esposo de la alcoba, la
esposa del tálamo. Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes,
ministros del Señor, y digan: “Perdona, Señor, a tu pueblo; no
entregues tu heredad al oprobio, no la dominen los gentiles; no
se diga entre las naciones: ¿Dónde está su Dios? El Señor tenga
celos por su tierra, y perdone a su pueblo”. Entonces se
encendió el celo de Dios por su tierra y perdonó a su pueblo; le
respondió diciendo: “Voy a enviaros grano, mosto y aceite hasta
hartaros. Ya no os entregaré más al escarnio de los pueblos”»
(Jl 2,12-19).
3° Hagamos buenas obras en cuaresma, especialmente oír
la palabra de Dios, dar limosna y cumplir otros gestos de cari-
dad, mortificación de los sentidos, trabajo ordinario según el
proprio estado; todo ello en el silencio, ante Dios. Así nos
enseña el evangelio de la Misa: «En aquel tiempo, dijo Jesús a
sus discípulos: “Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como
los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los
hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido
su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y
lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino
tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo
BM2 escondido, te recompensará. No atesoréis para vosotros teso-
226 ros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen y donde
los ladrones abren boquetes y roban. Haceos tesoros en el
cielo, donde no hay ni polilla ni carcoma que los roen, ni
ladrones que abren boquetes y roban. Porque donde está tu
tesoro, allí estará tu corazón”» (Mt 6,16-21).
LAS GRANDES ORACIONES 607

Examen. – ¿Con qué disposiciones comienzo la cuaresma?


Propósito. – Santificaré la cuaresma.
Oración. – Señor, no nos des lo que merecen nuestros peca-
dos; acógenos en tu misericordia. Mira benigno a quienes se
humillan ante tu Majestad. Nuestros ayunos sean medicina;
nuestras lágrimas, expiación; las obras buenas, consolación y
mérito en Jesucristo, por la gracia del Espíritu Santo.

301.
LAS TENTACIONES DE JESÚS 146
«Se puso junto a mí: le libraré; le protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y le escucharé. Con él estaré en la tribulación, le defen-
deré, le glorificaré; le saciaré de largos días, y le haré ver mi salva-
ción» (Sal 91/90,14-16).

1° Satanás había vencido al hombre; Jesucristo tiene el


cometido de destruir esa victoria y arrancarle de su mano la
presa. Jesucristo lucha contra Satanás: Encontramos este epi-
sodio característico en el evangelio de hoy: «Jesús fue llevado
al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y
después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al
fin sintió hambre. El tentador | se le acercó y le dijo: “Si eres
Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes”.
Pero él le contestó: “No solo de pan vive el hombre, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios”. Entonces el diablo
le llevó a la ciudad santa, le puso en el alero del templo y le
dijo: “Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito:
Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en
sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”. Jesús
le dijo: “También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios”.
De nuevo el diablo le llevó a un monte altísimo y le mostró los
reinos del mundo y su gloria, y le dijo: “Todo esto te daré, si
te postras y me adoras”. Entonces le dijo Jesús: “Vete, Satanás,
porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo

146 Título original: “Domingo I de Cuaresma”.


BM2
227

LAS GRANDES ORACIONES 608

darás culto”. Entonces le dejó el diablo, y he aquí que se acer-


caron los ángeles y le servían» (Mt 4,1-11).
2° Jesús después del ayuno de cuarenta días tiene hambre,
y Satanás le sugiere cambiar en pan las piedras. De la misma
manera actúa frente a nosotros, para impedir la abstinencia, la
mortificación de los sentidos, las buenas obras. Es la concu-
piscencia de la carne. El demonio había lisonjeado a nuestros
progenitores con la promesa de que iban a ser semejantes a
Dios. Ahora tienta a Jesucristo para que adopte actitudes
divinas, al modo como nos tienta a nosotros de orgullo en
varias maneras. La soberbia está en oposición a la humildad,
BM2 a la meditación de la palabra de Dios, al espíritu de oración,
228 a la obediencia. | Es la soberbia de la vida. Satanás promete
a Jesucristo todos los reinos de la tierra si, arrodillándose, le
adora. Del mismo modo promete a los hombres felicidad en
acumular riquezas y bienes de la tierra, para hacerles olvidar
los bienes incorruptibles del cielo. Es la concupiscencia de
los ojos, o sea la avaricia.
Las tentaciones nos asaltan a todos; las victorias sobre ellas
acumulan tesoros del cielo; en cambio, consentirlas constituye
auténticos pecados. ¿Cómo venció Jesucristo? Con el ayuno, la
oración, la sabiduría divina.
Él había ayunado cuarenta días; a nosotros nos hace falta
mortificar los sentidos, huir de las ocasiones, vigilar con
atención al insinuarse la tentación: «¡Vigilad!» (Mc 14,38).
Jesucristo en el desierto había vivido contemplando las cosas
celestiales, en continua oración. Y bien, el hombre tiene poder
para vencer la carne, el demonio y el mundo, si ora, frecuenta
los sacramentos, recurre a la ayuda divina ante cualquier asalto
del enemigo: «¡Orad!» (Mc 14,38). Jesucristo, a cada suge-
rencia del demonio, opone la palabra, la voluntad, la orden de
Dios. Es necedad y engaño lo que el demonio propuso a Eva, lo
que insinuó a Jesucristo y nos plantea a nosotros. A ello hay que
oponer la sabiduría de Dios, contenida en la Escritura.

3° «Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la


sombra del Omnipotente, di al Señor: “Refugio mío, alcázar
BM2 mío, Dios mío, | confío en ti”. Él te librará de la red del cazador,
229 de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te
refugiarás, su brazo es escudo y armadura. No temerás el
LAS GRANDES ORACIONES 609

espanto nocturno , ni la flecha que vuela de día, ni la peste que


se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a
mediodía» (Sal 91/90,1-6).
Examen. – ¿Cuáles son mis principales tentaciones? ¿Las
venzo? ¿Pongo los medios para ello?
Propósito. – Vigilar, orar, meditar: esto es lo que asegura la
victoria.
Oración. – Tengo fe en las divinas promesas: «Caerán a tu
izquierda mil, diez mil a tu derecha; a ti no te alcanzará ningún
mal» (Sal 91/90,7). «Porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos; te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspi-
des y víboras, pisotearás leones y dragones. Se puso junto a mí:
le libraré; le protegeré porque conoce mi nombre, me invocará
y le escucharé. Con él estaré en la tribulación, le defenderé, le
glorificaré; le saciaré de largos días, y le haré ver mi
salvación» (Sal 91/90,11-16).
LAS GRANDES ORACIONES 610

BM2 302.
230 LA TRANSFIGURACIÓN 147
«Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas, haz que
camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador, y
todo el día te estoy esperando» (Sal 25/24,4-5).

1° Para prepararnos a contemplar a Jesucristo con espíritu


de fe, durante su pasión, hoy la Iglesia nos lo presenta en la
gloria de la transfiguración. Jesucristo se nos muestra como el
amado del Padre, no el culpable condenado; se manifiesta como
el Maestro de la humanidad, el centro de la historia.
Este es el texto evangélico: «Jesús tomó consigo a Pedro, a
Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un
monte alto. Se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se
volvieron blancos como la luz. De repente se les aparecieron
Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la
palabra y dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí!
Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra
para Elías”. Todavía estaba hablando cuando una nube lumi-
nosa les cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía:
“Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escu-
chadle”. Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de
espanto. Jesús se acercó y, tocándoles, les dijo: “Levantaos, no
temáis”. Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús,
solo. Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó: “No contéis a
nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre
los muertos”» (Mt 17,1-9).
BM2 2° Jesús se transfigura: él es hombre, y | morirá en la cruz,
231 pero es también Dios y resplandecerá en la gloria. Vienen a
rendirle homenaje Moisés y Elías, es decir el representante de la
ley y el representante de los profetas. El Antiguo Testamento
era la preparación para Jesucristo, quien, mientras perfecciona
la ley y cumple las profecías, abre el Nuevo Testamento. Pedro
representa la fe, Juan la caridad, Santiago la esperanza activa, o
sea la vida de la Iglesia.
En la transfiguración, como refiere otro evangelista, 148 se

147 Título original: “Domingo II de Cuaresma”.


148 Lc 9,28-36.
LAS GRANDES ORACIONES 611

habló de la pasión; Jesucristo es proclamado por el Padre como


el Maestro, a quien todos deben escuchar; se anuncia su venida
final de juez potente y universal. Jesucristo es el amado del
Padre porque es Maestro con sus santísimos ejemplos; infalible,
y por eso la obligación de escucharle; a sus seguidores les hará
participar de su gloria celeste.
3° Jesús es Maestro según su naturaleza, siendo como Dios
la verdad misma; y lleno de gracia y verdad, como hombre.
Recibió el mandato de manifestarnos al Padre, para que
quien cree en él no se pierda, sino que tenga la vida eterna.
Y cumplió su misión: «He manifestado tu nombre a los que
me diste» (Jn 17,6). De este modo podemos llegar a la salva-
ción: «Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios
verdadero, y a tu enviado, Jesucristo» (Jn 17,3).
Examen. – ¿He entendido bien lo de “Uno es vuestro | BM2
Maestro, Cristo”? ¿Es mi mayor empeño conocerle? 232
Propósito. – Seré de única sentencia y opinión: la de Cristo.
Oración. – Señor Jesús, que eres camino, verdad y vida,
concédenos aprender tu ciencia según el espíritu del apóstol
san Pablo, para que, siguiéndote en la tierra, lleguemos a tu
gloria en el cielo.

303.
EL DEMONIO INMUNDO 149
«A ti, Señor, te invoco, Roca mía, no seas sordo a mi voz; que si no
me escuchas, seré igual que los que bajan a la fosa. Escucha mi voz
suplicante cuando te pido auxilio, cuando alzo las manos hacia tu
santuario» (Sal 28/27,1-2).

1° La liturgia nos muestra hoy a Jesucristo en lucha con el


demonio impuro. Justamente, estos días, en el breviario se lee la
historia del casto José, que brilló por muchas virtudes, dice san
Ambrosio, pero especialmente por la pureza, y bien, Jesús
arroja un demonio que era inmundo.

149 Título original: “Domingo III de Cuaresma”.


LAS GRANDES ORACIONES 612

Dice así el texto evangélico: «Estaba Jesús echando un


demonio que era mudo. Sucedió que, apenas salió el demonio,
empezó a hablar el mudo. La multitud se quedó admirada, pero
algunos de ellos dijeron: “Por arte de Belzebú, el príncipe de los
demonios, echa los demonios”. Otros, para ponerle a prueba, le
pedían un signo del cielo. Él, conociendo sus pensamientos, les
dijo: “Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae
casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha dividido contra
BM2 sí mismo, ¿cómo se mantendrá | su reino? Pues vosotros decís
233 que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo
echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos ¿por
arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros
jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios,
entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando
un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes
están seguros, pero, cuando otro más fuerte le asalta y le vence,
le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín. El que no
está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo
desparrama. Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, da
vueltas por lugares áridos, buscando un sitio para descansar, y
al no encontrarlo, dice: ‘Volveré a mi casa de donde salí’. Al
volver se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va y toma
otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el
final de aquel hombre resulta peor que al principio”. Mientras él
hablaba estas cosas, aconteció que una mujer de entre el gentío,
levantando la voz le dijo: “Bienaventurado el vientre que te
llevó y los pechos que te criaron”. Pero él dijo: “Mejor, biena-
venturados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”»
(Lc 11,14-28).
2° San Pablo en la epístola dice: «De la fornicación, la
impureza, indecencia o afán de dinero, ni hablar; es impropio de
los santos. Tampoco vulgaridades, estupideces o frases de doble
sentido… Tened entendido que nadie que se da a la fornicación
o a la impureza tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios»
(Ef 5,3-5).
BM2 Jesucristo tumba al demonio inmundo, le arrebata las armas,
234 lo expulsa. Él mismo, en forma de parábola, explica su dominio
contra el demonio. Satanás se creía seguro en su reino, como el
hombre fuerte y bien armado que hace guardia a la entrada de
su casa. Pero Jesucristo con su gracia vence al diablo, lo echa
LAS GRANDES ORACIONES 613

del alma, quitándole la injusta conquista. Y el alma purificada


queda embellecida con la gracia. El diablo impuro es el más
difícil de vencer: él se retira a lugares desiertos buscando des-
canso, y no lo encuentra. Entonces vuelve donde el alma de la
que había salido, encontrándola hermosa y adornada. De nuevo
la asalta: al encontrar resistencia, toma consigo siete compa-
ñeros peores que él... Si el alma le deja entrar de nuevo, ¡qué
ruina!, su estado será peor que antes, porque las recaídas son un
mal más grave. Después de esta enseñanza, se entiende la voz
de aquella mujer que exalta la sabiduría de Jesús. ¡Dichosa
quien es su madre!
3° Conservar constantemente la pureza puede considerarse
un prodigio de gracia y de fuerza. Y no lo es menos la recon-
quista de esa virtud, pues requiere esfuerzo, oración y vigilancia.
A quien ora, nada se le niega; incluso las cadenas de las malas
costumbres pueden romperse. El uso de los sacramentos y la
devoción a la Sma. Virgen, juntamente con la prudencia, podrán
seguramente obtener el prodigio.
Examen. – ¿Vigilo? ¿Rezo? ¿Mortifico los sentidos?
Propósito. – Considero que el demonio es perro atado; pero BM2
quien se le acerca demasiado puede acabar mordido. 235
Oración. – Oh Dios, que nos ves privados de toda fuerza,
guárdanos desde dentro y desde fuera, para que nos manten-
gamos libres de todo pecado en el cuerpo y de cualquier mal
pensamiento en la mente.

304.
LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES 150
«Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por
los días de mi vida; gozar de la hermosura del Señor contemplando su
templo. Él me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá
en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca» (Sal 27/26,4-
5).

150 Título original: “Domingo IV de Cuaresma”.


LAS GRANDES ORACIONES 614

1° La Sma. Eucaristía es el centro del culto cristiano; es la


vida de la Iglesia; es el sacrificio, el alimento de las almas:
Jesucristo siempre presente entre nosotros. No es de extrañar,
pues, si se anuncia y prefigura mucho antes de su institución. El
breviario, en estos días, nos habla del maná, figura de la
Eucaristía; y el evangelio de hoy nos presenta la multiplicación
de los panes, que preludía la consagración y multiplicación de
las sagradas partículas. Es evidente el motivo de la institución
de la Eucaristía: nutrir el alma de la divinidad 151 como el pan
material nutre el cuerpo.
Dice el evangelio: «Jesús se marchó a la otra parte del mar
de Galilea (o de Tiberíades). Le seguía mucha gente, porque
habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús
entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba
cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó
BM2 los ojos y, | al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: “Con
236 qué compraremos panes para que coman estos?”. Lo decía para
probarle, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le con-
testó: “Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada
uno le toque un pedazo”. Uno de sus discípulos, Andrés, el
hermano de Simón Pedro, le dice: “Aquí hay un muchacho que
tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para
tantos?”. Jesús dijo: “Decid a la gente que se siente en el suelo”.
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hom-
bres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de
gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo
todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a
sus discípulos: “Recoged los pedazos que han sobrado; que
nada se pierda”. Los recogieron y llenaron doce canastos con
los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que
habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había
hecho, decía: “Este es verdaderamente el Profeta que va a venir
al mundo”. Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para procla-
marle rey, se retiró otra vez a la montaña él solo» (Jn 6,1-15).
2° Estaba cercana la Pascua, dice el evangelio; y no por
caso. En Pascua Jesús resurge; y las almas están invitadas a
resurgir del pecado y a participar de la vida de Jesús resucitado
con la comunión.
151 Es decir: con la divinidad (de Jesús)...
LAS GRANDES ORACIONES 615

Unos pocos panes nutrieron a 5.000 hombres; un solo pan


eucarístico nutre a todos los cristianos que quieran recibirlo:
«Yo soy el pan de vida» | (Jn 6,35). «Este es el pan que baja del BM2
cielo; para que el hombre coma de él y no muera» (Jn 6,50). 237
Jesús multiplicó el pan para saciar a aquella turba, que le
seguía desde hacía días para escuchar su palabra, y las provi-
siones se habían agotado. Esta hambre de la palabra de Dios
mereció ser satisfecha por Jesucristo; pero él sació también el
hambre material dando el sustento natural para el cuerpo, pre-
anunciando el alimento eucarístico. Tres panes hay que pedir al
Señor en la fórmula «Danos hoy nuestro pan de cada día» (Mt
6,11), a saber: la palabra de Dios, el nutrimiento eucarístico, el
pan para el cuerpo. Éste no les faltará a los hombres, por provi-
dencia divina, si buscan también el alimento del alma y del
espíritu. Los individuos, las familias, las comunidades, las na-
ciones, la humanidad que busca estos dos elementos, tendrán
también el primero, como añadidura. Por desgracia, en Dios se
busca el pan, pero no se dice antes «hágase tu voluntad, venga
tu reino (eucarístico)» (Mt 6,10).
3° Señor misericordioso, concede, te suplicamos, que tus
santos misterios eucarísticos, de los que queremos nutrirnos, los
tratemos con profundo respeto y los recibamos con fe y amor.
Examen. – ¿Me preparo al misterio pascual? ¿O para mí la
cuaresma es un tiempo común? ¿Me excito al dolor? ¿Tengo
hambre de la divina palabra?
Propósito. – Quiero santificar el tiempo de cuaresma que BM2
todavía queda. 238
Oración. – Mi alma, oh Señor, exulta por la esperanza del
paraíso, por la institución de la Eucaristía, por la cercana
Pascua de resurrección. Haz, Señor, que este mi gozo no sea
vano. Infunde en mí un vivo deseo de meditar tus celestes
palabras; prepara mi corazón a la comunión pascual. Excita en
mí una fe viva, un deseo ardiente, una santa generosidad de
propósitos: «Oh Jesús Maestro, Camino, Verdad y Vida, ten
piedad de nosotros».

305.
LAS GRANDES ORACIONES 616

¿POR QUÉ NO ME CREÉIS? 152


«Has dado bienes a tu siervo, Señor, con tus palabras; enséñame a
gustar y a comprender, porque me fío de tus mandatos; antes de
sufrir, yo andaba extraviado; pero ahora me ajusto a tu promesa; tú
eres bueno y haces el bien; instrúyeme en tus leyes» (Sal
119/118,65-68).

1° La Iglesia nos invita a contemplar los dolorosos sucesos


del último período de la vida de Jesucristo. El odio de sus
enemigos creció día a día, a medida que aumentaba el favor
popular. Y ello hasta el culmen. El viernes santo acaeció el más
horrible delito, el drama del Gólgota, sin que los adversarios se
dieran cuenta de que contribuían a la obra para la que Jesús
había venido: la redención; ni de que preparaban su mayor
triunfo, la resurrección, juntamente con la definitiva ruina de
ellos mismos.
El evangelio de hoy lo indica claramente: «Jesús decía a las
turbas de los judíos: “¿Quién de vosotros puede acusarme de
BM2 pecado? Si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de
239 Dios | escucha las palabras de Dios; por eso vosotros no
escucháis, porque no sois de Dios”. Le respondieron los judíos:
“¿No decimos bien nosotros que eres samaritano y que tienes un
demonio?”. Contestó Jesús: “Yo no tengo demonio, sino que
honro a mi Padre y vosotros me deshonráis a mí. Yo no busco mi
gloria; hay quien la busca y juzga. En verdad, en verdad os digo:
Quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre”. Los
judíos le dijeron: “Ahora vemos claro que estás endemoniado;
Abrahán murió, los profetas también; y tú dices ‘Quien guarde mi
palabra no gustará la muerte para siempre’? ¿Eres tú más que
nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas
murieron, ¿por quién te tienes?”. Jesús contestó: “Si yo me
glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me
glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: ‘Es nuestro Dios’,
aunque no le conocéis. Yo sí le conoco, y si dijera ‘No le
conozco’ sería, como vosotros, un embustero; pero yo le conozco
y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo
pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría”. Los judíos le
dijeron: “No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a

152 Título original: “Domingo de Pasión”.


LAS GRANDES ORACIONES 617

Abrahán?”. Jesús les dijo: “En verdad, en verdad os digo: Antes


de que Abrahán existiera, yo soy”. Entonces agarraron piedras
para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo» (Jn
8,46-59).
2° Jesús vino a su pueblo y éste no le acogió: ni de niño, ni
de maestro, ni de redentor; y sin embargo le esperaba, y en los
profetas tenía las señales de reconocimiento; y los sacerdotes BM2
supieron | indicarlo a los magos. Peor aún, los fariseos tomaban 240
como pretexto cualquier palabra para calumniarle; a menudo le
tendían insidias con preguntas y cuestiones sibilinas, esperando
pillarle en fraganti; viendo la multitud de sus milagros, tomaban
en grupo la decisión de llevarle a la muerte.
La mala voluntad genera la obstinación, y ésta endurece el
corazón y ciega la mente; faltando razones, pasa a la violencia.
¡Ay cuando se coaligan ciencia religiosa, soberbia, odio,
obstinación, y se llega a decir: “Caiga su sangre sobre nosotros
y sobre nuestros hijos”! Quien se deja dominar por una pasión,
sea cual fuere, puede llegar a excesos, abismos, al desastre. La
pasión puede ser la soberbia, la avaricia, la sensualidad.
3° Señor, envíame tu luz, hazme conocer tu voluntad; ellas
me guiarán a tu santo monte y a tus moradas. Quien es de Dios
escucha su palabra y la practica; puedo, pues, juzgarme por las
obras. ¡Horrible cosa estar contra Dios; inestimable bien estar
con Dios! Las invitaciones de Dios no conmueven sino que
endurecen a los corazones obstinados; en cambio, a los
corazones buenos los derriten en lágrimas de dolor y de amor.
Examen. – ¿Qué efectos producen en mí la palabra de Dios,
las correcciones de los superiores, las inspiraciones internas?
Propósito. – Repetiré con frecuencia: «Ab omni malo, ab
omni peccato, a subitánea et improvisa | morte, ab insidiis BM2
diáboli, a morte perpetua, líbera nos, Dómine».153 241
Oración. – Divino Salvador, tu sangre es mi esperanza. No
permitas que la obstinación me arrolle y domine. Dame un
corazón sensible a las impresiones de tu gracia. Si merezco los

153 «Líbranos, Señor, de todo mal, de todo pecado, de la muerte

improvisa, de las insidias del diablo, de la muerte definitiva» (Letanías de


los santos).
LAS GRANDES ORACIONES 618

castigos por mis pecados, es gloria para mí tu misericordia. No


quiero volver al pecado: ¿qué sería de mí si después me
abandonases? Socórreme, pues, por tu corazón, en el que me
refugio; todas las razones de mi esperanza están en tu infinita
misericordia.
LAS GRANDES ORACIONES 619

306.
DOMINGO DE RAMOS
«Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro. Soy un
extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo, y las afrentas con que te
afrentan caen sobre mí» (Sal 69/68,8-10).

1° En la liturgia de hoy se presenta un vivo contraste; por


una parte la bendición de los ramos de palma y olivo, con la
conmemoración de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén; y,
por otra, la santa Misa y el canto del Passio inspiradas en pro-
funda tristeza. La primera parte preanuncia la gloria de Jesu-
cristo resucitado, su entrada en el cielo el día de la Ascensión y
el día último, cuando introducirá a sus elegidos en el reino feliz.
La segunda, es la historia de los padecimientos, de las humi-
llaciones para realizar la redención de los hombres.
2° Jesucristo triunfará; y con él sus | elegidos; los enemigos, a BM2
regañadientes, contribuirán a hacer más glorioso su triunfo. 242
La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén la describe así el
evangelio: «Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a
Betfagé, en el monte de los Olivos, envió a dos discípulos
diciéndoles: “Id a la aldea de enfrente, encontraréis enseguida
una borrica atada con su pollino, los desatáis y me los traéis.
Si alguien os dice algo, contestadle que el Señor los necesita y
los devolverá pronto”. Esto ocurrió para que se cumpliese lo
dicho por medio del profeta: “Decid a la hija de Sión: Mira a
tu rey, que viene a ti, humilde, montado en una borrica, en un
pollino, hijo de acémila”. Fueron los discípulos e hicieron lo
que les había mandado Jesús: trajeron la borrica y el pollino,
echaron encima sus mantos, y Jesús se montó. La multitud
alfombró el camino con sus mantos; algunos cortaban ramas
de árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delan-
te y detrás gritaba: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el
que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”»
(Mt 21,1-9).
San Pablo habla de esta exaltación de Jesús, recordando que
la alcanzó a precio de las más profundas humillaciones: «Her-
LAS GRANDES ORACIONES 620

manos, tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo


Jesús. El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávida-
mente ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo
tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los
BM2 hombres. | Y así, reconocido como hombre por su presencia, se
243 humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una
muerte de cruz. Por eso Dios le exaltó sobre todo y le concedió
el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús
toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y
toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios
Padre» (Flp 2,5-11).
3° Jesucristo, sacerdote y hostia, subió a la cruz, presen-
tando al Padre su sangre por la redención de los hombres. La
Iglesia canta: «Mirad, brilla el misterio de la cruz, donde la
Vida soportó la muerte; y con su muerte nos devolvió la vida».
Jesús, instituyendo la Eucaristía dijo: Este es mi cuerpo que se
inmolará por vosotros... esta es mi sangre que será derramada
en remisión de los pecados. En vez de aniquilar, con su enojo, a
los hombres pecadores, Jesús, en su misericordia, sufre y muere
por ellos. Él es el hombre de dolores; llevó el peso de nuestros
pecados. Fue condenado a muerte como una oveja, y se man-
tuvo en silencio. Nosotros hemos sido curados por sus heridas.
«Los que prendieron a Jesús le condujeron a casa de Caifás, el
sumo sacerdote, donde se habían reunido los escribas y los
ancianos. Pedro le seguía de lejos hasta el palacio del sumo
sacerdote y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver
cómo terminaba aquello. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en
pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para conde-
narle a muerte y no lo encontraban, a pesar | de muchos falsos
testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos que
declararon: “Este ha dicho: Puedo destruir el templo de Dios y
reconstruirlo en tres días”. El sumo sacerdote se puso de pie y le
dijo: “¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos
que presentan contra ti?”. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacer-
dote le dijo: “Te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si tú
eres el Mesías, el Hijo de Dios”. Jesús le respondió: “Tú lo has
dicho. Más aún, yo os digo: desde ahora veréis al Hijo del
hombre sentado a la derecha del poder y que viene sobre las
nubes del cielo”. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vesti-
duras diciendo: “Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de
LAS GRANDES ORACIONES 621

testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?”. Y ellos


contestaron: “Es reo de muerte”. Entonces le escupieron en la
cara y le abofetearon; otros le golpearon diciendo: “Haz de
profeta, Mesías; dinos quién te ha pegado”» (Mt 26,57-67).
Examen. – ¿Comprendo lo necesario que es sostener dolores,
fatigas y contradicciones como Jesús, para llegar al paraíso y a
una gloriosa resurrección?
Propósito. – He de pensar como Jesús, vivir como él y
seguir su camino.
Oración. – Oh Padre, en cuyo amor anida toda justicia,
multiplica en nosotros los dones de tu gracia inefable; y pues
en la muerte del Hijo | nos has hecho tener essperanza en BM2
cuanto creemos, haz que por su resurrección podamos llegar a 245
la gloria del cielo. Te lo pedimos por los padecimientos del
mismo Jesucristo tu Hijo y Señor nuestro.

307.
JUEVES SANTO
«Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Este es el
día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Señor,
danos la salvación, Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en
nombre del Señor» (Sal 118/117,23-26).

1° La Iglesia, en la única Misa de este día, celebra la ins-


titución de la santísima Eucaristía y del sacerdocio católico. El
presbítero es ante todo para la Eucaristía. Esta Misa cumple el
mandato dado por Jesucristo: «Haced esto en memoria mía» (Lc
22,19). El Salvador establecía el modo de perpetuar su presen-
cia entre los hombres, justo cuando éstos preparaban su muerte.
Por eso la Iglesia suspende por un momento el luto para cele-
brar gozosamente esta institución. Reviste a los ministros de
ornamentos blancos, canta el Gloria, adorna el llamado Santo
Sepulcro 154 con luces, lienzos y flores.
El mejor modo de corresponder al amor de Jesús es acoger
su invitación: «Tomad, comed: esto es mi cuerpo» (Mt 26,26).
154 Santo Sepulcro era la urna de la Eucaristía después de la Misa del

Jueves hasta la comunión del Viernes santo.


LAS GRANDES ORACIONES 622

Conviene cumplir con Pascua hoy o al menos en estos días;


comulgar fervorosa y frecuentemente da mucha gloria a Dios,
honor a Jesucristo e infunde paz al alma.
2° Hoy el obispo bendice los santos óleos: el de los enfer-
BM2 mos (llamado sencillamente | óleo santo), que es la materia del
246 sacramento de la extremaunción. Luego el sagrado crisma, o sea
la materia del sacramento de la confirmación: su bendición es
más solemne porque se usa también en la ordenación de los
obispos, la consagración de las iglesias, los altares, los cálices y
en las unciones del bautismo. Y el óleo de los catecúmenos,
usado asimismo para el bautismo, la ordenación de los sacerdotes
y la unción de los reyes.
El aceite (óleo) nutre, ilumina, cura los males, simboliza las
comunicaciones del Espíritu Santo.
Esta función la hacen los obispos en sus catedrales. Es muy
provechoso unirse, al menos espiritualmente, a la Iglesia con
sus mismas intenciones, pidiendo la gracia de recibir, a su
tiempo y piadosamente, el óleo de los enfermos.
3° Participar en los Oficios de la Semana Santa aporta a
todo cristiano un gran beneficio. Conviene, al menos, según el
espíritu de la Iglesia, honrar la santísima Eucaristía con fe y amor,
visitando a Jesús en el sagrario y dándole gracias. Pío VII
concedió una indulgencia plenaria a todos los fieles que, después
de haberse confesado y comulgado, el Jueves santo hagan duran-
te una hora alguna práctica de piedad (oficio divino, lectura, me-
ditación) en recuerdo de la institución de la Eucaristía. Concedió
asimismo la indulgencia plenaria a quien visita el Smo. Sacra-
mento en los «sepulcros» el Jueves o el Viernes santo, rezando
según las intenciones del Papa.
BM2 Jesús-Hostia es la fuente de las gracias. En la | semana santa
247 podemos acrecentar mucho en nosotros gracia y méritos.
Examen. – ¿Honro la divina Eucaristía? ¿Considero la
presencia real? ¿Asisto bien a la santa Misa? ¿Comulgo bien?
¿Deseo la gracia del viático, y de la extremaunción?
Propósito. – El Jueves santo asistiré, en lo posible, a las
funciones de la Iglesia y visitaré el «sepulcro».
Oración. – Oh Señor, de quien Judas recibió el castigo de su
delito y el ladrón obtuvo el premio de su declaración, concé-
LAS GRANDES ORACIONES 623

denos la gracia de gustar los frutos de tu misericordia, para


que así como en tu pasión trataste al uno y al otro según
merecían, también a nosotros, una vez destruidas las aberra-
ciones del hombre viejo, nos concedas llegar a la gracia de tu
misericordia.

308.
VIERNES SANTO
«No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres; que tu
compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados. Socórrenos,
Dios salvador nuestro, por el honor de tu nombre; líbranos y perdó-
nanos nuestros pecados, a causa de tu nombre » (Sal 79/78,8-9).

1° La Iglesia, con profundo luto de amor y dolor, hoy llora


la muerte del Salvador.
La función matutina se divide en cuatro partes: el Passio, las
oraciones, la adoración de la Cruz, la misa de presantificados.155
Al Passio le preceden dos lecturas,156 en las que se anuncian
las bendiciones que van a descender sobre el pueblo cristiano, y
se describe | la inmolación del cordero pascual, símbolo de BM2
Jesús inmolado para la salvación de todos. El Passio es el 248
narrado por Juan. Al drama de la pasión ha contribuido la
humanidad entera: todas las pasiones tomaron parte. Jesús expió
el orgullo de cuantos odian la verdad, como los fariseos; la
avaricia de cuantos tienen la codicia de Judas; la impureza de
cuantos, como Herodes, son esclavos de los sentidos; la
crueldad de quienes imitan a los soldados que coronaron de
espinas a Jesús y le crucificaron; la villanía de quien huye
renegando al Maestro, y la injusticia de quien, sabiéndolo,
condena al inocente. Jesucristo es el gran modelo de paciencia;
Jesucristo es el Redentor que satisface por todos; Jesucristo es
el Amor no amado.

155 Téngase presente que, hasta la reforma de Pío XII, las celebra-

ciones del Triduo pascual eran por la mañana. La estructura de la


celebración ha quedado invariada: desde la lectura de la pasión a la
comunión con las formas “preconsagradas”.
156 Las dos lecturas eran respectivamente Oseas 6,1-6 y Éxodo 12,1-11.
LAS GRANDES ORACIONES 624

2° Las oraciones nos indican que el efecto de la redención,


de la pasión, se extiende a todos los hombres; y la Iglesia
invoca su aplicación a todas las clases de personas.
Se ruega por la Iglesia, para que, vencida toda adversidad,
prosiga en paz la obra de salvación; por el Papa, para que Dios
le conserve en el gobierno del pueblo de Dios; por los obispos,
por todos los ministros de Dios, por toda la grey cristiana, para
que les acompañe siempre la divina grazia; por los gober-
nantes, los catecúmenos, todos los herejes, los cismáticos, los
judíos, los paganos. Dios quiere que todos se salven y lleguen
al conocimiento de la verdad.
BM2 3° Adoración de la cruz. El sacerdote, | después de decir
249 las oraciones, se quita la casulla y descubre la cruz, parte por
parte, proclamando: «Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo
clavada la salvación del mundo, ¡venid a adorarlo!». Luego
vienen los dulces reproches, llamados improperios, dirigidos
por el Señor al pueblo que quiso su muerte. ¡Son de veras
sobrecogedores! Mientras, el celebrante, todos los ministros y el
pueblo se acercan procesionalmente para postrarse y adorar la
cruz. Al final resuena el canto: «Vexilla Regis».157
4° Misa de preconsagrados. Hoy es el aniversario de la
muerte de Jesucristo. En este día, en el que se eleva sangrante
sobre el Calvario, ante todo el mundo, el trono de la cruz, desde
cuya cumbre reina el Hombre-Dios, la Iglesia venera este
sagrado leño sacro absteniéndose de celebrar la Misa propia-
mente dicha. Se invita así a todos los fieles a volver la mirada al
Calvario, donde Jesucristo mismo pontifica su Misa. Sigue la
comunión hecha sólo por el celebrante, consumando las sagra-
das formas consagradas el día anterior; por eso se llama Misa de
preconsagrados. Del «sepulcro» se lleva la hostia al altar prin-
cipal con rito solemne, entre oraciones y cantos, para la comu-
nión en exclusiva del celebrante.
Examen. – ¿Amo la meditación de la pasión de Jesucristo?
¿Sigo el ejemplo y la invitación de la Iglesia a rezar por todos?
¿Doy culto a la cruz? ¿Imito al paciente Salvador? ¿Cómo
quiero a Jesús, que «me amó y se entregó por mí?» (Gál 2,20).

157 «Las banderas del Rey (avanzan)» (Himno).


LAS GRANDES ORACIONES 625

Propósito. – Asistiré a la santa Misa no sólo los días pres- BM2


critos, sino siempre que me sea posible, acompañando a Jesús 250
en su pasión.
Oración. – Bienaventurada cruz, de cuyos brazos pendió el
precio del rescate para el mundo; te hiciste balanza del divino
Cuerpo que arrebató la presa al infierno. ¡Salve, oh cruz, única
esperanza! En este tiempo de pasión acreces al justo la gracia y
perdonas al reo las culpas. ¡Oh Trinidad, fuente de salvación,
te alabe todo viviente! A quien das parte en la victoria de la
cruz, otórgale también el premio. Así sea.

309.
SÁBADO SANTO
«El ángel habló a las mujeres: “Vosotras no temáis, ya sé que buscáis
a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho.
Venid a ver il sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos:
‘Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a
Galilea. Allí le veréis’. Mirad, os lo he anunciado”» (Mt 28,5-7).

1° La función matutina comprende la bendición del fuego


y del cirio pascual, el canto de las profecías, la bendición de la
fuente bautismal, las letanías de los santos, la santa Misa, las
vísperas y la conclusión.
a) La bendición del fuego. La Iglesia bendice todos los ele-
mentos y objetos que sirven para el culto. El fuego sirve para
encender las velas, por eso antes de bendecirlo se apagan todas
las luces; el fuego se saca de la piedra. Se rezan tres oremus,
entre ellos este tan significativo: «Señor Dios, Padre omnipo-
tente, luz inextinguible y fuente de toda luz, bendice esta llama,
tú que iluminaste el mundo | entero, para que de la misma luz y BM2
llama de tu esplendor seamos iluminados también nosotros. Y 251
como alumbraste a Moisés saliendo de Egipto, esclarece nues-
tros corazones y pensamientos para que merezcamos alcanzar la
vida y la luz de la eternidad». También se bendicen cinco gra-
nos de incienso, símbolo de la oración.
b) La bendición del cirio pascual, símbolo de Jesucristo que,
resucitado, continúa mostrándose e instruyendo a los apóstoles.
LAS GRANDES ORACIONES 626

El diácono canta el Exultet 158 en el que se explica el simbo-


lismo del cirio, cantando la feliz noche cuando los hebreos
salieron de Egipto, bajo la guía de la nube luminosa, figura de
Cristo, luz de las almas.
c) Profecías. Son el resumen de las predicciones sobre el
Mesías y, a la vez, compendio de la instrucción cuaresmal a los
catecúmenos y al pueblo. El bautismo restituye a las almas los
bienes que el hombre había recibido de Dios antes del pecado;
nos hace entrar en la nueva arca de salvación que es la Iglesia;
nos hace hijos de Dios como se le había prometido a Abrahán;
libra del yugo de Satanás, nos inscribe en el nuevo pueblo de
Dios; confiere paz en el Espíritu Santo; resucita a los muertos
espiritualmente; comunica muchos auxilios; prepara a la comu-
nión; nos proteje en los peligros, como aconteció a los tres jóve-
nes en el horno ardiente.
d) Bendición de la fuente bautismal. Nos recuerda el bautis-
mo de Jesús y la nueva vida que se confiere a las almas; se ben-
BM2 dice y consagra el agua con la cruz y con el crisma; se | toma
252 después aquella agua para bautizar y para llevar la bendición a
las casas. Si hay que administrar el sacramento del bautismo, se
hace ya con la nueva agua.
e) Letanías de los santos. Jesucristo alegró el limbo, llevan-
do a los santos del Antiguo Testamento el anuncio de la reden-
ción realizada. La Iglesia introduce, pues, las letanías de los
santos, gozosos por la resurrección de Cristo.
f) Misa. En ella se da el anuncio de la resurrección de Cristo
Jesús, acaecida en la madrugada del domingo. El Gloria es hoy
solemne; el aleluya resuena con frecuencia; las campanas repi-
can; los sacerdotes llevan ornamentos blancos; se toca el órgano.
Todo se renueva. Renuévense también las almas con nueva vida,
operosa, activa. El oremus dice: «Oh Dios, que iluminas esta
noche santa con la gloria de la resurrección del Señor, aviva en
tu Iglesia el espíritu filial, para que, renovados en cuerpo y alma,
nos entreguemos plenamente a tu servicio».
g) Vísperas. Se injertan en la Misa, después de la comunión.
Recuerdan a las piadosas mujeres que fueron las primeras en
oír el anuncio de la resurrección. Agradezcamos al Señor el

158 «Exulten (por fin los coros de los ángeles)» (Pregón pascual).
LAS GRANDES ORACIONES 627

habernos dado los sacramentos del bautismo, confirmación,


penitencia y Eucaristía.
Examen. – ¿Somos verdaderos hijos de la Iglesia? ¿Entra-
mos en la intimidad de la liturgia? ¿Captamos su senstido dog-
mático, moral, ascético? ¿Oramos con y por la Iglesia?
Propósito. – Mi comunión pascual será la mejor, como el sol BM2
entre las demás comuniones del año. 253
Oración. – Señor, infunde en nosotros el espíritu de tu cari-
dad, para que aquellos a quienes has saciado con los misterios
pascuales, vivan por tu gracia en perfecta unión.

310.
PASCUA DE RESURRECCIÓN
«Barred la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que sois panes
ácimos. Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así,
pues, celebremos la Pascua, no con levadura vieja (levadura de co-
rrupción y de maldad), sino con los panes ácimos de la sinceridad y la
verdad» (1Cor 5,7-8).

1° Pascuas cotidianas. Los hebreos celebraban cada año,


según la ley mosaica, la pascua, o sea el recuerdo del paso de la
esclavitud de Egipto a la tierra prometida. En tal aniversario
Jesucristo pasó de este mundo al Padre; y la Pascua cristiana
sustituiye a la pascua hebrea.
Los apóstoles y sus sucesores la celebraron 159 del Jueves
santo al domingo, según el mandato de Jesús: «Haced esto en
memoria mía» (Lc 22,19).
La Misa, poco a poco, pasó a ser diaria. Hoy, con los casi
cuatrocientos mil sacerdotes, hay en el mundo más de cuatro
misas cada segundo. Todos los fieles que, con su fe y amor, se
asocian a estas consagraciones y comuniones, pueden siempre
pasar de una vida menos perfecta a otra más perfecta. Es el
verdadero fin de la Misa, al consumirse el auténtico Cordero,
del que era una figura el cordero | comido por los hebreos. La BM2
Misa es el cotidiano, perpetuo y propio sacrificio de cada ins- 254

159 Es decir, la trasladaron del Jueves santo al domingo.


LAS GRANDES ORACIONES 628

tante: aplaca la justicia de Dios y trae un gran fruto a cada alma.


Es de desear que todo cristiano participe en ella a menudo,
incluso diariamente.
2° Jesucristo, por su resurrección, venció a la muerte y al
infierno; esto indica que nosotros debemos vencer al demonio y
dar muerte al pecado.
Jesucristo, resucitando, dio la más luminosa prueba de su
divinidad; es necesario ser Dios para poder hablar y obrar como
Jesús («Puedo entregar mi vida y puedo recuperarla») según su
voluntad.
La solemnidad mayor del año es la Pascua. Tiempo atrás, se
bautizaba especialmente en el día de Sábado santo y en Pascua,
para significar que con Cristo se resurgía del pecado a la vida
sobrenatural. Hoy insistimos especialmente para que todos los
fieles se confiesen y resurjan del pecado. Se trata siempre de
imitar a Jesucristo que venció a la muerte y recobra la vida; vida
gloriosa, impasible, inmortal, celestial.
Así pues, la Pascua es una renovación, una elevación, una
gozada espiritual.
3° El tiempo pascual se abre el Sábado santo y se cierra el
sábado sucesivo a la fiesta de Pentecostés.
En la Misa de hoy Cristo rinde homenaje al Padre que le ha
resucitado; y la Iglesia agradece al Hijo que nos ha vuelto a
abrir le puertas del cielo. Así como los hebreos comían el corde-
BM2 ro con pan ácimo (no fermentado), igualmente el cristiano | co-
255 ma el pan eucarístico sin pecado y sin afecto al pecado.
Evangelio y ofertorio 160 nos presentan a las piadosas muje-
res en el sepulcro para embalsamar el cuerpo de Jesús; pero
encuentran la tumba vacía, y el ángel les anuncia el misterio de
la resurrección. Nosotros respondemos: «Resucitó Cristo, mi
esperanza... Oh tú, Rey victorioso, ten piedad de nosotros»
(Secuencia pascual).
Examen. – Como buen hijo de la Iglesia, ¿sigo su invitación
a resurgir del pecado, a rehuir las ocasiones de pecado, a
alimentar la nueva vida espiritual?

160 El evangelio se tomaba de Mc 16,1-7, y del Sal 76/75,9-10 la

antífona del ofertorio.


LAS GRANDES ORACIONES 629

Propósito. – Santificaré el tiempo pascual meditando en la


resurrección y ascensión de Jesucristo al cielo, e invocando por
medio del Espíritu Santo los frutos de la redención.
Oración. – «Oh Dios, que iluminas esta noche santa con la
gloria de la resurrección del Señor, aviva en tu Iglesia el
espíritu filial, para que, renovados en cuerpo y alma, nos
entreguemos plenamente a tu servicio».
«Oh Dios, que en este día, derrotada la muerte por medio de
tu Unigénito, nos has vuelvo a abrir las puertas de la eternidad,
lleva a cumplimiento nuestros deseos que tú mismo has inspi-
rado previniéndonos con tu gracia».
«Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la
Víctima propicia de la pascua. Cordero sin pecado que a las
ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza. | BM2
Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es 256
la Vida, triunfante se levanta. «¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?». «A mi Señor glorioso, la tumba
abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja. ¡Resucitó
de veras mi amor y mi esperanza! Venid a Galilea, allí el Señor
aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la pascua». Primicia
de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la
muerte en ti no manda. Rey vencedor, apiádate de la miseria
humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa». Amén.

311.
DOMINGO IN ALBIS
«Dios mío, mi corazón está firme, para ti tocaré y cantaré, gloria mía.
Despertad, cítara y arpa, despertaré a la aurora; te daré gracias ante los
pueblos, Señor, tocaré para ti ante las naciones: por tu bondad, que es
más grande que los cielos, por tu fidelidad, que alcanza a las nubes»
(Sal 108/107,2-5).

1° Los bautizados el Sábado santo llevaban antiguamente


una vestidura blanca, para indicar el efecto del sacramento en sus
almas. Hoy en la Misa oímos esta frase: «Cuantos habéis sido
bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo» (Gál 3,27).
Llevaban esa vestidura por ocho días y este domingo se la
quitaban.
LAS GRANDES ORACIONES 630

Instruirse en la religión, crecer en la fe, confesarla abierta-


mente es la enseñanza del presente domingo. A los recién bauti-
zados la Iglesia les dirige esta invitación: «Como niños recién
nacidos, ansiad la leche espiritual» (1Pe 2,2) y racional, es decir
las verdades cristianas. El motivo lo recuerda el apóstol san Juan
en la epístola: «Lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo
es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree
que Jesús es el Hijo de Dios?» (1Jn 5,4-5). Base de la fe es el
BM2 testimonio del Padre, que | proclamó a Jesús Hijo suyo, después
257 de que éste recibiera el bautismo; Jesucristo que se reveló Dios
en sus sufrimientos y en su sangre; el Espíritu Santo que en
Pentecostés confirmó la obra de Jesucristo y comunicó vitalidad
perenne a la Iglesia.
2° Que debemos conocer, creer y confesar nuestra fe resul-
ta claro en el evangelio de hoy.
«Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, esta-
ban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por
miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y
les dijo: “Paz a vosotros”. Y, diciendo esto, les enseñó las ma-
nos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver
al Señor. Jesús repitió: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha
enviado, así también os envío yo”. Y, dicho esto, sopló sobre
ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les per-
donéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos”. Tomás, uno de los Doce,
llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Y
los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él
les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y
no meto la mano en su costado, no lo creo”. A los ocho días,
estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos.
Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y
dijo: “Paz a vosotros”. Luego dijo a Tomás: “Trae tu dedo,
aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y
BM2 no seas incrédulo, sino creyente”. Contestó Tomás: “¡Señor
258 mío y Dios mío!”. Jesús le dijo: “¿Porque me has visto has
creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto”.
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro,
hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos
LAS GRANDES ORACIONES 631

para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para


que, creyendo, tengáis vida en su nombre» (Jn 20,19-31).
3° Conocer: Participando en las lecciones de catecismo, en
las explicaciones del Evangelio, en las predicaciones; leyendo
libros de instrucción religiosa.
Creer: Es gracia del Espíritu Santo, que se les da a los hu-
mildes, a las almas rectas, a las conciencias puras, según cuanto
declaró el Maestro divino: «Te doy gracias, Padre…, porque
has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has
revelado a los pequeños» (Mt 11,25), o sea a los humildes.
Confesar: Dichosos quienes creen sin ver, es decir sin orgu-
llosas dificultades: de ellos es el reino de los cielos; a ellos les
vienen todos los bienes presentes en este reino. Confesar a
frente alta, sin orgullo, porque es un don de Dios, pero también
sin titubeos, porque esta es la verdad que salva, libera y enri-
quece al alma.
Examen. – ¿Guardo el tesoro de la fe recibido en el bau-
tismo? ¿Lo acreciento instruyéndome continuamente en la
religión? ¿Venzo el | respeto humano? ¿Evito los peligros de BM2
perder el gran don de la fe? 259
Propósito. – La duda de Tomás me confirma en la fe; pero
yo no pretendo la extraña exigencia de verlo todo, tocar,
explicar; me basta que lo enseñen la Iglesia y Jesucristo.
Oración. – Acto de fe: Dios mío, porque eres verdad infa-
lible, creo firmemente cuanto tú has revelado y la Iglesia nos
propone para creer. Y expresamente creo en ti, único y verda-
dero Dios, en tres Personas iguales y distintas, Padre, Hijo y
Espíritu Santo. Creo en Jesucristo, Hijo de Dios, encarnado y
muerto por nosotros, que dará a cada uno, según su conducta,
el premio o la pena eterna. Conforme a esta fe quiero vivir
siempre. Señor, aumenta mi fe.
A la elevación de la Hostia repitamos: «Señor mío y Dios
mío».

312.
LAS GRANDES ORACIONES 632

EL BUEN PASTOR 161


«Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar –oráculo del
Señor Dios–. Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada;
vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está
fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia» (Ez 34,15-16).

1° Es el domingo del Buen Pastor. La epístola es de san


Pedro, a quien Jesucristo constituyó jefe y pastor supremo de la
Iglesia. Dice: «Andabais errantes como ovejas, pero ahora os
habéis convertido al pastor y guardián de vuestras almas» (1Pe
2,25). Jesucristo vino para dar la vida por las ovejas; y ellas se
BM2 han agrupado entorno a él. Jesucristo | declaró en el Evangelio
260 que él da la vida por las ovejas, mientras el mercenario, ante el
peligro, huye y las deja perecer. Más aún: afirma que él las
conoce, porque se preocupa de ellas, las ama, conoce sus
necesidades; en cambio, el mercenario cuida poco el rebaño y
sólo mira al proprio salario. Y añade que él ama a todos los
hombres, aun a quienes están todavía fuera del redil, deseando
que entren todos y participen de los bienes eternos. Dice tam-
bién Jesucristo que las ovejas conocen la voz del pastor y le
siguen. Los verdaderos fieles no dan oídos a los falsos pastores
y falsos profetas, y sí escuchan a Jesucristo, a Pedro, al Papa.
2° Así leemos en el evangelio de hoy: «Jesús dijo a los
fariseos: Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las
ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve
venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las
dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo
soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me
conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre;
yo doy mi vida por las ovejas. Tengo además otras ovejas que no
son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán
mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor» (Jn 10,11-16).
3° Jesucristo es el gran Pastor. Dice san Gregorio que él
dio la vida por las ovejas al convertir en nutrimiento de ellas su
BM2 | cuerpo y su sangre en la Eucaristía. «Cognoverunt eum in
261 fractione panis» 162 (Lc 24,35). Las verdaderas ovejas llegan

161 Título original: “Domingo II después de Pascua”.


162 «Le conocieron por la fracción del pan».
LAS GRANDES ORACIONES 633

hasta la comunión; en la balaustrada se distinguen los cristianos


que viven la auténtica vida sobrenatural, de los cristianitos sólo
de nombre y de apariencia.
El Papa fue constituido por Jesucristo Pastor vicario, y tiene
poder sobre toda la Iglesia, nutriendo a todo el gran rebaño en el
que hay ovejas y corderos. Al Papa hay que prestarle fe, porque
es infalible maestro de verdad; hay que prestarle obediencia,
pues tiene poder de jurisdicción sobre todos y cada uno de los
obispos y fieles; hay que estar unidos al Papa, porque es el
anillo de conjunción con Jesucristo; roto este anillo, toda la
cadena de bienes se viene abajo.
El párroco es el pastor particular, que bajo el obispo de una
diócesis, gobierna una población. Es preciso escuchar al párroco,
obedecerle y seguir sus indicaciones, participar en las funciones
y recibir los sacramentos en la parroquia.
Por el Papa, los obispos y el párroco hay que rezar, darles
ayuda moral y tal vez también material, secundando los ardien-
tes deseos de que se forme un solo rebaño bajo un solo pastor.
Examen. – ¿Amo a la Iglesia? ¿Amo a sus pastores, les escu-
cho, les sigo, estoy unido a ellos con la mente y el corazón?
Propósito. – El diablo va a lo suyo: dispersar. Yo haré lo
mío: salvarme y salvar.
Oración. – Señor, defiende con tu | protección a nuestro BM2
santo padre el Papa, sé su luz, su fuerza, su consuelo. 262
Oh Dios, pastor y guía de todos los pueblos, mira propicio a
tu siervo, a quien pusiste como pastor de la Iglesia: concédele,
te pedimos, ayudar con la palabra y el ejemplo a cuantos él
preside, para que llegue a la vida sempiterna junto con la grey
a él confiada.
Oh Dios, que por la humildad de tu Hijo levantaste al
mundo caído, concede a tus fieles una perpetua alegría, y haz
que gocen de los gozos sempiternos aquellos a quienes arran-
caste del peligro de una muerte definitiva.

313.
PATROCINIO DE SAN JOSÉ 163
163 Título original: “Miércoles después del domingo II de Pascua”.
LAS GRANDES ORACIONES 634

«Le has concedido el deseo de su corazón, no le has negado lo que


pedían sus labios. Te adelantaste a bendecirle con el éxito, y has
puesto en su cabeza una corona de oro fino. Te pidió vida, y se la has
concedido, años que se prolongan sin término» (Sal 21/20,3-5).

1° El miércoles sucesivo al segundo domingo después de


Pascua se honra a san José, patrono de toda la Iglesia.
La Iglesia es el cuerpo místico de Jesucristo. Y como Jesús
fue buscado por Herodes para matarle apenas nacido, y más
tarde fue contrariado y condenado a muerte, así se comporta el
mundo respecto a la Iglesia. Por eso decimos confiadamente:
«Apremiados por la tribulación, recurrimos a ti, bienaventurado
José, y esperanzados invocamos tu patrocinio, después del de tu
santísima Esposa. Por el sagrado vínculo de caridad, que te unió
BM2 a la inmaculada Virgen, Madre de Dios, y por el amor paterno
263 que | tuviste al niño Jesús, mira con ojos benignos, te rogamos,
a la heredad que Jesucristo adquirió con su sangre, y ven con tu
poder y ayuda a socorrernos en nuestras necesidades».
2° La santa Misa de este día expresa la esperanza de la
Iglesia en su celeste protector.
La epístola nos habla de José, el del Antiguo Testamento.164
Jacob, ya moribundo, le anuncia que «será el pastor y la roca de
Israel» y estará colmado de bendiciones. En efecto, José había
sido puesto por el faraón al frente de toda la tierra de Egipto:
«Id a José». Y José salvó de la carestía al pueblo. «Dios me ha
hecho señor de todo Egipto, como padre del rey y dueño de toda
su casa. Él me ha encumbrado para salvar a muchos pueblos».
Tal es el oficio de san José respecto a la Iglesia.
El evangelio, el oremus y la communio establecen un cotejo
entre la Sma. Trinidad del cielo y la Trinidad creada de la tierra:
Jesús, María, José.165 María es verdadera Madre de Jesús; y su
verdadero esposo, José, tiene cierto derecho sobre el fruto
bendito de su vientre. Por eso en el prefacio se dice que san
José se comporta como padre respecto a Jesús.
El introito, las oraciones y el ofertorio nos muestran en san
José al protector que la divina Providencia establece como

164 Cf Gén 49,22-26.


165 Cf Lc 2,21-23.
LAS GRANDES ORACIONES 635

delegado para cuidar del cuerpo místico de Jesucristo, que es la


Iglesia, y para velar por ella en las tribulaciones.
San Bernardino de Siena ruega así a san José: «Acuérdate de
nosotros, intercede por nosotros con tu | potente oración ante BM2
quien es considerado hijo tuyo, y haznos propicia a tu esposa, la 264
bienaventurada Virgen».
Examen. – ¿Qué convicción tengo de la protección de san
José, qué confianza? ¿Y cómo le rezo?
Propósito. – Como parte viva y activa en el cuerpo místico
de Jesucristo, invocaré siempre a san José para que ilumine,
defienda y santifique a todos los miembros.
Oración. – «Protege, oh providente custodio de la divina
familia, a la elegida prole de Jesucristo. Aleja de nosotros, oh
padre amadísimo, la peste de errores y de vicios que infecta el
mundo; asístenos propicio desde el cielo en esta lucha con el
poder de las tinieblas, oh fortísimo protector nuestro; y como
en un tiempo libraste de la muerte la amenazada vida del niño
Jesús, así defiende ahora a la santa Iglesia de Dios contra las
resistentes insidias y toda adversidad; extiende sobre cada uno
de nosotros tu patrocinio, para que, a ejemplo tuyo y con tu
socorro, podamos vivir virtuosamente, piadosamente morir y
alcanzar la eterna bienaventuranza en el cielo. Así sea».

314.
«YO VOY AL PADRE» 166
«Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti,
Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el
rostro de Dios?» (Sal 42/41,2-3).

1° En la epístola de hoy san Pedro nos dice: «Como a


extranjeros y peregrinos, os hago una llamada» (1Pe 2,11). Y
quiere | decir: pensad en el paraíso, desead el paraíso, trabajad BM2
para el paraíso. Jesucristo cambiará nuestra fatiga y nuestros 265
dolores en una felicidad que el mundo no podrá arrebatarnos.
No os apeguéis a los vanos placeres de la tierra, dice san Pedro;

166 Título original: “Domingo III después de Pascua”.


LAS GRANDES ORACIONES 636

cumplid, en cmbio, vuestros deberes, cada uno según su propio


estado, aunque os tocara sufrir injustamente. También a Cristo
le fue necesario sufrir y resucitar para entrar en su gloria.
2° En el evangelio Jesucristo dice a los apóstoles: «“Den-
tro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me vol-
veréis a ver”. Comentaron entonces algunos discípulos: “¿Qué
significa eso de ‘dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de
otro poco me volveréis a ver’, y eso de me voy al Padre?”. Y se
preguntaban: “¿Qué significa ese ‘poco’? No entendemos lo que
dice”. Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo:
“¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: ‘Dentro de poco ya
no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver’? En
verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis,
mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero
vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a
dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en
cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de
que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora
BM2 sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro cora-
266 zón, y nadie os quitará vuestra alegría”» (Jn 16,16-22).
San Agustín explica: «Cuando Jesús dice: ‘Todavía un poco
y no me veréis’, se dirige a quienes entonces le veían presente
corporalmente; y les dice que debía desaparecer de sus ojos,
para subir al Padre. Pero esto durará poco; luego volverán a
verle como juez y premio eterno. Dice “un poco”, porque, fren-
te a la eternidad, un tiempo, incluso largo, dura siempre poco».
3° No sea nuestro gozo como el del mundo, y tampoco
nuestra tristeza. Nuestras pequeñas consolaciones nos recuerden
el eterno gozo; y nuestras pequeñas penas ofrezcámoslas para
mérito y adquisición del cielo. Aquí abajo todo pasa; por eso
todo es pequeño; no es grande lo que se acaba. En cambio, es
siempre mucho lo que nunca termina, pues dura por la eternidad.
«Vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se
alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría».
Examen. – ¿Vivo con el corazón vuelto al cielo? ¿Trabajo
para el cielo? ¿Sufro para el cielo? ¿Sé privarme, por la eter-
nidad, de lo que es vano y terreno? ¿Soporto con paz las peque-
ñas tribulaciones en vista de la recompensa eterna?
LAS GRANDES ORACIONES 637

Propósito. – Quiero entrar a menudo en mí mismo y pregun-


tar a mi corazón: ¿qué buscas, a qué aspiras? Tus programas y
proyectos ¿están iluminados y sugeridos por el deseo de ganar
algo más para el paraíso?
Oración. – Por la fuerza de estos misterios, concede, oh BM2
Señor, la gracia para mitigar los deseos terrenos y, aprender a 267
amar los bienes celestes.
Acto de esperanza. – Dios mío, por tus promesas y por los
méritos de Jesucristo, nuestro Salvador, espero de tu bondad la
vida eterna y las gracias necesarias para merecerla con las
buenas obras que debo y quiero hacer. Señor, que goce de ti
eternamente.
Acto de caridad. – Dios mío, te amo con todo el corazón y
sobre todas las cosas, porque eres bondad infinita y nuestra
eterna felicidad; y por amor tuyo amo a mi prójimo como a mí
mismo y perdono las ofensas recibidas. Señor, haz que yo te
ame cada día más.

315.
LA PROMESA DEL ESPÍRITU 167
«Doy gracias al Señor de todo corazón, en la compañía de los rectos,
en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio
para quienes las aman. Esplendor y belleza son su obra, su generosi-
dad dura por siempre» (Sal 111/110,1-3).

1° Cristo ha resucitado. Conviene que él deje la tierra, pues


desde el cielo enviará a su Iglesia el Espíritu de verdad, que
como don del Padre y del Hijo le mostrará toda la verdad; expli-
cará cuanto Jesucristo enseñó; distribuirá los frutos de la reden-
ción realizada por el Hijo.
Así se distinguirán los hijos de Dios de los hijos de Satanás;
los justos, de los injustos; se proclamarán hijos de Dios los se-
guidores de Jesucristo, y serán reprobados los perseguidores de
Cristo como seguidores de Satanás.
Mientras, los justos tengan paciencia: la justicia de Dios será BM2
plena, segura, aunque se haga esperar. Perseveren, soporten, vi- 268

167 Título original: “IV domingo después de Pascua”.


LAS GRANDES ORACIONES 638

van gozosos; hay un juicio de Dios que en nada se asemeja a los


juicios de los hombres. En Dios no hay engaños, ni debilidades:
él es sencillamente y siempre el Dios justo y misericordioso.
Buscad la verdadera justicia y aguardad con paciencia.
2° Dice en efecto el evangelio: «Ahora me voy al que me
envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿A dónde vas?”.
Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el
corazón. Sin embargo, os digo la verdad: os conviene que yo
me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito.
En cambio, si me voy, os le enviaré. Y cuando venga, dejará
convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una
condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia,
porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena,
porque el príncipe de este mundo está condenado. Muchas cosas
me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por
ahora; cuando venga él, el Esspíritu de la verdad, os guiará
hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino
que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que
recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará» (Jn 16,5-14).
BM2 El pecado del mundo es sobre todo el del | mundo judaico, o
269 sea la incredulidad. Los hebreos cerraron los ojos a la luz, pero
los prodigios que el Espíritu Santo, mandado por Jesús, obra en
el mundo de las almas por medio de la Iglesia, les imposibilita
justificar esta incredulidad. Los hebreos condenaron a muerte a
Jesús como un malhechor, pero Dios le arrebató de sus manos
resucitándole y haciéndole entrar en el cielo. La venida del
Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, prueba que
Jesús está junto al Padre, que le ha recompensado haciéndole
sentarse a su derecha. Se ha hecho, pues, justicia. Jesucristo ha
quedado reestablecido a los ojos de los hombres. La venida del
Espíritu Santo sobre la Iglesia es también la prueba de que el
príncipe de las tinieblas, derrotado por Jesucristo, ha sido defi-
nitivamente juzgado y condenado. Así las almas arrebatadas al
demonio son restituidas a Dios.
3° Hay que perseverar en el bien, bajo la luz de Dios.
¡Nunca desaparezca de nuestros corazones y de nuestras mentes
esta luz sobrenatural! Toda la diferencia entre un hombre y otro
LAS GRANDES ORACIONES 639

está aquí: vivir en la luz de Dios, o caminar en la oscuridad de


los sentidos, del engaño, bajo el «poder de las tinieblas: pote-
stas tenebrarum».
Examen. – ¿Brilla en mi camino la luz de Dios, la luz del
Espíritu Santo? ¿Invoco esta luz? ¿Vigilo y mortifico los senti-
dos? ¿Advierto cuando quien me habla es el ángel de Dios,
como habló a María, o si es Satanás, como en el caso de Eva?
¿Tengo reglas para discernir y probar el espíritu que me | habla? BM2
¿Invoco a María, la Virgen prudentísima, para que me ilumine? 270
Propósito. – Debo cerrar cualquier sentido y facultad del
alma al demonio. Si él entra por una de las puertas, ni siquiera
el pensamiento de los novísimos lo ahuyenta. Cuando la luz de
Dios me muestra que puede llegar la tentación, Satanás, los
sentidos, enseguida recurriré a la oración. María será mi refugio,
la sombra segura, el manto protector.
Oración. – Oh Dios, que en estos días has amaestrado a tus
fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos sentir recta-
mente según el mismo Espíritu y gozar siempre de su consuelo.
Oh Dios, que aúnas las voluntades de tus fieles en un solo
querer, concede a tu pueblo amar lo que ordenas y desear lo
que prometes, para que en medio de las vicitudes humanas
nuestros corazones estén fijos allí donde se dan los verdaderos
gozos.
Oh Dios, que nos diste por Madre la engendradora de tu
Hijo amado y te dignaste glorificar su bella imagen con una
maravillosa aparición, concédenos, te pedimos, que, adhiriendo
prontamente a sus advertencias, merezcamos vivir según tu
corazón y llegar felizmente a la patria celestial.

316. BM2
ROGATIVAS Y LETANÍAS 168 271

«Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmi-


go: a él gritó mi boca y le ensalzó mi lengua. Si hubiera tenido yo ma-
la intención, el Señor no me habría escuchado; pero Dios me escuchó,

168 Título original: “V domingo después de Pascua”.


LAS GRANDES ORACIONES 640

y atendió a mi voz suplicante. Bendito sea Dios, que no rechazó mi


súplica, ni me retiró su favor» (Sal 66/65,16-20).

1° En esta semana se hacen las Rogativas o Letanías


menores. Son solemnes procesiones de penitencia, para alejar
los divinos castigos y obtener la misericordia del Señor.
Rogativa significa súplica insistente, pues la oración debe ser
continua, no cesar nunca. Las Letanías de los Santos son una
insistente y admirable oración, con invocaciones dialogadas. La
Iglesia es maestra de oración, conoce nuestras necesidades y
conoce el corazón de Dios.
En las Rogativas se pide los bienes de la tierra, en cuanto no
impiden conseguir los bienes celestiales. Pero sobre todo se
pide bienes espirituales: la imitación de los santos, esplendentes
en diversos coros por una admirable variedad de virtudes; la
protección y bendición para la Iglesia, el reino de Jesucristo, el
mundo entero, las personas más queridas. La oración «hecha en
nombre de Jesucristo», nos trae el gozo perfecto, que es la vida
eterna. Pero ha de ser oración de un corazón limpio, de «reli-
gión inmaculada», de cariño hacia los pupilos 169 y las viudas,
inocente y «no contaminado por el mundo».
2° Dice así el evangelio: «Dijo Jesús a sus discípulos: “En
verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre en mi nombre,
os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre;
pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. | Os he
BM2 hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no
272 hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre clara-
mente. Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo
rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere,
porque vosotros me queréis y créeis que yo salí de Dios. Salí
del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me
voy al Padre”. Le dicen sus discípulos: “Ahora sí que hablas
claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo
y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que has salido
de Dios”» (Jn 16,23-30).
3° Sirva de comentario el evangelio de la Misa de Roga-
tivas: «Jesús dijo a sus discípulos: “Suponed que alguno de vo-
sotros tiene un amigo, y viene durante la noche y le dice:

169 Huérfanos o niños indefensos.


LAS GRANDES ORACIONES 641

‘Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido


de viaje y no tengo nada que ofrecerle’; y, desde dentro, aquel
le responde: ‘No me molestes; la puerta está ya cerrada; mis
niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dárte-
los’; yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo
suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuan-
to necesite. Pues yo os digo a vosotros: Pedid y se os dará, bus-
cad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide
recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué pa-
dre entre vosotros, si su hijo le pide un | pez, le dará una ser-
piente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le dará un
escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas
buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el
Espíritu Santo a los que se lo piden?”» (Lc 11,5-13).
Examen. – ¿Confío en mí o en Dios? ¿Confío en los hom-
bres o en Dios? ¿Confío en los medios humanos o en Dios?
Propósito. – Quiero orar con corazón puro, con intención
recta, con perseverancia, con fe.
Oración. – Oh Dios, nuestro refugio y nuestra fuerza, autor
de la piedad, escucha benigno las oraciones de tu Iglesia y con-
cédenos conseguir realmente lo que confiadamente te pedimos.
Oh Dios, que en todo lugar de tu dominio nos asistes piado-
so, escúchanos, te suplicamos, y concédenos que la bendición
de este lugar permanezca inviolable por siempre y que esta
multitud de fieles, que te implora, merezca obtener los bene-
ficios de tus dones.
Acoge, oh Señor, las plegarias de los fieles unidas a la
ofrenda del altar, para que, mediante la práctica de nuestra
sincera devoción, lleguemos a la gloria celestial.

317. BM2
ASCENSIÓN 274

«Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas;


tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro rey, tocad; porque Dios es
el rey del mundo: tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado» (Sal 47/46,6-9).
LAS GRANDES ORACIONES 642

1° Cuarenta días después de la resurrección, Jesús asciende


al cielo; deja a los apóstoles la misión de continuar la suya y
extenderla a todos los hombres.
En efecto, precedentemente les había encargado la misión,
tal como leemos en el evangelio: «Jesús se apareció a los Once,
cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y
dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían
visto resucitado. Y les dijo: “Id al mundo entero y proclamad el
Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se sal-
vará; el que no crea será condenado. A los que crean, les acom-
pañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán
lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un
veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los en-
fermos, y quedarán sanos”. Después de hablarles, el Señor Jesús
fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fue-
ron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confir-
mando la palabra con las señales que les acompañaban» (Mc
16,14-20).
Luego subió al cielo según narran los Hechos de los Após-
toles: «Una vez que comían juntos, les odenó que no se aleja-
ran de Jerusalén, sino “aguardad que se cumpla la promesa del
BM2 Padre, de la que me habéis oído hablar, porque Juan bautizó
275 con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo
dentro de no muchos días”. Los que se habían reunido, le pre-
guntaron diciendo: “Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el
reino de Israel?”. Les dijo: “No os toca a vosotros conocer los
tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia
autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo
que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén,
en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra”. Dicho
esto, a la vista de todos, fue levantado al cielo, hasta que una
nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, se
les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dije-
ron: “Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El
mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al
cielo, volverá como le habéis visto marcharse al cielo”» (He
1,4-11).
2° Era necesario que Jesucristo tomara posesión del Reino
de los cielos, adquirido por él con sus padecimientos…, porque
LAS GRANDES ORACIONES 643

después de la presente vida llena de duros deberes, tendremos el


eterno gozo.
El día de la Ascensión, Jesús empieza su sacerdocio celeste
y eterno. Allá arriba, a la derecha del Padre, muestra sus llagas:
es el Pontífice eterno: «Tenemos un sumo sacerdote» (Heb 8,1).
Allá arriba es nuestro perpetuo intercesor ante el Padre, y
obtiene el Espíritu Santo con sus dones.
Allí ha preparado el puesto para nosotros, pues | «somos BM2
partícipes de Cristo» (Heb 3,14). No bastan la pasión y la 276
resurrección: la obra de la redención se cumple y deviene
perfecta y en acto cuando resurjamos y ascendamos al cielo con
Jesucristo, nuestro Maestro, en fuerza de su propia Ascensión.
Examen. – ¿Entiendo bien la vida: merecer viviendo como
Jesús y con Jesús, y después ascender al cielo como Jesús y con
Jesús? Primero están los misterios gozosos y los misterios dolo-
rosos; luego se llega a los misterios gloriosos. Este principio
¿está bien enraizado en mi alma? ¿Tengo una fe profunda y
práctica?
Dice san Agustín: «Celebraremos recta, fiel, devota, santa y
piamente la Ascensión si nos elevamos con Jesús y tenemos en
alto nuestros corazones. ¡Estén allá arriba nuestros pensamien-
tos, donde él se encuentra hoy; y aquí abajo tendremos descanso.
Ahora ascendemos con Cristo sólo con el corazón; cuando
llegue el día prometido, ascenderemos también con el cuerpo.
Pero recordemos que ni el orgullo, ni la avaricia, ni la lujuria
suben con Cristo. Ningún vicio subirá con Cristo; por tanto, si
queremos subir con él, depongamos todo vicio y todo pecado».
Propósito. – Pensaré con frecuencia en el paraíso, y refor-
maré mi vida según este pensamiento.
Oración. – Dios omnipotente, concédenos, te suplicamos,
que quienes creemos que tu Unigénito, nuestro | Redentor, ha
subido hoy al cielo, habitemos allí con nuestro espíritu. BM2
Acepta, Señor, los dones que te ofrecemos en honor de la 277
gloriosa Ascensión de tu Hijo, y concédenos propicio que,
libres de los peligros presentes, lleguemos a la vida eterna.
Dios omnipotente y misericordioso, concédenos, te rogamos,
que de cuanto hemos recibido mediante los misterios visibles,
consigamos el efecto invisible. Por Jesucristo nuestro Señor.
LAS GRANDES ORACIONES 644

318.
LA NOVENA DE PENTECOSTÉS 170
«Y en cuanto a vosotros, la unción que de él [el Espíritu] habéis reci-
bido permanece en vosotros, y no necesitáis que nadie os enseñe. Pero
como su unción os enseña acerca de todas las cosas –y es verdadera y
no mentirosa– según os enseñó, permaneced en él» (1Jn 2,27).

1° Los apóstoles y los discípulos reunidos en el Cenáculo,


según el mandato de Jesús, «perseveraban unánimes en la
oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús»
(He 1,14). Así, al día siguiente de la Ascensión, la Iglesia
comienza la novena de oraciones al Espíritu Santo. La ordenaría
León XIII, 171 para la vuelta de los herejes y cismáticos a la
unidad de Roma. Este piadoso ejercicio nos dispone a celebrar
santamente la fiesta de Pentecostés. La novena está enriquecida
además con indulgencias.
Este es el texto del evangelio de hoy: «Jesús dijo a sus
discípulos: Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el
Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará
testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, por-
que desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, |
BM2 para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga;
278 más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte
pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han
conocido al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que,
cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había
dicho» (Jn 15,26-27; 16,1-4).
2° El Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, se
manifestó en Pentecostés y obró muchas conversiones. Él es
como el testimonio de Jesucristo: con el don de las lenguas, de
los milagros, de la profecía. Además santifica las almas con los
dones de la fe, esperanza y caridad. Donde hay caridad, hay
efusión de Espíritu Santo. Dice la epístola: «Sed sensatos y
sobrios para la oración. Ante todo, mantened un amor intenso
entre vosotros, porque el amor tapa multitud de pecados. Sed
hospitalarios unos con otros sin protestar. Como buenos

170 Título original: “Domingo en la octava de la Ascensión”.


171 Obviamente: su celebración en los tiempos modernos...
LAS GRANDES ORACIONES 645

administradores de la multiforme gracia de Dios, poned al


servicio de los demás el carisma que cada uno ha recibido. Si
uno habla, que sean sus palabras como palabras de Dios; si uno
presta servicio, que lo haga con la fuerza que Dios le concede,
para que Dios sea glorificado en todo, por medio de Jesucristo»
(1Pe 4,7-11).
La hospitalidad es ejercicio de caridad.
Hablar con sensatez y fe es fruto del Espíritu Santo.
La caridad con los necesitados, la paciencia con todos, la mi-
sericordia hacia los moribundos y las almas purgantes, provie-
nen del Espírito Santo.
Examen. – ¿Tengo devoción al Espíritu Santo? ¿Rezo bien BM2
los actos de fe, esperanza, caridad, contrición? El Espíritu Santo 279
¿produce en mí sus frutos: gozo, longanimidad, compasión por
todos?
Propósito. – No obrar por simple urbanidad y solicitud hu-
mana, sino según el Espíritu Santo y para la vida eterna.
Oración. – Oh Dios, de quien provienen los sabios consejos
y las obras justas, concede a tus siervos la paz que el mundo no
puede dar, para que nuestros corazones se ocupen en cumplir
tus preceptos y, alejado el temor de los enemigos, gocemos con
tu protección tiempos tranquilos.
Purifica, oh Dios, nuestros lomos y nuestro corazón con el
fuego del Espíritu Santo, para que sirvamos con cuerpo casto y
te agrademos por la limpieza de corazón.
O Dios, Creador y Redentor de todos los fieles, concede la
remisión de todos los pecados a tus siervos y siervas, para que
puedan conseguir, por sus piadosas preces, el perdón que
siempre han deseado.

319.
PENTECOSTÉS
«Envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. Gloria a
Dios para siempre, goce el Señor con sus obras» (Sal 104/103,30-31).

1° Jesucristo había puesto los fundamentos de la Iglesia,


durante su vida apostólica, comunicando también, a los apósto-
BM2
280
LAS GRANDES ORACIONES 646

les, los poderes y dándoles la | misión. Mas era el Espíritu Santo


quien debía completar su formación, revistiéndoles de los dones
celestes.
A la Iglesia la había gobernado primero visiblemente Jesu-
cristo; ahora la gobernará el Espíritu, que será el alma de la
Iglesia.
Pentecostés es la promulgación de la Iglesia. Este es el evan-
gelio de hoy: «Dijo Jesús a sus discípulos: El que me ama guar-
dará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y hare-
mos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y
la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me
envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado,
pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi
nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo
lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy
yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se
acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro
lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre,
porque el Padre es mayor que yo. Os lo he dicho ahora, antes de
que suceda, para que cuando suceda creáis. Ya no hablaré mu-
cho con vosotros, pues se acerca el príncipe de este mundo; no
es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo
comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha
ordenado, así actúo» (Jn 14,23-31).
BM2 2° El Espíritu Santo así prometido, desciende sobre los
281 apóstoles, como narran los Hechos:
«Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el
mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo,
como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa
donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como lla-
maradas, que se dividían, posándose sobre cada uno de ellos. Se
llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras
lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse. Residían
entonces en Jerusalén judíos devotos procedentes de todos los
pueblos que hay bajo el cielo. Al oírse este ruido, acudió la mul-
titud y quedaron desconcertados, porque cada uno les oía hablar
en su propia lengua. Estaban todos estupefactos y admirados,
diciendo: “¿No son galileos todos esos que están hablando?
Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros les oímos hablar en
LAS GRANDES ORACIONES 647

nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos, elamitas


y habitantes de Mesopotamia, de Judea y Capadocia, del Ponto y
Asia, de Frigia y Panfilia, de Egipto y de la zona de Libia que
limita con Cirene; hay ciudadanos romanos forasteros, tanto ju-
díos como prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno
de nosotros les oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra
propia lengua”» (He 2,1-11).
Dice san Gregorio: «El Espíritu Santo transformó aquellos
hombres carnales llevándolos a su amor. Mientras lenguas de
fuego aparecían por fuera, en su interior se encendía el fuego | BM2
de la caridad y del celo; su mente se iluminaba para conocer 282
cuanto Jesús les había enseñado».
3° ¡Descienda también [el Espíritu] sobre nosotros. In-
voquémosle con el Veni Creátor: «Ven, oh Epíritu creador,
visita las almas de tus fieles y colma de tu gracia divina los
corazones que tú mismo has creado.
Tú eres nuestro Consolador, don de Dios altísimo, fuente
viva, fuego, amor y unción espiritual.
Tú derramas sobre nosotros tus siete dones, tú, el dedo de la
diestra de Dios, tú, la promesa solemne del Padre, tú, quien
pone en nuestros labios el tesoro de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos, infunde tu amor en
nuestros corazones y conforta, con tu auxilio continuo, la fla-
queza de nuestra carne.
Aleja 172 de nosotros al enemigo, y danos pronto la paz, y así,
siendo tú mismo nuestro guía,173 evitaremos todo mal.
Haz que por ti conozcamos 174 al Padre, y que sepamos tam-
bién del Hijo; haz que creamos siempre en ti, que, procediendo
de ambos, eres su Espíritu.
A Dios Padre sea gloria y al Hijo, que resucitó de la muerte,
y al Paráclito, por los siglos de los siglos. Así sea».175

172 Pon en fuga, manda lejos…


173 Siguiendo tus indicaciones…
174 Danos a conocer…
175 Esta versión (algo pobre) del Himno puede ser sustituida por la de

Liturgia de las Horas. El texto ofrecido en el apartado “Oración” es la


Secuencia tal como la presenta el misal actual.
LAS GRANDES ORACIONES 648

Examen. – ¿Comprendo la importancia de la solemnidad de


hoy? ¿Me preparo con humildad, confianza y oración a recibir
los dones del Espíritu Santo?
Propósito. – Nunca contristaré al Espíritu Santo con el pecado.
BM2 Oración. – Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo.
283 Padre amoroso del pobre; don en tus dones espléndido; luz que
penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que
enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el
poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las
manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu
indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu
bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén. Aleluya.

320.
LA SANTÍSIMA TRINIDAD
«Pueblos todos, batid palmas. Aclamad a Dios con gritos de júbilo,
porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra »
(Sal 47/46,2-3).

1° «Acercándose Jesús a los discípulos, les dijo: “Se me ha


dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced
discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar
todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28,18-20).
2° La Iglesia en Adviento nos hizo considerar y orar espe-
cialmente al Padre, creador y providente al prometer el Mesías
BM2 y preparar | al pueblo elegido. Después nos hizo considerar la
284 obra del Hijo redentor, desde su nacimiento a la Ascensión al
cielo. En tercer lugar, en la novena, la fiesta y la octava de Pen-
LAS GRANDES ORACIONES 649

tecostés, nos propuso la consideración de la obra del Espíritu


Santo, comunicador de la gracia. En este domingo nos invita a
alabar, agradecer y suplicar a las tres divinas Personas. Estamos
más o menos a mitad del año litúrgico, y muy a propósito [se
coloca] esta solemnidad.
Cantamos hoy la unidad de Dios y las propiedades de las tres
Personas: el Dios uno y trino; recapitulamos la obra de la cre-
ación, de la redención, de la comunicación del Espíritu Santo.
Recordamos a qué intimidad y participación de la vida divina
estamos llamados.
3° Las representaciones pictóricas de la Sma. Trinidad
son doctrina, moral y culto. Suele reproducirse la Sma. Trini-
dad especialmente así: el Padre celeste presenta al mundo su
Hijo crucificado, mientras el Espíritu en forma de paloma se
posa en el pecho del Salvador. O también así: el Padre como
un anciano venerando sosteniendo el mundo, el Hijo como
hombre de media edad con el símbolo de la cruz, y el Espíritu
Santo como paloma según se mostró en el bautismo de Jesús.
El evangelio de esta solemnidad proclama claramente la uni-
dad y la trinidad de Dios. Dijo Jesús a sus discípulos: «Se me ha
dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced
discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del | BM2
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar 285
todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el final de los tiempos». Luego, el prefacio
presenta la fe de la Iglesia: «Al proclamar nuestra fe en la
verdadera y eterna Divinidad, adoramos tres Personas distintas,
de única naturaleza e iguales en su dignidad».
Examen. – ¿Tengo fe viva en este misterio? ¿Conozco las
obras de Dios uno y trino, la creación, la redención, la consu-
mación? 176 ¿Amo a mi Dios? ¿Honro, como se debe, al Padre,
al Hijo, al Espíritu Santo? ¿Soy agradecido?
Propósito. – Rezaré siempre bien el credo, el acto de fe, el
Gloria in excelsis Deo. Especialmente pondré todo mi corazón
en la conclusión de los salmos: «Gloria Patri, et Filio, et
Spirítui Sancto» y en la doxología de los himnos.

176 Cumplimiento, perfeccionamiento de la obra.


LAS GRANDES ORACIONES 650

Haré a menudo y devotamente la señal de la cruz: «En el


nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo».
Oración. – El introito dice: “Bendita sea la Sma. Trinidad e
indivisa unidad; glorifiquémosla, porque ha hecho resplande-
cer sobre nosotros su misericordia”. La epístola nos presenta
expresiones devotísimas y sublimes de san Pablo: «¡Qué abis-
mo de riqueza, de sabiduría y de conocimiento el de Dios! ¡Qué
insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! En
BM2 efecto, ¿quién conoció la mente del Señor? O ¿quién fue su
286 consejero? O ¿quién | le ha dado primero para tener derecho a
la recompensa? Porque de él, por él y para él existe todo. A él
la gloria por los siglos. Amén» (Rom 11,33-36).
LAS GRANDES ORACIONES 651

321.
CORPUS DOMINI 177
«Te alimentaría con flor de harina, te saciaría con miel silvestre» (Sal
81/80,17).

1° Los fines de la institución de esta solemnidad son cua-


tro: Adorar a Jesús presente en este sacramento; agradecerle to-
dos los beneficios, especialmente el de la institución de la Euca-
ristía; satisfacer y reparar todos los olvidos, frialdades, ingrati-
tudes y sacrilegios contra la Eucaristía; orar para que todos los
hombres aprecien altamente la santa Misa, la comunión y la
visita al Santísimo.
Jesús en el Evangelio prometió este sacramento:
«Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera
bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y
yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por
el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros
padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá
para siempre» (Jn 6,55-58).
En la epístola, san Pablo habla de la Eucaristía y de las dis-
posiciones para recibirla bien: «Yo he recibido una tradición,
que procede del Señor y que a mi vez os transmito: Que el BM2
Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, 287
pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi
cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria
mía”. Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
“Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada
vez que lo bebáis, en memoria mía”.
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz,
proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva. De modo que
quien coma del pan y beba del cáliz del Señor indignamente, es
reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Así, pues, que cada cual
se examine, y que entonces coma así del pan y beba del cáliz.
Porque quien come y bebe sin discernir el cuerpo come y bebe
su condenación» (1Cor 11,23-29).
177 Hoy: El santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.
LAS GRANDES ORACIONES 652

Examen. – Tres son los deberes eucarísticos: la Misa, la


comunión, la visita al Smo. Sacramento. ¿Cómo los cumplo?
¿Con fidelidad? ¿Con fervor? ¿Con fruto?
Propósito. – Hoy acompañaré a la Iglesia en dar grande honor
a la Eucaristía, que es misterio de fe, de caridad, de esperanza.
Oración. – Alaba, oh Sión, al Salvador; alaba a tu dueño y
pastor con himnos y cánticos.
Ensálzale cuanto puedas, pues es superior a todo elogio y
nunca lograrás alabarle suficientemente.
BM2 El tema especial de encomio que hoy se propone es el pan
288 vivo y vital.
No cabe duda de que en la mesa de la sagrada cena este pan
fue distribuido a los doce discípulos.
La alabanza sea plena, sonora, con gozoso y cordial júbilo
de la mente.
Pues se celebra el día solemne en que por primera vez se
instituyó este banquete.
En esta mesa del nuevo Rey, la nueva pascua de la ley nueva
pone fin a la antigua pascua.
El nuevo rito aleja el antiguo, la verdad aleja la sombra, la
luz elimina la noche.
Lo que Cristo hizo en la cena, mandó que se hiciera en me-
moria suya.
Y nosotros, instruidos por las sagradas enseñanzas, consa-
gramos en la hostia de salvación el pan y el vino.
Lo que no entiendes, lo que no ves, te lo atestigua la fe por
encima del orden natural.
Bajo especies diversas, que son sólo signos y no sustancias,
se esconden realidades sublimes.
La carne es un alimento y la sangre una bebida, pero Cristo
permanece entero bajo una y otra especie.
Y no queda partido, fragmentado, dividido, sino que Cristo
llega intacto a quien lo recibe.
Lo recibe uno, lo reciben mil, pero unos y otros en igual
medida, sin que se consume por llegar a tantos.
Lo reciben los buenos y lo reciben los malos, ¡pero con qué
diferente fruto de vida o de muerte!
BM2 Muerte para los malos, vida para los buenos: ¡considera |
289 qué diferente resultado tiene una misma comunión!
LAS GRANDES ORACIONES 653

Aunque el pan se parte, no temas: recuerda que tanto se


oculta en el fragmento como en el todo.
No se produce ninguna división; sólo en apariencia se parte,
de modo que ni el estado ni la grandeza de quien se esconde en
el sacramento sufre disminución.
Este es el pan de los ángeles, hecho alimento de los hombres,
el pan de los hijos que no debe arrojarse a los perros.
Estaba ya prefigurado cuando fue inmolado Isaac, sacri-
ficado el cordero pascual, dado el maná a nuestros padres.
Buen Pastor, pan verdadero, oh Jesús, ten piedad de
nosotros: tú nos pastoreas, nos defiendes, haznos ver el sumo
bien en la tierra de los vivos.
Tú que todo lo sabes y todo lo puedes, que nos guías aquí,
mortales, haz que seamos tus comensales, coherederos y com-
pañeros de los santos del cielo. Así sea. Aleluya. [Secuencia].

322.
EL CONVITE Y LOS INVITADOS 178
«Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza, Señor, mi roca salvadora, mi
alcázar, mi libertador; Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte» (Sal 18/17,2-3).

1° Jesús dijo esta parábola: «Un hombre daba un gran ban-


quete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó a
su criado a avisar a los convidados: “Venid, ya está preparado”.
Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo:
“He comprado un campo y necesito ir a verlo. Dispénsame, por
favor”. Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a BM2
probarlas. Dispénsame, por favor”. Otro dijo: “Acabo de casar- 290
me y, por ello, no puedo ir”. El criado volvió a contárselo a su
señor. Entonces el dueño de casa, indignado, dijo a su criado:
“Sal aprisa a las plazas y calles de la ciudad y tráete aquí a los
pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”. El criado dijo:
“Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio”.
Entonces el señor dijo al criado: “Sal por los caminos y sende-
ros, e insísteles hasta que entren y se llene mi casa. Y os digo

178 Título original: “Domingo II después de Pentecostés”.


LAS GRANDES ORACIONES 654

que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete”» (Lc


14,16-24).
Este señor nos recuerda al divino Salvador. La gran cena
indica la mesa eucarística. Es un gran banquete, considerando
quién invita: Dios mismo. Es grande por el alimento que se
sirve: las carnes del Cordero inmaculado, Jesús. Y grande
también por los efectos que este nutrimento aporta a las almas:
gozo espiritual, alivio en las fatigas, aumento de gracia y
santidad, unión más íntima del alma y su Dios. «Mi carne es
verdadera comida » (Jn 6,55). «Venid a mí todos los que estáis
cansados y agobiados, y yo os aliviaré» (Mt 11,28).
2° Los invitados son los hombres. Pero de éstos, hay quien
se abstiene de la comunión por orgullo: «He comprado un cam-
po y necesito ir a verlo» (Lc 14,18). En efecto, muchos conside-
ran una humillación acercarse al comulgatorio con las piadosas
BM2 mujeres y los pobres. Hay quien rehúsa la invitación de Jesús
291 por | avaricia: «He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a
probarlas» (Lc 14,19). Quienes tienen el corazón, el pensa-
miento y toda la actividad volcada en las riquezas no pueden
sentir el hambre de este alimento celeste.
Y luego, la lujuria tiene a muchos hombres alejados de la
comunión: «Acabo de casarme y, por ello, no puedo ir» (Lc
16,20). El hombre animal no gusta de los bienes espirituales.
3° El señor de la parábola, oído el rechazo de los invitados,
ordena al siervo, repetidamente, llamar al gran banquete a los
pobres, los cojos, los infelices, para que todos los puestos que-
den ocupados. Jesús ordena a los sacerdotes invitar a la comu-
nión a todos: pobres, mujeres, niños. Los humildes entienden y
corresponden a la divina invitación. Si somos humildes, el Se-
ñor nos hará comprender los gozos, las verdades, los bienes del
espíritu, qué tesoros de gracia se hallan en la Eucaristía. En la
comunión frecuente y bien hecha se recibe la prenda de salva-
ción.
El dueño de casa, para indicar la insistencia a usar con los
pobres y que participaran de la cena, usó esta expresión: “insís-
teles hasta que entren” (Lc 14,23); oblígales a entrar. Así debe
ser la práctica de los sacerdotes respecto a la comunión, como el
aviso general del Apóstol a su discípulo: «Proclama la palabra;
LAS GRANDES ORACIONES 655

insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con


toda magnanimidad y doctrina» (2Tim 4,2).
Jesús Maestro, tú tienes palabras de vida | eterna. Al anun- BM2
ciarnos la Eucaristía, nos prometiste el pan que alimenta la 292
vida espiritual.
Examen. – ¿Comulgo a menudo? ¿Con las disposiciones
debidas? ¿Tengo una fe viva? ¿Me acerco con humildad?
¿Confío en la bondad de Jesús?
Propósito. – Comulgaré frecuentemente, y con fe viva.
Oración. – Amorosísimo Jesús, veo que cuanto eres nos lo
has dado en la Eucaristía. También yo me doy del todo a ti, mi
bien sumo y eterno. Hazme sentir la suavidad de tu amor, atrá-
eme a ti; nutre mi alma; enciéndeme en tu amor; no permitas
que vuelva a separarme de ti.

323.
LA OVEJA PERDIDA 179
«Mírame, Señor, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido;
ensancha mi corazón oprimido y sácame de mis tribulaciones. Mira
mis trabajos y mis penas y perdona todos mis pecados; mira cuántos
son mis enemigos, que me detestan con odio cruel» (Sal 25/24,16-19).

1° «Solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pe-


cadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban,
diciendo: “Ese acoge a los pecadores y come con ellos”. Jesús
les dijo esta parábola: “¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas
y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto
y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la
encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al
llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice:
‘¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había BM2
perdido’. Os digo que así también habrá más alegría en el cielo 293
por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve
justos que no necesitan convertirse”» (Lc 15,1-10).

179 Título original: “Domingo III después de Pentecostés”.


LAS GRANDES ORACIONES 656

2° La epístola 180 nos exhorta a estar vigilantes contra el


demonio que continuamente insidia a las almas.
Pero, si con todo, el cristiano cae en la culpa, no desespere:
ahí está la divina misericordia. La bondad de Dios llama al
pecador. A Jesús le acusan de acoger a los pecadores y comer
con ellos. En efecto, atraidos por su bondad, muchos publicanos
y pecadores se acercaban a Jesús para escucharle. Además, él,
presentándose en la figura del buen Pastor, dijo: «¿Quién de
vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las
noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta
que la encuentra?» (Lc 15,4). Y un poco después: «¿O qué
mujer que tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende
una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la
encuentra?» (Lc 15,8). Cuando un alma ha caído en pecado, el
BM2 Señor hace sentir remordimientos, | invitaciones, inspiraciones;
294 llama con los hechos, con las personas, con las cosas.
La bondad de Dios acoge al pecador arrepentido. El buen
pastor, hallada la oveja descarriada, se la carga al hombro
alegremente; y, vuelto a casa, reúne a los amigos y vecinos
diciéndoles: “Alegraos, porque he encontrado la oveja que se
me había perdido”. Igualmente la mujer, una vez encontrada
la moneda perdida, reúne a las amigas y vecinas, diciendo:
“¡Alegraos conmigo!”. Pues así, en el cielo se hace una gran
fiesta entre los ángeles del Señor por un pecador que se
convierte. El Señor, con gran bondad, perdona al pecador y
le infunde un gran consuelo junto con su gracia.
Aún más: la bondad del Señor ayuda al pecador convertido a
perseverar en el buen camino. El hijo pródigo volvió a su sitio,
no como siervo, sino como hijo querido; san Pedro fue recon-
firmado en su oficio de pastor universal; san Agustín tuvo tales
gracias, después de la conversión, que se hizo ejemplo de peni-
tencia, obispo, doctor de la gracia.
3° «Cantaré eternamente las misericordias del Señor» (Sal
89/88,2). «Por las misericordias del Señor no hemos sido ani-
quilados» (Thren 3,22).181

180Texto de 1Pe 5,6-11.


181 “Threni” [Trenos] es el título dado por la Setenta a las Lamen-
taciones. – Las versiones modernas traducen así Lam 3,22: «No se agota
la bondad del Señor, no se acaba su misericordia».
LAS GRANDES ORACIONES 657

Examen. – ¿Dónde estaría yo a esta hora sin la especial mi-


sericordia de Jesucristo? ¡Qué grande fue al volver a llamarme,
al acogerme, al confortarme después de la caída! ¿He corres-
pondido? ¿Me he puesto en un camino de verdadera penitencia?
Propósito. – Me mantendré humilde, pues soy como un con- BM2
denado a muerte por delitos, ¡pero amnistiado! 295
Oración. – Señor, tú muestras tu omnipotencia especial-
mente con eludir los castigos y usar la misericordia: multiplica
en nosotros tu clemencia, para que a cuantos anhelan tus pro-
mesas les hagas partícipes de los bienes celestes. Por nuestro
Señor Jesucristo, que vive y reina contigo, en la unidad del
Espíritu Santo por todos los siglos. Así sea.

324.
LA PESCA MILAGROSA 182
«¿Cómo podrá un joven andar honestamente? Cumpliendo tus pala-
bras; te busco de todo corazón, no consientas que me desvíe de tus
mandamientos; en mi corazón escondo tus consignas, así no pecaré
contra ti» (Sal 119/118,9-11).

1° El evangelio de este domingo nos narra un episodio de


la vida de Jesucristo, de altísimo valor profético y espiritual.
«Una vez que la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír
la palabra de Dios, estando él de pie junto al lago de Genesaret,
vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que
habían desembarcado, estaban lavando las redes. Subiendo a
una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara
un poco de la tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la
gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Rema mar aden-
tro, y echad vuestras redes para la pesca”. Respondió Simón y
dijo: “Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no he-
mos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes”. Y,
puestos a la obra, hicieron una redada tan grande | de peces que
las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a
los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran
a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta
182 Título original: “Domingo IV después de Pentecostés”.
BM2
296 LAS GRANDES ORACIONES 658

el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se


echó a los pies de Jesús diciendo: “Señor, apártate de mí, que
soy un hombre pecador”. Y es que el estupor se había apodera-
do de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que
habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos
de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Y Jesús dijo a
Simón: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”.
Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, le
siguieron» (Lc 5,1-11).
2° Las turbas se arremolinaban en torno a Jesús, para escu-
charle; estaban sedientas de la verdad, y por eso el Maestro
divino las sacia. Jesús sube a una barca; era la de Pedro. En los
siglos futuros Jesús enseñará siempre desde la nave, figura de la
Iglesia; pero desde la nave de Pedro. Sólo en la Iglesia de Pedro
hay infalibilidad, porque en ella enseña Jesucristo. Ninguna de
las otras Iglesias, aun llamadas así, se da la infalibilidad, porque
sólo a Pedro le hizo Jesús la divina promessa: «Yo he pedido
por ti, para que tu fe no se apague. Y tú... confirma a tus herma-
nos» (Lc 22,32). Una vez terminado de hablar, Jesús ordena:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca» (Lc
5,4). Vendrá el día en que Pedro recibirá el mandato: «Id, y
BM2 haced discípulos a todos los pueblos» (Mt 28,19). ¡Qué ancho
297 es el mundo; y todo es de | Pedro! Es como un mar inmenso,
por todas partes trabajarán los pescadores de hombres, los após-
toles, bajo la guía de Pedro. La Iglesia tiene el derecho, así
como tiene el gran mandato, de predicar a todos, en nombre de
Jesucristo, las verdades reveladas.
Pedro, siempre franco, manifiesta a Jesús juntamente su
dificultad y su fe: «Maestro, hemos estado bregando toda la
noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré
las redes» (Lc 5,5). Sin la gracia, hasta la más sabia predicación
nada vale; en cambio si se obra con la fe en la divina ayuda, y
bajo la obediencia, los frutos serán abundantísimos, prodigio-
sos: el ciento por uno. El gran éxito de los apóstoles, que siendo
sólo doce, rudos y sin cultura humana, cambian el mundo, se
debe a la fe en su misión. Obedecen, y Jesús estuvo con ellos:
«Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los
tiempos» (Mt 28,20). La pesca fue milagrosa.
Pedro con sus compañeros llamó a los pescadores que esta-
ban en la otra barca, para que vinieran en ayuda a recoger la
LAS GRANDES ORACIONES 659

gran cantidad de peces. Pedro con los demás apóstoles, desde el


principio llamaron siempre a otros ayudantes: ordenaron diá-
conos, sacerdotes y obispos. Y éstos siempre, a lo largo de los
siglos, fueron enviados a las diversas partes del mundo; así se
constituyeron nuevas provincias eclesiásticas y nuevas diócesis,
porque crece continuamente el número de los fieles.
Pedro recibió con más claridad el anuncio de su misión:
«Desde ahora serás pescador de hombres» (Lc 5,10).
3° Maestro, sabemos que eres veraz y enseñas las sendas BM2
de Dios según verdad, porque no te guías por respetos huma- 298
nos... Sabemos que como tú eres el Maestro, nos has dado la
Iglesia Maestra; en ella está Pedro, y por medio suyo enseñas tú
mismo.
Examen. – ¿Cómo escucho la palabra de Dios? ¿La recibo
como venida de Jesucristo mismo? ¿Qué reverencia tengo hacia
los sacerdotes, los obispos, el Papa?
Propósito. – Cada domingo, oiré o leeré la explicación del
Evangelio.
Oración. – Señor, te doy gracias por la institución de la
Iglesia y del pontificado romano. Dame la gracia de tener
siempre los oídos abiertos a su enseñanza. Dame la gracia de
considerar siempre dignamente las encíclicas, los decretos, las
exhortaciones pontificias. La palabra de los hombres es bien
diversa de la palabra de tu vicario. Dame la gracia de estar
entre los hijos buenos que escuchan la palabra del Padre, entre
las ovejas dóciles que siguen al buen Pastor.
LAS GRANDES ORACIONES 660

325.
EL PERDÓN DE LAS OFENSAS 183
«Y por último, tened todos el mismo sentir, sed solidarios en el sufri-
miento, quereos como hermanos, tened un corazón compasivo y sed
humildes. No devolváis mal por mal, ni insulto por insulto, sino al
contrario, responded con una bendición, porque para esto habéis sido
llamados, para heredar una bendición» (1Pe 3,8-9).

1° La liturgia de este domingo mira al perdón de las ofen-


sas. Perdonar a los enemigos es un mandamiento grande y difí-
cil. Por eso suplicamos al Señor en el introito: «Escúchame, Se-
BM2 ñor, que te llamo, ten piedad, respóndeme; | no me deseches, no
299 me abandones, Dios de mi salvación» (Sal 27/26,7.9).
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Si vuestra jus-
ticia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis
en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos:
“No matarás”, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo:
todo el que se deja llevar por la cólera contra su hermano será
procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que
comparecer ante el Sanedrín, y si le llama “necio”, merece la
condena de la gehenna del fuego. Por tanto, si cuando vas a
presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que
tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda sobre el
altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces
vuelve a presentar tu ofrenda» (Mt 5,20-24).
2° La verdadera justicia, o santidad, debe ser mayor que la
de los escribas y fariseos, que hacían consistir todo en una vacía
exterioridad; enseñaban la venganza; no conocían la perfección
de la ley de la caridad predicada por Jesús. Por eso el divino
Maestro recuerda: «Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No
matarás”, y el que mate será reo de juicio» (Mt 5,21).
Jesús prohibe la ira, la injuria, el insulto, las acusaciones ca-
lumniosas, la malevolencia. También estos pecados tendrán el
BM2 castigo divino. Es evidente: Jesús quiere el perdón de las ofensas;
300 y | declara abiertamente que Dios no acepta las ofrendas de un

183 Título original: “Domingo V después de Pentecostés”.


LAS GRANDES ORACIONES 661

corazón vengativo: «Si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre


el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas
contra ti, deja allí tu ofrenda sobre el altar y vete primero a
reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu
ofrenda» (Mt 5,23-24). Ni siquiera la comunión es agradable a
Dios cuando se odia y se incuba la venganza en el corazón.
David se veía perseguido injustamente por Saúl, dominado
por sus celos. Y bien, huyendo de Saúl, David entró una tarde,
cansado, en una cueva en la que el rey se había retirado poco
antes a dormir. Uno de los compañeros de David le instigó a
vengarse y matar al rey. David respondió: «No alargaré mi
mano contra el ungido del Señor». Sólo cortó la orla del manto
de Saúl, y a la mañana siguiente se la mostró desde lejos al rey,
que se conmovió y se reconcilió con el generoso David. Pero
después Saúl recayó en el mismo furor celoso; nuevamente
David, fugitivo, tuvo otra ocasión de matar al rey, habiéndole
encontrado dormido; pero se contentó con apoderarse de la
lanza, en prueba de que le amaba y perdonaba.
Hay que perdonar y dar señales normales de benevolencia,
rezar por quien nos persigue, no pagar mal por mal.
3° Oh Dios de caridad y de misericordia, es bien justo que
perdonemos al prójimo pequeñas ofensas, nosotros que tantas
veces hemos sido perdonados por ti de muchos y graves peca-
dos. Humildemente | te diremos siempre en el Páter: «Perdona BM2
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que 301
nos ofenden» (Mt 6,12).
Examen. – ¿Tengo quizás en mi corazón rencores, celos?
¿Alimento el espíritu de venganza? ¿Me he vengado con pala-
bras, con acciones? ¿He hecho bien a quien me ofendió?
Propósito. – Sin sopesar de qué parte esté el fallo, quiero ser
el primero en encontrarme y dar señales de paz a quien me
causó disgusto.
Oración. – Jesús, divino Maestro, que desde lo alto de la
cruz dijiste: “Padre, perdónales (a los crucifixores) porque no
saben lo que hacen”, forma en mí un corazón bueno, miseri-
cordioso. Bendice a quien nutre malevolencia contra mí; libra
del mal a todos; a todos concédeles perdón y salvación. En el
cielo reinará únicamente la caridad; ¡aléjese de la tierra el
LAS GRANDES ORACIONES 662

odio!, tengan todos un solo corazón «para que sean una sola
cosa».

326.
LA DIVINA PROVIDENCIA 184
«El Señor es fuerza para su pueblo, apoyo y salvación para su ungido.
Salva a tu pueblo y bendice tu heredad, sé su pastor y llévalos siem-
pre» (Sal 28/27,8-9).

1° La multiplicación de los panes, narrada en el evangelio


de hoy, nos recuerda la inefable providencia de Dios.
«Por aquellos días, como de nuevo se había reunido mucha
gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les
BM2 dijo: “Siento | compasión de la gente, porque llevan ya tres días
302 conmigo y no tienen qué comer, y si les despido a sus casas en
ayunas, van a desfallecer por el camino. Además, algunos han
venido desde lejos”. Le replicaron sus discípulos: “¿Y de dónde
se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para saciar a tantos?”.
Él les preguntó: “¿Cuántos panes tenéis?”. Ellos contestaron:
“Siete”. Mandó que la gente se sentara en el suelo y tomando
los siete panes, dijo la acción de gracias, los partió y los fue
dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron
a la gente. Tenían también unos cuantos peces; y Jesús pro-
nunció sobre ellos la bendición, y mandó que los sirvieran
también. La gente comió hasta quedar saciada: eran unos cuatro
mil y les despidió» (Mc 8,1-9).
2° San Agustín observa: Nos produce admiración el hecho
evangélico en el que se narra cómo el Salvador con siete panes
y pocos peces sació a unas cuatro mil personas. En cambio no
nos impresiona cómo el Señor, cada día, sacia a la humanidad
entera [que resulta, hoy, de más de dos mil millones de perso-
nas...].185 ¿Por qué? En el primer caso, el modo es raro; en el
segundo, habitual; y sin embargo es más grandioso.
El Señor nutre a las aves del aire, viste de variantes colores los
lirios; manda el sol y la lluvia sobre buenos y malos; regula el

184 Título original: “Domingo VI después de Pentecostés”.


185 Este paréntesis, obviamente, no es de san Agustín.
BM2
303
LAS GRANDES ORACIONES 663

curso de las estaciones; piensa en los huérfanos, los viejos, los


enfermos. Todos sus hijos deben encontrar techo, vestido, pan.
Deben vivir y ganarse el paraíso. Los hombres tantas veces | im-
piden la acción de la Providencia: está el ocioso que no trabaja; el
glotón que se da a la buena vida; el parásito que chupa la sangre
al prójimo; el tramposo que especula con el hermano; el sem-
brador de ruinas que destruye el don de Dios. Y no obstante ello,
la bondad de Dios es invencible: cuando se reza, se trabaja, se
atemperan las pasiones desarregladas... el Señor no falta: «Nunca
he visto a un justo abandonado ni a su linaje mendigando el pan»
(Sal 36/37,25). Los caminos de Dios son admirables: ordinaria-
mente el Señor provee bendiciendo el trabajo del hombre; a quien
no puede trabajar le hace llegar el pan a través de la caridad; en
casos especiales interviene incluso con milagros. Observamos,
pues, familias que viven de un trabajo honrado, institutos y casas
de beneficencia donde ni se siembra ni se cosecha, pero llega, a
veces con abundancia, el pan de cada día, a montones para las
necesidades extraordinarias.
A la divina Providencia le debemos: fe, reconocimiento, co-
operación, oración. Fe, porque es una verdad revelada y pro-
puesta así por la Iglesia. Reconocimiento, que debe florecer en
nuestro corazón y manifestarlo al Señor. Cooperación, pues di-
ce san Pablo: “Si alguno no quiere trabajar, que no coma” (2Tes
3,10). Dios ha dado al hombre la tierra y la capacidad de cul-
tivarla: «Ut operaretur terram» 186 (Gén 3,23). Oración, útil es
en especial la petición del Padrenuestro: «Danos hoy nuestro
pan de cada día» (Mt 6,11).
3° ¡Bendito sea el Padre celeste por su | admirable provi- BM2
dencia con sus hijos! ¿Quién no agradecerá a la divina bondad, 304
después de haber comido? ¿Y qué amor no merece Dios por las
innumerables señales de amor dadas en nuestra vida?
Examen. – ¿Confío en la divina Providencia? ¿Soy agrade-
cido? ¿Acostumbro a decir «Deo gratias»? 187 ¿Trabajo según
mis fuerzas y mi posición? ¿Ruego al Señor por mí y por todos
los hombres?
Propósito. – Considerando los beneficios de Dios, me
incitaré a amarle siempre más y a servirle siempre mejor.
186 «Para que labrase el suelo».
187 «(Doy, damos) gracias a Dios».
LAS GRANDES ORACIONES 664

Oración. – Oh Señor cuya providencia nunca falla en tus de-


signios, te pedimos que alejes toda adversidad y nos concedas
en cambio cuanto nos es útil. Por nuestro Señor Jesucristo que
vive y reina contigo en la unidad del Epíritu Santo por toda la
eternidad. Así sea.
LAS GRANDES ORACIONES 665

327.
POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS 188
«Cuando erais esclavos del pecado, erais libres en lo que toca a la
justicia. ¿Y qué fruto obteníais entonces? Cosas de las que ahora os
avergonzáis, porque conducen a la muerte. Ahora, en cambio, libe-
rados del pecado y hechos esclavos de Dios, dais frutos para la
santidad que conducen a la vida eterna. Porque la paga del pecado es
la muerte, mientras que el don de Dios es la vida eterna en Cristo
Jesús, Señor nuestro» (Rom 6,20-23).

1° En este domingo se nos hace considerar la necesidad de


las buenas obras. Cada hombre, dice Fillion, es como un árbol
que produce todo género de frutos; para juzgarlo, basta consi-
derar sus frutos, o sea la conducta, las acciones, la vida. Ahí se
revela lo íntimo del alma.
«Dijo Jesús a sus discípulos: Cuidado con los profetas fal-
sos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos ra- BM2
paces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas 305
de las zarzas o higos de los cardos? Así, todo árbol sano da fru-
tos buenos, pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano
no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos.
El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es
decir, que por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice
“Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace
la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mt 7,15-21).
2° Falsos profetas son los compañeros, los maestros, los
cabecillas, los periódicos malos. Lisonjean, enviscan con bue-
nos modos, pero esconden sus maliciosas miras y su corazón
perverso: piel de oveja, ánimo de lobos rapaces. Hay quien ha-
bla bien, pero obra mal. Antes de pretender quitar la pajita del
ojo del hermano, ¡sáquense la viga del proprio! El mercenario
no es el buen pastor. El escritor que halaga al lector, no observa
los derechos de la verdad.
Por los frutos se conoce la planta: el trigo no se cosecha de
las ortigas, ni la uva del espino, ni el higo de las zarzas. Si os
asomáis a un pozo y notáis un odor repugnante, juzgáis que
tiene agua putrefacta. Igualmente, si de una boca salen palabras

188 Título original: “Domingo VII después de Pentecostés”.


LAS GRANDES ORACIONES 666

maliciosas, os cercioráis de que el corazón está podrido; porque


«del corazón salen los pensamientos perversos, homicidios,
adulterios, fornicaciones» (Mt 15,19). Una mala conducta, los
BM2 desórdenes, el pecado | descubren la raíz perversa; una buena
306 conducta, la vida virtuosa, las acciones buenas demuestran una
raíz sana.
¿Tal vez ante Dios es suficiente la fe? ¿Basta alguna oración,
invocaciones vacías? No, es preciso cumplir la divina voluntad;
son necesarias las obras. «El que hace la voluntad de mi Padre
entrará en el reino de los cielos» (Mt 7,21). Se requiere cumplir
la voluntad divina cada día.
3° Maestro divino, me suena amenazadora al oído tu sen-
tencia: «El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fue-
go» (Mt 7,18). Son ya tan numerosos mis años, ¡y aún no he
hecho nada! Temo la sentencia: «¿Por qué esta higuera ocupa
[inútilmente] el terreno? ¡Cortadla!» (Lc 13,7).
Examen. – Mis obras ¿muestran en mi corazón una fe viva y
una caridad sincera?
Propósito. – Antes de dar confianza a una persona, exa-
minaré su vida.
Oración. – Divino Espíritu, fortifica mi voluntad para que yo
obre de acuerdo con la fe. Ilumina mi mente con el don del
consejo, para que yo elija entre mil a mi amigo.

328.
UNA SANTA ASTUCIA 189
«Escuchad, reyes, y entended; aprended, gobernantes de los confines
de la tierra. Prestad atención, los que domináis multitudes y os sentís
orgullosos de tener muchos súbditos: el poder os viene del Señor y la
soberanía del Altísimo. Él examinará vuestras acciones y sondeará
vuestras intenciones» (Sab 6,1-3).

1° El evangelio de este domingo nos enseña la sagacidad,


la prudencia, la previdencia y una santa astucia para adquirir los
bienes eternos.

189 Título original: “Domingo VIII después de Pentecostés”.


LAS GRANDES ORACIONES 667

«Decía Jesús a sus discípulos: Un hombre rico tenía un ad- BM2


ministrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes. 307
Entonces le llamó y le dijo: “¿Qué es eso que estoy oyendo de ti?
Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás
seguir administrando”. El administrador se puso a decir para sí:
“¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración?
Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo
que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración,
encuentre quien me reciba en su casa”. Fue llamando uno a uno a
los deudores de su señor, y dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi
amo?”. Respondió: “Cien barriles de aceite”. Él le dijo: “Toma tu
recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”. Luego dijo a otro:
“Y tú, ¿cuánto debes?”. Respondió: “Cien fanegas de trigo”. Le
dice: “Toma tu recibo y escribe ochenta”. Y el amo alabó al ad-
ministrador injusto, porque había actuado con astucia. Cierta-
mente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia
gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: Ganaos amigos con el
dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las
moradas eternas» (Lc 16,1-9).
2° El administrador de la parábola es condenado por su
conducta, pues se dice que disipó los bienes del dueño, trató de
defraudarle, buscando la cooperación de otros, pretendiendo
vivir siempre sin trabajar y a base de engaños; en fin, fue un
administrador infiel; hijo del mundo.
¡De los perversos no hay que aprender el mal!
Hay sin embargo una cosa que sí puede aprenderse de ellos: BM2
la prudencia, la astucia, la previdencia. Los malos, en su campo, 308
es decir en obrar mal, usan más astucia que los buenos en cum-
plir el bien. Hay quien, si se le corrige, en vez de enmendarse
estudia cómo encubrir el pecado, tal vez con otro incluso más
grave.
Así, apenas haber surgido las invenciones de prensa, radio,
cine, enseguida y de mil maneras los hijos de las tinieblas se
valen de ellas para sus propios fines inconfesables. Aquel comer-
ciante avaro ¡cuántas estratagemas y artes usa para asegurarse
mayores ganancias! No es siempre así en los buenos para acre-
centar los méritos, para servirse de la prensa o la radio a gloria de
Dios y bien de las almas, para buscar siempre nuevos derroteros
y medios más eficaces con que extender el reino de Dios.
LAS GRANDES ORACIONES 668

Seamos negociantes sensatos; aprovechemos todas las oca-


siones para aumentar el número de los méritos; obremos el bien
con ardor, constancia, santa obstinación. ¿Deberá decirse siempre
que los hijos de las tinieblas son más prudentes que los hijos de la
luz? Aunque hayamos sido malos en el pasado, podemos poner en
práctica el arte divina de sacar el bien del mal. La mala vida pasada
puede ser un medio para el ejercicio de la humildad, de la pacien-
cia, de la prudencia, de la caridad.
3° Ojalá me aproveche, oh Señor, cualquier aviso tuyo
para corregirme, enmendarme y santificarme.
BM2 Examen. – ¿Soy sagaz, prudente, | santamente astuto? ¿Soy
309 previdente? ¿Sé aprender del pasado?
Propósito. – «Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para
que, cuando os falte, [cuando muráis, los amigos] os reciban en
las moradas eternas» (Lc 16,9).
Oración. – Señor, nos has enseñado a sacar el bien de donde
había abundado el mal: infúndenos el don del consejo y de la
prudencia celeste, para que cumplamos tu precepto: «Sed pru-
dentes como serpientes». Tú has hecho sobreabundar la gracia
donde había abundado el pecado: danos tu espíritu para que
seamos tus hijos y podamos llegar a nuestra deseada patria del
cielo.

329.
EL LLANTO SOBRE JERUSALÉN 190
«Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del
Señor es límpida y da luz a los ojos; la voluntad del Señor es pura y
eternamente estable; los mandamientos del Señor con verdaderos y
enteramente justos; más preciosos que el oro, más que el oro fino; más
dulces que la miel de un panal que destila. Aunque tu siervo vigila
para guardarlos con cuidado, ¿quién conoce sus faltas? Absuélveme
de lo que se me oculta» (Sal 19/18,9-13).

1° Corresponder a las gracias de Dios y temer los castigos


reservados a los obstinados, son los dos frutos que debemos co-

190 Título original: “Domingo IX después de Pentecostés”.


LAS GRANDES ORACIONES 669

sechar de la santa Misa de hoy. El Señor es Padre bueno, que


nos sigue con tanta bondad, desea salvarnos, nos quiere santos.
Pero ¡ay de quien se hace el sordo a sus invitaciones e ins-
piraciones!
Ningún pueblo fue tan favorecido por Dios como Israel,
llamado el pueblo elegido por excelencia. Ninguna ciudad de
Israel gozó de tantos cuidados por parte del Salvador como Jeru- BM2
salén. Israel se obstinó; | Jerusalén fue sorda a las amorosas invi- 310
taciones de Jesús; y prepararon su crucifixión y muerte.
He aquí el evangelio de hoy. «Al acercarse y ver la ciudad
[Jerusalén], Jesús lloró sobre ella, mientras decía: “¡Si recono-
cieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora
está escondido a tus ojos. Pues vendrán días sobre ti en que tus
enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco
de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán
piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita”.
Después entró en el templo y se puso a echar a los vendedores,
diciéndoles: “Está escrito: ‘Mi casa será cada de oración’; pero
vosotros la habéis hecho cueva de bandidos”. Todos los días
enseñaba en el templo» (Lc 19,41-47).
2° También la epístola habla claramente de la ingratitud de
los hebreos caídos en la idolatría mientras atravesaban el de-
sierto, adorando el becerro de oro.
«Hermanos, no codiciemos el mal como lo codiciaron ellos
(los judíos), no seáis idólatras como algunos de ellos, según
está escrito: ‘El pueblo se sentó a comer y beber y se levan-
taron a divertirse’. No forniquemos, como fornicaron algunos
de ellos y cayeron en un solo día veintitrés mil. Y no tentemos
a Cristo, como le tentaron algunos de ellos, y murieron mordi-
dos por las serpientes. | Y no murmuréis, como murmuraron BM2
algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador. 311
Todo esto les sucedía alegóricamente y fue escrito para es-
carmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última
de las edades. Por lo tanto, el que se crea seguro, cuídese de
no caer. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea de
medida humana. Dios es fiel y no permitirá que seáis tentados
por encima de vuestras fuerzas, sino que con la tentación hará
que encontréis también el modo de poder soportarla» (1Cor
10,6-13).
LAS GRANDES ORACIONES 670

3° Entre los hebreos, muchos correspondieron a las gracias


del Señor y se salvaron. En el pueblo elegido, Dios tuvo siervos
fieles que alcanzaron la santidad. También cuando Jesucristo
predicó su celeste doctrina, le acogieron muchos, como los após-
toles y numerosos hebreos. Hoy se repite lo mismo: hay quien
tiene oídos y no oye; hay quien tiene lengua y no ora. Por el con-
trario, 191 hay almas buenas que escuchan, oran, practican y se
salvan.
Examen. – ¿Soy sensible a la divina gracia? ¿Correspondo a
las buenas inspiraciones?
Propósito. – Debo escuchar, meditar, recabar fruto de este
texto evangélico. Rezaré para que la palabra de Dios no caiga
en un corazón insensible.
Oración. – Espíritu divino, enséñame lo que Jesús predicó.
BM2 Dame inteligencia para | entender; memoria para recordar;
312 voluntad dócil para practicar; corazón generoso para corres-
ponder a tus invitaciones. Quítame el corazón de piedra para
sustituirlo con un corazón sensible.

330.
EL FARISEO Y EL PUBLICANO 192
«Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; no te
acuerdes de los pecados ni de las maldades de mi juventud; acuérdate
de mí con misericordia, por tu bondad, Señor» (Sal 25/24,6-7).

1° La liturgia de este domingo enseña el verdadero espíritu


de la humildad cristiana: dar a Dios lo que es de Dios; y dar al
hombre lo que es del hombre. La vida sobrenatural es toda ella
exclusivamente un don otorgado al hombre con sobreabundan-
cia. El orgullo es el enemigo de Dios, el ladrón de la gloria
debida sólo a él.
«Jesús dijo esta parábola a algunos que confiaban en sí mis-
mos por considerarse justos y despreciaban a los demás: Dos

191 En el original italiano hay un término un poco arcaico.


192 Título original: “Domingo X después de Pentecostés”.
LAS GRANDES ORACIONES 671

hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro,


publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh
Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres:
ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano.
Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que
tengo”. El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atre-
vía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho,
diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”. Os digo
que éste bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el
que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enal-
tecido» (Lc 18,9-14).
2° San Agustín comenta: Yo, dice el fariseo, soy justo y BM2
todos los demás son pecadores. Y la vista del publicano le da 313
pie para una mayor soberbia. Éste, dice en efecto el fariseo, es
como todos los otros hombres, pero yo soy diverso de él por las
obras de justicia; por eso no soy un pecador. Buscad en estas
palabras lo que está pidiendo al Señor, y no encontraréis nada;
él cree tener ya suficientes méritos. Habiendo subido al templo
para orar, no pide nada al Señor, no presenta ninguna súplica;
no hace sino alabarse a sí mismo, y llega a insultar a quien real-
mente oraba. El publicano se mantiene lejos, el conocimiento de
su humildad 193 le acerca al Señor, le pone de veras junto a Dios.
No levanta los ojos, pero, golpeándose el pecho. se atrae la mi-
rada benigna de Dios,. La conciencia le abate, pero la confiada
esperanza le eleva: «Se golpeaba el pecho» (Lc 18,13) «Os digo
que éste bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el
que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enalte-
cido» (Lc 18,14). Dice Pascal: «Hay dos categorías de hombres:
los que se consideran culpables de todas las faltas, y son los
santos; y los que se creen justos y buenos, y son los pecadores».
3° Todo viene de Dios: sin él, nada; ni en el orden de la
naturaleza, ni en el orden de la gracia, ni en el orden de la gloria.
A Dios solo, pues, todo honor y gloria. De mí, el pecado, la
ofensa a Dios, la deuda con la divina Justicia. El | pecado es BM2
producto sólo mío; es mi terreno propio; Dios no entra ahí. 314

193 Es decir, de su mezquindad.


LAS GRANDES ORACIONES 672

Examen. – Yo no rezo bien, porque no soy humilde. La ora-


ción es el acto de quien no tiene, y por eso pide; el acto del po-
bre dirigido a Dios infinitamente rico para quien le invoca.
Propósito. – Antes de rezar humillaré mi alma ante Dios.
Oración. – Heme aquí, oh Señor: ante ti soy el pobre en pre-
sencia del único Rico; soy el débil ante el único Potente; soy el
hijo pecador ante el Padre ofendido. Confío en ti; estoy seguro
de no quedar confundido. Ayúdame a pensar según verdad; a
desear según justicia; a confiar en tu misericordia. Repetiré a
menudo: Tú, oh Señor, lo eres todo; yo, nada.
LAS GRANDES ORACIONES 673

331.
HE OÍDO TU ORACIÓN 194
«El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace
recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas» (Sal 23/22,1-2).

1° En la liturgia de este domingo la Iglesia enseña que el


Señor da su ayuda a quien se la pide confiadamente.
Así dice el texto evangélico:
«Dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino
del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron
un sordo, | que, además, apenas podía hablar; y le piden que le
imponga la mano. Él, apartándole de la gente, a solas, le metió BM2
los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mi- 315
rando al cielo, suspiró y dijo: Effetá (esto es “ábrete”). Y al mo-
mento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y
hablaba correctamente. Él les mandó que no lo dijeran a nadie;
pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo procla-
maban ellos. Y en el colmo del asombro decían: “Todo lo ha
hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”» (Mc
7,31-37).

2° «El Señor es mi fuerza y mi escudo: en él confía mi co-


razón; me socorrió, y mi corazón se alegra y le canta agra-
decido...» (Sal 28/27,7), dice il gradual. 195 Y la antífona del
ofertorio (Sal 30/29,2-3) añade: «Te ensalzaré, Señor, porque
me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor Dios mío, a ti grité y tú me sanaste».
El Oficio divino habla estos días de Ezequías, que puso la
confianza en el Señor, y no hubo rey igual a él. Cuando Sena-
querib, rey de Asiria, quería apoderarse de Jerusalén, Ezequías
subió al templo y elevó al Señor plegarias puras y santas.
Entonces el profeta Isaías le dijo a Ezequías que no temiera,
pues Dios iba a defender su reino. El ángel del Señor golpeó
de peste a 185.000 hombres asirios, y el resto del ejército huyó
aterrorizado. Ezequías cayó también gravemente enfermo e
Isaías le anunció la muerte. Pero Ezequías oró fervorosamente,

194 Título original: “Domingo XI después de Pentecostés”.


195 Salmo responsorial.
LAS GRANDES ORACIONES 674

y he aquí que el Señor le mandó de nuevo el profeta | a anun-


BM2 ciarle la curación: «He escuchado tu plegaria y he visto tus
316 lágrimas. Yo voy a curarte, al tercer día subirás al templo del
Señor» (2Re 20,5). De hecho el rey sanó y reinó aún quince
años.
En el evangelio, el sordomudo ruega, trámite sus amigos y
por medio de su misma presencia y aspecto. Los pobres, presen-
tándose ante los ricos con sus harapos y una actitud suplicante,
expresan toda su necesidad y toda su esperanza. Jesús, tocando
los oídos del sordomudo y la lengua con un poco de saliva, le
curó. Enseguida el sordomudo oyó y habló correctamente. El
pueblo estaba fuera de sí por la admiración y el entusiasmo
hacia Jesús que hizo oír a los sordos y hablar a los mudos.
3° ¡Dichoso quien invoca a Jesús y espera su ayuda! Dios
escucha a quien le suplica, dándole más de cuanto le pide. El
Señor, concediendo con generosidad, no se priva de nada, pues
goza con dar, satisface una necesidad de su ser: la bondad es de
suyo difusiva. Pedir muchas y grandes gracias da honor y placer
a Dios.
Nuestras oraciones nunca son inútiles: «Lo que pidáis en mi
nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el
Hijo» (Jn 14,13). Tres son las condiciones:
a) Pedir en estado de gracia y pedir por nosotros; la oración
por los otros y la de los pecadores no son tan seguras. Y quien
esté en pecado pida para ponerse en gracia de Dios. |
BM2 b) Pedir cosas útiles, o al menos no perjudiciales para nues-
317 tra salvación eterna.
c) Orar con humildad, confianza, perseverancia.
Examen. – Mi oración ¿tiene las debidas condiciones?
Propósito. – Recordaré la máxima de san Alfonso de Ligo-
rio: «Quien ora se salva; quien no ora se condena».
Oración. – Dios omnipotente y eterno, que por la abun-
dancia de tu bondad, superas los méritos y deseos de quienes te
invocan, efunde en nosotros tu misericordia, perdona lo que la
conciencia teme y, más aún, concede lo que la oración no osa
esperar. Por nuestro Señor Jesucristo.
LAS GRANDES ORACIONES 675

332.
EL BUEN SAMARITANO 196
«Ciertamente, apenas habrá quien muera por un justo; por una persona
buena tal vez se atrevería alguien a morir; pues bien: Dios nos demos-
tró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió
por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su
sangre, seremos por él salvados del castigo!» (Rom 5,7-9).

1° Este domingo, la sagrada liturgia nos hace considerar la


obra de Jesucristo y la obra de la Iglesia para salvar las almas.
No son dos misiones, sino una sola.
En efecto, el evangelio nos dice:
«Volviéndose a sus discípulos, Jesús les dijo aparte: “¡Bien-
aventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os
digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros BM2
veis, y no lo | vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron”. 318
En esto se levantó un maestro de la ley y le preguntó: “Maestro,
¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”. Él le dijo:
“¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?”. Él respondió:
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu
alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu prójimo
como a ti mismo”. Él le dijo: “Has respondido correctamente.
Haz esto y tendrás la vida”. Pero el maestro de la ley, queriendo
justificarse, dijo a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?”. Respondió
Jesús diciendo: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó
en manos de unos bandidos, que le desnudaron, le molieron a
palos y se marcharon, dejándole medio muerto. Por casualidad,
un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verle, dio un rodeo y
pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio:
al verle, dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que
iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verle, se compadeció, y
acercándose le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y,
montándole en su propia cabalgadura, le llevó a una posada y le
cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posa-
dero y le dijo: ‘Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pa-
garé cuando vuelva’. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido
196 Título original: “Domingo XII después de Pentecostés”.
LAS GRANDES ORACIONES 676

prójimo del que cayó en manos de los bandidos?”. Él le dijo:


“El que practicó la misericordia con él”. Jesús le dijo: “Anda y
haz tú lo mismo”» (Lc 10,23-37).
BM2 2° Comprende el Evangelio quien lo acoge con | la senci-
319 llez del niño; mientras los soberbios de corazón se quedan en la
ignorancia y en la oscuridad de las cosas espirituales y celes-
tiales.
Este hombre que de Jerusalén baja a Jericó, indica a Adán,
que salió de las manos de Dios. El cielo está figurado por la
ciudad de Jerusalén. Adán había sido creado inocente y santo,
es decir dotado también de una vida sobrenatural; pero chocó
con el demonio que le asaltó, le despojó de todos los bienes
sobrenaturales y le hirió en su misma naturaleza humana, aun
dejándole todavía vivo.
El sacerdote hebreo y el levita que pasan junto al herido y
siguen adelante, sin ofrecerle alivio alguno, representan la ley
mosaica y el sacerdocio con el sacrificio hebreo. Eran buenos,
pero no podían devolver al hombre la vida sobrenatural.
El Hijo de Dios, infinitamente perfecto, estaba infinita-
mente también lejos del hombre. Pero bajó del cielo y se unió
al hombre de modo tan íntimo que no cabe pensarse más: aso-
ció la naturaleza humana a la divina en la unidad de persona.
Él lavó con su sangre las llagas espirituales del hombre: le cu-
ró con el aceite de la gracia y el vino de la Eucaristía. Después
lo entregó a la Iglesia, indicada en el posadero, diciendo «Cuí-
dale» (Lc 10,35), porque él debía volver al Padre. Al posadero
le dio dos denarios representando los sacramentos del bautis-
mo y de la Eucaristía. Y la Iglesia desempeña su mandato,
BM2 siendo una sociedad divina para los hombres. Su | misión la
320 ejerce mediante la predicación de las verdades cristianas, el
gobierno espiritual de las almas, la santificación especialmente
con los sacramentos. Jesús es verdaderamente el Salvador:
«Jesus hóminum Salvátor».197
Él ejercitó su misión, como persona física en su vida terrena;
y la ejerce por los siglos como persona mística que es la Iglesia
en la historia actual.

197 «Jesús salvador de los hombres». La expresión latina traduce el

monograma representado a menudo por JHS.


LAS GRANDES ORACIONES 677

3° Cada uno de nosotros debe imitar a Jesucristo acercán-


dose a los hermanos para salvarles: «A cada uno mandó cuidar
de su prójimo» (Sir 17,12 Vulg); algunos se acercaron al próji-
mo para maltratarlo; otros se muestran del todo indiferentes de
la salvación de los hermanos.
El apostolado de la oración, del ejemplo, de la palabra, de
las ediciones, de las obras, nos hacen acercarnos al prójimo para
su edificación, salvación y santidad.
Examen. – ¿Ejercito un verdadero apostolado? ¿Santifico o
llevo el bien allá donde llego y a cualquiera que encuentro?
Propósito. – Propongo dejar una buena impresión en todos
aquellos a quienes me aproxime.
Oración. – Oh Jesús, Salvador del mundo: mira a tantas
ovejas dispersas y encaminadas por senderos de ruina eterna.
Salva a todos del pecado; salva a todos de la eterna perdición.
Enciende de celo nuestro corazón. Concédenos ejercitar el
apostolado de la oración, | del ejemplo, de la edición. Haz que BM2
yo reflexione siempre sobre la cuenta que deberé dar por tantas 321
ocasiones y posibilidades de bien. Multiplica los llamados al
apostolado y santifícalos con tu gracia. Oh Jesús, pastor eterno
de nuestras almas, manda buenos obreros a tu mies.

333.
UNO SOLO VOLVIÓ A DAR GRACIAS 198
«Nosotros debemos dar continuas gracias a Dios por vosotros, her-
manos amados del Señor, porque Dios os escogió los primeros para la
salvación mediante la santificación del Espíritu y la fe en la verdad»
(2Tes 2,13).

1° En la santa Misa, cada día, el sacerdote invita al pueblo


a dar gracias al Señor: «Demos gracias al Señor nuestro Dios».
Y el pueblo responde: «Es digno y necesario». La Iglesia nos
hace reflexionar, de modo especial, sobre el deber del recono-
cimiento. Dice en efecto el evangelio:

198 Título original: “Domingo XIII después de Pentecostés”.


LAS GRANDES ORACIONES 678

«Una vez, yendo camino de Jerusalén, pasaba Jesús entre


Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron
a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos
le decían: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”. Al ver-
les, les dijo: “Id a presentaros a los sacerdotes”. Y sucedió que,
mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, vien-
do que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gri-
tos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gra-
cias. Era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: “¿No han
quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No
ha habido quien volviera a dar | gloria a Dios más que este ex-
tranjero?”. Y le dijo: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado”» (Lc
17,11-19).
2° Los leprosos, asegurados por Jesús de su curación, fue-
ron a que la constataran los sacerdotes. Quedaron curados. Pero
sólo uno volvió a dar gracias.199
El agradecimiento es un acto de justicia: a quien te da, ofré-
cele al menos lo que te es posible.
El agradecimiento es un acto de humildad: uno reconoce que
no le pertenece lo que posee, sino que es gratuita liberalidad.
Es un secreto para obtener otros beneficios: en efecto, quien
puede dar propendrá más fácilmente a prodigarse con quien se
muestra agradecido.
Es un mérito, pues Dios recompensa este acto virtuoso.
Es el segundo de los actos de religión: efectivamente, el pri-
mero es adorar; el segundo, agradecer; el tercero, propiciar; el
cuarto, pedir.
Es señal de un ánimo noble, franco, educado: a los desa-
gradecidos los detestan Dios y los hombres.
3° En verdad es justo y necesario, nuestro deber y sal-
vación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno. Por eso cada mañana debe subir
hacia ti el perfume de mi oración en olor de suavidad. Hemos
de exclamar: «¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha
BM2 hecho? Alzaré la copa | de la salvación, invocando su nombre»
323 (Sal 116/115,12-13).

199 Con esta última expresión hemos sintetizado el texto evangélico,

para no repetirlo.
LAS GRANDES ORACIONES 679

Examen. – ¿Soy agradecido a Dios, a los padres, a los supe-


riores, a los bienhechores, a los amigos?
Propósito. – Propongo dejar una buena impresión en todas
las personas con las que entraré en contacto.
Oración. – Deo gratias! por todo. Oh Señor, te lo debo todo:
el alimento, el aire, el alma, el cuerpo, la existencia, la Iglesia,
la vida espiritual. Así pues, ¡bendito seas, Señor! ¡Bendito sea
tu santo nombre, bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y
verdadero hombre! ¡Bendita sea la santísima Virgen! Ahora y
siempre en la eternidad. Allí confío en agradeceros como te es
debido, unido a todos los ángeles y santos del paraíso.

334.
PRIMERO EL REINO, DESPUÉS EL CUERPO 200
«Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi
carne retozan por el Dios vivo. Hasta el gorrión ha encontrado una
casa, y la golondrina un nido donde colocar sus polluelos: tus altares,
Señor de los Ejércitos, rey mío y Dios mío» (Sal 84/83,3-4).

1° El cuidado del cuerpo y el cuidado del alma los explica


el evangelio de la Providencia que leemos hoy. El cristiano, pri-
mero busque para el alma el reino de Dios y su santidad; luego
tenga moderado cuidado del cuerpo; Dios proveerá amorosa-
mente al uno y a la otra.
Dice el evangelio: «Nadie puede servir a dos señores. Por-
que despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedi-
cará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a BM2
Dios y al | dinero. Por eso os digo: no estéis agobiados por 324
vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo
pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el
alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros del
cielo: no siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo,
vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más
que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá
añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por
el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan
200 Título original: “Domingo XIV después de Pentecostés”.
LAS GRANDES ORACIONES 680

ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba


vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en
el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará
mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis ago-
biados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué
os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe
vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad
sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará
por añadidura» (Mt 6,24-33).
2° El primer cuidado es para el alma: «La vida ¿no vale
más que el alimento?» (Mt 6,25). «Buscad el reino de Dios y
su justicia; y todo esto se os dará por añadidura» (Mt 6,33).
Dice san Agustín: «El Señor quiere hacernos recordar que
creándonos y formándonos de alma y de cuerpo nos ha dado
mucho más que el alimento y el vestido. Él no quiere que los
BM2 cuidados de estas cosas dividan nuestro corazón». Fuimos
325 creados para | conocer, amar, servir a Dios; y después alcan-
zarle en el cielo. Los avaros cambian los medios en fin: aten-
tos y apegados a los bienes de la tierra, no recuerdan ni aman
ni buscan a Dios y el paraíso. «Nadie puede servir a dos
señores; no podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6,24-25).
¿Y respecto al cuerpo? Se requiere un cuidado moderado.
Quien nos ha dado la existencia nos dará también los medios de
sustentamiento y la comida. En efecto: «El cuerpo ¿no vale más
que el vestido?» (Mt 6,25). El Señor apacienta a las aves del
aire que ni siembran, ni cosechan, ni almacenan en los graneros.
El Señor viste de llamativos colores los lirios del campo, que ni
trabajan ni hilan. «Pues si a la hierba, que hoy está en el campo
y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho
más por vosotros, gente de poca fe?» (Mt 6,30). Pero sí se nos
manda un cuidado moderado del cuerpo, y no podemos estar
ociosos. Quien además tiene responsabilidad de otros, debe
también trabajar y proveerles. Procuremos que Dios sea co-
nocido, obedecido, amado; tratemos de conocerle, amarle y
servirle nosotros mismos. El Señor añadirá su gracia y nos hare-
mos santos. Tengamos confianza en Dios; trabajando y ahorran-
do moderadamente, el Señor nos dará lo necesario.
3° Yo creo en Dios Padre omnipotente, creador y señor del
cielo y de la tierra; creador de mi alma y de mi cuerpo; Señor
BM2
326
LAS GRANDES ORACIONES 681

providente para todos sus hijos. Concédeme, Dios mío, | una fe


cada vez más firme en tu Providencia.
Examen. – ¿Busco primero el reino de Dios? ¿Tengo con-
fianza en el Señor para las necesidades del alma y del cuerpo?
Propósito. – Abandono sereno en los brazos de Dios.
Oración. – Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado
sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada
día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdo-
namos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tenta-
ción, y líbranos del mal. Así sea.

335.
EL JOVEN DE NAÍN RESUCITADO 201
«Hermanos, incluso en el caso de que alguien sea sorprendido en
alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidle con espíritu de
mansedumbre; pero vigílate a ti mismo, no sea que también tú seas
tentado. Llevad los unos las cargas de los otros y así cumpliréis la ley
de Cristo» (Gál 6,1-2).

1° La muerte es privación de la vida. El cuerpo muere si se


le priva del alma, que es su vida; el alma cristiana muere por el
pecado, al quedar privada de la gracia, que es su vida sobre-
natural. Jesucristo resucitará a todos el día del juicio. Él solicita
al alma en pecado a nueva vida devolviéndole la gracia. Como
la muerte corporal es figura de la muerte espiritual; así la re-
surrección del cuerpo es figura de la resurrección sobrenatural.
Dice el evangelio de hoy: «Jesús iba camino de una ciudad
llamada Naín, | y caminaban con él sus discípulos y mucho BM2
gentío. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó 327
que sacaban a enterrar un muerto, hijo único de su madre, que
era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompa-
ñaba. Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo: “No
llores”. Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se
pararon) y dijo: “Muchacho, a ti te lo digo, levántate”. El

201 Título original: “Domingo XV después de Pentecostés”.


LAS GRANDES ORACIONES 682

muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su


madre. Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios,
diciendo: “Un gran Profeta ha surgido entre nosotros” y “Dios
ha visitado a su pueblo”» (Lc 7,11-16).
2° Dice san Agustín: «El resurgir de este muchachito llenó
de gozo a su madre viuda. Nuestra madre, la Iglesia, goza cada
día por los muchos hijos que resurgen espiritualmente. Por la
muerte de aquel jovencito se lloraba amargamente; en cambio,
muy a menudo, por la muerte espiritual de tantas almas nos que-
damos indiferentes... Quien se reconozca figurado en aquel
jovencito muerto, resurja recurriendo a Jesucristo, doliéndose
de haber dejado morir la propia alma con el pecado».
¡Reflexionad, pecadores! Vuestro estado es infinitamente
miserable; sois ciegos: no veis; sí ven, en cambio, los ángeles y
la Iglesia llorando por vosotros. Estáis privados de Dios que es
la vida; sois cadáveres ambulantes. Si os sorprendiera en tal
estado la muerte, seríais sepultados en el infierno. ¿Y reís?
BM2 ¿Tratáis de olvidar? ¿Quizás incluso con necio alborozo? «Re-
328 cordadlo y meditadlo, | reflexionad, rebeldes» (Is 46,8), porque
vuestra obstinación no se explica sino con la irreflexión o la
ceguera: «La tierra está desolada porque no hay nadie que
reflexione» (Is 17,1[?]). ¿Cómo podríais dormir sueños tranquilos,
y bromear y reír estando al borde del precipicio? Volved a
vuestro Dios, que os invita y aguarda. Resurgid de vuestro se-
pulcro. Quizás hayáis ya llegado a la fase de hedor como Lázaro,
pero llamad a Jesús, que os hará escuchar: «Yo soy la resu-
rrección y la vida» (Jn 11,25).
3° Oh Jesús buen pastor, vuelve tu mirada a tantas ovejas
descarriadas; a tantos espiritualmente muertos. Son muchos los
pecadores, muchos cementerios tenemos a nuestro alrededor.
Tu voz omnipotente resuene en estas tumbas: ¡Lázaro, sal
afuera! Y resurgirán a nueva vida estas almas; y consolarán el
corazón afligido de nuestra madre, la Iglesia.
Examen. – ¿Seré quizás uno de los espiritualmente muertos?
¿Tengo celo por la conversión de los pecadores? ¿Me empeño
con obras, oraciones y palabra a requerirlos para la vida?
LAS GRANDES ORACIONES 683

Propósito. – Desde este momento incluyo en mis oraciones


una intención general por los pecadores, en particular por los
moribundos.
Oración. – Salvador mío, tu misión fue la de reconciliar a
los hombres con Dios. Continúa, pues, en todos los lugares y en
todo tiempo a intimar a los hombres a penitencia. | Suscita BM2
sacerdotes santos, hechos según tu corazón, que es pura llama 329
de amor. Danos santos confesores. Ilumina a los pecadores. Y
los ángeles harán gran fiesta en el cielo por los hijos reen-
contrados, los muertos vueltos a la vida.

336.
LA HUMILDAD ES SENSATEZ 202
«Si alguien piensa ser algo, no siendo nada, se engaña a sí mismo. Ca-
da uno examine su proprio comportamiento; el motivo de satisfacción
lo tendrá entonces en sí mismo y no en relación con los otros. Pues ca-
da cual carga con su proprio fardo» (Gál 6,3-5).

1° El orgullo es ignorancia; la humildad es sensatez. El or-


gulloso no comprende ni siquiera las cosas más sencillas, cuan-
do tocan su amor propio.
Lo demuestra el paso evangélico que leemos hoy: «Un sá-
bado entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos
para comer, y ellos le estaban espiando. Había allí, delante de
él, un hombre enfermo de hidropesía, y tomando la palabra,
dijo a los maestros de la ley y a los fariseos: “¿Es lícito curar
los sábados, o no?”. Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando
al enfermo, le curó y le despidió. Y a ellos les dijo: “¿A quién
de vosotros se le cae al pozo el asno o el buey y no lo saca
enseguida en día de sábado?”. Y no pudieron replicar a esto.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les
decía una parábola: “Cuando te conviden a una boda, no te
sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a
otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y
al otro, y te diga: ‘Cédele el puesto a este’. Entonces, | aver- BM2
gonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te 330

202 Título original: “Domingo XVI después de Pentecostés”.


LAS GRANDES ORACIONES 684

conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando


venga el que te convidó, te diga: ‘Amigo, sube más arriba’.
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se
humilla será enaltecido”» (Lc 14,1-11).
2° Para no dejar un asno o un buey ahogarse en una cis-
terna, los fariseos hacían todo el trabajo necesario en sacarlos,
aun siendo sábado; no obstante todas sus doctrinas farisaicas,
lo consideraban un trabajo lícito; se trataba de salvar un ani-
mal. ¿Y no se puede hacer un milagro con una palabra, para li-
berar a un infeliz? Sólo la soberbia puede cegar hasta no en-
tender nada.
En la mesa también los ambiciosos se sitúan en el último
puesto, al menos por la ambición de que les crean más humil-
des y para verse invitados a pasar más adelante. En cambio los
fariseos escogían los primeros puestos, aun con el riesgo de
ser invitados a retroceder, con la consiguiente confusión.
Por el contrario, la humildad nos introduce en la verdadera
ciencia de Dios y de las cosas; hace al hombre sensato en su vi-
da, demuestra incluso en las mínimas cosas el verdadero camino.
La humildad merece los dones de la ciencia celeste, la ver-
dadera sabiduría, la inteligencia de la vida, la luz del consejo
divino y humano. Esto aclara la conclusión del Maestro divino:
quien se enaltece será humillado y quien se humilla será enal-
tecido.
3° Admiro la celeste sabiduría de María santísima, que
BM2 cantó: «El Señor ha mirado | la humildad de su esclava; desde
331 ahora me felicitarán todas las generaciones» (Lc 1,48). La
humildad atrajo la mirada misericordiosa de Dios, que encontró
el sitio preparado para colocar sus dones: un corazón humilde.
«A los hambrientos les colma de bienes, y a los ricos les despi-
de vacíos». Quedan vacíos los soberbios, y llenos de bienes los
humildes. ¡Cuántas veces el Señor no encuentra corazones
vacíos, es decir capaces de recibir sus dones! Y él entonces no
puede darlos.
Examen. – ¿Cuáles son las causas de mi soberbia? ¿Por qué
no soy escuchado incluso en peticiones y súplicas de bienes
espirituales?
LAS GRANDES ORACIONES 685

Propósito. – Quiero dejar puesto a la divina gracia.


Oración. –Maestro divino, al venir a la tierra encontraste
corazones altivos, parecidos a montes. Fueron, en gran parte,
los fariseos, los escribas, los doctores de la ley. Quedaron
humillados, no recibieron tus dones inefables. Pero también
encontraste corazones humildes, como la santísima Virgen, san
José, los apóstoles, muchas almas sencillas, parecidas a los
valles: en ellas afluyen las divinas aguas de la gracia.
Tú, oh Jesús, vienes cada día a ofrecer a la humanidad, a mí,
la sabiduría, la santidad, la amistad, todos tus tesoros. Los
soberbios no aceptan; los humildes reciben. Señor, prepara mi
corazón a la gracia por medio de la inestimable humildad. Haz
mi corazón semejante al tuyo.

337. BM2
EL MAYOR MANDAMIENTO 203 332

«Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se


escogió como heredad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos
los hombres; desde su morada observa a todos los habitantes de la
tierra: él modeló cada corazón, y comprende todas sus acciones»
(Sal 33/32,12-15).

1° El amor de Dios se ejercita en la mente, en la voluntad,


en el corazón. El amor de Dios es el primero y máximo man-
damiento.
Lo declara Jesús en el evangelio de hoy: «Los fariseos, al oír
que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un
lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para po-
nerle a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de
la ley?”. Él le dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu cora-
zón, con toda tu alma, con toda tu mente. Este mandamiento es
el principal y primero. El segundo es semejante a él: Amarás a
tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se
sostienen toda la Ley y los Profetas”.
Estando, pues, reunidos los fariseos, les propuso Jesús una
cuestión: “¿Qué pensáis acerca del Mesías? ¿De quién es hijo?”.

203 Título original: “Domingo XVII después de Pentecostés”.


LAS GRANDES ORACIONES 686

Le respondieron: “De David”. Él les dijo: “¿Cómo entonces


David, movido por el Espíritu, le llama Señor diciendo: ‘Dijo el
Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha y haré de tus enemigos
estrado de tus pies’?. Si David le llama Señor, ¿cómo puede ser
hijo suyo?”. Y ninguno pudo responderle nada ni se atrevió
nadie en adelante a plantearle más cuestiones» (Mt 22,34-46).
2° El amor es querer bien: o por complacencia de cuanto
BM2 el amado posee; o por | anhelo de bienes útiles al amante; o por
333 benevolencia, deseando bienes al amado.
Se ama a Dios con toda la mente si ésta se pone enteramente
a servicio de Dios. Es decir, si se meditan las verdades de la fe,
las verdades de la razón; y si se piensa conformemente a la
voluntad de Dios. Cuando, en cambio, se piensan cosas inútiles
o malas o curiosidades, se peca de pensamiento. Cuando se
descuida la instrucción religiosa, no se ama a Dios con toda la
mente.
Se ama a Dios con todo el corazón cuando los afectos, las
intenciones, los deseos son para Dios; o tienen por objeto las
cosas que a él le agradan; y son conformes a su voluntad. Por el
contrario, se peca cuando los afectos, las intenciones, los deseos
se dirigen a cosas contrarias al beneplácito divino.
Se ama al Señor con todo el espíritu y con todas las fuerzas
cuando nuestra voluntad es una sola cosa con la de Dios. En
cambio, la voluntad peca cuando es contraria a los mandamien-
tos, a las disposiciones de los superiores, a cuanto dispone la
divina Providencia.
El amor al prójimo es también precepto de la caridad, si bien
con otro objeto. Hay una sola caridad, una sola virtud: pero con
dos objetos: amar a Dios por sí mismo; y al prójimo por amor
de Dios.
3° Infúndeme, o divino Espíritu, la virtud de la caridad,
para que yo te ame cada día más intensamente. Dame una
caridad sincera, convencida, sentida profundamente. Dame una
caridad afectiva por parte del corazón, de modo que yo busque
BM2 verdaderamente tu gloria. Dame una caridad | efectiva que se
334 muestre en las obras, cumpliendo tu voluntad divina. Dame una
caridad suma, por la que yo estime y te ame, Dios mío, por
encima de todas las cosas.
LAS GRANDES ORACIONES 687

Examen. – ¿Amo al Señor con toda mi mente, con todas las


fuerzas, con todo el corazón?
Propósito. – Invocaré a menudo al Espíritu Santo: Ven, oh
Santo Espíritu, llena los corazones de tus fieles, y enciende en
ellos el fuego de tu amor.
Oración. – Ven, Espítu divino, manda tu luz desde el cielo...,
fuente del mayor consuelo; ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo, brisa en las horas de fuego.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos.
Dios mío, te amo con todo el corazón por encima de
cualquier cosa, mi Bien infinito y nuestra eterna felicidad; y
por amor tuyo amo al prójimo como a mí mismo y perdono las
ofensas recibidas. Señor, haz que yo te ame siempre más.
LAS GRANDES ORACIONES 688

338.
«TUS PECADOS TE SON PERDONADOS»204
«Yo consulté al Señor y me respondió, me libró de todas mis ansias;
contempladle y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él le escucha y le salva de todas sus
angustias» (Sal 34/33,5-8).

1° El Hijo de Dios vino para reconciliar al hombre con


Dios, dándose él mismo como precio de satisfacción. Por eso
dice: «No he venido a llamar a justos sino a pecadores» (Mt
9,13; Mc 2,17). Esta es la sustancia de la encarnación. Verdad
consolantísima, razón de nuestra confianza. Está | claramente
BM2 indicada en el episodio evangélico de hoy.
335 «Subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su
ciudad. En esto le presentaron un paralítico, acostado en una
camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: “¡Ánimo,
hijo!, tus pecados te son perdonados”. Algunos de los escribas
se dijeron: “Este blasfema”. Jesús, sabiendo lo que pensaban,
les dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es
más fácil, decir: ‘Tus pecados te son perdonados’, o decir:
‘Levántate y echa a andar?’. Pues para que veáis que el Hijo del
hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados –dice
entonces al paralítico–: ‘Ponte en pie, coge tu camilla y vete a
tu casa’. Se puso en pie y se fue a su casa. Al ver esto, la gente
se quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal
potestad» (Mt 9,1-8).
2° En primer lugar al paralítico se le perdonan los pecados;
porque los pecados son la causa de los males. San Juan Cri-
sóstomo comenta así la respuesta dada por Jesús a los escribas
que no le reconocían la facultad de perdonar los pecados: «Si no
creéis a la potestad de perdonar los pecados, creed a la facultad
de conocer los pensamientos; creed a la virtud de sanar los cuer-
pos de enfermedades incurables. Más fácil es sanar los cuerpos,
pero pues no creéis a la mayor maravilla, os mostraré una me-
nor, externa, que cae bajo los sentidos. Con ello prueba el poder

204 Título original: “Domingo XVIII después de Pentecostés”.


LAS GRANDES ORACIONES 689

de perdonar los pecados». Así se muestra amigo de los peca-


dores; con ellos se entretiene en la mesa; les acoge, conforta,
convierte y trasforma a alguno de ellos en apóstol. Cuenta la
parábola del hijo | pródigo, de la dracma perdida, de la oveja BM2
reencontrada. Confiere el Espíritu Santo a los apóstoles, insti- 336
tuye el sacramento de la penitencia, en la cruz perdona al buen
ladrón y le promete el paraíso. Él es el Redentor, el salvador, el
reparador respecto al pecado original y a todos los pecados de
los hombres.
3° Dichoso quien comprende la divina misión de Jesucristo.
Dichoso quien sabe aprovecharse de la misericordia, en vez de
caer en las manos de la justicia. Dichoso quien, como Pedro,
una vez convertido, ame a un Corazón tan bueno. ¿Qué sería de
los hombres, si no tuvieran una redención tan abundante en
Jesucristo? Yo me alegro de cantar por siempre la divina mise-
ricordia. Me alegro de que allá arriba todos conocerán el exceso
y casi la obstinación de esta misericordia en buscar a los peca-
dores, en acogerme arrepentido, en perdonarme no sólo siete
veces sino setenta veces siete.
Examen. – ¿Cómo recibo el sacramento de la penitencia?
¿Rezo? ¿Me examino? ¿Me excito al dolor, al propósito, me
acuso sinceramente? ¿Hago penitencia?
Propósito. – Haré bien la próxima confesión.
Oración. – Escucha, oh Señor, te rogamos, y perdona las
culpas de quien se reconoce pecador, concediéndonos a la vez
indulgencia y paz.
Señor, ofendido por nuestros pecados, que | perdonas a BM2
quien se arrepiente, acoge benigno las oraciones del pueblo 337
suplicante, y aleja los castigos que se mereció.
Acto de dolor: Dios mío, me arrepiento de todo corazón de
mis pecados que odio y detesto como ofensa a tu Majestad
infinita, causa de la muerte de tu Hijo divino Jesús, y de mi
ruina espiritual. No quiero cometerlos ya más en el porvenir, y
propongo huir de las ocasiones. Señor, misericordia, perdó-
name.
LAS GRANDES ORACIONES 690

339.
LOS INVITADOS A LAS BODAS 205
«Si os indignáis, no lleguéis a pecar; que el sol no se ponga sobre
vuestra ira. No deis ocasión al diablo. El ladrón que no robe más; sino
que se fatigue trabajando honradamente con sus propias manos para
poder repartir con el que lo necesita» (Ef 4,26-28).

1° La parábola del evangelio de hoy nos presenta en un cua-


dro expresivo la actitud del mundo frente a Jesús y a su Iglesia.
Muchos no acogieron a Jesús ni lo acogen ahora; y otros, aun
yendo a él, no se le unen por la gracia; en cambio, cuantos le son
fieles participan de sus bienes espirituales y eternos.
Dice el evangelio: «Volvió a hablarles Jesús en parábolas,
diciendo: El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba
la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los
convidados, pero éstos no quisieron ir. Volvió a mandar otros
criados encargándoles que dijeran a los convidados: “Tengo
preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo
está a punto. Venid a la boda”. Pero ellos no hicieron caso; uno
BM2 se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron
338 a los criados y les maltrataron y les mataron. El rey montó en
cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y
prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: “La boda
está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a
los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos
a la boda”. Los criados salieron a los caminos y reunieron a los
que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó
de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales,
reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: “Amigo,
¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?”. El otro no abrió
la boca. Entonces el rey dijo a los servidores: “Atadle de pies y
manos y arrojadle fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el
rechinar de dientes. Porque muchos son los llamados, pero pocos
los elegidos”» (Mt 22,1-14).

205 Título original: “Domingo XIX después de Pentecostés”.


LAS GRANDES ORACIONES 691

2° El rey es Dios Padre, que celebra las bodas uniendo a


Cristo y a su Iglesia, dice san Gregorio Magno. Él envió dos ve-
ces a sus siervos para invitar a los hombres a ir a Jesucristo y a
la Iglesia: esos siervos eran los profetas del Antiguo Testamento
y los apóstoles del Nuevo. Pero encontraron a los hombres
indiferentes al mensaje divino, porque estaban absorbidos en las
cosas materiales, en las preocupaciones del dinero, de los pla-
ceres y de las ambiciones. Encontraron asimismo hombres hos-
tiles que condenaron a muerte a los profetas y martirizaron a los
apóstoles. Pero nada es más peligroso en el mundo que rechazar
a Cristo: significa lanzarse a la ruina material y moral, dolorosa
e ignominiosa; ¡es el acabose! Entonces, el Señor invita por
medio de sus | siervos a los pobres infelices. Y entran buenos y BM2
malos en la Iglesia de Dios. Pasó luego el rey a visitar a los co- 339
mensales y encontró a un hombre que no tenía el traje nupcial.
Desafortunadamente en la Iglesia hay cristianos que se adhieren
al cuerpo, pero no al alma: viven en pecado. También estos se-
rán condenados. Y así, tras el juicio, la Iglesia celeste constará
sólo de elegidos. «Muchos son los llamados, pero pocos los ele-
gidos» (Mt 22,14). Los malos irán a las tinieblas exteriores.
3° ¡Bendito seas, oh Dios mío, pues me llamaste a la inti-
midad gozosa de las bodas espirituales, 206 haciéndome, en el
bautismo, ciudadano de la Iglesia! Muchos otros hubieran tal
vez correspondido mejor que yo, te hubieran amado y obede-
cido más. No obstante, me elegiste a mí: te doy gracias por ha-
berme hecho cristiano, miembro de Jesucristo.
Examen. – ¿He sido fiel a la gracia? ¿He llevado siempre el
traje nupcial? ¿Soy un miembro sano, o enfermo? ¿Cómo consi-
dero al mundo? Mi conducta ¿es digna de las bodas con el
Cordero divino en la Iglesia?
Propósito. – Soy ciudadano de la Iglesia: meditaré siempre
sobre tal nobleza y respectivos deberes.
Oración. – Perdón, oh Dios mío, por mi gran ceguera. Yo no
considero suficientemente el mundo desde un justo punto de vis-
ta. «Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor». No son afortu-
nados los pueblos más ricos y poderosos, sino los | más cris- BM2
340
206 En el texto original se leía en vez de nozze (=bodas) el vocablo
lotte (=luchas), pero se trata evidentemente de un error de transcripción.
LAS GRANDES ORACIONES 692

tianos. La inocencia es la primera riqueza; poseer a Dios y a


Cristo en la Iglesia es la principal civilización. Para cada hom-
bre la primera riqueza es la divina gracia. El ingenio, el dinero,
la estima, la salud, son bienes secundarios. Señor, que yo tenga
siempre esta luz y este tesoro. «Dómine, ut vídeam!».207

340.
LA FE PERFECTA 208
«El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en pie-
dad. El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fie-
les» (Sal 145/144,8-10).

1° Este domingo pidamos al Señor la fe perfecta. Es un


don de Dios para creer todas las verdades; es operosa y difusiva.
En el paso del evangelio se habla de un régulo,209 que de una fe
imperfecta llega por la gracia de Jesús a una fe perfecta.
«Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Ca-
farnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue
a verle y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba murién-
dose. Jesús le dijo: “Si no veis signos y prodigios, no creéis”. El
funcionario insiste: “Señor, baja antes de que se muera mi niño”.
Jesús le contesta: “Anda, tu hijo vive”. El hombre creyó en la
palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando
sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía.
Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le con-
testaron: “Ayer a la hora | séptima le dejó la fiebre”. El padre
BM2 cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había
341 dicho: “Tu hijo vive”. Y creyó él con toda su familia» (Jn 4,46-
53).
2° Jesús salvò de la muerte al hijo del funcionario, para
darle, a él y a toda su familia, la vida de la fe. Dice san Gre-
gorio: Quien pedía la curación del hijo, sin duda ya creía. En
efecto había ido en busca de Jesucristo. Pero su fe era defec-

207 «Señor, que yo vuelva a ver» (Lc 18,41).


208 Título original: “Domingo XX después de Pentecostés”.
209 Latinismo, de régulus, funcionario real.
LAS GRANDES ORACIONES 693

tuosa, pues reclamaba la presencia corporal de Jesús junto al


lecho del hijo. En cambio, Dios con su presencia espiritual y
con su potencia está en todo lugar, y doquier puede actuar con
su voluntad. Jesús estaba invisiblemente cercano al hijo en peli-
gro de vida, prueba que se encuentra ya en la casa adonde se le
está pidiendo que vaya. Dios, con la palabra, creó el mundo;
Jesucristo con una orden, desde lejos cura al enfermo.
La fe es perfecta cuando se fía de Dios, sin pedir prodigios u
otras pruebas.
Es perfecta cuando admite indistintamente y se inclina a
todas las verdades del Credo o enseñadas por la Iglesia en su
magisterio.
Es perfecta cuando se muestra pronta, sin disputas inútiles.
Es perfecta cuando se da a ver con las obras, pues la ley del
creer es siempre la ley del orar y del obrar. Vana es la fe sin las
obras.
Es perfecta cuando tiende a difundirse: no | sólo cree el BM2
régulo, sino que sobre su palabra y exhortaciones cree toda la 342
familia.
3° Infúndeme, oh divino Espíritu, una fe íntima, constante,
gozosa. Ella es el sol de mi vida; la lámpara para el camino ha-
cia la eternidad; un don de tu admirable caridad. Rezaré siempre
por quien no tiene este don inefable de la fe. Perfecciona mi fe,
oh divino Maestro; demasiadas veces me he merecido el repro-
che: «hombre de poca fe».
Examen. – ¿Cómo es mi fe? ¿Sobrenatural, plena, operosa,
difusiva?
Propósito. – Rezaré bien todos los días el Credo.
Oración. – Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del
cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro
Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio
Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los
infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los
cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los
LAS GRANDES ORACIONES 694

santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y


la vida eterna. Amén.
LAS GRANDES ORACIONES 695

341. BM2
LOS DOS DEUDORES 210 343

«Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión


entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia. Sobrellevaos
mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El
Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo» (Col 3,12-13).

1° Todo cristiano debe perdonar de corazón a los ofensores,


si quiere, a su vez, ser perdonado por Dios. Las ofensas recibi-
das son bien poca cosa ante la gravedad de nuestros pecados.
Leemos en el evangelio de hoy: «Se parece el reino de los
cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al
empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil ta-
lentos. Como no temía con qué pagar, el señor mandó que le
vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones y
que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba
diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”. Se
compadeció el señor de aquel criado y le dejó marchar, perdo-
nándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno
de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándole, le
estrangulaba diciendo: “Págame lo que me debes”. El compa-
ñero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: “Ten paciencia
conmigo y te lo pagaré”. Pero él se negó y fue y le metió en la
cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo
ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor
todo lo sucedido. Entonces el señor le llamó y le dijo: “¡Siervo
malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogas-
te. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, BM2
como yo tuve compasión de ti?”. Y el señor, indignado, le en- 344
tregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo
hará con vosotros mi Padre celestial, si cada uno no perdona de
corazón a su hermano» (Mt 18,23-33).
2° Dice san Jerónimo: «Mostrarnos implacables por una
injuria recibida y rehusar el perdón por una palabra amarga ¿no
es quizás juzgarnos a nosotros mismos dignos del castigo? Dios
nos tratará según las íntimas disposiciones de nuestro corazón;
si no perdonamos, no seremos perdonados. Él es juez y no se

210 Título original: “Domingo XXI después de Pentecostés”.


LAS GRANDES ORACIONES 696

contenta de un perdón exterior, quiere un perdón de corazón».


Dios nos perdonará en la medida en que perdonemos al próji-
mo: «Perdónanos nuestras ofensas así como nosotros perdona-
mos a los que nos ofenden» (Mt 6,12). «Perdonad y seréis per-
donados» (Lc 6,37). «Amad a vuestros enemigos y rezad por los
que os persiguen» (Mt 5,44).
Cristo fue calumniado, condenado, crucificado. Pero apenas
quedó alzado en el altar de la cruz, ante todo quiso orar por sus
enemigos: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen»
(Lc 23,34).
Nuestros pecados son ofensas hechas por una mísera criatura
a un Dios de infinita grandeza y nuestro Creador. Tienen, por
tanto, una malicia, una temeridad, una audacia increíble; mien-
tras que los disgustos que recibimos vienen de hombres iguales
a nosotros.
BM2 ¡Dulce cosa es el perdón!, da paz a nuestras almas y acarrea
345 una serena confianza en la paterna bondad de Dios.
3° Jesús mío, Dios de bondad, que te encarnaste y diste la
vida por el hombre pecador, haz mi corazón conforme al tuyo.
Que yo ame y procure el bien de quien me ha disgustado. Seré
el primero en dar señales de perdón al ofensor, si tú me ayudas
con tu gracia.
Examen. – ¿He perdonado siempre? ¿No me queda hoy al-
gún rencor, odio, envidia, deseo de venganza? ¿Rezo y trato
bien a quien me ofende?
Propósito. – Quiero perdonar de todo corazón, pues deseo
que Jesús me perdone, no sólo el pecado, sino también la pena
temporal en esta vida y en el purgatorio.
Oración. – Corazón de Jesús, víctima de los pecadores,
también yo quiero ofrecerme como hostia por mis ofensores.
Sálvales, oh Señor; que mueran reconciliados contigo. Dame la
gracia de no cometer nunca injuria contra la fama, los bienes,
la persona de mi prójimo. Siempre debo dolerme sólo de las
ofensas hechas a tu divina Majestad, no de los mínimos
disgustos recibidos por mí. Oh mi Redentor crucificado, tú eres
mi modelo, mi esperanza, mi consuelo.
LAS GRANDES ORACIONES 697

342. BM2
LA MONEDA DEL CÉSAR Y LA DE DIOS 211 346

«Someteos por causa del Señor a toda criatura humana, lo mismo al


rey, como soberano, que a los gobernadores, que son como enviados
por él para castigo de los malhechores y aprobación, en cambio, de los
que hacen el bien. Porque esa es la voluntad de Dios: que haciendo el
bien tapéis la boca a la estupidez de los hombres ignorantes» (1Pe
2,13-15).

1° Somos miembros de la sociedad civil y miembros de la


Iglesia. En cada una de ellas tenemos medios para procurar la
salvación eterna. En cada una tenemos, también, deberes; unos
y otros, medios y deberes, están bajo la voluntad de Dios. El
cumplimiento de los mismos nos merece la vida eterna.
Ello queda claro en el evangelio de este domingo: «Se reti-
raron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a
Jesús con una pregunta. Le enviaron algunos discípulos suyos,
con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: “Maestro, sabe-
mos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme
a la verdad, sin que te importe nadie, porque no te fijas en apa-
riencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al
César o no?”. Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús:
“Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del
impuesto”. Le presentaron un denario. Él les preguntó: “¿De
quién son esta imagen y esta inscripción?”. Le respondieron:
“Del César”. Entonces les replicó: “Pues dad al César lo que es
del César y a Dios lo que es de Dios”» (Mt 22,15-21).
2° La malicia de los fariseos y de los herodianos la cono-
ció enseguida Jesucristo. Los fariseos no querían dar al César de
Roma el tributo como reconocimiento de sumisión. Decían que
era contra la ley mosaica. Los herodianos lo pagaban y tildaban
de rebeldes a quienes | rehusaban pagar. De cualquier manera BM2
hubiera respondido Jesucristo, les parecía sorprenderle in fra- 347
ganti y poder condenarle. Pero Jesucristo pide que le enseñen
una moneda, que llevaba la imagen e inscripción del César. O
sea que ya la habían cambiado para pagar el tributo, pues para
ello se requería la moneda romana, [y quien la usaba] reconocía
el poder de Roma. Jesús sentenció: «Dad al César lo que es del
211 Título original: “Domingo XXII después de Pentecostés”.
LAS GRANDES ORACIONES 698

César». Luego fue más adelante haciéndose juez de sus inter-


locutores: «Dad a Dios lo que es de Dios».
Al poder civil debemos darle lo que él tiene derecho a exigir.
Pero no se olvide que está también la Iglesia, está el alma, está
Dios: he aquí otra serie de deberes, mucho más altos y delicados.
Esto significa que el alma lleva la imagen y semejanza de Dios,
y a él hay que dársela: la razón, la voluntad, las intenciones, las
adoraciones, el reconocimiento. Dice san Agustín: «Somos la
moneda de Dios, acuñada con su efigie. Dios exige lo que es
suyo, como César tiene derecho a exigir lo que lleva su im-
pronta». Hay quien quisiera negar el propio tributo tanto al
poder civil como a la Iglesia y a Dios. Hay quien defiende los
derechos del Estado y desprecia o niega los derechos de Dios,
de la Iglesia, del alma.
El buen cristiano es el mejor ciudadano, el mejor soldado, el
mejor profesional. Al mismo tiempo él recuerda que nuestra
alma, imagen de Dios, pasará todavía una vez a las manos de
Jesús juez, quien examinará si tal imagen se ha conservado
íntegra e incontaminada.
BM2 La Iglesia es una sociedad por encima de la civil, pues tiene
348 derechos a la vida y a la libertad para cumplir la misión que el
divino Fundador le confió. Quien obstaculiza la obra del Papa y
de los sacerdotes, quien impide la educación cristiana de los
jóvenes, quien entorpece la penetración de los principios evangé-
licos se opone a Dios y a Jesucristo.
El hombre es cuerpo, pero también espíritu. Los deberes del
espíritu son inmensamente superiores a los del cuerpo.
3° De Dios viene toda potestad: la civil y la religiosa. Yo
adoro a Dios, representado por quienes gobiernan. Honro en
ellos la autoridad y los derechos de Dios: les amo y les obe-
dezco, sabiendo que en ellos obedezco a Dios: «No hay auto-
ridad que no provenga de Dios y las que hay han sido cons-
tituidas por Dios» (Rom 13,1). Aunque fuera un díscolo el que
dispone, escuchándole por amor de Dios, yo adquiero mérito de
vida eterna. Tú, oh Jesús bendito, te sometiste a las autoridades
terrenas, aunque no estabas obligado. Seguiré, pues, tu ejemplo.
Examen. – ¿Estimo, honro, respeto, amo a Dios en quien
gobierna la sociedad civil, y especialmente la Iglesia?
LAS GRANDES ORACIONES 699

Propósito. – «Todos se sometan a las autoridades cons-


tituidas» (Rom 13,1).
Oración. – Maestro bueno, al nacer te sometiste a las dispo-
siciones de Augusto; en el ministerio pagaste el tributo por ti y BM2
por Pedro; cumpliste las | prescripciones legales, religiosas; te 349
inclinaste a la sentencia del Sanedrín y de Pilato. ¡Cuánto
reprocho mi soberbia y mi obstinación! ¡Ea!, cámbiame, haz mi
corazón dócil y respetuoso como el tuyo.

343.
«OS SUCEDA CONFORME A VUESTRA FE»212
«Me invocaréis e iréis a suplicarme, y yo os escucharé. Me buscaréis y
me encontraréis, si me buscáis de todo corazón. Me dejaré encontrar,
y cambiaré vuestra suerte» (Jer 29,12-13).

1° Al Señor nada le es imposible; nunca le pedimos dema-


siado al orar, con tal que la oración tenga las debidas condicio-
nes. Estas condiciones son: la humildad, la perseverancia, el
estado de gracia y que la petición sea para nosotros. Pero sobre
todo es necesaria la fe que engendra confianza. Ahí se dan los
frutos de la oración hecha con fe.
«Mientras les decía esto, se acercó un jefe de los judíos que
se arrodilló ante él y le dijo: “Mi hija acaba de morir. Pero ven
tú, impón tu mano sobre ella y vivirá”. Jesús se levantó y le si-
guió con sus discípulos. Entre tanto, una mujer que sufría flujos
de sangre desde hacía doce años, se acercó por detrás y le tocó
la orla del manto, pensando que con sólo tocarle el manto se
curaría. Jesús se volvió y al verla dijo: “¡Ánimo, hija! Tu fe te
ha salvado”. Y en aquel momento quedó curada la mujer. Jesús
llegó a casa de aquel jefe y, al ver a los flautistas y el alboroto
de la gente, dijo: “¡Retiraos! La niña no está muerta, está dor-
mida”. Se reían | de él. Cuando echaron a la gente, entró él,
cogió a la niña de la mano y ella se levantó. La noticia se BM2
divulgó por toda aquella comarca» (Mt 9,18-26). 350
2° Se ha de creer en la potencia, en la bondad, en las pro-
mesas de Dios; creer en los méritos de Jesucristo y en la inter-
212 Título original: “Domingo XXIII después de Pentecostés”.
LAS GRANDES ORACIONES 700

cesión de los santos; pensar según la fe, o sea, que el Señor da


las gracias en orden a la vida eterna, por tanto sobre todo las
gracias espirituales.
Dice «uno de los principales» del pueblo: Señor, acaba de
morir mi hija; pero ven, impón tu mano sobre ella, y vivirá.
La mujer enferma desde hacía doce años se acerca por detrás
a Jesús y toca la orla de su manto. Pensaba para sí: si logro sólo
tocar su vestido, me curaré.
Jesús concedió las dos gracias: literalmente como se las
habían pedido.
«Todo cuanto pidáis en la oración, creed que os lo han con-
cedido y lo obtendréis» (Mc 11,24); «Todo lo que pidáis orando
con fe, lo recibiréis» (Mt 21,22). No crea recibir algo quien
duda.
Jesús dice a la mujer que le pedía por la hija: «Mujer, qué
grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas» (Mt 15,28). En
otros lugares Jesús dice a quien le pide: Tu fe te ha salvado.
Esta fe obtiene las gracias si es perfecta y profunda: «Os suceda
conforme a vuestra fe» (Mt 9,29), dice a los dos ciegos que le pe-
dían la vista. «Si tuvierais fe y no vacilaseis… diríais a este monte:
“Quítate y arrójate al mar”, y así se realizaría”» (Mt 21,21).
BM2 3° «Auméntanos la fe» (Lc 17,5), oh Maestro divino. Ella
351 es el fundamento de toda justificación y de toda gracia. Pero tú
ves, oh Señor, cuán débil es mi fe.
«Creo, Señor, pero ayuda mi falta de fe» (Mc 9,24). A me-
nudo pienso que te pido gracias demasiado grandes... ¡y me
equivoco!, porque no son demasiado grandes para tu potencia y
bondad; más aún, cuanto más grandes son, tanto mejor exaltan
tu gloria. Quizás son demasiado grandes para mi escasa fe...
Pero tú, oh divino Espíritu, prepara mi corazón para tus gracias,
infundiéndome una fe profunda.
Examen. – ¿Cómo rezo? ¿Cuál es la causa por la que muchas
veces creo no ser escuchado?
Propósito. – Antes de la oración prepararé mi alma: «Antes
de hacer una oración, prepara tu alma» (Sir 18,23 Vul). Parti-
cularmente me dispondré a una serena confianza.
Oración. – Señor, has prometido escuchar a quien te suplica.
Tú eres omnipotente y misericordioso. Los méritos de Jesu-
LAS GRANDES ORACIONES 701

cristo, mi cabeza, son méritos míos. He ahí por qué espero en ti,
oh Señor mío.
Acto de esperanza. Dios mío, espero de tu bondad, por tus
promesas y por los méritos de Jesucristo, nuestro Salvador, la
vida eterna y las gracias necesarias para merecerla con las
buenas obras, que debo y quiero hacer. Señor, no quede yo
confundido para siempre.

344. BM2
EL JUICIO FINAL 213 352

«No te exasperes por los malvados, no envidies a los que obran el mal:
se secarán pronto, como la hierba, como el césped verde se agostarán.
Confía en el Señor y haz el bien, habita en tu tierra y practica la
lealtad» (Sal 37/36,1-3).

1° El año eclesiástico-litúrgico comienza con el primer


domingo de Adviento y termina con el presente domingo des-
pués de Pentecostés. En ambos, el evangelio nos habla del jui-
cio universal, porque el fin debe ser la primera cosa a tener
presente para orientar la jornada terrena y también la historia
del mundo. Jesucristo, supremo Juez, dirá entonces la última
palabra, la sentencia definitiva, infalible y conclusiva, sobre
nuestra vida y sobre todos los hombres, considerados individual
y socialmente como parte de la humanidad.
He aquí el paso evangélico: «Cuando veáis la abominación de
la desolación, anunciada por el profeta Daniel, erigida en el lugar
santo (el que lee que entienda), entonces los que vivan en Judea
huyan a los montes, el que esté en la azotea no baje a recoger
nada en casa, y el que esté en el campo no vuelva a recoger el
manto. ¡Ay de las que estén encintas o criando en aquellos días!
Orad para que la huida no suceda en invierno o en sábado.
Porque habrá una gran tribulación como jamás ha sucedido desde
el principio del mundo hasta hoy, ni la volverá a haber. Y si no se
acortan aquellos días, nadie podrá salvarse. Pero en atención a los
elegidos se abreviarán aquellos días. Y si alguno entonces os
dice: “El Mesías está aquí o allí”, no le creáis, porque surgirán
falsos | mesías y falsos profetas, y harán signos y portentos para BM2
353
213 Título original: “Domingo XXIV después de Pentecostés”.
LAS GRANDES ORACIONES 702

engañar, si fuera posible, incluso a los elegidos. Os he prevenido.


Si os dicen: “Está en el desierto”, no salgáis; “En los aposentos”,
no les creáis. Pues como el relámpago aparece en el oriente y
brilla hasta el occidente, así será la venida del Hijo del hombre.
Donde está el cadáver, allí se reunirán los buitres.
Inmediatamente después de la angustia de aquellos días, el sol
se oscurecerá, la luna perderá su resplandor, las estrellas caerán
del cielo y los astros se tambalearán. Entonces aparecerá en el
cielo el signo del Hijo del hombre. Todas las razas del mundo
harán duelo y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes del
cielo con gran poder y gloria. Enviará a sus ángeles con un gran
toque de trompeta y reunirán a sus elegidos de los cuatro vientos,
de un extremo al otro del cielo. Aprended de esta parábola de la
higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas,
deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis todas estas
cosas, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que
no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra
pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mt 24,15-35).
2° Breve es la vida humana, pero en ella el hombre cons-
truye su eternidad; breve es la historia umana, y se cerrará, co-
mo la vida de cada individuo, por una catástrofe final. Todos los
BM2 hombres y las naciones en este mundo, por | divina Providencia
354 y voluntad, están ordenados a formar el reino de Cristo y de
Dios, por medio de la Iglesia católica. En cuanto al mundo
presente, según el actual ordenamiento, tendrá fin por una con-
flagración universal, de fuego, y cambiará por otro.
El hombre en la tierra es libre; Dios le comunica la propia
voluntad, aunque no se la impone. Pero, al final, Jesucristo pro-
nunciará su sentencia: siervo bueno, siervo perverso, según lo
que cada uno haya merecido. «Venid, benditos», o bien, «Id,
malditos» (Mt 25,34-41). Habrá quien resucite esplendente y
quien degradado; quien estará a la derecha y quien se verá a la
izquierda; quien mostrará impresas a la vista de todos las obras
buenas y quien el pecado; quien oirá la invitación al premio y
quien la condena a la pena.
Yo debo pedir al Señor una viva fe en estas verdades: la
resurrección de la carne, el juicio final, el paraíso beatífico, el
infierno eterno.
Debo deducir las consecuencias para mi vida; y para la vida
familiar, civil, social y cristiana. Todos estamos sometidos a
LAS GRANDES ORACIONES 703

este Dios, a su ley eterna, a Jesucristo, a la Iglesia que es el


Cristo viviente.
Debo pedir la gracia de poder vivir según Dios y según Jesús,
sólo ellos tienen el poder sobre el hombre y sobre la sociedad;
sólo ellos dan la sanción eterna.
3° ¡Qué pequeño es el hombre frente a Dios! | ¡Cuán breve BM2
es la vida y la historia del mundo! ¡Pero qué consecuencias se 355
derivan del modo de vivir como individuo y como parte de la
humanidad! Señor, te pido tu luz, lámpara que esclarece mi
camino.
Examen. – ¿A quién presto oídos? ¿Al mundo o a Dios? ¿A
las voces de la tierra o a las del cielo? ¿A las palabras del
tiempo o a las de la eternidad?
Propósito. – Espero la resurrección de los muertos y la vida
del siglo futuro.
Oración. – Excita, oh Señor, te rogamos, la voluntad de tus
fieles, para que dedicándose con un mayor ardor a las obras a
tu servicio, participen más ampliamente en los frutos de tu
misericordia.

345.
CÁTEDRA DE SAN PEDRO EN ROMA
(18 de enero)

«Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándoles en el nombre


del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar
todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28,19-20).

1° Después de la encarnación y la ascensión de Jesucristo


al cielo, las almas deben ser salvadas por los hombres. Jesús
dejó sus poderes a los sacerdotes, y la totalidad de esos poderes
a su vicario, san Pedro, que fue a Roma, estableciendo allí su
episcopado universal, y allí murió clavado en la cruz. El Papa es
el sucesor de Pedro, y posee la autoridad, la infalibilidad, el
cometido de salvar y santificar. Todo el que quiera estar con | BM2
Cristo, debe estar con Pedro y con los sucesores; quien quiera 356
conocer la verdad debe acudir a esta cátedra; quien quiera ser
LAS GRANDES ORACIONES 704

ciudadano del cielo debe hacerse espiritualmente ciudadano de


Roma.
2° La epístola presenta este carácter del primado de Pedro,
diciendo: «Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos, los
peregrinos de la diáspora en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia
y Bitinia, conforme al previo conocimiento de Dios Padre,
mediante la santificación con el Espíritu, por la obediencia y la
aspersión de la sangre de Jesucristo: a vosotros, gracia y paz.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que, por su
gran misericordia, mediante la resurrección de Jesucristo de
entre los muertos, nos ha regenerado para una esperanza viva;
para una herencia incorruptible, intachable e inmarcesible, re-
servada en el cielo a vosotros, que, mediante la fe, estáis pro-
tegidos con la fuerza de Dios; para una salvación dispuesta a
revelarse en el momento final. Por ello os alegráis, aunque
ahora sea preciso padecer un poco en pruebas diversas; así la
autenticidad de vuestra fe, más preciosa que el oro, que, aunque
es perecedero, se aquilata a fuego, merecerá premio, gloria y
honor en la revelación de Jesucristo» (1Pe 1,1-7).
El evangelio recuerda cómo Pedro es el fundamento de la
Iglesia y posee las llaves del reino de los cielos. Dice así: «Al
llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus
BM2 discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo | del hombre?”.
357 Ellos contestaron: “Unos que Juan el Bautista, otros que Elías,
otros que Jeremías o uno de los profetas”. Él les preguntó: “Y
vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Simón Pedro tomó la pa-
labra y dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús le
respondió: “¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque
eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre,
que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre
esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la
derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates
en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la
tierra quedará desatado en los cielos» (Mt 16,13-19).
3° El introito de la Misa dice: «El Señor estableció con él
(Pedro) un pacto de paz; y le constituyó príncipe, para que pose-
yera eternamente la dignidad del sacerdocio».
Examen. – ¿Conozco bien la dignidad, los poderes, las
prerrogativas, los cometidos del Papa? ¿Estoy persuadido de
LAS GRANDES ORACIONES 705

mis deberes de escuchar, seguir, amar a esta cátedra de la


verdad? Con la palabra, la oración y el ejemplo ¿llevo las
almas hacia el padre común?
Propósito. – Quiero ser cada vez más romano con el espíritu
y con el corazón.
Oración. – Oh Señor, que a tu apóstol, el bienaventurado
Pedro, le confiaste el poder pontificio de | atar y desatar, entre-
gándole las llaves del reino de los cielos, concédenos que, BM2
socorridos por su intercesión, quedemos libres de los lazos de 358
nuestros pecados.
Oh Maestro divino, guía por las sendas de la santidad al
Papa, para que con la palabra y el ejemplo nos nutra siempre
más copiosamente, a nosotros, su grey; y haznos dóciles en
escuchar sus enseñanzas y generosos en glorificar la cátedra de
Pedro.

346.
LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO
(25 de enero)

«Doy gracias a Cristo Jesús, Señor nuestro, que me hizo capaz, se fió
de mí y me confió este ministerio, a mí, que antes era un blasfemo, un
perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo compasión de mí porque
no sabía lo que hacía, pues estaba lejos de la fe; sin embargo, la gracia
de nuestro Señor sobreabundó en mí junto con la fe y el amor que
tienen su fundamento en Cristo Jesús» (1Tim 1,12-14).

1° Es la única conversión que en el año litúrgico se celebra


con una especial solemnidad, precisamente el 25 de enero.
Saulo o Pablo, primeramente perseguidor feroz, llegó a ser el
apóstol ferviente. Su conversión fue milagrosa, total, útil a la
Iglesia.
Fue milagrosa. Saulo era fariseo convencido del mosaísmo,
persuadido de que Jesucristo fuese un atentador al culto debido al
Dios único, por tanto merecedor de la cruz, como también eran
dignos de muerte todos los cristianos. Tuvo una parte importante,
cuanta podía tener dada su edad, en el martirio de Esteban y en
devastar a la Iglesia naciente. Dicen los Hechos de los Apóstoles:
«Saulo, respirando todavía amenazas de muerte contra los discí-

BM2
359
LAS GRANDES ORACIONES 706

pulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas


para las sinagogas de Damasco, autorizándole a traerse enca-
denados a Jerusalén a quienes descubriese | que pertenecían al
Camino, hombres y mujeres. Mientras caminaba, cuando ya esta-
ba cerca de Damasco, de repente una luz celestial le envolvió con
su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía: “Saúl,
Saúl, ¿por qué me persigues?”. Dijo él: “¿Quién eres, Señor?”.
Respondió: “Soy Jesús, a quien tú persigues. [Duro es para ti dar
coces contra el aguijón. Vulg]. Pero levántate, entra en la ciudad
y allí se te dirá lo que tienes que hacer”. Sus compañeros de viaje
se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían
a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abier-
tos, no veía nada. Le llevaron de la mano hasta Damasco. Allí es-
tuvo tres días ciego, sin comer ni beber. Había en Damasco un
discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor le llamó en una
visión: “Ananías”. Respondió él: “Aquí estoy, Señor”. El Señor
le dijo: “Levántate y vete a la calle llamada Recta, y pregunta en
casa de Judas por un tal Saulo de Tarso. Mira, está orando y ha
visto en visión a un cierto Ananías que entra y le impone las
manos para que recobre la vista”. Ananías contestó: “Señor, he
oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a
tus santos en Jerusalén, y que aquí tiene autorización de los
sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu
nombre”. El Señor le dijo: “Anda, ve; que ese hombre es un
instrumento elegido por mí para llevar mi nombre a pueblos y
BM2 reyes, y a los hijos de Israel. Yo le mostraré | lo que tiene que
360 sufrir por mi nombre”. Salió Ananías, entró en la casa, le impuso
las manos y dijo: “Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apa-
reció cuando venías por el camino, me ha enviado para que reco-
bres la vista y seas lleno de Espíritu Santo”» (He 9,1-18).
2° Conversión total: mente, corazón, vida. Creía en la uni-
dad de Dios; y aquí adora a la Sma. Trinidad; por tanto también
a aquel Hijo de Dios encarnado a quien antes consideraba un
impostor. En su mente ve el mosaísmo revertir en el cristia-
nismo, la sinagoga en la Iglesia, el fariseísmo en la perfección
de la santidad evangélica. Antes, odiaba a Jesucristo y le perse-
guía en todos sus místicos miembros; después, ya en la misma
Damasco, confundía a los judíos demostrando que Jesús es el
Mesías (Cristo), para conducirlos a todos a él. Antes era un
LAS GRANDES ORACIONES 707

fariseo de corazón estrecho, ahora es el apóstol de la uni-


versalidad de la salvación: no mediante las obras de la ley, sino
por la fe en Jesucristo.
3° Conversión, la más útil en la Iglesia. Él ha pasado a ser
«el instrumento elegido» (He 9,15), tan «repleto de Espíritu
Santo», que «todas las naciones beberán de su plenitud, y apren-
derán que Jesucristo es el Hijo de Dios». Trabajó más abun-
dantemente que los otros apóstoles, fundó una multitud de
Iglesias; agregó muchas naciones a Roma. Su nombre se asocia
siempre al de san Pedro, las dos columnas de la Iglesia. Pedro,
primero en autoridad; Pablo, primero en el trabajo: ambos para
la edificación de la Iglesia, el místico cuerpo de Jesucristo;
ambos mártires.
Examen. – ¿Cómo fue mi conversión a Dios, pronta, total, en BM2
la mente, en el corazón, en la vida? ¿Fue estable, útil a las 361
almas?
Propósito. – Cada día diré: conviértenos, oh Dios, nuestro
salvador.
Oración. – Señor, Dios nuestro, tú has instruido a todos los
pueblos con la predicación del apóstol san Pablo, concede a
cuantos celebramos su conversión caminar hacia ti, siguiendo
su ejemplo, y ser ante el mundo testigos de tu verdad.
Santificados por el sacrificio de la Misa y hechos partícipes
del cuerpo de Jesucristo, te rogamos, oh Señor, que nunca nos
falte la oración de san Pablo, por cuyo patrocinio has querido
que seamos defendidos y tutelados.

347.
LA PURIFICACIÓN
(2 de febrero)

«Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: “Tú


eres mi bien”... El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte
está en tu mano» (Sal 16/15,1-2.5).

1° María satisfizo perfectamente cuanto establecía la ley


hebrea para la mujer llegada a ser madre. María no estaba obli-
LAS GRANDES ORACIONES 708

gada a ello, pues había sido elevada a la más excelsa maternidad


conservando la más perfecta virginidad. Pero ello constituía un
misterio oculto a los hombres; y, por otra parte, ella quería
hacer su ofrenda al Señor.
En realidad tres fueron las ofrendas hechas aquel día: las de
la profetisa Ana, del anciano Simeón y de María con Jesús.
BM2 Ana, viuda y santa, de ochenta y cuatro años, «no se apar-
362 taba del | templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones no-
che y día» (Lc 2,37). Ofrenda generosa, afectuosa, constante,
ininterrumpida, pues. Mortificada en todos sus sentidos, su alma
vivía enteramente para Dios.
2° El anciano Simeón había recibido la aseguración de que
no moriría antes de ver con sus propios ojos al Salvador. Vio al
Niño presentado por María, y le reconoció como el Mesías, re-
cibiéndole en brazos con un transporte de amor. Ofreció enton-
ces a Dios su vida: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes
dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu
Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz
para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel» (Lc
2,29-32).
Más perfecta fue la ofrenda de Jesús y de María, que se con-
sagraron totalmente al Señor. Fue una ofrenda no sólo de
palabras ni de sentimiento, sino real y efectiva. Jesús era la
Víctima-Hostia designada para el gran sacrificio de la cruz.
María se disponía y se ofrecía a ser la corredentora: «A ti
misma una espada te traspasará el alma» (Lc 2,35). Aquella
ofrenda plena y definitiva nunca fue retractada, al contrario, se
realizó completamente en el Calvario.
Así pues, Ana ofreció todos sus sentidos; Simeón, su vida;
María y Jesús todo su ser, de modo totalmente efectivo.
3° Nuestra ofrenda sea:
Una consagración del cuerpo y de los sentidos: ojos, oído,
tacto, gusto, lengua, olfato.
BM2 Una consagración a Dios de la vida entera: ¡hágase en todo,
363 sólo y siempre el divino querer! Toda la mente, la voluntad, el
corazón, la fantasía, la memoria.
Una consagración ofrecida como víctima y satisfacción por
las almas: apostolado del sufrimiento y de la oración.
LAS GRANDES ORACIONES 709

Examen. – ¿Soy total y conscientemente de Dios? ¿Le he


dado todo el cuerpo con los sentidos? ¿He aceptado la muerte?
¿Sufro para cooperar en la salvación de los hermanos?
Propósito. – Cada día me ofreceré a Dios por medio de
María y en unión con ella.
Oración. – En espíritu os acompaño, María y Jesús, en el
viaje al templo para cumplir vuestra oblación. ¡Ojalá pudiera
yo vivir siempre y del todo unido a Dios, y sólo por él! Nada
para mí; ni para mi orgullo; ni para mi carne; ni para las cosas
de la tierra. Solo tú, Dios mío, eres el todo, y todas las cosas
son para ti y para llevar almas a ti. Gloria a Dios en lo alto del
cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
LAS GRANDES ORACIONES 710

348.
SAN JOSÉ
(19 de marzo)
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la
criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y
tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus
pecados» (Mt 1,20-21).

1° San José fue el hombre fiel a su misión.


El Señor le había destinado a cumplir tres oficios en el orden
de su Providencia:
BM2 Debía ser el custodio virginal de la Madre de Dios. Ante los
364 hombres él cubría el misterio de la concepción virginal. Él
tutelaba y defendía a María en los viajes y dificultades, como en
Belén, en Egipto, en la pérdida de Jesús en el templo. Él nutría
la Sagrada Familia.
Debía ser el padre putativo, el custodio, el nutricio también
de Jesús. Por él el Niño quedó a salvo; bajo él, Jesús ejercitaba
las virtudes domésticas; con él, el Muchachito trabajaba, rezaba,
santificaba la casa.
Debía aparecer como el padre: «¿No es este el hijo del car-
pintero?» (Mt 13,55); debía desaparecer para que resplandeciera
en su gran luz Jesús; después debía ser el custodio de la gran
familia cristiana, la Iglesia, en el curso de los siglos.
2° Y bien, san José correspondió en todo por su docilidad,
que es humildad. Él deseaba sólo cumplir el divino beneplácito
para secundar en todo a su Dios. Esta era la disposición de amor
y de humildad: Dios podía disponer de él según los deseos y
designios de su amor. Y cuanto más se encuentra un alma en
tales disposiciones, tanto más la emplea Dios en cosas grandes,
levantándola a mucha perfección: Dios habita y actúa en ella.
Dios pudo prepararle a guardar sus dos tesoros: Jesús y María.
Dios pudo servirse de él durante muchos años desde la anun-
ciación al nacimiento del Hijo encarnado, en el período de la
niñez y juventud de Jesús. Dios pudo usarle para crear y pre-
BM2 sentar al mundo el tipo del gran | silencioso, del trabajador
365 modelo, del alma más perfecta después de la Sma. Virgen.
3° En efecto, a san José se le llama el hombre justo. Con
esta expresión el Espíritu Santo le presenta como el hombre
LAS GRANDES ORACIONES 711

adornado de todas las virtudes. Era justo con Dios, porque a


éste daba enteramente el culto, el honor, la obediencia, el cora-
zón. Fue justo con el prójimo, a quien tributaba respeto en la
estima, en las posesiones, en el honor, ayudándole y socorrién-
dole en diversas necesidades. Fue justo consigo mismo some-
tiendo los sentidos al espíritu, cumpliendo su deber como espo-
so, como padre putativo, como trabajador.
Examen. – ¿He cumplido la voluntad de Dios según mi vo-
cación? ¿Cumplo cada día los deberes de mi estado? ¿Me
someto en todo a las diarias disposiciones del Señor?
Propósito. – Cada mañana le diré al Señor: Aquí está tu
siervo e hijo de tu esclava, María: habla, que te escucho.
Oración. – Oh san José, vuelve benigno tu mirada a mí.
Hazme dócil ejecutor de la divina voluntad; doblega mi mente,
mi corazón, mi voluntad para que yo diga mi sí al Señor. ¡Yo
quisiera imitarte, oh gran santo! Quisiera que tú, mirándome,
encontrases en mí un alma sometida del todo a Dios, como era
tu Jesús, en cada cosa.

349. BM2
SAN JOSÉ 366
PROTECTOR DE LA IGLESIA UNIVERSAL
«Mi fidelidad y misericordia le acompañarán, por ni nombre crecerá
su poder: extenderé su izquierda hasta el mar y su derecha hasta el
Gran Río. Él me invocará: “Tú eres mi padre, mi Dios, mi roca salva-
dora”, y yo le nombraré mi primogénito, excelso entre los reyes de la
tierra» (Sal 89/88,25-28).

1° San José continúa en el cielo la misión que tuvo en la


tierra. En la Sagrada Familia era el custodio, el nutricio, el jefe;
allí comenzaba la Iglesia. Ahora en el cielo es el protector de la
Iglesia universal, extendida por todo el mundo: él la guarda, la
defiende, la exalta en el fervor y en la propagación.
Él la sostiene contra los asaltos del maligno; él tutela las vo-
caciones santas y las prepara a desempeñar altos ministerios; él
consuela, conforta, ilumina a las almas en la obra de la santi-
ficación; él interviene diariamente en mil necesidades mate-
LAS GRANDES ORACIONES 712

riales y espirituales. Santa Teresa declaraba no haber pedido


nunca en vano cualquier gracia a san José.
Por eso muchas obras, iniciativas y personas se ponen bajo
su protección.
2° Entre tantas necesidades de las almas, las mayores son
las de los moribundos. En el lecho de muerte, en el momento
del tránsito a la otra vida, se decide la suerte eterna de cada
hombre. De aquel momento extremo depende ser para siempre
feliz o para siempre infeliz.
San José tiene, entre otras, también esta misión: asistir a sus
devotos en la muerte. Él mereció este oficio por su santísima
BM2 muerte. Fue asistido por la Virgen María y por Jesùs | bendito;
367 su abandono al querer divino era total; el recuerdo de su vida
empleada toda por el Señor le serenaba y le infundía la certeza
de un gran premio.
San José alcanza a sus devotos una buena muerte de dos
maneras: obteniéndoles una vida buena, tal que les conforte en
la última hora. Además, les asiste en el momento extremo,
cuando acude a la cabecera de su lecho infundiéndoles disposi-
ciones de humildad, confianza y amor para presentarse al Señor.
3° San José se muestra paterno con todos, como lo fue con
Jesús. Él es bueno, y por ello le conmueven nuestras angustias
materiales y espirituales, nuestras enfermedades y nuestras ten-
taciones; siente las aflicciones y se enternece su corazón. El
Señor le dio los sentimientos de amor necesarios para su come-
tido de protector universal.
En Dios, él conoce, ve y mide todas nuestras necesidades.
En el cielo, después de María santísima, es más potente que
todos los santos. Su poder es universal, porque en la tierra
practicó todas las virtudes.
Examen. – ¿Tengo confianza en san José? ¿Le encomiendo
la Iglesia? ¿Le ruego por los moribundos de cada día, y por mi
agonía?
Propósito. – Rezaré a menudo las letanías de san José.
Oración. – Oh san José, padre putativo de Jesucristo, ruega
por nosotros y por los agonizantes de este día.
LAS GRANDES ORACIONES 713

Oh san José, protector de la Iglesia de Jesucristo, defién- BM2


denos, ilumínanos, socórrenos, sálvanos. Así sea. 368

350.
SAN JOSÉ PATRONO DE LOS MORIBUNDOS
«(El Señor) le dio una gloria como la de los santos, le hizo poderoso
para temor de sus enemigos. Con su palabra puso fin a los prodigios y
le glorificó delante de los reyes; le dio mandamientos para su pueblo y
le mostró algo de su gloria. Por su fidelidad y humildad le santificó, le
eligió de entre todos los vivientes» (Sir 45,2-4).

1° Del momento de la muerte depende la eternidad: o


para siempre salvados o perdidos para siempre. En la hora de
la muerte son muchas las dificultades. El moribundo, cuando
la muerte llega precedida de enfermedad, queda sorprendido
por los recuerdos del pasado, por el temor de los juicios de
Dios, por la ansiedad de espíritu y por los dolores del mal.
Además, el demonio acude con gran ira, sabiendo que le queda
poco tiempo para apoderarse del alma. Si, en cambio, la muer-
te llega improvisa, por un mal repentino, o por un accidente, o
incluso en el sueño, resulta imposible una preparación in-
mediata. También cuando la muerte llega precedida de enfer-
medad, a menudo el enfermo ignora su estado por varias cir-
cunstancias, o bien le resulta difícil recibir los consuelos reli-
giosos o no tiene el suficiente dolor de los pecados. ¡Cuánta
necesidad hay de san José, protector de los agonizantes!
2° San José tuvo una muerte santísima. Primero, porque
estuvo asistido por Jesús y María Sma., que le sugirieron los
pensamientos más hermosos y los afectos más santos. Y luego,
porque la vida de san José fue la vida del justo. «José, como era
justo…» (Mt 1,19), había acumulado continuamente | tesoros de BM2
cielo. Había sido el fidelísimo custodio de María; había cum- 369
plido santamente el oficio de padre y nutricio respecto a Jesús.
En su virginidad había amado sólo y siempre al Señor con todo
su corazón. Por eso en aquel momento se veía consolado por el
pensamiento del pasado, y tenía la más cierta esperanza de un
encuentro dulcísimo con el Padre celeste. De veras puede
LAS GRANDES ORACIONES 714

decirse de él: «¡Mirad cómo muere el justo!». ¡Preciosa es ante


Dios la muerte de los santos!
3° El Maestro divino nos amonesta a estar siempre prepa-
rados a la muerte: «Tened cuidado de vosotros, no sea que se
emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las in-
quietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día;
porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la
tierra. Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que po-
dáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie
ante el Hijo del hombre» (Lc 21,34).
Santiago escribe respecto a la inmediata preparación a la
muerte: «¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los pres-
bíteros de la Iglesia, que recen por él y le unjan con óleo en el
nombre del Señor. La oración hecha con fe salvará al enfermo y
el Señor le restablecerá, y si hubiera cometido algún pecado, le
será perdonado» (Sant 5,14-15).
Examen. – ¿Pienso habitualmente que la vida es preparación
a la muerte y a la entrada en el cielo? ¿Lo ordeno todo al cielo?
¿Invoco a san José por los moribundos y por mí?
BM2 Propósito. – Una vez al día diré la jaculatoria: «Oh san José,
370 padre putativo de Jesucristo y verdadero esposo de María Vigen,
ruega por nosotros y por los agonizantes de este día (o de esta
noche)».
Oración. – A ti acudo, oh san José, patrono de los mori-
bundos; y a ti, que fuiste asistido en la hora de la muerte por
Jesús y María, encomiendo a mí mismo y a todos los agoni-
zantes, para que en los momentos extremos nos defiendas de las
insidias del demonio y de la condena eterna; nos cierres en paz
los ojos a las cosas de la tierra y nos los abras para contemplar
a Dios cara a cara en el cielo.

351.
SAN GABRIEL ARCÁNGEL
(24 de marzo) 214

214 En el nuevo calendario esta celebración ha pasado al 29 de sep-

tiembre, en una sola fiesta con los arcángeles Miguel y Rafael.


LAS GRANDES ORACIONES 715

«Bendecid el Señor, ángeles suyos: poderosos ejecutores de sus órde-


nes, prontos a la voz de su palabra. Bendecid al Señor, ejércitos suyos,
servidores que cumplís sus deseos» (Sal 103/102,20-21).

1° A san Gabriel se le llama el “ángel de la encarnación”.


Fue enviado a Daniel para anunciarle la época del nacimiento
de Jesucristo. Después a Zacarías en el templo para predecirle el
nacimiento del precursor de Jesucristo, san Juan Bautista. Y
luego, a la Sma. Virgen para proponerle la divina maternidad.
Lleno de veneración, san Gabriel se acerca a María y la salu-
da con palabras dictadas por Dios: «Alégrate, llena de gracia, el
Señor está contigo» (Lc 128). Y pues María se maravilla de tal
elogio, san Gabriel le explica cómo había ella hallado gracia BM2
ante | Dios, que la escogió para ser Madre de su mismo Hijo 371
divino y Salvador del género humano. María responde recor-
dando haberse comprometido con el voto de virginidad. Pero el
ángel le asegura que en ella se dará el gran prodigio: junto a
más límpida virginidad, la divina maternidad.
Entonces María pronunció el fiat de la esclava del Señor; el
ángel lo llevó al Altísimo, y la encarnación divina se realizó por
obra del Espíritu Santo.
2° La epístola recuerda el anuncio del tiempo de la encar-
nación: «Gabriel, aquel hombre que yo había visto al comienzo
en la visión, vino volando hasta mí a la hora de la ofrenda ves-
pertina. Al llegar me habló así: “Daniel, acabo de salir para
hacer que comprendas. Al principio de tus súplicas se pronunció
una sentencia, y yo he venido para comunicártela, porque eres
un predilecto. Entiende la sentencia, comprende la visión: seten-
ta semanas están decretadas sobre tu pueblo y tu ciudad santa;
para poner fin al delito, cancelar el pecado y expiar el crimen,
para traer una justicia eterna, para que se cumpla la visión y la
profecía, y para ungir el santo de los santos. Has de saberlo y
comprenderlo: desde que se decretó la vuelta y la recons-
trucción de Jerusalén hasta un príncipe ungido pasarán siete
semanas; y pasarán sesenta y dos semanas; y entonces será re-
construida con calles y fosos, pero serán tiempos de angustia.
Pasadas las sesenta y dos semanas, | matarán a un ungido ino-
cente. Vendrá un príncipe con su tropa y arrasará la ciudad y el
LAS GRANDES ORACIONES 716

templo, pero su final será un cataclismo; guerra y destrucción


serán decretadas hasta el fin”».215
El oremus dice: «Oh Dios, que entre los demás ángeles esco-
giste al arcángel Gabriel para anunciar el misterio de la encar-
nación, concédenos por tu bondad que celebrando en la tierra su
fiesta, gocemos de su patrocinio en el cielo ».
Il tracto 216 dice: «Alégrate, María, llena de gracia: el Señor
es contigo. Bendita tú eres entre las mujeres y bendito es el
fruto de tu vientre. Mira, concebirás y darás a luz un Hijo al que
llamarás Emmanuel. El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la
fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo,
que nacerá de ti, será llamado Hijo de Dios».
El ofertorio dice: «Un ángel se puso junto al altar del templo
con un incensario de oro en la mano y se le dio gran cantidad de
incienso, cuyas volutas subieron hasta la presencia de Dios».
3° Todo beneficio nos viene de la encarnación del Hijo de
Dios, de la que san Gabriel es profeta, precursor y ministro. Con
él bendigamos al Señor; a él vaya nuestro vivo reconocimiento;
disponga él nuestros corazones a recibir y corresponder a tan
inmensa gracia. La Iglesia ruega así: «Oh Señor, concédenos
BM2 que así como mediante este arcángel hemos conocido tu reden-
373 ción; | así mediante su oración consigamos los correspondientes
frutos».
Examen. – ¿Comprendo la misión del arcángel Gabriel? ¿Le
doy las gracias? ¿Le ruego para imitarle en la devoción a la
Virgen y a su Hijo?
Propósito. – Diré frecuentemente tres Gloria Patri a los tres
arcángeles: san Miguel, san Rafael y san Gabriel.
Oración. – Señor, tú quisiste que tu Hijo se encarnara en el
regazo virginal de María, según la palabra del arcángel
Gabriel: concédenos que mientras veneramos a la verdadera
Madre de Dios, seamos ayudados por sus oraciones ante ti. Por
el mismo Jesucristo, nuestro Señor.

215 Dan 9,21-26.


216 Tracto, canto antes del evangelio.
LAS GRANDES ORACIONES 717

352.
SAN MARCOS EVANGELISTA
(25 de abril)

«El cielo proclama tus maravillas, Señor, y tu fidelidad, en la asam-


blea de los ángeles. ¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos? Dios es temible en el
consejo de los ángeles, es grande y terrible para toda su corte» (Sal
89/88,6-8).

1° San Marcos, llamado también Juan Marcos, primo de


Bernabé, fue bautizado por san Pedro, que le amaba como a hijo.
Después de haber acompañado por algún tiempo a san Pablo,
siguió a san Pedro como discípulo fiel. San Jerónimo dice:
«Marcos, discípulo e intérprete de Pedro, estando en Roma, y
pidiéndoselo los hermanos, escribió un breve evangelio, según
cuanto había oído a Pedro, | quien lo examinó aprobándolo y BM2
dándoselo a la Iglesia para que se leyera». 374
San Marcos fundó la Iglesia de Alejandría, donde murió. Su
cuerpo fue traladado a Venecia.
2° La finalidad del evangelio de san Marcos es demostrar
que Jesucristo es el Hijo de Dios: «Comienzo del Evangelio de
Jesucristo, Hijo de Dios» (Mc 1,1). Esta tesis queda demostrada
con argumentos muy persuasivos para los romanos: a saber, la
potencia maravillosa de Jesucristo, que obraba milagros y domi-
naba el mundo visible e invisible de los espíritus. Narra, pues,
muchos milagros, entre ellos un cierto número en que cuenta la
liberación de poseídos por el demonio.
En el evangelio de san Marcos es evidente la huella de san
Pedro. El esquema es sencillo: después del preámbulo, pasa a
describir el ministerio en Galilea, con diversos recorridos mi-
sioneros por otras regiones. Luego narra el último viaje a Jeru-
salén y la última pascua; después la pasión y gloriosa resurrec-
ción de Jesucristo, concluyendo con la misión de los apóstoles.
La divinidad de Jesús es la verdad fundamental para el cris-
tianismo. Si Jesucristo es Dios, cada enseñanza suya es una
verdad que debemos creer; cada ejemplo suyo traza un modo
perfecto de obrar y vivir; cada institución suya, como el
primado de Pedro, la Iglesia, los sacramentos, hay que aceptarla
con veneración y garantía de eterna salvación.
LAS GRANDES ORACIONES 718

BM2 3° Leyendo el evangelio de san Marcos, | reavivaré mi fe en


375 Jesucristo, Dios-Hombre; haré actos de adoración reconociendo
su omnipotencia, a la que nada pudo resistirse; admiraré en espe-
cial el poderío de Jesucristo sobre los espíritus malignos y sobre
la muerte; le suplicaré que doblegue con su gracia las mentes de
todos los hombres, para que todos le adoren y le sigan con co-
razón de hijos y discípulos. «Adórenle todos los ángeles de Dios»
(Heb 1,6). Más aún, «al nombre de Jesús toda rodilla se doble en
el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesu-
cristo es Señor para gloria de Dios Padre» (Flp 2,10-11).
Examen. – ¿He recabado de la lectura del Evangelio esta
enseñanza fundamental de la divinidad de Jesucristo? ¿La vivo,
deduzco las debidas consecuencias de adoración y de amor?
Propósito. – Leeré el evangelio de san Marcos.
Oración. – Pedro confesó la divinidad de Jesucristo: «Tú
eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». Y en otro paso: «Maestro,
tú tienes palabras de vida eterna». Proclamamos, pues, de
corazón con la Iglesia: «Creo en Jesucristo, único Hijo de Dios,
nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu
Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de
Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a
los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a
los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopo-
deroso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos».

BM2 353.
376 SAN JUAN BAUTISTA
(24 de junio)

«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto?... ¿A ver a un profeta? Sí,


os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito “Yo envío a
mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti”. En
verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el
Bautista» (Mt 11,7.9-11).

1° San Juan tiene dos fiestas: la natividad, el 24 de junio; y


el martirio, el 29 de agosto.
LAS GRANDES ORACIONES 719

Es profeta del Altísimo, ya prefigurado por Isaías y Jere-


mías; purificado y consagrado desde el regazo de la madre para
anunciar a Jesús y preparar a los hombres a su venida.
Acogieron bien a Jesús quienes habían sido fieles discípulos
de Juan y recibieron su bautismo.
Por el Evangelio conocemos los prodigios que acompaña-
ron su nacimiento. El padre, Zacarías, le pone el nombre indi-
cado por el arcángel Gabriel: Juan, que significa “el Señor ha
concedido gracia”. Recupera por ello inmediatamente el habla,
se llena de Espíritu Santo, predice las grandezas del hijo: «Irá
delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pue-
blo la salvación» (Lc 1,76-77).
Estaba preanunciado que muchos se alegrarían de su naci-
miento: y en efecto no sólo los vecinos y parientes, sino toda la
cristiandad cada año se regocija y lo celebra incluso con mani-
festaciones especiales a lo largo de los siglos.
2° La epístola, tomada de Isaías, anuncia la predicación
del Bautista en el desierto: «Escuchadme, islas; atended, pue-
blos lejanos: El Señor me llamó desde el vientre materno, de las
entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca
una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me BM2
hizo flecha bruñida, me guardó | en su aljaba y me dijo: “Tú 377
eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré”… Y ahora
dice el Señor, el que me formó desde el vientre como siervo su-
yo:… “Te hago luz de las naciones, para que mi salvación al-
cance hasta el confín de la tierra… Te verán los reyes, y se al-
zarán; los príncipes, y se postrarán; porque el Señor es fiel,
porque el Santo de Israel te ha elegido”».217
El evangelio narra los prodigios de su nacimiento. «A Isabel
se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se ente-
raron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una
gran misericordia, y se alegraban con ella. A los ocho días vi-
nieron a circuncidar al niño, y querían llamarle Zacarías, como
su padre; pero la madre intervino diciendo: “¡No!, se va a lla-
mar Juan”. Y le dijeron: “Ninguno de tus parientes se llama así”.
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se
llamase. Él pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Y

217 Is 49,1-3.5-7.
LAS GRANDES ORACIONES 720

todos se quedaron maravillados. Inmediatamente se le soltó la


boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos
estos hechos por toda la montaña de Judea. Y cuantos los oían
BM2 reflexionaban diciendo: “¿Pues qué será | este niño?”. Porque la
378 mano del Señor estaba con él. Entonces Zacarías, su padre, se
llenó de Espíritu Santo y profetizó diciendo: “Bendito sea el
Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su
pueblo”».218
3° En el gradual de la Misa se lee: «A ti, niño, te llamarán
profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar
sus caminos» (Lc 1,76). Él, como los profetas, anunció al Me-
sías; y, por ser el más grande de los profetas, le indicó ya pre-
sente: «Este es el que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29).
Examen. – ¿Conozco bien cómo se prepara la senda a la gra-
cia, a Jesús? ¿Me preparo cada vez mejor a recibirla? ¿Tengo
verdadera estima, devoción y amor al Bautista?
Propósito. – Indicaré, predicaré a menudo al Salvador pre-
sente en medio del pueblo, en el sagrario. Será mi discurso más
ardiente.
Oración. – Oh Señor, que has hecho venerable y jubiloso
este día por el nacimiento del Bautista, concede, te pedimos, la
gracia de los gozos espirituales al pueblo cristiano; y guía
nuestros pasos por el camino de la salvación eterna y de los
santísimos ejemplos del divino Maestro.

354.
SAN PEDRO Y SAN PABLO
(29 de junio)

«“A cambio de tus padres tendrás hijos, que nombrarás


príncipes por toda la tierra”. Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones, y los pueblos te alabarán por
los siglos de los siglos» (Sal 45/44,17-18).

218 Lc 1,57-68.
LAS GRANDES ORACIONES 721

1° San Pedro y san Pablo fueron unidos por Dios en el


apostolato, en el martirio y asociados en la | gloria aquí en la BM2
tierra y en el cielo. Hoy honramos especialmente a san Pedro y 379
en él al Papa.
«Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a
sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hom-
bre?”. Ellos contestaron: “Unos que Juan el Bautista, otros que
Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas”. Él les pregun-
tó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Simón Pedro tomó
la palabra y dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”.
Jesús le respondió: “¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás,
porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi
Padre que está en los cielos! Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no
la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que
ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en
la tierra quedará desatado en los cielos”» (Mt 16,13-19).
2° Jesús pregunta a los discípulos: «¿Quién dice la gente
que es el Hijo del hombre?» (Mt 16,13). A esta pregunta res-
ponden los apóstoles, referiendo las varias conjeturas del pueblo
respecto a Jesucristo. «Unos que Juan el Bautista, otros que
Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas» (Mt 16,14).
Estas conjeturas eran ya de gran honor para Jesucristo, pero la
fe de los apóstoles es esencialmente diversa, y la declara Pedro,
al preguntar de nuevo Jesús: «Y vosotros, ¿quién decís que soy
yo?» (Mt 16,15).
Tratándose de atestiguar la fe del colegio apostólico, toma la
palabra Pedro. Será | siempre él, en la persona de sus sucesores, BM2
quien, hasta el final de los siglos, declarará lo que se debe creer, 380
cuál es la fe de la Iglesia, en cuyo nombre responde él: «Tú eres
el Mesías, el Hijo del Dios vivo» (Mt 16,16). Así que no un
profeta, sino el Mesías [Cristo] anunciado por los profetas; no
un santo, sino el Santo de los santos, el Hijo natural de Dios.
Jesús se congratula y ratificó tal respuesta: «¡Bienaventurado tú,
Simón, hijo de Jonás, porque eso no te lo ha revelado ni la carne
ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos!» (Mt 16,17).
Has dicho la verdad; cuanto has declarado procede de Dios, que
no se engaña.
Jesucristo seguidamente declara a Pedro lo que deberá ser:
«Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré
LAS GRANDES ORACIONES 722

mi Iglesia» (Mt 16,18). Se compara la Iglesia a un edificio, que


se apoya en Pedro.
«Y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella» (Mt
16,18). Las puertas, o sea las fuerzas, las potencias del infierno
nunca abatirán la Iglesia. Veinte siglos de historia son una
confirmación de la divina promesa. Para prevalecer el poder del
infierno deberían fallar la fe, o bien la jerarquía católica con el
primado de Pedro, o la unión de la parte sana del pueblo cristia-
no con el Papa; cosas que no pueden acaecer.
«Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la
tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra
quedará desatado en los cielos» (Mt 16,19). Pedro tendrá, pues,
BM2 pleno poder en la Iglesia. La promesa se cumplió | cuando Jesús
381 dijo a Pedro: «Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas» (Jn
2115-16).
Al Papa le debemos obediencia, amor, colaboración, oración.
3° Señor, ampara con tu protección a nuestro santo Padre, el
Papa; sé su luz, su fuerza, su consuelo.
Examen. – ¿Obedezco a las disposiciones del Papa? ¿Par-
ticipo en los dolores y en las consolaciones del Vicario de Jesu-
cristo? ¿Desempeño gustosamente el apostolado en colabora-
ción con la Iglesia? ¿Rezo por el Papa?
Propósito. – Leeré siempre con atención y amor las actas del
Papa.
Oremos. – Oremus pro pontífice nostro N. N.: Dóminus
conservet eum, et vivíficet eum, et beatum faciat eum in terra, et
non tradat eum in ánimam inimicorum eius.219

355.
TRANSFIGURACIÓN
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

219 «Oremos por nuestro Pontífice N. N.: El Señor le conserve, le dé

vida, le haga feliz en la tierra y no le entregue en las manos de sus ene-


migos».
LAS GRANDES ORACIONES 723

«Tu trono, oh Dios, permanece para siempre, cetro de rectitud es tu


cetro real. Has amado la justicia y odiado la impiedad: por eso el
Señor tu Dios te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus com-
pañeros» (Sal 45/44,7-8).

1° Por Moisés tenemos la ley, en Elías están representados


los profetas; ellos prepararon el camino a Jesucristo. Y ahora el
Maestro divino aparece en el esplendor de su misión y de su
gloria: él es el doctor, el sacerdote eterno, el rey del cielo.
Vino del Padre, que proclama su divinidad invitando a todos BM2
los hombres a escucharle. Es verdad que Jesucristo, antes de 382
subir a la derecha del Padre, tiene aún que ser levantado en cruz.
¡Pero nadie le considere débil o culpable, pues por la cruz
ascenderá a la gloria! El Padre le resucitará, sometiéndole el
infierno, la tierra, los bienaventurados y los ángeles. Cada cual
le siga, le ame, le crea.
2° San Pedro recuerda en la epístola la transfiguración.
«No nos fundábanos en fábulas fantasiosas cuando os dimos
a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, sino
en que habíamos sido testigos oculares de su grandeza. Porque
él recibió de Dios Padre honor y gloria cuando desde la sublime
Gloria se le transmitió aquella voz: “Este es mi Hijo amado, en
quien me he complacido, escuchadle”. Y esta misma voz, trans-
mitida desde el cielo, es la que nosotros oímos estando con él en
la montaña sagrada. Y tenemos una palabra aún más segura: la
de los profetas,220 a la que hacéis bien en prestar atención como
a una lámpara que brilla en lugar oscuro hasta que despunte el
día y el lucero amanezca en vuestros corazones» (2Pe 1,16-19).
El evangelio narra en resumen el gran acontecimiento:
«Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y a su hermano Juan,
y subió con ellos aparte a un monte alto. Se transfiguró delante
de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se
volvieron blancos como la luz. De repente se les aparecieron BM2
Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la 383
palabra y dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí!
Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra

220 Las nuevas versiones traducen: «Así tenemos más confirmada la

palabra profética». Se trata pues de una ratificación, no de una contra-


posición.
LAS GRANDES ORACIONES 724

para Elías”. Todavía estaba hablando cuando una nube lumino-


sa les cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía: “Es-
te es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadle”.
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándoles, les dijo: “Levantaos, no temáis”.
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo.
Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó: “No contéis a
nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre
los muertos”» (Mt 17,1-9).
3° Esta transfiguración es como el anillo que une la serie
de los siglos del Antiguo Testamento, con la serie de los siglos
del Nuevo Testamento. Moisés y Elías representan el primero;
Pedro, Santiago y Juan representan el segundo. Jesucristo está
en medio: por él se salvan cuantos esperaron su redención
futura, como se salvan hoy cuantos le escuchan y se aprovechan
de su pasión.
Examen. – ¿Tengo claro conocimiento y profunda fe en el
misterio de Jesucristo redentor? ¿Escucho al Maestro? ¿Soy en
él un buen hijo de Dios?
Propósito. – «Después de la cruz, la luz; después del des-
tierro, la patria; después de la prueba la gloria».
BM2 Oración. – Oh Padre, que en la gloriosa transfiguración de
384 tu Unigénito confirmaste los misterios de la fe con los testi-
monios de los profetas, y prefiguraste maravillosamente nues-
tra perfecta adopción como hijos tuyos, concédenos, te roga-
mos, ser un día coherederos de la gloria de tu Hijo.

356.
ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO
(15 de agosto)

«¿Quién es esta que despunta como el alba, hermosa como la luna,


refulgente como el sol, imponente como un batallón?» (Cant 6,9).

1° La epístola de la Misa de hoy resume las glorias, los


privilegios, los cometidos de la Sma. Virgen.
LAS GRANDES ORACIONES 725

«En todos los pueblos y naciones busqué un lugar de descan-


so y una heredad donde establecerme. Entonces el Creador del
universo me dio una orden, el que me había creado estableció
mi morada y me dijo: “Pon tu tienda en Jacob, y fija tu heredad
en Israel”... Y así me establecí en Sión. En la ciudad amada
encontré descanso, y en Jerusalén reside mi poder. Arraigué en
un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad [he
fijado mi morada en la asamblea de los santos. Vulg]. Crecí
como cedro del Líbano, como ciprés de las montañas del Her-
món. Crecí como palmera de Engadí, como plantel de rosas de
Jericó, como gallardo olivo en la llanura, como plátano crecí
[junto a las aguas | por las calles. Vulg]. Como cinamomo y
aspálato di perfume, como mirra exquisita derramé aroma».221 BM2
Creemos que la Sma. Virgen murió de puro amor de Dios, 385
para ser en todo semejante a Jesús. Creemos que no sufrió la
corrupción del sepulcro, sino que fue resucitada por la omni-
potencia de Dios. Creemos que María fue elevada al cielo en
cuerpo y alma. Creemos que en el cielo tuvo un trono superior
al de todas las criaturas. Creemos que allí se sentó como reina, a
la derecha de su Hijo. Creemos que tiene el corazón más seme-
jante al de Jesús. Creemos en su bondad materna.
2° La gloria de María en el cielo corresponde a su altísima
santidad en la tierra. El Evangelio recuerda cómo la Sma. Vir-
gen acumuló los méritos de la más alta contemplación y los del
más amplio apostolado.
«Jesús entró en una aldea, y una mujer llamada Marta le
recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que,
sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, en
cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta
que, acercándose, dijo: “Señor, ¿no te importa que mi hermana
me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano”.
Respondiendo, le dijo el Señor: “Marta, Marta, andas inquieta y
preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María,
pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».222
Tú eres hijo de María. Si la invocas, te verás siempre asis-
tido como hijo. Si la imitas, llegarás | también tú a una muerte BM2
santa, a la gloriosa resurrección, al gozoso reino en el cielo. 386

221 Sir 24,6-8.11-15.


222 Lc 10,38-42.
LAS GRANDES ORACIONES 726

La vida presente es para la eternidad; y ésta será tan feliz


cuanto haya sido buena la vida. María es madre para ayudarte a
vivir bien y salvarte. Mira a la Sma. Virgen en su trono de glo-
ria e invócala por la mañana, a mediodía, por la tarde. Llámala
en cualquier dificultad temporal y espiritual. Sé fiel a las ora-
ciones que has escogido en honor de María.
Examen. – ¿Considero bien qué es esta vida presente? ¿Ten-
go fe viva en el paraíso, «vida eterna»? ¿Contemplo con fre-
cuencia a María en su gloria y en su misión de distribuidora de
los tesoros divinos?
Propósito. – Diré a menudo: «Ea, pues, Señora, abogada
nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y
después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de
tu vientre».
Oración. – Rezaré frecuentemente el cuarto misterio glorio-
so: «María expira de puro amor a Dios y es elevada al cielo
con admirable gloria. Pidamos una vida santa para morir en el
amor de Dios». Páter, Ave, etc.
El quinto misterio glorioso: «María es coronada reina del
cielo y de la tierra, dispensadora de todas las gracias y madre
nuestra amabilísima. Propongamos ser devotos de la Sma.
Virgen y pidamos el don de la perseverancia». Páter, Ave, etc.

BM2 357.
387 SAN MATEO EVANGELISTA
(21 de septiembre)

«Después de esto, salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado al


mostrador de los impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él, dejándolo todo,
se levantó y le siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su
casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y
otros» (Lc 5,27-29).

1° Jesús predicó; no escribió su Evangelo; confió su doc-


trina a la predicación. Pero sí escribieron por impulso del Espí-
ritu Santo, una parte de su predicación, cuatro apóstoles llama-
dos evangelistas: san Mateo, san Marcos, san Lucas y san Juan.
LAS GRANDES ORACIONES 727

San Mateo es el primero. Se le llamó también Leví. Ejercía


en Cafarnaún el oficio de publicano o recaudador (es decir, co-
braba los impuestos exigidos por los romanos), cuando Jesús le
encontró y le invitó a seguirle. Enseguida, dejándolo todo, se
fue tras él; pasó a ser uno de los doce; fue testigo ocular de
cuanto posteriormente narró. Un poco después de Pentecostés,
marchó a predicar el Evangelio a los gentiles. Según cuanto
leemos en el Breviario, evangelizó Etiopía. Allí murió mártir, y
su cuerpo fue llevado a Salerno, donde ahora es venerado.
Antes de salir de Judea (entre los años 42 y 48) compuso su
Evangelio, como recuerdo de su predicación a los hebreos.
2° Escribió para mostrar que Jesús era el Mesías prometido
en los profetas. Por tanto, siendo el enviado de Dios, deben ser
aceptadas su ley y su Iglesia.
El Evangelio de san Mateo comienza narrando la infancia de
Jesucristo: la genealogía, María y José, Belén, permanencia en
Egipto, Nazaret.
En la primera parte expone la preparación y el ministerio en BM2
Galilea; en la segunda, el ministerio en Judea; en la tercera, la 388
última semana en Jerusalén, la pasión, la muerte y la resurrec-
ción de Jesucristo. Cierra la narración con la misión confiada a
los apóstoles, es decir el encargo de continuar su obra.
San Ireneo dice: San Mateo entre los hebreos escribió en su
lengua el Evangelio, mientras Pedro y Pablo fundaban y evan-
gelizaban la Iglesia de Roma. El propósito de Mateo es mostrar
que Jesús es el Mesías prometido en las Escrituras.
Por el primer Evangelio se percibe cuánto prefería el Señor
al pueblo hebreo, cómo lo preparó y llamó por primero a la fe;
cómo el pueblo, en gran parte, se obstinó; más aún, se opuso a
la obra del Salvador, pidiendo su muerte y logrando que fuera
crucificado. Aparece también la universalidad del Evangelio,
pues se anuncia que de Oriente y de Occidente vendrían hom-
bres de todas las naciones para entrar en el reino de Dios. Mien-
tras, el pueblo de duro corazón y obstinado será dispersado y la
ciudad destruida.
Esta historia se repite muy a menudo: al paso que se pierden
almas colmadas de gracias e hijas de la divina predilección,
otras que parecían ser las últimas pasan al primer puesto.
LAS GRANDES ORACIONES 728

3° Acojamos, pues, a Jesucristo, plenamente, es decir la


redención que se nos ofrece. En la predicación, en los sacra-
mentos, en el ministerio y la guía del sacerdote cada alma
puede tener la salvación eterna. Así como la salvación es obra
BM2 de Cristo, así la comunicación de esta salvación viene | ordi-
389 nariamente hecha por el sacerdote, a quien se le dijo: «Como
el Padre me ha enviado, así también os envío yo» (Jn 20,21),
instruid, bautizad, guiad las almas.
Examen. – ¿Soy dócil a la gracia, la uso, la aprovecho... o la
resisto, la descuido?
Propósito. – Considero las palabras de san Pablo: «La gente
sólo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de
los misterios de Dios» (1Cor 4,1).
Oración. – Oh Señor, que constituiste a tu Unigénito salva-
dor del género humano y mandaste que se le llamara Jesús,
concédenos propicio poder llegar a contemplar en el cielo el
rostro de Aquel cuyo santo nombre veneramos en la tierra. Por
el mismo Jesucristo nuestro Señor.
LAS GRANDES ORACIONES 729

358.
SAN MIGUEL ARCÁNGEL
(29 de septiembre)
«Y hubo un combate en el cielo: Miguel y sus ángeles contra el dra-
gón, y el dragón combatió, él y sus ángeles. Y no prevaleció y no que-
dó lugar para ellos en el cielo» (Ap 12,7-8).

1° Hay dos fiestas en honor del arcángel san Miguel: el 8


de mayo una aparición suya, y el 29 de septiembre la dedicación
a él.
La primera recuerda una manifestación prodigiosa del arcán-
gel. Se celebra en el tiempo pascual. Las fiestas pascuales son las
de los espíritus angélicos, porque la resurrección de Jesucristo
procuró también gozo a los ángeles, en cuanto repara, | dice san BM2
Gregorio, las pérdidas sufridas por ellos, entre sus filas, debido a 390
la rebelión de Lucifer; y a nosotros nos reabre las puertas del
cielo. Es por tanto una fiesta y un triunfo de Jesucristo, pues san
Miguel es el jefe de la milicia celeste.
La segunda recuerda la dedicación de una iglesia en el gran
circo de Roma, hacia el año 530.
2° El nombre de Miguel significa «¿quién como Dios?», y
nos trae el recuerdo del combate desatado en el cielo entre el
arcángel de Dios, que guió la milicia celeste, y Satanás, jefe de
los ángeles rebeldes, que fueron precipitados en el infierno. San
Miguel venció el orgullo de Satanás, y es el arcángel que
obtiene al hombre la humildad. El hombre es tan soberbio que
se cree superior a Dios y poder prescindir de él, o incluso piensa
ser Dios.
En cambio, san Miguel encabeza la adoración al Dios único,
uno en la sustancia, trino en las personas. Ofrece a Dios el
incienso, símbolo de la oración, como se dice en la Misa.
San Miguel guía ahora a la Iglesia y a la humanidad en la
lucha contra Satanás. El ofertorio de la Misa (29 de septiembre)
nos hace rezar así: «Oh san Miguel arcángel, defiéndenos en el
combate para que no nos perdamos en el día del tremendo
juicio».
Y cuando las almas salen victoriosas del combate, pedimos a
san Miguel que las introduzca en las huestes de los santos y de
los ángeles.
LAS GRANDES ORACIONES 730

BM2 3° La epístola de la Misa está tomada | del Apocalipsis,


391 que es la revelación de los misterios relativos a la dilatación y
obra de la Iglesia. Sirviéndose de un ángel, Jesucristo manifestó
estas cosas en diversas visiones al apóstol san Juan, que las es-
cribió a siete iglesias, representantes de la primitiva cristianidad.
No se dice el nombre del ángel, pero es o san Miguel, o uno de
los enviados por él en cuanto jefe de la milicia angélica.
El evangelio 223 recuerda a los ángeles custodios de los
hombres: todos los soldados del gran caudillo san Miguel.
Examen. – ¿Estoy bien persuadido de que cada día, por la
conquista de las almas, se está combatiendo una lucha decisiva
entre Satanás y la Iglesia? ¿Rezo a san Miguel? ¿Combato bajo
su guía y con su ayuda?
Propósito. – Cada día yo «confieso ante Dios todopoderoso,
la bienaventurada Virgen María, el bienaventurado Miguel
arcángel...».
Oración. – Oh santo arcángel Miguel, defiéndenos en la
lucha; sé nuestro refugio contra la malicia y las insidias del
diablo, ¡Dios le subyugue, pedimos suplicantes! Y tú, príncipe
de la milicia celeste, arroja en el infierno a Satanás y a los
demás espíritus malignos, que para la perdición de las almas
circulan por el mundo buscando una presa.

BM2 359.
392 SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS
(2 de octubre)

«Verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu refugio,


tomaste al Altísimo por defensa. No se te acercará la desgracia, ni la
plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos; te llevarán en sus palmas, para
que tu pie no tropiece en la piedra» (Sal 91/90,9-12).

1° El Señor ha establecido que cada hombre, desde su na-


cimiento hasta la muerte, esté acompañado por un ángel. Éste

223 Mt 18,1-10.
LAS GRANDES ORACIONES 731

tiene el oficio de iluminar, guardar, guiar, pedir por la persona


a él confiada.
El ángel la ilumina con inspiraciones, disponiendo la mente
a acoger las verdades de la fe, profundizarlas y amarlas, pen-
sando y juzgando en base a ellas.
Guarda en los peligros del alma y del cuerpo; son infinitos
los asaltos del demonio, de los que nos defiende nuestro buen
ángel; continuamente refuerza el espíritu para que se mantenga
firme contra los peligros del ambiente y de los sentidos.
Guía al joven en la senda de su vocación; sostiene en las
debilidades y levanta a quien cae; camina por delante señalando
la ruta del paraíso a cada alma.
Ruega sin interrupción por la persona a la que está destinado,
por su familia, por la parroquia. Ruega durante la vida y en el
momento de la muerte; baja incluso a confortar a las almas del
purgatorio.
2° En la fiesta de los ángeles custodios, la Iglesia propone
esta epístola: «Voy a enviarte –dice el Señor– un ángel, para
que te cuide en el camino y te lleve al lugar que he | preparado.
Hazle caso y obedécele. No te rebeles, porque lleva mi nombre BM2
y no perdonará tus rebeliones. Si le obedeces fielmente y haces 393
lo que yo digo, tus enemigos serán mis enemigos y tus adver-
sarios serán mis adversarios. Mi ángel irá por delante» (Éx
23,20-23).
3° Al ángel custodio le debemos: suma reverencia, porque
es un espíritu celeste, hermosísimo, santo, potente ante el Señor:
«No peques en su presencia».
Viva gratitud, porque es el amigo más fiel, que siempre vela
por nosotros, desde la cuna al ingreso en el paraíso; se preocupa
de nuestra salvación eterna más que nosotros mismos.
Gran confianza, pues valen mucho sus oraciones ante el Se-
ñor, y siempre ruega él por el alma custodiada.
Examen. – ¿Guardo respeto al ángel custodio en todo lugar y
en todo tiempo? ¿Le estoy agradecido por sus continuos bene-
ficios? ¿Sigo sus inspiraciones?
Propósito. – En cada momento me consideraré como acom-
pañado por un amigo grande, celeste, fidelísimo.
LAS GRANDES ORACIONES 732

Oración. – Oh Dios, que en tu inefable providencia te dignas


mandar a tus ángeles para custodiarnos, concédenos, te supli-
camos, estar siempre defendidos por su protección y gozar eter-
namente su compañía.

BM2 360.
394 FIESTA DEL SANTO ROSARIO
(7 de octubre)

«Crecí como cedro del Líbano, como ciprés de las montañas del Her-
món. Crecí como palmera de Engadí, como plantel de rosas de Jericó,
como gallardo olivo en la llanura, como plátano crecí. Como cina-
momo y aspálato di perfume, como mirra exquisita derramé aroma»
(Sir 24,13-15).

1° Qué contiene el rosario: es una oración compuesta por


los misterios principales de la religión –cinco gaudiosos, cinco
dolorosos, cinco gloriosos–. Quien lo reza hace familiar el
recuerdo de ellos y obtendrá un gran fruto espiritual.
En él se reza además el Padrenuestro, compuesto y enseña-
do por Jesús mismo, siendo por tanto la oración más preciosa
por su autor, por las peticiones que se hacen, por la eficacia y el
poder ante el Padre celeste.
Además se dicen las diez avemarías, oración muy grata a la
Sma. Virgen, pues constan de un bonito trenzado de las palabras
del ángel, de santa Isabel y de la Iglesia.
Se añaden otras jaculatorias, como el Gloria Patri, el Re-
quiem æternam, las invocaciones enseñadas por María a los
pastorcitos de Fátima, etc. Son todas oraciones muy bellas,
devotas y agradables a Dios, aunque propiamente no sean parte
del rosario.
2° El rosario es una oración para todos, fácil y fructuosa.
Una oración para todos: pueden rezarla los niños, los traba-
jadores, el campesino, la mujercita, el Papa. Cada cual hará sus
consideraciones conforme a la propia condición, a su instruc-
ción, a su piedad; pero nadie, ni siquiera los grandes doctores,
podrán agotar la sabiduría y la piedad que contiene.
LAS GRANDES ORACIONES 733

Es una oración fácil: sirve para escuchar la Misa o en vez de BM2


las Vísperas,224 para prepararse a la comunión, como acto de 395
agradecimento, para asistir a los agonizantes, para sufragar a los
difuntos; es asequible para el marinero, el prisionero, el viajero,
en las tentaciones, en las dudas, en la pobreza, en la juventud,
en la virilidad, en la vejez; cuando uno está recogido y cuando
está distraido; en familia, estando solos, en la iglesia.
Es una oración fructuosa: las más valiosas gracias públicas y
privadas se han obtenido con el rosario. La derrota y la conver-
sión de los albigenses, la victoria de los cristianos sobre los tur-
cos en Lepanto, el quebranto del filosofismo y positivismo fran-
cés. Muchas conversiones, muchas estupendas vocaciones, nu-
merosas instituciones están anudadas al rosario. Una tercera
parte de rosario hace entender cosas difíciles, devuelve la paz al
alma, restablece esperanza y conforto en una familia.
La práctica del rosario para un alma es signo de salvación.
3° Modo de rezarlo. Hay un método sencillo: enunciar los
misterios, decir el padrenuestro y las avemarías, poniendo al
menos un poco de atención a las palabras. Hay también un mo-
do más perfecto, al que conviene que cada cual trate de acercar-
se, consistente en meditar el misterio, considerar una verdad,
una virtud, una gracia. Por ej., en el primer misterio gozoso se
recuerda el dogma de la encarnación, la humildad de María, la
gracia de saber decir siempre nuestro «sí» a la voluntad divina.
Examen. –¿Aprecio el rosario? ¿Lo conozco | bien? ¿Tengo BM2
la costumbre de rezarlo? ¿Lo rezo con verdadero fruto? 396
Propósito. – Quiero adquirir la costumbre del rosario diario,
al menos la tercera parte.
Oración. – Oh Virgen del Rosario, te ofrecemos este rami-
llete de rosas como un homenaje filial. Con el rosario queremos
honrar contigo a tu Hijo. Queremos imprimir en nuestra alma
las más hermosas verdades de la redención, de la gloria celeste,
de tu misericordia y la de tu Hijo. Queremos admirar y pedir
tus virtudes y las gracias que concedes a tus devotos.
224 Cuando la Misa se celebraba en latín y en voz baja por el cele-

brante solo (Misa rezada), los fieles solían asistir rezando el rosario o
algunas otras fórmulas de oración. Lo mismo cabe decir respecto a las
Vísperas.
LAS GRANDES ORACIONES 734

¡Sea el rosario una gran consolación en la hora de nuestra


muerte!
LAS GRANDES ORACIONES 735

361.
SAN LUCAS EVANGELISTA
(18 de octubre)

«El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de


sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo
susurra. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a
toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su
mensaje» (Sal 19/18,2-5).

1° El evangelio de san Lucas puede considerarse el evan-


gelio de san Pablo, o de la universalidad, o de la misericordia.
San Lucas, médico de Antioquia, fue convertido por san Pa-
blo, según algunos autores,225 y luego siguió al Apóstol en va-
rios viajes misioneros, siendo su fiel compañero en las cárceles
de Cesarea y de Roma. Después de la muerte de san Pablo, Lu-
cas predicó en Grecia y cerró su vida con el martirio.
San Lucas es el autor del tercer evangelio y de los Hechos de
los Apóstoles. San Ireneo escribe: «Lucas, | secuaz de Pablo, BM2
puso por escrito el evangelio que este predicaba». San Jerónimo 397
dice: «Lucas, médico antioqueno, buen conocedor del griego,
secuaz de san Pablo en todos los viajes, escribió el evangelio
del que san Pablo dice: “Enviamos con él al hermano que se ha
hecho célebre en todas las Iglesias a causa del Evangelio”»
(2Cor 8,18). Lucas además que de San Pablo tomó de los demás
apóstoles muchas de las cosas que escribió.
2° San Lucas narra la infancia de Jesús; y ya desde el prin-
cipio en el «nunc dimittis» 226 (Lc 2,29), expresa la salvación
universal traída por Jesucristo a todo el género humano: «Luz
para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel» (Lc
2,32). San Lucas es médico, y presenta a Jesucristo como el
divino Médico de la humanidad. Todos están llamados a la fe,
hebreos y gentiles. A éstos, para quienes escribe, les muestra el
camino de la salvación recordándoles lo que más fácilmente
225 Alude a los testimonios de célebres autores: Ireneo, Clemente Ale-

jandrino, Orígenes, Tertuliano y Jerónimo.


226 «Ahora, Señor, puedes dejar (a tu siervo irse en paz...)».
LAS GRANDES ORACIONES 736

puede abrírselo. San Lucas muestra también, de modo particular,


la misericordia de Jesús: refiere las parábolas de la oveja desca-
rriada, de la moneda reencontrada, del hijo pródigo, resaltando
la diversidad entre el espíritu de caridad evangélica y la hipo-
cresía de los fariseos.
El evangelio de san Lucas se divide en cuatro partes: infan-
cia y juventud de Jesús; ministerio en Galilea; viaje a Jerusalén;
luchas, pasión, muerte y gloria de Jesucristo.
3° El más activo de los obreros del Evangelio es san Pablo,
BM2 que trasvasaba, casi vertía su | alma en la de sus discípulos. Leer
398 a san Lucas equivale casi a sentir a san Pablo.
Además, el alma de Pablo era el alma de Cristo. Y al igual
que Jesús vino como salvador de todos, así san Pablo a todos se
dirigía, para llevarlos a Jesús. El corazón de Pablo se había dila-
tado talmente que todos los hombres y pueblos cabían en él.
Sólo la misericordia de Jesucristo podía ofrecer y hacer lle-
gar a todos la salvación. No hay hombre tan descarriado y tan
pecador que no pueda hallar salvación en Jesucristo.
Examen. – ¿Abrazo en mi corazón a todos los hombres?
¿Pienso también en la salvación de los infieles? ¿Tengo con-
fianza en la misericordia de Jesucristo?
Propósito. – Leeré el evangelio de san Lucas considerando
sus características.
Oración. – Oh Señor, te pedimos que intervenga en nuestro
favor el bienaventurado Lucas, tu evangelista, que por el honor
de tu nombre llevó incesantemente en su cuerpo la mortifica-
ción de la cruz.

362.
SAN RAFAEL ARCÁNGEL
(24 de octubre)

«“Busca una persona de confianza que te acompañe. Le pagaremos un


salario hasta que volváis. Ve y recupera ese dinero [en casa de Gaba-
el]”. Tobías salió a buscar un guía que conociera el camino de Media
y le acompañara. Nada más salir, se encontró con el ángel Rafael. Pero
no sabía que era un ángel de Dios» (Tob 5,3-5).
LAS GRANDES ORACIONES 737

1° El arcángel Rafael es uno de los siete que están siem-


pre ante Dios, para ofrecerle el incienso de las oraciones y el
oro de los hombres. | «Cuando tú, Tobías, y Sara orabais, era
yo quien presentaba el memorial de vuestras oraciones ante la BM2
gloria del Señor, y lo mismo cuando enterrabas a los muer- 399
tos…levantándote enseguida de la mesa, sin comer».227 Tobías
se quedó ciego, pero Dios le mandó este arcángel, cuyo nom-
bre significa «Dios sana», para curarle. Un caso parecido al
del ángel del que habla el evangelio,228 que bajaba a remover
el agua de la piscina, en la cual quedaba curado el primer
enfermo al bañarse. Por eso la Iglesia ora así: «Ven, arcángel,
en nuestra ayuda; aleja de nosotros todos los males, acrece las
fuerzas a los lánguidos; aparta de los creyentes la gente pér-
fida, para que unidos todos en un solo aprisco vivamos bajo
los cuidados del único pastor».
2° La epístola de la Misa dice: «[Dijo el ángel Rafael a
Tobías]: Es bueno guardar el secreto del rey, pero las gloriosas
acciones de Dios hay que manifestarlas en público. Practicad el
bien, y no os atrapará el mal. Más vale la oración sincera y la
limosna hecha con rectitud que la riqueza lograda con injusticia.
Más vale dar limosna que amontonar. La limosna libra de la
muerte y purifica del pecado. Los que dan limosna vivirán lar-
gos años, mientras que los pecadores y malhechores atentan
contra su propia vida. Os voy a decir toda la verdad, sin
ocultaros nada... Pues bien, cuando tú y Sara orabais, era yo
quien presentaba el memorial de vuestras oraciones ante la glo-
ria del Señor, y lo mismo cuando enterrabas a los muertos...
Dios me había enviado para someterte a prueba. | También BM2
ahora me ha enviado Dios para curaros a ti y a tu nuera Sara. 400
Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están al servicio del
Señor y tienen acceso a la gloria de su presencia».229
Esto concuerda con la enseñanza del Evangelio:
«Se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jeru-
salén. Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una pis-
cina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales,
y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralí-

227 Tob 12,13.


228 Jn 5,2-4.
229 Tob 12,7-15.
LAS GRANDES ORACIONES 738

ticos esperando el movimiento del agua, [pues un ángel del Se-


ñor bajaba de tiempo en tiempo a la piscina y se movía el agua
y el primero que descendía a la piscina tras el movimiento del
agua quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese]».230
3° Este día la Iglesia ora así: «Oh Dios, que diste por guía
en el viaje de tu siervo Tobías al bienaventurado arcángel Rafa-
el, concédenos, a nosotros tus siervos, estar siempre protegidos
y ayudados por él ».
Examen. – ¿Estoy persuadido de la intervención de los ánge-
les en nuestra vida? ¿Tengo confianza en ellos, les rezo?
Propósito. – Diré a menudo tres Gloria Patri a la Sma.
Trinidad, con la intención de pedir la protección de san Miguel,
san Rafael y san Gabriel.
Oración. – Señor, dígnate mandar en nuestra ayuda a san
BM2 Rafael arcángel para que | nos cure en todas nuestras enfer-
401 medades corporales y espirituales. Creemos que él es uno de
los espíritus que están continuamente en tu presencia en el cie-
lo; por sus manos te ofrecemos nuestras oraciones, sacrificios y
satisfacciones.

363.
LA REALEZA DE JESUCRISTO
(último domingo de octubre) 231

«Le siguen las tropas del cielo sobre caballos blancos, vestidos de lino
blanco y puro. Y de su boca sale una espada aguda, para herir con ella
a las naciones, pues él las regirá con vara de hierro y pisará el lagar
del vino del furor de la ira de Dios todopoderoso. En el manto y en el
muslo lleva escrito un título: “Rey de reyes y Señor de señores» (Ap
19,14-16).

1° Dijo el arcángel san Gabriel a la Sma. Virgen, anun-


ciándole el misterio de la encarnación: «[Este Jesús] será grande,
se llamará Hijo del Altísimo..., reinará sobre la casa de Jacob
para siempre, y su reino no tendrá fin» (Lc 1,32-33). En Jesu-

230 Jn 5,1-4.
231 En el nuevo orden litúrgico: último domingo del año litúrgico.
LAS GRANDES ORACIONES 739

cristo se cumplió la profecía de Daniel: «A él se le dio poder,


honor y reino. Y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvie-
ron. Su poder es un poder eterno, no cesará» (Dan 7,14). Y Jesu-
cristo en su pasión, tal como se declaró Dios ante el Sinedrio, así
se declaró rey ante Pilato: consiguientemente el Sinedrio le con-
denó por haberse declarado Dios, y le condenó Pilato por haberse
declarado rey. Nosotros, en cambio, le adoramos, seguimos y ad-
miramos como Dios y como rey.
Dice el evangelio: «Pilato dijo a Jesús: “¿Eres tú el rey de
los judíos?”. Jesús le contestó: “¿Dices eso por tu cuenta o te lo
han dicho otros de mí?”. Pilato replicó: “¿Acaso soy yo judío?
Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí: ¿qué has
hecho?”. | Jesús le contestó: “Mi reino no es de este mundo. Si BM2
mi reino fuera de este mundo, mi guardia hubiera luchado para 402
que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de
aquí”. Pilato le dijo: “Entonces, ¿tú eres rey?”. Jesús le contes-
tó: “Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he
venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que
es de la verdad escucha mi voz”» (Jn 18,33-37).
2° La dificultad de entender la realeza de Jesucristo viene
de que nosotros pensamos en la realeza humana, mientras la de
Jesucristo es divina, infinita. Tres puntos superiores tiene la
divinidad de Jesucristo: él es Dios y hombre, por lo cual la rea-
leza le compete bajo dos títulos, aunque de diversa manera. Más
allá de la realeza humana, él tiene todos los poderes, derechos y
beneficios, pero sin limitaciones de tiempo, espacio y súbditos.
Además, la realeza de Jesucristo se extiende al cielo, a la tierra,
al purgatorio, al infierno; y no sólo en cuanto a la actuación sino
en cuanto al mismo ser, pues todo viene de Dios y es sostenido
por Dios en la existencia.
Jesucristo es rey por naturaleza, porque es creador, gober-
nador, co-actuante; por nacimiento, porque ha nacido del Padre
desde la eternidad; por la promesa, pues los pueblos le fueron
prometidos al Mesías; por donación, dado que el Padre le entre-
ga todos los seres; por conquista, en cuanto nos ha adquirido
librándonos del dominio del demonio; por universal aceptación
y por prescripción después de tantos siglos.
Él tiene los poderes reales: legislativo, judicial, ejecutivo. Je- BM2
sucristo reina sobre las mentes: el suyo es reino de la verdad, y 403
los hombres deben rendirle el homenaje de la inteligencia, cre-
LAS GRANDES ORACIONES 740

yendo todas sus palabras. Su reino es reino de justicia, y los


hombres han de hacerle el homenaje de sus voluntades, acep-
tando sus preceptos y siguiendo sus ejemplos. Jesucristo reina
sobre los corazones: su reino es reino de amor, y los hombres
deben centrar en él afectos y aspiraciones.
3° Lo estableció Pío XI, en la encíclica sobre la Realeza:
«Con nuestra autoridad apostólica, instituímos la fiesta de nues-
tro Señor Jesucristo Rey, que se celebrará cada año el último
domingo de octubre, es decir el domingo que precede inmedia-
tamente a la solemnidad de Todos los Santos. Ese día se hará la
consagración del género humano al sagrado Corazón de Jesús».
Examen. – ¿He prestado siempre a Jesucristo Rey homenaje
de fe, de dependencia, de corazón?
Propósito. – «Yo soy de Jesucristo» (cfr. 1Cor 3,23). Gran
pensamiento, gran invitación, gran gozo.
Oración. – Acto de consagración al sagrado Corazón de Je-
sús: Oh Jesús dulcísimo, redentor del género humano, míranos
humildemente postrados ante tu altar. Somos tuyos y tuyos que-
remos ser; y, para poder vivir más estrechamente unidos a ti, |
BM2 cada uno de nosotros, hoy, espontáneamente se consagra a tu
404 sacratísimo Corazón.
Desafortunadamente muchos nunca te conocieron; muchos,
despreciando tus mandamientos, te repudiaron. Benignísimo
Jesús, ten misericordia de unos y otros y a todos atráeles a tu
sacratísimo Corazón. Sed, oh Señor, rey no sólo de los fieles
que nunca se alejaron de ti, sino también de aquellos hijos pró-
digos que te abandonaron: haz que cuanto antes vuelvan a la
casa paterna para no morir de miseria y de hambre. Sed rey de
quienes viven en el engaño del error o por discordia están
separados de ti: llámales al puerto de la verdad y a la unidad
de la fe, para constituir cuanto antes un solo rebaño bajo un
solo pastor.
Sed rey de cuantos están aún envueltos en las tinieblas de la
idolatría y del islamismo: no dejes de atrarles a la luz y a tu
reino. Mira finalmente con ojos de misericordia a los hijos del
pueblo que un día fue el predilecto: venga sobre ellos, como
baño de redención y vida, la Sangre invocada por ellos mismos.
LAS GRANDES ORACIONES 741

Concede, oh Señor, incolumidad y libertad segura a tu Igle-


sia; da a todos los pueblos la tranquilidad del orden; haz que
de un extremo a otro de la tierra resuene esta única voz:
¡Alabanza al Corazón divino, del que vino nuestra salvación!
¡A él se le tribute gloria y honor por todos los siglos! Así sea.

364. BM2
FIESTA DE TODOS LOS SANTOS 405
(1 de noviembre)

«Más vale no tener hijos y ser virtuoso, porque el recuerdo de la virtud


es inmortal: la reconoce Dios y los hombres. Cuando está presente, la
imitan, cuando está ausente, la añoran; y en la eternidad triunfa y se
ciñe la corona, vencedora en la lucha por trofeos incorruptibles» (Sab
4,1-2).

1° A los santos les debemos amor, imitación, oración.


Amor, por los dones de Dios otorgados y por sus méritos; imita-
ción, por sus virtudes; oración, por el poder de su intercesión.
Admiramos en los santos la potencia y la bondad de Dios,
que fue con ellos amplísima. Y admiramos su correspondencia a
las gracias de Dios. Entre ellos hay apóstoles y mártires, confe-
sores y vírgenes, religiosos, sacerdotes, muchachitos, padres y
madres de familia, personas de toda clase y condición, lengua,
nación. «Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría con-
tar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie de-
lante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras
blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con voz potente:
“¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y
del Cordero!”» (Ap 7,9-10).
2° Imitar a los santos. Ellos fueron hombres como noso-
tros. Pasaron por muchas tentaciones, dificultades y peligros,
como tenemos nosotros. Pero o conservaron la inocencia, o bien
se lavaron con una conveniente penitencia; y así salieron de esta
vida en el santo amor de Dios. Muchos fueron admitidos ense-
guida al gozo eterno; otros pasaron antes a purificarse de las
últimas reliquias del mal en el purgatorio.
Entre ellos hay una ingente diversidad de méritos y de glo-
ria: «Una estrella se distingue de otra | por su brillo» (1Cor BM2
406
LAS GRANDES ORACIONES 742

15,41), pero todos son hermosísimos y felices. Hay quien se


distinguió en la caridad, como el santo Cottolengo y san
Vicente de Paúl; quien destaca mayormente por el celo, como
san Francisco Javier y san Juan Bosco; quien se caracteriza por
el amor de Dios, como san Francisco de Asís y el santo cura de
Ars. San Luis por la pureza, san Alfonso por la guía de las
almas, san Conrado de Parzan por la humildad y santa Teresa
del Niño Jesús por la sencillez: pero todos son imitables. Hay
también quienes brillaron por un conjunto de virtudes como san
Pedro, san Pablo, san Juan Bautista, etc. Pero en cierta medida
podemos seguirles, imitarles. Los jóvenes pueden proponerse
como modelo a san Luis Gonzaga; los padres de familia, a san
José; las madres, a santa Ana; los sacerdotes, a san Alfonso de
Ligorio; etc.
3° Rezar a los santos. «Santos y santas de Dios, interceded
por nosotros». Así les invoca la Iglesia, que aconseja rezar fre-
cuentemente las letanías de los santos. Cada día, cabe decir, se
festeja un santo; pero el día primero de noviembre la Iglesia
celebra la memoria de todos. El oremus de esta fecha dice:
«Dios todopoderoso y eterno, que nos has otorgado celebrar en
una misma fiesta los méritos de todos los santos, concédenos,
por esa multitud de intercesores, la deseada abundancia de tu
misericordia y tu perdón».
Examen. – ¿Tengo devoción al menos a mis santos protec-
tores? ¿Conozco su vida? ¿Imito sus ejemplos? ¿Les rezo?
BM2 Propósito. – Voy a elegirme un santo como especial pro-
407 tector, para imitarle y rezarle de modo especial.
Oración. – Líbranos, oh Padre, de todos los peligros de al-
ma y cuerpo; y por la intercesión de la gloriosa siempre Virgen
María, madre de Dios, y del bienaventurado José y tus santos
apóstoles Pedro y Pablo y de (N. N. el protector especial) y de
todos los santos, concédenos benigno salud y paz, para que tu
Iglesia, libre de toda adversidad y error, pueda servirte en
tranquila seguridad. Por nuestro Señor Jesucristo que contigo
vive y reina por los siglos de los siglos. Así sea.
LAS GRANDES ORACIONES 743

365.
CONMEMORACIÓN
DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS
(2 de noviembre)

«Recuerda mi sentencia, que será también la tuya: “a mí me tocó ayer,


a ti te toca hoy”. Con el descanso del muerto haz que descanse su me-
moria, consuélate de él, una vez que ha dejado de existir» (Sir 38,22-
23).

1° El dogma de la comunión de los santos pone en estrecha


comunicación las tres partes de la única Iglesia de Jesucristo: la
militante, la purgante, la triunfante. En este día estamos invitados
a recordar la Iglesia purgante: para ella son útiles las oraciones de
la triunfante y de la militante. El concilio de Trento definió que
«existe el purgatorio y que las almas detenidas allí pueden ser
socorridas por los sufragios de los fieles, especialmente por la
santa Misa».
Van al purgatorio las almas que, partiendo de | este mundo BM2
en gracia de Dios, tienen aún alguna deuda con la divina justi- 408
cia; es decir, deben descontar todavía la pena de pecados ya per-
donados en cuanto a culpa; o algún pecado venial, imperfección
voluntaria, apego, afecto terreno, o frialdad en el divino servicio.
El cielo es luz purísima, nada de sombrío y contaminado en-
tra en él. En la tierra Dios acepta nuestras penitencias, y pode-
mos también aprovechar las indulgencias; pero en la otra vida
todo se debe pagar con suficiente padecimiento.
2° En el purgatorio las almas sufren una pena llamada de
daño, o sea la privación de la visión de Dios. El alma tiene una
tendencia natural hacia Dios: está sedienta de verdad, de justicia,
de amor; y Dios es la verdad misma, la justicia, el amor infinito.
Pero el alma, siendo impura, se ve rechazada por Dios. El estado
de gracia, en la elevación al orden sobrenatural, aumenta esa sed
del alma, llegando a deseos ardentísimos, ¡y Dios, viéndola aún
manchada, la mantiene alejada! Entonces ella siente una tristeza
y angustia profundísima por sus pecados, por haber disgustado a
tal Dios, Padre tan amante. Pensar que se contribuyó a las penas,
las agonías, la corona de espinas de Jesús será para el alma un
desgarro indecible: y así el dolor y el amor conjuntamente
causarán en el alma una melancolía oprimente. Un ejemplo lo
LAS GRANDES ORACIONES 744

tenemos en los hebreos desterrados que suspiraban por Jerusalén:


«Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con
BM2 nostalgia de | Sión; en los sauces de sus orillas colgábamos
409 nuestras cítaras...».232
Es la pena del espíritu al pensar qué poco bastaba para
librarse del purgatorio, de haberlo querido, y cómo la Sma.
Virgen, los santos y muchas almas, tal vez con menos dones,
están ya en el cielo... ¡Considerar que con un poco más de
fervor se hubiera logrado pasar inmediatamente del lecho de
muerte al cielo!
Pena del sentido. La mínima pena del purgatorio es mayor
que la pena máxima de la tierra.
3° Señor de infinita justicia, que purificas a las almas del
purgatorio entre llamas de dolor y de amor, mientras aquí en la
tierra me ofreces tantos medios para realizar enseguida mi
purificación, concediéndome tiempo para ello: dame espíritu de
penitencia y de mortificación, pero especialmente dame un
amor tan vivo que cubra la multitud de mis pecados; dame un
santo afán de adquirir indulgencias.
Examen. – Si yo muriera ahora, ¿me quedarían aún penas
que satisfacer? ¿Sería todavía demasiado frío e indiferente en el
amor de Dios y del prójimo? ¿Tendría aún imperfecciones y
apegos terrenos?
Propósito. – Es propio de perezosos adoptar la falsa resig-
nación de caer en el purgatorio. Quiero evitarlo.
BM2 Oración. – Oh Dios, creador y redentor | de todos los fieles,
410 concede a las almas de tus siervos y siervas la remisión de
todos los pecados; haz que mediante estas nuestras súplicas
obtengan el perdón que siempre desearon. Oh Dios de miseri-
cordia, da a las almas de tus siervos y siervas el lugar del
refrigerio, la beatitud del reposo y el esplendor de la luz.
O Dios, dador del perdón y autor de la salvación humana,
imploramos tu clemencia para que, por la intercesión de la
Virgen María y de todos tus santos, concedas a las almas de tus

232 «Super flúmina Babilonis illic sédimus et flévimus cum recorda-

rémur Sion. In salícibus in medio eius suspéndimus órgana nostra...» (Sal


137/136,1-2).
LAS GRANDES ORACIONES 745

siervos y siervas que salieron de esta vida, llegar a la


participación de la eterna beatitud.
APÉNDICE
BM2 MES DEL PARAÍSO
411 (Enero) 1

1° Un mes consagrado a los ángeles en general y al ángel


custodio en particular, es casi una necesidad del corazón; y a la
vez constituye una gran ventaja para el tiempo y la eternidad.
Igualmente es muy útil algo que va entrando en las almas
piadosas y sensatas: unir el pensamiento y el culto a los santos.
Entre los frutos predomina el establecer en nosotros un concep-
to habitual, una orientación de la vida, un continuo deseo, una
asidua oración con vistas al paraíso. «Donde está tu tesoro, allí
estará tu corazón» (Mt 6,21). Se buscan los placeres, los hono-
res, los bienes de la tierra de modo desordenado, porque no se
conocen ni se aprecian los bienes, los honores, la gloria, los
gozos del cielo. Los santos hacían al revés.

2° El mes del paraíso se santifica considerando:


La resurrección de Jesucristo.
BM2 La ascensión de Jesús al cielo.
412 La gloria de Jesús a la derecha del Padre.
La resurrección de María.
La asunción de María al cielo.
La coronación de María.
La visión de Dios.
La posesión de Dios.
El gozo en Dios.
La resurrección final.
El juicio universal.
La entrada en el cielo.
El coro de los serafines.
El coro de los querubines.
El coro de los tronos.
El coro de las dominaciones.
El coro de los principados.
El coro de las potestades.
El coro de las virtudes.
El coro de los arcángeles.

1 N.B. Hay cristianos que muy útilmente eligen enero como “mes del

paraíso”. (Nota del Autor, puesta al final de la meditación).


APÉNDICE 749

El coro de los ángeles.


La gloria de los patriarcas.
La gloria de los apóstoles.
La gloria de los mártires.
La gloria de los padres y de los doctores.
La gloria de los confesores pontífices.
La gloria de los confesores no pontífices.
La gloria de las vírgenes.
La gloria de todos los otros santos.
Nuestra vocación al cielo.
Medios para alcanzar el paraíso.
3° Las bienaventuranzas anunciadas por Jesús nos llevan a
considerar la gran paz de las almas | virtuosas en la tierra: paz BM2
que preludia a la felicidad eterna del paraíso. 413
Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es
el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre sed de la justicia,
porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán
misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán
a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos
serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 3-10).
Examen. – ¿Tengo siempre presente el pensamiento del
paraíso? ¿Ordeno la vida al cielo? ¿Trabajo para el paraíso?
Propósito. – «¡Arriba el corazón!».
Oración. – Señor, sabes que muy pronto dejaré la tierra
para entrar en la eternidad. Yo creo y espero en la vida eterna.
¡Ea!, no permitas la suma desgracia de que yo olvide el cielo
por aficionarme desordenadamente a la tierra. Sé que aguardas
a todos tus hijos en tu casa paterna. Concédeme en este mes
una fe cada vez más viva, un deseo siempre más ardiente, una
orientación cada vez más decidida y generosa hacia la vida en
BM2
414
APÉNDICE 750

ti: «Dios | es el paraíso». Santos y santas del cielo, quiero un


día estar con vosotros. Ángeles del paraíso, iluminadme, guiad-
me, socorredme en el camino hacia la patria.
APÉNDICE 751

MES A SAN JOSÉ


1° Generalmente se le consagra a san José el mes de marzo.
Se trata de: –Conocer cada vez mejor al santo en su misión,
virtudes, privilegios, gloria, poderes en el cielo. –Imitar siempre
mejor a san José en la humildad, en el cumplimiento de la
divina voluntad, en la vida de silencio, de trabajo y de oración.
–Invocarle en todas las necesidades espirituales y materiales,
por la Iglesia universal, por los agonizantes, por los pobrecillos,
por los trabajadores, por los gobernantes.
Un mes de meditaciones, de lecturas, de oraciones, de flore-
cillas en honor de san José será una cosa grata a Jesús y a María,
que amaron y honraron al santo. Será de ventaja y de consuelo
para nosotros; será de gracia para toda la Iglesia.

2° Consideraciones:
San José descendiente de David.
San José esposo de María.
San José custodio de los vírgenes.
San José padre putativo de Jesús.
San José defensor del Redentor.
San José cabeza de la Sagrada Familia. BM2
San José hombre justo. 415
San José casto y virgen.
San José dócil ejecutor de los designios divinos.
San José hombre fuerte.
San José hombre prudente.
San José espejo de paciencia.
San José amante de la pobreza.
San José amante de la piedad.
San José modelo de los trabajadores.
San José hombre del silencio operoso.
San José ornato de la vida doméstica.
San José ejemplo de vida interior.
San José ejemplo de obediencia.
San José modelo de las almas eucarísticas.
San José íntimo familiar de Jesús y María.
San José modelo de toda virtud.
San José terror de los demonios.
San José perfecto ciudadano.
APÉNDICE 752

San José esperanza de los pobres y sufridos.


San José protector de los agonizantes.
San José protector de la Iglesia.
San José esperanza de todos los necesitados.
San José glorioso ciudadano del cielo.
Como oración: Coronita de los dolores y gozos de san José,2
letanía en su honor, plegaria de León XIII.3
3° Florecillas cotidianas: silenciosidad operosa y amorosa;
BM2 paciencia en las pequeñas contrariedades, | lectura de la vida y
416 meditación sobre san José; intimidad con Jesús y María.
Examen. – ¿Conozco bien a este santo? ¿Le imito en la doci-
lidad y humildad? ¿Le rezo constantemente?
Propósito. – Celebraré de corazón el mes a san José.
Oración. – Oh san José, padre putativo de Jesucristo y
verdadero esposo de María virgen, ruega por nosotros y por los
agonizantes de este día (o de esta noche).

2 Así sugería el Autor allá por 1940. Hoy no será fácil encontrar en

algún libro la aludida coronita. Por eso el P. Alberione en 1953 compuso


personalmente una nueva (cf S. ALBERIONE, Oraciones, Ed. San Paolo,
2007, pp. 224-226).
3 “A ti, bienventurado José”.
APÉNDICE 753

MES A MARÍA SANTÍSIMA


1° Para acercarnos cada vez más a nuestra madre María,
nos proponemos:
Creer en su grande misión, en la Inmaculada concepción, en
la límpida virginidad, en la divina maternidad, en su Asunción
al cielo. María es la Reina de los Apóstoles, la mediadora de
toda gracia, nuestra Madre misericordiosa.
Imitar sus virtudes y vida: María es humildísima, purísima,
piadosísima, ‘apóstola’; superó a todos los santos en la pacien-
cia, en la caridad, en la fortaleza, en la fe, en la esperanza.
Confiar en su materna bondad, en su inmenso poder, en su
atención a todos los hijos para cualquier necesidad. Es auxi-
liadora de los cristianos, es el terror del demonio, es conso- BM2
ladora | de los afligidos, es trono de la sabiduría, es madre del 417
buen consejo, es salud de los enfermos; vida, dulzura esperanza
de todos. Asiste a sus devotos durante la vida, les defiende en la
muerte, les socorre en el purgatorio.
2° Consideraciones para el mes de María:
María en los designios de Dios.
María en la promesa a los progenitores.
María en la voz de los profetas.
María en las figuras del Antiguo Testamento.
María concebida sin pecado.
María en su natividad y nombre.
María de niña y jovencita.
María en la anunciación.
María en el portal de Belén y en Egipto.
María en Nazaret y en la vida pública de Jesús.
María durante la pasión del Hijo.
María en el cenáculo con los apóstoles.
María asunta al cielo.
María modelo de candor.
María modelo de caridad.
María modelo de humildad.
María modelo de fe.
María modelo de piedad.
María modelo de fortaleza.
María modelo de celo.
APÉNDICE 754

María mediadora de gracia.


María reina de los apóstoles.
María reina de los mártires.
María reina de los confesores.
María reina de los vírgenes.
María reina de todos los santos.
BM2 María madre de todos los míseros.
418 El rosario.
Las fiestas marianas.
Las iglesias, los altares, las imágenes de María.
Perseverancia en la devoción a María.
3° La devoción del mes a María ha entrado en las prácticas
de los buenos cristianos. Se han escrito innumerables libros.
Hay sermones, funciones, oraciones, florecillas, cantos que dan
a ver la universalidad del amor y confianza en María.
Examen. – ¿Es muy viva mi fe en María? ¿La imito en algu-
na virtud? ¿Cómo me propongo celebrar este mes?
Propósito. – A lo largo del mes haré vida de unión con
María.
Oración. – Acuérdate, oh piadosísima Virgen María, que
jamás se oyó decir que ninguno de quienes han acudido a tu
protección, implorando tu asistencia y reclamando tu auxilio,
haya sido abandonado de ti. Animado yo con esta confianza, a
ti también acudo, ¡oh Virgen madre de las vírgenes!; y gimien-
do bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante tu
presencia soberana. ¡Oh Madre de Dios!, no desprecies mis sú-
plicas; antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Así sea.
APÉNDICE 755

MES AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS BM2


419
1° Conocer el Corazón de Jesús significa conocer toda la
encarnación, la vida, la predicación, la pasión del Salvador; sig-
nifica conocer los sacramentes, especialmente la Eucaristía, la
Iglesia, el sacerdocio; significa conocer su misericordia con los
pecadores.
Imitar al Corazón de Jesús es nuestro deber porque él es la
fuente, modelo y abismo de toda virtud. Hágase nuestro corazón
semejante al suyo, que es manso, humilde, piadoso, generoso,
ardiente de amor a Dios y a los hombres.
Rezar al Corazón de Jesús –con oraciones, reparaciones,
obsequios– es una indicación de la Iglesia, que nos le indica
como fuente de bondad. Los pecadores hallarán en él recon-
ciliación y resurrección; los débiles serán fortalecidos; los du-
dosos serán iluminados. A todos se dirige la invitación divina:
«Venid a mí cuantos sufrís y estáis oprimidos, os consolaré».
Todos: niños, jóvenes, adultos, viejos, pobres, ricos, sacerdotes.
2° Consideraciones:
El Corazón de Jesús formado por el Espíritu Santo en el seno
de María virgen.
El Corazón de Jesús unido al Verbo de Dios.
El Corazón de Jesús templo de Dios.
El Corazón de Jesús horno de amor a Dios.
El Corazón de Jesús horno de amor a los hombres.
El Corazón de Jesús lleno de misericordia.
El Corazón de Jesús y los pecadores. BM2
El Corazón de Jesús y Belén. 420
El Corazón de Jesús y María.
El Corazón de Jesús y san José.
El Corazón de Jesús y la Iglesia.
El Corazón de Jesús y la comunión.
El Corazón de Jesús y la Misa.
El Corazón de Jesús y la presencia real.
El Corazón de Jesús y la penitencia.
El Corazón de Jesús y el sacerdote.
El Corazón de Jesús y la familia.
El Corazón de Jesús y la Magdalena.
El Corazón de Jesús en la última cena.
APÉNDICE 756

El Corazón de Jesús en Getsemaní.


El Corazón de Jesús y san Pedro.
El Corazón de Jesús y la agonía del Calvario.
El Corazón de Jesús y santa Margarita Alacoque.
El Corazón de Jesús y los moribundos.
El Corazón de Jesús y los pequeños.
El Corazón de Jesús traspasado después de muerto.
El Corazón de Jesús y la reparación.
El Corazón de Jesús y los primeros nueve viernes.
Las promesas del sagrado Corazón de Jesús.
La consagración de las familias al sagrado Corazón.
El sagrado Corazón y la vida cristiana.
3° En el mes dedicado al sagrado Corazón sobre todo se
debe: –frecuentar los sacramentos de la confesión y de la comu-
nión; –progresar en el cumplimiento de los deberes cotidianos
y en el ejercicio de las virtudes; –pedir con fe viva las gracias
BM2 más útiles para nosotros y para las personas queridas o de las
421 que tenemos una | responsabilidad; –reparar las ofensas que
más hieren al Corazón de Jesús.
Examen. – ¿Conozco bien en qué consista el mes consagrado
al Corazón de Jesús y los frutos que implica? ¿Soy fiel a esta
práctica? ¿Trato de difundirla?
Propósito. – Leeré un libro que trate de esta devoción.
Oración. – Oh María, madre de Dios y nuestra, por las pre-
ciosas dotes de tu dulcísimo Corazón, alcánzanos una verda-
dera y estable devoción al sagrado Corazón de Jesús, tu hijo,
para que poniendo en él nuestros pensamientos y afectos cum-
plamos todos nuestros deberes, y con solícito ánimo le sirvamos
siempre pero especialmente este día.
Cor Jesu, flagrans amore nostri, inflamma cor nostrum
amore tui.4
Oremos. – Padre, te rogamos que el Espíritu Santo nos
inflame con el fuego que nuestro Señor Jesucristo, desde el
fondo de su Corazón, trajo a la tierra y quiso ardientemente
que se encendiera. Tú que vives y reinas en la unidad del
Espíritu Santo por todos los siglos. Así sea.
4 «Corazón de Jesús, que ardes de amor por nosotros, inflama nuestro

corazón de amor a ti».


APÉNDICE 757

MES DEL SANTO ROSARIO


1° Según la indicación del papa León XIII, este mes está
dedicado a la Sma. Virgen del Rosario. En él se reza el rosario,
ante Jesús | expuesto, por la tarde, o bien durante la Misa por BM2
la mañana. 422
Tiene tres fines: obtener las misericordias de María sobre la
sociedad presente, sobre la Iglesia y sobre las familias, como
se obtuvieron en los pasados siglos. Segundo: despertar la fe
mediante la consideración de los principales misterios de la
encarnación, vida, pasión, resurrección y gloria de Jesucristo.
Tercero: por medio de la oración, tras los ejemplos de María y
de Jesús, purificar y elevar nuestra vida espiritual y asegurar
nuestra salvación eterna.
2° Para obtener mayor fruto del rezo del santo rosario, se
proponen las siguientes consideraciones.
Misterios gozosos: I. La anunciación.
– Jesús en el rosario. El Mesías.
– María en el rosario. Los privilegios de María.
– Intención. Por los infieles.
– Fruto. Humildad.
– Palabras. «Ave gratia plena».
– Eucaristía. Presencia real.
– Amor puro. Caridad afectiva.
II. La visita de María a santa Isabel.
– Jesús en el rosario. Jesús es la vida.
– María en el rosario. Es mediadora de gracia.
– Intención. Por las madres.
– Fruto. La caridad con el prójimo en general.
– Palabras. «Beata quae credidisti».5
– Eucaristía. Visita eucarística.
– Amor puro. Caridad operativa.
III. El nacimiento de Jesús. BM2
– Jesús en el rosario. Jesús es el camino. 423
– María en el rosario. María es madre de Dios.
– Intención. Por los niños.
– Fruto. La pobreza.
– Palabras. «Et in terra pax hominibus». 6

5 “Bienaventurada la que ha creído...” (Lc 1,45).


APÉNDICE 758

– Eucaristía. Comunión.
– Amor puro. La caridad se nutre de la Eucaristía.
IV. Presentación de Jesús al templo.
– Jesús en el rosario. Jesús es el eterno sacerdote.
– María en el rosario. María es modelo de toda virtud.
– Intención. Por los sacerdotes.
– Fruto. La obediencia.
– Palabras. «Ecce pósitus est hic... in ruinam et resurrectionem». 7
– Eucaristía. Preparación a la comunión.
– Amor puro. La caridad se enciende en la meditación.
V. Pérdida y hallazgo de Jesús.
– Jesús en el rosario. Jesús es el Maestro.
– María en el rosario. El Corazón de María.
– Intención. Por los docentes.
– Fruto. Odio al pecado.
– Palabras. «In iis quae Patris mei sunt opórtet me esse».8
– Eucaristía. Agradecimiento en la comunión.
– Amor puro. Caridad en las familias.
Misterios dolorosos: I. Oración de Jesús en el huerto.
– Jesús en el rosario. Jesús paciente.
BM2 – María en el rosario. La vida de María fue un continuo martirio.
424 – Intención. Por las almas tentadas.
– Fruto. La voluntad de Dios.
– Palabras. «Jesus orávit tertio: non mea sed tua voluntas fiat».9
– Eucaristía. La reparación.
– Amor puro. Las lámparas vivientes.
II. La flagelación de Jesús.
– Jesús en el rosario. Jesús es el reparador.
– María en el rosario. Virginidad de María.
– Intención. Por los obstinados.
– Fruto. Pureza de los sentidos.
– Palabras. «Fuit flagellatus tota die».10
– Eucaristía. Sacrilegio.

6“Y en la tierra paz a los hombres” (Lc 2,14).


7“Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten”
(Lc 2,34).
8 “Yo debía estar en las cosas de mi Padre” (Lc 2,49).
9 “Por tercera vez Jesús oraba: no se haga mi voluntad sino la tuya” (cf

Mt 26,44 y Lc 22,42).
10 “Fue flagelado todo el día” (cf Sal 73/72,14).
APÉNDICE 759

– Amor puro. Perdón de las ofensas.


III. La coronación de espinas.
– Jesús en el rosario. Jesucristo es rey.
– María en el rosario. Santidad de la Inmaculada concepción de María.
– Intención. Por quienes gobiernan.
– Fruto. Pureza interior.
– Palabras. «Ave, Rex Iudeorum».11
– Eucaristía. Los enemigos de la Eucaristía.
– Amor puro. Caridad en los pensamientos y sentimientos.
IV. La condena a muerte de Jesús.
– Jesús en el rosario. Jesús rey es el mediador.
– María en el rosario. María corredentora.
– Intención. Por los que sufren.
– Fruto. Completar la pasión de Jesucristo.
– Palabras. «Nolite flere super me, sed super vos». 12
– Eucaristía. El divino cirineo. BM2
– Amor puro. La caridad lo soporta todo. 425
V. La crucifixión de Jesús.
– Jesús en el rosario. Jesús es el sacerdote.
– María en el Rosario. María es nuestra madre.
– Intención. Por los moribundos.
– Fruto. Amor de Dios.
– Palabras. «Páter, dimítte illis...».13
– Eucaristía. La santa Misa.
– Amor puro. El alma víctima.
Misterios gloriosos: I. La resurrección de Jesús.
– Jesús en el rosario. Jesús es Dios.
– María en el rosario. «Regina coeli, laetare».14
– Intención. Por los incrédulos.
– Fruto. Fe.
– Palabras. «Non est hic: surréxit».15
– Eucaristía. La gloria del Smo. Sacramento.
– Amor puro. Las victorias del amor.
II. La ascensión de Jesús al cielo.
– Jesús en el rosario. Jesús rey de los elegidos.

11 “Salve, rey de los judíos” (Mt 27,29).


12 “No lloréis por mí, llorad por vosotras” (Lc 23,28).
13 “Padre, perdónales...” (Lc 23,34).
14 “Reina del cielo, alégrate”.
15 “No está aquí, ¡ha resucitado!” (Mt 28,6).
APÉNDICE 760

– María en el rosario. Las ascensiones espirituales de María.


– Intención. Por los religiosos.
– Fruto. La esperanza.
– Palabras. «Hic Jesus qui assumptus est a vobis in coelum, sic
veniet».16
– Eucaristía. Frecuencia de la comunión.
– Amor puro. La caridad permanece eternamente.
III. La venida del Espíritu Santo.
– Jesús en el rosario. La Iglesia cuerpo místico de Jesucristo.
BM2 – María en el rosario. La Reina de los Apóstoles.
426 – Intención. Por la Iglesia.
– Fruto. El celo.
– Palabras. «Repleti sunt omnes Spíritu Sancto, et coeperunt
loqui».17
– Eucaristía. La Eucaristía y la vida activa.
– Amor puro. La caridad fruto del Espíritu Santo.
IV. La asunción de María al cielo.
– Jesús en el rosario. Jesús es el consuelo de los moribundos.
– María en el rosario. El culto de María.
– Intención. Por los difuntos.
– Fruto. La buena muerte.
– Palabras. «...Ascéndit de deserto, delíciis áffluens, innixa super
dilectum suum». 18
– Eucaristía. Las primeras comuniones y el viático.
– Amor puro. Los grados del amor de Dios.
V. La coronación de María.
– Jesús en el rosario. Jesús es juez.
– María en el rosario. La devoción a María.
– Intención. Por el apostolado de las ediciones.
– Fruto. La perseverancia.
– Palabras. «Ástitit Regina a dextris tuis... circumdata varietate». 19
– Eucaristía. La prenda de la gloria.
– Amor puro. La inhabitación de Dios en el alma.

16 “El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al

cielo, volverá...” (He 1,11).


17 “Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezarona a hablar...” (He 2,4).
18 “Sube del desierto, rebosante de frutos, apoyada en su amado” (cf

Cant 8,5).
19 “De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro...” (cf Sal

45/44,10).
APÉNDICE 761

Examen. – Mi rosario ¿es sensato, práctico, piadoso?


Propósito. – Mejoraré cada día mi rezo del rosario.
Oración. – Regina sacratíssimi Rosarii, ora pro nobis.20 BM2
427

20 “Reina del santo rosario, ruega por nosotros”.


APÉNDICE 762

MES DE LOS DIFUNTOS

1° ¡Salvarnos del infierno! ¡Salvar muchas almas de la


pena eterna! Salvarnos del purgatorio; librar muchas almas del
purgatorio.
Este mes nos lleva a:
Creer en el purgatorio: su existencia y el valor de los sufra-
gios, especialmente de la Misa. Conocer la gran pureza requeri-
da para entrar en el cielo; nuestra suma fragilidad y el descuido
de la penitencia; el mal que es un pecado venial, la tibieza, la
incorrespondencia a la gracia.
Evitar el purgatorio lucrando indulgencias, con un corazón
siempre humillado y contrito, un habitual fervor en todos los
deberes diarios de nuestro estado.
Vaciar el purgatorio de las almas allí caídas a causa del cine,
de la prensa, de la radio; vaciarlo de las almas más olvidadas;
de las personas familiares, queridas, bienhechoras, etc.
2° Consideraciones:
Existencia del purgatorio.
Penas del sentido.
Penas de daño.
Duración de las penas.
Intensidad de las penas.
BM2 Causas: el pecado venial, la tibieza, los | afectos desorde-
428 nados, descuido de las penitencias, descuido de las indulgencias,
descuido en los deberes de estado, descuido de la Eucaristía,
descuido de la palabra de Dios, descuido del examen de con-
ciencia, descuido de la confesión, imperfecta preparación a la
muerte, el tiempo malgastado.
Sufragios: la Misa, la comunión, la visita al Smo. Sacra-
mento, el rosario, las mortificaciones, la limosna, todas las
obras de misericordia, las indulgencias.
Evitarlo: santa preparación a la muerte, hacer el bien y a
tiempo; amplia caridad, perdonar de corazón, vida de unión con
Jesús, devoción filial a María.
3° Considerando il purgatorio, hemos de adorar la justicia,
la santidad, la misericordia de Dios. El segundo libro de los
Macabeos (12,42-43) dice: «El noble Judas... recogió dos mil
dracmas de plata entre sus hombres y las envió a Jerusalén para
APÉNDICE 763

que ofrecieran un sacrificio de expiación. Obró con gran rectitud


y nobleza pensando en la resurrección».21
Examen. – ¿Qué fe tengo en el purgatorio? ¿Trato de evi-
tarlo? ¿Rezo por los difuntos?
Propósito. – Quiero tratar a los difuntos como deseo que me
traten a mí después de morir.
Oración. – Desde lo hondo a ti grito, Señor: Señor, escucha
mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de | mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? BM2
Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. 429
Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma
aguarda al Señor como el centinela la aurora. Aguarde Israel
al Señor, como el centinela la aurora.
Porque del Señor viene la misericordia, la redención copio-
sa: y él redimirá a Israel de todos sus delitos (Sal 129).
Dales, Señor, el descanso eterno...

21 2Mac 12,42-43.
APÉNDICE 764

PRIMER JUEVES DEL MES


1° Tres fines: honrar a Jesucristo sumo y eterno sacerdote;
agradecer la institución del sacerdocio cristiano, continuador de
su obra; en fin, pedir para la Iglesia de Dios sacerdotes santos.
Dice Proclo de Costantinopla: «María es el templo en el que
el Hijo de Dios se hizo sacerdote, como haciéndose hombre en
el seno de María se constituyó en maestro y rey, por la unión
hipostática de la humanidad con la Persona del Verbo. Es un
sacerdocio eterno, que comenzó entonces y ya no cesará, pues
nunca se romperá tal unión». El Hijo de Dios venía a tributar al
Padre la adoración, el agradecimiento, la satisfación y la súplica
por los hombres, mientras para éstos se hacía camino, verdad y
vida.
BM2 2° La epístola explica el sacerdocio de Jesucristo y el
430 sacerdocio por él instituido:
«Todo sumo sacerdote, escogido de entre los hombres, está
puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para
ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede compren-
der a los ignorantes y extraviados, porque también él está sujeto
a debilidad. A causa de ella, tiene que ofrecer sacrificios por sus
propios pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogar-
se este honor sino el que es llamado por Dios, como en el caso
de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de
sumo sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: “Tú
eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy”; o, como dice en otro
pasaje: “Tú eres sacerdote para siempre según el rito de Mel-
quisedec”. Sobre este particular tenemos mucho que decir,
aunque es difícil de explicar».22
El evangelio narra la institución del sacerdocio cristiano:
«Cuando llegó la hora, Jesús se sentó a la mesa y los após-
toles con él y les dijo: “Ardientemente he desado comer esta
Pascua con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya
no | la volveré a comer hasta que se cumpla en el reino de Dios”.
Y tomando un cáliz, después de pronunciar la acción de gracias,
dijo: “Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que
no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el
reino de Dios”. Y tomando pan, después de pronunciar la acción
22 Heb 5,1-11.
BM2
431
APÉNDICE 765

de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: “Esto es mi cuerpo,


que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía”.
Después de cenar, hizo lo mismo con el cáliz, diciendo: “Este
cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por
vosotros”».23
3° Al sacerdote debemos prestarle fe, pues, en nombre de
la Iglesia, nos comunica la misma doctrina de Jesús. Debemos
mostrarle docilidad, pues él gobierna las almas y las guía a
cumplir lo que enseñó Jesucristo. Le debemos veneración, ya
que nos comunica la vida sobrenatural por medio de los sacra-
mentos. Además, hemos de rezar por el sacerdote, que necesita
gracias especiales, y socorrerle, pues quien nos da los bienes
sobrenaturales tiene derecho a los medios de la vida natural.
Examen. – ¿Conozco bien el sacerdocio de Jesucristo, y el
sacerdocio cristiano? ¿Cumplo con el sacerdote los deberes de
oración, de ayuda, de docilidad, de confianza?
Propósito. – San Francisco de Asís decía: «Venero al sacer-
dote, que me da la Eucaristía». Así haré yo también.
Oración. – Oh Dios, que para gloria de tu majestad y
salvación del género humano has | constituido a tu Hijo sumo y BM2
eterno sacerdote, haz que cuantos él eligió para ministros y 432
dispensadores de tus dones sean fieles ejecutores del ministerio
a ellos asignado. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

23 Lc 22,14-20.
APÉNDICE 766

SÁBADO EN HONOR DE MARÍA SANTÍSIMA.


1° El domingo es el día en el que, cada semana, se honra
de modo particular al Señor. Las personas piadosas quisieron
dedicar también a María un día de cada semana, y escogieron el
sábado como el que de cerca nos prepara al día del Señor; y
como el día más importante después del domingo.
Tiene estos fines: honrar a la Sma. Virgen, que dio al mundo
el Salvador; meditar las glorias de María, sus privilegios, virtu-
des, poderes; invocar su misericordia en nuestras necesidades.
Muchos fieles santifican con alguna florecilla cada sábado;
otros, el primer sábado del mes; otros, los quince sábados pre-
cedentes a la fiesta del Rosario; otros, los cinco sábados.
2° Dios unió a Jesucristo en la vida, redención, gloria y
culto, a su Sma. Madre. Por ello los cristianos, mientras el do-
mingo recuerdan la resurrección de Jesucristo redentor, el sába-
do recuerdan a María, la corredentora. No cabe pensar en el
Fruto sin recordar el regazo que le llevó. Jesús es la fuente de la
gracia, María es la mediadora ante él.
BM2 Para la práctica del sábado consagrado a María aconseja-
433 mos: 1. Confesión y comunión en el día; la confesión puede ha-
cerse antecedentemente. – 2. Rezo del rosario entero o al menos
una tercera parte. – 3. Una meditación o lectura sobre la vida y
las glorias de María. – 4. Alguna obra buena, una florecilla, una
penitencia, la visita a una imagen o iglesia de María, una
limosna, un acto de obediencia, etc.
3° A la Sma. Virgen le agrada mucho cualquier pequeña
cosa, pero constante; y corresponde siempre con alguna gracia o
consolación. El manantial de sus gracias nunca se agota; al
contrario, se hace más copioso cuando mayores son las nece-
sidades. Dice un célebre escritor mariano: «Es cierto que María,
el sábado, tanto para los vivos cuanto para los difuntos, sabe
extender más hondamente y abrir más abundantemente su mano
materna y real». Se ha publicado un libro de gran formato para
inculcar esta práctica.
Examen. – ¿Tengo la devoción sabatina a María? ¿Inculco
esta devoción? ¿Qué obsequios presento?
Propósito. – El sábado me acerco a la Sma. Virgen para que
APÉNDICE 767

me guíe hacia su Hijo. ¡Ojalá él me purifique y me haga digno


de celebrar íntimamente el día del Señor!
Oración. – Son innumerables los beneficios recibidos de ti,
oh María, madre nuestra. | Tengo continua necesidad de tu gra- BM2
cia y protección. ¿Cómo voy a dejar de recordarte e invocarte 434
de modo especial en un día de la semana? Ea, oh Madre, aun-
que yo me olvidara, recuérdamelo tú. En el cielo tienes a tu
servicio los ángeles, felices de atender a su reina. Avísame, por
medio de inspiraciones especiales de mi ángel custodio o de
san Gabriel arcángel. Sin duda alguna, quiero obsequiarte
cada día, como cada día el niño pide a la madre el pan. Pero,
el sábado, el niño sabe que la madre le prepara con esmero
para el domingo. Así tú conmigo: dolor vivo de los pecados y
confesión; amor intenso y deseo de una comunión fervorosa el
domingo. Prepárame para Jesús, dámelo, llévame a él en el
paraíso. Allí le cantaré contigo un eterno Magníficat.
ÍNDICES
ADVERTENCIA
En esta traducción, los números se refieren a las páginas de la
edición original [números marginales: ej. BM1 315]; los corres-
pondientes a BM2 llevan al final un asterisco (*). La letra “n”
reenvía a las correspondientes notas a pie de página.
ÍNDICE DE LAS CITAS BÍBLICAS

Gen 1-2: 24n Tb 12,13: 693n


Gen 1,12ss: 359n
Gen 2,15: 300 Gdt 15,10: 360
Gen 3,5: 308n Gdt 13,14: 376
Gen 3,6: 260 Gdt 13,18-19: 356
Gen 3,15: 355; 355n
2Mac 7,9: 34
Gen 3,17-19: 123
2Mac 12,42-43: 715
Gen 3,19: 42; 300
2Mac 12,42-45: 716n
Gen 3,23: 626
2Mac 12,46: 59n
Gen 20,7: 43
Gen 22,1: 307 Gb 2,10: 250
Gen 25,29-34: 115n Gb 5,7: 300
Gen 28,12-14: 404 Gb 7,1: 55n
Gen 30,1: 270n Gb 14,1: 285; 334
Gen 49,22-26: 598n Gb 14,1-5: 42
Gb 14,15-17: 53
Es 3,14: 20 Gb 17,1: 44
Es 12,1-11: 587n Gb 31,1: 245n
Es 23,20-23: 688 Gb 34,10-12: 55
Gb 42,3-6: 466
Dt 4,7: 432n
Dt 6,5: 19n; 191 Sal 3,10: 75
Dt 18,15: 280 Sal 5,11: 262; 501
Dt 30,19: 32n Sal 8,2: 22n
Dt 34,5: 127n Sal 8,2-3: 359
Sal 8,4-7: 29
1Sam 2: 381n Sal 8,6: 122n
1Sam 2,3: 156n Sal 9,1-2: 266
1Sam 14,24-43: 115n Sal 9,17-21: 69
1Sam 15,22: 240 Sal 16,1-2.5: 666
Sal 18,2-3: 616
1Re 8,58: 157 Sal 18,13: 151n
Sal 19,1: 266
2Re 20,1: 43n Sal 19,2-5: 691
2Re 20,5: 635 Sal 19,5: 426
Sal 19,9-13: 630
Tb 5,4-5: 692 Sal 21,3-5: 597
Tb 12,7-15: 693n Sal 23: 326n
Tb 12,10: 115 Sal 23,1-2: 634
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS 771

Sal 25,4-5: 575 Sal 71,1-3: 501


Sal 25,6-7: 632 Sal 73,14: 712n
Sal 25,16-19: 618 Sal 75,5-9: 57
Sal 27,7: 623 Sal 76,9-10: 592n
Sal 27,4-5: 578 Sal 79,8-9: 587
Sal 28,1-2: 576 Sal 80,15-16: 529
Sal 28,7: 634 Sal 81,17: 614
Sal 28,8-9: 625 Sal 84,3-4: 640
Sal 30,2-3: 634 Sal 85,4: 157; 338n
Sal 30,3: 570 Sal 85,5: 467
Sal 32,5: 471 Sal 85,5-7: 527
Sal 32,9-10: 473 Sal 85,11: 126n
Sal 33,12-15: 646 Sal 86,1-4: 533
Sal 34,1: 40 Sal 89,2: 620
Sal 34,3: 434 Sal 89,10: 558
Sal 34,5-8: 648 Sal 88,16: 304
Sal 34,9: 456; 459 Sal 89,6-8: 674
Sal 34,19: 536 Sal 89,25-28: 669
Sal 34,22: 50 Sal 90,1-5: 545
Sal 37,1-3: 660 Sal 91,1-6: 574
Sal 38,18-19.22-23: 477 Sal 91,7: 574
Sal 40,7-9: 475 Sal 91,9-12: 687
Sal 40,8: 290 Sal 91,11-16: 574
Sal 42,2-3: 32; 393n; 599 Sal 91,14: 501
Sal 45,7-8: 680 Sal 91,14-16: 572
Sal 45,10: 714n Sal 91,15: 112; 509
Sal 45,17-18: 678 Sal 93,1-2: 523
Sal 47,2-3: 612 Sal 95,1-3: 548
Sal 47,6-9: 605 Sal 95,3-7: 21
Sal 50,1-6: 71 Sal 95,8: 95n; 289n
Sal 50,15: 495 Sal 96,7: 557
Sal 51: 254 Sal 96,10-13: 72
Sal 51,12: 104n Sal 96,13: 68
Sal 51,17: 263n; 499 Sal 97,1: 557
Sal 51,19: 253; 470 Sal 97,9-12: 555
Sal 55,17-20: 497 Sal 98,1-3: 305
Sal 62,6-9: 499 Sal 100,2-3: 531
Sal 66,17-20: 603 Sal 102,16-17: 557
Sal 69,2-4: 570 Sal 102,18: 499
Sal 69,8-10: 583 Sal 103,20-21: 672
Sal 70: 144 Sal 104,30-31: 609
Sal 70,1: 309 Sal 108,2-5: 593
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS 772

Sal 110,4: 485 Pr 1,19: 262


Sal 111,1-3: 601 Pr 1,28: 239
Sal 112,10: 75n Pr 6,18: 155
Sal 113,8: 275; 275n Pr 8,22-25: 354
Sal 115,1-3: 36 Pr 8,23: 355
Sal 116,12: 416n Pr 8,31: 209n
Sal 116,12-13: 442; 639 Pr 8,32-35: 405
Sal 116,15: 48 Pr 8,36: 115
Sal 118,14-16: 537 Pr 9,1-2: 434
Sal 118,16-17: 557 Pr 10,22: 302
Sal 118,23-26: 585 Pr 13,4: 106
Sal 119,9-11: 620 Pr 14,21-22: 98
Sal 119,17-19: 547 Pr 14,28: 36
Sal 119,17-22: 37 Pr 15,26: 111
Sal 119,35: 157 Pr 16,4: 538n
Sal 119,37: 260 Pr 18,17: 233
Sal 119,57-61: 106 Pr 19,1-3: 90
Sal 119,65-68: 580 Pr 20,9: 151
Sal 119,91: 236 Pr 22,1-6: 89
Sal 119,92-93: 566 Pr 22,17-19: 516
Sal 119,97-99: 380 Pr 23,26: 99n; 140
Sal 119,105: 156 Pr 27,14: 153
Sal 119,110-111: 539
Sal 119,112: 157 Qo 3,16-17: 52
Sal 119,129-131: 506 Qo 5,1: 262
Sal 119,130: 156n Qo 9,10: 42n
Sal 119,131: 157 Qo 11,1-4: 47
Sal 119,145-147: 508 Qo 12,1-2: 40
Sal 119,148-149: 505 Qo 12,5: 35
Sal 119,167-168: 510
Sal 122,1: 201 Ct 1,3: 157
Sal 124,7-8: 568 Ct 2,10-12: 395
Sal 124,8: 481 Ct 2,14: 400n
Sal 130,1: 61n Ct 2,16: 139n
Sal 135,14: 362n Ct 3,2: 393
Sal 137,1-2: 700n Ct 3,6: 396
Sal 139,1-4.13: 39 Ct 4,8-9: 398
Sal 140,12: 262 Ct 4,11-15: 399
Sal 141,2: 263n Ct 6,2-3: 379
Sal 145,8-10: 652 Ct 6,9: 682
Sal 145,14-18: 156 Ct 8,5: 714n
Sal 150,1-6: 511 Ct 8,6: 209
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS 773

Sap 3,1ss: 77n Sir 17,1-12: 121


Sap 3,1-4: 48 Sir 17,12: 637
Sap 3,10-11: 50 Sir 17,20-21: 119
Sap 4,1-2: 697 Sir 18,19-21: 97
Sap 4,7: 49 Sir 18,23: 659
Sap 5,6: 115 Sir 21,1-2: 114
Sap 5,7: 50 Sir 21,2: 116n
Sap 6,1-3: 628 Sir 21,9-10: 78
Sap 7,8ss: 143n Sir 23,7-8: 260
Sap 8,21: 248n Sir 24,11-13.15-20: 682n
Sap 11,17: 79; 115 Sir 24,13-15: 689
Sap 12,15-19: 221 Sir 31,13: 260
Sap 13,1ss: 124n Sir 32,18-19.23: 94
Sap 14,9: 112 Sir 33,28: 246n
Sap 16,20: 436; 450 Sir 33,29: 246
Sap 18,14: 286 Sir 34,9-10: 307
Sir 35,21: 499
Sir 1,24-25: 152 Sir 38,22-23: 699
Sir 2,10: 202n Sir 39,15-20: 184
Sir 2,17: 258 Sir 39,25-27: 186
Sir 3,1-2: 551 Sir 41,5-9: 116
Sir 3,5-8: 169 Sir 41,12-14: 92
Sir 3,21-23: 254 Sir 44,1-2: 309
Sir 3,27: 246 Sir 44,6: 478
Sir 4,7-11: 100 Sir 45,2-4: 671
Sir 5,4: 117n
Sir 5,5-6: 150 Is 1,2: 115
Sir 5,15-6,4: 104 Is 1,2-4: 111
Sir 6,14: 103 Is 1,16-20: 145
Sir 6,14-16: 102 Is 1,18-20: 469
Sir 6,17: 102 Is 2,3ss: 280n
Sir 7,27-28: 553 Is 2,6: 333
Sir 7,32-36: 167 Is 6,3: 22n
Sir 7,40: 505 Is 6,8: 26
Sir 9,5: 260 Is 7,14: 355
Sir 9,9: 245 Is 7,14-15: 362
Sir 9,14-16: 166 Is 9,6: 538
Sir 14,12-14: 43 Is 11,1: 355
Sir 14,14: 41n Is 11,1-3: 296
Sir 14,22: 197 Is 11,2: 160n
Sir 15,14-17: 108 Is 11,2-3: 425; 430n
Sir 15,19-20: 113 Is 11,3-4: 334
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS 774

Is 12,1-2: 328 Ez 18,30: 466


Is 12,3: 415n; 436 Ez 33,11: 95n
Is 17,1: 643 Ez 33,12: 152
Is 25,6: 330 Ez 34,2: 274
Is 38,1: 43n Ez 34,15-16: 595
Is 38,12: 43n
Is 40,15: 113 Dn 3,57ss: 22n
Is 40,25: 113 Dn 4,24: 475
Is 42,1: 298 Dn 7,14: 694
Is 42,8: 231 Dn 9,21-26: 673n
Is 45,8: 534
Is 46,8: 643 Os 6,1-6: 587n
Is 48,17-18: 238 Os 9,10: 112
Is 49,5-7: 677n
Is 49,15: 139n Gl 2,12: 475
Is 52,7: 277n Gl 2,12-19: 571
Is 53,2-3: 128
Is 53,3: 334 Sof 3,14-15: 445
Is 53,4-5: 128 Sof 3,16-17: 457
Is 53,5: 127
Is 53,7-8: 128 Ag 2,6-7: 131
Is 53,10-12: 128
Is 55,1: 449 Ml 1,10-11: 439
Is 55,2-3: 447
Is 55,6-9: 453 Mt 1,20-21: 668
Is 55,10-11: 455 Mt 1,44: 335
Is 57,1: 505 Mt 2,1-3: 372
Is 58,5-6: 521 Mt 2,1-12: 549
Is 60,1-6: 549 Mt 2,2: 289
Is 61,1: 280 Mt 2,10-11: 372
Is 63,7: 284 Mt 2,11: 372; 461
Is 65,2: 536 Mt 2,13: 376n
Mt 2,20: 377n
Ger 2,20: 112n Mt 3,6: 306
Ger 17,7: 345n Mt 3,13: 306
Ger 29,12-14: 658 Mt 3,13-15: 230
Ger 31,3: 208n Mt 3,14: 306
Ger 33,3: 495 Mt 3,15: 306
Mt 3,16-17: 306
Lam 1,12: 387 Mt 3,17: 283n
Lam 1,17: 342 Mt 3,30: 533
Lam 3,22: 620; 620n Mt 4,1: 307
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS 775

Mt 4,1-11: 573 Mt 6,33: 159n; 641


Mt 4,3-6: 308 Mt 7,2: 495
Mt 4,7: 308 Mt 7,7: 202; 494;
Mt 4,8-10: 308 495; 497
Mt 4,19: 485; 487 Mt 7,13-14: 35
Mt 4,23: 329; 336; 337 Mt 7,15-21: 627
Mt 4,24: 328n Mt 7,18: 628
Mt 5,1ss: 195n Mt 7,21: 240; 511; 628
Mt 5,3: 302; 333 Mt 7,29: 280
Mt 5,3-11: 162 Mt 8,1-13: 556
Mt 5,3-12: 315 Mt 8,8: 93n
Mt 5,4.10: 26n Mt 8,13: 502
Mt 5,8: 67; 243n Mt 8,20: 302
Mt 5,12: 159 Mt 8,23-27: 558n
Mt 5,16: 296; 321; 331 Mt 8,25: 559
Mt 5,19: 184n Mt 8,26: 33n
Mt 5,20-24: 623 Mt 9,1-8: 648
Mt 5,21: 623 Mt 9,12: 465
Mt 5,23-24: 624 Mt 9,13: 465; 648
Mt 5,28: 112 Mt 9,18-26: 658
Mt 5,29ss: 76n Mt 9,27: 502
Mt 5,30: 75 Mt 9,29: 502; 659
Mt 5,44: 655 Mt 9,35: 337
Mt 5,44-45: 215 Mt 9,37: 278n
Mt 5,48: 134; 140 Mt 9,38: 178n; 278;
Mt 6,2: 335 519
Mt 6,10: 242n; 270n; Mt 10,8: 335
294s; 337; Mt 10,9-10: 301
370n; 580 Mt 10,12: 481
Mt 6,11: 580; 626 Mt 10,20: 309n
Mt 6,12: 214; 624; 655 Mt 10,30: 25n
Mt 6,13: 245n Mt 10,42: 158
Mt 6,14: 214 Mt 11,2-10: 530
Mt 6,16-21: 572 Mt 11,5: 334
Mt 6,20: 158 Mt 11,7-11: 676
Mt 6,24: 303n Mt 11,25: 134; 139;
Mt 6,24-25: 641 156; 197;
Mt 6,24-33: 641 594
Mt 6,25: 641 Mt 11,28: 26; 271; 289;
Mt 6,25ss: 25n 350n; 354n;
Mt 6,30: 641 545; 617
Mt 6,31-33: 33 Mt 11,28-29: 461
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS 776

Mt 11,29: 279n; 325; Mt 18,8: 75


331; 422 Mt 18,9: 260
Mt 12,31: 75n Mt 18,11: 128
Mt 12,36: 59n Mt 18,23-33: 654
Mt 12,43-45: 118 Mt 19,11-12: 303
Mt 13,11: 312 Mt 19,14: 333
Mt 13,16-18: 196 Mt 19,17: 336n
Mt 13,24ss: 71n Mt 19,19: 318n
Mt 13,24-30: 560 Mt 19,21: 302; 337;
Mt 13,31-35: 562 514; 514n
Mt 13,41-43: 74 Mt 19,27: 303n
Mt 13,43: 64 Mt 19,29: 310
Mt 13,44-46: 142n Mt 20,1-16: 565
Mt 13,54: 300 Mt 20,22: 311
Mt 13,54-55: 299 Mt 21,1-9: 583
Mt 14,30: 248n Mt 21,9: 22n
Mt 14,31: 311n Mt 21,18: 325
Mt 15,19: 628 Mt 21,21: 659
Mt 15,32: 100n Mt 22,1-14: 650
Mt 16,13: 679 Mt 22,4: 335
Mt 16,13-19: 663; 679 Mt 22,14: 651
Mt 16,14: 679 Mt 22,15-21: 656
Mt 16,15: 679 Mt 22,16: 280
Mt 16,16: 282; 461; 679 Mt 22,34-46: 646
Mt 16,17: 679 Mt 22,37: 17; 411
Mt 16,18: 337; 559; 679 Mt 22,37-39: 211
Mt 16,19: 464; 679 Mt 22,40: 337
Mt 16,21: 128 Mt 23,8: 280
Mt 16,23: 311; 341 Mt 24,15-35: 661
Mt 16,24: 251n; 257; Mt 24,30: 69
388n; 422; Mt 24,30-31: 67
445; 476; 514 Mt 24,35: 202n
Mt 16,24-25: 252 Mt 24,42-44: 45
Mt 17,1-9: 281n; 575; Mt 24,50: 55n
681 Mt 25,1: 335
Mt 17,5: 316n Mt 25,1-13: 88n; 218
Mt 17,9: 335n Mt 25,21: 85
Mt 17,19: 495 Mt 25,31-32: 68
Mt 17,25: 280 Mt 25,31-46: 72
Mt 18,1-10: 687n Mt 25,32: 71
Mt 18,3: 333 Mt 25,34: 57
Mt 18,3-5: 234 Mt 25,34ss: 168n
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS 777

Mt 25,34-41: 661 Mc 6,31: 312; 325


Mt 25,35: 333 Mc 7,31-37: 634
Mt 25,40: 211; 333 Mc 8,1-9: 625
Mt 25,41: 57; 75 Mc 8,2: 215; 317
Mt 25,43: 460n Mc 8,34-36: 30
Mt 25,46: 87 Mc 9,2-8: 281n
Mt 26,15: 339 Mc 9,23: 156; 659
Mt 26,20-29: 718n Mc 9,28: 244
Mt 26,26: 585 Mc 9,33: 311
Mt 26,28: 442 Mc 9,41: 333
Mt 26,31: 389n Mc 9,43-47: 76
Mt 26,34: 248n Mc 10,14: 333
Mt 26,41: 124n; 145; Mc 10,21: 337
152; 204; Mc 11,23: 501
244; 309; Mc 11,24: 495; 659
364n; 497; Mc 12,14: 280
507 Mc 12,30: 191; 206
Mt 26,44: 712n Mc 13,31: 202n
Mt 26,46: 339; 341; 507 Mc 13,37: 247n
Mt 26,57-67: 585 Mc 14,24: 442
Mt 26,64: 68; 69 Mc 14,38: 467; 573; 574
Mt 27,18: 320 Mc 14,42: 340
Mt 27,29: 713n Mc 14,62: 69
Mt 28,5-7: 589 Mc 16,1-5: 336
Mt 28,6: 713n Mc 16,1-7: 592n
Mt 28,7: 335 Mc 16,14: 311n
Mt 28,10: 312 Mc 16,14-20: 606
Mt 28,18-20: 612 Mc 16,15: 177n; 186n;
Mt 28,19: 326; 336; 309; 329;
414n; 621 485; 487n
Mt 28,19-20: 487n; 662 Mc 16,16: 194
Mt 28,20: 312; 336;
438; 622 Lc 1,26-27: 366
Lc 1,26-31: 365
Mc 1,1: 675 Lc 1,28: 285
Mc 1,3: 533 Lc 1,30-31.38: 365
Mc 1,17: 485; 487 Lc 1,32-33 694
Mc 2,17: 332; 465; Lc 1,34: 363
465; 648 Lc 1,34-35: 363
Mc 3,14: 311n Lc 1,38: 40; 406n
Mc 6,2: 300 Lc 1,39-41: 367
Mc 6,3: 300 Lc 1,42ss: 367n
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS 778

Lc 1,45: 400n; 711n Lc 2,52: 296; 297


Lc 1,46: 134; 208 Lc 3,1-6: 534
Lc 1,46ss: 228n Lc 3,5: 231; 233
Lc 1,46-49: 407 Lc 3,6: 534
Lc 1,48: 645 Lc 3,8: 475
Lc 1,48-50: 524 Lc 3,11: 333
Lc 1,53: 454 Lc 4,16-30: 327n
Lc 1,57-68: 677n Lc 4,18: 333
Lc 1,79: 177n Lc 4,22: 557n
Lc 2,1ss: 369n Lc 5,1: 325
Lc 2,1-14: 538 Lc 5,1-11: 621
Lc 2,4: 318 Lc 5,4: 621
Lc 2,4-7: 369 Lc 5,5: 621
Lc 2,5: 237 Lc 5,10: 622
Lc 2,10ss: 370n Lc 5,11: 310
Lc 2,10-12: 288 Lc 5,27-29: 684
Lc 2,13-14: 288 Lc 6,12-13: 309
Lc 2,14: 22n; 37n; Lc 6,13: 304
107; 287; Lc 6,19: 329
711n Lc 6,27s: 216n
Lc 2,15-16: 288 Lc 6,37: 655
Lc 2,15ss: 371n Lc 7,11-16: 642
Lc 2,19.51: 378n Lc 8,1: 311; 329
Lc 2,19-20: 370 Lc 8,2: 382n
Lc 2,21-23: 598n Lc 8,4-13: 567
Lc 2,22: 290 Lc 8,10: 312
Lc 2,25: 290 Lc 8,11: 567
Lc 2,29: 691 Lc 8,19-21: 347
Lc 2,29ss: 291n; 375n Lc 9,18: 302
Lc 2,32: 691 Lc 9,23: 514
Lc 2,33-35: 373 Lc 9,25: 33n
Lc 2,33-40: 544 Lc 9,28-36: 281n; 576n
Lc 2,34: 712n Lc 9,52-55: 343
Lc 2,38: 375n Lc 9,55: 279; 311
Lc 2,39-40: 290 Lc 10,2: 178n; 519
Lc 2,41ss: 292n; 381n Lc 10,5: 481
Lc 2,42-52: 551n Lc 10,12-16: 38
Lc 2,46-47: 292 Lc 10,16: 172n; 237;
Lc 2,48: 293 281; 309
Lc 2,49: 292n; 306; Lc 10,23-37: 636
712n Lc 10,30-31: 100n
Lc 2,51: 294 Lc 10,33ss: 415n
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS 779

Lc 10,35: 637 Lc 18,9-14: 632


Lc 10,38-42: 683n Lc 18,11: 500
Lc 10,39: 330n Lc 18,13: 235n; 633
Lc 11,2: 337 Lc 18,14: 306; 633
Lc 11,5-13: 605 Lc 18,15-17: 348
Lc 11,10: 495; 497 Lc 18,31-43: 569
Lc 11,14-28: 577 Lc 18,41: 651n
Lc 11,27-28: 391 Lc 19,8s: 222n
Lc 12,8: 82; 428 Lc 19,10: 465
Lc 12,33: 189n Lc 19,41: 332n
Lc 12,35-37: 189 Lc 19,41-47: 631
Lc 12,49: 378n Lc 20,20: 320
Lc 12,50: 339; 341 Lc 21,25-33: 528
Lc 13,3: 468 Lc 21,33: 202n
Lc 14,1-11: 644 Lc 21,34: 672
Lc 14,7: 463 Lc 21,36: 248; 503
Lc 14,8ss: 232n Lc 22,19: 326; 414n;
Lc 14,11: 306 585; 591
Lc 14,16-24: 617 Lc 22,26: 232
Lc 14,18: 617 Lc 22,28: 311
Lc 14,19: 617 Lc 22,29-30: 85
Lc 14,23: 279n; 617 Lc 22,32: 621
Lc 15,1-10: 619 Lc 22,42: 206; 338;
Lc 15,4: 619 387n; 419;
Lc 15,8: 619 445; 712n
Lc 15,8-9: 129n Lc 22,45: 250
Lc 15,18: 114n Lc 22,53: 341n
Lc 15,18s: 346n Lc 23,28: 713n
Lc 15,18-20: 462 Lc 23,30: 70n
Lc 15,19: 474 Lc 23,34: 26; 116n;
Lc 15,21: 474 214; 713n
Lc 15,29: 240n Lc 23,43: 188n
Lc 16,1-9: 629 Lc 24,25: 311n; 320
Lc 16,9: 630 Lc 24,25-26: 388
Lc 16,19ss: 53n Lc 24,26: 128
Lc 16,20: 617 Lc 24,32: 262; 327
Lc 16,24: 75 Lc 24,35: 596
Lc 17,1ss: 105n Lc 24,44-47: 326
Lc 17,2: 213
Lc 17,5: 436; 659 Gv 1,1ss: 199n
Lc 17,11-19: 639 Gv 1,3: 300
Lc 18,1: 497; 503 Gv 1,5: 542
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS 780

Gv 1,9: 280 Gv 6,35: 436; 579


Gv 1,12: 135 Gv 6,44: 144
Gv 1,12-13: 135 Gv 6,50: 579
Gv 1,14: 296; 303 Gv 6,51: 331n
Gv 1,19-28: 532 Gv 6,55: 448
Gv 1,20: 532 Gv 6,56: 436; 617
Gv 1,25: 532 Gv 6,56-59: 614
Gv 1,29: 318 Gv 6,57: 290; 447
Gv 1,33: 327 Gv 6,58: 450
Gv 2,1-5: 384 Gv 6,59: 449
Gv 2,1-11: 554 Gv 6,69: 133n
Gv 2,1-12: 384n Gv 7,5: 320
Gv 2,3: 314 Gv 7,16: 280
Gv 2,4: 314 Gv 7,16-18: 319
Gv 2,5: 314; 392n Gv 7,37-38: 317
Gv 2,11: 313; 313n; 314 Gv 7,46: 325; 329
Gv 2,17: 318 Gv 8,12: 321; 455
Gv 3,1: 136 Gv 8,29: 23; 140; 295;
Gv 3,1ss: 330n 319
Gv 3,2: 280 Gv 8,34: 115
Gv 3,5: 136; 417 Gv 8,46: 325
Gv 3,10: 438 Gv 8,46-59: 581
Gv 3,16: 126; 435 Gv 8,47: 382n
Gv 3,22: 326n Gv 9,4: 41; 42
Gv 4,6: 325n Gv 9,28: 461
Gv 4,7ss: 329n Gv 10,9-11: 336
Gv 4,9: 320 Gv 10,10: 138n; 271;
Gv 4,23: 513 278; 317;
Gv 4,23-24: 520 335; 414n;
Gv 4,35: 278n 429
Gv 4,46-53: 652 Gv 10,11-16: 596
Gv 5,1-4: 694n Gv 10,16: 177n; 270
Gv 5,2-4: 693n Gv 10,17-18: 340
Gv 5,14: 329 Gv 10,27: 263
Gv 5,19: 427 Gv 10,27-29: 382
Gv 5,28: 65 Gv 10,38: 325; 329
Gv 5,39: 327; 505 Gv 11,24: 65
Gv 5,44: 157 Gv 11,25: 643
Gv 6,1-15: 579 Gv 11,28: 458
Gv 6,15: 335 Gv 11,41: 134
Gv 6,27: 19n Gv 11,42: 325
Gv 6,29: 336 Gv 11,47: 325; 339
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS 781

Gv 11,50: 339 Gv 15,18-21: 315


Gv 11,53: 339 Gv 15,26-27: 608
Gv 12,32: 26; 278 Gv 16,1-4: 608
Gv 12,44-46: 324 Gv 16,5-14: 602
Gv 13,1: 436 Gv 16,13: 495
Gv 13,12: 321 Gv 16,13-15: 159
Gv 13,13: 280 Gv 16,16-22: 600
Gv 13,14: 234n Gv 16,22: 85
Gv 13,15: 283n; 311; Gv 16,23: 202
321; 331; 422 Gv 16,23-30: 604
Gv 13,23-25: 541 Gv 17,1-2: 322
Gv 13,27: 320 Gv 17,3: 133; 282;
Gv 13,34: 325 336; 576
Gv 14,1: 312; 336 Gv 17,4: 267; 318
Gv 14,1-3: 458 Gv 17,6: 576
Gv 14,2: 312 Gv 17,8: 337
Gv 14,6: 336n; 445; Gv 17,11: 323
545; 547 Gv 17,15: 323; 331
Gv 14,9: 282 Gv 17,17: 323; 331
Gv 14,12-13: 143 Gv 17,21: 323; 331
Gv 14,13: 635 Gv 17,22: 134
Gv 14,14: 495 Gv 17,23: 323
Gv 14,15: 240 Gv 18,6: 340n
Gv 14,15-17: 27; 139 Gv 18,11: 338
Gv 14,23: 149 Gv 18,33-37: 695
Gv 14,23-31: 610 Gv 19,15: 229n
Gv 14,26: 312; 337; Gv 19,25: 386n
425; 427 Gv 19,25-27: 385
Gv 14,27: 448; 538 Gv 19,26: 401
Gv 15,4: 145 Gv 19,26-27: 401
Gv 15,5: 117; 145; Gv 19,27: 402n
147; 158; Gv 19,32-34: 345n
189n; 227; Gv 19,33-35: 345
232; 267n; Gv 20,17: 319
498 Gv 20,19-31: 594
Gv 15,6: 152 Gv 20,21: 177n; 309;
Gv 15,9: 312; 350n 336; 685
Gv 15,9-11: 332 Gv 20,22: 465
Gv 15,12: 215 Gv 20,22-23: 415n
Gv 15,13-15: 146 Gv 20,23: 310; 326
Gv 15,15: 136; 312 Gv 20,27: 311n
Gv 15,16: 272; 493; 495 Gv 20,28: 282
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS 782

At 1,4-11: 606 Rm 6,22: 418; 422


At 1,11: 714n Rm 7,5-6: 422
At 1,13ss: 390n Rm 7,8: 109
At 1,14: 390; 608 Rm 7,15: 124
At 2,1-11: 610 Rm 7,21-25: 141
At 2,4: 714n Rm 7,23-24: 124
At 2,17-18: 429 Rm 7,25: 124; 204
At 2,38: 466; 468n Rm 8,6-8: 217
At 4,12: 126 Rm 8,12-13: 256
At 4,31-32: 402 Rm 8,13: 256
At 5,29: 292n Rm 8,14: 160
At 5,41: 426n Rm 8,15-16: 135
At 7,51: 289n Rm 8,18: 195
At 7,55-59: 540 Rm 8,18-19: 250
At 8,14-17: 427 Rm 8,26: 157n; 496
At 9,1-18: 665 Rm 8,26-27: 137
At 9,6: 164; 470 Rm 8,27: 345n
At 9,15: 665 Rm 8,29-30: 543
At 19,19: 183n Rm 8,31: 202
At 20,35: 273n Rm 8,31-31: 434
Rm 8,32: 126n
Rm 1,18-20: 124n Rm 8,32ss: 203n
Rm 1,23: 110 Rm 8,38-39: 435
Rm 1,24-30: 110 Rm 10,15: 277n; 431
Rm 1,25: 110 Rm 10,17: 263
Rm 5,3: 130 Rm 11,33-36: 613
Rm 5,5: 126; 147 Rm 11,36: 266n
Rm 5,7-9: 636 Rm 12,1: 266n
Rm 5,8: 215n Rm 12,3: 228n
Rm 5,10: 215n Rm 12,9-12: 213
Rm 5,15: 413 Rm 12,21: 91n
Rm 5,17: 415 Rm 13,1: 237; 657
Rm 5,19: 338n Rm 13,1-2: 236
Rm 5,20: 126; 130n Rm 13,2: 237
Rm 5,21: 419n Rm 13,11-14: 163; 528
Rm 6,1-3: 420 Rm 14,8: 267
Rm 6,4: 417; 422 Rm 14,13: 214
Rm 6,6: 418 Rm 15,3: 319
Rm 6,11-14: 148 Rm 15,4-13: 530
Rm 6,16-17: 423
Rm 6,19: 357 1Cor 1,21: 329n
Rm 6,20-23: 627 1Cor 3,10-15: 58
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS 783

1Cor 3,16: 136 1Cor 15,12-20: 63


1Cor 3,23: 290; 696 1Cor 15,33: 185; 187n
1Cor 3,8: 79n; 158 1Cor 15,41: 64; 154
1Cor 3,9: 203 1Cor 15,42: 63
1Cor 4,1: 181n; 275; 1Cor 15,43: 64; 64
310; 374n; 1Cor 15,44: 64
685 1Cor 15,51: 66
1Cor 4,1-2: 484 1Cor 15,51-53: 65
1Cor 4,4: 151 1Cor 16,22: 283; 285n
1Cor 4,5: 70
1Cor 4,7: 25; 227; 442 2Cor 2,14: 66
1Cor 4,15: 485 2Cor 2,15: 273n; 431
1Cor 4,16: 331; 431 2Cor 3,4-5: 226
1Cor 5,7-8: 591 2Cor 3,5: 136; 143
1Cor 6,18-19: 246 2Cor 4,5-6: 270
1Cor 6,20: 133; 236 2Cor 4,15-17: 158
1Cor 7,14: 491 2Cor 4,17: 195
1Cor 7,25ss: 364n 2Cor 5,1-4: 80
1Cor 7,29-31: 81n 2Cor 5,10: 67n
1Cor 8,6: 24 2Cor 5,14: 448
1Cor 9,22: 278n 2Cor 5,19-21: 465
1Cor 9,24-25: 564 2Cor 6,1: 203
1Cor 9,27: 245 2Cor 6,16-18: 437
1Cor 10,6-13: 631 2Cor 7,4: 250
1Cor 10,12: 152 2Cor 8,9: 302; 333
1Cor 10,13: 245; 493 2Cor 8,18: 691
1Cor 10,17: 436 2Cor 10,18: 224n
1Cor 10,33: 274 2Cor 11,19-33: 567n
1Cor 11,1: 322; 331n 2Cor 12,9: 251n
1Cor 11,23-29: 614 2Cor 12,12: 311
1Cor 11,24: 442 2Cor 12,15: 216; 268n
1Cor 12,7-11: 272 2Cor 13,13: 147n
1Cor 12,27-30: 171
1Cor 13,1-8: 209 Gal 1,10: 224n; 291n;
1Cor 13,1-13: 569n 316
1Cor 13,4ss: 368n Gal 2,20: 83; 215;
1Cor 13,4-7: 91 267n; 271;
1Cor 13,5: 274 317; 350;
1Cor 13,12: 82 350n; 404n;
1Cor 13,13: 84; 209 445; 448;
1Cor 15,3: 128 538; 588
1Cor 15,10: 109n; 203; 310 Gal 3,22: 419n
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS 784

Gal 3,27: 593 Ef 6,6: 239


Gal 4,4: 285n; 334n; Ef 6,10-13: 223
369n Ef 6,12-16: 142
Gal 4,4-7: 543 Ef 6,17-18: 503
Gal 5,13-15: 173
Gal 5,16-17: 225 Fil 1,6: 145
Gal 5,17: 66; 243 Fil 1,21: 277n; 283;
Gal 5,22: 28n; 161n 404n
Gal 5,22-26: 161 Fil 1,23: 393n
Gal 6,1-2: 642 Fil 1,27-30: 274
Gal 6,3-5: 644 Fil 2,1ss: 212n
Fil 2,1-4: 276
Ef 1,3: 130 Fil 2,3-11: 228n
Ef 1,4-6: 432 Fil 2,5-7: 228
Ef 1,16-18: 430 Fil 2,5-11: 584
Ef 2,1: 507 Fil 2,6-7: 294
Ef 2,3: 356n Fil 2,8: 236; 422
Ef 2,4: 126 Fil 2,8-9: 127
Ef 2,4-7: 127 Fil 2,10-11: 675
Ef 2,4-8: 507 Fil 2,12: 151
Ef 2,5: 507 Fil 2,13: 136; 144n
Ef 2,14: 338 Fil 2,21: 274
Ef 3,18s: 210n Fil 3,10: 282n
Ef 4,1-4: 179; 513 Fil 3,12-14: 175
Ef 4,1-6: 212 Fil 3,21: 63
Ef 4,7: 154n Fil 4,5: 265
Ef 4,15: 155n
Ef 4,20-24: 129; 422 Col 1,24: 251n; 476
Ef 4,26: 214 Col 1,24-25: 375
Ef 4,26-28: 650 Col 2,3: 324
Ef 5,1: 322 Col 3,5-8: 244
Ef 5,1-2: 209 Col 3,11: 213n
Ef 5,2: 570 Col 3,12-13: 654
Ef 5,3-5: 577 Col 3,16: 182
Ef 5,4: 245 Col 3,22: 238
Ef 5,14: 156 Col 4,2-3: 503
Ef 5,15: 220
Ef 5,15-17: 219 1Ts 1,5-7: 562
Ef 5,22-27: 243 1Ts 2,8-9: 278
Ef 5,25: 490 1Ts 4,3-5: 242
Ef 5,25-26: 490 1Ts 4,16: 88
Ef 5,32: 19n 1Ts 5,2: 45
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS 785

1Ts 5,8-10: 560 Eb 5,7: 299n; 323n


1Ts 5,14-15: 268 Eb 5,9: 130
Eb 6,6: 352n
2Ts 2,13: 638 Eb 7,25: 323; 332n;
2Ts 3,10: 300; 626 513
Eb 8,1: 606
1Tm 1,12-14: 664 Eb 8,1-2: 311
1Tm 1,17: 232n; 291n Eb 8,9: 290n
1Tm 2,4: 177n; 483 Eb 9,11-12: 125
1Tm 3,8-10: 518 Eb 9,14: 440
1Tm 4,12: 431 Eb 9,22: 331n
1Tm 4,12-15: 488 Eb 9,27: 43; 52
1Tm 5,17: 184n Eb 10,5: 290; 323
1Tm 6,17: 202n Eb 10,7: 290n
Eb 10,9: 332; 338
2Tm 2,1-2: 180 Eb 10,12-14: 443
2Tm 2,3: 203; 277n; Eb 10,15-17: 441
427n Eb 10,19-24: 522n
2Tm 2,11s: 251n Eb 10,36: 159
2Tm 3,10-13: 558 Eb 10,38: 196
2Tm 3,17: 327n Eb 11,1: 193
2Tm 4,2: 617 Eb 11,1-3: 193
2Tm 4,7: 158 Eb 11,5: 83n
2Tm 4,8: 195 Eb 11,6: 194; 194n
Eb 11,7: 567
Tt 2,11: 538 Eb 12,2: 218
Tt 2,17: 431 Eb 12,12-15: 264
Tt 3,4-7: 351 Eb 13,14: 394n
Eb 26,20-29: 717n
Eb 1,1-4: 25
Eb 1,6: 675 Gc 1,5: 197
Eb 2,16-18: 338 Gc 1,12: 159; 308
Eb 2,17: 296n Gc 1,14: 259
Eb 2,18: 308 Gc 1,18: 136
Eb 3,1: 309; 320n Gc 1,26: 262
Eb 3,7: 95n Gc 3,6: 262
Eb 3,12-15: 199 Gc 3,17: 220n
Eb 3,14: 606 Gc 4,6: 231; 499
Eb 4,14-16: 201 Gc 5,13: 672
Eb 4,16: 501 Gc 5,14-15: 479
Eb 5,1: 267 Gc 5,16: 481
Eb 5,2: 317 Gc 5,20: 216n
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS 786

1Pt 1,1-7: 663 1Gv 2,1-2: 124


1Pt 1,13-15: 203 1Gv 2,17: 427; 607
1Pt 1,23: 567 1Gv 3,2: 81
1Pt 2,2: 593 1Gv 3,14-15: 211
1Pt 2,2-5: 451 1Gv 3,16: 216n
1Pt 2,9: 181n 1Gv 3,18-21: 95
1Pt 2,11: 599 1Gv 4,7-8: 211
1Pt 2,13-15: 295; 656 1Gv 4,8: 29
1Pt 2,18: 295 1Gv 4,8-10: 350
1Pt 2,21: 341 1Gv 4,12: 211
1Pt 2,25: 595 1Gv 4,14-16: 205
1Pt 3,7: 491 1Gv 4,17-19: 207
1Pt 3,8-9: 623 1Gv 4,20: 211
1Pt 3,10-11: 378 1Gv 4,21: 211
1Pt 3,18: 128 1Gv 5,2-3: 353
1Pt 4,7-11: 608 1Gv 5,4: 195
1Pt 4,11: 267 1Gv 5,4-5: 593
1Pt 4,13-14: 282 1Gv 5,7: 22
1Pt 5,1-3: 486 1Gv 5,14-15: 495
1Pt 5,1-4: 177 1Gv 5,16: 62
1Pt 5,5: 499
1Pt 5,6-11: 619n Ap 2,5: 468
1Pt 5,8: 125n; 153 Ap 2,10: 503
1Pt 5,10: 145 Ap 3,20: 81
Ap 5,6ss: 69n
2Pt 1,3-8: 535 Ap 7,9-10: 526; 697
2Pt 1,4: 121; 136; 147 Ap 7,15-17: 85
2Pt 1,10: 203 Ap 12,7-8: 686
2Pt 1,10-11: 482 Ap 18,5-8: 60
2Pt 1,16-19: 681 Ap 19,14-16: 694
2Pt 3,18: 155 Ap 21,1-3: 83
Ap 21,4: 85
1Gv 1,5-7: 195 Ap 22,11: 154
ÍNDICE GENERAL

Presentación ...................................................................... pág. X


Advertencias ............................................................................ xx
Siglas ....................................................................................... xx
Frontispicio (y contraportada) del 1er volumen....................... 15
PARTE I - LAS GRANDES VERDADES ........................................ 17
Prefacio .................................................................................... 19
1. Dios Uno.......................................................................... 21
2. Dios Trino........................................................................ 22
3. Dios Padre ....................................................................... 24
4. Dios Figlio ....................................................................... 25
5. Dios Espíritu Santo .......................................................... 27
6. He sido creado ................................................................. 29
7. ¿Para qué he sido creado? - I ........................................... 30
8. ¿Para qué he sido creado?- II........................................... 32
9. El único fin ...................................................................... 33
10. Mi final ............................................................................ 34
11. Fin último ........................................................................ 36
12. ¿Voy hacia mi fin? .......................................................... 37
13. La vida ............................................................................. 39
14. El tiempo ......................................................................... 40
15. La muerte......................................................................... 42
16. La certeza de la muerte .................................................... 43
17. Incertidumbre de la muerte.............................................. 45
18. La muerte, espejo de la vida ............................................ 47
19. La muerte del justo .......................................................... 48
20. La muerte del pecador ..................................................... 50
21. El Juicio particular - I ...................................................... 52
22. El Juicio particular - II..................................................... 53
23. El Juicio particular - III ................................................... 55
24. El Juicio particular - IV ................................................... 57
25. El Purgatorio.................................................................... 58
26. El Purgatorio: penas ........................................................ 60
27. El Purgatorio: deberes ..................................................... 62
28. La Resurrección final ...................................................... 63
29. Resurrección de la carne.................................................. 65
ÍNDICE GENERAL 789

30. En el tribunal de Jesucristo .............................................. 67


31. Juicio universal - I ........................................................... 69
32. Juicio universal - II .......................................................... 71
33. Juicio final ....................................................................... 72
34. El infierno - I ................................................................... 74
35. El infierno - II .................................................................. 76
36. El infierno - III ................................................................ 78
37. El paraíso ......................................................................... 80
38. El paraíso: visión beatífica .............................................. 81
39. El paraíso: amor de Dios ................................................. 83
40. El paraíso: gozo de Dios .................................................. 85
41. La eternidad ..................................................................... 87
42. El carácter: naturaleza ..................................................... 89
43. El carácter: naturaleza del buen carácter ......................... 90
44. El carácter: su educación ................................................. 92
45. Formarme como hombre: la conciencia .......................... 94
46. La conciencia: obrar según ella ....................................... 95
47. La conciencia: seguirla .................................................... 97
48. El corazón: la compasión................................................. 98
49. El corazón: benevolencia y entrega ............................... 100
50. El corazón: la amistad ................................................... 102
51. El corazón: malas amistades .......................................... 104
52. La voluntad - I ............................................................... 106
53. La voluntad - II .............................................................. 108
54. Pecado original: consecuencias ..................................... 109
55. El pecado mortal - I ....................................................... 111
56. El pecado mortal - II ...................................................... 113
57. El pecado mortal - III .................................................... 114
58. El pecado mortal - IV .................................................... 116
59. El pecado mortal - V ..................................................... 118
60. Los caminos del pecado................................................. 119
61. El estado sobrenatural de Adán ..................................... 121
62. La caída del hombre ...................................................... 123
63. La redención .................................................................. 125
64. Jesús Redentor ............................................................... 127
65. Los frutos de la redención en el individuo .................... 129
66. Los frutos de la redención en la sociedad ...................... 131
67. Conocer a Dios .............................................................. 133
68. La gracia increada ......................................................... 135
69. La gracia santificante - I ................................................ 137
ÍNDICE GENERAL 790

70. La gracia santificante - II............................................... 139


71. La gracia santificante - III ............................................. 141
72. La gracia actual - I ......................................................... 143
73. La gracia actual - II ....................................................... 145
74. La gracia creada - I ........................................................ 146
75. La gracia creada - II....................................................... 148
76. La gracia es incierta ....................................................... 150
77. La gracia puede perderse ............................................... 152
78. La gracia es desigual en las diversas almas ................... 154
79. Tres gracias.................................................................... 156
80. El mérito ........................................................................ 158
81. Los dones del Espíritu Santo ......................................... 159
82. Frutos y bienaventuranzas ............................................. 161
83. Cooperación con la gracia ............................................. 163
84. El ambiente de vida ....................................................... 166
85. En la humanidad ............................................................ 167
86. Los deberes familiares ................................................... 169
87. El hijo de la Iglesia ........................................................ 171
88. El ciudadano .................................................................. 173
89. Progreso espiritual ......................................................... 175
90. Las misiones .................................................................. 177
91. Los deberes de estado .................................................... 179
92. Acción católica .............................................................. 180
93. La prensa ....................................................................... 182
94. El cinematógrafo ........................................................... 184
95. La radio.......................................................................... 186
96. El momento presente ..................................................... 188
PARTE II - LAS GRANDES VIRTUDES ...................................... 191
97. La fe - I .......................................................................... 193
98. La fe - II......................................................................... 195
99. La fe - III ....................................................................... 196
100. La fe - IV ....................................................................... 199
101. La esperanza - I ............................................................. 201
102. La esperanza - II ............................................................ 203
103. Caridad - I...................................................................... 205
104. Caridad - II .................................................................... 207
105. Caridad - III ................................................................... 209
106. Caridad - IV ................................................................... 211
107. Caridad - V .................................................................... 213
ÍNDICE GENERAL 791

108. Caridad - VI ................................................................... 215


109. Prudencia - I .................................................................. 217
110. Prudencia - II ................................................................. 219
111. Justicia ........................................................................... 221
112. Fortaleza ........................................................................ 223
113. Templanza ..................................................................... 225
114. Humildad - I .................................................................. 226
115. Humildad - II ................................................................. 228
116. Humildad - III ................................................................ 230
117. Humildad - IV ............................................................... 232
118. Humildad - V ................................................................. 234
119. Obediencia - I ................................................................ 236
120. Obediencia - II ............................................................... 238
121. Obediencia - III ............................................................. 240
122. Pureza - I ....................................................................... 242
123. Pureza - II ...................................................................... 244
124. Pureza - III ..................................................................... 246
125. Pureza - IV..................................................................... 248
126. Paciencia........................................................................ 250
127. Mortificación - I ............................................................ 252
128. Mortificación - II ........................................................... 254
129. Mortificación - III .......................................................... 256
130. Mortificación - IV ......................................................... 258
131. Mortificación - V ........................................................... 260
132. Mortificación - VI ......................................................... 262
133. Mortificación - VII ........................................................ 264
134. Virtud de la religión ...................................................... 266
135. Celo - I ........................................................................... 268
136. Celo - II ......................................................................... 270
137. Celo - III ........................................................................ 272
138. Celo - IV ........................................................................ 274
139. Celo - V ......................................................................... 276
140. Celo - VI ........................................................................ 278
141. El divino Maestro - I ..................................................... 280
142. El divino Maestro - II .................................................... 282
143. Encarnación ................................................................... 284
144. Nacimiento del Maestro ................................................ 286
145. Alrededor del pesebre .................................................... 288
146. Infancia del Maestro ...................................................... 290
147. Vida en Nazaret - I ........................................................ 292
ÍNDICE GENERAL 792

148. Vida en Nazaret - II ....................................................... 294


149. Vida en Nazaret - III ...................................................... 296
150. Vida de Nazaret - I ........................................................ 298
151. Vida de Nazaret - II ....................................................... 299
152. Vida de Nazaret - III ...................................................... 301
153. Vida de Nazaret - IV ..................................................... 303
154. Comienzo de la vida pública ......................................... 305
155. Jesús es tentado ............................................................. 307
156. Elección de los apóstoles ............................................... 309
157. Formación de los apóstoles ........................................... 311
158. Bodas de Caná ............................................................... 313
159. Las bienaventuranzas .................................................... 315
160. Celo de Jesús - I............................................................. 317
161. Celo de Jesús - II ........................................................... 319
162. Celo de Jesús - III .......................................................... 321
163. Celo de Jesús - IV .......................................................... 322
164. Celo de Jesús - V ........................................................... 324
165. Celo de Jesús - VI .......................................................... 326
166. Celo de Jesús - VII ........................................................ 328
167. Celo de Jesús - VIII ....................................................... 330
168. Celo de Jesús - IX .......................................................... 332
169. Celo de Jesús - X ........................................................... 334
170. Celo de Jesús - XI .......................................................... 336
171. La Pasión - I .................................................................. 338
172. La Pasión - II ................................................................. 340
173. Apariciones del Corazón de Jesús - I ............................ 342
174. Apariciones del Corazón de Jesús - II ........................... 343
175. El Corazón de Jesús - La lanzada .................................. 345
176. Los disgustos del Corazón de Jesús............................... 347
177. A quien prefiere el Corazón de Jesús ............................ 348
178. El Corazón de Jesús ¡me ama!....................................... 350
179. Símbolos del Corazón de Jesús ..................................... 351
180. Amar al Corazón de Jesús ............................................. 353
181. María, Madre predestinada ............................................ 354
182. Inmaculada Concepción ................................................ 356
183. Inmaculada .................................................................... 357
184. Nacimiento de María ..................................................... 359
185. La Niña celeste .............................................................. 360
186. María se prepara a su misión ......................................... 362
187. María Virgen ................................................................. 363
ÍNDICE GENERAL 793

188. Anunciación................................................................... 365


189. Desposorio entre María y san José ................................ 366
190. Visita a santa Isabel ....................................................... 367
191. Nacimiento de Jesús ...................................................... 369
192. María en el pesebre........................................................ 370
193. María y los Magos ......................................................... 372
194. María presenta a Jesús en el templo .............................. 373
195. Presentación de Jesús al templo .................................... 375
196. Huida a Egipto ............................................................... 376
197. María en Nazaret ........................................................... 378
198. Vida de María en Nazaret .............................................. 379
199. La Sagrada Familia en el templo ................................... 380
200. María durante la vida pública de Jesús .......................... 382
201. María en Caná ............................................................... 384
202. María en la pasión de Jesús ........................................... 385
203. Dolorosa ........................................................................ 387
204. María y la resurreción de Jesús ..................................... 388
205. María y la venida del Espíritu Santo ............................. 390
206. María y el sacerdote ...................................................... 391
207. María aguarda el Cielo .................................................. 393
208. El tránsito de María ....................................................... 395
209. Asunción........................................................................ 396
210. María en el cielo - I ....................................................... 398
211. María en el cielo - II ...................................................... 399
212. María, madre nuestra ..................................................... 401
213. María en el corazón de los hijos .................................... 402
214. La vida de María en nosotros ........................................ 404
215. Corazón inmaculado de María....................................... 405
216. Mayo a María ................................................................ 407
Frontispicio (y contraportada) del 2º volumen ..................... 409
PARTE III - LAS GRANDES ORACIONES .................................. 411
217. Los sacramentos - I........................................................ 413
218. Los sacramentos - II ...................................................... 415
219. El bautismo - I ............................................................... 417
220. E bautismo - II ............................................................... 418
221. El bautismo - III ............................................................ 420
222. El bautismo - IV ............................................................ 422
223. El bautismo - V.............................................................. 423
ÍNDICE GENERAL 794

224. La confirmación - I ........................................................ 425


225. La confirmación - II ...................................................... 427
226. La confirmación - III ..................................................... 429
227. La confirmación - IV ..................................................... 430
228. La Eucaristía - I ............................................................. 432
229. La Eucaristía - II ............................................................ 434
230. La Eucaristía - III .......................................................... 435
231. La Eucaristía - IV .......................................................... 437
232. La santa Misa - I ............................................................ 439
233. La santa Misa - II........................................................... 441
234. La santa Misa - III ......................................................... 443
235. La santa Misa - IV ......................................................... 445
236. La santa Comunión - I ................................................... 447
237. La santa Comunión - II .................................................. 449
238. La santa Comunión - III ................................................ 451
239. La santa Comunión - IV ................................................ 453
240. Jornada eucarística ........................................................ 455
241. La presencia real ............................................................ 457
242. Visita a Jesús eucarístico - I .......................................... 458
243. Visita a Jesús eucarístico - II ......................................... 461
244. La penitenza - I .............................................................. 462
245. La penitencia - II ........................................................... 464
246. La penitencia - III .......................................................... 466
247. La penitencia - IV .......................................................... 468
248. La penitencia - V ........................................................... 469
249. La penitencia - VI .......................................................... 471
250. La penitencia - VII ........................................................ 473
251. La penitencia - VIII ....................................................... 475
252. La penitencia - IX .......................................................... 477
253. Extremaunción - I .......................................................... 479
254. Extremaunción - II......................................................... 481
255. Extremaunción - III ....................................................... 482
256. El orden - I..................................................................... 484
257. El orden - II ................................................................... 486
258. El orden - III .................................................................. 488
259. El matrimonio ................................................................ 490
260. La oración - I ................................................................. 493
261. La oración - II ................................................................ 495
262. La oración - III .............................................................. 497
263. La oración - IV .............................................................. 499
ÍNDICE GENERAL 795

264. La oración - V................................................................ 501


265. La oración - VI .............................................................. 503
266. La oración - VII ............................................................. 505
267. La oración ...................................................................... 506
268. La oración vocal ............................................................ 508
269. La oración vital .............................................................. 510
270. Los sacramentales.......................................................... 511
271. El estado religioso ......................................................... 513
272. Dirección espiritual ....................................................... 516
273. Vocaciones .................................................................... 518
274. La liturgia - I.................................................................. 520
275. La liturgia - I.................................................................. 521
276. Año litúrgico - I ............................................................. 523
277. Año litúrgico - II............................................................ 524
278. Año litúrgico - III .......................................................... 526
279. Domingo 1º de Adviento ............................................... 527
280. Domingo 2º de Adviento ............................................... 529
281. Domingo 3º de Aviento ................................................. 531
282. Domingo 4º de Adviento ............................................... 533
283. Vigilia de Navidad......................................................... 535
284. Navidad ......................................................................... 537
285. San Esteban protomártir ................................................ 539
286. San Juan evangelista ...................................................... 541
287. ¿Qué será este niño? (infraoctava de Navidad) ............. 543
288. Último día del año ......................................................... 545
289. Primer día del año.......................................................... 547
290. Epifanía ......................................................................... 548
291. Sagrada Famiglia (infraoctava de Epifanía) ................... 551
292. Las bodas de Caná (2º después de Epifanía) ............... 553é
293. La fe del leproso y del centurión (3º desp. Epifanía) .... 555
294. La tempestad calmada (4º después de Epifanía)............ 558
295. El trigo y la cizaña (5º después de Epifanía) ................. 560
296. El grano de mostaza y la levadura (6º desp. Epifanía) ...... 562
297. Los jornaleros de la viña (domingo de septuagésima) .. 564
298. La semilla de la Palabra (domingo de sexagésima) ....... 566
299. El ciego de Jericó (domingo de quincuagésima) ........... 568
300. Miércoles de ceniza ....................................................... 570
301. Las tentaciones de Jesús (domingo 1º de cuaresma) ..... 572
302. La transfiguración (domingo 2º de cuaresma) ............... 575
303. El demonio inmundo (domingo 3º de cuaresma) .......... 576
ÍNDICE GENERAL 796

304. La multiplicación de los panes (4º de cuaresma)........... 578


305. ¿Por qué no me creéis? (domingo de Pasión) ................ 580
306. Domingo de Ramos ....................................................... 583
307. Jueves santo ................................................................... 585
308. Viernes santo ................................................................. 587
309. Sábado santo .................................................................. 589
310. Pascua de resurrección .................................................. 591
311. Domingo in albis ........................................................... 593
312. El Buen Pastor (2º domingo de Pascua) ........................ 595
313. Patrocinio de san José (miércoles tras 2º dom. Pasc.) ... 597
314. «Yo voy al Padre» (domingo 3º de Pascua) .................. 599
315. La promesa del Espíritu (4º domingo de Pascua) ............. 601
316. Rogativas y letanías (5º domingo de Pascua) ................ 603
317. Ascensión ...................................................................... 605
318. La novena de Pentecostés (infraoctava Ascensión) ....... 607
319. Pentecostés .................................................................... 609
320. La Santísima Trinidad ................................................... 612
321. Corpus Dómini .............................................................. 614
322. El convite y los invitados (2º después de Pentecostés).... 616
323. La oveja perdida (3º después de Pentecostés) ................. 618
324. La pesca milagrosa (4º después de Pentecostés) ............. 620
325. El perdón de las ofensas (5º después de Pentecostés) .... 623
326. La divina Providencia (6º después de Pentecostés) ........ 625
327. Por sus frutos los conoceréis (7º desp. Pentecostés) ...... 627
328. Una santa astucia (8º después de Pentecostés) ............... 628
329. El llanto sobre Jerusalén (9º después de Pentecostés) .... 630
330. El fariseo y el publicano (10º después de Pentecostés) .. 632
331. He oído tu oración (11º después de Pentecostés) ........... 634
332. El buen samaritano (2º después de Pentecostés) ............ 636
333. Uno solo volvió a dar gracias (13º desp. Pentecostés) ... 638
334. Primero el Reino, después el cuerpo (14º desp. Pent.) .. 640
335. El joven de Naín resucitado (15º desp. Pentecostés)...... 642
336. La humildad es sensatez (16º después de Pentecostés) ... 644
337. El mayor mandamiento (17º después de Pentecostés) ... 646
338. «Tus pecados te son perdonados» (18º desp. Pent.)....... 648
339. Los invitados a las bodas (19º después de Pentecostés) . 650
340. La fe perfecta (20º después de Pentecostés) ................... 652
341. Los dos deudores (21º después de Pentecostés) ............. 654
342. La moneda del César y la de Dios (22º desp. Pent.) ...... 656
343. «Os suceda conforme a vuestra fe» (23º desp. Pent.) .... 658
ÍNDICE GENERAL 797

344. El juicio final (24º después de Pentecostés) ................... 660


345. Cátedra de san Pedro en Roma (18 enero) .................... 662
346. La conversión de san Pablo (25 enero).......................... 664
347. La purificación (2 febrero) ............................................ 666
348. San José (19 marzo) ...................................................... 668
349. San José protector de la Iglesia universal ...................... 669
350. San José patrono de los moribundos ............................. 671
351. San Gabriel arcángel (24 marzo) ................................... 672
352. San Marcos evangelista (25 abril) ................................. 674
353. San Juan Bautista (24 junio) .......................................... 676
354. San Pedro y san Pablo (29 junio) .................................. 678
355. Transfiguración de nuestro Señor Jesucristo ................. 680
356. Asunción de María Sma. al cielo (15 agosto)................ 682
357. San Mateo evangelista (21 septiembre) ......................... 684
358. San Miguel arcángel (29 septiembre) ............................ 686
359. Santos ángeles custodios (2 octubre) ............................. 687
360. Fiesta del santo rosario (7 octubre) ............................... 689
361. San Lucas evangelista (18 octubre) ............................... 691
362. San Rafael arcángel (24 octubre) .................................. 692
363. La realeza de Jesucristo (último domingo de octubre) .. 694
364. Fiesta de Todos los Santos (1 noviembre) ..................... 697
365. Conmemoración de todos los fieles difuntos (2 nov.) ....... 699
APÉNDICE .............................................................................. 701
Mes del paraíso (enero) ......................................................... 703
Mes a san José ....................................................................... 705
Mes a María santísima ........................................................... 707
Mes al Sagrado Corazón de Jesús .......................................... 709
Mes del santo rosario ............................................................. 711
Mes de los difuntos ................................................................ 715
Primer jueves del mes ............................................................ 717
Sábado en honor de María Sma.. ........................................... 719
ÍNDICES .................................................................................. 721
Índice de las citas bíblicas ..................................................... 723
Índice general ........................................................................ 741
Stampa: 2008
Società San Paolo, Alba (Cuneo)
Printed in Italy

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