CONFLICTOS

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CONFLICTOS

Los conflictos y la violencia en torno a la


adolescencia
Actualmente nuestra sociedad identifica adolescencia con
conflictividad. Esto no debe ni puede ser así, la adolescencia es una
etapa decisiva no solo en la vida individual de cada persona, sino
también en la vida de las familias, un periodo de transición, de
descubrimientos, de cambios y retos que componen un desafío tanto
para los chicos y chicas como para sus familias y para la comunidad
en la que se desarrollan.
Muchos de los problemas personales y sociales a los que resulta más
difícil y costoso hacer frente hoy en día son debidos a dificultades
relacionales y conductas problemáticas que emergen durante la
etapa vital de la adolescencia; situaciones altamente complejas, con
origen en múltiples causas, que exigen un abordaje integral que
pueda aportar soluciones eficaces y evite deterioros que se
perpetúan en la vida adulta.
Las primeras señales de esas dificultades y esas tensiones suelen
mostrarse en el ámbito escolar y relacional: dejadez en los estudios,
abandono escolar, comportamientos disruptivos, enfrentamientos,
conductas de riesgo, etc.
Ayudamos a las familias a entender y abordar los cambios que el
sistema familiar debe introducir en el periodo adolescente,
conservando el valioso clima familiar necesario para que la persona
adolescente pueda desplegar todo su potencial positivo.
La palabra “adolescencia” proviene del verbo latino adolescere, que significa
“crecer”. La adolescencia es un período de transición en el cual el individuo pasa
de niño a adulto. Se inicia con los cambios en los caracteres sexuales secundarios
(menarquia, maduración reproductiva, cambio de voz, crecimiento físico) y se
extiende hasta la independización legal de la autoridad de los adultos (Hurlock,
1994). Es decir, hasta cumplir 18 años de edad.
De acuerdo a UNICEF (2007) la adolescencia es el período en el que una persona
se prepara para ser un adulto productivo, con familia y con deberes ciudadanos.
Los adolescentes no conforman un grupo homogéneo, pero los une la edad (entre
12 y 18 años) y una actitud contestataria que persigue el valor de lo social en la
relación consigo mismos, con los amigos, con los pares, los afectos, el placer, el
juego, la música, el teatro, los deportes y la cultura en su sentido más amplio. Si
bien el inicio de la adolescencia es claro, ya que se inicia con los cambios físicos y
biológicos de la pubertad como la menarquia y la aparición de los caracteres
sexuales secundarios, la edad final no está tan definida, ya que la adolescencia es
un constructo social e histórico. La elección del intervalo etario depende mucho
de los patrones culturales, sociales y económicos de cada cultura.
Los adolescentes también se enfrentan continuamente a diversos problemas.
Muchos quisieran recurrir a sus padres, pero pueden pensar que no se les
escuchará con simpatía o que darán la impresión de ser incapaces de solucionar
sus problemas. En general, los y las adolescentes tienden a ser cautelosos a la hora
de recurrir a sus padres, sobre todo al tratar temas como sexo, juego amoroso,
parejas (Hurlock, 1994). Algunas de las dificultades que presentan los y las
adolescentes relacionadas a las Relaciones Interpersonales son: Problemas de
habilidades sociales, timidez, soledad, ansiedad social, grupos de amigos
conflictivos y presión grupal. En cuanto a las relaciones con los padres, las
principales dificultades son: Incomunicación, violencia familiar, peleas,
discusiones, normas y control. Entre los temas más difíciles en la comunicación de
adolescentes de ambos sexos con sus padres están la sexualidad, relaciones de
pareja y problemas sentimentales. Respecto a las relaciones de pareja, se
encuentran problemas sentimentales, desamor, rupturas afectivas, sensación de
incompetencia afectiva, dificultad de comunicación, entre otras (Hurlock, 1994).
Una posible hipótesis de las razones por las cuales los adolescentes de ambos
sexos expresan un alto porcentaje de dificultades en las relaciones interpersonales
puede relacionarse a la importancia que tienen éstas durante la adolescencia y la
manera cómo los adolescentes se perciben a sí mismos y a los demás.
Soluciones a los conflictos en torno a la adolescencia
Los padres cuentan con tres herramientas educativas fundamentales para ayudar a sus hijos
adolescentes a enfrentarse de forma constructiva a los conflictos. El conflicto forma parte de la
vida; es el motor de nuestro progreso. Sin embargo, en determinadas condiciones puede
obstaculizar el desarrollo. Por eso, la educación debe proporcionar oportunidades suficientes
para aprender a resolver conflictos de forma constructiva.
Para resolver los conflictos de forma constructiva se debe favorecer la empatía y la capacidad de
adopción de perspectivas, enseñando a pensar en el proceso de toma de decisiones, anticipando
sus consecuencias y ayudando a detectar y a corregir las frecuentes distorsiones que se
producen en situaciones muy estresantes.

Favorecer la empatía
La empatía, es una tendencia disponible a un nivel muy primitivo desde nuestra primera
infancia y que nos lleva a sentir lo que siente el otro, proporcionándonos una importantísima
fuente de información, así como una de las principales motivaciones para la solidaridad y la
justicia. La capacidad para ponernos en el lugar de otras personas puede ser considerada,
además, como un requisito necesario para aprender a resolver conflictos de forma inteligente y
justa. Conviene recordar, en este sentido, que la mayoría de los conflictos que experimentamos
implican, en mayor o menor grado, a varias personas y con gran frecuencia diversas
perspectivas que es necesario considerar.
Los estudios realizados sobre este tema encuentran que los adolescentes con menor capacidad
para autorregular su vida social y emocional suelen tener dificultades en todos los pasos a
través de los cuales se interpretan y resuelven las situaciones conflictivas. Ayudarlos a
enseñarles modos sistemáticos para resolver de forma más inteligente y justa sus tensiones y
conflictos puede ser, por tanto, un procedimiento muy eficaz, que conviene situar en todas las
fases de dicho proceso:

1.- Definir adecuadamente el conflicto, identificando todos sus componentes.


2.- Establecer cuáles son los objetivos y ordenarlos según su importancia.
3.- Diseñar las posibles soluciones al conflicto y valorar cada una de ellas teniendo en cuenta las
consecuencias –positivas y negativas– que pueden tener para las distintas personas implicadas
en la situación.
4.- Elegir la solución que se considere mejor y elaborar un plan para llevarla a cabo. Es muy
importante que dicho plan incluya una anticipación realista de las dificultades que van a surgir
al intentar llevarlo a la práctica, así como de las posibles acciones que pueden contribuir o
permitir superarlas.
5.- Llevar a la práctica la solución elegida.
6.- Valorar los resultados obtenidos y, si no son los deseados, volver a poner en práctica todo el
procedimiento para mejorarlos.
Las distorsiones de la adolescencia
El adulto también puede ayudar al adolescente a resolver conflictos, enseñándole a afrontar
situaciones estresantes a través de la detección y corrección de pensamientos distorsionados que,
de lo contrario, contribuyen a que el estrés aumente y obstaculizan la puesta en marcha de
soluciones inteligentes. Entre las distorsiones más frecuentes que se producen en situaciones
estresantes cabe destacar:

· El pensamiento dicotómico, tendencia a percibir la realidad en términos dicotómicos (“blanco o


negro”), pasando de un extremo al otro sin considerar posiciones intermedias.
· El fatalismo, percepción de falta total de control sobre los acontecimientos que se viven.
· La confusión de los pensamientos y de las emociones con la realidad, o tendencia a creer que lo
que pensamos acerca de la realidad es la propia realidad y lo que sentimos como verdadero
necesariamente lo es.
· Interpretación exagerada de la conducta de los demás como intencionada y negativamente
dirigida hacia uno mismo. El egocentrismo del adolescente puede contribuir a este sesgo
cognitivo. Para superarlo conviene activar explicaciones alternativas (accidentes, coincidencias e
intenciones positivas).

Contextos familiares para resolver conflictos


Para que los frecuentes conflictos y complejos que surgen en el contexto familiar contribuyan a
mejorar la calidad de la educación, evitando escaladas de confrontación que la deterioran, y
favorezcan la búsqueda conjunta de soluciones constructivas, conviene:

1.- Estimular la capacidad de los adolescentes para participar activa y responsablemente en


decisiones familiares que los afecten.
2.- Evitar los monólogos, las lecciones y las riñas.
3.- Incrementar las oportunidades de realizar juntos actividades gratificantes.
4.- Establecer algunas costumbres diarias en las que poderse comunicar de forma normalizada
las incidencias cotidianas.
5.- Evitar reñir continuamente a los adolescentes por conductas de escasa relevancia.
6.- Evitar expresiones que puedan ser vividas como un ataque o un rechazo a la posición de los
otros, como las interrupciones, los gritos, las amenazas, los insultos, las críticas (que despiertan
actitudes defensivas), así como la escalada de amenazas y expresiones agresivas que se producen
en situaciones muy estresantes.
7.- Cuando resulte difícil llegar a un acuerdo en asuntos relevantes, puede ser necesario elegir un
momento de serenidad para todos en el que buscar soluciones consensuadas, intentando que
cada parte se ponga en el lugar de la otra.

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