Insv PC
Insv PC
Rogelio Huerta Quintanilla (2013). Una lectura crítica de Varian. Notas sobre
Microeconomía Intermedia. México: UNAM.
Estática Comparativa
Relación que existe entre los insumos y el producto total en un proceso productivo.
Función que expresa la cantidad de producción (Q) que obtiene una empresa con una
determinada combinación de factores: trabajo (T) y capital (C) . Q=f(T,C).
Los principales supuestos de la función de producción son: o Cada uno de los factores de
producción utilizados se pueden dividir en forma infinita. o Es posible cualquier
combinación de insumos utilizados para crear una determinada cantidad de producción. o
Cualquier cambio en los factores de productivos trae aparejado un cambio en la magnitud
total de la producción por muy pequeño que sea. o Existe una interdependencia funcional
entre los factores productivos utilizados y el valor de la producción total. Costos El costo es
un recurso que se sacrifica o al que se renuncia para alcanzar un objetivo específico. El
costo de producción es el valor del conjunto de bienes y esfuerzos en que se ha incurrido o
se va a incurrir, que deben consumir los centros fabriles para obtener un producto
terminado, en condiciones de ser entregado al sector comercial.
Costos Totales: Los costos totales de una empresa, son la suma de sus costos fijos y sus
costos variables.
Costo promedio: Los costos totales divididos entre la cantidad producida se llaman costos
totales promedio. Debido a que los costos totales son la suma de los costos fijos y los
variables, los costos totales promedio se pueden expresar como la suma del costo fijo
promedio, más el costo variable promedio. El costo fijo promedio es el costo fijo total
dividido entre la cantidad producida, mientras que el costo variable promedio es el costo
variable total dividido entre la cantidad producida.
La demanda agregada
Inversión privada (I): Son los bienes que las empresas compran como bienes de equipo
(edificios, maquinarias, etc.) y estructura de producción (materias primas, mercaderías),
incluyendo también las inversiones de las familias en la vivienda. Suelen ser financiadas
con recursos ajenos, por lo que su volumen estará en función del coste del dinero (tipo de
interés). Un elevado porcentaje de inversión privada indica que el país está en crecimiento
económico.
Gasto Público (G): Se refiere al gasto en bienes y servicios de interés general, sin una
demanda individualizable, que el Sector Público realiza como ejecución presupuestaria,
tanto en consumo (Sanidad, Seguridad Nacional, etc.) como en inversión (carreteras,
escuelas, hospitales, parques, etc.). Su porcentaje sobre el PIB dependerá del grado de
intervención del estado en los asuntos económicos.
Por lo tanto, a la suma del consumo privado (C), la inversión privada (I) y el gasto público
(G), habrá que añadirle el valor de las exportaciones (X) y restarle el de las importaciones
(M), de tal forma que la fórmula para calcular la demanda agregada (DA) sería:
El costo de oportunidad
El concepto de coste de oportunidad nace con Frederich von Wieser (1851-1926) el cual
definió el valor de un factor de producción en términos de su coste de oportunidad, es decir,
el ingreso neto generado por el factor en su mejor uso alternativo (Burch y Henry, 1974, p.
119). En el enfoque económico, se parte de la idea de que los recursos son escasos y, en su
mayoría, tienen usos alternativos. Así pues, la producción de un bien implica la renuncia a
fabricar otro producto con esos mismos recursos. El bien o servicio al que se le han
aplicado esos recursos se expresará en términos del bien o servicio sacrificado. La toma de
decisiones en un mundo de escasez implica renunciar al resto de opciones, lo que supone el
sacrificio de hacer otra cosa. Esa opción a la que se renuncia se denomina coste de
oportunidad (Samuelson y Nordhaus, 1992, p. 38). El coste de oportunidad se mide en
unidades físicas en vez de unidades monetarias. Es cierto que los bienes se valoran
monetariamente, pero esa tasación carece de sentido si no se sabe qué se hubiera podido
adquirir con ese dinero cuando se ha optado por un bien concreto (Lipsey y Harbury,1989,
p. 8). Katz y Rosen (1994, pp. 2-3) aplican concepto de coste de oportunidad tanto a nivel
individual como social, es decir, cuando un individuo decide adquirir un manual de
contabilidad, está renunciando a una entrada al teatro. Desde un punto de vista social, el
mejor uso alternativo podría haber sido la donación del dinero a una organización benéfica.
Si bien el coste de oportunidad se define como el valor de un recurso en su mejor uso
alternativo, puede ocurrir que esa opción sustitutiva que se sacrificaría para poder disponer
de 7 la tenencia de un determinado recurso no existiera, lo cual significaría que el coste de
oportunidad fuese cero (Miller y Meiners, 1988, p. 290). Se puede hablar de tres casos en
los que el coste de oportunidad toma este valor (Lipsey y Harbury, pp. 9-10, 1989): ·Bienes
libres. Se trata de bienes que existen en abundancia en la naturaleza y cuyo empleo no
genera costes de oportunidad. ·Factores de un solo uso. Aquellos recursos que se pueden
emplear en diferentes alternativas tienen un coste de oportunidad porque al optar por una de
ellas, se está sacrificando al resto. Si ese recurso sólo tuviese una única alternativa, su coste
de oportunidad sería cero. ·Desempleo general. En general, la elaboración de un bien
supone apartar recursos de la producción de otro bien. En determinadas ocasiones, los
recursos están desempleados y el coste de oportunidad es cero. El coste de oportunidad se
puede representar gráficamente mediante la frontera de posibilidades de producción la cual
recoge todas las combinaciones de bienes que se pueden elaborar al emplear todos los
factores de producción de que se disponen con la máxima eficiencia. La economía produce
eficientemente cuando no puede producir una cantidad mayor de un bien sin producir una
menor del otro, es decir, cuando se encuentra en la frontera de posibilidades de producción.
El concepto de coste de oportunidad es definido por los diferentes autores tanto del ámbito
contable como económico, en función de los ingresos, los costes o los beneficios. Las
diferencias en el terreno económico y contable, no radican en el concepto de coste de
oportunidad sino en el concepto de coste, el cual es distinto, y la razón de esas diferencias
subyacen, precisamente, en el coste de oportunidad. Los costes contables de un input o
conjunto de inputs se basan en los precios pagados por los recursos en el momento de su
adquisición. Sin embargo, los costes económicos de utilizar un input o combinación de
inputs en una actividad determinada, son los ingresos netos que se podrían haber generado
en su mejor uso alternativo, es decir, los costes de oportunidad (Burch y Henry, 1974, p.
119). El Plan General de Contabilidad español señala que los bienes se valorarán al precio
de adquisición o al coste de producción entendiendo por precio de adquisición, el importe
reflejado en factura además de todos los gastos que se necesiten para que el bien se ponga
en funcionamiento (si se trata de un inmovilizado), o todos los gastos que se generen de
forma adicional hasta que los bienes se encuentren almacenados (en el caso de las
existencias), y por coste de producción, el precio de adquisición de las materias primas y
otras materias consumibles, y el resto de los costes tanto directos como indirectos que se
puedan imputar a dichos bienes, siempre que tales costes se correspondan con el período de
fabricación. Como se puede observar, en ambos conceptos se prescinde del coste de
oportunidad. 10 El coste recogido por la Contabilidad de Costes se refiere al conjunto de
recursos que participan en el proceso de producción de un período determinado y, que se
captan, registran y tasan atendiendo a los criterios propios de esta disciplina contable (Sáez
Torrecilla et alt., 1993, p. 24). En línea con esta concepción se recoge la afirmación de
Pedersen que señala que los costes son el consumo, valorado en dinero, de bienes y
servicios para la producción que constituye el objetivo de la empresa (Mallo et al., 1994, p.
17). Tanto en Contabilidad como en Economía, el concepto de coste incluye los
denominados costes explícitos. Sin embargo, los costes implícitos no son contemplados en
el ámbito contable y sí en el económico. Existen varios casos de costes no imputados en
Contabilidad como son el coste del capital propio y el sueldo del empresario, los cuales
constituyen las dos diferencias más importantes entre el resultado económico y el resultado
contable. El coste del capital propio es un coste de oportunidad ya que, al destinarse los
recursos financieros a la financiación de un determinado bien, servicio o proceso
productivo, se está renunciando a la remuneración o interés que se obtendría si los mismos
se materializaran en inversiones financieras. Respecto al sueldo del empresario, se trata de
un concepto de coste habitualmente tratado de forma distinta, según los autores. Ha habido
algunos intentos para poder reflejar este coste en la Contabilidad. Así, el Grupo 9 del Plan
General de Contabilidad, o Contabilidad Analítica ha tratado de calcular e imputar tales
costes, a través de un modelo con costes de oportunidad en el que se incluye el sueldo del
empresario. 11 El Grupo 9 indica que desde que el empresario toma la decisión de trabajar
en su empresa, está sacrificando el salario que podría conseguir si trabajase en otra
empresa. El concepto de remuneración del empresario tiene un carácter más teórico que
práctico y, en la actualidad, su incidencia se reduce a aquellas empresas pequeñas en las
que la figura del empresario y del capitalista puede superponerse, frente a las empresas de
cierto tamaño las cuales se caracterizan por la profesionalización de la dirección (Rocafort
Nicolau, 1985, pp. 105-106). El trabajo del empresario debe considerarse como un coste,
aunque no cobre de manera directa sino a través de la compensación que supone el
beneficio obtenido por su empresa. La remuneración del propietario se define como un
coste de oportunidad, es decir, como los ingresos que deja de percibir al ser el dueño no
remunerado de su empresa y, no asalariado en otra (Samuelson y Nordhaus, 1992, p. 610).
Cuando al empresario no se le remunera su trabajo, el valor que se imputa a la actividad
que realiza es, bien la cantidad que se pagaría a otra persona para que realice su misma
labor, bien la cantidad que percibiría si ocupase otro puesto de trabajo. Este concepto de
coste ha perdido importancia por varias razones, entre otras porque la figura del empresario
está siendo sustituida por un equipo directivo (Mallo, 1997, p. 249) y porque la legislación
laboral obliga a que cualquier trabajador que lleve a cabo una labor continuada en un
determinado lugar de trabajo, sea remunerado (Mallo, 1994, p. 184). 3.
El coste de oportunidad en el proceso de toma de decisiones