Focalización de Subsidios

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Focalización, la vía más clara para sanear el problema de los subsidios

En el último año, los precios de los derivados aumentaron como resultado de la eliminación
progresiva de las subvenciones; el precio del diésel ha crecido en un 42,3% mientras que la
gasolina extra en 7,5%. Varios estudios encontraron que los subsidios a los combustibles
favorecen en mayor medida a los quintiles de mayor ingreso, pues el 60% de los beneficiados
son de clase alta y media alta.
Si bien en el mercado internacional el precio de la gasolina, el diésel y el gas licuado fluctuaba
según el precio del petróleo, en el país el Estado absorbía ese costo mediante un subsidio.
Pero en este mes se cumple un año desde que rige el sistema de bandas de precios para
los combustibles en Ecuador.
El movimiento de los precios de los combustibles durante el último año responde a decisiones
tomadas por el gobierno con el objetivo de reducir el gasto por concepto de subsidio a los
combustibles. Según el artículo 72 de la Ley de Hidrocarburos, “los precios de venta al
consumidor de los derivados de hidrocarburos serán regulados de acuerdo al Reglamento
que para el efecto dictará el presidente de la República”.
Bajo este contexto y en el marco crítico de las finanzas públicas y de la economía en general,
el Gobierno Nacional consideró ajustar mensualmente el precio base de los combustibles, y
en particular del diésel. El sistema de regulación de precios establece banda de precios, con
precios mínimos y máximos de comercialización. El límite inferior y superior de los precios
de la gasolina (extra y ecopaís) se ubicará en un rango de ±5% del precio base (del mes
previo) por el ente de control. Mientras que el rango de precios de diésel para el segmento
automotor y pesquero será del ±3% con respecto al precio base.
El 12 de enero se anunció que la fijación de precios se realizará en el transcurso de los 11
primeros días de cada mes.
FINALMENTE, LOS PRECIOS DE LOS COMBUSTIBLES SE ACERCAN A LOS DEL
MERCADO INTERNACIONAL
Mediante el Decreto Ejecutivo 338, reformado por el Decreto 1183 y 1222, el 12 de mayo de
2021 se establecieron los nuevos precios de los combustibles. Al momento, hasta el 11 de
junio el precio será de $ 1,99 por galón para la gasolina extra y ecopaís, $ 1,48 para el diésel
y $ 3,00 en la gasolina súper (Tabla 1).
Desde el mes de abril, la gasolina extra y ecopaís experimentaron un incremento mensual
en su precio por galón de $ 0,16 centavos. Por otro lado, el diésel elevó su precio en $ 0,08
centavos por galón cada mes. La gasolina súper tiene un valor liberalizado, es decir, se fija
según la interacción entre oferta y demanda.
Desde julio de 2020, el precio del diésel se empezó a incrementar de manera importante
(Gráfico 1). Si bien los precios de la gasolina extra y ecopaís han sido más estables durante
el 2020, en los últimos meses han experimentado un incremento sostenido. Evidentemente,
el precio del diésel ha sido el más alterado, pues antes de empezar con el sistema de bandas
(mayo de 2020) el galón estaba en $ 1,04, es decir, ha sufrido un incremento de 42,3%,
mientras que la gasolina extra solo ha crecido en 7,5% en el año.
El objetivo detrás de este movimiento de los precios es reducir el subsidio a los combustibles
derivados del petróleo más utilizados en el país, especialmente por el sector productivo. Con
esta medida, el gobierno reduce el gasto de recursos que tanto necesita para afrontar los
problemas de sociales, de salud y económicos que se profundizan con la pandemia.
Además, los recursos fiscales son escasos, a tal punto que no necesariamente el recorte de
subsidios se verá reflejado en el gasto social, sino que más es bien una medida para frenar
el enorme déficit presentado el año anterior, que ascendió a $ 5.937,1 millones de dólares y
para cumplir con los compromisos con el FMI en torno a la sostenibilidad fiscal.

AÚN CON LOS NUEVOS PRECIOS DEL DIÉSEL, ECUADOR SIGUE TENIENDO EL
PRECIO MÁS BAJO
Cabe preguntarse: ¿son realmente caros los precios del combustible en el país?
Relativamente no. A pesar de que el incremento de los precios de la gasolina y diésel no sea
socialmente aceptado, no estamos ni siquiera cerca de la cotización internacional (Gráfico
2).
Para ejemplificar esta realidad se puede comparar el valor de los mismos bienes en países
cercanos. En Colombia, la gasolina corriente (o extra) tiene un precio de 1,33 veces la de
Ecuador; en Perú, el precio es 1,94 veces el de Ecuador. Si se considera el precio del diésel,
en Colombia es 2,35 veces más costoso y en Perú 3,59 veces. Y eso sin considerar el gas
licuado de petróleo (GLP) que en Ecuador es cerca de 10 veces más barato que ambos
países mencionados.
Pero en el país, el tema es que se extrae crudo y se refina una parte que permite tener
menores costos. La situación es que el gobierno incurre en subsidios para mantener un
precio bajo y sostener la política populista impuesta en 1974 por la dictadura militar, por ello
no fue hasta el gobierno de Lenín Moreno que se eliminaron dichos subsidios pese al costo
político que ello implicó. Sin embargo, el debate sobre si deben permanecer las subvenciones
persiste.

¿ES JUSTO MANTENER EL SUBSIDIO A LOS COMBUSTIBLES SI EL 60% SE DESTINA


A LOS MÁS RICOS?
El subsidio a los combustibles es ineficiente, no solo porque el gobierno asume la volatilidad
de los precios del petróleo generando un gasto, sino también porque la producción de
derivados, principalmente de gasolina, abastece solo 55% de la demanda interna, es decir,
el 45% restante debe ser importado.
En la sección previa se mostró que el precio de los combustibles es menor en Ecuador y que
detrás de ese bajo precio se esconde un elevado subsidio para el país. Sin embargo, en
2010 se evidenció, además, que es un subsidio contraproducente o pro-ricos, es decir, que
favorece a los quintiles más ricos de la población. El Ministerio Coordinador de la Producción
determinó hace más de 10 años que un hogar del quintil más alto de ingresos recibe en
promedio $ 419 del subsidio anual, mientras que un hogar del quintil más pobre recibe
apenas $ 96 al año.
Solo en la importación de subsidios para cubrir la demanda nacional, entre 2016 y 2020 se
necesitó $ 5.310,6 millones de dólares. Dicho monto lo cubren todos los ecuatorianos -vía
impuestos- y parte de ello se inyecta en subsidios para la clase media y alta, es decir, es un
subsidio no redistributivo. Mientras que el costo de oportunidad de este subsidio es mayor
inversión del gasto social en salud, educación, seguridad social o, al menos, en reducir el
déficit fiscal y, por ende, la necesidad de endeudamiento.
Una investigación llevada a cabo por Petroecuador en 2008 encontró que 22% del subsidio
del gas doméstico se pierde en el contrabando ($ 162 millones para ese año). Asimismo, el
subsidio al GLP se distribuía así: 8% ($ 34,8 millones) al quintil más bajo; 14% ($ 60,9
millones) al segundo quintil; 18% ($ 78,2 millones) al quintil tres; 24% ($ 104,3 millones) al
quintil cuarto; y 36% al quintil más rico ($ 156,5 millones). Así, 60% de los beneficiados por
este subsidio pertenecen a la clase alta o media alta.
No es la primera vez que se ha revisado reducir o limitar el subsidio. En 2015, el presidente
de ese entonces, Rafael Correa, mencionó un sistema de cuotas de combustible por año.
Aseguró un cupo de 300 galones por año, pero no se aplicó.
Lo que se está haciendo ahora es una medida urgente frente a una situación crítica. A pesar
de los argumentos en contra del subsidio, detrás se esconde un costo político muy grande
que explica por qué esta subvención es tan polémica.
Sectores como transportistas, industriales, pescadores critican la medida porque ven sus
costos incrementados. Los transportistas aseguran que, dada la coyuntura, operan a un 75%
de su capacidad y los altos costos operativos superan a los ingresos, por lo que piden la
revisión de los precios de servicios de transporte o incluso de ciertos bienes de consumo.
La tarea del gobierno recae en considerar las características de los subsidios que la teoría
resume deben ser:
1) transitorios, pues para la sociedad y para el ambiente resulta insostenible mantener un
subsidio a los combustibles por un periodo prolongado.
2) focalizados, pues con ello se asegura que las subvenciones lleguen a un grupo en
específico, por ejemplo, a los transportistas, industriales y pesqueros y no a la población de
ingresos más altos.
3) económicamente viables, y para ello se requiere de estudios de impacto para evaluar si
se está logrando el objetivo propuesto. Asimismo, se debe considerar si el gobierno está en
capacidad de cubrir el subsidio, dado que, en este panorama, el gobierno no goza de
suficientes recursos disponibles para hacer frente a sus obligaciones.

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