Examen 116

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España, México, Colombia, Argentina y Estados Unidos son los países que más revisaron esta

publicación el año pasado. La edición más reciente del DLE, la 23. The New York Times en
Español conversó con el director de la academia española y presidente de la ASALE, Darío
Villanueva, quien respondió a preguntas que nuestros lectores nos enviaron, así como a qué
nuevas palabras pueden incluirse en el diccionario, qué sucede con la tilde en el adverbio «solo»
y cuál es el mayor riesgo para nuestro idioma. Continuamente estamos registrando las palabras
que van apareciendo a través de una gran base de datos, el Corpus del Español del Siglo XXI.

Cada año, introducimos en la memoria de nuestras computadoras 25 millones de formas del


español, no palabras porque no hay tantas, sino realizaciones de las palabras en distintos países.
Todos los países están representados. Esa base de datos nos proporciona la palabra y el
contexto en el que aparece para que podamos ver exactamente qué significa. Así, detectamos la
aparición de nuevas palabras o de nuevos significados de palabras que ya están en el
diccionario.

La introducción de una palabra en el diccionario nunca nace de una voluntad individual de un


académico, sino que siempre viene después de que hemos acreditado testimonialmente que esa
palabra ha irrumpido, que tiene un uso en un territorio amplio y con un índice de frecuencia
elevado.

¿La RAE es muy intervencionista o más bien permisiva?

Todo lo que tiene que ver con la lengua es materia muy sensible porque los ciudadanos nos
sentimos dueños de nuestro idioma y realmente lo somos.

¿Qué pasa con la tilde de «solo»?

Se ha interpretado mal porque lo que se dice en la Ortografía de la lengua española de 2010 es


que no consideramos necesario el uso de la tilde ya que los lingüistas dicen que, por ejemplo, en
el caso de «solo», el contexto de la frase permite ver si se trata de un adverbio o de un adjetivo.
La academia no prohíbe el uso de la tilde, sino que dice que no es necesaria. Estamos
empezando a preparar la segunda edición de la ortografía y ahí vamos a procurar ser todavía
más claros para que se entienda cuál es la posición. La academia no va a censurar nunca el
diccionario.

En primer lugar, no es obligatorio usar esa expresión, pero existe y el diccionario recoge lo que
existe y no lo puede censurar. La expresión de la que hablamos no fue inventada por las
academias, en lo personal no la usaré jamás y creo que la mayoría de los académicos tampoco.
Se espera que en diciembre se dé a conocer.

¿Qué decirle a la gente que sigue pensando que España es el lugar desde
el que se decide el español que se hablará en América Latina?

La RAE trabaja con la ASALE y con la Academia Mexicana de la Lengua, con la que tenemos un
contacto intensísimo. La palabra «amigovio» así como «marinovio» son dos creaciones
americanas que son palabras perfectamente admisibles, están muy bien construidas. Los
idiomas están continuamente en ebullición, están creando palabras continuamente. No es que
nosotros las hayamos autorizado, sino que simplemente las recogemos y nos sentimos muy
orgullosos de poner en el diccionario creaciones tan ingeniosas, tan expresivas.

Que mantengamos palabras como «asín», un arcaismo que figura en el diccionario es porque
este pretende ser útil para la comprensión de textos desde 1500 hasta ahora, por lo tanto hay
palabras que no se usan, pero que están recogidas para que alguien que lea un texto de 1560
que se encuentre con esa palabra tenga respuesta.

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