Arqueologia Vial Del Qhapaq Nan en Sudamerica Anal
Arqueologia Vial Del Qhapaq Nan en Sudamerica Anal
Arqueologia Vial Del Qhapaq Nan en Sudamerica Anal
A
Carlos González Godoy, Instituto de Investigación en Ciencias Sociales y Educación, Universidad de Atacama, Copiapó, Chile,
email: carlos.gonzalez@uda.cl
Recibido: diciembre de 2015. Aceptado: junio de 2016.
8 Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, Vol. 22, No 1, 2017
Berenguer et al. (2005, 2011a) y de Castro et al. (2004), en el valle medio de Cañete; Julien (2012) y Pino (2016)
que analizan algunos tramos en el Norte Grande. analizando el camino del Chinchaysuyu y las observaciones
Asimismo, destacan el trabajo de Muñoz y Chacama de Chacaltana (2010) acerca del rol de los tambos. Junto
(2006) en los Altos de Arica, de Santoro et al. (2010) en a lo señalado, se encuentra el trabajo de Topic y Topic
el extremo norte de Chile y de Castro y Varela (2000) (2013) en relación con las redes y rutas preincaicas del
en el Loa superior. También son relevantes los artículos norte del Perú; la redefinición del término kallanka de
monográficos de Uribe y Cabello (2005), Uribe y Urbina Barraza (2010) y su vínculo con los tampus y los deta-
(2009), como de Méndez (2007), en torno al estudio lles de Bar (2013), referidos a la afectación histórica de
de cerámica, arquitectura y lítica del camino inka del los caminos prehispánicos. Significativos son también
Alto Loa. Por su parte, Zori y Urbina (2014) entregan los numerosos informes del Proyecto Qhapaq Ñan del
algunas vinculaciones de la red vial inka con el sitio Ministerio de Cultura de Perú.
Tarapacá Viejo. A su vez, Sanhueza (2002, 2004, 2012) En Bolivia destacan los aportes de Avilés (2008),
visibiliza el papel de los hitos camineros (sayhuas) en la Ballivián et al. (2012), Gutiérrez (2005, 2012), Michel
creación de paisajes inkaizados en un espacio la Región (2011), Michel y Ballivián (2013) y Coben (2010). En
de Antofagasta. En tanto que, Garrido (2016) y Pavlovic Cochabamba, Sánchez (2012) trata la visualidad infor-
et al. (2012) contribuyen a la discusión, al igual que la mativa del camino y, en el sur de Bolivia, Manzo et al.
línea de investigación desarrollada por Stehberg (1995). (2011) correlacionan actividades con características
A la par, se conocen las propuestas de Jenkins formales de los restos inmuebles del camino. En Lípez,
(2001) y Matsumoto (2008) para analizar el camino, a Nielsen et al. (2006) definen el trazado del Qhapaq Ñan
las que no adherimos por su determinismo. En tanto, en y su incursión hacia Chile, discutiendo sobre circulación
Sudamérica sobresalen en la problemática las síntesis de de bienes y prácticas rituales camineras. Valga señalar
Raffino (1981: 201-240), López (2014), Lumbreras (2014), la investigación de Erickson (2000) en Bolivia, desde la
Matos (2015), Matos y Barreiro (2015) y los trabajos de teoría vial, aunque no abarca el camino inka. Por últi-
difusión de Berenguer et al. (2011b), así como los de mo, en Ecuador figuran los trabajos de Fresco (2004),
Sanhueza et al. (2011). De la misma manera, se regis- Hocquenghem et al. (2009), Sistrunk (2010), Almeida
tran las contribuciones metodológicas para el camino (2015) y el estudio de caminos antiguos de Lippi (2000)
de López (2013), Juillard (2007, 2009) y Casaverde y en el Pichincha Occidental.
López (2009, 2010); estos últimos identifican también Aun considerando estas investigaciones y los cre-
estructuras ortogonales del camino (Casaverde & López cientes registros arqueológicos del camino en Sudamérica,
2013). En Argentina se distinguen las especificaciones observamos todavía una indefinición conceptual y el
teóricas y metodológicas de Raffino (1981), Vitry (2000, uso por convención de ciertos términos –p. e., tambos
2004, 2007), Moralejo (2011) y Moralejo y Gobbo y chasquiwasis–, dando cuenta, desde nuestro punto
(2015), para el tratamiento del camino en el Noroeste de vista, de un tema no tratado adecuadamente en el
Argentino. A ello se agrega el estudio de Fernández Do proceso investigativo del Qhapaq Ñan.2 A raíz de esta
Rio y Ochoa (2010) en la Quebrada de Humahuaca. situación, consideramos que la nomenclatura existente
Del mismo modo, en el centro oeste argentino están sobre el sistema vial inka es más funcional que defini-
los trabajos sistemáticos de Bárcena (1993-1998, 2002; toria, con una fuerte incidencia del enfoque historicista
por mencionar algunas de sus obras), García (2011) y (sensu McEwan 2006). Esto se une a la falta de discusión
Martin (2010, 2015a, 2015b). sobre qué se entiende por un camino arqueológico, como
En Perú se cuentan las investigaciones de Matos también respecto a la conceptualización teórica de la
en Junín (1992); Coello (2000) en San Damián; Kendall totalidad de los componentes arqueológicos del Qhapaq
(2000) en Ollantaytambo; las reflexiones geográficas Ñan, problemática que analizaremos en futuros trabajos.
inkaicas de Saintenoy (2013) desde un camino del Por consiguiente, en este ensayo se presentan y
Apurimac; las aportaciones de Amado (2015a [2014], discuten, sucintamente, determinados antecedentes
2015b [2014]) en Cusco; Astuhuamán (2010) en la Sierra terminológicos de la investigación arqueológica contem-
de Piura; Serrudo (2002, 2010) en Taparaku y Haytara; poránea del Qhapaq Ñan en Sudamérica. Igualmente,
Ordóñez (2013) en el tramo de Huánuco Pampa a Ta- se exponen y analizan las definiciones en torno a qué
paraco; Cavero (2014) en Ayacucho; Casaverde (2015) comprendemos por un camino arqueológico, detallando
Arqueología vial del Qhapaq Ñan en Sudamérica / C. González 9
Figura 2. Senda del Camino Inka en dirección al sureste. Pampa del Carrizo, Región de Atacama (fotografía de C. González, 2012).
Figure 2. Path of the Inka Trail, toward the Southeast. Pampa del Carrizo, Atacama Region (photo by C. González, 2012).
Arqueología vial del Qhapaq Ñan en Sudamérica / C. González 11
(Cardale de Schrimpff 1996: 9)– y comúnmente Asimismo, un camino articula en forma simétrica:
visible de una vía de comunicación que ha modificado
una franja extensiva de terreno, contemplando de 12. Una ruta específica, definida secuencial y espacial-
uno a varios espacios y adquiriendo características mente.
monumentales, en términos de creación significativa.
13. Las expresiones materiales de una vía: sendas y/o
4. Ha sido concebido en un evento –o etapas sucesi- huellas, senderos y caminos que tienen un carácter
vas– por una o varias comunidades, relacionadas “inherentemente performativo” (Turnbull 2007:
con fines políticos, económicos y ceremoniales. 143).
5. En el caso de sucesivos entramados viales, estos traen 14. La presencia o ausencia de construcciones aledañas,
consigo la yuxtaposición de diferentes narrativas, evidencias muebles diversas, entre otras.
desarrolladas en el marco de paisajes en movimiento
(Snead et al. 2009), que son pluridiscursivos. 15. El recorrido pedestre sensoexperiencial de las personas
que transitan bajo definidas pautas culturales –entre
6. Conceptualizado como un espacio multidimensional, ellas su funcionalidad–, con una particular narrativa
un camino interrelaciona continuamente espacios social y en un período limitado de tiempo. Por narra-
geográficos, paisajes culturales y entornos sociales tiva entendemos no solo los motivos personales de un
diversos (Manzo et al. 2011: 138-139). viaje (Argounova-Low 2012: 195-198), sino también
los códigos culturales de un grupo de viajeros y la
7. Vincula fundamentalmente personas, asentamientos, información para otros; aspectos difíciles de pesquisar
actividades y lugares –relacionales, de identidad e arqueológicamente en sociedades desaparecidas. Sin
históricos (Augé 2004: 83)–, en tiempo(s) y espacio(s) embargo, compartimos el planteamiento de que un
determinado(s).3 camino sintetiza y dinamiza una concreta narrativa
social espacializada (Turnbull 2002).
8. Conecta territorios, posibilita el transporte y la
circulación de bienes y productos, al igual que los Comprendemos un camino arqueológico en un sensu
intercambios entre distintas sociedades. lato y no moderno, puesto que: “En su acepción in-
genieril, se habla de camino cuando ocurre un hecho
9. Puede representar un instrumento de dominación constructivo, esto es, la conformación de una banca, una
en un contexto histórico específico. calzada y un sistema de drenaje” (Correa 2000: 32). De
ahí que nos distanciemos de tipologías deterministas
10. Responde a un solo propósito o a un conjunto de e interpretativas de rutas informales y formales, y de
objetivos, manifestando un uso restrictivo o colectivo, las subdivisiones de estas últimas como “caminos” y
aunque por lo general cumple fines comunitarios “calzadas” (Trombold 1991: 3), que parten de una pers-
de largo plazo. pectiva ingenieril y moderna. Para nosotros, un camino
arqueológico engloba distintas manifestaciones de na-
11. Como testimonio arqueológico, se presenta habi- turaleza vial: senda, senderos y caminos propiamente
tualmente inactivo. También puede ser ocupado con tales, diferencias que responden a nociones descriptivas,
posterioridad a su activación inicial, modificado en de acuerdo a su materialización específica como vía de
distintas etapas o reutilizado a lo largo del tiempo comunicación en términos arqueológicos. En conjunto,
en términos de su ruta, especificando en propie- apuntan frecuentemente a un sistema caminero, con sus
dad un itinerario cultural (Suárez-Inclán 2003; particulares denotaciones y connotaciones.
Martorell 2003a, 2003b, 2008; Martínez, G. 2009; Concuerdan con lo dicho Botero (2007: 344), Huiliñir
Martínez, C. 2010; Feliú 2011), tal como acontece (2015) y Gabelmann (2015). Esta última autora indica,
con el otrora Qhapaq Ñan en varios lugares de la desde un estudio etnoarqueológico en Bolivia, que: “Los
Sudamérica andina.4 caminos transitados se presentaron en una variedad
inmensa y poco formalizada” (Gabelmann 2015: 45). Por
Arqueología vial del Qhapaq Ñan en Sudamérica / C. González 13
otra parte, Huiliñir precisa en una investigación sobre longitudinales, transversales y laterales) permitía, además
senderos pehuenches en Chile que: “Los caminos –o rüpü de comunicaciones internas expeditas y el transporte
para los pehuenches– constituyen un concepto global que de recursos, una visión integrativa.
remite a las redes viales en su conjunto” (Huiliñir 2015:
62). En esta misma línea, Matos (2015: 12) señala con Características y clasificaciones
respecto al Qhapaq Ñan que: “Ñan es palabra quechua
y significa camino; cualquier tipo de camino, desde los La filiación inka de un camino es plausible gracias a las
pequeños senderos, casi imperceptibles, hasta las vías características del trazado y a la asociación con cons-
formales, construidas con alta ingeniería”. Hyslop (1984: trucciones y materialidad mueble distintiva (Hyslop
3) entendía el camino inka desde estas definiciones. 1984, 1991: 31-32). Igualmente, se acepta que un camino
Retomaremos esta discusión más adelante. inkaico incluye cualquier ruta con o sin formalización
constructiva utilizada en época inka y relacionada con
sitios del Estado inka (Hyslop 1992: 32).
DEFINICIONES Y ALCANCES DEL CAMINO Por nuestra parte, entendemos por ruta el rumbo
INKAICO o derrota de un viaje (drae 1997: 981), el itinerario
(Berenguer et al. 2005: 14), que puede integrar una o
Esta red de caminos era conocida como Qhapaq Ñan, varias vías de comunicación y tráfico, no necesariamente
Inka Ñan o Jatun Ñan, conceptos quechuas traducidos implementadas en un mismo tiempo. Estas vías, reco-
como Camino Real, Camino del Inka o Camino Común, rridas en forma regular y pedestre, son las expresiones
respectivamente (Gonçalez Holguín 2007 [1608]: 120, físicas de la ruta inka, las cuales pueden desglosarse
148, 280), los cuales se ocupan como términos sinoní- en: camino –calzada en un sentido lato– (despejado,
micos.5 Ellos pueden englobarse en una denominación amojonado, empedrado, etc.; Raffino 1981; Hyslop
generalizada desde el siglo xvi: Camino del Inka (Pease 1984; Vitry 2004; entre otros); senda (huella estrecha
2007: 86). Debe su nombre por pertenecerle simbólica y formada por el tránsito de personas y animales) o sendero
efectivamente al Sapaq Inka (Çapay Inca çapay apu. El (generalmente tropero y marcadamente geomórfico;
rey desta tierra; Gonçalez Holguín 2007 [1608]: 77). Su Berenguer et al. 2005: 14); presentándose en distintas
importancia era tal que: “toda la estructura del Imperio combinaciones dentro del Qhapaq Ñan (Fresco 2004;
se apoyaba en esta red de caminos que no tiene réplicas Berenguer et al. 2005; Juillard 2009; Manzo et al. 2011;
entre los estados antiguos de la humanidad” (Raffino Moralejo 2011; entre otros). Estas especificaciones han
et al. 2001a: 494). Su funcionamiento se consolidó en explicitado la variabilidad del sistema vial inkaico,
el siglo xv y estaba formada por al menos 23.000 km pero también se han destacado estas diferencias por
(Hyslop 1992: 19), ocupando un gran número de rutas las condiciones disímiles del terreno andino (McEwan
preexistentes de diversas sociedades andinas y activando 2006: 115; Regal 2009 [1936]). Si bien constituyen un
otras. Tradicionalmente se mencionan dentro del Qhapaq factor a tomar en consideración, no representan una
Ñan: “dos rutas principales que tienen una dirección condición sine qua non para sostener las característi-
general N-S; el camino de “La Sierra”, que transcurre cas variables de los caminos inkas, por su orientación
por la cordillera de los Andes, altiplano de Bolivia y unicausal y logística.
Noroeste Argentino y el de “La Costa”, que lo hace por Desde nuestras concepciones, junto con sortear
el poniente de Los Andes, entre el Océano Pacífico y las distintos escenarios geográficos, lo cual es patente, el
montañas” (Raffino et al. 2001a: 494). Camino del Inka se desenvuelve con los espacios geo-
En términos funcionales, Dillehay y Netherly (1998 gráficos y los paisajes culturales (sensu Snead et al. 2009),
[1988]: 17) especifican que: “Como D’Altroy y Earle (1985), representando elementos significativos para comprender
Hyslop (1984) y Morris (1972) lo han demostrado, las conceptualmente un territorio y una geografía sagrados
redes camineras guiaron la expansión del estado mediante para los inkas (Rostworowski 1986; Schobinger 1986;
la construcción de asentamientos a lo largo de las rutas Regalado 1996; Van de Gutche 1999; Bauer 2000; Vitry
por las cuales los recursos eran transportados hacia las 2000, 2007; Sanhueza 2002, 2004, 2012; Santillana 2012;
áreas interiores o hacia otras fronteras del estado”; así Saintenoy 2013; Pino 2016; entre otros); conjunción que
se subraya que la infraestructura vial inkaica (caminos se expresa en el marco de una ritualidad paisajística (Gil
14 Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, Vol. 22, No 1, 2017
2008), que debe pesquisarse para cada caso. Dentro de pilas de piedras; caminos con muros laterales en piedra,
este contexto, y de acuerdo a la acotada duración del adobe o tapia; caminos con bordes señalizados por hi-
Tawantinsuyu, se comprende que: “la definición de un leras simples de piedra; y rutas con trazas despejadas,
paisaje sagrado era un proceso dinámico, como lo fue con muros de retención y zigzags. Estas expresiones
en el valle del Cuzco” (Julien 2012: 157), por lo que el camineras recorrían y trasponían una serie de accidentes
camino actúa como un instrumento, siguiendo a Julien naturales de la geografía andina, como lo hacían también
(2012: 164), de ingeniería sociopolítica. puentes y túneles (Rowe 1946: 232-233; Thompson &
A partir de lo anterior, el camino inkaico opera Murra 1966; Regal 1972; Mellafe 1983; Hyslop 1984:
fundamentalmente para el viajero como un derrotero 317-334, 1992: 215-244; Raffino et al. 2001b; Raffino et
simbólico, ritual, experiencial y relacional –en términos al. 2006; Stehberg & Sotomayor 2012: 103).
diferenciadores– con las poblaciones locales, constitu- Raffino (1981: 202-205) presenta una clasificación
yéndose también en un símbolo de poder y territoria- instrumental y descriptiva para los caminos inkaicos de
lidad inkaica, junto a sus funciones preeminentes. En los Andes del sur, consistente en: despejado; despejado
consecuencia, el camino vincula experiencialmente y amojonado; encerrado por muros (y con graderías);
el mundo fuera del Cusco con el centro del poder del empedrado; adoquinado (con o sin desagüe); con
Tawantinsuyu (Kaulicke 2004: 337). Por eso compartimos taludes; escalonado y con rampas. Vitry (2004) anexa
que: “El camino es para ser visto desde fuera y desde amojonamiento lateral en llanuras, en cornisas o en
dentro, al pisarlo, al transitarlo, al vivirlo” (Fonseca & zonas de transición entre llanura y cornisa; muros de
Alonso 2006: 2). Por consiguiente, concebimos el camino contención o retención, muros de protección; elimina
inkaico como un espacio ideológicamente experimentado el adoquinado; incorpora el escalonado con curvas, los
(sensu Ananchev 2013). empalmes, drenajes en función del camino (canales
En la red vial inka se han destacado los caminos y acequias) y caminos con estructuras asociadas. Se
empedrados o pavimentados con piedras y lozas hori- agregan la calzada sobreelevada o terraplén y las gradas
zontales, debido a las menciones de algunos cronistas o zigzagueo (Manzo et al. 2011: 63).
y su alta frecuencia en el núcleo cusqueño (Rowe 1946: Estas definiciones se expresan también en combi-
230) y las tierras altas (Nair & Protzen 2015: 216). Sin naciones y particularidades, como lo singulariza Sánchez
embargo, se han registrado en otros sectores de Perú (2008: 229) para Cochabamba: “camino afirmado de
(López 2013: 95-96), como también en Ecuador (Fresco tierra, camino con borde alzado con uno o dos bordes
2004), Bolivia (Manzo et al. 2011) y, minoritariamente, de piedra, camino empedrado, camino amurallado,
en Argentina (Raffino 1981, 1991; Vitry 2004) y Chile camino amurallado y empedrado, camino con rampa
(Santoro 1983; Castro 1992; Santoro et al. 2010). Los en ladera y empedrado, camino con rampa en ladera
caminos empedrados fueron relativamente cortos, con y muro lateral, camino empedrado con escalinatas”.
excepciones, implementándose desde tiempos preinkaicos Por su parte, Regal (2009 [1936]) reconocía las
en los territorios húmedos (Lumbreras 2014: 35). Con variabilidades del camino por el propósito de acortar
esta clase de caminos en Perú se encuentran canales distancias y atravesar accidentes geográficos, desta-
de desagüe o alcantarillas (Rowe 1946: 230; Cavero cando el trazado en línea recta como rasgo principal.
2014: 479), presentes también en Ecuador, Bolivia y Generalmente se destaca la existencia de caminos y
Chile (Muñoz & Briones 1996: 57; Jaimes & Gutiérrez senderos, argumentando que el Inka los utilizó como
2000: 237; Fresco 2004: 36-37; Avilés 2008: 196-200; expresiones físicas para definir su vialidad, “y en muchos
Hocquenghem et al. 2009: 59, 75, 77; Manzo et al. 2011; casos la misma ruta varía desde un camino formalmente
Sánchez 2011).6 Otro dato que podemos mencionar, aun construido a un simple sendero dentro de unos pocos
cuando no era una práctica generalizada, es la presencia kilómetros” (Hyslop 1991: 29) (figs. 4, 5, 6 y 7).
de empedrado en tramos cercanos a los núcleos pobla-
cionales (Santoro 1983: 50). De vías formales e informales a caminos
Aparte de las vías con trabajos empedrados en el principales y secundarios
Qhapaq Ñan, Hyslop (1984: 225-229, 240-242; 1992:
58-65) reconoce: hileras de postes de madera; hileras Desde las especificaciones tipológicas, se define que los
de piedras; sendas en la arena; caminos señalizados por caminos corresponden a rutas formales, planificadas,
Arqueología vial del Qhapaq Ñan en Sudamérica / C. González 15
Figura 6. Senda en dirección suroeste, Camino Inka San Pedro de Cachiyuyo. Noreste de Inca de Oro, Región de Atacama (fotografía de
C. González, 2013). Figure 6. Path toward the southwest, Inka Trail, San Pedro de Cachiyuyo. Northeast of Inca de Oro, Atacama Region.
Arqueología vial del Qhapaq Ñan en Sudamérica / C. González 17
EL SALVADOR
Cerro Indio Muerto
Llano San Juan
INCA DE ORO
Tres Puntas
Quebrada Salitrosa
7.000.000 Medanoso
Llano de Llampos
ARGENTINA
COPIAPÓ
0 40 km
6.950.000
350.000 400.000 400.500 500.000
SIMBOLOGÍA
Ruta Inka prospectada y Camino Lateral Qhapaq Ñan Proyección Camino Lateral
reconocida en la Región de Atacama
Figura 8. Reconstrucción de la ruta inkaica longitudinal en la Región de Atacama, con la ubicación de un camino lateral y una probable
ruta transversal inka. Figure 8. Reconstruction of the original Inka route in the Atacama Region, including the location of a lateral road
and a probable transversal Inka path.
Arqueología vial del Qhapaq Ñan en Sudamérica / C. González 19
Figura 9. Senda angosta y recta del Camino Inka, al norte del oasis de Finca de Chañaral, Región de Atacama (fotografía de C. González,
2015). Figure 9. Narrow, straight path of the Inka Trail, north of the Finca de Chañaral oasis, Atacama Region (photo by C. González, 2015).
a la ponderación y contrastación del dato etnohistórico una extensión de más de 170 km desde la quebrada del
(Kaulicke 2004: 332) con un registro arqueológico re- Carrizo por el norte a Copiapó por el sur (fig. 8). Prácti-
flexivo, que no parta de supuestos y evite definiciones camente no presenta construcción formal ni un ancho de
funcionales a priori, tipologistas, como por ejemplo, en 3 o 4 m, sino menos, predominando una angosta senda
el caso de los tampus. de menos de 1 m en casi todo su trayecto (figs. 9 y 10).
En el ámbito clasificatorio, Hyslop refiere otro Debido a estas características, y siguiendo a Hyslop,
punto para sostener la relevancia de un camino inka en sería secundario. No obstante, este extenso tramo forma
el Tawantinsuyu, el ancho: “Los caminos inkaicos que parte del camino longitudinal inkaico que viene de San
sabemos de menor importancia (ver la sección siguien- Pedro de Atacama, atraviesa el Despoblado de Atacama
te), se caracterizan por dos factores relacionados con su y llega a Copiapó (González 2007), correspondiendo
ancho. Por un lado, estos caminos rara vez tienen más al denominado “camino de la Costa” o de los “Llanos”
de 3 o 4 metros de ancho; y por el otro, largos tramos (Sanhueza 2002: 106).
de los mismos son frecuentemente de construcción no Para Hyslop (1991: 30), los grandes caminos con
formal” (Hyslop 1992: 106). un ancho considerable y frecuente pavimentado podrían
Estas apreciaciones no pueden extenderse a toda tener una significancia simbólica en un sentido político.
la vialidad estatal inka (p. e., Martin 2002-2005: 33). Así Creemos que no solo los caminos anchos y pavimentados
lo atestigua el Qhapaq Ñan del extremo meridional del tendrían esa connotación, sino todos los caminos del
desierto de Atacama que estamos investigando. Presenta Tawantinsuyu, con independencia de sus características,
20 Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, Vol. 22, No 1, 2017
COMENTARIOS FINALES
cá, norte de Chile. En En ruta: arqueología, historia y etnografía local adyacente ubicados en la región del Colesuyo, valle alto de
del tráfico sur andino, L. Núñez & A. Nielsen, Eds., pp. 247-283. Moquegua. Tesis para optar el grado de Licenciada en Arqueología,
Córdoba: Encuentro Grupo Editor. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.
Berenguer, J.; C. Sanhueza, C. Vitry, P. Olavarría & A. Torres, Cruz, P. & R. Jara, 2011. Por encima de las nubes. Caminos, santuarios
2011b. Qhapaq Ñan. Las rutas del Inca en el norte de Chile. y arte rupestre en la serranía de Calilegua (Jujuy, Argentina).
Santiago: cmn. Comechingonia 14: 75-96.
Botero, S., 2006. Elementos para leer un palimpsesto: indígenas, D’altroy, T., 2003. Los Incas. Barcelona: Ariel.
caminos, piedras, mulas y caballos en Colombia. Boletín de Dillehay, T. & P. Netherly, 1998 [1988]. Introducción. En La frontera
Antropología 20 (37): 265-287. del Estado Inka, T. D. Dillehay & P. Netherly, Comps., pp. 3-31.
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