Qué Máscaras Utilizas
Qué Máscaras Utilizas
Qué Máscaras Utilizas
Aprendemos a usar máscaras desde que somos niños hasta que morimos. Algunas
de ellas nos salvan, otras nos dañan. Es curioso que muchos de nosotros
compartimos algunas de ellas. Veamos algunas de las más conocidas:
El niño bueno. El niño que aprendió a portarse bien siempre para ser
aceptado, que le cuesta poner límites o dar su opinión por miedo a no
tener la aprobación. Busca el afecto a través de la dulzura y de
satisfacer al otro.
El guerrero. Aquella máscara que se creó en duras batallas nos
permitió salir airosos de grandes adversidades. Permite apartar el
miedo y la indecisión que podemos sentir para tomar el mando.
El pasota. El personaje indiferente que sigue impasible pase lo que
pase en el exterior. Es un personaje que se defiende de las amenazas
externas ocultando su sufrimiento.
El salvador. Necesita salvar a todas las personas y es algo muy
personal. Seguidores de los casos perdidos e inmerecidos
responsables de las desgracias ajenas.
El sufridor. Aprendió que en la vida todo son desgracias y que la
forma de buscar el amor de los demás y su atención es a través
del victimismo .
El tipo duro. Una máscara habitual de las personas más sensibles
que temen ser heridos y parecer vulnerables. Ante este temor, han
aprendido a mostrarse poco emocionales e, incluso, agresivos.
El eterno feliz. Las personas que pueden tener más dificultades para
aceptar emociones como la tristeza, la rabia o la pérdida fingen que
todo está bien con una amarga sonrisa. Una huida hacia delante de
sus emociones.
El chistoso. Son aquellos que aprenden con humor a huir de sus
emociones. Es una máscara similar a la anterior que, además, puede
creer que los demás no le aceptarán si un día deja los chistes y se
sincera.
El controlador
Una persona controladora en todos los sentidos de su vida puede ser alguien que ha
sido traicionado previamente. Ante ese dolor la persona desarrollará una conducta
que le permitirá asegurarse de que los demás cumplan sus promesas. De esta
manera, evitará de nuevo que vuelvan a traicionarle.
El controlador tiene una cara oculta que es la conocida inseguridad. Por ello,
controlarlo todo es primordial a veces de forma, incluso, exagerada. La máscara le
protege del dolor de una nueva traición, mientras intenta que no suceda de nuevo.
El rígido
Una persona rígida puede haber sufrido anteriormente una situación de suma
injusticia. Ante este hecho se vuelve inflexible buscando siempre la justicia y la
exactitud de las cosas.
El dependiente
Una persona dependiente quizás lleve en su interior un dolor grave por
el sentimiento de abandono. Esta herida le provoca el desapego hacia cualquier
persona para no sentirse abandonado de nuevo. Esto evita que se tomen en serio
cualquier relación y rechazan la idea de vivir con alguien.
La persona que huye rechaza estar en compañía. Prefiere la soledad, los momentos
de calma. Rechaza totalmente ser el centro de atención, algo que le aterra. Una
persona que huye lo hace porque ha sido rechazado y eso le ha provocado tal
herida que no puede si no evitarla.
El masoquista
La persona masoquista puede ser un masoquista mental o emocional. Esta actitud
viene dada por un sentimiento de humillación y vergüenza dada por una situación
pasada. Esto provoca que su actitud sea siempre la de resolver los problemas de los
demás, haciendo todo por ellos mientras se rebaja y se humilla. Es algo que
necesita.
El masoquista no hace como los anteriores que evitan o intentan escapar de sus
heridas. El masoquista se enfrenta a aquello que le duele en la búsqueda de más
dolor. Le han hecho daño y él no tenía el control. Ahora lo tiene y es él quien
decide que le hagan daño. En su fuero interno, esto le ayuda a enfrentarse a esa
situación.
Como hemos visto existen varias máscaras diferentes y variopintas que nos
podemos poner a causa de una herida emocional que hemos sufrido. ¿Tienes tú
alguna de las máscaras anteriores? ¿Conoces a alguien que lleve alguna
puesta? Son fáciles de identificar las personas que llevan máscara, pues en algún
momento aflora su yo escondido.
Lo mejor es superar aquello que nos ha provocado el miedo. Quizás el masoquista
sea duro con él mismo, pero al menos se enfrenta a su dolor. Esto puede hacerlo
más fuerte y que consiga superar su trauma o, al contrario, seguir haciéndose daño.
Quitándonos la máscara
1. El primer paso para quitarnos la máscara es poder escucharnos a
nosotros mismos, observarnos para ver qué rol estamos
representando en la vida.
2. Quitarnos la máscara no es un acto que podamos
decidir ideológicamente sino que es el resultado de un proceso
profundo de autoconocimiento,
3. Una vez hemos descubierto cuál es nuestro personaje, y cuál es
nuestra máscara, ya nada vuelve a ser igual.
4. Nuestro personaje necesita entrar en crisis, para resolver el
conflicto y romper la neurosis que nos invade.
5. Ser más conscientes de nuestro personaje nos permite «pillarnos
en acción» cuando estamos actuando. Ser conscientes de cuando
actuamos y cuando manipulamos.
6. El cambio y la transformación se produce cuando no alimentamos
al personaje sino que nos podemos quitar corazas, y satisfacer
nuestras propias necesidades.
7. Podemos experimentar la angustia de vivir sin un rol, sin el teatro
diario y probar de ser más nosotros mismos.
8. Ser auténtico en definitiva es ser consciente de nuestras neurosis,
y hacernos cargo de nuestras necesidades afectivas y físicas y
luego satisfacerlas.
Descubre tus valores, tus emociones, tu forma de pensar. Sean cómo sean,
todas están bien, todas forman parte de ti. Aceptando cómo eres, es cuando
puedes ser más coherente contigo mismo,y dejar de fingir algo que no eres.
“Sé como tú eres, de manera que puedas ver quién eres y cómo eres.
Deja por unos momentos lo que debes hacer y descubre lo que
realmente haces.
Arriesga un poco si puedes. Siente tus propios sentimientos. Di tus
propias palabras. Piensa tus propios pensamientos.
Sé tu propio ser. Descubre.
Deja que el plan para ti surja dentro de ti.”
Fritz Perls