MÁSCARAS Teoría

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MÁSCARAS

«El mundo es un gran teatro, y los hombres y


mujeres son actores.
Todos hacen sus entradas y sus mutis y
diversos papeles en su vida…»
‘Como gustéis’ W. Shakespeare

Toda persona tiene una serie de personajes internos que van


apareciendo según las circunstancias que vivimos, con quién nos
relacionamos y según nuestras emociones, pensamientos y
acciones.
Algunos de ellos son mecanismos de defensa, otros los utilizamos
para poder pertenecer a un grupo social determinado, algunos, nos
ayudan a cumplir roles, el líder, el que anima la fiesta, al que todo le
va bien en la vida, o al que siempre tiene mala suerte, algunos de
estos personajes fueron creados desde nuestra niñez, para
protegernos, para lograr lo que quiero, para disimular mi falta de
seguridad. Otros solo son necesarios en determinados círculos y son
transitorios.
Muchos de estos personajes nos empujan a una zona interna no
sana, y logran ocultar nuestros verdaderos sentimientos, miedo,
celos, inseguridades, baja autoestima, tristeza, por ejemplo.
Nuestros personajes sanos, nos impulsan a tener buena relación
Con el mundo exterior.
En la Terapia Gestalt, a las máscaras que provienen de la parte no
sana de nuestro interior, son mecanismos que, creemos, nos van a
proteger, a facilitar el relacionarnos con los demás, es decir a
hacernos la vida más fácil.
Por ejemplo:
-Un hombre que se muestra agresivo y duro, en realidad puede estar
a la defensiva porque en su interior, tiene miedo que lo dañen o que
lo vean vulnerable.
-Una mujer, que llora por todo, siempre es la victima de algo, que el
almacenero la tiene de punto, que la suegra le hizo mala cara, que
tal persona le dijo algo horrible, siempre apareciendo como la
victima para causar compasión, amor o simplemente para verse
débil y vulnerable ante una relación violenta verbal, por ejemplo.
-La persona que tiene montada una vida de dicha y felicidad, para
ocultar su tristeza.
-La persona adaptable a cualquier circulo social, el niño estudioso y
bueno, la supermujer, la sexi, el eficiente, la rompecorazones, el
dulce y amoroso, la supersabia, el raro, etc., etc., etc.….

Lo que no tenemos en cuenta, es que estas máscaras, o personajes,


van echando raíces, de tal manera que se apodera de nosotros.

Entre estos personajes, está:


-El que siempre cumple con todo en tiempo y forma, super eficiente.
-El super amable, siempre contesta adecuadamente, es muy
diplomático para decir las cosas, no le gusta discutir.
-El que siempre compite, a el siempre le salen mejor las cosas,
quiere siempre ser mejor que alguien.
-El sensible, no le gusta que le digan verdades, llora mucho, siempre
siente que lo están juzgando.
-El estudioso, siempre le falta algo que aprender, nunca termina
nada porque le falta prepararse.
-El sociable, el que está lleno de amigos, tiene generalmente llena
la casa de personas.
-El depredador, el que esclaviza, busca siempre una persona con
baja autoestima, que sea dócil a sus demandas y deseos.
-El mediador, siempre está resolviendo conflictos ajenos, pero no
los propios.
-El confrontador, siempre tiene una visión diferente al otro y se lo
dice para hacerlo sentir mal o provocar una discusión.
Y muchas más…
“Cuando llevas una máscara tanto tiempo, te olvidas de quién eras
debajo de ella”
Alan Moore

En realidad, estos personajes, que aparentemente nos protegen, nos


van debilitando, hundiendo cada vez más profundo aquellos que
tanto tememos, recibir amor y reconocimiento de los demás así, tal
cual somos.

Generalmente son mecanismos, que ha creado el niño o niña herida,


que tuvo su función en ese momento, pero que a medida que vamos
madurando, ya no tienen sentido, pues no nos permiten enfrentar el
verdadero problema.

Si queremos librarnos de estos personajes, tan nocivos para nuestro


desarrollo personal, debemos, en primer lugar, detectarlos y darles
nombre. En segundo lugar, buscar en nuestro interior que están
ocultando, para que nos sirven y que evitan para poder enfrentar el
verdadero conflicto y poder trabajarlo, ya sea individualmente o si
es necesario, con ayuda de un profesional.

Siempre desde una mirada compasiva hacia uno mismo, y


disminuyendo la autocrítica, tan nociva para nuestra autostima.

Cabe señalar que algunos de estos personajes, son necesarios para


nuestras relaciones interpersonales, y el algún caso hasta
beneficiosos.

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