Fundamentos de Espiritualidad
Fundamentos de Espiritualidad
Fundamentos de Espiritualidad
sentido de la vida?
La dimensión espiritual hace referencia a la experiencia interior más profunda de la persona,
que la conduce a dotar de sentido y propósito a las propias acciones y existencia, sean cuales
sean las condiciones externas, lo que significa aprender como encontrar disfrute en la
experiencia cotidiana; a contar con un sistema de valores y con el compromiso de aplicarlos; a
centrarse en algo que va más allá de uno mismo, esto es, a trascender; al uso del propio
potencial creativo; a la contemplación de la vida y a aprovecharla de acuerdo con las propias
aspiraciones y convicciones y las del grupo al que se pertenece. Incluye realizar las prácticas
asociadas a la fe, la creencia o los valores morales que se profesan. Supone contar con un
sistema de pensamiento que permita comprender la vida, su dirección y su expresión, que
oriente elecciones y juicios, organice proyectos, dote de dirección última a nuestras acciones
individuales. Puede estar o no impregnada de espiritualidad, entendida ésta como una relación
personal con el ser trascendente o, sin creer en un dios, como una relación personal con lo que
existe, una fuerza unificadora en sí misma, que conduce a sentir inclinación por la vida y
unidad con el cosmos. Precisa para su desarrollo de un cierto grado de maduración en los
procesos de dimensión biológica y psicológica que hacen posible la conciencia y la
intencionalidad.
Todos en algún momento de la vida o de manera constante nos preguntamos sobre que
significa la vida, convirtiéndose en una pregunta muy apremiante y que no tiene una etapa de
la vida para encasillarla, esto implica que la vida no es cuadriculada, es decir no tiene unos
caminos específicos que determinen que por ahí es la ruta a seguir.
Es en la dinámica de la vida misma, del que hacer diario, de las circunstancias que nos van
rodeando y por tanto de las experiencias vividas donde adquiere forma (significado) la vida de
cada hombre, de cada mujer. El sentido que se logra otorgar responde a lo que impacto, a lo
que nos marcó en algún momento, lo que permitió que realizáramos cambios trascendentales,
porque es en la transformación de la vida que el cumplimiento de un propósito se hace
evidente y donde se da sentido.
Cada persona es dueña y hacedora de su existencia, corresponde por tanto adoptar sus
propias decisiones, donde implica “tomar partido, responsabilizarse y comprometerse”, y esto
sólo es posible si hay conciencia de las propias vivencias, de nuestras necesidades; sólo así se
posibilita la asunción de compromiso por un propósito, la responsabilidad por las acciones y
sus consecuencias y la definición de un proyecto de vida.
Y como para no perder el sentido, urge trascender, urge estar al servicio de, urge marcar la
diferencia, y eso nos connota a consagrarnos por una causa o un deber u otra persona.
Cuando traspasamos las fronteras de nuestro propio ser es cuando nos hacemos más
humanos, cuando reconocemos en la naturaleza y en el otro la misma necesidad, la necesidad
de no estar vacío, de no ser nada.
la ética es muy importante porque se refiere a las costumbres y a la conducta humana, es decir
que se trata del comportamiento de las personas, además tiene que ver con los valores de
cada persona la cual nos enseña a comportarnos en la sociedad, también nos enseña los
valores por los que cada persona debe ser formada con base fundamental en la ética, a saber
respetar los derechos y los valores de cada persona, tratarlos de igual manera a todos dentro
de una sociedad sin importar el estatus social de cada persona, la ética es el arte de vivir y de
saber vivir. En conclusión, la ética debe estar presente en todo momento en nosotros ya que
nos permite ser mejores profesionales, pero sin duda alguna nos hará mejores personas para
convivir en una sociedad y poder generar el cambio en ella.
La semilla nos enseña a potenciar nuestros talentos y conocer mejor nuestras virtudes, para
saber los ámbitos en los que tenemos más capacidad para destacar. Es por ello que nos invita a
plantearnos las razones por las que estamos en nuestro trabajo actual y si esto es lo que
realmente nos conviene y da sentido a nuestra vida.
La espiritualidad o interioridad nos ayuda a definir nuestros propósitos y valores. Nos ayuda a
huir del vacío filosófico, motivándonos para cultivar nuestros aspectos más relacionados con el
conocimiento del mundo y de nosotros mismos: el sentido de la verdad, del bien y de la
belleza.
- La espiritualidad desarrolla nuestro sentido de identidad y comprensión de uno mismo.
Las personas que cultivan su espiritualidad pueden con más facilidad comprender cuál es el
sentido y propósito de su vida y elaborar un proyecto de realización personal que les ayude a
ser más felices.
- Nos ayuda a tener aspiraciones profundas e íntimas y a llevar un estilo de vida que nos
conecte con el mundo, trascienda de él y dé sentido a nuestra existencia. - La espiritualidad
ayuda también a forjar el carácter y la personalidad de los niños, haciéndoles personas más
maduras.
¿El COVID 19 cuestiona el sentido de la vida?
La pandemia del coronavirus es un tiempo para pensar, para encontrar la presencia de Dios y
para encontrar el sentido de la vida esta pandemia es una oportunidad para que las personas e
instituciones se pregunten por el sentido de su existencia, el porqué de la enfermedad,
descubran por qué ha ocurrido esto y “cómo queremos vivir en sociedad en el futuro, qué
tendríamos que hacer, cuáles serían las prioridades también en este momento”.
Pero no hay que pensar desde la angustia y el miedo; sino al modo de Jesús, es decir, viendo
desde abajo y desde adentro, amando al mundo, con una especial atención por los más
vulnerables y pobres, y abiertos a cambiar, “a movernos, a actuar, a comprometernos”.
Ahora, con el COVID-19, los seres humanos están más inseguros y, “es cuando más cercanos
estamos de Dios
¿Qué es la Espiritualidad?
La espiritualidad es una realidad previa a las religiones, por lo cual no se debe reducir a la
religión, la espiritualidad se puede entender como la dimensión de Profundidad de lo real.
El término "espiritualidad" nombra una cualidad, una capacidad o incluso un ámbito del
saber que tiene como referencia directa e inmediata al "espíritu". Por tanto, solo lo
podremos entender si previamente desciframos el sentido de este otro. La "inteligencia
espiritual". Es ella la que nos permite intuir el Misterio y, simultáneamente, reconocer
nuestra identidad más profunda. Una existencia espiritual no puede ser otro que la
desegocentración, la bondad y la compasión, unidos a la ecuanimidad de quien ya ha
descubierto que su verdadera identidad trasciende todo vaivén y toda permanencia.
Religión y espiritualidad Hay dos imágenes que se suelen utilizar habitualmente para hablar
de la relación entre ambas: la del vaso y el agua, o la del mapa y el territorio. La
espiritualidad es el agua que necesitamos si queremos vivir y crecer; la religión es el vaso
que contiene el agua. La espiritualidad es el territorio último que anhelamos, porque
constituye nuestra identidad más profunda; la religión es el mapa que quiere orientar hacia
él Cuando la religión se absolutiza, todo se desencaja. Lo que no es sino un medio, se
arroga cualidad de fin último, haciendo que todo gire en torno a ella. Se hacen presentes el
dogmatismo y la exclusión. En esa misma medida, la persona religiosa proyecta en la
religión la seguridad con la que sueña. Quizás no esté de más señalar que esa tendencia a
la absolutización constituye una característica del modo de funcionar de nuestra mente. Es
consecuencia de la propia limitación de la misma y va de la mano de la necesidad
psicológica de seguridad.
El ser espiritual es, primero que nada
1- Dominar nuestro EGO (Creerse por ser lindo, refunfuñar por ser feo arrogante por ser
millonario soberbio por ser pobre)
2 - Dominar nuestro deseo sexual (Energía vital para llegar a conocer la Luz espiritual)
10 - lograr conectar con el más allá (Dios) 11 - Meditar a través de (Libros, Música
espiritual, Montaña, duchas Fría, Etc. etc. etc. hay montones de cosas más que se pueden
incluir en la lista
FORO
Sobre la espiritualidad y sus fundamentos se puede decir que la espiritualidad es algo que
viene desde adentro una fuerza interna que dinamiza las dimensiones del ser humano, el ser
humano es en esencia espiritual, aunque en la actualidad esa realidad se ha visto bastante
diluida en medio de las diversas prácticas religiosas.
Nuestro mundo se convierte más espiritual a cada momento, no en el sentido tradicional del
término, mas si en valor que se le da a la trascendencia del espíritu desde múltiples
significaciones. La cuestión está clara: la espiritualidad siempre abrirá camino a la
transformación. Castillo (2008) lo expresa de la siguiente manera:
Cada día aumenta el número de personas que experimentan más y más, no ya la simple
curiosidad por el esoterismo o cosas parecidas, sino la necesidad de vivir una espiritualidad
coherente con las nuevas situaciones debidas al rápido y profundo cambio cultural del
momento presente. (p 17)
Desde la misma experiencia inexperimentada del nacimiento, las personas trasiegan por las
coordenadas de la historia que las reclama, las apresta y lanza a la misma vida: nunca serán lo
que son ni llegarán a ser lo que sueñan si anclados a la experiencia de vivir, no construyen
conocimiento de vida que esté permeado por la esperanza. Y la esperanza es una categoría
netamente espiritual, que debe ser emancipada para generar el impacto que se espera. La vida
debe ser pensada, reflexionada, trascendida ¿qué mejor que la espiritualidad para hacerlo? Lo
que queda en juego es la manera como se está entendiendo la espiritualidad.
Cada palabra tiene su significado y, por lo regular, de acuerdo con lo que ésta representa, se
vislumbran las innumerables posibilidades de comprensión que pueda llegar a tener. Y cada
palabra, en su sentido, significado, raíz y matiz, nos acerca a una realidad determinada que
engloba otro tipo de significaciones. En todo caso, el universo del significado se expande,
desde el mismo sentido que podemos llegar a darle a las acciones nombradas en conceptos.
Esta realidad no es ajena a la voz o experiencia significada de la espiritualidad. Son variados los
matices que se le han dado a la experiencia como tal, para hacerla concepto comprensible por
la razón: quizá desde ahí viene una de las tantas imposibilidades para acertar en el enlace con
la realidad que transfiere tal concepto. A continuación, se darán una serie de acentuaciones al
respecto, para abrir el panorama sobre lo que se entiende por espiritualidad y, desde allí,
cernir el concepto clave sobre el que se ampliará el discurso: El Diccionario de la Real
Academia Española (2001) define la espiritualidad como “1.Naturaleza y condición de
espiritual. 2. Cualidad de las cosas espiritualizadas o reducidas a la condición de eclesiásticas.
3. Obra o cosa espiritual. 4. Conjunto de ideas referentes a la vida espiritual”.
Finalmente, la espiritualidad debe llevar al creyente a discernir los signos de los tiempos, desde
los que afectan al orden global, como aquellos que tocan profundamente su existencia.
Hoy más que nunca, la espiritualidad está llamada a ser luz en medio de la nebulosa que
absorbe al ser humano; entendida la nebulosa como aquella trama de significaciones que
rodea los ambientes de desarrollo y actuación del sujeto.
La espiritualidad como camino, como sendero, como vía de luz. El hombre y la mujer que tejen
las realidades actuales, abogan por el sentido de la vida y la existencia. Eso también es sed de
espiritualidad. No de espiritualidades sino de espiritualidad, la que se entiende en singular, la
que permite el paso de la comprensión, la que no confunde, la que abre posibilidades sin
necesidad de dogmatizar la existencia.
Como seres fundantes de libertad y hacedores de historia, los seres humanos, con más ahínco
que nunca, buscan poder esclarecer las dimensiones de la realidad acompañados de la esencia
más íntima que han heredado: el Espíritu. Sin afanes de totalitarismos, podría afirmarse que la
espiritualidad es el camino para el encuentro con la esencia: aquella que viene de Dios y que
tiende siempre a él: en cualquier condición, en cualquier esquina del mundo, en cualquier
religión… El ser humano está llamado a comprenderse desde Dios y a él tiende. No se es para
la religión, se es para una vida con sentido; si la religión lo garantiza, bienvenida sea, si ésta lo
obstaculiza, quizá por eso emana la pluralidad de la espiritualidad, para romper el paradigma
que me hace ser capaz de Dios, pero incapaz de estar con él.
La espiritualidad deberá como siempre mantenerse en su punto, donde sus bases estructurales
son un entramado de significaciones que permiten al creyente ir más allá en todos los niveles
de su existencia.
La espiritualidad no puede ni debe ser un apéndice coyuntural que sirve como sedante frente
a los dolores de vida. La espiritualidad es la adopción confiada de un sistema de significaciones
y comprensiones que le permiten al ser humano dimensionar todas las posibilidades de su
trascendencia, en un viaje hacia el mejoramiento y quizá la perfección, sino de toda la
existencia, al menos de algunos aspectos fundantes de vida que hacen valiosa la experiencia
de ser, pensar, hacer y transformar la vida. La vida es lo único que tiene el ser humano bajo su
cuidado, y en cada una de sus formas y expresiones, reclama que sea atendida, valorada,
resignificada y servida. Y, ¿cómo se puede comprender esto? La respuesta es sencilla: desde la
espiritualidad. Una espiritualidad que le permita al creyente atender su vida, valorarla,
resignificarla y servirla. Una espiritualidad que atiende la vida: “¿Qué provecho saca el hombre
de tanto trabajar en este mundo?” (Ecle. 1, 3).
Cristianamente se ha afirmado que la vida del ser humano está en las manos de Dios, que él
como su creador dirige y sostiene la existencia, y en actos de fe es evidente tal concepción;
pero no por esto hay que llevar la significación de esta experiencia al asistencialismo de Dios,
donde la creatura en un acto irresponsable por la vida deja y “confía” que su Dios le haga todo.
Esa no es la espiritualidad que se busca, que se entiende y que se espera para el creyente de
hoy. Hablar de una espiritualidad que atiende la vida, es pensar en las posibilidades de
comprensión, apertura, visión y trascendencia que suceden en el interior del ser humano
cuando se da a la tarea de ser y vivir su realidad espiritual.