Unidad 2 - Tema 2 - Adaptacion de Los Tejidos Al Ejercico
Unidad 2 - Tema 2 - Adaptacion de Los Tejidos Al Ejercico
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CARRERA:
PROFESORADO EN EDUCACIÓN
FÍSICA
Espacio curricular:
ANATOMIA HUMANA
Unidades Temáticas:
Recopilación y Adaptación Bibliográfica: Prof. Klgo. Raúl A. Agosta – Cátedra de Anatomía Funcional
Es de suma importancia conocer la estructura y características normales
de los diferentes tejidos que se encuentran sometidos a los procesos de
entrenamiento, permitiendo así un mejor entendimiento de los fenómenos de
adaptación a las exigencias del organismo humano en situación de esfuerzo
físico, como también, el proceso de curación ante una eventual situación
lesional, el que presenta características específicas según cual sea la
estructura lesionada en concordancia con las características de ese tejido.
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Clasificación
Huesos largos
La diáfisis (cuerpo del hueso), está constituida de afuera hacia adentro
por:
• El periostio: es una capa semiblanda de alrededor de 1 mm. de espesor,
de color rosado in vivo, adherido a la porción dura del órgano, al cual
rodea en toda su circunferencia, brindándole unión vascular al mismo.
• Capa compacta o cortical: Hacia dentro del periostio, una capa lisa
uniforme, dotada de unos pequeños orificios muy difíciles de apreciar a
simple vista.
• Capa esponjosa: esta es una superficie rugosa, que se pone en contacto
con la medula ósea, con orificios más amplios, de algunos milímetros de
diámetros, limitados por laminillas de muy poco espesor y semejantes en
conjunto a los alvéolos de una esponja.
Figura 1. Grafico que resume los componentes de los huesos largos (Prentice, 2001).
Huesos Cortos
Hay periostio y una cortical delgada, que envuelve una gran cantidad de
tejido esponjoso. En los sectores articulares, remplazando al periostio hay una
capa de cartílago. En este tipo de hueso esta ausente el conducto medular.
Ejemplo de hueso corto: Huesos del carpo y el tarso, etc.
Huesos Planos
Constan de dos gruesas capas compactas, cubiertas de periostio, pero
separadas por un tejido de menor espesor, denominado diploe y constituido por
tejido esponjoso. En este tipo de hueso está ausente el conducto medular.
Ejemplo de huesos planos: omoplato, coxal.
Reseña histológica
• Adventicia: esta capa, la más externa de las dos, esta constituida por
tejido conjuntivo fibroso, rico en fibras de colágeno y elásticas,
dispuestas en fascículos apretados y paralelos al eje del hueso, más
abundantes fibroblastos y una rica red vascular.
• Osteógena o Cambium: Dispuesta hacia adentro presenta abundante
tejido conjuntivo, más laxo que el anterior y sin disposición fasciculada,
más poblada de elementos celulares conjuntivos, pequeños vasos, y
sobre su sector más interno un grupo de células en contacto directo con
la parte más superficial del hueso, estas células son muy semejantes al
osteoblasto, responsable de la producción de tejido óseo, siendo las
responsables del crecimiento en ancho de los huesos.
Figura 2. Grafico que muestra los componentes de la capa compacta del hueso. Ham
(1974) Tomada de Zachazewski (1996).
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• Componentes celulares
• Osteocitos.
• Osteoblastos.
• Osteoclastos.
• Componentes extracelulares.
• Minerales
• Proteínas.
• Proteoglicanos
• Canales vasculares.
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En cuanto al desarrollo del hueso pueden influir varios factores: sexo,
raza, tendencias hereditarias, enfermedades, alimentación, influencias
hormonales y bioquímicas. Las enfermedades y la desnutrición tienden a largo
plazo a retardar el crecimiento. Por todo esto es importante realiza una
completa anamnesis inicial el fin de contemplar estos factores en la evolución
del crecimiento.
Por otra parte, el sobrepeso en la niñez y la adolescencia, también
significa esfuerzos excesivos para el aparato locomotor. Además, las fracturas
o los traumatismos repetidos pueden ser la causa de malformaciones e incluso
de un prematuro cierre de los cartílagos epifisiarios. La interrupción del
crecimiento es más grave que una fractura, debido a que el dolor y la
deformidad son menos evidentes, lo que conduce a un retardo en las medidas
correctivas hasta el punto producir un defecto de alineación irremediable.
En cuanto a la morfología ósea, durante los años de crecimiento la
deposición ósea supera a la resorción. Luego, hacia la senectud, la resorción
se hace mayor que la deposición. Numerosos estudios han observado que las
trabécu!as óseas (enrejado del tejido esponjoso) no se disponen azarosamente
sino que se orientan de la forma en que son capaces de ofrecer una mayor
resistencia a las tensiones y presiones soportadas por el hueso.
Primero fue Julius Wolff (1892) quien formuló una ley para el desarrollo
óseo, luego criticada por Jansen (1920) según la cual la formación definitiva del
hueso depende de las tensiones y presiones de la fuerza de gravedad y de la
contracción muscular, siendo estos los estímulos mecánicos más importantes.
Las superficies de inserción muscular se marcan más en aquellos músculos
que ejercen las mayores tensiones durante sus contracciones.
Se observó en estudios posteriores que las presiones interrumpidas
favorecen el crecimiento óseo mientras que las presiones constantes pueden
provocar atrofias, al igual que la inmovilización se acompañan de
enlentecimiento o detención del crecimiento óseo. Esto último sucede por la
aceleración del proceso osteogénico y el prematuro cierre del cartílago de
crecimiento.
Sobre el hueso actúan permanentemente fuerzas que producen tracción,
compresión, angulaciones, cizallamientos, torsiones o una combinación de
todas ellas. Las tracciones provocan una tensión en el interior del hueso que
trae como consecuencia el alargamiento óseo en el sentido de la tracción y un
estrechamiento en sentido perpendicular a esta. Si la tracción es longitudinal el
hueso se estrecha y se alarga.
Cuando las fuerzas actuantes son de compresión, el hueso sufre un
estiramiento interno que produce un ensanchamiento óseo en sentido
perpendicular a la compresión. Si la compresión es longitudinal el hueso se
ensancha y se acorta.
La acción de fuerzas de cizallamiento, angulación y torsión moldearán al
hueso. Cuando son excesivas y/o ininterrumpidas, producirán una deformación
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del hueso hasta el punto de la fractura por fatiga del tejido óseo.
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Los estímulos físicos con sobrecarga (las pesas) están acompañados
por el mito de la talla reducida. Al respecto, el autor destaca que no son las
pesas las responsables de una talla reducida. Esto se explica claramente con
lo expuesto anteriormente. Por un lado, las pesas generan presiones y
tensiones interrumpidas que podrán ocasionar el engrosamiento del hueso sin
disminuir significativa mente su longitud. Y por otro lado, el componente
genético es el real condicionante de la talla final del sujeto. Basta con fijarse en
los ascendentes genealógicos para entender esto. En un individuo sometido a
sobrecargas importantes desde temprana edad, llegarán a ser como máximo
veinte milímetros menos en el total de su talla al final del crecimiento, y esto no
significa "quedarse petizo por las pesas".
Después de la edad considerada adulta, pasada la cuarta década de
vida, el catabolismo óseo comienza a superar al anabolismo. Producto de esto,
la osteoporosis es la principal causa de lesiones por microfracturas producidas
durante la actividad cotidiana o el entrenamiento. También en esta etapa, el
desgaste lógico de los cartílagos articulares (artrosis) provoca la modificación
de los ejes de movimiento. Tanto sea durante el crecimiento como en la
senectud se va produciendo un permanente cambio en los referentes
geométricos. Es decir. la formación, la maduración, la desmineralizaclón y el
desgaste del tejido articular y óseo van provocando variaciones en la
conformación y deformación de los ejes del movimiento. Significa esto que se
deben contemplar estas variaciones en la adaptación de los ejercicios a lo largo
de todas las etapas de la vida.
Después de comprender todo esto resulta sumamente alarmante ver,
aún hoy, la práctica .de actividades físicas deportivas o recreativas donde se
somete a los niños, adolescentes y ancianos a fuertes traumatismos producto
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de choques y caídas intencionales, como también cargando sobre sus
espaldas pesos que su estructura articular y ósea no son capaces de soportar
convenientemente, pues aún están sin consolidar y en disimetría (por las
alternancias de Godin) o sufriendo las contingencias de la senectud.
Queda bien claro entonces que si bien se puede acompañar y fomentar
el buen desarrollo y manutención de la estructura articular y esquelética, a
través de la implementación de diferentes actividades físicas, el instructor de
estas actividades también puede constituirse en directo responsable de las
grandes deformaciones que se encuentran hacia el final de la adolescencia y
ya en la adultez, consecuencia de la ejecución de técnicas erradas y/o
descuidadas durante las etapas más críticas del crecimiento y también en la
involución biológica.
Infelizmente hay que destacar que si las desviaciones esqueléticas se
produjeran en el preciso instante en que se aplica por primera vez una técnica
de ejecución errada, muchos profesores y entrenadores aprenderían, al menos
empíricamente, a corregir sus técnicas. Sin embargo, estas desviaciones y
lesiones se hacen manifiestas a largo plazo, cuando ya conforman afecciones
sistémicas o, en el mejor de los casos trastornos imposibles de revertir,
sometidos solamente a tratamientos paliativos.
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viajes espaciales, la falta de fuerza de la gravedad provoca en los astronautas
una pérdida de masa ósea primaria en las piernas y en la columna vertebral
que se puede detectar incluso años más tarde (Baldwin).
Lo que configura la estructuración ósea son las fuerzas de presión,
tracción y cizallamiento, aunque los músculos actúan como si fueran los
causantes locales de este tipo de cargas. Con razón existe una clara
correlación entre la densidad ósea y la masa muscular esquelética y la fuerza
corporal; para expresarlo más exactamente: existe una correlación entre las
superficies de la sección transversal de los músculos con la densidad ósea
local (entre otros Layne, Revel). Una musculatura más fuerte ejerce un
estímulo de tracción más importante a través de los tendones en la inserción
tendinosa del hueso y de este modo sobre todo el hueso. Debido a la
geometría interna de los huesos y de las articulaciones y al efecto de la fuerza
de la gravedad, la contracción muscular provoca, además de la fuerza de
tracción, cargas de presión y de cizallamiento. Ya en 1971, Nilsson pudo
constatar en deportistas que la densidad ósea medida en la pierna era más alta
cuanto mayor era la capacidad de rendimiento individual y cuanta más fuerza y
elasticidad requiera el tipo de deporte practicado. En este estudio, los
levantadores de peso y los lanzadores eran los que tenían densidades óseas
mayores, mientras que las menores eran de los nadadores (Nilsson).
Los huesos que están sometidos a cargas suficientes de presión,
tracción y cizallamiento de forma regular experimentan un incremento de la
mineralización ósea y se presentan los siguientes mecanismos de adaptación
(Tittel 1974):
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Layne, Simkin). Por el contrario, en los respectivos grupos de control se detectó
una constancia o incluso una disminución de la densidad ósea. Las
investigaciones de la Clínica Universitaria de Göteborg realizadas con
levantadores de potencia de categoría mundial nos muestran la cantidad de
masa ósea que es capaz de producir el cuerpo gracias al seguimiento de un
entrenamiento intensivo de la fuerza (Granhed). La densidad ósea fue medida
con isótopos radiactivos a la altura de L3. El resultado fue un incremento de la
densidad ósea del 30 al 60% respecto a los grupos de control, según el nivel
de rendimiento. En este estudio, Granhed estableció una interesante
correlación entre el aumento de la densidad ósea y la carga total levantada
anualmente. Según esto, los valores más altos se manifestaban a partir de un
volumen de entrenamiento de unas 1000 t de carga levantada por año.
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Por otro lado, existen numerosos estudios que muestran que las mujeres
después de la menopausia y de forma general las personas mayores han
conseguido detener la reducción de la masa ósea o incluso aumentarla con la
ayuda de un entrenamiento de la fuerza. Efectuando un entrenamiento
intensivo de la fuerza durante un año con mujeres después de la menopausia,
Layne demostró un incremento de la masa ósea del 1% respecto a un 2% de
pérdida en el grupo de control de las mismas edades (Layne). En la
osteoporosis se producen dos fenómenos; por un lado, se ve reducida la masa
ósea y, por otro, se altera la arquitectura del tejido óseo, y finalmente se
producen fracturas de la estructura trabecular en los cuerpos vertebrales o
bien, especialmente en edades ya avanzadas, fracturas de los huesos
corticales como la del cuello del fémur. Pero justamente con la ayuda del
entrenamiento de la fuerza se puede densificar la cortical y estimular la
formación diferenciada de estructura trabecular. Hartard demostró que, en
mujeres posmenopáusicas y después de un año de práctica deportiva, el
entrenamiento de la fuerza permitía aumentar la densidad ósea de las
vértebras lumbares y el cuello del fémur (Hartard). De la misma manera que el
descenso de la masa muscular esquelética es más atribuible a la falta de
movilidad y a la ausencia de cargas que al proceso de envejecimiento (ver cap.
A 17), podemos análogamente atribuir la considerable disminución de la masa
ósea al déficit de cargas. No es pues nada sorprendente que el hueso
reaccione disminuyendo su densidad y solidez si es privado progresivamente
de los estímulos de carga necesarios. La osteoporosis es una enfermedad
moderna que ha doblado el número de afectados en los últimos 30 años.
Antiguamente los efectos de la osteoporosis eran raramente conocidos. Los
análisis de la densidad ósea en esqueletos femeninos de los siglos XVII y XII
dieron como resultado valores de pérdida de masa ósea mucho menores a los
que muestran las mujeres actuales de la misma edad (Lees). Diarios de aquella
época nos cuentan que aquellas mujeres efectuaban trabajos corporales
durante 14 horas al día de media y además hacían diariamente largos trayectos
a pie. El déficit de estimulación corporal de nuestra sociedad del bienestar
necesita un contrapeso fisiológico. El entrenamiento muscular diferenciado nos
brinda una ocasión perfecta para introducir estímulos de forma diferenciada y
lenta, de manera que incluso las personas con una masa ósea ya muy reducida
puedan experimentar estímulos fisiológicos para el crecimiento del hueso sin
que la misma carga represente un riesgo importante de fractura. El
entrenamiento de la fuerza es con toda seguridad la forma de terapia ideal y
con un potencial de éxito más elevado para pacientes que tengan osteoporosis
o bien que tengan un alto riesgo de sufrirla. Los puntos básicos que hay que
respetar son en este caso la regularidad del entrenamiento, un volumen de
entrenamiento suficiente, cargas de resistencia lo suficientemente altas y
variación en los ejercicios.
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El principio que formulamos a continuación es tan válido para las
personas que se encuentran ya en un estado de disminución de masa ósea,
como para las personas que disponen de una masa ósea máxima: para
conseguir un aumento de masa ósea se necesitan cargas de resistencia lo
suficientemente altas (Kerr) y volúmenes de entrenamiento adecuados
(Granhed). Se necesitan estímulos de resistencia al menos 60-70% Fmáx. y
volúmenes de entrenamiento como mínimo 2 veces semanales de 45 minutos
de duración para conseguir efectos demostrables. Además de aumentar la
densidad ósea y conseguir el engrosamiento de la cortical, con el
entrenamiento muscular diferenciado podemos reforzar de forma diferenciada
especialmente las estructuras trabeculares (pilares óseos), por ej. en la
columna y en el fémur. Los pilares óseos se forman y se refuerzan siguiendo
las grandes líneas de presión y de tracción (trayectorias). El entrenamiento
muscular diferenciado nos ofrece diversas posibilidades para modificar el
tamaño, el número y la resistencia de los pilares. Finalmente se refuerzan
considerablemente los puntos de inserción tendinosa en el hueso y las
correspondientes eminencias óseas. Respecto a este punto son notables las
adaptaciones vistas en niños en el sentido de un aumento de la solidez
relacionado con el aumento de los estímulos de carga. Ya en niños de 7 años
se puede constatar un aumento de la mineralización ósea (Cassell). Este
aumento de la densidad ósea y el fortalecimiento de las inserciones tendinosas
obtenidos durante la fase de crecimiento se mantenían transcurridos años
desde la finalización del entrenamiento deportivo (Kontulainen). ¡Estos
aspectos son muy importantes para la prevención de lesiones en niños!
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CARACTERÍSTICAS ANATÓMICA E HISTOLÓGICA DE LOS CARTÍLAGOS
Diagrama sobre la arquitectura de las fibras en el cartílago humano (Lane, 1975; tomada de
Zachazewski y col., 1996).F
Fibrocartílago
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Funciones básicas del cartílago
Las funciones del cartílago articular dan pie luego al estudio de las
lesiones del mismo ya que están en directa relación. El exceso de carga sobre
una zona del cartílago pueden influir en el desarrollo de una lesión por
desgaste en el mismo, generalmente esto sucede como consecuencia de una
lesión asociada, o una alteración biomecánica que aumente la presión sobre el
mismo. Como consecuencia se genera una disminución de la capacidad del
cartílago para soportar carga o facilitar el movimiento de la articulación.
Entonces el estudio de las características del cartílago, su fisiología y función
nos darán las herramientas necesarias para entender las lesiones del mismo y
los principios de la rehabilitación.
Nutrición
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El proceso de nutrición del cartílago deriva de tres procedencias:
(Warwick, 1973; citado por Walker 1995)
• La red vascular del pericondrio.
• El líquido sinovial cerca de la superficie (Imbibición).
• Vasos sanguíneos en la cavidad medular subyacente. Ya que el tejido
cartilaginoso es avascular en si mismo.
Lubricación articular
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sinovial penetre dentro del mismo pero esta carga no debe ser por periodos
largos de tiempo, como hemos visto. Entonces el cartílago tolera mejor carga y
movimiento libre de carga, que carga constante sobre todo por periodos
superiores a 0,5 segundos. Cuando hablemos de rehabilitación de lesiones
cartilaginosas veremos que consecuencias prácticas metodológicas presentan
estas características del mismo.
Adaptaciones a la inmovilización
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Por otro lado, la limitación de movimiento produce cambios
degenerativos en el cartílago articular similares a los observados en la
osteoartritis (Enneking y Horowitz, 1992). Esta aseveración fundamenta aun
más la aplicación de movilizaciones controladas y progresivas apenas puedan
instalarse.
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Punto Clave
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de movimiento. Esto acompañado por el dolor articular más o menos
pronunciado según cada caso.
La forma del cartílago depende del lugar donde se insertan los músculos
protagonistas de los movimientos de esa articulación. Demostrado por Roud
(1913), del lado donde la inserción muscular móvil está más próxima a la
articulación, la superficie articular se presentará cóncava, normalmente en
articulaciones dístales. Un ejemplo claro lo da el músculo braquial anterior con
el cartílago articular del cubito, en el codo. Contrariamente, del lado donde la
inserción muscular móvil está más alejada, el cartílago se presentará de forma
convexa. Por ejemplo vale cita al músculo supinador largo con el cartílago
articular del húmero.
La aplicación de técnicas de ejecución erradas o inadecuadas para una
determinada etapa de desarrollo, determina un desgaste desigual del cartílago,
lo que implica un proceso artrosico prematuro.
La compresión permanente del cartílago debido a posturas viciosas
sostenidas le impiden a éste recuperar su volumen y densidad. No se nutre
correctamente y comienza a perder su capacidad de amortiguación. Entonces,
cualquier movimiento en estas condiciones generará un desgaste del cartílago
mayor de lo normal.
En primer lugar son las posturas viciosas y luego las técnicas erradas las
principales responsables de los trabajos en el desarrollo funcional de las
articulaciones. Una articulación mal formada tendrá alterado su eje de
movimiento, ya sea en la amplitud del recorrido en la coherencia con el
conjunto de articulaciones que conllevan a un movimiento. Esta situación
seguramente provocará. Además de los citados procesos anormales de
desgaste notables diferencias en los movimientos hacia uno y otro lado. ó entre
un miembro y el otro.
No está demás repetir nuevamente la necesidad de vigilar las técnicas
de ejecución y así evitar todos los trastornos que desgraciadamente se
manifiestan cuando ya es tarde para corregirlos.
Recopilación y Adaptación Bibliográfica: Prof. Klgo. Raúl A. Agosta – Cátedra de Anatomía Funcional
CARACTERÍSTICAS ANATÓMICA E HISTOLÓGICA DE LOS LIGAMENTOS
• 70% agua.
• 20% colágeno tipo I.
• 3-5% otros tipos de colágeno.
• 1-2% elastina.
• 1-2% fibronectina y otras glucoproteinas.
• (-) de 1% de proteoglicanos.
Comportamiento biomecánico
Comportamiento estructural
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cargado su resistencia aumenta hasta que ocurre la ruptura parcial o total del
mismo, es decir que cuando se supera la fuerza en Newtons que ese ligamento
puede soportar ocurre la ruptura del mismo. La cantidad de carga y distensión
que un ligamento pueda tolerar hasta su ruptura dependen del tamaño del
ligamento, la edad y la posición en que la articulación es cargada.
Maniobra de tensión del ligamento cruzado anterior. Tomada de Peterson y Renström, (1989).
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Comportamiento del material
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El ligamento absorbe energía cuando es estirado y recobra su estado de
reposo en una forma no lineal. El ligamento tiene la capacidad de balancear
estas dos características permitiéndole funcionar dentro de un rango bastante
amplio de fuerzas sin estar bajo demanda (Frank citado por Zachazewski,
1996). La estabilidad del tejido tendinoso y ligamentario resultará altísima en
función del contenido de fibras de colágeno. Es decir que a mayor cantidad de
tejido de colágeno mayor resistencia tendrá el ligamento a la carga que es
sometida y por ende mayor estabilidad en el sentido de movilidad articular que
este límite. Por otro lado Vidik, (1980); Krahl y cols., (1982); Saziorski, (1984),
sugieren que la elasticidad de los ligamentos alcanza el 20-30% de su longitud
de reposo. El ejercicio puede producir un incremento de la resistencia y la
dureza del ligamento no mayor a un 10-20%.
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presentan un debilitamiento de su inserción en el hueso. (Muscchia, 1988).
Evidencia experimental sugiere que la recuperación del ligamento tras un
periodo de inmovilización es diferente según las partes del ligamento implicado.
La inserción ósea del ligamento se recupera más rápidamente que la sustancia
del ligamento en si mismo (Weir TMB. MSc thesis, 1992). Esto es debido al
irrigación que abarca cada una de estas partes del ligamento ye que la
inserción ósea del mismo está mejor vascularizada que el cuerpo del
ligamento. Por otro lado según Whoo (1987), la falta de tensión en la
articulación inmovilizada causa un rápido deterioro de las propiedades
biomecánicas y mecánicas generando atrofia de la masa ligamentaria. La
inmovilización, completa Frank (1990) causa cambios en el metabolismo celular
del ligamento inclinando el balance hacia un estado más catabólico que
anabólico. Por tanto es importante minimizar los períodos de inmovilización y
presionar a los ligamentos lesionados de forma progresiva pero teniendo en
cuenta las normas de precaución relativas a las consideraciones biomecánicas
para los ligamentos específicos. Estos autores fundamentan la importancia de
planificar el proceso de recuperación en virtud del proceso normal de curación.
estando atento a las manifestaciones clínicas que se presenta (Frank,1990;
Muscchia,1988; Prentice,2001). Evidencia experimental sugiere que la
recuperación del ligamento tras un periodo de inmovilización es diferente según
las partes del ligamento implicado. (Woo y col. 1987; Weir, 1992; Larsen y col.,
1987). La inserción ósea del ligamento se recupera más rápidamente que la
sustancia del ligamento en sí mismo.(Weir TMB., 1992). Los ligamentos se
vuelven ligeramente más fuertes y resistentes con el ejercicio.(Woo Sl, Gomez
Ma. J., 1987).
Punto Clave
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CARACTERÍSTICAS ANATÓMICA E HISTOLÓGICA DEL TENDÓN
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Es importante conocer que estimativamente la fuerza de tensión que un
tendón puede soportar es cuatro veces la fuerza producida por el músculo al
cual pertenece, y los tendones en vivo raramente son sometidos a fuerzas
superiores a un cuarto de su máxima fuerza fisiológica. (Elliot, 1965; citado por
Curwing, 1996). De todas maneras algunas actividades deportivas pueden
estresar el tendón en porcentajes cercanos a su fuerza teórica máxima de
tensión, y esta demanda repetida en el tiempo o realizada en variadas
condiciones es asociada a la tendinopatía o ruptura (Curwing, 1996) Por otro
lado, si bien el tendón es capaz de soportar fuerzas mayores a las que
habitualmente es sometido, esta fuerza que el mismo es capaz de soportar
siempre debe ser lineal, es decir paralela a la disposición de sus fibras de
colágeno (Curwing, 1996). Entonces en todas aquellas actividades donde el
tendón es exigido en forma diferente a la disposición de sus fibras las fuerzas
de tensión fisiológicas disminuyen considerablemente, como es el caso de la
realización de técnicas de movimientos erróneas o alteraciones mecánicas,
como por ejemplo la rotación tibial interna debido aun pie prono, que lleva la
TAT (tuberosidad anterior de la tibia) a una posición interna y así produce un
movimiento de torsión del tendón rotuliano colocándolo en una posición
desfavorable para soportar carga.
Ejemplo de aumento del ángulo Q del eje de la pierna que lleva a la TAT a un posición más
externa aumentando la tensión en el complejo rotula tendón rotuliano. Tomada de
Lathinghouse and Trimble (2000).
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aprox. normal de 6275N. A diferencia de los ligamentos, la elasticidad de los
tendones alcanza solo el 2-5% de su longitud. (Vidik, 1980; Krahl y cols., 1982;
Saziorski, 1984) A continuación se presenta una tabla con la fuerza que
algunos tendones soportan en distintas actividades. (ver tabla)
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instalada y el tendón comenzó con un proceso degenerativo tendremos que
aplicar métodos que aumenten la tasa metabólica y la producción de colágeno
para que este regenere. Una progresión temporal típica para la curación del
tendón es que durante la segunda semana el tendón en recuperación se
adhiere al tejido circundante para formar una única masa. Durante la tercera
semana, el tendón se separa en grados diferentes de los tejidos circundantes.
No obstante, la fuerza de tensión no es la suficiente para permitir fuertes
tirones del tendón hasta transcurridos al menos 4 o 5 semanas, con el peligro
de que una contracción fuerte separe los extremos del tendón (Prentice, 2001).
Punto Clave
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En la mayoría de articulaciones, la cápsula articular realiza una función
de transmisión de fuerzas únicamente cuando los componentes articulares han
alcanzado la posición final. Si la posición final se alcanza con gran dinámica,
como es el caso en la cápsula articular del hombro al efectuar un lanzamiento,
ésta puede verse perjudicada.
Con la ayuda de un entrenamiento diferenciado de gran amplitud, la
cápsula articular y los ligamentos que estabilizan la articulación podrán
experimentar un estímulo de resistencia para conseguir más estabilidad
capsular y ligamentos más resistentes a la tracción.
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CARACTERÍSTICAS ANATÓMICA E HISTOLÓGICA DE LOS MÚSCULOS
Las milagrosas posibilidades del equilibrio humano (reproducido con permiso de Gray´s anatomy, 1995).
Recopilación y Adaptación Bibliográfica: Prof. Klgo. Raúl A. Agosta – Cátedra de Anatomía Funcional
Detalles de la intrincada organización del músculo esquelético (reproducido con
permiso de Gray´s anatomy, 1995).
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el sartorio, por ejemplo), con un diámetro de 10 a 60 μm. (Fritz, 1998; Jacob y
Falls, 1997; Lederman, 1998; Liebenson, 1996; Schafer, 1987)
Los componentes propiamente dichos del músculo son bien conocidos
por todos los que trabajamos en las ciencias del ejercicio por lo tanto solo los
nombraremos para poder relacionarlos luego con el proceso de curación y las
adaptaciones que sufre el músculo tanto con la movilización (entrenamiento)
como la inmovilización. Estos componentes, como muestra la figura, son:
• Sarcolema.
• Miofibrillas.
• Miofilamentos:
o Filamentos de actina.
o Filamento de miosina.
o Tropomiosina.
o Troponina.
• Retículo sarcoplasmatico.
• Sarcoplasma.
Del músculo entero a los elementos actina y miosina en el sarcómero (reproducido con permiso
de Gray´s anatomy, 1995).
Recopilación y Adaptación Bibliográfica: Prof. Klgo. Raúl A. Agosta – Cátedra de Anatomía Funcional
ÁREAS VULNERABLES
Composición material
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Longitud optima del músculo
Ahora bien, los músculos con poca cantidad de tejido conectivo y una
relación de longitud de reposo menor a la longitud de equilibrio, deberán
realizar una preextensión mayor para desarrollar mayor fuerza. Y
contradictoriamente con una preextensión mayor al 130%, o sea mayor a la
longitud optima de extensión previa, la fuerza solo será del 50% aunque la
acumulación de energía elástica sea mayor. (Meinel y Schnabel 1991) Por
ende es importante mantener la musculatura con buenos niveles de flexibilidad,
y así lograr una óptima relación entre longitud de reposo y longitud de
equilibrio. Entonces si mantenemos los músculos de nuestros deportistas con
una longitud correcta, y flexibilidad para alcanzar la longitud optima de
extensión previa estaremos favoreciendo la generación de fuerza y así
disminuyendo factores potenciales de riesgo para sufrir lesiones.
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Tener en claro estas longitudes, su relación e implicancia con la fuerza
nos permite tener mayores herramientas para elegir los ejercicios específicos,
su objetivo y su utilidad para incluirlos en el proceso de rehabilitación de las
lesiones del complejo músculo tendinoso así como el análisis de nuestros
deportistas, y así poder implementar tareas específicas para prevenir lesiones.
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ocurren en la atrofia muscular son tanto en la perdida de diámetro
circunferencial del músculo como en la pérdida de diámetro circunferencial de
la fibra muscular (Sargeant y col., 1988). Los cambios en el tamaño de la fibra
muscular que determinan la atrofia resultan de un descenso del grado de
síntesis proteica y un aumento del catabolismo y destrucción proteica (Watson,
Stein, Booth, 1984). Este cambio en la disminución de la síntesis proteica
comienza a las seis horas de producida la inmovilización (Booth y Seider,
1988). El momento de máxima atrofia muscular ocurre entre los 14 y 30 días
posteriores a la inmovilización en modelos animales. El músculo es más
susceptible de atrofiar las fibras lentas de uso diario, importante en el
mantenimiento postural, en contrapartida de las fibras rápidas que se
mantienen relativamente constantes (Herbison y Coworkers, 1989).
El conocimientos de los efectos de la inmovilización sobre el músculo
mas halla de la implicancia en el proceso de curación del mismo, luego de una
lesión muscular, nos abren el panorama al cuidado del músculo sano en
lesiones articulares u óseas para aplicar medidas tendientes a disminuir los
efectos de la inmovilización sobre el músculo sano. Por ejemplo la utilización
de todas las posibilidades de entrenamiento isométrico en aquellos casos que
debo cuidar u evitar la movilización articular dentro de su rango optimo de
movimiento, también la utilización de EEM (electro estimulación muscular)
recurso extremadamente útil que, incluso Cometti (2002) recomiendan aplicar
en deportistas sanos para aumentar el reclutamiento de unidades motoras.
Recobro de la función
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dolor es un principal limitante y causa efectos contrarios a los que
supuestamente nos propondríamos con la contracción voluntaria, siendo en
conclusión inviable realizar contracciones voluntarias en presencia de dolor.
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