Crónicas Del Camino de Los Indios

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CRÓNICAS DEL CAMINO DE LOS INDIOS.

Este trabajo se lo dedico a mis nietos:


Joaquín y Valentina Rocha Izquierdo,
Mateo Rocha Trabuco, Gerónimo y Julieta Rocha Berterreche.

INTRODUCCIÓN:
Reiteradamente se enumera los dones que la naturaleza brindó al territorio del
Departamento de Rocha. Es un conjunto heterogéneo de paisajes: el océano con su costa
y sus dunas, las Lagunas con sus variados ambientes y disímiles entre sí, las sierras, los
humedales o bañados de diversas características, el palmar butiá especie única en el
mundo como también lo es el monte de ombúes entre otros componentes de la geografía
de Rocha. A lo reseñado precedentemente hay que asociar las riquezas de otros
elementos de la flora que implícitamente va acompañado de una extensa y diversificada
fauna. No queda al margen de este contexto el factor humano que interactúa en esta obra
“pictórica natural” dando una identidad propia incluso en su expresión idiomática.
Foto de Néstor Rocha

Rocha posee profundas y ricas raíces aún para descubrir, quizás a través de otros
senderos; aprender a recorrer este territorio de una manera distinta y en ese transitar
surgirán elementos, vivencias y matices de vida sorprendentes. El Profesor Humberto
Ochoa Sayanes con el siguiente aforismo nos realiza una invitación o sugiere un
camino: “La vida canta, a diario, con millones de voces, audibles e inaudibles, en
trinos de aves, en rumor de agua, en suaves aleteos de mariposas, en palpitar de
estrellas...
Basta con dirigir la sensibilidad a estas manifestaciones para percibir su música y
comprender su magnificencia...
Cuando se lleva el alma dispuesta es fácil entender los mensajes del silencio”.

EL CAMINO DE LOS INDIOS:


Nombre que suena a una invitación de aventura, obviamente que sí, con andanzas
distintas conduciéndonos a nuevos destinos siendo caminantes con capacidad de asociar
una serie de contextos de vida y componentes físicos que brinda la naturaleza. De esta
manera comprenderemos valorar y potencializar estos recursos para futuras
generaciones.
Marcando un punto de partida, El Camino del Indio o a Los Indios –como antiguamente
se le denominaba- actualmente se le denomina De Los Indios, nace en la ciudad de
Castillos y por ella surgirán diversas estampas a lo largo de su extensión, este trayecto
comprende las rutas 16 hasta el entronque con la 14, a la altura del Destacamento
Policial Los Indios, luego por la 14 hasta arribar a ruta Nº9 próximo al Balneario La
Coronilla, precisamente en el trébol donde se emplaza el Resguardo de Aduana
homónimo al balneario.

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EL ANTIGUO CAMINO
Antes de que se construyera el Camino o Ruta 16 y 14 se accedía a esos parajes por el
Camino de las Sierras o de Las Estancias que desde Castillos tenía como punto de
partida el Matadero o Abasto Municipal continuando luego la Cueva del Tigre
prolongándose hasta llegar a la Punta de las Sierras, La Blanqueada, Peñón del Sauce, el
Paraje Los Indios y otros, a lo largo de este trayecto se unían diversos caminos
vecinales.
Para transitar estos senderos era necesario abrir un sinnúmero de porteras, vadear
bañados, arroyos y otros cursos de aguas menores y superar escabrosas sierras como
ejemplo de otras vallas naturales.

INCIANDO EL VIAJE:
A dos kilómetros de Castillos en la loma del primer gran repecho, el Camino utilizó el
predio de un corral de piedras de grandes dimensiones estaba ubicado en los campos de
Elciria Rocha de Rocha o Da Rocha de Da Rocha que era acompañado por otro, pero de
tunas de gran porte.
Este corral de piedras según descendientes de la referida propietaria fue construido por
mano esclava e indígena y era común que se realizaran periódicamente en ella diversas
actividades religiosas como ser: misas campales,
casamientos, bautismos y confirmaciones.
Además, en el domicilio de doña Elciria se
dictaban clases de catecismo.

Prosiguiendo este imaginario viaje nos


encontramos con numerosos y variados
escenarios paisajísticos que abrigan historias
silenciosas de cuantiosas vivencias humanas.
Hoy, algunas de ellas afloran al conocimiento
público a través de la tradición oral como la
crónica relatada anteriormente. Foto del Álbum MIS ANDANZAS de Celeste Navarro.

LA CUEVA DEL TIGRE


A nuestra izquierda luce gallardo el Cerro de los Rocha con su parte más prominente:
La Cueva del Tigre. Según la leyenda dice que un negro esclavo de nombre Joaquín
apodado “Barbate” “propiedad” de Quintín Da Rocha aceptó el desafío de matar al
tigre o más bien yaguareté y para ello utilizó un gran facón mientras que en el otro
brazo se envolvió un poncho grueso de paño. De esta manera se enfrentó al felino y tras
una encarnizada lucha ultimó al último yaguareté de la zona según la crónica recogida.
Este lugar es un inmejorable atalaya para disfrutar, deleitarse a pleno de las bellezas
naturales que conforman un interesante panorama de la región de Castillos.

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Foto de la Maestra Gabriela Olivera Rocha

Este paisaje también fue escenario de otras actividades religiosas en la misma época que
la narrada anteriormente y consistía en encender grandes hogueras en las noches de San
Juan, San Antonio y San Pedro en las partes más altas del entorno de la Cueva del Tigre
reuniendo a todos los vecinos del lugar.

LA SENDA EN EL PALMAR.
A nuestra derecha se extiende un profuso palmar de la especie butia odorata y este
ecosistema único en el mundo adquiere el nombre según el apellido de los propietarios
o de otros elementos de denominación, por ejemplo “El Palmar de las Enviras”.
De acuerdo a la tradición oral indica que por el 1763 el Virrey Pedro de Cevallos mandó
abrir una senda en el palmar –recuérdese que en esas épocas no existían los actuales
trazados de rutas- para el traslado del tren de carretas, pertrechos, artillería, utilería y el
ejército con el fin de desalojar a los portugueses quiénes al mando de Tomás Luis de
Osorio estaban atrincherados en la fortaleza
de Santa Teresa.
Al respecto, Orestes Araujo en su
Diccionario Geográfico del Uruguay
editado en 1900 establece: “...la noticia
histórica de que fue el General Cevallos,
en su célebre expedición a Río Grande,
quien, con un gallardo cuerpo de
Gastadores y Zapadores, abrió a través de
la selva de palmares el camino que aún
conduce al Paso del Bañado.”
Foto de Néstor Rocha

EL PALMAR DE TIBURCIO.
Donde culmina el promontorio del Cerro de los Rocha, a principios del siglo 20, su
propietario Don Tiburcio Rocha Rocha dejó un ejemplo difícil de emular en estos
tiempos que transcurren: con enorme paciencia recogió las pequeñas palmeras butiá en
riesgos de supervivencia de los lugares afectados a diversas tareas del laboreo de la
tierra.
Las trasplantó y paulatinamente ocupó un predio cuadrangular de una hectárea de
extensión y por el resto de su vida las cuidó celosamente, supo ignorar las ironías de sus
vecinos por el trabajo que realizaba y hoy poseemos un tesoro: el Palmar de Tiburcio y
su ejemplo. Al respecto, fue un pionero en la preservación de esta especie tan
significativa y simbólica para los rochenses y particularmente los castillenses.

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EL PASO DEL BAÑADO.
El Paso del Bañado conocido
antiguamente como Paso de la
Lechiguana alberga en el baúl de los
recuerdos numerosas historias. Existió
en este lugar una importante
concentración de pobladores con
diversos comercios desde almacén hasta
herrería y pistas de carreras de caballos o
pencas. Foto de Néstor Rocha
La principal actividad laboral de estos vecinos fueron diversos rubros de la explotación
agropecuaria, luego surgió una fábrica de crin vegetal que se obtenían de las hojas de
palma y el pionero según la aseveración de vecinos fue un señor de apellido Dinegri.
Luego se instalaron: Benigno Sena con su planta de elaboración de fibra Miropalm, Hop
– Pal de “Quico” Rodríguez y Fábrica Uruguaya de Alpargatas.

Foto de Néstor Rocha

Foto de Néstor Rocha

DE LA GUERRA CIVIL.
Este hermoso paraje fue escenario de unos de los combates de la guerra civil de 1897, y
al respecto recurrimos a una publicación del periódico “El Palmareño” de mayo 1997 de
la pluma del Prof. Jesús Perdomo titulado “El combate del Maturrango-La
Lechiguana” del cual extraemos el siguiente texto: “...también en el combate de La
Lechiguana pues lo más duro del mismo se peleó en la falda del cerro de este nombre
se enfrentaron dos contingentes nutridos, por lo menos trescientos cincuenta
combatientes en cada bando, hubo heridos y muertos, se tomaron prisioneros... un
combate en toda regla!”.

Del Álbum de Fotos de Mario Ubal Olivera

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Mario Ubal Olivera nieto de una de las sobrinas del Coronel Leonardo Olivera -
protagonista junto a otros héroes de la gesta emancipadora del Uruguay- comentó “... la
espada que usó Leonardo en la Batalla del Sarandí y en la toma de la Fortaleza de
Santa Teresa por el 1825 entre otros combates fue utilizada por un tío mío llamado
Gabino Ubal Olivera en la guerra civil de 1897 y estuvo en la Batalla del
Maturrango. Los blancos derrotados y perseguidos se dispersaron, Gabino
apremiado y temeroso de que la espada quedara en manos enemigas la enterró
separada de su vaina de suela y puntero de bronce en lo más espeso de los
pajonales del Paso del Bañado. Lograda la paz de septiembre de 1897 junto a uno
de sus hermanos y el negro Avelino Abreu volvieron a buscar el arma, labor que
les llevó un día, encontraron la espada, pero la vaina nunca más apareció... En
1938 mi familia donó la espada, un trabuco y una foto de Leonardo Olivera al
Museo de la Fortaleza de Santa Teresa”.

En la Estancia de los Risso en el galpón de esquila existió un cajón con restos humanos
de tres personas que según la tradición oral perteneció a combatientes de la batalla El
Maturrango-La Lechiguana. Varios años después en las primeras décadas del siglo
veinte fueron llevados en tres coches que arribaron a la estancia luciendo banderas
blancas, los referidos cuerpos pertenecían al Escuadrón San José.

La memoria de nuestros mayores sigue aportando datos interesantes sobre la zona de


influencia del Camino del Indio, por ejemplo Don Gil Taylor aseveró: “... en la
Estancia Del Cerro en las sierras del potrero El Aguay, que tiempo después fue
propiedad de la Caja Notarial en un lugar conocido como La Piedra Hueca existe
una loza larga que pasando a caballo sobre ella retumba como que es hueca, dicen
que debajo hay enterrado, escondido, armamentos de la Guerra Civil del 97 de la
gente de Aparicio...”.

Foto de Néstor Rocha (Cerro de la Lechiguana)

LOS CORRALES DE PALMAS.


La región de Castillos tiene la singularidad de poseer numerosos corrales de palmas
utilizados en la época colonial bajo el dominio de españoles y portugueses para el
manejo del ganado y en el Camino de los Indios encontramos varios de ellos. Los
troncos de las palmeras de estos corrales se ven con nitidez un estrangulamiento o
estrechamiento y al respecto se manejan algunas hipótesis de este fenómeno.

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Foto de Néstor Rocha

Por un lado, aseveran que es un traumatismo a consecuencia del trasplante, y otros le


atribuyen al tiento o guasca de ganado vacuno mojado que unían una palma a otra que al
secarse va generando una importante opresión sobre el tronco, esta última versión fue
recogida a un vecino de avanzada edad que se lo escuchó a un descendiente indígena
asentado en la región.
Se maneja la hipótesis que estos corrales fueron construidas con mano indígena
misionera y esclava, los hay de diversas formas: solamente de palmas, palmas y piedras,
palmas y banana silvestre (bromelia fastuosa), además existieron las de palmas con palo
a pique entre cada una de ellas, y obviamente los de piedra exclusivamente.

FENÓMENO BIOLÓGICO:
La Profesora Adriana Bonfrisco Mancebo consultada al respecto precisó “...de acuerdo
a los datos extraídos del libro Flora arbórea y arborescente del Uruguay de Atilio
Lombardo dice que la palma butiá tiene un tronco o estípite –los dos nombres son
sinónimos- que se eleva entre cuatro y ocho metros. Hojas pinnaticompuestas, son
hojas compuesta de hojuelas insertas de uno y otro lado del pecíolo de color
ceniciento. La palmera tiene una ramificación monopodial simple y esto significa
que tiene una yema –donde está el tejido joven- en el extremo superior del tallo
hacia arriba que permite que éste crezca y la generación de hojas a la vez. Cuando
las hojas caen dejan una cicatriz en el pedacito de tallo que originó la yema
dándole un aspecto característico.

Si se divide el tallo en dos o tres estípites cada uno tiene un follaje vulgarmente
denominada cabeza; esto es producto de una mutación según la información
obtenida en el Departamento de Genética de la Facultad de Agronomía...”
A lo largo del Camino del Indio en donde transcurre el palmar es posible detectar
palmeras con un único tronco y varias “cabezas”. Existen desde dos hasta la que hubo
de nueve “cabezas” de un lado y otro del Camino, por ejemplo, en la Estancia El Palmar
existió una con nueve que actualmente le quedan tres, en el mismo establecimiento
existieron otras: de siete le quedan seis, de seis que sobreviven cuatro. Otro ejemplo es
en un establecimiento rural ubicado atrás de la Escuela del Paso del Bañado que posee
cuatro follajes o cabezas.

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Foto de Néstor Rocha

LA RIQUEZA BIOLÓGICA:
Casa Ambiental realizó diversos estudios pormenorizados de la riqueza biológica de la
región de influencia de las lagunas Negra y Castillos. El Camino del Indio significó la
columna vertebral de las investigaciones de zoólogos, botánicos, ecólogos constatando
pistas valiosas para comprender mecanismos y procesos naturales que brindan un
conocimiento para planificar políticas productivas y de desarrollo con sentido
sustentable.

LA LAGUNA DE LOS DIFUNTOS.


La Laguna Negra es una de las estampas paisajísticas de singular belleza, antiguamente
fue conocida como la Laguna de los Difuntos en virtud de que en las cuevas de los
cerros del lugar se encontraron esqueletos humanos, afirmándose que se trataba de
indígenas acompañados de diversas utilerías de uso doméstico y de caza entre otros
elementos. Por sus cerros, sierras y monte indígena fue un lugar propicio para dar cobijo
a personas con otros estilos de vidas: matreros como “El Cuba”, Mateo Cabral y otro de
apellido Fuentes.

Foto de Néstor Rocha


Con éstos interactuaban los contrabandistas de cargueros a caballo llevando mercadería
brasileña proveniente del Chuy a diversas partes del Este uruguayo y los ecosistemas
enumerados fueron ambientes propicios para llevar a término el fin que buscaban. Este
mismo fenómeno se dio frente a este lugar, a la izquierda con orientación a la ruta 14 en
el paraje conocido como Cerro Negro en él vivieron numerosas personas al margen de
los convencionalismos sociales dominantes o fuera de la Ley.

Entre ellos Santos Emilio Barboza “El Brasilero” se dedicaba a la elaboración de carbón
con la materia prima que le brindaba el monte indígena, en la convivencia directa con la
naturaleza se ganó la amistad de diversos animales y por ejemplo tenía algunos zorros
dos ellos se llamaban Marcelino y Cirilo.

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Otra persona de nombre Juan Moreira apodado “El Pulga” ó “El Pulgar”, que aún vive,
siendo más joven estuvo al margen de la Ley y se refugió en Cerro Negro oculto por
mucho tiempo y subsistiendo con alimentos que proporcionaba el lugar o de pequeños
hurtos de carne, galletas, yerba y tabaco en las estancias aledañas hasta que un día fue
descubierto por los peones de la estancia Santa Ana. En su permanencia en Cerro Negro
además de las incursiones por los establecimientos rurales se dedicaba a hacer figuras
humanas o muñecos con tierra arcillosa o greda. Actualmente es peón de campo y aún
permanece conchabado en distintos establecimientos rurales de la zona, era común verlo
transitar a pie por el Camino de los Indios.

LA PORTERA NEGRA.
En la intersección de las rutas 16 y 13 existió un núcleo poblado integrado por vecinos
de la comunidad negra que superaba la treintena de familias y fue conocida como “La
Portera Negra”. Dicha denominación no fue por los vecinos asentados en el lugar sino
por una portera de grandes dimensiones pintada de bleque de la Estancia El Cerro y por
ella se accedía antes de la construcción de la Ruta 16 a los parajes: Peñón del Sauce,
Los Ajos, Potrero Grande, Bañados Los Indios...

Este pueblito aportó a las estancias de la región peones “pa`todo” y las mujeres además
de atender las tareas domésticas se dedicaban al lavado y planchado de ropa de las
estancias del lugar. En sus proximidades existió un local de feria ganadera conocido
como “La Feria del Ocho” y los troperos tenían como punto de reunión y distracción
este vecindario.
Existieron en su oportunidad hasta tres almacenes y uno de ellos tuvo teléfono
precisamente el almacén San Cono de Marcos D`Onollo que actualmente es una tapera,
único y mudo testimonio de aquella población de negros.

LOS ÚLTIMOS PARAÍSOS.


Casa Ambiental con la ONG. Profauna efectuó un taller de video que utilizó como
escenario y argumento básico de imágenes los ecosistemas del Camino del Indio y los
protagonistas de este desafío fueron los jóvenes de Casa Ambiental. La temática
seleccionada para la realización del film fue la introducción de especies exóticas y sus
consecuencias ambientales.
Ingredientes de aventura y amor en una escenografía natural con el asesoramiento
técnico especializado se logró el cortometraje titulado “Los Últimos Paraísos” y
estrenado en la Sala de Cine “2 de Mayo”.

EL RESCATE DE CAIFÁS.
El capataz de la estancia La Laguna Negra Rubén Iroldi Escobar era propietario de un
perro de nombre Caifás, un día y como es costumbre en los establecimientos rurales
diariamente salen a cumplir diversas tareas. Iroldi partió con su Caifás y dos perros mas
llamados Tarascón y Trabuco rumbo a la laguna; hacía tiempo que se les cruzaba un
zorro que pifiaba a los perros y éstos le habían tomado encono porque no le podían dar
alcance. Lo persiguieron hasta las sierras y el zorro se metió en una de las cuevas allí
existentes y Caifás por ser más delgado de cuerpo se metió a capturarlo y quedó
atrapado.

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Ante esta situación –el 24 de septiembre de 1957- con total apoyo del propietario del
establecimiento rural se resolvió rescatar el perro atascado entre las piedras empleando
punzones, picos y marrones, pero no se logró el objetivo. El patrón como buen tozudo
resolvió pedir apoyo al Batallón de Infantería Nº 12 de la ciudad de Rocha para
recuperar el perro, gestión que se logró y se trabajó con barrenos hasta remover las
piedras.
Luego de varios días de labor se recuperó con vida a Caifás, durante la operación
rescate se contó con el apoyo del médico veterinario Dr. Milton Almandós.
Este gesto motivó que la Sociedad Protectora de Animales fuera hasta la estancia La
Laguna Negra para la entrega de medallas y una placa de reconocimiento por la labor
desarrollada en el rescate luciendo el siguiente texto: “AUPA en reconocimiento de
quienes en noble gesto rescataron a un
perro fiel: Caifás”.

Caifás estaba marcado por la tragedia, un día


de los tantos acompañó a la peonada que
fueron a desarmar un corral de cerdos ubicado
un lugar donde proliferaban víboras, una
crucera le picó en el hocico por andar
husmeando en el lugar. Nuevamente se lucha
por su vida, pero fue infructuoso, resultó
imposible salvarlo.

Del archivo de fotos de Néstor Rocha


Al respecto existe un romance compuesto por el peón de la estancia Oroniel Santurio
del cual extraemos una parte de su composición:

...
No importa lo que gastaron
Esta es la hazaña cumplida,
Del personal de una estancia
Que supieron con prestancia
Poner a salvo una vida,
No importa los cinco días
De trabajo realizado,
Ellos solo habían ansiado
Salvar a su amigo fiel
Como si hubieran soñado.

Para todo el personal


Y para el joven estanciero,
Les brindo el verso campero
Con un saludo cordial,
Al capataz igual
Que han hecho de la bondad,
Toda la felicidad
Al destruir un gran cerro
Y salvar un gran perro
De diez años de edad.

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EL COMANDO REVOLUCIONARIO.
La Estancia La Blanqueada es el centro de diversas historias tejidas a lo largo de su
extensa vida. Cuentan que en el año 1925 un comando revolucionario del Partido
Libertador del Estado de Río Grande del Sur estuvo asentado por muy poco tiempo
donde recibió un importante armamento proveniente de la capital de nuestro país.
El Dr. Amaranto Paiva Coutinho, titular de la estancia, médico de Santa Victoria Do
Palmar, era integrante del Partido Libertador enfrentado al gobernador riograndense
Borges Mederos. Este gobernante era considerado un déspota autoritario, rodeado por
personas que estaban por encima de la ley y herederos de la filosofía de gobierno de
mano dura de Julio Castilhos en Río Grande del Sur; eran los tiempos del gobierno de
Getulio Vargas.

El Jefe del comando revolucionario brasileño era el Coronel Adalberto Correa quien
cultivaba las mismas ideas que el Dr. Amaranto Paiva, pero con perfiles personales
diametralmente opuestos. Los revolucionarios se habían ubicado en uno de los montes
de la estancia rumbo a la laguna, en un lugar conocido como “Los Aguaíses”, recibieron
el armamento esperado, acomodado en grandes cajones de máquinas de esquilar de
marca alemana, fue depositado en el almacén, ferretería y acopios de frutos del país de
Simón Otero y de ahí fue transportado hasta la estancia.

Cuando estaban realizando los preparativos del traslado de las armas al Brasil todo
aquel que llegara al establecimiento rural quedaba detenido. Cuentan que ese día
“Ramireya” –un peón rural- salió de la estancia Corral de Palma para La Blanqueada y
cuando llegó le salió cuatro brasileños y lo retuvieron; con mansedumbre campesina
éste empezó a desensillar su caballo frente a la atenta mirada de sus secuestradores.
Caminó lentamente, sin apuro, abrió la portera del potrero para soltar su caballo e
imprevistamente montó en pelo y se les fugó ganándose a las sierras de los Correa; allí
abandonó su caballo agotado y llegó a pie a Castillos donde efectuó la denuncia en la
comisaría.

Los campos del bañado Los Indios eran propiedad de la sociedad Yaguna (o Llaguna) y
Terra (Gabriel Terra, presidente de la República de 1931 a 1938) y en este lugar estaba
el puestero Claudio Rocha apodado “El Capincho” quien se encargó de cruzar el
armamento por ser un conocedor de la zona.
Cuando el comando estaba acampado a la orilla del bañado para cruzar al otro lado
llegó un comisario de apellido Cáceres o Cásales con cinco policías y entabló diálogo
con Adalberto Correa para que depusiera de su actitud y se entregara; éste tomó una
metralleta y expresó: “yo no vengo a hacer lío acá en el Uruguay, pero en un minuto
barro con ustedes”.
El comisario ante esta situación dio vuelta con sus subalternos y avisó al destacamento
de batallón que había en San Miguel. En tanto ocurría esto, los revolucionarios ya
habían cruzado el bañado y en las proximidades de la comisaría del antiguo pueblo
Gervasio y el Camino a la Higuera se produjo el enfrentamiento. Hubo solamente
heridos y uno de ellos fue el Coronel Adalberto Correa, no quiso que el Dr. Álvarez
Caimí lo anestesiara por miedo a que lo mataran y aquí concluyó la aventura
revolucionaria de Correa.

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ARTE RUPESTRE.

Sobre ruta 14, próxima al acceso a


Potrero Grande existe una zona rocosa
y lugar inmejorable para dominar una
vasta región dando la sensación de un
espacio infinito ante sí. Este sitio no
hace mucho tiempo llamó la atención a
los lugareños y luego a los
investigadores por unas determinadas
formas grabadas en las piedras, en el
mismo se aprecia que profesionales de

Foto de Néstor Rocha


la Universidad realizaron investigaciones al respecto dado que existen testimonios
claros de identificación de los estudios realizados en lo que se supone que se trata de
arte rupestre de alguna comunidad indígena que viviera en el lugar. Es un total misterio
el significado de esos símbolos y la difusión que se ha dado de ella es prácticamente
nulo, al menos para el ciudadano común.

BAÑADO LOS INDIOS.


El Biólogo de Casa Ambiental Giancarlo Geymonat brindó su
opinión sobre los roles de la naturaleza en sistemas como el
arroyo y bañado Los Indios “El bañado Los Indios representa
hoy uno de los puntos de observación de fauna de mejor
acceso para el amante de la naturaleza. El turista, al igual
que nosotros, puede hacer un alto en el camino y munido de
prismáticos, catalejos, o mejor aún, de un telescopio podrá
identificar unas ochenta y cinco especies de aves y admirar su
comportamiento.

Foto del Lic. Biol. Giancarlo Geymonat

Desde el pequeño Junquero al gran Chajá, desde la esbelta garza mora al


regordete Macacito y desde la nerviosa golondrina a la estática Becasina la
diversidad de adaptaciones en formas, colores y movimientos parece infinita. Con
suerte podremos ver fugazmente a varios mamíferos. Nutrias y carpinchos,
comiendo tranquilamente tiernas hojas de camalotes; zorros recorriendo los
pajonales en busca de algún pequeño ratón, murciélagos surcando las últimas luces
de la tarde.

Si permanecemos quietos durante un buen rato, cobrarán movimiento numerosas


criaturas a nuestro alrededor: saltamontes, langostas y ranas, tímidas avecillas y
hasta alguna culebra inofensiva se nos acercará sin temor. Otro mundo de
sensaciones se abrirá ante nosotros si esperamos la puesta de sol. Y si por algunos
minutos cerramos nuestros ojos y nos dedicamos sencillamente a escuchar, un halo
místico y musical, formado por miles, millones de plantas y animales, crean un
concierto de vida... Pero si bien hoy estas exuberancias nos impactan, algunas
narraciones de cronistas y naturalistas del siglo pasado nos indican que las
condiciones y la dinámica de las aguas en el bañado de Los Indios ha sufrido

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severos cambios, principalmente a partir de la realización de las obras de
canalización para la desecación de los bañados adyacentes.

Hoy, el antiguo arroyo de Los Indios perdió su cauce y se convirtió en un denso


pajonal. Muchos factores han cambiado sensiblemente el espectáculo que hoy nos
puede ofrecer el bañado de Los Indios, a pesar de que no hemos sido plenamente
conscientes de dicho cambio.
Hoy dependemos de todos nosotros que los bañados de Los Indios perduren... que
vuelva a brindarnos su concierto de vida.”

EL PUENTE.
En la década de 1930 se construyó el puente sobre el ecosistema del arroyo y bañado
Los Indios y la misma implicó una ardua labor. Antiguamente se vadeaba por un
afirmado de piedras que permitía el paso de las carretas, carros, caballos y la tropa muy
próxima al puente, se le conoció como el Paso de las Carretas.

En la construcción del puente dos obreros de la empresa ALBINO ZECCHI tuvieron un


enfrentamiento, el sobrestante Corbo Hutton comunicó a la Sub. Comisaría de la Punta
de la Sierra el hecho, en los siguientes términos: “... Comunico a ud. Que en la tarde
de hoy (era el viernes 18 de junio de 1937) y a la hora 16 y10 dos obreros de la
empresa ALBINO ZECCHI, que construye el puente “LOS INDIOS” se trabaron
en pelea resultando herido de bala en el cuello el operario Gregorio Vizcaíno, lo
que pongo en conocimiento de esa Policía a los efectos del caso: el heridor es el
operario Mariano Deodoro Mieres, esperando la más rápida intervención saluda a
Ud. Muy att. M. Corbo Hutton – Sobrestante”.

CONCLUSIÓN:
El Camino de los Indios la construyó la empresa Neyeloff y Barrandegui donde los
obreros emprendieron la obra prácticamente a pico y pala. Beltrán “Beto” Pérez –
fundador del Museo Arqueológico de Castillos, que hoy lleva su nombre- relató su
experiencia como obrero de esta ruta “... la empresa exigía más de lo que uno
humanamente podía, era una vida dura y el trabajo al extremo de socavar nuestra
resistencia física... cobrar los salarios era una dificultad mayor, casi tan duro como
la labor de abrir a pico y pala la ruta, la deuda llegaba hasta los sueldos de tres
meses y apenas nos pagaban el de un mes... para exigir venían en un caballo árabe,
para pagar en una mula manca”.

Las viviendas de los obreros del Camino de los Indios eran precarias, consistían en unas
tres hiladas de terrón, techo de paja y piso de tierra: unas aripucas. Cuando la
construcción de la ruta se distanció del campamento a los obreros los trasladaban en
camiones, sin toldos que los resguardaran del frío en invierno, del sol en el verano y de
la tierra que al transitar del vehículo se levantaba dificultando la respiración.
El campamento permanecía hasta que a la empresa no le era redituable llevarlos y
traerlos desde el lugar de la obra, armándose un nuevo asentamiento en la avanzada.
La segunda guerra mundial afectó en la forma de hacer el trazado, la maquinaria
existente en aquellas épocas no contaba con el combustible para ser movilizada a causa
de la veda ocasionada por la contienda mundial.

El obrero a pico y pala y fundador del Museo “Beto” Pérez compuso un poema titulado
“Camino del Indio”, del cual extraemos algunas estrofas:

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...
Este Camino del Indio
Que culebrea hasta el Chuy,
Casi niño, a pico y pala,
En mis tiempos recorrí...

Armábamos la herrería
Debajo el canelón
Y, apenas amanecía,
¡Meta martillo y marrón!

Aquí dejamos el jugo


Y gotitas de sudor
Bajo el miserable yugo
De un gringuito explotador...

Qué tiempos aquellos tiempos


¡Difíciles de pelar!...
Arrastrados por los vientos
¿Dónde habrán ido a parar?

...

NÉSTOR ROCHA

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