Biografia Josue
Biografia Josue
Biografia Josue
PETER PETERSON
El Concilio Nacional de las Asambleas de Dios A. R.
Trabajos Correspondiente a:
Materia: LIBROS HISTORICOS 1
"Dios salva".
- El nombre "Josué" es el equivalente hebreo de "Jesús".
círculo familiar.
Hijo de Nun, de la tribu de Efraín (Num 13:8).
Lugar y fecha de nacimiento.
- Nació en Egipto, y tenía probablemente la misma edad que Caleb, con
quien suele relacionársele.
Ministerio desarrollado.
a. Puntos positivos,
18 de mayo de 2013
El primer principio de la honra del llamamiento es saber que los ministros son de Dios (Números 3:11-13). Pero, así
como Él les ha dado honra en un ministerio, también les ha dado herencia. ¿Sabes cuál es la herencia de un siervo de
Dios? Dios mismo; los ministros son de Dios y Dios es de ellos. Jehová le dijo a Aarón: “De la tierra de ellos no
tendrás heredad, ni entre ellos tendrás parte. Yo soy tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel” (Números
18:20). Concluimos entonces que el primer aspecto de la honra es que los ministros son de Dios, y el segundo es que
Dios es de los ministros.
Al principio Dios dijo: «Yo los he tomado, míos son» (Números 3:12), y ahora dice: «Yo soy tu parte y tu heredad»
(Números 18:20). Por lo cual, los ministros pertenecen a Dios y Dios pertenece a ellos. ¿No es una honra que yo sea
de Dios y que Dios sea mío? A las once tribus de Israel, Dios les repartió tierras, heredades; pero a Leví le dijo: «Yo
soy tu heredad, yo soy tu parte, yo Jehová, soy tu herencia». Por eso es tan triste ver ministros tan preocupados por
usar el ministerio para adquirir dinero, para obtener propiedades, que codician alcanzar prestigio, ganar fama, y se
disputan espacios en los medios masivos de comunicación, porque quieren ser “conocidos”, anhelan ser famosos.
Éstos ignoran que la herencia de un ministro es Dios, y que servirle al Señor es y debe ser su todo. El verdadero
ministro del Señor vive enamorado de Dios, buscándole, porque Él es su parte y su riqueza; su anhelo es adorarle,
alabarle, servirle; su concentración es Dios, no puede hablar de otra cosa, ni tiene otro tema. Ahora comprenderás el
por qué nos vamos de vacaciones y estamos hablando de Dios; estamos celebrando y nos gozamos en el Señor, 24
horas sin otras preferencias, sin ningún otra aspiración que no sea darle el todo a Él.
Ahora, como Jehová es la herencia de un ministro, en consecuencia el ministerio es su heredad. Cuando Josué estaba
repartiendo la tierra que Jehová les había prometido, le dio a cada tribu y a cada familia de Israel su porción de tierra
en su orden, de acuerdo a la demarcación que hizo Dios a través de Moisés (Josué 13:32). Mas, ocurrió algo muy
singular, la Biblia dice: “Mas a la tribu de Leví no dio Moisés heredad; Jehová Dios de Israel es la heredad de ellos,
como él les había dicho” (Josué 13:33). ¿Qué hubieras pensado tú, si hubieses estado allí, en lugar de los levitas?, ¿Te
hubiese molestado que a todos tus hermanos les dieran grandes y fértiles terrenos, donde pudieran disfrutar de
hermosos olivares, jugosas vides y siendo propietarios de sus propias cisternas, y a ti no te den nada, porque Dios sea
tu parte, tu heredad?
Por eso cuando Pablo sufría su aguijón y pedía a Dios que lo quitase de él, el Señor le dijo: “Bástate mi gracia” (2
Corintios 12:9), en otras palabras: «Pablo, ¿qué quieres, prefieres liberación o me quieres a mí?», y aplicándolo en
este sentido: No tienes tierra, pero me tienes a mí; no tienes salud, pero me tienes a mí». Siervo de Dios, puede ser
que tú no tengas nada, pero si tienes a Dios tú lo tienes todo. Cuando nadie te entienda, te entiende Dios; cuando
todos se alejan, se acerca Dios; cuando no haya provisión de ningún lugar, Jehová enviará a los cuervos como los
envió a Elías (1 Reyes 17:4), porque Dios tiene un compromiso con aquel al que llama. Él dice: «Ocúpate de mis
asuntos que yo me ocupo de los tuyos, yo Jehová» (Mateo 6:31-33).
Cuando Dios dijo: “Yo soy tu parte y tu heredad” (Números 18:20) quiso decir, por ejemplo, la tierra tenía que
producir para las otras tribus, pero a los ministros o levitas los sostenía Dios. Mientras el pueblo dependía de la lluvia
temprana y de la lluvia tardía, los levitas dependían de Jehová. Las demás tribus tenían que esperar que la tierra les
diera el fruto, pero los sacerdotes dependían del Señor de la tierra (Deuteronomio 11:14). Por eso, los ministros
solamente deben ocuparse en los asuntos de Dios, porque Él se ocupa de los de ellos; los levitas deben ocuparse sólo
en servirle, porque Jehová les sirve a ellos, pues es su herencia.
El proverbista dijo: “El caballo se alista para el día de la batalla; Mas Jehová es el que da la victoria” (Proverbios
21:31); y el salmista dijo: “No confiéis en los príncipes, Ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación”
(Salmos 146:3). La salvación viene de Jehová, y habrá momentos que Él te va a probar a ver si crees esta palabra. Y
te profetizo que si no lo ha hecho lo hará, porque nuestro Dios quiere que tú creas que Él es tu heredad. No sé qué
sientes al leer esto, pero a mí el saber que Jehová es mi heredad me consuela. Tener tierra y posesiones es poseer algo
limitado, pero tener a Dios es poseerlo todo. El hecho de que Dios reparta dones de gracia y prosperidad a la iglesia
es una bendición, pero que también diga: «Yo no te doy cosas, yo me doy a ti por entero» eso mi hermano, es mucho
más excelente, mucho más admirable y significa mucho más que cualquier dádiva que Él nos pueda dar, es
muchísimo más que una dosis o grado de fama, eso no tiene precio.
Cuando Ana lloraba su desgracia de no concebir y a la vez sufría por las constantes humillaciones de Penina, su rival,
su amado esposo Elcana la consolaba diciéndole: “Ana, ¿por qué lloras? ¿por qué no comes? ¿y por qué está afligido
tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?” (1 Samuel 1:8). De esa manera les dice Dios a todos sus ministros:
«Mi siervo, ¿por qué lloras? ¿por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que tierras,
posesiones, propiedades, riquezas, fama y renombre? Yo soy tu heredad». ¿Cuántos ministros no reciben de parte de
la iglesia una remuneración justa por su labor ministerial? ¿Cuántos hay que tienen que realizar un trabajo secular
para poder sostener a su familia? Son innumerables los siervos de Dios que, por circunstancias o por ignorancia de la
iglesia, están viviendo en necesidad y en limitación. A los tales, el Señor les dice: «Yo soy tu heredad».
Hay muchos otros que son ignorados y que sufren por no ser estimados. En vez de honra reciben rechazos,
incomprensiones y menosprecio, a pesar de que se dan por entero y se gastan en el servicio de Dios. Solo sus
almohadas son testigos de sus lágrimas. Constantemente sus corazones son lastimados con el cruel y despiadado
aguijón de la ingratitud. Su única recompensa, de parte del pueblo al cual sirven, es presión, demanda y
murmuración. La voz del Señor se deja oír a los oídos de estos santos y les recuerda: “Yo soy tu parte y tu heredad en
medio de los hijos de Israel (…) No temas,… yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande” (Números
18:20; Génesis 15:1). La riqueza del ministerio no son los logros, las realizaciones o los reconocimientos, sino Dios.
El Señor es la heredad del ministro, y su grande galardón.
Fragmentos tomados del libro “La Honra del Ministerio” del pastor Juan Radhamés Fernández.
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