Socialdemocracia en Cuba Fracaso NestorKohan
Socialdemocracia en Cuba Fracaso NestorKohan
Socialdemocracia en Cuba Fracaso NestorKohan
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Fundación Ford. Todo el mundo sabía (y sabe) que detrás de la Ford estaba… “la
Compañía”, es decir, la principal institución de contrainsurgencia a nivel mundial. Lo
llamativo es que, para investigar este tema, la Ford eligió –aquí viene la abrumadora
actualidad del problema- a investigadores de origen marxista y a sociólogos que provenían
de la izquierda. “La Compañía” no tenía ni tiene ningún problema en emplear gente que
proviene de la izquierda, si les son útiles. Algunos integrantes fueron muy famosos, como
Ernesto Laclau. El director del Proyecto Marginalidad, analizado y denunciado por Daniel
Hopen, fue José Nun. También formó parte Fernando Henrique Cardoso (futuro presidente
neoliberal de Brasil, en esa época todavía con posiciones “marxistas”), etc,etc. Entonces ese
proyecto generó una serie de polémicas muy agudas y encendidas en todo el continente
porque aparentemente utilizaba lenguaje “de izquierda”, e incluso terminología “marxista”,
citas extraídas de El Capital y de los Grundrisse (la primera redacción en borrador de El
Capital). En la superficie todo era muy prolijo y muy “rojo”, pero… detrás estaba la
Fundación Ford, y a través de la Ford el dinero y la orientación política provenían de… la
CIA. Lo aparentemente “prolijo” en realidad estaba manchado por el dinero sucio de la
contrainsurgencia del imperialismo.
Entonces Daniel Hopen analiza en extenso el Proyecto, sus encuestas, y lo cuestiona
duramente a lo largo de 80 (ochenta) páginas. Su escrito crítico del imperialismo no apela a
insultos ni a consignas. Daniel Hopen hace un ejercicio muy riguroso, metodológico e
ideológico, donde desarma, desmonta y demuestra que es un proyecto de contrainsurgencia
que el enemigo va a utilizar contra nuestros pueblos. Hace pocos días [2021] los tribunales
de Argentina condenaron a prisión a dos altos funcionarios de la Ford por complicidad con
la dictadura genocida de 1976. ¡Daniel Hopen tenía razón!
Esa es la razón por la cual a mí se me ocurrió encabezar este libro sobre los problemas de
la hegemonía y de la contrainsurgencia, tratando especialmente la cooptación de algunos
segmentos de la intelectualidad de origen cubano, con una cita de aquel trabajo de Daniel
Hopen que estuvo inédito hasta el año 2014. Recordemos que a Daniel Hopen y a su
compañera de amor y de militancia, Moni Carreira, los secuestran, los torturan y los hacen
desaparecer en 1976, con la dictadura cívico-militar del general Videla y el almirante
Massera. Terroristas dirigidos por la embajada de Estados Unidos.
En la Universidad de Buenos Aires, muchos “progres” (falsos izquierdistas, asalariados y
becados por el imperialismo), defienden a la Ford y atacan con crueldad a Daniel Hopen (¡a
pesar de haber sido secuestrado y desaparecido!) pero nadie se animaba a publicar su crítica
a la CIA. Nosotros la publicamos completa en 2014, en un libro que se titula Ciencias
sociales y marxismo latinoamericano, donde reunimos varios trabajos críticos de la
Fundación Ford y la CIA (allí escriben desde el sociólogo de EEUU James Petras hasta el
investigador brasilero-francés Michael Löwy, una investigadora de Grecia, el antropólogo
mexicano Gilberto López y Rivas y varios compañeros de Argentina).
En esta obra, Hegemonía y cultura en tiempos de contrainsurgencia «soft», utilizamos un
fragmento de Daniel Hopen para encabezar el libro, a modo de homenaje a nuestros 30.000
(treinta mil) compañeros desaparecidos y desaparecidas en Argentina, pero sobre todo
rescatando esa crítica contra el imperialismo en el plano de la cultura, la investigación y las
ciencias sociales.
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El otro compañero, Haroldo Conti, era un poquito más grande de edad que Daniel Hopen
pero formaba parte de la misma organización revolucionaria, insurgente, el Ejército
Revolucionario del Pueblo (Daniel primero fue del ERP y luego del ERP-22 de agosto, otra
insurgencia, también guevarista y defensora de la revolución cubana). Si Daniel Hopen era
de origen judío, Haroldo Conti era cristiano (incluso había estudiado para sacerdote). Pero
ambos se vincularon a la insurgencia guevarista. Como Haroldo era un escritor de ficción,
le ofrecieron participar de la Beca Guggenheim, otro de los instrumentos de cooptación que
utiliza “la gran democracia del norte” (dicho irónicamente y con varios pares de comillas).
Haroldo Conti había sido jurado del Premio Casa de las Américas. Más tarde ganó el
Premio Casa de las Américas por una novela muy famosa, Mascaró, el cazador americano.
Cuando le ofrecen participar de esa beca que otorgaba decenas de miles de dólares….¿qué
hace? ¿Cómo debe comportarse un escritor, un artista revolucionario? Pues Haroldo Conti,
sin mucha retórica, y con toda humildad, sencillamente rechazó a los promotores de la Beca
Guggenheim. Escribió una carta de rechazo muy respetuosa, sin insultar a nadie, pero
clarísima. Allí les dijo: “No soy un hombre de fortuna, como tampoco lo son la mayoría de
mis compañeros […] No reniego que en el orden personal, habría significado una gran
oportunidad para mí […] Yo entiendo que no puedo hacerlo y que mi gran oportunidad en
este momento es América, su pueblo, su lucha, la enseñanza y el camino que nos señalara
el Comandante Ernesto Guevara. Por lo demás yo he sido Jurado de la Casa de las
Américas en 1971, el mismo año en que usted me escribe, y considero que esa distinción
que he recibido del pueblo cubano es absolutamente incompatible con una beca ofrecida
por una Fundación creada por un senador de los Estados Unidos, o sea, no un hombre del
pueblo norteamericano, sino del sistema que lo oprime y nos oprime”. De esa forma
sencilla rechaza la manzana envenenada del dinero “altruista” del imperialismo.
Haroldo Conti y Daniel Hopen no eran dos “superhéroes” de las películas. Eran gente
común y normal. Pero tenían las cosas claras y jamás dejaron que se les pierda la brújula de
sus vidas. Por algo a Haroldo Conti también lo secuestran, torturan y hacen desaparecer en
Argentina.
Esa es la razón por la cual comienzo el libro con dos fragmentos de Daniel Hopen y
Haroldo Conti, ya que ambos, por vías diferentes, uno en el plano de las ciencias sociales,
el otro en el ámbito de la literatura y de la escritura de ficción, rechazan los proyectos
contrainsurgentes del imperialismo. Esos mismos proyectos, aparentemente “prolijos” y
“altruistas”, que en 2020 y 2021 se pretenden naturalizar en algunos pequeños pero muy
ruidosos segmentos de la intelectualidad cubana.
¿Cuáles son las instituciones contrainsurgentes que operan en la cooptación de
intelectuales? Entre las fundaciones y ONG’s (vinculadas con la inteligencia
estadounidense de la CIA y otras agencias de espionaje menos renombradas del mismo
país), que desde hace varias décadas ofrecen becas, viajes de estudio, “pasantías
académicas”, abundante financiamiento para blogs, páginas de internet, publicación de
libros, folletos y cuadernos de trabajo, proyectos de investigación, “laboratorios de ideas”,
exposiciones de arte y otros mecanismos clásicos de cooptación político-ideológica de las
juventudes estudiantiles y el campo intelectual se encuentran las estadounidenses Ford
Foundation ([Fundación Ford, creada en 1936 por el gran admirador de Hitler, Henry Ford,
autor del libro El judío Internacional], perteneciente a la empresa del mismo nombre,
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directamente caracterizada por Ángel Rama, Roberto Fernández Retamar, Fernando
Martínez Heredia, Gregorio Selser y Daniel Hopen como una “tapadera de la CIA”); la
Open Society Foundation ([Fundación Sociedad Abierta], perteneciente al magnate de las
finanzas George Soros, discípulo del marxista converso y cofundador del neoliberalismo
Karl Popper); la USAID (United States Agency for International Development [Agencia de
los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional]); la NED (National Endowment for
Democracy [Fundación Nacional para la Democracia]); la Carnagie Foundation
[Fundación Carnagie]; la FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales); la
Rockefeller Foundation [Fundación Rockefeller, impulsada desde 1913]; así como la John
Simon Guggenheim Memorial Foundation [Fundación Memorial John Simon Guggenheim,
fundada en 1937, que otorga las becas homónimas] y el Programa Fulbright patrocinado
por el Bureau of Educational and Cultural Affairs [Oficina de Asuntos educativos y
culturales] del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Estas son las más célebres.
Hay muchas otras.
¿Por qué utilizo la expresión “naturalizar”? Porque se nos pretende convencer que sería
algo “natural”, absolutamente “normal”, incluso inexorable, recibir el dinero mugriento de
la CIA y de todo el abanico de instituciones aparentemente “civiles” que la rodean como
fachada, pues, se nos dice, “no habría otro camino”. Trabajar en el ámbito de la música, la
literatura o las ciencias sociales financiados y subvencionadas, becados y becadas por esas
instituciones del imperialismo…. sería…. “¡lo más normal del mundo!”. Mentira absoluta.
Falsedad completa.
¡Atención! No estamos pensando en recibir remesas de una tía que vive en otro país y
ayuda a la familia, o un primo generoso que no se olvidó de sus orígenes y entonces envía
alguna remesa para el cumpleaños de su sobrinito. No, estamos hablando de financiamiento
regular, sistemático y permanente de instituciones estatales (o para-estatales),
contrainsurgentes, de la principal potencia político-militar del planeta, cuyos fines
estratégicos abiertamente declarados apuntan a derrocar a la Revolución cubana. Una cosa
es que te ayude tu tía o tu primo y algo absolutamente diferente es que seas un empleado de
la CIA, la Ford, George Soros (o una becaria de las fundaciones de imperialismos europeos
como la Fundación Ebert que se ha cansado de cooptar artistas, periodistas e intelectuales
de Nuestra América a lo largo de décadas para domesticar, neutralizar y disolver las
posiciones radicales).
Como Daniel Hopen y Haroldo Conti (¡entre muchísima otra gente querible, admirable,
que siempre adoptamos como ejemplo!) se jugaron inclusive la vida en la denuncia de esas
turbias prácticas de cooptación, y contribuyeron con todos sus saberes en la militancia
antiimperialista a escala continental, por eso encabezamos nuestro libro con escritos suyos.
A Daniel Hopen y a Haroldo Conti no los conocí personalmente porque a ambos los
secuestraron, los torturaron y los hicieron desaparecer cuando yo era un niño, en 1976.
Sucede algo distinto con el tercer compañero por el que me preguntas, el cubano Fernando
Martínez Heredia. De Fernando fui amigo personal, además de compañero en la misma
corriente política internacional, la que se referencia en Fidel y el Che.
A Fernando lo conocí en La Habana en pleno “Período Especial”, en enero de 1993.
Mantuvimos una amistad a lo largo de un cuarto de siglo. Fui amigo suyo, hemos escrito
juntos (por allí circula un libro con nuestros dos nombres sobre el marxismo y el
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socialismo). Le hice además varias entrevistas. La primera y más importante fue en 1993.
Según me dijo él, era la primera entrevista que Fernando concedía luego de muchos años de
silencio. Hablamos largamente de Pensamiento Crítico y el Departamento de Filosofía
(sobre los cuales, años después, yo escribí un ensayo, bastante largo, publicado por
CLACSO) y sobre todo de la Revolución cubana, su historia, su pluralidad, sus debates
internos, sobre la lucha contemporánea desde una mirada antidogmática, abierta, pero
profundamente antiimperialista y anticapitalista. Fernando me llegó a regalar libros de
pensamiento marxista armados por él que nunca circularon en Cuba. También tuve la
oportunidad de presentarlo en la Universidad de Buenos Aires ante una izquierda argentina
demasiado eurocéntrica que desconoce las complejidades de la Revolución cubana. Le
publiqué trabajos suyos en revistas argentinas y organicé conferencias suyas en Buenos
Aires. También publicamos folletos casi artesanales como su trabajo “Historia y
marxismo”, con el cual presentamos su intervención en la UBA junto al movimiento juvenil
argentino. Además Fernando participó en el Seminario «El Capital» que yo coordinaba en
la Universidad Popular Madres de Plaza de mayo.
Fernando me enseñó muchas cosas, no siempre “publicables” o de “buen gusto” para el
progresismo ilustrado y bienpensante. Recuerdo, por ejemplo, que alguna vez me preguntó
por los “escraches” a los torturadores de Argentina. Yo le conté la modalidad empleada por
los organismos de derechos humanos argentinos (en particular de la agrupación HIJOS de
desaparecidos), que como los tribunales oficiales dejaban a la mayor parte de los
torturadores y violadores en libertad, con total impunidad, marchaban y se movilizaban a
sus casas particulares y les tiraban pintura en la pared para que todo el barrio se enterara
que allí vivía un antiguo torturador y violador. Entonces Fernando me contó que en Cuba,
antes del triunfo de 1959, cuando el movimiento popular y sobre todo juvenil detectaba la
presencia de algún torturador militar o policial, iban dos jóvenes en motocicleta y
directamente lo ajusticiaban. Ése era Fernando Martínez Heredia. ¡Tan lejos de la leyenda
edulcorada y desabrida que algunos quieren ahora inventar… para autolegitimarse!
Fernando Martínez Heredia era un revolucionario comunista de tiempo completo, siete días
por semana, 365 días al año. No estaba “preocupado” por agradar ni caerle bien a alguna
institución del imperio para que lo invitaran a viajar (recuerdo incluso que una vez nos
invitaron a los dos a participar en Francia de un encuentro sobre el Che Guevara y
Fernando directamente perdió el avión… Estoy seguro que ni le interesaba. ¡Qué abismo
frente a algunos arrastrados y serviles que con tal de que los inviten a un viajecito son
capaces de humillarse hasta un límite inimaginable!).
Habría otros compañeros que yo no puse en el libro, argentinos que también fueron
secuestrados y desaparecidos, como el escritor de ficción y periodista Rodolfo Walsh;
también el cineasta Raymundo Gleyzer, sobre quien alguna vez le hice una entrevista a
Alfredo Guevara, el presidente del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Raymundo
Gleyzer también fue secuestrado y desaparecido.
En fin. Para mí Daniel Hopen, Haroldo Conti y Fernando Martínez, así como Raymundo
Gleyzer, Rodolfo Walsh o Roque Dalton, entre tanta otra gente que quiero y admiro, son
guías de inspiración. Si alguna vez me surge una duda, me pregunto: ¿Qué habrían hecho
ellos?
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Lo que los unía, con sus historias tan distintas, era el antiimperialismo radical, desde una
perspectiva revolucionaria. Para decirlo clarito y sin eufemismos: ninguno aceptó el sucio
dinero yanqui, ni de la Fundación Ebert alemana. ¡Ninguno! Para todos ellos era
impensable aceptar ese dinero.
Por eso, aprendiendo de esos ejemplos prácticos de gente de carne y hueso, entrañable y
querida, me parece un disparate inaceptable y una verdadera traición que en el 2021 se
pretenda naturalizar eso (como he visto en varios videos que circulan en las redes,
¡filmados por los propios protagonistas!, donde algunos cubanos se filman, “desafiantes” y
“orgullosos” ante la camarita de su teléfono, diciendo que recibir dólares de la NED [la
National Endowment for Democracy] o de la OSF [Open Society Foundation] de George
Soros –discípulo de Karl Popper- es lo más natural del mundo). Quien acepta ese dinero
sucio que se haga cargo. Se llena de materia fecal desde el dedo gordo del pie hasta la
cabeza. Lo he repetido muchas veces. No acepto que luego se “victimicen”, asuman la pose
de “pobrecitos”, “perseguidos”, “incomprendidos”… si alguien los critica por trabajar a
sueldo del imperialismo genocida, cuyo poder sólo es comparable con el Tercer Reich.
Humildemente les daría un consejo: si tanto admiran al imperio norteamericano, ¿por qué
no se van a vivir allá, limpian los inodoros de sus patrones, les sirven el cafecito y les
lustran los zapatos con una sonrisa? La tradición del Tío Tom es muy antigua. Siempre ha
habido sirvientes sumisos. No es un invento de Lenin y los bolcheviques. Recuerdo una de
las últimas películas de Tarantino donde precisamente retrata a un esclavo negro de Estados
Unidos que es el más cruel con sus propios hermanos y hermanas, siempre servil para
humillarse ante su amo blanco, personaje detestable si los hay. La historia cuenta con
sirvientes sumisos y también con rebeldes indomesticables. Prefiero quedarme con éstos
últimos, mis maestros.
RODRIGO H.: Néstor, ¿por qué a Daniel Hopen le decían “El Cubano”?
NÉSTOR K.: De Daniel quedan pocas fotografías, quizás por haber militado en la
clandestinidad una gran parte de su vida y porque los militares genocidas de Argentina,
luego de secuestrarlo a él y su compañera, destruyeron su biblioteca. ¡Le tenían pánico a los
libros marxistas! Una de las fotos más conocidas que se conservaron es aquella en la cual
Daniel estaba en La Habana. Su hermana me dio otras fotos muy jovencito, irreconocible,
siendo un adolescente. ¿Por qué le decían “El Cubano”? Creo que hay que plantearlo
abiertamente y sin ninguna vergüenza ni complejo de inferioridad. Cuba y la Revolución
cubana ayudaron durante décadas a los revolucionarios y a las revolucionarias de todo el
mundo, desde las Panteras Negras de Estados Unidos, a todos los movimientos
revolucionarios de África y a todas las insurgencias de América Latina, incluidas las de
Argentina. ¿Cómo los ayudó? En todos los planos. Lo que más se conoce son los médicos y
médicas…, los maestros y maestras…, los libros de Cuba…, pero también los ayudó en la
lucha revolucionaria. Entonces Daniel Hopen se fue a entrenar a Cuba en técnicas
clandestinas de lucha insurreccional. Él era un gran defensor de la Revolución cubana, al
punto que sus compañeros lo llamaban “El Cubano”.
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Izquierda revolucionaria e “izquierda” de gelatina
RODRIGO H.: Estamos leyendo tu libro. Hubo algo que me llamó mucho la atención. En un
momento te refieres a la creación artificial de una “jabonosa y falsa izquierda”. Una
izquierda no revolucionaria. Una izquierda que no necesariamente es antiimperialista.
Todos aquí en Cuba sabemos que los que pretenden minar la hegemonía socialista de la
Revolución cubana intentan presentar unas izquierdas lights, unas izquierdas que están
dispuestas a negociar, a pactar, a dialogar, con sectores frente a los cuales tradicionalmente
la Revolución cubana, los revolucionarios y las revolucionarias cubanos, nunca han pactado
o nunca han negociado. ¿Qué opinas sobre esa creación artificial de esta falsa izquierda, de
esta izquierda jabonosa, de esta izquierda no revolucionaria que tú estás viendo en Cuba y
en América Latina?
NÉSTOR K.: Sí, yo hice incluso un video donde utilicé otra expresión: me referí a una
“izquierda” gelatinosa. Es una “izquierda” muy suavecita, que no molesta a nadie. En el
fondo es una “izquierda” con muchas comillas, con demasiadas comillas.
Pienso que es un proceso que no sólo se intentó fabricar en Cuba. También se hizo en
varios otros países y latitudes. Tanto en el libro como en una entrevista que me hizo el
compañero Rodolfo, de la revista Contexto latinoamericano, así como también en un video
que armé sobre este tema, traté de recomendar un libro maravilloso que leí hace muchos
años. Se titula La CIA y la Guerra Fría cultural ([2001] Madrid, Debate). Su autora es una
investigadora de Inglaterra, Frances Stonor Saunders. Creo que proviene del mundo de las
letras, de la literatura. ¡Una obra formidable! Hace unos veinte años se publicó en Cuba con
el prólogo de Ricardo Alarcón ([2003] La Habana, Ciencias Sociales). Además se consigue
en internet. Si uno pone en un buscador “La CIA y la Guerra Fría cultural en pdf”, se
puede descargar el libro gratis. Existe además otra compañera, argentina, María Eugenia
Mudrovcic, que publicó el libro «Mundo Nuevo»: Cultura y guerra fría en la década del 60
([1997] Rosario, Beatriz Viterbo Editora). Ambas han hecho investigaciones rigurosas. El
más famoso es el libro de Stonor Saunders porque estudia principalmente del caso europeo.
Allí aparecen nombres célebres como Sartre, Simone de Beauvoir. Y entonces nos
enteramos que la CIA los tenía como enemigos a muerte porque defendían a Cuba, así
como defendían a Argelia y toda la lucha del Tercer Mundo. Stonors Saunders describe los
mecanismos que utilizaba la inteligencia norteamericana para contrarrestar todos los
proyectos revolucionarios. Uno de esos procedimientos consistía en reclutar gente…, ¿con
qué mecanismos? Fundamentalmente con mucho dinero. Por eso el título original en inglés
es ¿Quién paga la cuenta? Ella pregunta con mucha ironía: se hacían eventos en hoteles
cinco estrellas con una comida formidable, viajes en barcos lujosos, vacaciones en lugares
exclusivos, y estos intelectuales nunca preguntaban… ¿quién paga la cuenta? ¿quién pone
el dinero de todo ese lujo? El dinero lo aportaba la CIA. La autora lo demuestra porque
entrevistó a una cantidad abrumadora de ex-agentes ya retirados. Estos antiguos agentes se
envalentonaban, se hacían los bravucones, y contaban sus supuestas hazañas de cómo
habían creado diversas instituciones culturales aparentemente “progresistas”,
supuestamente “de izquierda” (varias comillas, por supuesto), para contrarrestar a la
izquierda revolucionaria que lucha por el socialismo. Porque si uno se presenta frente a la
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izquierda con un discurso de la extrema derecha, como es el de los gusanos de Miami,
bueno, creo que en general el común de la población, por lo menos hasta ahora fue así, lo
va a mirar con desconfianza. O si aparece un tipo que reivindica abiertamente a Adolfo
Hitler o que piensa que a la gente afrodescendiente hay que matarla, como hacen
habitualmente en los Estados Unidos (el último caso célebre fue cuando un policía le pone
una rodilla en el cuello a un ciudadano común por ser afrodescendiente y lo asesina
lentamente, a la vista de todo el mundo, para que la gente “aprenda” y por lo tanto
obedezca y no se rebele); cuando uno viene con ese discurso extremista de la
ultraderecha… es poco creíble. Ahora bien, si el que se acerca dice que es más o menos
“socialista”, que es más o menos “progresista”, que defiende la causa popular, entonces se
torna más creíble. En esos casos, los sectores populares y juveniles quizás le presten oídos
o lean más atentamente lo que escribe, porque… aparentemente quien formula y emite esos
discursos sería un integrante de nuestra familia. Esos mecanismos de crear e incentivar
supuestas “izquierdas” anticomunistas los ha empleado el imperialismo desde hace
décadas. Los dos libros complementarios, el de Stonors Saunders y el de Mudrovcic
(centrado en la CIA y América Latina), así lo demuestran.
El imperialismo, con mucha sutileza y no poca astucia, ha tratado de fabricar “izquierdas”
anticomunistas. A mi modesto entender una izquierda anticomunista no es izquierda. Sería
como afirmar: “Yo soy cristiano pero… escupo sobre Jesús”. Bueno, entonces… no eres
cristiano, ¿no es cierto? O sostener lo siguiente: “Yo defiendo al pueblo negro pero… estoy
en contra de Martin Luther King, detesto a Malcolm X, odio a Angela Davis, combato
contra Nelson Mandela”. ¡Curiosa defensa del pueblo negro! Y así de seguido…: “Yo
defiendo a los pueblos indígenas, a los pueblos originarios, pero… escupo sobre la
memoria de Tupak Amaru, y considero que Tupak Katari es simplemente un bribón y un
asesino”. Sería una defensa un tanto “rara” y demasiado “exótica”, ¿No es cierto?
En este caso, ¿puede haber una “izquierda” cuyo objetivo prioritario sea la lucha y la
confrontación contra la tradición comunista (en cualquiera de sus vertientes)? A mí me
parece una contradicción en los términos. Pero la historia nos ha demostrado que es un
proyecto vital y estratégico del imperialismo crear corrientes de opinión de este género.
Corrientes de opinión aparentemente “progresistas” que defienden un capitalismo verde (es
decir, un “ecologismo” pro capitalista); un capitalismo violeta (o sea, un “feminismo” que
defiende “el empoderamiento de las mujeres empresarias”); una socialdemocracia que
legitime los bombardeos de la OTAN y el Pentágono (pues, como se ha escrito por allí, “los
bombardeos de la OTAN salvan vidas”). Los capitalismos verdes, violetas y rosados o
amarillos…. son capitalismo. El imperialismo “con rostro humano” es un cuento más
infantil que el de los reyes magos.
El imperialismo cuenta con toda una serie de instituciones para-estatales (no tienen en la
frente el sello de la CIA ni de la Agencia Nacional de Seguridad, pero todo el mundo sabe
que son departamentos dependientes de esas instituciones) destinadas a drenar millonarias
sumas de dinero en tareas de contrainsurgencia para minar por dentro los proyectos
populares y revolucionarios.
En el caso cubano, el Estado norteamericano destina abiertamente parte de su presupuesto
ESTATAL (es decir… que no tiene absolutamente nada que ver con la famosa “sociedad
civil”) para crear, artificial e industrialmente, “laboratorios de ideas” (el solo nombre
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genera risa) de donde surjan, por fin, personajes que se vendan en el mercado de las
ideologías como una “izquierda no fidelista”, una “izquierda anticomunista”, una
“izquierda contra el Che Guevara y Fidel Castro”, etc. ¿Contra Fidel y el Che? Sí, no se
animan a formularlo abiertamente, pero subrepticiamente se esfuerzan por asociar a Fidel y
al Che con todo lo “maligno” y demoníaco, con algo “totalitario” y monstruoso, con
momias de museo que ya quedaron, supuestamente, en el pasado. ¿Cómo podríamos
renovarnos? ¡Pues abrazándonos, en nombre del “pluralismo”, con los gusanos de Miami!
Si “Cuba es de todo el mundo”, entonces me tengo que revolcar en el barro y en el lodo con
los terroristas que pusieron una bomba en un avión civil, con los que hicieron explotar
bombas en hoteles donde simples turistas fueron despedazados. ¡Habría, entonces, que
dejarles en la televisión, en la radio y en los periódicos un espacio a quienes promueven
una invasión y un bombardeo de Cuba por parte de las Fuerzas Armadas norteamericanas!
¿Te imaginas si alguien en Argentina me invitara a ir al cine y tomar un cafecito con
quienes torturaban y violaban mujeres embarazadas y les robaban sus bebés, o con quienes
aplicaron electricidad en los genitales a Daniel Hopen, a Raymundo Gleyzer, a Haroldo
Conti? ¡Por favor! Quien propusiera eso sería, sencillamente, un apologista del terrorismo
de Estado. Si en Cuba alguien está proponiendo eso mismo… ¿Cómo llamarlo? ¿Cómo
caracterizarlo? Que lo decida el pueblo cubano.
¿Entonces puede haber una supuesta “izquierda” que me llame al diálogo y al abrazo con
los terroristas de Miami? Disculpas, pero a mí me resulta como mínimo sospechoso.
Recuerdo que hace menos de un año (fines de 2020), en Miami propusieron reemplazar el
10 de diciembre como Día Universal de los Derechos Humanos por el “Día Universal de la
Lucha contra el Comunismo”. Eso no lo dijo Hitler hace ochenta años, pasó hace menos de
un año en Miami. Si alguien que se dice de izquierda me invita a abrazarme con esa gente a
mí me resulta bastante “raro”, ¿no es cierto?
Entonces esa supuesta “izquierda” (dejando provisoriamente de lado que trabajan en forma
asalariada de Estados Unidos y viven del dinero de la contrainsurgencia), tomando en
cuenta exclusivamente su ideología y su concepción del mundo, en el sentido de Gramsci,
me parece que es bastante poco izquierda. No sólo es parecida a la gelatina por la laxitud (y
el oportunismo) de sus orientaciones políticas y la escandalosa flexibilidad de sus
principios éticos, no sólo es jabonosa porque es resbaladiza. Si además pretende ser de
izquierda pero va contra el comunismo y todo lo que esté asociado al socialismo y al
comunismo lo visualizan como mala palabra; todo lo que tenga una referencia cercana a
Fidel Castro lo califican automáticamente como algo maligno y “totalitario”, y por lo
tanto… idealizan la Cuba previa a 1959, bueno, esa supuesta “izquierda” para mí no tiene
ni siquiera rastros o sombras de izquierda. Una izquierda genuina no se puede abrazar con
la ultraderecha, si no, no es izquierda. No hay que aspirar al Premio Nobel para
comprenderlo y darse cuenta.
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El pluralismo inclusivo de la Revolución cubana
RODRIGO H.: En Cuba hemos debatido mucho sobre todo este espectro grande que tiene la
izquierda, y qué significa ser revolucionario, revolucionaria; qué significa en Cuba ser
comunista. Obviamente hay diversidad: la sociedad cubana es heterogénea, y dentro de la
izquierda, por supuesto, hay matices.
Pero cuando tú hablabas de esto, de la izquierda gelatinosa, pensamos en Fernando
Martínez. Jaime lo escribió en el chat. Allí Fernando Martínez dice: “Yo digo muy
claramente, no hay nada intermedio, creer que hay algo intermedio es confusión, se trata
de capitalismo o de socialismo”. Creo que ese es un debate muy interesante que se está
dando sobre todo entre la juventud en Cuba. Esta izquierda gelatinosa puede ser
atractiva…, se vende en las redes sociales…, hay intelectuales cubanos y cubanas que de
alguna manera están tratando de venderse como izquierda. Por ejemplo, La Joven Cuba.
Quizás tú conozcas esa plataforma digital. Nosotros aquí le decimos La Vieja Cuba. Se
disfrazan de izquierda, hablan de socialismo, pero cuando tú realmente lees entre líneas lo
que allí se puede ver es una socialdemocracia, quizás una posición republicana. Para el
futuro de Cuba algunos de ellos hablan de un multipartidismo, de crear mecanismos de
democracia burguesa. Y con esto quiero pasar al tema de la disidencia.
Tú en el libro haces referencia a una disidencia que posa de socialdemócrata, de
republicana, de manera algo tramposa, ¿no es cierto? Quienes quieren destruir el proceso
revolucionario en Cuba nos están tendiendo trampas. Sobre todo en algunos líderes
recientes, jóvenes… En un momento quiero darle la palabra a Barbarroja, quien ha seguido
mucho el caso de Yunior García. Ayer [21/9/2021] justamente Yunior García Aguilera hace
una solicitud para pedir permiso y realizar una marcha no solamente aquí en La Habana,
sino creo que en todo el país.
Háblanos un poquito de esa parte del libro en que tú te refieres a la disidencia cubana, y
qué trampas nos pueden traer los disfraces de esta disidencia cubana, que no es la
disidencia recalcitrante que hemos visto de los terroristas de Miami, sino una disidencia
mucho más soft. Cuéntanos un poquito sobre eso.
NÉSTOR K.: ¿Puede haber matices en la izquierda? ¡Por supuesto que sí! Recuerda que yo
soy argentino… En Argentina circulan frases un tanto irónicas en el campo popular y
revolucionario, con las cuales nos reímos de nosotros mismos (algo que jamás puede hacer
la derecha a nivel mundial, y en el caso cubano, los gusanos jamás tienen humor con su
propio campo). Una de ellas dice: “Todo izquierdista se divide por dos” [risas]. En
Argentina hay infinidad de grupos de izquierda…, estamos muy habituados a los matices.
No sólo “puede”, de hecho hay pluralismo dentro de la izquierda, por supuesto, y está muy
bien que lo haya. No es un fenómeno exclusivo de Argentina.
Cuando yo fui a Cuba por primera vez y conocí a Fernando Martínez Heredia le hice esa
entrevista titulada “Cuba y el pensamiento crítico” (se puede conseguir y leer en internet la
entrevista). Fernando fue muy claro. Dentro mismo de la historia de la Revolución cubana
ha habido matices, han existido corrientes diferentes. Me animaría a decir que desde los
inicios de la Revolución cubana, triunfante en 1959, el proceso social y político
revolucionario se nutrió de corrientes diferentes.
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La Revolución cubana es una Revolución pluralista desde su mismo nacimiento. Desde el
mismo hecho que nunca hubo una sola corriente. Existía el Movimiento 26 de Julio, que ya
de por sí tenía un montón de matices internos y de polémicas internas, ¿no es cierto?.
Discutían los de la Sierra y el llano, los urbanos y los rurales. Y al interior de estos campos
también existían discusiones, polémicas, cartas que hoy conocemos (Recuerdo una
discusión interesantísima entre Armando Hart Dávalos y el Che Guevara, por carta, debate
que en su momento me mostró Armando Hart, amigo, compañero y admirador del Che y de
Fidel). Existía también el Directorio Revolucionario. También participaba el antiguo
Partido Socialista Popular, que era muy anterior al liderazgo de Fidel. Algunos tenían
origen cristiano, otros tenían orientación marxista, también participaban corrientes
vinculadas al nacionalismo popular y revolucionario, otra gente que provenía de religiones
afrodescendientes. Todos ellos y ellas convergieron en un proceso de unificación.
Uno de los elementos de discusión fuerte y actual sobre Cuba es: ¿cómo que hay un
partido único? ¡Pues entonces habría algo así como “una dictadura totalitaria”! ¿Será
cierto? Me parece que los que afirman con mucha liviandad eso desconocen lisa y
llanamente el proceso histórico a partir del cual se llega a conformar lo que se conoce
posteriormente como Partido Comunista. Esta organización no se conformó desde el inicio.
Al comienzo se llamó ORI, Organizaciones Revolucionarias Integradas, con la letra “s”, en
plural. ¿Se entiende? Existían varias organizaciones, diferentes, no sólo con matices sino
incluso con tradiciones distintas. ¿Por qué se llamaron “integradas”? Pues porque lograron
articularse, no sin tironeos, polémicas ni problemas. Recuerdo que Fidel criticó mucho el
sectarismo de un grupito que le costaba mucho integrarse con otras corrientes. Pero
lograron poner en común lo que compartían y dejaron de lado lo que las enfrentaba. Luego
ese agrupamiento diverso adoptó otro nombre: el Partido Unido de la Revolución Socialista
de Cuba, es decir, un Partido que trató de poner en común los elementos de unidad
siguiendo las enseñanzas de Martí. No el “Martí” caricaturesco y bizarro de la tragicómica
“Radio Martí” de La Florida; sino José Martí, la figura histórica real que escribió Nuestra
América y organizó el núcleo principal del partido de la independencia de Cuba, frente al
colonialismo español y frente al imperialismo yanqui. Entonces el Partido Unido de la
Revolución Socialista de Cuba agrupó vertientes distintas, corrientes diversas, incluso con
periódicos diferentes. Muchas polémicas, discusiones, debates. Quien quiera hablar,
escribir u opinar sobre la revolución cubana se tiene que tomar, sí o sí, el trabajo de conocer
ese proceso. Finalmente, si no recuerdo mal, como seis años después de triunfar, recién allí
se nombran como comunistas. Tardaron más de un lustro, habiendo ya triunfado, habiendo
derrotado a la policía, a los torturadores y al ejército de la dictadura; habiendo derrotado
una invasión mercenaria preparada por el imperialismo de Estados Unidos; habiendo
superado una crisis nuclear que casi hace volar hacia el universo al planeta entero; recién
después de todo ese proceso, adoptan la decisión de conformar una organización unitaria
con el nombre “comunista”.
Yo no soy cubano. Hablo y escribo humildemente, desde afuera de la pequeña isla. No
desde Miami (nave madre de la gusanería y el pulpo de muchos brazos, cabezas y máscaras
de la contrainsurgencia, financiada 100%, en todas sus vertientes, por el complejo militar-
industrial del Estado yanqui), ni desde Madrid (donde algunos intelectuales de la
socialdemocracia de la OTAN pretenden “dar cátedra” al pueblo de Cuba), ni desde Berlín
11
(desde donde las fundaciones alemanas financian con enorme cantidad de euros ONG’s
anticomunistas y macartistas); sino desde Argentina, un país latinoamericano y “sudaca”,
del Sur Global. Lo que afirmo está basado en lo que investigué durante muchos años, en los
libros que he leído (y escrito), en infinidad de entrevistas que realicé a mucha gente. Y,
además, en el honor que he tenido de haber podido conocer, dialogar y conversar
personalmente sobre estos temas con Fidel Castro.
Entonces, según mi modesta opinión, en Cuba no había ni hay un solo Partido autocrático.
Una “dictadura totalitaria” de un loquito suelto, un “déspota” caprichoso y delirante, típico
de las películas macartistas a las que nos tiene acostumbrados el sistema de propaganda de
Hollywood. No, en realidad, la historia cubana es muy diferente a esas caricaturas de la
guerra fría y las operaciones de guerra psicológica. El Partido Comunista que nace seis
años después de haber triunfado, luego de una guerra revolucionaria de masas y una lucha
democrática contra la dictadura militar apoyada por Estados Unidos, es una organización
popular y un partido-síntesis. ¿Por qué “síntesis”? Pues porque logra articular corrientes
diversas, diferentes, plurales, que no sólo tienen matices sino incluso opiniones y creencias
muy diferentes en cuanto a la historia nacional, a la historia de América Latina, a la manera
de entender la cultura revolucionaria, el modo de interpretar el marxismo, etc. Corrientes,
tendencias y vertientes que logran unificarse. Ustedes en Cuba tuvieron “la suerte” (en
realidad no es “suerte” sino un logro político y un gesto de lucidez estratégica) que no
tuvimos nosotros, en el Sur de Nuestra América. Pues en muchos países y sociedades de
Nuestra América no hemos podido articularnos y unir nuestras diferentes rebeldías. Por eso
el imperialismo y sus peones locales nos derrotaron y nos “pasaron por arriba”, nos
aniquilaron como fuerza política.
En cambio, en Cuba existió un liderazgo encabezado por Fidel, que logró extraer de cada
corriente lo mejor…, acercarlas… Convengamos en que Fidel no es Dios y nunca pretendió
serlo. Por eso, al partir de la vida terrenal, no dejó monumentos grandilocuentes o edificios,
avenidas y ciudades con su nombre, como hicieron otros líderes lejanos.
Fidel tuvo una estatura política impresionante, ¿verdad? No hace falta que yo se los
explique a ustedes, que saben mucho más de esto que nosotros. Pero recordemos, para la
gente más joven, que Fidel logró influir, convencer y persuadir para dejar a un lado muchas
mezquindades (que siempre aparecen en los procesos políticos, porque los seres humanos
somos seres imperfectos, sino seríamos “ángeles”). Se puso por encima incluso de quienes
lo habían criticado duramente. Algunas de estas corrientes lo habían cuestionado de modo
ácido cuando intenta tomar por asalto, con sus compañeros y compañeras, el Cuartel
Moncada… Yo se lo pregunté personalmente a Fidel. No me “guardé” nada. Le hice
algunas preguntas incómodas porque quería (y quiero) saber la verdad. Me contestó
pausadamente, con mucha altura y enorme sabiduría. Fidel trató de dejar a un costado todo
lo que dividía y en lugar de quedarse fijado y obsesionado con las mezquindades (como
suele pasar habitualmente), logra rescatar lo mejor y más valioso de cada corriente. De allí
que haya podido aglutinar y articular las diversidades, agrupando a todos y todas quienes
ayudaron en la lucha popular. Desde los que fueron la vanguardia hasta los que
acompañaron sin ser de la vanguardia. Fidel trató de unir a todo el mundo que compartía un
cambio de fondo en la Cuba neocolonial sabiendo que en el campo revolucionario existían
muchos matices distintos. Y no sólo matices. Existía una pluralidad desde su misma
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gestación en la conformación del proceso revolucionario. Fidel y toda la dirección política
que lo acompañó en esa difícil tarea, con mucha paciencia y enfrentando diversos
sectarismos (por un lado los estalinistas rabiosos, por el otro lado los anticomunistas
fanáticos, etc.) lograron conformar una organización unificada.
Por eso, ante estos debates (que siguen siendo actuales), en lugar de hacer un fetiche
artificial del “Partido único en Cuba”, a mí me gusta mucho más reflexionar y constatar que
en Cuba de lo que se trata es de un Partido que se conforma desde la articulación y la
unificación como un Partido-síntesis. Porque eso es lo que ha sucedido en la historia
terrenal y mundana. La “historia empírica”, como dirían quienes se dedican
profesionalmente a la historia y a estudiar los procesos sociales y políticos.
La articulación de corrientes culturales y políticas distintas y diferentes que logran
acercarse y vincularse hasta converger en una organización unificada (para enojo y rabia
del imperialismo que siempre, toda la vida, nos quiere dividir, fragmentar y enfrentar a
unos con otros… Incluso han creado una ideología llamada posmodernismo –nacida
inicialmente en Francia como producto de una derrota popular de la izquierda; adoptada,
reciclada y difundida luego desde los núcleos duros y más conservadores de la Academia
de Estados Unidos- que hace el culto del fragmento y predica tramposamente la dispersión
y fragmentación del campo popular como “el mejor de los mundos posibles”). Al
imperialismo le encantaría que en Cuba esa organización popular que encabezó Fidel se
dividiera y fragmentara, estallando en 25 guetos disgregados, inconexos y enfrentados entre
sí (con los discursos más coloridos y estrafalarios posibles; cuanto más “novedosos”
suenen, mejor, pues así lograrían mayor seducción y penetración en las franjas sociales,
territoriales y generacionales menos politizadas).
¿Para alimentar “el pluralismo” y “ampliar derechos”? ¡De ninguna manera! ¡Obviamente
que no! ¡Todo lo contrario! El objetivo real de esa prédica es absolutamente inverso: la
división, la dispersión y la fragmentación del tejido social y político cubano permitiría que
ellos entraran a dominar en Cuba como un cuchillo en la mantequilla. Esa fragmentación
política y la ruptura de la unificación de las organizaciones sociales cubanas, trituradas y
molidas en un centenar de ONG’s, garantizarían que la burguesía lumpen, mafiosa y gusana
de La Florida y sus amos imperiales recuperen con enorme revanchismo sus antiguas
empresas y retomen, por fin, el timón del barco, restaurando y reinstalando el capitalismo
neocolonial en la mayor de las Antillas sin nadie enfrente con la suficiente fuerza política ni
cohesión social para oponérseles. ¿Se entiende? Por eso invierten tanta plata, tando dinero,
en fabricar artificialmente un archipiélago de infinitos fragmentos dispersos (mediante
ONG’s cocinadas y producidas en serie como chorizos, blogs de internet “de izquierda”
[miles de comillas] variopintas, pero invariablemente anticomunistas, asociaciones
aparentemente “civiles” [no financiadas por el Estado cubano, por supuesto, sino por… el
Estado norteamericano o el Estado alemán, etc.), aprovechando toda ocasión para
demonizar y satanizar la unidad del campo popular y revolucionario. Todo lo que suene o
huela a socialismo, comunismo y unidad popular, los títeres rentados y las becarias
asalariadas del imperialismo lo demonizan y lo pintan automáticamente como un
“monstruo” de las películas de terror (un «Leviatán» barroco, absolutista y atemorizante).
Todo lo que tenga que ver con el Estado cubano sería, por definición axiomática,
“malísimo”… desde ya. Sin embargo, si el dinero y el financiamiento de esas instituciones
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proviene de otro Estado que no sea el cubano, es recibido con los brazos abiertos, las
pupilas dilatadas y la mandíbula caída. Dividir entonces y astillar al máximo al campo
revolucionario es el gran negocio y la estrategia principal del imperialismo. En Argentina y
en muchísimos otros países dependientes, sometidos al “Gran Vigía de Occidente”, hemos
padecido esa estrategia contrarrevolucionaria desde hace décadas. Por eso conocemos sus
estafas, sus mañas y sus artilugios con lujo de detalles.
Ahora bien. Si en su historia de varias décadas (con el nombre de comunista y bajo el
liderazgo político de Fidel) el partido cubano resultó ser un Partido-síntesis, ¿cómo
imaginar, pensar y planificar el futuro? Yo no soy quien para enviar recomendaciones,
sugerencias y menos que nada, recetas. El viejo historiador marxista argentino, el profesor
Rodolfo Puiggrós (ex rector de la Universidad de Buenos Aires-UBA y además dirigente de
una de las principales insurgencias político-militares de Argentina, a quien le asesinaron un
hijo bajo la dictadura genocida del general Videla… un hombre que falleció, dicho sea de
paso, en la Habana…) alguna vez escribió algo formidable. Dijo Puiggrós: como los
argentinos no hemos podido tomar el poder en nuestro propio país y hacer nuestra propia
revolución socialista, vamos por el mundo inspeccionando revoluciones ajenas.
Obviamente lo expresó con su típica ironía argentina. Y se refería específicamente a
algunas corrientes que viven criticando otras revoluciones pero en Argentina jamás se han
lanzado seriamente a la lucha por el poder. Para mí aquella advertencia del profesor
Puiggrós me resulta iluminadora. No obstante, como siento a la revolución cubana desde el
corazón y además la considero una columna fundamental de la Resistencia de la Patria
Grande frente al imperialismo, comparto simplemente algunas opiniones. No escondo ni
disfrazo mi punto de partida. Lo hago explícito porque siento orgullo de defender la causa
mundial de los humildes y lo que una famosa canción denomina “los condenados de la
Tierra”. Hablo, escribo y opino desde la solidaridad internacionalista, desde la Argentina
“sudaca”, latinoamericana y tercermundista. Sin visa norteamericana en el bolsillo ni
financiamiento de ninguna ONG “altruísta y desinteresada”. Como a Daniel Hopen o
Haroldo Conti a mí nadie me escribe “el libreto”.
¿Cómo renovar la hegemonía socialista de la revolución cubana, ahora que, físicamente, ya
no está Fidel entre nosotros y nosotras? Pues recreando su ejemplo y su lucidez política. Es
decir, uniendo las diversas expresiones del campo popular cubano, articulando en un mismo
haz multicolor todas las expresiones culturales que comparten el antiimperialismo, que
aunque tengan opiniones diferentes frente a algunos temas, comparten la necesidad de
persistir en la autodeterminación nacional y popular de Cuba como país soberano,
independiente del imperialismo y como sociedad que intenta resistir con un proyecto de
justicia social en medio de una crisis capitalista de dimensiones mundiales (más aguda
todavía que las crisis de 1929, 1974 y 2008). La renovación de la hegemonía socialista
cubana necesariamente debe integrar, articular e incluir a la inmensa mayoría del pueblo
cubano. No sólo al núcleo marxista radical, militante, convencido de la lucha por el
socialismo y el comunismo hasta las últimas consecuencias. También a vertientes,
corrientes y tradiciones que quizás no conozcan El Capital de Marx ni hayan estudiado las
Obras Completas de Lenin, pero coinciden y desean la independencia de Cuba y anhelan
un futuro más justo y solidario para la humanidad. Hay que esforzarse por seguir uniendo,
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acercando, tejiendo nuevas redes (una y otra vez, sin cansarse nunca), articulando las
diversidades, apuntando siempre a la síntesis integradora e inclusiva.
¿Incluyendo a todo el mundo? En mi modesta opinión, no; definitivamente, no. ¡No a todo
el mundo! La pequeña y microscópica minoría que vive del dinero sucio del imperialismo
(insisto para que no haya confusiones: no de la ayuda generosa de la tía, de la solidaridad
del primo o las remesas de un hermano, sino quienes reproducen su vida a partir del salario
que reciben de instituciones contrainsurgentes y contrarrevolucionarias), esa minoría no
puede ser incluida. No podemos ser amigos ni amigas de todo el mundo. Ya lo escribió
Sigmund Freud: “quien ama a todos, no ama a nadie”. La unidad inclusiva de la Revolución
cubana, integradora y articuladora, la nueva síntesis que recree y reconstruya la hegemonía
socialista debe ser lo más amplia posible, pero teniendo en claro una línea de demarcación
que no se puede violentar ni cruzar. Quien trabaje para el imperialismo (tenga la careta que
tenga, abiertamente terrorista o “amable, perfumada y educada”) y elabore “laboratorios de
ideas” para derrocar la revolución cubana… no es un amigo. No es una compañera. No
integra nuestra “familia”. Forma parte del ENEMIGO. Si no se tiene en claro esa línea de
demarcación, a veces muy delgada y compleja (porque quizás se trate de alguien conocido,
un vecino, una antigua amiga, un viejo compañero que cruzó el charco y se pasó al bando
contrario), estamos perdidos. La unidad revolucionaria, como nos enseñó Fidel, debe
incluir a todos y todas… los que no están contra la revolución. Si alguien no es
revolucionario, le importa poca cosa la defensa del mundo indígena en Nuestra América o
no siente la mínima sensibilidad frente a la explotación y humillación de los pueblos
africanos, pero no trabaja directamente al servicio del imperialismo ni se pone a disposición
de la contrainsurgencia, no se convierte automáticamente en un ENEMIGO. Hay gente que
quizás hoy no siente simpatías bien definidas ni efusivas por la tradición de lucha
revolucionaria mundial, pero tal vez en el futuro pueda cambiar de opinión. No hay que
“regalar” ni empujar esa gente a la mafia terrorista de Miami. Una política inteligente y
lúcida debe esforzarse por tratar de persuadir, convencer, atraer a quienes no están
convencidos 100%. ¡Recordemos que ni siquiera Marx nació comunista! En su primera
juventud sentía distancia y hasta desconfianza frente al comunismo de su joven amigo
Engels. Tampoco Ernesto Guevara era un militante revolucionario desde la escuela
secundaria. La gente puede cambiar. Y tenemos que tener una política cultural que aliente e
incentive los valores solidarios, la generosidad, la amistad, la lealtad, el altruismo; que
combata el egoísmo, el individualismo y el consumismo que nos pretenden vender desde el
“american way of life”. Ahora bien. Quien se puso al servicio del imperialismo en lo
ideológico e incluso reproduce su vida cotidiana con dineros sucios de la contrainsurgencia,
necesariamente queda fuera de “la familia” revolucionaria. Quien elija trabajar al servicio
de la contrarrevolución, en mi modesta opinión, es parte del enemigo. Como mínimo, hay
que cuestionarlo, discutirle, responderle, no dejarle pasar nada. No podemos confiar en el
imperialismo… “pero ni un tantico así”, advirtió alguien por allí, ¿no es cierto? Frente al
enemigo hay que polemizar, hay que responder, hay que confrontar. ¡Sin ningún complejo
de inferioridad! ¡Sin vergüenza alguna! Con el orgullo de nuestra historia, con la memoria
de todas las generaciones heroicas que nos antecedieron y que dieron su vida por un mundo
mejor.
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Pasando a la otra parte de tu pregunta. Mencionaste ese blog, ese sitio en internet, La Joven
Cuba. No lo he leído mucho y te confieso que no me interesa detenerme allí. Porque lo
poquito que leí era de bajísima calidad. No me interesa perder el tiempo leyendo pasquines
de ese tipo. Pero sí he leído una declaración en el Facebook de la directora o la
subdirectora, porque creo que el director de ese blog está en Washington, ¿no?, si no
recuerdo mal.
RODRIGO H.: Está becado en Nueva York. Se llama Harold Cárdenas. Tiene una
coordinadora editorial que es de Matanzas, Alina Bárbara.
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declaraciones del gobierno cubano había un conocimiento al detalle de la teoría marxista
del imperialismo, al punto que adelantan muchos puntos de la posterior teoría marxista de
la dependencia de Ruy Mauro Marini), que estudiaron juntos El Capital coordinados por el
profesor Anastasio Mansilla… (se sabe que Fidel compartió con el Che el primer
seminario, y el segundo seminario Guevara lo compartió con Orlando Borrego y Enrique
Oltusky, entre tantos otros… [he entrevistado por escrito y en forma filmada a Orlando
Borrego y la lista de textos marxistas de nivel mundial estudiados en dichos seminarios es
inabarcable]).
A pesar de todo eso y muchísimo más que se podría argumentar, uno viene a enterarse
nada menos que por este pasquín de ignorantes autobautizado La Joven Cuba, dirigido
desde Estados Unidos, que el partido cubano “jamás fue marxista”.
Con todo lo que existe para estudiar…, con la cantidad enorme de obras que todavía
tenemos que leer…, ¿vale la pena perder el tiempo con semejantes chapucerías? Cada
persona decidirá. Yo no pierdo el tiempo leyendo charlatanes y ventrílocuos del
imperialismo. Porque se puede estar de acuerdo o no con las posiciones del partido cubano,
pero luego de sesenta años de proceso revolucionario y con la cantidad enorme de
polémicas teóricas y políticas que ha habido, ¿se puede escribir con tanta banalidad
semejante disparate? ¿La Joven Cuba tiene “el marxómetro” en el bolsillo? Me genera
mucha risa. ¡Por favor! Ni el estalinista más burro de los manuales soviéticos se animaría a
escribir semejantes disparates. Por eso te contesto que hay que dar la batalla ideológica y
luchar por recrear la hegemonía socialista, pero tampoco perder tiempo con gente tan poco
seria. Un estudiante mediocre de la escuela secundaria, de esos que se copian en los
exámenes, tendría más nivel.
RODRIGO H.: Sin dudas lo de La Vieja Cuba o lo de La Joven Cuba es un tema que hemos
debatido bastante en La Manigua y hemos conversado mucho de eso, porque realmente a
nosotros también nos sorprende cómo esta gente se llama de “izquierda”, habla de
“socialismo”, y tiene un discurso que es totalmente incoherente con respecto a eso.
La pregunta apuntaba a esa trampa de presentarse como socialdemócratas. Tú hablas en el
libro de que se presentan como republicanos. ¿Cuál sería la trampa de esta gente, de estos
“disidentes”, que ya no son, digamos, los recalcitrantes, o al menos no se muestran como
los más extremistas, sino que son los que hablan de “diálogo”, los que hablan de
“democracia”, de “derechos humanos”, incluso hay algunos que están dispuestos a
reconocer la Constitución cubana y funcionar dentro de la legalidad revolucionaria. Nuestra
pregunta va por ese lado.
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Existe una enorme bibliografía y varias bibliotecas sobre la triste historia de la
socialdemocracia. Yo creo que la socialdemocracia tiene una historia nefasta. Desconozco
hasta qué punto es popularmente conocida en Cuba, más allá de algunos profesores o
profesoras y del mundillo universitario.
No tengo aquí tiempo ni espacio para ir a los detalles (que analicé en algunos trabajos, con
extensas citas de los escritos originales).
El término “socialdemócrata” fue cambiando históricamente de significado. Hasta la
primera guerra mundial (1914-1918), bajo ese rótulo convivían desde las corrientes
reformistas, profundamente eurocéntricas y occidentalistas, incluso directamente
colonialistas (como las expresadas por los alemanes Eduard Bernstein, August Bebel y
Friedrich Ebert; el holandés Hendrikus Hubertus (Henri) Van Kol y el belga Emile
Vandervelde) hasta las vertientes radicales, revolucionarias y profundamente
antiimperialistas, donde militaban principalmente Rosa Luxemburgo y Vladimir I. Lenin.
Ambas corrientes (la reformista y la revolucionaria) se separan abruptamente y se enfrentan
cuando la primera vertiente apoya la política imperialista votando a favor de los créditos
estatales para la guerra de rapiña y de conquista en disputa por mercados y colonias, a
inicios de la “carnicería” de vidas humanas que significó la Primera Guerra Mundial.
Votación a favor de aquellos créditos guerreristas que implicaba una complicidad patética y
un apoyo descarado al imperialismo que hoy está fuera de discusión para cualquier
historiografía seria. (Esa ruptura modificará definitivamente el significado de los términos,
dividiendo las aguas a nivel mundial entre la Segunda Internacional, de allí en más
conocida como Socialdemócrata y la futura Tercera Internacional, denominada por Lenin –
su fundador- Internacional Comunista. La actual [2021] Internacional Socialista [IS] recoge
la herencia de la Segunda internacional).
La primera vertiente, que terminó asumiendo de manera exclusiva la denominación
“socialdemócrata”, no sólo era moderada y reformista. Era escandalosamente racista y
colonialista. He realizado en algunos trabajos el ejercicio de citar pasajes de obras de estos
socialdemócratas sin aclarar inicialmente su autor y parecen textos escritos por… Adolf
Hitler. ¡Así de escandalosas eran sus posiciones políticas y culturales, hoy “olvidadas”!
Actualmente [2021], con el dinero de la Friedrich-Ebert-Stiftung [Fundación Friedrich
Ebert] que promociona la revista socialdemócrata Nueva Sociedad; se pretende vender en
Cuba que la socialdemocracia es sinónimo de “pluralismo”, “ampliación de derechos”,
“respeto a las diferencias” y muchos otros señuelos absolutamente tramposos. Anzuelos
envenenados para gente desinformada. Trampas para incautos. Pero quien realmente haya
estudiado con seriedad y rigurosidad este tema y no sea ni una becaria de esa institución ni
un mercenario a sueldo, sabe perfectamente que Friedrich Ebert (en su momento presidente
de Alemania; una de las principales cabezas políticas de la socialdemocracia) y todos sus
compinches eran escandalosamente racistas, supremacistas, etnocéntricos, apologistas
descarados de la dominación occidentalista y del imperialismo.
Entre aquellos socialistas de palabra, colonialistas de hecho, el más sorprendente es, sin
duda, Eduard Bernstein. Desde las páginas de la prestigiosa e influyente revista teórica del
Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) Die Neue Zeit [La nueva era], cabeza de la
Segunda Internacional, en su artículo “La socialdemocracia alemana y los disturbios
turcos” [1896-1897], Bernstein escribió: “Los pueblos enemigos de la civilización e
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incapaces de acceder a mayores niveles de cultura, no poseen ningún derecho a solicitar
nuestras simpatías cuando se alzan en contra de la civilización […] Vamos a enjuiciar y
combatir ciertos métodos mediante los cuales se sojuzga a los salvajes, pero no
cuestionamos ni nos oponemos a que éstos sean sometidos y que se haga valer ante ellos el
derecho de la civilización” (Mármora, Leopoldo [comp.] (1978): La Segunda Internacional
y el problema nacional y colonial [Antología]. México, Siglo XXI. Tomo I: pág.10).
¿Tal vez un artículo desafortunado? Lamentablemente no es el caso. En su obra magna, la
más célebre y difundida, titulada Las premisas del socialismo y las tareas de la
socialdemocracia, Bernstein continuaba por el mismo triste derrotero, al afirmar: “No
quiero ver a los nativos de África o de cualquier otro continente explotados o degollados, y
tampoco estoy de acuerdo con que se les impongan modos de vida para los que su clima no
es apropiado. Sí he señalado, y lo mantengo, el derecho de la civilización más elevada
sobre la inferior” (Bernstein, Eduard [1899] (1982): Las premisas del socialismo y las
tareas de la socialdemocracia. México, Siglo XXI. pág. 57-58). En esa misma obra
afirmaba, sin ruborizarse, que: “no hay ninguna razón para condenar el hecho de la
obtención de colonias como algo desde un principio reprobable” (Mármora, L. (1978).
Obra citada. T. I: pág.11). Bernstein sinceramente imaginaba que: “La ocupación de países
tropicales por europeos no necesariamente tiene que traer aparejados prejuicios para los
nativos” (Mármora, L. (1978). Obra citada. T. I: pág.12).
A los “nativos” de Asia, África y América, Eduard Bernstein, paladín y principal guía
intelectual de la socialdemocracia mundial, también los llamaba, sin tapujos ni eufemismos
políticamente correctos, simplemente… “salvajes” (sic). Lamentablemente Bernstein no fue
el único en tropezarse pergeñando esas justificaciones etnocéntricas y bochornosas
apologías del colonialismo imperialista, tratando de fundamentar la presunta supremacía
blanca por sobre los pueblos mestizos (de origen árabe) de Marruecos, los “indios” de
Estados Unidos, los hindúes bajo dominación británica, los pueblos negros de África del
Sur sometidos al racismo y la dominación de colonialistas ingleses y holandeses y muchos
otros pueblos coloniales, invariablemente clasificados como “primitivos” e “incivilizados”
(Bernstein, E. [1899] (1982): Obra citada. pág. 60-66 y 75-76).
El ya mencionado socialdemócrata holandés Van Kol, ingeniero rico y acaudalado, se
asumía como “un experto” socialista de la Segunda Internacional en temas específicamente
coloniales por sus actividades comerciales en la colonia de la Isla de Java de las Indias
Orientales holandesas. Quizás por eso, en 1904 Van Kol opinaba que: “Colonias hay y
habrá durante muchos siglos todavía […] En la mayoría de los casos, no se podrá
renunciar a las antiguas colonias porque éstas no resultan capaces de autogobernarse […]
Abandonar totalmente al niño débil e ignorante, que no puede prescindir de nuestra ayuda,
equivaldría a hacerlo víctima de una explotación sin barreras o entregarlo a otros
dominadores […] En las colonias, la socialdemocracia tendrá que apoyar a los débiles,
instruir a los no desarrollados y educar al niño que nos confiaron para convertirlo en un
hombre fuerte que ya no necesite de nuestra ayuda” (Mármora, L. (1978). Obra citada. T. I:
pág.13-14).
En el congreso de la Segunda Internacional de 1907, desarrollado en Stuttgart (Alemania),
las posiciones que declaraban “no repudiar ni en principio ni para siempre toda forma de
colonialismo, el cual, bajo un sistema socialista, podría cumplir una misión civilizadora”
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ganaron la adhesión de… ¡casi la mitad de la Internacional: 108 votos a favor, frente a 127
en contra!... una diferencia apenas ínfima (Marmora, L. (1978). Obra citada. T.I: pág.14-
15).
Haciendo una reseña de aquel congreso, el supuesto “autoritario” Lenin, hoy vituperado y
despreciado por la Fundación Ebert y otras resbaladizas fundaciones de la socialdemocracia
que defienden al imperialismo, escribió un texto demoledor, impugnando de raíz ese
colonialismo socialdemócrata, etnocéntrico y supremacista. En ese texto, Lenin formula
dos hipótesis que se volverán centrales varias décadas más tarde. En primer lugar, sostiene
que el trabajo indígena de los pueblos coloniales “mantiene a toda la sociedad”, no sólo a la
colonial sino también a la metrópoli imperialista. En segundo lugar, formula en términos
conceptuales (sin usar la palabra exacta, pero sí describiendo sus determinaciones
fundamentales) la categoría de “superexplotación”, central en la teoría marxista de la
dependencia y del imperialismo, como han demostrado desde el sociólogo brasileño Ruy
Mauro Marini hasta los economistas ingleses John Smith y Andy Higginbottom (Lenin,
Vladimir I. [1907] “El congreso socialista internacional de Stuttgart”. En Lenin, V. I. 1960
Obras Completas. Buenos Aires, Cartago. Tomo 13: pág.70-71).
No muy diferente a Hendrick Van Kohl opinaba August Bebel (jefe del Partido
Socialdemócrata Alemán antes de Ebert), quien creía que obraba en nombre de la justicia
cuando reclamaba la explotación imperialista “igualitaria” de las colonias. Por ejemplo, en
el Congreso de Jena del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) de 1911, Bebel sostiene
sobre Marruecos lo siguiente: “Hay algo que creo deber postular en primera línea:
nosotros, socialdemócratas, debemos oponernos a la política de Marruecos si no se hace
en las mismas condiciones en que la hacen los otros estados, o sea, debemos sostener el
derecho de todos los estados a defender sus intereses en Marruecos en completa igualdad,
sin que ninguno utilice su posición para desplazar a los demás, como se le reprocha —y
ésa es la causa principal del conflicto— al gobierno francés que busca retrasar las
aspiraciones de los intereses alemanes de poner pié en Marruecos y crear allí instituciones
de explotación” (Marmora, L. (1978). Obra citada. T.I: pág.24).
Por si todo ello no alcanzara, el máximo jefe de la socialdemocracia alemana después de
Bebel, Friedrich Ebert (¡el mismo personaje de quien adoptó su nombre la triste fundación
que hoy pone mucho dinero para cuestionar a la revolución cubana!) fue más tarde quien
tomó la decisión política de ejecutar extrajudicialmente a Rosa Luxemburgo (y sus
compañeros) para así aplastar la insurrección espartaquista. Dato histórico compartido
absolutamente por las numerosas biografías escritas sobre Rosa, incluyendo la hermosa
película biográfica de la directora feminista alemana Margarethe von Trotta, titulada Rosa
Luxemburg, estrenada en 1986 en la entonces República Federal Alemana (en Nuestra
América fue José Carlos Mariátegui uno de los principales impugnadores del asesinato
socialdemócrata de Rosa cometido por órdenes de Friedrich Ebert y su ministro de defensa
Gustav Noske, también integrante del Partido Socialdemócrata Alemán [SPD]). ¿El
asesinato socialdemócrata de Rosa Luxemburgo se habrá ejecutado para defender “el
pluralismo”, “ampliar derechos ciudadanos” y respetar “el derecho a las diferencias”?
Y si avanzamos cronológicamente varias décadas en el tiempo, esa misma
socialdemocracia (a través de la Internacional Socialista [IS]) es la que en Portugal, de la
mano de Mário Soares (jefe del inventado Partido Socialdemócrata Portugués, un hombre
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estrechamente ligado a la CIA), logra neutralizar y disolver a la revolución de los claveles e
impedir “una nueva Cuba” en Europa occidental a mediados de la década de 1970. Por sus
servicios prestados, Mário Soares es condecorado por Frank Carlucci, alto jerarca de la CIA
(Grimaldos, Alfredo 2007 La CIA en España. La Habana, Ciencias Sociales: pág.111, 130,
144 y 155).
La estrecha vinculación de Mário Soares con la CIA puede sonar extravagante y producto
de un delirio paranoico. No lo es. Felipe González, hombre fuerte de la socialdemocracia
española (PSOE), sigue exactamente el mismo derrotero: de la mano de la CIA logra
introducir al estado español en la OTAN (Grimaldos, Alfredo 2007 Obra citada: pág. 15,
24-25, 68, 99, 135, 141-143, 145, 147, 152-157, 226, 243, 245). Para quien tenga dudas de
este vínculo entre la socialdemocracia española de Felipe González y la CIA, puede
consultar provechosamente el excelente libro de Garcés, quien demuestra exactamente el
mismo hecho –las maniobras para el ingreso del Estado español en la OTAN- con otras
fuentes (Garcés, Joan E. [1996] 2012 Soberanos e intervenidos. Estrategias globales,
americanos y españoles. Madrid, Siglo XXI. pág: 174).
Ante semejante avalancha de hechos irrefutables, podría argüirse lo siguiente: ¡Pero todos
esos ejemplos son europeos! Desde Eduard Bernstein, Friedrich Ebert y Hendrikus
Hubertus (Henri) Van Kol, hasta Mário Soares y Felipe González… En cambio, en
América Latina sucede algo diferente, incomparable y excepcional. ¿Será verdad?
Cuando pretenden insultar la tradición revolucionaria y radical inspirada en Lenin o
menospreciar a Fidel, promoviendo la socialdemocracia como alternativa “pluralista” y
“respetuosa de las diferencias” que, supuestamente, vendría a resolver por arte de magia
todos los problemas pendientes en la sociedad cubana, conviene recordar el triste y trágico
papel jugado por el presidente socialdemócrata de la IV República venezolana (contra la
cual se insubordina el joven Hugo Chávez), Carlos Andrés Pérez, durante el “Caracazo”…
Este presidente, había sido nada menos que vicepresidente a nivel mundial de la
Internacional Socialista [IS].
No es aleatorio que la sede principal de la revista Nueva Sociedad (de la Fundación Ebert),
en tiempos de Carlos Andrés Pérez, haya estado situada en Caracas. Desde allí se cansaron
de cooptar intelectuales, siempre, con mucho dinero de por medio. (En tiempos de Hugo
Chávez la revista abandona Venezuela… y se muda a Buenos Aires).
Bajo el régimen de terrorismo de Estado aplicado por la dictadura militar argentina, poco
tiempo antes de la guerra de Malvinas, Carlos Andrés Pérez, a nombre de la Internacional
Socialista [IS] visitó el país del cono sur. Estuvo desde el 3 al 11 de marzo de 1982. En esa
semana mantuvo 30 reuniones y concedió 15 entrevistas. Entre otros, el vicepresidente de
la Internacional Socialdemócrata se reunió con el almirante Emilio Eduardo Massera, uno
de los principales terroristas de la dictadura militar, responsable nada menos que del campo
de tortura, violaciones y exterminio conocido como ESMA (Escuela Superior de Mecánica
de la Armada, donde fueron secuestradas, torturadas y desaparecidas 5.000 (cinco mil)
personas, según los organismos de derechos humanos). Su entrevista con el jefe de los
violadores y torturadores de la ESMA duró una hora (según el diario argentino Clarín,
9/3/1982). No se conocen denuncias públicas del jefe socialdemócrata Carlos Andrés Pérez
contra la dictadura militar genocida.
21
En esa visita a la Argentina, Carlos Andrés Pérez también disertó sobre “La reconstrucción
de la democracia en América Latina”, conferencia a la que asistieron los principales
partidos políticos locales. Allí, en lugar de denunciar la desaparición de 30.000 personas en
Argentina, no tuvo mejor idea que atacar a… Cuba y al marxismo, lo que generó que el
público asistente expresara –con bastante mesura, debido a que el evento se organizó bajo
la vigilancia y la represión de una dictadura militar- su repudio a través de abucheos
(Lanuti, Juan y Landi, Bautista 1985 La socialdemocracia en América Latina. Buenos
Aires, Editorial Anteo. pág. 107-111).
Pocos años después, Carlos Andrés Pérez, paladín y jerarca de la socialdemocracia
mundial, llegó a la presidencia de Venezuela. Desde ese cargo aplicó en 1989 un paquete
estrictamente neoliberal contra su propio pueblo sin que le tiemble el pulso. No un par de
medidas antipáticas, porque las relaciones de fuerza no estaban de su lado, sino un
completo y absoluto ajuste neoliberal desde principio a fin. El pueblo humilde y la clase
trabajadora de la capital venezolana salió a la calle a protestar. ¿Defendió la
socialdemocracia en el poder “el derecho al disenso”, “la diversidad de las subjetividades”,
“los derechos sagrados e inalienables de la Constitución” y “el pluralismo”? Dejo en manos
del público la búsqueda de las respuestas a esas preguntas.
Para no extenderme demasiado, sólo aporto una fuente, pues hay incontables testimonios
que la confirman, la reiteran y corroboran. Según el historiador venezolano de la
Universidad Central de Venezuela (UCV), Figueroa Salazar, frente al paquetazo neoliberal
del presidente socialdemócrata Carlos Andrés Pérez “el pueblo insurreccionado fue
reprimido ferozmente por el aparato policial-militar”. Un cubano o una cubana de nuestros
días [2021] podría quizás imaginar “entonces metieron en prisión a 30 ó 40 personas, ¡qué
horrible!”. No. La socialdemocracia pluralista y democrática utiliza otros métodos. El
historiador de la Universidad Central de Venezuela aporta otros datos, probablemente
demasiado cautos y mesurados. La respuesta del presidente Carlos Andrés Pérez, máximo
dirigente mundial de la Internacional Socialista [IS], fue algo distinta a lo que se
acostumbra en Cuba: “2.500 [dos mil quinientos] muertos, aproximadamente, en tres días
de ebullición”. Esa fue la decisión de Carlos Andrés Pérez. (Figueroa Salazar, Amílcar
2007 La Revolución Bolivariana. Nuevos desafíos de una creación heroica. Caracas,
Editorial Tapial: pág. 25). Otros historiadores proporcionan cifras bastante más altas de
gente asesinada en aquel fatídico 1989. Elegimos la menor. ¡2.500 asesinatos! ¿Figura esta
masacre genocida en algún libro de denuncias, como esos que suelen circular en la prédica
macartista?
Por esos mismos años, el presidente de Argentina Raúl Alfonsín, amigo y colega de Carlos
Andrés Pérez y Felipe González, también integrante de la Internacional Socialista [IS],
promovía y sancionaba las leyes de “Punto Final” y “Obediencia Debida” que en aquella
época dejaron en la impunidad total y sin sanción alguna a miles de genocidas de la
dictadura militar, secuestradores, torturadores, violadores y apropiadores de hijos e hijas de
la militancia popular (¿habrán estado incluidos en esas leyes de impunidad quienes
torturaron, dejaron ciegos, cortaron los tendones, aplicaron electricidad en los genitales, etc.
e hicieron desaparecer a Daniel Hopen, Haroldo Conti, Raymundo Gleyzer y tantos otros
compañeros y compañeras, padres y madres de mis amigos? Prefiero no insistir en el tema,
para no desbalancear el análisis con un punto de vista demasiado argentino).
22
La deshonrosa y “olvidada” historia de la socialdemocracia internacional sigue y continúa.
Aquí nos detenemos para analizar en forma específica el caso cubano.
No obstante, antes de focalizarnos en Cuba, no queremos dejar de recordar una encomiable
“mosca blanca”, seguramente la excepción que confirma la regla. Un político
socialdemócrata valiente, que no quiso ser cómplice del imperialismo ni se arrodilló ante
los poderosos, como suele hacer esta corriente política desde su nacimiento. No quiero
entonces olvidarme del embajador de la socialdemocracia sueca en Chile y el papel heroico
que jugó el 11 de septiembre de 1973 frente a la CIA y los militares genocidas del general
Pinochet que derrocaron con métodos sanguinarios al presidente socialista marxista
Salvador Allende, estrecho amigo de Fidel Castro y el Che Guevara. Se trata de Harald
Edelstam, quien salvó la vida de cientos de personas perseguidas acogiéndolas en la
embajada de su país para luego enviarlas a Suecia. Existe un film que retrata su más que
digna actitud, titulado El clavel negro, dirigido por Ulf Hultberg y estrenado en 2007.
(Aunque la actitud heroica de Harald Edelstam el 11/9/1973 en Chile surgió de una
iniciativa suya, a título individual y personal, probablemente haya ayudado –como bien
destacan el sociólogo James Petras y el historiador de la cultura Michael Löwy- el hecho de
cierta competencia y “lucha de influencia” dentro de las orientaciones de la IS entre la
socialdemocracia sueca y el partido socialdemócrata alemán (SPD), mucho más vinculado a
la defensa del capitalismo europeo y aliado del imperialismo norteamericano [Löwy,
Michael 1981 “Trayectoria de la Internacional Socialista en América Latina”, en
Cuadernos Políticos Nro. 29, México, ERA. pág: 39-41]).
23
recordemos que la Ilustración del siglo XVIII solía hacer culto del MÉTODO y la
consistencia LÓGICA, la autonomía de la subjetividad y el rigor argumentativo. En
cambio, la oferta de mesa de baratijas que le quieren vender al pueblo cubano, en particular
a su juventud, artistas e intelectuales, está ensamblada a partir del ECLECTICISMO
POSMODERNO (¡precisamente la antítesis de la Ilustración!). Es decir a partir de un
pastiche y un revuelto donde coexisten, sin rigor alguno ni consistencia lógica:
(a) El financiamiento desfachatado e inocultable de la contrainsurgencia estadounidense
(Open Society Foundation-OSF de Soros, la NED, USAID y otras fachadas de la CIA),
junto con fundaciones del imperialismo alemán (con la Fundación Ebert a la cabeza, pero
no sólo con ella).
(b) La adopción y repetición automática de los dogmas de la escuela “Anti-Totalitaria”,
nacida en los tiempos sombríos del macartismo. Vertiente que identifica mecánicamente
comunismo con “totalitarismo” y, en sus vertientes más desopilantes, comunismo con
nazismo. Tesis insostenible, que de la mano de Hannah Arendt (quien capituló
bochornosamente durante la guerra fría para poder vivir y trabajar en su exilio en EEUU),
nació en 1951, hace ya… ¡siete décadas! (Arendt, Hannah [1951] 1999 Los orígenes del
totalitarismo. Madrid, Taurus). Allí se inscriben no sólo la aguda Arendt sino también el
comunista converso Karl August Wittfogel (delator de sus antiguos camaradas en los
juicios y persecuciones del macartismo), el inefable anticomunista alemán Ernst Nolte, el
marxista converso François Furet (Nolte, Ernst y Furet, François [1998] 1999 Fascismo y
comunismo. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica), pasando por otro comunista
converso devenido fundador del neoliberalismo, Karl Popper; su discípulo, el financista
(“mecenas” y “protector económico” de algunos cubanos republicanos) George Soros,
hasta el ex presidente de la derecha española José María Aznar, Mario Vargas Llosa
(admirador del ex presidente argentino Mauricio Macri) y otros tartufos neoliberales
contemporáneos. Todos y todas, anticomunistas fundamentalistas cuyo daltonismo frente a
la bandera roja los obliga a renovar su cruzada “Anti-Totalitaria” con los pretextos y
ademanes más hilarantes.
(c) La postulación, plagiada desde la “a” hasta la “z”, de la vulgata más ramplona del
eurocomunismo, particularmente español, de donde han adoptado la presunta “novedad”
del republicanismo socialdemócrata.
Fue Santiago Carrillo (una especie de versión latina previa de lo que poco tiempo después
fue Mijaíl Gorvachov, a una escala más importante) quien en su libro “Eurocomunismo” y
Estado. El “eurocomunismo” como el modelo revolucionario idóneo en los países
capitalistas desarrollados (1977 Barcelona, Grijalbo-Crítica) termina de cortar amarras con
la herencia revolucionaria de Lenin y los bolcheviques, para adoptar con la cabeza baja y en
forma sumisa, el orden capitalista occidental y sus instituciones políticas de dominación
como “el horizonte insuperable de nuestra época”, parafraseando de forma inversa la
expresión con la que Sartre caracterizaba al marxismo radical.
Dejemos al costado su vergonzosa aceptación tanto de la bandera del generalísimo
Francisco Franco como de la monarquía borbónica (dos claudicaciones imperdonables,
tomando en cuenta la heroica resistencia de cuatro décadas contra la dictadura militar así
como también el millón de víctimas sin tumba que dejó tras de sí Franco, apoyado por
Hitler) o la amable entrevista personal de Carrillo con la CIA, realizada en Estados Unidos
24
en 1977 (¡el mismo año en que aparece su libro donde decreta finiquitada la estrategia
revolucionaria de Lenin!), a instancias de una invitación estadounidense, en la cual Carrillo
les aseguró a los estrategas contrainsurgentes norteamericanos que su organización
respetaría el orden capitalista en el Estado español y renunciaría (de antemano) a cualquier
proyecto revolucionario (Grimaldos, Alfredo 2007 La CIA en España. La Habana, Ciencias
Sociales. pág.12). ¿Habrá nacido en esa entrevista secreta el fetichismo del “estado de
derecho” (y la renuncia a cualquier proyecto revolucionario) que sus sobrinos políticos y
teóricos repiten en el estado español hasta el aburrimiento? Es difícil saberlo.
Haciendo a un lado esa colección bochornosa de renunciamientos ideológicos, el núcleo
central de su “compromiso histórico” (para emplear la jerga preferida de sus primos
italianos, que renegaron definitivamente de Antonio Gramsci), consistió en asumir como
eje principal del socialismo y el comunismo euro-occidentales la subordinación
incondicional y absoluta a la arquitectura institucional de lo que Karl Marx denominaba “la
república burguesa” (Marx, Karl [1852] 1984 El 18 brumario de Luis Bonaparte. En Marx,
Karl y Engels, Friedrich 1984 Obras Escogidas. Buenos Aires, Cartago. Tomo I. pág: 293).
Desprestigiado por sus múltiples traiciones, Santiago Carrillo y su vetusto eurocomunismo
(fagocitado con facilidad por Felipe González, quien también mantenía aceitadas relaciones
con la CIA), finalmente subsumido en la socialdemocracia del PSOE [Garcés, Joan [1996]
2012 Soberanos e intervenidos. Estrategias globales. Americanos y españoles. Madrid,
Siglo XXI. pág. 221) resultan hoy impresentables. Ningún movimiento social rebelde (sea
europeo, sea latinoamericano) los recordaría y los tomaría en serio como fuente de
enseñanza para una estrategia política realista, de signo independentista, antiimperialista y
anticapitalista.
Ya en aquella época, Ruy Mauro Marini, el principal teórico marxista de la dependencia
(fuente de inspiración para distintas actualizaciones de la teoría del imperialismo, sea en
Europa, como es el caso contemporáneo de los ingleses -publicados en Estados Unidos-
John Smith y Andy Higginbottom; sea en Nuestra América, como sucede con el chileno
Jaime Osorio, el mexicano Adrián Sotelo, o los brasileños Marcelo Carcanholo, Roberta
Traspadini, Joao Pedro Stedile, Nildo Ouríques, etc.) escribió desde México un comentario
crítico sobre el eurocomunismo. Con no poca ironía y sarcasmo, Marini señaló en aquel
momento que la doctrina eurocomunista puso “fin a un comportamiento cuasi
esquizofrénico”, entre una retórica revolucionaria y la adaptación a las instituciones
políticas de la burguesía. Según Marini, sancionado como “doctrina”, el eurocomunismo
permitiría hacer todas las transacciones del mundo (en particular con la socialdemocracia)
“sin mala conciencia” (Marini, Ruy Mauro 1979 “Luz y sombra: perspectiva del
eurocomunismo”. En El Universal, México, 11/4/1979).
Tal vez alguien poco informado podría sospechar que la crítica de Marini provenía del
sectarismo de la “extrema izquierda” (el pensador de ascendencia brasilera había integrado
el comité central del MIR chileno). ¿Quizás el suyo haya sido el cuestionamiento de un
militante de “ultra izquierda” latinoamericano, sudaca, escasamente instruído, primitivo y
lleno de prejuicios? No es el caso.
Desde las coordenadas propias de Europa occidental y dentro mismo del estado español,
uno de los principales pensadores marxistas y teóricos comunistas, Manuel Sacristán
Luzón, fue probablemente bastante más duro y taxativo que Ruy Mauro Marini. Manuel
25
Sacristán se encargó de cuestionar, desmontar y exponer a la luz del día y al fuego de la
crítica la estafa política, ideológica y moral del eurocomunismo de Santiago Carrillo y de la
socialdemocracia del PSOE.
Sacristán (un gran especialista en El Capital, entre muchas otras dimensiones de su
prolífica vida intelectual) no dudó en caracterizar al eurocomunismo “en la medida en que
se le puede tomar en serio” (sic) como “una ideología engañosa” y “una involución a la
socialdemocracia”, cuyo peor defecto es que se autopostula de manera eufórica como “vía
al socialismo”. La trayectoria y la propuesta del eurocomunismo es, en opinión de Manuel
Sacristán, “reformista-burguesa” (sic). Su fuente última no deja margen a la duda. Sacristán
apunta como fuente de inspiración eurocomunista a Eduard Bernstein (aquel
socialdemócrata de la II Internacional que tanto admiraba a la Ilustración… y proponía la
fusión del “estado de derecho” de Kant con la propuesta de Marx, ¿suena conocido?). Su
impugnación, demoledora, termina enumerando lo que él considera los problemas
principales, a los que el eucomunismo da notoriamente la espalda. Entre otros, Sacristán
afirma: “[…] los persistentes problemas del imperialismo y el Tercer Mundo; y, por
terminar en algún punto, la espectacular degeneración del parlamentarismo en los países
capitalistas, augurio también (esperemos que falible) de una nueva involución de esas
sociedades hacia formas de tiranía” (Sacristán, Manuel [1977] “A propósito del
eurocomunismo”. Intervención en la Universidad Autónoma de Barcelona-UAB. En
Sacristán, Manuel 1985 Intervenciones políticas. Panfletos y materiales. Barcelona, Icaria.
Vol. III y Sacristán, Manuel [1985] “El PSOE ha traicionado a la izquierda”. En Mundo
Obrero, 28/2/1985).
No es casual que los “sobrinos políticos” y la descendencia teórica de Santiago Carrillo
(aplaudidores seriales de la Ilustración, defensores a rajatablas de Kant, apologistas
acríticos de 1789, que invariablemente “olvidan” aunque sea consultar La cuestión judía de
Marx y su análisis cuestionador de las diversas constituciones de la revolución francesa),
tan celebrados en los últimos 10 ó 15 años en el estado español, hagan caso omiso y
asuman un talante absolutamente “distraído” frente a aquellas rigurosas y premonitorias
advertencias críticas de Manuel Sacristán Luzón. Cuando hoy en día [2021] el Partido
Popular y Vox (representantes politicos del gran capital y el neofranquismo en el estado
español) empujan y presionan hacia “formas de tiranía”, ¿no resuenan en el viento las
lúcidas advertencias de Manuel Sacristán?
La supuestamente novedosa “Socialdemocracia Republicana” cubana, completamente
subordinada (a) al mecenazgo de George Soros y la NED (o sea CIA) junto a los dinerillos
de la Fundación Ebert del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD); y repitiendo como
ventrílocuos (b) los axiomas de la escuela “Anti-Totalitaria” (pretendidamente liberal,
aunque su anticomunismo furioso los conduce a relativizar los crímenes del nazismo); le
presenta al pueblo cubano como un descubrimiento y una elaboración propia,
absolutamente inédita, (c) la lista completa de lugares comunes del viejo y apolillado
eurocomunismo español (y su descendencia teórica), subsumido por la socialdemocracia
del PSOE, entrecruzada toda la propuesta con (d) el social-liberalismo italiano que fracasó
durante medio siglo en su persistente batalla contra el marxismo (intentando triturar a
Marx, insultando a Lenin, mutilando a Gramsci).
26
¿A partir de qué dispositivo se puede intentar presentar en Cuba, dentro de un mismo
paquete y envoltorio, (a), (b) (c) y (d)? Únicamente licuando todas esas vetas en un pastiche
posmoderno. La mélange [mezcla] agridulce, totalmente indigerible que resulta de allí, solo
puede ser tomada en serio por quien previamente esté dispuesto a tragar lo incomible.
Lo que caracteriza a esta “narrativa” (como les gusta autodefinirse en las redes) es una
completa ausencia de método (repito: ¡la antítesis de la Ilustración, corriente que vivía
obsesionada por el rigor lógico y el método!).
Para promover un abrazo y la reconciliación entre la revolución cubana y la burguesía
gusana de Miami, hace falta lanzar convocatorias donde lo que predomine es la indefinición
amorfa de “Repúblicas… sin apellidos”, “Democracias… sin clases sociales”,
“Constituciones… nacidas de una probeta”. Es decir, a partir de formulaciones políticas
fofas e indeterminadas “donde todos los gatos son oscuros” (según aquella célebre
expresión irónica de Hegel).
En definitiva, la adopción del posmodernismo acrítico es la condición de posibilidad
teórica para rejuntar esa bolsa de grillos y pretender que la misma sea un programa político-
cultural superador del marxismo del Che y Fidel y de la tradición martiana de la revolución
cubana.
RODRIGO H.: Oye, Néstor, queríamos para terminar esta parte, hablar un poquito de
Yunior García, que es el tema que hemos estado debatiendo en La Manigua. Ayer
[21/9/2021] justamente él hizo una solicitud para hacer una marcha no solamente en La
Habana, sino en todo el país, con un grupo de disidentes. Después de la descripción que tú
estás haciendo, y después de estar leyendo tu libro, Yunior García, se ajusta en toda la línea
a esta caracterización que has hecho. Jaime, tienes la palabra.
JAIME: En primer lugar quisiera saludar a Néstor. Es un honor compartir con él. El primer
libro suyo que leí proponía un análisis de los marxistas latinoamericanos. Sobre el
marxismo del Che…, sobre Mario Roberto Santucho y mucha otra gente.
Volviendo al tema de Yunior, le quiero informar a Néstor que Yunior es un teatrista, una
persona joven que ha tomado una notoriedad mediática, últimamente, a raíz de lo sucedido
el 27 de noviembre de 2020. Él fue uno de los convocantes a los hechos que ocurrieron el
27 de noviembre, que todos hemos conocido aquí por varios posts que han salido en
Facebook, en la página Carlitos Marx, donde se ha mostrado que Yunior estuvo en dos
cursos en España. En uno de ellos Felipe González fue de los ponentes. Cursos que fueron
organizados por un académico estadounidense con vínculos con el actual director de la
CIA. La prédica de Yunior ha ido tratando de erosionar las instituciones que representan a
los artistas en Cuba. Ha estado tratando de quitarle la legitimidad a esas organizaciones. Se
ha ido montando a su alrededor un aura de intelectuales que se dicen “socialistas” y
“revolucionarios”, pero que no están con el gobierno. Su objetivo es tratar de separar
Revolución de gobierno, Revolución de comunismo. Es decir, han tratado de generar una
confusión total.
Se han vinculado con connotados contrarrevolucionarios, mercenarios probados y que
mantienen actitudes violentas. A grandes rasgos eso es lo que representa él y una serie de
personajes que se están nucleando alrededor suyo. Están siendo legitimados a partir de
27
fundaciones, becas, galerías… Mediante esos mecanismos han ido tratando de legitimar
ciertas posiciones de distintos artistas en diversas esferas del arte y otorgándoles esa
legitimidad que necesitan para mostrarlos con una cara “progre”, una cara light, una cara
limpia que no tenga nada que ver con la institucionalidad cubana y propia de la Revolución.
RODRIGO H.: Tengo a Joel, tengo a Rosique, y tengo a Alex. ¿Qué tal si ustedes formulan
sus comentarios, sus preguntas, y después tú, Néstor, te puedas referir a esas tres preguntas,
¿te parece?
JOEL SUÁREZ: Buenas noches, hermano, ¿cómo estás? Me parece interesante después de
escucharte todo este tiempo ubicarte personalmente en una zona de ortodoxia en el sentido
literal de la palabra, o sea, rectitud con relación a la doxa, a la opinión, al dogma. Sin
embargo tú vienes de una tradición militante e intelectual de un acceso heterodoxo al
conocimiento. Y quiero que, inclusive rememorando al ya citado hermano y amigo nuestro
Fernando Martínez Heredia, de esta radicalidad y rectitud con el pensamiento y la práctica
revolucionaria, preguntarte ¿qué lugar le das al pensamiento crítico, y qué lugar ocupa ese
pensamiento en el necesario debate y tareas de la recreación de la hegemonía de un
proyecto revolucionario? Un abrazote.
IRAMIS ROSIQUE: Buenas noches a todas y todos, soy miembro del consejo editorial de La
Tizza. Joel me acaba casi que quitar la pregunta… Yo quería primero agradecerle a Néstor
por estar aquí. Y agradecerle también, porque yo era un joven comunista que me formé
originariamente en el marxismo-leninismo de los manuales. Y tuve mi primer despertar
antidogmático leyendo su libro Marx en su (Tercer) Mundo, y ahí accedí a una lectura
crítica de los manuales.
Luego de que Néstor criticó duramente ese republicanismo socialista, mi pregunta
apuntaría ¿cómo orientar los problemas teóricos? ¿qué autores leer? ¿por cual teoría irnos
para entender los problemas que tienen que ver con la recomposición de la hegemonía, de
la contrahegemonía socialista en Cuba, y de los problemas que tienen que ver con la
democracia socialista? Porque desde un marxismo más “ortodoxo”, ahora utilizando el
término en el mal sentido, un marxismo-leninismo, nos cuesta entender estos problemas del
estado socialista y de la democracia socialista, y de la participación. Muchas gracias.
RODRIGO H.: Muchas gracias a a Iramis Rosique; ahora le toca intervenir a Alex.
28
ALEX: Buenas noches a mis compañeros manigüeros y al estimado compañero Néstor.
Quisiera referirme, compañero Néstor, a la opinión que usted pueda tener como intelectual,
como escritor y como pensador socialista, con respecto a la serie de reformas económicas
que se están llevando a cabo en Cuba. No sé si estará actualizado sobre la serie de reformas
económicas que está llevando a cabo nuestro país, y quisiera saber su opinión con respecto
a éstas.
LEÓN: Gracias, Rodrigo. Agradecido de encontrarme en este espacio con Néstor Kohan, y
mi pregunta va a lo siguiente. Nosotros siempre tratamos de identificar los puntos
vulnerables que podemos tener. Creo que es importante como instrumento esta nueva
publicación, este nuevo libro que nos da Néstor Kohan, ya que permite ampliar toda las
cosas que él estaba diciendo en sus videos en YouTube que hemos podido ver, y sus
análisis mediante artículos sobre Cuba. Pienso que es un instrumento de defensa de
nosotros mismos como proyecto social. Néstor utiliza el término “contrainsurgencia”.
Entonces yo quería enfocar la pregunta en la situación de la insurgencia en América Latina.
En si el enemigo imperialista nos estudia a nosotros, ve los puntos vulnerables, ve este tema
de disfrazar a los capitalistas de izquierda para poder entrarnos con un discurso más
llamativo, y entonces nosotros como intelectuales, como artistas, como revolucionarios, los
pueblos de América ¿qué estamos haciendo para ser contrahegemónicos con el
capitalismo? ¿qué estamos haciendo para activar de nuevo las fuerzas revolucionaras en el
continente? ¿qué podemos hacer para que el poblador nativo de nuestros pueblos de
América deje de importar una cultura extranjerizante en su comportamiento, deje de
desvalorar lo positivo de su nacionalidad para asumir un comportamiento de la cultura
occidental? ¿por qué nosotros no incidimos también de alguna forma en ese pensamiento
occidental y capitalista y pasamos a ser proactivos en la lucha contra el capitalismo
mundial? ¿qué pasa en América Latina que se dan cuasi situaciones revolucionarias y
nosotros no activamos una vanguardia que pueda asumir una revolución? La Revolución
cubana lleva sesenta y dos años resistiendo, y tenemos que necesariamente esperar por la
revolución mundial y esperar por la rebeldía de este continente, pero nosotros debemos
activar un nuevo sistema que nos permita incidir en esa gran masa de pobladores que
habitan esta cultura nuestro-americana, para poder lanzar una revolución más fuerte, una
revolución en bloque y una alternativa a este modo de vida que va a llevar al fin de la
especie humana posiblemente. Quisiera que Néstor nos diera sus valoraciones sobre este
asunto. Gracias.
29
quienes mantengo vínculos no sólo políticos o teóricos sino también afectivos desde varias
décadas.
Las y los hermanos del Centro Martin Luther King forman parte de la Teología de la
Liberación. Yo he podido compartir con esta corriente también en Brasil (además de haber
trabajado unos veinte años con un sacerdote y teólogo en la liberación en la Universidad de
Buenos Aires).
Pasando a la pregunta de Joel, me divierte mucho. Porque Joel toda la vida ha sido un
“provocador”, por eso me simpatiza, porque creo que yo también lo soy. Entonces la
pregunta de la “ortodoxia”. Joel me clasifica muy provocadoramente como “ortodoxo”. Lo
cual me divierte, reitero, y me da pie para explayarme. Porque prácticamente casi lo mismo
me dijo en uno de estos últimos intercambios que tuve, no orales pero sí por escrito, otro
viejo amigo y compañero cubano, Jesús Arboleya, quien un día me escribió: “Bueno,
Néstor, tú eres un ortodoxo”. Entonces yo le contesté a Arboleya…, y voy a reproducir
ahora lo que le dije por escrito y en privado a Jesús Arboleya. Se lo voy a contestar a Joel.
En primer lugar, a mí la palabra “ortodoxia” no me molesta.
Recuerdo a un filósofo húngaro llamado György Lukács al que siempre le tuve mucho
cariño y admiración. Creo que Antonio Gramsci y György Lukács, junto al Che Guevara,
son a mi modesto entender, de los principales pensadores marxistas a nivel mundial.
Lukács no se hizo revolucionario por hambre o necesidad, sino por los valores y la ética
anticapitalista que él tenía. Nunca necesitó el dinero, nunca pasó hambre (como si le
sucedió a Gramsci). Si no recuerdo mal el padre de Lukács era banquero, pero él a pesar de
eso, se rebeló contra todo ese mundo de dinero y se hizo revolucionario comunista desde
muy jovencito. ¡Fue el ministro de Cultura de la insurrección de los soviets de Hungría!
¡Lukács era gran admirador de Lenin! Uno de sus libros se titula Lenin, la coherencia de su
pensamiento. Lo escribió en 1924, al morir el dirigente bolchevique. Tuve la oportunidad
de escribir un estudio preliminar a ese libro de Lukács (Lukács, György [1924] 2014 Lenin,
la coherencia de su pensamiento. La Habana, Ocean Sur. Estudio preliminar de Néstor
Kohan).
Imagínense el nivel que tenía Lukács que una de las hipótesis de Lucien Goldmann, un
famoso filósofo francés, apunta a que varias de las nociones centrales de Martin Heidegger
en su obra célebre de su primer período Ser y tiempo [1927] constituyen “un paralelo” (por
no decir directamente… una “traducción” en otro lenguaje) de las categorías fundamentales
de Historia y conciencia de clase [1923] de Lukács. (Recordemos que el libro de Lukács es
cuatro años anterior al de Heidegger… está claro quién pensó primero los problemas y
quien “los tradujo” luego a otra jerga).
Lukács viajó a la Unión Soviética y fue “ayudante” de David Goldenbach (popularmente
conocido como David Riazánov), el biógrafo y erudito principal que sacó de las sombras y
la penumbra numerosos trabajos inéditos de Marx, como los Manuscritos económico-
filosóficos de 1844 (que tanta influencia tuvieron en el Che Guevara); La ideología
alemana, etc. Una de las personas que ayudó a Riazánov fue Lukács…
Intentando expresar en el terreno filosófico la ruptura radical que produjo en el plano
social e histórico la revolución socialista de 1917 encabezada por Lenin y los bolcheviques,
Lukács publicó Historia y conciencia de clase [1923]. Para mí, un libro formidable. No
obstante, generó enormes polémicas en el seno de la naciente Internacional Comunista. Por
30
ejemplo, dos filósofos de aquella época salieron a cuestionar ácidamente el intento de
Lukács. Uno de ellos se llamó László Rudas y otro Abraham Deborin. En medio de las
disputas por la herencia de Lenin, Lukács escribió Derrotismo y dialéctica. Una defensa de
«Historia y conciencia de clase» ([1925-1926] 2015. Buenos Aires, Editorial Herramienta).
Un libro que estuvo más de seis décadas “depositado en un cajón”.
La revista Pensamiento Crítico, dirigida por Fernando Martínez Heredia, publicó uno de
los capítulos originales de Historia y conciencia de clase, titulado “La conciencia de clase”
en el mismo número donde se publicó un trabajo de Fernando Martínez que lleva por título
“Marx y el origen del marxismo” (Lukács, György [marzo de 1920] 1970 “La conciencia
de clase”. En Pensamiento Crítico Nro.41, La Habana, junio de 1970. pág.148-197).
Ese mismo año, en Cuba se publica el libro completo (lamentablemente traducido del
francés y cotejado con la traducción italiana, no traducido directamente del idioma alemán).
Como prólogo aparece una “Nota a la edición” y por firma sólo se menciona “El editor”.
Tengo entendido, si no estoy mal informado, que el prólogo lo había escrito Aurelio
Alonso, otro integrante de Pensamiento Crítico, pero como le habían sugerido cortes en su
texto (lo que los editores suelen llamar diplomáticamente “edición”), el compañero Aurelio
Alonso no aceptó y entonces salió sin su firma. Esa edición cubana puede descargarse
gratuitamente de internet (Lukács, György [1923] 1970 Historia y conciencia de clase. La
Habana, Ciencias Sociales).
Muy bien. Aclarado quién es Lukács y cómo apareció esta obra en Cuba, entonces vamos
al contenido.
En Historia y conciencia de clase hay un capítulo que parece escrito para contestar la
pregunta de mi hermano y amigo Joel Suárez y el intercambio epistolar con Jesús Arboleya.
Lukács lo tituló precisamente “¿Qué es marxismo ortodoxo?”. Allí Lukács comienza
respondiendo, a partir de la interrogación del título del capítulo: “Esta cuestión, en rigor
bastante simple, ha llegado a ser objeto de muchas discusiones, tanto en círculos burgueses
como en círculos proletarios. Pero paulatinamente empezó a incorporarse al buen tono
científico el recibir con mera burla cualquier adhesión al marxismo ortodoxo […]” (Lukács,
György [1923] Historia y conciencia de clase. En Lukács, György 1982 Obras Completas.
México, Grijalbo. Tomo 3, pág.1).
¿Por qué sucede eso? Porque cuando uno escucha “ortodoxia” suena a algo viejo,
apolillado, con olor a naftalina. Parece que estamos frente a algo pasado de moda, antiguo y
no sólo añejo, sino además “cuadrado”, cristalizado, cerrado, que se niega a dialogar…,
todo lo contrario del pensamiento vivo, todo lo opuesto a lo que se percibe como atractivo y
seductor, incluso me animaría a agregar, siguiendo la frivolidad posmoderna, todo lo
antagónico a lo que se considera “sexy”, ¿no es cierto?
¡Genera burla!, nos advierte Lukács. ¿En el año 2021? No, ya en marzo de 1920…, hace
más de un siglo generaba burla, provocaba risa, para “el buen gusto”, señala con no poco
sarcasmo Lukács. ¿Ocurrirá acaso porque “el marxismo es el hazmerreír de la filosofía” y
la “vergüenza de la Academia”, como ha escrito por allí, hace pocos años, uno de los
sobrinos teóricos de Santiago Carrillo, admirador acrítico de la Ilustración y por supuesto,
defensor del orden institucional “D-E-M-O-C-R-Á-T-I-C-O” de la España posfranquista?
No lo creo. Lukács, hace más de un siglo, se explayaba largamente explicando que esas
“burlas”, petulantes y altaneras, pero sobrecargadas de ideología burguesa, tenían otro
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origen… Sin adentrarnos en detalles, porque esta no es la ocasión, ¿cómo responde
entonces Lukács a esa pregunta que, evidentemente, se sigue repitiendo hoy en día? De la
siguiente manera: “En cuestiones de marxismo la ortodoxia se refiere exclusivamente al
método” (Lukács, György [1923] 1982 Obra citada. Tomo 3, pág. 2).
Podríamos reprocharle a Lukács que no sólo está en juego el método, sino también una
concepción del mundo y de la vida, como señalaría Antonio Gramsci en sus Cuadernos de
la cárcel (respuesta que seguramente también generaría burla para esos señoritos altaneros
de la Academia, herederos vergonzantes de Carrillo y por eso mismo… inmunes a las
críticas de Manuel Sacristán al eurocomunismo, en el cual se han educado y de donde han
extraído su “republicanismo” a toda prueba).
Pero lo que Lukács nos quiere sugerir es que no se trata de suscribir hasta el último renglón
de lo que Marx escribió o dijo. Porque incluso Marx pudo haberse equivocado.
Recordemos, para dar tan sólo un ejemplo, que Ernesto Che Guevara en su artículo “Notas
para el estudio de la ideología de la revolución cubana” [1960] escribe: “Es por ello que
reconocemos las verdades esenciales del marxismo como incorporadas al acervo cultural y
científico de los pueblos”. Es decir que el Che se declara marxista y considera que la
revolución cubana, con total “naturalidad”, asume el marxismo como en física se adoptan
las teorías de Albert Einstein, etc.etc. Una persona poco informada podría creer, de forma
apresurada, que Guevara era un fundamentalista dogmático. Pero atención, el Che agrega:
“A Marx, como pensador, como investigador de las doctrinas sociales y del sistema
capitalista que le tocó vivir, puede, evidentemente, objetársele ciertas incorrecciones.
Nosotros, los latinoamericanos, podemos, por ejemplo, no estar de acuerdo con su
interpretación de Bolívar o con el análisis que hicieran Engels y él de los mexicanos”
(Guevara, Ernesto [1960] “Notas para el estudio de la ideología de la revolución cubana”.
En Guevara, Ernesto 1970 Obras 1957-1967. La Habana, Casa de las Américas. Tomo 1.
pág.93-94).
Este ejemplo de la forma de operar y pensar del Che Guevara muestra con mucha claridad
el sentido de la afirmación de Lukács. Esa es nuestra respuesta frente a la pregunta sobre la
ortodoxia. Ortodoxia no implica defender ciegamente las decenas de miles de páginas que
escribió Marx. El marxismo consiste en poder emplear el método de Marx, incluso para
discutir alguna observación formulada por el propio Marx, si es que éste se equivoca.
Entonces no se trata de repetir de memoria los textos de Marx sino utilizar el método de
Marx de manera creadora. A mí no me interesa la burla de la Academia. Jamás escribo
pensando en “el buen gusto” del mundillo académico, tantas veces servil por una beca,
tantas veces cómplice frente a los horrores del capitalismo y de las instituciones políticas
que le permiten funcionar y oprimir a nuestros pueblos. Si la Academia dio por enterrado el
método dialéctico, poco me importa. Creo que sigue siendo util para comprender (y actuar
en consecuencia) frente a los conflictos sociales y la lucha de clases. Yo creo en
consecuencia que no sólo el Che Guevara fue, en este sentido preciso, un marxista
ortodoxo. También lo fue José Carlos Mariátegui quien llegó a las mismas conclusiones de
Karl Marx sin haber leído los Grundrisse, sin haber conocido su correspondencia con los
populistas rusos y Vera Zasulich e incluso sin haber estudiado el Cuaderno Kovalevsky
[1879] de Marx, donde el autor de El Capital se explaya sobre los pueblos originarios de
Nuestra América. Mariátegui llegó a las mismas conclusiones de Marx sin haber leído esos
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materiales, recién publicados hace menos de tres años, entre 2018 y 2019. ¿Era adivino
Mariátegui? No, simplemente empleó el método de Marx. Y me animo a agregar,
especialmente para mi amigo Joel y otros hermanos y hermanas de la Teología de la
Liberación, que Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Frei Betto, Franz Hinkelammert,
Enrique Dussel, Hugo Assmann, Reyes Mate y tantos otros compañeros y compañeras, ¿no
son marxistas ortodoxos, en ese sentido, al haber utilizado el método de Marx para leer y
estudiar incluso… la Biblia?
Entonces la palabra ortodoxia, aclarando que no soy cubano, a mí no me molesta. De todas
maneras la pregunta de Joel la tomo mitad en serio (y por eso la contesté) y mitad en broma
(ya que con Joel vivimos haciéndonos bromas). Porque la verdad es que no me considero
un marxista ortodoxo, en el sentido tradicional que se le atribuye (distinto a la lectura del
joven Lukács). Sobre todo porque en el Partido Comunista Argentino unos compañeros de
cierta edad, tres compañeros ya mayores, escribieron un libro entero criticándome. ¡Un
libro entero! ¿Qué me cuestionaban? Mi critica de los manuales de la época de Stalin que
figura en el libro Marx en su (Tercer) Mundo, publicado en Cuba por mi viejo amigo Pablo
Pacheco López. El libro que estos tres antiguos militantes del PCA me dedicaron es el
siguiente: Luis y Julio Viaggio 2003 Volver a las fuentes. Por la reafirmación del
materialismo dialéctico e histórico (Una crítica de Néstor Kohan). Buenos Aires,
Asociación Héctor P.Agosti. Prólogo de Juan Azcoaga. Allí, una y otra vez –a lo largo de
un libro entero- me reprochaban no ser “ortodoxo” en el sentido convencional del término.
Por eso, la “clasificación” de Joel me divierte y no me molesta en lo más mínimo. Siempre
me divirtió ese libro. Nunca les contesté porque, con todo respeto, no digo que me daban
lástima pero digamos que me generaban ternura estos viejos militantes. A su manera, con
los manuales bajo el brazo, seguían resistiendo como podían. Ellos amaban a Stalin y toda
aquella cultura política. ¿Les gustaba Stalin? ¡Adelante! ¿quién soy yo para decirles que
no?
Y agrego, pensando en mi amigo y compañero Joel Suarez pero también en toda la
corriente de la Teología de la Liberación.
Además de algunos textos y trabajos con mayor aparato crítico y bibliografía más extensa,
yo escribí algunos libros “a pedido”, o sea “por encargo”. Pero no a pedido de una empresa,
ni de George Soros, ni de la Fundación Ebert, ni de la NED, con dinerillo de la CIA de por
medio, con dinero del imperialismo alemán; dólares…, euros…, ¡No! Lo escribí a pedido
de algunos movimientos sociales rebeldes vinculados a la Teología de la Liberación. Joel
Suárez los conoce personalmente. Son compañeros de Brasil, vinculados al Movimiento de
Trabajadores Sin Tierra (MST de Brasil). Ese libro se titula Introducción al pensamiento
marxista. La primera versión en castellano salió publicada en 2003 por la Universidad
Popular Madres de Plaza de Mayo (que publicó, según creo, varias ediciones; como
mínimo tres). Traducido al idioma portugués, con el agregado de algunos dibujos (para que
lo entienda todo el mundo) en 2005 lo editó el CEPIS (Centro de Educação Popular do
Instituto Sedes Sapientiae) de Brasil, gente muy cercana a la formación política del MST de
Brasil. Cuando se inauguró la Escuela Nacional Florestan Fernandes (ENFF) del MST de
aquel país, los compañeros regalaron 500 (quinientos) ejemplares junto con un bolsito
negro. Ese fue el regalo “de bienvenida” para todo el movimiento campesino y de
trabajadores que asistió a la inauguración de la Escuela Nacional del MST. Luego, ese
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mismo libro, lo publicó la Coordinadora Intersindical de la ciudad de León, en el estado
español, encabezada la edición y prologada por obreros y obreras del sindicato ferroviario.
Ya aumentado, con otros textos, lo publicó Ocean Sur bajo el título Aproximaciones al
marxismo. Una introducción posible (2008, México, Ocean Sur), que es la editorial que
también diagramó este libro, Hegemonía y cultura en tiempos de contrainsurgencia «soft».
¿Y quién me solicitó de la Teología de la Liberación que escribiera el libro? Unos
compañeros de Brasil, del ya mencionado CEPIS. Me expresaron en aquel momento:
“Necesitamos una herramienta pedagógica para difundir el marxismo en los movimientos
sociales, pero renovada y escrita desde Nuestra América”. ¿Porqué me aclararon eso?
Porque necesitaban una introducción al marxismo diferente a los manuales soviéticos pero
también distinta a los antiguos manuales de la compañera Marta Harnecker
(althusserianos). ¿Cómo inicié entonces aquel trabajo? Inspirándome en una carta que el
Che Guevara le envió desde Tanzania a Armando Hart Dávalos, en la cual Guevara le hace
sugerencias para estudiar marxismo… mientras critica libros escritos en Francia y en la
Unión Soviética.
Entonces aquel libro, Introducción al pensamiento marxista, o Aproximaciones al
marxismo, según la editorial, yo lo escribí a pedido de los sacerdotes de la Teología de la
Liberación de Brasil (lo utilizaron campesinos, lo editaron y utilizaron obreros y en
Argentina sirvió como herramienta para hacer formación política con la clase trabajadora
de las fábricas recuperadas y con el movimiento piquetero).
Cuando uno de estos sacerdotes de Brasil recibió el libro ya terminado me dijo, después de
leerlo: “Pero compañero Néstor, aquí falta una consigna”. Yo levanté mis hombros con cara
de interrogación. Pensé que iba a solicitarme agregar alguna consigna de las Comunidades
Eclesiales de Base. Me equivoqué. Este compañero, sacerdote y marxista al mismo tiempo,
me dijo, con absoluta seriedad en el rostro: “No pusiste «¡Todo el poder a los soviets!»”.
Yo pensé que era una broma. ¡Me lo decía en serio! ¿Quién es el ortodoxo, entonces?
Así que cuando Joel Suárez me dice provocativamente “ortodoxo” a mí me divierte y me
gusta, porque me invita a recordar estas anécdotas de la militancia que tienen que ver,
también con la elaboración y “la cocina” de algunos libros que hice.
En fin. ¿Qué le contesté a su vez al compañero Jesús Arboleya cuando me preguntó por la
ortodoxia, hoy debatida en la sociedad cubana? (Dicho sea de paso, Jesús Arboleya publicó
un libro muy útil titulado La contrarrevolución cubana). Yo le contesté, también
divirtiéndome: “Por supuesto que soy ortodoxo, ¡soy ortodoxo del Marx que vivió en
Argelia!”. ¿A qué hacía referencia? A un libro que recoge las Cartas desde Argelia, porque
Marx vivió en África, aunque poca gente lo sabe. Entonces ése es el Marx que a mí me
gusta, el Marx que desde África le escribe a Paul Lafargue, y a su amigo Engels, y a sus
hijas, que el colonialismo es una porquería, mientras ensaya una especie clasificación de
todos los colonialistas europeos-occidentales, los franceses, los ingleses, los holandeses, los
españoles, los portugueses, y él dice cuáles son los peores, mientras se explaya en contra
del racismo etnocéntrico y con una admiración no sólo por los musulmanes sino también
por los pueblos africanos.
Entonces con un poquito de ironía argentina, si me permiten, contestaría frente a este tipo
de preguntas. Sí, yo soy ortodoxo, ortodoxo del Marx que vivió en África, en Argelia, y que
fue profundamente anticolonialista. Soy también ortodoxo del Marx que en 1851,
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estudiando en el Museo Británico, recién mudado a Londres, escribió un cuaderno entero
sobre el colonialismo (probablemente en Cuba no estén publicadas ni las cartas desde
Argelia ni el cuaderno sobre el colonialismo, ya que este último se publicó recién en el año
2019). Y soy ortodoxo del Marx que escribe el Cuaderno Kovalevsky en 1879, analizando
la historia de Nuestra América previa a la conquista europea, y luego la historia de América
colonial; estudiando las comunidades rurales de Argelia y analizando las comunidades
rurales de la India. Prestemos atención a qué continentes dirige su estudio y su mirada Karl
Marx. La India (Asia); Argelia (África) y los pueblos originarios de América (Nuestra
América). Los tres continentes… ¿Qué dirigentes y pensadores de la Revolución cubana
(supuestamente “no marxistas”, según los blogueros financiados por Soros) escribieron y
dijeron en sus discursos que el eje de lucha antimperialista a escala mundial estaba centrado
en Asia, África y Nuestra América? Fidel Castro y Ernesto Che Guevara. Y antes que ellos
dos, ya lo había planteado el bolchevique Sultan Galiev, desde la Internacional Comunista,
apoyado con todo entusiasmo por Lenin. El Che Guevara y Ho Chi Minh, en su estrategia
revolucionaria tercermundista, son hijos de Sultan Galiev y la Internacional Comunista,
como bien ya lo había planteado el marxista de Egipto (“hazmerreír de la filosofía
universitaria” de Madrid, seguramente) Abdel-Malek (Abdel-Malek, Anouar 1972 La
dialectique sociale [La dialéctica social]. París, Éditions du Seuil. pág: 298-299).
Esto es lo que hace horrorizar a todos estos blogueros financiados por Soros y por la
Fundación Ebert... ¿Cuál es el eje de la lucha revolucionaria mundial? Asia, África y
América Latina. Hasta hubo una Conferencia en La Habana en enero de 1966 que se llamó
la Conferencia Tricontinental; de allí surgió una revista denominada Tricontinental.
Pero fíjense que esta perspectiva estratégica según la cual el eje de la revolución mundial
pasa por Asia, África y América Latina, es decir, el Tercer Mundo, el Sur Global, no la
inventaron el Che Guevara ni Fidel Castro. ¡Ya está en la propia obra de Karl Marx! Eso es
lo que él investiga en el Cuaderno Kovalevsky, redactado en 1879, aunque no figura en
ninguna de las llamadas Obras escogidas, ni las publicadas en la antigua URSS, ni en
China ni en Francia. ¿Conocían Fidel y el Che el Cuaderno Kovalevsky de Karl Marx? No,
porque recién se publicó en castellano en el año 2018. Pero siguiendo el método de Marx,
llegaron a la misma conclusión. Lo mismo que le había sucedido a José Carlos Mariátegui
en 1928.
Entonces si mi amigo y compañero Joel Suárez me dice: “Eres un poco ortodoxo”, sí, del
Marx del Cuaderno Kovalevsky, que plantea que el eje es Asia, África y América Latina,
del Marx crítico del colonialismo, del Marx que se fue a vivir a Argelia.
¿Entonces a qué nos referimos con el término ortodoxia? Esa es la pregunta que habría que
formular y repensar sin dejarnos atrapar por la superficialidad y el facilismo, cuando ahora
esta seudoizquierda “enjabonada y gelatinosa”, bajo un formato “republicano
socialdemócrata”, financiada por los aparatos de contrainsurgencia, pretende atacar a la
Revolución cubana por su supuesta ortodoxia, asociando ese término con la cerrazón…, el
dogmatismo…
Según la carta del Che Guevara enviada en 1965 desde Tanzania a Armando Hart Dávalos,
lo que estaba en discusión en la década de 1960 eran “los ladrillos soviéticos”. Libros “que
no dejan pensar”, según el Che. Por eso nuestro amigo Fernando Martínez Heredia escribió
“El ejercicio de pensar”.
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Se asocia entonces ortodoxia con los ladrillos soviéticos, para usar la expresión de
Guevara. En cambio, siguiendo las enseñanzas de Historia y conciencia de clase del joven
Lukács, nosotros asociamos ortodoxia con el método de Marx. Pero recordemos que el
método de Marx, no es un conjunto de reglas procedimentales, puramente formales. Es un
método centrado en las contradicciones sociales antagónicas que además está asociado, en
la obra y el pensamiento de Karl Marx, a una mirada antimperialista, anticapitalista,
descolonizadora, tercermundista.
Una perspectiva que ya está en Marx. No la “inventa” el Che Guevara, no la “descubre”
Fidel Castro. Y me animaría a agregar, no la inventan tampoco Gustavo Gutiérrez o
Leonardo Boff, Frei Betto, Franz Hinkelammert o Enrique Dussel. ¡Ya está en Marx! Lo
que sucede es que esos libros, cuadernos, cartas y textos de Marx no pasaron a las Obras
Escogidas que seguramente han circulado en Cuba.
¿Dónde se produjeron y editaron las diversas versiones de las Obras Escogidas de Marx y
Engels? ¿Quién escogió lo que se consideraba “fundamental” y quién decidió que otros
textos quedaban fuera? Esas Obras Escogidas provienen de la Unión Soviética y China.
Tengo mis serias dudas (quizás me equivoco). Pero sospecho que esos textos no se han
publicado (por lo menos a nivel popular) en China y dudo que se hayan publicado en la
Unión Soviética. Por lo tanto cuando se traducían al español tampoco están publicados en
Cuba, tampoco están publicados en el estado español, ni en Inglaterra ni en Estados Unidos.
Algunos de ellos se publicaron por primera vez en idioma castellano en la Bolivia
plurinacional e indígena. ¡Herejía absoluta! Y que la Academia occidentalista y
eurocéntrica siga burlándose, autosuficiente y arrogante, satisfecha con su propia
ignorancia. El marxismo sigue vivo desafiando a esas burlas simiescas.
Contestándole al compañero Rosique, de La Tizza, sobre los manuales. Como no nos
conocemos, yo le aclaro que tenía todos aquellos viejos manuales. Los tengo todavía.
Durante años los utilicé como mi mesa de luz.
Sin embargo, aunque los he criticado, no los desprecio porque en su época jugaron un
papel. El propio Antonio Gramsci explica en sus Cuadernos de la cárcel que para socializar
una religión, una concepción del mundo, a veces hay que proporcionar una versión
simplificada del cristianismo, por ejemplo, para que la comprenda todo el mundo. Si una
persona cristiana lleva a un barrio popular las obras de san Agustín o santo Tomás
difícilmente las entiendan porque son escritores de alto vuelo. Lo que haría una corriente
cristiana es llevar el catecismo, ¿no es cierto? Así entiende todo el mundo, afirma Gramsci.
Pues con el marxismo ha sucedido algo similar. Para que alguien del pueblo humilde, y hoy
en día todavía más, ya que se va perdiendo el hábito de la lectura y todo el mundo está
pendiente del teléfono celular, si uno va a un barrio humilde y lleva el tomo tres de El
Capital, bueno, la verdad es que no lo va a entender nadie. En cambio, cuando nosotros
hacíamos formación política en una de las villas miseria (lo que en Brasil se llama “favela”,
en Uruguay “cantegril”, en Chile “población”, etc.), o sea, uno de los barrios más humildes
de Argentina, con una gran población de clase obrera de origen boliviano, como muchos
compañeros y compañeras no sabían leer, nosotros no íbamos con libros. Lo que hacíamos
era recurrir a películas. Hacíamos formación política a partir de películas, porque la
película la entiende cualquiera, y desde esa herramienta se genera el debate de la formación
política en los barrios populares.
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Entonces en las tradiciones de los marxismos el formato de manual ha jugado un papel. El
propio Gramsci, que también los criticaba duramente, reconocía que para socializar en los
sectores populares, en la clase obrera y trabajadora, los humildes y las humildes, hay que ir
con una versión del marxismo a veces demasiado simplificada. A pesar de su
esquematismo, esas formas simplificadas han jugado un papel a la hora de socializar y
expandir la concepción del mundo inspirada en el marxismo. Ahora bien, una vez que se
llegan a comprender los problemas básicos hay que dejar de lado el manual y pasar a
estudiar esos mismos problemas en otro nivel, mucho más riguroso.
En cuanto a la segunda parte de la pregunta de Iramis Rosique, creo que ya me explayé
bastante sobre la fragilidad metodológica (y las fuentes teóricas inconfesadas) de ese
“republicanismo socialdemócrata”. No quiero personalizar. Podría hacer nombres,
particularmente del estado español, de Madrid y Barcelona, gente específica de donde esta
pretendida socialdemocracia republicana cubana ha adoptado fórmulas y esquemas. Pero no
me interesa personalizar.
A lo ya dicho podría agregar algo breve. Como en 1989, año de euforia neoliberal a escala
mundial (recordemos el libelo impresentable de Francis Fukuyama “El fin de la historia”,
donde el entonces funcionario del Departamento de Estado y hoy asesor de la NED se
equivocaba groseramente a la hora de citar libros de Hegel), se conmemoraba el
bicentenario de la revolución francesa de 1789, proliferaron los panfletos
antirrevolucionarios. No fue un aniversario más. Fue la fiesta de la derecha mundial. Y en
ese contexto, los panfletos contra el supuesto “terror rojo” de Robespierre y los jacobinos
inundaron la bibliografía del momento. Como reacción contra ese clima anti-revolución
francesa, y en particular, anti-jacobinismo, se generó una corriente opuesta que con buen
criterio intentó recuperar la tradición “perdida” de historiadores al estilo de Soboul (Soboul,
Albert 1964 Historia de la revolución francesa. Buenos Aires, Futuro). Entonces un grupo
de especialistas de Francia intentó contrarrestar esa historiografía profundamente
reaccionaria. Un ejemplo de esos intentos fue la reedición de discursos del principal líder
jacobino (Bosc, Yannick; Gauthier, Florence y Wahnich, Sophie [eds] Robespierre,
Maximilien [1789-1794] 2005 Por la felicidad y por la libertad. Discursos [Antología].
España, El Viejo Topo).
Esa reivindicación de Robespierre (lamentablemente la figura de François-Noël Gracchus
Babeuf no corrió la misma suerte), plenamente justificada frente a la historiografía
revisionista, derivó en un “republicanismo” a ultranza, acrítico y en gran medida
apologético, por no decir, directamente folclórico. Una ensoñación imaginaria en un reino
español gobernado por una monarquía… ¡en pleno siglo XXI!
Algunos de los ensayistas catalanes (insisto, no proporciono nombres para no personalizar,
además de que algunos de los más renombrados han fallecido) llegaron al extremo de
sostener que… ¡nunca existieron las revoluciones burguesas! (sic). Enamorados al extremo
de fetichizar su objeto de estudio (con no poca influencia del eurocomunismo de la época
de Santiago Carrillo y su fusión con la socialdemocracia, así como del liberalismo
estadounidense de John Rawls) trataron de defender la hipótesis de que el término
“revolución burguesa” fue un producto de la “eficaz propaganda bolchevique” (sic). Un
disparate insostenible que no resiste el menor análisis serio. No sólo porque la expresión
figura ya en la propia obra de Karl Marx, cuando Lenin ni siquiera había nacido. Por
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ejemplo, Marx escribía lo siguiente: “Las revoluciones burguesas, como las del siglo
XVIII, avanzan arrolladoramente de éxito en éxito, sus efectos dramáticos se atropellan, los
hombres y las cosas parecen iluminados por fuegos de artificio, el éxtasis es el espíritu de
cada día; pero estas revoluciones son de corta vida […] [el subrayado me pertenece. N.K.]”
(Marx, Karl [1852] 1984 El 18 brumario de Luis Bonaparte. En Marx, Karl y Engels,
Friedrich 1984 Obras Escogidas. Buenos Aires, Cartago. Tomo I. pág: 291). Sino porque
además existe toda una abrumadora historiografía, que jamás perteneció al partido
bolchevique, cuya obra así lo demuestra.
En ese intento justo pero absolutamente desorbitado por exaltar la república de
Robespierre, se terminó subsumiendo el proyecto socialista y comunista como una pequeña
nota al pie, subordinada y dependiente de la revolución francesa. Un siglo y medio de
luchas (incluyendo desde la victoria vietnamita contra el imperialismo yanqui hasta la
revolución cubana, pasando por las guerras de liberación contra el apartheid en África…),
se convierte por decreto automático es un simple derivado de 1789! Una mirada
eurocéntrica escasamente disimulada.
Ese republicanismo llevado hasta el paroxismo corre el riesgo de convertir el análisis
historiográfico (y, ¿por qué no?, la reivindicación del jacobinismo) en una caricatura. Pero,
en última instancia, las limitaciones de semejante hermenéutica, corren a cuenta y cargo de
los pequeños núcleos intelectuales y editoriales de Barcelona y, en el mejor de los casos, de
Madrid.
Ahora bien, trasladados mecánicamente esos esquemas explicativos a Nuestra América, el
riesgo de caricatura en la España posfranquista se transforma en una muestra más de la
antiquísima mentalidad colonizada que suele comprar la moda académica del momento y
aplicarla con fórceps a la historia de Nuestra América. Así hubo un althusserianismo
forzado, un “foquismo” inventado por Regis Debray, más tarde vino la moda Foucault,
luego la de Bourdieu y sigue la miniserie con nuevos capítulos. El republicanismo reciclado
en el estado español a partir de las derrotas y claudicaciones del eurocomunismo y las
capitulaciones ante la socialdemocracia, trasladadas mecánicamente a Cuba, con dinero de
Soros y Ebert de por medio, bueno, ¿cómo calificarlo? Que cada quien haga la cuenta y
extraiga sus propias conclusiones. Endeble en el plano específico de la propia teoría, si a
eso le sumamos que dicho discurso viene de la mano de “laboratorios de ideas” financiados
por la NED y la Open Society Foundation (OSF) de Soros, ¿qué podemos esperar?
¿Es posible entonces una alternativa? Yo creo que hay muchas. No sólo una. Descreo de
las recetas válidas para todo tiempo y lugar. Falsos universales sin tiempo ni espacio. Eso
que Gramsci denominaba “metafísica” (Gramsci, Antonio [1932-1933] 2000 Cuadernos de
la cárcel. [Edición crítica de Valentino Gerratana]. México, ERA. Tomo 4. pág.266).
En Nuestra América existen diversas experiencias de lucha. La mayoría de ellas son
mucho más radicales que las europeas. Por eso copiar mecánicamente una fórmula
cristalizada como ese “republicanismo” de dos o tres autores y revistas, una catalana, otro
madrileño y ya (producto de un proceso político muy específico) y trasladarla a Cuba,
violenta metodológicamente cualquier aproximación creadora a la teoría crítica. Esta es la
razón por la cual pienso que ese pequeño “furor” en las redes cubanas tiene rápida fecha de
vencimiento. Es una propuesta copiada, plagiada y encima que no es original, está viciada
de antemano por sus vinculaciones políticas y financieras con la contrainsurgencia
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estadounidense. Dudo sinceramente que de allí emerja la democracia socialista anhelada.
Toda copia es, por sí misma, reaccionaria. No obstante, si se tratara de copiar (algo de lo
que tengo la certeza que es inviable e ilegítimo, además de no deseable) preferiría en todo
caso focalizar la mirada en los procesos comunitarios del mundo indígena, en lugar de
trasladar derrotas ya pasadas de horno, como las del estado español.
El compañero Alex pregunta por las reformas económicas. Debo confesar que no estoy al
día. Cada determinado período de tiempo intento estudiar los documentos cubanos. En su
momento, los Lineamientos del 2008 los leí completos e incluso los estudiamos
colectivamente. Después de aquellos Lineamientos, voy leyendo algunos documentos que
se publican en la prensa cubana y latinoamericana. Ahora bien, no leo diariamente la prensa
cubana. Aunque parezca una obviedad, yo tengo que trabajar como cualquier trabajador
argentino, y gran parte de mi vida tiene que ver con mi empleo, mi trabajo, como
cualquiera que viva de su salario. A mí no me mantiene ninguna fundación norteamericana.
No tengo el tiempo para seguir día a día qué se publica en Cuba. Sí estoy al tanto de las
reformas… en términos generales.
Debo confesar que yo ya era crítico de los Lineamientos del 2008. Yo soy partidario, si me
dieran a elegir y si razonara simplemente a partir de “lo que me gusta”, a mí me gusta el
sistema presupuestario de financiamiento (SPF) del Che. Es decir, la planificación
socialista. Ahora bien, me parece que en política Antonio Gramsci nos enseñó en los
Cuadernos de la cárcel, en el Cuaderno 13, Tomo 5 de la Editorial Era, que el que haga
política tiene que tener siempre en cuenta las relaciones de fuerza. No hay política, no hay
proyecto de poder, no hay por lo tanto proyecto transformador al margen de las relaciones
de fuerza. No hay que subordinarse a las relaciones de fuerzas, pero hay que tomarlas en
cuenta. Lenin, un pensador y un dirigente revolucionario sumamente radical, jefe de los
bolcheviques, tuvo que introducir en 1921 reformas económicas abriéndole la puerta al
mercado (¡que a él no le gustaba absolutamente nada!) ¿Cómo se conoció ese proceso?
Como la Nueva Política Económica, la NEP. ¿Era un camino estratégico para transformar
la sociedad? No lo creo. ¿Y por qué lo hizo Lenin? ¿Era un loco? No, tomó en cuenta las
relaciones de fuerza. En el caso bolchevique hacía tres años que estaban en guerra civil,
ganaron esa guerra pero quedaron exhaustos. Si me permiten la comparación analógica, es
como un boxeador que pelea diez rounds con un peso pesado. Gana la pelea pero queda
muy, muy golpeado. Y no le queda más remedio, esa noche, en lugar de comer una gran
comida (como tendría ganas), quizás tenga que tomar solamente una sopa liviana antes de ir
a dormir y nada más. Porque está muy golpeado. Entonces a Lenin no le quedó más
remedio, como a los bolcheviques, que implementar la Nueva Política Económica, la NEP,
haciendo lo que no le gustaba.
Yo creo que las reformas económicas que está haciendo la Revolución cubana no son el
camino estratégico hacia el socialismo y el comunismo. Sin conocer ese proceso a fondo y
al detalle, me da la impresión, en primera instancia, que constituyen un producto de la
correlación de fuerzas. En segundo lugar, se producen en un contexto de crisis mundial.
Porque Cuba, aunque es una isla, está inserta en un mercado mundial y en un sistema
mundial. Hoy el capitalismo vive una crisis mucho más aguda que la de 1929, que la de
1973-1974 y que la del 2007-2008. El capitalismo mundial está en crisis.
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En este contexto, asistimos y padecemos una pandemia feroz que se ha llevado la vida de
millones de personas. Sólo en Estados Unidos han muerto más de seiscientas mil personas.
En este contexto de crisis mundial, de pandemia, donde las potencias más importantes
como Alemania, en Europa, ven disminuir su su producto bruto interno de una manera
abismal. Inglaterra, sociedad capitalista poderosísima, está en crisis. Norteamérica está en
crisis. Es decir: Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, las potencias más importantes están
en crisis. Es una crisis multidimensional…, sumada a la pandemia… En este contexto y
tomando en cuenta la correlación de fuerzas actuales, Cuba no tiene al lado suyo cinco
revoluciones socialistas.
Les voy a contestar ante esta pregunta lo que me contestó un hermano, un compañero
venezolano una vez. No recuerdo exactamente qué discusión teníamos con los hermanos de
Cuba. Y este compañero venezolano, un viejo guerrillero venezolano con mucha
experiencia, me dijo: “Néstor, no le reclamemos nada a Cuba, porque si Cuba no puede ir
más rápido como quisiéramos, la culpa es nuestra, porque no triunfamos, no logramos hacer
una revolución socialista en Venezuela, no triunfó la revolución socialista en la Argentina,
no triunfó la revolución socialista en México, no triunfó la revolución socialista en Brasil, y
Cuba se tuvo que quedar sola frente al imperialismo”. Otra sería la historia de la economía
cubana si estuviera rodeada de cuatro o cinco revoluciones socialistas. Porque a esta altura
de la vida todo el mundo sabe que ningún país grande o pequeño puede marchar de manera
aislada al socialismo si no es con la compañía de otros pueblos y sociedades.
Entonces las medidas económicas de Cuba, que pueden ser incluso antipáticas ¿por qué
no? El gobierno cubano tiene que hacer concesiones. Hay que decirlo clarito, es un
producto de la relación de fuerza. Quien estudie el pensamiento profundo de Antonio
Gramsci, sabe que para Gramsci la clave de la política revolucionaria son las relaciones de
fuerza. Humildemente yo creo que uno no puede enojarse o reclamarle a Cuba que no hace
todo lo que tendríamos ganas que hiciera. Porque precisamente está inserta en un sistema
mundial; tiene además al imperialismo ahí no más, demasiado cerquita. Nosotros en
Argentina estamos lejos, por suerte, e igual nos presionan, nos roban, nos superexplotan.
¡Demasiado hace Cuba siendo un país tan pequeño, sin grandes recursos naturales propios y
estando además tan cerca de la principal potencia político-militar del planeta! Además se
vive una pandemia mundial, en medio de una crisis económica mundial, peor que en 1929,
1974 y 2008. En ese contexto, ¿podemos exigirle a Cuba que marche sola, aislada, sin
nadie que la acompañe, al comunismo? A mi modesto entender, sería un disparate. Es muy
fácil escribirlo y publicarlo en un blog o una página de internet. Pero quien ponga eso en un
blog o en una página web, en un sitio de internet, y empiece a tirar y desparramar material
fecal contra la Revolución cubana porque ya, ahora mismo, este miércoles 22 de septiembre
no marcha directamente al comunismo, me parece que está recibiendo dinero de una
potencia imperialista. Porque cualquier persona con un mínimo de sentido común y que
conozca un poquito nomás de la teoría revolucionaria, llegaría a otra conclusión. Cuba va a
poder avanzar hacia el socialismo, el comunismo, cuando triunfen otros países, pueblos y
sociedades que la acompañen. Demasiado hace con resistir en este contexto de pesadilla
distópica a escala planetaria. Demasiado hace con vacunar a todo su pueblo. Es el único
país del continente que tiene vacunas propias, cuando se supone que Brasil es una potencia,
se supone que Argentina tiene un desarrollo capitalista importante, se supone que México
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también. Sin embargo, no hay vacunas brasileñas, argentinas, mexicanas. Las únicas
vacunas que conozco propias de este continente se produjeron en Cuba.
¿Entonces qué opino de las reformas económicas? Me gustaría y me haría muy feliz que se
llevara a cabo el proyecto “económico” del Che (las comillas van porque en su caso el
proyecto era integral, al igual que pensaba Fidel). No debemos olvidar ¿en qué época
vivimos?
Termino con la última pregunta de León. ¿Proliferan las insurgencias? ¿Qué pasa con las
insurgencias de América Latina? A mí me parece que están muy débiles, existen todavía,
no desaparecieron. Es mentira que se cerró el ciclo de la revolución latinoamericana como
han escrito algunos ensayistas (incluso cubanos) con la firma de los tratados de paz de
Guatemala y El Salvador a inicios de la década de 1990. No es cierto. No creo que se haya
cerrado el ciclo de la revolución latinoamericana. Pienso que esos vaticinios no son
realistas. Por algo apareció el chavismo, por algo apareció el zapatismo, ¿no es verdad? Por
algo resurgieron los pueblos indígenas en Bolivia y por algo sobrevive todavía la
insurgencia colombiana. Seguramente surgirán nuevas rebeliones. Las rebeldías de nuestros
pueblos nunca salen de un pizarrón, no brotan de una computadora ni de un blog de
internet. Cuestan mucho trabajo, cuestan incluso vidas. Por ahora estamos débiles. Lo que
existe hoy es capitalismo mundial en una crisis civilizatoria agudísima. Una crisis que es de
terapia intensiva. No es casual que aparezcan opciones de extrema derecha y el intento de
construir artificialmente una “nueva” derecha en Argentina, en Brasil, en el estado español.
En Argentina hay un loquito suelto que reivindica la dictadura militar y que sacó hace poco
el catorce por ciento de votos en la Capital Federal reivindicando al general Videla y al
almirante Massera, desconociendo que hubo desaparecidos en Argentina. ¡Todavía hoy, en
el 2021, niegan que hayan existido desaparecidos en Argentina! Dicen que los derechos
humanos de las familias de la gente desaparecida, secuestrada y torturada, “son un negocio
para obtener dinero”. Insultan al marxismo y a la izquierda por la TV. Gritan “¡Zurdos de
mierda!” [es decir, el viejo grito contra el pueblo de la época de la dictadura]. Miren el
lenguaje que utilizan: macartista, extremista, neofascista. Hasta imitan la estética y los
discursos (es una caricatura subdesarrollada) de Adolf Hitler. ¿Quién financia las campañas
de estos personajes bizarros, neofascistas? Las mismas instituciones contrainsurgentes que
tratan de intervenir en Cuba. En Cuba hablan de “republicanismo”. En Argentina imitan la
estética y los discursos de Hitler y el fascismo español.
Hace unas semanas yo fui a recorrer, por primera vez después de tanto tiempo en que
estuve encerrado, algunas librerías de libros usados. Me encontré que en muchos puestos de
libros viejos, de libros usados, vendían Mi lucha de Adolf Hitler. Argentina, septiembre del
año 2021: en muchos puestos de libros usados el libro de cabecera que ponían adelante era
un libro de Adolf Hitler. Parece una película de hace ochenta años.
¿Por qué aparece Vox? Esta “nueva” derecha que quiere expulsar a todos los inmigrantes
del estado español. ¿Por qué emerge esta “nueva” derecha en Argentina, en Chile? Pienso
que porque el capitalismo está en crisis aguda.
Nosotros tenemos que seguir batallando. A largo plazo vamos a ganar. No hay que darse
por vencidos ni por vencidas, nunca. Estas experiencias como las que hacen ustedes tan
novedosas a mí me parece que son un granito de arena nada despreciable. Cada uno tiene
que aportar su granito de arena. El libro que yo escribí es un granito de arena, esto que
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ustedes hacen en La Manigua es otro granito de arena. Hay que aportar granitos de arena
cada uno como pueda, aunque aparentemente sea muy modesto y muy pequeño, cada uno y
cada una tiene que resistir y tratar de articularse con las otras personas. Organizarse.
Aunque parezca microscópico, aportar nuestro granito de arena. Poner el hombro para
resistir a este capitalismo voraz que quiere destruir el planeta. La burguesía se niega a
entregarse. Pero a la larga vamos a ganar. Hay que tener paciencia. Como decía Fidel
Castro, ¿quién gana las carreras, quién gana los maratones? Los que tienen la persistencia
de llegar hasta el final. Si uno corre muy rápido cien metros y a continuación se cansa no
sirve. Mejor tener la persistencia de seguir hasta el final. La lucha por el socialismo es
mundial y es como una maratón larguísima. A la larga vamos a ganar. Desde ya muy
agradecido por la invitación.
RODRIGO H.: Oye, Néstor, muchas, muchas gracias, sin dudas a la larga vamos a ganar, y
tenemos que tener persistencia, mucha paciencia tenemos que tener.
Oye, para cerrar quiero invitar a dos manigüeros, a una manigüera y un manigüero que
quieren hacer algunos comentarios. Yo sé que hay muchas preguntas todavía pero ya
estamos cercanos a las once de la noche ya, nos pasamos las dos horas, sin dudas te
extiendo desde ya una invitación para una próxima, me gustaría continuar conversando
contigo, nos gustaría continuar debatiendo contigo, y por supuesto, escuchando tus análisis
y tus reflexiones.
Quiero invitar entonces a Karima Oliva y a Roly, quienes van a cerrar con un par de
comentarios. Vamos a continuar el chat escrito creo que hasta las doce de la noche,
agradecerles a todos por su participación.
Jaime ancló el libro Hegemonía y cultura en tiempos de contrainsurgencia «soft» para
aquellos que no lo han leído todavía. Entonces le damos la palabra a Karima.
KARIMA OLIVA: Buenas noches, Néstor, buenas noches a todos los que están escuchando
el audio chat. Yo no quería participar hoy porque estaba aquí tranquila disfrutando la
intervención de Néstor, a quien he leído mucho en los últimos tiempos, pero vinieron los
manigüeros y entonces me dicen que no había participado ninguna mujer, y ya saben que
con eso me convocan y me provocan, ¿no?, y bueno, aprovechar la posibilidad que
entonces me dan de participar, primero que todo para agradecer muchísimo a Néstor el
acompañamiento que nos está dando en estos momentos que estamos viviendo, en que
muchas y muchos de los que están aquí en La Manigua, y también de personas que no están
aquí en La Manigua en estos momentos venimos dando una batalla fuerte en el escenario
de guerra mediática que estamos viviendo actualmente en Cuba desde hace un tiempo ya.
Recuerdo que en mi caso particular yo me incorporaba, me incorporé a este actuar
militante, por decirlo de alguna manera, con un artículo escrito junto a mi compañero que
titulamos: “El progresismo en Cuba. Memorias del subdesarrollo”, y justamente poníamos
“Memorias del subdesarrollo”, ¿no?, jugando un poco con un filme cubano muy conocido,
emblemático, pero también apuntando a esta cuestión que tú nos has explicado de forma tan
clara, Néstor, de que nos quieren vender como algo nuevo, como lo último, pues un modelo
de sociedad, una forma de vida que es arcaica, ¿verdad?, y que para todo quien esté más o
menos al tanto de lo que ha sido el capitalismo en el mundo en los últimos, bueno, desde
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hace muchísimo tiempo ya, no sólo que es arcaica sino que también es incapaz de resolver
las grandes contradicciones que crea, ¿no?, y resolver los grandes problemas que está
creando para la mayor parte de personas en el mundo.
Entonces yo creo que el desconocimiento que tienen las nuevas generaciones en Cuba del
lado más atroz del capitalismo, ¿no?, porque realmente estamos tratando de construir el
socialismo, ¿no?, en este mundo donde es hegemónico el capitalismo y lo tenemos todo en
contra. La mayor parte de las generaciones jóvenes en Cuba, nacidas del ‘59 para acá, no
conocen el lado atroz del capitalismo. Entonces resuena con mucha fuerza toda esta retórica
“republicanista” de los derechos, de la defensa de los derechos en abstracto, entonces hay
también una estigmatización muy fuerte de quienes mantenemos posturas más radicales,
¿no? En este embate que estamos viviendo, bueno, pues se nos acusa de “dogmáticos”, de
intransigentes, y hay también la intención debajo de la fachada de la pluralidad, usar la
pluralidad como un caballo de Troya para introducir, bueno, pues las ideas de la
socialdemocracia en nuestro país, pensando que Cuba va a ser más democrática cuando
todos tengan espacio por igual, pero en ese “todos”… ¡también han incluido las voces
reaccionarias!
Rodrigo hacía mención de las campañas que hay para que se manifiesten y tengan derecho
a manifestarse elementos que está probado que tienen vínculos con la CIA, por ejemplo,
que tienen vínculos con la NED, con la USAID. Entonces uno piensa, ¿no?, o sea, Cuba no
va a ser más democrática porque tenga voz la reacción en nuestra sociedad. Al contrario,
pone en riesgo justamente el horizonte democrático del país. Es muy difícil, es un escenario
muy complejo, porque era mucho más fácil la lucha contra esta contrarrevolución
tradicional, tú lo mencionabas, de los terroristas, los que están en Miami con ese discurso
ácido, ¿verdad?, contra la Revolución, contra sus líderes. Es mucho más difícil la lucha
contra una contrarrevolución que se camuflajea todo el tiempo, ¿verdad?, con una retórica
en nombre de “los derechos”, en nombre de “las libertades”, que en teoría uno no tiene
cómo de alguna panera estar en contra de eso si no uno supiera realmente que ninguno de
esos derechos son efectivos en el capitalismo, y que en definitiva el dilema más importante
que tiene Cuba por delante es seguir avanzando en la construcción del socialismo o
retrotraerse sesenta años al capitalismo. Un capitalismo además servil, porque no podemos
ignorar la posición que nosotros ocupamos de política con Estados Unidos y el plan que
ellos siempre han tenido para América Latina.
Entonces en este momento tan complejo, Néstor, que haya personas como tú,
revolucionarios como tú que nos acompañen desde una postura militante…, porque hay
mucho oportunismo, hay también mucho mimetismo intelectual. Entonces que de alguna
manera haya muchas voces también, en esta batalla en defensa de los valores de la
Revolución, de la posibilidad de ser de la Revolución… Yo creo que los que defendemos la
Revolución estamos conscientes de sus limitaciones, pero estamos apostando por un
camino en que siga siendo posible construir un horizonte de más justicia, y no porque
estamos satisfechos con las cosas, con todas las cosas exactamente como están, ¿no?
Muchísimas gracias por la compañía que nos das, muy valiosa, todas las ideas que
compartes sobre nuestro país en ese libro y en la entrevista que también diste y que salió
publicada en Cubadebate. No nos pierdas de vista, síguenos acompañando en este camino
que estamos llevando hacia adelante, porque realmente nos hace muchísima falta. Marca la
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diferencia. Yo creo que es muy importante que espacios como este se sigan repitiendo,
contigo en este caso y también con otras voces diferentes de intelectuales revolucionarios
militantes de América Latina, que también desde el conocimiento de otras realidades y
desde el estudio también de otras realidades y de otros contextos que conoces tú mejor que
nosotros, se nos puedan unir también en esta lucha. Eso es lo que quería decir, y bueno,
muchísimas gracias por venir aquí, pero sobre todo por la participación.
ROLY: Buenas noches, Néstor, muchas gracias por estar por acá. Agradecido de poder
escucharte, siempre es bueno para los jóvenes revolucionarios, sobre todo acá en Cuba,
aprovechar el conocimiento de la intelectualidad más comprometida, más militante, nos
trae y comparte con nosotros, nos enriquece, nos arma en el terreno ideológico, ¿no?, en la
causa que defendemos.
Nosotros queríamos hacerle una pregunta breve a partir del contexto regional que estamos
viviendo. Usted estaba abarcando muy bien en su explicación a la pregunta de León, las
condiciones políticas existentes, o las causas fundamentales que han impedido un
acompañamiento a la Revolución cubana, ¿no?, pero en la actualidad tenemos un México
con un reimpulso a la CELAC regional, en función de la integración. Si bien no es un
proceso revolucionario radical ni es un proceso social de transformaciones en sus bases
económicas, etcétera, etcétera, estamos hablando de un paso que sin dudas es importante
hacia la integración de la región, y un liderazgo de México que para muchos de nosotros es
relevante también a partir de la alternativa que representa ante la OEA la alternativa de la
CELAC. Queríamos saber su criterio al respecto. Le doy las gracias por venir, La Manigua
siempre lo recibirá con agrado, y además, para nosotros es un compromiso doble que usted
haya compartido con nosotros toda la información y toda sabiduría durante la noche de hoy.
Un abrazo desde Cuba.
NÉSTOR K.: Bueno, muy agradecido. Me habían hablado mucho de Karima, todos me han
hecho apreciaciones muy buenas, siempre me dijeron: “Tenés que escuchar a Karima, que
es una nueva generación”, así que muy contento de haberla escuchado. Muchas gracias.
Roly, sobre México y la CELAC. Hoy [22/9/2021] me dio vergüenza ajena, me generó una
indignación ver a los presidentes de Paraguay y de Uruguay, que son dos colonias,
insultando a Cuba y a Venezuela. Me generó un enojo enorme. Pero a pesar de eso, es
verdad lo que dices: la CELAC tiene que convertirse en una alternativa a la OEA. El
problema no es sólo Luis Almagro. Existen películas viejas, como La hora de los hornos,
un clásico, de 1966, si no recuerdo mal, en blanco y negro. Hay una versión corta de una
hora y media, y la versión larga dura cuatro horas. Allí aparece un capítulo sobre la OEA:
“OEA, ministerio de colonias”. Estaba releyendo hace poco la Segunda Declaración de La
Habana, la lee Fidel. Y aparece también “La OEA, ministerio de colonias”. ¡Medio siglo
después sigue exactamente igual la OEA! Luis Almagro apoyó de una manera vergonzosa
el golpe de estado en Bolivia en 2019. La OEA no respeta ni siquiera su propia legalidad.
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Por eso es urgente impulsar, junto a la movilización popular en las calles, las instituciones
latinoamericanistas bolivarianas y martianas que fue creando Hugo Chávez acompañado de
los consejos de Fidel, a inicios del siglo XXI. la CELAC, UNASUR y un montón de
instituciones integradoras de Nuestra América. No son necesariamente instituciones
revolucionarias. No son iguales que la OLAS de 1967 ni la Tricontinental de 1966, menos
que menos la Internacional Comunista de los primeros cuatros Congresos, cuando estaba
vivo Lenin. No, son instituciones que agrupan países dirigidos por burguesías, y en ese
espacio también conviven países dirigidos por movimientos populares. A pesar de esa
limitación, creo que es un paso y un avance. No creo que de ahí venga el socialismo, pero
es un avance en la resistencia contra el imperialismo, ¿no?, así que comparto tu
preocupación.
En México hay una gran discusión al interior de la sociedad. Todos los amigos de Cuba
que viven en México a mí me cuentan, que desde afuera uno lo ve de una manera y ellos de
adentro lo ven de otra. Existen debates internos en el movimiento popular mexicano. Pero
por lo menos hacia afuera ha tenido algunas buenas actitudes, quizás hacia adentro no tiene
exactamente las mismas actitudes, depende de México, pero hacia afuera han sido
solidarios, por ejemplo, con Evo Morales, para evitar que lo asesinen en el golpe de Estado.
Y ya que mencionamos a Bolivia y el golpe de estado, brevísimo, para que se den cuenta
que la ofensiva del imperialismo es continental. Ese proyecto que apunta a instalar de
manera artificial una izquierda “jabonosa”, “gelatinosa”, mitad socialdemócrata, mitad
republicana, bueno, ese mismo proyecto se intentó implementar en Bolivia contra el
movimiento indígena. Y se llevó a cabo de la mano de las mismas instituciones que están
actuando en la contrarrevolución cubana. En Bolivia operan también la NED, la USAID, la
Fundación Ebert… También en Bolivia apelan a un lenguaje aparentemente
“progresista”… Y desde esas posiciones cuestionaban al movimiento indígena porque
quería hacer carreteras. Había pueblos indígenas en Bolivia aislados que jamás han visto un
hospital en su vida porque la selva les impide tener acceso a los hospitales. No tienen
escuelas, no tienen asfalto. Entonces ante el solo hecho de intentar armar una carretera para
integrar las regiones indígenas que están aisladas, aparecieron movimientos falsamente
“ambientalistas”, atacando duramente a Evo Morales. Me puse a investigar quién estaba
detrás de esos movimientos aparentemente “ambientalistas” contra el movimiento indígena
en Bolivia. También aparecieron supuestas teóricas del “feminismo” postmoderno que
siguen la moda de los llamados estudios postcoloniales de la Academia estadounidense.
Existen intelectuales en Bolivia supuestamente “feministas” postcoloniales profundamente
enemigas del gobierno de Evo Morales y de Álvaro García Linera. Entonces se mezclaba la
ultraderecha racista de Santa Cruz de la Sierra, neonazi, que pretende la supremacía blanca
contra el movimiento indígena, ¡oh casualidad! articuladas con movimientos seudo
“progresistas” como los “ambientalistas”. Me puse a buscar en internet: ¡Todos estaban
financiados por los yanquis! ¡Todos habían recibido becas Guggenheim! ¡Todos tenían
financiamiento de la USAID y de Soros! Exactamente lo mismo que pasa en Cuba, donde
está la extrema derecha macartista de Miami articulada, ¡oh casualidad! con estas seudo
“socialdemocracias republicanas”, Articulación Plebeya, etc. Aparentemente sucede lo
mismo en Cuba que en Bolivia. ¿Cuál es la diferencia? Que en la Revolución cubana hay
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una fortaleza que no estaba en Bolivia, por eso en Bolivia pudo triunfar el golpe de Estado.
En cambio en Cuba no van a triunfar nunca.
RODRIGO: Oye, Néstor, aquí en Cuba se dice: la calle es de los revolucionarios, y creo que
aquí muchos manigüeros y manigüeras que están en este chat ese día 11 de julio hemos
salido a las calles a defender, a defender la patria, la tranquilidad.
Muchas gracias, Néstor. Dejé los micrófonos abiertos para quien quiera despedirse de
Néstor. La Manigua es tu casa, es tu campamento, esperamos tenerte de regreso, deseamos
que nos acompañes, como decía Karima, en esta complicidad de la militancia
revolucionaria.
Muchas gracias a todos y todas quienes estuvieron presentes, a todos los que participaron.
Un fuerte abrazo. Patria o Muerte.
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